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Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
awww me encanta Joe
Es un amor :hug:
Es tan lindo y dulce :arre:
Lo amo!!
Gracias por el capi!
Siguela pronto!
Es un amor :hug:
Es tan lindo y dulce :arre:
Lo amo!!
Gracias por el capi!
Siguela pronto!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Chicas, si me demoro en subir es porque voy en la universidad y bueno esta semana he tenido bastante que hacer, mañana tengo examen y una exposicion, pero igual les dejare su cap
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Joe se acostó junto a _______________ totalmente vestido y la cogió entre sus brazos. Sus labios se buscaron en un beso lento y arrebatador que pareció durar una eternidad. Luego él esparció besos ligeros como plumas por sus sienes, pestañas, cuello y en el puente de su nariz respingona. _______________ soltó una risilla provocada por el cosquilleo que sentía.
—¿Qué hacéis? —susurró.
—Estoy besando cada una de tus pecas.
—¿Tanto tiempo tenemos?
—Una eternidad.
Joe la estrechó con fuerza, como si no fuera a soltarla nunca. Y volvieron a besarse durante una eternidad.
—¿No tendríamos que quitarnos la ropa? —preguntó _______________, ansiosa por sentir su musculoso cuerpo.
—Supongo, si lo deseas —dijo Joe con tono sensual—. ¿Lo deseas?
Cautivada por la intensidad de su ardiente mirada, _______________ lo miró con aire soñador. Con voz apenas más fuerte que un susurro, contestó:
—Sí, lo deseo.
Complacido, Joe la besó con delicadeza y luego preguntó:
—¿Tienes miedo, mi amor?
—Sí, un poco...
Joe sonrió ante su franqueza y la estrechó con pasión. Pasó los labios sobre su frente y prometió:
—No tienes nada que temer. Confía en mí.
Joe la besó en los labios y luego se levantó de la cama. Con ternura, le quitó el caftán de su tembloroso cuerpo y lo dejó caer al suelo. Joe se quedó embelesado con su belleza, y sintió un irresistible impulso de besar sus exquisitos pezones, pero logró contenerse. Era demasiado pronto. Lentamente la acarició desde la garganta hasta la unión de sus muslos.
—Eres maravillosa —murmuró en un susurro. Se quitó la camisa por encima de la cabeza y la arrojó a un lado. Al llevarse las manos a la cintura del pantalón, la voz de ella lo detuvo.
—Yo... he cambiado de opinión —farfulló—. Acerca de la ropa, quiero decir. Prefiero que no te quites el pantalón.
—Demasiado tarde, princesa. —Joe dejó caer los pantalones al suelo y se volvió a tender junto a ella.
_______________ se apartó de él, repentinamente aterrada. Joe le tocó el brazo con suavidad.
—Acércate a mí —le dijo—. Anhelo abrazar a mi esposa.
La extraña atracción que sentía por su cuerpo y aquellas palabras pronunciadas con tanta dulzura fueron irresistibles y _______________ cedió. Por primera vez en su vida, experimentó la increíble sensación de la dureza masculina tocando su suavidad femenina.
Joe la besó profundamente, arrebatándole el aliento. Luego la acarició con delicadeza mientras sus labios resbalaban por su cuello.
—Por favor... —suplicó _______________ cuando Joe le atrapó con los labios uno de sus pezones.
Al poco rato, su lengua empezó a juguetear con el otro, y _______________ se sintió desfallecer. El fuego que ardía entre sus muslos le privaba de todo pensamiento coherente y le abrasaba el deseo de ser poseída por ese hombre... su esposo.
—Te deseo... —gimió _______________.
—Abre las piernas —dijo Joe, volviendo a posar sus labios sobre los de ella.
_______________ lo hizo sin vacilar. Joe introdujo lentamente un dedo largo en su interior. Ella dio un respingo y, con el movimiento, se empaló en su dedo.
—Tranquila, amor mío... —susurró Joe—. Relájate y no sentirás ningún dolor.
Joe la besó de nuevo y luego introdujo otro dedo en su interior, diciendo:
—Estáte quieta, mi amor. Acostúmbrate a la sensación. Estás deliciosamente apretada, pero he de prepararte para que me recibas.
Hundió la cabeza entre sus pechos y le lamió los erectos pezones. Empezó a mover los dedos suave y sensualmente en su interior.
_______________ se fue relajando y empezó a mover las caderas, haciendo que los dedos penetraran más y más. Ella emitió un gemido ronco. Las palabras y los dedos de Joe enardecían sus sentidos, haciéndola mover las caderas cada vez más rápido, pero de pronto los dedos se retiraron.
—No... —protestó ella.
Joe se colocó de rodillas entre sus muslos y el miembro tieso y ardiente rozó la candorosa perla de _______________. Ella volvió a gemir.
—Mírame, mi amor —le ordenó él con su virilidad presta a penetrarla.
_______________ abrió los ojos y lo miró extasiada.
—Te evitaría el dolor de la virgen si pudiera —le aseguró Joe.
Y a continuación la penetró con un solo impulso, potente pero delicado, hundiendo el miembro hasta la empuñadura. Aferrándose a él, _______________ lanzó un grito de punzante dolor al sentirlo atravesar la barrera de su virginidad.
Joe se quedó inmóvil durante unos minutos, dejando que ella se acostumbrara a tenerlo en su interior. Entonces comenzó a moverse con gestos sensuales, incitándola a moverse con él.
Atrapada en la vorágine de la pasión, _______________ enroscó las piernas en torno a su cintura. Se movió con él y recibió cada una de sus vigorosas embestidas con las suyas.
De pronto, inesperadamente, _______________ estalló, transportada al paraíso por oleadas de exquisitas sensaciones. Sabiendo que su amada había alcanzado el éxtasis del placer, Joe aceleró el ritmo y derramó su simiente en lo más hondo de ella.
Yacieron inmóviles largo rato. El único sonido en la tienda eran sus jadeos. Finalmente, Joe se volvió, y la atrajo hacia sí para besarla en la mejilla.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó.
—Creo que sí... —respondió _______________—. ¿Y tú?
—Estoy muy bien —murmuró—. Ahora, duerme tranquila.
