Sombras del Pasado - NicholasJ&Tu (Adaptación) - TERMINADA

Despertó con la absurda idea de que todo lo que había ocurrido el día anterior no era más que fruto de su imaginación, pero el ruido de los cubiertos en la cocina la convenció de que no lo había soñado, y saltó de la cama decidida a demostrarle que no le tenía ningún temor. Aunque la realidad era bien distinta y las rodillas le temblaban al cruzar el umbral de la puerta, trató de disimularlo y miró con desprecio el suculento desayuno que le ofrecía.
- Espero que no tengas por costumbre dormir hasta tan tarde. La holgazanería no es cosa que merezca mi aprobación.- extendió hasta ella la mano para indicarle que se sentara, pero la joven permaneció de pie en una actitud infantil que a él parecía divertir. - Prometo que no he puesto nada tóxico en la comida.
- No tengo apetito.- masculló.
- Como quieras. La verdad es que estaba tratando de ser cortés, pero no me interesa lo más mínimo si te alimentas o no.
- Y a mí no me interesa en absoluto que seas o no cortés. Lo único que quiero es que salgas de mi casa y no volver a ver tu cara arrogante por aquí.- sacó de la nevera una botella de leche y se sirvió directamente de ella a propósito, esperando que su falta de modales consiguiera sacarle de sus casillas, pero él hizo caso omiso de su gesto y se dedicó a engullir con apetito su desayuno.
- ¿ Qué planes tienes para el futuro, “hermanita” ?- la pregunta estaba cargada de cinismo, y ____(tn) no pudo evitar hacerse la misma pregunta en silencio- No es que quiera presionarte, pero si he de serte sincero, opino que esta casa debe ser puesta a la venta cuanto antes. No sería bueno para tu reputación que viviéramos en pecado durante un tiempo.
- ¡ Vete al infierno ! ¿ Es que piensas quedarte aquí en serio ?- lo miró con ojos centelleantes por la furia. Hasta el último momento había pensado que se marcharía una vez hubiera saciado su curiosidad.- Este es un pueblo pequeño, todos me conocen. Sabes que no puedes quedarte ni un día más sin que todo el mundo comience a murmurar.
- Precisamente por eso, querida. Sería una lástima que perdieras ese aire frágil e inocente, y con él la oportunidad de cazar un buen partido. Aunque en el fondo, seas como las demás, todavía puedes engañar a cualquier palurdo de aquí y convertirte en alguien respetable.
- ¿ Como las demás?- preguntó sarcástica- Porqué será que noto en tus palabras cierto tono amargo. Las mujeres de tu vida deben haber sido auténticos monstruos, de lo cual me alegro profundamente.
- Estuve casado, si es eso lo que quieres saber. Pero la experiencia me sirvió para decir basta. - se levantó con tranquilidad, dejando claro con ello que no pensaba seguir hablando del tema. Pero ella le siguió y se encaró a él con mirada cruel.
- Me pregunto qué clase de mujer estaría dispuesta a soportar tu arrogante cara al despertar cada mañana.- dijo con satisfacción, al ver que él tensaba la mandíbula con furia.
- Te aconsejo que no juegues con fuego, “hermanita”. Puedo llegar a ser muy odioso si me lo propongo.
- No es necesario que lo jures. Y no vuelvas a llamarme “hermanita”. No tenemos la misma sangre, afortunadamente, y no quisiera que pensaras que existe la más mínima circunstancia que nos una. Sería ofenderme demasiado.
- Ya está bien de insultos. No tengo tiempo para aguantar las rabietas de una niña malcriada- la tomó por los hombros con fuerza, sonriendo ante la mirada asustada de la joven- Te diré cómo están las cosas: en este momento dependes de mí hasta para respirar, así que no me incomodes con tus tonterías o me veré obligado a darte unos azotes. ¿ Te ha quedado bien claro, o prefieres que haga una demostración para que puedas correr a tu habitación a maldecirme por ser tan malo ?
Se soltó rápidamente, tratando de olvidar la calidez de aquellos dedos en sus hombros.
- No vuelvas a ponerme la mano encima, te lo advierto.- susurró con el corazón latiendo apresurado en el pecho.
El sonrió abiertamente y le apartó los mechones de cabello que le caían con rebeldía sobre el pálido rostro.
- Eso parece una invitación, pero tendré que rechazarla por esta vez. Si he de serte sincero, vine con toda la intención de hacer de ti el insecto más desgraciado de la tierra. Pero verte así se ha convertido en un reto para mí, querida. No sé si es mayor el deseo de hacerte tragar tus palabras, o el de protegerte del mundo. Pareces tan delicada dentro de ese recatado camisón, que despiertas en mí la necesidad de defender tu virtud ante todos. Y te aseguro que eso es algo poco usual en mí.
- Supongo que normalmente has sido el canalla del que los padres protegían a sus hijas.- contestó con ironía, y se cubrió las mejillas al verle levantar la mano.
El apretó los dientes y subió con suavidad un tirante que había empezado a descender del hombro de la joven, provocando que ella retrocediera avergonzada.
- ¿ Has pensado que iba a pegarte ?. Eres una chica muy astuta, pero de momento me limitaré a torturarte con mi presencia. Aunque no descarto la posibilidad de que en un futuro tenga que darte una paliza para que comprendas quien es más fuerte de los dos.
- Por favor, me aburres con tus amenazas. ¿ Crees que soy una niña para correr asustada a tus pies a pedir clemencia ?. Subiré a mi habitación a hacer las maletas.
El la retuvo, tomando su mano con fuerza.
- Espera... Creo que no he sido del todo sincero, y que ya es hora de que sepas toda la verdad.
____(tn) lo miró con desconfianza y él le rogó con la mirada que se sentara junto a él.
- Verás, no creo que sea conveniente que abandones la casa. He disfrutado mucho con el engaño, pero será mejor que te cuente la parte de la historia que nos afecta a ambos.
- No pienso escucharte ni un segundo más...
