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"Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
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Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Veintitrés
____ clavó los ojos en el vestido extendido sobre la cama, y luego levantó la mirada hacia Joe.
—Deberías haberme advertido —le reprochó. Estaba furiosa. Joe acababa de decirle que tenía que asistir con él a una fiesta. Se lo había comunicado como la constatación de un hecho, sin darle opción a negarse.
—Te has negado a asistir todas las veces que te han invitado —contratacó él—, ¿Por qué?
—Porque la fiesta es para recaudar fondos para un hospital y no me gustan los médicos —respondió ella arrastrando las palabras—. Aunque quizá sea más acertado decir que los desprecio. De hecho, apenas puedo soportar al mío. ¿Te parece razón suficiente?
—No. —La sonrisa de Joe fue tensa y fría; su mirada, dura y penetrante—. Es necesario que asistas. Nadie esperará que estés allí esta noche, en especial el médico que está tan resuelto a matarte.
Su mirada decidida aumentó el enfado de ____. Normalmente aquella expresión no presagiaba nada bueno.
—Intentas obligarme a recordar quién es —le espetó airada—. Quieres que lo identifique.
—Si identificas a ese maldito hijo de perra, también atraparemos a Orión. La élite de la medicina estará esta noche en esa fiesta. Y, por lo que sabemos, el cliente de Orión es uno de los investigadores médicos más importantes del mundo. Estará allí.
—Entonces, ¿por qué tengo que ir yo? —____ sentía que el pánico le oprimía el pecho. Evitaba a los médicos como a una plaga, igual que evitaba todo lo relacionado con Jansen Clay—. Tú mismo lo has dicho, lo único que hay que hacer es capturar a Orión. Él dirá quién es su cliente.
—O viceversa —le recordó Joe—. Si identificamos al científico con rapidez, no le dejaremos escapar. Ni siquiera aunque sea extranjero y tenga pasaporte diplomático.
—Es americano. —Las palabras salieron de los labios de ____ antes de que ella se diera cuenta de lo que estaba diciendo.
—Estás recordando más cosas. —Joe se acercó a ella y la observó atentamente—. ¿Qué has recordado desde que tuviste la pesadilla, ____?
La joven se pasó los dedos por el pelo, luchando contra el miedo que la atenazaba.
—No quiero ir a esa fiesta —murmuró—. No puedes obligarme.
—No. —Él negó con la cabeza—. No puedo obligarte, ____. Pero si dejas que el miedo te controle, jamás tendrás la vida que sueñas.
—¿Qué sabes tú de mis sueños? —le acusó con voz ronca—. Como bien sabes, Joe, no tengo sueños.
Él curvó los labios en una sonrisa triste.
—Sé que tienes sueños, ____. Tienes incluso planos de la casa que te gustaría comprar. Una casa con una valla blanca. He visto la foto en tu dormitorio. Sé que no derrochas el dinero. Te gusta la ropa bonita y sexy, pero te da miedo ponértela. Sé que sueñas con tener una familia. Un marido e hijos. —Algo ardió en los ojos de Joe en ese momento; una emoción que ella no pudo identificar.
—Es lo que sueñan la mayoría de las mujeres —replicó encogiéndose de hombros.
—Quieres ir al desierto —continuó Joe en voz baja—. Quieres sentir la caricia de la brisa y el calor del sol en la cara.
____ le dio la espalda, decidiendo en ese momento que sólo viajaría al desierto si él la acompañaba.
—Tienes que hacerlo, ____. Tienes que vivir la vida que quieres. ¿O acaso vas a dejar que Orión o ese otro hombre que te atormenta impidan que veas realizados tus sueños?
____ odió esa fría lógica. Odió la mirada en sus ojos que le decía que ella haría lo que fuera necesario aún cuando no se sintiera segura de ello.
Miró de nuevo el vestido. Era, sencillamente, precioso. La tela de color bronce oscuro brillaba bajo la luz, y a su lado reposaba una caja con unos zapatos de tacón y un bolsito que le irían a la perfección. Incluso las braguitas hacían juego.
El vestido estaba cubierto de abalorios diminutos cuya tonalidad variaba desde el color dorado y bronce a un brillante negro azabache en el dobladillo. Parecía como si estuviera cubierto de polvo de estrellas.
—Desde luego, no quieres que pase desapercibida —murmuró ____.
—Una mujer segura de su sexualidad y del efecto que causa en su amante quiere llamar la atención —susurró él con voz ronca y oscura—. Una mujer con tu valor, curada del trauma que ha sufrido, debería ser audaz y atrevida cuando su amante la anima a ello.
—Me estás desafiando —suspiró ____—, lo noto en tu voz.
—¿Desafiándote a vivir plenamente? —preguntó Joe—. Sí, eso es justo lo que estoy haciendo. Desafiándote a vivir.
____ cruzó los brazos sobre el pecho y clavó los ojos en el vestido otra vez.
—¿Y si me derrumbo? —Ahora no pudo mirarle—. ¿Y si lo veo, lo reconozco, y me derrumbo?
—No permitiré que eso suceda. Te apoyarás en mí. Sabrás que estás a salvo, segura bajo mi protección. No te derrumbarás. Me dirás quién despierta tus sospechas e investigaremos e interrogaremos a esa persona. Así de simple. Y te prometo que él sí se derrumbará. En ese momento todo habrá acabado.
Igual que Bailey se había derrumbado, pensó Joe con tristeza. Su prima le había dicho finalmente a John todo lo que sabía y por qué buscaba a Orión. Estaba segura de que su primo, David Abijah, no había muerto y quería buscar la confirmación en Orión, además de atraparlo.
Ella asintió lentamente mientras deslizaba los dedos por la frágil tela del vestido.
—¿A qué hora nos vamos?
—Saldremos de aquí a las ocho con Tehya y Jordan, y nos reuniremos con tu abuela y su acompañante en el hotel donde se celebrará el baile. También asistirán Kira e Ian Richards.
—Sólo falta una hora —murmuró ella—. No me has dejado mucho tiempo para prepararme.
Joe se acercó a ____ en dos zancadas e hizo que se girara hacia él.
—No quería que te preocuparas antes de tiempo —le explicó en voz baja—. Tienes una hora para vestirte. Habrá un buffet en el baile por si tienes hambre.
Ella negó con la cabeza, haciendo que los sedosos cabellos rubios con mechas multicolores se agitaran en torno a sus hombros.
—No tengo hambre.
____ levantó la mirada y él vio la preocupación en sus ojos.
—¿Crees que no te protegeré?
Ella sacudió la cabeza.
—No dejarás que me haga nada.
—No, no le dejaré —prometió—. Nos enfrentaremos a esto juntos. Y tú vas a causar sensación en ese baile como la bella mujer que eres.
—Sólo soy hermosa para ti —susurró ella.
—Eres hermosa y punto. —Joe le acarició los labios con el pulgar—. Y esta noche, eres mi mujer. Mi preciosa mujer. La única que capta toda mi atención.
No era más que la verdad. Ella ocupaba cada rincón de su alma.
—Tengo que darme una ducha. —____ respiró hondo, pero seguía pálida y su expresión no estaba exenta de temor.
¿Cómo había sido ____ capaz de sobrevivir?, se preguntó Joe cuando ella se dirigió al baño. ¿Cómo había podido resistir durante esos últimos ocho años, sin perder su inocencia y bondad?
No se había convertido en una cínica, y tampoco era cobarde. Al contrario. Se enfrentaba a sus miedos y al peligro que la rodeaba con una fortaleza de espíritu admirable.
Suspirando, abrió el móvil y llamó a Jordan.
—¿Sí? —respondió el comandante al primer timbrazo.
—____ está de acuerdo —le comunicó Joe.
—Bien —aprobó Jordan—. Todos están en sus puestos. Nos hemos encargado de que Mac Knight reciba una invitación y me llamará si ve a Orión. También tenemos la información que Bailey nos dio sobre el médico. Era escasa. Americano, grande, manos alargadas, lo que concuerda con los informes de las pocas víctimas que sobrevivieron a sus experimentos. Pero hay algo que desconocíamos. Bailey sospecha que James Walter, uno de los médicos miembros de la operación que se llevó a cabo en Ucrania, es un traidor. Y por lo que sabemos, también tiene planeado asistir a la fiesta esta noche.
Joe negó con la cabeza.
—Es imposible que Walters sea el científico que buscamos. ____ estaba demasiado tranquila cuando lo vimos, y en su subconsciente, sabe quién la violó. Lo hubiera reconocido.
—Aún así, no estaría de más investigarlo —adujo Jordan—. Esta fiesta es nuestra mejor oportunidad para atrapar a Orión y a su cliente, o al menos a uno de ellos. Es todo lo que necesitamos. Hemos decidido que es más seguro que Tehya y yo salgamos antes que vosotros. Travis os llevará en la limusina y Nik os seguirá. Nos reuniremos todos en el vestíbulo del hotel con la abuela de ____.
—De acuerdo —convino Joe. Cortó la comunicación y observó la puerta del cuarto de baño.
Quería ducharse con ____. Quería recrearse la vista en ese cuerpo curvilíneo y amarla para distraerla y aliviar sus miedos.
Pero ya era tarde.
Se le había acabado el tiempo.
Abrió al armario para sacar el traje de seda gris que había traído con el vestido de ____ y, conteniendo el deseo de ducharse con ella, se dirigió al baño del otro dormitorio.
Necesitaba recordar cómo era estar sin ella. Pronto la perdería y tenía que estar preparado para ello. Si esa noche todo salía según lo previsto, ____ estaría a salvo y él tendría que vivir sin ella.
«Sin ella.»
Las palabras resonaron en su mente, en el corazón, en el alma.
Tendría que vivir sin ella.
El vestido era precioso.
____ escuchó el suave sonido que emitía la falda en torno a sus piernas cuando Joe y ella recorrieron el pasillo hacia el ascensor. Él la llevaba de la mano y la mantenía a su lado. Podía sentir el calor masculino, el poder y la tensión que irradiaban de su cuerpo.
También ella estaba tensa. Cuando se abrieron las puertas del ascensor y entraron en él, sintió que el estómago se le encogía de miedo y que su pulso se desbocaba. Pero justo en el instante en que creyó que su corazón estallaría, las puertas se cerraron y se encontró de repente entre los brazos del hombre que amaba, contra su pecho, presa de sus besos.
—Me vuelves loco —gimió Joe alzándola y apretando sus caderas contra las suyas para que la joven pudiera sentir la enorme erección bajo los pantalones—. Pareces una llama resplandeciente con ese vestido, ____. Eres tan hermosa que me dejas sin aliento.
Ella sonrió al ver el deseo en los ojos y en la expresión de Joe.
—Deberías haber reservado algo de tiempo para echar una siesta antes de salir —susurró.
—¿Una siesta?
—Bueno, supongo que hubiéramos podido encontrar algo que hacer en esa cama aparte de dormir. —____ estaba tratando de bromear. Intentaba aliviar su miedo y la tensión de él.
