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Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]
Nombre: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson)
Autor: Julia Hoban (es adaptada)
Adaptación: Si, del libro con ese mismo nombre.
Género: (Drama, Romance, etc.)
Advertencias: No voy a poder subir todos los dias, pero voy a tratar de hacerlo seguido!
Otras páginas: no.
Willow
Los padres de Willow murieron en un trágico accidente de coche, dejándola
no solo con el dolor que supone enfrentarse a una pérdida sino también con
el peso de la culpabilidad, ya que era ella quien conducía. Ocho meses
después, su hermano mayor casi no le habla, cree que sus compañeros de
clase le culpan por lo ocurrido y Willow se evade del sufrimiento con el que
carga marcando todo su cuerpo con las heridas del pasado. Pero cuando un
chico llamado Liam descubra su secreto, nacerá una intensa relación que
conseguirá sacarla de ese mundo extraño que ella misma se ha formado.
Es difícil guardar un secreto cuando lo llevas escrito por todo el
cuerpo
Capitulo -1
Quizá no sea más que un rasguño.
Willow Tomlinson observa a la chica que está sentada frente a ella. Hay quien se fijaría en ella porque es guapa. O por su espléndida melena pelirroja.
Si los chicos de la clase sefijaran, verían cómo se le transparenta el sujetador a través de la camiseta.
Sinembargo, Willow no puede apartar los ojos de otro detalle: una herida de un rojo
intenso que debe medir algo más de cinco centímetros y le atraviesa el brazo desde el
codo hasta la muñeca. Si se fija bien, incluso le parece ver restos de sangre seca.
¿Cómo se lo habrá hecho? No parece ese tipo de chica.
A lo mejor tiene un gato. Un montón de gatitos.
Sí, eso es. Así es como se lo ha hecho, jugando con su gato.
Willow se desploma en su asiento, pero su actitud no ha pasado desapercibida. La
chica se gira hacia sus amigas y empieza a susurrar.
Shhhhhhhhh...
¿Qué estarán diciendo?
Willow mira a las otras chicas con inseguridad. Le da mala espina que hablen de ella y
está bastante segura de lo que estarán diciendo.
Esa es la que no tiene padres.
No. Es la que mató a sus padres.
Los cuchicheos de las chicas le recuerdan el crujir de las hojas secas. Willow siempre ha
odiado ese sonido. Tiene que luchar para no taparse los oídos con las manos. No
quiere llamar más la atención sobre su persona. Pero tampoco puede hacer nada para
parar el torrente de ruido que sale de sus bocas. Shhhhhhhhhhhhhhhh...
Willow se levanta bruscamente. Uno de los cordones se le enreda con la pata de la silla
y pierde el equilibrio. Sus libros caen armando un tremendo escándalo y Willow
aguanta su pupitre intentando mantenerse en pie.
Silencio absoluto. Todo el mundo la mira.
Se da cuenta de que le arden las mejillas y se gira hacia las chicas que estaban
cuchicheando.
—¿Willow? —La voz de la señora Benson suena intranquila. Parece que no está
fingiendo, realmente está preocupada.
Es una buena profesora. Es buena con los niños gordos, y con los que tienen granos.
¿Por qué no con los niños huérfanos? ¿Por qué no con los asesinos?
—Yo... —Willow se pone de pie lentamente—. Yo... quería... ir al baño. —Las mejillas
le arden. Se avergüenza de su torpeza, y del modo en que ha mirado a aquellas chicas.
Y... ¿no se le habría podido ocurrir alguna excusa diferente?
La señora Benson asiente, aunque con una mirada titubeante, como si sospechara
algo.
En este momento a Willow ya no le importa nada. Solamente puede pensar en huir
rápidamente y dejar atrás todas aquellas sonrisitas arrogantes. Recoge sus libros y la
mochila, y en cuanto atraviesa la puerta empieza a correr pasillo abajo.
No, espera. No se permite correr por los pasillos. Frena y se pone a caminar. Eso es lo
último que necesita, que la trinquen por algo tan estúpido como correr por los pasillos.
El baño huele a tabaco. No hay nadie. Bien. La puerta de uno de los baños se balancea
medio abierta. La cierra de un puntapié y baja la tapa del inodoro antes de sentarse.
Busca algo dentro de su bolsa. Se exaspera al no encontrar lo que necesita tan
desesperadamente. ¿Y si se le ha olvidado? Cuando está a punto de abandonar toda
esperanza y ponerse a aullar como un perro, sus manos encuentran el deseado metal.
Con los dedos se asegura de que esté bien afilada. Perfecto, es una cuchilla nueva.
Las voces de las chicas resuenan en su interior. Su clamor le hace perder todo atisbo de
razón. Se sube la manga.
El pinchazo de la cuchilla acaba con el ruido. Hace desaparecer el recuerdo de sus
miradas inquisitivas. Willow se mira el brazo y observa la vida que surge de él.
Pequeños hilos de fluido rojo que se convierten en grandes peonías.
Peonías como las que solía plantar mi madre.
Willow cierra los ojos, como bebiendo el silencio. Su respiración es más profunda con
cada incursión de la cuchilla. El silencio reina a su alrededor. No como cuando tropezó
en clase. Ahora suena puro y perfecto.
Algo que duele tanto no es que te haga sentir bien exactamente. Es más la sensación
de que está bien, que es lo correcto. Y algo que está bien no puede ser malo. Tiene que
ser bueno.
Es bueno. Es mejor que bueno.
Es mejor que con cualquier tío.
Mejor que la leche materna.
Capitulo -2
—No, está en préstamo hasta el día veintiséis —dice la señorita Hamilton con una
sonrisa dinámica y profesional. Willow está de pie junto a ella tras el mostrador,
reprimiendo un bostezo. Está cansada. Gracias a Dios que su turno en la biblioteca está
a punto de acabar. Lanza una mirada furtiva al reloj. No exactamente a punto, aún le
quedan cuarenta y cinco minutos.
Willow sabe perfectamente que debería estar agradecida por tener este trabajo. Al fin
y al cabo, su hermano tuvo que mover un montón de hilos para conseguirlo. Trabaja
en la biblioteca de la universidad tres tardes a la semana. Gana algo de dinero. No el
suficiente, pero sí más del que ganaría si estuviera en su pueblo sirviendo helados en el
Häagen Dazs.
Por supuesto, allí todo el dinero que ganara sería para ella. Pero las cosas son un poco
diferentes ahora. Tiene que trabajar para ayudar a su hermano con los gastos. Ahora
debe preocuparse de cosas como la factura de la luz. Sin embargo, eso tampoco es tan
terrible. No en comparación con el resto de su vida.
—Creo que podemos conseguirlo por préstamo interbibliotecario —continúa la
señorita Hamilton—. Willow, ¿te encargas tú?
La señorita Hamilton la mira con severidad, dispuesta a atacar si comete cualquier
error. No es que sea mala persona. Es bastante simpática con el resto de la gente, es
solo que no le gusta tener a Willow merodeando por su biblioteca. La mayoría de
personas que trabajan para ella son estudiantes de universidad, y los que no, son
adultos que han elegido hacer carrera como bibliotecarios. Basta con decir que Willow
es la única estudiante de instituto que hay por aquí.
Es como con todo lo demás. Últimamente, es como si Willow no perteneciera a
ninguna parte.
Willow coge la ficha que el tipo ha rellenado con una caligrafía temblorosa y
enmarañada. Busca un complicado estudio sobre unos filósofos del siglo XII. Alza la
mirada para ver su cara. Es mayor. Bastante mayor. Debe rondar los setenta. Siempre
resulta interesante ver a los diferentes tipos de personas que se pasan por aquí.
—Debería llegar en un par de días —le dice mientras teclea el número de catálogo—.
¿Ha escrito su número de teléfono? —Vuelve a mirar la ficha—. Perfecto, le
llamaremos en cuanto nos llegue.
—Excelente —responde el hombre, con auténtico entusiasmo. Willow se fija en su
agradable sonrisa. Seguro que es un profesor de universidad jubilado al que todavía le
gusta leer. Le brillan los ojos ante la idea de poder tener el libro entre sus manos.
Su padre podría haber sido así en veinte años. La simple idea de poder leer una nueva monografía de una tribu perdida de Nueva Guinea hubiera sido motivo de nervios y emoción.
Hubiera sido.