- Por favor... No es cierto que la casa sea de mi propiedad, por lo menos no del todo.- la joven frunció el ceño tratando de disimular el interés que sus palabras causaban en ella- Tampoco es cierto que tu padre no rehiciera el testamento al morir mi madre. Sí lo hizo. Agregó una cláusula bastante irracional a mi entender, en la que nos obligaba a convivir un tiempo juntos como condición para que luego pudiéramos vender la casa y repartir las ganancias a partes iguales. No me preguntes porqué lo hizo, porque ni siquiera llegué a conocerle. Y tampoco me preguntes qué hago aquí, porque te aseguro que no podré responderte. He sido el primer sorprendido en este juego.
- No lo entiendo, no pareces estar necesitado de dinero. ¿Por qué has aceptado esa tontería? Podías haber ignorado todo esto y...
- Habrías perdido la casa, y no es que me importe demasiado, pero después de pensarlo mucho decidí que había algo por lo que valía la pena soportar la situación: el terreno. No se si te has dado cuenta de ello, pero aunque tu padre no supo llevar bien sus negocios, estas tierras son una mina de oro. La casa puedes quedártela, pero yo obtendré las tierras, compraré ganado y haré que esta parcela abandonada sea terreno fértil de nuevo.

Así que por eso había venido. Su plan de venganza podría ser provechoso después de todo, y se sintió tentada a arrojarle a patadas de su hogar.
- ¿Cuánto? - preguntó con frialdad.
El la miró sin entender.
- ¿Cuánto tiempo hemos de vivir juntos para que puedas sacar provecho de la muerte de mi padre? - repitió impasible, a sabiendas de que aceptar era el único modo de conservar la casa.
- Seis meses- contestó él mirándola fijamente a los ojos.
- Olvídalo- se dio la vuelta dispuesta a hacer su equipaje y perderle de vista de una vez por todas.- Nos mataríamos antes de que pasara una semana.
- No necesariamente. Podemos organizarnos de manera que nos tratemos lo menos posible. Podemos establecer unas reglas... Por mi parte, prometo ser todo lo cortés de que soy capaz.
- Lo dudo.
- Está bien, decide tú las reglas a seguir y las discutiremos... ____(tn)...- la llamó mientras ella desaparecía por las escaleras, haciendo caso omiso de su estúpida ocurrencia. Estaba loco si pensaba que iba a continuar escuchándolo un segundo más, pero aún así, decidió que le daría lo que quería, y se apresuró a redactar unas líneas, deseosa por enfurecerle de una vez por todas.
Nicholas la miró con aprobación cuando, una vez vestida y calmada, se presentó ante él esgrimiendo un cuaderno en las manos. La joven le ofreció una pluma y él la aceptó divertido por su actitud.
- Lo has redactado por escrito. Una chica muy lista...- sonrió un poco sorprendido por la ocurrencia.
- Léelo y fírmalo. No pienso discutir ni cambiar ni uno sólo de los puntos del acuerdo. Lo tomas o lo dejas.
El echó una rápida ojeada al papel, arqueando las cejas de vez en cuando y mirándola luego con actitud condescendiente.
- ¿No crees que has exagerado un poco? << El señor Jonas tendrá prohibida la entrada al cuarto de baño y a la habitación que colindan con la suya. Tendrá prohibida cualquier intromisión en mi vida privada, así como ser visitado en la casa por cualquier persona, hombre o mujer a cualquier hora del día. El incumplimiento de estas normas y de las que siguen supondrá la ruptura inmediata del acuerdo... etc, etc. ¿Te has vuelto loca? Gracias a Dios que se me permite respirar en la casa...
- Fue uno de los puntos que más me costó decidir- dijo con sarcasmo.
- Muy graciosa. ¿Y qué es eso de prohibirme la entrada a tus habitaciones? ¿ Crees que me inspiras el más mínimo deseo?. Eres bastante más presuntuosa de lo que pensaba.
- Nunca puedes estar segura de cómo reaccionará un individuo de tu calaña. He preferido dejar las cosas bien claras.
- Las cosas claras... ¿Piensas que si quisiera llevarte a la cama me lo impediría esta estúpida sarta de tonterías?
- Eso es lo que espero. Pero me sentiré más segura en cuanto lo firmes.
El garabateó algo sobre el papel, sonriendo mientras lo hacía.
- ¿ Satisfecha ?¿ O prefieres que llamemos a algún testigo ?
La joven examinó con detenimiento la firma que acababa de estampar en el documento, y lo miró con satisfacción mientras lo doblaba y lo guardaba en el bolsillo de su pantalón.
- A partir de este momento, estamos unidos para lo bueno y lo malo.- dijo con burla.
- Cállate. Ya me estoy arrepintiendo de haber aceptado este juego.
- Si no ha hecho más que empezar, querida. Prometo ser buen compañero y no meterme en tus asuntos más que en la parte que me concierna... Por cierto, tengo que salir a enviar un telegrama. ¿Te gustaría acompañarme?. Así tendrás la oportunidad de lucirme delante de tus vecinos.
- ¿Bromeas? Será mejor que inventes una buena historia para justificar tu presencia en mi casa. No quiero que piensen que tenemos una aventura.
- Podemos decir que somos primos lejanos, que soy uno de esos parientes de los que uno siempre está deseando librarse.
- Eso no sería del todo mentira- sonrió triunfal al ver su mirada de desaprobación y añadió- Después de todo, creo que sí te acompañaré. Con un poco de suerte, quizá consiga aburrirte y decidas marcharte de una vez.
- ____(tn)...- la reprendió en broma.
- Está bien, seré más amable en adelante. Pero tú procura no sacarme de mis casillas.
Cogió su bolso con rapidez, echándole una disimulada ojeada al escaso dinero efectivo que había en su monedero. No pensaba decirle que necesitaba comprar víveres para la comida de los próximos días, pero el pareció adelantarse a sus intenciones.
- De paso compraremos algo de comida. He visto que tu despensa pide provisiones a gritos, y creo que dadas las circunstancias será mejor que me haga cargo de los gastos. No pienses que he venido aquí a que me mantengas. Y por favor, no lo rechaces. Sé que preferirías mendigar en las calles antes que aceptar mi dinero, pero no es momento para ñoñerías, ¿de acuerdo?
