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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Un falso novio Joe y tu TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 5 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
Re: Un falso novio Joe y tu TERMINADA
dios q ternura me encanto siguela por favor estoy super fascinada con la nove sigue
ElitzJb
Re: Un falso novio Joe y tu TERMINADA
awww!! en verdad amo esta noveee!!
es tan lindaaaaa!!
awwwww mi Joe hermoso desea ya un hijooo
pero ahhh ya quiero que hablan y ambos se digan que se
aman pliiiisss siguela ya!!!
es tan lindaaaaa!!
awwwww mi Joe hermoso desea ya un hijooo
pero ahhh ya quiero que hablan y ambos se digan que se
aman pliiiisss siguela ya!!!
Karli Jonas
Re: Un falso novio Joe y tu TERMINADA
Capítulo Once
El viejo gimnasio no había aguantado bien el paso del tiempo.
El
instituto era uno de los edificios más antiguos de la ciudad y sus
paredes de piedra parecían viejas y grises a la luz de la tarde. Viejas
paredes cubiertas de posters de colores chillones que anunciaban la
reunión de antiguos alumnos, como una anciana que llevara demasiado
maquillaje.
Pero las voces de los miembros del comité llenaban el
gimnasio de recuerdos. Recuerdos de los tiempos en los que el instituto y
los chicos que iban a él eran adolescentes.
____________ estaba subida sobre una escalera, intentando colgar una tira de papel de celofán en el techo.
—Casi llego —decía, haciendo un esfuerzo—. Me falta un centímetro.
—¿Estás loca? —preguntó una voz desde abajo.
____________
dio un respingo y soltó el papel que estaba intentando colgar, antes de
sujetarse con las dos manos a la escalera. Sólo cuando consiguió que su
corazón volviera a latir a velocidad normal, bajó los ojos para ver a
Joe.
—Me has dado un susto de muerte —se quejó ella.
—Y tú a mí —replico él, haciéndole una seña para que bajara.
Joe
había vuelto a poner cara de marine, pensaba ____________. Y, por eso,
decidió no hacerle caso. Ella no era uno de sus subordinados. Aunque
estuviera enamorada de él, no pensaba dejarse mandar de aquella forma.
—Dame la tira de papel —pidió, alargando la mano.
—Baja de ahí. Yo lo haré.
Irritada,
____________ miró a la gente que pululaba por el gimnasio. No
necesitaba más cotilleos sobre ellos de los que había tenido que
soportar.
Afortunadamente, nadie parecía haberse dado cuenta del incidente. Por el momento.
—Casi he terminado.
—Desde luego que sí —dijo él—. No deberías estar subida a una escalera.
—¿Y por qué no? —preguntó ella, bajando la voz.
Joe se pasó la mano por el cuello, exasperado.
—Porque eres propensa a tener accidentes, ¿recuerdas?
—Eso
no es verdad —contestó ____________, a pesar de que aún le dolía la
mano derecha, que aquella misma mañana se había pillado con el cajón de
la mesilla.
Joe subió dos escalones y la escalera empezó a temblar bajo su peso.
—Bájate. Me voy a caer.
—No puedes pensar solo en ti, ____________ —susurró él, ignorando la orden—. ¿Qué pasa si estás…?—Joe no terminó la frase.
Pero
no tenía que hacerlo porque ella sabía perfectamente de qué estaba
hablando. A ____________ ni siquiera se le había ocurrido pensar en ello
al subirse a la escalera. Y para ser sincera, creía que no había
necesidad de preocuparse. No podía estar embarazada. Era imposible
quedarse embarazada la primera vez… ¿O no?
—Vale. Ya bajo —murmuró. Cualquier cosa mejor que seguir con aquella conversación en medio del gimnasio.
Joe
se bajó de la escalera y la tomó por la cintura. ____________ tuvo que
disimular la ola de calor que le producía el contacto del hombre.
—¿Por qué no me habías dicho que ibas a venir al gimnasio? —preguntó él, sin soltarla—. Te hubiera traído yo.
—Creí que te ibas de pesca con tus hermanos.
Joe
sonrió. Meterse en un bote con sus hermanos le había parecido una idea
poco atractiva, comparada con pasar tiempo con ____________. Por
supuesto, cuando había entrado en el gimnasio y la había visto subida a
una vieja escalera que se vencía con su peso, se había dado un susto de
muerte. ¿No había tenido él oportunidad de ver y contar cada uno de sus
cardenales? Le gustaba su independencia. Le gustaba que decidiera por su
cuenta y que se involucrara de corazón en las cosas que hacía. Pero le
hubiera gustado que tuviera un poquito más de cuidado.