_______________ apoyó la cabeza contra su pecho y cerró los ojos. Pronto su respiración se ralentizó y él supo que se había dormido.
Lamentablemente, Joe no podía dormir tranquilo como su esposa. Sus enemigos no se detendrían ante nada para atraparlo, y la conciencia de que ahora tenía un punto débil le inquietaba.
—¿Qué hacéis? —susurró.
—Estoy besando cada una de tus pecas.
—¿Tanto tiempo tenemos?
—Una eternidad.
Joe la estrechó con fuerza, como si no fuera a soltarla nunca. Y volvieron a besarse durante una eternidad.
—¿No tendríamos que quitarnos la ropa? —preguntó _______________, ansiosa por sentir su musculoso cuerpo.
—Supongo, si lo deseas —dijo Joe con tono sensual—. ¿Lo deseas?
Cautivada por la intensidad de su ardiente mirada, _______________ lo miró con aire soñador. Con voz apenas más fuerte que un susurro, contestó:
—Sí, lo deseo.
Complacido, Joe la besó con delicadeza y luego preguntó:
—¿Tienes miedo, mi amor?
—Sí, un poco...
Joe sonrió ante su franqueza y la estrechó con pasión. Pasó los labios sobre su frente y prometió:
—No tienes nada que temer. Confía en mí.
Joe la besó en los labios y luego se levantó de la cama. Con ternura, le quitó el caftán de su tembloroso cuerpo y lo dejó caer al suelo. Joe se quedó embelesado con su belleza, y sintió un irresistible impulso de besar sus exquisitos pezones, pero logró contenerse. Era demasiado pronto. Lentamente la acarició desde la garganta hasta la unión de sus muslos.
—Eres maravillosa —murmuró en un susurro. Se quitó la camisa por encima de la cabeza y la arrojó a un lado. Al llevarse las manos a la cintura del pantalón, la voz de ella lo detuvo.
—Yo... he cambiado de opinión —farfulló—. Acerca de la ropa, quiero decir. Prefiero que no te quites el pantalón.
—Demasiado tarde, princesa. —Joe dejó caer los pantalones al suelo y se volvió a tender junto a ella.
_______________ se apartó de él, repentinamente aterrada. Joe le tocó el brazo con suavidad.
—Acércate a mí —le dijo—. Anhelo abrazar a mi esposa.
La extraña atracción que sentía por su cuerpo y aquellas palabras pronunciadas con tanta dulzura fueron irresistibles y _______________ cedió. Por primera vez en su vida, experimentó la increíble sensación de la dureza masculina tocando su suavidad femenina.
Joe la besó profundamente, arrebatándole el aliento. Luego la acarició con delicadeza mientras sus labios resbalaban por su cuello.
—Por favor... —suplicó _______________ cuando Joe le atrapó con los labios uno de sus pezones.
Al poco rato, su lengua empezó a juguetear con el otro, y _______________ se sintió desfallecer. El fuego que ardía entre sus muslos le privaba de todo pensamiento coherente y le abrasaba el deseo de ser poseída por ese hombre... su esposo.
—Te deseo... —gimió _______________.
—Abre las piernas —dijo Joe, volviendo a posar sus labios sobre los de ella.
_______________ lo hizo sin vacilar. Joe introdujo lentamente un dedo largo en su interior. Ella dio un respingo y, con el movimiento, se empaló en su dedo.
—Tranquila, amor mío... —susurró Joe—. Relájate y no sentirás ningún dolor.
Joe la besó de nuevo y luego introdujo otro dedo en su interior, diciendo:
—Estáte quieta, mi amor. Acostúmbrate a la sensación. Estás deliciosamente apretada, pero he de prepararte para que me recibas.
Hundió la cabeza entre sus pechos y le lamió los erectos pezones. Empezó a mover los dedos suave y sensualmente en su interior.
_______________ se fue relajando y empezó a mover las caderas, haciendo que los dedos penetraran más y más. Ella emitió un gemido ronco. Las palabras y los dedos de Joe enardecían sus sentidos, haciéndola mover las caderas cada vez más rápido, pero de pronto los dedos se retiraron.
—No... —protestó ella.
Joe se colocó de rodillas entre sus muslos y el miembro tieso y ardiente rozó la candorosa perla de _______________. Ella volvió a gemir.
—Mírame, mi amor —le ordenó él con su virilidad presta a penetrarla.
_______________ abrió los ojos y lo miró extasiada.
—Te evitaría el dolor de la virgen si pudiera —le aseguró Joe.
Y a continuación la penetró con un solo impulso, potente pero delicado, hundiendo el miembro hasta la empuñadura. Aferrándose a él, _______________ lanzó un grito de punzante dolor al sentirlo atravesar la barrera de su virginidad.
Joe se quedó inmóvil durante unos minutos, dejando que ella se acostumbrara a tenerlo en su interior. Entonces comenzó a moverse con gestos sensuales, incitándola a moverse con él.
Atrapada en la vorágine de la pasión, _______________ enroscó las piernas en torno a su cintura. Se movió con él y recibió cada una de sus vigorosas embestidas con las suyas.
De pronto, inesperadamente, _______________ estalló, transportada al paraíso por oleadas de exquisitas sensaciones. Sabiendo que su amada había alcanzado el éxtasis del placer, Joe aceleró el ritmo y derramó su simiente en lo más hondo de ella.
Yacieron inmóviles largo rato. El único sonido en la tienda eran sus jadeos. Finalmente, Joe se volvió, y la atrajo hacia sí para besarla en la mejilla.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó.
—Creo que sí... —respondió _______________—. ¿Y tú?
—Estoy muy bien —murmuró—. Ahora, duerme tranquila.
_______________ apoyó la cabeza contra su pecho y cerró los ojos. Pronto su respiración se ralentizó y él supo que se había dormido.
Lamentablemente, Joe no podía dormir tranquilo como su esposa. Sus enemigos no se detendrían ante nada para atraparlo, y la conciencia de que ahora tenía un punto débil le inquietaba.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
awww me encanta!!
Joe es tan lindo y dulce!!
Lo amo!!
No te preocupes sube cuando puedas :)
Siguela!!
