Inspírame [Kevin Jonas] (CANCELADA)

He aquí yo, una escritora sin mucho éxito con una gran amiga compartiendo un fic :D
¡Hola a todas! Algunas me conoceréis y otras no: me llamo Lorena, soy de España y os traigo esta maravillosa historia llena de amor, tragedias, sonrisas y también lágrimas, que describe como la vida puede darte golpes duros para luego sanarlos cuando no hay esperanza, sólo cuando aparece ese alguien que te hace ver que no todo es oscuridad dándote la mano y llevándote a la tan ansiada luz de la felicidad. Escrita como ya he dicho por una amiga y yo. Ella no está registrada en este foro asi que no podrá comentar, pero os haré llegar sus agradecimientos. De todo corazón esperamos que os guste :D Un beso a todas ^^

awwww la ame ii aun no la leeo XD hahaha

siguela please !! estoii segura de qee sera geniial !!!

cuidate

besos !

GOOD!,, QUIERO EL CAP. YA! OSEA NOW! YEAH, YOU LISTEN GOOD, NOW (?
Well, (? I want more of your nove (?

¿Hablo normal mejor? Si, si mejor xD
Jajaja, ¿Como la dejas asi? SIGANLAAAAAAA o si no llamo a tu mama (?
:lol!: :lol!:

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] awwww nna es woooww esta super linda la sinopsisC:
siigueellaa iia sube el capiiC:
Baaaee(L) [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

Cuando no veía mensajes en mi correo ya estaba yo temiendo de que no había comentarios, ¡pero cuanto me alegro de que no sea así! Bienvenidísimas a todas y gracias por leernos :D


Estúpido tiempo en California, estúpida humedad, estúpido calentamiento global. Estúpido calor. Estúpida Carol. ¿Por qué tenía que casarse precisamente ese día?

Miré por la ventana mientras me ponía los pendientes de mi madre, una niña paseaba (más bien era arrastrada) con su perro, había sido de las pocas valientes que se habían atrevido a salir a la calle con esa temperatura. El termómetro que tenía fuera había marcado aquella mañana treinta y ocho grados.
Me puse frente al espejo y suspiré. Aquél vestido no me quedaba mal, el color azul siempre me había sentado bien, pero lo veía un poco deprimente. No el vestido, mi situación. Acudía a la boda de mi mejor amiga sola, sin un triste acompañante que pudiera fingir por unas horas que era el amor de mi vida.

“Déjate de tonterías, Loreena. Eres una chica autosuficiente. No necesitas a ningún hombre para ir con la cabeza bien alta a esa boda”. Ojalá y mi conciencia tuviera razón.

Me quité la flor que llevaba en el pelo, seguía sin convencerme. Mi estilo era más bien sofisticado, aquel adorno tan llamativo haría que todos me mirasen y eso precisamente, no era lo que yo iba buscando.
Cogí los zapatos y bajé las escaleras descalza. Ya tendría tiempo de pelearme con los diez centímetros que me elevarían durante horas. Me eché un último vistazo en el espejo de la entrada, mi maquillaje seguía intacto a pesar del calor. Más le valía, había pagado un pastón por aquellos cosméticos que supuestamente duraban más de 24 horas.

Agarré mi bolso, las llaves del coche y unas bailarinas de color verde. No, no tenía pensado ir a la boda con esos zapatos tan horribles, pero no podía conducir con los zapatos de tacón de aguja durante media hora.
Nada más meterme en el coche, puse el aire acondicionado al máximo. Noté la brisa fresca en mi cuello, lo agradecí de veras. La música comenzó a sonar nada más darle al contacto. Mi canción favorita iba por el minuto 2:45. “Half of my heart”, nunca me cansaría de escucharla. La había grabado como diez veces en el mismo cd. Mi sobrino, Ryan, de tan sólo dos años, se la sabía de memoria.
Me encaminé hacia la iglesia de Saint Raven. Allí me encontraría con seiscientas personas, de las cuáles sólo conocía a cinco. A la novia, sus padres y sus dos hermanos. Debería estar preocupada por llegar a tiempo, quedaban quince minutos para que la ceremonia empezara, pero no, lo que más me preocupaba era no tropezarme con la alfombra.

Aparqué en uno de los lugares especiales que habían habilitado para la ocasión. Me cambié los zapatos y salí corriendo. El sonido de las campanas me avisaba de que la ceremonia estaba a punto de empezar y Carol me mataría si no llegaba a tiempo.
Vale, pensaréis que, entre seiscientos invitados, daría igual que llegase unos minutos tardes, que no se notaría, pero hay un pequeño detalle que se me olvidó comentar…. ¡era la madrina!