Sin esperar respuesta, dio media vuelta y cogió su abrigo. ____(tn) tuvo que reconocer que su aspecto resultaba imponente y muy atractivo, con aquel jersey de cuello alto que realzaba aún más su cruel mandíbula, si es que eso era posible. Dadas las circunstancias, le pareció gracioso que aquel hombre de porte tan elegante y corazón de piedra aún pudiera parecerle otra cosa que no fuera un ser repugnante. Era el tipo de hombre en el que siempre había jurado no fijarse, pero muy a su pesar, Nicholas Jonas le parecía capaz de todo menos de una cosa: pasar desapercibido. Apartó esa idea de su mente, y corrió tras él, acurrucándose en el asiento contiguo de su lujoso coche. Estaba muy en la línea de lo que él representaba, con aquella tapicería suave y aterciopelada, incitándola a confiarse al sueño. Pensó que era un arrogante al negarse a conducir su vieja camioneta...¡ Como si el simple hecho de manejarla pudiera rebajarle de su aristocrática condición !
- Si quieres vender la casa, antes deberías arreglarla un poco, ¿ no crees ?. Desde lejos tiene un aspecto aún más desagradable.
____(tn) echó un vistazo por la ventanilla y tuvo que reconocer que tenía razón. Su padre no había prestado demasiada atención al cuidado de la casa en los últimos años. Pero ese era el momento menos indicado para reprochárselo.
- ¿ Qué se puede cultivar por estas tierras ? Vi algunas granjas al venir hacia aquí, supongo que en un pueblo tan pequeño no se puede vivir de otra cosa que no sea la tierra.
- Tenemos un cine, un mercado, dos restaurantes y una sala de fiestas. No somos del todo incivilizados, si es eso lo que quieres decir. Pero sí, se vive básicamente de la tierra. Carolina es el Estado del algodón, pensé que un hombre tan culto como tú ya sabría eso.
- Comprendo... Y tú eres una especie de Escarlata sin un Rett que la saque de apuros...
- Estamos en el siglo XX. Escarlata es un personaje que causaría risa hoy en día, aunque debo decirte que siempre quise ser como ella cuando era niña.- se arrepintió enseguida de haberse sincerado, cuando le vio sonreír con sarcasmo ante su comentario infantil. Decidió que era mejor tratarle del mismo modo que tratar de ser amable, así que cambió de tema rápidamente- ¿ Y tú porqué te interesas tanto por estas cosas ? Pensé que todo eso de hacerte cargo de estas tierras esa sólo parte del plan para hacerme desgraciada. No te veo enfundándote unos vaqueros y convirtiéndote en el perfecto granjero.
- No te confundas, querida. No necesito pasar doce horas diarias al sol para convertir en dinero lo que quiero. Además, considero el trabajo en la tierra, ¿cómo te diría ?, impropio para mi condición...- la observó de soslayo, cosa que la joven no advirtió, pues estaba demasiado ocupada en odiarle por sus palabras de desdén hacia los del pueblo. Tampoco advirtió la ligera sonrisa que curvaba la comisura de su boca al volver a dirigirse a ella- Pero tú si sabes mucho de esto, supongo. Nuestra pequeña heroína debe haber pasado largas horas entre algodones para sacar la cosecha adelante...
- Deja de burlarte- murmuró molesta y su mente retrocedió algunos años, cuando los tiempos habían sido mejores para ella, y los jornaleros a los que su padre aún podía pagar el sueldo, habían hecho de los campos algo hermoso y digno de admiración. Observó con tristeza las tierras que se perdían por la ventanilla, secas, quizá estériles ahora que ya nadie les arrancaba frutos, y deseó haber sido más atrevida. Quizá con un poco de ayuda y suerte, aún podía haber hecho de su escasa herencia un próspero negocio. Quizá todo lo que había necesitado era apartar de sí el sentimiento de vacío que la muerte le había dejado, y un poco de valentía para sacar adelante lo poco que le quedaba. Pero ya era tarde para lamentarse, y no iba a darle la satisfacción de verla arrepentida y dudosa.
- De todos modos, esto tampoco es para mí.- aseguró con voz fuerte, como si realmente a quien quisiera convencer de lo que decía fuera a sí misma, y no al hombre que la escuchaba con aparente interés.
- ¿ Ah, no ? ¿ Y qué lo es ?- preguntó sin mirarla, demasiado atento en la carretera como para apartar la vista hacia ella.
- No es asunto tuyo.
- Entiendo. Tienes razón, no lo es. Pero déjame decirte algo: yo jamás hubiera permitido que nadie me arrebatara aquello que es mío. Por mucho que sintiera que mi sitio estuviera en otra parte, hubiera luchado por mantener vivo el legado de mis antepasados- fijó por primera vez su mirada en el rostro de la joven, hipnotizándola y añadió- En mi país, es una cuestión de honor. Pero supongo que en América esa es una palabra desconocida.

- ¿ Cómo te atreves a juzgarme ?- le espetó furiosa- Apenas era una adolescente cuando nuestras cosas comenzaron a ir mal, y mi padre jamás permitió que me ocupara de nada. Cuando descubrí en que situación me encontraba, tú ya habías llegado dispuesto a hacerte con todo, dispuesto a buscar entre los restos como un ave de rapiña... Y supongo que ya es demasiado tarde para arreglarlo, ¿ no crees ? Así que no te atrevas a decirme de nuevo lo mal que lo he hecho. No tienes ni idea...No sabes nada de mí...
- No, no lo se. Pero sí se una cosa. Te han faltado agallas para defender lo que es tuyo, y eso es un defecto para mí imperdonable.- sentenció, en un tono que la enfureció aún más.
- ¡ Por favor ! ¿ Crees que me importa lo que opines de mí ? No eres nadie, nadie, ¿ me oyes ?, para juzgar mis actos. ¿ Acaso piensas que porque tengas este coche y todo ese cochino dinero heredado de tu horrible padre eres mejor que yo ? Tal vez te hubiera convenido aprender algo menos sobre el dinero, y algo más sobre las personas. Tal vez así tu madre aún estaría aquí, y podrías volcar sobre ella todo tu odio, en lugar de dirigirlo hacia mí. Tal vez...
