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Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]

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Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA] - Página 2 Empty Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]

Mensaje por Mrs. Styhorapaylikson Jue 13 Sep 2012, 11:41 am

Capitulo -5

¿Cómo es que vives con tu hermano?
Pero tus padres son profes, ¿no? Porque una vez yo fui...
Las preguntas de Liam le siguen retumbando en los oídos. Su afable voz ahora está
distorsionada en su memoria y suena quejumbrosa e insistente.
Pero tus padres son profes, ¿no? Porque una vez yo fui...
¡Vale, vale! ¡Ya está bien con la cancioncita!
Willow se estira bocabajo, el libro que lleva media hora intentando leer cae al suelo
cuando entierra la cabeza en su almohada intentando acallar las voces que resuenan
en su cabeza.
Pero todo es en vano. Las preguntas siguen repitiéndose una y otra vez, y peor, mucho
peor que cualquier pregunta que él hubiera podido preguntar, es su propia respuesta:
Yo los maté.
¿Cuántas veces en los años que le esperan tendrá que repetirse esas palabras?
Apenas puede recordarlo. Llovía, eso es todo lo que sabe. Habían salido a cenar fuera y
sus padres quisieron pedir una segunda botella de vino, así que decidieron que Willow
conduciría. Recuerda a su padre lanzándole las llaves, la carretera resbaladiza, y el
sonido de los limpiaparabrisas.
En ocasiones, oye el murmullo de la lluvia en sus sueños.
Willow voltea la cabeza con indiferencia para mirar a través de la ventana. Una leve
brisa mueve las cortinas. Los últimos rayos de sol se filtran por ellas dibujando bonitas
cenefas sobre el suelo.
Las vistas desde su ventana son especialmente interesantes, y sin duda le llamarían la
atención, si fuera capaz de sentirse interesada por algo. Cada mañana y cada noche, el
parque se llena de gente que hace footing. Por las tardes aparece una legión de
madres jóvenes y a todas horas se puede ver parejas de enamorados que recorren los
caminos llenos de hojas. Es como un cuadro con vida propia. Antes del accidente,
cuando aún le importaban las cosas, Willow pasaba mucho tiempo pintando acuarelas.
En aquella época nada le hubiera gustado más que sentarse junto a la ventana durante
horas e intentar captar el cambiante espectáculo del exterior.
Willow mira el escritorio, donde están la caja de acuarelas y los pinceles que Pao le
compró. Al igual que su bicicleta y que todo lo demás, se había dejado los utensilios de
pintura en casa. Paola había tenido todo un detalle al comprarle un juego nuevo, y
debería corresponder ese gesto de consideración intentando usarlo, al menos. Pero
por alguna razón no logra sacar fuerzas para ello.
No cabe duda de que Paola ha sido buena con ella en muchos aspectos. Ha trabajado
muy duro para que esta habitación tuviera un aspecto agradable para Willow, y con los colores suaves y los bonitos muebles, ha quedado preciosa. Mucho mejor que la que
tenía antes.
En casa se mudó a la habitación de Louis porque era la más grande. Las
paredes, pintadas de negro, eran una reminiscencia de la época heavy metal de su
hermano, y Willow y su madre siempre se prometían a sí mismas cambiarlas algún día.
¿Quién le iba a decir que cuatro paredes negras pudieran transmitir tanta seguridad?
Willow se incorpora bruscamente, abre la ventana y saca la cabeza. El aire es suave y
solo corre una leve brisa que le alborota el pelo sobre la cara. Es su momento favorito
del día, justo cuando la tarde está a punto de convertirse en noche.
Si ahora estuviera en casa, probablemente estaría hablando con una de sus amigas por
teléfono. Normalmente las cosas iban así: quedaba con las amigas después de clase,
llegaba a casa y hacía su trabajo, un poco de cotilleo por teléfono antes de cenar o, si
no tenía muchos deberes, un paseo en bici por los caminos de detrás de su casa.
Ahora, los días transcurren de otro modo. Por el instituto camina como si fuera
sonámbula, no tiene amigos con los que hablar, va a la biblioteca, intenta hacer los
deberes pero no le salen, y come cualquier cosa que le ponga Paola... Y todo esto en
compañía de la cuchilla.
Ha dejado a sus antiguas amigas atrás, al igual que el resto de su vida. Pertenecen a
otro mundo, a un mundo que Willow no tiene ninguna intención de volver a visitar.
Nunca les coge el teléfono, borra los e-mails, y una a una, todas han dejado de
contactar con ella. La única persona que sigue intentándolo es Markie, su mejor amiga,
y Willow sabe que solo hace falta que deje un par de mensajes más sin contestar para
que no vuelva a insistir.
Cierra la ventana mientras suspira. Si no hace nada más, al menos debería esforzarse
con los deberes.
Willow recoge el libro que estaba leyendo, Historia de dioses y héroes, de Bulfinch. Se supone que tiene que leerse cincuenta páginas para mañana. Después tiene que
ponerse con un trabajo para la misma asignatura. No debería resultarle muy difícil. Se
ha leído este libro unas mil veces. Pasa las páginas de su edición barata de bolsillo y
recuerda la primera edición que su padre tenía sobre la mesa, en cuya primera página
aparecía su caligrafía trazada con aquella tinta azul que a él tanto le gustaba.
Lo más probable es que siga allí. La casa ha quedado tal como estaba, ni siquiera la han
puesto a la venta.
En un principio Willow pensó que se quedaría allí y que Louis, Paola e Isabelle irían a
vivir con ella. En cierto modo, hubiera sido lo más sensato. El apartamento, aunque
tiene la medida exacta para una pareja con un bebé, se ha quedado pequeño desde su
llegada. Pero, desde el primer momento, Louis había vetado la idea argumentando
que la comunicación no era buena. Durante veinte años los padres de Willow solían
coger el tren, pero solo dos veces por semana y, si bien el horario de clases de Louis
era parecido, el trabajo de Paola la hubiera obligado a viajar cada día.
De todos modos, aunque no sea la situación más cómoda, Willow no puede evitar
estar de acuerdo con su hermano. Aunque su casa es grande y espaciosa, vivir allí no hubiera sido precisamente fácil, y no por los viajes precisamente, sino porque la casa
está llena de recuerdos y sentimientos. Demasiado llena de fantasmas.
Habrá estado allí un par de veces desde el accidente. La primera vez fue con Louis
para recoger los libros de sus padres y traerlos al apartamento. Resultó ser una idea
desastrosa que tuvieron que dejar a medias. De hecho, ese viaje afectó tanto a Louis
que se negó a volver a entrar en la casa. Cuando regresaron, Paola y él se quedaron en
el coche mientras Willow, que se sentía como una refugiada, una desplazada huyendo
de su país para ir a un territorio desconocido, recorría la casa en busca de algo de ropa
para meter en su mochila. Ahora desearía haberse tomado más tiempo para pensar en
lo que recogía. No le cupo gran cosa en la mochila y ahora constantemente tiene que
pedirle cosas prestadas a Pao. ¿No hubiera sido mejor coger un par de libros que le
importaban en lugar de tres pares de tejanos, dos camisas y una falda? Le encantaría
poder estar leyendo Bulfinch en la vieja edición de su padre y no en esta triste edición
barata que había adquirido en una franquicia del centro.
Willow no sabe por qué le duele la garganta. No entiende que le piquen los ojos así, de
repente.
¡Es solamente un libro!
Tira la edición de bolsillo al otro extremo de la habitación, donde cae al suelo con
todas las páginas dobladas.
—Muka, Tuka, Jashatuka...
Willow se queda helada. Se pone pálida y agarra con fuerza una punta de la colcha al
oír la voz de su madre flotando en la escalera. Al cabo de unos segundos se da cuenta
de que es Paola, que le está cantando a Isabelle. Louis debe haberle enseñado la
canción, una antigua nana rusa que su madre solía cantarles.
Se levanta de la cama y entra en el cuarto de baño para mojarse la cara con agua fría.
Se mira al espejo durante unos segundos y observa su cara como si fuera la de una
extraña.
¿Quién es ella?
Willow supone que, para la mayoría de la gente, su aspecto no ha cambiado, a
excepción del pelo. No tiene ni ganas ni energía para arreglárselo como antes y lo lleva
recogido en una trenza que le llega a media espalda.
Pero ella no se reconoce. Posiblemente su cara no sea diferente, pero su mirada sí que
lo es. Es peor que si sus ojos no tuvieran vida, porque su expresión es completamente
nula. Levanta una mano para cubrirlos en el espejo. Recuerda el reflejo que solía
mirarla desde el espejo. Aquellos ojos no estaban muertos.
Willow nunca había sido consciente de ser feliz. Simplemente no se le había ocurrido
pensar que en su vida ya tenía todo lo que podía querer o necesitar.
Lo único que le puede provocar la risa ahora a Willow es el modo en cómo antes daba
todas las cosas por sentadas. En el pasado, nimiedades como ir mal con la escuela o
que un chico la dejara plantada la destrozaban. ¿Cómo podía saber lo que la vida le
tenía reservado? Sacude la cabeza al pensar en lo estúpida que era al ponerse triste porque su vestido favorito se había perdido en la lavandería o alguna tontería por el
estilo.
¡Tonta!
De repente, siente una necesidad irrefrenable de golpear su cabeza contra el espejo.
Eliminar esa absurda expresión de su cara. Sin embrago, sabe que no puede. Aquí no,
ahora no. No con Paola en el piso de abajo y Louis entrando por la puerta.
En lugar de eso, se mira pausadamente, aprieta los labios y escupe sobre el reflejo de
su cara con todo el veneno que puede reunir.
Willow sabe que se está poniendo melodramática pero, ¿qué más da? El escupitajo se
desliza espejo abajo y vuelve a encontrarse con el par de ojos muertos.
¿Quién eres?
Esta no es la Willow que ha vivido dentro de ella los últimos diecisiete años. Es otra
persona.
Una asesina.
Una chica que se corta.
Willow se aleja del espejo. Escupir sobre su propia imagen. Eso es pueril, como sacado
directamente de una película de serie B. Y, la verdad, así no se consigue nada. Pero
cortarse... Eso es otra historia.
Se mira los brazos un momento. Si alguien mirara con atención enseguida notaría las
violentas heridas rojas bajo las finas mangas de algodón de su camisa. Pero es algo en
lo que casi nadie repara.
Se sube las mangas y examina las heridas más accesibles. Abre el botiquín y saca un
tubo de desinfectante. Tiene mucho cuidado en no dejar que se le infecte ninguna
herida. No quiere complicaciones. Paola ya ha empezado a mirarla de una manera
extraña. No para de preguntarle por qué le pide camisas de manga larga con el buen
tiempo que está haciendo con el veranillo de san Martín. Ella no puede comprender
que Willow, a quien antes le preocupaba tanto qué ponerse, ahora elija su ropa con un
único criterio: ¿le cubrirá las cicatrices?
Preocuparse de sus cosas ya no es tan sencillo como antes. No puede simplemente
dejar su ropa sucia en el cesto de la colada. El otro día tuvo que enterrar una de sus
blusas manchada de sangre en el parque. No puede arriesgarse a dejar cosas como esa
por ahí. No le supo mal perder la blusa, pero fue terrible tener que escarbar la tierra.
Más tarde, de camino a casa, le pareció ver a un rottweiler jugando con ella.
Willow oye el teléfono. Es casi la hora favorita de Markie para llamar. Rápidamente, sin
vacilar, se gira y enciende la ducha.
—¿Willow? —Paola la llama—. ¡Teléfono, para ti! ¡Es Markie!
Se asoma por la puerta del baño.
—¡Lo siento, estoy en la ducha!
Con esto debería valer. Deja la ducha encendida, se quita los tejanos y la camiseta y,
sentada en el suelo del baño, se pone un poco de crema antiséptica en las heridas que
tienen peor pinta.
Tarda unos diez minutos en acabar con esto pero finalmente termina de curarse las heridas.


