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Pasado Imborrable [Joe&Tu]
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Pasado Imborrable [Joe&Tu]
Hola esta es mi primera adaptación, espero les guste. les dejo el argumento, comenten si les gusto para subir el primer capitulo (:
Nombre: Pasado Imborrable - Joe Jonas y Tu
Autor: Abby Green
Adaptación: Si , es de un libro
Género: Es drama , y Hot
Advertencias: Tiene capítulos subidos de tono
Otras páginas: No.
Argumento:
Cuando se quedó embarazada tras pasar una noche con el famoso magnate, Joe Jonas, ___ Butler tomó la decisión de evitarle a su hija una infancia tan terrible como la suya. Pero un encuentro sorpresa con Joe estuvo a punto de dar al traste con ese plan…
Joe no había olvidado, ni perdonado, a la única mujer que había conseguido derribar sus defensas. Y al descubrir que había sido padre, nada le impediría que reclamara a su hija… aunque ___ dijera querer su libertad.
Nombre: Pasado Imborrable - Joe Jonas y Tu
Autor: Abby Green
Adaptación: Si , es de un libro
Género: Es drama , y Hot
Advertencias: Tiene capítulos subidos de tono
Otras páginas: No.
Argumento:
Cuando se quedó embarazada tras pasar una noche con el famoso magnate, Joe Jonas, ___ Butler tomó la decisión de evitarle a su hija una infancia tan terrible como la suya. Pero un encuentro sorpresa con Joe estuvo a punto de dar al traste con ese plan…
Joe no había olvidado, ni perdonado, a la única mujer que había conseguido derribar sus defensas. Y al descubrir que había sido padre, nada le impediría que reclamara a su hija… aunque ___ dijera querer su libertad.
Ed Sheeran
Re: Pasado Imborrable [Joe&Tu]
Hola perdón por tardar en subir, dos comentarios y subo la continuación (:
Capitulo I
Joe Jonas intentaba contener su irritación y prestar atención a la mujer con la que estaba cenando. ¿Qué le pasaba? Estaba en uno de los restaurantes más exclusivos de Londres, cenando con una de las mujeres más bellas del mundo. Pero era como si alguien hubiese bajado el sonido y sólo pudiera escuchar los latidos de su corazón.
Veía a Elena gesticulando y hablando con una alegría que le parecía exagerada mientras movía la sedosa melena pelirroja por encima de su hombro, dejando el otro al descubierto. Lo hacía para seducirlo, pero no lo estaba consiguiendo.
Él conocía todos esos gestos. Había visto a innumerables mujeres hacerlos durante años y siempre le habían gustado. Pero en aquel momento no sentía ningún deseo por aquella mujer y lamentaba el impulso de llamarla cuando supo que estaría en Londres unos días.
Curiosamente, se sentía arrebatado por un interesante recuerdo. Joe miró a una de las camareras y, de inmediato, algo en su manera de moverse lo había llevado atrás en el tiempo, dos años atrás exactamente. Se encontró pensando en la única mujer que no era como las demás, la única que había conseguido romper el rígido muro de defensas que había construido alrededor de sí mismo.
Por una noche.
Joe apretó los puños bajo la mesa. Estaba pensando en ella porque había vuelto a Londres por primera vez desde esa noche, pero se obligó a sí mismo a sonreír en respuesta a algo que Elena había dicho. Y, afortunadamente, ella siguió hablando.
La noche que conoció a ____, si ése era su nombre verdadero, estuvo a punto de decirle quién era, pero ella había puesto una mano sobre su boca.
–No quiero saber quién eres.
Joe la había mirado, escéptico. Seguramente sabía quién era, ya que había salido en los periódicos durante toda la semana... pero era tan joven, tan guapa, tan encantadora, tan pura. Y por primera vez en su vida, apartó a un lado su cinismo y sus sospechas, sus constantes compañeras, y contestó:
–Muy bien, seductora... ¿qué tal si decimos nuestros nombres de pila?