—Muchas cosas —convino Joe cuando el timbre del ascensor anunció que habían llegado al vestíbulo—. Cosas que sin duda nos habrían retrasado.
Las puertas se abrieron y él la soltó, pero mantuvo la mano en la espalda de la joven.
—Señorita Clay, nunca la había visto tan guapa. —Clive Stamper le brindó una sonrisa radiante al verla entrar el vestíbulo.
—Gracias, Clive —respondió nerviosa mientras el portero mantenía la puerta abierta.
—Que pasen una buena noche, señorita Clay, señor Jonas —les deseó cuando pasaron a su lado.
Atravesaron la acera y esperaron en silencio a que Travis les abriera la puerta de la limusina.
Joe la ayudó a subir al vehículo, se sentó a su lado y la rodeó con un brazo para acomodarla en su regazo. La puerta se cerró tras ellos y, unos segundos después, la limusina se alejó del edificio.
—No sé si podré hacerlo —susurró ____.
—Estoy aquí, cariño. —La estrechó contra su pecho y le acarició la espalda con la mano mientras la besaba en el cuello—. Nada ni nadie te tocará esta noche, salvo yo. ¿De acuerdo?
Ella inspiró con nerviosismo. Quería gritar, exigirle a Joe que diera la vuelta y la llevara a casa.
—¿Recuerdas la noche que nos conocimos?
____ sintió su aliento en el cuello y se estremeció de placer. Asintió con la cabeza.
—Estabas nerviosa, asustada. Tenías los ojos agrandados por el miedo, pero te obligaste a sostener mi mirada, a besarme, a bailar conmigo. Tu coraje me asombró. Me impresionó.
Ella negó con la cabeza.
—Eso fue distinto.
—¿Por qué fue distinto? —le preguntó al tiempo que le acariciaba suavemente el lóbulo de la oreja con la nariz.
—Sabía que iba a acostarme contigo —confesó con voz trémula—. Lo había decidido antes de llegar al club.
Él se quedó paralizado.
—¿Lo habías planeado de antemano? No me conocías, ____. Podría haber sido peligroso. —Había una dureza en su voz que hizo que la joven se estremeciera.
—Emily me había dicho que eras muy atractivo. —Le sonrió a modo de disculpa y le acarició el pelo mientras buscaba su oscura mirada—. Tenía razón, Joe. Eres devastador para los sentidos de una mujer.
Él soltó un gruñido.
—¿Y decidiste acostarte conmigo basándote en eso?
—En realidad, estuve a punto de echarme atrás. —Tragó saliva ante el recuerdo—. Pero cuando te vi... Cuando te vi, Joe, supe que tenía que hacerlo.
Enterró su rostro en su pecho y lo abrazó con fuerza.
—Me aterra tu valor, ____ —susurró suspirando sobre su pelo.
—No creo que tenga tanto valor. —Alzó la cabeza y miró por la ventanilla; estaban en las afueras de la ciudad, cada vez más cerca del hotel donde se celebraría la fiesta—. Estoy muy asustada, Joe.
—No hay razón para tener miedo, cariño. —Le colocó algunos mechones que se le habían soltado detrás de la oreja—. Esta noche alternaremos con nuestros amigos, bailaremos y observaremos a la gente. Nada más.
—Gente horrible —murmuró ella.
Presentía que el hombre que la había torturado estaría allí esa noche. Con sus enormes manos hirientes. Con su voz mesurada y fría.
—Gente horrible —convino él—. Pero estarás a salvo, te doy mi palabra. Identificaremos a ese hijo de perra si se atreve a ir a la fiesta y luego lo dejaremos en manos de los demás. ¿De acuerdo?
____ lo miró directamente a los ojos.
—Estás mintiendo —le acusó—. No piensas dejarlo en manos de nadie. Lo matarás tú.
Él le devolvió la mirada, suavizando su expresión antes de asentir lentamente con la cabeza.
—Sí, lo mataré por haberse atrevido a tocarte —dijo arrastrando las palabras—. Lo mataría sólo por eso aunque no hubiera hecho nada más.
Pero había más. Él tenía un asunto pendiente con los dos, con Orión y con el médico. Los amigos de Joe habían muerto por culpa de ellos. Porque eran sus amigos, ¿no? Lo observó con atención, y de pronto, al ver el parpadeo de culpa y dolor en sus ojos, supo la verdad.
—Las personas de las que me hablaste, las que mató Orión... Eran tus padres, ¿verdad? —susurró ella—. Y el hijo, ¿era tu hermano?
Él negó con la cabeza lentamente sin apartar la vista.
—No, no tuve hermanos. No me quedó nada cuando Orión destrozó mi familia. Me obsesioné con él. Me obcequé tanto con la venganza que acepté convertirme en un muerto viviente para derramar la sangre de mis enemigos. —Inclinó la cabeza y rozó los labios de ____ con los suyos—. Y cuando todo esto acabe, volveré a estar solo. Pero al menos ahora tendré bellos recuerdos a los que aferrarme. Te recordaré siempre, cariño. Siempre. Recordaré tus besos, tus caricias. Recordaré que me hiciste arder de pasión. Eso es mucho más de lo que había pensado tener jamás, ____.
Ella lo miró estupefacta. Joe era David Abijah, el agente del Mossad que se suponía había muerto a manos de Orión cuando estaba a punto de atraparlo.
Sintió un nudo en la garganta y su corazón se llenó de dolor por todo lo que él había perdido.
—No tiene por qué ser así —musitó—. No tienes por qué marcharte, Joe.
Él puso un dedo sobre sus labios.
—Soy un hombre muerto, ____. Hice un juramento y renuncié a cualquier sueño sobre el futuro. No puedo romper ese voto, cariño. Ni siquiera por lo más hermoso que me ha pasado en la vida, por la mujer más valiente que he conocido nunca.
A ____ le temblaron los labios. Al menos no la amaba, pensó. Podía amarlo y perderlo; pero pensar en Joe amándola y renunciando a cualquier vida con ella, la habría destrozado.
—Siempre estaré aquí para ti —le aseguró—. Puedes volver cuando quieras.
Podría abrazarla cada vez que quisiera. Le esperaría.
Él negó lentamente con la cabeza.
—Tienes que rehacer tu vida, cariño. Yo ya he perdido la mía. Vive tus sueños, respira el aire del desierto. Construye la casa que tanto quieres y llénala de niños. Sé la mujer con la que sueñas ser.
El único sueño que a ____ realmente le importaba era ser su mujer.
Tratando de dominar las lágrimas, miró por la ventanilla y observó que la limusina abandonaba la interestatal y entraba en la ciudad. Estaban en la recta final. Quería gritarle a Joe que dieran la vuelta, que regresaran a casa, consciente de que cuando la misión se hubiera terminado, nadie la abrazaría.
Pero se limitó a bajarse de su regazo, a reunir los restos de coraje que él pensaba que tenía y a obligarse a guardar silencio con regia dignidad.
Sólo los niños tenían rabietas, se dijo a sí misma. Sin embargo, quería comportarse como una niña malcriada. Quería gritar y enfadarse. Quería luchar contra el destino que había decidido que no podía tener al hombre de sus sueños.
—Nos reuniremos con tu abuela y la mayor parte del equipo en el vestíbulo del hotel —le recordó entonces Joe—. Entraremos en el salón de baile, beberemos algo y alternaremos con la gente. Buscarás a los médicos que conoces y me presentarás como un amigo tuyo. Si reconoces al cómplice de tu padre, apóyate en mí. No lo mires fijamente. Sólo dime que estás cansada y que quieres irte. Me dirás su nombre cuando abandonemos el salón de baile.
—¿Y luego qué? —____ observó cómo las luces del hotel aparecían ante sus ojos.
—Regresaré contigo al apartamento y los demás nos seguirán. Trazaremos un plan e iremos a por él. Así de simple.
—¿Me dejarás sola?
—No estarás desprotegida, te lo juro. —La mirada de Joe era penetrante y posesiva—. ¿Lista para salir?
—Tanto como puedo estarlo —respondió ella en voz baja al tiempo que el coche se detenía en la entrada del lujoso hotel.
Al instante, el portero del hotel se acercó y abrió rápidamente la puerta de la limusina.
Joe salió del vehículo con un ágil movimiento y ayudó a ____ a bajar del vehículo.
La joven se quedó quieta por un instante y respiró hondo. Podía hacerlo, se aseguró a sí misma. Joe dependía de ella. Orión y el médico que lo había contratado habían acabado con la familia del hombre que amaba y Joe merecía vengarse.
Sintió la mano de él en la parte baja de la espalda, un peso cálido y reconfortante, mientras la conducía al hotel.
Las brillantes luces del amplio vestíbulo le hirieron los ojos. Apretó el pequeño bolso que llevaba con dedos temblorosos y miró frenéticamente a los invitados reunidos fuera del salón de baile. Tenían las caras borrosas y la música parecía lejana y distante. De repente, se sentía como si estuviera desconectada de su cuerpo y luchara por encontrar algo a lo que aferrarse.
—____, por fin has llegado.
La joven giró la cabeza hacia la izquierda. Su abuela, Abigail, estaba cruzando el vestíbulo seguida de su acompañante, el doctor Oswald Heinrick, un viejo amigo de la familia. Abigail había intentado obligar a ____ a ver a Heinrick después de que la liberaran de la clínica, pero ella siempre se había negado.
Heinrick, al igual que James Walters, había sido amigo de Jansen Clay.
«Qué chica tan fea». Las palabras resonaron de pronto en la mente de ____ mientras la voz de su abuela se desvanecía. «Maldita sea, Jansen, me prometiste a una de las otras chicas. He arriesgado mi reputación por esa maldita droga».
____ sacudió la cabeza.
—Cariño, ¿estás bien? —Su abuela la abrazó, rozando la mejilla de la joven con su pelo. ____ miró por encima del hombro de Abigail, encontrándose con los fríos ojos verdes de Oswald Heinrick.
«¡Lo conozco! ¡Lo conozco!». Las palabras resonaron en su cabeza.
—Estás preciosa. —La abuela se apartó un poco y observó a su nieta con una sonrisa radiante antes de dirigirse a su acompañante—. ¿Verdad que está preciosa, Oswald?
—Así es, Abigail —respondió el médico.
____ sacudió la cabeza. No era la misma voz, ¿verdad? Recordaba un tono más frío.
Dios, no podía respirar. Había demasiada gente alrededor, demasiadas voces. No podía pensar.
—¿____, cariño? —Sintió el brazo de Joe rodeándola mientras miraba a Oswald Heinrick. La sonrisa del médico era cálida y afectuosa, pero sus ojos eran fríos. La barba y el bigote que le cubrían parte de la cara la confundían.
«No deberían estar ahí», pensó.
—Se ha dejado barba —susurró débilmente.
Los ojos de Heinrick se entrecerraron. Eran los ojos de una víbora. Pequeños y hundidos. ____ recordaba esos ojos. Estaban llenos de odio y desdén.