Capitulo -6


—¡Willow! —grita su hermano—. ¡A cenar!
—Ya voy —contesta Willow apagando la ducha. Se pone la ropa y hace una mueca de
dolor cuando los téjanos se enganchan con la crema. Sería mucho más lógico colocar
algún tipo de vendaje, pero la gasa se notaría a través de la ropa.
—¡Hola! —Intenta parecer animada al entrar a la cocina.
—Madre mía, ¡qué rápido se te seca el pelo! —dice Paola sonriendo.
—¡ Ah, sí! Bueno, el gorro de baño. Ni siquiera me he desecho la trenza. —Willow le
devuelve la sonrisa. Tiene que hacer un verdadero esfuerzo. La simple idea de sentarse
y cenar la deja exhausta, porque es el único momento del día en el que no puede
evitar sentarse cara a cara frente al otro único miembro de la familia vivo.
No debería ser así. Ver a su hermano debería ser, de hecho, el único rayo de luz en
este paisaje sombrío en que se ha convertido su vida, pero, simplemente, no es así.
Porque, por alguna razón, aquella lluviosa noche de marzo no había acabado solo con
la vida de sus padres. Por alguna razón, como si él también hubiera estado en el coche,
aquella noche también había perdido a su hermano.
Siempre tiene esa sensación. Su relación está tan rota por todas partes que a todos los
efectos siente que vive con un extraño. Hasta el punto que le resulta más difícil de
soportar que la pérdida sus padres; ellos han muerto, se han ido para siempre. Pero
estar en constante contacto con su hermano —la persona con la que antes estaba más
unida, la única persona que le queda—, verle, hablar con él, y a pesar de eso no tener
ningún tipo de conexión con él es mucho más doloroso de lo que jamás hubiera
imaginado.
A veces Willow intenta convencerse a sí misma de que algún día las cosas volverán a la
normalidad entre ellos. Al fin y al cabo ya habían pasado épocas en las que casi no se
hablaban. Él es diez años mayor, y esa diferencia de edad no les ha hecho tener
siempre una relación fácil.
Willow recuerda cuando él tenía quince años y ella cinco. En aquella época, a Louis no
le gustaba mucho tener una hermana pequeña. Quería salir y hacer su vida en lugar de
quedarse en casa cuidando de ella. Por su parte, a Willow tampoco le gustaba mucho
él. Pero las cosas fueron cambiando al hacerse mayores. En algún momento entre los
diez o los once años, por alguna razón las tornas se habían cambiado y él se había
convertido en su confidente, amigo y protector. De repente, era divertido tener un
hermano mayor con el que se llevaba tantos años.
Si se empeña, Willow es capaz de olvidar, por un momento, que está viviendo con
Louis e imaginar que está de visita como lo hubiera hecho el año pasado, cuando se
sentía agobiada por la atención de sus padres, cuando tenía la sensación de que se
metían en su vida más para presionarla que para ayudarla. En momentos así, solía ir a
pasar el fin de semana con Louis y Paola, lo que provocaba la envidia de sus amigas.
Willow se pasa horas recordando cómo eran aquellos fines de semana, cómo iban las
cosas entonces. Louis acababa de licenciarse en la universidad. Paola y él estaban a
punto de ser padres. Todo parecía perfecto.
Pero Willow había acabado con esa vida de película de su hermano tal y como acabó
con la vida de sus padres. Paola no quería volver a trabajar. Pero tuvo que volver a
trabajar en lugar de quedarse en casa cuidando de Isabelle como había planeado. En
lugar de preparar sus clases, Louis tiene que preocuparse del dinero todo el tiempo.
Tiene que preocuparse de llegar a fin de mes. Tiene que preocuparse de Willow.
En muchos aspectos él parece llevar bien esta carga. Es tan fuerte, tan considerado,
tan competente, la trata de un modo tan absolutamente perfecto que, desde fuera,
parece que no falla nada. Es absurdamente educado con ella, como si se tratara de una
extraña de quien tiene que preocuparse, y se hace cargo de esta obligación con la
máxima seriedad. Pero entre ellos ha crecido un muro de hielo.
El nunca, nunca habla del accidente. Las conversaciones entre ellos se limitan a las
menudencias del día a día. Incluso cuando tienen que discutir temas de logística, como
qué parte de su sueldo en la biblioteca tiene que ir a los gastos de la casa, o cuándo
deberían poner la casa de sus padres a la venta, él intenta evitar cualquier alusión a la
razón que les ha llevado a esta situación extraordinaria.
Al principio Willow pensaba que solamente era cuestión de tiempo. Que su hermano,
en algún momento, se enfrentaría a ella. Esperaba el momento en que él le gritara, o la
sacudiera, o hiciera cualquier cosa que dejara de lado esta perfecta cortesía. Pero los
meses pasaban y cada vez era más evidente que Louis no tenía ninguna intención de
sacar a relucir lo ocurrido.
Ella tampoco se ve con fuerzas de sacar el tema. Si Louis no quiere hablar de ello es
por lo doloroso que resulta, y Willow se niega, se niega rotundamente, a hacerle más
daño del que ya le ha hecho.
Aun así, la frialdad de él le resulta muy dolorosa. Es el peor castigo que podría
soportar. Y, sin embargo, está totalmente de acuerdo en el modo en que él la juzga: ya
no es su hermana pequeña, es la asesina de sus padres. ¿Por qué debería esperar que
la tratara diferente? ¿Por qué esperar incluso que fuera tan amable como lo es ahora?
—¿Qué tal ha ido la escuela? —le pregunta Louis mientras ella se sienta. Paola le pasa
una caja de cartón llena de fideos de sésamo. Por lo visto, esta noche toca comida
china.
—Bien —contesta Willow. Echa unos cuantos fideos en su plato con un suspiro. Sabe
que esa respuesta no basta, que Louis espera un informe completo de lo que ha
hecho, pero ella está tan cansada de mentirle que ya no tiene fuerzas. Baja la mirada
hacia el plato. Los fideos parecen gusanos.
—Mmm... Bueno, no sé qué quiere decir exactamente «bien». ¿Por qué no me cuentas
cómo van las clases? ¿Hoy no tenías un control de francés?
¿Un control? Lo único que recuerda de la clase de francés es a la chica con los arañazos
en el brazo. Eso, y salir corriendo de la clase para realizar sus actividades
extraescolares.
Pero difícilmente puede explicarle eso a Louis.
¡Ah, claro! El control... Willow recuerda que hicieron uno el otro día. Debió
mencionárselo a Louis en una de estas sesiones nocturnas.
—Es que... No nos lo ha devuelto todavía. Al menos contesté todas las preguntas. —
Eso resulta ser cierto. Pero no fue más que una racha de buena suerte el que pudiera
completar el examen ya que apenas abrió el libro de texto.
—Vale —asiente pensativo—. ¿Y las otras clases? ¿Hay algo en concreto que debería
saber?
Suspiro.
—No... Bueno, tengo que hacer un trabajo para una asignatura que hago sobre el
Bulfinch... Ya sabes, el libro sobre mitos y héroes.
—Bueno, pues eso no debería costarte demasiado —contesta Louis—. ¿Ya has
escogido un tema? ¿Para cuándo es?
—Em... no. Aún no tengo tema... —Willow evita la mirada de su hermano. Vale, sí que
tiene un tema, y no uno que haya escogido ella. Pero ¿cómo puede decirle a su
hermano que el profesor le ha pedido que escriba sobre el tema de la pérdida y la
redención en la relación entre Deméter y Perséfone? No puede, simplemente no
puede mirarle a los ojos y hablarle de la historia de otra niña sin madre—. No tengo
que entregarlo hasta dentro de tres semanas, así que tengo tiempo de sobra para
encontrar uno...
—¿Y qué tal la biblioteca? ¿Cómo ha ido hoy? ¿La señorita Hamilton es un poco más
simpática contigo? ¿Quieres que hable con ella?
—¡No! Quiero decir, gracias, aunque no. Está bien, de verdad...
A Willow de pronto se le ocurre una idea. ¿No quiere saber Louis cómo le han ido las
cosas en la biblioteca? Quizá debería hablarle del chico que ha conocido hoy, de Liam.
Se pregunta si cabe la posibilidad, la más remota posibilidad, de que su reacción ante
esta noticia sea diferente al modo en que siempre le responde a sus recitales diarios
sobre su vida en la escuela y en el trabajo. La responsabilidad de encargarse de su
educación debe de ser nueva para él, pero esto... En fin...
Willow recuerda un día, del año anterior, cuando fue a visitar a su hermano a una de
sus clases. Uno de los estudiantes de doctorado, que no se había dado cuenta de que
ella era alumna de instituto, le pidió para salir. A su padre no le había hecho ni pizca de
gracia, pero Louis lo encontró divertidísimo. x —He... he conocido a alguien en la
biblioteca que iba a tus clases el año pasado —le comenta Willow tanteando el
terreno. Es como si le mandara un globo sonda, la idea está flotando en el aire. Quiere
ver cómo se lo va a tomar. Le gustaría creer que, de algún modo, su hermano es capaz
de relajarse cuando está con ella y que, quizá, sacar un tema con el que solía bromear
antes, pueda ser la clave para conseguirlo.
—¿De veras? —pregunta Paola. Parece interesada y mira a Willow mientras intenta sin
éxito que Isabelle coma algo—. ¿Y cómo se llama?
—¿Chico o chica? —pregunta Louis al unísono.
La mira por encima de la montura de las gafas. Su tono de voz es cualquier cosa menos
relajado.
¡Oh, no!
—Es un chico... Bueno, de hecho, se llama Liam. Me ha parecido un nombre curioso.
Y bonito, es un nombre bonito.
«¿Liam? —piensa Louis—, creo que recuerdo a Liam... Todavía estudia en el instituto,
¿no? Supongo que entonces está bien...»
¡Oh, por Dios!
—Venía a mis clases a ganar méritos para la universidad — continúa Louis—. Es muy
listo, y mucho más trabajador que muchos de mis estudiantes universitarios. Créeme,
ojalá tuviera más como él. ¿Y qué se cuenta?
Eso sí que ha sonado más al hermano que ella solía tener. A lo mejor sí que ha sido una
buena idea, al fin y al cabo, si no fuera porque, mientras piensa esto, cada vez se siente
con menos fuerzas para tener una conversación relajada. ¿Cómo puede contestar una
pregunta tan inocente? ¿Qué puede decir?
Me ha preguntado por qué vivía contigo y le he contestado que había matado a mamá y papá.
Claro que habían hablado de otras cosas, pero son temas de los que tampoco se puede
hablar. Probablemente, hace un año, a Willow no le hubiera importado explicarle a
Louis que a Liam le gusta aquella librería del centro, pero ahora es incapaz. Es incapaz
porque el simple hecho de mencionar ese lugar, que, por cierto, a Louis le encanta,
despertaría demasiados recuerdos de su padre. Él fue el primero en llevarles allí.
—Mmm... Creo que ha dicho que nos parecíamos. —Willow mira a su hermano con
desesperación. Es imposible no darse cuenta de lo cansado que está, del desgaste que
lleva, del vacío que hay en sus ojos... Ella desearía poder acabar con ese vacío.
Entonces recuerda algo más que Liam le ha dicho. Algo que no le hará daño a su
hermano cuando lo oiga, y Willow se aferra a eso como a un clavo ardiendo.
—i Ah! Y ¿sabes qué? Casi se me olvida —comenta con un tono que intenta ser
entusiasta—. Le pareciste un gran profesor, o sea, comentó algo así.
—No es mucho. No es algo que vaya a hacer que sus padres resuciten, ni hará que sus
vidas sean más fáciles, pero es lo mejor que le puede ofrecer.
—¿De veras? —le contesta Louis lentamente. Es posible que la noticia no le haya
sorprendido demasiado, pero ahora parece más interesado y sus ojos tienen un poco
de vida.
—En serio —contesta Willow con énfasis. Intenta pensar en algo más que decir, alguna
manera de elaborar y extenderse con el cumplido—. Creo que ha comentado que está
pensando entrar en antropología, o sea, especializarse cuando llegue a la universidad.
Dijo que tu clase le ayudó a descubrir lo que quería hacer.
Es evidente que no había dicho nada de eso. Willow no tiene ni idea de lo que quiere
hacer. Y, de todos modos, si algo le había influenciado era Tristes trópicos y no Louis.
Pero, de todos modos, Willow no puede evitar sentir un inicio de satisfacción al ver
cómo le cambia la expresión a su hermano.
—¡Oh, venga! —exclama de repente Paola, dejando la cuchara en el tarro de potito
con frustración—. No consigo que coma nada.
—Bueno, ¿y qué esperabas? —pregunta Louis mientras coge el tarro y lo examina—.
¿Potitos de guisantes orgánicos? ¿A quién le puede gustar eso? Lo único que pasa es
que tiene buen gusto. —Se levanta y coge a Isabelle de la trona—. ¿No preferirías
cenar unas costillas que han sobrado? —le pregunta a la niña.
—¡Oh, Louis, por favor! —Paola le echa una mirada.
—Vale, no hablaba en serio. Pero ¿qué me dices de un poco de helado? Eso sí que lo
puede comer, ¿no? El helado no tiene nada de malo, nosotros también lo tomamos.
—Tiene mucho de malo —contesta Paola, exasperada.
—Pero a ti te gustaría, ¿verdad? —le pregunta Louis a Isabelle mientras la sostiene
sobre su cabeza—Estoy seguro de que vas a ser una de esas chicas que sabe apreciar
un buen helado de chocolate. Vamos... —Louis se dirige a Paola—, será divertido
probar si le gusta.
Willow no siente celos de su sobrina, no es eso, y realmente no tiene ningún deseo de
que su hermano se dirija a ella como a un bebé. Pero solo cuando Louis está jugando
con Isabelle, Willow puede volver a ver brillar los ojos de su hermano. Y entonces se da
cuenta, quizá por enésima vez, de que ha perdido a su hermano.







Hola chicass, como estan? Aca les dejo el quinto y sexto capitulo, son medios aburridos pero ya se vienen partes mas interesantes... Gracias por leer :)
Mrs. Styhorapaylikson
Mrs. Styhorapaylikson


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Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA] - Página 2 Empty Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]

Mensaje por Mrs. Styhorapaylikson Jue 13 Sep 2012, 11:42 am

PaolaStylinson escribió:okejmoimaorhxaehr siguelaaaaaaaaa ajj que intrigaaaaaaa!!!!

