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"Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada

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"Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada - Página 5 Empty Re: "Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada

Mensaje por Vanee LovatoD'Jonas Dom 09 Dic 2012, 3:49 pm

OMJ!!! Creo que Nick ya se enamoro!!! :D
Porque quieren enredar a Nick.en esta mision??? :(
Siguela pronto Porfis!!!!!!

PD: PASE DE PAG!!!! :D WIII *Baile de 5 seg* Woohoo xD
Sigueee!!!
Vanee LovatoD'Jonas
Vanee LovatoD'Jonas


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"Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada - Página 5 Empty Re: "Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada

Mensaje por HeyItsLupitaNJ Lun 10 Dic 2012, 9:30 am


OFICIAL!!:

Nicholas :(L): ya cayo en la redes de la rayiz! baba JAJAJAJAJ

Ahora a ver como lo lleva! ;)

Esperando capitulo! :D

X
HeyItsLupitaNJ
HeyItsLupitaNJ


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"Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada - Página 5 Empty Re: "Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada

Mensaje por ElitzJb Lun 10 Dic 2012, 12:35 pm

siguela dios quiero mas capitulos
ElitzJb
ElitzJb


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"Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada - Página 5 Empty Re: "Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada

Mensaje por aranzhitha Lun 10 Dic 2012, 3:25 pm

Capítulo 4
Ezekiel Mayes estaba recostado contra el coche mientras la agente Dane salía en su coche del aparcamiento del restaurante, y esperaba. Justamente recién había dejado de ver la parte trasera del auto, y supo que no tendría que esperar mucho; sólo tenía curiosidad por ver quién aparecería.
No lo dejaron en suspenso, y tuvo que ocultar la sonrisa cuando el jeep negro estacionó detrás de su SUV y Nick salió del vehículo.
Esas detestables gafas cubrían sus ojos. Los lentes negros eran un escudo entre Nick y el mundo, pensaba Zeke a menudo. Y maldito si podía culpar al otro hombre. A Nick no le había ido exactamente la vida sobre ruedas. Zeke sabía que algunos años había resistido colgado de las uñas de los dedos, solo, mientras su padre trataba de destruirlo.
Zeke temía que el año pasado hubiera sido el punto de rotura para Nick. El día que había apuntado a su primo hermano Johnny Grace y apretado el gatillo.
Nick había sido uno de los mejores francotiradores que poseían los Marines. A menudo trabajaba solo, sin el beneficio de alguien que lo ayudara, completando sus misiones, y luego esperaba hasta reunirse con los de inteligencia. Cuatro años en los Marines y casi había sido una leyenda en el momento en que un francotirador enemigo le había disparado en el hombro.
Si eso era lo que había pasado. Se preguntaba a veces Zeke. Nick no era un hombre que se equivocara, ni en la distancia. Tenía instintos que el sheriff nunca había visto en otro hombre. Instintos perfeccionados en las montañas de Kentucky y en la casa de su padre.
Como ex Marine, Dayle Jonas era un endurecido hijo de puta. Si algún hombre merecía una bala, ese sería Dayle.
—Me imaginaba que eventualmente aparecerías. —Suspiró Zeke cuando Nick no habló—. No fui capaz de obtener ninguna información, si eso es lo que quieres saber.
— ¿Por qué está aquí?
—Investigación es lo que me dijeron. —Zeke se encogió de hombros; tampoco se lo creía—. Todavía les falta el millón. Me imagino que el gobierno tiene que cuadrar las arcas en algún lado ¿eh?
Se echó hacia atrás el sombrero y miró hacia la puesta de sol mientras Nick permanecía quieto y en silencio. ¿Qué demonios estaba pensando detrás de esas gafas? Leer a Nick Jonas era como tratar de leer escrituras antiguas. Casi imposible.
— ¿A quién va a interrogar mañana?
Zeke sacudió la cabeza.
— ¡Diablos si lo sé! Dijo que me daría los nombres cuando nos encontremos por la mañana. No pude sacarle una mierda.
Ella era tan reservada como Nick, y casi tan cautelosa. Pero dónde el hombre era frío como la piedra y silencioso, Zeke había visto nerviosismo en la agente. Ella había sabido segundo a segundo, donde estaba Nick detrás de ellos, cuándo tomaba una curva o dónde pararía. Esa pequeña estaba tan compenetrada con el asesino que los seguía, que Zeke estaba asombrado.
— ¿Me la darías si la tuvieras? —le preguntó Nick, su cuerpo enorme cambiando peligrosamente mientras inmovilizaba a Zeke con esa mirada escudada.
—En este caso, sí, te la diría —asintió él—. Porque yo también quiero un final para esto, Nick. Lo que pasó el año anterior ha arrasado a través del pueblo como una plaga. ¿Jodidos terroristas locales? Dios nos ayude. En este momento la gente tiene miedo de confiar en sus vecinos. Y eso me cabrea. Me cabrea muchísimo de verdad.
El condado Pulaski era su hogar, su condado, a su cuidado y bajo su responsabilidad. Era una que se tomaba seriamente, y hasta el año pasado, pensaba que estaba haciendo un maldito buen trabajo en no dejar pasar lo peor de la maldad que el mundo tenía que ofrecer.
Terroristas. Hijos de puta. Ya era bastante malo cuando los bastardos eran extranjeros, casi malditamente concebible. ¿Pero locales? ¿Un hombre al que conocías de toda la vida?
Él y Johnny Grace no habían sido amigos, pero si alguien le preguntaba si el muchacho podía matar, le hubiera dado un enfático no. Y había estado equivocado. Si alguien le hubiera contado que Johnny había estado conspirando para robar y vender misiles que podían ser usados contra su propia nación, Zeke lo hubiera negado hasta el final.
Johnny había sido extraño. A veces parecía que le faltaba un tornillo, pero Zeke nunca había imaginado lo que escondía su sonrisa.
—Ella está detrás de algo más que el dinero. —Zeke soltó bruscamente el aliento ante ese pensamiento—. Hay algo aquí más importante que el dinero.
—¿Cómo qué?
—Joder, y yo que sé —maldijo Zeke—. Vosotros los Jonas decidme qué mierda está pasando antes de que termine en un infierno —dijo mientras le echaba una mirada ceñuda—. Si hubieran sido honestos conmigo desde el principio, no estaríamos ahora aquí ¿no, maldición?
—Eso o estaríamos sobre tu tumba. —Se encogió de hombros Nick—. Casi lo estamos sobre la de Kevin y Crista. Eso no me hubiera gustado, Zeke.
La modestia era casi ridícula. Cuando Johnny Grace había secuestrado a la amante de Kevin y trató de matarla, había firmado su sentencia de muerte con Nick.
No había nada que a Nick le importara fuera de Joe, Kevin y el padre de Joe, Paul Jonas. A no ser que fuera su hermana, Janey. Zeke nunca había sabido con seguridad si a él la chica le importaba una mierda o no, pero sabía que odiaría probar ese límite. Nick podía actuar como si ella no existiera, pero Zeke apostaba que el otro hombre la tenía controlada muy de cerca.
—¿Qué vas a hacer aquí, Nick? —preguntó finalmente—. No te pongas entre la ley y yo, hombre. Odiaría tener un encontronazo contigo. Pero lo tendré.
Los labios de Nick hicieron una mueca humorística.
—Me mantendré fuera de tu ley, y tú te mantendrás fuera de mi camino. Aparte de eso, no se qué más decirte.
Entonces la frustración royó a Zeke. En realidad, no necesitaba esto. Pensaba a menudo que Nick era el hombre más peligroso que conocía. No era dado a fuerte temperamento, no se enredaba en rencillas. Pero Zeke tenía el presentimiento que derramar sangre tampoco le molestaba mucho.
