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Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Vuelve!!
Oh quiero saber que pasa :(
Una pregunta, tiene 16 ella, no?
Es solo para recordar :3
Felices fiestas! Espero que este año sea muy hermoso para voy y tus allegados.
Oh quiero saber que pasa :(
Una pregunta, tiene 16 ella, no?
Es solo para recordar :3
Felices fiestas! Espero que este año sea muy hermoso para voy y tus allegados.
Augustinesg
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Feliz año a todas hermosas... :D
Si la rayis tiene 16 creo xd
ya les deo cap
Si la rayis tiene 16 creo xd
ya les deo cap
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
22
—¿Cómo te encuentras? —preguntó Joe, mirándola desde la imponente altura que le daba el ir a horcajadas de su caballo.
_______________ sonrió detrás del velo.
—La torta de pan ha hecho maravillas.
Dos horas después del amanecer, los cálidos rayos del sol ya habían expulsado el frío invernal. La mañana prometía un día de sol prodigioso y cielos despejados y azules.
Joe, Nick y un contingente de guerreros a las órdenes del príncipe estaban preparados para iniciar un largo día de caza. Winston se había contagiado del revuelo en el patio y correteaba entre los caballos.
—¿Qué piensas hacer hoy para entretener a April? —preguntó Joe.
_______________ miró a su prima, que estaba a su lado.
—Insiste en enseñarme el lugar donde vio al fantasma —dijo April—. Yo no creo en esas cosas, y si existen no quiero verlas.
Joe asintió con la cabeza y sonrió.
—Está previsto que a última hora de la mañana llegue el Saddam —dijo Nick, mirando al príncipe—. Tal vez sería mejor esperar a que regresen Rashid y mis hombres. Dé esa manera el castillo estaría bien protegido.
Joe se volvió hacia su esposa y preguntó:
—¿Prefieres que retrasemos la partida de caza hasta más tarde, para mayor seguridad?
_______________ negó con la cabeza y dijo:
—Caza un cerdo para mí. Me muero de ganas de comer cerdo asado.
Joe la miró con una mueca de fingido disgusto. _______________ soltó una risilla.
El príncipe se despidió y encaminó su montura a la cabeza del grupo de cazadores. A pesar de que sabía que nadie se atrevería a atacar el castillo de la Doncella, no se fiaba y decidió regresar junto a su esposa después del mediodía.
Dos horas más tarde, _______________ condujo a April y Omar por las escaleras hasta la almena. Su prima la seguía a regañadientes y el eunuco estaba visiblemente nervioso. _______________ se acercó al borde del muro y se detuvo en el lugar exacto donde había estado la noche anterior.
—Estaba aquí cuando oí un llanto de mujer —dijo _______________—. La princesa estaba ahí y miraba hacia la bahía. —Se volvió hacia la bahía y de pronto exclamó—: ¡Maldita sea! ¡Nos atacan!
Un nutrido grupo de hombres se aproximaba al castillo desde la playa. Dos hombres iban a la cabeza. Uno era fornido y el otro delgado, ambos de pelo y bigotes negros. Incluso a esa distancia, _______________ vio que el rostro del hombre delgado era idéntico al de una comadreja.
—¡Fougere! —exclamó.
Cogió a su prima del brazo y la arrastró precipitadamente hasta las escaleras. Omar se apresuró a seguirlas presa del nerviosismo. Cuando _______________ llegó a su alcoba, donde Lana y su hermana Cyra cuidaban de Kemal, sin perder un segundo cogió al bebé, se lo entregó a su prima y suplicó:
—Protégelo con tu vida. Prométemelo.
—Prometido. ¿Y tú qué piensas hacer?
—Fougere viene con intención de matar a Joe —exclamó _______________, empujando al grupo hacia la puerta del jardín—. No quiero arriesgar la vida de mi hijo. Si esa comadreja me encuentra, Kemal estará a salvo.
—Me quedo contigo —insistió April, presa del pánico.
—¡La vida de mi hijo está en tus manos! —exclamó _______________—. Haz lo que te pido y no me hagas perder tiempo.
_______________ los condujo fuera y, por un sendero, hasta el fondo del jardín. Se deslizó por detrás del alto seto que ocultaba la puerta secreta y la abrió.
—Omar, protegerás a April y a mi hijo con tu vida —le ordenó _______________.
