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Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada-

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Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada- - Página 4 Empty Re: Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada-

Mensaje por Belencita Sáb 01 Dic 2012, 5:22 am

:fiu:
Belencita
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Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada- - Página 4 Empty Re: Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada-

Mensaje por Belencita Sáb 01 Dic 2012, 5:22 am

:fiu:
Belencita
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Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada- - Página 4 Empty Re: Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada-

Mensaje por ElitzJb Sáb 01 Dic 2012, 8:43 am

siguela
ElitzJb
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Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada- - Página 4 Empty Re: Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada-

Mensaje por Invitado Sáb 01 Dic 2012, 9:49 am

Capitulo Ocho



Tom se quedó solamente un par de días y después tuvo que volver a Nueva York a trabajar, Al principio, ______ se sentía un poco sola, pero enseguida Janet sacó tiempo de sus tareas para charlar con ella de vez en cuando. Joe se las arreglaba siempre para llegar o demasiado pronto o demasiado tarde a las comidas, y generalmente ella comía con Hank y Janet. No sabía si aquel peculiar horario de Joe sería fruto de la casualidad o de alguna estratagema suya, pero el caso era que se había estado comportando de una manera un poco rara desde su llegada al rancho, como si en el fondo se arrepintiera de haberla invitado. ______, al haber advertido una cierta tensión, procuraba a su vez no cruzarse demasiado en su camino. De todas formas, sabía que Joe no podía disponer de demasiado tiempo libre en el otoño. Sus hombres y él se pasaban todo el día ocupados trasladando el ganado a los pastos de invierno, vendiendo becerros, cambiando vaquillas, arreglando las cercas... en una palabra, solucionando los múltiples
problemas que planteaba la cría de ganado con el paso de una estación a otra.
El médico de Chicago de ______ les había recomendado que la visitara el médico de Joe cuarenta y ocho horas después de su llegada a Dakota del Sur para asegurarse de que el viaje no había repercutido negativamente. Así que el doctor Wright examinó a ______ y le dijo que su costilla se estaba curando perfectamente. Todavía tenía algunos dolores, pero mucho menos fuertes de los que la habían atormentado durante los primeros días. Antes de abandonar el hospital le quitaron los puntos, y afortunadamente, el cinturón especial que le pusieron en las costillas no le causó molestias ni en la herida ni en la zona donde había llevado el drenaje. Le dijeron que tenía que volver a hacerse unas radiografías cuando se cumplieran cuatro semanas desde la intervención y que podía prescindir del cinturón para las costillas en cuanto notara mejoría.
Cuando ya llevaba una semana en el rancho, un buen día, Joe se presentó de improviso en la habitación de ______, cuando ella estaba viendo la televisión cómodamente instalada en una butaca. Venía de trabajar, vestido con unos pantalones vaqueros viejos, una camisa gruesa de cuadros y las botas todavía polvorientas del camino. Él sonrió al verla con el camisón rosa y con los pies descalzos.
—¿Viendo la televisión? —preguntó.
—Sí —contestó ella con una sonrisa—. Me encuentro muy bien, y no me aburro nada, así que no tienes que perder el tiempo entreteniéndome. No quiero que te preocupes.
Joe se quedó maravillado de que, una vez más, ______ antepusiera su comodidad a la de ella. En aquellos días no le había importunado para nada; de hecho ni siquiera le había vuelto a recordar lo de aquellos libros que le pidió el primer día. Y no era sólo con él, sino con todo el mundo; casi se podía decir que no se notaba que ella estuviera en el rancho. De pronto, sin saber por qué, se sintió impaciente e irritado ante aquella falta de espíritu.
—¿Es que no te cansas nunca de ser una santa? ¡Dios mío! ¡Sólo te falta la aureola!
______ se quedó sorprendida, pues no esperaba aquel ataque, por lo menos no tan pronto. Pensaba que hasta que no estuviera restablecida del todo no empezaría de nuevo con sus groserías de siempre, pero debía ser que su presencia en la casa le molestaba, porque reavivaba su sentimiento de culpa.
—No debería haber venido —le dijo tranquilamente—. No has cambiado en absoluto, Joe, reconoce que no te gusta nada la idea de tenerme en tu casa —poniéndose de pie con cierto esfuerzo, agregó— Siento mucho tener que pedirte esto, pero, ¿te importaría conseguirme un boleto para el primer autobús que salga para Chicago? Si no puedes, llamaré a Tom.
Joe vio con alarma que la situación se le había escapado de las manos, y se dio cuenta de que antes de hacer aquel desagradable comentario, debería haber recordado el afán de______ por no molestar.
—Verás, ______, estoy muy cansado, y cuando estoy cansado pierdo los estribos y tengo ganas de comerme a la gente. Y tú eres la primera víctima que he encontrado a mano. Cuando quiera que te vayas, te lo diré.
La miró un poco intranquilo, dándose cuenta que debajo del camisón no llevaba nada, y eso le puso todavía más nervioso.
—Perdona, pero es que yo había entendido que querías que me fuera.
Joe exhaló un suspiró. Se acercó a ella y tomándola de los brazos, la hizo sentarse otra vez. Después se arrodilló delante de su silla y la miró a los ojos.
—No sé si es que lo has olvidado, o que no lo sabes, pero yo soy un hombre muy difícil de tratar. Tengo un genio endemoniado, y no me ando con miramientos a la hora de sacarlo fuera. Si no aprendes a torearme un poco, la vas a pasar bastante mal mientras estés aquí.
—Joe, no quiero discutir. Me encuentro demasiado débil, echo de menos mi trabajo, y a mi hermano, y de pronto dispongo de mucho tiempo para pensar.
—Desde que Tom se fue te has encerrado en ti misma, y yo no sabía si era porque te encontrabas sola o porque no tenías ganas de hablar con nadie. Mira, ______, a mí me gusta estar solo, y esa es una costumbre difícil de cambiar. Si tienes necesidad de hablar, yo te escucharé, y si quieres estar conmigo, sólo tendrás que decírmelo.
