Novela "Leopard" (Joseph Jonas, Nicholas Jonas & Kevin Jonas)

Adaptación: No
Autora: Victoria Martínez
Género: Drama/Romance/Acción/Erótica
Advertencias: Público mayor de 15 años para su entendimiento.
Esta novela la he hecho para un grupo en Facebook y la adapto con los Jonas Brothers en un sentido de nombre y contextura física, no como son realmente. La historia es original tanto en los personajes y la trama.


Esta novela también es publicada en: <3 Amor Jonatico <3 (Facebook)

LEE EL PROTOCOLO ANTES DE PUBLICAR UNA NOVELA EN ONLYWN
Tu novela sera movida a la sección Jonas Brothers o en Originales(Acción/Aventura), dependiendo cual me digas que se asemeja a tus ideas. Si tienes alguna duda, pregunta para evitar la suma de advertencias en tu caso.

Ok, creo que se puede asemejar mucho más con Jonas Brothers. Ya estoy lista para publicar, así que espero tu respuesta con ansias. Tengo muchas ganas de mostrar lo mío.

~ Capítulo I ~

Los errores se pagan el doble y ella ha cometido en su vida más de una docena. En su cabeza se refleja el hecho de no tener opción ante su vida, como otras veces, sólo piensa en que está bien en seguir con la frente en alto tras su querido y mal remunerado trabajo hasta aquel momento.
El celular vibró dentro del sobre cobrizo bajo su brazo.
Eran las esperadas instrucciones.
-Hable...- espetó con la voz pesada y fuerte, lo más claro posible ante el disturbio entre la multitud del salón. Asintió cada punto que le habían señalado sin quitar los ojos de él.
La nueva víctima.
-¡Un millón y medio de dólares por su cabeza!- Fue lo primero que se le cruzó por los ojos al encontrarse con los de aquel hombre macizo y vestido de etiqueta. Sólo veía en sus pupilas un frío gélido, uno que no se comparaba con el de ella en lo más mínimo.
Iba a gustarle jugar con él y luego, comérselo.
Sus esfuerzos y entrenamientos tenían que seguir manteniéndola, y no sólo con trabajos de pago mínimo y de los más sucios, sino que esta vez debía hacerse cargo de algo más... internacional. Sus labios carmesí se curvaron en las comisuras y sus cuadradas gafas Leopard bajaron por el fino tabique de su nariz respingada.  
-Carne fresca- pensó con toda la expectativa de finalizar lo antes posible el empleo que le había otorgado el viejo Albec Fleming.
El tío Albec era su mentor y su socio en aquellos trabajos, los cuales administraba o sólo buscaba una mano que lo ayude con los propios. La había criado para seguir en el trabajo de toda su vida para cuando él muera, pero todo se había adelantado ante el aviso médico de que su tío se estaba deteriorando hasta no respirar por un cáncer pulmonar.
Se acomodó el escote del vestido brillante y ceñido en un movimiento, alargó su mano hacia su cabello ondulado y bien distribuido en pinzas, y ya se sentía una nueva versión de ella: una glamorosa y sexy mujer que aún no se reconocía en el reflejo de un espejo con tanto maquillaje y dinero sobre su cuerpo por un simple vestido de poca tela.
-No es cualquier tela, mi niña...- se quejó Albec cuando vio que los ojos de su sobrina se ensanchaban al escuchar el precio y se entornaban jodidamente enojados con esa molestia de su tío -Es de seda natural y satén dorado bordado con oro de diez quilates
Sólo lo usaría una vez y lo tiraría al fondo de su armario. Lo miró de nuevo, cada detalle dorado por sus muslos, curvando su cintura y trató de desarrugarlo con las manos.
Todo debía salir bien.
Respiró hondo con los ojos cerrados y guardó sus preciadas gafas en su bolso. Todavía no entendía cómo una mujer podía ser feliz con ese sobrecito feo. Debía aparentar ser una de ellas, esas modelos finas, piernas largas y bronceadas, sonrisa deslumbrante y gran vicio por el sexo y la fama.
El vestido no era lo único que desencajaba con ella, los tacones agujas en animal print la estaban torturando. No había seguido una carrera militar para caminar sin sus borceguís más viejos y cómodos. Por suerte, sabía caminar en ellos como si fueran una extensión de sus piernas gracias a otras diligencias y trabajos que necesitaron del perfil sensual y atrevido de Mercedes Fleming Dunahen, conocida como Mercy Dunahen en sus misiones.
