Dime quién eres. (Harry Styles)

Me encontraba bailando en mi habitación la canción de Lenny Kravitz "Fly Away" www.youtube.com/watch?v=E2uQ8GMHlTI , una de sus mejores canciones, con más caña. Simplemente genial.
Saltaba de la cama (que estaba hecha un desastre), besaba los pósters de Nirvana y hacía la gran pose del poder, con las piernas separadas y haciendo un brindis imaginario, al honor al rock.

Estaba tan feliz de volver a ser yo misma sin vestidos rosas y apretados, sin pintalabios color pastel, sin sombreros con plumas ni collares de perlas. Simplemente yo, Lucy Jones, con camisetas con logos de bandas de rock o rasgadas, pantalones cortos negros y unas zapatillas de deporte.
Esa sí era yo, no Lady pétalos de rosa.
Claro, estaba tan feliz que ni siquiera noté que alguien entraba a mi habitación. Su aroma varonil inundó toda la sala, y un carraspeo por parte suya me hizo sobresaltar, cayendo de mi cama y recibiendo todo el impacto a mis pobres espaldas.

-¿Estás bien?- preguntó él, riendo por lo bajo. Sus rizos caían por su frente desordenados y tuve un impulso sobrenatural, de apartarle su pelo.

-¡Joder, claro que no!- me salió así, natural y sin pensar, pero por lo que se ve, a Harry le sorprendió bastante que yo dijera palabrotas.- Quiero decir...claro que sí, aunque estaría mejor si un caballero como dios manda, se dignara a levantarme.- rectifiqué, molesta. Él me ayudó a levantarme, suavemente, como si fuera tan frágil como un pluma.

-La verdad es que no te entiendo Lucy. Creo que aparentas ser alguien que no eres.- entrecerró los ojos, esperando una respuesta. ¡Maldición! Ya estaba empezando a sospechar.

-¿Que te hace pensar en eso?

- En principio, dijiste que parecíamos modelos.- explicó él.- después te volviste otra vez cursi y como si nada hubiera pasado. Después te encuentro aquí, bailando Lenny Kravitz, en una habitación forrada de leyendas del rock y vestida como... Ya sabes... Muy diferente a lo que llevabas puesto esta mañana. No sé porque tienes una doble cara, pero lo averiguaré.- no me dí cuenta de lo cerca que estaba, hasta que sentí su aliento fresco y
mentolado, chocar contra mi cuello desnudo. Le dí un empujón en el pecho, para darle entender que quería mi espacio vital.

-Primero, ya te dije que los modelos me parecen superficiales y sin cerebro. Después, esta no es mi haitación, sino la de mi hermano...Lucas-me inventé yo- y esta ropa era por un disfraz de leyenda del rock, para... teatro. Y por último, no estaba bailando, estaba...matando a una abeja.-Vale, ok, sé que era una excusa pésima, pero era lo primero que se me acudía! Harry arcó una ceja, haciéndome entender que no se creía ni una palabra.

-Oh venga ya ¿matando una abeja?- dijo riéndo él.

-¡Claro que sí! ¡no sabes lo que me fastídian las abejas!- reí al recordar a Sere, diciéndome que los chicos eran como las abejas...en cierto modo, mi respuesta tenía doble sentido.- Y ahora espérame fuera, he de cambiarme.-volví a mi tono cursi y agudo. Harry salió con un bufido, a lo que yo me lo tomé como un "tu ganas esta vez".

Me quité rápidamente los shorts negros, para sustituirlos por una falda color crema, también me deshice de la camiseta rasgada y me puse a canvio, una blusa blanca y encima un chaleco de lana del mismo color que la falda.
Rápidamente, me quité el pintalabios rojo, y me puse un brillo rosado. Me pinté los ojos de un color similar al del pintalabios, me recogí el pelo en una trenza y me puse un perfume suave que insinuaba a rosas.

Conté hasta diez, y abría la puerta, comportándome tan natural como se me fuera posible.
Divisé a Harry en una esquina y me acerqué para que se diese cuenta de mi presencia.

-¿Vamos ha hacer el trabajo o nos quedamos a tomar un café?- Dije indignada. Él se sobresaltó de su trance para mirarme y sonreir de lado, con un destello divertido en sus ojos.

-Prefiero un té, gracias.

Si fuera yo, realmente yo, le hubiese dado una bofetada que su cabeza habría hecho un giro de 360°, pero no, yo estaba representando un personaje, así que me limité a arrastrarle hasta la habitación de mi hermana Emmi, seguro que en su habitación era tal y como era la de una princesa, y eso me venía fenomenal en esos momentos, solo deseaba que ella no estubiera allí.


Narra Harry:

Estaba totalmente convencido de que Lucy estaba fingiendo. Había un destello en su carácter cursi, uno salvaje y rebelde, que estaría completamente fuera de lugar para una princesa como ella.
Necesitaba saber más cosas de ella, y no pararía hasta encontrar suficientes pistas para saber lo que estaba tramando.

-¿Vamos ha hacer el trabajo o nos quedamos a tomar un café?- Su voz melodiosa me sacó de mis pensamientos. La miré de arriba a bajo, se había vuelto a cambiar. Aunque he de reconocer que se veía angelical con ese atuendo, sus ojos verdes desprendían todo lo contrario.
Me pareció una buena forma de hacerle sacar su lado oscuro, descubriendo su límite de paciéncia. Sí, la pondría de los nervios. No era tan difícil, lo hacía cada día con los profesores.

-Prefiero un té gracias.- Le dije divertido. Observé como ella apretaba los puños. Bien, eso ya es un buen comienzo. Cuando estube casi seguro que me iba a golpear, su mano cambió de dirección hacía mi brazo para arrastrarme a otra habitación. Su simple contacto hizo que mi cuerpo entero se estremeciera. Simple atracción, supongo.

Cuando abrió la puerta, el ambiente del reino de las golosinas, me sentó como una bofetada.
Absolutamente todo rosa. La moqueta, los muebles, el portátil, las sábanas, los cojines....Todo.
Vaya si me sentó mal, que de pronto me escocieron los ojos.

-Lucy, lo siento pero yo no puedo trabajar en esta habitación.-Le dije, ella me miró, para ver si lo estaba diciendo enserio. Al ver que sí, se puso a reír a carcajadas. Oh, suave canto de los dioses, nunca oí a alguien reír con tanta elegancia, tanto que parecía estar cantando.
Meneé la cabeza, convinciéndome que solo era una atracción, nada más. Ya llevaba una semana sin acostarme con ninguna chica, y me empezaba a tener efectos secundarios.