______ se sonrojó de vergüenza.
—No necesito la compañía de nadie, muchas gracias —repuso en un arranque de orgullo—. Lo único que necesito es alguien que me lleve al médico el viernes próximo para hacerme las radiografías.
—Y yo que creía que era el único orgulloso —murmuró Joe—. Seguro que prefieres quedarte ahí sentada toda la vida antes que pedirme a mí que te lleve, ¿verdad?
—Pues, sí, en efecto. Ya lo sabes.
Hubo un silencio gélido, al cabo del cual, Joe dijo:
—Bueno, ¿te importaría hacerme compañía un rato mientras reviso los libros de cuentas?
______ mantuvo la mirada fija en la pantalla del televisor.
—Prefiero quedarme viendo esto, pero gracias de todas formas.
Joe fue directamente al aparato y sin mediar palabra, lo desconectó.
— ¡Joe!
Actuando como si no la oyera, Joe la levantó con mucho cuidado en brazos, la sacó de la habitación y la llevó hasta su despacho.
—Acabo de descubrir que tienes un carácter tan insoportable como el mío, y un orgullo que tampoco se queda atrás. Tú no estarás dispuesta a ceder ni un palmo, pero yo tampoco. Y no estoy dispuesto a que te encierres en esa habitación sin dejarme entrar. No te he traído aquí para ver cómo vegetas, ¿sabes?
Diciendo aquello, la depositó en el sofá del despacho. ______, que no tenía otro remedio, lo dejó hacer, aunque no podía disimular su sorpresa.
—Yo creía que te gustaba estar solo.
—Y yo también —contestó Joe, descubriendo al mirarla que le había crecido el pelo, y que lo tenía suave y brillante como siempre.
—Pero necesito una bata...
—¿Para qué? Hank está en una partida de poker con sus amigotes y Janet ya se ha ido a su casa a pasar la noche, así que estamos completamente solos. No te puede ver nadie; solamente yo.
______ se sonrojó vivamente.
—¿No irá a entrarte la timidez ahora? Recuerda que no hay nada de ti que yo no haya visto.
Ella se sonrojó aún más.
—Perdóname, ______. No sé cómo se me ocurrió decirte eso.
______ se sintió un poco mejor con la disculpa, sin embargo, seguía sin atreverse a levantar la vista. Aquel torpe comentario acababa de suscitar una avalancha de recuerdos penosos. Joe se sentó en el sofá, a su lado, con expresión contrita.
—Creo que nunca he cometido una equivocación tan grave con una persona como la que cometí contigo. Ojalá me hubieras contado antes lo que te pasaba.
______ cruzó los brazos sobre el pecho. De pronto sentía frío.
—Para mí resultaba muy doloroso hablar de ello. Mi padre era un desequilibrado. Nosotros lo sabíamos, pero éramos tan pequeños, Joe... No podíamos hacer nada, ni recurrir a nadie. Cuando murió, ya no había remedio, nos había dejado marcados psicológicamente.
—¿Sólo psicológicamente? —inquirió Joe, recordando el relato de Tom acerca de las circunstancias de su muerte.
—También físicamente. ¿No viste mis cicatrices aquel día en la caseta de baño?
—¡La verdad es que aquel día la furia no me dejaba ver nada! Habría matado a ese mocoso.
______ le miró. No podía evitar el sentirse halagada por su indignación.
—Pobrecillo. Sólo intentaba tranquilizarme. Ya sabes el miedo que me dan las serpientes. Tú te cegaste porque yo ya te había dado lugar a sospechas cuando estuve besándome con él en la piscina, mientras tú jugabas al ratón y al gato con la Dugan...
Entonces ______ había tenido celos de Barbara. Con el corazón palpitante, Joe comprendió que aquello explicaba muchas cosas.
—Di mejor que ella estaba jugando al gato y al ratón conmigo. A mí me gusta Barbara. Siempre me ha gustado —agregó apartándole un mechón de pelo de la cara—. No sé si te he comentado que ésta prometida con Hardy.
—¿De verdad?
Joe miró divertido el rubor de sus mejillas.
—Efectivamente. Así que si habías pensado que iba a casarme con ella, puedes irte desengañando. Supongo que me quedaré soltero.
—Y en ese caso, ¿quién heredará Warlace?
—Buena pregunta. Hasta hace unos pocos años no me he preocupado por tener hijos. Creo que al final no me quedará otro remedio que casarme, si quiero un heredero.
—No creo que tengas problemas para encontrar una candidata —declaró ______, rehuyendo su mirada.
—¿Tú crees que no? —preguntó Joe pasándole un brazo por la espalda—. Soy rico, ______.
—¿Y qué quieres decirme con eso?
—Lo que quiero decir es que no sé cómo voy a estar seguro de que no se casan conmigo por mi dinero.
—En ese caso, deshazte del dinero. Regálalo.
Joe sonrió.
—No estoy tan desesperado como para llegar a esos extremos.
—Entonces nunca podrás estar seguro.
______ lo miró largamente, pero pudo apartar los ojos de él antes que la traicionaran. Lo que no sabía era que Joe se había dado cuenta desde hacía bastante rato de que la estaba deseando.
—¿Cuándo supiste que no estabas embarazada? —le preguntó repentinamente.
—Una semana después —respondió ella sonrojándose.
—Yo también me quedé preocupado. Y lo peor era que sabía que no ibas a querer hablar conmigo ni verme, así que tuve que inventarme una estratagema: llamé a tu hermano Tom y le conté una historia de que tenía que hablar con ustedes dos pero juntos, y asi lo hice ir a Chicago. De alguna manera tenía que enterarme de si estabas embarazada o no.
—Pues ya ves, te preocupaste en vano —respondió ______.
—Tampoco es que estuviera preocupado. Sólo quería saberlo, nada más.
—Pues yo no te lo habría dicho.
—Pero yo me habría enterado tarde o temprano —respondió él mirándola a los ojos—. No me hubiera dado por vencido hasta saberlo.
—¿Y si?...
—¿Si hubieras estado embarazada? Yo creo que me conoces lo suficiente como para no tener que hacerme esa pregunta.
—Te habrías casado conmigo —murmuró ______.
—Un hombre con sentido del honor debe comportarse a la altura de las circunstancias cuando hay un niño de por medio.
—Pues menos mal que no pasó nada —dijo _______, que había cerrado los ojos y tenía la cabeza apoyada en el respaldo del sofá—. Detesto las bodas precipitadas, y, además, no estoy segura de querer tener un hijo.
—¿Por qué?
—Pues porque por su culpa los padres terminan por hacer locuras.
—Tú no puedes juzgar a todos los padres del mundo por el tuyo.
—¿Por qué no? Precisamente tú juzgas a todas las mujeres por lo que fue tu madre.
