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Pasiones Ocultas (Así te conocí)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Ay necesito capítulo desesperadamente. Ya sabes, te dejo mi super comentario con el próximo capítulo, te juro dejarlo pero ahora necesito saber cómo sigue, dios Alex no te alejes por favor, qué impredecible es todo ;_; yo te espero besos<3
disappear.
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Y se me olvido lo más importante, perdón paja de editar el comentario ;_; ¡¡ame los capítulos!!
disappear.
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
jajajaja, trataré de dejar otro capi mañana entonces! :3 antes de comenzar la semana :D graciaas por pasarse!! *----*
celeste smith
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Iba saliendo del edificio o mejor dicho casi corriendo y con la rabia a flor de piel cuando me di de frente contra alguien y maldije en voz baja. Tenía que tranquilizarme, nada de esto iba a hacerme bien, no era justo tampoco que sucediera pero las cosas tenían que volver a la normalidad de alguna manera y con el humor que traía yo esa mañana era poco probable si no me centraba en ello. Las cosas empeoraron cuando levanté mi vista encontrándome con él y cerrando la boca pues me encontraba lista para pedir disculpas por mi atropello y torpeza. Nos quedamos mirando sin decir nada, ¿Qué hacía él ahí? ¡Que pregunta más estúpida! Estaba claro que iba a ver a esa maldita zorra vieja; él seguía siendo el mismo, no puedo creer que por un minuto pensé que quizá había cambiado, que al menos no se estaba encontrando con la maldita que nos jodió lo que tuvimos en el pasado.
Las palabras de Clara volvieron a mi mente, ¿Así que solo ella podía complacerlo? No quería ni imaginarme lo que harían juntos porque se me retorcía el estómago de rabia y de celos; me gustase o no, odiaba que se le acercaran, detestaba pensar en que estaba con otras cuando yo siempre lo había querido a mi lado. Lo que podía sentir por Marcos no se comparaba en nada con lo que mi maldito corazón sentía por él y me odiaba a mí misma por ser así. Estaba considerando tener un grave problema de masoquismo sentimental, ¿Por qué simplemente no podía estar feliz con un hombre que me hacía bien y se preocupaba por mí? Cada vez que creía que todo estaba en orden aparecía él con esa azul y peligrosa mirada, con ese semblante tan seguro y su expresión de “me importa todo un cuerno” y ponía mi mundo patas arriba sin siquiera decir palabras.
Estaba enojada, demasiado enojada y en mi límite para cualquier cosa. Pero no solo me enojaba conmigo misma sino con él, por aparecerse así, por hablarme como lo había hecho hacía dos semanas, por tocarme de esa manera, por envolverme en su jodido juego donde el único que terminaba sacando provecho era él y no yo. Yo quedaba como la destrozada chica enamorada a quién él había usado una vez más.
-¿Qué haces aquí?- preguntó sin más.
-Trabajo, ¿No ves?- le respondí muy mal señalando mis herramientas. Él simplemente me quedó mirando sin decir nada por unos segundos que se me hicieron eternos.
-¿Cómo estás?- dijo finalmente evadiendo que le había respondiendo como la mierda.
-Estoy perfecta, Alex. Mejor que nunca, sobre todo porque has estado lejos y eso me hace muy muy feliz- le solté enojada. Tenía que calmarme, esto no me llevaría a ningún lado, mucho menos pelear con él frente al edificio de Clara, a donde después subiría y se quitaría sus obsesivas ganas de follar… con ella, ¡Dios, lo odiaba!
-Que amable de tu parte, Sam- dijo él con su serio semblante y sin alterarse. ¿Por qué me molestaba que no se alterase? Probablemente no necesitaba eso con la vieja que lo esperaba arriba, estaría esperando el momento para saltar sobre ella o al contrario pues con esa arpía nunca se sabía.
-Es lo menos que mereces… ahora sube, antes de que se te haga tarde, tu querida amiga debe estar ya desesperada y sin ropa- le dije con rabia y me moví hacia un lado para seguir caminando sin mirar atrás. Pero sentí que se acercaba y me sujetó del brazo haciendo que me detuviera.
-Oye no te vayas así, espera- dijo y suspiré mirándolo. -¿Por qué estás tan enojada?- preguntó y quise matarlo, ¿De verdad no se daba cuenta el motivo de mi molestia?
-¿Tu eres idiota o qué?- dije soltándome de su agarre.
-No me insultes, tengo un límite de paciencia y lo sabes bien. Estoy tratando de hablar contigo a pesar de que me agredes- me dijo.
-Vete a la mierda, Alexander- le dije con una sonrisa irónica; suspiró y sujetó mi rostro entre sus manos besándome sin más; fuerte y posesivo, como si mis labios le pertenecieran solo a él y por más que yo estuviese enojada, debiera responderle de igual manera. Ni bien se apartó le di una bofetada, no fue fuerte o al menos no lo sentí yo así, ¿Quién se creía para besarme a la fuerza? Estaba totalmente exasperada, quería que se fuera lejos y por otro lado saltar nuevamente sobre él y volver a besarlo.
-Golpéame todo lo que quieras, y vete con Marcos, ese hombre que te hace sentir bien pero totalmente vacía, ¿Sabes por qué? Porque es a mí a quién extrañas y a mí a quién deseas, y conmigo con quién fantaseas cada noche después de hacer el amor con él… así que simula que me odias si quieres, porque la verdad tu y yo la sabemos bien- Lo miré con la boca abierta y con lágrimas en los ojos, ¿Cómo se atrevía a decirme eso? Lamentablemente tenía toda la razón, pero eran sentimientos que yo intentaba mantener ocultos, algo privado y doloroso que evitaba por todos los medios que saliera a la luz. Y entonces él simplemente lo decía, orgulloso de saberlo sin que yo se lo hubiese dicho, ese jodido infeliz, sabía cómo lo necesitaba y cuán mal estaba pasando y no tenía idea si largarme a llorar o decirle en la cara que lo odiaba con todo mi corazón aunque eso fuese mentira.
-Parece que lo único que a ti te sale bien es lastimarme… ¿A caso sabes hacerle bien a alguien? Probablemente no, por eso es que me has perdido- le respondí en un tono neutral y me marché ahora sí sin que él me siguiera.
Fui consciente de que eso lo lastimaría, pero él había atentado contra mis sentimientos al dejarme tan expuesta y vulnerable diciéndolos; tenía que defenderme, con el poco orgullo que mi persona conservaba debía protegerme. Durante el camino a casa evité pensar; subí la música a todo volumen por más loca que pareciera y me puse a cantar; no estaba feliz, pero no importaba, haría lo que fuese para quitarlo de mi cabeza y lo más importante, de mi corazón.
Pasé el resto de la tarde en la empresa editando y trabajando para no pensar en nada. Cuando regresé al apartamento por la tardecita me quedé petrificada, ¿La familia Adams pensaba seguir jodiéndome la vida o qué? Sheila se encontraba sentada en un sofá, en otro estaba Marcos y en el otro…Douglas, ¿Qué hacía Douglas aquí? Hacía años que había dejado de saber de él o incluso de su familia, sobre todo cuando Alex había comenzado a tener más contacto con su verdadero padre. Douglas era el hermano menor de Alex, y mi ex novio también, un idiota que bastante mal me había hecho pasar pero creo que eso era algo genético ya y de naturaleza familiar, cada uno a su manera habían lastimado.
-Hola preciosa- me dijo Marcos sonriente extendiendo un vaso con cerveza para que lo agarrase; negué con la cabeza sin disimular mi molestia.
-Sam, ponte cómoda y ven a beber algo con nosotros, hoy saldremos- dijo Sheila y la miré para matarla; ella sabría bien el motivo.
-Samantha, tanto tiempo, ¿Cómo estás?- dijo Douglas acercándose y saludándome con un abrazo que me dejó desconcertada.
-Bien… estoy bien, me alegra que tu igual- dije sin siquiera preguntarle cómo se encontraba. –Iré a bañarme, estoy algo cansada- me disculpé y me dirigí a mi habitación.
Creo que el día de hoy había sido bastante complicado para mí y solo esperaba que al menos terminase bien. De alguna manera que Douglas estuviese ahí solo servía para recordarme a Alex, eran hermanos, había un claro aire de él en Douglas y eso me incomodaba mucho, me traía más nostalgia y recuerdos y cuando me senté en la cama tras bañarme solo pude dejar que algunas lágrimas salieran de mis ojos. A veces sentía que estaba haciendo las cosas mal, que si me verdadero deseo era estar con Alex por más complicado que él fuese y por más que supiera que estaría en una extraña situación, debería hacerlo. Pero entonces recordaba cada cosa mala, cada dolor que por él tuve que soportar y me resignaba a la idea; me sentía confundida, molesta e infeliz. Y pensar que todo marchaba tan bien antes de que él regresara, ¿Por qué tenía que pasar esto? Escuchaba las conversaciones de los chicos desde ahí, todos reían y yo solo anhelaba cerrar los ojos y que al abrirlos todo estuviera bien, todo fuese como antes.
Miré mi móvil con las marcadas ganas de llamarlo, de decirle que lamentaba haberlo golpeado y decir que no le hacía bien a nadie. Pero hacer eso significaba meterme en más problemas; por un instante desee escapar de ahí e ir donde él, olvidarme de todo mi alrededor por un rato y hacer de cuenta que en el mundo solo éramos los dos, juntos y sin problemas por más que supiera que eso poco duraría. Alguien golpeó mi puerta y me limpié los ojos gritando que entrase. Marcos apareció; me miró con algo de preocupación y cerró la puerta tomando asiento en una de las sillas que se ubicaban en el extremo de mi semi-oscura habitación.
-Creo que debemos hablar- me dijo y por primera vez asentí sin esconder los problemas que ya parecían verse de todos lados. –Has estado bastante distante estas semanas, sé que intentas que no me dé cuenta pero no eres de las que esconde sus estados de ánimo-
-Lo sé, lo siento mucho… no quiero que te sientas mal por mi culpa- dije angustiada.
-Sam, nosotros no tenemos una relación; yo siempre supe que acercarme a ti sería atenerme a una serie de problemas que podrían presentarse si él regresaba, no quiero que te sientas culpable- me dijo.
-No quiero hacerte pasar mal, tú eres bueno conmigo no lo mereces- dije a punto de llorar.
-Yo solo deseo que estés bien, sea como sea y con quién sea pero que intentes ser feliz. No tienes compromisos conmigo y o me gusta que alguien esté conmigo de manera forzada, eso no está bien- continuó. Tenía dos opciones, continuar haciendo de cuenta que todo estaba bien, presionando a mi mente para que se centrase en ello y dejar lo demás de lado aunque jamás podría del todo o… asumir la realidad de lo que estaba sucediendo conmigo y no joderle la vida a nadie por ello.
Marcos era un buen hombre, no era justo que yo estuviese haciéndole esto, no lo merecía. Mi mente estaba confundida, tenía miedo de perderlo y no conseguir jamás un hombre que me tratase así de bien y no me hiciera sufrir pero por otro lado, estar con él pensando en otra persona era egoísta. No lo estaba dejando vivir a él, lo tenía a mi lado queriéndolo más no sintiendo amor, y eso me generaba mucha culpa y remordimiento. Yo tenía valores, él me había ayudado demasiado y también deseaba verlo bien.