En aquel
momento, mirando sus ojos azules, se preguntaba cómo iba a poder vivir
el resto de su vida sin ella. Él no estaría para cuidar de que no le
pasara nada. No estaría para curar sus heridas, no estaría para oírla
reír. No estaría para abrazarla por las noches o para despertar con ella
por las mañanas.
Muy pronto estarían de vuelta en sus vidas de
siempre, en sus vidas separadas y el tiempo que habían pasado juntos no
sería más que un recuerdo. Joe levantó una mano y apartó un rizo de su
frente. ¿Podría vivir sólo con su recuerdo?
¿Era eso lo que quería?
Pero,
¿qué otra cosa podía hacer? ____________ había aceptado aquel falso
compromiso con él a regañadientes. ¿Por qué iba a aceptar un compromiso
de verdad?
De repente, su futuro le parecía negro y yermo.
—Joe, ¿me has oído?
—¿Pescar? ¿Cuando podía estar aquí colgando banderines de colores? —bromeó él—. Dámelo, yo lo colgaré.
____________
tomó la tira de papel dorado y le dio un extremo. Una vez que estuvo
colgada en la pared, Joe miró hacia abajo. ____________ estaba
sonriendo.
—Se te dan muy bien las decoraciones.
—Sí —sonrió el—. En la base, soy el rey de los banquetes de bodas.
Las últimas palabras parecieron quedarse en el aire durante mucho tiempo.
—Bueno,
capitán —dijo ____________ por fin—, no se quede ahí parado. La reunión
es mañana y aun hay mucho trabajo. No podemos perder tiempo.
Pero
eso era exactamente lo que estaban haciendo, pensaba Joe. Perder un
tiempo precioso. Estaban jugando a no ver sus sentimientos, cuando lo
que deberían hacer era aceptarlos y darle gracias a Dios por haberles
abierto los ojos.
—Si, señora —dijo, sin embargo, saludándola militarmente.
____________ soltó una carcajada y él grabó aquel sonido en su memoria.
Al día siguiente, la reunión, y después, los recuerdos sería lo único que tendría.
Al principio, había parecido una buena idea.
Dieciséis
antiguos compañeros yendo al cine la noche anterior a la reunión.
Dieciséis adultos actuando como niños, tirándose palomitas de maíz,
riendo y hablando en susurros.
Joe frunció el ceño, deseando que
____________ y él estuvieran en otra parte… donde fuera. Quería estar a
solas con ella. Quería, bueno, quería muchas cosas.
En lugar de eso,
pensaba disgustado, tenía que compartirla con la mitad de Juneport. En
la oscuridad, las imágenes de la pantalla hacían extrañas sombras sobre
las caras de sus antiguos compañeros. Joe no tenía ni idea de qué
película estaban proyectando.
____________ estaba sentada a su lado y
Joe vio que dejaba caer una lágrima. Era una mujer con las emociones a
flor de piel. Era… maravillosa.
____________ se limpió la lágrima con
la mano y, cuando él le pasó un brazo por el hombro, dejó caer la
cabeza sobre su pecho. Era tan sencillo. Tan natural.
Y, de repente, era como si estuvieran solos.
Sólo con ____________. En el cine.
Un segundo después, su mano se había deslizado hasta la suave curva de su pecho.
____________ se apretó mas contra él, dándole permiso en silencio para continuar su exploración.
En
el oscuro cine, Joe deslizó la mano por debajo de su blusa blanca.
Estaba rozando el sujetador de encaje con la punta de los dedos y la
sintió temblar. Como si fueran dos adolescentes.
Joe temblaba también.
Cuando
atravesó la delgada barrera que lo separaba de su piel, su dedo
encontró el suave pezón erecto. Joe tuvo que tragarse un gemido mientras
el protagonista de la película mataba a unos cuantos. ____________ se
movió en el asiento, apretándose más contra él, a pesar de que se estaba
clavando en el costado el brazo del asiento.
Joe acariciaba el pezón
con extremo cuidado. ____________ suspiraba suavemente y su aliento
rozaba el cuello del hombre. Él bajó un poco más la mano. Su piel era
tan suave, tan tentadora.
Aquello era una tortura para los dos… y su dolorido y erecto sexo empezaba a amenazar con hacer estallar el pantalón.