Joe es tan lindo y dulce!!
Lo amo!!
No te preocupes sube cuando puedas :)
Siguela!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Joseph que tierno eres Oww *_*
me encanto el cap siguelaa
me encanto el cap siguelaa
JB&1D2
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
hay chalaai chachi
... gracias por subir el capitulo!!
Si, te comprendo, yo tambien voy a la facu, te rompen el.. alma hahaha xD
Pero bueno, hay cosas que hay que hacer. Hhaha
Muchas gracias, enserio.
... gracias por subir el capitulo!!
Si, te comprendo, yo tambien voy a la facu, te rompen el.. alma hahaha xD
Pero bueno, hay cosas que hay que hacer. Hhaha
Muchas gracias, enserio.
Augustinesg
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Chicas, ahora a la Universidad, se le suma el hecho de que entrare a trabajar para juntar dinero ara ver a los Jonas en el Festival de Viña.
Mañana comienzo y salgo de tarde, tratare de subirles seguido si? no las pienzo descuidar... Las amo y gracias por su paciencia
Mañana comienzo y salgo de tarde, tratare de subirles seguido si? no las pienzo descuidar... Las amo y gracias por su paciencia
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
13
La mañana siguiente _______________ despertó con la sensación de que su vida había cambiado, de que acababa de ocurrirle algo maravilloso. Y entonces lo recordó: su príncipe la había convertido en su princesa. Bostezó, se desperezó y se dio la vuelta. Su esposo no estaba en la cama ni en la tienda.
La voz del príncipe dando órdenes a sus hombres le llegó desde el exterior. Feliz con las nuevas circunstancias de su vida, _______________ se recostó en los almohadones. Sonrió y cerró los ojos. Sus pensamientos vagaron hacia la noche anterior. Casi podía sentir sus labios sobre los de ella, su mano acariciándola íntimamente, su cuerpo al cubrirla y poseerla... _______________ se ruborizó. De nuevo sintió que sus labios cálidos la besaban. Lo sentía tan real...
—Despierta, mi bella durmiente —murmuro Joe a unos centímetros de sus labios.
«Las ensoñaciones no hablan en voz alta», pensó _______________, y abrió los ojos. Sonrió al ver a su esposo.
—¿Por qué se tiñen de rosa tus mejillas? —preguntó Joe—. ¿En qué piensas? ¿O es que tus pensamientos te pertenecen sólo a ti, como cierta vez dijiste?
_______________ se incorporó y dejó que la manta se le deslizara hasta la cintura, descubriendo sus pechos ante la mirada de Joe.
—Yo... yo quiero... —Se interrumpió avergonzada de continuar.
—¿Qué quieres? Dímelo y es tuyo.
_______________ se inclinó para besarle la mejilla de la cicatriz, y deslizó la mano hacia su entrepierna.
—Quiero volver a estremecerme con tu calor...—dijo finalmente, recordando las palabras de su prima sobre el acto del amor.
Joe la atrajo hacia sí y le dio un beso largo y dulce. Luego dijo:
—Me encantaría acurrucarme contigo más que ninguna otra cosa en el mundo, pero no tenemos tiempo para ello. Mis hombres están impacientes por emprender la marcha. En cuanto lleguemos a Estambul tendremos toda la eternidad para deleitarnos mutuamente.
Joe sonrió al ver la desilusión dibujada en el rostro de su esposa. Le plantó un beso en cada uno de sus perfectos pechos.
—Hay comida en la mesa, una jofaina de agua tibia para lavarte, y ropa limpia —dijo—. Si necesitas otra cosa, busca en mi bolsa o en el baúl. —Le dio otro beso y se marchó.
_______________ se levantó, se lavó y se puso el caftán. Joe le había dejado un yashmak negro, pero prefirió ignorarlo. Postergaría el momento de ponérselo hasta el final. Se calzó las botas que había tomado «prestadas» de Omar y luego se hizo una gran trenza en el cabello.
Cruzó la estancia, se sentó a la mesa en uno de los almohadones, y echó un vistazo al desayuno. Había olivas, tortas de pan, queso de cabra y huevos duros.
_______________ peló dos huevos, los cortó por la mitad y se comió sólo las yemas. Había muy pocas cosas que detestara tanto como la clara de huevo. Mientras tomaba las tortas de pan con queso, _______________ disfrutaba oyendo a su esposo dar órdenes a sus hombres.
Después del desayuno, volvió a la cama, pero se ruborizó al ver las diminutas manchas de sangre que había en la sábana. Su sangre virginal. Al poco rato decidió escribirle una carta a su madre; la enviaría cuanto llegaran a Estambul.
_______________ hurgó en la bolsa de su esposo y luego en el baúl, donde encontró papel y plumilla. Sentada a la mesa, escribió una relación de todo lo ocurrido desde que April y ella habían zarpado de Inglaterra. Se inventó que habían sido rescatadas de manos de unos secuestradores por un príncipe otomano, y agregó que no había tardado en enamorarse de él y que acababan de casarse. Era feliz con su esposo y tenía la intención de quedarse donde estaba. El príncipe Joe era un hombre severo y muy apuesto. Bajo la fiereza de su exterior se ocultaba un corazón amable. Y él la amaba.
Terminó prometiendo una carta más detallada cuando estuviera instalada en casa de su esposo.
Cuando acabó, _______________ se levantó y, satisfecha y feliz, salió de la tienda. La sensualidad casi mágica de la noche anterior había desaparecido. Uno de los guerreros del príncipe que estaba apostado junto a la tienda se percató de su presencia y dio un codazo a su compañero. Otros repararon en su aspecto y la contemplaron detenidamente.
_______________ no advirtió la sorpresa que despertaba en los hombres ver a la esposa del príncipe sin velo, y los miró con una amable sonrisa. Se dirigió a ellos en turco, pero su conocimiento de la lengua los sobresaltó.
—¿Dónde está mi esposo? —Le gustaba el sonido de la palabra esposo.
Los curtidos guerreros de tantas feroces batallas retrocedieron temerosos, horrorizados de que aquella mujer se atreviera a dirigirles la palabra.