—No puedo dejar que te enfrentes sola contra esos hombres —dijo April con ansiedad.
—Por favor, prima, estamos perdiendo unos minutos preciosos —repuso _______________, y a continuación empujó a April por la puerta, la cerró rápidamente y le echó llave.
Decidida a enfrentarse con Fougere, volvió a su alcoba a toda prisa y se preparó para lo peor. El ruido de los atacantes le llegaba del pasillo. Cogió el cuchillo de mondar de la fuente de fruta que había sobre la mesa y lo escondió en su bolsillo.
La puerta de la alcoba se abrió con estrépito y el conde de Beaulieu entró con aire fanfarrón. Era alto y delgado, de pelo castaño rojizo y nariz larga y puntiaguda por encima de un espeso bigote.
_______________ retrocedió un par de pasos. El conde avanzó y se detuvo a unos centímetros de ella. Sus ojos fríos de serpiente escudriñaron la estancia.
—Conque ésta es la guarida de la bestia.
_______________ lo miró arqueando las cejas.
—Supongo que eres la comadreja, ¿me equivoco?
Fougere la abofeteó sin mediar palabra.
_______________ le devolvió la bofetada y masculló:
—Eres una criatura cobarde y vil.
Fougere levantó el puño para golpearla, pero _______________, rápida como un rayo, sacó el cuchillo y lo apoyó contra su cuello.
—Ten piedad... —gimió la comadreja, que no se esperaba una respuesta tan contundente de parte de _______________—. He venido a rescatarte.
_______________ soltó una amarga carcajada, pero de pronto sintió que un puñal le punzaba la espalda y se quedó helada.
—Por favor, mademoiselle —dijo una voz grave—, soltad el cuchillo.
—¿Y si no os hago ese favor? —replicó ella, reuniendo todo su valor.
—Me obligaréis a mataros.
_______________ soltó el cuchillo y se giró lentamente. Frente a ella estaba el hombre fornido de pelo negro y bigote.
—Soy el conde Orcioni, a vuestro servicio, mademoiselle—se presentó.
—Princesa, si no os importa —le corrigió _______________—. Soy la esposa del príncipe Joe.
Fougere soltó un bufido despectivo y se dirigió hacia los baúles. Extrajo un saco de lona del interior de su jubón y empezó a llenarlo con las prendas de _______________.
—No necesitaré ropa de recambio —dijo ésta—. Estaré en casa en cuanto mi esposo os haya matado.
—¡Silencio, furcia! —vociferó Fougere sin levantar la vista de su tarea—. Esta ropa no es para ti.
—¿Acaso es para vos? —preguntó _______________, sorprendida y escandalizada.
El conde Orcioni soltó una carcajada.
—Cierra la boca —le dijo Fougere—, o te la cerraré a bofetadas.
Con el saco lleno de prendas, Fougere la agarró por un brazo. El conde Orcioni la cogió del otro brazo. Y de esa manera, apresada en medio de aquellos hombres, _______________ abandonó el castillo de la Doncella.
Mientras bajaban por un sendero que llevaba a la playa, Fougere extrajo un caftán de _______________ del saco de lona. Rasgó la seda en dos pedazos, dejó uno en el sendero y el otro lo tiró en la arena antes de subir a los botes que los aguardaban.
_______________ no sabía hacia dónde se dirigían. Pero sí sabía que el conde de Beaulieu era un hombre extraño que, por lo visto, disfrutaba destrozando prendas de mujer.
Los hombres del conde maniobraron las embarcaciones a lo largo de la costa hacia una playa aislada donde estaba anclado el barco. Por el camino, Fougere rompió varias prendas de vestir y las echó por la borda.
—¿Qué demonios hacéis? —preguntó _______________.
—Dejar un rastro para la bestia —replicó Fougere—. ¿Cómo voy a tenderle una emboscada si no consigo que me siga?
«¿Emboscada?» _______________ sintió que el corazón se le encogía. La comadreja había tenido éxito en otra ocasión al tenderle una emboscada a su esposo. Si le había salido bien una vez, podría salirle bien de nuevo.
—¿Por qué no te enfrentas a él como un hombre? —exclamó _______________—. ¡Comadreja cobarde!
Fougere le atizó un puñetazo en la mandíbula y ella cayó hacia atrás. El conde Orcioni la sostuvo, ya inconsciente, antes de que cayera al agua.