Un frenazo brusco la hizo callar violentamente. Los dedos de él eran garfios sobre el volante, y los nudillos tomaban un color blanquecino a tono con sus mejillas. Por un momento, tuvo la sensación de que la iba a golpear, a juzgar por la crueldad con la que la estaba mirando, pero se limitó a seguir observándola, como si con ello ya la estuviera hiriendo tanto que no fuera necesario el daño físico.
Sin pensarlo, abrió la puerta del coche y salió huyendo. No sabía bien si huía de él o de su propia necedad. Se odió por ser tan estúpida, por haber permitido que aquellas palabras salieran de sus labios. Lo que había dicho era tan monstruoso, que no comprendía como había sido capaz de hacer algo así. No sólo por el daño que le había causado a él, sino por el que causaba a la memoria de un ser al que había querido como parte de su familia, que era lo que más la atormentaba.
Se detuvo, respirando con dificultad y apoyando los codos en las rodillas, y sus ojos tropezaron con los de él, que la observaban con resentimiento.
- Sube al coche, ____(tn).- ordenó, pero ella no se movió de donde estaba.
- Lo siento... Quiero decir, que siento haber nombrado a tu... Ya me entiendes...
El la tomó del brazo y la obligó a sentarse de nuevo en el asiento contiguo, mirándola con frialdad.
- Sólo te lo diré una vez, ____(tn)- su voz era tensa al hablar- Comprendo que el odio que sientes hacia mí es algo natural y, probablemente, proporcional al que tú me inspiras. Pero nunca, ¿ me entiendes ?, nunca, vuelvas a poner en duda mi comportamiento sobre ese tema en concreto. Si lo haces, te aplastaré tan rápidamente que no tendrás tiempo de volver a disculparte. ¿ Has comprendido ?
Asintió, sin comprender por qué se doblegaba tan fácilmente ante su amenaza. Quizá porque sabía que en el fondo, y aunque le pareciera increíble, algo en su corazón le decía que alguien que estuviese tan dolorido no sería capaz de causarle el menor daño.
La tristeza y la furia que había visto en sus ojos, le decían que, por más que él quisiera mostrarse frío y sarcástico, no lo era. Y deseó en ese momento, poder apartar de sí su desconfianza para adentrarse en su mente, y averiguar que historia ocultaba aquella mirada, qué atormentadas ideas cruzaban por ella y porqué buscaba en aquel solitario lugar la paz que no había podido encontrar hasta entonces. Quizá porque sabía que lo que él consideraba una dulce venganza, no era más que el anhelo de un niño asustado que aún buscaba su hogar y no conseguía encontrarlo.
Permaneció en silencio el resto del camino, consciente de que él no pensaba devolverle ni una sola de sus palabras, y cuando por fin llegaron al pueblo, minutos más tarde, se despidió quedamente, profundamente arrepentida.
El ni siquiera la miró. Se limitó a gesticular con la mano, y avanzó en sentido contrario, indicándola con ese gesto, que pensaba pasar el resto del día sólo, y que no pensaba llevarla de vuelta.
La joven se encogió de hombros y siguió su camino, deseosa de no encontrarse con ningún conocido a quien tuviera que explicarle la difícil situación que la unía a aquel desconocido. Cruzó la calle, dirigiéndose distraída hacia los puestos de comestibles que se exhibían frente a ella. Pensaba en las crueles palabras que habían hecho que él palideciera, y se sintió como la peor de las bestias al aprovechar de esa manera su dolor para herirle. Pero aunque nada justificara su comportamiento, no podía dejar de recordar quien había iniciado aquello. Era él quien buscaba venganza y la miraba con aquella expresión cargada de desprecio. Y era él quien se esforzaba por hurgar en el pasado para lanzárselo a la cara, como si ella fuera responsable de todas las cosas horribles que le habían sucedido en su desgraciada niñez.
Estaba curioseando aún por el mercado, cuando algo a sólo unos pasos, llamó su atención. Se ocultó como pudo tras uno de los puestos de fruta, inclinándose para espiar la situación. Torció la boca con desagrado, pensando que aquel hombre tenía mucho descaro al flirtear de aquella manera con una desconocida. Observó contrariada como se deshacía en sonrisas mientras hablaba, falseando con aquel gesto su auténtica personalidad. Sintió pena por la mujer que le escuchaba extasiada, y que se esforzaba descaradamente por tapar con sus manos el anillo que rodeaba su dedo.
Era evidente que él se preocupaba de buscar rápidamente la diversión que no encontraría en ella. Pero no pudo evitar sentir una punzada de celos y una gran irritación, al comprobar que ninguna mujer era inmune a sus encantos. La idea de plantarse ante ellos, y descubrir la vileza de su enemigo cruzó fugazmente por su cerebro. Pero al momento comprendió que era una estupidez hacerlo. No era asunto suyo lo que él hiciera. Y si aquella mujer era lo bastante tonta como para caer en sus pérfidas redes, peor para ella.
Les dio la espalda, y comenzó a llenar su cesta con la fruta fresca que el comerciante le ofrecía insistente, sin darse cuenta de que no llevaba un centavo encima. Cuando el hombre la miró acusador, ella le dirigió una sonrisa nerviosa, al tiempo que descargaba su cesta avergonzada.
Desvió la mirada hacia ellos, y sus ojos chocaron con otros oscuros que observaban la escena divertidos.
- Señorita, si no va a comprar nada, será mejor que se quite de en medio...- ordenó casi a gritos el hombre, y ella se apartó, molesta por el tono grosero que había empleado- Está usted estorbando a mis clientes.
Nicholas arqueó las cejas, haciendo una seña para que se acercara a ellos, pero al ver que ella no se movía de su sitio, encogió los hombros con indiferencia y siguió su camino, mientras la chica con la que había estado conversando, lanzaba un prolongado suspiro.
- Lástima que ya esté casada...- dijo, dirigiéndose a ella, a la vez que hacía un mohín con los labios - Pero tú eres soltera, ¿ verdad ?