Joe empezó a decir algo, probablemente para negar, pero al final se quedó callado. Hubo un silencio.
—La verdad es que tienes razón.
—Debes haber sufrido mucho.
—¿Tú te acuerdas de tu madre?
______ negó con la cabeza, y su mirada se hizo repentinamente dura.
—Sólo algunos detalles; la mayoría de lo que mi padre decía sobre ella. Era una fulana. Se fugó con otro hombre y nos abandonó a mi hermano y a mí. ¡Y mi padre me pegaba!
Joe se estremeció al verla llorar. Con toda la suavidad del mundo, la hizo sentar sobre sus rodillas y la apretó contra su pecho.
—Vamos, cariño.
______ lo abrazó con el único brazo que no le dolía y se refugió, llorando, contra su pecho cálido y palpitante.
—Yo odiaba a mi madre, y todavía la sigo odiando. ¿Cómo pudo marcharse dejándonos? ¿Cómo fue capaz de abandonar a sus hijos?
Joe le acarició el pelo muy despacio.
—Yo tampoco entiendo a los padres, ______. Mi madre se fue de casa un buen día, sin ninguna explicación, y Hank nunca intentó ir detrás de ella, o buscarla. Una vez le pregunté el porqué, y él me contestó que uno no puede obligar a una persona a quedarse, si ella ya no quiere estar con él. Al principio me resultaba imposible comprenderlo, pero con los años aprendí que tenía razón. En cierto modo, con su actitud, mi padre nos evitó mayores sufrimientos.
—Nunca llegaste a perdonarla, ¿verdad?
La mano con que la acariciaba se detuvo sobre su pelo.
—Cuando la vi en la cama, a punto de morir, a pesar de todo el dolor, sentí que seguía siendo mi madre. Sí, ______, la perdoné. Esto no se lo he dicho ni siquiera a Hank.
______ escondió la cara contra su cuello, feliz de que se sintiera impulsado a contarle algo tan íntimo.
—No creo que yo hubiera podido ser tan generosa —susurró—. Yo a mi madre no la perdonaré nunca.
—¿Sabes dónde está? —preguntó Joe.
—Nunca he tenido dinero suficiente como para iniciar su búsqueda. Pero aunque dispusiera de los medios, creo que no la buscaría. Tom y yo sufrimos terriblemente por su culpa. En tu caso, por lo menos Hank ha sido muy bueno contigo.
—Eso es verdad. Aunque discutimos mucho, yo adoro a mi padre.
—Lo sé —señaló ______ con una sonrisa.
Era agradable abrazarla en el silencio de la casa, cuándo afuera, el viento de la noche comenzaba a enfriar la atmósfera. Teniéndola así, tan cerca, no podía dejar de pensar en el día en que la había tenido entre sus brazos completamente desnuda. Sus senos se oprimían contra su pecho, y debajo de la ligera tela del camisón notaba que sus pezones se volvían rígidos. Estaba excitada, tanto como él. La mano se le crispó entre sus cabellos sin querer.
—¿Qué te pasa? —susurró ella.
—Nada, ______. Tengo que volver con mis libros. ¿Quieres leer un rato mientras tanto?
—Sí, déjame una de tus novelas de misterio.
Joe se levantó a tomar un libro de la estantería y se lo dio.
—¿Quieres que te diga quién es el asesino?
—Como te atrevas, te tiro el libro a la cabeza.
—No creo que puedas con ese brazo que no puedes mover. Dime, ______, ¿llevas puesto el cinturón para las costillas?
—No, el médico me dijo que por la noche no hacía falta.
—¿Te he hecho daño al traerte aquí?
—No, no —respondió ella con una sonrisa, contenta de que se preocupara.
Joe asintió y se sentó a la mesa con un lápiz y un cuaderno de notas delante. ______ permaneció un rato intentando leer, pero le resultaba imposible concentrarse teniendo a Joe delante con completa libertad para mirarlo a su gusto. Así que se quedó contemplándolo un buen rato, mientras hacía cuentas. De pronto se sonrojó vivamente, dándose cuenta que él la estaba mirando también con una expresión guasona.
—¿Te diviertes, ______?
No tardó en arrepentirse de su comentario socarrón al ver lo ruborizada que se ponía.
—Perdona, es que estaba distraída —dijo ella hundiendo la nariz en el libro.
Joe quiso decir algo, pero la vio tan enfrascada en la lectura, que optó por callarse. Aquel camisón era la prenda más seductora que le había visto, con aquella tela tan fina, que insinuaba más que enseñaba. Solamente desnuda habría podido excitarlo tanto su vista.
______ encontró gran dificultad en concentrarse después de que Joe le dijera aquello. Estaba tan cohibida, que ahora no se atrevía a mirarlo ni siquiera fugazmente. En condiciones normales no se habría dejado vencer por la timidez con tanta facilidad, pero se encontraba débil, cansada, y atormentada por recuerdos involuntarios que se empeñaban en perseguirla. Cada vez que cerraba los ojos volvía a oír el silbido de las balas, y le parecía sentir el frío impacto del metal en su cuerpo, con aquel dolor insoportable. Se estremeció. Antes de aquel desgraciado incidente el trabajo de reportera le parecía apasionante, su sueño dorado hecho realidad. Pero ahora tenía miedo, miedo a lo que debería hacer a partir de entonces. Ella se daba cuenta de que lo ocurrido era un accidente que no sucedía más que una vez entre mil, y no obstante a eso sus nervios la traicionaban, como si estuvieran apunto de saltar en el momento más inesperado. Empezaba a ser consciente de que no era capaz de volver a la sección de sucesos, y
eso significaba que si no quedaba ningún puesto libre en el periódico iba a quedarse sin trabajo. ¿Y qué iba a hacer ella sin trabajo?
—¿Qué te ocurre? —le preguntó de pronto Joe.
______ no se había dado cuenta de que la estaba mirando, y se sobresaltó.
—Nada. Estaba pensando en quién podía ser el asesino.
—Sí, claro, con el libro al revés.
Joe dejó el lápiz en la mesa con un suspiro y se acercó a ella.
—______, no puedes pasarte la vida mirando hacia atrás.
Ella rehuyó su mirada.
—Sí, me doy cuenta.
—Ya verás cómo cuando pase un poco el tiempo, todo te parecerá un mal sueño, y nada más.
______ dejó el libro y se levantó lentamente.
—Creo que voy a mi cuarto. Estoy cansada, a ver si consigo dormirme.
Joe la detuvo antes que hubiera dado dos pasos, asiéndola por los brazos. ______ sintió su cálido aliento en la frente.
—Cuéntame qué te pasa.
_____- se puso rígida.
—Estoy bien. No necesito confesar nada, gracias.
—Yo también estoy acostumbrado a guardar mis problemas para mí y no contárselos a nadie. Las cosas que me preocupan nunca se las digo a nadie, y menos a Hank. Para mí es tan difícil como para ti, ______, pero si te empeñas en rechazarme, nunca conseguiremos comunicarnos.
