Pasado Imborrable [Joe&Tu]

_____ lo miró, perpleja.
–No... no. Yo no te deseo.
–Deja de mentirte a ti misma.
Joe tomó su cara entre las manos y, horrorizada, _____ notó que se quedaba sin
respiración.
–Joe, por favor no...
Él negó con la cabeza.
–No puedo evitarlo.
Sin soltar su cara, inclinó la cabeza para buscar sus labios en un beso apasionado y sorprendentemente tierno, como si la tensión y la animosidad que había entre ellos fuera una ilusión. Si hubiera sido un beso duro, cruel, _____ se habría apartado de inmediato, pero aquello... aquello era diferente.
Sin darse cuenta, emitió un gemido de capitulación y Joe se apretó contra ella, soltando la cinta de la coleta para acariciar su pelo.
En unos segundos, se encontró sentada sobre Joe en un sillón, con una pierna a cada lado. Dejando escapar un suspiro, _____ tuvo que poner las manos sobre su torso para no caer sobre él, pero el gesto le transmitió los fuertes latidos de su corazón y supo que estaba perdida.
Joe levantó la camiseta para tocar su piel y ella se dio cuenta de que arqueaba la espalda, pero no podía evitarlo. Estaba en otro mundo, donde la realidad no existía.
Joe le quitó la camiseta y el sujetador y, después de un segundo de vacilación, empezó a besar su cuello, su garganta, el valle entre sus pechos.
_____ temblaba de arriba abajo, deseando estar aún más cerca. Y como si él hubiera escuchado el silencioso ruego, se movió para que su entrepierna entrase en contacto con la suya.
–Eres tan preciosa... –murmuró–. Nunca te he olvidado... he soñado con esto tantas veces.
Esas palabras hicieron que _____ se derritiera. Poniendo las manos sobre sus hombros, sólo pudo gemir de placer mientras él acariciaba sus pechos y se inclinaba para pasar la lengua por una aureola antes de rozar la punta con la lengua.
Sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, empezó a desabrochar los botones de su camisa con manos febriles. Por fin, con la camisa abierta, ____ puso las manos sobre el ancho torso suave. Pero al ver un brillo de deseo en sus ojos, sintió algo parecido a la ternura que la desorientó por un momento. Y la inquietó porque era lo mismo que había sentido la noche que se acostaron juntos. Por eso, descubrir que estaba sola por la mañana y ver la fría nota había sido como una bofetada.
Pero Joe no le dio tiempo para pensar en ello porque, de nuevo, buscó su boca y la besó hasta dejarla mareada mientras metía una mano bajo la cinturilla del vaquero para acariciar sus nalgas, apretándose contra ella para que notase su erección. Y aunque la ropa actuaba como barrera, el recuerdo de lo que había sentido esa noche hizo que viera estrellitas bajo lo parpados.
Instintivamente, empezó a mover las caderas buscando más fricción. Él no dejaba de besarla, su boca tan ardiente como un volcán. Con una mano acariciaba su trasero mientras metía la otra bajo sus braguitas para acariciar el húmedo centro de su deseo mientras _____ se movía adelante y atrás.
Casi sollozando, porque sabía que Joe estaba controlándola, mostrándole lo débil que
era, _____ se dejó ir. Dejando escapar un grito, sintió unos espasmos de placer tan intensos que tuvo que agarrarse a los hombros de Joe como si fuera un ancla durante una tormenta.
Unos segundos después, cuando recuperó la cordura, vio que estaba medio desnuda en su estudio y que había tenido un orgasmo por primera vez en dos años.
_____ se apartó de un salto mientras Joe se quedaba en el sillón, con la camisa abierta y el cabello despeinado, mirándola con gesto burlón.
Agitada, tomó la camiseta del suelo y se la puso con manos temblorosas, sin importarle que estuviera del revés. O dónde estuviera su sujetador. Luego, dejando escapar un gemido de angustia, salió del estudio.
Y lo único que escuchó tras ella fue la risa de Joe.
_____ se encerró en el cuarto de baño, abrió el grifo de la ducha y se desnudó a toda prisa. Sólo cuando estuvo bajo el agua dejó escapar lágrimas de humillación y rabia. Joe había demostrado lo que quería, que él tenía el poder sobre la situación, sobre Lola y, lo peor de todo, sobre ella.
Porque si no podía pararle los pies, ¿cómo iba a protegerse a sí misma y a la niña cuando inevitablemente Joe Jonas perdiese interés y las rechazase a las dos?
Cuando por fin se calmó un poco, salió de la ducha y se puso un polo de manga corta y otros pantalones vaqueros. Después de sujetar su pelo sobre la cabeza con un prendedor se miró al espejo y, respirando profundamente, volvió al salón, donde encontró a Joe frente al ventanal.
Y, afortunadamente, la señora Wakefield no había vuelto con Lola.
Joe se volvió para mirarla y _____ maldijo que no hubiera vuelto a la oficina... sabiendo que era una hipocresía por su parte porque si lo hubiera hecho también le habría parecido criticable.