Una ola de desesperación la invade por sorpresa. Incluso le cuesta mantenerse en pie.
Se aferra al mostrador con tanta fuerza que los nudillos se le ponen blancos. No puede
permitirse perder el control aquí. ¿Habría algún modo, alguno, de marcharse a hacer lo
que necesita sin que la señorita Hamilton se enfadara con ella? Willow mira su mochila
bajo una de las sillas. Solo con saber que están ahí ya se siente algo mejor. Aparta las
manos del mostrador y las aprieta contra sus brazos, deleitándose con el escozor que
le produce el contacto del algodón con las heridas abiertas. Eso le tendrá que valer por
ahora.
—¡Willow! —La voz de la señorita Hamilton suena con rotundidad. Es evidente que no
es la primera vez que la llama.
—¡Perdón! —Willow se incorpora sobresaltada. Hace lo posible por dejar de fijarse en
su mochila y centrarse en el rostro malhumorado de la señorita Hamilton.
—Necesito que vayas al depósito.
—De acuerdo —responde asintiendo con la cabeza, aunque en realidad odia ir al
depósito. Está lleno de estanterías y pilas de libros enterradas en una montaña de
polvo. Además, le da miedo. Circulan algunas historias de fantasmas. No es que ella
crea en esas cosas pero...
—Este joven ha olvidado allí su carné de identidad. Debes acompañarle.
Willow se fija en el chico que está apoyado en el mostrador detrás de la señorita Hamilton.
Este no tiene precisamente setenta años. Es un chico que, como mucho, tendrá unos años más
que ella. El joven se aparta un mechón de pelo de los ojos y esboza una sonrisa perezosa.
La señorita Hamilton asiente y se marcha, pero el chico continúa ahí. La está mirando.
Willow siente cómo él observa cada uno de sus movimientos mientras ella termina de
encargar el préstamo interbibliotecario. Willow está segura de que se está
comportando como una paranoica, pero le aterroriza la mirada insistente del chico. Le
recuerda a las chicas de la escuela. No le gusta la idea de tener que subir al depósito
con él y, para postergar el momento, se toma más tiempo del necesario para rellenar
el formulario.
—¿Qué? ¿Cómo va eso? —dice el chico tras un par de minutos. Empieza a impacientarse.
Golpea el mostrador con los dedos y su voz suena diferente. Parece que ya no está tan interesado
en ella.
Willow suspira aliviada. A esto sí que puede enfrentarse.
—Sí, claro. Un segundo —contesta con un tono de voz parecido.
—¿Por qué no me dejas que termine yo con esto? —le dice Zayn, mientras coge la
ficha del hombre del siglo xil—. Zayn es uno de los estudiantes universitarios, casi de
la edad de su hermano. A Willow le gusta. —En fin, todo lo que le puede gustar alguien
en esta época de su vida. Se porta bien con ella y la ha sacado de más de un apuro.
—Gracias —contesta en un susurro. En realidad desearía que la dejara a ella acabando
el trabajo en el ordenador y que fuera él quien acompañara al chico al depósito.
—Bueno. Vamos allá. —Willow camina unos pasos por delante de él, hacia el ascensor.
—¿Sabes dónde está esto? —pregunta, mirando la ficha que ha rellenado el chico—. No
importa, ya lo hago yo. —Entra en el ascensor y aprieta el botón para ir al undécimo piso. Las
puertas se cierran y se quedan a solas. Willow fija la mirada en los números que se iluminan.
—Me llamo Liam —dice, después de un momento—. ¿Y tú?
—Willow.
—Willow... —Hace una pausa, obviamente esperando una respuesta—. ¿Willow? —le
repite, después de un segundo—. ¿Willow qué más?
A Willow no se le ocurre ninguna manera de contestarle sin ser absolutamente
grosera.
—Tomlinson —le dice.
—¿Eres familia de Louis Tomlinson? —le pregunta, observándola con curiosidad—. Ya me había parecido que me sonaba tu cara. El año pasado hice antropología con él. Es genial.
—Es mi hermano —le contesta Willow en un tono que pretende acabar con esta
conversación. Su charla está empezando a ponerla nerviosa.
—Entonces tú no estudias aquí, ¿verdad? —le pregunta mientras frunce el ceño—.
Pareces un poco joven. ¿Cómo has conseguido este trabajo?
Willow no le contesta enseguida. Empieza a sentirse un poco incómoda con todas las
preguntas que le hace. Empieza a contar los pisos que faltan en voz baja. Solo desea
que se acabe el trayecto.
—Normalmente solo contratan a estudiantes de la universidad, si no, ya habría
intentado conseguir un trabajo aquí. Me encantaría trabajar en la biblioteca. —El chico
tiene una expresión agradable, y su tono de voz es afable. Si se ha dado cuenta de su
tono distante, no parece importarle.
—Y si no eres universitario, ¿qué haces aquí? —pregunta Willow, confusa.
—Mi instituto tiene un programa que te permite coger algunas optativas en la
universidad—contesta—. ¿Y tú? ¿Cómo conseguiste este trabajo?
—Ahora estoy viviendo con mi hermano —dice Willow tras unos segundos—. Él lo
arregló todo. —El ascensor se para y los dos chicos se bajan.
El depósito está oscuro. Hay un interruptor para las luces que Willow se apresura en
apretar. Parpadea mientras sus ojos se acostumbran a la luz. Sus miradas se
encuentran y por un momento, Willow tiene la sensación de sentirse igual que lo haría
cualquier otra chica de su edad al estar a solas con un chico guapo. Está un poco
nerviosa y siente vergüenza y atracción a la vez.
Willow avanza, alejándose de él tanto como puede. Ahora mismo no puede
enfrentarse a algo así.
—¡Eh, cuidado! —
Hola! Mi nombre es Rocio, pero me puedes decir Ro o Rochi o como mas te guste. Tengo 14 y soy de Argentina, decidi empezar esta adaptacion porque AME este libro y me gustaria compartirlo con ustedes. Si quieren saber algo mas de mi pregunten, no muerdo(?
Muchas gracias por leer :)
PD: Por ahora ya no necesito mas chicas, cualquier cosa aviso.
¡PORFAVOR NO A LOS FANTASMAS!
Autor: Julia Hoban (es adaptada)
Adaptación: Si, del libro con ese mismo nombre.
Género: (Drama, Romance, etc.)
Advertencias: No voy a poder subir todos los dias, pero voy a tratar de hacerlo seguido!
Otras páginas: no.
Willow
Los padres de Willow murieron en un trágico accidente de coche, dejándola
no solo con el dolor que supone enfrentarse a una pérdida sino también con
el peso de la culpabilidad, ya que era ella quien conducía. Ocho meses
después, su hermano mayor casi no le habla, cree que sus compañeros de
clase le culpan por lo ocurrido y Willow se evade del sufrimiento con el que
carga marcando todo su cuerpo con las heridas del pasado. Pero cuando un
chico llamado Liam descubra su secreto, nacerá una intensa relación que
conseguirá sacarla de ese mundo extraño que ella misma se ha formado.
Es difícil guardar un secreto cuando lo llevas escrito por todo el
cuerpo
Capitulo -1
Quizá no sea más que un rasguño.
Willow Tomlinson observa a la chica que está sentada frente a ella. Hay quien se fijaría en ella porque es guapa. O por su espléndida melena pelirroja.
Si los chicos de la clase sefijaran, verían cómo se le transparenta el sujetador a través de la camiseta.
Sinembargo, Willow no puede apartar los ojos de otro detalle: una herida de un rojo
intenso que debe medir algo más de cinco centímetros y le atraviesa el brazo desde el
codo hasta la muñeca. Si se fija bien, incluso le parece ver restos de sangre seca.
¿Cómo se lo habrá hecho? No parece ese tipo de chica.
A lo mejor tiene un gato. Un montón de gatitos.
Sí, eso es. Así es como se lo ha hecho, jugando con su gato.
Willow se desploma en su asiento, pero su actitud no ha pasado desapercibida. La
chica se gira hacia sus amigas y empieza a susurrar.
Shhhhhhhhh...
¿Qué estarán diciendo?
Willow mira a las otras chicas con inseguridad. Le da mala espina que hablen de ella y
está bastante segura de lo que estarán diciendo.
Esa es la que no tiene padres.
No. Es la que mató a sus padres.