Jaja lose lose, ya publique caps :)
Mrs. Styhorapaylikson
Mrs. Styhorapaylikson


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Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA] - Página 2 Empty Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]

Mensaje por {Maru.} Vie 14 Sep 2012, 3:14 pm

seguila quiero saber como siguee!!! :)
{Maru.}
{Maru.}


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Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA] - Página 2 Empty Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]

Mensaje por Mrs. Styhorapaylikson Vie 14 Sep 2012, 3:27 pm

Maru gime escribió:seguila quiero saber como siguee!!! :)

Ya ya subo :)
Mrs. Styhorapaylikson
Mrs. Styhorapaylikson


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Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA] - Página 2 Empty Re: Willow - (Liam payne y Willow Tomlinson) [TERMINADA]

Mensaje por Mrs. Styhorapaylikson Vie 14 Sep 2012, 3:49 pm

Capitulo -7


Willow deja a un lado el Bulfinch con desidia. Es la una de la mañana y, a pesar de
haber pasado las últimas cuatro horas en su escritorio, no ha conseguido hacer prácticamente nada. No solo no ha avanzado nada de trabajo, no solo está demasiado cansada para dormirse si no que encima se está muriendo de hambre, ya que apenas ha probado bocado durante la cena.
A lo mejor debería bajar a la cocina y preparase algo para comer, quizás entonces sea capaz de centrarse en el trabajo. Se levanta de la silla, se dirige hacia la puerta y la abre. El apartamento está absolutamente a oscuras. Perfecto.
Willow comienza a bajar por la escalera lentamente, con cuidado de no hacer ningún ruido. Pero al llegar abajo
se da cuenta, para su disgusto, de que no está sola. Louis está en la cocina, sentado a la mesa, rodeado de docenas de papeles. Todas las luces están apagadas menos una.
En fin, ahora mismo Willow ya no tiene ningún deseo de entrar en la cocina. Solo puede pensar en la situación tan violenta que se produciría. Pero a pesar de querer regresar arriba, no puede evitar quedarse allí y observar a su hermano. Algo no está bien por el modo en que está sentado.
Louis tiene la cabeza entre las manos. ¿Está riendo? ¿Pero de qué podría reírse? Le ha oído quejarse más de una vez por tener que corregir los escritos de sus alumnos para saber que no es una tarea divertida.
Además, apenas emite ningún sonido. Y entonces, Willow entiende por qué la espalda de Louis se mueve de ese modo, y la razón la
sorprende tanto, la incomoda tanto, que literalmente la deja sin aliento. A duras penas le deja fuerzas para estar de pie.
Su hermano está llorando, está desolado y roto. A pesar de que sus sollozos son apenas perceptibles, puede verse que su llanto es absolutamente desgarrador.
Nunca lo había visto así. Nunca había visto a nadie así. Una muestra tan desnuda de emoción resulta alarmante y aterradora a la vez.
Willow se agarra a la barandilla con una mano insegura y se sienta en el suelo. Sabe que lo que está haciendo no es correcto, que debe dejarle a su hermano algo de intimidad. Pero no puede evitar mirarlo.
Willow lo mira boquiabierta. Ella sería incapaz de algo así, de dar rienda suelta a sus
sentimientos. Se pregunta si debería acercarse a él. Pero no puede, porque ella es quien lo ha puesto en esa situación. Sus acciones son las que ahora, a él, le producen dolor.
Mientras piensa en esto, Paola aparece detrás de Louis. Él no la ve, pero Willow sí.
Sobre la espalda le cae su lacia melena negra, cubierta por el chai rosa que se ha echado a los hombros, encima del camisón.
Pao abraza a Louis con ambos brazos y lo coge de los hombros, acercándoselo a su cuerpo.
Willow está paralizada. La nostalgia y el anhelo que emanan del rostro de Louis la tienen hipnotizada. Willow observa cómo Paola le abraza cada vez más fuerte, tanto como puede, y baja la cabeza para besarlo.
Willow se siente como una polilla atraída fatalmente hacia la luz. ¿Qué se debe sentir al llorar así? ¿Cómo debe sentar que te consuelen de este modo?
Si ella se dejara llevar, caería en un universo de dolor. Pero no puede permitir que eso le ocurra, porque simplemente no sería capaz de soportarlo, al menos no ese tipo de dolor. Por suerte, ella conoce el modo de prevenirlo.
Willow mete la mano en el bolsillo de la bata para coger lo que ella sabe que encontrará ahí.
No aparta su mirada de ellos dos al hundir la cuchilla en su piel. El mordisco de la hoja es tan profundo que siente que podría desmayarse, y sin embargo, no aparta los ojos de Louis y de Paola.
La sangre brota con la misma fuerza que las lágrimas de Louis. Las gotas caen libremente, le bajan por el brazo hasta estrellarse contra el suelo mientras Willow observa cómo Paola seca las lágrimas de Louis con su largo cabello.
Willow sabe que debería irse. En cualquier momento podrían levantar la mirada. Pero no puede irse, no puede moverse. Solamente puede seguir cortando cada vez más profundamente.
La cuchilla apenas le duele, por lo menos ya no tanto como al principio.
No duele como otras cosas, de todos modos. Willow vuelve a hender la hoja con brutalidad.
No como otras cosas.



