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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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BEAUTY DATES THE BEAST JOE Y TU TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: BEAUTY DATES THE BEAST JOE Y TU TERMINADA
Meli extraño tus noves :(
espero subas pronto
espero subas pronto
aranzhitha
Re: BEAUTY DATES THE BEAST JOE Y TU TERMINADA
ola chicas ahora les subo cap :D
solo esperenme un momento
solo esperenme un momento
jamileth
Re: BEAUTY DATES THE BEAST JOE Y TU TERMINADA
CAPITULO
12Joe se escabullo a la sala de estar un poco después, ya se había cambiado de ropa.
-Ponte tu abrigo. Vamos a salir.
Levante la vista de mi libro y parpadee desde mi esquina del sofá. Luego mire por la ventana. La inusual nieve continuaba descendiendo en grandes y copos. Como cualquier tejano, cara a cara con la nieve, mi instinto fue escondernos en la casa.
-¿Vamos a salir? ¿Por qué?
-Vamos por algo romántico. Para hacer el día especial. Te dije que haría esto especial para ti, y planeo mantener mi palabra. –Sonaba irritado. Bueno, caramba, este era un comienzo favorable.
-Claro –dije, apartando mi libro a un lado y deslizándome en mis nuevas zapatillas-. Podemos salir.
Estaba allí en un momento, tendiéndome una chaqueta nueva y apretando un gorro tejido sobre mi cabeza. Arregle mi cabello en dos coletas trenzadas para mantenerlo fuera de mi cuello, y probablemente parecía de trece bajo el gorro. Pero lo deje ayudarme a vestir, en su estado de ánimo probablemente no era prudente detenerlo, y lo seguí mientras se dirigía a la parte delantera de la casa.
Una canasta de picnic estaba colocada en la puerta. Le eche un vistazo a la ventana de nuevo. Seguía nevando, bastante fuerte.
Mire de vuelta a la canasta de picnic y fruncí el ceño. ¿Realmente esperaba tener un picnic al aire libre? Me puse mis guantes de un tirón y lo seguí hacia afuera, mientras levantaba la canasta.
Joe no llevaba una chaqueta, supongo que el frio no lo afectaba como a mí. Llevando una camisa de franela clara y paso su mano por el cabello, mirando alrededor.
Me detuve detrás de él.
-¿Qué estas buscando?
-Nada –dije escuetamente y comenzó a caminar a través de la fresca nieva, en dirección al bosque.
Esto iba a ser tan divertido. Cerré la puerta tras de mí y le seguí, cerrando mi chaqueta.
Caminamos con dificultad por la nieve en silencio. Si no hubiese estado tan tenso, habría sido una clase de aventura. Por supuesto, si ignoras el dedo y la sangre de anoche. No podía evitar estar un poco ansiosa hoy, incluso a plena luz del día.
-Un poco mas adelante –ladró Joe, y trote tras él. Mis zapatillas no estaban exactamente manteniendo la nieve fuera y mis medias se mojaron. Más diversión cada minuto.
Por poco choco contra la ancha espalda de Joe cuando se detuvo abruptamente y puse mis manos en su cintura para sostenerse.
Saltó como si se hubiese quemado.
-Voy a acomodar todo.
Lo miré con frustración, luego me di por vencida. Nos detuvimos en la orilla de un arroyo que se cortaba a través de los arboles. Escarcha y nieve surcaban el fangoso margen, y el agua helada corría delicadamente sobre las rocas. Era muy bonito.
Me giré para mirar a Joe, quien había arrojado una manta roja en la nieve. Una roja manta en forma de corazón y ahora estaba descargando el resto de la canasta de picnic.
Qué. Demonios.
-Ven, siéntate –dijo. Debió notar lo malhumorado que eso sonaba, por que un reciente “por favor” le siguió.
Me senté en lado del corazón, tratando de ignorar lo frio que estaba. Un picnic en una manta en forma de corazón era muy dulce. Juzgando por los dentados bordes de la tela, la había cortado él mismo. Sin embargo, en ese momento, deseaba que pudiera envolverla a mí alrededor.
Sacó unas fresas cubiertas de chocolate, champan y un par de copas. Quitó el corcho y comenzó a verter el líquido con la adusta y metódica mirada de un hombre con una misión.
Operación: Romance.
Le di una brillante sonrisa cuando me entrego una copa, luego tome un pequeño sorbo. Sabía estupendamente, pero estaba muy fría. Mis dientes castañearon contra el borde de la copa, así que en su lugar opte por solo sostener la bebida.
Tomo una de las fresas con una determinada mirada.
-¿Debería alimentarte con esto?
¿Hablaba en serio? Pero el Joe determinado era de lejos mucho más agradable que el Joe malhumorado, así que ignoré mi molestia.
-Claro. ¿Por qué estamos haciendo esto de nuevo?
-Estoy enamorándote –medio gruño-. ¿No quieres ser enamorada?
-No, esto esta bien –acorde apresuradamente.
Se movió a mi lado y se inclino sobre mí. Su cuerpo estaba irradiando calor, e inmediatamente quise meterme debajo de su camisa. Mi cuerpo había empezado a sentirse como si hubiese dejado de producir calor diez minutos atrás. Aun así, estaba tratando de darme el “romance” que pensaba que quería, así que sonreí resueltamente y abrí mi boca.
Las fresas fueron un error. Eran como bloques de hielo. Apetitosos bloques, pero no tenia ganas de más. Después de un trozo decline el resto.
-No tengo tanta hambre.
Levanto mi copa de champaña.
-¿Mas de beber?
El viento helado parecía morder a través de mi ropa. Podía ver pequeños copos de nieve formándose en la copa y mi mandíbula comenzó a castañear, de nuevo.
-No, gracias.
Puso la copa a un lado, apoyándola en la nieve y se movió hacia mí. Sus manos se deslizaron sobre mi abrigo y reconocí la caliente mirada en sus ojos.
-Tu boca, es tan roja –dijo, inclinándose para un beso.
¿No era azul todavía? Impresionante. Incline mi cabeza hacia la suya y sus labios capturaron los míos. Caliente, ardiente, húmedo; delicioso. Sabia como quería que el champan lo hiciese. Joe hizo una bajo sonido de satisfacción en su garganta y el beso se volvió más demandante, devorador. Adoraba la sensación de su boca sobre la mía y me hundí en ella. Mis guantes se envolvieron alrededor de sus hombres y me incline en el abrazo, sin protestar cuando me empujo hacia atrás.
Hasta que la nieve golpeo mi espalda baja. Me sacudí y la copa de champan se volcó, salpicando la parte trasera de mis jeans.
-Frio –chille contra su boca.