—Cierto. —La sonrisa era amplia y encantadora cuando se pasó la mano por la parte inferior de la cara—. Tu abuela no termina de acostumbrarse.
—Joe, te presento a Oswald Heinrick —intervino Abigail—. Oswald, este caballero es el amigo de ____ del que te hablaba, Joe Jonas.
—Señor Jonas. —Heinrick le tendió la mano—. Me alegra conocer al hombre que ha logrado atravesar la reserva de ____. Su abuela ha estado muy preocupada por ella.
El corazón de ____ latía a toda velocidad cuando clavó los ojos en la mano de Heinrick. Era grande. Ancha. Parecía áspera en el dorso. Pero ¿y la palma? ¿Sería suave?
Sintió que se le revolvía el estómago al extender la mano para agarrarle la muñeca.
—¿____? —Oyó la voz de Joe en el oído. Percibió el tono oscuro, la advertencia.
No se echaría atrás. Tenía que hacerlo. Sabiendo que no podía perder aquella oportunidad, giró la mano de Oswald.
—¿____? —preguntó Heinrick, extrañado.
La palma era suave. ____ la miró fijamente y no pudo evitar tocarla. Era pálida y blanca, sin callos.
Podía sentir al tacto las finas y casi invisibles cicatrices.
—Estoy fascinada con las manos —dijo ella débilmente a modo de disculpa mientras le soltaba.
—Te comportas de una manera muy extraña esta noche, querida —se mofó Heinrick.
Ella ladeó la cabeza. Allí estaba. La risa. La burla.
«Te conozco», dijo para sus adentros mientras observaba los gélidos ojos del médico.
Sí, le conocía.
Clavó las uñas en la muñeca de Joe y se apoyó en él.
—Tengo que salir —susurró—. No me encuentro bien.
De inmediato, el brazo de Joe la rodeó y la guió hacia las puertas.
____ miró por encima del hombro sin poder evitarlo y vio los ojos de Heinrick clavados en ella. El odio llameó en ellos antes de que pudiera ocultarlo.
Era él. Sabía que era él.
Oyó hablar a Joe, pero no sabía con quién. Estaba sumergida en el pasado. En esas manos sujetándole las muñecas contra el suelo del avión, esa voz en su oído diciéndole lo fea que era y lo mucho que le costaba violarla. Que debería darle las gracias por enseñarle a ser una mujer.
—Me dijo que nací para ser usada —susurró mientras Joe la llevaba de vuelta a la limusina—. Que nací para morir.
—No sigas, ____. —La puerta del vehículo se cerró de golpe tras ellos y Joe la atrajo hacia él, estrechándola contra su cálido cuerpo—. Se acabó. No tienes que recordar nada más.
—Dijo que debería estarle agradecida —siguió ella monótonamente, repitiendo las palabras que Heinrick le había arrojado a la cara la noche que la violó—. Que debería darle las gracias por haberse rebajado a tocarme. —Se estremeció ante el desgarrador dolor que la atravesó.
Se le estaba revolviendo el estómago. Le hervía y cada vez tenía más náuseas.
—Basta. —Joe la sacudió con fuerza y la miró furioso—. Se acabó. ¿Me has oído? Se terminó. Pagará por lo que te hizo, ____.
—Jansen le pagó. —Sus labios se curvaron en una sonrisa amarga—. Tuvo que pagar a alguien para que me violara.
Aunque en realidad, Jansen no había sido el único que la había utilizado. Al fin y al cabo, Joe se la había llevado a la cama con el único fin de atrapar al hombre que le conduciría hasta Orión.
Incluso él tenía sus prioridades.
____ le amaba, pero, para él, ella sólo había sido un medio para conseguir llegar hasta el hombre que había acabado con su familia.
La joven bajó la cabeza y miró sus manos temblorosas sobre el regazo. Contuvo las emociones y el miedo, y apartó el dolor a un lado.
Pero nada podía contener el sentimiento de traición.
Oswald Heinrick era un viejo amigo de la familia. Había salido con su abuela durante años y siempre había sido amable con ____, hasta aquella noche que discutió con Jansen. Había deseado a Carrie, y Jansen le había obligado a conformarse con su hija.
Y ahora, Joe quería venganza y había utilizado a ____ para conseguirla.
Miró sin ver a través de la ventanilla y, por primera vez, por extraño que pareciera, a pesar de la violación y de la reclusión de casi dos años, ____ se sintió finalmente hundida.
Natuu♥!!
—Deberías haberme advertido —le reprochó. Estaba furiosa. Joe acababa de decirle que tenía que asistir con él a una fiesta. Se lo había comunicado como la constatación de un hecho, sin darle opción a negarse.
—Te has negado a asistir todas las veces que te han invitado —contratacó él—, ¿Por qué?
—Porque la fiesta es para recaudar fondos para un hospital y no me gustan los médicos —respondió ella arrastrando las palabras—. Aunque quizá sea más acertado decir que los desprecio. De hecho, apenas puedo soportar al mío. ¿Te parece razón suficiente?
—No. —La sonrisa de Joe fue tensa y fría; su mirada, dura y penetrante—. Es necesario que asistas. Nadie esperará que estés allí esta noche, en especial el médico que está tan resuelto a matarte.
Su mirada decidida aumentó el enfado de ____. Normalmente aquella expresión no presagiaba nada bueno.
—Intentas obligarme a recordar quién es —le espetó airada—. Quieres que lo identifique.
—Si identificas a ese maldito hijo de perra, también atraparemos a Orión. La élite de la medicina estará esta noche en esa fiesta. Y, por lo que sabemos, el cliente de Orión es uno de los investigadores médicos más importantes del mundo. Estará allí.
—Entonces, ¿por qué tengo que ir yo? —____ sentía que el pánico le oprimía el pecho. Evitaba a los médicos como a una plaga, igual que evitaba todo lo relacionado con Jansen Clay—. Tú mismo lo has dicho, lo único que hay que hacer es capturar a Orión. Él dirá quién es su cliente.
—O viceversa —le recordó Joe—. Si identificamos al científico con rapidez, no le dejaremos escapar. Ni siquiera aunque sea extranjero y tenga pasaporte diplomático.
—Es americano. —Las palabras salieron de los labios de ____ antes de que ella se diera cuenta de lo que estaba diciendo.
—Estás recordando más cosas. —Joe se acercó a ella y la observó atentamente—. ¿Qué has recordado desde que tuviste la pesadilla, ____?
La joven se pasó los dedos por el pelo, luchando contra el miedo que la atenazaba.
—No quiero ir a esa fiesta —murmuró—. No puedes obligarme.
—No. —Él negó con la cabeza—. No puedo obligarte, ____. Pero si dejas que el miedo te controle, jamás tendrás la vida que sueñas.
—¿Qué sabes tú de mis sueños? —le acusó con voz ronca—. Como bien sabes, Joe, no tengo sueños.
Él curvó los labios en una sonrisa triste.
—Sé que tienes sueños, ____. Tienes incluso planos de la casa que te gustaría comprar. Una casa con una valla blanca. He visto la foto en tu dormitorio. Sé que no derrochas el dinero. Te gusta la ropa bonita y sexy, pero te da miedo ponértela. Sé que sueñas con tener una familia. Un marido e hijos. —Algo ardió en los ojos de Joe en ese momento; una emoción que ella no pudo identificar.
—Es lo que sueñan la mayoría de las mujeres —replicó encogiéndose de hombros.
—Quieres ir al desierto —continuó Joe en voz baja—. Quieres sentir la caricia de la brisa y el calor del sol en la cara.
____ le dio la espalda, decidiendo en ese momento que sólo viajaría al desierto si él la acompañaba.
—Tienes que hacerlo, ____. Tienes que vivir la vida que quieres. ¿O acaso vas a dejar que Orión o ese otro hombre que te atormenta impidan que veas realizados tus sueños?
____ odió esa fría lógica. Odió la mirada en sus ojos que le decía que ella haría lo que fuera necesario aún cuando no se sintiera segura de ello.
Miró de nuevo el vestido. Era, sencillamente, precioso. La tela de color bronce oscuro brillaba bajo la luz, y a su lado reposaba una caja con unos zapatos de tacón y un bolsito que le irían a la perfección. Incluso las braguitas hacían juego.
El vestido estaba cubierto de abalorios diminutos cuya tonalidad variaba desde el color dorado y bronce a un brillante negro azabache en el dobladillo. Parecía como si estuviera cubierto de polvo de estrellas.
—Desde luego, no quieres que pase desapercibida —murmuró ____.
—Una mujer segura de su sexualidad y del efecto que causa en su amante quiere llamar la atención —susurró él con voz ronca y oscura—. Una mujer con tu valor, curada del trauma que ha sufrido, debería ser audaz y atrevida cuando su amante la anima a ello.
—Me estás desafiando —suspiró ____—, lo noto en tu voz.
—¿Desafiándote a vivir plenamente? —preguntó Joe—. Sí, eso es justo lo que estoy haciendo. Desafiándote a vivir.
____ cruzó los brazos sobre el pecho y clavó los ojos en el vestido otra vez.
—¿Y si me derrumbo? —Ahora no pudo mirarle—. ¿Y si lo veo, lo reconozco, y me derrumbo?
—No permitiré que eso suceda. Te apoyarás en mí. Sabrás que estás a salvo, segura bajo mi protección. No te derrumbarás. Me dirás quién despierta tus sospechas e investigaremos e interrogaremos a esa persona. Así de simple. Y te prometo que él sí se derrumbará. En ese momento todo habrá acabado.
Igual que Bailey se había derrumbado, pensó Joe con tristeza. Su prima le había dicho finalmente a John todo lo que sabía y por qué buscaba a Orión. Estaba segura de que su primo, David Abijah, no había muerto y quería buscar la confirmación en Orión, además de atraparlo.
Ella asintió lentamente mientras deslizaba los dedos por la frágil tela del vestido.
—¿A qué hora nos vamos?
—Saldremos de aquí a las ocho con Tehya y Jordan, y nos reuniremos con tu abuela y su acompañante en el hotel donde se celebrará el baile. También asistirán Kira e Ian Richards.
—Sólo falta una hora —murmuró ella—. No me has dejado mucho tiempo para prepararme.
Joe se acercó a ____ en dos zancadas e hizo que se girara hacia él.
—No quería que te preocuparas antes de tiempo —le explicó en voz baja—. Tienes una hora para vestirte. Habrá un buffet en el baile por si tienes hambre.
Ella negó con la cabeza, haciendo que los sedosos cabellos rubios con mechas multicolores se agitaran en torno a sus hombros.
—No tengo hambre.
____ levantó la mirada y él vio la preocupación en sus ojos.
—¿Crees que no te protegeré?
Ella sacudió la cabeza.
—No dejarás que me haga nada.
—No, no le dejaré —prometió—. Nos enfrentaremos a esto juntos. Y tú vas a causar sensación en ese baile como la bella mujer que eres.