Nueva Lectora :study: :study:
siigueelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! :D :lol!:

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PASATE PLIS -----> MI NOVE: ~ Yo no puedo enamorarme de ti ~ ( Nick y tu ) : [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

NUEVA LECTORAAAAAAAAAAAAAAAA! :D
LOREEEEEEEEEE AMO COMO ESCRIBIS I DESDE YA ME ENCANTA ESTA NOVE!
SEGUILAA! QIERO SEGUNDO CAP :D

PORFAS

SIGUELA
LO
ANTES
QUE
PUEDAS [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

ah bueno :P lo mas gracioso es qe si yo fuera la madrina tmb llegaria tarde XD jaja sigela plis, esta genial :D

¡Bienvenidas nuevas lectoras! :D ¿qué tal estáis? Me alegro mucho de que os vaya gustando la novela, y estoy segura que a mi amiga le gustara saber que os gusta mucho como escribe por que ella escribió precisamente toda la parte de la boda. Os dejo un cachito más. Disfrutad! ^^

Los invitados comenzaron a acumularse frente a las enormes puertas de roble. Tuve que dar algunos codazos para poder hacerme un sitio y entrar. En la capilla encontré a Jason, el hermano mayor de Carol.

- Siento el retraso, de verdad. Mucho tráfico. –pude decir con la respiración entrecortada debido a “la carrera de obstáculos”.
- Carol está de los nervios, ha preguntado cinco veces por ti.
- Bueno, ¿qué hay que hacer?

Sí, aquello fue de película cómica. Era la madrina y no tenía ni idea de lo que había que hacer.
No, no era a la primera boda que asistía. Pero sí era la primera vez que tenía un papel tan importante y… bueno… digamos que tampoco había tenido tiempo de acudir a los ensayos.

- Toma esto. –Anna, la hermana gemela de Carol, me dio un ramo de flores, compuesto por orquídeas y camelias blancas.
- ¿Qué hago con esto?
- Comértelo, ¿tú qué crees? –me dijo arreglándome un poco el pelo- Cuando llegue Carol, te vas con ella. El novio la esperará aquí con el padrino. Saldrán las damas de honor, después tú, después los niños con los anillos y por último Carol con mi padre.

Intenté memorizar el orden en el que Anna había nombrado a la gente.

- ¡Ahí está! –gritó nervioso Jason.
Anna tiró de mí y me llevó hasta la puerta de la iglesia. La novia estaba radiante… y cabreada.
- Loree, ¿se puede saber dónde demonios te habías metido?
- ¿Qué más da? Estoy aquí, ¿no? Por cierto, estás muy guapa.

Mi amiga me miró arqueando una ceja y después se colocó el velo. La marcha nupcial comenzó a sonar. Yo empecé a contar la gente que iba entrando en la iglesia. Llegó mi turno, tomé aire y empecé a caminar. En mi mente aún estaba la preocupación de tropezarme ante todos los invitados. Me recogí un poco el vestido para no pisármelo y avancé mirando al frente.

“Vale, no mires a los lados, toda la gente está mirando. Y yo que no quería llamar la atención…”
Desde mi posición, podía ver a todos los que estaban en el altar. Las damas de honor, todas ellas vestidas de color violeta, sonreían emocionadas. Pensé que se les desencajaría la boca de tanto forzar la sonrisa. El novio, Andrew, parecía estar muy tranquilo, pero el contínuo movimiento de sus manos delataba que estaba al borde de un ataque. Y por último y no menos importante, el padrino. Un chico de pelo rizado que no conocía, pero que Carol me había dicho que era el mejor amigo de la infancia de Andrew.
La novia entró con paso firme y se puso frente al altar. El resto no creo que haga falta que lo cuente. Como todas las bodas. Padres y madres llorando, hermanos llorando, abuelos llorando, sobrinos pequeños corriendo por toda la iglesia. Calor.

Fotógrafo dando vueltas alrededor de los novios. Votos matrimoniales muy emotivos. Más gente llorando. Mucho calor. Novia con problemas para encajar el anillo en el dedo del novio. Beso marido y mujer. Gente llorando. Fotos de los novios. Fotos de los novios con los padres. Fotos de los novios con los padrinos. Fotos de toda la familia. Arroz, confeti, pétalos de rosa y más besos.
Bien, acabo de resumir dos horas de ceremonia.
Llegó otro de los momentos que más temía. La colocación de las mesas. Pero, cuán grata fue mi sorpresa que me encontré con que… ¡no había mesas! Bueno, sí que había mesas, pero no había que sentarse en una obligatoriamente. ¡Fue genial! Los novios habían escogido un menú oriental, el cual servían desde unos mostradores a la gente que se iba acercando con su plato.

Yo me detuve frente a la gran montaña de regalos que los novios habían recibido por parte de los invitados. Cafeteras, mantelerías, candelabros de plata, una vajilla importada desde Rusia. Creo que uno de los abuelos del novio provenía de allí.