—Te tengo miedo —dijo ella en voz baja.
—Me doy cuenta; no estoy ciego. Y después de lo ocurrido tienes motivos de sobra para sentirte así. Tú bajaste la guardia conmigo, y yo te traicioné. Sé que te costará mucho olvidarlo —añadió estrechándola contra su pecho—. Ya te dije en el hospital que nunca he sabido ser tierno. Y es la verdad. Incluso me pasa con las mujeres, en la intimidad... No puedo dormir por las noches pensando en el daño que te hice. Desde que llegamos te he evitado, porque no quería acordarme...
—Pero Joe, no fuiste tú quién disparó.
—Sí, pero yo te coloqué frente a la ametralladora. Tú sólo querías huir.
—En una ciudad como Chicago ser reportero de sucesos puede ser peligroso. Yo pensé que dedicándome a ello podría dejar de pensar en lo que pasó... Tampoco estaba cometiendo un suicidio consciente.
—No puedes imaginarte lo culpable que me siento.
—Tú no lo sabías —murmuró ______ mirándolo con los ojos húmedos—. Y yo te deseaba.
—Yo también te deseaba —Joe se quedó mirándola fijamente y comenzó a acariciarle el pelo—. Dios me ayude, ______, todavía te deseo.
______ sintió que su corazón empezaba a latir desesperadamente. Lo vio acercarse, con la mirada fija en sus labios, y se quedó sin aliento.
—_______.
Ella se dejó besar, dejándose arrastrar por el exquisito placer de tenerlo cerca. Sentía su lengua dentro, y sus manos, que le acariciaban las axilas, deslizándose lentamente hacia sus senos.
—Contigo es tan dulce... —murmuró Joe contra sus labios.
Con sus dedos iba trazando el contorno de su pecho, infinitamente suaves, y sentía algo desconocido, nuevo para él. Era como una vibración que lo conducía lejos de la realidad.
La excitación no le permitía a ______ articular palabra. Sus caricias encendían su pasión, y sólo podía desear que la siguiera tocando. Joe, conociendo su ansiedad, sonrió con ternura. Le sorprendía que ______ pudiera aceptarlo todavía después de lo ocurrido. El amor, pensaba, debe ser una fuerza muy poderosa, para impulsar a perdonar tanto. En aquel momento su único deseo era darle placer a ella, sin acordarse de él mismo.
______ intentó abrazarlo, pero al hacerlo, sintió una punzada de dolor en el brazo izquierdo que le impidió levantarlo.
—No hagas eso —susurró Joe—. Todavía no estás en condiciones de mover ese brazo.
—Joe...
El la besó en los párpados.
—Te abrazaré, pero no demasiado fuerte. No quiero hacerte daño en la costilla.
Joe la rodeó con un brazo por la espalda, sujetándola, y después, mirándola intensamente, pasó la mano por encima de sus senos, cuyos pezones se hicieron inmediatamente visibles bajo la ligera tela.
______ apenas podía respirar por culpa de la excitación que le provocaba aquel roce insinuado. Apoyó la cabeza en su hombro, contemplando su expresión mientras seguía tocándola.
—Yo nunca me había dedicado a estos juegos amorosos, pero ahora descubro que resultan excitantes.
—Sí —contestó ______ tocándole ligeramente la mano con la que la estaba acariciando.
—¿Sigues teniendo miedo de mí? —preguntó Joe mirándola a los ojos.
—No, así no tengo miedo.
Joe pasó repetidamente los dedos sobre sus pezones.
—¿Te gusta?
______ temblaba.
—Sí.
—A mí también me gusta. ¿Sabes, ______? Desde la noche que estuve contigo no he vuelto a tocar a una mujer.
—¿De verdad? —preguntó ella, sintiéndose un poco avergonzada.
—Me he pasado todas las noches sólo en mi cama, soñando contigo, con lo que me diste...
Sus palabras se disolvieron en un gemido, y después en un beso, que aunque rebosaba de deseo, no podía ser más tierno. Al mismo tiempo que la besaba, con toda delicadeza, Joe fue posando la mano entera sobre su seno. Ella gimió; aquella era la pequeña consumación de lo anterior. Ella colocó la mano sobre la de él, sujetándola ahí.
—Joe —gimió.
Él debió interpretar mal, porque dejó de tocarla inmediatamente.
—Está bien, lo dejaré.
—No, por favor.
Y, venciendo la timidez, Joe volvió a colocar la mano donde la tenía. Pero se puso tenso, de pronto tenía la necesidad de protegerla.
______ rehuyó su mirada, sonrojándose. Entonces, volvía a rechazarla, tal y como había hecho la otra vez.
Pero Joe la obligó a mirarlo asiéndola por la barbilla y le dijo:
—______, yo te deseo. En este momento, lo único que quiero es acostarte en ese sofá, desnudarte y poseerte con toda la pasión que me está quemando por dentro —las imágenes que aquellas palabras evocaban lo hicieron estremecerse—. Pero no hay que olvidar que todavía tienes una costilla rota, pequeña ______, y aunque hasta ahora he sido tierno y suave, no sé si podré seguir siéndolo, porque te deseo demasiado.
______ lo miró sin aliento, inundada también por el deseo.
—¿Tú también estás deseando que te posea, verdad? A pesar de lo de la última vez...
—Aquella vez estuve a punto de llegar, tan cerca, que casi podía tocar la culminación, pero de pronto todo terminó y yo ya no sentía nada.
Joe la miró con incredulidad y tomó su cara entre las manos.
—Dímelo otra vez. Repítemelo, ______, por favor.
—Pero si ya me has oído —contestó _______, avergonzada.
—Entonces, ¿no fue horrible? ¿Tú sabes lo que significó para mi orgullo que me dijeras que fue horrible?
—No, Joe... yo no me refería... Lo que pasaba era que me sentía vacía. Fue una sensación como cuando estás a punto de alcanzar algo y de pronto te vuelve la espalda. Yo hubiera querido explicártelo, pero me parecía imposible. La verdad es que tampoco terminaba de comprender lo que me estaba ocurriendo.
Permanecieron un momento en silencio, abrazados, ella disfrutando del momento sin querer pensar en nada más, y él maravillándose de la cantidad de sentimientos desconocidos que de pronto se agolpaban en su pecho: ternura, deseo, afán protector... y todo por una chiquilla como ella.
—Estoy cansado, ______. Y tú, aunque no lo estés, deberías estarlo. Voy a llevarte en brazos a la cama, y después yo también me acostaré. Los libros de cuentas pueden esperar hasta mañana, porque hoy ha sido un día largo, muy largo...
______ se sintió vagamente decepcionada. Estaba tan bien acurrucada entre sus brazos...
—Yo puedo ir sola —protestó—. No hace falta que me lleves.
Haciendo caso omiso, Joe la levantó del suelo suavemente y la miró con una sonrisa.
—Te voy a llevar en brazos porque quiero y porque me gusta.