Antes de que ella pudiese decir nada, y aún creyendo de manera arrogante que sabía quién era, le ofreció su mano:
–Joe... a tu servicio.
Ella estrechó su mano, pero vaciló un segundo antes de decir:
–Me llamo ____.
Un nombre inventado, por supuesto. Tenía que serlo. Joe rió e incluso en aquel momento, dos años después, recordaba lo extraña que le había parecido esa risa, esa sensación.
–Como tú quieras, pero ahora mismo estoy interesado en algo más que tu nombre...
Alguien soltó una carcajada en la mesa de al lado, devolviendo a Joe al presente. Pero aun así, sintió una punzada de deseo al recordar el roce de su piel, sus corazones latiendo al unísono, el abrazo íntimo, tan ardiente que tuvo que hacer un esfuerzo para mantener el
control. Y luego ella había dejado escapar un gemido, cerrándose a su alrededor, su cuerpo sacudido por los espasmos, y él perdió la cabeza como nunca la había perdido antes.
–Joe, cariño... –Elena estaba haciendo pucheros con esos labios demasiado rojos–. Estás a kilómetros de aquí. Por favor, dime que no estás pensando en tu aburrido trabajo.
Joe intentó sonreír. Era su aburrido trabajo, y los millones que ganaba en el proceso, lo que hacía que las mujeres como Elena lo persiguieran. A pesar de ello, se movió incómodo en el asiento, pensando que estaba excitado no por la mujer que lo acompañaba sino por el recuerdo de otra, un fantasma del pasado. Porque ese fantasma era la única mujer que no había caído a sus pies.
Al contrario, ____ había intentado alejarse de él. Y luego, a la mañana siguiente, se había alejado definitivamente. Claro que él la había dejado sola en la suite. Sentía remordimientos por haberlo hecho y Joe Jonas no tenía remordimientos.
De nuevo, intentó sonreír mientras apretaba la mano de Elena. Y ella prácticamente ronroneó.
Joe iba a pedirle más vino a la camarera cuando su cuerpo reaccionó de manera inexplicable, como si sintiera algo que su cerebro aún no había registrado.
Era la camarera en la que se había fijado antes, la que había despertado un torrente de recuerdos.
¿Se estaría volviendo loco? A su alrededor notaba un aroma evocador... algo que había quedado en el aire, tras ella.
–¿Qué perfume llevas, Elena?
–Poison, de Dior –respondió ella, inclinándose seductoramente–. ¿Te gusta?
No, no era su perfume. Rico levantó la mirada de nuevo para buscar a la camarera, que estaba tomando nota en una mesa cercana. Ese evocador aroma le recordaba a...
Abruptamente, Elena se levantó de la silla.
–Voy al lavabo. Y, con un poco de suerte, cuando vuelva no estarás tan distraído.
A pesar del tono de reproche, Joe no se molestó en levantar la mirada. Se había quedado transfigurado por la camarera que estaba a unos metros. Tenía una figura muy bonita de nalgas firmes y definidas bajo el uniforme, que escondía unas piernas bien torneadas y unos tobillos delgados.
Joe miró la camisa blanca, el pelo de color castaño oscuro, pero que seguramente parecería más claro a la luz del sol. Era muy rizado y lo llevaba sujeto en un moño, pero podía imaginarlo cuando estuviera suelto. Casi igual que el pelo de...
Entonces sacudió la cabeza. ¿Por qué el recuerdo de ____ era tan vívido esa noche?
La joven se giró un poco para hablar con un cliente y sólo entonces Joe pudo ver su perfil. Una nariz pequeña, recta, una barbilla decidida y una boca de labios gruesos...
Tenía que ser ella. No estaba volviéndose loco.
Todo pareció ocurrir a cámara lenta cuando por fin la joven se volvió en su dirección. Estaba mirando su cuaderno, anotando algo mientras pasaba a su lado y, sin pensar, ____ se levantó para tomarla del brazo.
