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Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
—El eunuco estará restablecido por la mañana —contestó Denise—. El médico le ha echado un vistazo.
Entró una esclava, entregó la copa de agua de rosas a su señora y se fue. Denise le echó una dosis del polvo medicinal, removió la mezcla con el dedo y se la ofreció a la paciente. _______________ lo rechazó.
—Bébelo, te calmará el dolor —le ordenó Denise.
—¿Me quedaré dormida?
—Sí.
—Cuando duermo tengo pesadillas.
—¿Sobre qué?
—Nada que os importe —dijo con tono seco _______________—. Decidme por qué detestáis a vuestro propio hijo.
La sorpresa de Denise fue mayúscula y se quedo mirándola.
—A pesar de sus defectos —dijo—, yo amo a mi hijo.
—A los mentirosos se les corta la lengua —replico _______________.
—¿Por qué crees que no me gusta mi hijo? —preguntó Denise.
—Una vez oí que le culpabais de la muerte de vuestros otros hijos.
—¿Cuándo fue eso?
—No importa cuándo. Lo escuché de vuestros labios.
—A veces me dominan la amargura y la perdida de mis seres queridos —reconoció Denise—. Además, por su defecto, Joe tiene que estar preparado para el inevitable rechazo de los demás, sobre todo de las mujeres.
—¿Qué defecto?
—Su cicatriz.
_______________ clavó la mirada en su suegra y volvió a preguntar:
—¿Qué defecto?
Denise le devolvió una mirada de reproche.
—Mi esposo es un guerrero —dijo _______________—, y su hermosa cicatriz le da carácter.
—Me alegro de oírte decir eso. Quizá estaba en los designios de Alá que tú fueras su compañera. Pero es una lástima que seas una pequeña salvaje.
—¿Salvaje? —_______________ intentó incorporarse pero estaba demasiado débil. Se dejó caer en los almohadones y se le llenaron los ojos de lágrimas.
En ese instante se abrió la puerta y entró Joe.
—Tu madre me pone de mal humor —se quejó _______________—, y la mano me duele mucho.
Joe miró con ceño a su madre, y ésta clavó los ojos en su insufrible nuera.
—Intento ofrecerle consuelo —se defendió Denise.
—Procurar consuelo no está entre tus habilidades —acotó Joe.
Denise se puso de pie, airada, y se encaminó hacia la puerta.
—Si la chiquilla tomara el remedio que le ha ordenado el médico, le dolería menos la mano.
Ahora Joe dirigió una mirada de disgusto a su mujer.
—¡Sois una bruja deslenguada! ——exclamó _______________.
—Te vendré a ver mañana, querida —dijo Denise con una sonrisa arrogante.
—¿Para aseguraros que no me recupere? —preguntó _______________.
—Exactamente. —Denise se dispuso a salir por la puerta.
—Esperad —llamó _______________.
Denise se dio la vuelta.
—¿Me enseñaréis a engañar a los vendedores? —pidió _______________.
Denise se quedó perpleja.
—No entiendo...
—Quiero aprender a engañar a los vendedores como habéis hecho vos esta mañana.
Joe rió.
—Regatear no es engañar —repuso Denise—. Los vendedores cuentan con ello.
—¿Me enseñaréis? —insistió _______________.
Denise se lo pensó un momento y luego dijo:
—Si te bebes el remedio lo tendré en cuenta.
—Muy bien —cedió _______________.
Joe le entregó la copa de agua de rosas con el analgésico. _______________ tomó un trago e hizo ademán de devolvérselo.
—Todo —le ordenó Denise con voz severa.
—Jadis —murmuró _______________, e hizo sonreír a su esposo.
Cuando se bebió hasta la última gota del liquido, Denise le dedicó una sonrisa satisfecha y se marchó. Joe dejó la copa a un lado y se sentó en el borde de la cama.
—Tu dolor es culpa mía—dijo—. Jamás debí permitir que salieras estando Fougere en Estambul.
—¿Qué tiene que ver esa comadreja con todo esto?
—Lo más probable es que haya sido él quien ordenó el ataque.
—Ese puñal iba dirigido a tu madre, no a mí —le recordó _______________.
—¿Qué importa a quién iba dirigido? —repuso Joe.
—Fougere no tiene razones para matar a tu madre —dijo _______________—. Dudo que él esté detrás de esto.
—No hay nadie más.
—¿Por qué intentaría matar a tu primo ?
—Fougere teme a mi familia —explicó Joe.
—No es una buena razón para asesinar a tu primo ni a tu madre —insistió _______________, sofocando un bostezo—. Suele ser villano el que menos esperas. En este caso probablemente sea una mujer.
Joe sonrió con condescendencia.
—¿Qué te hace tanta gracia? —preguntó _______________.
—Estás encantadora cuando intentas razonar.
Joe esbozó una sonrisa.
—¿Cuando intento razonar? —exclamó ella—. Las mujeres son capaces de hacer las mismas cosas que los hombres, sólo que mejor.
—Las mujeres no matan.
—¿Ah, no? Si una mujer puede salvar una vida como he hecho yo hoy, también es capaz de quitar una vida.
—Una mujer es capaz de asesinar sólo cuando su hijo está en... —Joe se interrumpió y se quedó mirándola boquiabierto. Luego esbozó una amplia sonrisa, se inclinó y le estampó un sonoro beso en los labios.
—¿Otro castigo más? —murmuró _______________—. ¿Por qué?
—Sé de una mujer cuyo hijo está amenazado por Kevin —explicó Joe—, pero ejecutar una traición de este tipo requiere la ayuda de un hombre.
—Ha sido un placer ayudarte, mi señor —dijo _______________ con sarcasmo.