Capitulo -8


Willow se recuesta sobre el tilo que hay en los jardines del instituto y cierra el libro con un profundo suspiro. Lleva media hora intentando leer, pero es inútil. Es incapaz de concentrarse. En lugar de ver las páginas que tiene delante, no puede quitarse de la cabeza la imagen de su pobre hermano.
Tiene miedo de lo que pueda ocurrir la próxima vez que hablen. ¿Se delatará con la mirada? Ella sabe perfectamente que Louis no hubiera querido tener ningún testigo en aquel momento. Había algo tan profundamente... bueno, íntimo es la única palabra
que lo podría describir... algo tan íntimo en su tristeza y en el consuelo que Paola le daba.
Por primera vez, tener que ir al instituto ha sido un alivio. Ha salido de casa
especialmente temprano esta mañana para evitar encontrarse con ninguno de los dos, esperando poder olvidar lo que vio al no tener que enfrentarse a la cara de Paola y a sus ojos rojos esta mañana.
¡Sí, exacto!
Pero saltándose el desayuno no ha conseguido nada más que tener el estómago vacío.
Porque, a pesar de que hace un día precioso, y a pesar de tener un rato libre para
sentarse al aire libre a leer, no puede evitar pensar en Louis. Ella ya sabía que su hermano estaba sufriendo, claro que lo sabía, pero verle así...
Incluso ahora le cuesta creer que haya ocurrido esto. Desde el accidente Louis se ha mostrado tan contenido, tan reservado, que verle en ese estado de desesperación... En fin, aún le cuesta creerlo.
El estómago le da un vuelco al recordar cómo intentó animarle con falsos cumplidos.
¿Cómo había podido ser tan ingenua y estúpida? ¿Cómo podía pensar que nada de lo que ella pudiera hacer u ofrecer pudiera ayudarle después del infierno en el que ella misma lo ha metido?
Willow se odia a sí misma por lo que le ha hecho a su hermano. Pero, aún más que eso, se odia a sí misma por ser tan egoísta. Porque, después de presenciar su crisis, es consciente de que su primera preocupación debería ser por él. Pero en lugar de eso solo puede pensar en que, si él es capaz de dar rienda suelta a sus sentimientos de ese
modo...
¿Por qué es siempre tan frío y distante conmigo ?
Willow levanta la mirada. Un grupo de estudiantes que acaba de llegar al jardín le llama la atención. Entre ellas reconoce a alguna compañera suya de clase.
—¡Eh, Willow! ¿Qué tal va todo? —le pregunta una de las chicas, —Tirando. —Willow esboza una pequeña sonrisa a la chica. Se llama Claudia. Willow
no sabe mucho de ella, solo puede decir que ha sido simpática con ella un par de veces, y le agradece el detalle.
—¿Quieres venirte un rato con nosotras? —Claudia se sienta en la hierba. Inclina un poco la cabeza y sonríe a Willow con amabilidad.
No. Willow no quiere sentarse con ellas. Quiere quedarse bajo el tilo y tratar de leer.
Pero no ha tenido mucha suerte con eso y, de todos modos, ¿cómo podría decir que no? Claudia está siendo agradable, sonaría extraño rechazar la invitación, y tiene la sensación de que ella ya parece bastante rara.
Willow se levanta y se dirige lentamente hacia el grupo. No sabe muy bien qué hacer o qué decirles. Si esto hubiera ocurrido hace un año, ni siquiera hubiera esperado a que la invitaran. Hubiera sido lo más natural del mundo acercarse a Claudia y presentarse al resto de chicas. Pero ahora... No es exactamente que sea una chica tímida, es más bien que ha olvidado cómo comportarse cuando está con otra gente.
Pero hay algo más, piensa Willow mientras Claudia se aparta para hacerle un sitio. Se pregunta si la invitación es tan inocente como parece. Todo el mundo sabe que ella es una chica diferente. Bueno, aparte de todo lo demás, es la nueva, y con eso basta para que surjan todo tipo de preguntas, incluso de las más inocentes. Sin embargo, Willow
está convencida de despertar un interés bastante más siniestro, debe haber cientos de rumores circulando sobre ella. Seguro que hay gente que sabe que ha perdido a sus padres. Seguro que hay gente que sabe que ella ha matado a sus padres.
Por el momento nadie le ha preguntado nada directamente, pero está segura de que todos quieren saber su historia.
A Willow le resulta muy duro no sentir ansiedad cuando se sienta con ellas. Al hacerlo, es como si abriera una puerta. En cualquier momento, las preguntas que tanto teme pueden empezar. Así que, en lugar de relajarse y disfrutar del sol y de una inocente charla con otras chicas, espera, con tensión, lo que puede ocurrir.
—Si entro en primera opción, me tiño el pelo de rojo —comenta la morena que está sentada junto a ella.
—Perdona, pero no veo qué tiene que ver una cosa con la otra —contesta otra chica.
Willow la reconoce. Esta chica sí que es pelirroja. Es la que Willow estuvo mirando tan fijamente el otro día, justo antes de su batacazo en clase. Es la que tenía una herida en el brazo. La que Willow pensaba que podía ser una alma gemela—. Y de todos modos
—prosigue la pelirroja—, ¿por qué quieres cambiarte de color?
—Bueno... —La morena se estira en la hierba y se cubre los ojos con una gorra—. Si entro en primera opción mis padres estarán tan contentos que no les importará si me tiño el pelo. Además, me gusta ese color. Deberías sentirte alagada.
—Es cierto, Kristen, es muy llamativo —dice Claudia.
—¿Habéis traído algo para comer? —pregunta la morena bajo la gorra de béisbol.
Willow puede ver su nombre escrito en los libros de texto que hay junto a ella: Maru.
—Tengo una chocolatina de ayer en alguna parte —contesta Kristen, y comienza a rebuscar en su mochila.
—Gracias, pero creo que paso —replica Maru riendo—. ¿Y tú? Te llamas Willow, ¿verdad? —Maru levanta la gorra y asoma un ojo hacia ella—. Supongo que no tendrás nada más apetecible, ¿no?
—No, yo... nada —contesta Willow con voz entrecortada.
—¿Por qué no cortas el rollo y vas a por cruasanes? —Claudia mira el reloj.
—No tengo tiempo —contesta Kristen. Se vuelve hacia Willow para ver si tiene algo que decir al respecto.
Willow intenta sonreír, pero no le sale. Parece más bien que haga una mueca. Evita la mirada de Kristen y se pone a mirarse los zapatos.
—Willow —dice Claudia, mientras se abanica con una libreta—. ¿Qué clases haces?
Aparte de historia, quiero decir. —Willow y ella van juntas a clase de historia a cuarta hora.
—¡Oh! ¿Y a quién le importa? —se queja Maru desde debajo de la gorra—. No te ofendas, Willow, pero estoy hasta aquí del instituto —comenta haciendo un gesto con la mano por encima de la cabeza—. Tú no eres del último curso, ¿verdad? Este año solamente pienso en el instituto. ¿Qué voy a hacer el año que viene? ¿Qué actividad extracurricular debería hacer este último semestre para mejorar mi informe?
Ya he tenido suficiente. ¿No podemos cotillear o algo así?
—Solamente intentaba dar conversación —replica Claudia amablemente, replica mientras le da un golpe a Maru con el pie—. Solo intentaba ser educada, ya sabes, Maru, saber algo de Willow.
—Claro —asiente Maru—. No pienses que no me interesas, Willow. Me muero por saber cómo crees que quedaré de pelirroja.
Pero Willow se salva de tener que darle las gracias a la autentica pelirroja, Kristen.
—Vamos, Maru, tú siempre estás dispuesta a hablar de este tipo de cosas. Ahora pasas de esto porque sabes que tu primera opción es una apuesta segura. Tienes el mejor promedio de toda la gente que conozco. —Kristen ha encontrado la chocolatina y le da un bocado—. No tienes nada de qué preocuparte.
—Pero eso no es lo único importante —protesta Maru—. No soy ninguna eminencia en ninguna de mis primeras opciones. Actualmente no basta con las notas y la media.
—Maru, Kristen tiene razón —replica Claudia—. Tu media es tan buena que todo lo demás da igual. Además, has hecho tantas actividades complementarias que es como si el Papa en persona hubiera venido a bendecir tu informe. Yo sí que tengo problemas. —Frunce el ceño mientras se recoge el pelo en una coleta—. O sea, no es solamente que mis notas no sean tan buenas sino, que ¿qué más he hecho yo?
—Quizá deberías repetir los exámenes —sugiere Maru—.¿Y tú, Willow? ¿Vas a hacer algún curso preparatorio este año?
—Valen mucho la pena —asiente Kristen.
Willow sabe que debería decir algo. Cualquier cosa. Se siente mucho más incómoda ahí
sentada en silencio, pero ¿qué les puede decir? ¿Un curso de preparación para los exámenes preuniversitarios? Nada podría parecerle menos importante.
Por supuesto, si las cosas no hubieran cambiado tanto, ahora mismo estaría pensando en apuntarse a uno de esos cursos. Pero las cosas han cambiado. ¿La universidad? ¿Y por qué no la luna? Si se pone a pensar en lo que hará después del instituto, lo único que le preocupa es que Louis tendrá que poner la casa a la venta para poder pagar sus
estudios.
Existe un enorme abismo que la separa de todas estas chicas. Y lo sabe porque ella antes estaba al otro lado. Desearía con todas sus fuerzas poder conectar con ellas, pero simplemente ha olvidado cómo hacerlo.
Willow trata de encontrar algo que decir, lo que sea. En ese momento, Kristen hace una bola con el envoltorio de la chocolatina y alarga el brazo para guardarlo en la mochila. Por un segundo, se le puede ver la marca que le llamó la atención a Willow el otro día.
—¿Tú te co...? —salta Willow antes de poder reaccionar. No solamente es que la voz le ha salido casi en grito, sino que es peor...
Pero ¿qué estoy diciendo?
—Quiero decir, ¿tú te co...?
¡Dios santo!
¿Puede salvar la situación? El resto de chicas la están mirando fijamente, tiene que decir algo.
Te cortas, te cortabas, te cortaste, ¿cómo narices puede acabar ahora la frase? Willow mira a su alrededor, mira a Kristen y entonces se le ocurre...
—¿Te comprarías un gato?
Es mejor que cortarse a sí misma, ¿no?
—Quiero decir si... —Willow hace una pausa y cierra los ojos. Si se queda así, ¿se levantarán todas y se marcharán? Imposible. Ella no tiene tanta suerte. Será mejor que acabe lo que ha empezado—, si tú... si tú...
¿Qué? ¡¿Que si ella qué?!
—Si te gustan los gatos, si te comprarías uno —logra decir después de un momento. La chica la mira, sorprendida.
¡Bien! Por poco...
Willow siente que le arde la cara. ¡Y eso que se había sentado con ella para no parecerles rara!
—La verdad es que no —le contesta Kristen—. De hecho, soy alérgica. —Se gira hacia Maru—. Por cierto, que la crema que me pasaste me ha provocado una irritación terrible. —Se sube la manga y comienza a rascarse con fuerza.
Entonces Willow se da cuenta de que lo que tanto le había llamado la atención es, realmente, un rasguño. Y
nada más. Lo más probable es que se lo haya provocado la misma Kristen al rascarse.
Incluso ahora, mientras la mira, puede ver cómo la chica se arranca un par de costras.
A diferencia de las cicatrices que surcan los brazos de Willow, estas heridas son totalmente inocentes. Esta chica es tan alma gemela suya como cualquiera de las otras que están sentadas en el grupo.
Como cualquier otra persona en cualquier lugar—. ¿Y quieres saber mi opinión o algo así? —Kristen se coloca bien la camisa y mira a Willow—. ¿Estás... Estás pensando en comprarte un gato? —Habla despacio, como si se dirigiera a alguien que no habla muy
bien su lengua. Intenta ser simpática, pero está claro que piensa que Willow es tonta.
Es peor, no puede evitar percatarse de las miradas de sorna que comparten las oirás chicas.
—Bueno —dice Maru. Aparta la gorra y se incorpora, apoyándose sobre un brazo—.
Mi hermana hace de voluntaria en un refugio de animales abandonados, por si quieres que te ayude a conseguir un gato.
Willow asiente. Se da cuenta de que todas piensan que es rara. Intentarán ser amables y le darán consejos para conseguir un gato, pero a sus espaldas se llevarán las manos a la cabeza y darán gracias de no estar locas como ella. A lo mejor, hasta le cuentan a la gente que han estado charlando con la nueva. No, no saben su historia, pero está claro
que es rara... Tal vez hasta se inventen algún que otro rumor.
—Perdonad. —Willow se pone en pie. No puede estar más tiempo sentada con ellas—.Tengo que...
—¿Que qué? No se le ocurre ninguna excusa. Pero tampoco importa demasiado.
¿Es su imaginación o se alegran de que se marche? Al fin y al cabo la habían invitado por educación. —Nos vemos en historia —consigue decir Willow. —Claro —asiente Claudia. Willow avanza todo lo rápido que puede a través del jardín hacia el edificio.
Aún le queda algo de tiempo antes de la siguiente clase. Pero no sabe dónde ir. Ni la biblioteca ni la cafetería le parecen una buena opción.
No sabe adonde ir, pero sabe perfectamente lo que quiere hacer.
Sin embargo, le preocupan un poco los detalles prácticos. Tiene ya tantas marcas en los brazos que se podría jugar a unir los puntos. Va a tener que esperar a que se le curen algunos cortes antes de volver a ensañarse. ¿Y en las piernas? Lleva tejanos, ¿cómo podría llegar a las piernas? Y si se lo hace en la barriga, ¿se le enganchará el jersey? Willow sacude la cabeza. Debería haberlo tenido en cuenta. Mañana se pondrá una camisa de botones.
Pero, en su desesperación, pensar en esos detalles ya le ayuda a calmarse y a olvidar la vergüenza que acaba de pasar, lo mal que ha sonado todo ese asunto del corte de pelo gratis. Incluso está a punto de olvidar lo triste que resulta que no vaya a apuntarse a un curso de preparación para los exámenes preuniversitarios.
Willow se dirige con determinación hacia el baño, pero dentro le espera una
decepción, porque no está vacío. Hay dos chicas fumando. Otra actividad ilícita,
aunque mucho más aceptada.






