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Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Joe se sentó en el borde de la cama y le dio a _______________ tiernos trozos de cordero asado. Luego la reclinó sobre la almohada y se puso de pie.
—Esta noche cenaremos juntos —dijo—. Ahora debo saludar a nuestros huéspedes y atenderlos debidamente.
—¿Acaso la novia no está invitada a la celebración de su propia boda? —preguntó ella.
—Los hombres y las mujeres no celebran juntos.
—Qué civilizado.
—Te ordeno que duermas sin preocupaciones —dijo Joe—. Y recuerda que te protegeré, que estarás sana y salva.
—Pero no estoy cansada —protestó _______________, aunque no pudo evitar un bostezo.
—¿Y esas ojeras de cansancio que te oscurecen los ojos? —preguntó Joe.
—Me las he pintado.
—Hummm...
—Quizá los días en tu compañía me han hecho envejecer.
—Yo creo que los días sin mi compañía te han hecho envejecer —afirmó Joe, y volvió a sentarse en la cama—. Cierra los ojos. —Se quedó allí hasta comprobar que la respiración de _______________ se enlentecía y dormía. Entonces se inclinó sobre ella y le rozó los labios con la boca—. Esta noche, mi flor silvestre, serás mía de verdad —susurró. Luego se puso de pie y salió de la tienda.
Más tarde, al despertar, _______________ permaneció tendida, pensando en las nuevas circunstancias de su vida. Dos días habían bastado para cambiarlo todo. Había pasado de esclava fugitiva a esposa de un príncipe, aunque lo cierto es que no se sentía cómoda con ninguna de ambas condiciones. Una era demasiado indigna y la otra demasiado increíble. El hecho de que Joe se hubiera casado con ella por poderes y sin su permiso no molestó en absoluto a _______________. Jamás había albergado la esperanza de elegir a su propio esposo. El mundo no era así. La habían criado para asumir el matrimonio que le impusieran. Afortunadamente para ella, Joe era joven, viril, apuesto, y por sus venas corría sangre azul. Pese a no ser el hombre elegido por la reina, Joe era un buen partido. Pero no lograba desentrañar la razón de que él quisiera casarse con ella. Sin duda la hija menor de un conde extranjero no era un trofeo apetecible para un príncipe.
El sonido de chapoteos de agua penetró en los pensamientos de _______________, que abrió los ojos. Dos velas encendidas sobre la mesa bañaban el interior de la tienda con un tenue resplandor. Y de pronto vio a Joe. Estaba sentado en la tina de madera de espaldas a ella. La imagen de un hombre tan grande en una tina tan pequeña era ridícula, y _______________ tuvo que sofocar una risilla. Pero aprovechó la ocasión para contemplarlo a hurtadillas. La luz vacilante de las velas bailaba con aleteos sensuales sobre sus anchos hombros y su espalda. Cuando de pronto él se puso de pie y salió de la tina, _______________ se quedó mirando arrobada la magnífica visión de sus hombros y su ceñida cintura. Sus nalgas eran perfectamente redondas y tenía muslos musculosos. «Un Adonis moderno», pensó _______________, y estuvo a punto de desmayarse de emoción. Jamás había visto un hombre así, y menos desnudo. Al pensar en lo que sucedería entre ellos esa noche, _______________ se ruborizó. Conocía el deber de una esposa, pero ¿era correcto disfrutar de ese deber? Joe era aún más apuesto y viril que sus cuñados. _______________ sabía que iba a disfrutar de su deber y, por algún motivo, aquello le pareció pecaminoso.
Joe terminó de secarse, cogió la camisa y el pantalón y se dio la vuelta.
_______________ cerró los ojos con fuerza.
Con la ropa en la mano, Joe cruzó la tienda descalzo y se quedó mirando a su esposa, hermosa y deslumbrante. Se percató del rubor en sus mejillas y supo que había despertado. No obstante, permaneció a su lado observando en silencio su sueño fingido.
_______________ no había percibido su cercana presencia, y al abrir los ojos se encontró con la oscura mata de vello que le cubría el pecho. Bajó una mirada de asombro hasta el apéndice viril que pendía en la entrepierna y lo vio crecer ante sus desorbitados ojos. Soltó un gritito inarticulado y cerró los ojos con fuerza.
