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Un Amante Peligroso - NicholasJ&Tu - (Adaptación) TERMINADA!
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Un Amante Peligroso - NicholasJ&Tu - (Adaptación) TERMINADA!
MeliGarcia escribió:
aww me eencanta akmxjdcnkj
Siguela.
:) ya la sigo!
X
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Un Amante Peligroso - NicholasJ&Tu - (Adaptación) TERMINADA!
• CAPITULO 4 (PARTE 2) •
Sus palabras eran completamente neutrales, incluso amables. No había nada sugerente en su tono o en su lenguaje corporal. Mantuvo su mirada estrictamente por encima de su cuello. Pero no había ninguna duda en el trasfondo de sus palabras. Las hormonas sexuales de repente se arremolinaron en el aire, una ráfaga de un poco de ellas, tan poderosas que no sólo eran una pérdida de palabras, pero podía sentir el aire saliendo de sus pulmones.
El deseo potente, oscuro, completamente masculino estalló en la sala, tan poderosamente que prácticamente podía ver las ondas de deseo dirigirse hacia ella más allá de la superficie brillante de la mesa. _____(tn) había sentido deseo antes, pero nunca había sentido una oscura atracción magnética antes así.
Debería decir algo, algo despreocupado para disipar la tensión del aire. Pero por su vida que no le vino nada a la mente. Ni siquiera podía apartar la mirada de él, su mirada oscura era tan persuasiva que fue como un puñetazo en el estómago. Su pecho se sintió apretado, y le resultaba difícil respirar.
A _____(tn) le llevó un minuto darse cuenta de que no sólo era de él. Ella sentía el deseo también. Hacía tanto tiempo que no lo había sentido que no lo había reconocido. Nicholas Jonas era tan diferente de todos los hombres por los que se había sentido atraída en el pasado que ni siquiera se le había ocurrido que ella lo pudiese desear.
_____(tn) se sentía atraída por hombres ingeniosos, sofisticados y mundanos. Hombres que disfrutaban los libros y el teatro y tenían un irónico sentido de la vida. Lo poco que había visto de Nicholas Jonas le mostraba que era la antítesis. Ella no había visto el ingenio, de hecho, había estado tan serio hasta el punto de la severidad. No parecía sofisticado o mundano. Era cierto que había viajado, pero a puntos avanzados se la civilización, donde la capacidad de manejar un arma de fuego era más útil que el conocimiento de los museos locales.
Esta era su cabeza parlante. El resto de su cuerpo simplemente no estaba escuchando. La descarga hormonal la había tomado por completo, un reacción a la pura masculinidad… de Nicholas Jonas . Era humillante pensar que su cuerpo no estaba prestando ninguna atención en absoluto a lo que le estaba diciendo, los libros que había leído, a qué partido político pertenecía.
No, su ritmo cardiaco y su respiración estaban acelerados porque él tenía el cuerpo masculino más magnífico que ella había visto alguna vez. Las rodillas le temblaban cuando miraba sus manos grandes, elegantes, ásperas, fuertes. Su voz profunda y rítmica le producía vibraciones en la boca del estómago.
Oh, esto era malo. Nicholas Jonas era su huésped. Él le pagaba un precio muy alto por vivir en su casa hermosa pero a veces de lo más fieramente incómoda. No podía permitirse el lujo de estar sin aliento cuando hablaba con él, o que él le pillase mirándole a hurtadillas admirando la anchura de sus hombros o el tamaño de sus bíceps.
_____(tn) tenía que controlarse a sí misma.
Tenía que construir esto sobre la base de casera-inquilino. Cordial e impersonal.
Pegó una sonrisa amable en su rostro e inició una amable conversación de patrona.
—¿Quieres un poco más de rosbif?
—No, señora, —dijo él sin sonreír—. Estoy bien. —Sus ojos nunca se apartaron de los suyos. Eran tan oscuros.
Pocas veces había visto unos ojos tan oscuros, con sólo una pequeña diferencia entre la pupila y el iris…
Ella se sacudió.
—Espero que hayas hecho un hueco para el postre. Hice mousse de chocolate. Podemos tomarlo en el salón con el café, si quieres.
El se afirmó, si era posible, todavía más. Sus ojos sondearon los suyos, como si ella le hubiese dicho algo convincente.
—Sí, señora. Me gustaría muchísimo—. Él se levantó antes de que ella lo hiciese, en un movimiento suave y elegante, retirándole la silla cuando ella se levantó. ¿Cuándo había sido la última vez que un hombre había hecho esto por ella?
_____(tn) señaló la sala de estar. —Ve por delante, traeré el café y el mousse.
Cuando entró en la sala de estar con una bandeja con dos copas de mousse y dos tazas de café, lo vio en cuclillas junto al fuego, alimentándolo con un tronco, empujando el tronco con el atizador. Las chispas volaron por la salida del humo. Un tronco se cayó, estallando en llamas al rojo vivo, destacando su ancha espalda en un borde de color rojo fuego. Los vaqueros negros ajustados mostraron sus músculos largos, grandes de sus muslos, flexionados al agacharse. Se levantó con facilidad y se dio la vuelta.
—Déjame ayudarte con eso—. Cogió la bandeja de sus manos y la puso sobre la mesa de centro.
El fuego se elevó, renovado, grandes llamas rondando con avidez lamiendo la madera, llenando el cuarto de calor y los y el ambiente crepitar de las llamas. Parecía que hubiese una tercera persona en la habitación con ellos.
_____(tn) se sentó en el sofá, bebiendo a sorbos su café. Como tantas veces en los momentos difíciles, ella trató contar sus bendiciones. Gozaba de buena salud. El pago de enero al banco sería hecho. ¿Febrero?—bueno, eso era el futuro, ¿verdad? Nicholas le había dicho que se quedaba. No parecía al tipo de hombre que saliese corriendo gritando con una caldera temperamental. Podría conseguirlo en febrero. O no. Una de las cosas que había aprendido en los últimos seis años era que podía luchar por las cosas que no podían influirse o cambiarse. Y aprovecharse al máximo de las cosas, pensando con resolución positiva. Se había entrenado para hacerlo.
Por desgracia, pensar desesperadamente con pensamientos positivos no siempre funcionaban también como ella quería.
Mañana era el día de Navidad, cuando todo el mundo sabía que había llegado a un callejón sin funcionarse. Las
Navidades siempre eran demasiado duras.
Había tantos recuerdos felices de Nochebuena en este cuarto. Mamá y papá y Toby, la música y las risas y la luz del fuego. Recordó una Nochebuena con Sanders, antes del accidente. Toby había tenido, ¿Cuántos? ¿Siete? Ella había comenzado a salir con Sanders—el primero de sus muchos paradas y comienzo de su relación— y ella lo había invitado la víspera de Navidad. Sus padres habían estado encantados por los buenos modales de Sanders y la conversación de adultos. Esto fue antes de que llegaran a conocerlo. Más tarde, su padre había llegado a despreciarlo. Pero esa primera noche, todo eran sonrisas.
Ella, bueno, había estado ciegamente enamorada. Tan ciega que perdió su virginidad con él un par de meses más tarde.
Esa noche, mamá había llenado el salón de velas. A su madre le gustaban las velas. Y ella las encendía en todas las ocasiones posibles, y a veces sólo porque le apetecía.
El recuerdo de esa noche aún podía calentarla. Aún podía recordar los olores fuertes mezclándose juntos, el Diorissimo de mamá, la cera de vela caliente, el humo de la leña, lo pasteles y bollos del cocinero, el Earl Grey, y el bourbon de papá. Un aroma embriagador de alegría y celebración.
Ella había tocado el piano y ellos habían cantado villancicos. Ella había tocado—... ¿tocar? Con un tirón, _____(tn) trajo a su mente de vuelta al presente. Su huésped estaba sentado junto a ella. No tan cerca como para incomodarla, pero lo bastante cerca como para que pudiera sentir el calor de su cuerpo y sentir el movimiento del aire y la pendiente de sofá cuando él se inclinaba hacia delante para poner la taza en la mesa del centro. Viéndolo tan cerca, se sentía un poco abrumada por su gran tamaño. Parecían que sus hombros ocupaban la mitad del sofá.
Su taza de café perfectamente de un tamaño normal parecía diminuta en sus manos. Sus manos eran irresistibles, a diferencia de cualquiera de otras manos masculinas que hubiese visto alguna vez. A pesar de que eran enormes, la piel visiblemente áspera, como si trabajase mucho con ellas al aire libre, también estaban bien formadas, con dedos largos, elegantes y fuertes, con una ligera capa de vello negro en el dorso. Las uñas estaban limpias, pero claramente sin manicura, por lo que eran muy diferentes de las manos de Sanders, que eran pálidas y suaves, con uñas perfectas y pulidas
Oh, Dios mío. Lo estaba haciendo de nuevo, vagando a la deriva con sus pensamientos. Le había dicho algo.
—¿Perdón?
Nicholas inclinó la cabeza hacia el piano. Su voz era paciente. Era un hombre fuerte, un soldado.
Era de suponer que le daba paciencia extra para no rodar los ojos y gritarle a la señora loca que iba a la deriva en su cabeza con la caída de un sombrero —Veo que tienes un piano. Me imagino que lo tocas. Me gustaría oírte tocar.
No, absolutamente no fue su primer instinto, y tuvo que mantener las mandíbulas bien cerradas para evitar decir las palabras.
De ninguna manera podría tocar. No había tocado desde antes de que Toby muriese. No había pasado el tiempo suficiente.
Sus sentimientos estaban muy a flor de piel, los recuerdos demasiados recientes, el dolor seguía siendo afilado….
—Por favor—, le dijo, y esperó, mirándola pacientemente.
Tenía el pecho tan apretado que le resultaba difícil respirar. La idea de tocar el piano le hacía sentirse un poco mal, ¿pero cómo podía decirle que no? Posiblemente él no podía entender lo que le había pedido. Decir que no sonaría como si estuviera loca. O tal vez incluso peor, a una casera grosera.
Miró a Nicholas . Él la miraba en silencio, con su mirada oscura y penetrante. Se encontró con sus ojos durante un momento, y luego se miró las manos, manos que hormigueaban por tocar las teclas cómodamente, manos que al mismo tiempo no querían volver a tocar el piano de nuevo.
Era tan tentador.
_____(tn) se sintió como si estuviese manteniendo el equilibrio al borde de algún precipicio profundo, del cual no tenía retorno. Podría dar un paso adelante y caer en el abismo de la pena perpetua, el fantasma de una mujer sólo con fantasmas como compañía, siempre de luto por el pasado. O podía dar un paso atrás y de alguna manera recuperar su vida y tener algo parecido a un futuro.
Tenía que dejar de vivir en el pasado. Tenía que dejar el luto. Tenía que deja de pensar sin cesar en Toby y en sus padres. Tenía que hacerlo ahora.