—Nick, no necesitamos otra muerte como la del verano pasado —le advirtió—. No tenías que matar a Johnny. Podrías haberlo herido y dejar algo para interrogar. Entonces ahora no tendríamos a esta gente rondando por aquí.
Nick no se tensó. No había nada en su porte que indicara un cambio de humor. Pero el aire alrededor parecía crujir por la tensión y la rabia.
—Matarlo fue mejor que el sexo —la sonrisa de Nick era suficientemente dura y fría, para que Zeke se preguntara si no debería sentir un poco de miedo. Había algo totalmente sin afectación en esa sonrisa.
— ¿Mejor que el sexo con la agente Dane? —tenía el presentimiento que había dejado la vida en sus manos con esa pregunta.
Nick se volvió a mirarlo, inexpresivo. Tenso. Por un momento pensó que iba a hablar, pensó que algo finalmente había traspasado esa expresión fuertemente escudada que tenía. En vez de eso, Nick se dio la vuelta, saltó a su jeep, y empujó los cambios antes de partir con esmerada moderación.
Zeke dejó salir el aliento lentamente, inconsciente de que había estado conteniéndolo después de haber hecho esa última pregunta. Y no tenía idea en que dirección hubiera ido la respuesta.
* * *
—No tenías que matar a Johnny. Podrías haberlo herido y dejar algo para interrogar.
La acusación de Zeke no le había sentado bien a Nick, no más que su respuesta. Esa que matar Johnny había sido mejor que el sexo. Demonios, matar a ese pequeño bastardo había instalado un malestar del que no podía deshacerse. Sin arrepentimiento. No había arrepentimiento. Era Johnny o Crista, y ella había sido inocente. No, era algo más, algo que Nick no conocía desde que había puesto la mira en Nassar Mallah, el traidor que había secuestrado a ______ en Irak, y le había volado la maldita cabeza. Era el conocimiento de que realmente se estaba convirtiendo en un asesino.
No importaba el porqué, no importaba que fueran monstruos a los que estaba matando. Lo que lo enfermaba hasta el alma, era que ya no sentía remordimiento. No lo había sentido con Nassar y tampoco por matar a un familiar.
Temía estar volviéndose un bastardo enfermo como su padre, y eso lo aterrorizaba. Lo aterrorizaba casi tanto como lo hacía el conocimiento de que a lo largo del día, algo había cambiado dentro suyo en lo que a ______ concernía.
No la dejaría marchar otra vez. No sin haberla tenido. No sin joder esa hambre en sus entrañas y sacarla de su sistema así podría sobrevivir la próxima vez que ella decidiera alejarse.
Era tiempo de hacer algo con respecto a ella.
Nick condujo a través de las calles oscuras de Somerset, hizo un giro en la interestatal y se dirigió al hotel dónde ______ estaba hospedada.
Esta noche no estaría mirando por la ventana oscurecida de ella, preguntándose por qué demonios estaba aquí. Esta noche, se enteraría exactamente porqué estaba allí, y qué quería en Somerset. Podía suponer hasta que el infierno se congelara, pero si Timothy Cranston estaba dirigiendo esta pequeña operación que obviamente estaba llevándose a cabo en su pueblo, entonces sólo Dios sabía qué estaba pasando.
Al menos no tenía nada que ver con los Jonas. O por lo menos con su rama de los Jonas. Él se mantuvo alejado las pasadas semanas, observando, recogiendo su propia información. Se enteró que esta operación había apuntado hacia su familia, entonces no titubeó en secuestrar a ______ y hacer entender a Cranston con maldita seguridad que eso no iba a pasar.
Joe, Kevin, Kelly, Crista, su tío Paul y su hermana. Ellos eran su familia, y no iba a permitir que el dolor los tocara más de lo que ya lo había hecho. La información que había conseguido hasta ahora le aseguraba que los Jonas no eran el blanco. Alguien más era el blanco, y él estaba dispuesto a ayudar.
Y no podía estar lejos de ella por mucho más tiempo. Nunca había sido capaz de permanecer lejos de ella por mucho tiempo.
Mientras conducía hacia el hotel el recuerdo del rescate de ella susurró a través de su mente. Había estado herida, maltratada y aterrorizada y casada. Y cuando se enteró de que su esposo era la razón por la que había sido capturada y torturada, había llorado en los brazos de Nick, mientras se recuperaba en el hospital. Y le había rogado que la ayudara.
Se obligó a reprimir los recuerdos. No le había importado que estuviera casada aún antes de que se enteraran de que su marido era un traidor. Ella era suya; así de simple. Luego aprendió que no era tan simple.
Ella se había alejado. Desaparecido como si nunca hubiera existido, y durante años no había sabido dónde estaba o cómo encontrarla. Hasta que ella llegó a Somerset por la operación de localización de los misiles.
¿Y que mierda había hecho ella cuando la misión terminó? Huir. Se había alejado sin mirar atrás, sin reconocer ni una maldita cosa que hubiera pasado en ese desierto de mierda.
Y él la había dejado marchar.
Estacionó en el aparcamiento del hotel y ubicó inmediatamente donde estaba, apoyada contra el maletero del sedán alquilado.
Tenía los brazos cruzados sobre la chaqueta ligera. Usaba otro top de seda debajo. Esos tops cortos de tirantes finos lo volvían loco. Los vaqueros abrazaban sus caderas; la parte de arriba apenas rozaba las caderas, donde el top que llevaba bajo la oscura chaqueta apenas se encontraba con la cinturilla. Y usaba botas. Era una de las primeras cosas que había notado el año pasado; que usaba botas de cuero. Seguramente le gustaba una mujer que usara botas. Y a ______ las botas le quedaban malditamente bien.
Estacionó al lado de ella, entonces se estiró y desatrancó la puerta antes de empujarla y abrirla.
—Entra. —Él no preguntó. Había ido demasiado lejos para preguntar. Podía sentir crecer en su interior la dominación, la posesividad, luchando contra las restricciones que trataba de mantener.
Se deslizó con cautela dentro del jeep y cerró la puerta detrás de ella antes de abrocharse a toda prisa el cinturón de seguridad.
— ¿Dónde vamos? —preguntó con voz suave y un poco nerviosa, recordándole ese hoyo oscuro, la oscuridad y la intimidad que los había envuelto.
—A algún lugar donde podamos hablar.
Donde pudieran hablar. ______ miró a través del parabrisas mientras Nick conducía, la seguridad en el manejo del vehículo, pero obviamente contenido. Podía sentir la fina hebra de tensión moviéndose a través de él, el obvio control que estaba ejerciendo sobre eso.
Y ella sabía como era cuando ese control se le escapaba. Cuando el hombre contenido se convertía en el amante dominante. Cuando se convertía en una fuerza que ella no podía rechazar.
— ¿De qué necesitamos hablar? —Le preguntó finalmente mientras él viraba por la calle principal y se dirigía en dirección opuesta al puerto deportivo—. ¿No vamos al barco? —El Nauti Dreams había sido el hogar de él el año anterior.
—Se aproxima el invierno —su voz era tan glacial como esa estación—. De todas maneras me mudé al apartamento encima del garaje el año pasado. El maldito lago está muy concurrido.
Había una rabia contenida en su voz, un temperamento con el que ahora no quería arriesgarse. Había escuchado de su carácter peligroso, la rabia fría y contenida que podía proyectar, pero nunca la había experimentado.