—No temas. —Una sonrisa teñía la voz de Joe.
_______________ se negó a responder.
—Abre los ojos, flor silvestre —insistió—. Mira lo que te ofrece tu esposo en tu lecho de matrimonio.
—Cu... cu... bríos —consiguió balbucear _______________—. Por favor.
Joe se puso el pantalón. Al parecer, su intrépida flor silvestre necesitaría una larga y paciente insistencia. Ya tendrían tiempo para ello más tarde.
—Estoy vestido —anunció.
_______________ abrió un ojo, y al ver su torso desnudo volvió a cerrarlo.
—Mentiroso.
—¿Tanto recato por el pecho de un hombre? —preguntó Joe—. Te aseguro que mis joyas están tapadas.
Aún recelosa, _______________ cedió poco a poco y finalmente se incorporó. Joe se sentó en el borde de la cama. Se inclinó y le dio un casto beso en los labios. _______________ se quedó rígida.
—Relájate —dijo Joe, deslizando una de sus poderosas manos por el brazo de _______________— Deja de preocuparte por tu noche de bodas.
—¿Cómo sabéis...?
—Es natural temer a lo desconocido, querida esposa —musitó Joe—. Aunque no me creas, te diré que no tienes nada que temer. En mi lecho te aguarda un placer mayor que el de tus imaginaciones más salvajes.
—Esta noche cenaremos juntos —dijo—. Ahora debo saludar a nuestros huéspedes y atenderlos debidamente.
—¿Acaso la novia no está invitada a la celebración de su propia boda? —preguntó ella.
—Los hombres y las mujeres no celebran juntos.
—Qué civilizado.
—Te ordeno que duermas sin preocupaciones —dijo Joe—. Y recuerda que te protegeré, que estarás sana y salva.
—Pero no estoy cansada —protestó _______________, aunque no pudo evitar un bostezo.
—¿Y esas ojeras de cansancio que te oscurecen los ojos? —preguntó Joe.
—Me las he pintado.
—Hummm...
—Quizá los días en tu compañía me han hecho envejecer.
—Yo creo que los días sin mi compañía te han hecho envejecer —afirmó Joe, y volvió a sentarse en la cama—. Cierra los ojos. —Se quedó allí hasta comprobar que la respiración de _______________ se enlentecía y dormía. Entonces se inclinó sobre ella y le rozó los labios con la boca—. Esta noche, mi flor silvestre, serás mía de verdad —susurró. Luego se puso de pie y salió de la tienda.
Más tarde, al despertar, _______________ permaneció tendida, pensando en las nuevas circunstancias de su vida. Dos días habían bastado para cambiarlo todo. Había pasado de esclava fugitiva a esposa de un príncipe, aunque lo cierto es que no se sentía cómoda con ninguna de ambas condiciones. Una era demasiado indigna y la otra demasiado increíble. El hecho de que Joe se hubiera casado con ella por poderes y sin su permiso no molestó en absoluto a _______________. Jamás había albergado la esperanza de elegir a su propio esposo. El mundo no era así. La habían criado para asumir el matrimonio que le impusieran. Afortunadamente para ella, Joe era joven, viril, apuesto, y por sus venas corría sangre azul. Pese a no ser el hombre elegido por la reina, Joe era un buen partido. Pero no lograba desentrañar la razón de que él quisiera casarse con ella. Sin duda la hija menor de un conde extranjero no era un trofeo apetecible para un príncipe.
El sonido de chapoteos de agua penetró en los pensamientos de _______________, que abrió los ojos. Dos velas encendidas sobre la mesa bañaban el interior de la tienda con un tenue resplandor. Y de pronto vio a Joe. Estaba sentado en la tina de madera de espaldas a ella. La imagen de un hombre tan grande en una tina tan pequeña era ridícula, y _______________ tuvo que sofocar una risilla. Pero aprovechó la ocasión para contemplarlo a hurtadillas. La luz vacilante de las velas bailaba con aleteos sensuales sobre sus anchos hombros y su espalda. Cuando de pronto él se puso de pie y salió de la tina, _______________ se quedó mirando arrobada la magnífica visión de sus hombros y su ceñida cintura. Sus nalgas eran perfectamente redondas y tenía muslos musculosos. «Un Adonis moderno», pensó _______________, y estuvo a punto de desmayarse de emoción. Jamás había visto un hombre así, y menos desnudo. Al pensar en lo que sucedería entre ellos esa noche, _______________ se ruborizó. Conocía el deber de una esposa, pero ¿era correcto disfrutar de ese deber? Joe era aún más apuesto y viril que sus cuñados. _______________ sabía que iba a disfrutar de su deber y, por algún motivo, aquello le pareció pecaminoso.
