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♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe &  Tu) - Página 4 Empty Re: ♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe & Tu)

Mensaje por chelis Dom 06 Ene 2013, 6:25 pm

PORFIISSSS
chelis
chelis


http://www.twitter.com/chelis960

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♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe &  Tu) - Página 4 Empty Re: ♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe & Tu)

Mensaje por ElitzJb Dom 06 Ene 2013, 7:19 pm

nueva lectora

ahahaahah dios xq la dejas en la mejor parte siguela porfitas nada
ya quiero mas
siiii anda por fitas sube mas capitulo
ElitzJb
ElitzJb


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♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe &  Tu) - Página 4 Empty Re: ♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe & Tu)

Mensaje por Julieta♥ Dom 06 Ene 2013, 7:21 pm

Mañana les subo maratón
Prometido
Las kiero !!!!!!!
Julieta♥
Julieta♥


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♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe &  Tu) - Página 4 Empty Re: ♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe & Tu)

Mensaje por andreita Lun 07 Ene 2013, 9:05 am

;)
andreita
andreita


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♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe &  Tu) - Página 4 Empty Re: ♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe & Tu)

Mensaje por s@r!! Lun 07 Ene 2013, 11:11 am

Nueva Lectora!!!

SIGUELA!!!!!
s@r!!
s@r!!


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♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe &  Tu) - Página 4 Empty Re: ♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe & Tu)

Mensaje por chelis Lun 07 Ene 2013, 4:51 pm

OOOOKIIIISSS MÑN MARAATOONN SIIIIIII
chelis
chelis


http://www.twitter.com/chelis960

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♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe &  Tu) - Página 4 Empty Re: ♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe & Tu)

Mensaje por Julieta♥ Lun 07 Ene 2013, 5:11 pm

♥ CAPITULO 8 ♥


La mirada de Joe siguió el camino que llevaba el vestido, aunque su recorrido duró algo más, ya que le costaba trabajo bajar de los pechos. Eran increíble.
Amplios, redondos, pálidos, con pezones que suplicaban que los besaran. Cada vez que ella respiraba era una experiencia religiosa. Pensó que alguien debería componer una sinfonía a aquellas perlas.
Apartó la vista de tanta perfección y la bajó por su cuerpo, apreciando sus curvas, su exuberancia. Le recordaba a un violín. La cintura pequeña llevaba a unas caderas amplias que eran una obra maestra de feminidad. Un Stradivarius.
Cuando creyó estar preparado, bajó la vista. Su única ropa interior eran unas braguitas blancas, bastante corrientes, sin nada exótico, que se ceñían a sus caderas y dejaban ver su ombligo. Nunca había visto nada tan erótico.
—¿Joe?
Levantó la vista y la miró a los ojos. Se acercó porque necesitaba tocarla. Le levantó el pelo y besó la piel suave de la curva del cuello.
—¿Mmmm?
—¿Mmmmm qué?
—Has dicho Joe.
—¿Lo he dicho?
Él asintió.
_____ gimió y frotó su pecho contra el de él.
—Supongo que no era nada importante.
—Sin duda —bajó la mano por la espalda de ella hasta la cinturilla de las braguitas.
—¿Joe?
—¿Mmmm?
Ella volvió la cabeza y le ofreció los labios entreabiertos. Y él la besó con suavidad mientras deslizaba los dedos por sus apetitosas nalgas.
_____ se movía en sus brazos, se frotaba contra su pecho y su pene, y él tuvo que retirar las manos y retroceder unos pasos para controlarse.
—¿Joe?
—¿Mmmm?
—¿Por qué te has parado?
—No he parado.
Ella frunció el ceño.
—Te has retirado.
—Sólo un paso.
—Eso es mucho.
—No tardaré en volver, pero quiero que hagas algo por mí.
—¿Qué?
—Que te quites las bragas.
Ella se miró, como sorprendida de llevar algo puesto. Bajó la prenda con los pulgares, sacó los pies y la dejó encima del vestido.
—Eres muy hermosa —dijo él.
—Tú tampoco eres carne picada.
Joe se echó a reír.
—Es lo mejor que me han dicho en mucho tiempo.
—He descubierto que hacer cumplidos de comida tiene un efecto tranquilizador.
—Mmmm. ¿Y qué pasa si digo que tus pechos son como melones maduros?
—Que me pongo suave por dentro —sonrió ella.
Joe tocó dichos pechos, disfrutando de su peso en las manos, del contraste de los pezones rígidos.
—¿Y si te digo que sabes a nata dulce y miel?
_____ suspiró.
—Si me dices eso —pasó las manos por el pecho de él—, seguro que puedes hacer todo lo que quieras conmigo.
—¿De verdad?
Ella asintió. Joe se acercó y la tomó en sus brazos. No pesaba y seguramente se debía en parte a la adrenalina, pero no le importaba. Recorrió los pocos pasos que los separaban de la piscina y le quitó los zapatos de tacón alto antes de entrar en el agua. Estaba caliente, perfecta para lo que tenía en mente.
—¿Vamos a nadar?
—Claro —musitó él—.Todo lo que quieras.
Ella sonrió.
—Está caliente, ¿verdad?
Joe bajó dos escalones y bajó el trasero de ella justo debajo de la superficie del agua.
—Como un baño.
Ella dio un respingo y se arqueó hacia arriba.
—Ya lo veo.
—Pero tú no vas a entrar en el agua.
—¿No?
Él negó con la cabeza y la llevó al lado de la piscina adyacente con el jacuzzi. La bajó con cuidado, de modo que sus piernas entraran en el agua, que la lamía con gentileza, acariciando el montículo suave entre sus piernas.
Joe se puso cómodo y se acuclilló hasta poder besar el interior de la rodilla de ella. La cuestión ahora era si entretenerse, ir despacio, enloquecerla de lujuria, o prevenir un infarto inminente y limitarse a comérsela como un melocotón maduro.
Cuando ella abrió las rodillas y se echó hacia adelante, él decidió partir la diferencia. Cerró los ojos y lamió la piel suave de la parte interna del muslo de ella.
Pensó, no por primera vez que la vida era muy, muy amable con él.