Tragando
saliva, Joe ignoró la película completamente y, con la mano libre,
empezó a acariciar sus labios. ____________ volvió la cara e,
instintivamente, empezó a chupar sus dedos.
El cine se oscurecía cada vez más porque, afortunadamente, era de noche en la película.
El deseo era como una fiebre. Duro, caliente, exigente. Tenía que poseerla. Tenía que enterrar su cuerpo en ella.
En aquel mismo instante.
—Vámonos —susurró, mirándola a los ojos. En medio de la oscuridad, podía ver la misma fiebre en los ojos de ella.
—Sí —murmuró ____________, levantándose.
Sus
compañeros empezaron a gritar cuando Joe y ____________ salían por el
pasillo del cine. A toda prisa, cruzaron el vestíbulo y salieron a la
calle para entrar en el todoterreno.
Una vez dentro del coche se
volvieron el uno hacia el otro y empezaron a besarse, frenéticos. Se
tocaban, se besaban, se mordían hasta que, jadeando, se separaron y se
quedaron mirando el uno al otro.
—¿Dónde podemos ir? —susurró ____________.
—No
lo sé —contestó él. Sabía que todos los hoteles de la ciudad estaban
ocupados y tenía que encontrar un sitio. Estaba desesperado—. Espera un
momento, ya sé.
Joe arrancó el motor con dedos nerviosos. Las luces
de las farolas eran como manchas amarillas en medio de una niebla que lo
cubría todo.
—¿Dónde? —preguntó ____________, aunque no le
importaba. No había soltado la mano de Joe, que conducía con una sola.
Que fuera cerca, rezaba. Lo más cerca posible.
Su corazón latía con
fuerza y su pulso se había acelerado hasta dejarla mareada. Nunca había
sentido aquella necesidad, aquel deseo. Quizá había estado creciendo
desde la noche en el porche de la casa de sus padres. No lo sabía. Lo
único que sabía era que tenía que estar con Joe.
Tenía que sentir que era parte de él de nuevo. Lo necesitaba como necesitaba respirar.
Deseaba otro recuerdo de él, porque unos días mas tarde, habría desaparecido de su vida.
Joe conducía a través de las familiares calles como un poseso. No había escape para ninguno de los dos y ambos lo sabían.
De
repente, soltó su mano y empezó a acariciarle la pierna. Levantando su
falda, deslizaba la mano por el bronceado muslo hasta llegar a la
braguita de encaje. Joe lanzó un gemido ronco al tocarla.
—Dios mío
—susurró ella, levantando las caderas todo lo que el cinturón de
seguridad le permitía. Cerrando los ojos, dejó que aquellas increíbles
sensaciones bañaran su cuerpo.
—____________… —murmuró él, acariciándola entre las piernas—. Necesito tocarte.
—Yo también —consiguió decir ella con un hilo de voz—. Date prisa, Joe, date prisa —añadió, echando la cabeza hacia atrás.
—Ya
casi hemos llegado —dijo él, sin dejar de jugar entre sus piernas. Y
entonces metió la mano por debajo de la frágil barrera de encaje y
empezó a acariciarla con dedos sabios que aumentaban su hambre hasta
casi hacerla estallar.
____________ abrió los ojos cuando él dio un
volantazo para entrar en el parque. La oscuridad los rodeaba. Los
árboles parecían gigantescas estatuas negras recortadas contra la
silueta del faro.
Y ____________ se dio cuenta de donde estaban… en
la zona del parque que solían llamar «el camino de los amantes». Él la
había llevado a la zona más oscura donde solo podía oírse el ruido de
las olas que chocaban contra las rocas.
Después de desabrocharse los cinturones de seguridad a toda prisa, Joe la ayudo a colocarse sobre sus piernas, de frente a él.
—____________
—murmuró su nombre una y otra vez mientras tomaba su boca como un
hombre necesitado de aliento. Un segundo después, le quitaba la blusa
con dedos nerviosos y desabrochaba el sujetador para acariciar sus
pechos. Ella arqueaba la espalda, moviendo las caderas hacia él—. No
puedo esperar, ____________ —murmuró, chupando un pezón y después el
otro—. Te necesito ahora.
—Yo también te necesito —dijo ella,
levantando la cara del hombre con las manos para mirarlo a los ojos—. Te
necesito dentro de mí.
Joe lanzo un gemido, apartándola lo
suficiente como para liberarse de los apretados vaqueros y bajarle las
braguitas. Después, buscó dentro del bolsillo del pantalón, sacó un
paquetito de aluminio y lo rompió con los dientes.