«Qué hombres más descorteses», pensó _______________. Y entonces vio a su esposo. Esbozó una sonrisa que se le borró al instante ante la expresión fulminante del príncipe.
—¡Cúbrete la cara! —exclamó Joe avanzando hacia ella.
_______________ se volvió rápidamente y entró corriendo en la tienda. Desde fuera le llegaron una serie de humillantes carcajadas masculinas.
Joe resopló de rabia contenida. Su esposa se conducía con demasiada ligereza. Tenía que comprender lo que se esperaba de la esposa de un príncipe. Era hora de dejar las cosas en claro.
—Prueba con unos azotes —sugirió Abdul.
_______________ temblaba, de cólera y humillación, mientras se paseaba por la tienda. ¡Cómo se atrevía a hablarle en un tono tan degradante delante de los sirvientes! Su padre nunca había empleado ese tono con su madre.
La lona de la tienda se abrió bruscamente, dando paso a Joe.
—¡Eres un bruto! —le espetó _______________—. ¿Es culpa mía que tuviera prisa por verte y me olvidara del maldito velo? ¿Por qué querría yo hacerte enfadar a propósito?
_______________ estaba magnífica en su furia, decidida a encararse con él. A su esposo no le pasó inadvertida su osadía, por lo que decidió ser razonable. El hecho de ser princesa era algo nuevo para ella.
La voz del príncipe dando órdenes a sus hombres le llegó desde el exterior. Feliz con las nuevas circunstancias de su vida, _______________ se recostó en los almohadones. Sonrió y cerró los ojos. Sus pensamientos vagaron hacia la noche anterior. Casi podía sentir sus labios sobre los de ella, su mano acariciándola íntimamente, su cuerpo al cubrirla y poseerla... _______________ se ruborizó. De nuevo sintió que sus labios cálidos la besaban. Lo sentía tan real...
—Despierta, mi bella durmiente —murmuro Joe a unos centímetros de sus labios.
«Las ensoñaciones no hablan en voz alta», pensó _______________, y abrió los ojos. Sonrió al ver a su esposo.
—¿Por qué se tiñen de rosa tus mejillas? —preguntó Joe—. ¿En qué piensas? ¿O es que tus pensamientos te pertenecen sólo a ti, como cierta vez dijiste?
_______________ se incorporó y dejó que la manta se le deslizara hasta la cintura, descubriendo sus pechos ante la mirada de Joe.
—Yo... yo quiero... —Se interrumpió avergonzada de continuar.
—¿Qué quieres? Dímelo y es tuyo.
_______________ se inclinó para besarle la mejilla de la cicatriz, y deslizó la mano hacia su entrepierna.
—Quiero volver a estremecerme con tu calor...—dijo finalmente, recordando las palabras de su prima sobre el acto del amor.
Joe la atrajo hacia sí y le dio un beso largo y dulce. Luego dijo:
—Me encantaría acurrucarme contigo más que ninguna otra cosa en el mundo, pero no tenemos tiempo para ello. Mis hombres están impacientes por emprender la marcha. En cuanto lleguemos a Estambul tendremos toda la eternidad para deleitarnos mutuamente.
Joe sonrió al ver la desilusión dibujada en el rostro de su esposa. Le plantó un beso en cada uno de sus perfectos pechos.
—Hay comida en la mesa, una jofaina de agua tibia para lavarte, y ropa limpia —dijo—. Si necesitas otra cosa, busca en mi bolsa o en el baúl. —Le dio otro beso y se marchó.
_______________ se levantó, se lavó y se puso el caftán. Joe le había dejado un yashmak negro, pero prefirió ignorarlo. Postergaría el momento de ponérselo hasta el final. Se calzó las botas que había tomado «prestadas» de Omar y luego se hizo una gran trenza en el cabello.
Cruzó la estancia, se sentó a la mesa en uno de los almohadones, y echó un vistazo al desayuno. Había olivas, tortas de pan, queso de cabra y huevos duros.
_______________ peló dos huevos, los cortó por la mitad y se comió sólo las yemas. Había muy pocas cosas que detestara tanto como la clara de huevo. Mientras tomaba las tortas de pan con queso, _______________ disfrutaba oyendo a su esposo dar órdenes a sus hombres.
Después del desayuno, volvió a la cama, pero se ruborizó al ver las diminutas manchas de sangre que había en la sábana. Su sangre virginal. Al poco rato decidió escribirle una carta a su madre; la enviaría cuanto llegaran a Estambul.
_______________ hurgó en la bolsa de su esposo y luego en el baúl, donde encontró papel y plumilla. Sentada a la mesa, escribió una relación de todo lo ocurrido desde que April y ella habían zarpado de Inglaterra. Se inventó que habían sido rescatadas de manos de unos secuestradores por un príncipe otomano, y agregó que no había tardado en enamorarse de él y que acababan de casarse. Era feliz con su esposo y tenía la intención de quedarse donde estaba. El príncipe Joe era un hombre severo y muy apuesto. Bajo la fiereza de su exterior se ocultaba un corazón amable. Y él la amaba.
Terminó prometiendo una carta más detallada cuando estuviera instalada en casa de su esposo.
Cuando acabó, _______________ se levantó y, satisfecha y feliz, salió de la tienda. La sensualidad casi mágica de la noche anterior había desaparecido. Uno de los guerreros del príncipe que estaba apostado junto a la tienda se percató de su presencia y dio un codazo a su compañero. Otros repararon en su aspecto y la contemplaron detenidamente.
_______________ no advirtió la sorpresa que despertaba en los hombres ver a la esposa del príncipe sin velo, y los miró con una amable sonrisa. Se dirigió a ellos en turco, pero su conocimiento de la lengua los sobresaltó.
—¿Dónde está mi esposo? —Le gustaba el sonido de la palabra esposo.
Los curtidos guerreros de tantas feroces batallas retrocedieron temerosos, horrorizados de que aquella mujer se atreviera a dirigirles la palabra.
«Qué hombres más descorteses», pensó _______________. Y entonces vio a su esposo. Esbozó una sonrisa que se le borró al instante ante la expresión fulminante del príncipe.
—¡Cúbrete la cara! —exclamó Joe avanzando hacia ella.