_____ se agarró al borde de la piscina porque no quería caer hacia atrás, darse un golpe en la cabeza y ahogarse. Sería un modo muy embarazoso de morir. Pero si él seguía mordisqueándole la parte interna del muslo, estaba segura de que acabaría desmayándose de puro gusto.
El agua la tocaba justo donde debía. Era como una lengua muy grande, una lengua compañera de la boca talentuda de Joe.
Había tomado la decisión correcta; posiblemente la mejor que había tomado nunca. Era una fantasía hecha realidad.
Joe besó el pliegue donde el muslo se unía al torso. Nadie la había besado allí. Apenas si lo consideraba una parte de su cuerpo. Hasta ese momento. Hasta que él lamió a lo largo del pliegue, tocando casi sus labios pero no del todo. Era un loco, un villano, y ella quería que aquello durara siempre.
Él soltó una risita.
—¿«Qué», preguntó ella?
—Tú —musitó él, abanicando la humedad de ella con su aliento caliente.
—¿Yo?
—Tu modo de gemir. Me vuelve loco.
—¿Yo gimo?
Joe soltó una carcajada.
—Ah, sí.
—Debe de ser que me lo estoy pasando bien.
—Debe de ser —la besó y se movió sólo un poco a la derecha—. Me alegro de no ser el único.
—¡Oh, Dios! —exclamó ella, al sentir los labios de él en el borde de su sexo.
—¿Te ocurre algo?
—No.
Joe volvió a besarla, esa vez un milímetro más cerca del clítoris.
—¡Oh,Dios!
Se apartó de nuevo.
—¿Sigues bien?
—Sí —contestó ella, frustrada.
—Está bien. Si quieres decirme algo, estoy aquí.
—Gracias. ¿No estabas haciendo algo?
—¿Mmmm? Ah, sí —la tocó con la punta de la lengua hasta llegar al botón hinchado de ella.
_____ dio un respingo, gimió y se agarró con todas sus fuerzas al borde de la piscina. La lengua de él la rozó una vez, dos... ¡Estaba tan cerca! Y de pronto... él se apartó.
_____ levantó la cabeza y abrió los ojos ultrajada.
—¿Qué?
Joe la miró con una sonrisa.
—¿Sí?
—¿Qué te crees que estás haciendo?
—No te comprendo.
—¿Estás loco o sólo eres un sádico?
Le lanzó una mirada inocente, como si hubiera perdido el juicio. Sonrió.
—Decididamente, estoy loco y soy un sádico. Pero el sadismo no me dura mucho.
—Te estás burlando de mí.
Él asintió con la cabeza.
—¿Recuerdas lo que te dije hace un rato? —preguntó ella—. ¿Lo de que podías hacer lo que quisieras conmigo?
Él volvió a asentir.
—Era mentira.
—Oh, no, no lo era.
_____ se apartó lo suficiente para cerrar las rodillas con fuerza.
—¿Ah, no?
Joe se sentó en el borde de la piscina, a su lado. La miró como un cachorro herido.
—Por favor, déjame hacer lo que quiera contigo.
—No. La oportunidad ha pasado ya.
—¿No podemos intentarlo de nuevo?
_____ se cruzó de brazos y le dio la espalda.
—Lo siento. La oferta ha caducado hace dos minutos.
—¿Estás segura?
Ella sintió sus manos en los hombros y los labios en la parte de atrás del cuello. Intentó no estremecerse.
—Completamente segura. Y no creas que me puedes hacer cambiar de idea sólo con...
—¿Sólo con qué?
La lengua de él le lamió la oreja hasta ponerle carne de gallina en los brazos..
—Haciendo eso.
—¿Esto? —susurró él—. Esto no es nada. No quiero ofender a tu oreja, pero no hay mucho con lo que trabajar.
—Pues no lo haces tan mal.
—En cambio hay otro lugar, y sí, está en tu cuerpo, donde podría brillar en todo mi talento.
_____ giró con brusquedad y lo miró a los ojos.
—¿Mis pies?
Joe negó con la cabeza.
—¿Mi codo?
Él frunció el ceño.
—Frío, frío.
—¿Aquí? —preguntó ella, llevándose un dedo a los labios.
—Mucho más caliente —la besó justo donde ella había señalado. Primero con gentileza, luego deslizó la lengua en su interior y barrió su paladar con ella. La besó y la besó y le hizo cosas que no le habían hecho nunca, y ella no podría haber explicado qué cosas eran, pero no quería que parara nunca; bueno, hasta que tuviera que respirar o morir. Dio un respingo, abrió los ojos y vio que a él tampoco lo había dejado indiferente lo que había hecho.
—¡Guau! —exclamó él.
—Sí.
—Y ésa no era tampoco la parte del cuerpo que yo decía.
—¿Joe?
—¿Sí?
—Voy a contar hasta cinco.
Él inclinó la cabeza a un lado.
—¿Y?
—Y cuando termine, se habrá terminado la segunda oportunidad.
—Oh, oh.
Ella sonrió.
—Uno...
Joe se lanzó al agua de golpe, le tomó las rodillas y las separó con fuerza. Entonces encontró la parte del cuerpo ideal para sus propósitos y ella no sólo olvidó contar sino también lo que eran los números.
Joe tenía que sujetarla con fuerza. Sus movimientos, aunque indicaban que hacía un buen trabajo, lo asustaban un poco. Lo último que quería era que se cayera y se hiciera daño. Aunque lo bueno era que ella estaba tan centrada en su cuerpo que se había abandonado por completo. Sus gemidos rebotaban en las paredes y se abrían paso hasta el cerebro de él. Le costaba mucho trabajo seguir prestando atención a su clítoris y no tomarla en sus brazos para hacerle el amor hasta que se ahogaran los dos.
Quería que explotara, quería saborearla cuando llegara al climax, oír sus gritos, quería ver aquel adorable rubor rosa de sus pechos y asegurarse de que nunca, nunca olvidaba aquella noche. Porque él no podría.
Dejó de hacer círculos lentos con la lengua, atrapó el pequeño botón con gentileza entre los dientes y chupó. Sus manos sujetaban la cabeza de ella, que empezó a gritar con más fuerza a medida que todo su cuerpo empezaba a vibrar. Notó que se tensaban sus músculos y supo que estaba en la recta final.
Se concentró. En el mundo no existía nada que no fueran sus dos cuerpos. Su sabor lo excitaba tanto como sus gritos. Ella juntó las piernas, lo atrapó en aquel triángulo íntimo y un momento después captó sus espasmos.
Siguió lamiendo y chupando mientras ella se estremecía contra él. Podía asfixiarse, pero le parecía un precio pequeño. El único problema era que no podía verle la cara.
En lugar de los movimientos rápidos que había usado para llevarla allí, cambió a caricias largas y tranquilizadoras con la lengua. Dio resultado. Ella le soltó la cabeza y él pudo respirar a gusto. Los gritos de _____ se convirtieron en gemidos; tiró de su pelo, indicándole que parara.
Él así lo hizo, pero tiró de ella hacia el agua. La joven aterrizó en el suelo y se abrazó a su cuello.
—¡Oh, Dios mío! —exclamó.
—Sí, desde luego —sonrió él. La besó y cuando sintió la lengua de ella entre los dientes estuvo a punto de estallar allí mismo.
Bajó la mano para tocarla y recordó que el condón estaba en el bolsillo del pantalón. Cortó el beso.
—Espera aquí. No te muevas.
_____ asintió, respirando todavía con fuerza.
Joe salió de la piscina en dos movimientos, muy consciente de su pene erecto. Encontró la cartera, sacó dos paquetes y volvió al agua para nadar hasta ella. Se tomó un momento para besarle el pecho y se incorporó a pocos centímetros del objeto de su deseo.
Abrió uno de los paquetes y se puso el condón. Besó de nuevo a _____ y deslizó una mano entre sus piernas. La acarició un momento, lo cual tuvo el efecto deseado de hacer que abriera las piernas. Comprobó que estaba bien apoyada en el lateral de la piscina y buscó su sexo.
El primer segundo de penetración lo hizo gemir de placer. El siguiente fue aún mejor.
—¡ Oh, Dios mío!—susurró.
_____ cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás. El calor, el agua, la sensación del cuerpo de él contra el suyo y, sobre todo, los pequeños temblores de su orgasmo, se combinaban para formar un cóctel de puro placer.
Empujó hacia abajo porque quería que la llenara por completo.
—_____. Oh, maldita sea. Estás...
—Lo sé —buscó sus labios y se besaron mientras él entraba y salía despacio de ella, prendiendo distintos fuegos en su cuerpo. Sus manos le acariciaban la piel y su pene duro la llevaba al borde de la locura.
Aumentó el ritmo y ella gimió en su boca y lo aferró con fuerza. Al fin, como así no podía acercarse todo lo que quería, le abrazó la cintura con las piernas y se vio recompensada al instante con un movimiento que le arrancó un grito.
Él se echó a reír, pero el sonido no tardó en convertirse en un gemido. Unos segundos más y echó la cabeza hacia atrás con una mueca de placer tan agudo que casi parecía dolor.
_____ temblaba por efecto de su propio orgasmo; se aferraba a él con fuerza. Joe se movió varias veces más en su interior y luego su cuerpo entero se relajó. Ella le soltó las piernas, pero tardó un segundo en recuperar el equilibrio. Cuando lo hizo, vio que la miraba con expresión confusa.
—¿Qué?
Él movió la cabeza despacio.
—¡Santo Cielo!
_____ soltó una carcajada.
—¿Te he dicho ya lo bien que me lo estoy pasando?
—Sí.
—Pues te lo digo otra vez.
—Eres más que bienvenida.
—¿Crees que alguien se preguntará dónde nos hemos metido?
—No lo sé ni me importa.
—Normalmente a mí tampoco me importaría, pero con Lacey suelta por ahí, nada está seguro.
La expresión de él cambio con tal rapidez que ella tuvo que agarrarse a su brazo para no hundirse.
—¿Qué pasa? Lacey ha hecho algo, ¿verdad?
—No te preocupes.
—¿Por qué? ¿Qué ha pasado?
—No es nada serio. Cullen no se deja influir por la opinión de nadie —la miró a los ojos—. No podrá sabotear tu negocio, te lo prometo. No si de mí depende.
_____ lo soltó y retrocedió; sentía un frío repentino a pesar del calor del agua.
—Tengo que volver, Joe.
—_____, no...
Ella levantó una mano.
—Te agradezco que intentes protegerme. De verdad. Sé que lo has hecho por ser amable, pero antes no me lo has contado todo. No conocía bien mis opciones.
—Perdona —musitó él.
Ella se cubrió el pecho con las manos.
—¿Sabes dónde guardan las toallas?

Julieta♥
Julieta♥


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♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe &  Tu) - Página 4 Empty Re: ♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe & Tu)

Mensaje por Julieta♥ Lun 07 Ene 2013, 5:12 pm

9


Joe fue a buscar toallas al vestuario. Cuando volvió, _____ había salido ya de la piscina. Estaba mojada, resplandeciente, hermosa, y al verla temblar se sintió muy estúpido.
No era propio de él. Una cosa que sabía hacer bien era conversar, engrasar el engranaje. Casi nunca guiaba a un amigo en al dirección equivocada y, desde luego, nunca apoyaba algo en lo que no creyera inequívocamente. Todavía lo preocupaba que Cullen hubiera escuchado las tonterías de Lacey; esa mujer era una intrigante y _____ tenía razón en preocuparse. Había sido una tontería no advertirle; no porque él no creyera que no podía arreglar las cosas, sino porque ella tenía derecho a saberlo.
Lo preocupaba también haber añadido leña al fuego al llevarla allí. Sólo había pensado en su propio placer y en hacérselo pasar bien. Y como siempre en los últimos diez o doce años, hacer que una mujer lo pasara bien implicaba hacer el amor.
Había sido un tonto al no tener en cuenta lo que podría pensar Cullen de una desaparición prolongada.
Envolvió a _____ con la tolla y la atrajo hacia sí, frotándole la espalda para secarla y reconfortarla al mismo tiempo. Sentía cierta tensión entre ellos y le dolía después del encuentro perfecto que habían tenido. Se encargaría de que Cullen supiera la verdad sobre ella aunque fuera lo último que hiciera.
—Creo que debemos vestirnos —dijo ella.
Joe asintió y fue a buscar la ropa de ella. _____ la tomó sin mirarla y se metió el vestido por la cabeza. Se volvió de espaldas para ponerse las bragas.
Él terminó de secarse y se puso el esmoquin. Le parecía raro volver a vestirse así; habría estado mucho más cómodo con su albornoz azul y llevando a _____ a su cama.
No deberían haber hecho aquello. Había sido un tonto egoísta que no merecía a alguien como _____. Si Cullen se echaba atrás, le financiaría la tienda personalmente.
—¿Mi bolso?
La ayudó a buscar el pequeño bolso, que apareció en la barra de cerca de la fuente. Ella sacó un espejo pequeño y pintalabios y se arregló, aunque, en opinión de él, no tenía que hacer nada para estar perfecta.
Le parecía un cruce entre Angelina Jolie y Gina Davis. Su aspecto no tenía nada de corriente; Poseía ángulos fuertes, labios gruesos y húmedos, ojos enormes. Jamás la confundirían con otra persona y, una vez que se la veía, era imposible olvidarla.
Quería volver a besarla. Quería quitarle el vestido y volver a empezar. Pero la vida estaba llena de decepciones y sobreviviría. Al menos la había probado y eso ya era algo;
—Vamos —dijo—.Busquemos a Cullen. Nos aseguraremos de que todo va bien.
_____ sonrió, aunque la sonrisa no llegó a sus ojos.
—Vale, creo que necesito algo más potente que el champán.
Joe le pasó un brazo por los hombros y la miró a los ojos.
—Ha sido extraordinario —dijo—. En el verdadero sentido de la palabra. Eres muy hermosa y me resulta difícil creer que tengo la suerte de estar aquí contigo.
_____ apartó la vista.
—Oh, por favor.
Joe le levantó la barbilla.
—Hablo en serio. Me gustaría...
—¿Qué?
—Me gustaría poder continuar con esto.
La joven dejó de sonreír en el acto.
—Lo digo en serio —insistió él—. Si las cosas fueran diferentes...
—No importa. Yo no esperaba nada, de verdad. Sé que jamás podrías estar con alguien como yo.
—Eh, espera un momento.
_____ movió la cabeza.
—Ya sabes a lo que me refiero. No soy de tu mundo y no hay nada más que decir. Esta noche ha sido como un cuento de hadas —se acercó y le .dio un beso suave en los labios—. Gracias.
—No me las des hasta que cierres el trato con Cullen.
—No, te las daré ahora. Pase lo que pase con Cullen, tú has estado genial. Muy por encima de lo que se te podía pedir.
—¿Entonces no lamentas nada?
Ella abrió mucho los ojos.
—¿El qué? ¿Una velada maravillosa? ¿Un momento dulce y maravilloso con la sirena? Claro que no. No lo lamento.
_____ volvió a besarlo con lentitud. Le gustaba mucho y quería recordar su sabor, su aroma y su sonrisa. El modo en que echaba atrás la cabeza cuando llegaba al orgasmo... el modo en que cerraba los muslos cuando se tensaban sus músculos.
Pero si no paraba en ese mismo momento, luego no podría hacerlo.
—Si no volvemos, nos van a salir a buscar.
—Estoy lista.
—Sí. Lista para lo que sea. Tu bolso, señorita Norton. Cullen comerá de tu mano.