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Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada- - Página 4 Empty Re: Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada-

Mensaje por aranzhitha Sáb 01 Dic 2012, 11:33 am

awwww Joe que lindo!!!!
Fue tan tierno y dulce!!
Siguela!!!!!!
aranzhitha
aranzhitha


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Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada- - Página 4 Empty Re: Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada-

Mensaje por JB&1D2 Sáb 01 Dic 2012, 1:34 pm

Que bello mi Joseph. Acaso no es un amor?
Siguela por favorr!!
JB&1D2
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Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada- - Página 4 Empty Re: Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada-

Mensaje por chelis Sáb 01 Dic 2012, 8:46 pm

BUENO ESE JOEEE NECESITA QUE CONTROLE UN POQUITO SU CARACTER... PARA NO ESPANTAR TANTO A _____!!!
PERO BUENO EL ES EL!!!... Y ASI LO QUEREMOS
chelis
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Mensaje por ElitzJb Mar 04 Dic 2012, 7:05 am

oh dios como me encantaaaaaaaaaaa
siguel por favor
ElitzJb
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Mensaje por JB&1D2 Mar 04 Dic 2012, 10:09 am

Por favor siguelaaaaaa me encanto el cap
Tan bello Joe
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Mensaje por chelis Mar 04 Dic 2012, 3:27 pm

UN CAAPIISSS
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Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada- - Página 4 Empty Re: Traicionados por El Amor (Joe y tu) -Terminada-

Mensaje por ElitzJb Miér 05 Dic 2012, 12:53 pm

quiero mas capitulos
ElitzJb
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Mensaje por chelis Miér 05 Dic 2012, 6:51 pm

SIIIIII
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Mensaje por JB&1D2 Jue 06 Dic 2012, 3:44 am

Siguela por favor
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Mensaje por chelis Jue 06 Dic 2012, 1:53 pm

PORFIIISSS
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Mensaje por Invitado Vie 07 Dic 2012, 2:32 pm