—No hace falta mancillar su belleza—le advirtió a Fougere.
Caía la tarde cuando _______________ despertó. Estaba tumbada de lado junto a un fuego de campamento.
—¿Dónde estamos? —preguntó, llevándose la mano a la dolorida mandíbula. El conde Orcioni le dedicó una cínica sonrisa.
—Cerca de Estambul, princesa.
_______________ percibió el olor a comida. Algo se estaba cocinando en dos ollas que colgaban sobre el fuego.
_______________ sonrió detrás del velo.
—La torta de pan ha hecho maravillas.
Dos horas después del amanecer, los cálidos rayos del sol ya habían expulsado el frío invernal. La mañana prometía un día de sol prodigioso y cielos despejados y azules.
Joe, Nick y un contingente de guerreros a las órdenes del príncipe estaban preparados para iniciar un largo día de caza. Winston se había contagiado del revuelo en el patio y correteaba entre los caballos.
—¿Qué piensas hacer hoy para entretener a April? —preguntó Joe.
_______________ miró a su prima, que estaba a su lado.
—Insiste en enseñarme el lugar donde vio al fantasma —dijo April—. Yo no creo en esas cosas, y si existen no quiero verlas.
Joe asintió con la cabeza y sonrió.
—Está previsto que a última hora de la mañana llegue el Saddam —dijo Nick, mirando al príncipe—. Tal vez sería mejor esperar a que regresen Rashid y mis hombres. Dé esa manera el castillo estaría bien protegido.
Joe se volvió hacia su esposa y preguntó:
—¿Prefieres que retrasemos la partida de caza hasta más tarde, para mayor seguridad?
_______________ negó con la cabeza y dijo:
—Caza un cerdo para mí. Me muero de ganas de comer cerdo asado.
Joe la miró con una mueca de fingido disgusto. _______________ soltó una risilla.
El príncipe se despidió y encaminó su montura a la cabeza del grupo de cazadores. A pesar de que sabía que nadie se atrevería a atacar el castillo de la Doncella, no se fiaba y decidió regresar junto a su esposa después del mediodía.
Dos horas más tarde, _______________ condujo a April y Omar por las escaleras hasta la almena. Su prima la seguía a regañadientes y el eunuco estaba visiblemente nervioso. _______________ se acercó al borde del muro y se detuvo en el lugar exacto donde había estado la noche anterior.
—Estaba aquí cuando oí un llanto de mujer —dijo _______________—. La princesa estaba ahí y miraba hacia la bahía. —Se volvió hacia la bahía y de pronto exclamó—: ¡Maldita sea! ¡Nos atacan!
Un nutrido grupo de hombres se aproximaba al castillo desde la playa. Dos hombres iban a la cabeza. Uno era fornido y el otro delgado, ambos de pelo y bigotes negros. Incluso a esa distancia, _______________ vio que el rostro del hombre delgado era idéntico al de una comadreja.
—¡Fougere! —exclamó.
Cogió a su prima del brazo y la arrastró precipitadamente hasta las escaleras. Omar se apresuró a seguirlas presa del nerviosismo. Cuando _______________ llegó a su alcoba, donde Lana y su hermana Cyra cuidaban de Kemal, sin perder un segundo cogió al bebé, se lo entregó a su prima y suplicó:
—Protégelo con tu vida. Prométemelo.
—Prometido. ¿Y tú qué piensas hacer?
—Fougere viene con intención de matar a Joe —exclamó _______________, empujando al grupo hacia la puerta del jardín—. No quiero arriesgar la vida de mi hijo. Si esa comadreja me encuentra, Kemal estará a salvo.
—Me quedo contigo —insistió April, presa del pánico.
—¡La vida de mi hijo está en tus manos! —exclamó _______________—. Haz lo que te pido y no me hagas perder tiempo.
_______________ los condujo fuera y, por un sendero, hasta el fondo del jardín. Se deslizó por detrás del alto seto que ocultaba la puerta secreta y la abrió.
—Omar, protegerás a April y a mi hijo con tu vida —le ordenó _______________.
—No puedo dejar que te enfrentes sola contra esos hombres —dijo April con ansiedad.
—Por favor, prima, estamos perdiendo unos minutos preciosos —repuso _______________, y a continuación empujó a April por la puerta, la cerró rápidamente y le echó llave.