Era algo duro. Pero tenía que hacerlo. Podía hacerlo. Durante los últimos seis años había aprendido a hacer cosas duras. Muchas veces.
Hizo el amago de una sonrisa, con los labios hacia arriba y un destello de dientes, esperando que él no se diese cuenta de lo falsa que era.
—Muy bien, —dijo, con la garganta apretada—. Por supuesto tocaré para ti.
Decididamente, se levantó y se dirigió al piano. Existía una remota posibilidad que en los últimos dos meses, el piano estuviese desafinado. Dios sabía que había habido suficientes cambios de temperatura debido a la temperamental caldera para deformar la madera del piano. Si el piano no estaba afinado, bueno, entonces sería una excusa perfecta para no tocar, y no sería culpa de ella en absoluto.
Se detuvo de pie ante el grande y negro piano y tocó una escala rápida. Las notas resonaron nítidas y claras en la gran sala. Es piano estaba perfectamente afinado.
Esto era algo a lo que simplemente tendría que enfrentarse.
Se sentó con los dientes apretados. Se giró, sorprendida, cuando Nicholas encendió las velas de los candelabros de bronce a ambos lados con una de las largas cerillas que se usaban para la chimenea.
—Parece tan bonito así—, dijo apagando el fósforo.
_____(tn) suspiró. Si, era muy bonito. Alzó la vista hacia él.
—¿Qué te gustaría que tocara? ¿Tienes algún villancico favorito de Navidad? Tengo un repertorio de villancicos bastante buenos.
—No, nada de villancicos, por favor. He estado escuchando demasiada música ambiental en los aeropuertos últimamente. —Le dio un toque a la partitura enfrente de ella—. ¿Qué tal esto? Debe ser lo último que has tocado.
_____(tn) se congeló. “Esto”, era la partitura del Fantasma de la Ópera. Lo había tocado sin cesar para Toby las dos últimas semanas de su vida. Por favor, Dios, esto no.
Un villancico habría sido más fácil. Podría elegir uno que no del que no le provocara ningún recuerdo en particular. “Noche de paz”, o tal vez, “Escucha a los Ángeles Cantando”. Lo único que estos le recordaban era a la escuela.
Pero el Fantasma de la Ópera…
Oh, dulce Dios. Cualquier cosa menos eso.
Esto iba a ser tan difícil. _____(tn) tocó las teclas, acariciándolas, familiarizándose con el tacto del marfil y la madera de nuevo. La música siempre había sido su refugio, su lugar de paz. Era un signo de la profundidad de su dolor el haberse mantenido apartada de la música durante tanto tiempo. Levantó la vista con incertidumbre y encontró su mirada fija. Oscura, constante y penetrante, como si pudiese llegar al interior de su mente y leer todas las emociones dolorosas que se arremolinaban en su interior, incluyendo su pánico y miedo. Él era un hombre que había enfrentado a los disparos. ¿Cómo podría alguien así, posiblemente entender el miedo a un teclado?
No podía.
Hazlo ahora.
Suspirando, _____(tn) comenzó lentamente a tocar algunas notas, interpretando las partituras con la mano derecha. Las notas eran discordantes, pero la canción era reconocible.
Los primeros compases de “Piensa en mí”—la inquietante melodía que Christine le canta al fantasma—salió. La canción siempre estuvo marcada en su corazón como un himno del dolor y la pérdida.
Su mano vaciló, y se quedó con el dedo índice pulsando el Fa durante un largo momento, preguntándose si podría continuar. Tenía que hacerlo. No sólo para ser cortés con un huésped, sino por ella misma. Y para su propia cordura.
Debes hacer esto, se dijo _____(tn) a sí misma, poniendo rígida su espina dorsal.
Su mano derecha tocó las partituras de nuevo, más rápido, más suave, más melódicas. La mano izquierda se acercó, a regañadientes, para proporcionar el contrapunto a la exuberante melodía. La memoria de los músculos se hizo cargo.
Las notas comenzaron a fluir mientras sus manos se movían suavemente sobre las teclas, la canción era tan familiar para ella como su propio nombre.
Piensa en mí…
Mamá y papá y Toby habían volado desde Seattle para encontrarse con ella en Nueva York por Acción de Gracias.
Ella había tomado el tren de Boston, donde estudiaba a la música y a los hombres, pasando un gran tiempo con ambos. Papá había reservado una suite de dos habitaciones en el Waldorf. La familia Lake pasaría cuatro mágicos días juntos, visitando los monumentos durante el día y las obras de teatro y los musicales por la noche.
En su última noche en Nueva York todos se habían ido a ver el Fantasma de la Ópera en el teatro Majestic. Ella había sido lo suficiente mayor para suspirar por el romanticismo del triángulo amoroso. El amante condenado, lleno de cicatrices desterrado para siempre a las sombras, el hermoso y joven vizconde y la joven y bella mujer amada por dos hombres.
Recuérdame…
Toby había sido lo suficientemente joven para excitarse con las capas arremolinándose, las arañas de luces en el escenario, la cantidad de velas en el agua, un barco misterioso sobre un lago bajo la Ópera. Toby todavía había seguido saltando de entusiasmo la siguiente mañana cuando la habían acompañado hasta la estación. Se acordaba de haberse subido al tren de Boston, mirando por la ventana a mamá y a papá soplándole besos y a Toby emocionado agitando un ¡adiós! Una familia feliz con toda la vida por delante ante ellos.
Fue la última vez que vio a sus padres.
Fue la última vez que vio a Toby caminar.
Durante años, él se había negado a escuchar el CD musical. _____(tn) lo entendía por completo. Le recordaba demasiado lo que había perdido, el chico despreocupado que había sido, un chico con toda una vida entera por delante que le había sido arrebatada cruelmente.
Entonces, de repente, hacía un par de meses, él empezó a insistir en que ella tocase la partitura para él, una y otra vez a medida que se iba poniendo más y más débil.
Toby sabía que se estaba muriendo, pensó _____(tn) de repente, con los bellos de la nuca erizados.
Era por eso por lo que le pedía que tocase tan a menudo. Toby presentía que se estaba muriendo y quería escuchar la música que le recordaba la última vez que la familia había estado junta, la última vez que había sido un niño sano.
Ella incline la cabeza, con sus manos moviéndose por su cuenta, sin tener necesidad de pensar en las notas.
La música delicada, romántica inundó la sala, inundó su cabeza, inundó su corazón. Sus manos flotaban sobre el teclado, la música saliendo de lo más profundo de su ser.
…por favor, prométeme…
Se olvidó de dónde estaba, se olvido del hombre grande, de ojos negros a su lado mirándola, mientras era arrastrada por la inquietante melodía. Una canción de anhelo y la promesa de amor cuando la esperanza se ha ido.
…a veces pensarás en mí…
Suavemente, suavemente la canción se terminó en la última nota persistente que se hizo eco, y luego se apagó.
Sus manos resbalaron de las teclas para descansar en su regazo.
_____(tn) bajó la cabeza, un mechón de pelo suelto cayó hacia delante para posarse sobre sus hombros.
Una corriente de aire helado se extendió por la habitación de repente, agitando las páginas de la partitura, helándole hasta los huesos. Se le puso la carne de gallina. Ella levantó la vista, sorprendida, cuando las velas de los candelabros de cobre se consumieron, y luego murieron. Las pesadas cortinas revolotearon brevemente y luego callaron.
Había terminado casi antes de que comenzara. El aire se levantó de repente una vez más. Las espirales de humo de las velas sin llama se elevaron hacia arriba. Nada se movía.
Algo había llegado—y se había ido—del cuarto.
Hasta el día de su muerte, _____(tn) creería que fue en ese preciso instante en que el alma de su hermano se había marchado de esta vida, finalmente, por fin liberándose de la jaula rota de la carne que él odiaba.
Él la había oído tocar por última vez y había abandonado este mundo.
_____(tn) acababa de tocar el réquiem de Toby.
Ahora, finalmente, se había ido realmente. Y ella estaba sola.
Una gruesa lágrima resbaló por su mejilla y cayó sobre el teclado, haciendo un plaf tan fuerte que la tecla hizo un sonido fantasmal.
Nicholas no se había movido, pero algo en la misma calma del aire a su lado la hizo girarse. Estaba de pie junto a ella, con una gran mano sobre la tapa del piano, mirándola fijamente. No tenía ni idea de lo que podía estar pensando.
Probablemente que era una chiflada, una mujer loca.
De repente, _____(tn) se sintió muy cansada de su dolor y soledad. Tenía que suceder algo para romper la cáscara de hielo de tristeza que la atrapaba. Necesitaba calor y conexión humanos.
Necesitaba tocar a alguien. Necesitaba que alguien la tocara. Aparte de un ocasional apretón de manos, no había tocado a otro ser humano desde la muerte de Toby. Miró a los ojos oscuros de un perfecto desconocido y dijo las palabras más verdaderas que nunca había dicho de una garganta dolorosamente apretada
—No quiero estar sola esta noche—, susurró.
El deseo potente, oscuro, completamente masculino estalló en la sala, tan poderosamente que prácticamente podía ver las ondas de deseo dirigirse hacia ella más allá de la superficie brillante de la mesa. _____(tn) había sentido deseo antes, pero nunca había sentido una oscura atracción magnética antes así.
Debería decir algo, algo despreocupado para disipar la tensión del aire. Pero por su vida que no le vino nada a la mente. Ni siquiera podía apartar la mirada de él, su mirada oscura era tan persuasiva que fue como un puñetazo en el estómago. Su pecho se sintió apretado, y le resultaba difícil respirar.
A _____(tn) le llevó un minuto darse cuenta de que no sólo era de él. Ella sentía el deseo también. Hacía tanto tiempo que no lo había sentido que no lo había reconocido. Nicholas Jonas era tan diferente de todos los hombres por los que se había sentido atraída en el pasado que ni siquiera se le había ocurrido que ella lo pudiese desear.
_____(tn) se sentía atraída por hombres ingeniosos, sofisticados y mundanos. Hombres que disfrutaban los libros y el teatro y tenían un irónico sentido de la vida. Lo poco que había visto de Nicholas Jonas le mostraba que era la antítesis. Ella no había visto el ingenio, de hecho, había estado tan serio hasta el punto de la severidad. No parecía sofisticado o mundano. Era cierto que había viajado, pero a puntos avanzados se la civilización, donde la capacidad de manejar un arma de fuego era más útil que el conocimiento de los museos locales.
Esta era su cabeza parlante. El resto de su cuerpo simplemente no estaba escuchando. La descarga hormonal la había tomado por completo, un reacción a la pura masculinidad… de Nicholas Jonas . Era humillante pensar que su cuerpo no estaba prestando ninguna atención en absoluto a lo que le estaba diciendo, los libros que había leído, a qué partido político pertenecía.