______ no podía imaginar de dónde había sacado el coraje para en realidad subirse al jeep con él esta noche. En un tiempo ella era conocida por tener nervios de acero. Ahora podía sentir la cautela moviéndose a través de ella. No miedo, pero algo femenino, algo que reconocía a Nick como quizás más hombre del que podía manejar.
Algunas veces, razonó, una mujer simplemente sabía cuando tenía mucho hombre entre manos. Demasiada lujuria, demasiada fuerza, demasiada hambre. Y todo eso describía a Nick demasiado bien.
—Me has estado vigilando —declaró finalmente—. ¿Por qué?
Él se quitó las gafas lentamente. Cómo se las arreglaba para conducir usando esos lentes oscuros, ni se lo imaginaba. Pero cuando la miró, pasó nuevamente. La misma cosa que pasaba cada vez que miraba en el perfecto verde bosque de sus ojos.
El aliento pareció salirse de sus pulmones, las terminaciones nerviosas se calentaron y entre los muslos sintió un flujo de líquido tibio que no pudo controlar.
—No deberías haber vuelto —le dijo finalmente mientras viraba y tomaba un camino lateral que conducía hasta su garaje—. Deberías haber renunciado al DSN como escuché que hiciste y haberte alejado lo más posible de Cranston.
— ¿Qué tiene eso qué ver con qué me estés vigilando? Sabías que habría muchos más interrogatorios llevados a cabo en Somerset. ¿Pensaste que había terminado realmente? No lo estará para Timothy hasta que encuentre el dinero y al cómplice de Johnny.
— ¿Estás segura de que tenía uno? —Ante eso sacudió la cabeza—. Johnny no compartía tan fácilmente, ______.
—Al contrario de los Chicos Traviesos —murmuró ella.
Conocía los rumores que decían que los primos compartían a sus amantes y se preguntaba sobre eso, porque Joe y Kevin parecían más que posesivos con sus mujeres.
—Hace mucho tiempo —masculló él.
Había algo en su voz que hizo que su mirada se agudizara sobre él. Un dolor de pérdida, de remordimiento. Algo le aseguraba que él tenía razón. Cualquier compartir había quedado en el pasado, ya estaba acabado. Aunque su pregunta era cuánto lo lamentaba él.
El silencio descendió entre ellos. ______ observaba como el telón de la oscuridad caía rápidamente y se acercaban al garaje y al apartamento de arriba.
—Aquí estamos. —Condujo detrás del garaje y aparcó el jeep debajo de los escalones de madera que llevaban al segundo piso.
La luz en el porche de arriba arrojaba hacia abajo unos débiles rayos dorados para agregarse a las luces sutiles de paisajismo detrás de los arbustos que crecían cerca del edificio debajo del porche.
______ salió del jeep y observó cautelosamente mientras la esperaba delante del vehículo.
— ¿Has cenado? —le preguntó, apoyando su mano en la parte baja de la espalda de ella y dándole un firme empujón hacia los escalones.
—El sheriff Mayes y yo comimos después de la última entrevista —le dijo, sintiendo la mano tensarse en su espalda.
Ella giró su cabeza para tratar de verlo en la luz tenue. Podría jurar que había gruñido algo no muy halagüeño con respecto al sheriff.
—______, sigue. —Él la agobiaba, presionándola para subir las escaleras, su cuerpo grande y ancho la hacía sentir demasiado femenina, demasiado débil.
Ella era un agente entrenado, o se suponía que lo era, pero cada vez que estaba cerca de Nick, el agente se veía sobrepasado por la mujer.
Él era su debilidad, ya se lo había imaginado en un tiempo en que no necesitaba saberlo. Y la certeza de eso sólo había aumentado.
Se paró en el descanso y se hizo a un lado mientras él abría la cerradura, entraba y miraba alrededor antes de girarse hacia ella.
—Pasa.
Su corazón casi la estrangula cuando se aceleró en su pecho y saltó hacia su garganta. Dio un paso hacia adentro, mirando alrededor, al área austeramente masculina mientras sentía humedecer sus palmas.
Aquí, estaba en el territorio de Nick, completamente rodeada por él. Entró aún más en la habitación, entonces hizo una pausa ante la repisa sobre la estufa a gas. Una sonrisa tocó sus labios. Había una foto de Faisal, el joven pastor de cabras que se las había arreglado para contactar a Nick por un canal de una radio de onda corta para informarle que un agente femenino estaba retenida y siendo torturada en el desierto.
Él también había sido su salvador ese día. Faisal había cubierto a Nickmientras la sacaba de esa celda oscura e infernal. Ella sabía que el equipo de extracción que los había recogido se había asegurado que Faisal volviera con sus cabras.
—Hablé con él hace unos meses —le dijo Nick—. Me contó que todavía le mandas mensajes y dinero.
Ella asintió lentamente. No lo podía proteger; todo lo que podía hacer era tratar de hacer las cosas más fáciles.
—Hace un viaje mensual pasando por una de las bases de la zona. Me aseguro que tenga algo esperándolo allí.
Ella podía sentirlo detrás mientras le preguntaba:
— ¿Alguna vez hablas con él?
______ bajó su cabeza y la sacudió.
—No. No lo contacto personalmente.
No podía. Había tratado muchas veces, en realidad había ido tan lejos como para adquirir las tarjetas telefónicas y mandarle su número. Ella sabía que él ahora tenía su propio teléfono móvil. Uno del que estaba muy orgulloso.
Se volteó hacia él.
— ¿Hablas a menudo con él?
Él asintió, con un movimiento seco.
—Su familia fue asesinada justo antes de tu rescate. Estuve tratando de hacer arreglos para traerlo aquí. Todavía no he tenido mucho éxito.
Sí, lo sabía, al igual que Cranston. Era una de las promesas versus amenaza que le había hecho para obligarla a meterse en esta operación. Cranston se aseguraría de que a Faisal se le diera la entrada a América, si la operación se completaba a su satisfacción.
Sintió correr un escalofrío por su cabeza ante el pensamiento, luego bajó por su columna. Entonces pareció ir por todo su cuerpo mientras se obligaba a alejarse de Nick. Una vez que él supiera quién lo había marcado como objetivo en el DSN, era capaz de matarla a ella y a Cranston.
— ¿Qué es lo que quieres de mí, Nick? Sabes que no puedo darte esta misión o las sospechas de Timothy; entonces ¿qué queda? —Ella miró alrededor, al gran salón de muebles acolchados y accesorios masculinos.
Había fotos de Nick y sus primos Kevin y Joe. Algunas habían sido tomadas mientras él estaba en los Marines con amigos. Había una de Nick con Faisal.
Una mesa estaba puesta en el lateral de la habitación con un rompecabezas. Caramba, ella no conocía personas que todavía los hicieran.
Había algunas lámparas de aceite en una mesa y una lámpara pesada al final de la mesa cerca del sillón. La cocina y salón estaban separados por una barra. No había comedor, pero la cocina era lo suficientemente amplia para que se pusiera contra un lado una pesada mesa de roble.
Asumía que la puerta del salón iba a un dormitorio, pero no iba a comprobarlo.
Y mientras miraba alrededor, se dio cuenta que Nickno le había respondido.
Se giró hacia él, observando nerviosamente como caminaba pasándola para ir a la cocina, su expresión dura y furiosa. Eso era todo y ella lo sabía. Nick no iba a dejar que evadiera el pasado durante más tiempo.
—Habría seguido a cualquier otro agente —gruñó finalmente, sacando una cerveza de la nevera y destapándola con un rápido movimiento de su mano.
Dedos largos y anchos. Esas manos podían hacer que una mujer pensara en el cielo mientras los rodeaba el infierno. Y sabía que podían hacer volar a una mujer, robar sus sentidos y sus pensamientos con su toque.
¿Alguna vez él querría tocarla con esas manos luego de que la operación de Timothy en Somerset terminara?
