Pasiones Ocultas (Así te conocí)

Fue una larga noche para mí, sobre todo porque me tocó pensar en qué demonios andaba metido Alex, en por qué no podía confiar en mi para contarme las cosas y si en ella… esa mujer que era claro que lo único que quería era tenerlo entre sus piernas y a demás quitarme a mí del medio porque no le servía. Pero debía tomarme las cosas con calma, después de todo él estaba conmigo, era mi “novio” y lo pensaba de esa manera porque jamás habíamos acordado de manera tan formal llevar lo que teníamos pero suponía que era su manera de tener una especie de relación o al menos lo era para mí. Cuando conseguí conciliar el sueño tuve extrañas pesadillas con él e ideas totalmente descabelladas a cerca de lo que podía estar sucediendo que era mejor ni siquiera pensar y dejar de lado.


Por suerte esa semana estuve bastante entretenida con Sheila viendo el apartamento al cuál nos mudaríamos; parecía mentira que después de tantos años sin libertad finalmente podría escapar de casa. Mis padres lo sabían pero no me creían con las suficientes agallas como para llevarlo de verdad a cabo y me decían que volvería cuando no tuviese dinero para mis compras y que lo pensara bien porque ellos no estarían para ayudarme cuando eso sucediera. Preferí callar, no decir palabra porque no quería ninguna pelea más, prefería enfocarme en lo que me importaba y a demás buscar un trabajo para comenzar a pagar mis gastos.
Era viernes por la mañana, nos habíamos instalado en el pequeño y luminoso apartamento vacío porque Sheila quería comenzar a pintarlo antes de mudarnos; así que aproveché para sentarme en uno de los rincones mientras no empezábamos con la labor y enviar algunos curriculums de trabajo a distintos sitios, tiendas, restaurantes y alguna que otra pequeña empresa de publicidad que necesitara una fotógrafa, para algo me serviría el curso que había hecho ya hacía un año atrás y que según mis padres había sido una pérdida de tiempo pero una de las pocas cosas que de verdad había realizado con gusto.
-¿Encontraste algo interesante?- preguntó Sheila colocándose una extraña bolsa en el cabello para no mancharse; se veía muy graciosa con la brocha de pintar en la mano.
-Algunas cosas, pero no importa el trabajo, lo que necesito es contar con algún ingreso para poder ayudar aquí- le dije terminando ya de enviar el último.
-Sabes que no me molesta que lo tomes con calma; no quiero que andes como una desesperada buscando trabajo hasta en una obra solo porque nos mudamos; hazlo con calma, de momento yo me ocuparé de los gastos- me dijo con una sonrisa.
-Te agradezco, pero prefiero hacerlo de esta manera- le dije y rodo los ojos como solía hacer cuando se daba cuenta de que no había marcha atrás con mis decisiones. -¿Cómo van las cosas con Marcos? ¿Has salido de nuevo con él?- le pregunté para cambiar de tema y a demás porque hacía bastante que no lo mencionaba.
-Bueno… nos vemos a veces pero ya sabes cómo es Marcos, desaparece más tiempo que Alex. De todas formas él me dejó claro que era de esa manera, aunque hay algo que no entiendo…- dijo pensativa y fijé mis ojos y mi completa atención en ella mientras tomaba asiento en el piso. –Hace dos días volvimos a salir y él me dijo que se sentía demasiado bien a mi lado, que era algo bueno en su vida… pero no quise hacer comentario al respecto a demás nunca se cuándo está hablando en serio o cuando está bromeando y como suelo enojarme muy fácil prefiero pasarlo por alto- me dijo.