Joe terminó de secarse, cogió la camisa y el pantalón y se dio la vuelta.
_______________ cerró los ojos con fuerza.
Con la ropa en la mano, Joe cruzó la tienda descalzo y se quedó mirando a su esposa, hermosa y deslumbrante. Se percató del rubor en sus mejillas y supo que había despertado. No obstante, permaneció a su lado observando en silencio su sueño fingido.
_______________ no había percibido su cercana presencia, y al abrir los ojos se encontró con la oscura mata de vello que le cubría el pecho. Bajó una mirada de asombro hasta el apéndice viril que pendía en la entrepierna y lo vio crecer ante sus desorbitados ojos. Soltó un gritito inarticulado y cerró los ojos con fuerza.
—No temas. —Una sonrisa teñía la voz de Joe.
_______________ se negó a responder.
—Abre los ojos, flor silvestre —insistió—. Mira lo que te ofrece tu esposo en tu lecho de matrimonio.
—Cu... cu... bríos —consiguió balbucear _______________—. Por favor.
Joe se puso el pantalón. Al parecer, su intrépida flor silvestre necesitaría una larga y paciente insistencia. Ya tendrían tiempo para ello más tarde.
—Estoy vestido —anunció.
_______________ abrió un ojo, y al ver su torso desnudo volvió a cerrarlo.
—Mentiroso.
—¿Tanto recato por el pecho de un hombre? —preguntó Joe—. Te aseguro que mis joyas están tapadas.
Aún recelosa, _______________ cedió poco a poco y finalmente se incorporó. Joe se sentó en el borde de la cama. Se inclinó y le dio un casto beso en los labios. _______________ se quedó rígida.
—Relájate —dijo Joe, deslizando una de sus poderosas manos por el brazo de _______________— Deja de preocuparte por tu noche de bodas.
—¿Cómo sabéis...?
—Es natural temer a lo desconocido, querida esposa —musitó Joe—. Aunque no me creas, te diré que no tienes nada que temer. En mi lecho te aguarda un placer mayor que el de tus imaginaciones más salvajes.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
... hahaha xD
Bueno-... si vos decis
Muchas gracias por subir el cap a tus lectoras tan impacientes :P
Bueno-... si vos decis
Muchas gracias por subir el cap a tus lectoras tan impacientes :P
Augustinesg
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
_______________ enrojeció ante aquellas palabras. Dios, de repente hacía mucho calor en la tienda, y empezaba a sentir mareos. Quizá se estaba poniendo enferma.
Joe se levantó, se puso la camisa de lino blanca por encima de la cabeza y se la remetió en el pantalón.
—Por el momento haré el papel de eunuco y te cepillaré tu magnífica cabellera.
Fue hacia el aparador y cogió un cepillo, volvió a la cama y se sentó.
—Date la vuelta —ordenó.
_______________ no sabía qué pensar de aquel hombre. Al parecer, el matrimonio había cambiado su actitud por completo. Había desaparecido la implacable Bestia del Sultán, y ahora era un esposo atento.
—Por favor, date la vuelta —repitió.
«¿Por favor?» _______________ lo hizo.
Joe le cepilló el cabello hasta hacerlo crepitan. Dejó el cepillo a un lado, y al rozar la nariz contra el lado de su cuello, un delicioso estremecimiento recorrió la espalda de _______________.
—¿Tienes hambre, querida? —pregunto Joe, con el aliento sobre su oreja.
«¡Dios mío!», pensó _______________, aturdida por su inquietante proximidad y el roce de su cuerpo. Primero la hacía sudar y ahora la hacía temblar.
—¿Cariño? Ven —dijo Joe, tendiéndole la mano.
Subyugada por la intensidad de su penetrante mirada azul, _______________ sólo podía mirarlo fijamente. Joe esbozó una sonrisa y ella le tomó la mano.