Se aparto de mi sorprendido, echando un vistazo a la copa de champan me escabullí lejos de la humedad que se filtraba en mi lado de la manta. Toda mi parte trasera estaba mojada, y la manta también, la parte que no estaba cubierta de la amontonada nieve.
-¿Estas bien, ______________________? –Su frente se frunció.
Mis dientes repiqueteaban.
-Tu boca se esta volviendo purpura. ¿Por qué no me dijiste que tenías frio?
-Porque t-tú parecías como si no estuvieras abierto a-a re-reacciones.
Maldijo.
-______________________, no seas estúpida. Tengo una temperatura corporal diferente a la tuya. Vas a tener que decirme cuando tengas frio.
-Bien. –Apreté mis dientes-. Tengo frio. Es muy dulce, pero pienso que es la pero época del año para esto.
Su boca se tensó.
-Te llevare de regreso a casa.
Su tono sonaba como algo que íbamos a hacer juntos.
-¿Vas a quedarte conmigo?
Sacudió mi cabeza.
-Creo que necesito algo de tiempo fuera. Estoy perdiendo el control y esto simplemente no esta funcionando. –Se paso una mano por la cara con rudeza-. No te preocupes, me asegurare de que estés en casa, a salvo primero.
Frustrada y con demasiado frio para argumentar, me levante y flexione mis dedos mientras él empacaba la comida. Cuando se puso de pie con la cesta, la manta se levanto con el viento y se deslizo por delante de mí, en dirección a la orilla del arroyo.
Estaba cerca de ella.
-La tomare. –Me moví hacia la orilla, mis zapatos hundiéndose en el lodo.
Joe estuvo a mi lado en un instante, tratando de pasar delante de mí.
jamileth
Re: BEAUTY DATES THE BEAST JOE Y TU TERMINADA
-Estas fría y débil, déjame.
Pase rozándole, irritada.
-Soy humana, idiota, no inútil. –La manta estaba fuera de mi alcance, así que di otro paso al frente de mí en el lodo, orientando mi cuerpo en la empinada orilla para mantener el equilibrio.
Perdí el equilibrio y me resbale por la empinada orilla hacia el helado arroyo. Lodo se deslizo por mi pierna de mi pantalón y se arrastro por mis zapatos y tuve un instante antes de que mis piernas se deslizaran al agua helada.
Grité.
Joe gritó mi nombre justo antes de que mi hombro golpeara contra una rama, deteniendo mi caída cuando tenía tres cuartas partes sumergidas.
Fuertes manos estaban en mí antes de que mi cerebro pudiera procesar algo a parte de friofriofriofrio. Joe me saco del agua, arrancando mi abrigo empapado.
-Este es el por qué necesitas dejarme hacer las cosas, ______________________ -dijo, en un frustrante tono de voz.
Quería darle un puñetazo, pero todo mi cuerpo estaba temblando con tanta fuerza que ni siquiera podía mirarlo ferozmente.
-Jódete –dije, castañeando mis dientes. Mis pies estaban congelándose, mis medias heladas eran armas de tortura-. Si me hubieses dejado tomarla, no seria una paleta helada ahora mismo.
Se quito su camisa y me envolvió en ella. Era mas caliente, pero el resto de mi ropa mojada todavía se aferraba a mí como una piel de hielo y mi mandíbula castañeaba tanto que pensé que se me iba a caer.
-Lo siento, cariño –dijo, alzándome en sus brazos y arropándome contra su pecho desnudo. Yo me escondí mas cerca, presionando mis labios contras su cálido cuello.
Iba a matarlo cuando me calentara.
El camino de vuelta a casa se sentía insoportablemente largo, con la nieve cayendo, mis piernas entumecidas y mis dientes castañeando, como si estuviesen tratando escapar de mi boca. Joe era un ardiente suministro de calor y me acurruque en él tanto como fue posible, presionando mi húmedo pecho contra el suyo, envolviendo mis brazos alrededor de su torso y básicamente intentando meterme en su piel. Escuche un bajo gruñido en su garganta, pero no me importo. Yo simplemente quería que el intenso frio se fuera.
Finalmente, saco las llaves de su bolsillo, abrió la puerta, y luego nos vimos envueltos en calor. Podría haber llorado de alivio, pero temía que las lágrimas se congelaran en mi cara.
Me dejo en la puerta y se giro para mirarme a los ojos. Sus ojos, por un momento, tomaron un destello verdoso.
-Voy a revisar la casa para asegurarme de que nada este fuera de lugar y luego vengo a levantar un fuego. Quiero que te quites tu ropa y saltes a la ducha.
Mientras salía apresurado, dude, mi mente entorpecida por el frio. ¿Quitarme la ropa? ¿En frente de un hombre, un were-puma, obsesionado en tener sexo conmigo? El frio y la modestia pelearon por un breve momento, luego estire mis lentos y congelados dedos y me quite la camisa prestada de Joe, puesta sobre mi ropa mojada. Ahora estaba tan húmeda como todo lo demás.
Reapareció algunos minutos después, con leña apilada en sus manos, y gruño al verme, todavía casi vestida.
-No voy a violarte mientras estés muriendo de hipotermia.
-Lo sé –dije con voz temblorosa, pero aun parecía incapaz de moverme.
Joe noto eso y me tomo en sus brazos, donde me acurruque contra él mientras se dirigía hacia el baño y se volvió a la ducha. El calor inmediatamente sopló en la pequeña habitación.
-Entra ahí. Una vez que te calientes lo suficiente para moverte, quítate la ropa. ¿Entiendes?
Asentí, entrando en la ducha y dejando que el agua caliente corriera sobre mi cuerpo, jadeando ante el calor ardiente. Fue maravilloso, cerré mis ojos y deje que cayera en cascada sobre mí.
-Voy a encender el fuego –dijo-. Luego regreso a verte.
Desee poder hundirme en el agua caliente y no salir nunca. Se sentía tan bien en mi congelada piel. Cuando me descongelé un poco, comencé a desarrollar una irritación a la sensación de mis húmedos jeans contra mi piel; quería estar completamente desnuda bajo el agua caliente. Le eche un vistazo a la puerta donde Joe había desaparecido, seguía entreabierta.
Al diablo la modestia. No era como si no quisiera que él me viese desnuda en algún momento, ¿no es así? Mis dedos buscaron a tientas la cremallera y el botón de mis jeans y conseguí desabrocharlo. Los deslice por mis piernas y salí de ellos, dejando el bulto húmedo sobre el suelo en el otro extremo de la ducha.
Trate de empujar el suéter sobre mi cabeza, pero mis brazos estaban drenados de fuerza y el suéter muy empapado. Lo arrastre hasta mi cuello y luego se atasco, incapaz de agarrarlo correctamente.