Decidida a enfrentarse con Fougere, volvió a su alcoba a toda prisa y se preparó para lo peor. El ruido de los atacantes le llegaba del pasillo. Cogió el cuchillo de mondar de la fuente de fruta que había sobre la mesa y lo escondió en su bolsillo.
La puerta de la alcoba se abrió con estrépito y el conde de Beaulieu entró con aire fanfarrón. Era alto y delgado, de pelo castaño rojizo y nariz larga y puntiaguda por encima de un espeso bigote.
_______________ retrocedió un par de pasos. El conde avanzó y se detuvo a unos centímetros de ella. Sus ojos fríos de serpiente escudriñaron la estancia.
—Conque ésta es la guarida de la bestia.
_______________ lo miró arqueando las cejas.
—Supongo que eres la comadreja, ¿me equivoco?
Fougere la abofeteó sin mediar palabra.
_______________ le devolvió la bofetada y masculló:
—Eres una criatura cobarde y vil.
Fougere levantó el puño para golpearla, pero _______________, rápida como un rayo, sacó el cuchillo y lo apoyó contra su cuello.
—Ten piedad... —gimió la comadreja, que no se esperaba una respuesta tan contundente de parte de _______________—. He venido a rescatarte.
_______________ soltó una amarga carcajada, pero de pronto sintió que un puñal le punzaba la espalda y se quedó helada.
—Por favor, mademoiselle —dijo una voz grave—, soltad el cuchillo.
—¿Y si no os hago ese favor? —replicó ella, reuniendo todo su valor.
—Me obligaréis a mataros.
_______________ soltó el cuchillo y se giró lentamente. Frente a ella estaba el hombre fornido de pelo negro y bigote.
—Soy el conde Orcioni, a vuestro servicio, mademoiselle—se presentó.
—Princesa, si no os importa —le corrigió _______________—. Soy la esposa del príncipe Joe.
Fougere soltó un bufido despectivo y se dirigió hacia los baúles. Extrajo un saco de lona del interior de su jubón y empezó a llenarlo con las prendas de _______________.
—No necesitaré ropa de recambio —dijo ésta—. Estaré en casa en cuanto mi esposo os haya matado.
—¡Silencio, furcia! —vociferó Fougere sin levantar la vista de su tarea—. Esta ropa no es para ti.
—¿Acaso es para vos? —preguntó _______________, sorprendida y escandalizada.
El conde Orcioni soltó una carcajada.
—Cierra la boca —le dijo Fougere—, o te la cerraré a bofetadas.
Con el saco lleno de prendas, Fougere la agarró por un brazo. El conde Orcioni la cogió del otro brazo. Y de esa manera, apresada en medio de aquellos hombres, _______________ abandonó el castillo de la Doncella.
Mientras bajaban por un sendero que llevaba a la playa, Fougere extrajo un caftán de _______________ del saco de lona. Rasgó la seda en dos pedazos, dejó uno en el sendero y el otro lo tiró en la arena antes de subir a los botes que los aguardaban.
_______________ no sabía hacia dónde se dirigían. Pero sí sabía que el conde de Beaulieu era un hombre extraño que, por lo visto, disfrutaba destrozando prendas de mujer.
Los hombres del conde maniobraron las embarcaciones a lo largo de la costa hacia una playa aislada donde estaba anclado el barco. Por el camino, Fougere rompió varias prendas de vestir y las echó por la borda.
—¿Qué demonios hacéis? —preguntó _______________.
—Dejar un rastro para la bestia —replicó Fougere—. ¿Cómo voy a tenderle una emboscada si no consigo que me siga?
«¿Emboscada?» _______________ sintió que el corazón se le encogía. La comadreja había tenido éxito en otra ocasión al tenderle una emboscada a su esposo. Si le había salido bien una vez, podría salirle bien de nuevo.
—¿Por qué no te enfrentas a él como un hombre? —exclamó _______________—. ¡Comadreja cobarde!
Fougere le atizó un puñetazo en la mandíbula y ella cayó hacia atrás. El conde Orcioni la sostuvo, ya inconsciente, antes de que cayera al agua.
—No hace falta mancillar su belleza—le advirtió a Fougere.
Caía la tarde cuando _______________ despertó. Estaba tumbada de lado junto a un fuego de campamento.