Los cuchicheos de las chicas le recuerdan el crujir de las hojas secas. Willow siempre ha
odiado ese sonido. Tiene que luchar para no taparse los oídos con las manos. No
quiere llamar más la atención sobre su persona. Pero tampoco puede hacer nada para
parar el torrente de ruido que sale de sus bocas. Shhhhhhhhhhhhhhhh...
Willow se levanta bruscamente. Uno de los cordones se le enreda con la pata de la silla
y pierde el equilibrio. Sus libros caen armando un tremendo escándalo y Willow
aguanta su pupitre intentando mantenerse en pie.
Silencio absoluto. Todo el mundo la mira.
Se da cuenta de que le arden las mejillas y se gira hacia las chicas que estaban
cuchicheando.
—¿Willow? —La voz de la señora Benson suena intranquila. Parece que no está
fingiendo, realmente está preocupada.
Es una buena profesora. Es buena con los niños gordos, y con los que tienen granos.
¿Por qué no con los niños huérfanos? ¿Por qué no con los asesinos?
—Yo... —Willow se pone de pie lentamente—. Yo... quería... ir al baño. —Las mejillas
le arden. Se avergüenza de su torpeza, y del modo en que ha mirado a aquellas chicas.
Y... ¿no se le habría podido ocurrir alguna excusa diferente?
La señora Benson asiente, aunque con una mirada titubeante, como si sospechara
algo.
En este momento a Willow ya no le importa nada. Solamente puede pensar en huir
rápidamente y dejar atrás todas aquellas sonrisitas arrogantes. Recoge sus libros y la
mochila, y en cuanto atraviesa la puerta empieza a correr pasillo abajo.
No, espera. No se permite correr por los pasillos. Frena y se pone a caminar. Eso es lo
último que necesita, que la trinquen por algo tan estúpido como correr por los pasillos.
El baño huele a tabaco. No hay nadie. Bien. La puerta de uno de los baños se balancea
medio abierta. La cierra de un puntapié y baja la tapa del inodoro antes de sentarse.
Busca algo dentro de su bolsa. Se exaspera al no encontrar lo que necesita tan
desesperadamente. ¿Y si se le ha olvidado? Cuando está a punto de abandonar toda
esperanza y ponerse a aullar como un perro, sus manos encuentran el deseado metal.
Con los dedos se asegura de que esté bien afilada. Perfecto, es una cuchilla nueva.
Las voces de las chicas resuenan en su interior. Su clamor le hace perder todo atisbo de
razón. Se sube la manga.
El pinchazo de la cuchilla acaba con el ruido. Hace desaparecer el recuerdo de sus
miradas inquisitivas. Willow se mira el brazo y observa la vida que surge de él.
Pequeños hilos de fluido rojo que se convierten en grandes peonías.
Peonías como las que solía plantar mi madre.
Willow cierra los ojos, como bebiendo el silencio. Su respiración es más profunda con
cada incursión de la cuchilla. El silencio reina a su alrededor. No como cuando tropezó
en clase. Ahora suena puro y perfecto.
Algo que duele tanto no es que te haga sentir bien exactamente. Es más la sensación
de que está bien, que es lo correcto. Y algo que está bien no puede ser malo. Tiene que
ser bueno.
Es bueno. Es mejor que bueno.
Es mejor que con cualquier tío.
Mejor que la leche materna.
Capitulo -2
—No, está en préstamo hasta el día veintiséis —dice la señorita Hamilton con una
sonrisa dinámica y profesional. Willow está de pie junto a ella tras el mostrador,
reprimiendo un bostezo. Está cansada. Gracias a Dios que su turno en la biblioteca está
a punto de acabar. Lanza una mirada furtiva al reloj. No exactamente a punto, aún le
quedan cuarenta y cinco minutos.
Willow sabe perfectamente que debería estar agradecida por tener este trabajo. Al fin
y al cabo, su hermano tuvo que mover un montón de hilos para conseguirlo. Trabaja
en la biblioteca de la universidad tres tardes a la semana. Gana algo de dinero. No el
suficiente, pero sí más del que ganaría si estuviera en su pueblo sirviendo helados en el
Häagen Dazs.
Por supuesto, allí todo el dinero que ganara sería para ella. Pero las cosas son un poco
diferentes ahora. Tiene que trabajar para ayudar a su hermano con los gastos. Ahora
debe preocuparse de cosas como la factura de la luz. Sin embargo, eso tampoco es tan
terrible. No en comparación con el resto de su vida.
—Creo que podemos conseguirlo por préstamo interbibliotecario —continúa la
señorita Hamilton—. Willow, ¿te encargas tú?
La señorita Hamilton la mira con severidad, dispuesta a atacar si comete cualquier
error. No es que sea mala persona. Es bastante simpática con el resto de la gente, es
solo que no le gusta tener a Willow merodeando por su biblioteca. La mayoría de
personas que trabajan para ella son estudiantes de universidad, y los que no, son
adultos que han elegido hacer carrera como bibliotecarios. Basta con decir que Willow
es la única estudiante de instituto que hay por aquí.
Es como con todo lo demás. Últimamente, es como si Willow no perteneciera a
ninguna parte.
Willow coge la ficha que el tipo ha rellenado con una caligrafía temblorosa y
enmarañada. Busca un complicado estudio sobre unos filósofos del siglo XII. Alza la
mirada para ver su cara. Es mayor. Bastante mayor. Debe rondar los setenta. Siempre
resulta interesante ver a los diferentes tipos de personas que se pasan por aquí.
—Debería llegar en un par de días —le dice mientras teclea el número de catálogo—.
¿Ha escrito su número de teléfono? —Vuelve a mirar la ficha—. Perfecto, le
llamaremos en cuanto nos llegue.
—Excelente —responde el hombre, con auténtico entusiasmo. Willow se fija en su
agradable sonrisa. Seguro que es un profesor de universidad jubilado al que todavía le
gusta leer. Le brillan los ojos ante la idea de poder tener el libro entre sus manos.
Su padre podría haber sido así en veinte años. La simple idea de poder leer una nueva monografía de una tribu perdida de Nueva Guinea hubiera sido motivo de nervios y emoción.
Hubiera sido.
Una ola de desesperación la invade por sorpresa. Incluso le cuesta mantenerse en pie.
Se aferra al mostrador con tanta fuerza que los nudillos se le ponen blancos. No puede
permitirse perder el control aquí. ¿Habría algún modo, alguno, de marcharse a hacer lo
que necesita sin que la señorita Hamilton se enfadara con ella? Willow mira su mochila
bajo una de las sillas. Solo con saber que están ahí ya se siente algo mejor. Aparta las
manos del mostrador y las aprieta contra sus brazos, deleitándose con el escozor que
le produce el contacto del algodón con las heridas abiertas. Eso le tendrá que valer por
ahora.
—¡Willow! —La voz de la señorita Hamilton suena con rotundidad. Es evidente que no
es la primera vez que la llama.
—¡Perdón! —Willow se incorpora sobresaltada. Hace lo posible por dejar de fijarse en
su mochila y centrarse en el rostro malhumorado de la señorita Hamilton.
—Necesito que vayas al depósito.
—De acuerdo —responde asintiendo con la cabeza, aunque en realidad odia ir al
depósito. Está lleno de estanterías y pilas de libros enterradas en una montaña de
polvo. Además, le da miedo. Circulan algunas historias de fantasmas. No es que ella
crea en esas cosas pero...
—Este joven ha olvidado allí su carné de identidad. Debes acompañarle.
Willow se fija en el chico que está apoyado en el mostrador detrás de la señorita Hamilton.
Este no tiene precisamente setenta años. Es un chico que, como mucho, tendrá unos años más
que ella. El joven se aparta un mechón de pelo de los ojos y esboza una sonrisa perezosa.
La señorita Hamilton asiente y se marcha, pero el chico continúa ahí. La está mirando.
Willow siente cómo él observa cada uno de sus movimientos mientras ella termina de
encargar el préstamo interbibliotecario. Willow está segura de que se está
comportando como una paranoica, pero le aterroriza la mirada insistente del chico. Le
recuerda a las chicas de la escuela. No le gusta la idea de tener que subir al depósito
con él y, para postergar el momento, se toma más tiempo del necesario para rellenar
el formulario.
—¿Qué? ¿Cómo va eso? —dice el chico tras un par de minutos. Empieza a impacientarse.