Holaa, aca les dejo el septimo y octavo capitulo, espero que les guste :)

¡NO A LOS FANTASMAS!





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Mensaje por {Maru.} Vie 14 Sep 2012, 6:44 pm

Sii apareci me encantooo!!! amo la novela es genial!!! :)
{Maru.}
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Mensaje por Mrs. Styhorapaylikson Vie 14 Sep 2012, 6:57 pm

Maru gime escribió:Sii apareci me encantooo!!! amo la novela es genial!!! :)

Muchisimas gracias :)

Podrias pasarte por mi nueva nove Demon Envy (Zayn Malik y _______ Sutcliffe) Gracias :)
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Mensaje por DJ Rocky!! :)x Sáb 15 Sep 2012, 9:05 am

Hola!!! perdon por no pasarme antes :oops: Pero te digo que ame los caps!! Siguela pronto!! Y si te llego mi ficha???
DJ Rocky!! :)x
DJ Rocky!! :)x


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Mensaje por king.kylie Sáb 15 Sep 2012, 2:57 pm

siguelaaa:) hnihug:)) xx
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Mensaje por DanielaSwift Sáb 15 Sep 2012, 9:04 pm

Oh, e buscado esté libro por cielo mar y tierra, puedes dejarme el link del libro en donde lo descargaste o me lo envias por favor a mi correo electrónico Karly.smile@hotmail.cl
DanielaSwift
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Mensaje por Mrs. Styhorapaylikson Dom 16 Sep 2012, 12:03 pm

rocky 96 escribió:Hola!!! perdon por no pasarme antes :oops: Pero te digo que ame los caps!! Siguela pronto!! Y si te llego mi ficha???

No te preocupes :) No me llego pero ya los tengo adaptados asi que no hay problema, gracias por leer :) Ahora la sigo
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Mensaje por Mrs. Styhorapaylikson Dom 16 Sep 2012, 12:05 pm

DanielaSwift escribió:Oh, e buscado esté libro por cielo mar y tierra, puedes dejarme el link del libro en donde lo descargaste o me lo envias por favor a mi correo electrónico Karly.smile@hotmail.cl

Sisi aca esta la pagina http://atrapadaenladistancia.blogspot.com.ar/2012/06/willow-julia-hoban.html :)
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Mensaje por Mrs. Styhorapaylikson Dom 16 Sep 2012, 12:06 pm

PaolaStylinson escribió:siguelaaa:) hnihug:)) xx


Ahora la sigo :)
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Mensaje por Mrs. Styhorapaylikson Dom 16 Sep 2012, 12:24 pm