Tan tranquilo como si no hubiera pasado nada, como si no acabaran de hacer el amor en un sillón del estudio, Joe le ofreció un papel.
–¿Qué es esto?
–Un comunicado de prensa.
_____ leyó la nota:
Rico Christofides y Gypsy Butler desean anunciar que han retomado su relación por el bien de su hija, Lola.
–¿Esto es necesario?
–Absolutamente –respondió él–. Si no dijéramos nada, los periodistas no dejarían de investigar hasta descubrir quién eres, quién es Lola y cuál es nuestra relación. Si les damos esto, nos dejarán en paz.
–¿No se pondrán a investigar?
______ intentó disimular su miedo de que alguien descubriese su verdadera identidad, temiendo que Joe lo usara para reforzar su posición.
–Seguirán haciéndonos fotografías, pero no nos molestarán.
–Muy bien –dijo ella entonces–. Envía el comunicado.
–Ya lo he hecho.
–Ah, claro. Tú eres de los que actúan primero y preguntan después.
Joe se encogió de hombros.
–Sé lo que quiero y sé cómo conseguirlo. Mi chófer está abajo esperando. Él te llevará a tu apartamento para que recojas tus cosas. Trae sólo lo más imprescindible, por favor. Le pediré a mi ayudante que se encargue de enviar todo lo demás a mi casa de Atenas.
–¿Pero mi apartamento...?
–Mi ayudante informará al propietario de que te marchas.
–¿Y luego qué?
–Mañana nos iremos a Buenos Aires para el bautizo de mi sobrino. Yo soy el padrino y, además, tengo que asistir a un par de eventos...
–¿Tienes un sobrino? –lo interrumpió _____.
–Es el hijo pequeño de mi hermanastro, Rafael. Lola tiene primos, Beatriz, de cuatro años y Luis, de seis meses. Mi hermano y su mujer, Isabel, están deseando conocerte y conocer a Lola.
_____ se sintió abrumada por el descubrimiento de que tenía una familia, que iba a ser padrino de un niño... y que Lola tenía primos. Familia. Una familia a la que su hija podría no haber conocido nunca. Era algo que ella siempre había deseado: hermanos, hermanas, incluso primos. Pero tanto su padre como su madre eran hijos únicos y ella había sido la única hija de John Bastion.
Medio mareada, salió al pasillo para ponerse el abrigo antes de bajar a la calle. Cuando llegó a su apartamento, y mientras guardaba sus cosas en una caja, ____ sentía como si no fuera ella misma. Por fin, mirando alrededor, dejó escapar un suspiro. El apartamento tenía aún peor aspecto ahora que vivía en el ático de Rico. Ni siquiera ella tendría estómago para llevar allí a su hija de nuevo...
Suspirando de nuevo, comprobó que había guardado en la caja sus más preciadas posesiones: los recuerdos de su madre, las fotos y las cartas que había encontrado en el estudio de su padre después de su muerte. No quería nada más.
Se dejó caer sobre una silla un momento, emocionada, pero aunque se sentía inexplicablemente triste, no podía llorar. Temía que a pesar de todo lo que había hecho, todo lo que había sufrido, Lola estaba destinada a recibir el mismo tratamiento que había recibido ella de su padre...
Y, sin embargo, sabiendo la sorpresa que Joe debió llevarse al saber que era el padre de una niña, en ningún momento la había rechazado ni había dudado de su paternidad. Al contrario, parecía convencido de ello desde el principio. Tuvo que admitir, con desgana, que a pesar de su comportamiento autoritario, no se había portado con Lola como ella había temido.
_____ se parecía poco a su padre y también él había insistido en hacer una prueba de paternidad cuando se vio obligado a acogerla en su casa, aunque sabía de su existencia desde el principio. Con la prueba de que era hija suya, la miró sacudiendo la cabeza y le dijo:
–Sería más fácil mirarte si te parecieras a los Bastion... pero no hay nada de mí en ti. Eres igual que tu madre.
_____ parpadeó para borrar ese recuerdo. Al menos Lola se parecía a Joe. Tal vez por
eso le había sido tan fácil aceptar que era su hija.
Mirando alrededor por última vez, se levantó de la silla, tomó sus bolsas y salió de allí para no volver más. Mientras volvía al ático, para enfrentarse con Joe, y con el futuro que tenía preparado para ellas, las emociones que experimentaba eran mucho más ambiguas de lo que querría reconocer.
Al día siguiente, después de subir a un lujoso avión privado, _____ recordó lo que había pasado esa mañana. Mientras se preparaban para su viaje a Argentina, Joe le había recordado que debían cambiar el apellido en la partida de nacimiento de Lola... pero también había empezado a darle órdenes.
–Los paparazzi están fuera y van a hacernos fotografías, así que te agradecería que te pusieras alguno de los vestidos que he comprado para ti. Y en Buenos Aires tendremos que acudir a un par de cenas... por no hablar del bautizo.