Joe la miró confundido.
—Me has dado las gracias por abrirte una pequeña brecha en esa mente tan cerrada que tienes, ¿verdad?
Entró una esclava, entregó la copa de agua de rosas a su señora y se fue. Denise le echó una dosis del polvo medicinal, removió la mezcla con el dedo y se la ofreció a la paciente. _______________ lo rechazó.
—Bébelo, te calmará el dolor —le ordenó Denise.
—¿Me quedaré dormida?
—Sí.
—Cuando duermo tengo pesadillas.
—¿Sobre qué?
—Nada que os importe —dijo con tono seco _______________—. Decidme por qué detestáis a vuestro propio hijo.
La sorpresa de Denise fue mayúscula y se quedo mirándola.
—A pesar de sus defectos —dijo—, yo amo a mi hijo.
—A los mentirosos se les corta la lengua —replico _______________.
—¿Por qué crees que no me gusta mi hijo? —preguntó Denise.
—Una vez oí que le culpabais de la muerte de vuestros otros hijos.
—¿Cuándo fue eso?
—No importa cuándo. Lo escuché de vuestros labios.
—A veces me dominan la amargura y la perdida de mis seres queridos —reconoció Denise—. Además, por su defecto, Joe tiene que estar preparado para el inevitable rechazo de los demás, sobre todo de las mujeres.
—¿Qué defecto?
—Su cicatriz.
_______________ clavó la mirada en su suegra y volvió a preguntar:
—¿Qué defecto?
Denise le devolvió una mirada de reproche.
—Mi esposo es un guerrero —dijo _______________—, y su hermosa cicatriz le da carácter.
—Me alegro de oírte decir eso. Quizá estaba en los designios de Alá que tú fueras su compañera. Pero es una lástima que seas una pequeña salvaje.
—¿Salvaje? —_______________ intentó incorporarse pero estaba demasiado débil. Se dejó caer en los almohadones y se le llenaron los ojos de lágrimas.
En ese instante se abrió la puerta y entró Joe.
—Tu madre me pone de mal humor —se quejó _______________—, y la mano me duele mucho.
Joe miró con ceño a su madre, y ésta clavó los ojos en su insufrible nuera.
—Intento ofrecerle consuelo —se defendió Denise.
—Procurar consuelo no está entre tus habilidades —acotó Joe.
Denise se puso de pie, airada, y se encaminó hacia la puerta.
—Si la chiquilla tomara el remedio que le ha ordenado el médico, le dolería menos la mano.
Ahora Joe dirigió una mirada de disgusto a su mujer.
—¡Sois una bruja deslenguada! ——exclamó _______________.
—Te vendré a ver mañana, querida —dijo Denise con una sonrisa arrogante.
—¿Para aseguraros que no me recupere? —preguntó _______________.
—Exactamente. —Denise se dispuso a salir por la puerta.
—Esperad —llamó _______________.
Denise se dio la vuelta.
—¿Me enseñaréis a engañar a los vendedores? —pidió _______________.
Denise se quedó perpleja.
—No entiendo...
—Quiero aprender a engañar a los vendedores como habéis hecho vos esta mañana.
Joe rió.
—Regatear no es engañar —repuso Denise—. Los vendedores cuentan con ello.
—¿Me enseñaréis? —insistió _______________.
Denise se lo pensó un momento y luego dijo:
—Si te bebes el remedio lo tendré en cuenta.
—Muy bien —cedió _______________.
Joe le entregó la copa de agua de rosas con el analgésico. _______________ tomó un trago e hizo ademán de devolvérselo.
—Todo —le ordenó Denise con voz severa.
—Jadis —murmuró _______________, e hizo sonreír a su esposo.
Cuando se bebió hasta la última gota del liquido, Denise le dedicó una sonrisa satisfecha y se marchó. Joe dejó la copa a un lado y se sentó en el borde de la cama.
—Tu dolor es culpa mía—dijo—. Jamás debí permitir que salieras estando Fougere en Estambul.
—¿Qué tiene que ver esa comadreja con todo esto?
—Lo más probable es que haya sido él quien ordenó el ataque.
—Ese puñal iba dirigido a tu madre, no a mí —le recordó _______________.
—¿Qué importa a quién iba dirigido? —repuso Joe.
—Fougere no tiene razones para matar a tu madre —dijo _______________—. Dudo que él esté detrás de esto.
—No hay nadie más.
—¿Por qué intentaría matar a tu primo ?
—Fougere teme a mi familia —explicó Joe.
—No es una buena razón para asesinar a tu primo ni a tu madre —insistió _______________, sofocando un bostezo—. Suele ser villano el que menos esperas. En este caso probablemente sea una mujer.
Joe sonrió con condescendencia.
—¿Qué te hace tanta gracia? —preguntó _______________.
—Estás encantadora cuando intentas razonar.
Joe esbozó una sonrisa.
—¿Cuando intento razonar? —exclamó ella—. Las mujeres son capaces de hacer las mismas cosas que los hombres, sólo que mejor.
—Las mujeres no matan.
—¿Ah, no? Si una mujer puede salvar una vida como he hecho yo hoy, también es capaz de quitar una vida.
—Una mujer es capaz de asesinar sólo cuando su hijo está en... —Joe se interrumpió y se quedó mirándola boquiabierto. Luego esbozó una amplia sonrisa, se inclinó y le estampó un sonoro beso en los labios.
—¿Otro castigo más? —murmuró _______________—. ¿Por qué?
—Sé de una mujer cuyo hijo está amenazado por Kevin —explicó Joe—, pero ejecutar una traición de este tipo requiere la ayuda de un hombre.