-Yo creo que le estás gustando más que para una simple noche- le dije sonriendo.
-No quiero ilusionarme, todos los chicos son iguales y después me dejan con el corazón partido y sola- dijo frustrada, creo que ni siquiera conocía esta parte de Sheila, se veía casi vulnerable con respecto a un hombre y ese hombre no era nada más ni nada menos que el mujeriego de Marcos, mejor amigo de Alex… por lo cual podía entender perfectamente sus sensaciones.
-Te entiendo, pero nunca se sabe, tampoco te niegues a poder sentir algo más solo por miedo, te lo digo yo que he pasado de todo con Alex… y que intento averiguar en qué rayos está metido- le dije abriendo el Facebook para poder encontrar alguna pista.
-¿Sigues con eso? No creo que esté engañándote o algo de eso, digo, ya lo hubiese hecho de ser así, sabes que no anda con muchos rodeos- me tranquilizó.
-Lo sé, pero como está implicada esa perra de Clara, prefiero averiguar por mi cuenta porque él no va a decirme nada y yo no voy a dejar que esa mujer aproveché cada oportunidad para molestarme- dije segura y casi con rabia mientras leía en su muro intentando no estresarme por la gran cantidad de mujeres que le escribían; tenía la suerte de que él no respondía a menudo y si lo hacía nunca era nada raro así que por esa parte estaba tranquila aunque no contaba con la seguridad de que se portara bien en todo ámbito de su vida.
-Síguelo- dijo Sheila distraídamente mientras miraba sus uñas y levanté mi vista hacia ella como si me hubiera dado la respuestas a todos mis problemas. –Era broma… no vas a seguirlo- dijo algo preocupada.
-Eres una genia, por eso te quiero tanto- dije con una gran sonrisa. Si… era arriesgado pero si no lo hacía jamás podría saber de qué se trataba o al menos quitarme la duda de si me estaba engañando.
-Si llega a descubrir que lo estás siguiendo vas a meterte en graves problemas y lo sabes. Quizá ni siquiera está haciendo nada malo y en ese caso te ganarás un buen regaño, piénsalo- dijo con calma para hacerme reflexionar, sabía que tenía razón pero no podía quedarme sentada de brazos cruzados viendo cómo las cosas se ponían extrañas sin motivos razonables, debía hacer algo. Fue entonces cuando encontré un comentario de uno de sus amigos que decía “Esta noche Club del Norte, ve con la gente de siempre”… ni siquiera conocía ese lugar pero al parecer Alex lo frecuentaba de lo contrario no diría eso.
-¿Sabes dónde es el Club del Norte?- le pregunté a Sheila.
-¿En el norte de la ciudad?- respondió y la miré para matarla; ella largó la risa.
-Es para que lo tomes con calma Sam, ese club queda en la costa, es uno de los tantos sitios a dónde van los chicos a veces, ¿qué piensas hacer?- me preguntó.
-Voy a ir esta noche… pero no te preocupes no te haré ir conmigo, quiero aclarar un par de cosas por mi misma- aseguré.
-Prométeme que si pasa algo me llamarás, sino no te dejaré ir sola- me dijo con seriedad.
-No te preocupes, yo me encargo y cualquier cosa te llamo- dije finalmente.



