You're Perfect To Me |Niall Horan|

Capítulo 4

Los golpes en la puerta no cesaban, tanto era la molestia que me comenzaba a provocar un fuerte dolor de cabeza. Me arropé bien con la única bata que encontré y abrí.

Esperaba que fuera Zayn o Harry, ya que serían mis nuevos vecinos, o incluso el conserje a quien apenas había visto unas cuantas veces en el edificio.

Podía incluso pensar en la posibilidad de que se tratara del cojudo de Mike ya que su apartamento se situaba en la tercera planta y que sólo tal vez venía a burlarse más de mí. Pero para mi gran sorpresa no era ninguno de ellos.

Frente a mí en ese momento, se encontraba aquel molesto rubio.

Su rostro transmitía preocupación, pero no. Por alguna razón creía que estaba fingiendo.

Resoplé y rodé los ojos, no soportaba su presencia y la simple idea que debía ayudarlo a adaptarse a la universidad por dos largos semestres, me atormentaba la existencia. Él con su aspecto de Casanova de seguro ya estaba en la lista de docenas de chicas en la universidad. No necesitaba "adaptarse". No. Estaba incluso más adaptado que yo misma.

—¿Tú? ¿Que quieres?— traté de sonar lo más dura posible, pero mi garganta me lo impedía, tenía la voz ronca, mi garganta de seguro habría de estar inflamada. Pero quería que él se largara, de inmediato.

—¿Estás bien? — preguntó con su acento irlandés. El inglés podía no estar en mi lengua materna, pero podía diferenciar el acento británico con el irlandés. Lo que para otras parecería muy sensual escuchar aquella voz con aquel acento, eso sólo lograba irritarme más de lo que ya estaba.

—¿Qué haces aquí? — volví a preguntar, regalándole una mirada severa, deseaba con todo mi corazón que las miradas pudieran matar, quería eliminarlo y que se esfumara de ahí.

Yo estaba consciente de que lo más seguro era que mi aspecto se notaba demacrado, él se podía dar cuenta en cualquier momento de que algo había estado andando mal.

—Desde mi apartamento en la quinta planta, podía escuchar como tosías tan fuerte, como si...— se detuvo de improviso, maldije para mis adentros, todo el año y medio que había estado viviendo allí, jamás mis vecinos habían ido a preguntar si pasaba algo, a pesar de que esa era mi rutina casi todas las noches. O mis anteriores vecinos tenían el sueño demasiado pesado o jamás les había importado que hubiera una muerte en su edificio.

—Adiós Niall, quiero dormir.— dije pasando mi cabello para atrás con mi mano. — Tengo sueño, y si fueras tan amable de retirarte de mi puerta...

—Anne no me voy hasta que me digas por qué tosías así.— dijo apoyando su mano sobre mi puerta impidiéndome que la cerrara.

Éste chico estaba apunto de ser mandado muy lejos ¿quién se creía para condicionarme en mi propia casa?

—Vete.

—No.

—Vete

—No

—Vete.

—No me iré.

—Eres insoportable y un...— le comenzaba a gritar, hasta que el sonido de una puerta continua a la de mi departamento se abrió.

—¿Que sucede? ¿Por qué hacen tanto ruido?— salió a preguntar un adormilado Harry con los rizos despeinados. —¿Por qué demonios no siguen con sus cochinadas dentro del apartamento.— preguntó fastidiado acomodando sus rizos.

—Lo siento Harry, pero puedes decirle a éste — dije señalando al rubio. Tenía las mejillas sonrojadas, que no quería que notaran, no sabía si era por la ira que contenía o por lo que acababa de mal pensar el rizado.

—¿Anne?— dijo al darse cuenta que se trataba de mí. — ¿Niall? —mirando al rubio— Pensé que lo odiabas— levantó una ceja mirándome.

—Y lo hago. Dile que se vaya y lo que me pase a mí no le debe de importar en absoluto.

—¿Qué haces aquí duende? — preguntó Styles, sin hacer caso a lo que yo le estaba pidiendo. Suspiré claramente molesta.

—La estaba oyendo toser demasiado, no me dejaba dormir y vine a ver lo que pasaba.

—Deberías comprarte unos tapones para los oídos y no molestes a quienes no soportan tu presencia.— dije con una sonrisa cínica.

—No sé por qué me odias Anne, no te he hecho nada para que actúes así conmigo.

—Sólo tu existencia me irrita.

—¿Lo ves?— me abrió los ojos— ¿Lo ves Hazza? — volteó hacia él con la misma mueca en su rostro.— Sólo venía a ayudar por que me preocupaba por ti— volteó a mirarme.

—No tienes por qué hacerlo.

—Claro que sí, se llama caballerosidad.

—No tienes nada que hacer aquí, así que lárgate.

—No me iré.

—Fuera.

—Ya he dicho que no me... — el rubio se apoyó más al marco de mi puerta mirándome a los ojos. Pero yo no podía devolverle la mirada, por alguna extraña razón me sentí intimidada ante aquel gesto, por lo que lo evité.

—No comiencen de nuevo con ese jueguito que quiero dormir— lo interrumpió el ruloso.— ¿Anne por qué tosías tanto?

Horan volteó a mirarme atentamente suspiró y su aliento me cayó en la cara, me disgusté tanto que estaba apunto de quitarme la pantufla que tenía, dispuesta a lanzársela, cuando él vio mi reacción, inmediatamente se soltó de su agarre de la puerta y levantó las manos para cubrirse.

Aproveché aquel momento para cerrarle la puerta en la cara. Por más de que oía sus llamados, no abrí más.

Mi baño estaba hecho un desastre cuando fui a ver y luego de asegurarme que todo esté en perfecto orden, comencé a buscar aquellos tapones de oído que calmarían el terrible dolor de cabeza que comenzaba a provocarme de nuevo los golpes en la puerta.

Saqué mi dedo medio en aquella dirección, porque sabía que a pesar de que él no me vería, por lo menos sentiría toda esa energía negativa que en mi malévola mente, él se estaba ganando.

Me coloqué el par de pequeños tapones en los oídos y de pronto todo era silencio. Paz y tranquilidad.

Fui a acostarme a mi cama, sentía mi estómago vacío, así que eso era una buena señal, y por primera vez el techo que se hallaba encima mío, mientras intentaba concebir el sueño, parecía adquirir la forma del rostro de Horan. Sacudí mi cabeza en busca de desaparecer aquella imagen de mi mente.

—Idiota— murmuré para mí misma. — Maldito idiota.

No quiero fantasmas