—No pensé que te vería de vuelta por aquí —dijo él, mirándola con una pizca de sensualidad, y una pizca de enojo.
—Cranston tiene una forma de convencer a sus agentes para que hagan el trabajo sucio por él. —Quitándole importancia con una sonrisa burlona—. Vamos, Nick, sabes cómo funciona. El seguimiento es importante. Él quiere ese dinero y quiere estar seguro de que nadie más está involucrado aquí. Eso es todo.
— ¿Estás investigando a mi familia? —Directo al grano. Y aquí es donde las cosas se estaban por poner difíciles. Porque no podía mentirle a Nick. Él la había salvado, no una sino dos veces, y luego la sostuvo y la dejó volar mientras encontraba su cordura otra vez.
—En lo que concierne a Cranston, todos son sospechosos —le recordó secamente—. Están todos en mi lista para interrogar.
— ¿Por qué te envió? —Se llevó la botella a los labios y bebió, su mirada nunca abandonó la de ella, las profundidades verde oscuras atrayéndola y dejándola sin aliento.
Ella era una agente, completamente entrenada para ignorar la tensión sexual e incluso el miedo durante una misión. Pero no podía ignorar a Nick. Él la hacía débil, la hacía necesitar, y la hacía temer de sí misma.
— ¿Por qué le divierte? —alzó los hombros como para señalar que no lo sabía ni le importaba—. Estaba cabreado por mi intento de renuncia y decidió jugar conmigo. Cranston es bueno en ese tipo de juegos.
—Cranston es bueno en los juegos, punto. —Nick terminó su cerveza y luego la tiró a la basura mientras ______ lo observaba de cerca.
Él se pasó una mano por el rostro antes de volver a mirarla.
— ¿Tienes alguna idea de lo mucho que te extrañé? —dijo con voz suave—. ¿Cuánto sufrí por ti el año pasado?
______ retrocedió un paso, sus movimientos eran espasmódicos mientras trataba de mirar a cualquier lugar menos a Nick. No quería hablar del año anterior; no quería hablar sobre hace cinco años. Quería terminar con esto. Quería correr y esconderse, enterrar la cabeza en la arena y fingir que esta misión y este hombre podían ser ignorados.
—Eso no habría sido muy inteligente entonces, y no lo sería ahora —le respondió ella, su garganta apretándose mientras lo miraba, mientras observaba destellar su expresión con lujuria primitiva.
Él no iba a dejarla ir esta vez y ella lo sabía. Iba a obligarla a enfrentar todo lo que no quería, y no sabía si podía hacerlo.
______ sacudió la cabeza ante esa mirada.
—Nick, no lo hagas.
No podía manejar su toque, no ahora, cuando toda su misión dependía de traicionarlo. No tenía la suficiente sangre fría; no era el agente que Timothy pensaba que era.
—No lo hagas. —Él sacudió la cabeza cansadamente antes de pasar sus dedos por su cabello tupido y mirarla con una expresión atormentada—. ¿Cuánto tiempo va a pender sobre nosotros como una espada de doble filo, ______? ¿Cuándo me vas a perdonar?
No. Oh, Dios, no podía lidiar con esto. Su garganta se apretó y se cerró con dolor y miedo cuando vio la determinación en los ojos de él.
—No quiero hablar sobre eso. —Ella hizo un movimiento brusco con la cabeza—. Podemos discutir sobre la operación, sobre Cranston o sobre cualquier otra cosa. Pero no de eso. —Tenía que luchar por contener las lágrimas, los sollozos. Tenía que luchar con los recuerdos que querían regresar en una ráfaga de agonía.
—Maldita seas. —Él atravesó la habitación antes de que lo pudiera evitar. Sus manos le agarraron los brazos mientras la tiraba bruscamente contra él, y sintió su calor, sintió la debilidad que amenazaba con inundarla mientras inhalaba jadeante y entrecortadamente.
—Cinco años. —Él se movió, obligándola a retroceder mientras lo miraba conmocionada—. Cinco jodidos años, ______. ¿Cuánto más tenemos que sufrir por algo que ninguno de nosotros causó?
—No. —Su grito sonó muy cerca a la histeria—. Nick, detente. No puedo discutir esto. No lo haré.
—Era una pequeña preciosa. Vi su foto más tarde —su voz era agónica, atormentada.
______ escuchó el gemido lleno de dolor que abandonó su garganta. Ni cuando la torturaron había emitido un sonido como ese.
—La secuestró —gruñó la acusación mientras ella sentía la frente de él contra la suya—. Ella estaba a salvo con tu hermana ¿verdad, ______? Si él solo la hubiera dejado allí.
—No hagas esto.
—Tan parecida a ti. Tenía tu sonrisa y tu cabello. Tu inocencia.
— ¡Detente! —Le gritó las palabras, apartándose de su abrazo mientras presionaba su puño contra el estómago y tragaba las náuseas que subían por su garganta—. No la conocías. No la criaste, y no la amaste. Y no es tu maldito asunto.
Beth. Dulce Beth.
—Tenía tres años, y tu marido la hizo volar a Irak. Mientras estabas siendo torturada, ella aterrizaba en el aeropuerto en un transporte militar creyendo que vería a su mami otra vez.
Sentía el corazón haciéndose añicos en su pecho, y no quería colapsarse por el dolor. Ella lo había perdido todo en ese maldito desierto. No quería recordarlo, no quería pensar en ello o hablar sobre eso. Especialmente no con el hombre que había estado allí para presenciarlo, quién había cubierto su espalda, quién la había cubierto con su propio cuerpo para protegerla mientras su hija moría.
— ¿Por qué? —Se giró hacia él, las lágrimas que había jurado que no derramaría, ahora escapaban—. ¿Por qué me estás haciendo esto? ¿Piensas que no sé lo que pasó?
La voz de ella era áspera. No sonaba para nada como ella. Sonaba como la criatura demente que había sido el día que perdió a Beth.
—El Servicio de Inteligencia no sabía que él tenía a tu hija. —Su expresión parecía tan agónica como ella se sentía—. Ellos no dieron la orden de bombardear el hotel ¿verdad, ______? Alguien más lo hizo. Alguien la jodió como siempre la joden, y tu bebé fue asesinada.
Ella sacudió la cabeza. Su cuerpo se sacudió. Los temblores corrían a través de ella mientras miraba el techo. Pero no lo veía; veía los misiles, cintas de vapor flotando detrás de ellos, el silbido del vuelo, la ardiente destrucción con el impacto.
—Sé quién la mató —susurró ella. Siempre lo había sabido.
Su marido. El padre de Beth. Él había asesinado a su hija al igual que seguramente había ordenado que torturaran a su esposa y la mataran. Pero sabía algo más. Sabía que había otros, esos que sabían lo que había hecho su marido y arremetieron. Ellos habían matado a su hija cuando había habido una oportunidad de salvarla.
Bajó los ojos de vuelta hacia Nick y vio el dolor, sus ojos tan oscuros con tantas emociones. Dolor profundo, pena y necesidad.
—La sostienes entre nosotros como si hubiera sido mi culpa —dijo él entonces, su voz seria, acusadora—. Como si yo hubiera ordenado el ataque o arreglado su muerte, ______.
______ tragó apretadamente y le dio la espalda alejándose. No sabía en qué dirección girar, en qué dirección correr. Quería correr. Quería escapar de los recuerdos compartidos, y quería escapar de su propia pérdida.
Nick había estado con ella cuando se habían enterado dónde estaban Beth y el marido de ______, Craig. En el que sospechaban que era el cuartel general de una célula terrorista. Él había ido detrás de ella cuando fue a rescatar a su hija. La había tirado a la calle, mantenido a cubierto y tratado de escudar sus ojos cuando los misiles golpearon en el edificio.
—Te abracé cuando la identificaste. Te abracé entonces y lo hice a lo largo de la noche. ¿Piensas que no te hubiera abrazado más si me hubieras dado la oportunidad, ______?
aranzhitha
aranzhitha


