Pasiones Ocultas (Así te conocí)

El fin de semana había transcurrido con tranquilidad, aunque no tuve noticias de él, algo que si bien esperaba no me gustaba; ¿por qué no podía simplemente dejarme un mensaje de texto? ¿Tanto le costaba escribirme? con la edad que tenía seguía siendo demasiado irresponsable, a veces me daban ganas de gritarle que me angustiaba no tener su atención completa, pero también sabía que si hacía eso terminaría mandándome al demonio y lo perdería. Todo con él parecía siempre estar en la cuerda floja, sentía que cualquier paso al costado y todo se perdería y eso me tenía realmente preocupada. Sheila me observaba sentada sobre la cama ese martes mientras yo iba de un lado a otro sumida en una burbuja de pensamientos de la cuál me molestó salir con su voz.
-Seriamente Sam... debes calmarte, no es para tanto- me dijo reprimiendo una risa y la miré para matarla.
-No entiendes, no puedo calmarme, siento que a veces me toma para el juego, a demás ni siquiera me animo a decirle porque él… él… simplemente me quita la ropa y soluciona todo con eso- dije frustrada porque a demás yo le permitía hacer eso.
-Deberías detenerlo. Pero escucha, lo importante, debemos concentrarnos Sam, he estado viendo algunos apartamentos en la ciudad, ¿sigues con la idea de irnos juntas no?- preguntó con algo de miedo.
-Claro que si. Necesito salir de esta casa cuanto antes si quiero tener una vida- dije. Si de algo estaba segura era de que ya no permitiría que mis padres se encargaran de gobernarme como si tuviese 12 años. Era hora de comenzar mi vida, sería difícil pues no estaba acostumbrada a mantenerme sola y hacer lo que deseaba pero no podía haber nada peor que este lugar, aunque la pasara mal fuera, al menos podría decidir por mi misma.
-Perfecto, entonces terminaré de solucionar algunas cosas con mis padres y posiblemente en una semana podremos ya mudarnos- concluyó con una gran sonrisa de satisfacción antes de despedirse de mi y marcharse. Iba a pedirle que se quedara, que no me dejara sola con mis traumas y pensamientos pero ella tenía cosas que hacer y yo debía aprender a tranquilizarme y ser razonable… misión imposible.


El reloj marcaba las dos de la tarde, dejé el celular sobre la mesa de luz y comencé a ordenar el armario con el único fin de olvidar por un rato que estaba esperando mensajes o llamadas que nunca llegaban. Pero a cada minuto iba a verlo por si a caso había sondado y yo no lo había escuchado hasta que a las dos y media de la tarde luego de que mi frustración estaba ya en un puto máximo el maldito móvil sonó y corrí hacia el como si de agua en el desierto se tratara, a tal punto que caí contra la cama pero logré atender.
-Hola- dije casi en un grito y sentí su risa del otro lado, Dios! Podría matar por esa risa.
-¿Te encuentras bien?- preguntó con un divertido tono en la voz.
-Si… si, muy bien- dije sentándome como pude y ya tranquilizando mi voz y mi respiración.
-¿Vamos a cenar esta noche?- preguntó así como así, me emocionaba salir con él y seguramente para él todo era demasiado normal, a veces sentía que le estaba dando demasiado énfasis a todo el asunto y ni siquiera teníamos algo formal, o bueno, quizá un poco, pero mis dudas y mis miedos a preguntarle siempre arruinaban todo. Quería decirle que no me agradaba que se desapareciera tantos días pero preferí cerrar la boca y aprovechar que me había invitado a comer para poder quizá conversar y evacuar algunas dudas una vez que lo tuviese frente a mi aunque eso me pusiera más nerviosa.
-Si…- dije intentando no sonar como una desesperada aunque mi respuesta mental fue un grito de emoción como si a una niña le hubiesen regalado una muñeca nueva.
-Bien, paso por ti a las 9 en punto, hasta entonces- dijo con un tono formal, ¿estaría acostumbrado a hablar de esa manera debido al trabajo que llevaba a cabo dentro de la empresa de su padre? ¿importaba eso? Ni siquiera sabía por qué estaba pensando esas cosas, era mejor ahora centrarse en saber qué rayos usaría para verlo.