-Joe –lloriqueé, mi cabeza atrapada en la tela húmeda-. Ayuda aquí.
Un cuerpo cálido estaba a mi lado en un instante, saco el resto del pesado y empapado suéter sobre mi cabeza.
Me quede allí en el chorro de agua, vistiendo nada mas que unas bragas de encaje y un sostén que estaban tan mojados que dejaban menos a la imaginación de lo que la mía hacia.
Joe se puso rígido y de repente me sentí muy expuesta. Sus ojos comenzaron a brillar de esa forma hambrienta y depredadora que conocía.
-¿Quieres quitarte esas? –gruñó.
Mordí mi labio, decidiendo.
-¿No vas a mirar?
-______________________ -dijo, su voz estrangulada-. No puedes pararte frente a mí de esa forma y pedirme que no mire.
Pareció justo. Me volví ligeramente, exponiéndole mi espalda y dejando que el agua corriera pesadamente contra mi frente. Mis manos fueron a las largas y mojadas cuerdas de mis trenzas y las tire hacia adelante sobre mis hombros.
-¿Puedes desabrochar mis sostén?
Sus manos se deslizaron por mi espalda en un caliente y resbaladizo movimiento, una caricia suave como fuego liquido. El broche del sostén salto y sus manos acariciaron arriba y abajo en mi espalda. Empuje la prenda fuera y lo dejé caer en el piso de azulejos. Cruce los brazos sobre mis pechos protectoramente, lo miré sobre mi hombro.
-Gracias.
Las palabras salieron bajas, roncas.
Puede ver que su ropa estaba empapada ahora. Y a juzgar por su expresión, esa era la última cosa en su mente. Sus manos se deslizaron a la banda baja de mis bragas mojadas y luego por debajo, acariciando mi trasero.
-Quítate estas –dijo, su cálido aliento contra mi cuello y oreja, enviando escalofríos a través de mí.
Mientras cubría protectoramente mis pechos, la timidez me abrumo. No quería mover mis manos.
-Hazlo tú –susurré, una completa emoción estremeció mi cuerpo ante el pensamiento de él deslizándolas fuera de mi cuerpo.
Sus manos se deslizaron bajo el encaje mojado, y comenzó a bajar lentamente esa última pieza de tela por mis muslos y pantorrillas. Su cuerpo descendió, y pude sentir su boca rozar la parte baja de mi espalda. Un estremecimiento se disparo a través de mi cuerpo.
-Tienes el trasero mas bonito… -dijo, apretándolo con suavidad-. Tan suave y redondo.
Aquello me hizo estremecer, entonces llego a mi lado y cerro el suministro de agua.
-¿Todavía tienes frio?
-Yo, eh…
En cuestión de segundos, me envolvió en una toalla gruesa, cubriendo completamente mi desnudez. Me condujo fuera del baño, ignorando el hecho de que sus ropas chorreaban agua por todos lados y me sentó frente al fuego, el cual crujía en la chimenea de ladrillo. Antes de que pudiera siquiera darme cuenta, me quito la toalla. Una gruesa manta cayó sobre mis hombros.
Confundida, tire de ella a mi alrededor, y me envolví. Joe no me daba la cara, sus nudillos estaban blancos al sostenerse con tanta fuerza de la repisa de la chimenea, sus hombros moviéndose agitados. El celo lo estaba afectando demasiado.
-Arrópate y quédate sentada allí hasta que dejes de temblar –dijo con voz áspera.
Obedientemente me acurruque en la manta. Estaba calientita lo cual era más que bien bienvenido. Pero mi corazón latía agitado ante el más que evidente sufrimiento de Joe. ¿Quizás debía decirle que temblaba por el deseo?
Las palabras quedaron atoradas en mi garganta cuando lo vi salir de la habitación quitándose la ropa mojada. Lo estaba haciendo todo mal. Quería seducirme y yo quería que lo hiciera, pero al parecer me hallaba incapaz de iniciar las cosas.
Cuando entró de nuevo en la habitación con pantalones de atletismo, quede mirando la extensión dorada de la musculatura de su pecho y entonces se me seco la boca. Se acerco a mí e instintivamente alce mi rostro hacia el suyo. Sus dedos rosaron mis mejillas, frunciendo el ceño en mi dirección.
-Todavía estás fría. Espera aquí mientras preparo algo de café.
Pase rozándole, irritada.
-Soy humana, idiota, no inútil. –La manta estaba fuera de mi alcance, así que di otro paso al frente de mí en el lodo, orientando mi cuerpo en la empinada orilla para mantener el equilibrio.
Perdí el equilibrio y me resbale por la empinada orilla hacia el helado arroyo. Lodo se deslizo por mi pierna de mi pantalón y se arrastro por mis zapatos y tuve un instante antes de que mis piernas se deslizaran al agua helada.
Grité.
Joe gritó mi nombre justo antes de que mi hombro golpeara contra una rama, deteniendo mi caída cuando tenía tres cuartas partes sumergidas.
Fuertes manos estaban en mí antes de que mi cerebro pudiera procesar algo a parte de friofriofriofrio. Joe me saco del agua, arrancando mi abrigo empapado.
-Este es el por qué necesitas dejarme hacer las cosas, ______________________ -dijo, en un frustrante tono de voz.
Quería darle un puñetazo, pero todo mi cuerpo estaba temblando con tanta fuerza que ni siquiera podía mirarlo ferozmente.
-Jódete –dije, castañeando mis dientes. Mis pies estaban congelándose, mis medias heladas eran armas de tortura-. Si me hubieses dejado tomarla, no seria una paleta helada ahora mismo.
Se quito su camisa y me envolvió en ella. Era mas caliente, pero el resto de mi ropa mojada todavía se aferraba a mí como una piel de hielo y mi mandíbula castañeaba tanto que pensé que se me iba a caer.
-Lo siento, cariño –dijo, alzándome en sus brazos y arropándome contra su pecho desnudo. Yo me escondí mas cerca, presionando mis labios contras su cálido cuello.
Iba a matarlo cuando me calentara.
El camino de vuelta a casa se sentía insoportablemente largo, con la nieve cayendo, mis piernas entumecidas y mis dientes castañeando, como si estuviesen tratando escapar de mi boca. Joe era un ardiente suministro de calor y me acurruque en él tanto como fue posible, presionando mi húmedo pecho contra el suyo, envolviendo mis brazos alrededor de su torso y básicamente intentando meterme en su piel. Escuche un bajo gruñido en su garganta, pero no me importo. Yo simplemente quería que el intenso frio se fuera.
Finalmente, saco las llaves de su bolsillo, abrió la puerta, y luego nos vimos envueltos en calor. Podría haber llorado de alivio, pero temía que las lágrimas se congelaran en mi cara.