—Sólo soy hermosa para ti —susurró ella.
—Eres hermosa y punto. —Joe le acarició los labios con el pulgar—. Y esta noche, eres mi mujer. Mi preciosa mujer. La única que capta toda mi atención.
No era más que la verdad. Ella ocupaba cada rincón de su alma.
—Tengo que darme una ducha. —____ respiró hondo, pero seguía pálida y su expresión no estaba exenta de temor.
¿Cómo había sido ____ capaz de sobrevivir?, se preguntó Joe cuando ella se dirigió al baño. ¿Cómo había podido resistir durante esos últimos ocho años, sin perder su inocencia y bondad?
No se había convertido en una cínica, y tampoco era cobarde. Al contrario. Se enfrentaba a sus miedos y al peligro que la rodeaba con una fortaleza de espíritu admirable.
Suspirando, abrió el móvil y llamó a Jordan.
—¿Sí? —respondió el comandante al primer timbrazo.
—____ está de acuerdo —le comunicó Joe.
—Bien —aprobó Jordan—. Todos están en sus puestos. Nos hemos encargado de que Mac Knight reciba una invitación y me llamará si ve a Orión. También tenemos la información que Bailey nos dio sobre el médico. Era escasa. Americano, grande, manos alargadas, lo que concuerda con los informes de las pocas víctimas que sobrevivieron a sus experimentos. Pero hay algo que desconocíamos. Bailey sospecha que James Walter, uno de los médicos miembros de la operación que se llevó a cabo en Ucrania, es un traidor. Y por lo que sabemos, también tiene planeado asistir a la fiesta esta noche.
Joe negó con la cabeza.
—Es imposible que Walters sea el científico que buscamos. ____ estaba demasiado tranquila cuando lo vimos, y en su subconsciente, sabe quién la violó. Lo hubiera reconocido.
—Aún así, no estaría de más investigarlo —adujo Jordan—. Esta fiesta es nuestra mejor oportunidad para atrapar a Orión y a su cliente, o al menos a uno de ellos. Es todo lo que necesitamos. Hemos decidido que es más seguro que Tehya y yo salgamos antes que vosotros. Travis os llevará en la limusina y Nik os seguirá. Nos reuniremos todos en el vestíbulo del hotel con la abuela de ____.
—De acuerdo —convino Joe. Cortó la comunicación y observó la puerta del cuarto de baño.
Quería ducharse con ____. Quería recrearse la vista en ese cuerpo curvilíneo y amarla para distraerla y aliviar sus miedos.
Pero ya era tarde.
Se le había acabado el tiempo.
Abrió al armario para sacar el traje de seda gris que había traído con el vestido de ____ y, conteniendo el deseo de ducharse con ella, se dirigió al baño del otro dormitorio.
Necesitaba recordar cómo era estar sin ella. Pronto la perdería y tenía que estar preparado para ello. Si esa noche todo salía según lo previsto, ____ estaría a salvo y él tendría que vivir sin ella.
«Sin ella.»
Las palabras resonaron en su mente, en el corazón, en el alma.
Tendría que vivir sin ella.
El vestido era precioso.
____ escuchó el suave sonido que emitía la falda en torno a sus piernas cuando Joe y ella recorrieron el pasillo hacia el ascensor. Él la llevaba de la mano y la mantenía a su lado. Podía sentir el calor masculino, el poder y la tensión que irradiaban de su cuerpo.
También ella estaba tensa. Cuando se abrieron las puertas del ascensor y entraron en él, sintió que el estómago se le encogía de miedo y que su pulso se desbocaba. Pero justo en el instante en que creyó que su corazón estallaría, las puertas se cerraron y se encontró de repente entre los brazos del hombre que amaba, contra su pecho, presa de sus besos.
—Me vuelves loco —gimió Joe alzándola y apretando sus caderas contra las suyas para que la joven pudiera sentir la enorme erección bajo los pantalones—. Pareces una llama resplandeciente con ese vestido, ____. Eres tan hermosa que me dejas sin aliento.
Ella sonrió al ver el deseo en los ojos y en la expresión de Joe.
—Deberías haber reservado algo de tiempo para echar una siesta antes de salir —susurró.
—¿Una siesta?
—Bueno, supongo que hubiéramos podido encontrar algo que hacer en esa cama aparte de dormir. —____ estaba tratando de bromear. Intentaba aliviar su miedo y la tensión de él.
—Muchas cosas —convino Joe cuando el timbre del ascensor anunció que habían llegado al vestíbulo—. Cosas que sin duda nos habrían retrasado.
Las puertas se abrieron y él la soltó, pero mantuvo la mano en la espalda de la joven.
—Señorita Clay, nunca la había visto tan guapa. —Clive Stamper le brindó una sonrisa radiante al verla entrar el vestíbulo.
—Gracias, Clive —respondió nerviosa mientras el portero mantenía la puerta abierta.
—Que pasen una buena noche, señorita Clay, señor Jonas —les deseó cuando pasaron a su lado.
Atravesaron la acera y esperaron en silencio a que Travis les abriera la puerta de la limusina.
Joe la ayudó a subir al vehículo, se sentó a su lado y la rodeó con un brazo para acomodarla en su regazo. La puerta se cerró tras ellos y, unos segundos después, la limusina se alejó del edificio.
—No sé si podré hacerlo —susurró ____.
—Estoy aquí, cariño. —La estrechó contra su pecho y le acarició la espalda con la mano mientras la besaba en el cuello—. Nada ni nadie te tocará esta noche, salvo yo. ¿De acuerdo?
Ella inspiró con nerviosismo. Quería gritar, exigirle a Joe que diera la vuelta y la llevara a casa.
—¿Recuerdas la noche que nos conocimos?
____ sintió su aliento en el cuello y se estremeció de placer. Asintió con la cabeza.
—Estabas nerviosa, asustada. Tenías los ojos agrandados por el miedo, pero te obligaste a sostener mi mirada, a besarme, a bailar conmigo. Tu coraje me asombró. Me impresionó.
Ella negó con la cabeza.
—Eso fue distinto.
—¿Por qué fue distinto? —le preguntó al tiempo que le acariciaba suavemente el lóbulo de la oreja con la nariz.
—Sabía que iba a acostarme contigo —confesó con voz trémula—. Lo había decidido antes de llegar al club.
Él se quedó paralizado.
—¿Lo habías planeado de antemano? No me conocías, ____. Podría haber sido peligroso. —Había una dureza en su voz que hizo que la joven se estremeciera.
—Emily me había dicho que eras muy atractivo. —Le sonrió a modo de disculpa y le acarició el pelo mientras buscaba su oscura mirada—. Tenía razón, Joe. Eres devastador para los sentidos de una mujer.
Él soltó un gruñido.
—¿Y decidiste acostarte conmigo basándote en eso?
—En realidad, estuve a punto de echarme atrás. —Tragó saliva ante el recuerdo—. Pero cuando te vi... Cuando te vi, Joe, supe que tenía que hacerlo.
Enterró su rostro en su pecho y lo abrazó con fuerza.
—Me aterra tu valor, ____ —susurró suspirando sobre su pelo.
—No creo que tenga tanto valor. —Alzó la cabeza y miró por la ventanilla; estaban en las afueras de la ciudad, cada vez más cerca del hotel donde se celebraría la fiesta—. Estoy muy asustada, Joe.
—No hay razón para tener miedo, cariño. —Le colocó algunos mechones que se le habían soltado detrás de la oreja—. Esta noche alternaremos con nuestros amigos, bailaremos y observaremos a la gente. Nada más.
—Gente horrible —murmuró ella.
Presentía que el hombre que la había torturado estaría allí esa noche. Con sus enormes manos hirientes. Con su voz mesurada y fría.
—Gente horrible —convino él—. Pero estarás a salvo, te doy mi palabra. Identificaremos a ese hijo de perra si se atreve a ir a la fiesta y luego lo dejaremos en manos de los demás. ¿De acuerdo?
____ lo miró directamente a los ojos.
—Estás mintiendo —le acusó—. No piensas dejarlo en manos de nadie. Lo matarás tú.
Él le devolvió la mirada, suavizando su expresión antes de asentir lentamente con la cabeza.
—Sí, lo mataré por haberse atrevido a tocarte —dijo arrastrando las palabras—. Lo mataría sólo por eso aunque no hubiera hecho nada más.
Pero había más. Él tenía un asunto pendiente con los dos, con Orión y con el médico. Los amigos de Joe habían muerto por culpa de ellos. Porque eran sus amigos, ¿no? Lo observó con atención, y de pronto, al ver el parpadeo de culpa y dolor en sus ojos, supo la verdad.
—Las personas de las que me hablaste, las que mató Orión... Eran tus padres, ¿verdad? —susurró ella—. Y el hijo, ¿era tu hermano?
Él negó con la cabeza lentamente sin apartar la vista.
—No, no tuve hermanos. No me quedó nada cuando Orión destrozó mi familia. Me obsesioné con él. Me obcequé tanto con la venganza que acepté convertirme en un muerto viviente para derramar la sangre de mis enemigos. —Inclinó la cabeza y rozó los labios de ____ con los suyos—. Y cuando todo esto acabe, volveré a estar solo. Pero al menos ahora tendré bellos recuerdos a los que aferrarme. Te recordaré siempre, cariño. Siempre. Recordaré tus besos, tus caricias. Recordaré que me hiciste arder de pasión. Eso es mucho más de lo que había pensado tener jamás, ____.
Ella lo miró estupefacta. Joe era David Abijah, el agente del Mossad que se suponía había muerto a manos de Orión cuando estaba a punto de atraparlo.
Sintió un nudo en la garganta y su corazón se llenó de dolor por todo lo que él había perdido.
—No tiene por qué ser así —musitó—. No tienes por qué marcharte, Joe.
Él puso un dedo sobre sus labios.
—Soy un hombre muerto, ____. Hice un juramento y renuncié a cualquier sueño sobre el futuro. No puedo romper ese voto, cariño. Ni siquiera por lo más hermoso que me ha pasado en la vida, por la mujer más valiente que he conocido nunca.
A ____ le temblaron los labios. Al menos no la amaba, pensó. Podía amarlo y perderlo; pero pensar en Joe amándola y renunciando a cualquier vida con ella, la habría destrozado.
—Siempre estaré aquí para ti —le aseguró—. Puedes volver cuando quieras.
Podría abrazarla cada vez que quisiera. Le esperaría.
Él negó lentamente con la cabeza.
—Tienes que rehacer tu vida, cariño. Yo ya he perdido la mía. Vive tus sueños, respira el aire del desierto. Construye la casa que tanto quieres y llénala de niños. Sé la mujer con la que sueñas ser.
El único sueño que a ____ realmente le importaba era ser su mujer.
Tratando de dominar las lágrimas, miró por la ventanilla y observó que la limusina abandonaba la interestatal y entraba en la ciudad. Estaban en la recta final. Quería gritarle a Joe que dieran la vuelta, que regresaran a casa, consciente de que cuando la misión se hubiera terminado, nadie la abrazaría.