—¿Dónde estamos? —preguntó, llevándose la mano a la dolorida mandíbula. El conde Orcioni le dedicó una cínica sonrisa.
—Cerca de Estambul, princesa.
_______________ percibió el olor a comida. Algo se estaba cocinando en dos ollas que colgaban sobre el fuego.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
ahh maldita comadreja!!!! :wut:
Joe salvala!!!
sube mas por los dias que no subiste siiii
Joe salvala!!!
sube mas por los dias que no subiste siiii
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
OH DIOSH :wut: siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaa POR FAVOOOOOOOOOR
naty directioner
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
—¿Dónde está la comadreja? —preguntó _______________, provocando la risa del conde—. ¿Se ha escondido en su madriguera?
Fougere apareció en su campo de visión y le espetó:
—Cállate, maldita zorra inglesa.
_______________ miró alrededor y se preguntó dónde estarían los secuaces de la comadreja. Era probable que estuvieran haciendo guardia, pensó, aunque no les serviría de nada. No eran más que un hatajo de viles cobardes.
Se incorporó y fijó la atención en Fougere, clavándole sus ojos verdes.
—Podrías haber tenido una muerte rápida e indolora —le dijo—. Pero te has atrevido a golpearme y estás condenado a una muerte lenta y dolorosa.
Fougere desenvainó el puñal y la amenazó. _______________ se rio sin miedo alguno. Fougere retrocedió y exclamó:
—Esos ojos verdes son la marca de una bruja que desconoce el miedo.
—Cuidado, pequeña comadreja —masculló _______________ con una voz que sonaba más confiada de lo que se sentía—. Mi esposo vendrá a rescatarnos, a mí y al bebé que llevo en mi vientre.
—¿Estás preñada? —farfulló Fougere, dando un paso hacia ella.
—Déjala en paz —le dijo el conde Orcioni mientras removía el contenido de la olla.
Fougere se detuvo y se mantuvo a una buena distancia de su cautiva.
—Es poco civilizado cenar antes de que oscurezca —se quejó el conde.
—Pero es demasiado peligroso tener el fuego encendido de noche —replicó Fougere.
Orcioni lo miró.
—Dijiste que querías que el príncipe nos encontrara. ¿Qué mejor señal que un fuego en medio de la noche?
—Quiero verlo llegar, estúpido —le espetó Fougere.
—¿Qué has dicho, so imbécil? —El conde Orcioni se dispuso a levantarse.
—Perdóname —se disculpó Fougere para evitar un enfrentamiento— Mira, el agua ya hierve.
—Sassari es el único listo —murmuró Orcioni—. Decidió volver a casa.
—¿Qué cocináis? —preguntó _______________ con una mueca de repulsión. El aroma le estaba provocando náuseas.
—Salsa putanesca —contestó el conde.
—Huele a pescado podrido —dijo _______________.
—Los italianos lo llamamos «salsa de ramera» por su peculiar aroma —explicó el conde—. Huele como una puta luego de que la... —De pie frente a ella, Fougere soltó una carcajada y no concluyó sus palabras.
No obstante, _______________ captó el repugnante sentido del comentario.
—Cuando hayamos acabado contigo, olerás como la putanesca —dijo Fougere.
_______________ se puso de pie de un salto y echó a correr, intentando sorprenderlos. Pero Fougere le dio alcance y la derribó al suelo bruscamente. Levantó el pie y la amenazó con darle una patada en el vientre. Con una fuerza nacida de la desesperación, _______________ le sujetó por la bota y Fougere se sacudió para zafarse, pero perdió el equilibrio y cayó pesadamente de espaldas.
—¡Hazle daño a mi bebé, malnacido, y las agonías del infierno te parecerán un paraíso! —chilló _______________.
—Bien dicho, princesa —dijo una voz detrás de ellos.
El conde Orcioni y Fougere se volvieron rápidamente. _______________ sonrió, tan sorprendida como ellos.
Era la Bestia del Sultán, de pie y con la cimitarra en la mano.
—Somos dos contra uno —dijo Fougere—. ¿Estás preparado para morir?
—Un cobarde y un mercader de putas poco tienen que hacer frente a un hombre —repuso Joe.
—Cógelo —le ordenó Fougere al conde.