-Estoy muy confundida, lo siento mucho. No es tu culpa, pero siento que estoy siendo egoísta contigo, me siento muy mal conmigo misma- confesé llorando. Él se sentó junto a mí en la cama y sujetó mis manos entre las suyas.
-Estaré siempre para lo que necesites, te quiero y de verdad deseo verte bien. No vas a perderme, siempre he sido tu amigo y eso no cambiará. Creo que es importante que acomodes tu mente, que pienses, que te tomes tiempo para saber qué deseas… y si el día de mañana tu corazón ha podido superar a esa persona, yo estaré aquí y si no es así, estaré de todas maneras para apoyarte y ser tu amigo- dijo con sinceridad. ¿Por qué él era tan bueno conmigo? Eso solo me hacía sentir más culpable, pero en mi interior sabía que esto era lo mejor, ya no quería dañar a nadie por mis confusiones mentales. Lo abracé con fuerza deseando que todo estuviera bien para los dos.
-Eres una gran persona, te quiero mucho y valoro demasiado todo lo que has hecho por mí- le dije.
Y así terminé una etapa que consideré necesaria para comenzar a organizar mi mente, o continuar metiéndome en problemas…
Decidí salir con todos esa noche. No quería quedarme sola en el apartamento llorando y sintiéndome mal; la angustia se había instalado en mi pecho pero estaba segura de que podía al menos intentar dejarla de lado y divertirme aunque mañana todo volviera a lo de siempre. Tenía que admitir que en cierto sentido estaba aliviada de haber hablado con Marcos y aclarado todo, de que lo mejor era que él hiciera su vida y yo intentase ordenar la mía; tal vez era la única forma de no joder la amistad que siempre habíamos tenido y de darle la posibilidad a él de no estar pasando mal por mi culpa.
Fuimos a un bonito y tranquilo pub en la costa. Douglas, Marcos y algunos de sus amigos fueron con nosotros; a penas conocía a varios pero tampoco me encontraba demasiado sociable esa noche así que me mantuve cerca de Sheila simulando tener buena cara. Esa noche vestía jeans claros y una sencilla camisa clara con chaqueta que hacía juego; no me había matado alistándome porque mi ánimo no era del todo bueno y además me evitaba el acercamiento de cualquier idiota y pasaba un poco desapercibida. Debí imaginar que él estaría ahí; solían concurrir siempre a los mismos lugares como si el grupo se manejase en determinado entorno social y eso había sido así desde siempre; tomé aire y también un poco de mi trago sin siquiera mirarlo pues el primer vistazo había dejado la clara imagen de su mano en la cintura de una voluptuosa rubia.
-¿Qué ha sido de ti, Sam?- preguntó Douglas acercándose a la barra donde yo me apoyaba mientras Sheila conversaba con otra de las chicas que había ido con nosotros. Estaba un poco más alto que la última vez que lo vi, vestía pantalón y camisa, se veía formal y quizá más maduro pero seguía siendo un idiota para mí, y uno de los peores.
-Pues aquí me ves, estoy trabajando, estudiando y viviendo- le respondí con naturalidad.
-Ya veo, estás mucho más hermosa que la última vez que te vi- dijo mirándome de arriba abajo y rodé los ojos mirándolo con seriedad.
-Ni lo intentes, Douglas- le dije sin rodeos. Yo no era tan directa pero con todo lo que tenía en la cabeza sentía que cualquier pequeña cosa me haría explotar; hasta ver a Marcos conversando cariñosamente con una de sus amigas me jodió, no debería pues él y yo ya no estábamos juntos pero sentí una pequeña molestia que intenté dejar de lado. Estaba segura que se debía a la costumbre de tantos meses a su lado, que era mejor así y que esperaba de verdad que él encontrase a alguien que correspondiera cada uno de sus sentimientos.
-Tranquila… prometo no acercarme por si acaso decides morderme o algo- dijo en tono bromista pero no sonreí ni un poco.
Volví a mirar hacia donde Alex se encontraba, bailando muy pegado a esa maldita zorra, la que probablemente se follaría más tarde, no sé qué me hacía pensar que yo le importaba un poco al menos como para no mostrarse así delante de mí. Tomé asiento en una de las mesas junto a los demás quienes se encontraban conversando y me dediqué a beber, uno, dos, tres tragos hasta que mi mente comenzó a relajarse de a poco y todos los dramas parecían lejanos e insignificantes. Todos parecían bastante entretenidos hablando, bailando, y riendo de modo que me dirigí a la barra y pedí otro vaso más pero Sheila me sujetó el brazo.
-Oye, ¿No crees que estás tomando demasiado? No me molesta, lo digo para que luego no te haga mal- me dijo preocupada.
-Estoy bien, solo deja que me divierta un poco, he tenido un día de mierda- dije con todas las letras de la palabra y lo que la misma significaba.
-De acuerdo, solo recuerda que estoy aquí contigo y que cuentas conmigo para todo- dijo ella con una sonrisa dulce.
Había ya transcurrido un rato cuando nos dirigimos a bailar entre la gente. Mi estado de alcohol en sangre era bastante alto pero me conformaba con que eso no me dejase pensar en más nada; lo único que sentía era la envolvente música a mí alrededor y un bienestar que se extendía por mi cuerpo sin que nada más importase. Así de bien quería sentirme, sin dramas, sin malestares; bailé con algún que otro chico que me invitó aceptando los tragos que compartían conmigo y en determinado momento observé la pequeña barra en donde dos chicas se habían subido a bailar sensualmente. Era una locura, pero mis pasos se dirigieron hacia ahí y un joven que miraba junto a otros me ayudó a subirme para bailar con ellas; tenía varias miradas sobre mí pero nada me importaba; así que simplemente me dediqué a bailar de la forma más sexy posible obteniendo varios silbidos y gritos de parte de quienes estaban cerca.
-Samantha, baja de ahí- gritó Sheila pero solo sonreí y no lo hice. Miré a las otras dos chicas, se habían quitado las remeras así que no me pareció mala idea hacerlo. Después de todo había tenido que tolerar cosas que no me gustaban de un idiota que solo me había roto el corazón, ahora mostraría que podía obtener las miradas de quien yo quisiera y que me importaba una mierda que él estuviera con otras dentro de ese lugar. Me desprendí los primeros botones de la camisa escuchando a los babosos que ahí se aglomeraban pidiendo más; y cuando quedaban apenas dos botones para terminar de abrirla, alguien me sujetó del brazo jalándome y haciendo que bajase de la barra.
-Bochornosa la escena que estás haciendo- me dijo totalmente molesto mientras me prendía los botones de la camisa.
-¿Dónde dejaste a la zorra con la que bailabas?- le pregunté sonriente y demasiado alcoholizada para ser verdad. Alex me miró de esa manera que dejaba claro lo enojado que estaba pero solo me reí más. –Déjame en paz, quiero seguir bailando ahí- dije tratando de soltarme de su agarre y queriendo subir de nuevo a la barra pero volvió a sujetarme con más fuerza pegándome contra la pared y terminando de prender los botones de la camisa.
-No vas a comportarte como una cualquiera, tú no eres así- dijo presionado más su agarre.
-¿A no? Déjame mostrarte cómo puedo serlo… seguro cualquiera de los de aquí quiere follarme un rato- le dije algo entreverada, no estaba coordinando demasiado mis palabras y mi estómago comenzaba a doler un poco por todo lo que había tomado.
-Vámonos a casa ya mismo- me dijo Sheila enojada.
-No, yo no me voy… a ningún lado…- le grité aguantándome la risa.
-Esta es tu maldita culpa, Alexander- le ella a él apuntándolo con el dedo.
-Deja de culparme, me llevaré a tu amiga de aquí antes de que continúe haciendo el ridículo- le dijo él de forma poco agradable. No me dejó ni siquiera resistirme, su mano tiró con fuerza de mi brazo haciéndome caminar obligada tras él aunque Sheila trató de decirle que me dejase en paz.
Lo último que recuerdo es haber salido del pub; el freso aire chocó contra mi rostro revolviendo completamente mi estómago y entonces todo se volvió oscuro…
Desperté con un fuerte dolor de cabeza que me impidió abrir los ojos del todo. Mi estómago estaba revuelto y tenía todos los pensamientos desordenados; me incorporé algo mareada y no reconocí el lugar en el cual estaba; por un momento me asusté, mis pensamientos recordaron todo lo que había bebido anoche y temí haberme revolcado con cualquier tipo y ahora despertar sin saber dónde estaba. Pero entonces miré el cuadro que colgaba de la pared frente a la cama, Alex y su padre frente a la playa… y suspiré totalmente aliviada de no haber cometido un estúpido error aunque demasiado culpable por todo lo que había sucedido anoche.
Me quería morir, cada imagen de lo que anoche hice llegó a mi mente. Me había comportado como una cualquiera, pretendía incluso quitarme la camisa cuando Alex lo impidió; había dejado que no sé cuántos tipos me mirasen bailar de una forma muy poco sana junto a dos zorras en la barra y todo el mundo me había visto… todos. Me sentía humillada y avergonzada, ¿Qué demonios tenía en la cabeza? ¿Cómo se me había ocurrido hacer algo así? Y ahora se sumaba a que había amanecido ahí, en el apartamento de Alex aunque con toda la ropa puesta por lo que supuse que al menos no me le quise tirar encima; él debería estar enojado conmigo, me había sacado del pub casi arrastrándome y luego ignoro si me desmayé o qué rayos sucedió. El costado de su cama estaba perfectamente tendido por lo que asimilé que no había dormido conmigo y no era para menos después de cómo me comporté; parecía que mi vida se había convertido ahora sí, en un total y completo desastre que no estaba segura de cómo poder arreglar.
Me di una rápida ducha con el fin de que mi mareo pasara y tras ponerme la ropa nuevamente me dirigí con nervios hacia la sala principal. Eran las 10 de la mañana y sentía que un camión me había pasado por encima, nunca más volvería a beber así. Él acababa de entrar por la puerta con algunas bolsas de compras y me miró unos segundos sin decirme nada; su mirada emanaba enojo, lo conocía muy bien y sabía que en algún momento desde su regreso volvería a verme de esa manera como cada vez que había hecho algo que a él no le agradaba. Dejó las bolsas sobre la mesada y depositó las llaves en el colgante de la pared.
-Yo… creo que mejor ya me voy- dije cuando el silencio se hizo insoportable.
-Tú no te vas a ningún lado sin que hablemos, siéntate y toma un poco de café a ver si se te pasa el efecto de la gran cantidad de alcohol que te bebiste- me dijo a modo de regaño como si hubiese cometido el peor pecado del mundo lo cual me molestó.
-Mira quién me habla… quién vive cometiendo estupideces- dije en mi defensa.
-No empieces Samantha, anoche te comportase como una cualquiera. Si esa es la impresión que quieres causar, vas por muy buen camino- me respondió y presioné mis labios con rabia.
-¿Y a ti que te importa cómo me comporto? No entiendo por qué me regañas como si yo te debiera algún tipo de explicación- respondí molesta.
