Pasiones Ocultas (Así te conocí)

El problema no era escapar de mis padres, pues con todo el tiempo de reclusión y la rabia que les tenía me habían dado suficientes motivos como para poder hasta saltar por la ventana si era necesario y escaparme lo más lejos posible de ahí. Mi problema radicaba en primer lugar en que no sabía que ponerme, y quizá eso sonaba demasiado tonto con todo lo que se me venía encima pero la verdad era que si lo iba a volver a ver no quería que me viese fea, sino totalmente encantadora, quizá era una manera de sentirme mejor porque sabía que lo vería con otras, y que quizá ni siquiera se acercaría a saludarme. Aunque con todo lo que me había contado Sheila estaba bastante preocupada, ¿qué haría si él estaba demasiado drogado como para reconocerme? O si me trataba mal… habían muchas posibilidades de lo que podía llegar a ocurrir y eso me generaba tantos nervios que temía vomitar lo poco que había logrado comer, si… se que estaba siendo extremista, pero vamos, que iba a ver al hombre que seguía amando, un ser extremadamente mujeriego de quién había estado separada durante 4 meses en una casa dónde lo único que se escuchaban eran los sermones de mi tía y canciones de la Iglesia, ¿de verdad no son motivos suficientes para sentirme de esta manera?
Opté por un corto vestido negro que se ajustaba a mi figura, no era demasiado llamativo pero si lo suficiente como para llamar su atención aunque si me ponía a pensar en todas las barbies que habría en ese club me deprimía, que yo no era de las más hermosas y exuberantes de la tierra, sino al contrario, pero de algo me había servido ser así para atraerlo, por más que ahora no fuera así al menos debía intentarlo, o tal vez no, pero de igual forma necesitaba saber cuál sería su reacción , ya no más represión conmigo, desde ahora haría todo lo que quisiera para después no preguntarme qué hubiese pasado si llevaba a cabo algún tipo de acción. Esperé a que todos estuviesen durmiendo y con todo el cuidado del mundo bajé las escaleras, si me llegaban a descubrir estaba realmente muerta pues no me enviarían con la vieja loca sino directamente a un convento de monjas, algo que sin lugar a dudas no iba a permitir así que debía ser lo suficientemente sigilosa como para poder escapar sin ser vista y por suerte (de la poca que tenía) logré salir de la cárcel que representaba mi casa airosa.


Tomé un taxi hasta la casa de Sheila quién ya me estaba esperando con una gran sonrisa y una corta falda roja tan de ella y luego de abrazarme hasta dejarme casi sin aire nos subimos en otro remis para poder finalmente irnos hacia el incierto destino que me esperaba.
-Estás nerviosa…- me dijo y no era una pregunta, giré mi rostro hacia ella pues venía observando la oscura ciudad durante el camino.
-La verdad es que si, no tengo idea con qué me encontrará o en realidad tengo idea y quizá no quiera verlo- confesé algo frustrada.
-Ni siquiera se si estará en el club Sam, él frecuenta otros sitios ahora, a veces se ve por ahí pero no mucho, tómalo con calma, después de todo un hombre así no te conviene, tu eres demasiado para él y mereces a alguien que te quiera y se ocupe de ti- me dijo y la observé unos segundos, ella tenía razón, era eso lo que yo necesitaba pero estábamos dejando el pequeño detalle de que yo estaba enamorada de él de lado y eso no podía simplemente olvidarse, quizá el verlo con otras me ayudara un poco aunque no estaba segura de poder odiarlo.
-Solo… quiero saber qué pasará, no quiero pensar en más nada porque me pone más nerviosa, si necesito a otro tipo de persona supongo que me daré cuenta en su momento- dije aunque no muy convencida.
-Claro, sobre todo porque por poco le haces un altar en tu habitación- dijo ella irónicamente y tuve que reírme. –Nose ni por qué sugiero que estés con otro cuando sé que lo tienes a él en la cabeza, pero bueno, para eso estamos las amigas- añadió.
-Y te agradezco que lo hagas, yo tomo todos tus consejos pero sabes que soy algo terca- dije riendo.


El viaje duró lo suficiente para incrementar mis nervios y finalmente llegamos al club en la costa; estaba repleto de personas y autos costosos fuera del mismo; cerca de ahí se extendía el océano y varias personas conversaban tomando algo en la arena en una noche que si bien estaba despejada se hacía algo sofocante por el calor, y una gran luna amarilla brillaba en el cielo. A pesar de la temperatura, sentí un leve escalofrío producto de la ansiedad que recorría mi cuerpo y mis ojos buscaron alrededor indicios de él pero nada; de igual manera aún no habíamos entrado al club, así que lo tomaría con calma.