Golpea el mostrador con los dedos y su voz suena diferente. Parece que ya no está tan interesado
en ella.
Willow suspira aliviada. A esto sí que puede enfrentarse.
—Sí, claro. Un segundo —contesta con un tono de voz parecido.
—¿Por qué no me dejas que termine yo con esto? —le dice Zayn, mientras coge la
ficha del hombre del siglo xil—. Zayn es uno de los estudiantes universitarios, casi de
la edad de su hermano. A Willow le gusta. —En fin, todo lo que le puede gustar alguien
en esta época de su vida. Se porta bien con ella y la ha sacado de más de un apuro.
—Gracias —contesta en un susurro. En realidad desearía que la dejara a ella acabando
el trabajo en el ordenador y que fuera él quien acompañara al chico al depósito.
—Bueno. Vamos allá. —Willow camina unos pasos por delante de él, hacia el ascensor.
—¿Sabes dónde está esto? —pregunta, mirando la ficha que ha rellenado el chico—. No
importa, ya lo hago yo. —Entra en el ascensor y aprieta el botón para ir al undécimo piso. Las
puertas se cierran y se quedan a solas. Willow fija la mirada en los números que se iluminan.
—Me llamo Liam —dice, después de un momento—. ¿Y tú?
—Willow.
—Willow... —Hace una pausa, obviamente esperando una respuesta—. ¿Willow? —le
repite, después de un segundo—. ¿Willow qué más?
A Willow no se le ocurre ninguna manera de contestarle sin ser absolutamente
grosera.
—Tomlinson —le dice.
—¿Eres familia de Louis Tomlinson? —le pregunta, observándola con curiosidad—. Ya me había parecido que me sonaba tu cara. El año pasado hice antropología con él. Es genial.
—Es mi hermano —le contesta Willow en un tono que pretende acabar con esta
conversación. Su charla está empezando a ponerla nerviosa.
—Entonces tú no estudias aquí, ¿verdad? —le pregunta mientras frunce el ceño—.
Pareces un poco joven. ¿Cómo has conseguido este trabajo?
Willow no le contesta enseguida. Empieza a sentirse un poco incómoda con todas las
preguntas que le hace. Empieza a contar los pisos que faltan en voz baja. Solo desea
que se acabe el trayecto.
—Normalmente solo contratan a estudiantes de la universidad, si no, ya habría
intentado conseguir un trabajo aquí. Me encantaría trabajar en la biblioteca. —El chico
tiene una expresión agradable, y su tono de voz es afable. Si se ha dado cuenta de su
tono distante, no parece importarle.
—Y si no eres universitario, ¿qué haces aquí? —pregunta Willow, confusa.
—Mi instituto tiene un programa que te permite coger algunas optativas en la
universidad—contesta—. ¿Y tú? ¿Cómo conseguiste este trabajo?
—Ahora estoy viviendo con mi hermano —dice Willow tras unos segundos—. Él lo
arregló todo. —El ascensor se para y los dos chicos se bajan.
El depósito está oscuro. Hay un interruptor para las luces que Willow se apresura en
apretar. Parpadea mientras sus ojos se acostumbran a la luz. Sus miradas se
encuentran y por un momento, Willow tiene la sensación de sentirse igual que lo haría
cualquier otra chica de su edad al estar a solas con un chico guapo. Está un poco
nerviosa y siente vergüenza y atracción a la vez.
Willow avanza, alejándose de él tanto como puede. Ahora mismo no puede
enfrentarse a algo así.
—¡Eh, cuidado! —
Hola! Mi nombre es Rocio, pero me puedes decir Ro o Rochi o como mas te guste. Tengo 14 y soy de Argentina, decidi empezar esta adaptacion porque AME este libro y me gustaria compartirlo con ustedes. Si quieren saber algo mas de mi pregunten, no muerdo(?
Muchas gracias por leer :)
PD: Por ahora ya no necesito mas chicas, cualquier cosa aviso.
¡PORFAVOR NO A LOS FANTASMAS!
Última edición por Mrs. Styhorapaylikson el Vie 16 Nov 2012, 10:42 am, editado 9 veces
Mrs. Styhorapaylikson
Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]
Primera lectora!! Me llamo Raquel pero me puedes decir Rocky. Siguela pronto!! Puedo estar con Harry?? Me encanto!! Saludos!!! :3
DJ Rocky!! :)x
Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]
SEGUNDA LECTORA
HOLAAAAAAAAAAA DHNFIUS AMOO TU NOVELA SIGUELAA EJJE VI QUE OCUPAS CHICAS YO ME PUEDO PONER COMO TU AMIGO O CON LOUIS:) BESITOOOS:)
OH SE ME OLVIDA ME LLAMO PAOLA:) Y SOY DE MEXICO!! :)
HOLAAAAAAAAAAA DHNFIUS AMOO TU NOVELA SIGUELAA EJJE VI QUE OCUPAS CHICAS YO ME PUEDO PONER COMO TU AMIGO O CON LOUIS:) BESITOOOS:)
OH SE ME OLVIDA ME LLAMO PAOLA:) Y SOY DE MEXICO!! :)
king.kylie
Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]
rocky 96 escribió:Primera lectora!! Me llamo Raquel pero me puedes decir Rocky. Siguela pronto!! Puedo estar con Harry?? Me encanto!! Saludos!!! :3
Hola Rocky, Muchas gracias :) claro puedes estar con Harry.
Mrs. Styhorapaylikson
Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]
Anapaola escribió:SEGUNDA LECTORA
HOLAAAAAAAAAAA DHNFIUS AMOO TU NOVELA SIGUELAA EJJE VI QUE OCUPAS CHICAS YO ME PUEDO PONER COMO TU AMIGO O CON LOUIS:) BESITOOOS:)
OH SE ME OLVIDA ME LLAMO PAOLA:) Y SOY DE MEXICO!! :)
Hola Paola :) claro puedes estar con louis, muchas gracias por leer!
Mrs. Styhorapaylikson
Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]
Mrs. Styhorapaylikson escribió:rocky 96 escribió:Primera lectora!! Me llamo Raquel pero me puedes decir Rocky. Siguela pronto!! Puedo estar con Harry?? Me encanto!! Saludos!!! :3
Hola Rocky, Muchas gracias :) claro puedes estar con Harry.
Gracias!! Tengo que mandarte algo?? :scratch:
DJ Rocky!! :)x
Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]
Holaa yo puedo estar con Niall? me encanto la nove
{Maru.}
Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]
Una pregunta puedo estar con Zayn? si no hay problema
Invitado
Invitado
Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]
Butterflies escribió:Una pregunta puedo estar con Zayn? si no hay problema
Lo lamento pero Zayn no aparece mucho en esta novela, si quieres puedo ponerte como la mejor amiga de la protagonista, por ahora es el unico personaje que me falta... Gracias por leer :)
Mrs. Styhorapaylikson
Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]
Ok no hay ProblemaMrs. Styhorapaylikson escribió:Butterflies escribió:Una pregunta puedo estar con Zayn? si no hay problema
Lo lamento pero Zayn no aparece mucho en esta novela, si quieres puedo ponerte como la mejor amiga de la protagonista, por ahora es el unico personaje que me falta... Gracias por leer :)
Invitado
Invitado
Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]
Capitulo -3
—¡Eh, cuidado! —Liam la coge de la mano para intentar evitar que se dé de bruces
contra las estanterías metálicas. Willow retira el brazo rápidamente, y se sorprende de lo mucho que le ha afectado el contacto de su piel. Es como si su mano ardiera como
una cuchilla... pero el efecto es un poco diferente. La cuchilla la aturde, le hace olvidar,
pero esto... bueno... Tiembla y empieza a frotarse los brazos compulsivamente.
—¿Tienes frío? —le pregunta, alzando una ceja.
—Estoy bien, gracias. Yo... Vamos, busquemos tu libro, ¿vale?
Willow vuelve a comprobar la signatura y se vuelve hacia los estantes. Enseguida da
con el libro y se dispone a entregárselo al chico cuando se percata del título y se queda
paralizada.
—¿Va todo bien? —Liam la mira con el ceño fruncido.
—Oh, sí... Es que... —La voz de Willow se va apagando. No puede dejar de mirar el libro. Vaya,
no debería sorprenderse tanto. El chico ya le había comentado algo de antropología, y este
título es un clásico.