Capitulo -9


Willow no sabe muy bien qué hacer. Puede esperar a que se vayan, pero es imposible saber cuánto rato van a estar. Mientras Willow piensa en estas cosas, la chica que está más cerca de ella apaga el cigarro en la pila y se enciende otro.
—¿Quieres uno? —le ofrece, mostrándole el paquete.
Willow niega con la cabeza. Resulta irónico, podría perfectamente dedicarse a fumar, ¿por qué no? Pero los cigarrillos, aunque son perjudiciales, también producen placer y además...
Nicotina, eso tarda años en hacerte daño...
Cruza la puerta, que se cierra tras ella. Willow mira arriba y abajo del pasillo, que está completamente vacío.
Empieza a caminar. No sabe hacia dónde. Ni siquiera sabe adonde conduce este pasillo. Solo sabe que necesita moverse o explotará.
Cada vez se mueve más rápido. Le duelen las piernas y se da cuenta de que está corriendo a toda velocidad pasillo abajo. ¡Al diablo con las normas! Le duelen las costillas por el jadeo y por los golpes de la mochila contra su espalda.
Eso es bueno, todo este tipo de cosas son buenas. No tanto como la cuchilla, pero suficientemente molesto como para mantenerla distraída.
Por desgracia, los pasillos no son eternos y la resistencia de Willow tiene un límite. Está furiosa, furiosa, y cuando llega al final se encuentra a sí misma delante de un muro de ladrillos. Si no fuera un estereotipo, empezaría a darle puñetazos a la pared.
Si no fuera un estereotipo y no fuera tan difícil ocultar heridas en las manos.
En lugar de eso se derrumba frente a la pared, siente que se le van a salir los pulmones por la boca. Está en silencio, intentando concentrarse en el dolor de sus costillas, en la posibilidad de que la carrera por el pasillo no haya abierto alguna de las heridas de la pierna.
Con cuidado, se frota la pantorrilla con el pie para sentir si tiene alguna herida abierta.
¡Bingo! Willow baja la mirada. Una pequeña mancha de sangre empieza a extenderse por la tela de sus vaqueros. No es mucho, no es algo que el resto de gente pueda notar pero...
De repente nota una mano en el hombro. Una voz inquisitiva. Willow se gira y se topa con la cara de su profesor de física, el señor Moston.
Parece preocupado.
Willow no quiere hablar con él. Lo que quiere es poder concentrarse en el dolor que le produce la herida de la pierna. Incluso intenta avivarlo tocándose la herida con la punta de la zapatilla. Pero por desgracia, no puede. En algún lugar de sus entrañas sabe que, si no hace un esfuerzo ahora, habrán consecuencias: una charla con un profesor, un sermón. Puede que hasta citen a su hermano. Lo más seguro es que citen
a su hermano. Solo de pensarlo, Willow vuelve a la realidad.
—Willow, ¿estás bien? —Su tono de voz es empático, amable y solícito. ¿Es sincero?
No sabría qué decir. Últimamente ha habido tanta gente que le ha hecho la misma pregunta en el mismo tono, que ya no sabe qué pensar.
Ha llegado un punto en el que no soporta este tono.
—¿Estás bien? —El profesor repite la pregunta y Willow hace un esfuerzo por no reírse de lo absurda que suena. ¿Por qué la gente solo te pregunta si estás bien cuando es evidente que no lo estás?
—¿Puedo hacer algo por ti? —continúa.
A Willow le preocupa que lo próximo sea ofrecerse a acompañarla a la enfermería, o incluso peor, llamar a Louis. Mejor será que empiece a hablar, y rápido.
—No, gracias —logra responder finalmente—. Estoy bien, de verdad. Solo estaba un poco... —No termina la frase, esperando que Moston ya se dé por satisfecho de oírla hablar y no le pida respuestas más convincentes.
—¿Quieres acompañarme a preparar el laboratorio de física? —le pregunta el señor Moston. Se dirige a ella como si se tratara de una niña de cinco años y él le estuviera ofreciendo un helado. Es evidente que la intención de él es buena, pero la situación le sobrepasa. El señor Moston es un chico joven, probablemente sea más joven que Louis. Willow ha oído decir que este es su primer trabajo como profesor. Está segura de que nunca ha tenido que tratar con una alumna con su misma problemática.
A Willow le da igual que el señor Moston no sepa cómo ayudarle. Le basta con que él no sepa todos los detalles de su situación. Probablemente solo la considera una chica frágil.
Quizás hayan dado un toque de atención sobre ella en la sala de profesores:
Dadle tiempo, no le presionéis, necesitará espacio...
—Vale. —Willow consigue contestar en pocos segundos—. Te ayudo a montarlo. —Al fin y al cabo, su siguiente clase es física, y no tiene nada que hacer. No tiene adónde ir.
Willow se incorpora. Puede notar una gota de sangre que le baja por la pierna y tiene que concentrarse en seguir al profesor hacia el laboratorio.
Moston abre la puerta y Willow entra en el aula, que huele a cerrada. La clase aún no ha empezado, pero ya hay una chica allí, chapuceando en el laboratorio.
—¡Hola, Vicki! ¿Cómo va el experimento? —le pregunta Moston.
La chica levanta la mirada sobresaltada.
—Mmm... Bueno, no está perfecto —habla tartamudeando, se nota que está
nerviosa—, pero creo que esta vez me va a salir.
—De acuerdo —asiente el señor Moston—, en ese caso te dejo que trabajes. —Se pone a rebuscar entre sus papeles con el ceño fruncido—. Willow —levanta la mirada— pensaba que llevaba los deberes de la semana pasada corregidos, pero parece que me los he dejado en el despacho. ¿Quieres acompañarme o estarás bien aquí?
—Estaré bien —asegura Willow, pero se siente avergonzada. La está tratando como si ella fuera un caso especial y, aunque seguramente lo sea, no tiene ninguna intención de gritarlo a los cuatro vientos. Se gira hacia Vicki, pero por suerte la chica está demasiado ocupada con su trabajo para prestarles demasiada atención. Seguramente ni siquiera ha oído nada.
Willow tira su bolsa sobre la mesa. El señor Moston se va y ella se sienta en uno de los taburetes con un suspiro. Ahora ya puede volver a explorar la herida que tiene en la pierna.
Apoya la barbilla en las manos y mira distraída cómo Vicki va de aquí para allá. Es importante mantener una expresión tranquila, que su cara no la delate. Tiene que parecer que no está haciendo nada por debajo de la mesa. Tiene que parecer que no está intentando abrirse la herida, no tiene que notarse que está manchando la punta de la zapatilla de sangre.
Se siente como una mujer haciendo piececitos con su amante por debajo de la mesa.
Le duele la pierna. Es sorprendente que una herida de cinco centímetros pueda dolerle tanto. Realmente, es fácil abrirla antes de que se cure, solo hay que encontrar algo liso, como la punta de la zapatilla, e intentar abrirla unos centímetros más.
Ahora que ya tiene su dosis, ahora que el dolor fluye por su sangre como una droga, Willow ya puede pensar en otras cosas. Intenta fijarse en lo que hace Vicki pero el experimento en el que trabaja no le suena de nada. Se pregunta si debería reconocer lo que está haciendo. A lo mejor también va mal en esta clase.
—¿Qué estás haciendo? —le pregunta Willow—. Eso no será parte de los deberes de esta semana, ¿no?
—¡Ah, no! —Vicki apunta algo en su cuaderno de laboratorio sin levantar la vista—. Solo lo hago para subir nota. Casi... casi suspendí el año pasado y este semestre tengo que ponerme las pilas. —Se sonroja un poco al contarle esto—. Moston me ha dicho que haciendo un par de trabajos por mi cuenta podría conseguirlo. —Vicki cierra el cuaderno bruscamente y casi tira una parte del material del equipo.
—¿De qué va el experimento? —le pregunta Willow. La pierna ya le duele bastante y, por tanto, ya la puede dejar en paz.
—Oh, estoy intentando pillar lo de la aceleración bajo gravedad. O sea, ¿qué más da?
Yo lo único que quiero es... Hola, Liam. —Vicki corta la frase al oír que se abre la puerta.
Antes de girarse Willow sabe que debe de tratarse del mismo Liam que conoció en la biblioteca. Claro que podría ser otro. Él no va a su clase de física, así que no hay ninguna razón para que sea él, pero ella sabe que sí lo es. ¿Y qué? No tiene nada de lo que avergonzarse. Después de todo, a él no le ha preguntado nada de gatos.