Capitulo Nueve



______ se durmió pronto, sin ningún problema, pero a mitad de la noche la despertaron brutalmente los silbidos de las balas a su alrededor, el estruendo de la ametralladora. Se incorporó de un salto en la cama, empapada en sudor. Debía haber gritado.
No había pasado ni un minuto, cuando la puerta del dormitorio se abrió de golpe y Joe apareció en el umbral, con una expresión de alarma dibujada en el rostro.
—¿Qué te pasa? ¿Ha sido una pesadilla?
—Sí, la ametralladora —contestó ella ocultando la cara entre las manos—. ¡Oh, Joe! ¿Cuándo va a terminar esto?
—Espero que algún día ni te acuerdes siquiera, ______. Y ahora tranquilízate, vamos.
Joe apartó las sábanas y se metió con ella en la cama. Fue un gesto natural, tenía que calmarla y no podía dejarla sola. ______ se acurrucó contra su pecho desnudo, pues Joe no llevaba más que los pantalones del pijama. Era delicioso sentir el contacto de su vello en la mejilla, y acariciarlo.
—Por favor, ______, no me toques así —mientras le decía aquello, la sacó de la cama; apagó la luz, cerró la puerta y la llevó a su habitación.
—Hmmm... —preguntó Kate con voz soñolienta, sin darse cuenta de nada.
—Que no me acaricies, por favor. Me estoy excitando.
______ soltó una carcajada, y dejó la mano quieta.
—Ah, perdona.
______ suspiró complacida cuando Joe la depositó sobre su cama. Un momento después él también se deslizaba entre las sábanas a su lado.
—Ven aquí —le dijo haciéndole apoyar la cabeza en su hombro—. Estate quietecita y deja de jugar con el vello de mi pecho y ya verás cómo te duermes enseguida.
—oe, yo nunca he dormido con nadie.
—Eso no es verdad; has dormido conmigo.
—Pero nosotros no dormimos.
Joe lanzó un hondo suspiro.
—Tienes razón, no dormimos. ¿Has conseguido asimilar ya ese punto negro de tu conciencia?
—Un poco.
Hubo un momento de silencio.
—¿Y no crees que te sería más fácil —agregó Joe muy despacio— si nos casáramos?
Hubo otro silencio. ______ se puso rígida.
—Piénsalo, ______. Así te acostumbrarás a la idea.
—No quiero que te cases conmigo sólo porque te sientes culpable, Joe. El matrimonio ya es bastante complicado incluso cuando la gente se ama; figúrate cómo sería en nuestro caso, si entre nosotros no hay amor.
—imagínate que te digo que estoy enamorado de ti —dijo Joe sacando a relucir casi inconscientemente su cinismo.
—Imagínate que te digo que Warlace está en el Tibet —respondió ______, cerrando los ojos y pensando lo maravilloso que sería oírlo decir eso sinceramente.
—¿No estás cansada de vivir sola? —preguntó él, cambiando de táctica—. Podríamos vivir juntos, como amigos, sí es eso lo que quieres.
—No, Joe, gracias por proponerlo, pero no creo que funcionaría.
Joe no se esperaba una negativa tan rotunda. Estaba intentando por una vez hacer las cosas bien, ayudarla a superar aquel mal trago, cuidarla y compensarla por el daño que le había hecho.
—Escucha, _____no sabes cuántas mujeres darían su brazo derecho por casarse conmigo, aunque sólo fuera buscando mi dinero.
—Pues casate con una de ellas.
—La mayoría de ellas se negarían a prestarse a un matrimonio platónico.
—Ya encontrarías alguna, entre tantas que se interesan por ti.
—Yo no quiero otra mujer —respondió Joe, sorprendido por su propia sinceridad—. Si no puedo tenerte a ti, no tendré a ninguna.
—No te comprendo.
—La verdad es que yo tampoco me comprendo. Quizá es que me siento culpable... no sé. La verdad es que yo no voy por ahí seduciendo a mujeres vírgenes. Sé que te hice daño, y me duele recordarlo. Quizá estoy un poco obsesionado.
—Ya lo superarás.
—¿Y tú? ¿La superarás tú, ______? ¿Podrás olvidar esa noche alguna vez en tu vida? —preguntó volviéndose hacia ella y tratando de distinguir su rostro en la oscuridad.
—No, pero...
—¿Desearás alguna vez que te haga el amor algún hombre que no sea yo?
______ contestó sin pensar, tajantemente.
—No. No podría permitir que ningún otro hombre me tocara. Sólo tú.
Joe se sintió arder en la oscuridad. Aquello significaba que a pesar de todo, ______ continuaba deseándolo.
—Sólo yo —murmuró besándole la frente y deslizando la mano por debajo de su camisón, hasta encontrar sus pechos, que ya estaban erizados de deseo—. Alguna vez conocerás conmigo lo que es la culminación del placer, aquello que estuviste tan cerca de alcanzar aquel día...
—¡Joe!
—Dios mío, ______, qué suave eres. Me encanta tocarte, tu piel parece de seda —murmuró sin dejar de acariciarle los senos.
Ella gimió, y con el brazo derecho se desabrochó los botones que quedaban cerrados.
—Quiero verte, ______. Quiero emborracharme de ti.
______ se puso a temblar al sentir su mirada ansiosa y sus manos.
—Quédate quieta —susurró él inclinándose a tocar sus pezones—. No, no arquees el cuerpo hacia mi boca. Yo te daré todo lo que quieras sin que tengas que pedírmelo.
Joe le pasó un brazo por la espalda e incorporándola con mucho cuidado, recorrió sus pechos con los labios. Al oír sus gemidos placenteros tuvo que contenerse para no llegar más allá. Todavía no podía poseerla; ella estaba demasiado delicada. Pero lo que sí podía era hacerle el amor así, con caricias suaves. Ella se estremecería de placer como nunca había hecho, y él sería el primer hombre en tocarla de aquella manera.
Pero no había contado con que ______ lo acariciaría a su vez. Al sentir sus manos pequeñas y provocadoras, se dio cuenta que no tenía más remedio que detenerla antes que las cosas llegaran demasiado lejos.
—______... creo que va a ser mejor que lo dejemos ahora.
Ella se detuvo de inmediato, con un suspiro.
—¡Qué pena! Ahora que empezaba sentirme tan a gusto contigo, Joe.
—Yo me siento igual que tú, nena, pero tienes que comprender que no podemos hacer el amor hasta que tú estés curada.
—No, claro, me imagino que no —contestó ______ sonrojándose.
—Yo no podría contener mi pasión, ______ —reconoció Jacob mientras le abrochaba los botones del camisón—. Ahora mismo estoy temblando como un chico de catorce años.
—Entonces —susurró ______, asombrada de su propia osadía—. ¿Volveremos a hacer el amor?
—Sí, pero sólo si te casas conmigo —respondió Joe después de unos segundos de vacilación—. Si no, ni tú ni yo nos sentiríamos tranquilos con nuestra conciencia.
______ contuvo a duras penas las lágrimas.
—Un matrimonio así no funcionaría, y tú lo sabes.
—No lo pienses ahora, ______. Dejemos que pase el tiempo, y él dirá. Ahora tranquilízate e intenta dormir. Yo me quedo aquí contigo.
______ se hizo un ovillo junto a él y se dejó llevar por el sueño.

Durmió profundamente, y a la mañana siguiente despertó en su cama. Abrió los ojos poco a poco, atraída por un olor agradable. A su lado, sobre la almohada, Joe debía haberle dejado una hermosa rosa blanca. Aquella era la prueba de que la noche anterior pasada en brazos de Joe no había sido un sueño.
______ se levantó con una agradable sensación de bienestar; por primera vez, desde hacía semanas, se sentía fuerte de nuevo, con ánimos para afrontar lo que le deparara el día. El motivo de su alegría era que Joe le hubiera pedido que se casara con él, y aunque no fuera una declaración de amor precisamente, representaba el comienzo de algo.
Cuando llegó al comedor, Hank ya se había marchado, pero allí estaba Joe, dando vueltas al desayuno frío en el plato.
—Por fin apareces —dijo al verla—. Ya no sabía qué hacer con mi desayuno para seguir esperándote sin que Janet sospechara.
Se miraron sonrientes.
—¿Me estabas esperando?
—¿A ti qué te parece?
Joe se levantó, alargó la mano, y antes que ______ pudiera darse cuenta de lo que ocurría, la había tomado entre sus brazos y estaba besándola apasionadamente.
—Buenos días —susurró ______ rozando sus labios.
—Buenos días. ¿Has encontrado la rosa?
—Sí, gracias. ¿Dormiste bien?
—Al final sí. Primero estuve un buen rato en vela, mirándote. Espero que tu costilla se cure pronto, _______, porque te deseo más que ayer. No vamos a tener más remedio que casarnos.
______ sintió una opresión de tristeza en el pecho.
—Yo no puedo casarme contigo, Joe, ya te lo he dicho.
—¿Por qué?
Se miraron a los ojos, y ______ dijo:
—Joe, el deseo no es suficiente. Hace falta amor...
—Pero tú me amas, ______ —dijo él tranquilamente—. Siempre me has amado.
______ contuvo el aliento y lo miró atónita. Pero, ¿qué se había creído?
—Tom me lo contó todo justo antes que te llevaran al hospital. Incluso he visto las fotos que tienes de mí por todas partes.
La reacción de ______ fue inesperada y espontánea. Completamente furiosa, se libró de sus brazos, sin pensar en lo que le dolía el costado ni en la expresión consternada de Joe.
—Pero, ¿qué te pasa, ______? No tienes por qué sentirte avergonzada.
¿Que no? _______ se sintió morir por dentro. Tenía la sensación de que sus pensamientos más íntimos habían sido vendidos, exhibidos en público, era como verse desnuda delante de una asamblea de desconocidos. Primero se sonrojó vivamente; después palideció, y por fin rompió a llorar.
Joe intentó acercarse, pero _______ lo rechazó con una brusca sacudida.
—¡No quiero que vuelvas a tocarme! ¡No necesito tu compasión, Joe!
Dicho aquello, dio media vuelta y echó a correr como una loca por el pasillo. Llegó a su habitación y se encerró allí a llorar, tirada de bruces sobre la cama. Oyó confusamente que Joe llamaba a su puerta, gritando su nombre, y que se paseaba de un lado a otro del pasillo, pero no quiso abrirle. Lloró y lloró durante horas su amor no correspondido.