Cullen comía de la mano de una persona, sí, pero no era _____. Lacey le daba un canapé mientras soltaba una risita nasal que ponía los pelos de punta a _____. Brad, sentado cerca, miraba el trasero de una mujer morena como se fuera un Monet y él un estudiante de arte.
_____ no frenó en ningún momento. Fue directa hasta la barra, donde, por suerte, sólo había dos personas delante de ella. Miró a Joe.
—Voy a pedir un vodka solo. ¿Qué quieres tú?
Él hizo una mueca.
—¿Estás segura?
—¡Oh.sí!
—Entonces yo tomaré otro. No puedo consentir que vayas sola al lugar feliz.
_____ sonrió.
—Oh, creo que el lugar feliz está bastante lleno. Mira a Cullen, por ejemplo. Es todo lo feliz que puede ser un hombre sin un mando a distancia en la mano.
Joe soltó una carcajada.
—Admito que lo parece; pero antes o después se pondrá sobrio.
—No esta noche.
—No. Ese barco ha zarpado ya —Joe le tocó la cintura con los dedos cuando se acercaban a la barra.
_____ notó un impulso eléctrico desde la cintura hasta los dedos de los pies. Necesitaba una copa. Normalmente era un peso ligero y raramente terminaba una cerveza, pero esa noche podía beber su peso en vodka.
Demasiados impulsos sensoriales; ése era el problema. Estar con Joe en el sentido bíblico bastaba para hacerle decir tonterías, pero si añadía a eso la magnánima y encantadora Lacey, un toque de Brad y lo removía hasta alcanzar todo su futuro, era un milagro que no se hubiera desmayado aún.
—¿_____? ¿Seguro que quieres vodka solo?
—Uno doble.
Joe enarcó las cejas.
—Eh, no voy a conducir. Además, no quiero emborracharme, sólo calmarme un poco.
Un vodka doble te calmará, sí. Después del champán y lo demás...
_____ levantó una mano para hacerle callar.
—Agradezco tu interés, pero estoy bien, de verdad. Si tuviera un antidepresivo, lo tomaría, pero como no tengo, voy a optar por el vodka.
—De acuerdo —él miró al atractivo camarero que luchaba por ocultar su evidente atracción, no por ella, sino por Joe. Sólo le faltaba babear—. Dos dobles de su mejor vodka.
—Sí, señor Jonas.
Joe le pasó un brazo por los hombros y _____ se permitió el pequeño lujo de apoyarse en él.
—Aquí tienen.
_____ tomó su copa y chocó el vaso con el de él.
—Salud.
—Salud.
Bebieron y ella se atragantó y tosió unos minutos. Cuando dejó de toser, se sintió mucho mejor.
—¿Y ahora qué? —preguntó Joe, apartándola de la barra.
—Mmmm. Normalmente en este tipo de fiestas me gusta empezar una conga.
——Puede ser interesante.
—O siempre están las películas. Puede jugar todo el mundo. Aunque nos llevaría toda la noche escribir quinientos títulos de películas.
Joe movió la cabeza.
—No; aquí hay muchos que no saben perder. Cuando no ganan, cierran el banco y arruinan a países pequeños.
—Entonces nada de jugar.
—¿Bailamos?
—Todavía no; aún estoy absorbiendo el alcohol.
—¿Nos sentamos en un rincón a mirar a la gente?
—Sólo si podemos criticarlos con mala leche.
—Muy bien —miró a su derecha—.Tú quédate aquí donde pueda encontrarte. Voy a buscar la mesa perfecta para criticar.
—Excelente.
Joe le besó la punta de la nariz y se puso en pie. La había dejado cerca de una de las mesas de postres, lo cual era muy considerado por su parte. _____ tomó un plato, de porcelana china por supuesto, y miró los alimentos que tenía delante. Chocolate de todos los modos imaginables, con fresas e incluso en mousse. Imposible resistirse.
Cuando se servía, notó que Joe se colocaba detrás de ella. Volvió a tocarla, sólo que esa vez sus dedos le parecieron bruscos. Se volvió y estuvo a punto de soltar el plato. No era Joe.
—Hola, muñeca.
—Brad. ¿Qué haces tú sin correa? —cuando lo tenía así de cerca, podía oler su colonia de Hugo Boss, una de las cosas que le habían gustado de él.
—Te sientes amargada, ¿eh?
—De amargada nada, soy ingeniosa —retrocedió para mirarlo a más distancia. La atracción seguía allí, al menos a un nivel físico. Era guapo, una especie de cruce entre Matt Damon y Rive Phoenix. Su pelo, cuidadosamente revuelto, era perfecto. El esmoquin también. Estaba segura de que podría tener cualquier mujer que quisiera. Y probablemente lo hacía.
—Como quieras —dijo él—. Baila conmigo.
—No quiero.
Brad le puso una mano en la cintura y tiró de ella.
—Sólo esta vez.
—No.
—Fuiste tú la que dijo que podíamos ser amigos.
—Mentí,
—_____, muñeca —le quitó el plato y lo dejó en la mesa—.Tienes que bailar conmigo.
—¿Por qué tengo que hacer eso?
Él se inclinó más hacia ella; en su aliento había más whisky que oxígeno.
—Porque necesitas que Lacey te dé un respiro.
_____ se puso tensa e intentó soltarse.
—Déjame, Brad. No quiero hacerlo.
—Yo puedo ayudarte. Conozco a Cullen mejor que Lacey.
—No necesito tu ayuda.
—Sí la necesitas. Y lo único que tienes que hacer es ser amable.
—¿Ser amable? ¿Y eso qué significa? ¿Dormir contigo?
—No tengo ningún interés en dormir.
—Brad, basta ya. Vamos.
Él soltó una risita y entrecerró los ojos de un modo desagradable.
—Eres tú la que quiere la floristería.
—No si el precio es estar contigo.
Brad acercó los labios a su oreja.
—Tú querías jugar en la liga de los grandes, querida. No es la primera vez que nos acostamos y si quieres luchar, mejor para mí.
—Y si ella no quiere, yo sí.
_____ se volvió y vio a Joe de pie detrás de Brad con aire de ir a golpearlo en cualquier momento. Aquello la enojó aún más. ¿Qué les pasaba a los hombres?
—No pasa nada, Joe. Brad ya se iba.
—En eso tienes razón.
Brad la soltó y levantó ambas manos en un gesto conciliador.
—Eh, atrás, amigo. No sabía que había algo entre vosotros.
—Si hay o no algo carece de importancia —lo informó Joe—. Ella ha dicho que no.
Brad se pasó una mano por el pelo y sonrió traviesamente.
—Ella ha dicho «no» otras veces en las que quería decir «sí».
El rostro de Joe enrojeció aún más.
—Ahora quiere decir «no».
_____ sintió que perdía los estribos.
—Estoy aquí y puedo hablar por mí misma. Y no me gustan nada estas tonterías —acercó la cara a Brad—. Crece de una vez, ya no eres un niño —se volvió a Joe—. Sé que tienes buenas intenciones, pero no necesito que acudas en mi rescate; puedo cuidarme sola. Después de esta noche no estarás cerca para hacerte el héroe.
Retrocedió, respiró hondo y soltó el aire.
—Si me disculpáis, tengo que ir al baño —echó atrás la cabeza y se alejó con lo que esperaba fuera un aire de dignidad.
La orquesta tocaba algo triste que le resultaba familiar y el valor la abandonaba a medida que andaba. La proposición de Brad seguía resonando en sus oídos. Después de todo, acababa de hacer el amor con Joe cuando éste le había hecho un gran favor. ¿Y no era eso lo que había sugerido Brad?
Entró en el cuarto de baño y se tapó el rostro con las manos. ¿Cómo podía ser tan lista para el trabajo y tan tonta en lo relativo a los hombres? ¿Qué necesitaba para espabilar?
Por lo menos no tenía que preocuparse de volver a ver a Joe. Y no se iba a morir por tener una aventura de una noche. Pero se juró que no volvería a colocarse en aquella posición. Recordó un episodio de Seinfield en el que George decidía que la única esperanza que le quedaba era idear el mejor plan de ataque y luego hacer lo contrario. Si le atraía una mujer, pasaría. Si no, iría a por ella. Si su corazón decía «no», su boca diría «sí».
_____ pensó que aquélla iba a ser su nueva filosofía en la vida. En lo relativo a los hombres, la última persona de la que podía fiarse era ella misma. Si se sentía atraída por un hombre, saldría corriendo.
Y cuando tuviera dudas sobre aquel plan, se acordaría de Brad. De lo halagada que se había sentido cuando flirteó con ella en la gala para recaudar fondos para víctimas del SIDA, en cómo le había gustado que la invitara a salir, en lo atónita que se quedó cuando descubrió que era uno de los hombres más ricos de Nueva York y el palo que se llevó cuando se dio cuenta de que sólo había salido con ella porque estaba aburrido.
Vale. No volvería a confiar en su instinto nunca más.
Una vez arreglado eso, terminó sus asuntos, se pasó una mano por el pelo y salió para afrontar la vida en otros términos.
Pero su resolución vacilaba a medida que se acercaba a Joe y veía el grupo de mujeres hermosas que lo rodeaban. Era demasiado guapo. Y ahora sabía además cómo estaba sin el esmoquin. El recuerdo de eso la hizo agarrarse a la silla más cercana.
Había hecho el amor con Joe Jonas y podría recordarlo siempre que quisiera. En la piscina con la sirena en mitad de la noche, con la orquesta tocando en la casa principal y sin que nadie se hubiera dado cuenta.ç
A la porra. Si había sido un error, no importaba; eso no rebajaba la experiencia. Era algo de una vez en la vida y podía soportarlo.
Avanzó hacia él, más tranquila, aunque su corazón latía con más fuerza. Cuando él la vio, le sonrió de tal modo que la dejó sin aliento. Se excusó y las mujeres se apartaron para abrirle paso.
Y él se acercó, la tomó por la cintura y le dio un beso tan dulce y concienzudo que ella supo, sin la menor sombra de duda, que estaba perdida.