—Ha sido un placer ayudarte, mi señor —dijo _______________ con sarcasmo.
Joe la miró confundido.
—Me has dado las gracias por abrirte una pequeña brecha en esa mente tan cerrada que tienes, ¿verdad?
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
quien es quien les quiere hacer daño!???
Siguela!!!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
ahahah Los amo, lo juro!
Siiii ya va a descubrirlo!.... ohoh.. NONONO, Eso siginifica.. que estamos cerca del final, no?
:lloro: no puedo ver esto, noooo
Siiii ya va a descubrirlo!.... ohoh.. NONONO, Eso siginifica.. que estamos cerca del final, no?
:lloro: no puedo ver esto, noooo
Augustinesg
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Joe le rozó la punta de su nariz respingona.
—Eres demasiado inteligente para ser mujer.
_______________ bostezó, estaba demasiado cansada para enfrascarse en una batalla dialéctica.
—¿Dónde está mi bolsa? —preguntó.
—Olvídate de la bolsa —dijo Joe—. Necesitas dormir.
—Quiero mi bolsa —insistió ella.
Joe cogió la bolsa, musitando algo sobre la estupidez de las mujeres, y se la entregó a _______________.
Ella la abrió, miró en su interior y sacó algo envuelto en una tela. Se lo entregó, diciendo:
—Ábrelo.
Joe quitó la tela que envolvía el camafeo del grifo y la cadena de oro y contempló los zafiros, las esmeraldas, los diamantes y los rubíes. Las mujeres eran todas iguales en una cosa: su amor por las buenas joyas.
—El grifo es muy bonito pero es una pieza demasiado pesada para una mujer tan menuda como tú —observó Joe.
—Lo he comprado para ti.
Aquellas palabras, pronunciadas en voz baja, lo cogieron por sorpresa. Jamás en su vida había recibido un regalo de una mujer, ni siquiera de su madre. Joe la miró confundido. Al final, una sonrisa ilumino sus rasgos y _______________ pensó que parecía un muchacho ante un regalo de Navidad.
—Yo... no sé qué decir —susurró, poniéndose la cadena de oro por encima de la cabeza. El camafeo del grifo resplandeció contra su blanca camisa.
—Di gracias —sugirió _______________.
Joe se acercó y la besó en la boca. Luego, con la voz ronca por la emoción, dijo:
—Lo llevaré siempre junto a mi corazón.
—Me hizo pensar en ti.
—¿Yo tengo este aspecto? —exclamó Joe.
_______________ se echó a reír.
—El grifo y tú sois seres mitológicos.
—Puesto que has malgastado todo el oro en mi regalo, supongo que querrás más —dijo él.
_______________ negó con la cabeza.
—No he malgastado el oro, y aún me quedan dos monedas. Las quiero guardar.
—¿Para qué?
—Me gusta tener dinero.
Joe sonrió. Se quitó las botas, se tendió en la cama junto a ella y la cogió entre sus brazos. La besó lentamente, pero _______________ bostezó y estropeó la magia del momento.
—Es insultante que bosteces cuando te estoy dando un beso—bromeó él.
—¿Te arrepientes de obligarme a tomar ese analgésico? —preguntó _______________.
—Nunca sabrás hasta qué punto.
—Un hombre sabio escucha a su mujer.
Joe la besó en la punta de la nariz.
—Relájate, que yo protegeré tu sueño.
_______________ se acurrucó entre sus brazos, apoyó la cabeza contra su pecho y alzó sus ojos verdes para mirarlo. Tal vez la compasión le serviría para conseguir lo que más deseaba.
—Me duele la mano... —susurró.
—Cierra los ojos y duerme —dijo Joe—. Te sentirás mejor por la mañana.
_______________ cerró los ojos y suspiró.
—Pienso en el cura —murmuró.
—Olvídate del cura.
—Pero me duele la mano.
—¿Qué tiene que ver el cura con tu mano?
—Si repites tus votos delante de un sacerdote, mi mano se sentirá mucho mejor.
A Joe le temblaron los labios al reprimir una sonrisa.
—Duérmete —le ordenó.
_______________ se relajó en sus brazos, donde se sentía protegida en esa tierra extraña, llena de gente extraña y costumbres aún más extrañas. Y eso la hacía feliz.
Cuando Joe comprobó que dormía, la besó suavemente en la cabeza. Su negligencia casi le había costado la vida, pensó. Hasta que Fougere estuviera muerto, tenía que ser muy prudente. Por mucho que le suplicaran, su familia permanecería dentro de aquellos muros. Aunque seguramente su madre y su esposa se quejarían, ya no podrían pasearse por Estambul a menos que las protegiera él mismo. ¡Que no se atreviera ese Fougere a intentar nada mientras estuviera cerca la Bestia del Sultán!
—Eres demasiado inteligente para ser mujer.
_______________ bostezó, estaba demasiado cansada para enfrascarse en una batalla dialéctica.
—¿Dónde está mi bolsa? —preguntó.
—Olvídate de la bolsa —dijo Joe—. Necesitas dormir.
—Quiero mi bolsa —insistió ella.
Joe cogió la bolsa, musitando algo sobre la estupidez de las mujeres, y se la entregó a _______________.
Ella la abrió, miró en su interior y sacó algo envuelto en una tela. Se lo entregó, diciendo:
—Ábrelo.
Joe quitó la tela que envolvía el camafeo del grifo y la cadena de oro y contempló los zafiros, las esmeraldas, los diamantes y los rubíes. Las mujeres eran todas iguales en una cosa: su amor por las buenas joyas.
—El grifo es muy bonito pero es una pieza demasiado pesada para una mujer tan menuda como tú —observó Joe.
—Lo he comprado para ti.