No, su ritmo cardiaco y su respiración estaban acelerados porque él tenía el cuerpo masculino más magnífico que ella había visto alguna vez. Las rodillas le temblaban cuando miraba sus manos grandes, elegantes, ásperas, fuertes. Su voz profunda y rítmica le producía vibraciones en la boca del estómago.
Oh, esto era malo. Nicholas Jonas era su huésped. Él le pagaba un precio muy alto por vivir en su casa hermosa pero a veces de lo más fieramente incómoda. No podía permitirse el lujo de estar sin aliento cuando hablaba con él, o que él le pillase mirándole a hurtadillas admirando la anchura de sus hombros o el tamaño de sus bíceps.
_____(tn) tenía que controlarse a sí misma.
Tenía que construir esto sobre la base de casera-inquilino. Cordial e impersonal.
Pegó una sonrisa amable en su rostro e inició una amable conversación de patrona.
—¿Quieres un poco más de rosbif?
—No, señora, —dijo él sin sonreír—. Estoy bien. —Sus ojos nunca se apartaron de los suyos. Eran tan oscuros.
Pocas veces había visto unos ojos tan oscuros, con sólo una pequeña diferencia entre la pupila y el iris…
Ella se sacudió.
—Espero que hayas hecho un hueco para el postre. Hice mousse de chocolate. Podemos tomarlo en el salón con el café, si quieres.
El se afirmó, si era posible, todavía más. Sus ojos sondearon los suyos, como si ella le hubiese dicho algo convincente.
—Sí, señora. Me gustaría muchísimo—. Él se levantó antes de que ella lo hiciese, en un movimiento suave y elegante, retirándole la silla cuando ella se levantó. ¿Cuándo había sido la última vez que un hombre había hecho esto por ella?
_____(tn) señaló la sala de estar. —Ve por delante, traeré el café y el mousse.
Cuando entró en la sala de estar con una bandeja con dos copas de mousse y dos tazas de café, lo vio en cuclillas junto al fuego, alimentándolo con un tronco, empujando el tronco con el atizador. Las chispas volaron por la salida del humo. Un tronco se cayó, estallando en llamas al rojo vivo, destacando su ancha espalda en un borde de color rojo fuego. Los vaqueros negros ajustados mostraron sus músculos largos, grandes de sus muslos, flexionados al agacharse. Se levantó con facilidad y se dio la vuelta.
—Déjame ayudarte con eso—. Cogió la bandeja de sus manos y la puso sobre la mesa de centro.
El fuego se elevó, renovado, grandes llamas rondando con avidez lamiendo la madera, llenando el cuarto de calor y los y el ambiente crepitar de las llamas. Parecía que hubiese una tercera persona en la habitación con ellos.
_____(tn) se sentó en el sofá, bebiendo a sorbos su café. Como tantas veces en los momentos difíciles, ella trató contar sus bendiciones. Gozaba de buena salud. El pago de enero al banco sería hecho. ¿Febrero?—bueno, eso era el futuro, ¿verdad? Nicholas le había dicho que se quedaba. No parecía al tipo de hombre que saliese corriendo gritando con una caldera temperamental. Podría conseguirlo en febrero. O no. Una de las cosas que había aprendido en los últimos seis años era que podía luchar por las cosas que no podían influirse o cambiarse. Y aprovecharse al máximo de las cosas, pensando con resolución positiva. Se había entrenado para hacerlo.
Por desgracia, pensar desesperadamente con pensamientos positivos no siempre funcionaban también como ella quería.
Mañana era el día de Navidad, cuando todo el mundo sabía que había llegado a un callejón sin funcionarse. Las
Navidades siempre eran demasiado duras.
Había tantos recuerdos felices de Nochebuena en este cuarto. Mamá y papá y Toby, la música y las risas y la luz del fuego. Recordó una Nochebuena con Sanders, antes del accidente. Toby había tenido, ¿Cuántos? ¿Siete? Ella había comenzado a salir con Sanders—el primero de sus muchos paradas y comienzo de su relación— y ella lo había invitado la víspera de Navidad. Sus padres habían estado encantados por los buenos modales de Sanders y la conversación de adultos. Esto fue antes de que llegaran a conocerlo. Más tarde, su padre había llegado a despreciarlo. Pero esa primera noche, todo eran sonrisas.
Ella, bueno, había estado ciegamente enamorada. Tan ciega que perdió su virginidad con él un par de meses más tarde.
Esa noche, mamá había llenado el salón de velas. A su madre le gustaban las velas. Y ella las encendía en todas las ocasiones posibles, y a veces sólo porque le apetecía.
El recuerdo de esa noche aún podía calentarla. Aún podía recordar los olores fuertes mezclándose juntos, el Diorissimo de mamá, la cera de vela caliente, el humo de la leña, lo pasteles y bollos del cocinero, el Earl Grey, y el bourbon de papá. Un aroma embriagador de alegría y celebración.
Ella había tocado el piano y ellos habían cantado villancicos. Ella había tocado—... ¿tocar? Con un tirón, _____(tn) trajo a su mente de vuelta al presente. Su huésped estaba sentado junto a ella. No tan cerca como para incomodarla, pero lo bastante cerca como para que pudiera sentir el calor de su cuerpo y sentir el movimiento del aire y la pendiente de sofá cuando él se inclinaba hacia delante para poner la taza en la mesa del centro. Viéndolo tan cerca, se sentía un poco abrumada por su gran tamaño. Parecían que sus hombros ocupaban la mitad del sofá.
Su taza de café perfectamente de un tamaño normal parecía diminuta en sus manos. Sus manos eran irresistibles, a diferencia de cualquiera de otras manos masculinas que hubiese visto alguna vez. A pesar de que eran enormes, la piel visiblemente áspera, como si trabajase mucho con ellas al aire libre, también estaban bien formadas, con dedos largos, elegantes y fuertes, con una ligera capa de vello negro en el dorso. Las uñas estaban limpias, pero claramente sin manicura, por lo que eran muy diferentes de las manos de Sanders, que eran pálidas y suaves, con uñas perfectas y pulidas
Oh, Dios mío. Lo estaba haciendo de nuevo, vagando a la deriva con sus pensamientos. Le había dicho algo.
—¿Perdón?
Nicholas inclinó la cabeza hacia el piano. Su voz era paciente. Era un hombre fuerte, un soldado.
Era de suponer que le daba paciencia extra para no rodar los ojos y gritarle a la señora loca que iba a la deriva en su cabeza con la caída de un sombrero —Veo que tienes un piano. Me imagino que lo tocas. Me gustaría oírte tocar.
No, absolutamente no fue su primer instinto, y tuvo que mantener las mandíbulas bien cerradas para evitar decir las palabras.
De ninguna manera podría tocar. No había tocado desde antes de que Toby muriese. No había pasado el tiempo suficiente.
Sus sentimientos estaban muy a flor de piel, los recuerdos demasiados recientes, el dolor seguía siendo afilado….
—Por favor—, le dijo, y esperó, mirándola pacientemente.
Tenía el pecho tan apretado que le resultaba difícil respirar. La idea de tocar el piano le hacía sentirse un poco mal, ¿pero cómo podía decirle que no? Posiblemente él no podía entender lo que le había pedido. Decir que no sonaría como si estuviera loca. O tal vez incluso peor, a una casera grosera.
Miró a Nicholas . Él la miraba en silencio, con su mirada oscura y penetrante. Se encontró con sus ojos durante un momento, y luego se miró las manos, manos que hormigueaban por tocar las teclas cómodamente, manos que al mismo tiempo no querían volver a tocar el piano de nuevo.
Era tan tentador.
_____(tn) se sintió como si estuviese manteniendo el equilibrio al borde de algún precipicio profundo, del cual no tenía retorno. Podría dar un paso adelante y caer en el abismo de la pena perpetua, el fantasma de una mujer sólo con fantasmas como compañía, siempre de luto por el pasado. O podía dar un paso atrás y de alguna manera recuperar su vida y tener algo parecido a un futuro.
Tenía que dejar de vivir en el pasado. Tenía que dejar el luto. Tenía que deja de pensar sin cesar en Toby y en sus padres. Tenía que hacerlo ahora.
Era algo duro. Pero tenía que hacerlo. Podía hacerlo. Durante los últimos seis años había aprendido a hacer cosas duras. Muchas veces.
Hizo el amago de una sonrisa, con los labios hacia arriba y un destello de dientes, esperando que él no se diese cuenta de lo falsa que era.
—Muy bien, —dijo, con la garganta apretada—. Por supuesto tocaré para ti.
Decididamente, se levantó y se dirigió al piano. Existía una remota posibilidad que en los últimos dos meses, el piano estuviese desafinado. Dios sabía que había habido suficientes cambios de temperatura debido a la temperamental caldera para deformar la madera del piano. Si el piano no estaba afinado, bueno, entonces sería una excusa perfecta para no tocar, y no sería culpa de ella en absoluto.
Se detuvo de pie ante el grande y negro piano y tocó una escala rápida. Las notas resonaron nítidas y claras en la gran sala. Es piano estaba perfectamente afinado.
Esto era algo a lo que simplemente tendría que enfrentarse.
Se sentó con los dientes apretados. Se giró, sorprendida, cuando Nicholas encendió las velas de los candelabros de bronce a ambos lados con una de las largas cerillas que se usaban para la chimenea.
—Parece tan bonito así—, dijo apagando el fósforo.
_____(tn) suspiró. Si, era muy bonito. Alzó la vista hacia él.
—¿Qué te gustaría que tocara? ¿Tienes algún villancico favorito de Navidad? Tengo un repertorio de villancicos bastante buenos.
—No, nada de villancicos, por favor. He estado escuchando demasiada música ambiental en los aeropuertos últimamente. —Le dio un toque a la partitura enfrente de ella—. ¿Qué tal esto? Debe ser lo último que has tocado.
_____(tn) se congeló. “Esto”, era la partitura del Fantasma de la Ópera. Lo había tocado sin cesar para Toby las dos últimas semanas de su vida. Por favor, Dios, esto no.
Un villancico habría sido más fácil. Podría elegir uno que no del que no le provocara ningún recuerdo en particular. “Noche de paz”, o tal vez, “Escucha a los Ángeles Cantando”. Lo único que estos le recordaban era a la escuela.
Pero el Fantasma de la Ópera…
Oh, dulce Dios. Cualquier cosa menos eso.
Esto iba a ser tan difícil. _____(tn) tocó las teclas, acariciándolas, familiarizándose con el tacto del marfil y la madera de nuevo. La música siempre había sido su refugio, su lugar de paz. Era un signo de la profundidad de su dolor el haberse mantenido apartada de la música durante tanto tiempo. Levantó la vista con incertidumbre y encontró su mirada fija. Oscura, constante y penetrante, como si pudiese llegar al interior de su mente y leer todas las emociones dolorosas que se arremolinaban en su interior, incluyendo su pánico y miedo. Él era un hombre que había enfrentado a los disparos. ¿Cómo podría alguien así, posiblemente entender el miedo a un teclado?