_______________ se volvió rápidamente y entró corriendo en la tienda. Desde fuera le llegaron una serie de humillantes carcajadas masculinas.
Joe resopló de rabia contenida. Su esposa se conducía con demasiada ligereza. Tenía que comprender lo que se esperaba de la esposa de un príncipe. Era hora de dejar las cosas en claro.
—Prueba con unos azotes —sugirió Abdul.
_______________ temblaba, de cólera y humillación, mientras se paseaba por la tienda. ¡Cómo se atrevía a hablarle en un tono tan degradante delante de los sirvientes! Su padre nunca había empleado ese tono con su madre.
La lona de la tienda se abrió bruscamente, dando paso a Joe.
—¡Eres un bruto! —le espetó _______________—. ¿Es culpa mía que tuviera prisa por verte y me olvidara del maldito velo? ¿Por qué querría yo hacerte enfadar a propósito?
_______________ estaba magnífica en su furia, decidida a encararse con él. A su esposo no le pasó inadvertida su osadía, por lo que decidió ser razonable. El hecho de ser princesa era algo nuevo para ella.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
ahhh pasan de un momento lindo a una pelea
Pero tambien sus costumbres son raras
Siguela!!!
Pero tambien sus costumbres son raras
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Hhahah, me encanta, es como muy real todo ahah
<3 GRACIAS!!
<3 GRACIAS!!
Augustinesg
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
—La esposa de un príncipe tiene que llevar la cara cubierta en público, sobre todo delante de los hombres —explicó—. Está mal visto que las mujeres no lleven velo.
—Yo no sabía que tus sirvientes tienen prohibido verme sin velo —replicó _______________.
«Que Alá me conceda paciencia», pensó Joe.
—Esos hombres son guerreros, no sirvientes —le informó—. ¿Qué he de hacer? —Joe prosiguió como si pensara en voz alta—. ¿Tendré que cegar a los leales guerreros que se atrevieron a posar los ojos en el rostro de mi esposa?
—¡Perdónales...! —exclamó _______________, cogiéndole el brazo—. Ha sido por mi culpa. Juro que me adaptaré a tus costumbres. Por favor...
Joe caviló largo rato y luego asintió con la cabeza. Aliviada, ella le mostró la carta y dijo:
—Me gustaría enviarla en cuanto lleguemos a Estambul.
Joe la miró desconcertado y cogió el sobre. Lo abrió sin su permiso, pero no sabía leer en inglés. Fue a la mesa y encendió una vela. Entonces advirtió las claras de huevo que su esposa había dejado durante el desayuno.
—¿Qué es esto? —preguntó.
—Una carta para mi madre.
—No, esto.
_______________ se acercó y se quedó mirando las claras de huevo.
—¿Y tú qué crees que son?
—Dímelo tú —repuso él.
_______________ miró los restos de su desayuno.
—Pues parecen claras de huevo duro.
—Ya lo sé.
—Entonces ¿por qué me lo preguntas?
—Quiero decir, ¿qué hacen aquí?
—¿A qué te refieres?
—¡No contestes a mis preguntas con otra pregunta! ¿Por qué no están en tu estómago estas claras de huevo?
—Detesto la clara de huevo —explico _______________—. Pero en cambio me encanta la yema.
—¿Te comes la yema y desechas la clara? —preguntó Joe, perplejo—. Desperdicias la bondad de Alá. Te comes la yema con la clara, o no comes nada. ¿Acaso ignoras que hay gente pobre...?
—... en Armenia que se muere de hambre y que mataría por la clara de un huevo? —terminó _______________ con desfachatez.
A Joe le temblaron los labios.
—Iba a decir Azerbaiyán.
_______________ nunca había oído hablar de ese lugar.
—¿Es que no hay gente hambrienta en Armenia?
—Por supuesto, pero los armenios no son musulmanes, así que no cuentan.
—Que compasivo eres.
—Encuentra a alguien que sólo coma las claras o abstente de comer huevos —sentenció Joe y acercó la carta a la llama de la vela.
—¡Qué haces! —exclamó _______________, intentando recuperarla.
—No habrá cartas a Inglaterra —decidió Joe, apartándola con su mano libre—. Olvídate de tu pasado.
—¿Que me olvide de mi madre? —exclamó _______________—. ¿De mi familia?
—Escucha —bramó Joe, cogiéndola por los hombros—. Una vez enviada la carta, los ingleses solicitarían al sultán tu liberación. Poco importaría que seas mi esposa.
—Pero mi madre...
—Tu madre ya llora tu ausencia. ¿Por qué tranquilizarla cuando no puedes volver a sus brazos? Le darías esperanzas en vano. Bien, olvida todo este asunto. Mis hombres esperan para desmontar la tienda. Ponte el yashmak y salgamos.
—El sol quema —protestó _______________—. Pasaré calor. ¿No hay nada más ligero que pueda llevar?
—¿Es que no entiendes que no puedes viajar sin el yashmak?
—Tonterías. Lo que ocurre es que eres un tozudo y un arrogante.
Joe sabía que era inútil discutir. La terquedad de su esposa requería acciones, no persuasiones. Cogió el yashmak y se lo puso a _______________, que se abstuvo de forcejear. Con la cara cubierta por el velo, el príncipe le advirtió:
—Quítatelo y te daré un par de buenos azotes.
_______________ masculló algo ininteligible.
—¿Qué has dicho? —preguntó él.
_______________ levantó el velo.
—He dicho que esto es el colmo de la injusticia. —Dejó caer el velo.
Joe la cogió del brazo y salieron al exterior. Tenía el espantoso presentimiento de que su testaruda mujer iba a requerir vigilancia constante y, como guardia, Omar era un inútil.
Los hombres del príncipe vaciaron la tienda y la desmontaron en pocos minutos. Joe y _______________ se dirigieron a donde aguardaban sus caballos. Los Kasabian ya habían emprendido el viaje.
—¿Dónde está mi yegua? —preguntó _______________, mirando alrededor.
—Abdul se ocupará de ella —dijo Joe—. Tú, princesa mía, cabalgarás conmigo.
—¿No te fías de mí? —repuso _______________ con un dejo de malicia detrás del velo. Una sonrisa iluminó sus ojos como esmeraldas.