-Si te comportases así porque quieres, yo no me metería. Pero lo haces porque estás enojada conmigo, así que siéntate de una maldita vez y no me hagas perder la poca paciencia que me queda- me ordenó; si no hubiese estado mareada, con dolor de cabeza y estómago le hubiese tirado con algo para luego irme. Pero en este estado deplorable no llegaría a ningún lado, así que caminé hacia la mesa donde se encontraba ya la taza lista para servir café y tomé asiento mirando hacia fuera por el gran ventanal, evitando cruzarme con su mirada incluso cuando se acercó dejando una pastilla y un vaso con agua frente a mí. –Tómate eso, te quitará la resaca que debes tener- dijo y luego me sirvió café sentándose frente a mí.
Me tomé la pastilla conteniendo las lágrimas, había llorado ya bastante pero todo se me estaba volviendo insostenible y parecía que cada vez que quería acomodar mi vida me salía todo al revés.
-No llores- me dijo y lo miré con rabia.
-¿Ahora también vas a prohibirme llorar?- dije limpiándome los ojos y buscando el poco orgullo que guardaba en mi interior.
-Sam, no se trata de que tomes y quedes ebria, hazlo si quieres hacerlo pero te conozco y sé que no eres así. Si no te hubiese sacado de ahí anoche, hubieses hecho cualquier tontería y estarías muy arrepentida cuando despertaras- me dijo ya con más calma. –Me he estado sintiendo culpable por cada una de tus acciones desde que llegué; si no hacía algo para cuidarte anoche, me habría sentido como la mierda- continuó.
-¿Lo hiciste para no sentir culpa?- dije mirándolo con los ojos llorosos.
-Lo hice porque te amo, a mi enfermiza y extraña manera, pero te amo- dijo y lloré más.
No esperaba que me dijese eso, jamás hubiese esperado que de su boca salieran esas palabras; más de un año deseando que él sintiera lo mismo que yo, miles de cosas horribles en medio, haciendo lo imposible por estar con él, tolerando un año entero sola, extrañándolo y él finalmente me decía lo que yo había deseado escuchar siempre.
Las palabras de Clara volvieron a mi mente, ¿Así que solo ella podía complacerlo? No quería ni imaginarme lo que harían juntos porque se me retorcía el estómago de rabia y de celos; me gustase o no, odiaba que se le acercaran, detestaba pensar en que estaba con otras cuando yo siempre lo había querido a mi lado. Lo que podía sentir por Marcos no se comparaba en nada con lo que mi maldito corazón sentía por él y me odiaba a mí misma por ser así. Estaba considerando tener un grave problema de masoquismo sentimental, ¿Por qué simplemente no podía estar feliz con un hombre que me hacía bien y se preocupaba por mí? Cada vez que creía que todo estaba en orden aparecía él con esa azul y peligrosa mirada, con ese semblante tan seguro y su expresión de “me importa todo un cuerno” y ponía mi mundo patas arriba sin siquiera decir palabras.
Estaba enojada, demasiado enojada y en mi límite para cualquier cosa. Pero no solo me enojaba conmigo misma sino con él, por aparecerse así, por hablarme como lo había hecho hacía dos semanas, por tocarme de esa manera, por envolverme en su jodido juego donde el único que terminaba sacando provecho era él y no yo. Yo quedaba como la destrozada chica enamorada a quién él había usado una vez más.
-¿Qué haces aquí?- preguntó sin más.
-Trabajo, ¿No ves?- le respondí muy mal señalando mis herramientas. Él simplemente me quedó mirando sin decir nada por unos segundos que se me hicieron eternos.
-¿Cómo estás?- dijo finalmente evadiendo que le había respondiendo como la mierda.
-Estoy perfecta, Alex. Mejor que nunca, sobre todo porque has estado lejos y eso me hace muy muy feliz- le solté enojada. Tenía que calmarme, esto no me llevaría a ningún lado, mucho menos pelear con él frente al edificio de Clara, a donde después subiría y se quitaría sus obsesivas ganas de follar… con ella, ¡Dios, lo odiaba!
-Que amable de tu parte, Sam- dijo él con su serio semblante y sin alterarse. ¿Por qué me molestaba que no se alterase? Probablemente no necesitaba eso con la vieja que lo esperaba arriba, estaría esperando el momento para saltar sobre ella o al contrario pues con esa arpía nunca se sabía.
-Es lo menos que mereces… ahora sube, antes de que se te haga tarde, tu querida amiga debe estar ya desesperada y sin ropa- le dije con rabia y me moví hacia un lado para seguir caminando sin mirar atrás. Pero sentí que se acercaba y me sujetó del brazo haciendo que me detuviera.
-Oye no te vayas así, espera- dijo y suspiré mirándolo. -¿Por qué estás tan enojada?- preguntó y quise matarlo, ¿De verdad no se daba cuenta el motivo de mi molestia?
-¿Tu eres idiota o qué?- dije soltándome de su agarre.
-No me insultes, tengo un límite de paciencia y lo sabes bien. Estoy tratando de hablar contigo a pesar de que me agredes- me dijo.
-Vete a la mierda, Alexander- le dije con una sonrisa irónica; suspiró y sujetó mi rostro entre sus manos besándome sin más; fuerte y posesivo, como si mis labios le pertenecieran solo a él y por más que yo estuviese enojada, debiera responderle de igual manera. Ni bien se apartó le di una bofetada, no fue fuerte o al menos no lo sentí yo así, ¿Quién se creía para besarme a la fuerza? Estaba totalmente exasperada, quería que se fuera lejos y por otro lado saltar nuevamente sobre él y volver a besarlo.
-Golpéame todo lo que quieras, y vete con Marcos, ese hombre que te hace sentir bien pero totalmente vacía, ¿Sabes por qué? Porque es a mí a quién extrañas y a mí a quién deseas, y conmigo con quién fantaseas cada noche después de hacer el amor con él… así que simula que me odias si quieres, porque la verdad tu y yo la sabemos bien- Lo miré con la boca abierta y con lágrimas en los ojos, ¿Cómo se atrevía a decirme eso? Lamentablemente tenía toda la razón, pero eran sentimientos que yo intentaba mantener ocultos, algo privado y doloroso que evitaba por todos los medios que saliera a la luz. Y entonces él simplemente lo decía, orgulloso de saberlo sin que yo se lo hubiese dicho, ese jodido infeliz, sabía cómo lo necesitaba y cuán mal estaba pasando y no tenía idea si largarme a llorar o decirle en la cara que lo odiaba con todo mi corazón aunque eso fuese mentira.
-Parece que lo único que a ti te sale bien es lastimarme… ¿A caso sabes hacerle bien a alguien? Probablemente no, por eso es que me has perdido- le respondí en un tono neutral y me marché ahora sí sin que él me siguiera.
Fui consciente de que eso lo lastimaría, pero él había atentado contra mis sentimientos al dejarme tan expuesta y vulnerable diciéndolos; tenía que defenderme, con el poco orgullo que mi persona conservaba debía protegerme. Durante el camino a casa evité pensar; subí la música a todo volumen por más loca que pareciera y me puse a cantar; no estaba feliz, pero no importaba, haría lo que fuese para quitarlo de mi cabeza y lo más importante, de mi corazón.
Pasé el resto de la tarde en la empresa editando y trabajando para no pensar en nada. Cuando regresé al apartamento por la tardecita me quedé petrificada, ¿La familia Adams pensaba seguir jodiéndome la vida o qué? Sheila se encontraba sentada en un sofá, en otro estaba Marcos y en el otro…Douglas, ¿Qué hacía Douglas aquí? Hacía años que había dejado de saber de él o incluso de su familia, sobre todo cuando Alex había comenzado a tener más contacto con su verdadero padre. Douglas era el hermano menor de Alex, y mi ex novio también, un idiota que bastante mal me había hecho pasar pero creo que eso era algo genético ya y de naturaleza familiar, cada uno a su manera habían lastimado.
-Hola preciosa- me dijo Marcos sonriente extendiendo un vaso con cerveza para que lo agarrase; negué con la cabeza sin disimular mi molestia.
-Sam, ponte cómoda y ven a beber algo con nosotros, hoy saldremos- dijo Sheila y la miré para matarla; ella sabría bien el motivo.
-Samantha, tanto tiempo, ¿Cómo estás?- dijo Douglas acercándose y saludándome con un abrazo que me dejó desconcertada.
-Bien… estoy bien, me alegra que tu igual- dije sin siquiera preguntarle cómo se encontraba. –Iré a bañarme, estoy algo cansada- me disculpé y me dirigí a mi habitación.
Creo que el día de hoy había sido bastante complicado para mí y solo esperaba que al menos terminase bien. De alguna manera que Douglas estuviese ahí solo servía para recordarme a Alex, eran hermanos, había un claro aire de él en Douglas y eso me incomodaba mucho, me traía más nostalgia y recuerdos y cuando me senté en la cama tras bañarme solo pude dejar que algunas lágrimas salieran de mis ojos. A veces sentía que estaba haciendo las cosas mal, que si me verdadero deseo era estar con Alex por más complicado que él fuese y por más que supiera que estaría en una extraña situación, debería hacerlo. Pero entonces recordaba cada cosa mala, cada dolor que por él tuve que soportar y me resignaba a la idea; me sentía confundida, molesta e infeliz. Y pensar que todo marchaba tan bien antes de que él regresara, ¿Por qué tenía que pasar esto? Escuchaba las conversaciones de los chicos desde ahí, todos reían y yo solo anhelaba cerrar los ojos y que al abrirlos todo estuviera bien, todo fuese como antes.
Miré mi móvil con las marcadas ganas de llamarlo, de decirle que lamentaba haberlo golpeado y decir que no le hacía bien a nadie. Pero hacer eso significaba meterme en más problemas; por un instante desee escapar de ahí e ir donde él, olvidarme de todo mi alrededor por un rato y hacer de cuenta que en el mundo solo éramos los dos, juntos y sin problemas por más que supiera que eso poco duraría. Alguien golpeó mi puerta y me limpié los ojos gritando que entrase. Marcos apareció; me miró con algo de preocupación y cerró la puerta tomando asiento en una de las sillas que se ubicaban en el extremo de mi semi-oscura habitación.
-Creo que debemos hablar- me dijo y por primera vez asentí sin esconder los problemas que ya parecían verse de todos lados. –Has estado bastante distante estas semanas, sé que intentas que no me dé cuenta pero no eres de las que esconde sus estados de ánimo-
-Lo sé, lo siento mucho… no quiero que te sientas mal por mi culpa- dije angustiada.
-Sam, nosotros no tenemos una relación; yo siempre supe que acercarme a ti sería atenerme a una serie de problemas que podrían presentarse si él regresaba, no quiero que te sientas culpable- me dijo.
-No quiero hacerte pasar mal, tú eres bueno conmigo no lo mereces- dije a punto de llorar.
-Yo solo deseo que estés bien, sea como sea y con quién sea pero que intentes ser feliz. No tienes compromisos conmigo y o me gusta que alguien esté conmigo de manera forzada, eso no está bien- continuó. Tenía dos opciones, continuar haciendo de cuenta que todo estaba bien, presionando a mi mente para que se centrase en ello y dejar lo demás de lado aunque jamás podría del todo o… asumir la realidad de lo que estaba sucediendo conmigo y no joderle la vida a nadie por ello.