-Pero que raro verte por aquí de nuevo- escuché la voz de Marcos que casi me hace pegar un salto pues me habló al oído, me giré y lo miré con una leve sonrisa, tampoco lo conocía demasiado como para saludarlo de manera afectuosa pero al parecer Sheila le tenía bastante afecto por como se prendió de su cuello con una gran sonrisa.
-¿Qué tal Marcos?- pregunté cuando su boca estuvo desocupada de la de mi mejor amiga.
-Yo muy bien como verás, ¿dónde te habías metido? – pregunté, como si le importara saberlo, momento…¿porqué me molestaba Marcos? Después de todo era amigo de Alex y podía preguntarle por él aunque detestaba esa maldita mirada que tenía para con las mujeres, como si las estuviese viendo desnudas, me hacía sentir incómoda, por eso era que evitaba mirarlo a los ojos durante mucho rato.
-Por ahí… ya sabes, vacaciones- dije porque no se me ocurría otra cosa que decirle.
-¿Tus amigos?- preguntó Sheila evitándome hacer la pregunta que trataba de formular y agradecí que me conociera a ese punto como para saberlo.
-No lo se, están en la playa y Alex dentro del club- dijo sin mucha importancia y luego me miró a mi con una divertida sonrisa en su rostro, ¿tenía que sonreír así? Maldito idiota, como si él supiera lo que yo estaba sintiendo. –Ya veo… tu amiguita quiere verlo- dijo mirando luego a Sheila.
-Yo no…- comencé pero cerré la boca porque si decía que no quería verlo no solo estaría mintiendo sino que me perdería la oportunidad de verlo también. –Si tiene la ropa puesta, supongo que si- agregué al final haciéndome la chica fuerte al estilo “me da lo mismo ver a tu amigo” cuando en realidad mi mayor temor era encontrarlo en una situación que pudiese hacerme daño; Marcos rió por lo bajo y nos hizo seña para que lo siguiéramos.
-No te aseguro que esté con la ropa puesta pero vamos… que ya sabes como es- dijo y lo detesté mucho más de lo que hasta ahora lo detestaba; Sheila me dirigió una clara mirada de “no le hagas caso” y rodé los ojos mientras caminaba tras ellos hacia el interior del lugar.


El sitio estaba más lleno de lo normal, ¿era que ahora la gente tenía más ganas de salir o qué? Sentía el corazón latiendo a mil aunque la música estaba demasiado alta, subimos las escaleras hacia la sala VIP y me detuve un momento, ¿de verdad quería entrar yo a la VIP cuando sabía lo que sucedía ahí dentro? ¿quería yo verlo con otra besuqueándose en algún sofá? No quería eso…. Pero mi maldito masoquismo hizo que mis piernas avanzaran como si nada de lo que pensara tuviese sentido o control; mi mente era una simple espectadora de lo que mis impulsos me llevaban a hacer y que el destino no fuera tan cruel conmigo una vez que cruzara esa puerta dónde el hombre “gran mono de traje negro” nos abrió.
La música sonaba alta y clara, las personas se aglomeraban ahí conversando, bailando y haciendo alguna que otra cosa disimuladamente; me mordí el labio mientras caminábamos hacia la barra y ahí, en una de las mesas que se encontraba junto a la misma estaba él con un grupo más de personas, respiré aliviada al ver que no estaba quitándole la ropa a nadie sino simplemente conversando con los demás y debía admitir que el maldito se veía más sexy de lo normal. Vestía de negro como la mayoría de las veces pero de esa manera que lo hacía ver jodidamente atractivo y comestible, como para tirarse sobre él. Sus azules y profundos ojos se pasearon por la sala mientras reía de algo que parecían haber dicho y entonces me miró y juro que mi mundo se detuvo, dejé de escuchar la música y todo alrededor para solo sentir mi corazón latiendo más fuerte, aunque su mirada no era la misma de siempre, estaba algo más fría y distante, como si le importase todo una mierda, o como si estuviese algo drogado… era eso, lo estaba y lo supe pues lo conocía demasiado bien como para poder ver esos pequeños cambios; aún así mantuvo su vista en mi durante unos segundos hasta que una chica le tocó el brazo para atraer su atención y la miró para seguir hablándole.
-Toma un trago y relájate- me dijo Sheila pasándome un vaso mientras se recostaba a la barra y Marcos se dirigía al pequeño grupo donde estaba Alex, quizá para decirle que yo estaba ahí.