____________ miró el preservativo y después a Joe.
—Creí que no llevabas preservativos —sonrió.
—Ahora sí —admitió él, mientras se lo ponía.
—Me gusta verte haciéndolo. Es muy sexy —susurró ____________.
—Me alegro de que te guste —sonrió él.
Las
ventanillas del coche estaban llenas de vaho y les permitían tener al
menos la impresión de que estaban solos en el mundo. Y mientras su
cuerpo duro y exigente entraba en ella, Joe se dio cuenta de que no
necesitaba a nadie en el mundo si tenía a ____________.
Ella era todo lo que deseaba. Todo lo que siempre desearía. Ella era, sencillamente, todo.
No
podía dejarla escapar. No podía volver a su frío y vacío mundo. Con
riesgo o sin él, necesitaba a ____________. Quería tener la clase de
matrimonio que sus padres habían tenido. Quería hijos. Quería que el
amor fuera el centro del universo. Y para eso, necesitaba tener a
____________.
Ella se movía arriba y abajo, con la cabeza hacia
atrás, tomándolo cada vez más profundamente. Él la empujaba cada vez más
rápido, más fuerte, con más urgencia. ____________ susurró su nombre
cuando los primeros temblores empezaron a llegar y, unos segundos más
tarde, un clímax tremendo, abrumador los dejaba sin aliento.
—Te quiero —murmuró él, diciendo por primera vez en voz alta lo que nunca se hubiera creído capaz de decir.
Ella se quedó muy quieta durante un segundo y después echó la cabeza hacia atrás.
—No tienes que decir eso —murmuró.
—Ya sé que no tengo que hacerlo. Pero quiero hacerlo, ____________. Te quiero.
Lentamente, ____________ se apartó y volvió a sentarse en su asiento.
—¿No crees que estás llevando esto un poco lejos? —preguntó mientras ambos volvían a vestirse.
—Es
verdad, ____________, no es una broma —dijo él, tomando su mano—. Llevo
pensando en esto varios días. De hecho, no puedo dejar de pensar en
ello. No quiero perderte. Quiero que te cases conmigo, de verdad.
Durante
un glorioso segundo, ____________ se permitió a sí misma creer aquello.
Después, la realidad volvió a aparecer ante ella.
—No me quieres, Joe—dijo, odiando aquellas palabras—. Tú amas a la ____________ con la que has pasado unos días.
—Sí. Tú.
—Esa
no es la ____________ real —dijo ella—. Yo no soy una mujer elegante y
sofisticada. Tú no querrías a la auténtica, la mujer que nunca se pone
otra cosa que no sean pantalones vaqueros. La que prefiere quedarse en
casa leyendo un libro que salir a tomar una copa.
—Yo sé lo que
siento —insistía él. Un golpe en la ventanilla los interrumpió—. Maldita
sea —murmuró Joe, bajando la ventanilla—. Hola, Mike.
Un policía se inclinó sobre la ventanilla, sonriendo.
—¿No sois un poquito mayores para esto, Joe?
Joe miró a ____________ antes de volver a mirar a su amigo del instituto.
—Y cada vez somos más viejos —sonrió.
—Un
consejo: id a un hotel —dijo Mike. ____________ se tapó la cara con las
manos y Joe puso el coche en marcha—. Nos vemos en la reunión.
—No me lo puedo creer —murmuró ____________.
—Mira el lado bueno. Podría haber llegado hace cinco minutos.
—Mañana lo sabrá todo el mundo.
—Me alegro —dijo Joe—. Quiero que todo el mundo sepa lo que siento por ti. Quizá entonces me creas.
El viejo gimnasio no había aguantado bien el paso del tiempo.
El
instituto era uno de los edificios más antiguos de la ciudad y sus
paredes de piedra parecían viejas y grises a la luz de la tarde. Viejas
paredes cubiertas de posters de colores chillones que anunciaban la
reunión de antiguos alumnos, como una anciana que llevara demasiado
maquillaje.
Pero las voces de los miembros del comité llenaban el
gimnasio de recuerdos. Recuerdos de los tiempos en los que el instituto y
los chicos que iban a él eran adolescentes.
____________ estaba subida sobre una escalera, intentando colgar una tira de papel de celofán en el techo.
—Casi llego —decía, haciendo un esfuerzo—. Me falta un centímetro.