El vocerío de la multitud concurrida en la gala de beneficencia no podía siquiera esconder la vibración de la risa del anfitrión entre el círculo que lo rodeaba: empresarios, mujeres atentas pero igual de perdidas en sus palabras y solamente sonriendo, hombres sofisticados, entidades políticas y muchas personas más.
-Creo que no vinieron a verme a mí…- todos rieron como si eso fuera gracioso -Estamos aquí por los niños enfermos que necesitan los equipos necesarios para  quimioterapia- su voz se engrosó al tornarse serio.
Un alma solidaria.
Por alguna causa, Mercy quedó distante y decidió escuchar su discurso...
-Sabemos que cualquiera de nosotros podemos costear un tratamiento, que Dios no lo permita, si padecemos una enfermedad grave como lo es el cáncer. Pero el treinta y cinco por ciento de los damnificados en enfermedades como ésta,  la leucemia y hasta enfermedades venéreas, son los menores de cinco años de bajo nivel económico. Tenemos que acudir a estas colectas para ayudarlos a que tengan una mejor calidad de vida…
Aplausos y ovaciones.
Ella era una de las que ovacionaban fervientemente y no entendía mucho por qué estaba en la mira de Albec y sus ejecutivos. Ese hombre no encajaba con una especie de magia estadounidense. 
Tenía que averiguar el propósito de que tenga que desaparecer de la faz de la Tierra y por obra de sus manos.
-Bueno, ¿qué estamos esperando?- sonrió noble y gentil a todos los invitados que lo rodeaban ante el speech honesto acerca del propósito de la recaudación de aquella fiesta extraordinaria -Empezaremos con una sustanciosa subasta de pinturas y esculturas exorbitantes, realizadas por Jeanne Nicholson y Magales Hellen, grandes artistas contemporáneos y muy llamativos. Sé que por aquí hay muchos fanáticos de ellos…- se rio flameante y sus dientes perlados brillaron de la misma blancura que su camisa almidonada sobre una chaqueta negra, opaca y elegante en juego con sus pantalones pinzados.
-¡Siempre tan afable, Joseph!- se escuchó entre la muchedumbre y él volvió a sonreír y sus ojos bajaron al suelo. 
-Gracias, saben por qué esto me apasiona tanto. Natalie hubiera querido, en este momento, estar ayudando en una causa en la que ella fue diagnosticada y que me la quitó, como en la que ella siempre estuvo involucrada- volvió a un tono sombrío y tenso -Hoy, por ella, quiero ayudar en la lucha contra el cáncer...
Más alabanzas llenaron el salón.
-¡Oh, la pobre Natalie!- una señora a su lado susurró angustiada. Mercy la observó y notó la misma tristeza que yacía en los ojos del empresario Joseph Craig.
-¿’Tenía una hija?- pensó mientras él seguía hablando de dónde se destinaría el dinero adquirido en la subasta -¿O una novia difunta?
-¡Por Natalie!- un hombre joven levantó una copa burbujeante y el salón quedó en silencio mientras levantaban sus copas.
No tenía nada en sus manos para brindar. Decidió retraerse a donde nadie la viera y observarlo más detenidamente.
Ya no escuchaba la pétrea y gruesa voz de él detrás del cortinaje que separaba el salón principal de subasta del salón-comedor. Volteó hacia las mesas y suspiró gastada como si hubiera corrido una maratón. Todavía no entendía por qué se sentía sofocada, o hasta culpable. Cuando entró en la fiesta estaba dispuesta en engatusar y asesinar a un frío empresario, pero ese hombre que había identificado como el centro de atención de la gala y un ambicioso hombre de negocios, se había esfumado al verlo afligido por una causa personal de la que ella no estaba informada.
¿Qué sucedía con Albec?
¿Por qué lo quería muerto?
-Un millón y medio de dólares…- la euforia se había disuelto en su mente y se había remplazado por culpa, pero todavía podía sentir la ambición en sus venas frígidas y su mente calculadora con sólo hacer rodar su cabeza.