No podía.
Hazlo ahora.
Suspirando, _____(tn) comenzó lentamente a tocar algunas notas, interpretando las partituras con la mano derecha. Las notas eran discordantes, pero la canción era reconocible.
Los primeros compases de “Piensa en mí”—la inquietante melodía que Christine le canta al fantasma—salió. La canción siempre estuvo marcada en su corazón como un himno del dolor y la pérdida.
Su mano vaciló, y se quedó con el dedo índice pulsando el Fa durante un largo momento, preguntándose si podría continuar. Tenía que hacerlo. No sólo para ser cortés con un huésped, sino por ella misma. Y para su propia cordura.
Debes hacer esto, se dijo _____(tn) a sí misma, poniendo rígida su espina dorsal.
Su mano derecha tocó las partituras de nuevo, más rápido, más suave, más melódicas. La mano izquierda se acercó, a regañadientes, para proporcionar el contrapunto a la exuberante melodía. La memoria de los músculos se hizo cargo.
Las notas comenzaron a fluir mientras sus manos se movían suavemente sobre las teclas, la canción era tan familiar para ella como su propio nombre.
Piensa en mí…
Mamá y papá y Toby habían volado desde Seattle para encontrarse con ella en Nueva York por Acción de Gracias.
Ella había tomado el tren de Boston, donde estudiaba a la música y a los hombres, pasando un gran tiempo con ambos. Papá había reservado una suite de dos habitaciones en el Waldorf. La familia Lake pasaría cuatro mágicos días juntos, visitando los monumentos durante el día y las obras de teatro y los musicales por la noche.
En su última noche en Nueva York todos se habían ido a ver el Fantasma de la Ópera en el teatro Majestic. Ella había sido lo suficiente mayor para suspirar por el romanticismo del triángulo amoroso. El amante condenado, lleno de cicatrices desterrado para siempre a las sombras, el hermoso y joven vizconde y la joven y bella mujer amada por dos hombres.
Recuérdame…
Toby había sido lo suficientemente joven para excitarse con las capas arremolinándose, las arañas de luces en el escenario, la cantidad de velas en el agua, un barco misterioso sobre un lago bajo la Ópera. Toby todavía había seguido saltando de entusiasmo la siguiente mañana cuando la habían acompañado hasta la estación. Se acordaba de haberse subido al tren de Boston, mirando por la ventana a mamá y a papá soplándole besos y a Toby emocionado agitando un ¡adiós! Una familia feliz con toda la vida por delante ante ellos.
Fue la última vez que vio a sus padres.
Fue la última vez que vio a Toby caminar.
Durante años, él se había negado a escuchar el CD musical. _____(tn) lo entendía por completo. Le recordaba demasiado lo que había perdido, el chico despreocupado que había sido, un chico con toda una vida entera por delante que le había sido arrebatada cruelmente.
Entonces, de repente, hacía un par de meses, él empezó a insistir en que ella tocase la partitura para él, una y otra vez a medida que se iba poniendo más y más débil.
Toby sabía que se estaba muriendo, pensó _____(tn) de repente, con los bellos de la nuca erizados.
Era por eso por lo que le pedía que tocase tan a menudo. Toby presentía que se estaba muriendo y quería escuchar la música que le recordaba la última vez que la familia había estado junta, la última vez que había sido un niño sano.
Ella incline la cabeza, con sus manos moviéndose por su cuenta, sin tener necesidad de pensar en las notas.
La música delicada, romántica inundó la sala, inundó su cabeza, inundó su corazón. Sus manos flotaban sobre el teclado, la música saliendo de lo más profundo de su ser.
…por favor, prométeme…
Se olvidó de dónde estaba, se olvido del hombre grande, de ojos negros a su lado mirándola, mientras era arrastrada por la inquietante melodía. Una canción de anhelo y la promesa de amor cuando la esperanza se ha ido.
…a veces pensarás en mí…
Suavemente, suavemente la canción se terminó en la última nota persistente que se hizo eco, y luego se apagó.
Sus manos resbalaron de las teclas para descansar en su regazo.
_____(tn) bajó la cabeza, un mechón de pelo suelto cayó hacia delante para posarse sobre sus hombros.
Una corriente de aire helado se extendió por la habitación de repente, agitando las páginas de la partitura, helándole hasta los huesos. Se le puso la carne de gallina. Ella levantó la vista, sorprendida, cuando las velas de los candelabros de cobre se consumieron, y luego murieron. Las pesadas cortinas revolotearon brevemente y luego callaron.
Había terminado casi antes de que comenzara. El aire se levantó de repente una vez más. Las espirales de humo de las velas sin llama se elevaron hacia arriba. Nada se movía.
Algo había llegado—y se había ido—del cuarto.
Hasta el día de su muerte, _____(tn) creería que fue en ese preciso instante en que el alma de su hermano se había marchado de esta vida, finalmente, por fin liberándose de la jaula rota de la carne que él odiaba.
Él la había oído tocar por última vez y había abandonado este mundo.
_____(tn) acababa de tocar el réquiem de Toby.
Ahora, finalmente, se había ido realmente. Y ella estaba sola.
Una gruesa lágrima resbaló por su mejilla y cayó sobre el teclado, haciendo un plaf tan fuerte que la tecla hizo un sonido fantasmal.
Nicholas no se había movido, pero algo en la misma calma del aire a su lado la hizo girarse. Estaba de pie junto a ella, con una gran mano sobre la tapa del piano, mirándola fijamente. No tenía ni idea de lo que podía estar pensando.
Probablemente que era una chiflada, una mujer loca.
De repente, _____(tn) se sintió muy cansada de su dolor y soledad. Tenía que suceder algo para romper la cáscara de hielo de tristeza que la atrapaba. Necesitaba calor y conexión humanos.
Necesitaba tocar a alguien. Necesitaba que alguien la tocara. Aparte de un ocasional apretón de manos, no había tocado a otro ser humano desde la muerte de Toby. Miró a los ojos oscuros de un perfecto desconocido y dijo las palabras más verdaderas que nunca había dicho de una garganta dolorosamente apretada
—No quiero estar sola esta noche—, susurró.
:twisted:
Capitulo más! :)
ojala les guste!!
Gracias por sus comentarios! :D
Las leo después! ^.^
Lu wH!;*
X
Capitulo más! :)
ojala les guste!!
Gracias por sus comentarios! :D
Las leo después! ^.^
Lu wH!;*
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HeyItsLupitaNJ
Re: Un Amante Peligroso - NicholasJ&Tu - (Adaptación) TERMINADA!
COMO ASDSDKFJKSJAJS LA DEJAS ASI? nononono. Esto es una injusticia.
Creadora
Re: Un Amante Peligroso - NicholasJ&Tu - (Adaptación) TERMINADA!
como la dejas ahi
como es eso de no quiero estar sola? ahhhhhhhh
la intriga
nos leeemoooooos!!!
xoxo
como es eso de no quiero estar sola? ahhhhhhhh
la intriga
nos leeemoooooos!!!
xoxo
Belencita
Re: Un Amante Peligroso - NicholasJ&Tu - (Adaptación) TERMINADA!
pobrecita de la rayiz :(
Perder a tu familia de la noche a la mañana
Pero Nick esta con ella ahora
Siguela!!!
Perder a tu familia de la noche a la mañana
Pero Nick esta con ella ahora
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Un Amante Peligroso - NicholasJ&Tu - (Adaptación) TERMINADA!
Stefany escribió:COMO ASDSDKFJKSJAJS LA DEJAS ASI? nononono. Esto es una injusticia.
JAJAJAJ es parte del show! (?
ya la sigo! :)
X
ya la sigo! :)
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HeyItsLupitaNJ
Re: Un Amante Peligroso - NicholasJ&Tu - (Adaptación) TERMINADA!
Belencita escribió:como la dejas ahi
como es eso de no quiero estar sola? ahhhhhhhh
la intriga
nos leeemoooooos!!!
xoxo
JAJAJA ya la sigo! ;)
bueno ya verás que significa eso! :twisted:
X
bueno ya verás que significa eso! :twisted:
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HeyItsLupitaNJ
Re: Un Amante Peligroso - NicholasJ&Tu - (Adaptación) TERMINADA!
aranzhitha escribió:pobrecita de la rayiz :(
Perder a tu familia de la noche a la mañana
Pero Nick esta con ella ahora
Siguela!!!
u.u si, debe de ser feisimo! :$
si, tendrá alguien que quiere en su vida! :D :twisted:
PD: que tal va el cervantino! (?
X
si, tendrá alguien que quiere en su vida! :D :twisted:
PD: que tal va el cervantino! (?
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HeyItsLupitaNJ
Re: Un Amante Peligroso - NicholasJ&Tu - (Adaptación) TERMINADA!
• CAPITULO 5 (PARTE 1) •
Sierra Leona
El ojo humano ve lo que quiere ver. Deaver lo sabía. Como todos los soldados, utilizaba este hecho a menudo.
La mitad de las tácticas militares son el engaño y la evasión.
De modo que cinco contra uno, un hombre rubio de 82 kilos con gafas de sol oscuras cruzaba con confianza a través de un campamento de la ONU vestido con un uniforme bien planchado, con la insignia de las fuerzas internacionales de pacificación en el pecho; llevando el casco azul brillante distintivo, nadie le dirigió un segundo vistazo. Uno más de los quinientos soldados en el campamento.
Era de noche. La mitad de las tropas cumplían con su rutina; los idiotas estaban desarmados.
A Deaver todavía le costaba creer que a los soldados se les permitiera ir desarmados. Órdenes del alto mando. Los observadores militares y las fuerzas de paz tenían que mostrar su neutralidad a toda costa. Axel creía que eso también era estúpido. Deaver sintió una repentina punzada de compasión por el tipo.
Se consideraba increíblemente idiota caminando desarmado por toda África occidental, un lugar que era similar a un agujero abierto, gigantesco, que aspiraba a cada humano para luego expulsar monstruos. Sólo había estado desarmado durante un par de días, que le parecieron interminables. Deaver sólo se podía imaginar lo que sería una gira completa impuesta en este sitio, desarmado, donde si caías en las manos equivocadas, podías terminar con tus manos y pies cortados por los adolescentes y terminar en una estaca en asándote con el sol ecuatorial, con los intestinos abiertos para que los insectos te comiesen vivo, sin ningún tipo de arma para defenderte.
Bueno, al diablo con eso, estaba metido en la mierda. En este momento. Al igual que lo estaría Axel.