—¡Hola, Vicki! Willow. —Les sonríe—. ¿Está Moston por aquí? Quería entregarle un informe del laboratorio.
—Volverá enseguida —responde Vicki. Ata un peso a un cilindro metálico y hace que se balancee.
Willow no puede evitar pensar que no cabe duda que Vicki necesite trabajos extra. La chica no se entera de nada. No hace falta ser un experto para darse cuenta de que el experimento está tan mal montado que se aguanta con alfileres. La pequeña bolita de metal se balancea peligrosamente junto a unas probetas. Algunas de ellas, llenas de
líquido, deben ser parte del trabajo de otra persona.
Está a punto de sugerirle a Vicki que coloque las probetas lejos de su experimento, pero antes de llegar a pronunciar una palabra el peso ya ha chocado contra una de ellas. Willow ve cómo algunas de las probetas caen al suelo con un gran estruendo y quedan hechas añicos. Un líquido azul viscoso empieza a extenderse por las baldosas.
—¡Oh, Dios mío! —exclama Vicki.
—No es tan terrible. —Liam intenta consolarla mientras se acerca a valorar los daños.
—¿Que no? —Vicki le mira con escepticismo—. ¿Estás loco? ¡Es un desastre!
Solamente estoy haciendo este ejercicio porque estoy muy atrasada respecto al resto de la clase. Lo último que necesito es cargarme el experimento de otra persona. ¡Me va a matar!
—Quizá deberíamos limpiarlo antes de que vuelva Moston —afirma Willow mientras
se aproxima a ellos, cojeando un poco—. Espera. —Coge unas esponjas que hay junto
al fregadero y le pasa una a Liam—. Tenemos que ir con cuidado con los cristales. —Se
coloca a cuatro patas y empieza a limpiar el líquido azul.
—¡Oh! ¿Para qué? —gimotea Vicki, retorciéndose las manos.
A Willow le sorprende que la chica esté a punto de llorar. ¿Es que no sabe que un par
de probetas rotas y un experimento de física fallido no son razón para llorar? Willow se
pone de cuclillas y sostiene la esponja sin hacer nada mientras observa a la chica. ¿De verdad que no se da cuenta de lo afortunada que es al poder decir que lo peor que le puede pasar en su vida es cargarse parte del material del laboratorio?
Lágrimas, auténticas lágrimas empiezan a brotar de los ojos de Vicki y a caerle por las mejillas.
¿Por unas probetas rotas?
Willow no se lo puede creer. No puede evitarlo, a lo mejor debería ser más benévola,
pero no puede sentir nada más que desprecio por alguien tan débil.
—¿Qué está pasando aquí?
El señor Moston acaba de entrar. Está detrás de Willow observando el estropicio que
hay en el suelo.
Los tres se quedan callados por unos minutos. Vicki ha logrado apartar la cara para que
Moston no se dé cuenta de que está llorando.
Willow se da cuenta de que Vicki está haciendo acopio de valor para explicarle la
verdad al señor Moston.
—Ha sido todo culpa mía.
Willow se sorprende al oír su propia voz.
Tira la esponja al suelo y se pone en pie para mirar al señor Moston a la cara.
—Le pedí a Vicki que me enseñara el experimento —continúa Willow, evitando
deliberadamente encontrarse con las miradas de Liam y Vicki—. Intentaba ajustar el
peso y mientras estaba en ello —Willow señala el suelo con la mano— parece ser que
se me cayó todo.
Willow no sabe muy bien por qué ha salido en defensa de Vicki. Tal vez sea porque piensa que ella, como es la chica nueva, no puede meterse en problemas. O tal vez porque sabe que Moston ya está suficientemente preocupado por ella para hacerle
pasar un mal rato. O quizá sea porque, si es honesta consigo misma, se da cuenta de que lo que le inspira Vicki no es desprecio.
Es envidia.
Porque, si lo piensa detenidamente, ¿realmente es tan horrible que lo peor que pueda ocurrir en la vida de Vicki sean unas cuantas probetas rotas? ¿No deberían ser así las cosas?
No hace tanto que unas probetas rotas también podían ser lo peor que le podía ocurrir
a Willow...
—Está bien —asiente Moston lentamente—. No os preocupéis de limpiarlo, no quiero
que os hagáis daño con los cristales rotos. Parece que tú ya te has cortado en la pierna,
"Willow.
Willow se sorprende. Debe haberse abierto la herida aún más de lo que pensaba.
Espera que no le sugiera ir a la enfermería.
—Em... No es nada, de verdad. Me lo he hecho antes... afeitándome las piernas —
balbucea, y se pone roja.
¿Afeitándome las piernas?
—Si tú lo dices... —contesta Moston con escepticismo—. De todos modos, no quiero
que nadie más se corte. Voy a buscar a alguien de mantenimiento para que se
encargue de esto. Liam, ¿puedes acompañarme? —Recoge el informe de laboratorio
que tiene Liam en la mano—. No quiero que llegues tarde a tu próxima clase, pero voy
a necesitar ayuda para llevar material.
—No pasa nada —responde Liam a Moston, aunque Willow puede sentir que no le quita los ojos de encima—. De todos modos, tengo una hora libre.
Los dos salen del laboratorio, y Vicki y Willow se quedan a solas.
—No puedo creerme lo que acabas de hacer —dice Vicki. En sus ojos brilla una especie de admiración.
Willow no ha cargado con las culpas para ganarse la admiración de la chica. Pero la mirada de Vicki, en fin, es difícil no sentirse ni que sea un poco bien... Hacía mucho tiempo que nadie la miraba sin sentir lástima.
—Olvídalo —contesta Willow, encogiéndose de hombros—. Yo ya sabía que no me iba a caer ninguna bronca —dice con una sonrisa a Vicki mientras regresa a su asiento.
—Claro, ya lo sé —dice Vicki, siguiéndola—. Bueno, aparte de que tú no has provocado varios desastres en el laboratorio como yo, Moston no te haría pasar un mal rato por
nada del mundo. Debe de sentirse mal por ti, ya sabes, con todo eso de que no tienes
padres.
—¿Perdón? —Willow está buscando una tirita en su bolsa, porque no quiere que nadie
más se percate de la herida que tiene en la pierna, pero se detiene en seco y mira a
Vicki a la cara.
—Porque tú eres huérfana, ¿no? ¿Tus padres no murieron el año pasado o algo así?
¿Verdad? Seguramente puedes aprovecharte de eso hasta que te gradúes.
Willow se siente como si le acabaran de pegar una bofetada. La frase que Vicki acaba
de soltar casualmente acaba con los buenos sentimientos que empezaban a aflorar en
su interior. Esta chica le ha defraudado, al igual que las otras.
Aunque, en realidad, no debería enfadarse. Vicki no habla con malicia. Simplemente es
demasiado insensible para darse cuenta, es tan torpe hablando como manejando el
equipo del laboratorio.
El señor Moston y Liam regresan con un montón de material. Un grupo de estudiantes
entran tras ellos. La clase va a empezar.
Willow mira cómo Liam ayuda al señor Moston a organizarlo todo. Piensa en el modo
en que él reaccionó cuando se lo dijo.
Se quedó pálido. No le salió con las frases típicas. No le dijo nada cruel. No había nada
que decir y tuvo suficiente sentido común para no hacerlo.
Willow se siente tan agradecida al recordarlo que desearía poder levantarse y
decírselo, seguirle cuando salga de clase y explicarle cuánto ha significado para ella
que fuera tan considerado.
Por un instante sus miradas se encuentran. Willow nota que se está sonrojando pero
no sabe muy bien por qué. Seguramente él no tiene ni idea de lo que está pensando y,
de todos modos, aquello ya está pasado. Ella no tiene ninguna intención de
agradecerle nada, o ni siquiera de hablar con él. Ya ha aprendido la lección. Lo mejor
será no hablar con nadie de momento.
Es incapaz de hablar con la gente, y por lo visto, los demás lo pasan igual de mal
hablando con ella.
Si vuelve a hablar con Liam, es posible que él ya no sea tan amable. Quizás haya oído
cosas sobre ella que le hayan hecho cambiar de idea, o a lo mejor es, simplemente,
que aquel día en concreto se sentía así.
Sea lo que sea, nunca lo sabrá. Sin embargo, cuando lo ve salir, se le hace un nudo en
el estómago. Se da cuenta de que es la única persona que ha conocido en los últimos
siete meses que no ha dicho algo estúpido o insensible sobre el hecho de que sus
padres estén muertos.
Y también el único que ha hablado de Tristes trópicos con ella.