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Mensaje por JB&1D2 Lun 10 Dic 2012, 8:01 pm

Pobre de la rayis le mataron a la hija
JB&1D2
JB&1D2


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Mensaje por ElitzJb Miér 12 Dic 2012, 5:18 pm

oh dios pobre rayis q el canalla de su marido le alla matado a su hija eso es muuuuy cruel :(
siguela me encanta la nove
en realidad la amooooooooo
ElitzJb
ElitzJb


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Mensaje por JB&1D2 Miér 12 Dic 2012, 7:00 pm

siguelaaaaaaaaa :lloro:
JB&1D2
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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Jue 13 Dic 2012, 11:05 am


"Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada - Página 5 2039594227

Que triste por todo lo que ha pasado la rayiz! u.u

Nadie se merece eso!

Ahora tiene que darle la oportunidad al Nicho! :(L):

Para que juntos sean felices!

Pero bueno ambos tienen miedo y se entiende! :(

Señorita! ESPERANDO EL CAPITULO LIKE RIGHT NOW!!!!

X
HeyItsLupitaNJ
HeyItsLupitaNJ


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Mensaje por aranzhitha Vie 14 Dic 2012, 1:39 pm

Capítulo 5
Craig Cornwell había sido un comandante del Servicio de Inteligencia y un traidor. Había estado vendiendo secretos a los terroristas iraquíes, y cuando se enteró que podía ser identificado por eso, se las había arreglado para que trajeran a su hija a Irak, creyendo que podría retenerla para así asegurar la cooperación de ______ en ayudarlo a escapar.
Él no podía haber sabido que la célula a la que estaba vinculado ya había sido marcada como blanco y que sus cuarteles generales serían eliminados tan violentamente.
Nick la miró a la cara, blanca como el papel, sus dorados ojos avellana y castaños oscurecidos con los recuerdos que también lo desgarraban. Y él quería aullar de rabia, de agonía. Porque sentía la necesidad de borrarle el dolor. Romper la pared que ella había puesto entre ellos.
—No te culpo —dijo ella mientras trataba nuevamente de separarse de su lado—. Nunca te culpé por su muerte.
—En cambio, me culpaste por haberte salvado —le lanzó, la furia creciendo dentro de él ante el pensamiento de perderla de esa manera—. ¿Es lo qué quieres para mí, ______? ¿Para nosotros? ¿Para terminarlo todo de esa manera?
Y a pesar de su enojo, sólo la podía tocar con ternura. Él levantó la mano libre, le acomodó el cabello que caía sobre la frente, y sufría.
—No hay ningún nosotros.
Ella sólo lo enfurecía con esa declaración, porque él sabía más. Siempre había sabido más. Desde el momento que irrumpió en esa puñetera celda y la vio luchando por tratar de ponerse la ropa de ese guardia muerto, sus ojos cerrados por la hinchazón, sus labios sangrando, y el coraje brillando en su rostro, él había sabido que habría un “nosotros”. Era sólo cuestión de tiempo.
Y luego, enterrado en ese hoyo, esperando la extracción, no debería haberse sentido atraído por ella. Había estado en shock. Había estado herida y luchando tan valientemente para permanecer consciente. Y en tan corto tiempo, se había hecho un camino dentro de él. En un lugar que no se imaginaba que existía dentro del asesino en el que se estaba convirtiendo.
Aspiró su dolor cuando se enteró que su esposo la había traicionado con el enemigo, que había traicionado a su país y a su matrimonio. Y se había empapado de su dolor la noche en que ella perdió a su hija. Le había acariciado el cuerpo tembloroso mientras le rogaba que hiciera retroceder el dolor de lo que había visto. La había tomado, entre las lágrimas de ambos, y cuando se había despertado a la mañana siguiente, ella se había ido.
Ahora la liberó, haciendo una mueca, sintiendo que su piel se tensaba sobre sus músculos, como sí algo dentro suyo se estrechara peligrosamente, confinado por su propia piel y gruñendo impaciente.
—Me imaginé que no lo había, ya que te fuiste la mañana siguiente —le soltó.
—Y tú te habías ido esa noche cuando regresé —le soltó ella a su vez, la ira temblando en su voz, ira y algo más. Una fina hebra de emoción que hizo que su mirada se estrechara en la cara pálida de ella—. No volviste.
Nick volvió a mirarla, sus ojos entrecerrándose. ¿Había vuelto a buscarlo cuando él había creído que se había marchado?
—Me llamaron esa tarde para una misión. Fue un golpe rápido; volé directamente hasta mi zona de desembarco. Volví tres días más tarde y tú habías abandonado Bagdad —le dijo él.
Recordaba su rabia. Había destrozado su alojamiento por la rabia y luego, había destrozado el cuarto de hotel que habían compartido. Los PM4 que habían enviado tras él tampoco habían salido muy bien parados.
Mientras la miraba ahora, recordó todas las razones por las qué se volvió loco al perderla. Los labios exuberantes, al ángulo testarudo de su barbilla. La manera como ella sabía sonreír, la sensación de cómo lo volvía a la vida. Había sabido todo eso antes del día en que ella perdió a su pequeña Beth. Lo sabía porque había pasado dos semanas rondando en ese maldito hospital, robándole un beso, una sonrisa. Sabiendo que estaba casada, sabiendo que estaba ligada a un traidor.
Y ella lo había sabido. Lo había sabido y lentamente se había abierto para él, como una flor abriéndose al sol.
Ahora ella sacudía la cabeza, sus ojos, esa mirada profundamente dorada trabada con la de él, el color cambiando, sombreándose con tanto dolor.
—Timothy dijo que lo comprobó. Él estaba allí esa mañana cuando fui a finalizar la custodia de los restos de Beth.
______ cruzó los brazos sobre los pechos, como si estuviera abrazando el dolor dentro suyo cuando todo lo que él quería era borrárselo.
—Quería que me fuera inmediatamente para llevar a Beth a casa, entonces que me uniera al DSN. Yo quería hablar contigo primero. —Se encogió de hombros tensamente—. Te habías ido. Él dijo que había revisado si estabas en una misión y no lo estabas.
Bastardo mentiroso. Nick gruñó ante eso.
—El DSN ordenó la misión. Tenían una pista sobre Nassar Mallah. Fui tras él. Cuando finalicé y volví, te habías ido.
______ se mordió el labio mientras cruzaba la habitación y se sentaba pesadamente en uno de los taburetes que estaban en la barra. Parecía cansada; sin esperanzas. Y eso le desgarraba el corazón.
—Del estilo de Timothy —su voz casi carecía de matices—. Pero no importa, no en realidad. Yo no podía funcionar entonces, Nick. No para ninguno de los dos.
Dios, él quería abrazarla ahora. ¿Qué demonios le pasaba con esta mujer? Ella estaba en su interior, y cinco años de lucha no habían logrado sacarla de su alma.
¿Era amor? Demonios, sí, se sentía como algo que hubiera visto en Kevin y Joe. Él no se sentía amable. Él se sentía como si quisiera devorarla de la cabeza a los pies. Quería revolcarse en aceite con ella. Quería levantarla hasta esa barra y pasar horas comiendo la carne más sabrosa que alguna vez hubiera encontrado entre los muslos de una mujer.
Estaba herida, enredada en los recuerdos que sabía debían estarle desgarrando en tiras las entrañas. Verlo lo volvía loco. Haría cualquier cosa, diría lo que fuera, para aliviarle el dolor, pero por Dios que ella no se escondería más de él.
Ella mantenía el pasado entre ellos como un escudo punzante, y él ya había tenido bastante. Cinco años. La dejó atormentarlo a través de noches interminables y dolorosas. Sufría cada pesadilla que sabía que ella sufría, y el dolor por ella le partía el alma con cada recuerdo.
—Entonces has tenido suficiente tiempo para empezar a funcionar. —Se tuvo que obligar a mantenerse lejos de ella, a no tocarla.
Parecía pérdida, perdida y solitaria, casi tan rota como había lucido el día que le dijeron que su marido era el traidor que la había expuesto a los terroristas que la habían secuestrado.
Observó entonces como los hombros de ella se enderezaban y su barbilla se levantaba. No sabía que mierda tenía ahora en mente, pero sabía exactamente lo que iba a intentar hacer, y estaría condenado si se lo permitía.
No iba a alejarse de él nuevamente. No así. Esto era lo más cerca que había logrado llegar hasta ella desde la noche en que su hija había muerto. Y entonces había sido consuelo, no necesidad, ni hambre. Ella había necesitado a alguien de quien sostenerse. Alguien que la llevara lejos de la realidad mientras encontraba una manera de manejar la profunda pena venidera.
Él le había dado eso. Pero no estaba dispuesto a ser ese alguien para ella nuevamente. Él no era un cuerpo tibio para mantener alejado el dolor, y maldita fuera mil veces, estaba enfermo y malditamente cansado de ser relegado a su pasado. Parte de un recuerdo que ella quería olvidar desesperadamente.
—Me hubiera divorciado de él por una noche contigo. —Y toda la necesidad, el hambre, la desesperación arrolladora y dolorosa que él sentía, se reflejó en la voz de ______.
Aunque la declaración lo sorprendió. Y podía decir por el tono de su voz que eso la llenaba de culpa.
Entonces se giró hacia él, la mirada angustiada.