El aire de la noche se llenó de repente con el familiar whump, whump, whump, de un helicóptero.
Deaver se dirigió rápidamente hacia el lugar del sonido. Quería echarse a correr, pero no se atrevía.
Podía distinguir en el crepúsculo la silueta familiar de un Huey, aterrizando en una pista improvisada en un bosque circundante. El piloto bajó suavemente, justo dentro del círculo y se quedó en la cabina, con las manos sobre los controles. Estaba claro que quería salir de allí lo antes posible. El aterrizaje se hizo sin luz para aumentar sus posibilidades supervivencia. La ruta desde Freetown cruzaba territorio bajo control de los rebeldes. Las RPG necesitaban luz diurna para derribar aviones y helicópteros.
Hombres vestidos con pantalones vaqueros y camisetas de mangas cortas saltaron ágilmente y empezaron a descargar cajas. Trabajaban en silencio y de manera eficiente. En unos diez minutos, había una pila ordenada en el suelo.
Deaver se dirigió directamente hasta uno de los hombres. Gritó por encima del ruido del rotor.
—¿Puedo preguntarte a dónde vais después?—. Era un buen imitador y había hablado lo suficiente con Axel para simular su ligero acento finlandés perfectamente.
Uno de ellos dejó durante unos segundos de trabajar para mirarlo con curiosidad.
—Volvemos a Lungi—, gritó de nuevo, volviéndose y tomando otra caja del hombre que tenía detrás y se la pasaba al hombre frente a él.
Perfecto. El Aeropuerto Internacional de Lungi. Si salían inmediatamente, podría coger el vuelo de las 21:00 hacia París, y luego a los Estados Unidos. Estaría de vuelta en los Estados Unidos antes de que nadie empezara a preguntase si Axel había vuelto a casa.
—Estoy de permiso—, gritó por encima del ruido del rotor de los motores principales—. Mi vuelo sale mañana por la mañana temprano desde Lungi. Se suponía que me iba a acoplar en un convoy para llegar allí, pero lo perdí. El hijo de puta de mi oficial al mando me ordenó repasar unos trabajos administrativos—. Diacon puso los ojos en blanco. El hombre parecía un suboficial. Los suboficiales en todo el mundo estaban familiarizados con los oficiales idiotas e inútiles. —¿Puedes darme un paseo hasta el aeropuerto? De lo contrario perderé mi vuelo.
El hombre se paró y miró hacia atrás.
—Vamos a descargar doscientos kilos de suministros, tendremos mucho espacio. No veo por qué no. Espera aquí—.
Saltó de la cabina y Deaver lo vio consultarlo con el piloto. Este giró la cabeza con brusquedad y miró fijamente a Deaver, vagamente parecido a un insecto con las gafas de sol de pilotar negras. Era imposible descifrar su expresión. Al final, después de un largo escrutinio dijo algo y el hombre con el que había estado hablando saltó hacia atrás. Le hizo una señal con pulgar al piloto y acercó la boca al oído de Deaver.
—El piloto dice que está bien, —gritó—. Estaremos de vuelta en Lungi dentro de una hora. Acomódate—.
¡A joder!
Deaver subió rápidamente a la cabina y se preparó para la primera etapa de su viaje, de vuelta a sus diamantes y a su nueva vida.
Summerville
—No quiero estar sola esta noche.
Las palabras sonaron en el silencio de la habitación. Un tronco se rompió, los pedazos cayeron en la chimenea con un siseo y una lluvia de chispas.
Nicholas extendió la mano, vacilando durante un momento y luego limpió suavemente con su pulgar, las lágrimas en la mejilla de _____(tn) . Ella no se movió, ni siquiera parpadeó, esperando para ver cómo reaccionaba ante sus palabras. Su piel parecía de satén, tan tentadora que alejó la mano.
Se estremeció. Su jodida mano temblaba.
Nicholas había sido el francotirador del equipo durante tres años. Los francotiradores se hacen, se forjan en el incesante fuego del despiadado entrenamiento. Pero los francotiradores también nacen con una rara combinación de coordinación entre ojo y mano, de la clase que se puede esperar de la naturaleza, indefinidamente, para poder explotar en el momento de la acción.
Nicholas nunca había perdido la calma, nunca. Se había inclinado detrás de una roca en posición boca abajo, con el dedo sobre el gatillo, mirando dentro y fuera del alcance, a intervalos de media hora, durante tres días y tres noches, con la probabilidad de atrapar a Mohammed Khan; bebiendo sólo un litro de agua y sin cagar. Su mano no había vacilado ni una sola vez y, cuando finalmente hizo el disparo, fue una muerte perfecta. Khan había caído como una piedra, con una bala del calibre 50 en el puente de la nariz, uno de los pocos disparos garantizados de matar instantáneamente. Un disparo, un muerto. El mantra del francotirador. Tenía el control de sí mismo, siempre. Su vida había dependido más veces de ese control de lo que podía contar.
El hecho de que sus manos estuvieran temblando, lo asustaba como la mierda. No podía perder el control, no esta noche.
No se atrevía. Si perdía el control, ¿qué sabía lo que le haría a _____(tn)? ¿Follarla con demasiada fuerza?
¿Terminar lastimándola? Jesús, ¿puede que morderla?
Se estremeció al pensarlo.
Y ahora mismo, justo en este momento, temblaba de lujuria, apretando los puños, porque tenía miedo de agarrarla y tirarla al suelo. Cada célula de su cuerpo desbordaba, inundada de lujuria dolorido por tenerla. No solo era una racha de sequía de seis meses. Era como si nunca hubiese practicado el sexo antes. Parecía como si toda una vida de deseo reprimido hiciera estragos a través de su sistema, quemando las venas.
Tocarla justo ahora era demasiado duro. Usa la palabra, se dijo a sí mismo.
No quiero estar sola esta noche.
—No voy a dejarte sola esta noche, _____(tn) . Ven conmigo—. Ahuecando una mano bajo su codo, seguramente cubierto de seda negra, Nicholas la levantó de la banqueta del piano. Ella alzó sus enormes ojos grises plateados hacia él.
No jodas esto, se repitió a sí mismo. Su nuevo mantra.
Tenía que mantener el control. Cuando bajó las escaleras unas horas atrás fue como si alguien se hubiera metido profundamente dentro de su cabeza y sacado las imágenes más irresistibles que alguna vez se pudo imaginar, ni siquiera sabía lo que se le había pasado por la mente, algo relacionado con tocar todos sus botones y conseguir que la sangre se le subiera a la cabeza.
El comedor de los Lake reflejó tenuemente la luz de las velas y _____(tn) allí de pie encendía las últimas, el cálido resplandor brilló en su pálida piel de marfil. Era hermosa más allá de sus sueños salvajes; el brillante cabello dorado rojizo recogido para que él pudiera admirar la larga curva de su blanco cuello, con un vestido negro elegante que parecía diseñado expresamente para lucir su pequeña cintura y sus pálidos hombros.
Nicholas nunca se había atrevido ni siquiera a soñar con que algún día estaría en Greenbriars con _____(tn) esperándolo con una sonrisa y, sin embargo, estaba allí y allí estaba también ella.
Y cuando lo había invitado a entrar en la habitación, Jesús. Fue como si una magnífica rueda de la fortuna estuviese girando de lleno. La vida había sido increíblemente brutal desde sus primeros dieciocho años. El punto más bajo había sido cuando estuvo de pie, al otro lado de aquella ventana, la que había allí, a la derecha de _____(tn) . La que se encontraba lo suficientemente cerca como para tocarla.
Había estado muerto de hambre, un adolescente sin hogar, una bestia en harapos, mirando con avidez, un estilo de vida que no podía tampoco llegar a imaginar. Apenas podía figurarse vivir en el mismo planeta que las criaturas de otro mundo que miraba a través de la ventana, temblando, bajo la nieve. Personas hermosas, en una hermosa habitación.
Y luego la rueda de la fortuna cambió. Lo encontró el Coronel, lo adoptó, le dio todo lo que su hambrienta alma sufriendo de amor necesitaba, la disciplina, el propósito. Incluso al final, el chico pobre se había convertido en un hombre rico. Y ahora que la rueda de la fortuna giraba de nuevo, suntuosamente, lo sumergía directamente en la tierra de sus sueños.
Ahora, estaba del otro lado de la ventana. Ya no era el chico mendigo, con la nariz apretada contra el vidrio, pero era el hombre dentro de la habitación con _____(tn) .
Con cuidado, tocándola solo por el codo revestido con la manga, dio un suave tirón para acercársela más. No se atrevió a moverse. Se sentía como una gran barra de C4 con la tapa lista para detonar. Un movimiento en falso y estaría encendiéndose y explotando.
No, ella tenía que llegar a él. Y también lo hizo. Con cuidado, mirándolo con unos enormes ojos, preocupados, obedeció a su toque y dio un paso adelante, hasta que sus pies estuvieron entre los de él y las puntas de sus pechos le rozaron el torso.
Nicholas no tenía ni idea de lo que estaba pensando. No parecía estar consumida por el deseo. Parecía triste y perdida. Si ella se sentía así, precisaría hacer algo para cambiar eso porque no era de ninguna manera, lo que quería de ella en la cama.
Despacio, cuidadosamente, se inclinó hacia ella y rozó sus labios con los suyos. Su boca estaba fría, parecía una hermosa estatua de mármol. Él levantó la cabeza, dejando que sus ojos recorrieran esa cara bonita y luego encajó su boca sobre la suya otra vez, un poco más fuerte. Ella lo miró con preocupación, turbada hasta el último segundo y entonces cerró los ojos.
Podía ver bajo la sombra de los ojos claros, delgadas líneas de delicadas venas azules bajo su pálida piel. Rozó sus párpados con los labios y luego cambió para besar la suave tersura de su sien sintiendo los hilos de sedosos del pelo haciéndole cosquillas en la mejilla.
Su cara estaba un poco más caliente ahora. La estatua de mármol se había convertido en una mujer humana.
Rozó los labios contra los suyos una vez más, un poco más fuerte, abrió su boca solo lo justo para conseguir con la lengua, un rápido sabor embriagador.
Sabía a gloria, chocolate y café y al vino que habían tomado durante la cena. Podría emborracharse fácilmente con su sabor. Metió la lengua dentro de su boca otra vez brevemente, luego la retiró y levantó la cabeza.
—¡Oh!—, susurró _____(tn) , mirándolo un poco sorprendida, como si un beso fuera algo inesperado. Sacó la punta de su lengua y tocó su labio inferior, como si lo estuviese probando.
Su polla palpitaba a la vista, levantándose y alargándose con cada roce de su pequeña lengua sobre su rosada, deliciosa boca. Su erección no tenía a dónde ir, tratando inútilmente de elevarse bajo los pesados jeans. Esto lo estaba jodiendo. Nicholas se preguntó si se estaba haciendo un daño duradero. ¿Se podría romper la polla?