Aquellas palabras, pronunciadas en voz baja, lo cogieron por sorpresa. Jamás en su vida había recibido un regalo de una mujer, ni siquiera de su madre. Joe la miró confundido. Al final, una sonrisa ilumino sus rasgos y _______________ pensó que parecía un muchacho ante un regalo de Navidad.
—Yo... no sé qué decir —susurró, poniéndose la cadena de oro por encima de la cabeza. El camafeo del grifo resplandeció contra su blanca camisa.
—Di gracias —sugirió _______________.
Joe se acercó y la besó en la boca. Luego, con la voz ronca por la emoción, dijo:
—Lo llevaré siempre junto a mi corazón.
—Me hizo pensar en ti.
—¿Yo tengo este aspecto? —exclamó Joe.
_______________ se echó a reír.
—El grifo y tú sois seres mitológicos.
—Puesto que has malgastado todo el oro en mi regalo, supongo que querrás más —dijo él.
_______________ negó con la cabeza.
—No he malgastado el oro, y aún me quedan dos monedas. Las quiero guardar.
—¿Para qué?
—Me gusta tener dinero.
Joe sonrió. Se quitó las botas, se tendió en la cama junto a ella y la cogió entre sus brazos. La besó lentamente, pero _______________ bostezó y estropeó la magia del momento.
—Es insultante que bosteces cuando te estoy dando un beso—bromeó él.
—¿Te arrepientes de obligarme a tomar ese analgésico? —preguntó _______________.
—Nunca sabrás hasta qué punto.
—Un hombre sabio escucha a su mujer.
Joe la besó en la punta de la nariz.
—Relájate, que yo protegeré tu sueño.
_______________ se acurrucó entre sus brazos, apoyó la cabeza contra su pecho y alzó sus ojos verdes para mirarlo. Tal vez la compasión le serviría para conseguir lo que más deseaba.
—Me duele la mano... —susurró.
—Cierra los ojos y duerme —dijo Joe—. Te sentirás mejor por la mañana.
_______________ cerró los ojos y suspiró.
—Pienso en el cura —murmuró.
—Olvídate del cura.
—Pero me duele la mano.
—¿Qué tiene que ver el cura con tu mano?
—Si repites tus votos delante de un sacerdote, mi mano se sentirá mucho mejor.
A Joe le temblaron los labios al reprimir una sonrisa.
—Duérmete —le ordenó.
_______________ se relajó en sus brazos, donde se sentía protegida en esa tierra extraña, llena de gente extraña y costumbres aún más extrañas. Y eso la hacía feliz.
Cuando Joe comprobó que dormía, la besó suavemente en la cabeza. Su negligencia casi le había costado la vida, pensó. Hasta que Fougere estuviera muerto, tenía que ser muy prudente. Por mucho que le suplicaran, su familia permanecería dentro de aquellos muros. Aunque seguramente su madre y su esposa se quejarían, ya no podrían pasearse por Estambul a menos que las protegiera él mismo. ¡Que no se atreviera ese Fougere a intentar nada mientras estuviera cerca la Bestia del Sultán!
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
awwww me encanta!!!!
Joe es tan tierno y dulce :hug:
la rayiz que chantajista :fiu:
siguela!!!!!!!!!!
Joe es tan tierno y dulce :hug:
la rayiz que chantajista :fiu:
siguela!!!!!!!!!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Que bonito!! GRACIAS X SUBIR MAS CAPS!! SIGUELA!!..
gabymildemm
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
16
—No hables salvo cuando se dirijan a ti —dijo Joe.
—No levantes los ojos para mirar a los hombres —dijo Denise.
—¿Puedo respirar? —preguntó _______________, irritada por aquel acoso.
—Controla tu mal genio —ordenó Joe.
—Vigila tus modales —añadió Denise—. Muestra el respeto debido y nunca llames jadis a una mujer.
De pie como una niña entre su suegra y su esposo, a _______________ le entraron ganas de gritar. Hacía cinco días que los dos no paraban de atormentarla y darle instrucciones. Si expresaba su rabia, Joe se negaría a que ella los acompañara al palacio de Topkapi, y _______________ estaba harta de ser la prisionera de Denise. Así pues, en lugar de replicarles, _______________ se limitaba a frotarse la mano vendada con gesto nervioso.
—No juegues con el vendaje —dijo Joe, dándole una palmada en la mano que no tenía herida.
—Me pica —protestó _______________.
—No está bien visto que una dama se manosee el vendaje —dijo Joe.
—¡No está bien visto! —Estalló _______________, incapaz de contenerse más—. Estoy harta de oír esas palabras.
—Baja la voz cuando me hables o te arrepentirás —le advirtió Joe.
—¿Qué piensas hacerme? —Repuso _______________—. ¿Amenazarme de muerte?
De pie junto a ellos, Tynna soltó una risilla. Denise alzó los ojos al techo y meneó la cabeza. Temía que su nuera la avergonzara delante del sultán y sus mujeres.
—¿Quieres acompañarnos o no? —le preguntó Joe a su esposa.
—Sí, quiero.
—Pues entonces compórtate como es debido, o te quedarás aquí. —Joe se volvió para coger el feridye que le ofrecía Omar.
_______________ hizo una mueca burlona a sus espaldas, y Tynna se echó a reír. Joe se dio la vuelta y miró con ojos entornados a su esposa.
Habían pasado dos semanas desde el incidente del bazar. Pese a que en ocasiones se mostraba indignada, Denise estaba solícita con su nuera y habían suavizado las críticas sobre su hijo. Tynna visitaba a su cuñada cada día e intentaba entretenerla. Por las noches, Joe la acunaba entre sus brazos y le ofrecía consuelo.