La acompañó hasta la mesa y la ayudó a sentarse sobre uno de los enormes almohadones. Tras servirle una copa de agua de rosas, Joe hizo sonar una campanilla para avisar a los sirvientes que estaban preparados para cenar. Hasta ellos llegaba el ruido de música, risas y voces de hombres en el caravasar.
—¿Qué está pasando ahí fuera? —preguntó intrigada _______________.
—Mis hombres y los Kasabian están celebrando nuestro matrimonio.
—Entonces ¿es cierto? ¿Estamos de verdad casados?
—El matrimonio es un asunto demasiado serio para tomárselo a broma —respondió Joe—. ¿Te desagrada la idea de ser la esposa consentida de un príncipe oriental?
—No, pero todavía no entiendo cómo el cura...
—Aquí está nuestra cena —la interrumpió Joe. Joe no tenía ganas de rectificar su idea de que los había casado un hombre de la iglesia cristiana. Al menos esperaría hasta mañana.
Bajo la supervisión de Abdul, entraron dos hombres y dejaron exquisitos platos sobre la mesa: judías verdes en aceite, ensalada caliente de zanahorias fritas con yogur, pollo asado con arroz y relleno de albaricoques, y tortas de pan.
—¿Cómo está Abdul? —susurró _______________—. Espero no haberle hecho daño.
—Ninguna herida permanente, sólo su orgullo.
—¿Debería disculparme?
—Una princesa no se disculpa nunca —dijo Joe.
—¿Ni siquiera con su príncipe?
—Jamás se comportaría con su príncipe de manera que hiciera falta disculparse —repuso Joe, con voz severa.
_______________ arqueó una perfecta ceja cobriza.
—Me resulta difícil de creer.
—Es verdad —mintió Joe.
—Pero ¿y si la princesa en cuestión hiciera algo reprobable?
—Desgraciadamente, ni siquiera una princesa esta por encima del castigo —respondió Joe.
—¿Y el príncipe? ¿Qué ocurriría si vos hicierais algo por lo que tuvierais que disculparos ante la princesa?
Joe le lanzó una sonrisa maliciosa.
—Un príncipe disfruta de mayor libertad de acción que una princesa.
—Eso es injusto.
—El mundo es así.
_______________ permaneció en silencio largo rato y luego dijo:
—¿Os puedo hacer una pregunta personal?
—Eres mi esposa y puedes preguntarme lo que quieras.
—¿Por qué os habéis casado conmigo? Ni siquiera os gusto.
Con ternura, Joe la miró fijamente y le indico que se sentara junto a él.
_______________ se puso de pie, rodeó la mesa y se dejo caer junto a él. Lo miró con ojos expectantes.
Joe le rodeó los hombros con el brazo y la atrajo hacia sí. La besó en los labios suavemente y se quedo contemplando sus ojos verdes.
—Te deseo —susurró.
—No... no os entiendo.
Joe se levantó, se puso la camisa de lino blanca por encima de la cabeza y se la remetió en el pantalón.
—Por el momento haré el papel de eunuco y te cepillaré tu magnífica cabellera.
Fue hacia el aparador y cogió un cepillo, volvió a la cama y se sentó.
—Date la vuelta —ordenó.
_______________ no sabía qué pensar de aquel hombre. Al parecer, el matrimonio había cambiado su actitud por completo. Había desaparecido la implacable Bestia del Sultán, y ahora era un esposo atento.
—Por favor, date la vuelta —repitió.
«¿Por favor?» _______________ lo hizo.
Joe le cepilló el cabello hasta hacerlo crepitan. Dejó el cepillo a un lado, y al rozar la nariz contra el lado de su cuello, un delicioso estremecimiento recorrió la espalda de _______________.
—¿Tienes hambre, querida? —pregunto Joe, con el aliento sobre su oreja.
«¡Dios mío!», pensó _______________, aturdida por su inquietante proximidad y el roce de su cuerpo. Primero la hacía sudar y ahora la hacía temblar.
—¿Cariño? Ven —dijo Joe, tendiéndole la mano.
Subyugada por la intensidad de su penetrante mirada azul, _______________ sólo podía mirarlo fijamente. Joe esbozó una sonrisa y ella le tomó la mano.