____(tn) apretó los labios, furiosa por la forma en que aquella mujer parecía querer insinuar algo. Sólo la había visto un par de veces en su vida, pero le habían bastado para comprender, a juzgar por su actitud desenfadada, que su estado civil no era impedimento para que la seductora mirada de su invitado hiciera que sus votos matrimoniales flaquearan.
Las aventuras de Verónica Hamilton no le eran del todo desconocidas, a pesar de que no soliese participar en las tertulias de sus convecinos para comentar sus últimos escarceos amorosos. Pero no dejaba de sorprenderla la sinceridad con que expresaba sus opiniones. Daba la impresión de que no le importaba en absoluto que el resto del pueblo fuera testigo de sus imprudencias, y ____(tn) se sentía escandalizada por ello, y porque creyera que ella sucumbiría también al atractivo de su Romeo. Le molestó que pudiera pensar que tenían algo más en común, que no fuera haber conocido al ser más odioso de la tierra. Por alguna razón que desconocía, creyó vital en ese momento, demostrar a aquella mujer que no compartía su idea de moralidad.
- Puede estar tranquila. No tengo el más mínimo interés en ese hombre...- sus palabras eran cortantes, y la mujer soltó una carcajada, como si su actitud le pareciera de lo más ridícula.
- Comprendo... Por cierto, creí haberle entendido que se aloja en tu casa, ¿ es así ?- había hecho la pregunta con tanta mordacidad que las mejillas de la joven se tiñeron al oírla - Después de todo, el “castillo” no es tan inexpugnable como parecía, ¿ verdad ?
____(tn) sabía que se estaba refiriendo a ella, y a la forma en que siempre había preferido apartarse de todo cuanto rodeaba su casa. Se arrepintió ahora de no haber sido más sociable en los últimos años. Siempre había considerado al resto de los habitantes de aquel lugar, vulgares y carentes de la refinada educación que ella había recibido, y ahora confirmaba su teoría al escuchar hablar a la Sra. Hamilton. Sabía que quizá la suya había sido una posición en extremo elitista, pero se alegró de haber aprendido a estar a la defensiva durante aquellos años. Aquella conversación la hacía ver que sus vecinos no sentían ningún aprecio por ella, que la consideraban como a una triste y orgullosa princesita que no merecía su amistad, de la misma forma en que ella no les había hecho nunca partícipes de la suya.

No le importaba. Que pensasen lo que quisieran de ella, tal vez estuviesen en lo cierto. Tal vez fuera tan mezquina y desagradable como él, pero al menos no trataba de engañar a nadie fingiendo ser algo que no era, y engatusando a mujeres comprometidas para engrosar su larga lista de conquistas.
- No se qué quiere decir... - mintió, controlando el impulso de enviarla al infierno - Y tampoco tengo tiempo para averiguarlo...
- No tan deprisa, querida.- la sujetó por el brazo, clavando en su piel las afiladas uñas esmaltadas de color granate - ¿ Es que quieres ocultar algo ?. Creo que la hermosa y elegante Charlotte nos engañó al final a todos, ¿ no te parece ?... La altiva dama supo guardar bien su secreto...
- No se atreva a ensuciar el nombre de Charlotte - murmuró entre dientes, enfadada por el brillo perverso que había en los ojos de la mujer - Es cierto que es su hijo. Pero ahora está muerta, y no merece que arrastren su nombre por el lodo por algo que ocurrió hace años, ¿ entiende ?. No sería justo...
- No tienes de qué preocuparte - la interrumpió, aunque ____(tn) podía leer una velada e inquietante amenaza en su mirada - En el fondo, me gusta que la gente hable de mí a mis espaldas. No sería bueno para mi reputación que el nombre de Charlotte sustituyese al mío en las tertulias.
¿ Su reputación ? ____(tn) se sorprendió realmente del cinismo con el que aquella mujer hablaba. Era evidente por el tono que empleaba, que su intención era invitar al misterioso forastero a su cama en cuanto tuviera la menor oportunidad. En un intento inexplicable por evitar que saliera herida, la joven esbozó una sonrisa sincera, pensando que a pesar de lo que pudiera pensar de ella, no merecía ser otra de las víctimas de las maquinaciones de Nicholas.
- Señora Hamilton... Estoy segura de que no es del todo honesta al hablar así.- dijo con timidez - A ninguna mujer le agrada estar en boca de otros. Y le aseguro que ese hombre no lo merece...
- ¿ De veras ?- la miró como si tratara de leer en sus ojos que hablaba por propia experiencia, y soltó una carcajada al comprobar que era así - Creo que de todos modos, lo comprobaré por mí misma. El Sr. Jonas me parece todo un caballero, bastante atractivo, por cierto. Los hombres como él despiertan mi apetito en cuanto pongo en ellos la vista, no puedo evitarlo.
____(tn) lanzó una exclamación ahogada, furiosa por sus palabras. ¿ Es que aquella mujer carecía de decencia ?. Compadeció al hombre que era su esposo, imaginando el sufrimiento que el carácter voluble de su mujer le causaría.
La Sra. Hamilton jugueteó con la brillante alianza de su dedo, como si adivinara lo que la joven estaba pensando en aquellos momentos.
- Mi esposo y yo tenemos un acuerdo, mi inocente y escandalizada amiga.- explicó con un gesto de indiferencia en el rostro - Procuro no meterme con su afición a la bebida, y él a cambio ignora mi debilidad por los hombres... No es más que un intercambio, querida. Debes reconocer que la vida aquí es algo más que aburrida, y una mujer como yo debe buscar entretenimiento, ¿ como te diría ?, fuera de su casa. No todo ha de ser zurcir calcetines y tomar el té con unas cuantas ancianas decrépitas los domingos...
- Usted...
- Por favor, no espero que seamos amigas, mucho menos que me comprendas.- le palmeó la mejilla con suavidad, en un gesto que no tenía nada de amistoso - Pero te daré un consejo: no te pongas en mi camino, y te prometo que nadie hablará una sola palabra sobre ti, o sobre Charlotte.