Con el transcurso de los días, la mano de _______________ sanaba y ella mejoraba su comportamiento, pero su aburrimiento crecía a ojos vista. Ella quería sentir el sol y el aire sobre su rostro. Los apacibles paseos por el jardín eran apenas satisfactorios.
Al enterarse de que había salvado la vida de su tía, el príncipe Kevin había insistido en que Joe llevara a _______________ al palacio de Topkapi. Su madre, su hermana y su propia esposa estaban intrigadas por la historia de aquella valiente mujer europea, y también lo estaban todas las doncellas del harén de su padre.
—No te quites el velo hasta que estemos en el interior de Topkapi —le dijo Joe, ajustándole el feridye como correspondía.
—Y no fisgonees por la cortina de la litera —le advirtió Denise—. Sé que lo hiciste cuando fuimos al bazar.
— ¿Algo más, su señoría? —preguntó _______________, irritada.
—Tienes prohibido subirte a los árboles —bromeó Tynna.
_______________ se echó a reír y Tynna la imitó. A Denise no le hizo gracia el comentario y frunció el entrecejo. Joe miró a las jóvenes con una especie de tic nervioso en la mejilla de la cicatriz. _______________ sonrió para sus adentros. «Se lo tienen merecido —pensó—, por tratarme como si fuera una ignorante. ¿Acaso no soy la prima de la reina Isabel? ¡Cómo se atreven a insinuar que soy una salvaje!»
Joe, erguido en su magnífico corcel negro, supervisaba la seguridad de su familia mientras el séquito transitaba por las bulliciosas calles de Estambul en dirección al mar. Las damas iban en literas, ocultas tras las cortinas y transportadas a hombros por los esclavos de Denise. Al llegar al muelle, Joe las escoltó a una falúa imperial que condujo al grupo por el Bósforo hasta el palacio de Topkapi.
Cuando arribaron a la orilla, el agha kislar estaba ahí para recibirlos y escoltarlos con un fiero destacamento de guardias del sultán. Para entrar al harén había que pasar por la casa de carruajes con sus puertas incrustadas de madreperla. Un contingente de eunucos montaba guardia al cruzar la puerta.
_______________ agradeció el velo negro que le permitía ver sin ser vista. ¿Aquellos aguerridos guardias estaban ahí para disuadir a los intrusos o para retener dentro a las damas? Huir de Topkapi sería casi imposible.
El agha kislar los condujo por el meskane y el patio de las kadin hasta los aposentos de Marie.
El salón de la bas kadin era la estancia más opulenta que _______________ había visto en su vida. En medio de lujosos azulejos y alfombras, el salón ostentaba un enorme brasero de bronce, fragmentos multicolores de vidrio opaco en las paredes y ventanas otomanas con parteluz que daban a un jardín privado.
Dos mujeres y un joven apuesto estaban sentados sobre almohadones en torno a una mesa. La mayor de las dos mujeres, madre de Kevin, sonrió cuando entraron.
—Sed bienvenida, familia de mi esposo. —Con la mirada fija en _______________, Marie se dirigió a Joe—: ¿Es ella?
—Sí, por desgracia —respondió Denise con acritud.
_______________ volvió la cabeza bruscamente y clavó una mirada de rabia en su suegra. Joe le agarró la mano y la atrajo hacia sí, diciendo:
—Os presento a _______________, mi flor silvestre. _______________, ésta es Marie. —Se volvió hacia el joven apuesto de pelo rojizo dorado y ojos oscuros—. El príncipe Kevin, mi primo.
—No levantes los ojos para mirar a los hombres —dijo Denise.
—¿Puedo respirar? —preguntó _______________, irritada por aquel acoso.
—Controla tu mal genio —ordenó Joe.
—Vigila tus modales —añadió Denise—. Muestra el respeto debido y nunca llames jadis a una mujer.
De pie como una niña entre su suegra y su esposo, a _______________ le entraron ganas de gritar. Hacía cinco días que los dos no paraban de atormentarla y darle instrucciones. Si expresaba su rabia, Joe se negaría a que ella los acompañara al palacio de Topkapi, y _______________ estaba harta de ser la prisionera de Denise. Así pues, en lugar de replicarles, _______________ se limitaba a frotarse la mano vendada con gesto nervioso.
—No juegues con el vendaje —dijo Joe, dándole una palmada en la mano que no tenía herida.
—Me pica —protestó _______________.
—No está bien visto que una dama se manosee el vendaje —dijo Joe.
—¡No está bien visto! —Estalló _______________, incapaz de contenerse más—. Estoy harta de oír esas palabras.
—Baja la voz cuando me hables o te arrepentirás —le advirtió Joe.
—¿Qué piensas hacerme? —Repuso _______________—. ¿Amenazarme de muerte?
De pie junto a ellos, Tynna soltó una risilla. Denise alzó los ojos al techo y meneó la cabeza. Temía que su nuera la avergonzara delante del sultán y sus mujeres.
—¿Quieres acompañarnos o no? —le preguntó Joe a su esposa.
—Sí, quiero.
—Pues entonces compórtate como es debido, o te quedarás aquí. —Joe se volvió para coger el feridye que le ofrecía Omar.
_______________ hizo una mueca burlona a sus espaldas, y Tynna se echó a reír. Joe se dio la vuelta y miró con ojos entornados a su esposa.
Habían pasado dos semanas desde el incidente del bazar. Pese a que en ocasiones se mostraba indignada, Denise estaba solícita con su nuera y habían suavizado las críticas sobre su hijo. Tynna visitaba a su cuñada cada día e intentaba entretenerla. Por las noches, Joe la acunaba entre sus brazos y le ofrecía consuelo.
