Pasiones Ocultas (Así te conocí)

Luego de nuestro pequeño incidente volvimos a la fiesta, ya estaban por servir el plato principal pues era una cena de cumpleaños, de modo que nos ubicamos en la larga mesa la cuál estaba ya preparada por el servicio del lugar y los invitados iban tomando asiento de a poco. Marcos estaba a nuestro lado, si bien no tenía demasiado trato con él tampoco me molestaba que estuviese ahí, después de todo había tenido algún que otro cruce con Sheila y ella era mi amiga, si le gustaba yo no era nadie para decirle que estaba mal por más mujeriego que pareciera ser… Alex también lo era o lo había sido y ella no me decía nada.

El padre de Alex se paró al final de la mesa y comenzó a decir algunas palabras en honor a su esposa quién sonreía ampliamente desde su lugar y a continuación llamó a Alex para que se dirigiera ahí a hablar también. Lo observé mientras lo hacía preguntándome una vez más como era posible que un hombre como él se hubiese fijado en mi, era sencillamente perfecto, sabía que tenía sus defectos pero estaba intentando cambiarlo todo por mi y eso valía demasiado; miles de mujeres morían por él y sin embargo yo lo tenía a mi lado, de modo que me detesté a mi misma por ser tan tonta y hacer ese tipo de escenas de celos aunque tenía muy en claro que la perra de Clara quería clavar sus colmillos en él y desde ahora debería tener cuidado. Ella me llevaba ventaja, en principio porque era una mujer con experiencia y en segundo lugar porque conocía mucho mejor a Alex y sabía cómo llegar a él, así qeu yo debería comenzar a cuidar lo mío de la mejor manera posible y a madurar un poco si quería que esa arpía se alejara, ella y todas. De modo que aprovechando que todos estaban concentrados escuchándolo hablar y con el fin de redimirme un poco por lo que había sucedido, fijé mi mirada en él hasta que también lo hizo, me pasé la lengua suavemente por el labio superior como gesto provocativo aunque yo no sabía demasiado de eso pero no perdía nada con intentarlo: a continuación mojé mi dedo índice en el vino solo un poco y luego me lo llevé a la boca chupándolo sin quitar mis ojos de los suyos. Enarcó una ceja algo sorprendido por lo que estaba viendo mientras continuaba hablando y sus ojos se encendieron de inmediato, bingo! Lo había logrado, yo… si yo la chica inocente y algo tonta había logrado sorprenderlo y para bien.
Regresó a la mesa tras sus palabras y el servicio comenzó a servir la cena en medio de un mar de conversaciones y risas.
-¿Estás jugando?- me preguntó mientras me servía una copa con vino pues el otro ya me lo había terminado.
-¿Yo? ¿A qué?- pregunté haciéndome la tonta y sus labios se curvaron en una sonrisa divertida.
-Muy bien Samantha…- dijo y me mantuve alerta nunca se sabía que podía hacer; se acercó un poco más colocando su mano en mi desnuda espalda y el simple contacto logró estremecerme y me habló al oído como si me estuviese contando un día normal y corriente. –Si la sala no estuviese repleta de personas te arrancaría el vestido y me encargaría de pasar mi lengua por cada centímetro de tu piel- susurró y el calor subió a mis mejillas, presioné las piernas ante la idea mental que se me formó sintiendo como el deseo despertaba de a poco centrándose específicamente en mi zona baja. –Y esa lengua que pasaste por tu labio, deberías pasarla por mi entrepierna durante un muy largo rato mientras te sujeto el cabello hasta llegar al final- finalizó y apreté mis labios para no soltar un gemido, si alguien me miraba quedaría en evidencia, y lo pero era que yo había comenzado a buscarlo, era claro que terminaría ganado él con lo que me dijera. Luego de eso simplemente volvió a su posición y continuó hablando con Marcos como si nada pasara dejándome sofocada y con ganas de sentirlo dentro de mi cuerpo.