Me dejo en la puerta y se giro para mirarme a los ojos. Sus ojos, por un momento, tomaron un destello verdoso.
-Voy a revisar la casa para asegurarme de que nada este fuera de lugar y luego vengo a levantar un fuego. Quiero que te quites tu ropa y saltes a la ducha.
Mientras salía apresurado, dude, mi mente entorpecida por el frio. ¿Quitarme la ropa? ¿En frente de un hombre, un were-puma, obsesionado en tener sexo conmigo? El frio y la modestia pelearon por un breve momento, luego estire mis lentos y congelados dedos y me quite la camisa prestada de Joe, puesta sobre mi ropa mojada. Ahora estaba tan húmeda como todo lo demás.
Reapareció algunos minutos después, con leña apilada en sus manos, y gruño al verme, todavía casi vestida.
-No voy a violarte mientras estés muriendo de hipotermia.
-Lo sé –dije con voz temblorosa, pero aun parecía incapaz de moverme.
Joe noto eso y me tomo en sus brazos, donde me acurruque contra él mientras se dirigía hacia el baño y se volvió a la ducha. El calor inmediatamente sopló en la pequeña habitación.
-Entra ahí. Una vez que te calientes lo suficiente para moverte, quítate la ropa. ¿Entiendes?
Asentí, entrando en la ducha y dejando que el agua caliente corriera sobre mi cuerpo, jadeando ante el calor ardiente. Fue maravilloso, cerré mis ojos y deje que cayera en cascada sobre mí.
-Voy a encender el fuego –dijo-. Luego regreso a verte.
Desee poder hundirme en el agua caliente y no salir nunca. Se sentía tan bien en mi congelada piel. Cuando me descongelé un poco, comencé a desarrollar una irritación a la sensación de mis húmedos jeans contra mi piel; quería estar completamente desnuda bajo el agua caliente. Le eche un vistazo a la puerta donde Joe había desaparecido, seguía entreabierta.
Al diablo la modestia. No era como si no quisiera que él me viese desnuda en algún momento, ¿no es así? Mis dedos buscaron a tientas la cremallera y el botón de mis jeans y conseguí desabrocharlo. Los deslice por mis piernas y salí de ellos, dejando el bulto húmedo sobre el suelo en el otro extremo de la ducha.
Trate de empujar el suéter sobre mi cabeza, pero mis brazos estaban drenados de fuerza y el suéter muy empapado. Lo arrastre hasta mi cuello y luego se atasco, incapaz de agarrarlo correctamente.
-Joe –lloriqueé, mi cabeza atrapada en la tela húmeda-. Ayuda aquí.
Un cuerpo cálido estaba a mi lado en un instante, saco el resto del pesado y empapado suéter sobre mi cabeza.
Me quede allí en el chorro de agua, vistiendo nada mas que unas bragas de encaje y un sostén que estaban tan mojados que dejaban menos a la imaginación de lo que la mía hacia.
Joe se puso rígido y de repente me sentí muy expuesta. Sus ojos comenzaron a brillar de esa forma hambrienta y depredadora que conocía.
-¿Quieres quitarte esas? –gruñó.
Mordí mi labio, decidiendo.
-¿No vas a mirar?
-______________________ -dijo, su voz estrangulada-. No puedes pararte frente a mí de esa forma y pedirme que no mire.
Pareció justo. Me volví ligeramente, exponiéndole mi espalda y dejando que el agua corriera pesadamente contra mi frente. Mis manos fueron a las largas y mojadas cuerdas de mis trenzas y las tire hacia adelante sobre mis hombros.
-¿Puedes desabrochar mis sostén?
Sus manos se deslizaron por mi espalda en un caliente y resbaladizo movimiento, una caricia suave como fuego liquido. El broche del sostén salto y sus manos acariciaron arriba y abajo en mi espalda. Empuje la prenda fuera y lo dejé caer en el piso de azulejos. Cruce los brazos sobre mis pechos protectoramente, lo miré sobre mi hombro.
-Gracias.
Las palabras salieron bajas, roncas.
Puede ver que su ropa estaba empapada ahora. Y a juzgar por su expresión, esa era la última cosa en su mente. Sus manos se deslizaron a la banda baja de mis bragas mojadas y luego por debajo, acariciando mi trasero.
-Quítate estas –dijo, su cálido aliento contra mi cuello y oreja, enviando escalofríos a través de mí.
Mientras cubría protectoramente mis pechos, la timidez me abrumo. No quería mover mis manos.
-Hazlo tú –susurré, una completa emoción estremeció mi cuerpo ante el pensamiento de él deslizándolas fuera de mi cuerpo.
Sus manos se deslizaron bajo el encaje mojado, y comenzó a bajar lentamente esa última pieza de tela por mis muslos y pantorrillas. Su cuerpo descendió, y pude sentir su boca rozar la parte baja de mi espalda. Un estremecimiento se disparo a través de mi cuerpo.
-Tienes el trasero mas bonito… -dijo, apretándolo con suavidad-. Tan suave y redondo.
Aquello me hizo estremecer, entonces llego a mi lado y cerro el suministro de agua.
-¿Todavía tienes frio?
-Yo, eh…
En cuestión de segundos, me envolvió en una toalla gruesa, cubriendo completamente mi desnudez. Me condujo fuera del baño, ignorando el hecho de que sus ropas chorreaban agua por todos lados y me sentó frente al fuego, el cual crujía en la chimenea de ladrillo. Antes de que pudiera siquiera darme cuenta, me quito la toalla. Una gruesa manta cayó sobre mis hombros.
Confundida, tire de ella a mi alrededor, y me envolví. Joe no me daba la cara, sus nudillos estaban blancos al sostenerse con tanta fuerza de la repisa de la chimenea, sus hombros moviéndose agitados. El celo lo estaba afectando demasiado.
-Arrópate y quédate sentada allí hasta que dejes de temblar –dijo con voz áspera.
Obedientemente me acurruque en la manta. Estaba calientita lo cual era más que bien bienvenido. Pero mi corazón latía agitado ante el más que evidente sufrimiento de Joe. ¿Quizás debía decirle que temblaba por el deseo?
Las palabras quedaron atoradas en mi garganta cuando lo vi salir de la habitación quitándose la ropa mojada. Lo estaba haciendo todo mal. Quería seducirme y yo quería que lo hiciera, pero al parecer me hallaba incapaz de iniciar las cosas.
Cuando entró de nuevo en la habitación con pantalones de atletismo, quede mirando la extensión dorada de la musculatura de su pecho y entonces se me seco la boca. Se acerco a mí e instintivamente alce mi rostro hacia el suyo. Sus dedos rosaron mis mejillas, frunciendo el ceño en mi dirección.