Marcos era un buen hombre, no era justo que yo estuviese haciéndole esto, no lo merecía. Mi mente estaba confundida, tenía miedo de perderlo y no conseguir jamás un hombre que me tratase así de bien y no me hiciera sufrir pero por otro lado, estar con él pensando en otra persona era egoísta. No lo estaba dejando vivir a él, lo tenía a mi lado queriéndolo más no sintiendo amor, y eso me generaba mucha culpa y remordimiento. Yo tenía valores, él me había ayudado demasiado y también deseaba verlo bien.
-Estoy muy confundida, lo siento mucho. No es tu culpa, pero siento que estoy siendo egoísta contigo, me siento muy mal conmigo misma- confesé llorando. Él se sentó junto a mí en la cama y sujetó mis manos entre las suyas.
-Estaré siempre para lo que necesites, te quiero y de verdad deseo verte bien. No vas a perderme, siempre he sido tu amigo y eso no cambiará. Creo que es importante que acomodes tu mente, que pienses, que te tomes tiempo para saber qué deseas… y si el día de mañana tu corazón ha podido superar a esa persona, yo estaré aquí y si no es así, estaré de todas maneras para apoyarte y ser tu amigo- dijo con sinceridad. ¿Por qué él era tan bueno conmigo? Eso solo me hacía sentir más culpable, pero en mi interior sabía que esto era lo mejor, ya no quería dañar a nadie por mis confusiones mentales. Lo abracé con fuerza deseando que todo estuviera bien para los dos.
-Eres una gran persona, te quiero mucho y valoro demasiado todo lo que has hecho por mí- le dije.
Y así terminé una etapa que consideré necesaria para comenzar a organizar mi mente, o continuar metiéndome en problemas…
Decidí salir con todos esa noche. No quería quedarme sola en el apartamento llorando y sintiéndome mal; la angustia se había instalado en mi pecho pero estaba segura de que podía al menos intentar dejarla de lado y divertirme aunque mañana todo volviera a lo de siempre. Tenía que admitir que en cierto sentido estaba aliviada de haber hablado con Marcos y aclarado todo, de que lo mejor era que él hiciera su vida y yo intentase ordenar la mía; tal vez era la única forma de no joder la amistad que siempre habíamos tenido y de darle la posibilidad a él de no estar pasando mal por mi culpa.
Fuimos a un bonito y tranquilo pub en la costa. Douglas, Marcos y algunos de sus amigos fueron con nosotros; a penas conocía a varios pero tampoco me encontraba demasiado sociable esa noche así que me mantuve cerca de Sheila simulando tener buena cara. Esa noche vestía jeans claros y una sencilla camisa clara con chaqueta que hacía juego; no me había matado alistándome porque mi ánimo no era del todo bueno y además me evitaba el acercamiento de cualquier idiota y pasaba un poco desapercibida. Debí imaginar que él estaría ahí; solían concurrir siempre a los mismos lugares como si el grupo se manejase en determinado entorno social y eso había sido así desde siempre; tomé aire y también un poco de mi trago sin siquiera mirarlo pues el primer vistazo había dejado la clara imagen de su mano en la cintura de una voluptuosa rubia.
-¿Qué ha sido de ti, Sam?- preguntó Douglas acercándose a la barra donde yo me apoyaba mientras Sheila conversaba con otra de las chicas que había ido con nosotros. Estaba un poco más alto que la última vez que lo vi, vestía pantalón y camisa, se veía formal y quizá más maduro pero seguía siendo un idiota para mí, y uno de los peores.
-Pues aquí me ves, estoy trabajando, estudiando y viviendo- le respondí con naturalidad.
-Ya veo, estás mucho más hermosa que la última vez que te vi- dijo mirándome de arriba abajo y rodé los ojos mirándolo con seriedad.
-Ni lo intentes, Douglas- le dije sin rodeos. Yo no era tan directa pero con todo lo que tenía en la cabeza sentía que cualquier pequeña cosa me haría explotar; hasta ver a Marcos conversando cariñosamente con una de sus amigas me jodió, no debería pues él y yo ya no estábamos juntos pero sentí una pequeña molestia que intenté dejar de lado. Estaba segura que se debía a la costumbre de tantos meses a su lado, que era mejor así y que esperaba de verdad que él encontrase a alguien que correspondiera cada uno de sus sentimientos.
-Tranquila… prometo no acercarme por si acaso decides morderme o algo- dijo en tono bromista pero no sonreí ni un poco.
Volví a mirar hacia donde Alex se encontraba, bailando muy pegado a esa maldita zorra, la que probablemente se follaría más tarde, no sé qué me hacía pensar que yo le importaba un poco al menos como para no mostrarse así delante de mí. Tomé asiento en una de las mesas junto a los demás quienes se encontraban conversando y me dediqué a beber, uno, dos, tres tragos hasta que mi mente comenzó a relajarse de a poco y todos los dramas parecían lejanos e insignificantes. Todos parecían bastante entretenidos hablando, bailando, y riendo de modo que me dirigí a la barra y pedí otro vaso más pero Sheila me sujetó el brazo.
-Oye, ¿No crees que estás tomando demasiado? No me molesta, lo digo para que luego no te haga mal- me dijo preocupada.
-Estoy bien, solo deja que me divierta un poco, he tenido un día de mierda- dije con todas las letras de la palabra y lo que la misma significaba.
-De acuerdo, solo recuerda que estoy aquí contigo y que cuentas conmigo para todo- dijo ella con una sonrisa dulce.
Había ya transcurrido un rato cuando nos dirigimos a bailar entre la gente. Mi estado de alcohol en sangre era bastante alto pero me conformaba con que eso no me dejase pensar en más nada; lo único que sentía era la envolvente música a mí alrededor y un bienestar que se extendía por mi cuerpo sin que nada más importase. Así de bien quería sentirme, sin dramas, sin malestares; bailé con algún que otro chico que me invitó aceptando los tragos que compartían conmigo y en determinado momento observé la pequeña barra en donde dos chicas se habían subido a bailar sensualmente. Era una locura, pero mis pasos se dirigieron hacia ahí y un joven que miraba junto a otros me ayudó a subirme para bailar con ellas; tenía varias miradas sobre mí pero nada me importaba; así que simplemente me dediqué a bailar de la forma más sexy posible obteniendo varios silbidos y gritos de parte de quienes estaban cerca.
-Samantha, baja de ahí- gritó Sheila pero solo sonreí y no lo hice. Miré a las otras dos chicas, se habían quitado las remeras así que no me pareció mala idea hacerlo. Después de todo había tenido que tolerar cosas que no me gustaban de un idiota que solo me había roto el corazón, ahora mostraría que podía obtener las miradas de quien yo quisiera y que me importaba una mierda que él estuviera con otras dentro de ese lugar. Me desprendí los primeros botones de la camisa escuchando a los babosos que ahí se aglomeraban pidiendo más; y cuando quedaban apenas dos botones para terminar de abrirla, alguien me sujetó del brazo jalándome y haciendo que bajase de la barra.
-Bochornosa la escena que estás haciendo- me dijo totalmente molesto mientras me prendía los botones de la camisa.
-¿Dónde dejaste a la zorra con la que bailabas?- le pregunté sonriente y demasiado alcoholizada para ser verdad. Alex me miró de esa manera que dejaba claro lo enojado que estaba pero solo me reí más. –Déjame en paz, quiero seguir bailando ahí- dije tratando de soltarme de su agarre y queriendo subir de nuevo a la barra pero volvió a sujetarme con más fuerza pegándome contra la pared y terminando de prender los botones de la camisa.
-No vas a comportarte como una cualquiera, tú no eres así- dijo presionado más su agarre.
-¿A no? Déjame mostrarte cómo puedo serlo… seguro cualquiera de los de aquí quiere follarme un rato- le dije algo entreverada, no estaba coordinando demasiado mis palabras y mi estómago comenzaba a doler un poco por todo lo que había tomado.
-Vámonos a casa ya mismo- me dijo Sheila enojada.
-No, yo no me voy… a ningún lado…- le grité aguantándome la risa.
-Esta es tu maldita culpa, Alexander- le ella a él apuntándolo con el dedo.
-Deja de culparme, me llevaré a tu amiga de aquí antes de que continúe haciendo el ridículo- le dijo él de forma poco agradable. No me dejó ni siquiera resistirme, su mano tiró con fuerza de mi brazo haciéndome caminar obligada tras él aunque Sheila trató de decirle que me dejase en paz.
Lo último que recuerdo es haber salido del pub; el freso aire chocó contra mi rostro revolviendo completamente mi estómago y entonces todo se volvió oscuro…
Desperté con un fuerte dolor de cabeza que me impidió abrir los ojos del todo. Mi estómago estaba revuelto y tenía todos los pensamientos desordenados; me incorporé algo mareada y no reconocí el lugar en el cual estaba; por un momento me asusté, mis pensamientos recordaron todo lo que había bebido anoche y temí haberme revolcado con cualquier tipo y ahora despertar sin saber dónde estaba. Pero entonces miré el cuadro que colgaba de la pared frente a la cama, Alex y su padre frente a la playa… y suspiré totalmente aliviada de no haber cometido un estúpido error aunque demasiado culpable por todo lo que había sucedido anoche.
Me quería morir, cada imagen de lo que anoche hice llegó a mi mente. Me había comportado como una cualquiera, pretendía incluso quitarme la camisa cuando Alex lo impidió; había dejado que no sé cuántos tipos me mirasen bailar de una forma muy poco sana junto a dos zorras en la barra y todo el mundo me había visto… todos. Me sentía humillada y avergonzada, ¿Qué demonios tenía en la cabeza? ¿Cómo se me había ocurrido hacer algo así? Y ahora se sumaba a que había amanecido ahí, en el apartamento de Alex aunque con toda la ropa puesta por lo que supuse que al menos no me le quise tirar encima; él debería estar enojado conmigo, me había sacado del pub casi arrastrándome y luego ignoro si me desmayé o qué rayos sucedió. El costado de su cama estaba perfectamente tendido por lo que asimilé que no había dormido conmigo y no era para menos después de cómo me comporté; parecía que mi vida se había convertido ahora sí, en un total y completo desastre que no estaba segura de cómo poder arreglar.
Me di una rápida ducha con el fin de que mi mareo pasara y tras ponerme la ropa nuevamente me dirigí con nervios hacia la sala principal. Eran las 10 de la mañana y sentía que un camión me había pasado por encima, nunca más volvería a beber así. Él acababa de entrar por la puerta con algunas bolsas de compras y me miró unos segundos sin decirme nada; su mirada emanaba enojo, lo conocía muy bien y sabía que en algún momento desde su regreso volvería a verme de esa manera como cada vez que había hecho algo que a él no le agradaba. Dejó las bolsas sobre la mesada y depositó las llaves en el colgante de la pared.
-Yo… creo que mejor ya me voy- dije cuando el silencio se hizo insoportable.