Así pasó toda la mañana. Al cabo del tiempo, cuando se aseguró que Joe ya no andaba por allí, ______ se decidió a salir. Se sentó en el cuarto de estar, junto al ventanal, pensando qué podría hacer a partir de entonces. Había empezado a llover con furia, como si el tiempo quisiera acompañar el torbellino de sus pensamientos. Se acordó, sin embargó, de los pobres vaqueros que, a pesar del frío y del agua, debían continuar trabajando a la intemperie. Después pensó en Joe y sintió frío en el alma.
Una cosa era segura; tenía que irse de Warlace cuanto antes, porque no podía soportar la idea de seguir viendo a Joe y saber que ya no tenía secretos para él. Toda su amabilidad, sus caricias, su deseo... todo había sido una mentira, fruto de su compasión. No, no podía soportarlo.
Las lágrimas rodaron por sus mejillas... Tenía que volver a Chicago, y después, ¿qué le esperaba allí? Tendría que esperar una semana más sin trabajar, pero incluso entonces, cuando se hubiera cumplido, no se sentía con ánimos para volver a la sección de sucesos. Y por otro lado, tampoco quería convertirse en una carga para Tom, por muy deseoso que estuviera él de ayudarla.
Así estaba de pensativa, cuando de pronto entró Hank en la sala, visiblemente agitado.
—Perdona que te moleste, ______, pero es que estoy muy preocupado. Mi hijo salió sin un impermeable ni nada, y está empapándose, con el frío que hace. Cuando le dije que se pusiera algo encima me contestó no sé qué incoherencias de que a ver si se moría de una vez, y no me ha querido escuchar. ¿Qué ha pasado? ¿Es que han discutido o algo, ______?
______ se removió inquieta en su asiento.
—Sí... más o menos.
—¿Más o menos?
______ decidió contarle lo ocurrido.
—Joe me pidió que me case con él y yo le he dicho que no. Pero es que él no me ama —señaló rápidamente al ver la cara de desconcierto de Hank— y sin amor, no saldría bien.
Hank soltó un silbido.
—¡Válgame Dios! Ya estaba convencido de que no viviría para ver el día en que por fin mi hijo se decidiera a proponerle matrimonio a alguien. Y ahora que se produce el milagro, tú le dices que no tranquilamente. ¿Es que te has vuelto loca? Mira mujer, yo casi tengo sesenta años. Si mi hijo no se decide pronto, me quedaré sin nietos. Y tú eres una chica estupenda. Te conocemos, nos gustas... no podría haber hecho una elección mejor. Tienes que pensarlo bien antes de dar una negativa, _______.
—Pero si ya lo he pensado —respondió ______ bajando los ojos—. Yo lo amo, y él lo ha sabido todo este tiempo, porque mi hermano Tom cometió la tontería de decírselo. ¡Joe me lo soltó esta mañana, después de que yo me negara a casarme con él, y estoy tan enfadada que no creo que pueda volver a mirarlo a la cara!
______ se echó a llorar, y el anciano se esforzó por tranquilizarla dándole palmaditas en la mano.
—Me quiero ir de aquí —gimió ______— pero no tengo adonde ir.
—Joe salió fuera en cuanto vio que no había forma de sacarte de tu cuarto, y es capaz de quedarse ahí todo el día. Ya sabes que cuando se le mete algo en la cabeza... Va a "pescar" una pulmonía.
Por supuesto, ella no quería que se enfermara, pero en aquel momento tampoco se encontraba con ánimos para salir a convencerlo.
A pesar de todos los esfuerzos de Hank, llegó la noche, y Joe seguía fuera. Cuando ______ se dispuso a meterse en la cama, todavía no había aparecido.
A la mañana siguiente, lo encontró sentado en el comedor cuando fue a desayunar. El corazón le dio un vuelco, porque no esperaba volver a verlo a solas. De cualquier modo, era demasiado tarde para salir corriendo, así que sacó una silla y se sentó frente a él. Joe estaba muy pálido, y cuando se dirigió a ella para pedirle que le pasara el tocino, su voz sonó terriblemente ronca.
—Con toda esa lluvia —murmuró ______—. Te has resfriado.
—Con un poco de suerte me moriré —replicó él— y así lo llevarás el resto de tu vida en la conciencia.
______ intentó no mirarlo mientras se servía el café.
—Yo no te obligué a que salieras y te quedaras bajo de la lluvia como un loco.
—Pero no accedes a casarte conmigo.
—Sabes muy bien por qué.
—Ojalá pudiera comprender por qué las mujeres tienen tantos secretos con sus sentimientos. A ver, dime, ¿y qué más da si yo sé que tú me quieres? ¡No se va a hundir el mundo por eso!
—¡Me da vergüenza!
—¿Por qué?
______ lo miró con los ojos centelleantes.
—Porque eso me coloca en una posición de desventaja con respecto a ti. Me siento vulnerable.
—A lo mejor yo también me siento así, ______, ¿no se te había ocurrido pensarlo?
Ella rió con amargura.
—Eso es imposible, Joe, porque tú no me amas.
Hubo un largo silencio. _______ se sentía incómoda, porque Joe la estaba mirando de una manera muy extraña.
—En cuestión de amor todavía tengo que aprender —dijo Joe, después de sufrir un acceso de tos—. ¡Maldita lluvia! ¡No me encuentro nada bien!
—Deberías volver a la cama —se atrevió a sugerirle ______.
—¡De eso nada! Tampoco estoy tan mal —dicho aquello, se bebió el café, miró con una mueca los huevos y el tocino y se puso de pie—. Me voy a trabajar. No tengo ganas de comer.
Pero cuando echó a andar, se tambaleó. ______, sin pensarlo, se levantó corriendo de la mesa y se colocó junto a él, sujetándolo. Sintió su cuerpo con más calor del normal. Entonces le tocó la frente y comprobó que estaba ardiendo.
—Joe, tienes fiebre, y, además, muy alta.
—La verdad es que me encuentro un poco mareado. Vamos, ______, no me sujetes, que te puedes hacer daño en la costilla. Me apoyaré en la pared.
—No, no, apóyate en mí. Te llevaré a la cama.
—Pero es que ahora no tengo tiempo para ponerme enfermo...