Cada célula de su cuerpo le estaba gritando que se metiese dentro de ella tan rápido como fuese posible, pero no podía.
No aún. Había una gran diferencia entre sus niveles de deseo. El de él, excesivo; estaba más excitado de lo que alguna vez lo estuviera en toda su vida y _____(tn) , estaba claro que _____(tn) , estaba todavía insegura a pesar de que ella había sacado las palabras para ponerlas en movimiento.
Nicholas tuvo que recordarse que lo que había dicho, en realidad, fue que no quería estar sola esa noche.
Lo que ella no había dicho era, quiero que me rompas toda la ropa y que me tires al suelo, que abras mis piernas y folles hasta que te caigas medio muerto.
No, eso no era en absoluto lo que ella había dicho y era una verdadera lástima, porque eso era lo que tenía ganas de hacer.
Disponía de una oportunidad con esto, una. Si la follaba esta noche, nunca conseguiría otra. Si era demasiado rudo, si la asustaba, le hiciera daño de cualquier forma, le daría una patada en el culo. Lo único que brillaba a través de _____(tn) era un orgullo cansado, cauteloso. Ella no había dejado bajo ninguna circunstancia que la vida le diera un golpe bajo. No iba a soportar a alguien que la asustara, o la tratara mal, ni siquiera si necesitaba desesperadamente el dinero de un huésped.
Mirándola a los ojos con cuidado, inclinó de nuevo la cabeza. Esta vez el beso fue más cálido y su bonita boca ya estaba abierta para él. El tacto de su lengua con la suya; sintió el tirón de su polla aumentando.
Dios, estaba cerca de correrse en los pantalones.
Tenía que enfriarse un poco, de lo contrario, no iba a funcionar.
Pasó el dorso de su dedo índice por su mejilla, maravillándose de la suavidad satinada.
Tomó un profundo aliento y entonces dijo lo que tenía que decir.
—_____(tn) , no quiero parecer poco romántico, pero no tenemos protección. No he tenido relaciones sexuales desde hace más de medio año y no tengo nada conmigo. Por favor, dime que tienes algo aquí.
Mierda, esto nunca le había ocurrido. Normalmente Nicholas siempre llevaba gomas. La mayor parte de su vida sexual había sido con contactos de una sola noche, tal vez dos, incluso tres noches cuando la mujer le gustaba lo suficiente, por lo que siempre estaba preparado. Pero había llegado allí directamente desde el infierno, Afganistán, la mayor zona del mundo sin sexo. Incluso si se las arreglaba para conseguir alguna mujer envuelta en alfombras, la certeza de que cualquier pareja sexual podría llegar a ser lapidada hasta la muerte, en represalia era una realidad. El sexo nunca cruzó por su mente en Afganistán.
Había regresado a casa, junto al moribundo Coronel que lo había enviado a su última misión en África. Nicholas nunca había follado en África. Nunca.
Así que allí estaba literalmente con la mujer de sus sueños pidiéndole sexo, o al menos eso era lo que él esperaba que ella le hubiera pedido y él estaba sin gomas, por primera vez en su vida adulta.
Joder. Si hubiese sabido que esto podría pasar habría venido equipado con diez cajas.
_____(tn) parpadeó, como si saliese de un trance.
—¿Protección? ¿Qué es lo que—¡oh!? —Cubrió su boca con la mano—. ¡Qué estúpida he sido! ¡Por supuesto, condones! ¡Oh, Dios mío, no, no tengo ningún condón en casa! Han pasado más de seis meses para mí. Más bien, como seis años. De hecho ha pasado tanto tiempo que probablemente lo he olvidado. De hecho—, continuó caminando un poco hacia atrás, mirándolo a los ojos— si decides cambiar de opinión, lo entenderé completamente.
—¡No!—, le salió casi como un grito y ella se estremeció. Nicholas sintió las gotas de sudor bajando por su espalda. —No—, dijo de nuevo, más suavemente, intentando hacer su tono normal a través de la tensión repentina en su pecho.
—Mira, lo podemos hacer sin goma, condón. Puedo ser cuidadoso—. Espero, pensó.
Siempre había tenido el control completo de su polla, aunque en este momento se aferraba al control con las uñas.
_____(tn) se quedó en silencio, mirándolo de arriba abajo. Ella estaba luchando con algo y él le dio tiempo para hacerlo.
—Pareces sano—, dijo finalmente.
Él parpadeó. —Absolutamente.
¿Sano? Bueno, sí. No podía estar más sano. En este momento, de hecho, su grosero buen estado de salud casi estaba estallando sus pantalones.
—No tengo lesiones, y nunca he estado enfermo ni un día de mi vida.
Ella se había puesto de un ligero tono rosado.
—Porque, eh… bueno, la historia es la siguiente. Yo tenía un montón de estrés el otoño pasado. Mi hermano estaba muy enfermo, y yo estaba tan preocupada que a veces me olvidaba de comer y—Se detuvo de repente, su bonita boca se cerró con un chasquido, como si se hubiera dado cuenta que estaba balbuceando. —Bueno, el resultado es que mi médico me recetó la píldora, —dijo finalmente—. Así que podríamos.
Independientemente de lo que fuese a decir se perdió en su boca. Nicholas hundió ambas manso en su cabello, acunando su cráneo y sosteniéndola mientras la besaba. Más profundo, más caliente que antes. Lamió con su lengua dentro de su boca, muriéndose por su sabor, sosteniendo su cabeza con fuerza mientras cambiaba el ángulo para saborearla más profundamente.
Sus manos se desplazaron para enrollarse alrededor de sus muñecas mientras seguía besándola, casi con desesperación. Bajó la mano hasta su estrecha cintura y tiró de ella fuertemente contra él, ensanchando su postura para atraerla más cerca. Ella se estremeció un poco cuando se encontró contra su dura polla. Nicholas rompió el beso, aunque no quería hacerlo. Quería quedarse allí para siempre, con su lengua dentro de su boca.
Si fuera por él, se dejarían caer justo donde estaban, directamente sobre el duro suelo de madera. Él no la desnudaría todavía. Solo rasgaría y haría un agujero en sus medias y bragas y empujaría su polla directamente contra su coño tan cálido y húmedo como su boca…
Nicholas gimió. Abrió los ojos y miró hacia abajo, hacia su hermoso rostro. Su boca estaba húmeda y ligeramente hinchada por la suya, los pómulos ligeramente ruborizados. Sus manos habían desbaratado su peinado y su pelo se desbordaba en relucientes rizos a lo largo de sus hombros. Era del mismo color que las llamas del hogar, rojizo y dorado. Se sorprendió vagamente de que su cabello se sintiera frío al tacto, su tonalidad era tan brillante como las llamas doradas. El cráneo, bajo su pelo, sin embargo estaba caliente. El resto de ella también ahora, por fin, era cálido. Sus brazos estaban llenos de mujer caliente, dispuesta.
Sus brazos estaban llenos de _____(tn) .
Tuvo que luchar para mantener la respiración bajo control.
Iban a follar. Era oficial. Él iba a follar a _____(tn). Nada más que sin condón. Nunca había tenido sexo sin una goma en toda su vida. Por la forma en la que se sentía en este momento, probablemente se iba a morir de sobrecarga sensorial en el instante que entrase en ella.
—Creo que sería mejor que hiciéramos esto en el dormitorio—. Su voz sonó ronca, como si no hubiera hablado en días.
Sus ojos buscaron los suyos.
—Está bien. —Susurró—. El dormitorio.
Oh, sí.
La forma más rápida de llevarla a la cama era cogerla en brazos. La balanceó fácilmente en sus brazos e intentó no correr por las escaleras.
Tenía el instinto de un gato. Había hecho mucho alpinismo, con el Coronel y en los Rangers y tenía un equilibrio excelente. Pero cuando la sostuvo en sus brazos sintió que le fallaban las rodillas. Era una locura. No podía pesar más de cincuenta y dos kilos. Cuando entraba en batalla, había tenido que cargar con más peso. Maldita sea había tenido que saltar de aviones con más peso que ese. Pero era como si una fiebre estuviese afectando su sistema convirtiéndolo en débil e inestable.
Necesitaba llegar a la cama, rápido, antes de que se cayera al suelo con ella y se pusiera en ridículo.
El ojo humano ve lo que quiere ver. Deaver lo sabía. Como todos los soldados, utilizaba este hecho a menudo.
La mitad de las tácticas militares son el engaño y la evasión.
De modo que cinco contra uno, un hombre rubio de 82 kilos con gafas de sol oscuras cruzaba con confianza a través de un campamento de la ONU vestido con un uniforme bien planchado, con la insignia de las fuerzas internacionales de pacificación en el pecho; llevando el casco azul brillante distintivo, nadie le dirigió un segundo vistazo. Uno más de los quinientos soldados en el campamento.
Era de noche. La mitad de las tropas cumplían con su rutina; los idiotas estaban desarmados.
A Deaver todavía le costaba creer que a los soldados se les permitiera ir desarmados. Órdenes del alto mando. Los observadores militares y las fuerzas de paz tenían que mostrar su neutralidad a toda costa. Axel creía que eso también era estúpido. Deaver sintió una repentina punzada de compasión por el tipo.
Se consideraba increíblemente idiota caminando desarmado por toda África occidental, un lugar que era similar a un agujero abierto, gigantesco, que aspiraba a cada humano para luego expulsar monstruos. Sólo había estado desarmado durante un par de días, que le parecieron interminables. Deaver sólo se podía imaginar lo que sería una gira completa impuesta en este sitio, desarmado, donde si caías en las manos equivocadas, podías terminar con tus manos y pies cortados por los adolescentes y terminar en una estaca en asándote con el sol ecuatorial, con los intestinos abiertos para que los insectos te comiesen vivo, sin ningún tipo de arma para defenderte.
Bueno, al diablo con eso, estaba metido en la mierda. En este momento. Al igual que lo estaría Axel.
El aire de la noche se llenó de repente con el familiar whump, whump, whump, de un helicóptero.
Deaver se dirigió rápidamente hacia el lugar del sonido. Quería echarse a correr, pero no se atrevía.
Podía distinguir en el crepúsculo la silueta familiar de un Huey, aterrizando en una pista improvisada en un bosque circundante. El piloto bajó suavemente, justo dentro del círculo y se quedó en la cabina, con las manos sobre los controles. Estaba claro que quería salir de allí lo antes posible. El aterrizaje se hizo sin luz para aumentar sus posibilidades supervivencia. La ruta desde Freetown cruzaba territorio bajo control de los rebeldes. Las RPG necesitaban luz diurna para derribar aviones y helicópteros.