—¿Conoces este libro? Quiero decir, ¿has leído Tristes trópicos! —le pregunta
mientras se lo coge de las manos.
—Sí, de hecho, un par de veces —contesta Willow tras unos segundos de silencio.
Cierra los ojos un momento y visualiza el estudio de sus padres con las paredes
repletas de libros. Tristes trópicos, tercer estante, segundo libro empezando por la derecha.
—¡No había conocido a nadie que lo hubiera leído! —Liam parece impresionado—. Es
genial, ¿verdad? —comenta perdiéndose entre las páginas—. Supongo que tu
hermano te habrá hablado de él. Si no fuera por este libro, ni siquiera me hubiera
matriculado en sus clases.
—¿Qué quieres decir?
—Bueno, el año pasado, justo antes de empezar las clases aquí, estaba paseando por
el centro tratando de decidir qué asignatura hacer. Pensaba que acabaría escogiendo
algo tipo química o mates, porque quedaba muy bien en mi expediente y me podía
ayudar a entrar en una buena universidad. En fin, se puso a llover y me metí en una
tienda de libros de segunda mano. Uno de estos cayó literalmente de uno de los
estantes mientras buscaba otra cosa. Lo abrí y cuatro horas después continuaba allí,
leyendo. Fue entonces cuando decidí que haría antropología.
—¿De veras? —Contra su propia voluntad, Willow no puede evitar sentir curiosidad.
Ella tampoco había conocido antes a nadie (a nadie de su edad, se entiende) que
hubiera leído el libro, así que ni hablar de alguien tan fascinado por él.
—Sí, en serio —asiente Liam—. Es como una historia de aventuras, ¿verdad?
—¡Sí, exacto! —A Willow se le ilumina la cara. Por un segundo se olvida de que Tristes
trópicos era el libro favorito de su padre. Se olvida de las tardes lluviosas de sábado
que ella pasaba junto a la ventana escudriñando todos los libros favoritos de su padre.
Se olvida de que ya no tiene un padre, e incluso olvida ser infeliz—. Es como una
historia de aventuras —continúa—, pero ¿sabes qué es lo más divertido? ¿Te acuerdas
de cómo en la primera página explica que ni siquiera le gustan las historias de
aventuras?
—Sí —dice Liam, riendo—. ¡Y después va y escribe una!
Las luces se apagan de repente y los dos se quedan de pie en la oscuridad un instante
antes de que Liam vuelva a pulsar el interruptor. Entonces, se sienta en el suelo, como
si eso fuera la cosa más natural del mundo, como si pasar el tiempo hablando con ella
fuera lo mejor que puede hacer.
Willow no sabe muy bien qué hacer. Se siente cómoda hablando con él, pero lo que
sintió cuando le cogió la mano, eso no fue para nada agradable. Busca su cara. No
parece que tenga en mente nada más aparte de los libros.
Un instante después, Willow está sentada junto a él.
—¿Para qué lo necesitas? —Señala la copia de Tristes trópicos—. ¿Qué pasó con el que compraste en la librería de segunda mano? —En realidad no le importa en absoluto lo que le haya pasado con el libro; de hecho es una pregunta un poco estúpida. Estúpida y aburrida, pero no se le ocurre qué más decir, y no está tan a gusto como para estar sentada con él en silencio.
—Lo perdí en el metro. —Liam se encoge de hombros—. Debería comprarme otro, pero
estoy un poco mal de pasta últimamente. ¿Conoces el sitio del que te hablo? —Deja el
libro en el suelo y se vuelve para mirarla—. Me imagino que tu hermano debe de
haberte llevado allí miles de veces. Siempre que voy está lleno de profesores.
Willow lo piensa un minuto.
—¿Está camino del centro —pregunta— y, aunque es un local inmenso, está todo
hacinado?
—Exacto —asiente Liam—. Casi no puedes ni moverte. Es como si los libros lo hubieran
invadido todo. Los estantes están a rebosar y hay tantos libros apilados en el suelo que
es casi imposible caminar.
—Y tiene un olor extraño —dice Willow—. Pero no en plan libros viejos y cosas
antiguas, sino en plan... —Se detiene un momento.
—Un poco en plan sucio y guarro —acaba Liam. —Sí, eso mismo —ríe Willow—. Y los
empleados son muy maleducados.
—Si les preguntas algo parece que les estás molestando. —Y es casi imposible
encontrar algo por ti mismo, porque lo ordenan todo sin ninguna lógica.
—Y el lugar, para empezar, está tan lejos de cualquier parte que uno no puede evitar
preguntarse para qué irá la gente allí. Pero sin embargo es realmente... —Fabuloso —
le interrumpe Willow. —Así que lo conoces. —Liam le sonríe. Para de hablar y observa
detenidamente su cara. Willow se mueve, incómoda. De repente, es como si fuera
extremadamente consciente del silencio que impera en el depósito, del silencio y de la
soledad. —La verdad es que no te pareces tanto a tu hermano —continúa Liam después
de un instante—. Quiero decir, que no creo que sea de eso que me suena tu cara.
Willow no sabe muy bien adonde quiere ir a parar con todo esto, pero se da cuenta de
que se siente mucho menos a gusto que hace unos minutos.
—¡Pero qué tonto soy! —exclama Liam—. No me lo puedo creer. ¿Tú no vas a mi
instituto? De eso te conozco. Te he visto por los pasillos. Eres nueva de este año, ¿no?
Willow está demasiado sorprendida para contestar. ¿Van al mismo instituto? ¿La
conoce? ¿Sabe cosas de ella? Willow se pone en pie.
—Me tengo que ir —contesta alarmada—. No debería haberme quedado aquí tanto
rato.
—Sí, claro. —Liam se levanta y la sigue hacia el ascensor. Willow camina tan rápido que
prácticamente corre.
Willow es incapaz de mirarlo. Clava la vista en el suelo del ascensor, en el techo, en
cualquier cosa que no sea su cara. Es como si ese breve y agradable intervalo no
hubiera existido. Se siente usada. Usada y estúpida. ¿Lo había sabido él desde el
principio? ¿Toda aquella conversación no habría sido más que una farsa para poder
explicar después a sus amigos que había conseguido hablar con la chica nueva? ¿Con la
rara, con la que había matado a sus padres?
El deseo de cortarse es cada vez más latente, incluso más fuerte que en el mostrador.
Tiene que deshacerse del chico. Necesita estar sola.
—Escucha, ¿crees que...?
—Me tengo que ir —dice Willow. Sale disparada del ascensor dejando a Liam tras ella, y
se lanza contra la señorita Hamilton. Por primera vez, su ceño fruncido le parece
agradable.
—Pues sí que te lo has tomado con calma —le dice la señorita Hamilton con
desconfianza.
—Me... me ha costado un poco encontrar lo que estaba buscando. —Willow ocupa su
lugar junto a ella tras el mostrador.
—Ya deberías estar familiarizada con las signaturas —replica la señorita Hamilton. Las
excusas no sirven de nada con ella.
—Venga, vamos, a mí me costó siglos orientarme por el depósito. —Zayn le lanza a
Willow una sonrisa amistosa.
—Supongo. —La señorita Hamilton mira a sus dos empleados—. De acuerdo.
Entonces, supongo que ya has acabado por hoy, Willow. Nos vemos dentro de unos
días.
Willow mira el reloj sorprendida. No tenía ni idea de que ya hubiera terminado su
turno. La señorita Hamilton tenía razón, llevaba un buen rato allí arriba. No se había
dado cuenta de que llevaran tanto tiempo hablando.
Bueno, un día más que no tengo que volver a soportar, piensa mientras recoge la bolsa y sale disparada por la puerta.
Willow se abre paso entre los estudiantes que se agolpan alrededor de la entrada de la
biblioteca, ensuciando el aire con el humo de sus cigarrillos, y se dirige hacia el
aparcamiento de bicicletas. Le lleva un instante recordar que ya no tiene bici, que se la
dejó en casa de sus padres, apoyada en la pared del garaje. Una lástima, la verdad. Si la
tuviera, sería mucho más fácil trasladarse del trabajo a casa.
Pero ¿por qué la vida debería ser más fácil, al fin y al cabo?
Capitulo -4
Sale del campus a la calle. Dos travesías y habrá llegado al parque. Por alguna razón,
estar rodeada de árboles le hace sentirse mejor.