—Eso deberías haberlo pensado ayer.
Al cabo de una hora, llegó el médico, y después de examinarlo diagnosticó un caso bastante fuerte de bronquitis, agravada por una infección viral. Le puso una inyección y le recetó unos antibióticos y un jarabe para la tos. Janet le preparó caldo y ______ se quedó sentada al lado de su cama mientras Hank se iba a trabajar
Joe pasó la mayor parte del día en una especie de sopor, siempre vigilado por la mirada atenta de ______. Sólo lo dejó un momento por la tarde para cenar rápidamente, y enseguida volvió a su cabecera. Por la noche, el enfermo comenzó a agitarse
—Me siento peor ahora que esta mañana cuando me levanté.
—No te preocupes —le dijo ______ con una sonrisa—. Será culpa de la fiebre, que suele subir por la noche. Verás cómo mañana te encuentras mejor.
Él le devolvió la sonrisa.
—Deberías irte a la cama tú también.
—Me iré dentro de un rato.
—Bueno, si vas a quedarte, podrías leerme algo.
—Muy bien, ¿qué es lo que te gustaría? ¿Una de tus novelas policíacas?
—No. Prefiero que me leas la revista de la asociación de ganaderos que tengo en la mesilla.
Kate la tomó y le leyó un artículo sobre los nuevos métodos de mercado y un informe sobre las nuevas técnicas de cultivo de forrajes. Cuando hubo terminado, Joe dijo:
—Eso me recuerda que los muchachos te están construyendo un invernadero. Si todo marcha bien, lo tendrán terminado dentro de un día o dos. Después, podemos ir al vivero de Pierre a comprar algunas plantas.
_______, que ya había olvidado su promesa, se alegró de aquel detalle, pero no pudo evitar una punzada de tristeza al pensar que nunca llegaría a disfrutar de ese invernadero.
—Ya no tienes por qué preocuparte de eso, porque yo podré viajar ya la semana que viene.
Joe abrió los ojos de par en par y la miró fijamente.
—No quiero que te vayas. Quiero que te quedes aquí, conmigo.
______ se ruborizó
—Te olvidas de que tengo un trabajo...
—Pues déjalo.
—Joe, yo...
—Yo puedo mantenerte. Hasta que llegue el momento de pagar los impuestos, yo tengo aquí un verdadero imperio. Podemos seguir viviendo del ganado, aunque se vaya acabando el dinero. Mientras, tú puedes cultivar plantas en el invernadero, lo que quieras, y tendremos verduras todo el año.
Parecía que hablaba en serio, pero ______ no tenía más remedio que contradecirle.
—Tú no quieres casarte, Joe. Siempre lo has dicho.
—Yo he dicho muchas estupideces en mi vida, ______, ¿o es que todavía no te has dado cuenta? —dijo él volviéndose de lado para verla mejor—. ¿Tú nunca has pensado en tener hijos?
—Sí, alguna vez.
—¿Y en tener hijos míos?
______ rehuyó su mirada.
—Cuando vea a mi hermano...
—No tendrás ocasión, porque Nueva York está muy lejos, y yo me encargaré de que no tomes represalias. Una vez te dije que me gusta sentirme amado. Nadie me ha querido nunca, excepto mi familia.
______ recordó de pronto aquello mismo, dicho por una voz susurrante, que le llegaba de muy lejos. Se estremeció.
—Es verdad... me lo dijiste cuando estaba en la UVI. Me dijiste que no querías que me muriera...
Joe dejó de sonreír.
—También te dije aquel día que si tú morías, yo no querría seguir viviendo. ¿Quieres que te lo repita ahora?
—Aquel día las emociones te hacían hablar demasiado.
—Las emociones siguen siendo las mismas, ______. Yo te deseo. No me rehuyas así, por favor. El deseo no es ningún pecado imperdonable. Tú también sientes lo mismo, aunque te empeñes en no reconocerlo. ______ —agregó con una sonrisa— a ti te gusta plantar cosas y ver cómo crecen. A Dios también debe gustarle eso. El arregló las cosas para que un hombre y una mujer plantaran la semilla; y un hijo es la pequeña semilla que crece. La vida es un milagro, ______.
______ lo miró con los ojos cargados de viejas angustias.
—Mi padre me castigaba cada vez que se me ocurría sonreír a algún chico. Tom y yo nos pasamos la infancia oyendo que el sexo es el mayor de los pecados.
—Pero nena, tu padre estaba loco. Con su enfermedad, no estaba capacitado para hacerse cargo de ustedes.
—Si mi madre no nos hubiera abandonado...
Joe se llevó su mano a los labios.
—Tienes que pensar que ella tendría sus razones para marcharse. Tú entonces eras muy pequeña y no te dabas cuenta; un niño no puede entender los razonamientos de los mayores.
—Cuando se fue, me pasaba las noches llorando. No sabes cuánto la echaba de menos.
—Quizá ella también los ha echado de menos a Tom y a ti durante todos estos años.
Joe acababa de tener una idea, pero, por supuesto, no pensaba confiársela a ella, por lo menos hasta que no la hubiera puesto en práctica.
—Ojalá me encontrara mejor —murmuró Joe—. No sabes cuánto deseo hacerte el amor. ¡Oh, ______! Cásate conmigo. Tendremos un montón de hijos que alegrarán esta casa. Yo estaría dispuesto a aprender a cambiar pañales y dar biberones... sería maravilloso.
______ se puso a temblar de pies a cabeza. Lo amaba con desesperación; y él quería tener hijos. Seguramente los hijos contribuirían a unirlos. Pero aunque ella lo deseara también, sabía de sobra que un matrimonio así, sin amor por parte de él, estaba destinado al fracaso. No, no podía prestarse a un juego tan cruel.
—No —contestó sin mirarlo a los ojos—. Lo siento, pero no puedo.
Y diciendo aquello, se levantó y se dirigió hacia la puerta.
—¡Pero si tú me amas, maldita sea! —gritó él exasperado.
—Un amor no compartido no es suficiente. Quizá a ti te bastaría, al principio, pero no tardarías en darte cuenta de que no podrías seguir viviendo conmigo si lo único que sientes es deseo mezclado con culpabilidad. Buenas noches


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