—Tu reciente conducta no es que despierte demasiada confianza —dijo Joe.
—Entre esposo y mujer debe reinar la confianza —se empecinó _______________—. Tendrás que esforzarte más en ello, mi señor.
—¿Y tú, princesa?
—Yo confío en ti.
Joe no dijo nada. La subió a la montura y se encaramó detrás de ella.
Cabalgaron en silencio durante un par de horas. Sus cuerpos se tocaban, pero ambos permanecían ensimismados en sus pensamientos. Joe estaba receloso ante la idea de que su recalcitrante mujer y su insensible y gruñona madre se conocieran. Si alguna vez se les ocurría unir fuerzas, él estaría acabado. Pero la posibilidad de que aquello sucediera era mínima. Lo más probable era que se mataran entre ellas a estocadas de lengua...
«Mi esposo teme que los ingleses me saquen de aquí —pensó _______________—. Le importo demasiado para arriesgarse a que nos separen. Debería poder convencerle de que la reina recibiría con agrado la noticia de nuestra unión. Podrían iniciarse relaciones comerciales entre ambos países. Eso sería motivo de satisfacción para mis compatriotas.» Con esos pensamientos, _______________ se fue relajando. Cuando se recostó contra el pecho de Joe, él supo que le había pasado el enfado. Puede que esta vez hubiera sido él el ganador del combate.
—Háblame de tu familia —pidió _______________.
Joe la besó en la frente.
—Hace aproximadamente trescientos años... —empezó.
_______________ soltó una risilla.
—Yo no sabía que tus sirvientes tienen prohibido verme sin velo —replicó _______________.
«Que Alá me conceda paciencia», pensó Joe.
—Esos hombres son guerreros, no sirvientes —le informó—. ¿Qué he de hacer? —Joe prosiguió como si pensara en voz alta—. ¿Tendré que cegar a los leales guerreros que se atrevieron a posar los ojos en el rostro de mi esposa?
—¡Perdónales...! —exclamó _______________, cogiéndole el brazo—. Ha sido por mi culpa. Juro que me adaptaré a tus costumbres. Por favor...
Joe caviló largo rato y luego asintió con la cabeza. Aliviada, ella le mostró la carta y dijo:
—Me gustaría enviarla en cuanto lleguemos a Estambul.
Joe la miró desconcertado y cogió el sobre. Lo abrió sin su permiso, pero no sabía leer en inglés. Fue a la mesa y encendió una vela. Entonces advirtió las claras de huevo que su esposa había dejado durante el desayuno.
—¿Qué es esto? —preguntó.
—Una carta para mi madre.
—No, esto.
_______________ se acercó y se quedó mirando las claras de huevo.
—¿Y tú qué crees que son?
—Dímelo tú —repuso él.
_______________ miró los restos de su desayuno.
—Pues parecen claras de huevo duro.
—Ya lo sé.
—Entonces ¿por qué me lo preguntas?
—Quiero decir, ¿qué hacen aquí?
—¿A qué te refieres?
—¡No contestes a mis preguntas con otra pregunta! ¿Por qué no están en tu estómago estas claras de huevo?
—Detesto la clara de huevo —explico _______________—. Pero en cambio me encanta la yema.
—¿Te comes la yema y desechas la clara? —preguntó Joe, perplejo—. Desperdicias la bondad de Alá. Te comes la yema con la clara, o no comes nada. ¿Acaso ignoras que hay gente pobre...?
—... en Armenia que se muere de hambre y que mataría por la clara de un huevo? —terminó _______________ con desfachatez.
A Joe le temblaron los labios.
—Iba a decir Azerbaiyán.
_______________ nunca había oído hablar de ese lugar.
—¿Es que no hay gente hambrienta en Armenia?
—Por supuesto, pero los armenios no son musulmanes, así que no cuentan.
—Que compasivo eres.
—Encuentra a alguien que sólo coma las claras o abstente de comer huevos —sentenció Joe y acercó la carta a la llama de la vela.
—¡Qué haces! —exclamó _______________, intentando recuperarla.
—No habrá cartas a Inglaterra —decidió Joe, apartándola con su mano libre—. Olvídate de tu pasado.
—¿Que me olvide de mi madre? —exclamó _______________—. ¿De mi familia?
—Escucha —bramó Joe, cogiéndola por los hombros—. Una vez enviada la carta, los ingleses solicitarían al sultán tu liberación. Poco importaría que seas mi esposa.
—Pero mi madre...
—Tu madre ya llora tu ausencia. ¿Por qué tranquilizarla cuando no puedes volver a sus brazos? Le darías esperanzas en vano. Bien, olvida todo este asunto. Mis hombres esperan para desmontar la tienda. Ponte el yashmak y salgamos.
—El sol quema —protestó _______________—. Pasaré calor. ¿No hay nada más ligero que pueda llevar?
—¿Es que no entiendes que no puedes viajar sin el yashmak?
—Tonterías. Lo que ocurre es que eres un tozudo y un arrogante.
Joe sabía que era inútil discutir. La terquedad de su esposa requería acciones, no persuasiones. Cogió el yashmak y se lo puso a _______________, que se abstuvo de forcejear. Con la cara cubierta por el velo, el príncipe le advirtió:
—Quítatelo y te daré un par de buenos azotes.
_______________ masculló algo ininteligible.
—¿Qué has dicho? —preguntó él.
_______________ levantó el velo.
—He dicho que esto es el colmo de la injusticia. —Dejó caer el velo.
Joe la cogió del brazo y salieron al exterior. Tenía el espantoso presentimiento de que su testaruda mujer iba a requerir vigilancia constante y, como guardia, Omar era un inútil.
Los hombres del príncipe vaciaron la tienda y la desmontaron en pocos minutos. Joe y _______________ se dirigieron a donde aguardaban sus caballos. Los Kasabian ya habían emprendido el viaje.
—¿Dónde está mi yegua? —preguntó _______________, mirando alrededor.
—Abdul se ocupará de ella —dijo Joe—. Tú, princesa mía, cabalgarás conmigo.