—Usar la excusa de que nuestro matrimonio estaba perdido desde antes de eso, no ayudó. Hice votos, y los hice en serio. Pero iba a dejarlo, incluso antes de saber que me había traicionado. Lo iba a dejar, Nick, y tomé esa decisión por ti.
Él podía sentir venir el “pero”, y supo que lo iba a cabrear. Podía sentirlo en la tensión formándose en el aire alrededor de ellos.
—Era un bastardo —gruñó antes de que ella pudiera decir nada—. Lo sabías, aunque no tuvieras pruebas de ello.
Él lo había sabido. Cualquier hombre que permitiera a su esposa enfrentar el peligro sola merecía perderla por otro hombre. Las mujeres eran preciosas. Las que amaban, las que honraban sus votos, eran más preciosas que las más finas gemas. Y ______ hubiera honrado esos votos hasta que la tinta se hubiera secado en los papeles de divorcio. Lo sabía. Y algunas veces se preguntaba si él no había odiado esa parte de ella.
—Eso no es excusa —dijo, mirándolo desde donde estaba sentada, su expresión sombría, su mirada parpadeando por la culpa—. Nick, deseaba tu beso. Te deseaba a ti; deseaba tu toque y tu voz susurrándome todos esos pequeños traviesos secretos que me susurrabas cuando estaba en el hospital. Lo deseaba. Estaba casada, y sufría por eso. Y lo pagué.
Le llevó un momento, un largo e incrédulo momento, para que ese comentario calara en su mente y encender la chispa de su carácter normalmente racional.
—Hijo de puta. —Se volvió a mirarla en un completo asombro—. Seré hijo de puta. Dejaste que ese bastardo te robara el alma aún desde la puñetera tumba —su voz se elevó mientras hablaba—. ¿Es cómo te estás culpando ahora, ______? ¿Qué te arrebataron a Beth porque me deseabas?
La rabia manaba de él mientras la miraba estremecerse y veía la verdad en sus ojos. El orgullo testarudo delineaba cada curva del cuerpo de ella. En realidad se creía lo que estaba diciendo. Creía cada palabra.
—No espero que tú lo entiendas —susurró con voz ronca.
—Por Dios, que lo entiendo. Si hubieras sido mi esposa, ______… mi mujer... nunca, malditamente nunca, saldrías en una misión sin mí. Nunca enfrentarías sola el peligro, y nunca conocerías una noche en la que yo no estuviera en tu maldita cama. ¿Hacía cuánto qué el bastardo estaba fuera de tu cama?
—Esa no es la cuestión —su voz temblaba. Él podía ahora ver el miedo en sus ojos, un miedo que no tenía maldito sentido porque ella tenía que saber que nunca, nunca la lastimaría. Pero maldita mil veces, estaba tan furioso con ella que quería golpear el puño contra la pared para desahogar la rabia que lo quemaba.
—El hecho de que se estuviera follando a cada recluta en la que pudiera poner las manos, tampoco importa, supongo —gruñó furioso, consumido por esa furia mientras se imaginaba las maneras en que ella se había hecho pagar por la muerte de su hija. Y su hambre por él—. El hecho que hubiera logrado poner a tu bebé en un avión hacia Irak sin tu conocimiento porque se estaba follando a tu hermana antes de que ambos os fuerais, tampoco importaba ¿verdad?
El rostro de ella se tensó aún más. Aunque sus ojos mostraban la furia. Él le vio los ojos; vio la furia depositarse, la agonía que trataba de disimular, de esconder.
—¿Importaba, ______? —Caminó hasta ella, su puño golpeando la barra mientras ella se estremecía por el sonido de su voz y el golpe de su carne contra la fórmica. Demonios, golpeó nuevamente y no le importó una mierda—. ¡Contéstame, maldición!
—Eso no era excusa —le gritó ella a su vez, estremeciéndose de la cabeza a los pies, todo lo que él necesitaba escuchar, todo lo que necesitaba saber, estaba ahora en su voz. Ella lo deseaba. Al igual que él, ardía y estaba hambrienta por lo que había entre ambos, y estaba malditamente asustada para tomarlo—. Eso no me daba el derecho...
—No, me lo daba a mí.
Antes de que pudiera contenerse, y Dios sabía que él no quería hacerlo, la arrastró hasta sus brazos y chocó sus labios contra los de ella.
Quería ser gentil. Ella lo merecía. Merecía besos dulces y líquidos. Merecía gentileza y tibieza, y todo lo que él tenía era hambre, lujuria y pasión.
Todo lo que tenía era la necesidad de probar la pasión sin la pena. La mujer sin el dolor de la pérdida.
Y la tenía. Sintió la primera resistencia, el shock y la sorpresa. Las manos de ella presionaron contra sus hombros, y luego sus dedos lo agarraron. Un segundo después, ella hizo ese pequeño sonido entre susurro y gimoteo de rendición, que solo había escuchado de sus labios.
Estos se separaron bajo su beso, se abrieron ante la caricia de su lengua, y un segundo después, una tormenta de fuego y necesidad sacudió a través del cuerpo de Nick.
Ella besaba como una licenciosa, como una mujer cuya necesidad de placer había crecido hasta las mismas tortuosas profundidades que lo habían hecho las suyas. Labios suaves como el satén se sesgaba bajo los suyos; su lengua encontraba la de él, lamiendo, consumiendo y lo tuvo en segundos tenso como una cuerda de banjo.
No era suficiente. El beso era sólo la punta del iceberg. Él necesitaba mucho más de ella. Necesitaba más de lo que había conocido en ese puñetero desierto, más que lo que había fantaseado a lo largo de los años. Necesitaba que se meciera en sus brazos, levantándose ante sus empujes.
Gruñó en el beso, la levantó más cerca, sintiendo la curva suave de su estómago amortiguando la erección rugiendo debajo de sus vaqueros, y sabiendo que no podía vivir sin probar más de ella.
Era como una droga en su sistema, imposible de deshacerse de ella. Y había momentos en que se preguntaba si no alentaba esa adicción en particular. Los labios de ella moviéndose debajo de los suyos, sus gemidos llenando su mente.
Contuvo un gruñido cuando ella separó sus labios de los suyos. Él necesitaba más.
—Necesito más de ti. —Los labios de ______ estaban en su cuello, mordiendo, chupando, besando, mientras sus manos bajaban hasta su cinturón—. Necesito saborearte, Nick. Saborearte todo.
—Oh, demonios. —Los dedos le estaban bajando la cremallera, abriendo la tela, y empujándola a un lado para liberar la longitud de su polla, pulsante y completamente erecta.
Mientras él observaba, ella se puso de rodillas. ¿Cuántas veces había soñado con esto? Soñado con ella tomándolo así.
—Maldita seas. —Se estremeció ante el placer agonizante cuando sus labios se separaron y lo tomaron.
Estaba demasiado hambrienta para preliminares, y eso solo lo puso más caliente. La punta de su polla desapareció en la pequeña boca ansiosa e inmediatamente encendió la llama de un fuego arrasador.
Relampagueó a través de su cuerpo, hizo tensarse sus pelotas, y luego las hizo anudarse en éxtasis cuando sus diestros pequeños dedos comenzaron a acariciarlas y a jugar con ellas.
Y ella chupaba. Chupaba su polla dentro de la boca, casi hasta la garganta, y la usaba, ordeñándolo hasta que estuvo gruñendo de placer. La mano libre de ella, se envolvió en su pene, acariciando, apretando, y volviéndolo loco.
Las manos de Nick estaban entre el cabello de ella, sus caderas moviéndose, follando su boca, y le encantaba.
— ¿Así es cómo usabas ese pequeño juguete, ______? —El pensar en ese maldito dildo lo hacía enfurecer—. ¿Pensabas en esto, nena? ¿En mí dentro de tu boca, follando esos dulces labios?
Se había estado muriendo por hacer justamente eso, ¿y ella había llenado su boca con otra cosa? Maldita fuera. No de nuevo. Nunca más.
Ella gimió alrededor de la punta de su polla, y él casi se corrió de placer. Las sensaciones ondeaban a través de su pene, en sus pelotas y subían por su columna. No iba a poder contenerlo por mucho más. Podía sentir el semen hirviendo en sus pelotas, sabiendo que no iba a ser capaz de contenerse.
—Maldita seas. Chúpala, nena. Muéstrame como chupabas ese maldito juguete pensando en mí.
Apretó los dientes cuando ella gimió nuevamente, su boca apretándose, su lengua acariciando y lamiendo y poniéndolo tan malditamente tenso que pensó que iba a romperse.
Iba a correrse. Oh, mierda. Cerca. Tan malditamente cerca.
Un segundo después él se separó, la furia pulsando, rugiendo a través de él. ______ cayó hacia atrás con un grito cuando la empujó hacia el costado y agarró el arma de encima del sillón, dónde la había dejado y juró furiosamente.
La puerta se abrió violentamente, Kevin y Joe rodaron hacia adentro como la pura venganza personificada mientras Nick los miraba con furia profana.
— ¿Qué mierda estáis haciendo? —Apenas tuvo tiempo de sacar el dedo del gatillo cuando los hombres se levantaron del suelo, bajando sus propias armas.
Algunas veces la información sólo tomaba un minuto en ser procesada. Su mente todavía estaba llena con el dulce aroma y la cálida sensación de la boca de ______.
¿Y ella en vez de buscar su propia arma, qué mierda estaba haciendo? Riendo. La miró con incredulidad. Ella yacía en la alfombra detrás de él, sus cuerpos protegidos por el sillón frente a la puerta, y se reía.
Sus labios estaban rojos, la cara ruborizada, y ella estaba riendo con tanta maldita diversión que hizo que las muelas de él chirriaran.