Pero se limitó a bajarse de su regazo, a reunir los restos de coraje que él pensaba que tenía y a obligarse a guardar silencio con regia dignidad.
Sólo los niños tenían rabietas, se dijo a sí misma. Sin embargo, quería comportarse como una niña malcriada. Quería gritar y enfadarse. Quería luchar contra el destino que había decidido que no podía tener al hombre de sus sueños.
—Nos reuniremos con tu abuela y la mayor parte del equipo en el vestíbulo del hotel —le recordó entonces Joe—. Entraremos en el salón de baile, beberemos algo y alternaremos con la gente. Buscarás a los médicos que conoces y me presentarás como un amigo tuyo. Si reconoces al cómplice de tu padre, apóyate en mí. No lo mires fijamente. Sólo dime que estás cansada y que quieres irte. Me dirás su nombre cuando abandonemos el salón de baile.
—¿Y luego qué? —____ observó cómo las luces del hotel aparecían ante sus ojos.
—Regresaré contigo al apartamento y los demás nos seguirán. Trazaremos un plan e iremos a por él. Así de simple.
—¿Me dejarás sola?
—No estarás desprotegida, te lo juro. —La mirada de Joe era penetrante y posesiva—. ¿Lista para salir?
—Tanto como puedo estarlo —respondió ella en voz baja al tiempo que el coche se detenía en la entrada del lujoso hotel.
Al instante, el portero del hotel se acercó y abrió rápidamente la puerta de la limusina.
Joe salió del vehículo con un ágil movimiento y ayudó a ____ a bajar del vehículo.
La joven se quedó quieta por un instante y respiró hondo. Podía hacerlo, se aseguró a sí misma. Joe dependía de ella. Orión y el médico que lo había contratado habían acabado con la familia del hombre que amaba y Joe merecía vengarse.
Sintió la mano de él en la parte baja de la espalda, un peso cálido y reconfortante, mientras la conducía al hotel.
Las brillantes luces del amplio vestíbulo le hirieron los ojos. Apretó el pequeño bolso que llevaba con dedos temblorosos y miró frenéticamente a los invitados reunidos fuera del salón de baile. Tenían las caras borrosas y la música parecía lejana y distante. De repente, se sentía como si estuviera desconectada de su cuerpo y luchara por encontrar algo a lo que aferrarse.
—____, por fin has llegado.
La joven giró la cabeza hacia la izquierda. Su abuela, Abigail, estaba cruzando el vestíbulo seguida de su acompañante, el doctor Oswald Heinrick, un viejo amigo de la familia. Abigail había intentado obligar a ____ a ver a Heinrick después de que la liberaran de la clínica, pero ella siempre se había negado.
Heinrick, al igual que James Walters, había sido amigo de Jansen Clay.
«Qué chica tan fea». Las palabras resonaron de pronto en la mente de ____ mientras la voz de su abuela se desvanecía. «Maldita sea, Jansen, me prometiste a una de las otras chicas. He arriesgado mi reputación por esa maldita droga».
____ sacudió la cabeza.
—Cariño, ¿estás bien? —Su abuela la abrazó, rozando la mejilla de la joven con su pelo. ____ miró por encima del hombro de Abigail, encontrándose con los fríos ojos verdes de Oswald Heinrick.
«¡Lo conozco! ¡Lo conozco!». Las palabras resonaron en su cabeza.
—Estás preciosa. —La abuela se apartó un poco y observó a su nieta con una sonrisa radiante antes de dirigirse a su acompañante—. ¿Verdad que está preciosa, Oswald?
—Así es, Abigail —respondió el médico.
____ sacudió la cabeza. No era la misma voz, ¿verdad? Recordaba un tono más frío.
Dios, no podía respirar. Había demasiada gente alrededor, demasiadas voces. No podía pensar.
—¿____, cariño? —Sintió el brazo de Joe rodeándola mientras miraba a Oswald Heinrick. La sonrisa del médico era cálida y afectuosa, pero sus ojos eran fríos. La barba y el bigote que le cubrían parte de la cara la confundían.
«No deberían estar ahí», pensó.
—Se ha dejado barba —susurró débilmente.
Los ojos de Heinrick se entrecerraron. Eran los ojos de una víbora. Pequeños y hundidos. ____ recordaba esos ojos. Estaban llenos de odio y desdén.
—Cierto. —La sonrisa era amplia y encantadora cuando se pasó la mano por la parte inferior de la cara—. Tu abuela no termina de acostumbrarse.
—Joe, te presento a Oswald Heinrick —intervino Abigail—. Oswald, este caballero es el amigo de ____ del que te hablaba, Joe Jonas.
—Señor Jonas. —Heinrick le tendió la mano—. Me alegra conocer al hombre que ha logrado atravesar la reserva de ____. Su abuela ha estado muy preocupada por ella.
El corazón de ____ latía a toda velocidad cuando clavó los ojos en la mano de Heinrick. Era grande. Ancha. Parecía áspera en el dorso. Pero ¿y la palma? ¿Sería suave?
Sintió que se le revolvía el estómago al extender la mano para agarrarle la muñeca.
—¿____? —Oyó la voz de Joe en el oído. Percibió el tono oscuro, la advertencia.
No se echaría atrás. Tenía que hacerlo. Sabiendo que no podía perder aquella oportunidad, giró la mano de Oswald.
—¿____? —preguntó Heinrick, extrañado.
La palma era suave. ____ la miró fijamente y no pudo evitar tocarla. Era pálida y blanca, sin callos.
Podía sentir al tacto las finas y casi invisibles cicatrices.
—Estoy fascinada con las manos —dijo ella débilmente a modo de disculpa mientras le soltaba.
—Te comportas de una manera muy extraña esta noche, querida —se mofó Heinrick.
Ella ladeó la cabeza. Allí estaba. La risa. La burla.
«Te conozco», dijo para sus adentros mientras observaba los gélidos ojos del médico.
Sí, le conocía.
Clavó las uñas en la muñeca de Joe y se apoyó en él.
—Tengo que salir —susurró—. No me encuentro bien.
De inmediato, el brazo de Joe la rodeó y la guió hacia las puertas.
____ miró por encima del hombro sin poder evitarlo y vio los ojos de Heinrick clavados en ella. El odio llameó en ellos antes de que pudiera ocultarlo.
Era él. Sabía que era él.
Oyó hablar a Joe, pero no sabía con quién. Estaba sumergida en el pasado. En esas manos sujetándole las muñecas contra el suelo del avión, esa voz en su oído diciéndole lo fea que era y lo mucho que le costaba violarla. Que debería darle las gracias por enseñarle a ser una mujer.
—Me dijo que nací para ser usada —susurró mientras Joe la llevaba de vuelta a la limusina—. Que nací para morir.
—No sigas, ____. —La puerta del vehículo se cerró de golpe tras ellos y Joe la atrajo hacia él, estrechándola contra su cálido cuerpo—. Se acabó. No tienes que recordar nada más.
—Dijo que debería estarle agradecida —siguió ella monótonamente, repitiendo las palabras que Heinrick le había arrojado a la cara la noche que la violó—. Que debería darle las gracias por haberse rebajado a tocarme. —Se estremeció ante el desgarrador dolor que la atravesó.
Se le estaba revolviendo el estómago. Le hervía y cada vez tenía más náuseas.
—Basta. —Joe la sacudió con fuerza y la miró furioso—. Se acabó. ¿Me has oído? Se terminó. Pagará por lo que te hizo, ____.
—Jansen le pagó. —Sus labios se curvaron en una sonrisa amarga—. Tuvo que pagar a alguien para que me violara.
Aunque en realidad, Jansen no había sido el único que la había utilizado. Al fin y al cabo, Joe se la había llevado a la cama con el único fin de atrapar al hombre que le conduciría hasta Orión.
Incluso él tenía sus prioridades.
____ le amaba, pero, para él, ella sólo había sido un medio para conseguir llegar hasta el hombre que había acabado con su familia.
La joven bajó la cabeza y miró sus manos temblorosas sobre el regazo. Contuvo las emociones y el miedo, y apartó el dolor a un lado.
Pero nada podía contener el sentimiento de traición.
Oswald Heinrick era un viejo amigo de la familia. Había salido con su abuela durante años y siempre había sido amable con ____, hasta aquella noche que discutió con Jansen. Había deseado a Carrie, y Jansen le había obligado a conformarse con su hija.
Y ahora, Joe quería venganza y había utilizado a ____ para conseguirla.
Miró sin ver a través de la ventanilla y, por primera vez, por extraño que pareciera, a pesar de la violación y de la reclusión de casi dos años, ____ se sintió finalmente hundida.
Natuu♥!!
Natuu!
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
ahhhh ya descubrio quien era!!!
Era un amigo de la familia :wut:
Ahhh no quiero que Joseph se vaya!!
Siguela!!!
Era un amigo de la familia :wut:
Ahhh no quiero que Joseph se vaya!!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Ya se acerca el final cierto? ):
Pobre _____ SIGUELA
Pobre _____ SIGUELA
Creadora
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
la rayis lo reconocio
omj siguela porfavr
omj siguela porfavr
andreita
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Ese viejo verde era!! :O lo reconocio , q lo pario ahora falta poco para q joe se vaya! :'( Encima ella q se siente usada :(
pd: No me molestan las escenas eroticas
SIGUELAAA
pd: No me molestan las escenas eroticas
SIGUELAAA
jb_fanvanu
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Woow
siguelaa n.n
i love this novel joj
siguelaa n.n
i love this novel joj
MarJonas
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Veinticuatro/1
—Heinrick ha regresado a su casa. —La voz de John provenía del receptor que Joe se había introducido en la oreja cuando Jordan, Travis, Nik, Noah y Mac irrumpieron en el apartamento de ____ junto con el equipo de Durango.
Morganna y Kira estaban sentadas en la sala con ____. Joe estaba parado en la puerta, observándola con el ceño fruncido. Le preocupaba su extrema palidez y la mirada aturdida de sus ojos.
—Limítate a vigilarlo, John —ordenó, levantando la muñeca y hablando al pequeño micrófono oculto en la correa del reloj.
—Date prisa, Maverick. El muy bastardo parece estar preparándose para huir.
—Si intenta huir, detenlo. —Joe bajó la mano y apretó la mandíbula para contener la furia que crecía en su interior.
—Lo capturaremos en su casa y lo llevaremos a otro lugar para interrogarle. —Jordan observó al equipo con ojos llenos de determinación y señaló un punto en el mapa de la ciudad que había extendido sobre la mesa—. Este almacén nos dará la privacidad que necesitamos para interrogarlo. —Clavó su mirada en Macey March, el técnico prodigio del equipo de Durango—. Ve allí con Tehya y preparadlo todo.
Macey asintió, le hizo un gesto a Tehya para que lo siguiera, y ambos abandonaron el apartamento.