Julieta♥
Julieta♥


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♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe &  Tu) - Página 4 Empty Re: ♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe & Tu)

Mensaje por Julieta♥ Lun 07 Ene 2013, 5:13 pm

10


Joe la sujetó con más fuerza de la necesaria. La besó como si fuera su último beso. Y probablemente lo era. La noche había empezado como una diversión y se había convertido en algo que no comprendía y con lo que no se sentía cómodo. En especial con el deseo de protegerla que sentía.
Interrumpió el beso de mala gana y la miró a los ojos.
—Baila conmigo —susurró—. Un último baile antes de irnos a casa.
Ella asintió, se dejó llevar a la pista y apoyó la cabeza en su hombro. Se movían despacio, oscilando juntos, con él acariciando su espalda desnuda. La oyó suspirar y se permitió relajarse un tanto.
Por supuesto, ella tenía razón. Era fuerte y autosuficiente y él apenas la conocía, así que ¿por qué deseaba tanto ayudarla?
Entender su reacción hacia Brad no era difícil. _____ estaba muy bien sin aquel bastardo. Brad pertenecía al grupo de ricos que pensaban que el dinero lo puede comprar todo, en especial a las mujeres. Joe sabía de dos asuntos turbios que habían terminado en abortos y pagos bajo mano. Ambas chicas, las dos de apenas dieciocho años, eran empleadas que trabajaban en el negocio de la familia de Brad.Y las dos se habían marchado bruscamente de la ciudad.
Por otra parte, Brad no era malo en todo. Su familia había hecho fortuna en telecomunicaciones y él tenía mucho talento para reestructurar fusiones. Trabajaba mucho y tenía fama de esforzarse por salvar empleos. Joe lo había conocido en una de las galas de Noir, donde el otro donó una suma importante de modo anónimo.
Lacey también tenía sus cosas buenas. Podía ser generosa y dedicaba mucha energía a la escena artística de Nueva York. El problema de los dos era su egoísmo.
Joe tenía que admitir que él padecía la misma enfermedad. Cuando te lo dan todo, es fácil pensar que te lo mereces todo.
_____ le sonrió y pensó una vez más que aquella mujer le gustaba mucho; además lo había afectado hasta el punto de desear tocar para ella.
Y aquélla era una parte de sí mismo que nunca quería compartir con nadie. Su música, casi siempre clásica y tocada al piano, era la parte más íntima de su vida.
Había estudiado desde los nueve años y compuesto su primera obra a los dieciocho, una mala imitación de un preludio de Bach, pero que sirvió para iniciarlo en la composición.
A medida que pasaban los años y perdía cada vez más intimidad, seguía conservando la música.Su padre y Patrick sabían que tocaba, pero no lo entendían. Joe no quería que lo hicieran. Aquello era sólo suyo.
En todos aquellos años lo habían oído dos mujeres, y ninguna de las veces había sido planeado.
Sandy, una chica hermosa e inteligente a la que había dejado durmiendo en su cama, lo sorprendió una noche a las tres de la mañana, se quedó escuchando en la puerta y aplaudió cuando terminó. Le pidió que siguiera tocando, pero él volvió con ella a la cama.
Con Julia había sido mejor. Lo había descubierto, al igual que Sandy, cuando él creía que dormía. Pero cuando asomó la cabeza, entendió que no quería que lo molestaran y se marchó. Nunca le hizo preguntas y él pensó por un tiempo que podían tener un futuro juntos, pero al final sus vidas no se adaptaron una a la otra. Entre que ella rodaba películas por todo el globo y el trabajo de él para Noir, casi nunca acababan en la misma ciudad y mucho menos en la misma cama. Pero era su amigo y había estado apoyándola cuando su fracaso con Benjamín.
Y ahora llegaba _____, que no era famosa y no tenía exigencias públicas que cumplir. La hermosa _____, que tanto deseaba ser fuerte y hacer las cosas a su modo.
Tal vez por eso lo atraía tanto. Le gustaba su espíritu, su abandono. Pero también respetaba el hecho de que tenía objetivos concretos y el valor de ir tras ellos.
Por otra parte, tal vez lo que pasaba era que lo enloquecían sus labios.
La idea le hizo levantarle la cabeza para besarla. Cerró los ojos y sus pies se pararon, pero su cuerpo siguió oscilando. El aroma de ella, mezclado ahora con un rastro de cloro, resultaba excitante. Seguramente no podría volver a acercarse a una piscina sin pensar en ella.
—Es tarde —dijo—.Y aquí hay mucha gente.
_____ se ruborizó.
—Joe...
—No sugiero que volvamos a la piscina. Pero quizá deberíamos pensar en marcharnos.
—Buena idea —asintió ella.
—A menos que quieras quedarte aquí. Hay casitas de invitados y seguro que no habría problema.
—No, pero gracias. Es más de medianoche y aunque el carruaje no se ha convertido en calabaza, estoy perdiendo por momentos mi polvo mágico.
Joe retrocedió un paso.
—¿Necesitas hacer algo antes de subir al coche?
—Sólo una cosa. Hablar con Cullen.
—De acuerdo.
—Sola.
Joe la miró.
—Por supuesto. Lamento haberme entrometido antes. No he estado muy acertado.
—Te agradezco todo lo que has hecho, Joe. Pero se trata de mi futuro y quiero que sea cosa mía.
—Me parece bien. Voy a avisar al coche; tú haz lo que tengas que hacer.
La besó en la punta de la nariz, le guiñó un ojo y se alejó en dirección a la puerta.
Dentro de unas horas la dejaría en su casa. Ella volvería a ser la chica de las plantas y él el chico de Noír. Era una lástima que no pudieran mezclarse ambas cosas.
Salió al vestíbulo y vio con desmayo la cola que había para los mozos. Lo molestó aún más el grupo de jovencitas que avanzaba hacia él, todas sonrientes y con narices uniformes y perfectas. Si se daba prisa, podía salir por la puerta antes de que lo alcanzaran, pero entonces _____ no sabría dónde alcanzarlo. No, se quedaría, se mostraría encantador, coquetearía un poco, reiría sus gracias. Después de todo, ése era su trabajo.