-Relajarme… claro- dije irónicamente bebiendo de un solo sorbo el fuerte trago el cuál casi escupo cuando me quemó la garganta pero lo aguanté; apoyé mis codos en la barra tratando de concentrarme un poco y dejando que el fuerte líquido hiciera algún tipo de efecto mágico con tal de que nada me molestase.
Sentí unas manos en mi cintura estando yo de espaldas y casi pego un salto de nuevo, solo que conocía muy bien esas manos, así que me mantuve ahí paralizada y más aún cuando su cuerpo se pegó al mío y su conocido y perfecto aroma me envolvió por completo; suspiré cerrando los ojos durante unos segundos deseando detener el tiempo ahí.
-Mala elección traer un vestido corto- susurró contra mi oído, esa voz…¿podía ser más perfecto? Lograba excitarme en menos de un segundo solo con hablarme, ni siquiera me importaba el estado en el cuál él estaba, no si estaba ahí cerca de mi, aunque sabía que este pensamiento era simplemente por todo lo que lo había extrañado y que en verdad me interesaba que estuviese sobrio y no drogado como sabía que estaba, pero la felicidad de que me recordase era demasiada como para dejarla pasar y de seguro si trataba de hablar de ese tema ahora con él me mandaría al demonio y se iría con otra.
Su mano se deslizó por mi muslo hasta llegar a mi trasero dónde presionó un poco haciéndome suspirar y a continuación metió su mano bajo el mismo con una gran habilidad y mucho disimulo para poder acariciarme sobre las bragas; me mordí el labio tratando de reprimir cualquier sonido pues había gente cerca y mantuve mi vista fija en el vaso aunque quería cerrar los ojos y tirar la cabeza hacia atrás y dejarme llevar; viendo que esto se me estaba yendo de las manos me giré haciendo que sacara la mano y quedando frente a él; su mirada estaba tan caliente que sentí que me quemaba por completo pero traté de controlarme.
-Hola Alex…- dije como pude.
-Hola Sam…- dijo con una perversa sonrisa en su rostro complicándome mucho más las cosas, él estaba diferente, más directo, más sexual y no estaba segura hasta que punto ese no era un problema para mi pues sabía perfectamente cómo envolverme en sus oscuros encantos.

¿Qué era lo que había cambiado en él? Si bien nunca me había mirado con el amor que yo soñaba que me mirase, tampoco lo había hecho de forma tan fría, como si en su mente solo estuviese el claro objetivo de quitarme la ropa, que de seguro lo estaba pero sentía que no era él, eso me generó en cierto sentido una opresión en el pecho, una leve angustia por creer que quizá había perdido a mi Alex, a ese hombre que por un momento creí que estaba cambiando por mi, a quien creí estar llegándole al corazón de alguna manera pero creo que ya no quedaba ni rastros de él.
-¿Cómo has estado?- pregunté pues no me decía más nada y no sabía que demonios hacer.
-Muy bien… como ves, ¿qué tal tu viaje?- dijo con el mismo tono neutral, esto era desesperante, por un momento quise tomar su cabeza y sacudirlo un poco a ver si lograba que volviera el chico de siempre.
-Mi viaje fue un asco Alex, creo que está demás decirlo- le respondí algo molesta, sabía que no tenía que ponerme de esa manera pero es que la situación me desquiciaba, si yo hacía de cuenta que nada pasaba, si yo lo dejaba seguir besándome, entonces él solo me trataría como a cualquiera de las barbies que habían en el lugar, y yo no quería eso, yo necesitaba al Alex de antes. Enarcó una ceja y suspiró mientras me observaba, de seguro no tenía ganas de discutir, mucho menos ahora que parecía estar viviendo la “buena vida” y llegaba yo con todos mis rollos a molestarlo.
-Ya estás aquí, ¿no? Creo que no es necesario que te alteres- dijo con una media sonrisa como si todo esto se tratase de un jodido chiste.
-Se que no te importa una mierda y eso es porque estás demasiado drogado como para darte cuenta de lo que sucede a tu alrededor- solté sin más, hay no… no tendría que haber dicho eso, ahora si quería irse y dejarme sola estaría en todo su derecho.
-Ese no es tu problema…- me respondió sin mucho preámbulo y más me enojé.
-Claro, ahora que me sustituiste por otras, seguro que no lo es-le dije, ¿qué demonios hacía yo discutiendo y haciéndole escenas a un hombre que ni siquiera era mi novio? ¿a caso me había vuelto loca? Traté de morderme la lengua para no seguir hablando porque claramente estaba acabando con su paciencia; pegó su cuerpo al mío y se acercó a mi oído.