—¿Estás loca? —preguntó una voz desde abajo.
____________
dio un respingo y soltó el papel que estaba intentando colgar, antes de
sujetarse con las dos manos a la escalera. Sólo cuando consiguió que su
corazón volviera a latir a velocidad normal, bajó los ojos para ver a
Joe.
—Me has dado un susto de muerte —se quejó ella.
—Y tú a mí —replico él, haciéndole una seña para que bajara.
Joe
había vuelto a poner cara de marine, pensaba ____________. Y, por eso,
decidió no hacerle caso. Ella no era uno de sus subordinados. Aunque
estuviera enamorada de él, no pensaba dejarse mandar de aquella forma.
—Dame la tira de papel —pidió, alargando la mano.
—Baja de ahí. Yo lo haré.
Irritada,
____________ miró a la gente que pululaba por el gimnasio. No
necesitaba más cotilleos sobre ellos de los que había tenido que
soportar.
Afortunadamente, nadie parecía haberse dado cuenta del incidente. Por el momento.
—Casi he terminado.
—Desde luego que sí —dijo él—. No deberías estar subida a una escalera.
—¿Y por qué no? —preguntó ella, bajando la voz.
Joe se pasó la mano por el cuello, exasperado.
—Porque eres propensa a tener accidentes, ¿recuerdas?
—Eso
no es verdad —contestó ____________, a pesar de que aún le dolía la
mano derecha, que aquella misma mañana se había pillado con el cajón de
la mesilla.
Joe subió dos escalones y la escalera empezó a temblar bajo su peso.
—Bájate. Me voy a caer.
—No puedes pensar solo en ti, ____________ —susurró él, ignorando la orden—. ¿Qué pasa si estás…?—Joe no terminó la frase.
Pero
no tenía que hacerlo porque ella sabía perfectamente de qué estaba
hablando. A ____________ ni siquiera se le había ocurrido pensar en ello
al subirse a la escalera. Y para ser sincera, creía que no había
necesidad de preocuparse. No podía estar embarazada. Era imposible
quedarse embarazada la primera vez… ¿O no?
—Vale. Ya bajo —murmuró. Cualquier cosa mejor que seguir con aquella conversación en medio del gimnasio.
Joe
se bajó de la escalera y la tomó por la cintura. ____________ tuvo que
disimular la ola de calor que le producía el contacto del hombre.
—¿Por qué no me habías dicho que ibas a venir al gimnasio? —preguntó él, sin soltarla—. Te hubiera traído yo.
—Creí que te ibas de pesca con tus hermanos.
Joe
sonrió. Meterse en un bote con sus hermanos le había parecido una idea
poco atractiva, comparada con pasar tiempo con ____________. Por
supuesto, cuando había entrado en el gimnasio y la había visto subida a
una vieja escalera que se vencía con su peso, se había dado un susto de
muerte. ¿No había tenido él oportunidad de ver y contar cada uno de sus
cardenales? Le gustaba su independencia. Le gustaba que decidiera por su
cuenta y que se involucrara de corazón en las cosas que hacía. Pero le
hubiera gustado que tuviera un poquito más de cuidado.
En aquel
momento, mirando sus ojos azules, se preguntaba cómo iba a poder vivir
el resto de su vida sin ella. Él no estaría para cuidar de que no le
pasara nada. No estaría para curar sus heridas, no estaría para oírla
reír. No estaría para abrazarla por las noches o para despertar con ella
por las mañanas.
Muy pronto estarían de vuelta en sus vidas de
siempre, en sus vidas separadas y el tiempo que habían pasado juntos no
sería más que un recuerdo. Joe levantó una mano y apartó un rizo de su
frente. ¿Podría vivir sólo con su recuerdo?
¿Era eso lo que quería?
Pero,
¿qué otra cosa podía hacer? ____________ había aceptado aquel falso
compromiso con él a regañadientes. ¿Por qué iba a aceptar un compromiso
de verdad?
De repente, su futuro le parecía negro y yermo.
—Joe, ¿me has oído?
—¿Pescar? ¿Cuando podía estar aquí colgando banderines de colores? —bromeó él—. Dámelo, yo lo colgaré.
____________
tomó la tira de papel dorado y le dio un extremo. Una vez que estuvo
colgada en la pared, Joe miró hacia abajo. ____________ estaba
sonriendo.
—Se te dan muy bien las decoraciones.
—Sí —sonrió el—. En la base, soy el rey de los banquetes de bodas.