—¿No te fías de mí? —repuso _______________ con un dejo de malicia detrás del velo. Una sonrisa iluminó sus ojos como esmeraldas.
—Tu reciente conducta no es que despierte demasiada confianza —dijo Joe.
—Entre esposo y mujer debe reinar la confianza —se empecinó _______________—. Tendrás que esforzarte más en ello, mi señor.
—¿Y tú, princesa?
—Yo confío en ti.
Joe no dijo nada. La subió a la montura y se encaramó detrás de ella.
Cabalgaron en silencio durante un par de horas. Sus cuerpos se tocaban, pero ambos permanecían ensimismados en sus pensamientos. Joe estaba receloso ante la idea de que su recalcitrante mujer y su insensible y gruñona madre se conocieran. Si alguna vez se les ocurría unir fuerzas, él estaría acabado. Pero la posibilidad de que aquello sucediera era mínima. Lo más probable era que se mataran entre ellas a estocadas de lengua...
«Mi esposo teme que los ingleses me saquen de aquí —pensó _______________—. Le importo demasiado para arriesgarse a que nos separen. Debería poder convencerle de que la reina recibiría con agrado la noticia de nuestra unión. Podrían iniciarse relaciones comerciales entre ambos países. Eso sería motivo de satisfacción para mis compatriotas.» Con esos pensamientos, _______________ se fue relajando. Cuando se recostó contra el pecho de Joe, él supo que le había pasado el enfado. Puede que esta vez hubiera sido él el ganador del combate.
—Háblame de tu familia —pidió _______________.
Joe la besó en la frente.
—Hace aproximadamente trescientos años... —empezó.
_______________ soltó una risilla.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
—Joe, no soy capaz de seguir trescientos años de procreaciones. Empieza por tu familia más próxima, y ya iré conociendo el resto poco a poco.
—Me gusta cómo suena mi nombre cuando lo pronuncias —dijo él con una sonrisa.
—Mejor. Así nunca te verás tentado a cortarme la lengua.
Joe prosiguió su relato.
—Mi padre, ya fallecido, fue Rustem Pasha, uno de los grandes visires de mi abuelo. Denise, mi madre, es la hija de Solimán, el más magnífico de todos los sultanes. Mi hermana Birtyce y mi hermano Karim han muerto. Tengo una hermana menor, Tynna. El sultán Selim es hermano de mi madre, y mi primo Kevin es su heredero.
—Eso sólo me indica sus nombres y su relación contigo —señaló _______________—. Cuéntame más.
Joe bajó la voz para que nadie pudiera oírle.
—El sultán Selim es un devoto del vino, pese a que el Corán prohíbe el consumo de alcohol. A Kevin le encantan las mujeres y el oro. Mi hermana es la mujer más dulce, todo lo contrario de mí madre. Denise es una bastarda conspiradora que habría sido un gran sultán de haber nacido hombre.
—Por lo visto, todas las familias tienen sus debilidades—observó _______________—. ¿Cómo trabaste amistad con Nick?
—¿El Hijo del Tiburón o el Zorro del Desierto?
_______________ rió.
—El Hijo del Tiburón.
—Nick es nieto del célebre Khair ed-din, Barbarroja para vosotros los europeos —contó Joe—. Nick estudió en la escuela imperial con Kevin, Karim y conmigo.
—¿De quién has heredado tus ojos azules?
—De mi bisabuela, que fue raptada por mi bisabuelo en el curso de una de sus campañas.
—El rapto y la esclavitud de jóvenes inocentes parece una tradición familiar —comentó _______________.
Haciendo caso omiso de sus hombres, que los contemplaban, Joe hundió la nariz en el cuello de su esposa y le susurró al oído:
—Raptamos sólo a las más exquisitas.
—¿Sería posible que el sacerdote que nos casó vaya al castillo de la Doncella y celebre una misa estando yo presente?—preguntó _______________.
—Yo soy musulmán —respondió Joe.
—No tienes que estar ahí.
Joe sabía que había llegado el momento de revelar la verdad.
—Nos casó el imán.
—¿El imán? —repitió _______________—. ¿Es vuestra palabra para referiros al sacerdote?
—En cierto modo sí —respondió Joe—. El imán es un sacerdote musulmán.
_______________ tardó unos segundos en comprender lo que aquello significaba.
—¿Quieres decir que... nos ha casado un cura musulmán?
—Correcto.
—¡No puede ser! —exclamó _______________—. Yo necesito un sacerdote de verdad.
—El imán es un religioso de verdad —alegó Joe con tono severo—. Y baja la voz cuando me hables.
—No tengo intención de bajar la...
Joe le tapó la boca con una mano. _______________ intentó decir algo pero engulló un bocado de velo negro. Joe hizo una seña a sus acompañantes de que pararan para descansar. Se apeó, bajó a su esposa del caballo y la llevó a una buena distancia para discutir en privado.
—Tienes que comportarte como una buena dama turca —advirtió Joe, mirándola desde su imponente figura.
—Yo soy inglesa —declaró _______________ sin inmutarse.
—Yo soy musulmán y sólo un imán podía casarme —explicó Joe.
—Como cristiana, no puedo aceptar esta unión pagana —replicó ella.
—_______________... —La voz de Joe era de advertencia.
—Me arrebataste mi virginidad sin estar casados como es debido —le acusó ella, señalándolo con un dedo—. Me...
—¡No te he arrebatado nada! —exclamó él—. Tú te prestaste a ello libremente.
—¡Ay, Dios mío! Me has convertido en una perdida... —gimoteó _______________—. ¿Quién se casará conmigo ahora?
—Las mujeres en mi país sólo pueden tener un esposo —le informó Joe—. Yo soy el tuyo.
—No puedo aceptar este matrimonio sin la anuencia de un sacerdote —repuso _______________—. ¿No lo entiendes? Encuentra un cura y repite tus votos delante de él y todo se arreglará.
—No. Soy el sobrino del sultán y provocaría un escándalo si participara en una ceremonia cristiana.
—¡Exijo mi liberación! —vociferó _______________, pateando el suelo para dar mayor énfasis—. Devuélveme a casa, a Inglaterra.
—Tu casa está aquí, conmigo —reiteró Joe—. Sí intentas huir de nuevo, te mataré.