_____ no tenía muy claro lo que le había dicho a Cullen. Por lo menos estaba solo cuando lo encontró y él se estrechó la mano con cierta tensión. La miró largo raro y cuando ella le dijo que esperaba que volvieran a hablar pronto, él asintió con la cabeza e incluso sonrió un poco.
No sabía por qué Lacey se la tenía jurada. _____ no le había hecho nada. Por otra parte, había habido tensión entre ellas desde el primer encuentro.
Brad la había llevado a la inauguración de una exposición en una galería de arte. Era su segunda cita y allí le presentó a Lacey, que patrocinaba al artista, y Lacey tomó a Brad de la mano y lo llevó hasta una escultura. Él volvió a buscar a _____ y ésta notó que Lacey parecía molesta. _____ no le dio más importancia, pero siempre que se habían visto desde entonces había habido fricciones.
Se abrió paso entre la multitud, ansiosa por reunirse con Joe. Lo encontró de pie en una cola del vestíbulo, rodeado, por supuesto, de chicas guapas. Se detuvo a observarlos.
Él actuaba sin ningún esfuerzo. Aunque ella no, oía lo que decían, lo veía desviar la atención de una mujer a otra, sin ignorar a ninguna. Sonreía, imitaba los gestos de ellas y las mujeres se mostraban encantadas.
¿Era algo natural o fruto de años de entrenamiento? Seguramente una combinación de ambas cosas. Y seguramente también, él no podía evitar mostrarse encantador, porque en él era como respirar.
Lo que significaba que su noche espectacular no lo era tanto como ella habría deseado. Para él era una mujer más de las que pasaban por su órbita. Y si la hacía sentirse especial era porque lo llevaba dentro, era un don en él, y un don muy bueno para alguien en su posición.
No era de extrañar que las mujeres más fabulosas del mundo quisieran dejarse acompañar por él. ¿Y quién no? El milagro era que ella, _____, hubiera tenido también aquel privilegio.
Todas las mujeres que escuchaban en ese momento las palabras de Joe habrían dado mucho por estar esa noche en su lugar.
En conjunto, tenía la impresión de que recordaría aquella noche como algo extraordinario. Había sido princesa por un día y no tenía derecho a pedir más. Avanzó hacia él y soltó una risita al entrar en el círculo de mujeres que lo rodeaban. Joe la miró al instante y su sonrisa la calentó de la cabeza a los pies. Era la muestra perfecta de lo que había estado pensando. Aquel hombre era el carisma personificado.
—Iba a ir a buscarte —dijo; le tomó la mano y tiró de ella hacia sí—. Pero habría perdido mi puesto en la cola.
—Mmmm —ella se apoyó un poco en su hombro—. Nunca lo había pensado, ¿pero quiénes son los VIPs cuando todo el mundo es VIP?
—Creo que van primero por orden de poder y segundo por dinero —miró a una pelirroja que había a su derecha—. ¿Qué dices tú,Toni? Tú has estado en esto desde que naciste.
—Depende —repuso la chica—. Esta fiesta es bastante igualitaria; hay algunas personas que sobresalen del resto, pero no muchas.
—¿Quiénes? —preguntó _____.
—Los Spielberg —Toni levantó los ojos al cielo—. Hollywood todavía cuenta, incluso aquí. Luego, está Eleanor Pratchett, que consigue todo lo que quiere por la sencilla razón de que es la cuarta mujer más rica del mundo.
—Una buena razón —musitó _____.
Toni le sonrió con malicia.
—Joe también está en la cima.
El aludido levantó una mano.
—Yo no me acerco ni con mucho a la cima de la pirámide.
—Sí te acercas —Toni miró a la mujer que había a su lado, una rubia alta con un vestido deslumbrante—.Tú sabes lo que quiero decir, ¿verdad, Kate?
—Por supuesto. Joe tiene la clase de magia que no se puede comprar. Es un chico de oro y lo será toda su vida.
—Explícame eso —dijo _____, preguntándose por qué no había podido conocer ella a esas chicas en lugar de a Lacey.
—Es guapísimo —contestó Toni—, pero eso no basta.
—Eh, un momento —Joe frunció el ceño—. No podéis hablar de mí como si fuera un caballo de raza. Estoy aquí.
Kate movió una mano en el aire para rechazar su argumento.
—Esto es una investigación sociológica importante. Guarda silencio en nombre de la ciencia.
—¿Ciencia?
—Y tiene detrás todo el atractivo del imperio Noir —siguió _____—.Ahí hay poder y dinero, aunque nada comparado con la mitad de esta gente, así que eso es una pieza más del puzzle, no la solución.
—Es su TV.
—¿Qué es eso?
—Una encuesta que ha hecho una empresa sobre personas conocidas. Suele ser sobre estrellas de cine, pero incluye a todos los que conoce el público y creo que el número de Joe está cerca de la cima. Todo el mundo sabe quién eres —sonrió Kate—. No se me ocurre ni un sólo lugar en el mundo donde no te reconocieran.
—¿En esta cola? —dijo Joe.
Todas se echaron a reír y _____ le apretó la mano. Era el modo perfecto de terminar la velada. Creía que la iban a ignorar al acercarse al grupo y se había equivocado. Kate y Toni eran amables y sinceras. Si se hubiera movido en su círculo no le hubiera importado ser amiga de ellas.
Pero no era así. Ella era lo contrario de Joe. No era conocida y seguiría sin serio. Y tenía mucha suerte de que él le dejara regarle las plantas.
—¿Podemos hablar de otra cosa, por favor? — preguntó él.
—Claro —dijo Kate—, ¿Por qué no nos presentas a tu amiga?
Joe lanzó un gemido.
—Perdonadme, por favor. Esta criatura exquisita es_____ Norton.
Después de las presentaciones, la atrajo hacia sí y le pasó un brazo por los hombros.
—¿Cómo os conocisteis, _____? —preguntó Toni.
La interpelada se puso tensa y notó que se ruborizaba, cosa que la molestó porque ella no se avergonzaba de quién era.
—_____ es una maga con plantas y jardines. Todo lo que tenga que ver con hacer crecer cosas.
—¿En serio? —Kate enarcó las cejas—.Yo cultivo orquídeas.
—Yo sé algunas cosas sobre orquídeas —musitó _____—. Que se necesita mucha paciencia para cultivarlas, por ejemplo.
—Cuando digo que cultivo me refiero a mi jardinero. Yo no sabría por dónde empezar.
—Para eso tenemos jardineros —añadió Toni—. Ellos hacen el trabajo duro y nosotras nos llevamos el mérito.
_____ dejó de sonreír. Eso era lo que hacía ella: el trabajo duro. Cavar con las manos y las uñas. Y vivía en un apartamento que costaba menos que el presupuesto mensual de flores de Joe Jonas.
—¿Ésa es la puerta? —Joe tiró de ella hacia adelante—. No puedo creer que hayamos llegado al principio de la cola —saludó a sus amigas con la cabeza—. Buenas noches a todas; procurad no romper muchos corazones.
Salieron y la limusina de Joe los esperaba fuera. _____ se sintió muy aliviada cuando se acomodó en ella. Era muy duro ser princesa, aunque fuera por una noche. Había que lidiar con el príncipe y con los miembros de la corte, juglares y bufones incluidos. Sería un placer volver a su apartamento y lo único que echaría de menos de aquella experiencia sería a Joe.
Lo vería, por supuesto, pero ya no de aquel modo. Ella sería la mujer de las plantas y pronto él habría olvidado que la había llevado a la fiestas. Para él era sólo una obligación social más. Y ella una mujer más a la que seducir.
—¿Qué te ocurre?
_____ se dio cuenta de que fruncía el ceño y dejó de hacerlo.
—Estoy cansada.
—Lo he pasado muy bien esta noche—sonrió él.
—Yo también.
—¿De verdad? ¿A pesar de que me he entrometido en tus cosas?
—No tiene importancia. Además, si algo sale mal, no será por tu culpa.
—Pero me gustaría ayudarte.
—Lo has hecho —se echó hacia adelante para besarlo en los labios—. Has estado maravilloso.
Joe le pasó un .brazo por los hombros y la atrajo hacia sí. La cabeza de ella encajaba perfectamente en el hueco del cuello de él. _____ se relajó. Olvidaría sus preocupaciones durante dos horas más y se dejaría mimar un poco todavía.
—Has estado magnífica con todo, ¿sabes? Con Cullen, con Brad, conmigo. Eres muy especial.
—Sí, soy una joya.
Joe le apretó el brazo.
—Lo eres. Soy el hombre más afortunado de la fiesta.
—Gracias —musitó ella.
—De nada.
_____ suspiró y cerró los ojos. No quería dormir, pero sí escuchar los latidos del corazón de él y captar su aroma. Memorizar la sensación de sus dedos.
Cuando llegara a casa, escribiría a sus amigas y les pediría opinión. Aunque sabía muy bien lo que tenía que hacer. Olvidarse de Joe Jonas porque no había futuro con él y empezar a buscar otros modos de financiación de su empresa por si las moscas.
Tenía una vida plena e interesante y no necesitaba que la rescatara ningún hombre. ¿Por qué, entonces, se sentía así? Tal vez porque, cuando tu vida es buena, parece mil veces mejor si la compartes con alguien.
Alguien con quien acurrucarse en la cama. Con quien reírse de bromas íntimas. Un hombre que la amara tanto como lo amaría ella. Un compañero. Y nada de eso ocurriría hasta que no dejara de salir con gente como Joe.
Pensar en él era una estupidez. Cuando sabes que no puedes tener lo que quieres, ¿qué sentido tiene seguir deseándolo?
—¿_____?
—¿Sí?
—¿Te estás quedando dormida?
—No.
Joe la incorporó para que pudiera mirarlo a los ojos.
—Me alegro —susurró. Y la besó.

Julieta♥
Julieta♥


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♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe &  Tu) - Página 4 Empty Re: ♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe & Tu)

Mensaje por Julieta♥ Lun 07 Ene 2013, 5:48 pm

11


El beso la despertó. Sus labios y su lengua. Y los dedos rozaban la piel de ella con tal suavidad que le provocaban escalofríos.
Ella le tocó la nuca y se entregó al beso. Él le mordisqueó el labio inferior y lo recorrió con la punta de la lengua antes de volver a introducirla en su boca. lanzó un gemido y llevó una mano al pecho de ella.
_____ echó atrás la cabeza y dio un respingo.
—¡Oh Dios!
—No, sólo yo —susurró él—.Y no te voy a compartir con nadie.
_____ movió la mano y tuvo la sensación de que algo iba mal. Muy mal. En sus dedos seguía habiendo una uña larga y pintada. Una. Las demás eran las suyas.
—¡Oh, maldita sea! —susurró; se incorporó un poco y apartó la mano.
—¿Qué pasa?
—Mis uñas.
Joe se sentó más recto y buscó en su bolsillo.
—Estoy seguro de que nadie se ha dado cuenta —dijo—.Abrió la mano y le mostró cuatro uñas de plástico—. Son las que he encontrado.
La joven se miró la otra mano, donde sobrevivían el dedo meñique y el pulgar.
—De verdad, _____, no pasa nada. Todo el mundo estaba demasiado ocupado mirándote la cara.
Su tono de voz hizo que _____ lo mirara. Tenía el ceño fruncido y apretaba los labios. Parecía muy preocupado por sus uñas. Lo encontró divertido y se echó a reír con fuerza.
Joe la miró confuso y ella rió más fuerte aún. Al fin él se relajó y sonrió, aunque estaba claro que no captaba el humor de la situación.
—Sólo son uñas —dijo ella, cuando pudo hablar.
—Lo sé, pero...
_____ levantó las manos y se quitó las tres .supervivientes.
—Ya está. Sé que no podré ser modelo de manos en un futuro cercano. Menos mal que tengo mis plantas.
Joe movió la cabeza.
—Eres...
_____ enarcó las cejas.
—¿Sí?
—Eres diferente.
—¿Eso es bueno?
Él se inclinó hacia ella, la besó en los labios y susurró:
—Es muy, muy bueno.
Un segundo después los dos se habían olvidado por completo de las uñas.

Cuando estaban ante el apartamento de _____, Joe la despertó con gentileza. Ella sonrió, bostezó cubriéndose la boca con una mano y se desperezó.
Joe la observó con curiosidad, sabedor de que la mayoría de los días se despertaría así. Leo sorprendía lo mucho que quería estar presente para verlo.
—¿Qué hora es? —preguntó ella.
—Casi las cuatro.
—¡Oh,Dios!
—Lo sé.
—¿Tú has descansado algo?
Él negó con la cabeza.
—Ahora me acostaré en casa. Mañana no tengo mucho que hacer aparte de una entrevista con Vanity Faír.
—Sí, yo también —dijo ella—. Dichosas revistas. ¿Cuándo van a aprender a dejarnos en paz?
Joe la besó en los labios.
—Vete a la cama y duerme muchas horas. Y gracias. Lo he pasado muy bien esta noche.
—De nada. Yo también lo he pasado bien.
—¿Sí?
Ella asintió, pero se puso seria.
—Has sido muy amable conmigo.
—Creía que habíamos acordado que ya no diríamos eso.
—¿En serio? ¿Y dónde estaba yo?
—A lo mejor lo pensé yo solo. No importa. Podemos acordarlo ahora. No quiero que me des más las gracias. Esta velada me ha aportado más a mí que a ti.
—Yo no diría eso —rió ella.
—Eres mala, ¿lo sabes?
—Terrible —susurró _____.
Joe se inclinó para besarla de nuevo, pero ella bostezó, cosa que estropeó un poco el momento.
—Perdona.
—No importa —abrió la puerta de su lado y dio la vuelta al vehículo hasta la puerta de ella.
_____ salió y se tambaleó al pisar la acera, pero él la enderezó. Ella se apoyó en él y se acercaron juntos a la puerta del bloque.
_____ sacó la llave y entraron.
—No hace falta que me acompañes arriba — dijo ella—. No me pasará nada.
Joe no hizo caso. Subieron y subieron y al fin, cuando él estaba a punto de pedir oxígeno, llegaron a la puerta de su apartamento. Joe la abrazó en el pasillo oscuro, pero no la besó. Se limitó a estrecharla contra sí porque no quería soltarla, no quería pasar sólo una noche con ella. Pero sus opciones eran limitadas. Muy limitadas.
Le besó las mejillas, la punta de la nariz y, al fin, con gentileza, los labios.
Ella fue la primera en apartarse. Sonrió y se encogió de hombros.
—Si me necesitas para eso de Cullen, llámame —dijo él.
—Y si tú tienes una urgencia de gladiolos, yo soy tu chica —musitó ella.
—Me gustaría...
—¿Qué?
—Nada. Ya me marcho. Sé buena.
—Haré lo que pueda.
Joe se volvió y echó a andar por el camino de regreso a su vida perfecta.