-Todavía estás fría. Espera aquí mientras preparo algo de café.
jamileth
Re: BEAUTY DATES THE BEAST JOE Y TU TERMINADA
Desapareció de nuevo, dejándome vagamente descontenta. Había disfrutado mucho de la ducha, pero ahora se había vuelto toda una mama gallina, en lo que respecta a mí. Pensé en sus manos cálidas, y en su pecho desnudo presionándose contra el mío, y me pregunte si tendría suficiente valor para pedirle que se metiera bajo la manta conmigo. Porque,¡oh, vaya!Realmente me gusto la repentina imagen visual que cruzo por mi mente. ¿Así que, qué estaba esperando? Estaba aquí con un hombre ridículamente ardiente que quería hacerme el amor por el cual estaba loca. Ser tímida no me iba a ayudar.
Joe regreso unos minutos mas tarde con una enorme taza de café. Su ceño estaba fruncido en profunda concentración, pero la parte delantera de sus pantalones demostraba que seguía pensando en mí de aquella manera, a pesar de la sonrisa educada en sus labios.
Sacudí la cabeza cuando me ofreció la taza de café.
-Mi frente esta fría –dije haciendo acopio de mi valor.
-Ponte de cara al fue…
-Entonces será mi espalda la que este fría –dije intentando no sonar displicente. Mierda. Era realmente mala para el flirteo. Me quede mirando su deliciosos pecho desnudo, y abrí un poquito la manta para darle atisbo de mis pechos-. ¿Podrías venir… bajo la manta conmigo? –Pensé que mis mejillas podría prenderse fuego debido al rubor que trepo por mi rostro.
Se quedo quieto, con aquellos ojos de gato brillando.
-______________________ -dijo, su voz convertida casi en gemido-. No se si podre seg…
-Ya sé. –Le tendí una esquina de la manta-. Ven, siéntate conmigo.
Dejó a un lado la taza de café y se sentó a mi lado, evitando mirar en mi dirección. Me deslice más cerca de él. Cerró los ojos y pude ver la tensión sobre sus hombros. Envalentonada, dejé caer la manta y puse mis manos sobre sus hombros. Cuando sus ojos no se abrieron, coloqué mi pierna al otro lado de la suya y me deslicé hacia adelante hasta quedar sentada a horcadas sobre él.
Se apoyó contra la pierna y gimió.
Me deslicé un poco más hacia adelante, meciendo mis caderas contra su erección.
-Joe –dije con suavidad-. Se me cayó la manta.
Abrió los ojos y me miró a la cara, tan cerca de la suya. El calor ardía en sus ojos, oscuros y llenos de necesidad. Pero se limitó a inclinarse y recoger la manta. Embutiéndola alrededor de mis hombros igual que si hubiera sido una niña pequeña.
Irritada, tiré de las esquinas de la manta, una en cada mano, y envolví mis brazos a su alrededor, olvidé todo a excepción de la sensación de su piel contra la mía. Me dolían los pezones y el pulso me latía en las venas. Se removió debajo de mi cuerpo, su cuerpo entero en tensión. Su mano se deslizo por la parte baja de mi espalda.
-Sostenme contra tu cuerpo. –Alentada, apoyé mi cabeza sobre su hombro-. Estas tan caliente y tengo tanto frio. –Una inofensiva mentirilla blanca. Ahora mismo no pensaba en el frio en absoluto, más bien en cómo lograr que me pusiera las manos encima.
Se incorporo de manera que su pecho se presionara contra el mío. Sus manos me apretaron el culo y tiraron de mí, estrechándome contra sus caderas. Lo que causo que mis piernas se abrieran más, y quedara expuesta y desnuda contra el bulto en sus pantalones de chándal. El roce de la tela contra mi piel sensible envió ondas de electricidad a través de mí, con tan solo el mínimo contacto.
-Dulce ______________________ -dijo Joe, devorándome con ojos ardientes-, en verdad lamento lo de hoy.
-No para nada –dije frotando mis pechos contra el suyo. Y enganchando mis brazos tras su cuello. Estaba tan caliente y delicioso-. Aunque por unos minutos, comencé a pensar que eras un oso polar y no un puma.
Su expresión era de pura tortura.
-Quería darte romance.
-El romance está sobrevalorado –dije, para luego lamerme los labios-. ¿Sabes que mas esta sobrevalorado?
Su mirada se concentro en mi boca.
-¿Qué cosa seria?
Inclinándome, saboree la comisura de sus labios con mi lengua, finalmente consiguiendo flirtear.
-La virginidad –susurré.
La boca de Joe se presiono fervientemente contra la mía como si acabara de desatarlo.
-Quería hacerlo especial para ti, pero lo he estado haciendo todo mal. Nunca antes me he acostado con una virgen. O un ser humano. Quería hacerlo correcto para ti.
Estaría mintiendo si dijera que eso no me emociono. Roce su mandíbula con mis dedos, sintiendo el roce de su barba contra mi piel.
-Joe, esto sonara terriblemente cursi, pero simplemente estar aquí contigo lo hace especial. He esperado veinticinco años y creo que ha sido suficiente tiempo.
Su respuesta fue tomar mis caderas y presionar la unión entre mis piernas contra la dura erección de sus pantalones. El aliento escapó de mis pulmones, cerré los ojos y me dejé arrastrar por la sensación.
-Mírame, ______________________ -dijo Joe en voz baja-. No cierres los ojos.
Los abrí y le di una mirada tímida.
Atrás, en el pasado, se quedó el rígido Joe de las últimas veinticuatro horas.
-No hay necesidad de que seas tímida conmigo –dijo, su boca curvándose en una sonrisa lenta y sensual-. Quiero que me mires cuando te toco.
Me estremecí con vergüenza al pensar en ello. Parecía terriblemente íntimo, pero no aparté la mirada. Sus manos trabajaron en mis caderas, frotando con suavidad, sus ojos se deslizaron por mi cuerpo haciendo, por sí solo, de aquella mirada una caricia. Quise escabullirme o cubrirme los pechos, pero me obligué a mí misma a permanecer inmóvil, conteniendo la respiración en espera de que hiciera su próximo movimiento. Él parecía un hombre hambriento en un festín, intentando decidir qué cosa deliciosa comer primero.
Sus manos se deslizaron por mis muslos, acariciando de arriba abajo el liso musculo.
-¿Sabes durante cuanto tiempo he querido tocarte?
Mi boca se torció.
-¿Unos cinco días?
Se rio entre dientes y mis pezones se endurecieron en respuesta a las vibraciones de su cuerpo.