Aquella mujer era una arpía, y ____(tn) se sintió ridícula tratando de avisarla sobre el peligro que corría si iniciaba una aventura con él. Lo mejor que podía suceder a su entender, era que las dos personas más retorcidas que conocía unieran su veneno. Quizá así lo dirigieran contra ellos mismos, en lugar de atormentar las vidas de quienes les rodeaban.
La vio alejarse de ella, contoneando su exuberante figura para llamar la atención, y logrando que algunas miradas masculinas la siguiesen mientras caminaba.
____(tn) se mordió los labios preocupada. No estaba segura de lo que había intentado decirle, pero sospechaba que no era nada bueno. Aún así, trató de apartar a Verónica Hamilton de su cabeza. Tenía cosas mucho más importantes en las que pensar. Por ejemplo, en cómo iba a conseguir que Nicholas Jonas abandonara el propósito de perturbar su apacible vida con su presencia. Suspiró largamente, convencida de que aquella no iba a ser tarea fácil. Pero no dejó que la idea la abatiera. Le habían sucedido cosas terribles en los últimos meses, y aquella no era más que otra prueba de fuego para probar su fortaleza. Se dijo que superaría la situación... Tenía que hacerlo, o de lo contrario, el arrogante y despreciable Nicholas Jonas exhibiría su sarcástica sonrisa triunfal para humillarla. Y eso era algo que no iba a permitir...
Volvió a la casa sola, puesto que, después de su comportamiento de hacía unas horas, no esperaba que él estuviera dispuesto a llevarla. Por otro lado, sabía que él pensaba que había estado espiándole, y quizá aquello no le hubiera gustado demasiado. De cualquier manera, le era indiferente lo que pensara de ella, y se lo haría saber en cuanto tuviera la oportunidad. Además, y a juzgar por el descaro con que se paseaba alardeando los motivos de su visita a esa casa, probablemente le tuviera sin cuidado la opinión que ella pudiera tener sobre su vida amorosa.
Pero cuando entró en la cocina, el semblante acusador de él fue suficiente para que se diera cuenta de su enfado. ____(tn) se preguntó si este se debía a la escena en el mercado, considerando que él había advertido que se haría cargo de las compras. O tal vez estaba furioso por haberla descubierto y pensaba que le espiaba intencionadamente.
Se preparó ante la furia que adivinaba en sus ojos, dispuesta a no escuchar una sola de sus acusaciones, fueran estas cuáles fueran.
- ¿ Porqué no me has buscado para volver ?- preguntó con hostilidad.
- Supuse que no te agradaría.-musitó avergonzada.
- Supusiste... ¿ Es que siempre tratas de agradar a los demás así ?
- No lo conviertas en una discusión, por favor.
- No tengo esa intención, querida. Yo nunca discuto, simplemente hago lo que me apetece. Y “no me apetece” que me dejen plantado como a un idiota, te lo aseguro.
- Ya es suficiente...
- No, será suficiente cuando yo te lo diga, “hermanita”.- apoyó las manos sobre los hombros femeninos con fuerza, obligándola a tomar asiento en el duro taburete.- Escúchame bien. No estoy acostumbrado a mantener este tipo de intercambios de opinión, así que te aconsejo que en lo sucesivo seas más mansa. Suelo ponerme de muy mal humor cuando me desobedecen y no creo que eso te convenga, dadas las circunstancias...
- Las circunstancias...¿Qué circunstancias ? ¿ No te referirás a la manera en que te has introducido en mi vida para atormentarme ? ¡ Si crees que voy a aguantar tus groserías ni un segundo más, es que estás realmente loco !
Se zafó de él como pudo, arrojando lo que había sobre la mesa a sus pies.
- Y por mí, puedes guardarte tu generosidad para otra ocasión. Ya soy mayorcita para depender de alguien, mucho menos si ese “alguien” eres tú. Quizá deberías pensar en ser generoso con cualquier otra persona... ¿ Qué tal Verónica Hamilton ?. Sin duda, estaría encantada de recibir de ti cuanto quieras ofrecerle...
El clavó sobre ella su mirada, mitad divertida y mitad airada, y en ambos casos, inquietante y peligrosa.
- ¿ Celosa ?- preguntó con sarcasmo.
- Por favor, no seas ridículo. Creo que casi me alegro de comprobar que no soy del tipo que los hombres despreciables como tú prefieren. Me siento más tranquila al saber que no tengo que temer por mi virtud...
- ¿ Porqué será que me parece ver un poco de desencanto en tus palabras ?- él se burlaba de ella intencionadamente, y lo añadió a la larga lista de “virtudes” por las que le odiaba.- ¿ Quizá esperabas que en el último momento me quitase la máscara para descubrir al amable caballero que no hay en mí ?. No esperes nada de eso, querida... Y no estés tan segura de estar a salvo. Murallas más grandes han sido derribadas... Y tú, mi pequeña ____(tn), no eres más que una minúscula e insignificante pared tambaleándose al viento.
- Estúpido engreído...- le insultó, levantando su mano para golpearle el rostro. Pero él la detuvo, cerrando sus dedos como garfios sobre su muñeca - Sería necesario un viento huracanado para hacer que cayera a tus pies...
- ____(tn)... No me provoques...- él la miró con los ojos centelleantes por la furia.- Mi paciencia tiene un límite. Y te aseguro que te acercas a él con bastante rapidez...
- ¿ Me estás amenazando? No te atrevas a volver a hacerlo...No me das miedo, Nicholas. No soy una niña asustada a la que puedas manejar a tu antojo. Sé que eso es lo que estás acostumbrado a hacer, pero te advierto que conmigo no va a funcionar.. ¿ Porqué no pruebas tus encantos con la Sra. Hamilton ?. Dudo que tengas que utilizar con ella la violencia para obtener lo que quieres...
- Me juzgas muy mal, ____(tn). Y me gusta. Será un auténtico placer cuando tengas que tragarte todas esas orgullosas palabras y suplicar mi perdón...
- Antes me verás muerta- sentenció en voz baja, pero él sonrió al escucharla.
- Como desees... De cualquier modo, será un placer.