A:Erín Thatcher; Samantha Tyier
De.-_____ Norton
Asunto: Por qué soy una imbécil
Queridas amigas que no se ríen de las estúpidas.
¿Cómo estáis? Espero que el clima sea bueno y que las dos tengáis un fin de semana maravilloso.
Vale, vale, ya voy al grano.
Anoche fue la noche más interesante de mi vida. Descubrí que tengo una enemiga, y bastante poderosa. Se llama Lacey, es tan rica como Creso y usa su poder con puño de hierro. No le caigo bien, lo cual es sorprendente porque soy la mujer más dulce a este lado de Pecos. De todos modos, hablé con el hombre del dinero, que parecía muy receptivo hasta que Lacey, a partir de ahora La Bruja, lo tomó por banda y le contó Dios sabe qué. Nada halagador, eso seguro. Así que no tengo ni idea de si seré una jardinera de las estrellas rica y famosa o cajera del supermercado del pueblo de Tulip, Texas.
Yo apuesto más por lo último.
Vale, ya va.
Joe... Santo Cielo. Por cómo lo rodean las mujeres parece un regalo del Cielo. Yo no lo veo.Bueno, es amable y sí, también guapo, pero... ¿es que esas mujeres no tienen vergüenza?
Ja, ja, ja, ja. ¡Oh, qué graciosa soy! Los paparazzi nos hicieron fotos, yo me porté como si fueran unos pesados aunque me resultó tan emocionante que casi me desmayo. Pero eso sólo fue un momento de la noche más increíble de mi vida. De hecho, creo que os voy a llamar para contárosla porque no puedo hacer otra cosa. Tengo que decirlo de palabra y percibir vuestros respingos. Vale, soy egoísta. Pero por lo menos también soy inmadura.
Esto es lo que necesito escribir para que no se me olvide cuando hable con vosotras. Es la parte estúpida.
Me acosté con él. Lo comprenderéis cuando os diga que fue en una piscina interior con una sirena pintada en el fondo. El agua estaba caliente y él era Joe Jonas. Luego lo hice.
Y no me arrepiento.
Creo.
No, no me arrepiento, sólo lo echo de menos. Pienso en él todo el tiempo. Sé que no puedo tener a ese hombre. Y si yo no lo supiera ya, él lo dejó muy claro.
Sin embargo, mi cerebro de mosquito insiste en jugar con esa idea. En inventar motivos para que pueda encontrármelo por accidente en su dormitorio o en la ducha.
Ya imagináis el problema. ¿No?
Yo: La Tonta
Él: Inalcanzable
Solución:
Os pregunto qué es lo que tengo que hacer. Confío en que vosotras dos veréis un camino claro que no sólo resuelva el problema sino que me asegure una vida larga y feliz como señora de Dasb Jonas. ¿Verdad? ¿Verdad?
Si tengo que confiar en mi instinto, mi sentido de la paz interior, de la serenidad y en la sabiduría de mis pensamientos, estoy perdida. Así que, por favor, por favor, contestadme pronto.
Y sí, también os voy a llamar.
¿Yo? ¿Obsesionada?
Oh, silencio.
Os quiero a las dos.
_____.

_____ apagó el ordenador y apoyó la cabeza en el respaldo del sillón.
Habían pasado casi dos días y seguía sin recuperarse. Ese día había ido a trabajar, al banco e incluso había conseguido asar un pollo en su horno, por lo que sabía que no estaba loca de atar. Sólo lo bastante loca para echarse a llorar.
¿Por qué no podía meterse en la cabeza que su aventura con Joe había terminado?
Esa noche lo había visto en la tele, en una información sobre la fiestas. Ella había estado tan obsesionada con el hombre de sus sueños que ni siquiera había notado las cámaras de televisión. Pero habían estado presentes y captado a Joe en todo su esplendor.
Había visto también su codo en la pantalla durante una décima de segundo, cosa que la emocionó. ¡Su codo! ¡Fantástico!
Suspiró. No tenía derecho a quejarse. Había vivido aquella noche y conseguido lo que quería. Y ahora quería más. Quería su negocio y a Joe.
Joe.
¡Si no la hubiera mirado con tanto interés! ¡Si hubiera besado mal! ¡Si al menos hubiera tenido uno de aquellos penes tipo lápiz! Pero no. Joe no sólo era guapísimo sino además bien dotado.
Se puso en pie, cansada de oír sus patéticos pensamientos. Tenía que hacer algo.
Levantó el teléfono y marcó el número de Mary.
—¿Sí?
—¿Mary? Ven a tomar café conmigo.
—¿Cuándo?
—Ahora.
—Vale.
—Ah, te quiero.
—Lo sé. Te veo en diez minutos.
—Vale.
_____ se cambió de suéter y se pasó las manos por el pelo. ¿Maquillaje? No. ¿Lavarse los dientes? Desde luego. Cuando terminaba de escupir, llamó Mary a la puerta. _____ apagó la luz del baño, tomó su bolso y abrió la puerta.
Pero no era Mary. Lo sabía porque el corazón casi se le salió del pecho y se olvidó de respirar.
—Vas a salir.
—No. Es decir, sí, pero no importa. ¿Qué haces aquí?
Joe la miró con el ceño fruncido.
—Vengo a verte.
—¿Oh? —ella hablaba con aire casual, como si no fuera importante. Como si no estuviera a punto de derretirse de pura lujuria.
Joe se encogió de hombros. Llevaba una camisa azul clara, arremangada, y su reloj Rolex de oro y plata. Los vaqueros desgastados se ceñían a su cuerpo como una segunda piel. Estaba deslumbrante y estaba allí.
—Sé que he debido llamar, pero..
—Eh, no sabía que íbamos a tener una fiesta.
Joe se volvió y _____ miró a Mary. Su ropa era mucho más complicada que la de Joe. Llevaba una falda de muchos trozos vaqueros, una camiseta roja llena de interrogantes y una rebeca negra enorme; todo ello complementado con un bolso lo bastante grande para albergar cómodamente a dos personas dormidas.
—Tenéis planes —dijo Joe, batiéndose en retirada.
—Sólo vamos a tomar café —repuso _____—. ¿Quieres acompañarnos?
Joe la miró a ella y luego a Mary.
—¿Café? —preguntó.
—Es una bebida caliente —repuso Mary—. Creo que te gustaría si la probaras.
Joe sonrió.
—Ah, vale.
—Estupendo —dijo Mary—.Vamonos ya.
_____ cerró la puerta mientras Joe la observaba sin moverse. La joven percibió que estaba reconsiderando su decisión, así que decidió actuar con rapidez. Le tomó la mano y echó a andar por el pasillo. ¿Qué hacía allí? Era como un sueño, o mejor dicho, como una de las fantasías de ella en la que él llegaba a la puerta, tembloroso y desgraciado, y le suplicaba que fuera suya y sólo suya durante el resto de su vida.
—Estaba comprando por esta zona y se me he ha ocurrido pasarme —dijo él—.Tengo algo que hacer en una hora, así que gracias por permitirme acompañaros hasta entonces.
¡Maldición! No era aquella fantasía. Pero tampoco estaba mal, ¿verdad? O tal vez sí. ¿Aquello no la alentaría a construir más fantasías?
Cuando llegaron a la calle, Joe le rodeó la cintura con un brazo. No había mucho contacto, pero la sensación le gustaba. A pesar de lo vivido de su imaginación, se había estado preparando para un futuro sin Joe y aquello era mejor. Mucho mejor. Aunque no tenía ni idea de lo que significaba.
—Bueno, ah, ¿qué tal tu entrevista con Vanity Fair? —preguntó.
Joe aumentó la presión del brazo en la cintura de ella.
—Como siempre. Aunque me gustó la periodista. Era sincera y no intentó tenderme ninguna trampa.
—¿Era un perfil o algo más específico?
—Era sobre la jubilación de mi padre. Se están corriendo rumores y por lo que yo sé, él no piensa ir a ninguna parte, pero puedo estar equivocado y eso me dejaría a mí al cargo.
—Una gran responsabilidad.
Joe asintió. _____ lo miró y la sorprendió ver que apretaba los labios y fruncía el ceño.
—¿No quieres el puesto? —preguntó.
Él la miró con la misma rapidez que si lo hubiera abofeteado. _____ se paró en el sitio, lo que hizo lanzar una imprecación a un hombre que iba detrás de ellos, cosa que no le importó nada.
—No lo quieres, ¿verdad?
—Eso es ridículo.
—Oh. Perdona.
—No, no, perdona tú. No quería hablarte así. Es... difícil de explicar.
—No tienes por qué hacerlo —le sostuvo la mirada un rato—. Pero si necesitas hablar, estoy aquí.
—Gracias.
—Eh, chicos. ¿Vamos a tomar café, sí o no?
_____ sonrió a Mary.
—Sí, sí, ya vamos. Vaya, cualquiera diría que tienes mucho que hacer en estos cinco segundos.
—Cinco segundos pueden ser el fin del mundo —dijo Mary—. O el comienzo.
_____ pensó que tenía razón. Todas las cosas importantes de su vida habían tenido lugar en cinco segundos. El momento en que decidió mudarse a Nueva York. El momento en el que comprendió que Brad no estaba hecho para ella. El momento en el que dijo «sí» a Brad Jonas. Cinco segundos.
Mientras pensaba en aquello, llegaron a la cafetería. Un lugar con sillas amplias, muchas tartas, buena música y un café magnífico.
Joe se acercó al mostrador y se volvió a mirarlas para esperar su pedido. A _____ le gustaba el café normal, pero Mary prefería mezclas exóticas que sonaban más a combinaciones de helados que a bebidas.
Joe pidió café solo para sí _____ se divirtió observando a la chica del mostrador. Lo había reconocido pero intentaba mostrarse indiferente, aunque le temblaban mucho las manos. ¡Pobrecita! _____ la comprendía muy bien. Estar al lado de Joe resultaba terrorífico... aunque en un sentido bueno.
No lo presionaría sobre el tema del trabajo. Era algo personal y no eran lo bastante amigos...
Ni siquiera eran amigos. Ni amantes. Ni nada, excepto jefe y empleada. Por lo menos, eso era lo que ella creía quince minutos atrás.
Él se había mostrado muy claro sobre su situación y no había ocultado que no podían salir juntos. ¿Qué significa entonces aquello?
—¿_____?
—¿Mmmm?
Joe señaló la taza de ella.
—Tu café.
—Oh. Perdón. Estaba pensando.
—¿En qué?
_____ abrió un sobre de azúcar y lo echó en su taza.
—Estaba pensando si has venido a buscar sexo —repuso.