Pero no lo suficiente, piensa mientras palpa la mochila. Nunca es lo suficiente.
Sin bicicleta tarda unos veinte minutos para ir al piso de su hermano. Bueno, de su
hermano, de la mujer de su hermano, Paola, y de la hijita de ambos. Tampoco es un
mal sitio. Louis, Paola e Isabelle viven abajo y ella ocupa el antiguo despacho de Louis,
la habitación para el servicio, arriba de todo. Es bastante mejor de cómo suena. Su
habitación es bastante pequeña, pero tiene un toque especial. Parece salida de un
cuento de hadas, o de una película sobre París. Tiene una increíble vista al parque.
Paola hizo un buen trabajo arreglándola para diseñar colgando largas cortinas y pintando las paredes de un pálido color manzana. Aunque no es que a Willow le importe mucho todo eso.
—¿Hacia dónde vas?
Willow se vuelve sorprendida. No tenía ni idea de que tuviera a Liam detrás de ella. ¿La
estaba siguiendo? ¿Es que quiere saber más, tal vez incluso conseguir que le dé algún
detalle morboso?
—¿Vas hacia el parque? —le pregunta, siguiéndola a pocos pasos—. Yo siempre voy
por allí.
Willow quiere preguntarle qué sabe exactamente de ella, pero no sabe muy bien cómo
hacerlo. Quiere preguntarle si antes le estaba tomando el pelo deliberadamente, o si
realmente no la había reconocido. Al fin y al cabo, es posible que sea verdad, ella
tampoco lo había reconocido. Pero está perdida en su propio mundo. Últimamente
nada es capaz de impresionarla. Como la chica nueva del instituto, está destinada a
llamar la atención aunque no lleve la letra A escarlata bordada en el pecho.
—¡Eh, Liam, espera! —Un chico alto, de pelo rubio, llama a Liam desde la acera de
enfrente. Corre hacia ellos con una pila de libros bajo el brazo.
—Niall, ¿qué haces por aquí?
Liam se para un momento.
—He ido a pedir información sobre unos cursos.
Niall mira a Willow y a Liam varias veces.
—Oh, perdona. Te presento a Willow. Va a nuestro instituto.
—¿Ah, sí? —Niall le sonríe—. ¿Eres nueva? No te había visto nunca antes.
—Sí, soy nueva —contesta Willow. Observa al chico con atención. Parece que está
siendo sincero, y se siente algo mejor. Posiblemente no destaque tanto como ella
piensa.
—Podemos hablar si has pensado en matricularte aquí. Yo ya he mirado un par de
posibilidades.
Liam le pasa a Niall una hoja llena de apuntes sobre cursos y números de referencia.
—Sí, la verdad es que debería matricularme en alguno de estos. —Niall le echa una
ojeada al papel—. Pero por otra parte, me atrae la idea de no complicarme la vida el
último año de instituto.
Willow ya no es el centro de atención, y suspira aliviada. Debería aprovechar para
marcharse ahora que la situación es buena.
—Oye, yo me tengo que ir —susurra, esbozando una pequeña sonrisa.
—¡Claro! Niall, luego te llamo. —Para sorpresa de Willow, Liam se despide de su
amigo y continúa caminando a su lado—. Bueno, ¿adónde vas?
—A casa. —Aunque la llame así, Willow se da cuenta de que no es la palabra más
adecuada. El apartamento de su hermano puede ser su casa actualmente, pero ella no
la siente como su hogar. En absoluto.
—¿Quieres que paremos por el camino y tomemos un café? —le pregunta Liam.
No.
No quiere tomar ningún café. Quiere estar sola. Sin embargo, no puede evitar pensar
que, en el pueblo, cualquiera de sus amigas estaría emocionada por que un chico como
Liam le pidiera para salir. Se pregunta cómo se hubiera sentido si le hubiera hecho la
misma propuesta, digamos, hace un año. ¿Se habría sentido halagada? ¿Le hubiera
gustado la idea? ¿Le habría gustado él? Willow hace un esfuerzo por imaginar cómo
hubiera actuado el invierno pasado. Pues claro que le hubiera gustado. ¿Y por qué no
iba a gustarle? Es lindo y hasta lee libros. Una pena que la chica del año pasado haya
muerto.
—Bueno, y ¿qué me dices? —El chico se cuelga la mochila del hombro derecho y
esboza una sonrisa—. Hay un local genial unas cuantas calles más allá. El mejor
capuccino que hayas probado nunca, y las pastas no están nada mal.
Primero un café, luego vendrá una película. Después unos cuantos paseos por el
parque. Willow ya sabe cómo funcionan este tipo de cosas. Y más adelante vendrán los
sentimientos. Solamente de pensar en ello se le pone la carne de gallina. Ella ya ha
terminado con sus sentimientos. No quiere volver a sentir en lo que le queda de vida.
—No, gracias. —Incluso a ella le choca lo fría y seca que ha sonado la respuesta.
Perfecto.
Liam se encoge de hombros. Parece un poco decepcionado.
La vida está llena de decepciones, Liam. Willow le da una patada a una piedra del
camino.
—De acuerdo, otra vez será. —Pero por alguna razón, no se despide. Sigue caminando
junto a ella.
¿Por qué no se marcha? Willow se impacienta. A lo mejor le gusta lo que oye. Quizás está buscando un desafío.
Por un momento se pregunta qué pensaría él si viera las marcas de heridas en sus
brazos. ¿Sería eso suficiente reto para él? Nunca se las ha enseñado a nadie, y por
supuesto, él no va a ser el primero. Pero, aun así, ¿cómo puede quitárselo de encima?
—¿Cómo es que estás viviendo con tu hermano? —le pregunta Liam—. ¿Es que tus
padres se han tomado un año sabático? Porque me acuerdo que tu hermano comentó
que eran especialistas en el mismo campo. —Vuelve a sonreír, totalmente ajeno al
efecto que está teniendo sobre ella.
¿Será como Niall? ¿Verdaderamente no sabe nada de ella? ¿O es que está
esperando a oír las palabras?
En cualquier caso, él ya le ha dado una alternativa. Ahora ya sabe cómo librarse de él.
—No se han tomado un año sabático. —La voz de Willow suena con dureza. Para de
andar, se gira y mira a Liam sin vacilar. Directamente a los ojos. Tan de cerca que puede
ver su iris color miel surcado por motas marrones. Tiene unos ojos bonitos, pero eso a
ella difícilmente le puede importar ahora. Él le devuelve la mirada. Ya no sonríe, sino
que la mira con la misma intensidad. Cualquiera que pasara ahora junto a ellos
pensaría que son pareja. Deben hacer una bonita estampa allí de pie, mirándose
fijamente bajo la bóveda que crean las frondosas copas de los árboles.
—Pero tus padres son profes, ¿no? —Él rompe el silencio—. Tu padre es antropólogo y
tu madre arqueóloga. Porque una vez yo fui...
—Están muertos. —Willow pronuncia las palabras con frialdad e indiferencia. Le gusta
ver cómo se pone pálido Liam—. Muertos —repite para asegurarse de que le ha quedado claro—. Y yo los maté.
Hola chicas, muchas gracias por leer :) aca les dejo el tercer y cuarto capitulo, espero que les guste...
¡PORFAVOR NO A LOS FANTASMAS!
—¡Eh, cuidado! —Liam la coge de la mano para intentar evitar que se dé de bruces
contra las estanterías metálicas. Willow retira el brazo rápidamente, y se sorprende de lo mucho que le ha afectado el contacto de su piel. Es como si su mano ardiera como
una cuchilla... pero el efecto es un poco diferente. La cuchilla la aturde, le hace olvidar,
pero esto... bueno... Tiembla y empieza a frotarse los brazos compulsivamente.
—¿Tienes frío? —le pregunta, alzando una ceja.
—Estoy bien, gracias. Yo... Vamos, busquemos tu libro, ¿vale?
Willow vuelve a comprobar la signatura y se vuelve hacia los estantes. Enseguida da
con el libro y se dispone a entregárselo al chico cuando se percata del título y se queda
paralizada.
—¿Va todo bien? —Liam la mira con el ceño fruncido.
—Oh, sí... Es que... —La voz de Willow se va apagando. No puede dejar de mirar el libro. Vaya,
no debería sorprenderse tanto. El chico ya le había comentado algo de antropología, y este
título es un clásico.