-Si tienes ganas de gritar, tengo otra manera para que lo hagas… no me jodas y no me busques porque en el estado en el que estoy me importa muy poco lo que me estás diciendo- dijo sujetando mi cintura contra él.
-Vete a la mierda-le respondí enojada, ¿quién se creía para hablarme como si yo fuese una cualquiera? Sobre todo porque esos meses lejos me habían servido para volverme más directa, porque había soportado demasiado con la boca cerrada y ahora solo me salían las palabras sin decir más nada. No era justo que con todo lo que me había pasado él solo se limitara a tratarme mal y a darme a entender que no le importaba nada lo que yo sentía; pero por otro lado también me odiaba a mi misma por estar preocupándome por un tipo al que le daba lo mismo todo en ese momento.
Creí que me insultaría o que simplemente se iría pero sus manos se deslizaron de nuevo a mi trasero.
-Tu no quieres que yo me vaya a la mierda, Sam…-susurró en mi oído y cerré los ojos unos segundos, estaba logrando ponerme nerviosa y no para mal sino porque comenzaba a sentir como el calor subía por mi cuerpo de a poco, ¿qué tenía que me hacía poner así aunque estuviese peleando con él? Una clara habilidad para conseguir lo que quería con las mujeres, él lo sabía muy bien y yo también; el problema era que me gustaba eso, me gustaba como se sentían sus manos en mi cuerpo, me gustaba sentir esa envolvente voz que estremecía mi piel y mucho más me gustaba pensar en lo que podría llegar a hacerme.


Sentía su erección contra mi entrepierna y mi deseo comenzó a crecer, de un momento a otro olvidé todo lo que tenía para decirle, la música alta, el poco de alcohol que tenía en mi organismo, su dulce aroma y su duro cuerpo pegado al mío eran una tentación imposible de soportar. Mordió suavemente mi cuello y un gemido salió de mis labios, agradecí la música alta pues de lo contrario habría quedado en evidencia, pero en ese momento y en ese lugar todos estaban ocupados en lo suyo así que no había problemas con ello.
-Basta…- dije como pude poniendo las manos en su pecho y haciendo una leve presión para separarme aunque no quería hacerlo sino todo lo contrario; volvió a presionar mis caderas pegándome con fuerza a él de nuevo, dejándome claro quién mandaba y quién tenía el control ahí y solo logró elevar más mi respiración. –Alex…por favor…- dije, era un vago intento por recuperar mi compostura y quizá para que él en una reacción de compasión se detuviera pero bien sabía yo que no lo haría y también sabía que no quería que lo hiciera.
-¿Por favor qué…?- preguntó chupando el lóbulo de mi oreja; me mordí el labio reprimiendo un sonido de placer y sin poder pensar demasiado en lo que estaba haciendo deslicé mi mano por su pecho hacia su entrepierna. Pasé la misma a lo largo de su erección sobre el jeans, sin dudas estaba demasiado excitado y el saberlo así me subía el calor a mi; mi cuerpo ansiaba el suyo, deseaba sentir esas manos recorriendo cada centímetro de mi piel, quería que se metiera entre mis piernas y entrar en mi de esa deliciosa manera que solo el sabía y lo más extraño era que quería yo hacerle sentir todo tipo de placer, todo lo que un hombre podría querer para que no tuviese que irse con más nadie y para que se quedara a mi lado porque yo podría satisfacer todo lo que él pidiese. Presioné mi mano en su entrepierna y buscó mis labios besándome intensamente, con ansias y con deseo sexual, y mis labios le respondieron de la misma manera, sintiendo como su lengua recorría cada espacio de mi cavidad, humedeciéndome más por la tensión que crecía a cada segundo entre nosotros y sin saber si lograría aguantar mucho tiempo más. –Vamos a una de las salas del pasillo- dijo contra mi oído y con una acelerada respiración.
-No… necesito…. – dije sin poder articular las palabras porque en realidad moría por ir con él pero sabía que no estaba bien, que nosotros debíamos hablar, aunque en el estado en el que él estaba no saldría nada coherente de esa conversación pero a pesar de eso debíamos hablar… o mejor dicho debería irme a mi casa y esperar que todo pasara. Pero si hacía eso lo dejaría con todas esas locas sueltas y no quería imaginarlo con otra esta noche, no esta en la que las cosas entre nosotros estaban así de calientes.