Julieta♥
Julieta♥


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♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe &  Tu) - Página 4 Empty Re: ♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe & Tu)

Mensaje por Julieta♥ Lun 07 Ene 2013, 5:50 pm

12


Menos mal que Joe no estaba bebiendo, o lo habría escupido todo en el suelo.
—¿Cómo dices?
—No importa si es así. Quiero decir... no sé si habría dicho que sí, pero tal vez sí. Es sólo curiosidad.
—No, no he venido a buscar sexo.
_____ sonrió.
—¿Respuesta incorrecta? —preguntó él.
—En absoluto. Siempre que me cuentes la verdadera razón.
—Me parece bien —echó a andar hacia la terraza, en una de cuyas mesas los esperaba Mary. No estaba seguro de querer hablar de aquello delante de ella—. Espera... —empujó a _____ hacia la pared, fuera del oído de los demás clientes—.La verdad es que no sé por qué he venido.
—Ah.
—No he debido hacerlo. Pero estaba pensando en tí, estaba en la zona...
—Vienes a menudo por aquí, ¿verdad?
Joe sonrió, consciente de estar atrapado.
—No, nunca vengo por aquí. Estaba en la zona porque tú estás en la zona.
_____ sonrió.
—Pero no tiene nada que ver con sexo.
—Yo no he dicho eso.
—Cierto, pero todavía no sé qué es lo que quieres.
Joe movió la cabeza.
—Siento no poder ayudarte. Pero cuando lo descubra, te lo haré saber.
—Muchas gracias.
—Escucha, si no quieres que venga nunca más, lo entenderé.
—Puedes venir.
—¿Aunque no haya cambiado nada importante?
—Importante, ¿eh?
—Quiero decir....
—Sé lo que quieres decir; y puedes venir. Sin embargo, me reservo el derecho a cambiar de idea.
—Es justo.
—En cualquier momento.
—Por supuesto.
_____ le tocó la muñeca con los dedos.
—Sé bueno, ¿vale? Es lo único que te pido.
¡Cómo deseaba besarla allí mismo! ¿Pero cómo hacerlo cuando ella acababa de pedirle que fuera bueno? ¡Maldición! Él no se sentía nada bueno.
—Joe.
—¿Qué?
—Vamos a sentarnos antes de que Mary haga algo de lo que yo me arrepienta.
—Bien.
Ella empezó a apartarse de la pared y él la detuvo con una mano en el hombro. La besó con pasión y al ver que ella respondía, estuvo a punto de tirar el café. Había ido allí por eso.Y por eso no debía volver nunca más.
Ella merecía algo bueno. No a él.

De:Erin Thatcher
A:_____ Norton
Asunto: Sobre ser imbécil

Espera un momento, señorita Cabeza de Chorlito. Antes de hablar del señor Inalcanzable, quiero oír algo más sobre La Bruja. ¿Qué te ha hecho y dónde puedo encontrarla para vengarme? Conozco a un hombre que puede asustarla mucho.
En serio, _____. ¿Esa Lacey te ha estropeado algo? Tú sabes que te ayudaré, ¿verdad? Me casé con Sebastian por pasión, pero él tiene una cuenta corriente bastante amplia y no quiero que renuncies a tu negocio. Sé que es lo que quieres y no creo que estés preparada para retirarte a Tulip y renunciar a los paparazzi, ¿verdad? Prométeme que acudirás a mí aun- que sea como último remedio... Y cuando lla- mes te gritaré esto mismo al oído hasta que sea como un eco permanente que no puedas ignorar.
Conque señora de Joe Jonas, ¿eh? ¿Y por qué no? ¿No crees que estará harto de mujeres falsas? Y tú que eres auténtica, sincera y no buscas nada, ¿no crees que puedes gustarle mucho? Es evidente que sí o no te habría enseñado su... ah, piscina. Estaría loco si no pensara en tí aunque diga que no puede haber nada entre vosotros.
¿En serio? Sé tú misma. ¿Y qué si no sabes nada de paz interior y serenidad?
Necesito pensar en esto y tendré mi discurso preparado cuando llames. Estás advertida. Y, ah, ¿_____? Una vez, cuando yo dudaba con Sebastian, me dijiste que hiciera lo contrario de lo que harías tú. Bien, pues aplícate el cuento. ¿Todas esas mujeres que lo rodean y lo tratan como a un regalo del Cielo? Sí. Haz lo contrario. Muéstrate racional, poco impresionada y así, pase lo que pase, no tendrás luego nada que lamentar, ¿vale?
Te quiere, Erín.

_____ releyó el mensaje, apartó la vistas del ordenador y miró el cuadro que colgaba en su pared... El alfiler en la oreja, de Van Gogh. Se lo había regalado Mary el año anterior y todavía no había conseguido encontrar la oreja, aunque estaba segura de que aparecería en alguna parte.
Así que Erin pensaba que tenía una posibilidad con Joe... Mmmm. Desde luego, no era la respuesta que esperaba. Erin era muy pragmática, aunque también había corrido riesgos con Sebastian. De no haberlo hecho, no se habría casado con él.
Le hubiera gustado que Samantha y ella vivieran más cerca. Pero Erin vivía enTexas y Sam en Chicago y las tres no se habían visto nunca en la realidad.
El día que _____ compró un ordenador, encontró el grupo de lectura la Manzana de Eva y se apuntó sin dudarlo. Un club de lectura formado por mujeres inteligentes y creativas de distintos ambientes... una situación ya de por sí atrayente, que mejoró aún más por el modo en que se compenetró y cimentó una amistad con Erin y Samantha.
Pero que su amiga se hubiera casado con el hombre de sus sueños no implicaba que a ella fuera a ocurrirle lo mismo. El día anterior se habría reído de la idea de Erin de que pudiera considerar a Joe como algo en potencia; pero el concepto no parecía ya tan ridículo después de la visita de aquella tarde.
Había ido a verla y ella lo creía cuando afirmaba que no era por sexo. También lo creía cuando decía que no sabía lo que le ocurría. Aquello resultaba reconfortante; por lo menos no era la única que se sentía confusa.
Volvió la vista al ordenador y abrió el correo de Samantha.

A: _____ Norton
De: Samantha Tyier
Asunto: ¿Es una broma?

¡Guau, _____! ¿Tenemos que buscarte en la portada del National Enquirer? Por favor, díme que no os hicieron fotos cuando estabais en la piscina.
Primer punto importante: no eres una imbécil por acostarte con él. Por el amor de Dios, ése es tu hombre con el que hacer cosas. ¿La idea no era ésa? ¿Acostarse con hombres con los que no era buena idea hacerlo? ¿O yo lo entendí mal?
Claro que mira quién habla; una que todavía no se ha acercado a un pene. Pero de vez en cuando tengo una muestra de mis viejos impulsos y sé que regresará la lujuria y os dejaré cortas a vosotras. Sin embargo, mi hombre con el que acostarme será sólo eso. Las mujeres pueden tener sexo sin ataduras y yo lo demostraré cuando llegue mi tumo.
Segundo punto importante: pensar continuamente en él es muy comprensible. La parte que casi me hizo atragantarme con mis galletas Oreo cubiertas de mantequilla de cacahuete fue la de señora de Joe Jonas. ¡Ah! ¿De dónde ha salido eso?
Y ahora, la conclusión extremadamente importante. ¿Mi consejo? Olvida las fantasías de «señora de» y relájate. Disfruta la aventura por lo que es. Y cuando termine, llora un poco, conserva los recuerdos y presume como una loca delante de todo el que quiera escucharte.
Sabes que nosotras lo haremos.
P.D. Me he metido tanto en el sexo que he olvidado la parte diabólica. ¿Qué tiene esa tal Lacey contra tí? No me digas que es una de las ex de Dasb que ha olido su atracción por tí. ¿O eso es demasiado peliculero?
¿Hay algo que Joe o tú podáis hacer? O supongo que puedes confiar en tu encanto, inteligencia, fuerza e integridad. Me gusta pensar que esas cosas a veces ganan la partida.
O en su defecto, un empujoncito escaleras abajo puede hacer maravillas.
Samantha,
que vuelve a sus galletas.