Capitulo -10


¿No podría hablar un poco más bajo? Piensa Willow mientras se estira boca abajo y entierra la cabeza entre las páginas de su libro. Sigue peleando con el Bulfinch; al menos tiene un par de semanas para entregar el trabajo. De normal, le sobraría tiempo, pero últimamente las cosas son de todo menos normales, y el parloteo de la otra chica no se lo está poniendo fácil.
—Me dijo que me llamaría...
Willow intenta ignorarla, pero es una batalla perdida. Había salido pronto de la escuela
y se había ido al campus pensando que allí podría trabajar, pero, en lugar de concentrarse en el Bulfinch, no para de distraerse con todo lo que ocurre a su alrededor.
Ya ha tenido que moverse dos veces para esquivar un Frisbee y ahora, cuando por fin había conseguido situarse, se le ha sentado esta chica al lado y ha empezado a hablar, muy alto, por el móvil.
—¡Ya han pasado dos días! Pero ¿sabes qué? Él me dijo que tenía que estudiar para un examen muy importante y ya sabes lo estresante que es eso. Seguro que esa es la razón de que...
Willow cierra el libro con un suspiro. Es inútil intentar leer.
Al menos, escuchar conversaciones ajenas promete ser más interesante.
De repente, una ola de soledad invade a Willow. Desearía poder hablar con Markie, ser capaz de hablar con ella. Retroceder siete meses y volver a estar las dos cotilleando así. Su conversación no hubiera sido muy diferente a la de esta chica. Después de analizar el problema de la llamada telefónica desde cualquier ángulo posible hubieran
pasado a hablar sobre el cuidado de la piel y luego...
—Tendrías que ver lo quemado que tengo el pelo...
Vale, en lugar de la piel, las puntas abiertas. Bastante cerca. Willow sonríe un poco. A lo mejor todavía es capaz de sentir interés por estas cosas. A lo mejor no tiene por qué ser un desastre cada vez que abre la boca.
—Intenté hacerme los reflejos yo misma y fue catastrófico.
¿Catastrófico? Willow se sienta y mira a la chica sin poder creérselo. ¿Es esa su idea de catástrofe?
Le gustaría poder enseñarle algunas fotos del accidente.
A lo mejor debería haberse quedado en el instituto pero, la verdad, ¿es peor escuchar
esto o los continuos comentarios de Claudia y Maru sobre la puntuación de los exámenes? Al menos aquí nadie espera que se una a la conversación; además, le gusta pasar el rato en el césped del campus. Antes, cuando sus padres vivían e iba con ellos a la ciudad le gustaba sentarse aquí y leer mientras esperaba a que terminaran de dar
sus clases. Luego iban a buscar a Louis y a Pao e iban por ahí a cenar.
Willow sacude la cabeza. Es ridículo pensar que pueda ser igual ahora. Al fin y al cabo, ya nada lo es.
Ya no quiere escuchar más. Ya no quiere seguir estirada en la hierba. Solo hay una cosa que quiera hacer ahora mismo. Y es extraño, porque hasta este momento no se le había pasado por la cabeza recurrir a la cuchilla. Willow no es tonta. Sabe perfectamente lo que está ocurriendo. Escuchar este tipo de conversaciones es como abrir una ventana a su pasado. El terrible choque, el ángulo que tomó el cuello de su madre, su propio cabello empapado de la sangre de su padre son imágenes demasiado
difíciles de procesar. Sin embargo, las cosas más triviales siempre la pillan desprevenida.
Ayer, todos sus intentos de cortarse se vieron frustrados. Quizá tenga hoy más suerte.
El campus es grande, mucho más que el instituto, y si no encuentra un lugar por aquí, siempre le quedará el parque...
Pero todavía es de día. No quiere correr el riesgo de que alguien la vea en el parque.
Willow hurga en su bolsa en busca de su carné de la biblioteca. Aunque odia subir sola al depósito, ese podría ser un buen lugar, si no fuera porque cree que se ha dejado el carné en casa.
Sin duda alguna, lleva todo lo que necesita. Nunca saldría de casa sin llevar repuestos.
Pero tiene que ir con cuidado, regirse por unas normas. Si lo hace demasiado a menudo podría meterse en problemas. Cada vez que incurre en ello, las posibilidades de que alguien la descubra, de que se le infecte una herida, o incluso de perder demasiada sangre crecen. Va a tener que empezar a racionar las sesiones. Pensar en la
cuchilla igual que otras chicas piensan en tomarse un helado.
No es solo eso, sino que ocultarlo está siendo cada vez más complicado. Resulta tan difícil recordarlo todo, cada pequeño detalle, que tiene que estar al tanto si quiere mantenerlo en secreto. Como hace un par de noches, cuando vio a Louis llorando.
Después de que Willow se quedara dormida, después de que el corte de la cuchilla la hubiera serenado como una nana, se despertó sobresaltada. Sabía que algo no iba bien. Willow se incorporó en lai cama y pensó durante casi media hora, dando vueltas
a la cabeza, hasta que se dio cuenta de que no había limpiado la sangre que le había caído del brazo.
¿Y si había olvidado limpiarla? ¿Y si Paola la veía por la mañana?
La chica del móvil se prepara para marcharse. Willow ya no tendrá que oírla. Pero ya no le importa, demasiado tarde. Si pudiera encontrar el estúpido carné... Mete el brazo hasta el final de la bolsa.
—¡Eh! ¿Qué tal?
La interrupción la pilla por sorpresa. Saca la mano de la bolsa abruptamente, como si la hubieran pillado robando. El corazón le late con fuerza, como si acabara de correr un maratón.
Es Liam. Claro, quién si no. Es la única persona de por aquí con la que ha hablado.








Hola ¿como estan? Gracias a todas las que comentan :) Aca les dejo el noveno y decimo capitulo, espero que les guste! Falta muuuy poco para que Liam se entere de algo muy importante, ya se deben imaginar que es ;)

¡NO A LOS FANTASMAS!



Mrs. Styhorapaylikson
Mrs. Styhorapaylikson


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Mensaje por king.kylie Dom 16 Sep 2012, 3:18 pm

Oh dioss escribes grandiosooo siguelaaaaaaaaaaa!!!:)
king.kylie
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