-Desde que puse mis ojos en ti. Tenías una expresión tan seria, como si quisieras ahuyentarme por sólo el hecho de pensar en tocarte. Y entonces sólo deseaba poder besar ese ceño fruncido en tu cara. –Sus manos se dirigieron hacia mis trenzas húmedas y comenzaron a deshacerlas, sus dedos trabajaron alisando las trenzas mojadas hasta que mi cabello cayó en cascada sobre mi espalda-. Y después de ver esta gloriosa masa de cabello, quise hacer esto. –Dejó caer entonces un podo de él sobre mis hombros, cubriendo mis pechos al estilo medieval-. Y entonces comencé a preguntarme acerca de tus bonitos pezones –dijo, sus manos deslizándose sobre mi cintura, rozando mis costillas-. ¿Serian oscuros y estarían fruncidos, igual que tus labios? ¿O pálidos y delicados como tu piel?
Me estaba seduciendo sólo con palabras, lo que estaba funcionando maravillosamente bien. De repente me agobio la necesidad de tocarlo, por lo que comencé a deslizar mis manos en ascensión sobre sus brazos, disfrutando de la sensación de los músculos de sus tríceps bajo mi tacto. Entonces sus pulgares deslizándose hacia arriba alcanzaron mis pezones, comenzando a rozar las puntas con lentitud, frotando mi largo y sedoso cabello entre su piel y la mía. Jadee ante la sensación, presionando con fuerza los dedos contra sus brazos.
-Y son pálidos, justo como los imagine. Pequeños, suaves y de color rosa. –Toda esta lenta fricción iba a volverme loca, puntuación doble para la locura-. He estado soñando con estos hermosos pechos durante días también. –Deslizo lejos sus pulgares.
Hice un sonido de protesta. Se sentía tan bien, hacia correr con fuerza el pulso en mi cuerpo, y quería escuchar mas de aquella sensual labia.
-¿Qué pasa con ellos? –Suspire, y contuve el impulso de llenar con sus manos mis pechos.
-Cómo se sentirían en mis manos –dijo, y con una de sus grandes manos apretó mi pecho izquierdo, jugueteando con el pezón con la palma de su mano en un movimiento circular. Proferí un grito ahogado y mecí mis caderas contra las suyas. Haciendo eco de aquel movimiento.
Pero no había terminado.
-Cómo lucirían con este pelo sexy cayendo sobre ellos –dijo y sacudió el cabello a un lado, dejando expuestos mis blancos y redondos pechos-. Y cómo sabrían en mi boca. –Se inclinó y rozó sus labios contra la sensible punta de mi seno. Proferí un sonido estrangulado de placer y sorpresa. No esperaba que se sintiera tan bien.
Animado por mi respuesta, acaricio mi pezón, jugueteando con el pico con sus labios para luego darle un suave y juguetón mordisco. Me arquee contra su boca cuando se aparto, y envolví mis manos alrededor de sus hombros hasta deslizarlos hacia la parte de atrás de su cuello intentando atraerlo hacia mis pechos.
-¿Quieres que te toque, ______________________?
Mecí mis caderas en respuesta.
Mordisqueo mi cuello como si no pudiera dejar de saborearme.
-Dime lo que quieres.
Las palabras se atoraron con timidez en mi garganta.
-Quiero que… me toques, Joe.
Su mano se deslizo por mi vientre, acariciando mi piel.
-Así que note opondrías si te toco aquí. –Sus dedos se movían en espiral alrededor de mi ombligo. Negué con la cabeza.
-¿Aquí? –Sus dedos se enredaron en los pálidos risos entre mis piernas y los músculos de ellas se apretaron contra los suyos.
Sus ojos ardientes sostuvieron los míos, entonces su mirada se dirigió hacia abajo.
-¿Qué si te toco… aquí? –Observe como su dedo medio se deslizo más allá de los risos y desapareció, resbalando entre los lisos pliegues de carne, abierta y expuesta al estar a horcadas sobre él. Y entonces toco mi clítoris y mi cerebro estuvo cerca de estallar. Jadee y me estremecí, clavando mis uñas en su cuello y hombros.
-Justo allí –dije en un jadeo, arqueando mis caderas. Quería más de aquellos, maravillosamente invasivos, dedos.
Su otra mano sujeto mi cadera, manteniéndome en mi lugar, entonces sus dedos comenzaron a trazar círculos en mi clítoris. Me apoye en él, respirando fuerte y rápido, mi frente presionaba contra la suya. Me tocaba con ligereza, revoloteando sobre mi punto más sensible y entonces alejándose. Quería gritar debido a la frustración.
Capturo mi boca, bebiendo mis jadeos con su propio aliento.
-Estas tan mojada y resbaladiza para mi –dijo, para luego morder mi labio inferior-. ¿Te has tocado antes, no es asi? ¿Sabes como tocarte y darte placer, cierto?
Gemí en respuesta.
-Pon tu mano sobre la mía, dulce ______________________. Muéstrame como te tocas para hacerte correr.
Me tense por un momento. Mi libido virginal no estaba al tanto de cómo proceder con aquello. Por lo que repartí unos cantos besos en su boca, intentando cambiar de táctica. Pero entonces aquellos dedos revolotearon una vez mas lejos del dulce punto de mi clítoris, no dando en el punto exacto. Gimiendo, bese frenéticamente su boca demostrando mi entusiasmo y necesidad.
-Muéstrame, dulzura –dijo, con los dedos inmóviles-. Pon tu mano sobre la mía y úsame.
Deslice mi mano sobre la suya. Sus dedos están húmedos debido a los fluidos de mi cuerpo. Me miró perplejo, pero sus ojos grises se calentaron y me dio un beso suave de ánimo, sus dedos se movieron contra los míos hacia los lugares más sensibles. Envolví mis dedos alrededor de su mano, extendiendo su dedo índice y guiándolo.
La yema de uno de ellos froto el punto exacto de mi clítoris, por lo que apreté con más fuerza sus dedos, frotando en un movimiento más y más rápido. Estaba tan mojada por el deseo que sus dedos resbalaban con gran facilidad. Entonces lo hice trazar círculos lentos, meciendo mis dedos contra su mano, aumentando la fricción.
-Dulce ______________________ -gimió, inclinándose hacia adelante para mordisquear de nuevo mi pecho-. Dios, te sientes tan increíble.
Cuando besó mi pecho, enrosque mis dedos en su cabello presionando con mas fuerza su boca sobre mi carne, mientras que con la otra mano sacudía la suya, dejando a sus dedos jugar con mi clítoris, duro.
Fue solo hasta antes de caer hecha polvo, jadeando sin aliento. Ola tras ola de orgasmo me golpeaba haciéndome estremecer contra su cuerpo, mientras que continuaba su menester sobre mi sexo, a pesar de que mis dedos apretados contra los suyos, ya no eran capaces de guiarlo. Después de pasado un largo rato, cuando comenzaba a llegar a su fin mi cuerpo comenzó a relajarse lentamente. Un profundo rubor se apodero de mi rostro. Acababa de retorcerme sobre él como una loca.