La acompañó hasta la mesa y la ayudó a sentarse sobre uno de los enormes almohadones. Tras servirle una copa de agua de rosas, Joe hizo sonar una campanilla para avisar a los sirvientes que estaban preparados para cenar. Hasta ellos llegaba el ruido de música, risas y voces de hombres en el caravasar.
—¿Qué está pasando ahí fuera? —preguntó intrigada _______________.
—Mis hombres y los Kasabian están celebrando nuestro matrimonio.
—Entonces ¿es cierto? ¿Estamos de verdad casados?
—El matrimonio es un asunto demasiado serio para tomárselo a broma —respondió Joe—. ¿Te desagrada la idea de ser la esposa consentida de un príncipe oriental?
—No, pero todavía no entiendo cómo el cura...
—Aquí está nuestra cena —la interrumpió Joe. Joe no tenía ganas de rectificar su idea de que los había casado un hombre de la iglesia cristiana. Al menos esperaría hasta mañana.
Bajo la supervisión de Abdul, entraron dos hombres y dejaron exquisitos platos sobre la mesa: judías verdes en aceite, ensalada caliente de zanahorias fritas con yogur, pollo asado con arroz y relleno de albaricoques, y tortas de pan.
—¿Cómo está Abdul? —susurró _______________—. Espero no haberle hecho daño.
—Ninguna herida permanente, sólo su orgullo.
—¿Debería disculparme?
—Una princesa no se disculpa nunca —dijo Joe.
—¿Ni siquiera con su príncipe?
—Jamás se comportaría con su príncipe de manera que hiciera falta disculparse —repuso Joe, con voz severa.
_______________ arqueó una perfecta ceja cobriza.
—Me resulta difícil de creer.
—Es verdad —mintió Joe.
—Pero ¿y si la princesa en cuestión hiciera algo reprobable?
—Desgraciadamente, ni siquiera una princesa esta por encima del castigo —respondió Joe.
—¿Y el príncipe? ¿Qué ocurriría si vos hicierais algo por lo que tuvierais que disculparos ante la princesa?
Joe le lanzó una sonrisa maliciosa.
—Un príncipe disfruta de mayor libertad de acción que una princesa.
—Eso es injusto.
—El mundo es así.
_______________ permaneció en silencio largo rato y luego dijo:
—¿Os puedo hacer una pregunta personal?
—Eres mi esposa y puedes preguntarme lo que quieras.
—¿Por qué os habéis casado conmigo? Ni siquiera os gusto.
Con ternura, Joe la miró fijamente y le indico que se sentara junto a él.
_______________ se puso de pie, rodeó la mesa y se dejo caer junto a él. Lo miró con ojos expectantes.
Joe le rodeó los hombros con el brazo y la atrajo hacia sí. La besó en los labios suavemente y se quedo contemplando sus ojos verdes.
—Te deseo —susurró.
—No... no os entiendo.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
no me canso de decir
Que me encanta Joe!!!
Es tan dulce!!!
Lo amo!
Siguela!!!
Que me encanta Joe!!!
Es tan dulce!!!
Lo amo!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
:O Me encanta!!!
La autora se va al corqui de lo bien que escribe, es tan romantica :3
Muchas muchas muchas gracias por subir!!!
La autora se va al corqui de lo bien que escribe, es tan romantica :3
Muchas muchas muchas gracias por subir!!!
Augustinesg
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Vale. Me muero de amor. Esto es demasiado romantico y cómico a la vez jaja :3
Síguela (:
Síguela (:
ItsBee♡
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
«Te amo», pensó Joe. Pero se resistía a dejar que ella remara en él a través de su amor, como había reinado su abuela Khurem sobre su abuelo Solimán.
Joe la besó de nuevo y susurró:
—Me he casado contigo porque quiero tenerte en mi cama.
Aquella respuesta no agradó a _______________.
—¿Con cuántas mujeres os habéis casado para tenerlas en vuestra cama? —La idea de que otra mujer compartiera con él su vida la enfurecía inexplicablemente.
—¿Qué quieres decir?
—April me dijo que en esta tierra de herejes un hombre puede casarse con cuatro mujeres y tener infinitas concubinas —dijo _______________—. Yo soy inglesa y no puedo aceptar esa costumbre.