—Cógelo tú —se negó Orcioni—. Tú eres el que lo quiere muerto.
—Estoy esperando —gruñó Joe.
Fougere miró al conde de reojo.
—¿Juntos, entonces?
Fougere apareció en su campo de visión y le espetó:
—Cállate, maldita zorra inglesa.
_______________ miró alrededor y se preguntó dónde estarían los secuaces de la comadreja. Era probable que estuvieran haciendo guardia, pensó, aunque no les serviría de nada. No eran más que un hatajo de viles cobardes.
Se incorporó y fijó la atención en Fougere, clavándole sus ojos verdes.
—Podrías haber tenido una muerte rápida e indolora —le dijo—. Pero te has atrevido a golpearme y estás condenado a una muerte lenta y dolorosa.
Fougere desenvainó el puñal y la amenazó. _______________ se rio sin miedo alguno. Fougere retrocedió y exclamó:
—Esos ojos verdes son la marca de una bruja que desconoce el miedo.
—Cuidado, pequeña comadreja —masculló _______________ con una voz que sonaba más confiada de lo que se sentía—. Mi esposo vendrá a rescatarnos, a mí y al bebé que llevo en mi vientre.
—¿Estás preñada? —farfulló Fougere, dando un paso hacia ella.
—Déjala en paz —le dijo el conde Orcioni mientras removía el contenido de la olla.
Fougere se detuvo y se mantuvo a una buena distancia de su cautiva.
—Es poco civilizado cenar antes de que oscurezca —se quejó el conde.
—Pero es demasiado peligroso tener el fuego encendido de noche —replicó Fougere.
Orcioni lo miró.
—Dijiste que querías que el príncipe nos encontrara. ¿Qué mejor señal que un fuego en medio de la noche?
—Quiero verlo llegar, estúpido —le espetó Fougere.
—¿Qué has dicho, so imbécil? —El conde Orcioni se dispuso a levantarse.
—Perdóname —se disculpó Fougere para evitar un enfrentamiento— Mira, el agua ya hierve.
—Sassari es el único listo —murmuró Orcioni—. Decidió volver a casa.
—¿Qué cocináis? —preguntó _______________ con una mueca de repulsión. El aroma le estaba provocando náuseas.
—Salsa putanesca —contestó el conde.
—Huele a pescado podrido —dijo _______________.
—Los italianos lo llamamos «salsa de ramera» por su peculiar aroma —explicó el conde—. Huele como una puta luego de que la... —De pie frente a ella, Fougere soltó una carcajada y no concluyó sus palabras.
No obstante, _______________ captó el repugnante sentido del comentario.
—Cuando hayamos acabado contigo, olerás como la putanesca —dijo Fougere.
_______________ se puso de pie de un salto y echó a correr, intentando sorprenderlos. Pero Fougere le dio alcance y la derribó al suelo bruscamente. Levantó el pie y la amenazó con darle una patada en el vientre. Con una fuerza nacida de la desesperación, _______________ le sujetó por la bota y Fougere se sacudió para zafarse, pero perdió el equilibrio y cayó pesadamente de espaldas.
—¡Hazle daño a mi bebé, malnacido, y las agonías del infierno te parecerán un paraíso! —chilló _______________.
—Bien dicho, princesa —dijo una voz detrás de ellos.
El conde Orcioni y Fougere se volvieron rápidamente. _______________ sonrió, tan sorprendida como ellos.
Era la Bestia del Sultán, de pie y con la cimitarra en la mano.
—Somos dos contra uno —dijo Fougere—. ¿Estás preparado para morir?
—Un cobarde y un mercader de putas poco tienen que hacer frente a un hombre —repuso Joe.
—Cógelo —le ordenó Fougere al conde.
—Cógelo tú —se negó Orcioni—. Tú eres el que lo quiere muerto.
—Estoy esperando —gruñó Joe.
Fougere miró al conde de reojo.
—¿Juntos, entonces?
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
awww llego Joe para salvarla!!!! :lloro:
siguela!!!!
siguela!!!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
OH GOSH OH GOSH OH MY FUKING GOSH SIGUELA :wut: JOE LLEGO YEEEEEI :lloro:
naty directioner
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
chicas queda una parte cortita para acabar este capítulo y se viene el final...
NiinnyJonas
Página 30 de 31. • 1 ... 16 ... 29, 30, 31
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