Con el transcurso de los días, la mano de _______________ sanaba y ella mejoraba su comportamiento, pero su aburrimiento crecía a ojos vista. Ella quería sentir el sol y el aire sobre su rostro. Los apacibles paseos por el jardín eran apenas satisfactorios.
Al enterarse de que había salvado la vida de su tía, el príncipe Kevin había insistido en que Joe llevara a _______________ al palacio de Topkapi. Su madre, su hermana y su propia esposa estaban intrigadas por la historia de aquella valiente mujer europea, y también lo estaban todas las doncellas del harén de su padre.
—No te quites el velo hasta que estemos en el interior de Topkapi —le dijo Joe, ajustándole el feridye como correspondía.
—Y no fisgonees por la cortina de la litera —le advirtió Denise—. Sé que lo hiciste cuando fuimos al bazar.
— ¿Algo más, su señoría? —preguntó _______________, irritada.
—Tienes prohibido subirte a los árboles —bromeó Tynna.
_______________ se echó a reír y Tynna la imitó. A Denise no le hizo gracia el comentario y frunció el entrecejo. Joe miró a las jóvenes con una especie de tic nervioso en la mejilla de la cicatriz. _______________ sonrió para sus adentros. «Se lo tienen merecido —pensó—, por tratarme como si fuera una ignorante. ¿Acaso no soy la prima de la reina Isabel? ¡Cómo se atreven a insinuar que soy una salvaje!»
Joe, erguido en su magnífico corcel negro, supervisaba la seguridad de su familia mientras el séquito transitaba por las bulliciosas calles de Estambul en dirección al mar. Las damas iban en literas, ocultas tras las cortinas y transportadas a hombros por los esclavos de Denise. Al llegar al muelle, Joe las escoltó a una falúa imperial que condujo al grupo por el Bósforo hasta el palacio de Topkapi.
Cuando arribaron a la orilla, el agha kislar estaba ahí para recibirlos y escoltarlos con un fiero destacamento de guardias del sultán. Para entrar al harén había que pasar por la casa de carruajes con sus puertas incrustadas de madreperla. Un contingente de eunucos montaba guardia al cruzar la puerta.
_______________ agradeció el velo negro que le permitía ver sin ser vista. ¿Aquellos aguerridos guardias estaban ahí para disuadir a los intrusos o para retener dentro a las damas? Huir de Topkapi sería casi imposible.
El agha kislar los condujo por el meskane y el patio de las kadin hasta los aposentos de Marie.
El salón de la bas kadin era la estancia más opulenta que _______________ había visto en su vida. En medio de lujosos azulejos y alfombras, el salón ostentaba un enorme brasero de bronce, fragmentos multicolores de vidrio opaco en las paredes y ventanas otomanas con parteluz que daban a un jardín privado.
Dos mujeres y un joven apuesto estaban sentados sobre almohadones en torno a una mesa. La mayor de las dos mujeres, madre de Kevin, sonrió cuando entraron.
—Sed bienvenida, familia de mi esposo. —Con la mirada fija en _______________, Marie se dirigió a Joe—: ¿Es ella?
—Sí, por desgracia —respondió Denise con acritud.
_______________ volvió la cabeza bruscamente y clavó una mirada de rabia en su suegra. Joe le agarró la mano y la atrajo hacia sí, diciendo:
—Os presento a _______________, mi flor silvestre. _______________, ésta es Marie. —Se volvió hacia el joven apuesto de pelo rojizo dorado y ojos oscuros—. El príncipe Kevin, mi primo.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
awww pobre rayiz la van a volver loca con tantas reglas!
Sube otro capi por fis!!!
Sube otro capi por fis!!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
AMO esta novela!
La amo!!
Muchas gracias por subir la novela!!
La amo!!
Muchas gracias por subir la novela!!
Augustinesg
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
—Deja que le veamos la cara —dijo Kevin.
Con la ayuda de su esposo, _______________ se quitó el velo negro.
—Nos conocemos. —Kevin la miró con una sonrisa—. Tuve ocasión de admirar tu belleza en la subasta.
Abochornada de que aquel hombre hubiera presenciado su humillación, _______________ se sonrojó y bajó la vista.
—La modestia realza tu belleza —dijo Kevin suavemente, y se volvió hacia la hermosa mujer de pelo oscuro sentada junto a su madre—. Mi kadin, Safiye.
_______________ inclinó la cabeza ante la mujer y luego le susurró a Joe:
—¿Qué significa kadin?
—Safiye es la madre de mi hijo mayor —explicó Kevin.
—Sobrino, tu flor silvestre no es en absoluto como la describiste —comentó Marie.
Denise rió. Confundida, _______________ miró a su suegra y luego a su esposo, que fruncía el entrecejo.
—Joe decía que tenías el pelo del color de una naranja marchita —bromeó Kevin—. Dijo que...
—¿Por qué no nos sentamos y nos distendemos un poco? —interrumpió Joe, pensando que sus familiares eran unos idiotas. Unos idiotas de remate.
—Por favor, poneos cómodos —dijo Marie.
Se sentaron en los enormes almohadones dispuestos en torno a la mesa. A poca distancia, el brasero de bronce espantaba el frío del otoño. Marie hizo sonar una campanilla, y entraron varios esclavos con doradas bandejas de uvas, dátiles, pastelillos de hojaldre y copas de agua de rosas.
—¿Dónde está Shasha? —preguntó Tynna.
—Mi consentidísima hermana está por llegar... —respondió Kevin.
En ese momento la puerta se abrió de golpe y entró como un torbellino una joven de la edad de Tynna, pelo castaño claro, ojos oscuros, mejillas sonrosadas y nariz pequeña.