Opté por uno de mis tantos vestidos color salmón, sencillo, corto y elegante, agradecí no tener problemas con el vestuario pues más o menos sabía de moda y cómo vestirme para cada ocasión; dejé mi cabello recogido en un moño flojo y tomé una de mis pequeñas carteras, bastaba que solo entrase el móvil y no necesitaba más nada. A la hora indicada y sin siquiera avisar a mis padres, salí de la casa y su auto ya estaba estacionado en la entrada; me asombraba que a veces fuese tan puntual, era algo extraño en los hombres pero yo tampoco sabía demasiado de hombres y me bastaba con conocerlo a él. Subí y tras un breve saludo en la mejilla puso en marcha el auto, ¿por qué no me daba un beso como correspondía? Ok… tenía que tranquilizarme, o yo era demasiado dramática o él era demasiado confuso.
-¿Qué te sucede?- preguntó al cabo de unos segundos encendiendo la radio con música algo suave y a volumen bajo.
-Nada…- respondí como reflejo y me miró durante unos segundos.
-Te conozco lo suficiente como para saber que te pasa algo, háblame… no me gusta que me ocultes cosas- dijo con seriedad y tragué nerviosa, ¡Tú eres mi problema!
-Es que… creí que no ibas a escribir más- dije sintiendo que me estaba comportando como una niña berrinchuda.
-He tenido algunos problemas que resolver, pero hoy te escribí- dijo como si eso justificara el hecho de que se desapareciera por unos días y ni siquiera escribiera para preguntarme si estaba viva o no.
-¿Qué problemas?- pregunté con curiosidad pero no respondió; volví a fijar mi vista en la calle que se extendía frente a nosotros; había bastante tráfico para ser día de semana, probablemente porque mucha gente recién salía de sus trabajos e iban hacia sus casas. Ya habían pasado unos minutos de silencio cuando no soporté más y volví a fijar mi mirada en él. –Háblame Alex…- dije casi en un pedido de súplica.
-Asuntos del trabajo- dijo, pero yo sabía que él estaba mintiendo, ¿por qué no confiaba en mi? Quizá me veía demasiado pequeña como para contarme los problemas… eso me hizo temer que tal vez a Clara se los contaba porque ella tenía más experiencia. Seguramente él había estado hablando con ella esos días o peor… quizá había estado con ella mientras yo esperaba como una tonta sus mensajes; ese pensamiento me desquició por completo.
-¿A Clara le has contado sobre tus problemas?- pregunté con un sarcástico tono y me miró nuevamente.
-¿De nuevo vas a comenzar con ese tema? No te invité a cenar para discutir ni para hablar de Clara así que te pido por favor que dejes esos celos de lado o la pasaremos muy mal- me dijo y cerré la boca; cada vez que me hablaba de esa manera me daban ganas de correr y esconderme bajo la cama, pero sabía que se debía al efecto que tenía sobre mi, algo que ya superaba límites, él me tenía en sus manos y no había nada que yo pudiese hacer para impedirlo, mucho menos cuando estaba tan enamorada aunque tuviese errores y cosas que de verdad me desagradaban.


No volví a decir palabra hasta que estuvimos en el restaurante; nos ubicamos en el segundo piso, donde casi no habían personas y junto a un gran ventanal con vista a la playa. El hombre tomó nuestro pedido y recién ahí me miró con una media sonrisa de lado, esas que me indicaban que todo estaba bien y que no había peligro de discusión o algo por el estilo.
-¿Cómo va el asunto de tus padres? ¿Te mudarás con Sheila?- preguntó, bueno…un tema algo menos peligroso del que hablar.
-Posiblemente la semana entrante, ella aún está buscando apartamento. Con mis padres no he vuelto a hablar y prefiero que así sea, lo único que deseo es salir de una buena vez de esa casa- dije suspirando y verdaderamente era un deseo. La cena llegó al cabo de unos minutos, se trataba de varias ensaladas y algo de pescado, suave y rico, Alex tenía buen gusto para elegir el menú por eso siempre dejaba que él lo hiciera por mi; me llevé un bocado a los labios y su móvil sonó.
-Hola…- dijo mientras yo observaba o más bien escuchaba disimuladamente. –Si… estoy bien no te preocupes, esta noche estoy bien- continuó, ¿a qué se refería? ¿con quién estaba hablando?. –Gracias… pero prefiero ir directo a casa, a demás mañana trabajo, con lo del otro día fue suficiente- ¿pero qué demonios…? Bebí un trago de agua antes de que la ensalada no me pasara por la garganta y lo miré algo molesta cuando culminó la llamada.
-¿Era Clara?- pregunté y que me tratara de loca desquiciada si quería pero tampoco iba a estar sentada delante de él sin saber lo que estaba ocurriendo. –Escucha, no quiero que pongas excusas esta vez, prefiero que me digas las cosas como son, yo no te he mentido en nada y aunque nose qué rayos tenemos… creo que merezco que me digas como son las cosas- dije tomando valor quién sabe de donde pero aprovechando eso a mi favor.
-Era Clara si…- dijo confirmando mis hipótesis y desde ahí ya el estómago se me cerró. –No es lo que crees Sam… debes entender que es una buena amiga, me ha ayudado desde hace ya años- siguió.
-Seguro, dentro de tu cama te ha ayudado…- solté sin siquiera pensarlo.
-No. No me acosté con ella y lo que sucedió en el pasado es problema mío, yo no estaba contigo así que debes dejar eso ya- me dijo conservando su tranquilidad, al menos de momento.
-Pero a ella le cuentas todo y a mi no me dejas ni siquiera acercarme, ¿cómo se supone que te conozca mejor y pueda ayudarte si tu no me permites hacerlo?- pregunté agradeciendo que no hubiese casi gente alrededor; no estaba gritando ni nada pero me gustaba la reserva.
-Hay mucho que no sabes de mi Sam, y es mejor que así sea. Intento ser lo mejor que puedo contigo pero no me exijas más por favor- dijo bebiendo de su copa. No sabía que decirle, lo único que me faltaba era que me dijera que era un asesino en serie o algo de eso porque a esas alturas ya me esperaba cualquier cosa. Continué comiendo sin volver a hablar, en realidad si lo hacía terminaría llorando, no era solo cuestión de celos, se trataba de más; él estaba conmigo pero tenía un problema y corría a decirle a su Clara que lo ayudase, ¿en qué lugar quedaba yo? Eso de verdad me hacía daño.
-No soy tu maldito adorno- le dije tras un largo rato sin decir nada y fijo sus azules y ausentes ojos en mi durante unos segundos como si estuviese mirando a través de los míos.
-Todo está bien cariño, no eres un adorno para mi, solo intento cuidarte, ya tienes problemas con tus padres y lo que menos deseo es que pases mal- dijo y tomó mi mano sobre la mesa. Estaba evadiendo el tema, él no quería hablar de eso y yo no tenía idea por qué, pero tampoco quería pasar peleando con él toda la noche, preferí no decir más nada y sonreí levemente aunque de forma fingida… si él no me decía qué estaba pasando entonces yo averiguaría por mi lado de que se trataba.