Las últimas palabras parecieron quedarse en el aire durante mucho tiempo.
—Bueno,
capitán —dijo ____________ por fin—, no se quede ahí parado. La reunión
es mañana y aun hay mucho trabajo. No podemos perder tiempo.
Pero
eso era exactamente lo que estaban haciendo, pensaba Joe. Perder un
tiempo precioso. Estaban jugando a no ver sus sentimientos, cuando lo
que deberían hacer era aceptarlos y darle gracias a Dios por haberles
abierto los ojos.
—Si, señora —dijo, sin embargo, saludándola militarmente.
____________ soltó una carcajada y él grabó aquel sonido en su memoria.
Al día siguiente, la reunión, y después, los recuerdos sería lo único que tendría.
Al principio, había parecido una buena idea.
Dieciséis
antiguos compañeros yendo al cine la noche anterior a la reunión.
Dieciséis adultos actuando como niños, tirándose palomitas de maíz,
riendo y hablando en susurros.
Joe frunció el ceño, deseando que
____________ y él estuvieran en otra parte… donde fuera. Quería estar a
solas con ella. Quería, bueno, quería muchas cosas.
En lugar de eso,
pensaba disgustado, tenía que compartirla con la mitad de Juneport. En
la oscuridad, las imágenes de la pantalla hacían extrañas sombras sobre
las caras de sus antiguos compañeros. Joe no tenía ni idea de qué
película estaban proyectando.
____________ estaba sentada a su lado y
Joe vio que dejaba caer una lágrima. Era una mujer con las emociones a
flor de piel. Era… maravillosa.
____________ se limpió la lágrima con
la mano y, cuando él le pasó un brazo por el hombro, dejó caer la
cabeza sobre su pecho. Era tan sencillo. Tan natural.
Y, de repente, era como si estuvieran solos.
Sólo con ____________. En el cine.
Un segundo después, su mano se había deslizado hasta la suave curva de su pecho.
____________ se apretó mas contra él, dándole permiso en silencio para continuar su exploración.
En
el oscuro cine, Joe deslizó la mano por debajo de su blusa blanca.
Estaba rozando el sujetador de encaje con la punta de los dedos y la
sintió temblar. Como si fueran dos adolescentes.
Joe temblaba también.
Cuando
atravesó la delgada barrera que lo separaba de su piel, su dedo
encontró el suave pezón erecto. Joe tuvo que tragarse un gemido mientras
el protagonista de la película mataba a unos cuantos. ____________ se
movió en el asiento, apretándose más contra él, a pesar de que se estaba
clavando en el costado el brazo del asiento.
Joe acariciaba el pezón
con extremo cuidado. ____________ suspiraba suavemente y su aliento
rozaba el cuello del hombre. Él bajó un poco más la mano. Su piel era
tan suave, tan tentadora.
Aquello era una tortura para los dos… y su dolorido y erecto sexo empezaba a amenazar con hacer estallar el pantalón.
Tragando
saliva, Joe ignoró la película completamente y, con la mano libre,
empezó a acariciar sus labios. ____________ volvió la cara e,
instintivamente, empezó a chupar sus dedos.
El cine se oscurecía cada vez más porque, afortunadamente, era de noche en la película.
El deseo era como una fiebre. Duro, caliente, exigente. Tenía que poseerla. Tenía que enterrar su cuerpo en ella.
En aquel mismo instante.
—Vámonos —susurró, mirándola a los ojos. En medio de la oscuridad, podía ver la misma fiebre en los ojos de ella.
—Sí —murmuró ____________, levantándose.
Sus
compañeros empezaron a gritar cuando Joe y ____________ salían por el
pasillo del cine. A toda prisa, cruzaron el vestíbulo y salieron a la
calle para entrar en el todoterreno.
Una vez dentro del coche se
volvieron el uno hacia el otro y empezaron a besarse, frenéticos. Se
tocaban, se besaban, se mordían hasta que, jadeando, se separaron y se
quedaron mirando el uno al otro.
—¿Dónde podemos ir? —susurró ____________.
—No
lo sé —contestó él. Sabía que todos los hoteles de la ciudad estaban
ocupados y tenía que encontrar un sitio. Estaba desesperado—. Espera un
momento, ya sé.
Joe arrancó el motor con dedos nerviosos. Las luces
de las farolas eran como manchas amarillas en medio de una niebla que lo
cubría todo.
—¿Dónde? —preguntó ____________, aunque no le
importaba. No había soltado la mano de Joe, que conducía con una sola.