-Tú no te vas a ningún lado sin que hablemos, siéntate y toma un poco de café a ver si se te pasa el efecto de la gran cantidad de alcohol que te bebiste- me dijo a modo de regaño como si hubiese cometido el peor pecado del mundo lo cual me molestó.
-Mira quién me habla… quién vive cometiendo estupideces- dije en mi defensa.
-No empieces Samantha, anoche te comportase como una cualquiera. Si esa es la impresión que quieres causar, vas por muy buen camino- me respondió y presioné mis labios con rabia.
-¿Y a ti que te importa cómo me comporto? No entiendo por qué me regañas como si yo te debiera algún tipo de explicación- respondí molesta.
-Si te comportases así porque quieres, yo no me metería. Pero lo haces porque estás enojada conmigo, así que siéntate de una maldita vez y no me hagas perder la poca paciencia que me queda- me ordenó; si no hubiese estado mareada, con dolor de cabeza y estómago le hubiese tirado con algo para luego irme. Pero en este estado deplorable no llegaría a ningún lado, así que caminé hacia la mesa donde se encontraba ya la taza lista para servir café y tomé asiento mirando hacia fuera por el gran ventanal, evitando cruzarme con su mirada incluso cuando se acercó dejando una pastilla y un vaso con agua frente a mí. –Tómate eso, te quitará la resaca que debes tener- dijo y luego me sirvió café sentándose frente a mí.
Me tomé la pastilla conteniendo las lágrimas, había llorado ya bastante pero todo se me estaba volviendo insostenible y parecía que cada vez que quería acomodar mi vida me salía todo al revés.
-No llores- me dijo y lo miré con rabia.
-¿Ahora también vas a prohibirme llorar?- dije limpiándome los ojos y buscando el poco orgullo que guardaba en mi interior.
-Sam, no se trata de que tomes y quedes ebria, hazlo si quieres hacerlo pero te conozco y sé que no eres así. Si no te hubiese sacado de ahí anoche, hubieses hecho cualquier tontería y estarías muy arrepentida cuando despertaras- me dijo ya con más calma. –Me he estado sintiendo culpable por cada una de tus acciones desde que llegué; si no hacía algo para cuidarte anoche, me habría sentido como la mierda- continuó.
-¿Lo hiciste para no sentir culpa?- dije mirándolo con los ojos llorosos.
-Lo hice porque te amo, a mi enfermiza y extraña manera, pero te amo- dijo y lloré más.
No esperaba que me dijese eso, jamás hubiese esperado que de su boca salieran esas palabras; más de un año deseando que él sintiera lo mismo que yo, miles de cosas horribles en medio, haciendo lo imposible por estar con él, tolerando un año entero sola, extrañándolo y él finalmente me decía lo que yo había deseado escuchar siempre.
celeste smith
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Awww Alex es taaaaaaaaaaaaaaaaaan lindo Sam es una loquilla xD Ay, me encantó ¿Su ex regresará a escena? si es así, ¿por qué? ¿realmente habría cambiado? Gracias por subir
DearLizzy
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Es que Douglas es un ser molestoso, tenía que regresar jajajajaj y si, Alex es jajaja gracias por leer! *-----------*
celeste smith
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh le dijo que la amaba!!! no lo puedo creer!!!...Pero ahi algo que me esta preocupando... mientras leia este capitulo re entretenidamente me pareció identificar señales de un futuro no tan lejano (y es ese lejano el que me duele) final. Estoy en lo correcto?? Por favor decime que no que estoy loca
BeluAtaide
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Puede que si que lo estés(? jajajaja ;) gracias por pasarse voy a ver si ya mañana o pasado les dejo el siguiente capi *-*
celeste smith
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!! Hubiera preferido que no respondieras
Esta bien, lo entiendo:"Toda buena historia tiene un final", o tal vez no? mmm
Esta bien, lo entiendo:"Toda buena historia tiene un final", o tal vez no? mmm
BeluAtaide
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Pero no aún! jajajaja falta poquitín para eso. Avisar que ando con problemas de internet y esperando que me lo acomoden, así que si puedo subir ya mañana de noche les dejo capítulo *-*
celeste smith
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Esta bien te creo. Espero que se resuelva pronto tu problema con doña internet jaja ah y una cosa mas. Entre nosotras, me enamore de Santhiago y lucian, tu sabes de que hablo
jjajjaja
jjajjaja
BeluAtaide
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
¿Qué tenía que decirle ahora? Acababa de confesar lo que sentía de verdad por mí y yo solo podía largar lágrimas como una tonta; me limpié los ojos con las mangas de mi chaqueta y lo miré tratando de buscar alguna señal de que lo que dijo era mentira pues con él jamás se sabía. Pero solo estaba serio, quizá algo más estresado de lo normal, probablemente se debía a lo que acababa de decirle; él no era así, no demostraba sentimientos abiertamente y sabía muy bien eso desde que lo conocí. Por otro lado, tendría que acomodar un gran problema que se relacionaba con la manera en que mucha gente me vio ayer; me importaba poco a quienes no conocía pero había estado ahí Marcos, Sheila y una gran cantidad de amigos que frecuentábamos. Yo siempre había sido reservada y algo tímida, y que de un momento a otro me viesen sobre la barra bailando y casi quitándome la ropa era demasiado para mi dignidad.
-¿Por qué me dices esto después de un año?- pregunté.
-Porque no pude antes y no hubiese servido de nada, Sam. Yo no estaba bien, solo iba a dañarte más diciéndote eso y manteniéndome a tu lado- respondió.
-Podrías haberlo intentado- le reproché y suspiró recostándose al respaldo de la silla.
-Creo que no entiendes la gravedad de la situación en la que estuve. ¿Tú pretendías estar conmigo aunque yo necesitara adictivamente acostarme con quién se me cruzara? ¿Eso era lo que querías para tu vida?- preguntó. Él tenía razón, aunque parte de mi mente aún no había terminado de perdonarle lo que me hizo y el haberme dejado sola; pero tenía que ser menos egoísta, ahora estaba abriéndose a mí o al menos intentándolo y quizá si lograba al menos entender parte de todo podríamos por primera vez hablar como personas civilizadas y sin pelear.
-¿Cómo estás ahora de eso?- pregunté esperando que no fuese demasiado invasiva la interrogante o haberme pasado de bestia en la forma en la cual lo dije; lo había encontrado en el apartamento de Clara y si llegaba a decirme que era ella quién lo estaba ayudando, me iría de ahí sin mirar atrás.
-Algo mejor que antes…- respondió sin decirme demasiado más que lo necesario.
-¿Clara está ayudándote?- pregunté sin aguantarme bebiendo un poco de café porque con todos los nervios que estaba pasando el dolor de cabeza se había incrementado.
-¿Por qué preguntas eso?- quiso saber.
-Porque estuve en su casa trabajando y me dijo… cosas horribles- le dije. Bueno, horribles para mis oídos, quizá no habían sido del todo graves pero mi odio hacia ella y el que ella me tenía a mí hacía que todo entre nosotras se transformase en desagradable. Él curvó sus labios en una pequeña sonrisa que trató de disimular después. –No es gracioso, Alex- le dije apuntándolo con un dedo.
-Creo que hay otras cosas de las cuales hablar en vez de centrarnos en Clara, ¿No crees?- preguntó. -¿Terminaste con Marcos? Creo haberlo visto con otra chica anoche- me dijo sin dejarme tiempo siquiera a responder.
-Eres tan sutil para decir las cosas…- respondí algo molesta, creo que la resaca no me estaba dejando pensar con claridad. - Sí, terminamos aunque no estábamos juntos-
-¿Por qué?- preguntó.
-¿Es necesario hablar de esto?- dije evadiendo el tema.
-No. Era simple curiosidad- dijo tomando mi mano la cual reposaba sobre la mesa; bastaba simplemente ese gesto para alterar mi sistema; a veces me preguntaba cómo era posible sentir tantas cosas juntas por él, si tan solo supiera que cualquier acción, por mínima que fuese tenía efecto en mí, algo que no le diría, al menos no mientras las cosas entre nosotros estuviesen tan difusas. Entrelacé mis dedos con los suyos bajando ya mis resistencias molestas y disfrutando el breve y extraño momento que estábamos teniendo desde que soltó que me amaba. ¿Cómo sería su amor? No me animaba aún a preguntar eso o qué quería decir o cómo debía actuar después de sus palabras; sentía una intensa ansiedad y el estómago contraído mientras esperaba expectante sus siguientes palabras o que me dijese qué pasaría con nosotros.
-¿Y ahora qué?- pregunté cuando el silencio se volvió insoportable.
-Sabes que no es fácil estar conmigo, Sam. No puedo prometerte que todo será normal y seguro como lo que puedes tener con cualquier otro chico e incluso con Marcos; yo no soy así y sé que es egoísta de mi parte querer involucrarte en mi vida por más que sé que puedes sufrir- me dijo.
-¿Te refieres a que tengo que tolerar que estés con otras mujeres?- pregunté. No quería volver a cometer el mismo error pasado, el cuál por no dejar las cosas claras y no preguntar me llevó a sufrir más de lo que creí. Preferí aclarar todo ahora, por más que doliera y terminase dándome cuenta de que jamás podríamos estar juntos, era ahora el momento de saberlo todo.
-No, no pretendo que toleres eso aunque no te aseguro tampoco que pueda ser perfecto y no equivocarme con nada- respondió suspirando. –Conoces poco de mí, solo lo que te he permitido conocer, no tienes idea sobre mis lados menos manejables o peligrosos, y temo meterte en ello y lastimarte- dijo; me removí en la silla algo nerviosa.
-Hablas como si fueses asesino, Alex. No creo que haya algo tan malo como para no poder hacerle frente- dije.
-No se trata de eso, sino de lo que tu mente sea capaz de tolerar o no a mi lado-
-Deberías entonces dejar de subestimarme tanto y permitir que te conozca mejor- concluí.
Él me miró durante un largo rato sin decir nada como si su mente estuviese debatiendo entre aceptar lo que le decía o negarse a ello; a veces sentía que Alex tenía miles de resistencias para dejarse amar y ayudar o para dejar que siquiera alguien lo conociera en a fondo, quizá sentía miedo de que no lo quisieran así o tal vez solo eran conjeturas mías y de todas maneras yo podía quererlo de todas las formas posibles, por más malo que pudiese ser, estaba segura de lo que sentía por él. Así como también estaba segura de que si no me quedaba a su lado terminaría arrepentida preguntándome qué podría haber sucedido si me arriesgaba.
-¿Eso quieres?- preguntó.
-Eso es lo que quiero- respondí.
-De acuerdo- dijo tras otros eternos segundos.
No tenía idea qué éramos, novios estaba segura de que no, pero al menos con esta conversación quedaba algo claro que estaríamos juntos, o al menos lo intentaríamos. No podía negar que sentía miedo de volver a sufrir como antes, pero el hecho de que él sintiera algo por mí me daba el coraje para poder probar una vez más que tal saldrían las cosas. Me llevó a mi casa luego de desayunar y se despidió de mí con un beso en los labios, esos que tanto había necesitado esos días sin verlo y que estaba segura se darían ahora sí, en muchas otras ocasiones.