Tiró de mi brazo con una perversa sonrisa en su rostro y mis pies caminaron solos siguiéndolo; las mujeres lo comían con los ojos mientras caminábamos y juro que quise dejarlas sin pelo a todas, pero no tuve demasiado tiempo a pensar pues cuando quise acordar estaba ya contra la pared de una de las salas, de esas salas que tantos recuerdos me traían y esos mismos recuerdos activaron todas mi hormonas nuevamente, ¿era normal estar todo el tiempo excitada cuando lo tenía cerca? Porque claramente con solo mirarlo cualquiera podría babear, estaba jodidamente bueno, pero a demás de eso sabía qué cosas decía o hacer para que una se sintiera en la cima todo el tiempo y no me refería exactamente e la cima de una montaña.
Sus labios volvieron a los míos de forma fuerte, posesiva y pasional y los míos se adaptaron de la misma manera; me olvidé de todo lo demás, no quería pensar, no quería preocuparme, solo quería sentir y eso mismo haría en ese momento a demás, era hora de mostrarle que no era tan ingenua y que no siempre él debía hacer todo, temía que eso lo aburriera un poco y teniendo en cuenta el tipo de mujeres con experiencia que él frecuentaba debía tomar ventaja. Desprendí los botones de su pantalón sin apartar mis labios de los suyos y a continuación metí mi mano directo dentro de su boxer tocando su dureza con mi mano y acariciándolo durante unos segundos; lo saqué hacia fuera de modo que me quedara más sencillo poder estimularlo y mi mano comenzó a moverse de arriba abajo suavemente al principio y luego aceleré un poco más la velocidad; mordió mi labio inferior, señal de que le estaba gustando lo que le hacía y eso me hizo sentir muy bien y si estaba haciendo las cosas bien debía seguir entonces.
Me agache de manera que quedé de rodillas en el piso y subí mis ojos hacia él durante unos segundos, por favor, ¿podía verse más caliente? Acto seguido y sin saber mucho del asunto metí su miembro en mi boca y comencé a chupar suavemente y como me salía y solo esperaba que le gustara en todo caso y de no ser así simplemente me sacaría o al menos eso creía yo.
-Por Dios Sam…- dijo con la respiración entrecortada y recostando la cabeza en la pared, claro indicio de que le estaba gustando; su mano se entrelazó en mi cabello con fuerza acompañando mis movimientos y presionado solo un poco de vez en cuando y hasta logré sacarle algún que otro gemido. Me mantuve unos minutos ahí y decidí que era hora ya de subir, que tampoco era yo una actriz porno, aunque si él me pidiese que me quedara seguro lo haría.
Claro que las cosas se salieron un poco de control cuando nos besamos de nuevo, Alex caliente no era cuidadoso para nada, al contrario, y mucho menos ahora que parecía haber terminado yo con cualquier control que él pudiese tener sobre si mismo. Me recostó contra la pared de espaldas a él y me inclinó un poco de forma que mi trasero quedó expuesto a él y levantó mi vestido pasando sus manos por mis nalgas y presionándolas, eso se sentía demasiado bien y no quería que dejara de tocarme.
Corrió mis bragas y sus dedos se hundieron en mi con fuerza haciéndome gritar, un poco por la sorpresa y otro poco por el placer que comencé a sentir al cabo de unos segundos; quería que entrar en mi de una buena vez y estuve por gritarle que lo hiciera pero no demoró mucho en eso; con su habilidosa manera de colocarse protección al cabo de unos minutos sentí su miembro en la entrada de mi sexo y comenzó a presionar haciendo que de a poco entrar y llevándolo hasta el fondo, llenándome por completo y haciendo que soltara un audible suspiro de placer. Entonces comenzó a moverse, sujetando mis caderas, entrando en mi, al principio con cierta suavidad que luego se convirtieron en fuertes embestidas que nos llevaron al cabo de un rato a un intenso y perfecto clímax.


Tras acomodarme la ropa y mientras él hacía lo propio con su pantalón no sabía si salir corriendo maldiciéndome por haber accedido a estar con él o por el contrario tratar de solucionar las cosas o algo por el estilo, de modo que conociéndome a mi misma, opté por la segunda y toqué su brazo, a lo cuál levantó su mirada tras prendérselos botones y me miró.
-Necesitamos hablar…- dije con un nudo en la garganta.
-Salgamos de aquí y vayamos por un café al centro- dijo sin mucha vuelta y lo miré sorprendida, creí que me mandaría a freír papas y se iría con sus amigos o que querría continuar en el pub pero por lo visto me había equivocado, ahora tocaba aclara las cosas…