Que fuera cerca, rezaba. Lo más cerca posible.
Su corazón latía con
fuerza y su pulso se había acelerado hasta dejarla mareada. Nunca había
sentido aquella necesidad, aquel deseo. Quizá había estado creciendo
desde la noche en el porche de la casa de sus padres. No lo sabía. Lo
único que sabía era que tenía que estar con Joe.
Tenía que sentir que era parte de él de nuevo. Lo necesitaba como necesitaba respirar.
Deseaba otro recuerdo de él, porque unos días mas tarde, habría desaparecido de su vida.
Joe conducía a través de las familiares calles como un poseso. No había escape para ninguno de los dos y ambos lo sabían.
De
repente, soltó su mano y empezó a acariciarle la pierna. Levantando su
falda, deslizaba la mano por el bronceado muslo hasta llegar a la
braguita de encaje. Joe lanzó un gemido ronco al tocarla.
—Dios mío
—susurró ella, levantando las caderas todo lo que el cinturón de
seguridad le permitía. Cerrando los ojos, dejó que aquellas increíbles
sensaciones bañaran su cuerpo.
—____________… —murmuró él, acariciándola entre las piernas—. Necesito tocarte.
—Yo también —consiguió decir ella con un hilo de voz—. Date prisa, Joe, date prisa —añadió, echando la cabeza hacia atrás.
—Ya
casi hemos llegado —dijo él, sin dejar de jugar entre sus piernas. Y
entonces metió la mano por debajo de la frágil barrera de encaje y
empezó a acariciarla con dedos sabios que aumentaban su hambre hasta
casi hacerla estallar.
____________ abrió los ojos cuando él dio un
volantazo para entrar en el parque. La oscuridad los rodeaba. Los
árboles parecían gigantescas estatuas negras recortadas contra la
silueta del faro.
Y ____________ se dio cuenta de donde estaban… en
la zona del parque que solían llamar «el camino de los amantes». Él la
había llevado a la zona más oscura donde solo podía oírse el ruido de
las olas que chocaban contra las rocas.
Después de desabrocharse los cinturones de seguridad a toda prisa, Joe la ayudo a colocarse sobre sus piernas, de frente a él.
—____________
—murmuró su nombre una y otra vez mientras tomaba su boca como un
hombre necesitado de aliento. Un segundo después, le quitaba la blusa
con dedos nerviosos y desabrochaba el sujetador para acariciar sus
pechos. Ella arqueaba la espalda, moviendo las caderas hacia él—. No
puedo esperar, ____________ —murmuró, chupando un pezón y después el
otro—. Te necesito ahora.
—Yo también te necesito —dijo ella,
levantando la cara del hombre con las manos para mirarlo a los ojos—. Te
necesito dentro de mí.
Joe lanzo un gemido, apartándola lo
suficiente como para liberarse de los apretados vaqueros y bajarle las
braguitas. Después, buscó dentro del bolsillo del pantalón, sacó un
paquetito de aluminio y lo rompió con los dientes.
____________ miró el preservativo y después a Joe.
—Creí que no llevabas preservativos —sonrió.
—Ahora sí —admitió él, mientras se lo ponía.
—Me gusta verte haciéndolo. Es muy sexy —susurró ____________.
—Me alegro de que te guste —sonrió él.
Las
ventanillas del coche estaban llenas de vaho y les permitían tener al
menos la impresión de que estaban solos en el mundo. Y mientras su
cuerpo duro y exigente entraba en ella, Joe se dio cuenta de que no
necesitaba a nadie en el mundo si tenía a ____________.
Ella era todo lo que deseaba. Todo lo que siempre desearía. Ella era, sencillamente, todo.
No
podía dejarla escapar. No podía volver a su frío y vacío mundo. Con
riesgo o sin él, necesitaba a ____________. Quería tener la clase de
matrimonio que sus padres habían tenido. Quería hijos. Quería que el
amor fuera el centro del universo. Y para eso, necesitaba tener a
____________.
Ella se movía arriba y abajo, con la cabeza hacia
atrás, tomándolo cada vez más profundamente. Él la empujaba cada vez más
rápido, más fuerte, con más urgencia. ____________ susurró su nombre
cuando los primeros temblores empezaron a llegar y, unos segundos más
tarde, un clímax tremendo, abrumador los dejaba sin aliento.
—Te quiero —murmuró él, diciendo por primera vez en voz alta lo que nunca se hubiera creído capaz de decir.