Cuando llegué Sheila se encontraba en el sofá bebiendo café y mirando la TV; me dirigió una silenciosa mirada que me hizo saber que estaba muy molesta, genial… ahora tenía que lidiar con mi mejor amiga enojada, yo no terminaba de salir de una y me metía en otra en un abrir y cerrar de ojos. Apagué la TV y me senté frente a ella quién me miró consternada por mi acción.
-¿Qué haces?- preguntó buscando el control remoto que tenía a mi lado y no pensaba darle.
-Quiero que hablemos- le dije.
-¿Tú tienes idea cómo te comportaste ayer? A mí no me interesa si quieres hacer el baile del caño en medio de todos, pero estabas ebria y no sabías que hacías y te fuiste con ese maldito infeliz- me reprochó; sabía que esto iba a suceder, me lo esperaba.
-Sheila, yo a tu lado jamás tuve que preocuparme por ser yo misma, ¿Sabes? ¿Recuerdas cuando hablamos por primera vez en ese baño? Cuando te dije que estaba cansada de ser la señorita perfecta para todos y tú me mostraste que jamás me juzgarías por nada- le recordé. –Estás haciéndolo ahora, sé que estuve mal anoche, pero creo que cualquier ser humano puede tener una borrachera, estar triste o cometer estupideces- continué.
-Lo sé, pero Sam, tú estabas bien… me da mucha rabia- dijo frustrada.
-Tú sabes lo que siento por él, por más que intente simular estar feliz y buscar otro tipo de vida, siempre sentiré por él en mi interior y sabías que si él regresaba esto iba a suceder- le dije alterada. –No quiero simular más, he pasado mi vida entera siendo la chica perfecta, estando con personas que se suponía debía estar, quiero ser yo, por más que me equivoque y sufra y quiero que seas mi amiga y estés ahí cuando caiga, no para decirme “te lo dije” sino porque para eso estamos las amigas y porque yo lo haría contigo- Ella se mantuvo en silencio y aguantó las lágrimas; Sheila jamás lloraba, no delante de las personas, siempre se la veía alegre, fuerte y decidida; eran pocos los momentos en los cuales la había visto quebrarse.
-Lo siento mucho Sam… no me di cuenta de que estaba haciendo lo mismo que toda esa gente que antes te rodeaba, yo te quiero mucho, eres mi mejor amiga, no me gusta verte sufrir-
-Yo también a ti, pero necesito ser yo misma por más que me equivoque y saber que no me juzgaras por eso- dije.
-Lo siento, si, sé tú misma, yo estaré aquí si hay que asesinar a alguien- dije limpiando sus ojos y sonriendo.
Al día siguiente no esperé a hacer lo de siempre. Cada vez que tenía ganas de verlo, esperaba su aparición o un mensaje o lo que fuera y las pocas veces que me había atrevido a visitarlo siempre terminaban mal; así que aprovechando que Sheila había invitado a algunos amigos para hacer una cena en casa decidí escribirle y preguntarle si quería venir; quizá no le gustase la idea, tal vez era demasiado de “novios” hacer algo así y no lo éramos pero tenía que hacer que esta vez las cosas fuesen diferentes y en todo caso tocaría esperar su respuesta a ver si se esforzaba por ayudarme en esto o si por el contrario todo seguiría igual.
“Hola, ¿Cómo estás?, oye Sheila hará algo aquí en el apartamento y quería saber si te gustaría venir, Sam.”
Esperé largo rato y no obtuve respuesta. ¿A caso volvería a hacer lo de siempre y desaparecer? Intenté no ser negativa y pensar poco; me entretuve acomodando mi habitación aunque miraba el móvil unas diez veces por minuto; lo desarmé y lo volví a armar preguntándome si quizá no le habría llegado el mensaje. Era ya media tarde, y mi mente solo imaginaba las miles de cosas no adecuadas que él podría estar haciendo, como por ejemplo estar con Clara, o quizá con otra, Dios… si no detenía mi cabeza me volvería loca y era justamente lo que yo había querido evitar. ¿Y si no había sido sincero con lo que dijo? Quizá solo creyó sentirse así conmigo o lo dijo para sentirse menos culpable por todas las tonterías que yo hacía; Marcos jamás me hubiese hecho esperar y lo sabía; por un momento me odié por no poder quererlo como a Alex, de ser así, mi vida sería mucho más tranquila y sentía que de a poco todo estaba volviendo a ser como antes, los nervios, la angustia y los pensamientos feos se encontraban ahí azotando mi mente y haciéndome sentir una tonta.
-Los chicos vienen a las 8 de la noche, compré de todo pero necesito que me ayudes a cocinar algo porque temo prender fuego la cocina- dijo Sheila asomando la cabeza en mi habitación mientras yo terminaba de acomodar la ropa hasta por colores en el armario con tal de distraerme.
-¿Quiénes vienen?- pregunté.
-William, Sarah, Lena y Douglas, no sé si Marcos vendrá, creo que no puede- me dijo.
-¿Por qué has invitado a Douglas?- pregunté confundida.
-Es que Lena le gusta, y me pidió si podía invitarlo para acercarse a él- Sarah y Lena eran chicas del grupo que frecuentábamos hacía un año; no tenía demasiado trato con ellas aunque eran bastante amables y Sheila se llevaba muy bien con ellas. A mí me parecían más bien algo egocéntricas; eran chicas de dinero, Lena parecía ser algo más humilde aunque siempre estaba acomodándose el cabello y fijándose que su ropa estuviese lisa y perfecta. Sarah era más seria y le gustaba mucho coquetear con los chicos; era la típica chica al estilo porrista popular, con esa sonrisa de zorra que me molestaba pero no podía decir mucho pues al menos las palabras que cruzábamos habían sido siempre amables. Y ahora Douglas, de modo que también tendría que soportar a mi ex novio cerca lo cual no me hacía demasiada gracia.
-De acuerdo- dije terminando de acomodar mis cosas; la relación con Sheila parecía estar tranquila y no quise decir nada sobre Douglas para no alterar las cosas entre nosotras.
-¿Vendrá el idiot… digo, Alex?- preguntó; la mal miré unos segundos y suspiré.
-No lo sé, no me ha avisado nada aún- confesé.
-Qué raro él desapareciendo…- dijo de forma irónica y no le respondí. –Ya… lo siento, está bien, ¿Me ayudas con la cocina, entonces?- preguntó.
-Sí, no queremos que envenenes a nadie- dije riendo.
Me entretuve durante un largo rato cocinando; no era la mejor del mundo haciéndolo pero prepararíamos pizza y según la receta del libro creo que estaba quedando una masa bastante decente. Sheila tenía harina hasta en el cabello y me hubiese gustado sacarle una fotografía solo para molestarla un poco pero se veía tan concentrada picando tomates que preferí dejarla con ello.
-Seremos las peores amas de casa cuando nos casemos- dijo.
-Yo creo que si no mueren hoy, están salvados de todo- respondí riendo.
-No quiero que William se lleve una mala impresión de mi Sam, es decir, no quiero casarme con él, pero invitarlo a cenar y que termine con dolor de estómago no está en mis planes; si eso sucede te culparé a ti- me dijo y terminamos riendo las dos.
Eran ya las 6 de la tarde cuando regresé a mi habitación y mi móvil ni siquiera había sonado, ¿Qué demonios pretendía este hombre, volverme loca? Me senté frustrada sobre la cama y suspiré pensando en los miles de motivos que podrían llegar a haber surgido pero lo único que se me ocurría una y otra vez era la manera en la que Clara había hablado de él; la odiaba, no quería que le pusiera una mano encima, mucho menos ahora…aunque con esta nueva desaparición ya no sabía qué pensar de él. Mi móvil sonó y casi pego un salto sujetándolo entre mis manos y abriendo el mensaje después de tantas horas.
“Hola Sam, ¿Estoy bien, y tú? No lo sé, ¿Quieres que vaya?”
¿Era broma? Suspiré molesta y respondí rápidamente y más le valía que no demorase 3 horas más.
“Te invité por algo. Si estás ocupado no te preocupes, no pasa nada.”
Respuesta 15 minutos más tarde.
“Si quieres que vaya iré, ¿A qué hora es?”
Respuesta inmediata mía, pues de él eso era algo que no sucedería.
“A las 8 aquí, lamento molestar.”
No volvió a responder, por lo que tampoco sabía si iba a aparecer o no pero estaba bastante molesta, si esta era su forma de estar conmigo, si de esa manera me iba a responder, si tan pocas ganas de verme demostraba creo que las cosas no habían cambiado demasiado con respecto al pasado. No me gustaba rogarle a nadie, mucho menos a él y no había visto demasiado interés o emoción por mi mensaje, ¿Me estaría volviendo paranoica? Traté de descansar un rato y luego me di un baño para alistarme; por más que estuviese nerviosa por no saber si él aparecería o no, trataría de divertirme.
Eran ya las 9 de la noche. Todos estábamos en la sala, William abrazaba a Sheila mientras conversaba con los demás; todos tan entretenidos y yo tan molesta… pero intentaba disimularlo y de a ratos conversaba actuando con esa normalidad que había aprendido desde niña y que en ese momento estaba ayudando bastante para que no tuviesen que tolerar mi mala cara y mi enojo con Alex.
-¿A qué hora cenaremos? Tengo hambre- dijo Douglas como de costumbre llamando la atención de todos.
-Aún es temprano, no seas apurado- le respondió Sheila.
-Nadie piensa irse en poco de aquí, he traído un costoso vino que me beberé después de la cena mientras escuchamos algo de música- dijo Sarah con su habitual tono coqueto mientras cruzaba sus largas piernas.
-La noche es joven, ¿Saldremos a algún sitio después de la cena?- preguntó Lena.
-No lo sé, aún falta Alex, si es que viene veremos que hacemos- dijo Sheila y la miré con grandes ojos, ¿Era necesario decirlo? Ahora si él no llegaba yo quedaría como la idiota que lo esperé y me dejó plantada.
-¿Alexander viene?- preguntó Sarah; clavé mi mirada en ella sin decir palabra, más le valía comportarse con los comentarios porque con mi humor actual temía responderle cualquier cosa.
-Mi hermanito debe estar poniéndola en algún lugar, cuando se desocupe vendrá- dijo Douglas. No esperaba menos de su parte, siempre había sido un idiota que odiaba a Alex aunque no estaba muy segura de que ese comentario fuese falso.
-Está mucho más bueno que antes, ¿Qué toma tu hermano para quedar así?- preguntó Sarah riendo; claramente ellas no tenían idea de todo lo que había sucedido entre Alex y yo, eran más nuevas en el grupo pero conocían a las personas de ambiente desde hacía ya mucho tiempo. Permanecí inmóvil, sin decir nada mientras los comentaros continuaban; Sheila me dirigió una mirada de disculpas pero evité siquiera una expresión.
-Ya regreso…- me excuse cuando las conversaciones cambiaron aprovechando el momento para poder escabullirme un rato y respirar en la soledad de mi habitación.