-Señorita, ¿se encuentra bien?- escuchó bajo detrás de ella y la inercia de la curiosidad, la hizo voltear.
Era apuesto y alto, pero ella sabía muy bien que su estatura no era problema en cuanto a su conocimiento en la defensa personal, ojos oscuros como los gránulos de café y calientes sobre su mirada verde marina que se escurría a raudales como arroyos fulgurantes de deseo. Sus labios eran rosados y parecían un dulce masticable y adictivo en la boca de una mujer, junto a los hoyuelos de su sonrisa blanquecina y el rastro de que se había afeitado hace pocas horas. El cabello, un enjambre distendido de hebras oscuras y crespas sobre su frente, corto de una manera voluminosa y más atractiva que un corte al ras de un militar.
Todo lo que tenía que ver con la militancia, su cuerpo lo rechazaba como los lácteos. Ella había sido parte de ellos y aunque por sus entrenamientos, sus años dedicados a las armas y la defensa, Mercy detestaba a cada uno de los estúpidos patriotas que la habían basureado en su adolescencia.
Albec la había ayudado a salir de aquel calvario machista y se había comprometido con su tutela hasta su mayoría de edad.
Hace ya diez años que vivían juntos, que la había adoptado casi como una hija y la había instruido en el trabajo familiar… El cual hoy tenía que cumplir por una suma impensable de dinero y por su futuro en el negocio.
Todo por su cabeza morena… 
-Sí, estoy bien- sus ojos, arriba de su cabeza, brillaron calmos sobre los suyos.
Él asintió con la cabeza con tranquilidad.
-Perdón por acercarme así, pero parecías sofocada- le dijo amable -¿Te conozco de algún lado? Siento que ya te he visto...- cambió de tema velozmente. Su sonrisa se volvió a incrustar en su rostro anguloso y rasurado.
-No lo creo- le dijo misteriosa y se rio galante -No soy del tipo social.
Se había alejado de todos por ella.
Curioso.
-Y si no lo eres, ¿qué haces en este evento y con ese vestido millonario?
Ella se rio tímida y cruzó los brazos sobre su busto.
-Creía que los hombres no sabían de vestidos.
Él se volteó y miró a las personas que estaban a sus espaldas mientras le hablaba, pendiente de la masa de invitados.
-Es una larga historia- se mordió el labio y siguió sonriente al volver su mirada a ella, la mujer dorada y preciosa como una tiara real.
-Bueno, no creo que ninguno de los dos tengamos tiempo en este momento- miró por encima de su hombro y notó que un grupo de unas tres personas se acercaban hacia ellos. Tomó su bolso cobre debajo de su brazo, lo miró fijo antes de saludarlo con la mano cortésmente, silenciosa, y se fue de su lado.
-¿Te vas?
Ella sonrió victoriosa cuando escuchó desdén en la voz masculina detrás de su espalda descubierta.
-¡Ey, Joe!- la voz de un hombre simpático no lo hizo siquiera darse vuelta.
Sus ojos estaban en ella. 
-¿Qué pasa, Bruce?- le contestó todavía distraído en ella.
A mitad de su camino hacia los mesones ornamentados con arreglos de flores y cintas plateadas, él no dejaba de verla como si no quisiera que se vaya de su cercanía. Ni la presencia de sus amigos habían ayudado en su plan de dejarlo en ascuas sobre quién era ella, pero él estaba dispuesto a saber algo más sobre ella.
-Estábamos preocupados, hombre. Te esfumaste sin que nos diéramos cuent…-
-Si tienes que irte, por lo menos, dime tu nombre antes de desaparecer- interrumpió a su amigo. Hablaba suavemente aunque su voz había retumbado en el espacio vacío. Sus amigos estaban pendientes de toda esa evasión a causa de ella. No parecían enojados, sino curiosos.
-Adiós, Craig…- le sonrió aún más misteriosa y coqueta.
-No es justo, sabes quién soy y yo no...- se quejó y ella no volteó de nuevo. Sólo quiso dejar el enigma en pugna y salir de su vista.
Joseph Craig había caído en las garras de una asesina remunerada por su muerte y que desde el momento en que puso sus ojos encima de su esbelto cuerpo dorado, cavó su propia tumba...