Hombres vestidos con pantalones vaqueros y camisetas de mangas cortas saltaron ágilmente y empezaron a descargar cajas. Trabajaban en silencio y de manera eficiente. En unos diez minutos, había una pila ordenada en el suelo.
Deaver se dirigió directamente hasta uno de los hombres. Gritó por encima del ruido del rotor.
—¿Puedo preguntarte a dónde vais después?—. Era un buen imitador y había hablado lo suficiente con Axel para simular su ligero acento finlandés perfectamente.
Uno de ellos dejó durante unos segundos de trabajar para mirarlo con curiosidad.
—Volvemos a Lungi—, gritó de nuevo, volviéndose y tomando otra caja del hombre que tenía detrás y se la pasaba al hombre frente a él.
Perfecto. El Aeropuerto Internacional de Lungi. Si salían inmediatamente, podría coger el vuelo de las 21:00 hacia París, y luego a los Estados Unidos. Estaría de vuelta en los Estados Unidos antes de que nadie empezara a preguntase si Axel había vuelto a casa.
—Estoy de permiso—, gritó por encima del ruido del rotor de los motores principales—. Mi vuelo sale mañana por la mañana temprano desde Lungi. Se suponía que me iba a acoplar en un convoy para llegar allí, pero lo perdí. El hijo de puta de mi oficial al mando me ordenó repasar unos trabajos administrativos—. Diacon puso los ojos en blanco. El hombre parecía un suboficial. Los suboficiales en todo el mundo estaban familiarizados con los oficiales idiotas e inútiles. —¿Puedes darme un paseo hasta el aeropuerto? De lo contrario perderé mi vuelo.
El hombre se paró y miró hacia atrás.
—Vamos a descargar doscientos kilos de suministros, tendremos mucho espacio. No veo por qué no. Espera aquí—.
Saltó de la cabina y Deaver lo vio consultarlo con el piloto. Este giró la cabeza con brusquedad y miró fijamente a Deaver, vagamente parecido a un insecto con las gafas de sol de pilotar negras. Era imposible descifrar su expresión. Al final, después de un largo escrutinio dijo algo y el hombre con el que había estado hablando saltó hacia atrás. Le hizo una señal con pulgar al piloto y acercó la boca al oído de Deaver.
—El piloto dice que está bien, —gritó—. Estaremos de vuelta en Lungi dentro de una hora. Acomódate—.
¡A joder!
Deaver subió rápidamente a la cabina y se preparó para la primera etapa de su viaje, de vuelta a sus diamantes y a su nueva vida.
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Summerville
—No quiero estar sola esta noche.
Las palabras sonaron en el silencio de la habitación. Un tronco se rompió, los pedazos cayeron en la chimenea con un siseo y una lluvia de chispas.
Nicholas extendió la mano, vacilando durante un momento y luego limpió suavemente con su pulgar, las lágrimas en la mejilla de _____(tn) . Ella no se movió, ni siquiera parpadeó, esperando para ver cómo reaccionaba ante sus palabras. Su piel parecía de satén, tan tentadora que alejó la mano.
Se estremeció. Su jodida mano temblaba.
Nicholas había sido el francotirador del equipo durante tres años. Los francotiradores se hacen, se forjan en el incesante fuego del despiadado entrenamiento. Pero los francotiradores también nacen con una rara combinación de coordinación entre ojo y mano, de la clase que se puede esperar de la naturaleza, indefinidamente, para poder explotar en el momento de la acción.
Nicholas nunca había perdido la calma, nunca. Se había inclinado detrás de una roca en posición boca abajo, con el dedo sobre el gatillo, mirando dentro y fuera del alcance, a intervalos de media hora, durante tres días y tres noches, con la probabilidad de atrapar a Mohammed Khan; bebiendo sólo un litro de agua y sin cagar. Su mano no había vacilado ni una sola vez y, cuando finalmente hizo el disparo, fue una muerte perfecta. Khan había caído como una piedra, con una bala del calibre 50 en el puente de la nariz, uno de los pocos disparos garantizados de matar instantáneamente. Un disparo, un muerto. El mantra del francotirador. Tenía el control de sí mismo, siempre. Su vida había dependido más veces de ese control de lo que podía contar.
El hecho de que sus manos estuvieran temblando, lo asustaba como la mierda. No podía perder el control, no esta noche.
No se atrevía. Si perdía el control, ¿qué sabía lo que le haría a _____(tn)? ¿Follarla con demasiada fuerza?
¿Terminar lastimándola? Jesús, ¿puede que morderla?
Se estremeció al pensarlo.
Y ahora mismo, justo en este momento, temblaba de lujuria, apretando los puños, porque tenía miedo de agarrarla y tirarla al suelo. Cada célula de su cuerpo desbordaba, inundada de lujuria dolorido por tenerla. No solo era una racha de sequía de seis meses. Era como si nunca hubiese practicado el sexo antes. Parecía como si toda una vida de deseo reprimido hiciera estragos a través de su sistema, quemando las venas.
Tocarla justo ahora era demasiado duro. Usa la palabra, se dijo a sí mismo.
No quiero estar sola esta noche.
—No voy a dejarte sola esta noche, _____(tn) . Ven conmigo—. Ahuecando una mano bajo su codo, seguramente cubierto de seda negra, Nicholas la levantó de la banqueta del piano. Ella alzó sus enormes ojos grises plateados hacia él.
No jodas esto, se repitió a sí mismo. Su nuevo mantra.
Tenía que mantener el control. Cuando bajó las escaleras unas horas atrás fue como si alguien se hubiera metido profundamente dentro de su cabeza y sacado las imágenes más irresistibles que alguna vez se pudo imaginar, ni siquiera sabía lo que se le había pasado por la mente, algo relacionado con tocar todos sus botones y conseguir que la sangre se le subiera a la cabeza.
El comedor de los Lake reflejó tenuemente la luz de las velas y _____(tn) allí de pie encendía las últimas, el cálido resplandor brilló en su pálida piel de marfil. Era hermosa más allá de sus sueños salvajes; el brillante cabello dorado rojizo recogido para que él pudiera admirar la larga curva de su blanco cuello, con un vestido negro elegante que parecía diseñado expresamente para lucir su pequeña cintura y sus pálidos hombros.
Nicholas nunca se había atrevido ni siquiera a soñar con que algún día estaría en Greenbriars con _____(tn) esperándolo con una sonrisa y, sin embargo, estaba allí y allí estaba también ella.
Y cuando lo había invitado a entrar en la habitación, Jesús. Fue como si una magnífica rueda de la fortuna estuviese girando de lleno. La vida había sido increíblemente brutal desde sus primeros dieciocho años. El punto más bajo había sido cuando estuvo de pie, al otro lado de aquella ventana, la que había allí, a la derecha de _____(tn) . La que se encontraba lo suficientemente cerca como para tocarla.
Había estado muerto de hambre, un adolescente sin hogar, una bestia en harapos, mirando con avidez, un estilo de vida que no podía tampoco llegar a imaginar. Apenas podía figurarse vivir en el mismo planeta que las criaturas de otro mundo que miraba a través de la ventana, temblando, bajo la nieve. Personas hermosas, en una hermosa habitación.
Y luego la rueda de la fortuna cambió. Lo encontró el Coronel, lo adoptó, le dio todo lo que su hambrienta alma sufriendo de amor necesitaba, la disciplina, el propósito. Incluso al final, el chico pobre se había convertido en un hombre rico. Y ahora que la rueda de la fortuna giraba de nuevo, suntuosamente, lo sumergía directamente en la tierra de sus sueños.
Ahora, estaba del otro lado de la ventana. Ya no era el chico mendigo, con la nariz apretada contra el vidrio, pero era el hombre dentro de la habitación con _____(tn) .
Con cuidado, tocándola solo por el codo revestido con la manga, dio un suave tirón para acercársela más. No se atrevió a moverse. Se sentía como una gran barra de C4 con la tapa lista para detonar. Un movimiento en falso y estaría encendiéndose y explotando.
No, ella tenía que llegar a él. Y también lo hizo. Con cuidado, mirándolo con unos enormes ojos, preocupados, obedeció a su toque y dio un paso adelante, hasta que sus pies estuvieron entre los de él y las puntas de sus pechos le rozaron el torso.
Nicholas no tenía ni idea de lo que estaba pensando. No parecía estar consumida por el deseo. Parecía triste y perdida. Si ella se sentía así, precisaría hacer algo para cambiar eso porque no era de ninguna manera, lo que quería de ella en la cama.
Despacio, cuidadosamente, se inclinó hacia ella y rozó sus labios con los suyos. Su boca estaba fría, parecía una hermosa estatua de mármol. Él levantó la cabeza, dejando que sus ojos recorrieran esa cara bonita y luego encajó su boca sobre la suya otra vez, un poco más fuerte. Ella lo miró con preocupación, turbada hasta el último segundo y entonces cerró los ojos.
Podía ver bajo la sombra de los ojos claros, delgadas líneas de delicadas venas azules bajo su pálida piel. Rozó sus párpados con los labios y luego cambió para besar la suave tersura de su sien sintiendo los hilos de sedosos del pelo haciéndole cosquillas en la mejilla.
Su cara estaba un poco más caliente ahora. La estatua de mármol se había convertido en una mujer humana.
Rozó los labios contra los suyos una vez más, un poco más fuerte, abrió su boca solo lo justo para conseguir con la lengua, un rápido sabor embriagador.
Sabía a gloria, chocolate y café y al vino que habían tomado durante la cena. Podría emborracharse fácilmente con su sabor. Metió la lengua dentro de su boca otra vez brevemente, luego la retiró y levantó la cabeza.
—¡Oh!—, susurró _____(tn) , mirándolo un poco sorprendida, como si un beso fuera algo inesperado. Sacó la punta de su lengua y tocó su labio inferior, como si lo estuviese probando.
Su polla palpitaba a la vista, levantándose y alargándose con cada roce de su pequeña lengua sobre su rosada, deliciosa boca. Su erección no tenía a dónde ir, tratando inútilmente de elevarse bajo los pesados jeans. Esto lo estaba jodiendo. Nicholas se preguntó si se estaba haciendo un daño duradero. ¿Se podría romper la polla?
Cada célula de su cuerpo le estaba gritando que se metiese dentro de ella tan rápido como fuese posible, pero no podía.
No aún. Había una gran diferencia entre sus niveles de deseo. El de él, excesivo; estaba más excitado de lo que alguna vez lo estuviera en toda su vida y _____(tn) , estaba claro que _____(tn) , estaba todavía insegura a pesar de que ella había sacado las palabras para ponerlas en movimiento.
Nicholas tuvo que recordarse que lo que había dicho, en realidad, fue que no quería estar sola esa noche.
Lo que ella no había dicho era, quiero que me rompas toda la ropa y que me tires al suelo, que abras mis piernas y folles hasta que te caigas medio muerto.