Me paré delante del espejo acomodando mi largo cabello como si eso fuese a quitarme el humor de mierda que tenía encima. Faltaban ya 15 minutos para la diez de la noche, hora en la que cenaríamos y le había dicho a las 8… y él no había venido; estaban claras las pocas ganas de verme que tenía y lo tonta que había sido yo en creer otra cosa; ¡Qué tonta era! Siempre me ilusionaban unas pocas palabras y a la hora de llevar a cabo acciones no veía más que un vacío y total indiferencia. Podría al menos haberme avisado que no vendría, no le costaba nada más que un maldito mensaje, pero se manejaba como siempre la misma jodida manera. Acomodé mi vestido; era flojo, llegaba a mis rodillas y estaba repleto de pequeñas flores negras en un fondo blanco, quizá era algo infantil pero después del bochorno de anoche preferí vestir más discreta aunque nadie había hecho un solo comentario de lo acontecido.
-Sheila ya voy, dame un momento- respondí casi de mala gana cuando sentí los golpes en la puerta recostada de mi habitación.
-Que humor tienes esta noche…- Su voz erizó mi piel y mi corazón latió con fuerza; giré y lo vi de pie junto a mi puerta; llevaba unos jeans oscuros y una camisa blanca; su cabello estaba bastante desordenado y le daba un aspecto sexy y atractivo. Terminó de entrar en mi habitación y se recostó a la pared observándome con diversión.
-Creí que no vendrías- dije sin pensar, otro de los efectos que tenía cuando estaba cerca de mí; mi mente se desequilibraba y comenzaba a decir todo sin filtros, o por el contrario a hablar a medias, pero no era este el caso.
-Lamento la demora, se complicaron algunas cosas, pero te dije que vendría ¿No?- dijo, ¿Qué cosas? ¿Quería saber realmente qué cosas? Mejor no, no ahora que mi tranquilidad había regresado y realmente me alegraba mucho verlo.
-Llegaste justo para la cena… - respondí estúpidamente; él estiró su mano y cerró la puerta de mi habitación dirigiéndome una mirada lenta de pies a cabeza.
-¿A sí?- preguntó en un tono más bajo y sensual.
-¿Por qué me dices esto después de un año?- pregunté.
-Porque no pude antes y no hubiese servido de nada, Sam. Yo no estaba bien, solo iba a dañarte más diciéndote eso y manteniéndome a tu lado- respondió.
-Podrías haberlo intentado- le reproché y suspiró recostándose al respaldo de la silla.
-Creo que no entiendes la gravedad de la situación en la que estuve. ¿Tú pretendías estar conmigo aunque yo necesitara adictivamente acostarme con quién se me cruzara? ¿Eso era lo que querías para tu vida?- preguntó. Él tenía razón, aunque parte de mi mente aún no había terminado de perdonarle lo que me hizo y el haberme dejado sola; pero tenía que ser menos egoísta, ahora estaba abriéndose a mí o al menos intentándolo y quizá si lograba al menos entender parte de todo podríamos por primera vez hablar como personas civilizadas y sin pelear.
-¿Cómo estás ahora de eso?- pregunté esperando que no fuese demasiado invasiva la interrogante o haberme pasado de bestia en la forma en la cual lo dije; lo había encontrado en el apartamento de Clara y si llegaba a decirme que era ella quién lo estaba ayudando, me iría de ahí sin mirar atrás.
-Algo mejor que antes…- respondió sin decirme demasiado más que lo necesario.
-¿Clara está ayudándote?- pregunté sin aguantarme bebiendo un poco de café porque con todos los nervios que estaba pasando el dolor de cabeza se había incrementado.
-¿Por qué preguntas eso?- quiso saber.
-Porque estuve en su casa trabajando y me dijo… cosas horribles- le dije. Bueno, horribles para mis oídos, quizá no habían sido del todo graves pero mi odio hacia ella y el que ella me tenía a mí hacía que todo entre nosotras se transformase en desagradable. Él curvó sus labios en una pequeña sonrisa que trató de disimular después. –No es gracioso, Alex- le dije apuntándolo con un dedo.
-Creo que hay otras cosas de las cuales hablar en vez de centrarnos en Clara, ¿No crees?- preguntó. -¿Terminaste con Marcos? Creo haberlo visto con otra chica anoche- me dijo sin dejarme tiempo siquiera a responder.
-Eres tan sutil para decir las cosas…- respondí algo molesta, creo que la resaca no me estaba dejando pensar con claridad. - Sí, terminamos aunque no estábamos juntos-
-¿Por qué?- preguntó.
-¿Es necesario hablar de esto?- dije evadiendo el tema.
-No. Era simple curiosidad- dijo tomando mi mano la cual reposaba sobre la mesa; bastaba simplemente ese gesto para alterar mi sistema; a veces me preguntaba cómo era posible sentir tantas cosas juntas por él, si tan solo supiera que cualquier acción, por mínima que fuese tenía efecto en mí, algo que no le diría, al menos no mientras las cosas entre nosotros estuviesen tan difusas. Entrelacé mis dedos con los suyos bajando ya mis resistencias molestas y disfrutando el breve y extraño momento que estábamos teniendo desde que soltó que me amaba. ¿Cómo sería su amor? No me animaba aún a preguntar eso o qué quería decir o cómo debía actuar después de sus palabras; sentía una intensa ansiedad y el estómago contraído mientras esperaba expectante sus siguientes palabras o que me dijese qué pasaría con nosotros.
-¿Y ahora qué?- pregunté cuando el silencio se volvió insoportable.
-Sabes que no es fácil estar conmigo, Sam. No puedo prometerte que todo será normal y seguro como lo que puedes tener con cualquier otro chico e incluso con Marcos; yo no soy así y sé que es egoísta de mi parte querer involucrarte en mi vida por más que sé que puedes sufrir- me dijo.
-¿Te refieres a que tengo que tolerar que estés con otras mujeres?- pregunté. No quería volver a cometer el mismo error pasado, el cuál por no dejar las cosas claras y no preguntar me llevó a sufrir más de lo que creí. Preferí aclarar todo ahora, por más que doliera y terminase dándome cuenta de que jamás podríamos estar juntos, era ahora el momento de saberlo todo.
-No, no pretendo que toleres eso aunque no te aseguro tampoco que pueda ser perfecto y no equivocarme con nada- respondió suspirando. –Conoces poco de mí, solo lo que te he permitido conocer, no tienes idea sobre mis lados menos manejables o peligrosos, y temo meterte en ello y lastimarte- dijo; me removí en la silla algo nerviosa.
-Hablas como si fueses asesino, Alex. No creo que haya algo tan malo como para no poder hacerle frente- dije.
-No se trata de eso, sino de lo que tu mente sea capaz de tolerar o no a mi lado-
-Deberías entonces dejar de subestimarme tanto y permitir que te conozca mejor- concluí.
Él me miró durante un largo rato sin decir nada como si su mente estuviese debatiendo entre aceptar lo que le decía o negarse a ello; a veces sentía que Alex tenía miles de resistencias para dejarse amar y ayudar o para dejar que siquiera alguien lo conociera en a fondo, quizá sentía miedo de que no lo quisieran así o tal vez solo eran conjeturas mías y de todas maneras yo podía quererlo de todas las formas posibles, por más malo que pudiese ser, estaba segura de lo que sentía por él. Así como también estaba segura de que si no me quedaba a su lado terminaría arrepentida preguntándome qué podría haber sucedido si me arriesgaba.
-¿Eso quieres?- preguntó.
-Eso es lo que quiero- respondí.
-De acuerdo- dijo tras otros eternos segundos.
No tenía idea qué éramos, novios estaba segura de que no, pero al menos con esta conversación quedaba algo claro que estaríamos juntos, o al menos lo intentaríamos. No podía negar que sentía miedo de volver a sufrir como antes, pero el hecho de que él sintiera algo por mí me daba el coraje para poder probar una vez más que tal saldrían las cosas. Me llevó a mi casa luego de desayunar y se despidió de mí con un beso en los labios, esos que tanto había necesitado esos días sin verlo y que estaba segura se darían ahora sí, en muchas otras ocasiones.
Cuando llegué Sheila se encontraba en el sofá bebiendo café y mirando la TV; me dirigió una silenciosa mirada que me hizo saber que estaba muy molesta, genial… ahora tenía que lidiar con mi mejor amiga enojada, yo no terminaba de salir de una y me metía en otra en un abrir y cerrar de ojos. Apagué la TV y me senté frente a ella quién me miró consternada por mi acción.
-¿Qué haces?- preguntó buscando el control remoto que tenía a mi lado y no pensaba darle.
-Quiero que hablemos- le dije.
-¿Tú tienes idea cómo te comportaste ayer? A mí no me interesa si quieres hacer el baile del caño en medio de todos, pero estabas ebria y no sabías que hacías y te fuiste con ese maldito infeliz- me reprochó; sabía que esto iba a suceder, me lo esperaba.
-Sheila, yo a tu lado jamás tuve que preocuparme por ser yo misma, ¿Sabes? ¿Recuerdas cuando hablamos por primera vez en ese baño? Cuando te dije que estaba cansada de ser la señorita perfecta para todos y tú me mostraste que jamás me juzgarías por nada- le recordé. –Estás haciéndolo ahora, sé que estuve mal anoche, pero creo que cualquier ser humano puede tener una borrachera, estar triste o cometer estupideces- continué.
-Lo sé, pero Sam, tú estabas bien… me da mucha rabia- dijo frustrada.
-Tú sabes lo que siento por él, por más que intente simular estar feliz y buscar otro tipo de vida, siempre sentiré por él en mi interior y sabías que si él regresaba esto iba a suceder- le dije alterada. –No quiero simular más, he pasado mi vida entera siendo la chica perfecta, estando con personas que se suponía debía estar, quiero ser yo, por más que me equivoque y sufra y quiero que seas mi amiga y estés ahí cuando caiga, no para decirme “te lo dije” sino porque para eso estamos las amigas y porque yo lo haría contigo- Ella se mantuvo en silencio y aguantó las lágrimas; Sheila jamás lloraba, no delante de las personas, siempre se la veía alegre, fuerte y decidida; eran pocos los momentos en los cuales la había visto quebrarse.
-Lo siento mucho Sam… no me di cuenta de que estaba haciendo lo mismo que toda esa gente que antes te rodeaba, yo te quiero mucho, eres mi mejor amiga, no me gusta verte sufrir-
-Yo también a ti, pero necesito ser yo misma por más que me equivoque y saber que no me juzgaras por eso- dije.
-Lo siento, si, sé tú misma, yo estaré aquí si hay que asesinar a alguien- dije limpiando sus ojos y sonriendo.
Al día siguiente no esperé a hacer lo de siempre. Cada vez que tenía ganas de verlo, esperaba su aparición o un mensaje o lo que fuera y las pocas veces que me había atrevido a visitarlo siempre terminaban mal; así que aprovechando que Sheila había invitado a algunos amigos para hacer una cena en casa decidí escribirle y preguntarle si quería venir; quizá no le gustase la idea, tal vez era demasiado de “novios” hacer algo así y no lo éramos pero tenía que hacer que esta vez las cosas fuesen diferentes y en todo caso tocaría esperar su respuesta a ver si se esforzaba por ayudarme en esto o si por el contrario todo seguiría igual.