- Tendrán que comprar otra casa para poder meter todo esto. –me dijo el chico de pelo rizado que había compartido conmigo el “honor” de ser padrino en la boda.
- Sí, la verdad es que sí.
- Aunque, yo personalmente, habría cosas que ni siquiera me las llevaría. Como ese espantoso cuadro. –señaló una pintura que había justo en el centro de todos los regalos.

Sonreí.

- Lo he pintado yo. –dije mirando al frente. No quise mirarle para que no se sintiera peor de lo que supuse ya se sentiría.
- Lo… lo siento… yo… quiero decir que… bueno… es… bonita. Algo abstracto… -el joven balbuceaba intentando disculparse.
- No es abstracto. Tan sólo es arte. Y no te preocupes, no prentendo gustarles a todos. Esa es mi visión del amor, nada más. –le ofrecí mi mano- Soy Loree.

El muchacho se relajó, supongo que se quitó un peso de encima al ver que no estaba enfadada por aquél comentario. Y no lo estaba. Había aprendido durante toda mi vida, que no podía hacer que a la gente le gustase a la fuerza lo que yo hacía.

- Kevin.

Antes de que pudiéramos continuar conversando, los novios nos agarraron y tiraron de nosotros.

- ¡No tenemos ninguna foto de los padrinos juntos! –dijo Andrew. No llevábamos ni media hora en aquél lugar y para mí que su aliento ya olía a alcohol.

El fotógrafo nos colocó junto a una fuente. Puso la mano de Kevin sobre mi cintura, (se me cortó la respiración unas milésimas de segundo. Fue un acto reflejo) y yo tuve que poner mi mano sobre la suya. Después, lo típico que suelen decir los fotógrafos: <<Estáis muy serios. ¡Sonreíd!>>. Y ¡Flash! Ciegos para toda la vida.

Los nuevos sobrinos de Carol, comenzaron a correr a nuestro alrededor, intentamos escapar de aquél círculo de niños que se perseguían chillando. Pero ocurrió algo que hizo que quisiera volverme invisible. ¡Nos tiraron al agua!

Por una parte lo agradecí enormemente, porque estaba super fría y me ayudó a no derretirme por el insoportable calor, pero, por otra… imaginaos, vestido perfecto, peinado perfecto… todo al garete por culpa de unos niñatos. Menos mal, que el traje del padrino había quedado igual, o casi peor que el mío.
El joven comenzó a despotricar contra aquellos niños que habían salido despavoridos al darse cuenta de lo que habían hecho. Al fotógrafo no se le ocurrió otra cosa que seguir haciéndonos fotos mientras los dos aún seguíamos metidos en el agua. Cuando nos miramos, no pudimos evitar reírnos. Kevin, así recordé que me había dicho que se llamaba, me cogió en brazos para sacarme de la enorme fuente en la que estábamos, pero el fotógrafo evitó que saliésemos de allí, nos dijo que ni se nos ocurriera, porque aquellas, sin duda alguna, iban a ser las mejores fotos de toda la boda.

- Quiero una copia de todas y cada una de esas fotos. –le dijo Kevin al hombre mientras retorcía su chaqueta.
- ¿Qué os ha pasado? –nos preguntó sorprendida Carol.
- Hacía mucho calor y decidimos darnos un baño. –dijo Kevin mientras me sonreía.
- ¡Vais a coger una pulmonía como no os cambiéis pronto! Id a la casa, allí habrá ropa que os sirva.
- ¿Una pulmonía, con este calor? Carol, tú deliras. –le dije vaciando el agua que había en mis zapatos.

Carol no dejó de insistir. Me agarró del brazo y tiró de mí hasta la casa. Aquél día les había dado a las gemelas por llevarme a rastras a los sitios. Miré hacia atrás, Kevin también nos seguía. Toda la gente nos miraba, yo me puse el pelo por la cara e intenté correr todo lo que pude hacia el interior de la casa, pero él parecía estar divirtiéndose de lo lindo, porque se paraba con todo el mundo y los saludaba, contándoles la anécdota a todo el que preguntaba.

Carol me prestó uno de sus vestidos. Era de color rojo, ¡al fin mi color! Con escote en V por ambos lados y de corte irregular por encima de la rodilla. Algo provocativo para mi gusto, pero estaba en una situación en la que no podía elegir mucho. Me sequé el pelo, que se convirtió en ondulado en milésimas de segundo. Me lo recogí en una coleta bien alta.
Cuando me reuní con las demás personas, pude ver a lo lejos a Kevin. Llevaba unos pantalones vaqueros y una camisa roja. Qué casualidad, los dos íbamos de rojo y… tenía que admitirlo, a él tampoco le sentaba nada mal ese color.

NUEVA LECTORA
muy linda tu novel..
sigue la mia!
BESHO