Típico de Sam ser así. Aunque Erin se mostraba maravillosa y su consejo tenía sus méritos, el de Samantha se acercaba más a la realidad. Por supuesto, dada su historia reciente, era normal que no tuviera la cabeza en las nubes. La pobre había quedado destrozada después de su divorcio con Brendan, pero con el tiempo volvería a vibrar con los hombres... seguro.
_____ no podía llamar «aventura» a lo que ocurría entre Joe y ella. Era... otra cosa.
Muy posiblemente, nada. Por lo menos nada a lo que debiera dar muchas vueltas. Seguro que la razón de su obsesión era por ser Joe quien era. No le gustaba pensar que fuera tan impresionable, pero ¿qué otra cosa podía creer? Un encuentro no supone amor. Sam tenía razón. Debería considerarlo un punto interesante en su vida y seguir adelante. Tenía que buscar una iglesia y apuntarse a una clase; tenía que planificar su negocio.
Agradecía la oferta de Erin en aquel terreno, pero no quería recurrir a sus amigas. Por lo menos no hasta haber intentado todo lo demás.
Lo que significaba que al día siguiente tenía que llamar a Cullen. No. Por la mañana tenía que ir al edificio de Noir. Llamaría después a Cullen.
¿Estaría Joe allí? Lo había visto pocas veces, menos que a su hermano Patrick.
Un hombre interesante su hermano. Algo le decía que había más en él de lo que se veía a simple vista. Tal vez debería hablar con él de su situación. Parecía un hombre asequible y a él no lo impresionaría la fama de su hermano.
_____ suspiró. Por supuesto que no podía hablar con Patrick. ¿Estaba loca?
Sí, claro que lo estaba.
Una de las cosas que había aprendido en sus tratos con hombres que buscaban sexo sin compromiso era que siempre que se enrollaba con uno de ellos, le decían lo que querían, pero ella metía la pata y se ponía a pensar que luego cambiarían de idea.
La primera vez que le ocurrió fue con Gary, en Tulip, que le dijo ya en su primera cita que se iría a California a intentar ser actor. Ella puso sus esperanzas en él y se equivocó.
Frank, el segundo chico que le gustó en Tulip, le dijo que no buscaba nada serio. ¿Y lo creyó ella? Claro que no. Cuanto más salían, más segura estaba de que acabaría metido en algo serio. Y así fue... pero no con ella. Dos semanas después de romper con ella empezó a salir con Shiriey Slattery y se casaron tres meses más tarde.
El siguiente novio era el primero que había tenido en Nueva York. Cole Darden. El guapísimo Cole, de abdominales protuberantes, barbilla cincelada y maravillosos ojos azules. Lo primero que le dijo fue que no creía en el amor. _____ se echó a reír y le dijo que cambiaría de idea cuando encontrara a la mujer indicada. ¿Resultado? La dejó después de que ella cometiera el error de decirle que sentía algo por él
Después de Cole llegó el popular Brad. Y aún no podía pensar en los errores que había cometido con él. Empezando por creer que podía interesarse por una mujer como ella.
¡Qué ingenua había sido! Y ahora llegaba Joe, más rico y más famoso aún que él. ¿Qué le pasaba? Tenía la sensación de haberse despertado en Dinastía, pero sin el guardarropa de las mujeres de la serie.
Tomó un sorbo de té y notó que estaba frío. Metió la taza en el microondas y estiró un poco las piernas mientras se calentaba.
Se acercó al sofá con la taza de té. Unos cuantos sorbos después se sentía mejor, al menos físicamente.
Emocionalmente estaba muy baja. Joe había dejado claro desde el comienzo que no le interesaba una relación. Ni siquiera una segunda cita. La había llevado a la fiesta como un favor y se había acostado con ella porque les apetecía a los dos. Y nada más.
—Y bien, señorita Inteligencia —dijo en voz alta—. ¿Qué podemos concluir de este viaje por la memoria? Que soy idiota.
Y era verdad. Una ilusa completa. ¿Joe Jonas y ella? ¡Por favor! Resultaba ridículo.
Dejó la taza en la mesa y se estiró en el sofá. Se puso un brazo sobre los ojos y respiró hondo varias veces. Tomó una decisión. Se olvidaría de Joe y dejaría de torturarse con finales de cuento de hadas.
Y volvería a su plan original de buscar un hombre que fuera lo contrario de Joe en todos los aspectos y casarse con él.

Joe tomó un mordisco de trufa y disfrutó del sabor. Que era lo único que estaba disfrutando en realidad. La persona que había inventado las cenas de premios merecía que le pegaran un tiro.
Estaba bien que se entregaran Oscars y quizá también los premios Tonys, los Grammys y los Emmys, pero nada más. Aquello se había ido de las manos y en su mayor parte tenía más que ver con publicidad que con méritos.
¿Pero acaso todo lo que hacía, y lo que hacían las personas que conocía, no estaba relacionado con la publicidad? La publicidad implicaba dinero.Y el dinero era el rey.
Por eso estaba allí sentado, con todos los demás idiotas que tenían que promocionar una empresa o una marca, en una cena de premios más. Intentando no beber mucho y esforzándose por sonreír.
Y ni siquiera estaba con alguien que le gustara.
Kate era hermosa y ganaba unos doce millones por película, además de tener un cuerpo que hacía que millones de jóvenes de todo el mundo pasaran más tiempo en el cuarto de baño.
También era tan estúpida como podía serio un ser humano sin perder del todo la capacidad de trabajar.
Ella rió de algo que dijo alguien y se inclinó a susurrarle al oído:
—Tengo que ir al baño.
Joe sonrió y susurró a su vez:
—¿Necesitas dinero?
Ella parpadeó varias veces y negó con la cabeza.
—¿Quieres que te acompañe?
—Estaría muy bien.
—Será un placer —dobló la servilleta y la dejó al lado del plato. Terminó su vaso de vino de un trago, se puso en pie y le ofreció la mano.
Los flashes de los fotógrafos los rodearon. No hizo caso. Aquél era su trabajo, era su vida, era...
¡Diablos! Le hubiera gustado que _____ estuviera allí.
Kate iba pegada a él, pero en silencio, aparte de los ruidos de besos que hacía a todos los hombres con los que se cruzaban. Cuando desapareció en el baño, él se relajó, se apoyó en la pared en el lugar más oscuro que pudo encontrar y pensó en _____.
Seguía sin saber qué pensar a aquel respecto. Había sido una locura ir a su casa el día anterior. ¿Qué pensaba que iba a ocurrir? Sexo. Sí, claro. Pero no había ido por eso. Había pensado mucho en ella y lo que más recordaba era su risa cuando descubrió que había perdido casi todas las uñas falsas.
Nunca había conocido a una mujer que reaccionara así. _____ se había reído como si fuera lo más gracioso que había hecho en su vida. Aquello no le había estropeado la velada en lo más mínimo. Se había reído de su propia estupidez y seguido adelante.
¿Era aquella alegría de vivir lo que lo atraía de ella?
Tal vez sí.
Con ella se reía. La admiraba. Era inteligente, divertida. Todo puntos positivos. ¿Pero qué iba a hacer con ella?
Esa noche, por ejemplo. Su publicista y el de Kate habían arreglado aquella salida seis meses atrás. Él la acompañaba allí y ella iría con él a una gala en la que querían recaudar fondos para el cáncer y el SIDA. Él resultaba mucho más vendible que su novio de verdad, un joven de Idaho que quería ser boxeador y seguramente acabaría siéndolo si perdía la costumbre de acabar en el suelo antes de que terminara el primer round.
¿Qué pasaría con aquel tipo de noches si salía con _____? Y la mayoría de sus noches eran así. Celebridades, premios y galas de recaudación de fondos, pero así. Noches de trabajo que salían en primera página de los periódicos.
¿Qué mujer iba a soportar aquello? No podía dejar de salir con otras. Era imposible. El imperio Noir estaba construido sobre la idea de la vida soltera. Él representaba las fantasías de más de un millón de lectores y aunque suponía que a la mayoría de ellos les gustaría _____, no era exactamente lo que buscaban.
Ellos querían a las Kate de este mundo. Las Renes y las Julias. Querían el glamour y creer que él se acostaba con todas esas criaturas encantadoras. No era así, pero en todo aquello mandaba la fantasía, no la realidad. Y él tenía que seguir jugando y manteniendo las ilusiones.
Lo que excluía una relación normal con una mujer maravillosa como_____.
Por otra parte, ella era una chica pragmática que podía reírse de sí misma sin perder la dignidad. Si le explicaba la situación, quizá la entendería. Tal vez no le importara que él mantuviera las apariencias.
—¡Vaya, a mí nunca me has sonreído así, Joe! —exclamó Kate.
Joe se apartó de la pared y la miró a los ojos.
No la había visto llegar.
—Estás muy guapa —dijo.
—Oh, eres muy amable —se inclinó a besarlo y se entretuvo lo suficiente para que los fotógrafos consiguieran las fotos que querían—.Volvamos a la mesa. Quiero ver quién gana el premio al mejor actor. Espero que no sea Kevin; no me gusta nada.
—Seguro que eso lo tiene loco.
Ella movió la cabeza.
—No lo creo. Probablemente ni siquiera lo sabe.
—Pues espero por su bien que no se entere.
Kate le tomó la mano.
—Eso es lo que me gusta de ti. Que eres todo un caballero. Tú no harías daño a nadie.
—Lo he hecho, Kate. No soy ningún santo.
—Sí, pero no lo harías intencionadamente.
Se sentaron a la mesa, donde Joe vio agradecido que habían vuelto a llenarles los vasos. Kate no era muy brillante, pero sus palabras lo habían hecho pensar.
Aunque _____ estuviera dispuesta a aceptar sus condiciones, ¿tenía derecho a pedírselo? ¿No era probable que acabara sufriendo?
No. Tal vez no. _____ era demasiado pragmática para confundir el sexo con el amor. Diría que sí. Y sería fantástico.
El sexo por el sexo no tema nada de malo. El imperio de Noir estaba construido alrededor de aquella idea. ¿Por qué no ir a por ello?

Julieta♥
Julieta♥


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Mensaje por chelis Lun 07 Ene 2013, 6:43 pm

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!
JOE LA FUE A BUSCAAARRRR!!!
OJALA NO LA HAGA SUUFRIIRRR!!!
AAII SIGUELAA ME ENCANTOOO EL MARAATOOONNN
chelis
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♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe &  Tu) - Página 4 Empty Re: ♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe & Tu)

Mensaje por andreita Mar 08 Ene 2013, 7:49 am

waaaa joe ve por ella
tu la maaass
ellos e aman!!
andreita
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♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe &  Tu) - Página 4 Empty Re: ♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe & Tu)

Mensaje por andreita Mar 08 Ene 2013, 7:49 am

ame el maraton!
andreita
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Mensaje por chelis Mar 08 Ene 2013, 12:06 pm

ESPERANDO PRONTO UN CAPIS
chelis
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♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe &  Tu) - Página 4 Empty Re: ♥ Una Pizca de Tentaciòn ♥ (Joe & Tu)

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