Así que esa noche, opté por una vestimenta que no fuese demasiado llamativa, no quería que me vieran sino pasar totalmente desapercibida y la única manera era de alguna manera “camuflarme” entre las personas. Una falda negra corta, pero no demasiado y un corta chaqueta de cuero negro eran más que suficientes, tampoco saldría a la calle vestida como cualquier cosa, me gustaba verme bien y eso jamás cambiaría, en ningún sitio y sin importar las consecuencias. Sin pensarlo demasiado pedí un taxi hasta el lugar acordado pero cuidando que fueran más de las doce de la noche, no me convenía llegar temprano sino por el contrario cuando estuviese lleno de personas y pudiese esconderme entre ellas.

Se trataba de un sitio grande, ubicado en la costa de la ciudad, a metros de la playa razón por la cual el aire era mucho más fresco y eso hizo que deseara haber elegido un pantalón y no una falda pero las personas que ingresaban en el sitio vestían todas elegantes así que lo importante era no tener problemas para entrar, luego ya el frío pasaría.

Me acerqué a la larga fila de personas y me percaté de que un grupo de chicas se encontraban más cerca de la puerta e iban ingresando sin problemas, ¿podría hacerlo yo de igual forma? Estar fuera a la vista de todo el mundo podía complicar mis planes y ya eran las 2 de la mañana como para agarrar más frío del que estaba pasando; de modo que me acerqué al pequeño grupo y para mi gran suerte aunque de seguro momentánea, el guardia me dejó pasar con una sonrisa casi insinuante… los hombres daban asco a veces pero en este caso me servía eso. Tal como pensé, el lugar estaba colmado de personas, música muy alta y luces de todos los colores, tras una rápida mirada a mi alrededor solo para cerciorarme de que nadie conocido me había visto comencé a caminar entre la gente hasta llegar a uno de los extremos de la barra dónde pedí un trago para disimular y poder mirar todo desde ahí.


Pasó un rato, estaba ya casi finalizando el trago cuando la vi a ella… la perra de Clara estaba ahí lo cuál me dio a entender que de seguro él la había traído o viceversa. Para peor, se veía muy bien a pesar de su edad, razón para detestarla mucho más pues era más que claro que todos babeaban por ella. Me mantuve en mi lugar, se trataba de un grupo de personas entre los cuales pude verlo a él y juro que todo hubiese estado relativamente bien si ella no lo hubiera tomando del brazo llevándolo un poco más alejados hacia una de las terrazas que habían y se le hubiese prácticamente tirado encima. Sentí cómo la rabia se extendía por mi cuerpo al ver cómo él no la sacaba y continuaba su beso mientras la estrechaba contra su cuerpo… esto no podía estar pasando y lo más angustiante era que muy en el fondo yo sabía que algo de esto ocurriría a la larga.
Pero tenía mi dignidad, la poca que me quedaba y estaba tan enojada que lo que hice a continuación ni siquiera pude pensarlo. Salí hacia la terraza dónde solo ellos estaban y una pareja más en uno de los extremos fumando algo que poco me importaba porque sentía ganas de tirarlos a ambos hacia abajo aunque fuese presa después. Ambos me miraron; las lágrimas estaba ya saliendo de mi pero aguantaría el llanto, no iba a ser motivo de su burla, ya bastante creo se habían burlado de mi y no era justo eso, ya no más…
-Ya veo por qué no podías contarme nada…- dije más que enojada; él suspiró apartándose de Clara y pasándose la mano por el cabello estresado, y claro que debía estarlo después de lo que yo había descubierto.
-No es lo que crees…- dijo y tuve que reírme irónicamente.
-A no claro, ¿qué me dirás? ¿Qué tenía algo en el ojo y la estabas ayudando?- pregunté levantando las manos.
-¿Por qué me has seguido, Sam?- dijo y exploté.
-¡Vete a la mierda maldito idiota! ¿Cómo me haces esto? Creí que teníamos algo, podrías haber sido sincero conmigo, soy un tonta por creer en ti Alex… eres una porquería- le dije ya llorando; se acercó a mí pero me alejé. –No te atrevas a acercarte a mi…- le amenacé.
-Samantha, estás siendo cruel, hay un problema en medio- dijo Clara y la fulminé con la mirada.
-¡Tú eres su maldito problema! Te has metido siempre entre nosotros pero creo que ya tienes lo que deseabas- le grité desquiciada.
-Tranquilízate, es verdad… tienes motivos para estar así pero debemos hablar Sam- dijo intentando que me calmara aunque de lejos.
-¡No! Yo no quiero hablar contigo, eres un mujeriego, tu no respetas el amor de nadie… no te quiero cerca de mí nunca más, ¡púdrete!- le grité con rabia y me marché de ahí llorando y sin que me importara que la gente me mirase extraño. Me detuve en un oscuro callejón para intentar recobrarme mientras dejaba salir el llanto y la angustia que mi pecho había acumulado.


¿Cómo me hacía algo así? Yo lo amaba y él lo sabía, el dolor que sentía no se comparaba con nada pero más que el engaño era la sensación de vacío en mi, la sensación y la angustia de saber que ya no estaríamos más juntos, de que él jamás entendería que yo lo necesitaba a mi lado, que mi corazón le pertenecía, a él no le importaba nada, y yo era solo una tonta que se había ilusionado y ahora se encontraba en medio de la ciudad derramando un río de lágrimas por alguien que no merecía nada de mi.