Y la pura furia le quemó el cerebro, exigiendo que entrara en acción ya. Que les pateara en el culo para echarlos de su apartamento por atreverse, sólo por atreverse, a interrumpir su placer.
Los bastardos lo estaban siguiendo.
No había otra explicación para su presencia o para la cerradura que había sido arrancada de la puerta. Sólo recordaba apenas haber escuchado e ignorado su llamada a la puerta. No le había importado lo suficiente como para contestar la maldita puerta porque su cabeza había estado lista para explotar por el éxtasis.
Arregló sus pantalones lentamente y se ajustó el cinturón. Puso el arma cautelosamente en la barra, observando cómo ______ lo miraba con algo semejante a una sorpresa cautelosa mientras se levantaba, los ojos todavía brillantes por la risa. Él se alegraba que alguien estuviera divertido.
—Nick. —Ella puso su mano en el brazo de él, la voz temblorosa mientras obviamente estaba luchando por contener más de esas femeninas risitas felices—. Sólo son Kevin y Joe.
Ella ahora lo miraba casi de la misma forma en que él miraría a un animal rabioso. Y tenía una buena razón para mirarlo con tanta cautela.
Se giró hacia sus primos, la mano de ella todavía en él, y se resistía a romper ese contacto. Esa era la razón por la que no se los estaba cargando. La única razón para que cualquiera de ellos estuvieran de pie en vez de rompiendo con sus cabezas las paredes del apartamento.
—Me rompisteis la puerta —dijo cuidadosamente, mirando a los dos hombres mientras ellos lo observaban a él con la misma cautela.
Kevin resopló, ruborizado hasta la punta de su cabello negro, se aclaró la garganta, entonces le echó un vistazo a la puerta y a la cerradura que colgaba de la pared.
—Sí. Bien. Sólo veníamos por una cerveza. Pensamos que podrías querer compañía y nos pareció escuchar una pelea. ¿Verdad, Joe? —dijo codeando a Joe.
Kevin obviamente estaba mintiendo entre dientes y Nick lo sabía. Se giró entonces hacia Joe, forzando a sus dedos a no curvarse en puños mientras ______ mantenía su agarre sobre el brazo.
Su agarre en realidad se había tensado en respuesta a la flexión de los músculos debajo de la mano.
— ¿Verdad, Joe? —siseó nuevamente Kevin. Bajo otras circunstancias podría haber sido cómico. Kevin era más grande, más corpulento, y sus puños eran condenadamente más duros que los de Nick. Algunas veces. Pero era obvio que no quería regresar magullado con su esposa.
Nick se giró hacia Joe.
Y Joe sonrió burlonamente, porque lo sabía. Nick vio en sus ojos el conocimiento de que ______ lo controlaba, que ______ siempre podría controlarlo.
—No, nos estábamos congelando el culo ahí afuera porque pensamos que la agente Dane podría tener algo más debajo de la manga que sólo unas pocas preguntas. —La sonrisa de Joe era altanera, lo cual sólo cabreó más a Nick.
Kevin puso mala cara.
—Imbécil —le murmuró a Joe.
—Muchachos, gracias por el voto de confianza —rió ______, y Nick la sintió moverse.
—Si intentas irte de este apartamento, entonces, les patearé el culo en el minuto en que salgas por esa puerta —le advirtió.
Ella se detuvo, y cuando la miró, pudo ver la cautela en sus ojos nuevamente.
—Ellos son dos, Nick.
—Y yo tengo de mi lado la locura total. ¿Quieres hacer apuestas sobre quién ganará? —Se aseguró que viera solo determinación en su mirada.
—Parece que de todas maneras tendréis que ir al Sueños esta noche. —Kevin se aclaró la garganta, y eso hubiera podido aplacar a Nick, ver a su primo un poco nervioso, si no fuera por la diversión que brillaba en sus ojos verdes. Kevin claramente estaba disfrutando el hecho que había interrumpido algo.
—Necesito volver a mi hotel. —______ dio un paso atrás, y Nick se lo permitió.
Él fue cuidadoso de mantener su expresión suave cuando la miró. Ella podría tratar de huir, pero no llegaría lejos. Demonios, iba a terminar lo que había empezado antes de la maldita interrupción, y se iba a asegurar de eso.
—Nosotros… mmm… arreglaremos la puerta —sonrió Kevin, disfrutando claramente que por el momento, Nick estaba atado—. Adelántate y lleva a la señorita Dane a su hotel, Nick. Tomaremos esa cerveza en el barco.
—Si te veo esta noche en mi barco, te dispararé, Kevin —le advirtió Nick, y temía que pudiera decirlo en serio—. Puedes tratar de tomar esa cerveza mañana por la tarde, ni un momento antes.
Nick se movió muy rápido para que ______ pudiera evitarlo, los dedos de él se curvaron en la parte superior de su brazo antes de arrastrarla con él hacia la puerta.
—Y asegúrense de clavar bien la puerta. Si algún bastardo entra y me roba la cerveza, seguro que te mato.
—Nick, no voy a ir a ese maldito barco —protestó ______ mientras se acercaban a la puerta—. Tengo un trabajo que hacer. Me llevarás a mi hotel. Punto.
—Seguro que lo haré —acordó él.
Ella casi se paró, lo hubiera hecho si no la hubiera arrastrado detrás de él.
— ¿Lo harás?
¿Él había estado de acuerdo muy rápido? Él casi sonrió con suficiencia.
—Seguro. En algún momento. Estoy seguro que necesitarás más ropa dentro de unos días —endureció la voz, reafirmó su agarre, e ignoró su maldición.
Podría maldecir hasta que se helara el infierno, pero ellos no habían terminado. Hablar, follar, tomaría lo que pudiera conseguir, o ambos, pero esta noche, no iba a dejarla ir.
Kevin se frotó la nuca cuando escuchó salir el jeep de Nick, y se volvió hacia Joe lentamente. Su primo tenía una expresión pensativa en el rostro.
Joe era un pensador. Siempre lo había sido. Raramente saltaba impulsivamente a algo, a diferencia de sus dos primos. Siempre sopesaba la evidencia, los pros y contras, y a veces podía poner bastante los pelos de punta con sus predicciones.
—Primo, me podrías haber respaldado —suspiró finalmente mientras Joe permanecía en silencio.
Cuando su primo se giró hacia él, lo hizo con una sonrisita que casi hizo que Kevin irrumpiera en carcajadas.
— ¿Por qué molestarme? —sonrió—. ______ era una cadena alrededor del cuello de él más gruesa que la de un perro en un depósito de chatarra. No iba a empezar una pelea. El muchacho no quería un cuerpo magullado justo ahora. Nosotros lo sabemos bien.
Maldito si lo sabían.
Kevin recordaba un tiempo cuando una buena pelea y una buena borrachera eran casi tan buenas como el sexo. Ahora, desde Crista, una pelea, con los morados, las costillas rotas y/o los labios hinchados, era algo que evitaba a toda costa. Le gustaba sentir las manos de Crista sobre su cuerpo, exigentes y salvajes mientras se movía contra él. El pensamiento de perder tanto como una onza de ese placer por dolor, era intolerable.
Evidentemente, Nick ya había considerado ese hecho. Kevin se rió entre dientes ante ese pensamiento mientras se dirigía a ayudar a Joe con la puerta.
—Todavía no es bonita —le dijo a su primo—. Pero al menos no sentí el olor a humo.
Joe gruñó.
—Kevin, el humo no le hubiera importado a Nick—le señaló.
Y esa era la maldita verdad. Aún el año anterior, cuando ella había estado fumando cada vez que Nick estaba alrededor, su primo no había sido capaz de permanecer alejado.
—Todavía no es bonita —dijo nuevamente.
— ¿Cuál es tu problema con su aspecto? —Joe hizo una pausa mientras levantaban la puerta y Kevin fue en busca de clavos y martillo—. Él no va a tener que ponerle una bolsa en la cabeza. Demonios, Kevin, no me importa su aspecto. Nick ya no es de hielo. Me asustaba a muerte con esa actitud. Estuvimos cerca de perderlo para siempre, por si no lo habías notado.
Y Kevin lo había hecho. Nick se había alejado más y más con los años. Sacó el martillo y los clavos del cajón de la cocina y volvió a la puerta.
La apariencia de ella no debía molestarlo, y Kevin lo sabía. Crista había ido sobre el culo de él la noche anterior por un comentario similar.
—No es como luce —admitió finalmente.
— ¿Entonces qué es?
—Son sus ojos. Hombre, mira sus ojos. Están muertos por dentro. Esa mujer ni siquiera está viva, y lo puedes ver en su rostro. En su expresión y en sus ojos. Va a destruir a Nick.
Entonces Joe permaneció callado por un largo tiempo. El sonido del martillo golpeando la madera y los clavos de diez centímetros hundiéndose en el marco, fueron los únicos comentarios que Kevin recibió.
Finalmente, la puerta estaba asegurada, y Joe simplemente estaba mirándola.
—No está muerta por dentro —dijo al fin en voz baja.
—Es lo mismo —se encogió de hombros Kevin—. No trabajaste con ella el año pasado. Hombre, es fría por dentro. Puede estar nerviosa como el infierno, asustada, y haber emitido una buena risa esta noche, pero no hay amor en ella para nadie.
Joe sacudió la cabeza ante eso.
—Hay demasiada emoción. —Miró entonces a Kevin—. Igual que en Nick. Y está decidida a esconderla. No puedes ver más allá de la necesidad que tenemos de seguir protegiendo a nuestro primo pequeño. Algunas veces pienso que olvidamos que ahora ya es un hombre totalmente crecido.
—Y tan solo como siempre —gruñó Kevin.
Joe negó con la cabeza.
—Ya no.