Ella se quedó muy quieta durante un segundo y después echó la cabeza hacia atrás.
—No tienes que decir eso —murmuró.
—Ya sé que no tengo que hacerlo. Pero quiero hacerlo, ____________. Te quiero.
Lentamente, ____________ se apartó y volvió a sentarse en su asiento.
—¿No crees que estás llevando esto un poco lejos? —preguntó mientras ambos volvían a vestirse.
—Es
verdad, ____________, no es una broma —dijo él, tomando su mano—. Llevo
pensando en esto varios días. De hecho, no puedo dejar de pensar en
ello. No quiero perderte. Quiero que te cases conmigo, de verdad.
Durante
un glorioso segundo, ____________ se permitió a sí misma creer aquello.
Después, la realidad volvió a aparecer ante ella.
—No me quieres, Joe—dijo, odiando aquellas palabras—. Tú amas a la ____________ con la que has pasado unos días.
—Sí. Tú.
—Esa
no es la ____________ real —dijo ella—. Yo no soy una mujer elegante y
sofisticada. Tú no querrías a la auténtica, la mujer que nunca se pone
otra cosa que no sean pantalones vaqueros. La que prefiere quedarse en
casa leyendo un libro que salir a tomar una copa.
—Yo sé lo que
siento —insistía él. Un golpe en la ventanilla los interrumpió—. Maldita
sea —murmuró Joe, bajando la ventanilla—. Hola, Mike.
Un policía se inclinó sobre la ventanilla, sonriendo.
—¿No sois un poquito mayores para esto, Joe?
Joe miró a ____________ antes de volver a mirar a su amigo del instituto.
—Y cada vez somos más viejos —sonrió.
—Un
consejo: id a un hotel —dijo Mike. ____________ se tapó la cara con las
manos y Joe puso el coche en marcha—. Nos vemos en la reunión.
—No me lo puedo creer —murmuró ____________.
—Mira el lado bueno. Podría haber llegado hace cinco minutos.
—Mañana lo sabrá todo el mundo.
—Me alegro —dijo Joe—. Quiero que todo el mundo sepa lo que siento por ti. Quizá entonces me creas.
jonatic&diectioner
Re: Un falso novio Joe y tu TERMINADA
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa...... ahhhhh
mujer no nos tortures mas....
mujer no nos tortures mas....
@ntonella
Re: Un falso novio Joe y tu TERMINADA
@ntonella escribió:siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa...... ahhhhh
mujer no nos tortures mas....
si ustedes quieren no las torturo pero queda 1 capitulo y epilogo!!!!
jonatic&diectioner
Re: Un falso novio Joe y tu TERMINADA
ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.... no no no :( :( :(
llorareeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
....................
pero bueno mejor continua por encerio morire se no se lo que viene luego...
sigueee
llorareeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
....................
pero bueno mejor continua por encerio morire se no se lo que viene luego...
sigueee
@ntonella
Re: Un falso novio Joe y tu TERMINADA
OMJ!!! eso si que no me lo esperaba y
waaaaaaaaaaaaaaaaaa!! le dijo que la queria
ahhh muero muero muuero y lloro de felicidad
es que Joe es fantastico lo ame mas
ahiiiii es que awwww!!! soy feliz!!!!
ahhhh me encanto pliiiis!!
SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAA!!
AME EL CAP
NECESITO MAS CAP!!!!
waaaaaaaaaaaaaaaaaa!! le dijo que la queria
ahhh muero muero muuero y lloro de felicidad
es que Joe es fantastico lo ame mas
ahiiiii es que awwww!!! soy feliz!!!!
ahhhh me encanto pliiiis!!
SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAA!!
AME EL CAP
NECESITO MAS CAP!!!!
Karli Jonas
Re: Un falso novio Joe y tu TERMINADA
Siguelaaa! Pronto de verdad que Joe es tan lindo! La rayis tiene que creerle que la quiere sube cap ya quiero ver que pasa en la reunión.. :D
☎ Jimena Horan ♥
Re: Un falso novio Joe y tu TERMINADA
Hola!! Nueva Lectora y Fiel
ME ENCANTA SIGUELA ESTA INCREÍBLEMENTE HERMOSA
SIGUELA PRONTO PLEASE
ME ENCANTA SIGUELA ESTA INCREÍBLEMENTE HERMOSA
SIGUELA PRONTO PLEASE
-GrizJonasLovatoCyrus-
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