—Ésta debe de ser ella —dijo la joven mirando a _______________.
_______________ se sentía incómoda y fijó los ojos en una uva. Su esposo se atrevía a soltarle sermones sobre buenos modales y luego la traía a esta guarida de groseros. ¿Acaso era ella la única que debía conducirse con cortesía?
—_______________, ésta es la hermana de Kevin, Shasha —dijo Joe.
—Qué maravilloso cabello, tan exuberante... —comentó Shasha—. Parece una puesta de sol encendida.
—Más vale una puesta de sol que una naranja marchita —replicó _______________ con voz seca.
—¿Cómo te sienta la vida de casada con la Bestia del Sultán? —preguntó Shasha, dejándose caer entre Denise y _______________.
—Cuida tus modales —la riñó Marie.
—Cuéntanos cómo le salvaste la vida a mi tía —pidió Shasha, ignorando a su madre—. Enséñame la mano.
_______________ levantó la mano vendada y dijo:
—No fue nada.
—Por favor, cuéntanos la historia —insistió Safiye.
—_______________ acompañó a mi madre y mi hermana a los bazares —interrumpió Joe—. Al ver que el asesino surgía del grupo de guardias, dio un empujón a mi madre para quitarla de en medio y puso la mano para atajar el mortífero puñal.
—_______________ es una mujer muy valiente —añadió Tynna—. De hecho sólo le teme a los árboles.
Denise soltó una carcajada. Joe sonrió ante el recuerdo de su mujer atrapada en el melocotonero.
—Me gustaría escuchar la historia —dijo Kevin.
—_______________ se subió a un árbol para coger unos melocotones —contó Tynna—. Pero, una vez encaramada en una rama muy alta, se quedó paralizada de miedo. Por suerte apareció Joe y la rescató.
Todos se echaron a reír, salvo _______________.
—El cerdo es uno de los platos favoritos de esta cristiana —dijo Denise—. Joe le ha dicho que puede comerlo los viernes.
De nuevo rieron todos a costa de _______________. Ella se sonrojó y tuvo que esforzarse para contener su creciente indignación.
—¿Por qué estás tan callada? —preguntó Kevin—. ¿Es que la timidez te ha comido la lengua?
_______________ advirtió la mirada de su esposo y bajó los ojos, fingiendo timidez.
—Intento aprender vuestras costumbres, pero a veces cometo errores. Mi esposo me ha enseñado a guardar un respetuoso silencio.
Kevin sonrió.
—¿Qué otras enseñanzas te ha dado?
—Que no levante los ojos para mirar a los hombres —dijo _______________, mirándolo de reojo—. Que controle mi mal genio. Que no llame jadis a nadie, y que no me rasque.
—Te has olvidado de «prohibido subir a los árboles» —añadió Tynna.
Todos se echaron a reír, salvo Joe, que refunfuñó para sí.
—Llevas un camafeo muy original —observó Kevin, al darse cuenta de la expresión enfurruñada de su primo—. Una bestia llevando una bestia.
—Mi esposa me ha regalado este grifo —dijo Joe.
—Así pues, eso confirma que tu esposa te tiene afecto —señaló Kevin.
—Le tendría más afecto si hiciera venir un sacerdote —terció _______________ impulsivamente—. Hasta que eso ocurra no estaremos casados de verdad.
—Cállate —gruñó Joe.
—No la riñas —pidió Safiye, recordando su difícil adaptación de noble veneciana a concubina de un príncipe turco—. Su franqueza es refrescante, una cualidad que no abunda dentro de estos muros. A veces resulta difícil abandonar las creencias de toda una vida para abrazar la fe de Alá. Lo sé por experiencia.
—Parece que en algo estamos de acuerdo —le dijo Marie a su nuera.
—Las madres y las esposas siempre riñen entre sí —le dijo Kevin a Joe—. Así es el mundo.
Marie se puso en pie.
—Daremos un paseo con _______________ para mostrarle el palacio mientras tú te reúnes con el sultán.
—Ven, prima —invitó Shasha, cogiendo a _______________ de la mano sana—. Fuera hay algunas mujeres que se están entreteniendo con juegos.
Shasha y Tynna salieron con _______________ precipitadamente por la puerta. Marie, Denise y Safiye las siguieron a un paso más tranquilo.
El jardín del sultán estaba rodeado de cipreses y era la imagen perfecta de la serenidad. El aire estaba impregnado del aroma embriagante de las rosas, jazmines y verbenas. Los senderos conducían a pequeños estanques donde nadaban peces exóticos y flotaban lirios de agua. Las glorietas doradas y las pérgolas ofrecían sombra, y las fuentes de agua burbujeante gorgoteaban rítmicamente.
—¿Por qué hay tantas fuentes? —preguntó _______________.
Con la ayuda de su esposo, _______________ se quitó el velo negro.
—Nos conocemos. —Kevin la miró con una sonrisa—. Tuve ocasión de admirar tu belleza en la subasta.
Abochornada de que aquel hombre hubiera presenciado su humillación, _______________ se sonrojó y bajó la vista.
—La modestia realza tu belleza —dijo Kevin suavemente, y se volvió hacia la hermosa mujer de pelo oscuro sentada junto a su madre—. Mi kadin, Safiye.
_______________ inclinó la cabeza ante la mujer y luego le susurró a Joe:
—¿Qué significa kadin?
—Safiye es la madre de mi hijo mayor —explicó Kevin.
—Sobrino, tu flor silvestre no es en absoluto como la describiste —comentó Marie.
Denise rió. Confundida, _______________ miró a su suegra y luego a su esposo, que fruncía el entrecejo.