—John, Joe, Travis y yo nos colaremos en la casa de Heinrick y lo capturaremos. El equipo de Durango nos cubrirá. Nik, tú te quedarás aquí y cuidarás de la señorita Clay hasta que Joe regrese.
Joe se volvió hacia Jordan con rapidez.
—Ordena a Nik que lleve a ____ al almacén para que esperen allí a que lleguemos con Heinrick. No quiero que se quede aquí sin mí.
Los ojos de Jordan eran fríos como el hielo.
—No podemos correr riesgos. —Negó con la cabeza—. Nik se quedará aquí con ella y nos mantendremos en contacto. Te necesito en el equipo, Joe; lo sabes.
Joe se dio la vuelta y observó a ____, deseando que lo mirara.
La joven se había acurrucado en la esquina del sofá, con el vestido arremolinado a su alrededor como llamas doradas y negras, y sujetaba con dedos temblorosos la manta que le cubría los hombros. El pelo ocultaba sus rasgos, pero no tanto como para ver que su rostro había perdido cualquier rastro de color.
Morganna se había sentado a su lado y Kira había acercado una silla para hablar con ella, aunque ____ no le respondía.
—¡Joe! —La voz de Jordan contenía una orden a pesar de la suavidad del tono que empleó.
Joe se volvió entonces hacia Nik. A pesar de que la cara del ruso estaba desprovista de emoción, sus helados ojos azules sostuvieron la mirada de su amigo con dureza y luego asintió despacio.
—No me gusta —gruñó finalmente Joe con aspereza—. Todavía no hemos atrapado a Orión.
—Heinrick es la clave para capturar a Orión —le recordó Jordan antes de mirar a los demás—. Tenemos las armas y todo lo que necesitamos en las furgonetas. La casa de Heinrick está a treinta minutos de aquí, y por lo que sabemos no tiene personal de seguridad. Todo lo que tenemos que hacer es desconectar la alarma. ¿Preparados?
Joe se volvió hacia ____. Ella seguía inmóvil en el sofá como si fuera una muñeca rota. Tenía que hablar con ella antes de irse. Tenía que hacer desaparecer de sus ojos esa mirada de terror que lo destrozaba.
—¿Estás listo? —preguntó Jordan a su espalda.
Joe hizo una mueca, consciente de que el tiempo corría en su contra, y se prometió a sí mismo que regresaría en cuanto se encargaran de Heinrick. Entonces aliviaría el dolor de ____. Sólo era cuestión de horas.
Asintió lentamente.
—Estoy listo.
Mientras el equipo se dirigía a la salida, Joe se encaminó hacia el sofá. Morganna y Kira se pusieron de pie y lo observaron con expresión sombría antes de seguir al resto del equipo.
—¿____? —Se arrodilló frente a ella, cogiéndole las manos frías del regazo, y la miró claramente preocupado.
Ella parecía estar en estado de shock. ¿Cómo diablos iba a dejarla así?
—Nik se quedará contigo —le dijo con suavidad.
Ella hizo un rápido gesto de asentimiento con la cabeza.
—Vete. Estoy bien. Nik me cuidará.
Su voz sonó vacía y ausente.
—Sólo serán unas horas, eso es todo —le prometió. Podía sentir claramente la tensión que irradiaba el cuerpo de la joven.
Ella volvió a asentir.
—Unas horas. Estaré aquí.
—Joe, tenemos que irnos —le instó Jordan desde la puerta—. Travis nos está esperando. Es hora de largarnos.
Joe suspiró con fuerza antes de acariciarle la mejilla con infinita suavidad y clavar los ojos en su mirada llena de dolor.
—Regresaré pronto.
Ella curvó los labios en lo que pretendió ser una sonrisa.
—No soy una niña —le espetó con voz fría—. Estaré bien. Haz lo que tengas que hacer.
Iba a irse de todas maneras, pensó ____ observando la mueca que esbozaba Joe. Aceptó el breve beso con el que rozó sus labios y lo agregó al montón de recuerdos.
Joe se levantó, le dio la espalda y se dirigió a la salida. Sólo entonces ____ se permitió mirar cómo se alejaba de ella. Iba vestido de negro. Pantalones negros, camisa de manga larga negra y guantes negros. Con el pelo negro y los ojos oscuros parecía un auténtico mercenario.
Cuando la puerta se cerró tras él, ____ se quedó sola con aquel vikingo de mirada helada y tranquila al que llamaban Nik.
Armándose de valor, levantó la cabeza y lo miró fijamente a los ojos.
—¿Regresará o ya no volveré a verlo? —le preguntó.
La expresión de Nik no cambió.
—Si es listo —dijo finalmente—, no regresará. Sería lo mejor para los dos.
____ sintió como si un cuchillo le hubiera atravesado el corazón. Se obligó a levantarse del sofá y se encaminó hacia el dormitorio con paso lento. Nik no era demasiado hablador, por suerte, ya que ella no tenía nada que decir. Le había hecho una pregunta y él le había contestado. Eso era todo.
Cerró la puerta del dormitorio y se acercó al tocador. Sacó del cajón unos pantalones, una camiseta y un par de calcetines. Tenía los pies fríos. Era una pena que no hubiera nada en la habitación capaz de calentar los lugares fríos y vacíos de su alma.
Se quitó el hermoso vestido que había llevado puesto tan poco tiempo y se puso los pantalones de algodón y la camiseta.
Dios, ¿por qué sentía tanto frío?
Se desmaquilló y se echó crema de noche en la cara, intentando decirse a sí misma que todo saldría bien, como Joe le había prometido.
Cogerían a Oswald Heinrick y le interrogarían. Él les diría quién era Orión y capturarían al asesino. Entonces ella estaría a salvo y Joe se iría para no regresar jamás.
Después de extenderse bien la crema y ponerse contorno de ojos, se quitó las horquillas del pelo y miró su reflejo en el espejo del cuarto de baño.
Puede que jamás detuviera el tráfico con su apariencia, pero no era fea. Tenía el pelo bonito y, si se maquillaba y vestía adecuadamente, podía incluso resultar atractiva.
A Joe le gustaba. Se sentía atraído por ella. Se ponía duro por ella con demasiada frecuencia para que sólo la considerara un polvo rápido.
Se tocó la mejilla. Su piel era tersa y suave, y el color de sus ojos no estaba mal. Además, su nariz era recta y poseía las proporciones adecuadas.
De pronto, reparó en la mancha rojiza que tenía a un lado del cuello. La marca de Joe.
Se le aflojaron las rodillas y se le escapó un sollozo de la garganta. Tuvo que agarrarse al lavabo para no caer al suelo.
Él había marcado su cuerpo y su alma, y ahora se encargaría de erradicar los demonios de su pasado.
Ella le importaba.
Puede que no la amara, pensó, pero sentía afecto por ella. Estaba segura. Lo había visto en sus ojos antes de que se fuera.
Sin embargo, sentir afecto no era lo mismo que amar.
Sacudió la cabeza y se obligó a dejar el dormitorio y regresar a la sala.
Nik estaba sentado en un sillón, empequeñeciéndolo con su enorme tamaño. Tenía los hombros anchos y musculosos, y las piernas largas y firmes. La sombra de la barba de un día le oscurecía la fuerte mandíbula y enfatizaba el sensual labio inferior.
No era un hombre guapo, pensó ____. Era único, con aquellos pómulos cincelados y la piel oscura.
Parecía peligroso, con la misma mirada dura que Joe mostraba a veces.
Regresó al sofá casi tambaleándose, se acurrucó en la esquina y volvió a cubrirse con la manta. Sabía que el frío que sentía era producto de la conmoción y la incredulidad, y se preguntó si alguna vez se liberaría de él.
¿Cómo se tomaría su abuela todo aquello?
Abigail había sufrido mucho. Primero había tenido que aceptar la terrible verdad sobre su hijo, y ahora descubriría que el hombre con el que llevaba relacionándose casi una década era un violador capaz de contratar a un asesino para matar a su nieta.
—¿Alguna vez volverá a estar cuerdo el mundo? —susurró ____.
—¿Acaso lo ha estado alguna vez? —contestó Nik con fría curiosidad—. ____, la mayoría de la gente vive en un mundo imaginario. La clave para sobrevivir en él, es verlo tal y como es en realidad. Un mundo de locos.
Cierto. O al menos había sido así la mayor parte de su vida.
____ suspiró cansada y observó el reloj de la pared. Miró pasar el segundero y se aferró al pensamiento de que Joe no estaba solo. Tenía a todo el equipo de respaldo. Sobreviviría.
Puede que no regresara, pero sobreviviría.
Joe aguardó en silencio a que la furgoneta aparcara junto al muro exterior de piedra que rodeaba la casa de Heinrick. Se abrieron las puertas del vehículo y, como si fueran sombras, Travis, Jordan, Noah y él mismo salieron de él. Detrás se detuvo otra furgoneta de la que salieron cuatro de los miembros del equipo de Durango y se apresuraron a unirse a ellos junto a la pared.
En cuestión de segundos todos escalaron el muro de piedra de dos metros, cayeron de cuclillas al otro lado y se acercaron sigilosamente a la blanca mansión de tres pisos que se asentaba en el centro de la propiedad de cinco acres.
No se oía ningún ruido procedente de la casa. El vehículo deportivo de Oswald Heinrick estaba aparcado en la entrada en un ángulo extraño. Al parecer, el médico se había apresurado a salir hacia su casa justo después de que ____ se marchara. Temía que ella lo hubiera recocido. En el vestíbulo del hotel, rodeado de todos sus colegas médicos, había sabido que estaba perdido.
—Maverick en la entrada principal —dijo Joe al micrófono que se le curvaba en la mandíbula desde el receptor que llevaba en el oído.
—Black Jack en la parte trasera. He desactivado la alarma —respondió Travis, después de haber localizado la terminal de seguridad y desconectarla.
Joe sacó una ganzúa electrónica del bolsillo y forzó la cerradura metálica de la enorme puerta de roble.
El clic del seguro hizo que sonriera, y sólo tardó unos pocos segundos más en forzar las otras dos cerraduras. Abrió la puerta con el arma en la mano y entrecerró los ojos intentando ver en la oscuridad.
—No hay luz —anunció en voz baja—. Y tampoco se oye nada.
—Maverick, utiliza el dispositivo de visión nocturna —ordenó Jordan—. Procuremos no delatarnos todavía.
Joe se puso las gafas de visión nocturna y escudriñó la entrada a través de la bruma verde que le permitía observar hasta el más mínimo detalle.
—Maverick está dentro.
—Rastreador está dentro —anunció John por el transmisor desde la entrada lateral.
—Black Jack está dentro —anunció Travis desde la puerta trasera—. No parece que haya nadie.
—Equipo uno, despejad el camino a los equipos dos y tres —ordenó Jordan.
Joe cruzó el vestíbulo con agilidad, sosteniendo una ligera P90 entre las manos.
—La escalera está despejada —indicó.
Dos figuras oscuras avanzaron desde la puerta y subieron rápidamente las escaleras.