No, eso no era en absoluto lo que ella había dicho y era una verdadera lástima, porque eso era lo que tenía ganas de hacer.
Disponía de una oportunidad con esto, una. Si la follaba esta noche, nunca conseguiría otra. Si era demasiado rudo, si la asustaba, le hiciera daño de cualquier forma, le daría una patada en el culo. Lo único que brillaba a través de _____(tn) era un orgullo cansado, cauteloso. Ella no había dejado bajo ninguna circunstancia que la vida le diera un golpe bajo. No iba a soportar a alguien que la asustara, o la tratara mal, ni siquiera si necesitaba desesperadamente el dinero de un huésped.
Mirándola a los ojos con cuidado, inclinó de nuevo la cabeza. Esta vez el beso fue más cálido y su bonita boca ya estaba abierta para él. El tacto de su lengua con la suya; sintió el tirón de su polla aumentando.
Dios, estaba cerca de correrse en los pantalones.
Tenía que enfriarse un poco, de lo contrario, no iba a funcionar.
Pasó el dorso de su dedo índice por su mejilla, maravillándose de la suavidad satinada.
Tomó un profundo aliento y entonces dijo lo que tenía que decir.
—_____(tn) , no quiero parecer poco romántico, pero no tenemos protección. No he tenido relaciones sexuales desde hace más de medio año y no tengo nada conmigo. Por favor, dime que tienes algo aquí.
Mierda, esto nunca le había ocurrido. Normalmente Nicholas siempre llevaba gomas. La mayor parte de su vida sexual había sido con contactos de una sola noche, tal vez dos, incluso tres noches cuando la mujer le gustaba lo suficiente, por lo que siempre estaba preparado. Pero había llegado allí directamente desde el infierno, Afganistán, la mayor zona del mundo sin sexo. Incluso si se las arreglaba para conseguir alguna mujer envuelta en alfombras, la certeza de que cualquier pareja sexual podría llegar a ser lapidada hasta la muerte, en represalia era una realidad. El sexo nunca cruzó por su mente en Afganistán.
Había regresado a casa, junto al moribundo Coronel que lo había enviado a su última misión en África. Nicholas nunca había follado en África. Nunca.
Así que allí estaba literalmente con la mujer de sus sueños pidiéndole sexo, o al menos eso era lo que él esperaba que ella le hubiera pedido y él estaba sin gomas, por primera vez en su vida adulta.
Joder. Si hubiese sabido que esto podría pasar habría venido equipado con diez cajas.
_____(tn) parpadeó, como si saliese de un trance.
—¿Protección? ¿Qué es lo que—¡oh!? —Cubrió su boca con la mano—. ¡Qué estúpida he sido! ¡Por supuesto, condones! ¡Oh, Dios mío, no, no tengo ningún condón en casa! Han pasado más de seis meses para mí. Más bien, como seis años. De hecho ha pasado tanto tiempo que probablemente lo he olvidado. De hecho—, continuó caminando un poco hacia atrás, mirándolo a los ojos— si decides cambiar de opinión, lo entenderé completamente.
—¡No!—, le salió casi como un grito y ella se estremeció. Nicholas sintió las gotas de sudor bajando por su espalda. —No—, dijo de nuevo, más suavemente, intentando hacer su tono normal a través de la tensión repentina en su pecho.
—Mira, lo podemos hacer sin goma, condón. Puedo ser cuidadoso—. Espero, pensó.
Siempre había tenido el control completo de su polla, aunque en este momento se aferraba al control con las uñas.
_____(tn) se quedó en silencio, mirándolo de arriba abajo. Ella estaba luchando con algo y él le dio tiempo para hacerlo.
—Pareces sano—, dijo finalmente.
Él parpadeó. —Absolutamente.
¿Sano? Bueno, sí. No podía estar más sano. En este momento, de hecho, su grosero buen estado de salud casi estaba estallando sus pantalones.
—No tengo lesiones, y nunca he estado enfermo ni un día de mi vida.
Ella se había puesto de un ligero tono rosado.
—Porque, eh… bueno, la historia es la siguiente. Yo tenía un montón de estrés el otoño pasado. Mi hermano estaba muy enfermo, y yo estaba tan preocupada que a veces me olvidaba de comer y—Se detuvo de repente, su bonita boca se cerró con un chasquido, como si se hubiera dado cuenta que estaba balbuceando. —Bueno, el resultado es que mi médico me recetó la píldora, —dijo finalmente—. Así que podríamos.
Independientemente de lo que fuese a decir se perdió en su boca. Nicholas hundió ambas manso en su cabello, acunando su cráneo y sosteniéndola mientras la besaba. Más profundo, más caliente que antes. Lamió con su lengua dentro de su boca, muriéndose por su sabor, sosteniendo su cabeza con fuerza mientras cambiaba el ángulo para saborearla más profundamente.
Sus manos se desplazaron para enrollarse alrededor de sus muñecas mientras seguía besándola, casi con desesperación. Bajó la mano hasta su estrecha cintura y tiró de ella fuertemente contra él, ensanchando su postura para atraerla más cerca. Ella se estremeció un poco cuando se encontró contra su dura polla. Nicholas rompió el beso, aunque no quería hacerlo. Quería quedarse allí para siempre, con su lengua dentro de su boca.
Si fuera por él, se dejarían caer justo donde estaban, directamente sobre el duro suelo de madera. Él no la desnudaría todavía. Solo rasgaría y haría un agujero en sus medias y bragas y empujaría su polla directamente contra su coño tan cálido y húmedo como su boca…
Nicholas gimió. Abrió los ojos y miró hacia abajo, hacia su hermoso rostro. Su boca estaba húmeda y ligeramente hinchada por la suya, los pómulos ligeramente ruborizados. Sus manos habían desbaratado su peinado y su pelo se desbordaba en relucientes rizos a lo largo de sus hombros. Era del mismo color que las llamas del hogar, rojizo y dorado. Se sorprendió vagamente de que su cabello se sintiera frío al tacto, su tonalidad era tan brillante como las llamas doradas. El cráneo, bajo su pelo, sin embargo estaba caliente. El resto de ella también ahora, por fin, era cálido. Sus brazos estaban llenos de mujer caliente, dispuesta.
Sus brazos estaban llenos de _____(tn) .
Tuvo que luchar para mantener la respiración bajo control.
Iban a follar. Era oficial. Él iba a follar a _____(tn). Nada más que sin condón. Nunca había tenido sexo sin una goma en toda su vida. Por la forma en la que se sentía en este momento, probablemente se iba a morir de sobrecarga sensorial en el instante que entrase en ella.
—Creo que sería mejor que hiciéramos esto en el dormitorio—. Su voz sonó ronca, como si no hubiera hablado en días.
Sus ojos buscaron los suyos.
—Está bien. —Susurró—. El dormitorio.
Oh, sí.
La forma más rápida de llevarla a la cama era cogerla en brazos. La balanceó fácilmente en sus brazos e intentó no correr por las escaleras.
Tenía el instinto de un gato. Había hecho mucho alpinismo, con el Coronel y en los Rangers y tenía un equilibrio excelente. Pero cuando la sostuvo en sus brazos sintió que le fallaban las rodillas. Era una locura. No podía pesar más de cincuenta y dos kilos. Cuando entraba en batalla, había tenido que cargar con más peso. Maldita sea había tenido que saltar de aviones con más peso que ese. Pero era como si una fiebre estuviese afectando su sistema convirtiéndolo en débil e inestable.
Necesitaba llegar a la cama, rápido, antes de que se cayera al suelo con ella y se pusiera en ridículo.
Capitulo más! :)
el próximo les va a encantar! :twisted:
JAJAJA
Gracias por sus comentarios! :)
las leo después! :D
Lu wH!;*
X
el próximo les va a encantar! :twisted:
JAJAJA
Gracias por sus comentarios! :)
las leo después! :D
Lu wH!;*
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HeyItsLupitaNJ
Re: Un Amante Peligroso - NicholasJ&Tu - (Adaptación) TERMINADA!
esos capitulos son muy cortos y quedan ldfsjlsdkfjldsj no puede ser. Ella le dio una gran oportunidad a Nicholas y el se sintió en el cielo. SIGUELA
Creadora
Re: Un Amante Peligroso - NicholasJ&Tu - (Adaptación) TERMINADA!
GUUUAAUUUUU!!! LO ULTIMOO DE DEJOO SIN RESPIIRAACIIIOOOONNN!!!!
AAAII CIELOOSS CREO QUE ROMPERAN LA CAAAMAAAA!!!
JAJAJAJAJAJA
Y BUENO LO QUE LE PASO A ____ CON EL PIANO Y ESE MISTERIOSO VIENTO QUE ENTRO Y SALIOOOO!!!
ME DIO MEEELLLOOOO!!!!!
AAAII SIGUELA PORFIISS
AAAII CIELOOSS CREO QUE ROMPERAN LA CAAAMAAAA!!!
JAJAJAJAJAJA
Y BUENO LO QUE LE PASO A ____ CON EL PIANO Y ESE MISTERIOSO VIENTO QUE ENTRO Y SALIOOOO!!!
ME DIO MEEELLLOOOO!!!!!
AAAII SIGUELA PORFIISS
chelis
Re: Un Amante Peligroso - NicholasJ&Tu - (Adaptación) TERMINADA!
QUEDE ASI
:twisted:
NO DIRE MÁS A ESPERAR EL SIGUIENTE
XOXO
:twisted:
NO DIRE MÁS A ESPERAR EL SIGUIENTE
XOXO
Belencita
Re: Un Amante Peligroso - NicholasJ&Tu - (Adaptación) TERMINADA!
awww me encanta
Nicholas en tan sexy
Quiero capi Hot!!!
El cervantino va muy bien, no he tenido tiempo
de ir porque estoy en examenes :(
Asi que no te puedo contar mucho
Siguela!!!
Nicholas en tan sexy
Quiero capi Hot!!!
El cervantino va muy bien, no he tenido tiempo
de ir porque estoy en examenes :(
Asi que no te puedo contar mucho
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Un Amante Peligroso - NicholasJ&Tu - (Adaptación) TERMINADA!
Stefany escribió:esos capitulos son muy cortos y quedan ldfsjlsdkfjldsj no puede ser. Ella le dio una gran oportunidad a Nicholas y el se sintió en el cielo. SIGUELA
OH! :affraid: Cortos! (?
JAJAJAJ naah, no son cortos! lo que pasa es que quieres seguir leyendo....
Sii,ahora vamos a ver que tal resulta! :D :twisted:
ya la sigo!! :)
X
JAJAJAJ naah, no son cortos! lo que pasa es que quieres seguir leyendo....
Sii,ahora vamos a ver que tal resulta! :D :twisted:
ya la sigo!! :)
X
HeyItsLupitaNJ
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