Así que ése era el problema. Su esposa de mejillas sonrojadas padecía celos. Sin duda era un buen principio. Joe arqueó una ceja oscura y afirmó:
—Esto no es Inglaterra.
—Me puedo adaptar a muchas cosas —declaró _______________—, pero jamás aceptaré compartir a mi esposo con...
Joe la atrajo hacia sí.
—Ya sabes que no tengo un harén. Además, hablar de otras mujeres no es un tema muy apropiado para recién casados.
—Pero...
—¡Ejem! —Abdul carraspeó al apartar la lona de la tienda para que los dos sirvientes recogieran los platos. Joe y _______________ mascaron unas hojas de menta y se lavaron las manos en unos tazones de agua tibia.
—Salgamos a pasear y disfrutemos de la noche —sugirió Joe, percibiendo un aire de inquietud en el rostro de su esposa.
_______________ asintió. En ese momento habría estado de acuerdo con lo que fuera con tal de retrasar lo inevitable.
Ambos salieron a una noche preñada de sensualidad, como creada para el amor. La luna creciente brillaba en el cielo, acompañada por un millar de estrellas titilantes. La embriagante fragancia de las flores impregnaba el aire y los sonidos apagados de un instrumento de cuerda llegaban hasta ellos desde el interior del caravasar.
Los guardias que _______________ había visto antes habían desaparecido. Sólo Abdul estaba sentado junto a la entrada del caravasar para proteger la intimidad de su señor.
Con el brazo entrelazado en el de su esposo, _______________ aspiró el aire perfumado y miró al príncipe tímidamente con el rabillo del ojo. A pesar de que él había intentado esclavizarla, estaba dispuesto a perdonarle. Joe se había casado con ella, y por eso se sentía valorada y querida. Él era un guerrero digno de admiración y un príncipe increíblemente apuesto. ¿Qué más podía desear?
Amor.
«Poco a poco —se dijo _______________—. Quien apresurado anda, apresurado cae.»
—La luz del sol ilumina tu belleza, pero el misterio de la noche la resalta aún más —dijo Joe.
_______________ se sonrojó.
—Vos también sois bello.
—Soy una «bestia con cicatriz» —le recordó Joe—. Eso fue lo que dijiste.
—Admito que estaba equivocada.
—¿Me engañan mis oídos? —preguntó Joe—. Creo que es la primera vez que...
_______________ silenció sus palabras con un dedo sobre los labios. Le acarició la mejilla marcada por la cicatriz y él se quedó aún más asombrado al sentir que lo besaba justo ahí.
—Es una hermosa cicatriz y os da carácter.
—Ninguna otra mujer en el mundo describiría mi cicatriz como hermosa —dijo Joe, arrimándose a ella para besarla.
_______________ retrocedió un paso.
—Habladme de vos.
—¿Qué quieres saber?
—Algo sobre vuestra familia.
—Nuestro viaje a Estambul será largo y aburrido. —Joe se dio cuenta de que ella intentaba ganar tiempo—. Te entretendré con relatos sobre mi familia entonces.
—¿Y niños?
—No tengo.
—Quiero decir si os gustan.
Joe la cogió entre sus brazos.
—Haremos docenas de hijos —prometió con los labios junto a los de ella.
—Yo... no me considero capaz de criar a tantos... —susurró.
—Tendremos sólo los que desees. Y yo amaré a cada uno de ellos como si fuera el primero. —Le dio un beso dulce y suave.
De pronto, Joe la levantó en brazos. _______________ entrelazó los brazos alrededor de su cuello.
—Llevo esperándote toda la vida —susurró Joe con voz enronquecida por la emoción.
A continuación la llevó de vuelta a la tienda y, una vez dentro, la tendió suavemente sobre el lecho conyugal.
Joe la besó de nuevo y susurró:
—Me he casado contigo porque quiero tenerte en mi cama.
Aquella respuesta no agradó a _______________.
—¿Con cuántas mujeres os habéis casado para tenerlas en vuestra cama? —La idea de que otra mujer compartiera con él su vida la enfurecía inexplicablemente.
—¿Qué quieres decir?
—April me dijo que en esta tierra de herejes un hombre puede casarse con cuatro mujeres y tener infinitas concubinas —dijo _______________—. Yo soy inglesa y no puedo aceptar esa costumbre.