Cuando logré tranquilizarme un poco comencé a comer del plato que me habían colocado delante con una extraña salsa que estaba deliciosa.
-¿Te gusta la comida?- me preguntó al rato ya en un tono de conversación normal y asentí con una sonrisa.
-Es genial, o quizá tenga hambre- confesé pues también era eso, de pronto me vino un momento de sinceridad y lo miré unos segundos, no me gustaba ocultarle cosas y aunque todo estaba genial tarde o temprano se enteraría de lo que había sucedido en casa. –Alex… hay algo que no te dije- confesé y esperaba que no se molestara conmigo.
-¿Qué es?- preguntó algo preocupado.
-Hoy tuve una conversación con mi padre- comencé y se tensó de inmediato. –Me dijo que si seguía viéndote me quitaría el dinero y la herencia-
-Maldito….- dijo y se aguantó la grosería que iba a largar tras eso.
-Le dije que me quitara lo que quisiera, Sheila me propuso vivir con ella en el apartamento que sus padres consiguieron, buscaré un trabajo y me iré- le dije con total seguridad.
-¿Es eso lo que deseas?- preguntó porque estaba segura de que el seguía creyendo que yo era una nena caprichosa acostumbrad a las comodidades y le demostraría lo equivocado que estaba.
-Eso es lo que quiero, a demás de estar contigo- dije tímidamente, no solía decirle mucho eso pues él estaba lejos de la cursilería pero aún así quería que lo supiera.
-Te ayudaré con lo que sea, cualquier cosa que necesites, solo basta que me lo pidas y lo tendrás- dijo de inmediato y negué con la cabeza.
-No quiero tu dinero, quiero hacerlo yo misma, soy capaz- culminé y asintió besando mi frente.


La noche culminó tranquila y tras la cena nos despedimos de sus padres deseándoles que terminaran bien para luego retirarnos en su auto; no hablamos mucho durante el camino pero la tensión que había entre nosotros se notaba, ambos queríamos arrancarnos la ropa y solo deseábamos llegar al apartamento para que eso fuera posible. Y así fue… ni bien llegamos no me dejó ni siquiera decir palabra y me arrinconó contra la pared besándome con ansias, con todas las ganas que habíamos acumulado durante la fiesta y mis labios respondieron de la misma manera, buscando su lengua, sujetando con fuerza su camisa mientras sus manos se aferraban a mi cabello para intensificar el pasional beso el cuál al terminar me dejó algo mareada y con la respiración a mil.
-Quítate el vestido- me dijo desde una distancia prudencial, quería gritarle que me follara ya mismo pero me aguanté e hice lo que me pedía pues sabía que le gustaba mirarme y por suerte había perdido yo un poco la timidez aunque no del todo así que si bien tener sus ojos sobre mi me excitaba también lograba reprimirme un poco. Se acercó al cabo de unos minutos a mi y desprendió suavemente mi sostén de forma que su torso se pegó contra mis pechos y la exquisita sensación me recorrió toda la piel haciendo que me perdiera en la lujuria de sentirlo así de cerca sin que nada se interpusiera. –Quiero que te arrodilles y me la chupes- dijo contra mis labios con ese tono de orden que solo hizo que me excitara más mientras se desprendía los pantalones; hice lo que pidió metiendo su duro miembro dentro de mi boca y pasando mi lengua a lo largo del mismo mientras sus manos sujetaban mi cabello haciendo un poco de presión y moviendo sus caderas, soltó un leve gemido y aumenté la velocidad, me gustaba saber el efecto que tenía en éll y me hubiese quedado ahí por un largo rato pero me jaló del brazo y volvió a besarme sin ningún tipo de control.
Me quitó lo último que tenía puesto y me sujetó en sus brazos llevándome sobre el sofá dónde me hizo colocar de rodillas y con el rostro pegado al asiento de modo que mi trasero quedase totalmente expuesto a él y yo jodidamente caliente deseando que me penetrara de una vez por todas. No demoró mucho en entrar en mi fuerte y duro haciéndome gritar por la sorpresa de su embestida y por el placer que comencé a sentir cuando se movió en mi sin ningún tipo de cuidado mientras sus manos aferraban fuerte mis caderas.
-¿Duele?- preguntó con la respiración acelerada.
-Un poco….- dije pues si bien era un leve dolor, mucho mayor era el placer que estaba sintiendo.
-Mejor, porque quiero que me recuerdes cuando te muevas mañana- dijo aumentando más su velocidad y haciéndome perder la noción hasta del lugar en el cuál me encontraba. No pasaron muchos minutos para que me llevara al extremo de mis sensaciones, me dejé ir junto a él gimiendo alto y perdida en la ola de sensaciones que me recorrieron de pie a cabeza para luego aflojar mis músculos y prácticamente caer sobre el sofá dónde me envolvió con sus brazos y ni siquiera fui capaz de decir palabra porque el sueño me consumió por completo.