~-~-~-~

Espero que les guste esta historia como a mí me gusta escribirla, es la primera vez que empleo algo más intrigante y accionado que la mayoría de mis novelas, pero parece que me sienta bien...
Disfruten y comenten lindo...♥

Victoria Martínez...

qe GRAN escritora eres!! de verdad!!! amé el capitulo *.* por favor siguela pronto! ya quiero leer más

Wow q mala jejej siguela y gracias por leer la mía a pasara con joe y los demás jonas ???

SuzzeyMVy escribió:Wow q mala jejej siguela y gracias por leer la mía a pasara con joe y los demás jonas ???

Ya verán jajajaja Todo puede pasar y más con los 3 :) Gracias por leer :D

Nueva lectora!
Se ve buena :)
Y escribis geniallll!
En serio!
Siguela :)

~ Capítulo II ~

Se le había escapado de las manos y eso, en el momento en que ella se alejaba entre las mesas, lo estaba matando.
-Así que te gusta…- bromeó una rubia encadenada al brazo de Bruce, el mejor amigo de Joseph.
-A cualquier hombre le gustaría esa ricura- el sentido lascivo de Jeremy lo hizo enojar. Se contuvo rápidamente y fingió una sonrisa cómplice.  
Él la había visto primero, por Dios, la había observado desde el momento en que pisó los parquets sepia y blanco marfil del salón, ese que acompañaba en perfección con el color oro de su vestido de satén a medida y su cabello castaño abrillantado como si tuviese una constelación en cada una de sus onduladas mechas. Sus ojos eran lo que más lo habían impactado, el agua marino que acunaban sus pupilas brillantes y pequeñas, mostraban el misterio de una mujer bella y confiada en ella misma, algo que no veía regularmente en las chicas que lo rodeaban.
-¡Esa mujer es espectacular!- Diana, la esposa de Bruce, confesó sin celosía -Hay que tenerlos así, nerviosos y dependientes.
-Tú eres una experta en el misterio…- su esposo dijo sonriente -Te seguí semanas y no me decías ni la inicial de tu nombre de pila.
Todos rieron.
-Pero mira, Diana. Lo cachaste bien de las pelotas- Jeremy, con su sagaz humor, la hizo sonrojar.
-Eso era lo que quería: tenerme de dónde más quería aprovechar… Y lo sigue haciendo- la miró a su mujer con los ojos a rojo vivo. 
-Por suerte, te dejas…- le guiñó el ojo y le besó la mejilla barbuda.
Joseph estaba feliz de que su amigo, después de tantas relaciones fallidas, había encontrado una mujer dulce y que lo amaba con todo su ser.
Cada vez que los observaba, su boca se torcía en una sonrisa orgullosa.
Junto a Jeremy, eran los únicos que no estaban de acuerdo con el matrimonio y nunca lo estarían, aunque Jeremy solamente pensaba en aventuras con excéntricas modelos y fiestas alocadas en Las Vegas todos  los fines de semana.
-Creo que es hora de empezar la subasta.
Todos quedaron en silencio y Bruce con su esposa se fueron hacia el salón principal. Joseph los siguió mientras seguía carburando el enigma de la mujer dorada. 
-Alguien tiene que saber su nombre en esta fiesta…- pensaba cada vez con más frecuencia, cada vez que saludaba a alguien, tenía la duda de preguntar por ella. Había tenido el valor de hacerlo con algunos conocidos pero sólo había encontrado más decepción en su búsqueda inacabable.
Una febril impotencia lo estaba enloqueciendo y sólo porque quería saber el nombre de aquella hermosa gatita egipcia que lo había dejado magullado de curiosidad.