aranzhitha
aranzhitha


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Mensaje por JB&1D2 Sáb 15 Dic 2012, 1:58 pm

jajaja todo iba bien hasta que llegaron joe y kevin que pasados...
siguelaaa
JB&1D2
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"Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada - Página 5 Empty Re: "Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada

Mensaje por ElitzJb Dom 16 Dic 2012, 4:17 pm

oh por dios pobre rapis...
naguara de inoportunos son esos 2 interrumpir en la parte mejor del capitulo
mas aguafiestas :(
siguela quiero mas por favor esta genial la nove sigueeeeeeeee
ElitzJb
ElitzJb


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"Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada - Página 5 Empty Re: "Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada

Mensaje por HeyItsLupitaNJ Lun 17 Dic 2012, 11:35 am

*.*

AME el capitulo!

JAJAJAJ me encantan Joe & Kevin! :hug:

Pero más les vale no volver a interrumpir al Nicho :(L):

Porque tendrán problemas.... :fiu:

No puedo esperar a que por fin estén juntos los dos! :hug: :(L):

Esperando el siguiente capitulo! :fiu:

\^.^/
HeyItsLupitaNJ
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"Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada - Página 5 Empty Re: "Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada

Mensaje por YiYiTa Mar 18 Dic 2012, 4:48 pm

Los Cap estubieron super mega hiper IMCREIBLES!!!!

SIGUELAAA!!!<3"Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada - Página 5 352482
YiYiTa
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"Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada - Página 5 Empty Re: "Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada

Mensaje por ElitzJb Dom 23 Dic 2012, 1:58 pm

siguelaaaaaaa
ElitzJb
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"Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada - Página 5 Empty Re: "Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada

Mensaje por ElitzJb Jue 27 Dic 2012, 6:50 pm

sigue
ElitzJb
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"Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada - Página 5 Empty Re: "Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada

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