-Dulce ______________________ -dijo con voz ronca-. Eso tiene que ser la maldita cosa más ardiente que jamás haya visto.
bueno chicas aqui se termina el cap luego les pongo mas :D
Joe regreso unos minutos mas tarde con una enorme taza de café. Su ceño estaba fruncido en profunda concentración, pero la parte delantera de sus pantalones demostraba que seguía pensando en mí de aquella manera, a pesar de la sonrisa educada en sus labios.
Sacudí la cabeza cuando me ofreció la taza de café.
-Mi frente esta fría –dije haciendo acopio de mi valor.
-Ponte de cara al fue…
-Entonces será mi espalda la que este fría –dije intentando no sonar displicente. Mierda. Era realmente mala para el flirteo. Me quede mirando su deliciosos pecho desnudo, y abrí un poquito la manta para darle atisbo de mis pechos-. ¿Podrías venir… bajo la manta conmigo? –Pensé que mis mejillas podría prenderse fuego debido al rubor que trepo por mi rostro.
Se quedo quieto, con aquellos ojos de gato brillando.
-______________________ -dijo, su voz convertida casi en gemido-. No se si podre seg…
-Ya sé. –Le tendí una esquina de la manta-. Ven, siéntate conmigo.
Dejó a un lado la taza de café y se sentó a mi lado, evitando mirar en mi dirección. Me deslice más cerca de él. Cerró los ojos y pude ver la tensión sobre sus hombros. Envalentonada, dejé caer la manta y puse mis manos sobre sus hombros. Cuando sus ojos no se abrieron, coloqué mi pierna al otro lado de la suya y me deslicé hacia adelante hasta quedar sentada a horcadas sobre él.
Se apoyó contra la pierna y gimió.
Me deslicé un poco más hacia adelante, meciendo mis caderas contra su erección.
-Joe –dije con suavidad-. Se me cayó la manta.
Abrió los ojos y me miró a la cara, tan cerca de la suya. El calor ardía en sus ojos, oscuros y llenos de necesidad. Pero se limitó a inclinarse y recoger la manta. Embutiéndola alrededor de mis hombros igual que si hubiera sido una niña pequeña.
Irritada, tiré de las esquinas de la manta, una en cada mano, y envolví mis brazos a su alrededor, olvidé todo a excepción de la sensación de su piel contra la mía. Me dolían los pezones y el pulso me latía en las venas. Se removió debajo de mi cuerpo, su cuerpo entero en tensión. Su mano se deslizo por la parte baja de mi espalda.
-Sostenme contra tu cuerpo. –Alentada, apoyé mi cabeza sobre su hombro-. Estas tan caliente y tengo tanto frio. –Una inofensiva mentirilla blanca. Ahora mismo no pensaba en el frio en absoluto, más bien en cómo lograr que me pusiera las manos encima.
Se incorporo de manera que su pecho se presionara contra el mío. Sus manos me apretaron el culo y tiraron de mí, estrechándome contra sus caderas. Lo que causo que mis piernas se abrieran más, y quedara expuesta y desnuda contra el bulto en sus pantalones de chándal. El roce de la tela contra mi piel sensible envió ondas de electricidad a través de mí, con tan solo el mínimo contacto.
-Dulce ______________________ -dijo Joe, devorándome con ojos ardientes-, en verdad lamento lo de hoy.
-No para nada –dije frotando mis pechos contra el suyo. Y enganchando mis brazos tras su cuello. Estaba tan caliente y delicioso-. Aunque por unos minutos, comencé a pensar que eras un oso polar y no un puma.
Su expresión era de pura tortura.
-Quería darte romance.
-El romance está sobrevalorado –dije, para luego lamerme los labios-. ¿Sabes que mas esta sobrevalorado?
Su mirada se concentro en mi boca.
-¿Qué cosa seria?
Inclinándome, saboree la comisura de sus labios con mi lengua, finalmente consiguiendo flirtear.
-La virginidad –susurré.
La boca de Joe se presiono fervientemente contra la mía como si acabara de desatarlo.
-Quería hacerlo especial para ti, pero lo he estado haciendo todo mal. Nunca antes me he acostado con una virgen. O un ser humano. Quería hacerlo correcto para ti.
Estaría mintiendo si dijera que eso no me emociono. Roce su mandíbula con mis dedos, sintiendo el roce de su barba contra mi piel.
-Joe, esto sonara terriblemente cursi, pero simplemente estar aquí contigo lo hace especial. He esperado veinticinco años y creo que ha sido suficiente tiempo.
Su respuesta fue tomar mis caderas y presionar la unión entre mis piernas contra la dura erección de sus pantalones. El aliento escapó de mis pulmones, cerré los ojos y me dejé arrastrar por la sensación.
-Mírame, ______________________ -dijo Joe en voz baja-. No cierres los ojos.
Los abrí y le di una mirada tímida.
Atrás, en el pasado, se quedó el rígido Joe de las últimas veinticuatro horas.
-No hay necesidad de que seas tímida conmigo –dijo, su boca curvándose en una sonrisa lenta y sensual-. Quiero que me mires cuando te toco.
Me estremecí con vergüenza al pensar en ello. Parecía terriblemente íntimo, pero no aparté la mirada. Sus manos trabajaron en mis caderas, frotando con suavidad, sus ojos se deslizaron por mi cuerpo haciendo, por sí solo, de aquella mirada una caricia. Quise escabullirme o cubrirme los pechos, pero me obligué a mí misma a permanecer inmóvil, conteniendo la respiración en espera de que hiciera su próximo movimiento. Él parecía un hombre hambriento en un festín, intentando decidir qué cosa deliciosa comer primero.
Sus manos se deslizaron por mis muslos, acariciando de arriba abajo el liso musculo.
-¿Sabes durante cuanto tiempo he querido tocarte?
Mi boca se torció.
-¿Unos cinco días?
Se rio entre dientes y mis pezones se endurecieron en respuesta a las vibraciones de su cuerpo.
-Desde que puse mis ojos en ti. Tenías una expresión tan seria, como si quisieras ahuyentarme por sólo el hecho de pensar en tocarte. Y entonces sólo deseaba poder besar ese ceño fruncido en tu cara. –Sus manos se dirigieron hacia mis trenzas húmedas y comenzaron a deshacerlas, sus dedos trabajaron alisando las trenzas mojadas hasta que mi cabello cayó en cascada sobre mi espalda-. Y después de ver esta gloriosa masa de cabello, quise hacer esto. –Dejó caer entonces un podo de él sobre mis hombros, cubriendo mis pechos al estilo medieval-. Y entonces comencé a preguntarme acerca de tus bonitos pezones –dijo, sus manos deslizándose sobre mi cintura, rozando mis costillas-. ¿Serian oscuros y estarían fruncidos, igual que tus labios? ¿O pálidos y delicados como tu piel?