En otras palabras, que debía vestirse para hacer el papel. Y también le estaba diciendo que esperaba que acudiera a esos eventos como su acompañante.
_____ se volvió hacia él, pero estaba ocupado leyendo unos papeles y tuvo que contener un suspiro mientras miraba por la ventanilla. Y al ver cómo se alejaban de Inglaterra poco a poco, sintió como si alguien la hubiese atrapado en una red de la que no podía escapar.
Después de corretear de un lado a otro durante un par de horas, Lola se había quedado dormida en uno de los lujosos asientos de piel, con el cinturón de seguridad puesto.
____ miró a Joe de nuevo y se puso colorada al ver que él estaba mirándola.
–¿Todo bien?
–Sí, claro... ¿pero estás sugiriendo que aparezcamos en público juntos... como una pareja?
–He enviado un comunicado de prensa diciendo que hemos retomado nuestra relación, de modo que sí. Necesito una acompañante y últimamente no he encontrado a nadie que pudiera hacer ese papel.
El corazón de _____ se aceleró.
–¿La pelirroja no podía acompañarte?
Joe sonrió y esa sonrisa lo hizo parecer más joven, más alegre. –Pareces tener mucho interés por mi amiga. ¿Se habría acostado con ella? _____ no quería saberlo... o no debería querer saberlo, pero le importaba.
–No me interesa en absoluto –mintió–. Sólo quería saber qué papel debo hacer.
–Yo diría que, siendo la madre de mi hija y la persona que comparte cama conmigo, está muy claro. Pero si te sirve de consuelo, no me acosté con la pelirroja esa noche. Verte otra vez me dejó impotente.
_____ se puso colorada.
–No voy a compartir tu cama, Joe.
Él se encogió de hombros.
–Los dos sabemos que si empezara a besarte ahora mismo, serías mía en cinco minutos. Pero, por respeto a nuestra hija, no voy a hacerlo.
______ contuvo una réplica grosera... pero no podía dejar de imaginar a Joe tomándola
en brazos para llevarla a la cama, su piel morena en contraste con la suya, tan pálida...
¿Qué le pasaba?
Nerviosa, se levantó para ir al baño. Una vez allí, se lavó la cara y su pulso por fin volvió a la normalidad. Le daba pánico acostarse con Joe porque sabía que eso destrozaría sus precarias defensas... ya tenía suficiente control sobre su vida, demasiado control. Si la tenía a ella, entonces lo tendría todo.
Había sido demasiado joven para luchar contra su padre y John Bastion casi había logrado borrar su identidad. No podía olvidar eso. Tenía que ser fuerte con Rico para preservarse a sí misma. Y a Lola. Tenía que hacerlo.
______ despertó cuando alguien tocó su hombro y se encontró con los ojazos grises de Lola... y los de Joe, que la tenía en brazos.
–Mami...
_____ sonrió, sorprendida al darse cuenta de que Joe se había hecho cargo de la niña como si fuera lo más natural del mundo.
–Vamos a aterrizar enseguida. Abróchate el cinturón de seguridad.
–Ah, muy bien.
_____ se daba cuenta de que parecía muy cómodo con Lola, cada día más seguro. Había tapado su carita con la mano cuando salieron del ático y los paparazzi empezaron a hacer fotografías...
Esa faceta de Joe era algo que no había anticipado y, aunque sabía que sería algo temporal, mientras durase la novedad, la desconcertaba más de lo que quería admitir.
–¿Siempre has querido tener hijos? –le preguntó.
–¿Por qué lo preguntas?
–Porque pareces muy cómodo con Lola.
Joe miró a la niña, que estaba sentada sobre sus rodillas jugando con su corbata y, de repente, supo que no permitiría que nadie le hiciese daño, que daría su vida por ella.
Pero la pregunta lo había sorprendido. Él nunca había pensado tener hijos, de hecho no había querido tenerlos. ¿Cómo podía explicarle que el concepto de paternidad era algo ignoto para él porque no tenía una buena experiencia?
Sin embargo, el día que vio a Lola por primera vez supo instintivamente lo que era. Y, al hacerlo, sintió el dolor que su propio padre debía haber sentido. Y odió más a su padrastro por haber sido tan cruel.
Debería odiar a _____ por haberle negado ese derecho básico... pero no la odiaba.
Aunque no iba a decirle eso a la mujer que estaba sentada frente a él, la mujer a la que había estado mirando mientras dormía, con ese aspecto tan inocente. Había tenido que hacer un esfuerzo para no tomarla en brazos y llevarla a la alcoba que servía como dormitorio para saciar su deseo. La deseaba de tal modo... quería controlarse, ser inmune a sus encantos, pero su belleza salvaje lo atraía tanto como el día que la conoció.
–Que quisiera tener hijos o no ya no es relevante. Lola es mi hija y la razón por la que estoy cómodo con ella es que es mía, mi propia sangre. Y te aseguro que haré todo lo posible para protegerla.