-Mujeres como ellas son difìciles de encontrar- pensó al mismo tiempo que el gobernador le platicaba sobre el aumento de impuestos, algo que no le interesaba más que el clima -¿Por qué no quiso decirme su nombre?
A veces, sentía que su popularidad lo estaba desgastando y pronto, se haría polvo como su padre cremado.
La idea lo aterrorizó, pero la imagen volátil de aquella mujer lo elevaba a un sentimiento más... divertido, se podía decir, que los impuestos y los hijos de Barcley.
-Señor Craig, tengo que retirarme- finalmente, dejaba de hablar de sí mismo -Mi esposa quiere llegar a la villa para dormir a los niños.
-Entiendo, señor. También me iría temprano si fuera así, los hijos están para atender.
-Exacto- sonrió el gobernador mientras su esposa saludaba a todo el grupo -La cena fue fantástica y una subasta muy bien recaudada.
-Será de mucha ayuda para el St. Peterson y su centro de niños.
-El jueves tenemos la reunión. Saludos a su madre.
El señor Barcley se fue de su vista.
Instantáneamente, el salón comenzó a vaciarse y su reloj de platino daba la medianoche.
¿Qué estaba sucediendo a su alrededor?
¿De qué se estaba perdiendo? O más bien, ¿cómo fue que se quedó tan solo un día viernes por la noche?
Tenía la respuesta: estaba solo.
Aunque le doliera admitirlo, así estaba y si realmente la vida estaba pagándole los errores, no le estaba agradando.
Había tenido la sensación de que Jeremy lo invitaría a tomar unas copas, pero el muy sinvergüenza se había escapado con una periodista rubia a su apartamento.
Sólo quedaban los mozos, las mesas vacías y él…Su madre estaba en desacuerdo con la beneficencia y, aunque todos habían preguntado por Ágatha, no se había ni siquiera molestado en aparecer. Ni siquiera por su bendito status social.
Ya estaba acostumbrado a pasar la noche solo, quedarse en su casa con un buen champagne y una clásica película en su pantalla de plasma. Pero eso no lo entretenía como quisiera y ya se estaba sintiendo demasiado solo, al contrario de toda su carrera empresarial. Las fiestas, reuniones y más se habían extinguido en el momento en que la fiebre del matrimonio le afectó a todos sus amigos y colegas.
-Tuve suerte de ser inmune- pensó mientras caminaba hacia la cocina. Todavía estaban ordenando la vajilla y la mayoría de los cocineros se habían ido en el momento de la subasta. Habló con los organizadores y los felicitó por la gran paciencia y la mejor fiesta de los últimos años.
Ya era hora de irse a su casa y la idea no le apetecía. Sentía que estaba envejeciendo aunque todavía tenía treinta y dos años.
-No es mucho…- volvió a pensar mientras conducía hacia Bel-Air, dónde tenía su casa de verano.
Muchas veces, tenía la sensación de que se había excedido con la compra de propiedades, ya que tenía más de siete condominios en todo Estados Unidos. Sus casas favoritas estaban en New York, Chicago y California, las demás eran sólo bienes.
Tenía que empezar a deshacerse de lo que no le servía…
Sentía que su vida social había cambiado y que su vida personal también tenía que adaptarse a su aburrido y más conservador estilo de vida, aunque la idea le aterraba.
Su vida de locura y glamour se estaba yendo demasiado rápido…