____(tn) tomó su bolso y su descolorida rebeca, y le apuntó con el dedo índice, tratando de ocultar el temblor que agitaba su pecho.
- ¿ Puedo saber adónde vas ?- preguntó él, apretando la mandíbula hasta dibujarla en su mentón con crueldad. Su tono era frío y controlado, pero ella sabía que escondía una rabia que estallaría en cualquier momento.- No he dado por terminada nuestra conversación.
- Pero yo sí. No te importa, pero de todos modos te lo diré. El Sr. Williams tiene buenos amigos aquí, si es que sabes de lo que hablo... Creo que es momento de que busque un empleo, y espero que no tengas intención de utilizar tus tretas para impedirlo, porque dudo mucho que eso aquí te funcione... Hay personas, muy a tu pesar, que aún conocen el significado de palabras como honradez, honestidad y decencia... Algún día podrías aprovechar tu dinero para recibir unas cuantas clases sobre eso. Pero hasta entonces... Adiós. No me esperes levantado...- dijo esto último con sarcasmo, como si se despidiera de un marido, en lugar de la persona que más odiaba, y él abrió la boca para decir algo, pero la joven ya había salido de la casa.
Corrió hacia la ventana y la vio meterse en la vieja camioneta, cerrando la puerta con tanta fuerza que estuvo a punto de desencajarla de su sitio.
Una sonrisa casi diabólica se dibujó en su rostro. Aquella jovencita iba a aprender modales aunque tuviera que matarla para ello. Se juró que aprendería de una vez por todas quién estaba al mando.
Levantó el auricular del teléfono y marcó sin prisa los números que le llevarían a la victoria en aquella guerra que se había prometido ganar hacía muchos años.
- ¿ Sullivan ? Sí, soy yo... También me alegro de volver a hablar contigo... Escucha, necesito que me hagas un pequeño favor. Quiero que pongas un cartel bien grande en tu establecimiento, solicitando una empleada. Algo que se vea desde la carretera, ¿ comprendes ? Hay una chica que necesita un empleo, y quiero que lo tenga... ¿ Quién es la chica ?. Eso es lo de menos, yo correré con todos los gastos, no te preocupes... Pero asegúrate de que sea lo bastante duro como para que no desee volver la próxima semana...
Oyó la carcajada desde el otro lado de la línea, y colgó. Sin duda, era una suerte para sus planes que durante esos años, y en los viajes fugaces que hacía para espiar a Charlotte, hubiera cultivado determinadas amistades en el pueblo. Estaba deseando ver su rostro resplandeciente cuando volviera para anunciarle que no necesitaba nada de él... Sería un gran placer para él cuando descubriera quien pagaba sus honorarios...

____(tn) se dirigió a grandes zancadas hacia el establecimiento, riendo para sus adentros al leer el enorme cartel que cubría la cristalera. Al entrar, la sonrisa se heló en sus labios, pero trató de disimular la desilusión y se dirigió al encargado dispuesta a conseguir el trabajo. El señor Sullivan la conocía desde que era una niña, y estaba convencida de que no le negaría una oportunidad, pero dudó al ver como el hombre arqueaba las cejas preocupado al verla acercarse.
- ¿ Cómo se encuentra, sr. Sullivan ? - preguntó con animosidad - Escuche, he visto ahí afuera que necesita...
No la dejó terminar. Se limitó a frotar enérgicamente la vajilla con su paño, escondiendo la mirada, y ____(tn) apretó las manos contra su espalda nerviosa.
El hombre la miró de soslayo.<< Así que se trataba de la señorita ____(tn)... >>. No estaba seguro de que aquel loco supiese bien con quien trataba. Si por algo se conocía a esa chica era por su mal carácter. Era una joven distante e introvertida, que no había hecho amigos en todos los años que vivía allí. Los jóvenes del pueblo habían intentado en varias ocasiones visitarla en su elegante mansión, pero sin duda ella se consideraba demasiado culta y elegante como para codearse con ellos. Ahora que su padre había muerto, dejándola con una fortuna en deudas, muchos pensaban que se le bajarían los humos a la hora de encontrar marido. Pero él sabía que, aunque la muchacha tenía un gran corazón, no se doblegaría jamás ni permitiría que nadie la obligase a hacerlo. De todos modos, ese asunto no era de su incumbencia. Se limitaría a darle el maldito empleo, y que Dios protegiese a su arrogante amigo si la chica descubría el engaño.
- ¿ Sr. Sullivan ? - insistió la joven, y el anciano la miró sonriente.- Le decía...
El hombre secó sus manos en su delantal y estrechó las de la chica.
- El empleo es tuyo, jovencita. Pero te advierto que tendrás que trabajar duro si quieres conservar el puesto. Barrer, fregar y limpiar grasa todos los días, y servir las mesas con esa elegante sonrisa tuya. - la miró casi con pena - Y otra cosa. Procura acostumbrarte a los comentarios cuando la gente empiece a verte por aquí. Porque no pienso tolerar que mis empleadas discutan con los clientes, ¿ está claro ?
____(tn) asintió con vehemencia. Después de todo, no le había parecido tan difícil. Resultaba bastante extraño que no le hubiera preguntado siquiera qué sabía hacer, porque había supuesto que era lo primero que querría saber. Pero se alegró de que no lo hiciera, porque realmente su experiencia en ese campo, o en cualquier otro, era nula. Suspiró aliviada. Ya había dado el primer paso. Se dijo para sus adentros que no era el mejor empleo, pero se esforzaría por demostrar que no era una niña mimada, y que podía hacer las cosas tan bien como hiciera falta. Después de todo, utilizar una escoba y servir mesas no requería preparación universitaria, y si otras jóvenes podían hacerlo, ella también.
- Empezarás mañana. Entras a las siete de la mañana y sales cuando esté todo recogido, que puede ser a las ocho o a las doce, dependiendo del trabajo que haya. Si tienes que hacerte las uñas o has quedado para ir al cine, no es asunto mío. De aquí no se sale hasta que no esté todo como una patena. Tienes una hora para comer, pero tendrás que hacerlo aquí, porque la hora del almuerzo es la peor. Si quieres librar un día, puedes elegir entre el lunes o el miércoles... Y las horas extras no se pagan, esto es un negocio modesto, no es el Ritz, ¿ comprendes ?.