—Joe decía que tenías el pelo del color de una naranja marchita —bromeó Kevin—. Dijo que...
—¿Por qué no nos sentamos y nos distendemos un poco? —interrumpió Joe, pensando que sus familiares eran unos idiotas. Unos idiotas de remate.
—Por favor, poneos cómodos —dijo Marie.
Se sentaron en los enormes almohadones dispuestos en torno a la mesa. A poca distancia, el brasero de bronce espantaba el frío del otoño. Marie hizo sonar una campanilla, y entraron varios esclavos con doradas bandejas de uvas, dátiles, pastelillos de hojaldre y copas de agua de rosas.
—¿Dónde está Shasha? —preguntó Tynna.
—Mi consentidísima hermana está por llegar... —respondió Kevin.
En ese momento la puerta se abrió de golpe y entró como un torbellino una joven de la edad de Tynna, pelo castaño claro, ojos oscuros, mejillas sonrosadas y nariz pequeña.
—Ésta debe de ser ella —dijo la joven mirando a _______________.
_______________ se sentía incómoda y fijó los ojos en una uva. Su esposo se atrevía a soltarle sermones sobre buenos modales y luego la traía a esta guarida de groseros. ¿Acaso era ella la única que debía conducirse con cortesía?
—_______________, ésta es la hermana de Kevin, Shasha —dijo Joe.
—Qué maravilloso cabello, tan exuberante... —comentó Shasha—. Parece una puesta de sol encendida.
—Más vale una puesta de sol que una naranja marchita —replicó _______________ con voz seca.
—¿Cómo te sienta la vida de casada con la Bestia del Sultán? —preguntó Shasha, dejándose caer entre Denise y _______________.
—Cuida tus modales —la riñó Marie.
—Cuéntanos cómo le salvaste la vida a mi tía —pidió Shasha, ignorando a su madre—. Enséñame la mano.
_______________ levantó la mano vendada y dijo:
—No fue nada.
—Por favor, cuéntanos la historia —insistió Safiye.
—_______________ acompañó a mi madre y mi hermana a los bazares —interrumpió Joe—. Al ver que el asesino surgía del grupo de guardias, dio un empujón a mi madre para quitarla de en medio y puso la mano para atajar el mortífero puñal.
—_______________ es una mujer muy valiente —añadió Tynna—. De hecho sólo le teme a los árboles.
Denise soltó una carcajada. Joe sonrió ante el recuerdo de su mujer atrapada en el melocotonero.
—Me gustaría escuchar la historia —dijo Kevin.
—_______________ se subió a un árbol para coger unos melocotones —contó Tynna—. Pero, una vez encaramada en una rama muy alta, se quedó paralizada de miedo. Por suerte apareció Joe y la rescató.
Todos se echaron a reír, salvo _______________.
—El cerdo es uno de los platos favoritos de esta cristiana —dijo Denise—. Joe le ha dicho que puede comerlo los viernes.
De nuevo rieron todos a costa de _______________. Ella se sonrojó y tuvo que esforzarse para contener su creciente indignación.
—¿Por qué estás tan callada? —preguntó Kevin—. ¿Es que la timidez te ha comido la lengua?
_______________ advirtió la mirada de su esposo y bajó los ojos, fingiendo timidez.
—Intento aprender vuestras costumbres, pero a veces cometo errores. Mi esposo me ha enseñado a guardar un respetuoso silencio.
Kevin sonrió.
—¿Qué otras enseñanzas te ha dado?
—Que no levante los ojos para mirar a los hombres —dijo _______________, mirándolo de reojo—. Que controle mi mal genio. Que no llame jadis a nadie, y que no me rasque.
—Te has olvidado de «prohibido subir a los árboles» —añadió Tynna.
Todos se echaron a reír, salvo Joe, que refunfuñó para sí.
—Llevas un camafeo muy original —observó Kevin, al darse cuenta de la expresión enfurruñada de su primo—. Una bestia llevando una bestia.
—Mi esposa me ha regalado este grifo —dijo Joe.
—Así pues, eso confirma que tu esposa te tiene afecto —señaló Kevin.
—Le tendría más afecto si hiciera venir un sacerdote —terció _______________ impulsivamente—. Hasta que eso ocurra no estaremos casados de verdad.
—Cállate —gruñó Joe.
—No la riñas —pidió Safiye, recordando su difícil adaptación de noble veneciana a concubina de un príncipe turco—. Su franqueza es refrescante, una cualidad que no abunda dentro de estos muros. A veces resulta difícil abandonar las creencias de toda una vida para abrazar la fe de Alá. Lo sé por experiencia.
—Parece que en algo estamos de acuerdo —le dijo Marie a su nuera.
—Las madres y las esposas siempre riñen entre sí —le dijo Kevin a Joe—. Así es el mundo.
Marie se puso en pie.
—Daremos un paseo con _______________ para mostrarle el palacio mientras tú te reúnes con el sultán.
—Ven, prima —invitó Shasha, cogiendo a _______________ de la mano sana—. Fuera hay algunas mujeres que se están entreteniendo con juegos.
Shasha y Tynna salieron con _______________ precipitadamente por la puerta. Marie, Denise y Safiye las siguieron a un paso más tranquilo.
El jardín del sultán estaba rodeado de cipreses y era la imagen perfecta de la serenidad. El aire estaba impregnado del aroma embriagante de las rosas, jazmines y verbenas. Los senderos conducían a pequeños estanques donde nadaban peces exóticos y flotaban lirios de agua. Las glorietas doradas y las pérgolas ofrecían sombra, y las fuentes de agua burbujeante gorgoteaban rítmicamente.
—¿Por qué hay tantas fuentes? —preguntó _______________.
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