“Hola, ¿Cómo estás?, oye Sheila hará algo aquí en el apartamento y quería saber si te gustaría venir, Sam.”
Esperé largo rato y no obtuve respuesta. ¿A caso volvería a hacer lo de siempre y desaparecer? Intenté no ser negativa y pensar poco; me entretuve acomodando mi habitación aunque miraba el móvil unas diez veces por minuto; lo desarmé y lo volví a armar preguntándome si quizá no le habría llegado el mensaje. Era ya media tarde, y mi mente solo imaginaba las miles de cosas no adecuadas que él podría estar haciendo, como por ejemplo estar con Clara, o quizá con otra, Dios… si no detenía mi cabeza me volvería loca y era justamente lo que yo había querido evitar. ¿Y si no había sido sincero con lo que dijo? Quizá solo creyó sentirse así conmigo o lo dijo para sentirse menos culpable por todas las tonterías que yo hacía; Marcos jamás me hubiese hecho esperar y lo sabía; por un momento me odié por no poder quererlo como a Alex, de ser así, mi vida sería mucho más tranquila y sentía que de a poco todo estaba volviendo a ser como antes, los nervios, la angustia y los pensamientos feos se encontraban ahí azotando mi mente y haciéndome sentir una tonta.
-Los chicos vienen a las 8 de la noche, compré de todo pero necesito que me ayudes a cocinar algo porque temo prender fuego la cocina- dijo Sheila asomando la cabeza en mi habitación mientras yo terminaba de acomodar la ropa hasta por colores en el armario con tal de distraerme.
-¿Quiénes vienen?- pregunté.
-William, Sarah, Lena y Douglas, no sé si Marcos vendrá, creo que no puede- me dijo.
-¿Por qué has invitado a Douglas?- pregunté confundida.
-Es que Lena le gusta, y me pidió si podía invitarlo para acercarse a él- Sarah y Lena eran chicas del grupo que frecuentábamos hacía un año; no tenía demasiado trato con ellas aunque eran bastante amables y Sheila se llevaba muy bien con ellas. A mí me parecían más bien algo egocéntricas; eran chicas de dinero, Lena parecía ser algo más humilde aunque siempre estaba acomodándose el cabello y fijándose que su ropa estuviese lisa y perfecta. Sarah era más seria y le gustaba mucho coquetear con los chicos; era la típica chica al estilo porrista popular, con esa sonrisa de zorra que me molestaba pero no podía decir mucho pues al menos las palabras que cruzábamos habían sido siempre amables. Y ahora Douglas, de modo que también tendría que soportar a mi ex novio cerca lo cual no me hacía demasiada gracia.
-De acuerdo- dije terminando de acomodar mis cosas; la relación con Sheila parecía estar tranquila y no quise decir nada sobre Douglas para no alterar las cosas entre nosotras.
-¿Vendrá el idiot… digo, Alex?- preguntó; la mal miré unos segundos y suspiré.
-No lo sé, no me ha avisado nada aún- confesé.
-Qué raro él desapareciendo…- dijo de forma irónica y no le respondí. –Ya… lo siento, está bien, ¿Me ayudas con la cocina, entonces?- preguntó.
-Sí, no queremos que envenenes a nadie- dije riendo.
Me entretuve durante un largo rato cocinando; no era la mejor del mundo haciéndolo pero prepararíamos pizza y según la receta del libro creo que estaba quedando una masa bastante decente. Sheila tenía harina hasta en el cabello y me hubiese gustado sacarle una fotografía solo para molestarla un poco pero se veía tan concentrada picando tomates que preferí dejarla con ello.
-Seremos las peores amas de casa cuando nos casemos- dijo.
-Yo creo que si no mueren hoy, están salvados de todo- respondí riendo.
-No quiero que William se lleve una mala impresión de mi Sam, es decir, no quiero casarme con él, pero invitarlo a cenar y que termine con dolor de estómago no está en mis planes; si eso sucede te culparé a ti- me dijo y terminamos riendo las dos.
Eran ya las 6 de la tarde cuando regresé a mi habitación y mi móvil ni siquiera había sonado, ¿Qué demonios pretendía este hombre, volverme loca? Me senté frustrada sobre la cama y suspiré pensando en los miles de motivos que podrían llegar a haber surgido pero lo único que se me ocurría una y otra vez era la manera en la que Clara había hablado de él; la odiaba, no quería que le pusiera una mano encima, mucho menos ahora…aunque con esta nueva desaparición ya no sabía qué pensar de él. Mi móvil sonó y casi pego un salto sujetándolo entre mis manos y abriendo el mensaje después de tantas horas.
“Hola Sam, ¿Estoy bien, y tú? No lo sé, ¿Quieres que vaya?”
¿Era broma? Suspiré molesta y respondí rápidamente y más le valía que no demorase 3 horas más.
“Te invité por algo. Si estás ocupado no te preocupes, no pasa nada.”
Respuesta 15 minutos más tarde.
“Si quieres que vaya iré, ¿A qué hora es?”
Respuesta inmediata mía, pues de él eso era algo que no sucedería.
“A las 8 aquí, lamento molestar.”
No volvió a responder, por lo que tampoco sabía si iba a aparecer o no pero estaba bastante molesta, si esta era su forma de estar conmigo, si de esa manera me iba a responder, si tan pocas ganas de verme demostraba creo que las cosas no habían cambiado demasiado con respecto al pasado. No me gustaba rogarle a nadie, mucho menos a él y no había visto demasiado interés o emoción por mi mensaje, ¿Me estaría volviendo paranoica? Traté de descansar un rato y luego me di un baño para alistarme; por más que estuviese nerviosa por no saber si él aparecería o no, trataría de divertirme.
Eran ya las 9 de la noche. Todos estábamos en la sala, William abrazaba a Sheila mientras conversaba con los demás; todos tan entretenidos y yo tan molesta… pero intentaba disimularlo y de a ratos conversaba actuando con esa normalidad que había aprendido desde niña y que en ese momento estaba ayudando bastante para que no tuviesen que tolerar mi mala cara y mi enojo con Alex.
-¿A qué hora cenaremos? Tengo hambre- dijo Douglas como de costumbre llamando la atención de todos.
-Aún es temprano, no seas apurado- le respondió Sheila.
-Nadie piensa irse en poco de aquí, he traído un costoso vino que me beberé después de la cena mientras escuchamos algo de música- dijo Sarah con su habitual tono coqueto mientras cruzaba sus largas piernas.
-La noche es joven, ¿Saldremos a algún sitio después de la cena?- preguntó Lena.
-No lo sé, aún falta Alex, si es que viene veremos que hacemos- dijo Sheila y la miré con grandes ojos, ¿Era necesario decirlo? Ahora si él no llegaba yo quedaría como la idiota que lo esperé y me dejó plantada.
-¿Alexander viene?- preguntó Sarah; clavé mi mirada en ella sin decir palabra, más le valía comportarse con los comentarios porque con mi humor actual temía responderle cualquier cosa.
-Mi hermanito debe estar poniéndola en algún lugar, cuando se desocupe vendrá- dijo Douglas. No esperaba menos de su parte, siempre había sido un idiota que odiaba a Alex aunque no estaba muy segura de que ese comentario fuese falso.
-Está mucho más bueno que antes, ¿Qué toma tu hermano para quedar así?- preguntó Sarah riendo; claramente ellas no tenían idea de todo lo que había sucedido entre Alex y yo, eran más nuevas en el grupo pero conocían a las personas de ambiente desde hacía ya mucho tiempo. Permanecí inmóvil, sin decir nada mientras los comentaros continuaban; Sheila me dirigió una mirada de disculpas pero evité siquiera una expresión.
-Ya regreso…- me excuse cuando las conversaciones cambiaron aprovechando el momento para poder escabullirme un rato y respirar en la soledad de mi habitación.
Me paré delante del espejo acomodando mi largo cabello como si eso fuese a quitarme el humor de mierda que tenía encima. Faltaban ya 15 minutos para la diez de la noche, hora en la que cenaríamos y le había dicho a las 8… y él no había venido; estaban claras las pocas ganas de verme que tenía y lo tonta que había sido yo en creer otra cosa; ¡Qué tonta era! Siempre me ilusionaban unas pocas palabras y a la hora de llevar a cabo acciones no veía más que un vacío y total indiferencia. Podría al menos haberme avisado que no vendría, no le costaba nada más que un maldito mensaje, pero se manejaba como siempre la misma jodida manera. Acomodé mi vestido; era flojo, llegaba a mis rodillas y estaba repleto de pequeñas flores negras en un fondo blanco, quizá era algo infantil pero después del bochorno de anoche preferí vestir más discreta aunque nadie había hecho un solo comentario de lo acontecido.
-Sheila ya voy, dame un momento- respondí casi de mala gana cuando sentí los golpes en la puerta recostada de mi habitación.
-Que humor tienes esta noche…- Su voz erizó mi piel y mi corazón latió con fuerza; giré y lo vi de pie junto a mi puerta; llevaba unos jeans oscuros y una camisa blanca; su cabello estaba bastante desordenado y le daba un aspecto sexy y atractivo. Terminó de entrar en mi habitación y se recostó a la pared observándome con diversión.
-Creí que no vendrías- dije sin pensar, otro de los efectos que tenía cuando estaba cerca de mí; mi mente se desequilibraba y comenzaba a decir todo sin filtros, o por el contrario a hablar a medias, pero no era este el caso.
-Lamento la demora, se complicaron algunas cosas, pero te dije que vendría ¿No?- dijo, ¿Qué cosas? ¿Quería saber realmente qué cosas? Mejor no, no ahora que mi tranquilidad había regresado y realmente me alegraba mucho verlo.
-Llegaste justo para la cena… - respondí estúpidamente; él estiró su mano y cerró la puerta de mi habitación dirigiéndome una mirada lenta de pies a cabeza.
-¿A sí?- preguntó en un tono más bajo y sensual.
celeste smith
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Ay :( he tenido demasiada tarea :( por eso no pude comentar antes, lo siento :( pero ahora que tengo un poquito menos de carga, aprovecho para reclamarte que me dejaste en ascuas, no podré continuar con mis deberes imaginándome qué procederá xD Es broma es lo que hace a esta novela tan maravillosa Aún no entiendo por qué Alex es así :( un mensajito no le hace mal a nadie, además, ¿qué podría esconder, por cierto? Sam es testaruda, creo que volverá a lo mismo de antes... ay, no, ojalá no :( porque se nota que el estúpido y sensual Alex se está esforzando, y dudo que de lo contrario, no estaría en ese momento con ella a punto de hacer no sé qué y jamás le hubiera dicho que la quería, awwww y oh, me tranquiliza que Sheila ya no esté resentida, aunque está bien, es parte del papel de una buena mejor amiga casi hermana Así que... nos leemos pronto. ¡Gracias por subir, cuídate mucho!
DearLizzy
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Siii pasa que Alex es tontillo a veces u.u jajajaja bueno espero que te sea leve lo de la tarea, yo ando igual y a demás con mil cosas de la Uni así que si demoro en subir no me maten que es por eso :P
Gracias por leer *--------*
Gracias por leer *--------*
celeste smith
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