—¿Conoces este libro? Quiero decir, ¿has leído Tristes trópicos! —le pregunta
mientras se lo coge de las manos.
—Sí, de hecho, un par de veces —contesta Willow tras unos segundos de silencio.
Cierra los ojos un momento y visualiza el estudio de sus padres con las paredes
repletas de libros. Tristes trópicos, tercer estante, segundo libro empezando por la derecha.
—¡No había conocido a nadie que lo hubiera leído! —Liam parece impresionado—. Es
genial, ¿verdad? —comenta perdiéndose entre las páginas—. Supongo que tu
hermano te habrá hablado de él. Si no fuera por este libro, ni siquiera me hubiera
matriculado en sus clases.
—¿Qué quieres decir?
—Bueno, el año pasado, justo antes de empezar las clases aquí, estaba paseando por
el centro tratando de decidir qué asignatura hacer. Pensaba que acabaría escogiendo
algo tipo química o mates, porque quedaba muy bien en mi expediente y me podía
ayudar a entrar en una buena universidad. En fin, se puso a llover y me metí en una
tienda de libros de segunda mano. Uno de estos cayó literalmente de uno de los
estantes mientras buscaba otra cosa. Lo abrí y cuatro horas después continuaba allí,
leyendo. Fue entonces cuando decidí que haría antropología.
—¿De veras? —Contra su propia voluntad, Willow no puede evitar sentir curiosidad.
Ella tampoco había conocido antes a nadie (a nadie de su edad, se entiende) que
hubiera leído el libro, así que ni hablar de alguien tan fascinado por él.
—Sí, en serio —asiente Liam—. Es como una historia de aventuras, ¿verdad?
—¡Sí, exacto! —A Willow se le ilumina la cara. Por un segundo se olvida de que Tristes
trópicos era el libro favorito de su padre. Se olvida de las tardes lluviosas de sábado
que ella pasaba junto a la ventana escudriñando todos los libros favoritos de su padre.
Se olvida de que ya no tiene un padre, e incluso olvida ser infeliz—. Es como una
historia de aventuras —continúa—, pero ¿sabes qué es lo más divertido? ¿Te acuerdas
de cómo en la primera página explica que ni siquiera le gustan las historias de
aventuras?
—Sí —dice Liam, riendo—. ¡Y después va y escribe una!
Las luces se apagan de repente y los dos se quedan de pie en la oscuridad un instante
antes de que Liam vuelva a pulsar el interruptor. Entonces, se sienta en el suelo, como
si eso fuera la cosa más natural del mundo, como si pasar el tiempo hablando con ella
fuera lo mejor que puede hacer.
Willow no sabe muy bien qué hacer. Se siente cómoda hablando con él, pero lo que
sintió cuando le cogió la mano, eso no fue para nada agradable. Busca su cara. No
parece que tenga en mente nada más aparte de los libros.
Un instante después, Willow está sentada junto a él.
—¿Para qué lo necesitas? —Señala la copia de Tristes trópicos—. ¿Qué pasó con el que compraste en la librería de segunda mano? —En realidad no le importa en absoluto lo que le haya pasado con el libro; de hecho es una pregunta un poco estúpida. Estúpida y aburrida, pero no se le ocurre qué más decir, y no está tan a gusto como para estar sentada con él en silencio.
—Lo perdí en el metro. —Liam se encoge de hombros—. Debería comprarme otro, pero
estoy un poco mal de pasta últimamente. ¿Conoces el sitio del que te hablo? —Deja el
libro en el suelo y se vuelve para mirarla—. Me imagino que tu hermano debe de
haberte llevado allí miles de veces. Siempre que voy está lleno de profesores.
Willow lo piensa un minuto.
—¿Está camino del centro —pregunta— y, aunque es un local inmenso, está todo
hacinado?
—Exacto —asiente Liam—. Casi no puedes ni moverte. Es como si los libros lo hubieran
invadido todo. Los estantes están a rebosar y hay tantos libros apilados en el suelo que
es casi imposible caminar.
—Y tiene un olor extraño —dice Willow—. Pero no en plan libros viejos y cosas
antiguas, sino en plan... —Se detiene un momento.
—Un poco en plan sucio y guarro —acaba Liam. —Sí, eso mismo —ríe Willow—. Y los
empleados son muy maleducados.
—Si les preguntas algo parece que les estás molestando. —Y es casi imposible
encontrar algo por ti mismo, porque lo ordenan todo sin ninguna lógica.
—Y el lugar, para empezar, está tan lejos de cualquier parte que uno no puede evitar
preguntarse para qué irá la gente allí. Pero sin embargo es realmente... —Fabuloso —
le interrumpe Willow. —Así que lo conoces. —Liam le sonríe. Para de hablar y observa
detenidamente su cara. Willow se mueve, incómoda. De repente, es como si fuera
extremadamente consciente del silencio que impera en el depósito, del silencio y de la
soledad. —La verdad es que no te pareces tanto a tu hermano —continúa Liam después
de un instante—. Quiero decir, que no creo que sea de eso que me suena tu cara.
Willow no sabe muy bien adonde quiere ir a parar con todo esto, pero se da cuenta de
que se siente mucho menos a gusto que hace unos minutos.
—¡Pero qué tonto soy! —exclama Liam—. No me lo puedo creer. ¿Tú no vas a mi
instituto? De eso te conozco. Te he visto por los pasillos. Eres nueva de este año, ¿no?
Willow está demasiado sorprendida para contestar. ¿Van al mismo instituto? ¿La
conoce? ¿Sabe cosas de ella? Willow se pone en pie.
—Me tengo que ir —contesta alarmada—. No debería haberme quedado aquí tanto
rato.
—Sí, claro. —Liam se levanta y la sigue hacia el ascensor. Willow camina tan rápido que
prácticamente corre.
Willow es incapaz de mirarlo. Clava la vista en el suelo del ascensor, en el techo, en
cualquier cosa que no sea su cara. Es como si ese breve y agradable intervalo no
hubiera existido. Se siente usada. Usada y estúpida. ¿Lo había sabido él desde el
principio? ¿Toda aquella conversación no habría sido más que una farsa para poder
explicar después a sus amigos que había conseguido hablar con la chica nueva? ¿Con la
rara, con la que había matado a sus padres?
El deseo de cortarse es cada vez más latente, incluso más fuerte que en el mostrador.
Tiene que deshacerse del chico. Necesita estar sola.
—Escucha, ¿crees que...?
—Me tengo que ir —dice Willow. Sale disparada del ascensor dejando a Liam tras ella, y
se lanza contra la señorita Hamilton. Por primera vez, su ceño fruncido le parece
agradable.
—Pues sí que te lo has tomado con calma —le dice la señorita Hamilton con
desconfianza.
—Me... me ha costado un poco encontrar lo que estaba buscando. —Willow ocupa su
lugar junto a ella tras el mostrador.
—Ya deberías estar familiarizada con las signaturas —replica la señorita Hamilton. Las
excusas no sirven de nada con ella.
—Venga, vamos, a mí me costó siglos orientarme por el depósito. —Zayn le lanza a
Willow una sonrisa amistosa.
—Supongo. —La señorita Hamilton mira a sus dos empleados—. De acuerdo.
Entonces, supongo que ya has acabado por hoy, Willow. Nos vemos dentro de unos
días.
Willow mira el reloj sorprendida. No tenía ni idea de que ya hubiera terminado su
turno. La señorita Hamilton tenía razón, llevaba un buen rato allí arriba. No se había
dado cuenta de que llevaran tanto tiempo hablando.
Bueno, un día más que no tengo que volver a soportar, piensa mientras recoge la bolsa y sale disparada por la puerta.
Willow se abre paso entre los estudiantes que se agolpan alrededor de la entrada de la
biblioteca, ensuciando el aire con el humo de sus cigarrillos, y se dirige hacia el
aparcamiento de bicicletas. Le lleva un instante recordar que ya no tiene bici, que se la
dejó en casa de sus padres, apoyada en la pared del garaje. Una lástima, la verdad. Si la
tuviera, sería mucho más fácil trasladarse del trabajo a casa.
Pero ¿por qué la vida debería ser más fácil, al fin y al cabo?
Capitulo -4
Sale del campus a la calle. Dos travesías y habrá llegado al parque. Por alguna razón,
estar rodeada de árboles le hace sentirse mejor.