Me estaba seduciendo sólo con palabras, lo que estaba funcionando maravillosamente bien. De repente me agobio la necesidad de tocarlo, por lo que comencé a deslizar mis manos en ascensión sobre sus brazos, disfrutando de la sensación de los músculos de sus tríceps bajo mi tacto. Entonces sus pulgares deslizándose hacia arriba alcanzaron mis pezones, comenzando a rozar las puntas con lentitud, frotando mi largo y sedoso cabello entre su piel y la mía. Jadee ante la sensación, presionando con fuerza los dedos contra sus brazos.
-Y son pálidos, justo como los imagine. Pequeños, suaves y de color rosa. –Toda esta lenta fricción iba a volverme loca, puntuación doble para la locura-. He estado soñando con estos hermosos pechos durante días también. –Deslizo lejos sus pulgares.
Hice un sonido de protesta. Se sentía tan bien, hacia correr con fuerza el pulso en mi cuerpo, y quería escuchar mas de aquella sensual labia.
-¿Qué pasa con ellos? –Suspire, y contuve el impulso de llenar con sus manos mis pechos.
-Cómo se sentirían en mis manos –dijo, y con una de sus grandes manos apretó mi pecho izquierdo, jugueteando con el pezón con la palma de su mano en un movimiento circular. Proferí un grito ahogado y mecí mis caderas contra las suyas. Haciendo eco de aquel movimiento.
Pero no había terminado.
-Cómo lucirían con este pelo sexy cayendo sobre ellos –dijo y sacudió el cabello a un lado, dejando expuestos mis blancos y redondos pechos-. Y cómo sabrían en mi boca. –Se inclinó y rozó sus labios contra la sensible punta de mi seno. Proferí un sonido estrangulado de placer y sorpresa. No esperaba que se sintiera tan bien.
Animado por mi respuesta, acaricio mi pezón, jugueteando con el pico con sus labios para luego darle un suave y juguetón mordisco. Me arquee contra su boca cuando se aparto, y envolví mis manos alrededor de sus hombros hasta deslizarlos hacia la parte de atrás de su cuello intentando atraerlo hacia mis pechos.
-¿Quieres que te toque, ______________________?
Mecí mis caderas en respuesta.
Mordisqueo mi cuello como si no pudiera dejar de saborearme.
-Dime lo que quieres.
Las palabras se atoraron con timidez en mi garganta.
-Quiero que… me toques, Joe.
Su mano se deslizo por mi vientre, acariciando mi piel.
-Así que note opondrías si te toco aquí. –Sus dedos se movían en espiral alrededor de mi ombligo. Negué con la cabeza.
-¿Aquí? –Sus dedos se enredaron en los pálidos risos entre mis piernas y los músculos de ellas se apretaron contra los suyos.
Sus ojos ardientes sostuvieron los míos, entonces su mirada se dirigió hacia abajo.
-¿Qué si te toco… aquí? –Observe como su dedo medio se deslizo más allá de los risos y desapareció, resbalando entre los lisos pliegues de carne, abierta y expuesta al estar a horcadas sobre él. Y entonces toco mi clítoris y mi cerebro estuvo cerca de estallar. Jadee y me estremecí, clavando mis uñas en su cuello y hombros.
-Justo allí –dije en un jadeo, arqueando mis caderas. Quería más de aquellos, maravillosamente invasivos, dedos.
Su otra mano sujeto mi cadera, manteniéndome en mi lugar, entonces sus dedos comenzaron a trazar círculos en mi clítoris. Me apoye en él, respirando fuerte y rápido, mi frente presionaba contra la suya. Me tocaba con ligereza, revoloteando sobre mi punto más sensible y entonces alejándose. Quería gritar debido a la frustración.
Capturo mi boca, bebiendo mis jadeos con su propio aliento.
-Estas tan mojada y resbaladiza para mi –dijo, para luego morder mi labio inferior-. ¿Te has tocado antes, no es asi? ¿Sabes como tocarte y darte placer, cierto?
Gemí en respuesta.
-Pon tu mano sobre la mía, dulce ______________________. Muéstrame como te tocas para hacerte correr.
Me tense por un momento. Mi libido virginal no estaba al tanto de cómo proceder con aquello. Por lo que repartí unos cantos besos en su boca, intentando cambiar de táctica. Pero entonces aquellos dedos revolotearon una vez mas lejos del dulce punto de mi clítoris, no dando en el punto exacto. Gimiendo, bese frenéticamente su boca demostrando mi entusiasmo y necesidad.
-Muéstrame, dulzura –dijo, con los dedos inmóviles-. Pon tu mano sobre la mía y úsame.
Deslice mi mano sobre la suya. Sus dedos están húmedos debido a los fluidos de mi cuerpo. Me miró perplejo, pero sus ojos grises se calentaron y me dio un beso suave de ánimo, sus dedos se movieron contra los míos hacia los lugares más sensibles. Envolví mis dedos alrededor de su mano, extendiendo su dedo índice y guiándolo.
La yema de uno de ellos froto el punto exacto de mi clítoris, por lo que apreté con más fuerza sus dedos, frotando en un movimiento más y más rápido. Estaba tan mojada por el deseo que sus dedos resbalaban con gran facilidad. Entonces lo hice trazar círculos lentos, meciendo mis dedos contra su mano, aumentando la fricción.
-Dulce ______________________ -gimió, inclinándose hacia adelante para mordisquear de nuevo mi pecho-. Dios, te sientes tan increíble.
Cuando besó mi pecho, enrosque mis dedos en su cabello presionando con mas fuerza su boca sobre mi carne, mientras que con la otra mano sacudía la suya, dejando a sus dedos jugar con mi clítoris, duro.
Fue solo hasta antes de caer hecha polvo, jadeando sin aliento. Ola tras ola de orgasmo me golpeaba haciéndome estremecer contra su cuerpo, mientras que continuaba su menester sobre mi sexo, a pesar de que mis dedos apretados contra los suyos, ya no eran capaces de guiarlo. Después de pasado un largo rato, cuando comenzaba a llegar a su fin mi cuerpo comenzó a relajarse lentamente. Un profundo rubor se apodero de mi rostro. Acababa de retorcerme sobre él como una loca.
-Dulce ______________________ -dijo con voz ronca-. Eso tiene que ser la maldita cosa más ardiente que jamás haya visto.
bueno chicas aqui se termina el cap luego les pongo mas :D
jamileth
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