—Maverick inspeccionando el lugar —informó antes de examinar el resto de las habitaciones.
Era una casa enorme cuya decoración estaba basada principalmente en pesados muebles de madera de roble. Parecía un lugar fantasmagórico bajo la luz verde de las gafas de visión nocturna.
—Inspeccionando el primer piso. —La voz de Reno inundó la línea cuando su equipo llegó al piso superior.
—Inspeccionando el segundo —anunció Clint al llegar a la segunda planta.
Todo estaba en silencio; un silencio pesado y ominoso que parecía anunciar una tragedia.
—Maverick avanzando hacia la cocina —informó Joe a los demás agentes.
—Black Jack a tu izquierda —dijo Travis.
—Rastreador a tu derecha —indicó John.
Se encontraron en la puerta que conducía al enorme comedor y se detuvieron en seco. Luego, bajaron las armas y los clicks de los seguros resonaron en el espeso silencio.
—Qué hijo de perra —masculló John—. Jordan, tenemos un pequeño problema.
—Informa —exigió el comandante del equipo.
—Parece que Orión se nos ha adelantado. El objetivo está muerto.
Heinrick se hallaba tendido sobre la mesa de caoba del comedor y tenía las piernas encadenadas a una pesada barra de hierro que estaba sujeta a un gancho en el techo.
Estaba desnudo, con la parte inferior del cuerpo alzada, las muñecas encadenadas a unos ganchos en el suelo y la cabeza colgando por el borde de la mesa.
Tenía cortes en la garganta y las muñecas, y sus ojos abiertos de par en par reflejaban una expresión de terror.
La macabra estancia, iluminada por luz de la luna que entraba por un tragaluz, apestaba a sangre y muerte.
—¿Maverick? —murmuró Jordan por el receptor—. ¿Qué estáis viendo?
—La muerte —contestó Joe, examinando minuciosamente la escena del crimen.
Su mirada recayó en un cuadro tirado en el suelo. Alzó la vista y observó que en el hueco de la pared donde había estado colgado el cuadro, se encontraba una caja fuerte abierta.
Hizo una señal a Travis y le indicó con la mano el hueco en la pared.
—Hemos encontrado una caja fuerte con código digital; está abierta y vacía —informó Travis.
—Los equipos dos y tres se dirigen hacia vosotros —anunció Reno.
—Equipo uno, voy para allá —anunció Jordan—. Encended las linternas y vigilad por dónde pisáis. No quiero que quede ningún rastro que pueda delatarnos ante las autoridades cuando descubran el cuerpo.
Joe observó detenidamente a Heinrick, y luego volvió a mirar la caja fuerte. El informador de Jordan les había dicho que el cliente de Orión tenía algo sobre él, algo que impedía que Orión se retirara definitivamente. Resultaba evidente que el asesino había encontrado esa información; en caso contrario, no hubiera matado a su cliente.
¿Se trataría de algún documento que relacionara a Orión con la CIA? ¿O sería algo más?
—Tehya, llama a Nik —ordenó Joe cuando Jordan entró en el comedor.
—Estoy en ello, Maverick —respondió Tehya.
Jordan entró en la cocina y observó fijamente la escena que iluminaba el estrecho haz de luz de la linterna de Joe.
—Esta vez Orión se ha superado —masculló—. Travis, ¿no has encontrado nada raro? ¿Cómo ha podido ese bastardo entrar y salir sin ser visto?
—De la misma manera que nosotros —contestó Travis—. O puede que ya estuviera esperándole cuando regresó de la fiesta.
—¿Cómo diablos iba a estar aquí? —gruñó Reno—. Se suponía que Orión debía estar en la fiesta. No puede estar en dos lugares a la vez.
—Y ahora se ha ido —dijo Travis.
—Jordan, Joe, no puedo localizar a Nik —anunció de pronto Tehya por radio—. Repito, Nik no responde.
El horror que recorrió a Joe al oír aquello lo dejó paralizado por un instante.
—____. —Pronunció el nombre invadido por el pánico—. Ese hijo de perra tiene a ____.
Se dio la vuelta y echó a correr antes de que Jordan pudiera detenerlo. Oyó que su jefe le ordenaba que regresara, pero lo ignoró.
Salió de la mansión a toda velocidad. La adrenalina le inundaba las venas, la ira le tensaba todos los músculos del cuerpo, y sólo un pensamiento ocupaba su mente.
____.
¡Hola chicas! :D
Aquí les dejo la primera parte de este capítulo, quiero dejarlas con la intriga xD
Cuando pueda les subo la segunda :)
Besos
Natuu♥!!
PD: Solo queda tres capítulos mas...
Morganna y Kira estaban sentadas en la sala con ____. Joe estaba parado en la puerta, observándola con el ceño fruncido. Le preocupaba su extrema palidez y la mirada aturdida de sus ojos.
—Limítate a vigilarlo, John —ordenó, levantando la muñeca y hablando al pequeño micrófono oculto en la correa del reloj.
—Date prisa, Maverick. El muy bastardo parece estar preparándose para huir.
—Si intenta huir, detenlo. —Joe bajó la mano y apretó la mandíbula para contener la furia que crecía en su interior.
—Lo capturaremos en su casa y lo llevaremos a otro lugar para interrogarle. —Jordan observó al equipo con ojos llenos de determinación y señaló un punto en el mapa de la ciudad que había extendido sobre la mesa—. Este almacén nos dará la privacidad que necesitamos para interrogarlo. —Clavó su mirada en Macey March, el técnico prodigio del equipo de Durango—. Ve allí con Tehya y preparadlo todo.
Macey asintió, le hizo un gesto a Tehya para que lo siguiera, y ambos abandonaron el apartamento.
—John, Joe, Travis y yo nos colaremos en la casa de Heinrick y lo capturaremos. El equipo de Durango nos cubrirá. Nik, tú te quedarás aquí y cuidarás de la señorita Clay hasta que Joe regrese.
Joe se volvió hacia Jordan con rapidez.
—Ordena a Nik que lleve a ____ al almacén para que esperen allí a que lleguemos con Heinrick. No quiero que se quede aquí sin mí.
Los ojos de Jordan eran fríos como el hielo.
—No podemos correr riesgos. —Negó con la cabeza—. Nik se quedará aquí con ella y nos mantendremos en contacto. Te necesito en el equipo, Joe; lo sabes.
Joe se dio la vuelta y observó a ____, deseando que lo mirara.
La joven se había acurrucado en la esquina del sofá, con el vestido arremolinado a su alrededor como llamas doradas y negras, y sujetaba con dedos temblorosos la manta que le cubría los hombros. El pelo ocultaba sus rasgos, pero no tanto como para ver que su rostro había perdido cualquier rastro de color.
Morganna se había sentado a su lado y Kira había acercado una silla para hablar con ella, aunque ____ no le respondía.
—¡Joe! —La voz de Jordan contenía una orden a pesar de la suavidad del tono que empleó.
Joe se volvió entonces hacia Nik. A pesar de que la cara del ruso estaba desprovista de emoción, sus helados ojos azules sostuvieron la mirada de su amigo con dureza y luego asintió despacio.
—No me gusta —gruñó finalmente Joe con aspereza—. Todavía no hemos atrapado a Orión.
—Heinrick es la clave para capturar a Orión —le recordó Jordan antes de mirar a los demás—. Tenemos las armas y todo lo que necesitamos en las furgonetas. La casa de Heinrick está a treinta minutos de aquí, y por lo que sabemos no tiene personal de seguridad. Todo lo que tenemos que hacer es desconectar la alarma. ¿Preparados?
Joe se volvió hacia ____. Ella seguía inmóvil en el sofá como si fuera una muñeca rota. Tenía que hablar con ella antes de irse. Tenía que hacer desaparecer de sus ojos esa mirada de terror que lo destrozaba.
—¿Estás listo? —preguntó Jordan a su espalda.
Joe hizo una mueca, consciente de que el tiempo corría en su contra, y se prometió a sí mismo que regresaría en cuanto se encargaran de Heinrick. Entonces aliviaría el dolor de ____. Sólo era cuestión de horas.
Asintió lentamente.
—Estoy listo.
Mientras el equipo se dirigía a la salida, Joe se encaminó hacia el sofá. Morganna y Kira se pusieron de pie y lo observaron con expresión sombría antes de seguir al resto del equipo.
—¿____? —Se arrodilló frente a ella, cogiéndole las manos frías del regazo, y la miró claramente preocupado.
Ella parecía estar en estado de shock. ¿Cómo diablos iba a dejarla así?
—Nik se quedará contigo —le dijo con suavidad.
Ella hizo un rápido gesto de asentimiento con la cabeza.
—Vete. Estoy bien. Nik me cuidará.
Su voz sonó vacía y ausente.
—Sólo serán unas horas, eso es todo —le prometió. Podía sentir claramente la tensión que irradiaba el cuerpo de la joven.
Ella volvió a asentir.
—Unas horas. Estaré aquí.
—Joe, tenemos que irnos —le instó Jordan desde la puerta—. Travis nos está esperando. Es hora de largarnos.
Joe suspiró con fuerza antes de acariciarle la mejilla con infinita suavidad y clavar los ojos en su mirada llena de dolor.
—Regresaré pronto.
Ella curvó los labios en lo que pretendió ser una sonrisa.
—No soy una niña —le espetó con voz fría—. Estaré bien. Haz lo que tengas que hacer.
Iba a irse de todas maneras, pensó ____ observando la mueca que esbozaba Joe. Aceptó el breve beso con el que rozó sus labios y lo agregó al montón de recuerdos.
Joe se levantó, le dio la espalda y se dirigió a la salida. Sólo entonces ____ se permitió mirar cómo se alejaba de ella. Iba vestido de negro. Pantalones negros, camisa de manga larga negra y guantes negros. Con el pelo negro y los ojos oscuros parecía un auténtico mercenario.
Cuando la puerta se cerró tras él, ____ se quedó sola con aquel vikingo de mirada helada y tranquila al que llamaban Nik.
Armándose de valor, levantó la cabeza y lo miró fijamente a los ojos.
—¿Regresará o ya no volveré a verlo? —le preguntó.
La expresión de Nik no cambió.
—Si es listo —dijo finalmente—, no regresará. Sería lo mejor para los dos.
____ sintió como si un cuchillo le hubiera atravesado el corazón. Se obligó a levantarse del sofá y se encaminó hacia el dormitorio con paso lento. Nik no era demasiado hablador, por suerte, ya que ella no tenía nada que decir. Le había hecho una pregunta y él le había contestado. Eso era todo.
Cerró la puerta del dormitorio y se acercó al tocador. Sacó del cajón unos pantalones, una camiseta y un par de calcetines. Tenía los pies fríos. Era una pena que no hubiera nada en la habitación capaz de calentar los lugares fríos y vacíos de su alma.
Se quitó el hermoso vestido que había llevado puesto tan poco tiempo y se puso los pantalones de algodón y la camiseta.
Dios, ¿por qué sentía tanto frío?