Pero no lo suficiente, piensa mientras palpa la mochila. Nunca es lo suficiente.
Sin bicicleta tarda unos veinte minutos para ir al piso de su hermano. Bueno, de su
hermano, de la mujer de su hermano, Paola, y de la hijita de ambos. Tampoco es un
mal sitio. Louis, Paola e Isabelle viven abajo y ella ocupa el antiguo despacho de Louis,
la habitación para el servicio, arriba de todo. Es bastante mejor de cómo suena. Su
habitación es bastante pequeña, pero tiene un toque especial. Parece salida de un
cuento de hadas, o de una película sobre París. Tiene una increíble vista al parque.
Paola hizo un buen trabajo arreglándola para diseñar colgando largas cortinas y pintando las paredes de un pálido color manzana. Aunque no es que a Willow le importe mucho todo eso.
—¿Hacia dónde vas?
Willow se vuelve sorprendida. No tenía ni idea de que tuviera a Liam detrás de ella. ¿La
estaba siguiendo? ¿Es que quiere saber más, tal vez incluso conseguir que le dé algún
detalle morboso?
—¿Vas hacia el parque? —le pregunta, siguiéndola a pocos pasos—. Yo siempre voy
por allí.
Willow quiere preguntarle qué sabe exactamente de ella, pero no sabe muy bien cómo
hacerlo. Quiere preguntarle si antes le estaba tomando el pelo deliberadamente, o si
realmente no la había reconocido. Al fin y al cabo, es posible que sea verdad, ella
tampoco lo había reconocido. Pero está perdida en su propio mundo. Últimamente
nada es capaz de impresionarla. Como la chica nueva del instituto, está destinada a
llamar la atención aunque no lleve la letra A escarlata bordada en el pecho.
—¡Eh, Liam, espera! —Un chico alto, de pelo rubio, llama a Liam desde la acera de
enfrente. Corre hacia ellos con una pila de libros bajo el brazo.
—Niall, ¿qué haces por aquí?
Liam se para un momento.
—He ido a pedir información sobre unos cursos.
Niall mira a Willow y a Liam varias veces.
—Oh, perdona. Te presento a Willow. Va a nuestro instituto.
—¿Ah, sí? —Niall le sonríe—. ¿Eres nueva? No te había visto nunca antes.
—Sí, soy nueva —contesta Willow. Observa al chico con atención. Parece que está
siendo sincero, y se siente algo mejor. Posiblemente no destaque tanto como ella
piensa.
—Podemos hablar si has pensado en matricularte aquí. Yo ya he mirado un par de
posibilidades.
Liam le pasa a Niall una hoja llena de apuntes sobre cursos y números de referencia.
—Sí, la verdad es que debería matricularme en alguno de estos. —Niall le echa una
ojeada al papel—. Pero por otra parte, me atrae la idea de no complicarme la vida el
último año de instituto.
Willow ya no es el centro de atención, y suspira aliviada. Debería aprovechar para
marcharse ahora que la situación es buena.
—Oye, yo me tengo que ir —susurra, esbozando una pequeña sonrisa.
—¡Claro! Niall, luego te llamo. —Para sorpresa de Willow, Liam se despide de su
amigo y continúa caminando a su lado—. Bueno, ¿adónde vas?
—A casa. —Aunque la llame así, Willow se da cuenta de que no es la palabra más
adecuada. El apartamento de su hermano puede ser su casa actualmente, pero ella no
la siente como su hogar. En absoluto.
—¿Quieres que paremos por el camino y tomemos un café? —le pregunta Liam.
No.
No quiere tomar ningún café. Quiere estar sola. Sin embargo, no puede evitar pensar
que, en el pueblo, cualquiera de sus amigas estaría emocionada por que un chico como
Liam le pidiera para salir. Se pregunta cómo se hubiera sentido si le hubiera hecho la
misma propuesta, digamos, hace un año. ¿Se habría sentido halagada? ¿Le hubiera
gustado la idea? ¿Le habría gustado él? Willow hace un esfuerzo por imaginar cómo
hubiera actuado el invierno pasado. Pues claro que le hubiera gustado. ¿Y por qué no
iba a gustarle? Es lindo y hasta lee libros. Una pena que la chica del año pasado haya
muerto.
—Bueno, y ¿qué me dices? —El chico se cuelga la mochila del hombro derecho y
esboza una sonrisa—. Hay un local genial unas cuantas calles más allá. El mejor
capuccino que hayas probado nunca, y las pastas no están nada mal.
Primero un café, luego vendrá una película. Después unos cuantos paseos por el
parque. Willow ya sabe cómo funcionan este tipo de cosas. Y más adelante vendrán los
sentimientos. Solamente de pensar en ello se le pone la carne de gallina. Ella ya ha
terminado con sus sentimientos. No quiere volver a sentir en lo que le queda de vida.
—No, gracias. —Incluso a ella le choca lo fría y seca que ha sonado la respuesta.
Perfecto.
Liam se encoge de hombros. Parece un poco decepcionado.
La vida está llena de decepciones, Liam. Willow le da una patada a una piedra del
camino.
—De acuerdo, otra vez será. —Pero por alguna razón, no se despide. Sigue caminando
junto a ella.
¿Por qué no se marcha? Willow se impacienta. A lo mejor le gusta lo que oye. Quizás está buscando un desafío.
Por un momento se pregunta qué pensaría él si viera las marcas de heridas en sus
brazos. ¿Sería eso suficiente reto para él? Nunca se las ha enseñado a nadie, y por
supuesto, él no va a ser el primero. Pero, aun así, ¿cómo puede quitárselo de encima?
—¿Cómo es que estás viviendo con tu hermano? —le pregunta Liam—. ¿Es que tus
padres se han tomado un año sabático? Porque me acuerdo que tu hermano comentó
que eran especialistas en el mismo campo. —Vuelve a sonreír, totalmente ajeno al
efecto que está teniendo sobre ella.
¿Será como Niall? ¿Verdaderamente no sabe nada de ella? ¿O es que está
esperando a oír las palabras?
En cualquier caso, él ya le ha dado una alternativa. Ahora ya sabe cómo librarse de él.
—No se han tomado un año sabático. —La voz de Willow suena con dureza. Para de
andar, se gira y mira a Liam sin vacilar. Directamente a los ojos. Tan de cerca que puede
ver su iris color miel surcado por motas marrones. Tiene unos ojos bonitos, pero eso a
ella difícilmente le puede importar ahora. Él le devuelve la mirada. Ya no sonríe, sino
que la mira con la misma intensidad. Cualquiera que pasara ahora junto a ellos
pensaría que son pareja. Deben hacer una bonita estampa allí de pie, mirándose
fijamente bajo la bóveda que crean las frondosas copas de los árboles.
—Pero tus padres son profes, ¿no? —Él rompe el silencio—. Tu padre es antropólogo y
tu madre arqueóloga. Porque una vez yo fui...
—Están muertos. —Willow pronuncia las palabras con frialdad e indiferencia. Le gusta
ver cómo se pone pálido Liam—. Muertos —repite para asegurarse de que le ha quedado claro—. Y yo los maté.
Hola chicas, muchas gracias por leer :) aca les dejo el tercer y cuarto capitulo, espero que les guste...
¡PORFAVOR NO A LOS FANTASMAS!
Mrs. Styhorapaylikson
Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]
uuh que dira Liam ahora se lo quiere sacar encima a toda costa willow jaja aaw aparecio Niall!!
{Maru.}
Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]
Maru gime escribió:uuh que dira Liam ahora se lo quiere sacar encima a toda costa willow jaja aaw aparecio Niall!!
jaja quizas si, quizas no, vas a quedar con la intriga :twisted: yess aparecio el sexy irlandes
Gracias por leer :)
Mrs. Styhorapaylikson
Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]
okejmoimaorhxaehr siguelaaaaaaaaa ajj que intrigaaaaaaa!!!!
king.kylie
Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]
jaja que malaa!! esta bien espero ansiosa para ver que pasa!!! :)Mrs. Styhorapaylikson escribió:Maru gime escribió:uuh que dira Liam ahora se lo quiere sacar encima a toda costa willow jaja aaw aparecio Niall!!
jaja quizas si, quizas no, vas a quedar con la intriga :twisted: yess aparecio el sexy irlandes
Gracias por leer :)
{Maru.}
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