El anciano tuvo que desviar la mirada para que la joven no viera su sonrisa. La cara de la muchacha era un poema, y estaba convencido que por su mente había pasado la idea de salir corriendo. Pero esa chica era demasiado orgullosa para demostrar su miedo, y se limitó a asentir con los labios ligeramente apretados.
- Bueno, ¿ qué haces ahí mirándome ? ¿ Crees que soy Rodolfo Valentino ? - le palmeó el trasero y la empujó hacia la puerta - Será mejor que descanses. Mañana te espera un día muy duro.
____(tn) salió huyendo como alma que lleva el diablo, y oyó las carcajadas del anciano a sus espaldas.
Más tarde, cuando ya estaba en la casa, se extrañó que su desagradable intruso no anduviese merodeando por allí. Casi se sintió apenada al no poder restregarle por su odiosa cara de gusano sus noticias, pero pensó que podía esperar al día siguiente. Sin darse cuenta, se quedó dormida en el sofá, y miró el reloj al despertar, sorprendida por la hora que era. Era de madrugada, y le convenía descansar bien, así que se metió en la oscura cocina en busca de algo caliente que la hiciera volver a conciliar el sueño.
Tanteó con la palma de las manos sobre la cocina y acertó al verter la leche sobre el calentador. Luego buscó las cerillas y prendió una, ahogando un pequeño grito con su mano libre. Allí estaba él, sentado frente a ella, con los brazos cruzados sobre el pecho y aquella mirada diabólica clavada sobre ella, como si llevara rato observándola a pesar de la oscuridad. El cinismo que había en su forma de torcer la boca hizo que las rodillas de la joven se arquearan levemente. Aquella risa no tenía nada de divertida. Por el contrario le confería un aire perverso, casi inhumano, y a ____(tn) se le antojó más aterrador que nunca.
- ¿ Pretendes deshacerte de mí matándome de un susto ? - le interpeló furiosa, mientras apagaba con rapidez la brasa que ya comenzaba a quemarle los dedos.
El arqueó las cejas fingiendo estar disgustado.
- Claro que no, querida. No quiero ni pensar en lo horrible que sería la vida sin la diversión que supones para mí.
____(tn) apretó los labios contrariada. Era evidente que él disfrutaba a cada momento poniéndola nerviosa, y eso la enfurecía. ¿ Qué extraño poder ejercía aquel hombre sobre ella, que con solo mirarla lograba que sus manos temblaran de aquella manera ?
- Entiendo... Supongo que tu vida es demasiado aburrida como para no tener que incordiar la de los demás... ¿ Piensas de veras que voy a quedarme aquí viviendo de tu limosna el resto de mis días ? Realmente te hacía mucho más inteligente. No creo que sea de tu incumbencia, pero aún así te lo diré para hacer que te tragues tu estúpida sonrisa.- tomó un sorbo de leche y luego depositó la taza frente a él dando un fuerte golpe sobre la mesa - He conseguido un empleo. Sí, no pongas esa cara de sorpresa. Bueno, no es el tipo de empleo que un hombre de tu aristocrática condición alabaría, pero al menos no tendré que seguir escuchando estupideces de ti. A pesar de lo que tú creas sobre las mujeres, yo no necesito de la caridad de nadie para salir adelante.
El encogió los hombros y se irguió en su asiento para mirarla desde su altura con una frialdad que la hizo temblar de nuevo.
- Tienes razón, no es de mi incumbencia. No me importa lo más mínimo lo que mi detestable “hermanita” haga con su tiempo. Pero te aconsejo que tengas mucho cuidado con lo que dices, mi dulce y rebelde niña. Las cosas no son siempre lo que parecen, y puede que en el futuro tengas que venir a mí con la cabeza bien gacha. Y quizá entonces, ya no me apetezca ser misericordioso contigo...
- No lo creo, - le amenazó - Nunca, ¿ me oyes ?, nunca me doblegaré a ti. Antes vestiría con harapos y pediría limosna en la calle que rogarte nada.
____(tn) se dirigió hacia su cuarto, pero él la alcanzó en la escalera y clavó en sus hombros sus manos, mientras su mirada oscura la retaba a que siguiera hablando.
- Estoy tentado a hacer que te tragues tus palabras ahora mismo, querida. Sólo tengo que llevarte a tu cuarto y ver qué se esconde detrás de toda esa recatada ropa que llevas. Si lo piensas bien, no hay nada que me impida hacerlo. Es más, puede que la experiencia logre llevar un poco de sentido común a esa linda cabecita tuya. A veces, las jovencitas orgullosas como tú, se comportan de esta manera porque esperan que ocurra algo excitante que las haga cambiar de parecer. ¿ Es tu caso, ____(tn) ?
- Aparta tus sucias manos de mí...- quiso que sus palabras sonaran firmes, pero el brillo en sus ojos hizo que él dudara de su entereza.- Y deshecha esa engreída idea de tu cabeza... Dudo que tu presencia logre inspirar a nadie un sentimiento que no sea de desprecio...
- Eres muy hermosa, ____(tn), y muy terca también... Tanto que verte frente a mí, orgullosa, insultándome con la mirada, se está convirtiendo en un reto.... Y yo amo los retos, creo que es una de las pocas cosas que aún me hacen disfrutar.- levantó su mano y, muy lentamente, la deslizó desde los pálidos hombros hasta el cuello, haciendo que la piel de la joven se estremeciera al contacto. Por un momento, creyó ver que ella cerraba los ojos y suspiraba, en respuesta a una sensación que nada tenía que ver con el miedo. Acercó sus labios a los de ella y durante unos segundos no sintió deseos de humillarla. Su expresión casi infantil le hizo sentir una necesidad desconocida para él, y pensarlo le confundió y le enfureció a la vez. La obligó a abrir los ojos y se sorprendió al descubrir que ya no había expresión de temor en ellos. Le miraban abiertamente, con rebeldía, y tuvo que contener nuevamente el deseo de acallar su coraje con sus labios.