Así que ése era el problema. Su esposa de mejillas sonrojadas padecía celos. Sin duda era un buen principio. Joe arqueó una ceja oscura y afirmó:
—Esto no es Inglaterra.
—Me puedo adaptar a muchas cosas —declaró _______________—, pero jamás aceptaré compartir a mi esposo con...
Joe la atrajo hacia sí.
—Ya sabes que no tengo un harén. Además, hablar de otras mujeres no es un tema muy apropiado para recién casados.
—Pero...
—¡Ejem! —Abdul carraspeó al apartar la lona de la tienda para que los dos sirvientes recogieran los platos. Joe y _______________ mascaron unas hojas de menta y se lavaron las manos en unos tazones de agua tibia.
—Salgamos a pasear y disfrutemos de la noche —sugirió Joe, percibiendo un aire de inquietud en el rostro de su esposa.
_______________ asintió. En ese momento habría estado de acuerdo con lo que fuera con tal de retrasar lo inevitable.
Ambos salieron a una noche preñada de sensualidad, como creada para el amor. La luna creciente brillaba en el cielo, acompañada por un millar de estrellas titilantes. La embriagante fragancia de las flores impregnaba el aire y los sonidos apagados de un instrumento de cuerda llegaban hasta ellos desde el interior del caravasar.
Los guardias que _______________ había visto antes habían desaparecido. Sólo Abdul estaba sentado junto a la entrada del caravasar para proteger la intimidad de su señor.
Con el brazo entrelazado en el de su esposo, _______________ aspiró el aire perfumado y miró al príncipe tímidamente con el rabillo del ojo. A pesar de que él había intentado esclavizarla, estaba dispuesto a perdonarle. Joe se había casado con ella, y por eso se sentía valorada y querida. Él era un guerrero digno de admiración y un príncipe increíblemente apuesto. ¿Qué más podía desear?
Amor.
«Poco a poco —se dijo _______________—. Quien apresurado anda, apresurado cae.»
—La luz del sol ilumina tu belleza, pero el misterio de la noche la resalta aún más —dijo Joe.
_______________ se sonrojó.
—Vos también sois bello.
—Soy una «bestia con cicatriz» —le recordó Joe—. Eso fue lo que dijiste.
—Admito que estaba equivocada.
—¿Me engañan mis oídos? —preguntó Joe—. Creo que es la primera vez que...
_______________ silenció sus palabras con un dedo sobre los labios. Le acarició la mejilla marcada por la cicatriz y él se quedó aún más asombrado al sentir que lo besaba justo ahí.
—Es una hermosa cicatriz y os da carácter.
—Ninguna otra mujer en el mundo describiría mi cicatriz como hermosa —dijo Joe, arrimándose a ella para besarla.
_______________ retrocedió un paso.
—Habladme de vos.
—¿Qué quieres saber?
—Algo sobre vuestra familia.
—Nuestro viaje a Estambul será largo y aburrido. —Joe se dio cuenta de que ella intentaba ganar tiempo—. Te entretendré con relatos sobre mi familia entonces.
—¿Y niños?
—No tengo.
—Quiero decir si os gustan.
Joe la cogió entre sus brazos.
—Haremos docenas de hijos —prometió con los labios junto a los de ella.
—Yo... no me considero capaz de criar a tantos... —susurró.
—Tendremos sólo los que desees. Y yo amaré a cada uno de ellos como si fuera el primero. —Le dio un beso dulce y suave.
De pronto, Joe la levantó en brazos. _______________ entrelazó los brazos alrededor de su cuello.
—Llevo esperándote toda la vida —susurró Joe con voz enronquecida por la emoción.
A continuación la llevó de vuelta a la tienda y, una vez dentro, la tendió suavemente sobre el lecho conyugal.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
:(L): es lo mas hermoso que lei.
Esa frase fue.. llegadora, muchas muchas gracias por subir el capitulo
Sé que no debe de ser facil y puede ser hasta incluso tedioso, por eso te lo agradezco.
Esa frase fue.. llegadora, muchas muchas gracias por subir el capitulo
Sé que no debe de ser facil y puede ser hasta incluso tedioso, por eso te lo agradezco.
Augustinesg
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