_______________ lo miró a los ojos y dijo:
—Entonces moriré como una mártir de mi fe.
Joe rió a carcajadas. Sin duda su esposa tenía un don especial para lo melodramático. Le quitó el velo y dijo:
—Alá protege a los niños y los necios.
—¿Insinúas que soy una necia? —preguntó _______________, preparándose para la batalla.
—Anoche me demostraste que eres toda una mujer, princesa. Decididamente, no eres una niña. —Con un gesto brusco, Joe la estrechó entre sus brazos y la besó hasta aturdiría. Luego le cubrió la cara con el velo y la llevó de vuelta a los caballos.
—Me gusta cómo suena mi nombre cuando lo pronuncias —dijo él con una sonrisa.
—Mejor. Así nunca te verás tentado a cortarme la lengua.
Joe prosiguió su relato.
—Mi padre, ya fallecido, fue Rustem Pasha, uno de los grandes visires de mi abuelo. Denise, mi madre, es la hija de Solimán, el más magnífico de todos los sultanes. Mi hermana Birtyce y mi hermano Karim han muerto. Tengo una hermana menor, Tynna. El sultán Selim es hermano de mi madre, y mi primo Kevin es su heredero.
—Eso sólo me indica sus nombres y su relación contigo —señaló _______________—. Cuéntame más.
Joe bajó la voz para que nadie pudiera oírle.
—El sultán Selim es un devoto del vino, pese a que el Corán prohíbe el consumo de alcohol. A Kevin le encantan las mujeres y el oro. Mi hermana es la mujer más dulce, todo lo contrario de mí madre. Denise es una bastarda conspiradora que habría sido un gran sultán de haber nacido hombre.
—Por lo visto, todas las familias tienen sus debilidades—observó _______________—. ¿Cómo trabaste amistad con Nick?
—¿El Hijo del Tiburón o el Zorro del Desierto?
_______________ rió.
—El Hijo del Tiburón.
—Nick es nieto del célebre Khair ed-din, Barbarroja para vosotros los europeos —contó Joe—. Nick estudió en la escuela imperial con Kevin, Karim y conmigo.
—¿De quién has heredado tus ojos azules?
—De mi bisabuela, que fue raptada por mi bisabuelo en el curso de una de sus campañas.
—El rapto y la esclavitud de jóvenes inocentes parece una tradición familiar —comentó _______________.
Haciendo caso omiso de sus hombres, que los contemplaban, Joe hundió la nariz en el cuello de su esposa y le susurró al oído:
—Raptamos sólo a las más exquisitas.
—¿Sería posible que el sacerdote que nos casó vaya al castillo de la Doncella y celebre una misa estando yo presente?—preguntó _______________.
—Yo soy musulmán —respondió Joe.
—No tienes que estar ahí.
Joe sabía que había llegado el momento de revelar la verdad.
—Nos casó el imán.
—¿El imán? —repitió _______________—. ¿Es vuestra palabra para referiros al sacerdote?
—En cierto modo sí —respondió Joe—. El imán es un sacerdote musulmán.
_______________ tardó unos segundos en comprender lo que aquello significaba.
—¿Quieres decir que... nos ha casado un cura musulmán?
—Correcto.
—¡No puede ser! —exclamó _______________—. Yo necesito un sacerdote de verdad.
—El imán es un religioso de verdad —alegó Joe con tono severo—. Y baja la voz cuando me hables.
—No tengo intención de bajar la...
Joe le tapó la boca con una mano. _______________ intentó decir algo pero engulló un bocado de velo negro. Joe hizo una seña a sus acompañantes de que pararan para descansar. Se apeó, bajó a su esposa del caballo y la llevó a una buena distancia para discutir en privado.
—Tienes que comportarte como una buena dama turca —advirtió Joe, mirándola desde su imponente figura.
—Yo soy inglesa —declaró _______________ sin inmutarse.
—Yo soy musulmán y sólo un imán podía casarme —explicó Joe.
—Como cristiana, no puedo aceptar esta unión pagana —replicó ella.
—_______________... —La voz de Joe era de advertencia.
—Me arrebataste mi virginidad sin estar casados como es debido —le acusó ella, señalándolo con un dedo—. Me...
—¡No te he arrebatado nada! —exclamó él—. Tú te prestaste a ello libremente.
—¡Ay, Dios mío! Me has convertido en una perdida... —gimoteó _______________—. ¿Quién se casará conmigo ahora?
—Las mujeres en mi país sólo pueden tener un esposo —le informó Joe—. Yo soy el tuyo.
—No puedo aceptar este matrimonio sin la anuencia de un sacerdote —repuso _______________—. ¿No lo entiendes? Encuentra un cura y repite tus votos delante de él y todo se arreglará.
—No. Soy el sobrino del sultán y provocaría un escándalo si participara en una ceremonia cristiana.
—¡Exijo mi liberación! —vociferó _______________, pateando el suelo para dar mayor énfasis—. Devuélveme a casa, a Inglaterra.
—Tu casa está aquí, conmigo —reiteró Joe—. Sí intentas huir de nuevo, te mataré.
_______________ lo miró a los ojos y dijo:
—Entonces moriré como una mártir de mi fe.
Joe rió a carcajadas. Sin duda su esposa tenía un don especial para lo melodramático. Le quitó el velo y dijo:
—Alá protege a los niños y los necios.
—¿Insinúas que soy una necia? —preguntó _______________, preparándose para la batalla.
—Anoche me demostraste que eres toda una mujer, princesa. Decididamente, no eres una niña. —Con un gesto brusco, Joe la estrechó entre sus brazos y la besó hasta aturdiría. Luego le cubrió la cara con el velo y la llevó de vuelta a los caballos.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
awww me encanta sus peleas y reconciliaciones
Son tan lindos!!
Siguela!!!
Son tan lindos!!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
JAJAJAJAJAJAJAJA Me meo con Joe, es el personaje más serio y cómico a la vez...
Síguela y suerte con tu trabajo y estudios, ¡y en ver a tus ídolos! (:
Síguela y suerte con tu trabajo y estudios, ¡y en ver a tus ídolos! (:
ItsBee♡
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