~*~

Mercedes se había quedado para observarlo unas horas más, en algún recoveco que él no la descubriese.
Había sido fácil, por suerte, pero todavía no entendía el por qué tenía que eliminarlo.
Su celular volvió a vibrar…
-¿Ya lo tienes?
-Sólo hemos hablado, pero lo he dejado intrigado.
-Excelente, sobrina…- escuchó una tos fuerte y luego siguió -Todos esperamos que el trabajo salga bien, o mejor de lo que se merece.
-Tío…- suspiró antes de tratar de encontrar más información -No parece ser un hombre de negocios…ya sabes, de los que tú haces.
-Eso aparenta…- su risa tosca la dejó inquieta de curiosidad -… no te dejes engatusar, niña. Él que tiene que ser engañado es él… y morir como se lo merece.
-Lo entiendo perfectamente.
-Así me gusta…Acuérdate que es mucho dinero sólo porque deje de respirar. Te mereces unas buenas y elegantes vacaciones- seguía con ese tono burlón y demacrado, a causa de su deterioro en los pulmones.
-Entendido.
El celular quedó en silencio en su oído mientras no podía dejar de mirarlo. No entendía qué mierda había hecho para estar en problemas con F&L Associates, el grupo ejecutivo de su tío y su socio Gregorie Lulam.
Apoyó su espalda descubierta en una gran columna y cerró los ojos en el momento que largó todo el aire que tenía en los pulmones.
Hace tiempo que su trabajo sólo era una molestia sucia y pobre, de algo que sólo sabía quejarse pero que cumplía sin titubear y en ese momento, sólo por aquel hombre de fino traje y ojos cafés profundos que la haría millonaria, el pulso le temblaba…
-¡Por Dios! ¿Qué te sucede?- interiormente se preguntó y sólo encontró un vacío más insoportable que la duda de si podría matarlo.
Realmente, se estaba debilitando.
-Enfócate- sus ojos seguían fuertemente cerrados. Los abrió despacio, como si el temor de saber que se estaba convirtiendo en una cobarde lo asimilara en el momento en que lo viera de nuevo a los ojos.
No tenía que ser así.
Tenía que matarlo aunque aquel hombre le agradara, joder, era más que agrado y ella no podía aceptarlo. No en su trabajo.
Él estaba allí, en medio de la gente con una sonrisa blanca y perfecta, educado y buen anfitrión, no dejaba a nadie sin saludar, charlaba, reía y se presentaba con todos.
"A veces, los que menos pensamos que nos pueden hacer daño, son los que más lejos hay que tener, sobrina…"
Aquel consejo le había caído como un cubo de agua fría.
No era así, ella no tenía que creer que era así.
O tal vez, era lo mejor.
-Tengo que encargarme de él antes de que sea aún más difícil…
Caminó hacia la entrada y miró hacia atrás. Él seguía sonriente y acogido por muchas personas importantes. Aunque en una remota idea, una muy lejana, ella pensara que encajaba allí, no era cierto.
Ella siempre será la matona de la ciudad…
Quiso dejar esas estupideces junto con él e irse del salón con la cabeza en blanco, pero era imposible: Mercy tenía el plan en mente y todo ordenado en su cabeza: ya no había vuelta atrás…
Joseph Craig iba a morir…


Comenten y disfruten... Gracias por la buena onda y su participación en este espacio.

Victoria Martínez♥

Hola Vicky!!! por fin dejo mi comentario!! no sabia que también iba a salir kev y nick!! eso es genial!! :D pero no pasara lo mismo que en closing our chapters y no se quede con Joe!! sabes que Joe me mata!! y en el final de la nove me hiciste llorar!! pero después de todo ame la nove!!
saludos!!