Se desmaquilló y se echó crema de noche en la cara, intentando decirse a sí misma que todo saldría bien, como Joe le había prometido.
Cogerían a Oswald Heinrick y le interrogarían. Él les diría quién era Orión y capturarían al asesino. Entonces ella estaría a salvo y Joe se iría para no regresar jamás.
Después de extenderse bien la crema y ponerse contorno de ojos, se quitó las horquillas del pelo y miró su reflejo en el espejo del cuarto de baño.
Puede que jamás detuviera el tráfico con su apariencia, pero no era fea. Tenía el pelo bonito y, si se maquillaba y vestía adecuadamente, podía incluso resultar atractiva.
A Joe le gustaba. Se sentía atraído por ella. Se ponía duro por ella con demasiada frecuencia para que sólo la considerara un polvo rápido.
Se tocó la mejilla. Su piel era tersa y suave, y el color de sus ojos no estaba mal. Además, su nariz era recta y poseía las proporciones adecuadas.
De pronto, reparó en la mancha rojiza que tenía a un lado del cuello. La marca de Joe.
Se le aflojaron las rodillas y se le escapó un sollozo de la garganta. Tuvo que agarrarse al lavabo para no caer al suelo.
Él había marcado su cuerpo y su alma, y ahora se encargaría de erradicar los demonios de su pasado.
Ella le importaba.
Puede que no la amara, pensó, pero sentía afecto por ella. Estaba segura. Lo había visto en sus ojos antes de que se fuera.
Sin embargo, sentir afecto no era lo mismo que amar.
Sacudió la cabeza y se obligó a dejar el dormitorio y regresar a la sala.
Nik estaba sentado en un sillón, empequeñeciéndolo con su enorme tamaño. Tenía los hombros anchos y musculosos, y las piernas largas y firmes. La sombra de la barba de un día le oscurecía la fuerte mandíbula y enfatizaba el sensual labio inferior.
No era un hombre guapo, pensó ____. Era único, con aquellos pómulos cincelados y la piel oscura.
Parecía peligroso, con la misma mirada dura que Joe mostraba a veces.
Regresó al sofá casi tambaleándose, se acurrucó en la esquina y volvió a cubrirse con la manta. Sabía que el frío que sentía era producto de la conmoción y la incredulidad, y se preguntó si alguna vez se liberaría de él.
¿Cómo se tomaría su abuela todo aquello?
Abigail había sufrido mucho. Primero había tenido que aceptar la terrible verdad sobre su hijo, y ahora descubriría que el hombre con el que llevaba relacionándose casi una década era un violador capaz de contratar a un asesino para matar a su nieta.
—¿Alguna vez volverá a estar cuerdo el mundo? —susurró ____.
—¿Acaso lo ha estado alguna vez? —contestó Nik con fría curiosidad—. ____, la mayoría de la gente vive en un mundo imaginario. La clave para sobrevivir en él, es verlo tal y como es en realidad. Un mundo de locos.
Cierto. O al menos había sido así la mayor parte de su vida.
____ suspiró cansada y observó el reloj de la pared. Miró pasar el segundero y se aferró al pensamiento de que Joe no estaba solo. Tenía a todo el equipo de respaldo. Sobreviviría.
Puede que no regresara, pero sobreviviría.
Joe aguardó en silencio a que la furgoneta aparcara junto al muro exterior de piedra que rodeaba la casa de Heinrick. Se abrieron las puertas del vehículo y, como si fueran sombras, Travis, Jordan, Noah y él mismo salieron de él. Detrás se detuvo otra furgoneta de la que salieron cuatro de los miembros del equipo de Durango y se apresuraron a unirse a ellos junto a la pared.
En cuestión de segundos todos escalaron el muro de piedra de dos metros, cayeron de cuclillas al otro lado y se acercaron sigilosamente a la blanca mansión de tres pisos que se asentaba en el centro de la propiedad de cinco acres.
No se oía ningún ruido procedente de la casa. El vehículo deportivo de Oswald Heinrick estaba aparcado en la entrada en un ángulo extraño. Al parecer, el médico se había apresurado a salir hacia su casa justo después de que ____ se marchara. Temía que ella lo hubiera recocido. En el vestíbulo del hotel, rodeado de todos sus colegas médicos, había sabido que estaba perdido.
—Maverick en la entrada principal —dijo Joe al micrófono que se le curvaba en la mandíbula desde el receptor que llevaba en el oído.
—Black Jack en la parte trasera. He desactivado la alarma —respondió Travis, después de haber localizado la terminal de seguridad y desconectarla.
Joe sacó una ganzúa electrónica del bolsillo y forzó la cerradura metálica de la enorme puerta de roble.
El clic del seguro hizo que sonriera, y sólo tardó unos pocos segundos más en forzar las otras dos cerraduras. Abrió la puerta con el arma en la mano y entrecerró los ojos intentando ver en la oscuridad.
—No hay luz —anunció en voz baja—. Y tampoco se oye nada.
—Maverick, utiliza el dispositivo de visión nocturna —ordenó Jordan—. Procuremos no delatarnos todavía.
Joe se puso las gafas de visión nocturna y escudriñó la entrada a través de la bruma verde que le permitía observar hasta el más mínimo detalle.
—Maverick está dentro.
—Rastreador está dentro —anunció John por el transmisor desde la entrada lateral.
—Black Jack está dentro —anunció Travis desde la puerta trasera—. No parece que haya nadie.
—Equipo uno, despejad el camino a los equipos dos y tres —ordenó Jordan.
Joe cruzó el vestíbulo con agilidad, sosteniendo una ligera P90 entre las manos.
—La escalera está despejada —indicó.
Dos figuras oscuras avanzaron desde la puerta y subieron rápidamente las escaleras.
—Maverick inspeccionando el lugar —informó antes de examinar el resto de las habitaciones.
Era una casa enorme cuya decoración estaba basada principalmente en pesados muebles de madera de roble. Parecía un lugar fantasmagórico bajo la luz verde de las gafas de visión nocturna.
—Inspeccionando el primer piso. —La voz de Reno inundó la línea cuando su equipo llegó al piso superior.
—Inspeccionando el segundo —anunció Clint al llegar a la segunda planta.
Todo estaba en silencio; un silencio pesado y ominoso que parecía anunciar una tragedia.
—Maverick avanzando hacia la cocina —informó Joe a los demás agentes.
—Black Jack a tu izquierda —dijo Travis.
—Rastreador a tu derecha —indicó John.
Se encontraron en la puerta que conducía al enorme comedor y se detuvieron en seco. Luego, bajaron las armas y los clicks de los seguros resonaron en el espeso silencio.
—Qué hijo de perra —masculló John—. Jordan, tenemos un pequeño problema.
—Informa —exigió el comandante del equipo.
—Parece que Orión se nos ha adelantado. El objetivo está muerto.
Heinrick se hallaba tendido sobre la mesa de caoba del comedor y tenía las piernas encadenadas a una pesada barra de hierro que estaba sujeta a un gancho en el techo.
Estaba desnudo, con la parte inferior del cuerpo alzada, las muñecas encadenadas a unos ganchos en el suelo y la cabeza colgando por el borde de la mesa.
Tenía cortes en la garganta y las muñecas, y sus ojos abiertos de par en par reflejaban una expresión de terror.
La macabra estancia, iluminada por luz de la luna que entraba por un tragaluz, apestaba a sangre y muerte.
—¿Maverick? —murmuró Jordan por el receptor—. ¿Qué estáis viendo?
—La muerte —contestó Joe, examinando minuciosamente la escena del crimen.
Su mirada recayó en un cuadro tirado en el suelo. Alzó la vista y observó que en el hueco de la pared donde había estado colgado el cuadro, se encontraba una caja fuerte abierta.
Hizo una señal a Travis y le indicó con la mano el hueco en la pared.
—Hemos encontrado una caja fuerte con código digital; está abierta y vacía —informó Travis.
—Los equipos dos y tres se dirigen hacia vosotros —anunció Reno.
—Equipo uno, voy para allá —anunció Jordan—. Encended las linternas y vigilad por dónde pisáis. No quiero que quede ningún rastro que pueda delatarnos ante las autoridades cuando descubran el cuerpo.
Joe observó detenidamente a Heinrick, y luego volvió a mirar la caja fuerte. El informador de Jordan les había dicho que el cliente de Orión tenía algo sobre él, algo que impedía que Orión se retirara definitivamente. Resultaba evidente que el asesino había encontrado esa información; en caso contrario, no hubiera matado a su cliente.
¿Se trataría de algún documento que relacionara a Orión con la CIA? ¿O sería algo más?
—Tehya, llama a Nik —ordenó Joe cuando Jordan entró en el comedor.
—Estoy en ello, Maverick —respondió Tehya.
Jordan entró en la cocina y observó fijamente la escena que iluminaba el estrecho haz de luz de la linterna de Joe.
—Esta vez Orión se ha superado —masculló—. Travis, ¿no has encontrado nada raro? ¿Cómo ha podido ese bastardo entrar y salir sin ser visto?
—De la misma manera que nosotros —contestó Travis—. O puede que ya estuviera esperándole cuando regresó de la fiesta.
—¿Cómo diablos iba a estar aquí? —gruñó Reno—. Se suponía que Orión debía estar en la fiesta. No puede estar en dos lugares a la vez.
—Y ahora se ha ido —dijo Travis.
—Jordan, Joe, no puedo localizar a Nik —anunció de pronto Tehya por radio—. Repito, Nik no responde.
El horror que recorrió a Joe al oír aquello lo dejó paralizado por un instante.
—____. —Pronunció el nombre invadido por el pánico—. Ese hijo de perra tiene a ____.
Se dio la vuelta y echó a correr antes de que Jordan pudiera detenerlo. Oyó que su jefe le ordenaba que regresara, pero lo ignoró.
Salió de la mansión a toda velocidad. La adrenalina le inundaba las venas, la ira le tensaba todos los músculos del cuerpo, y sólo un pensamiento ocupaba su mente.
____.
¡Hola chicas! :D
Aquí les dejo la primera parte de este capítulo, quiero dejarlas con la intriga xD
Cuando pueda les subo la segunda :)
Besos
Natuu♥!!
PD: Solo queda tres capítulos mas...
Natuu!
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
ahhhh sube la otra parte!!!
Orion tiene a la rayiz???
Joe salvala!!!
Siguela!!
Orion tiene a la rayiz???
Joe salvala!!!
Siguela!!
aranzhitha
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
No podre dormir con la intriga
no no no puede ser tienes que seguirla ahora
:wut:
no no no puede ser tienes que seguirla ahora
:wut:
JB&1D2
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Te fuuuuuuuuck como la dejas alli?
Lo que yo digo, si ya mato al doctor no tiene porque matar a ____ es absurdo.
Pero así Joe lo atrapara. SIGUELA
Lo que yo digo, si ya mato al doctor no tiene porque matar a ____ es absurdo.
Pero así Joe lo atrapara. SIGUELA
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