____ se volvió al notar esa mano en su brazo y, de repente, se encontró con unos ojos
grises. Unos ojos grises que ella conocía bien.
Y sus pulmones dejaron de funcionar.
No podía ser él. Tenía que estar soñando... o era una pesadilla. Estaba tan cansada que no le extrañaría nada haberse quedado dormida mientras trabajaba.
Pero estaba mirando unos ojos del mismo color que los de... era él. El hombre que había aparecido en sus sueños durante casi dos años. Joe Jonas, medio griego, medio argentino, empresario multimillonario, una leyenda.
–Eres tú –dijo él, con voz ronca.
____ tragó saliva. Una vocecita le decía que se fuera, que saliera corriendo, que escapase de allí.
Pero sentía como si estuviera bajo el agua. Lo único que podía ver eran esos ojos, del color del cielo durante una tormenta, clavándose en su alma. El pelo negro, la nariz ligeramente torcida, las cejas oscuras, la mandíbula marcada... todo era tan familiar. Salvo que sus sueños no le habían hecho justicia.
Era tan alto, sus hombros tan anchos que no podía ver lo que había detrás de él.
Absurdamente, recordó la pena que había sentido por la mañana, al ver que se había ido dejando una nota que decía: la habitación está pagada. Joe.
Alguien carraspeó a su lado, pero Joe no se movió y ____ no podía apartar la mirada. Su mundo estaba haciéndose pedazos a su alrededor.
–¿Joe? ¿Ocurre algo?
Era una voz de mujer; una voz que confirmaba lo que ____ no había querido saber. Y debía ser la impresionante pelirroja que había visto unos minutos antes. No podía creer que hubiera pasado al lado de Joe sin verlo...
Pero él no dejaba de mirarla.
–Eres tú.
____ sacudió la cabeza, intentando decir algo que tuviera sentido, algo que la sacara de aquel extraño estupor. Después de todo, sólo había sido una noche, unas horas. ¿Cómo podía recordarla un hombre como él? ¿Por qué querría recordarla? ¿Y cómo podía ella sentir ese fiero deseo?
–Lo siento, debe confundirme con otra persona.
____ soltó su brazo y se dirigió a la sala de empleados, temiendo ponerse a vomitar allí mismo. Respirando profundamente sobre el lavabo, lo único que deseaba era salir corriendo.
Desde que descubrió que estaba embarazada había sabido que algún día tendría que decirle a joe jonas que tenía una hija. Una hija de quince meses con los ojos del mismo color que los de su padre.
____ volvió a sentir náuseas, pero intentó controlarlas.
Recordaba el terror que había sentido ante la idea de convertirse en madre y, al mismo tiempo, la inmediata y profunda conexión con el bebé que crecía en su interior.
Había visto cómo trataba Joe Jonas a las mujeres que se atrevían a presentar una demanda de paternidad y no tenía el menor deseo de exponerse a esa humillación pública. Aunque estuviera absolutamente segura de que podría demostrar que él era el padre. ***
Veía a Elena gesticulando y hablando con una alegría que le parecía exagerada mientras movía la sedosa melena pelirroja por encima de su hombro, dejando el otro al descubierto. Lo hacía para seducirlo, pero no lo estaba consiguiendo.
Él conocía todos esos gestos. Había visto a innumerables mujeres hacerlos durante años y siempre le habían gustado. Pero en aquel momento no sentía ningún deseo por aquella mujer y lamentaba el impulso de llamarla cuando supo que estaría en Londres unos días.
Curiosamente, se sentía arrebatado por un interesante recuerdo. Joe miró a una de las camareras y, de inmediato, algo en su manera de moverse lo había llevado atrás en el tiempo, dos años atrás exactamente. Se encontró pensando en la única mujer que no era como las demás, la única que había conseguido romper el rígido muro de defensas que había construido alrededor de sí mismo.
Por una noche.
Joe apretó los puños bajo la mesa. Estaba pensando en ella porque había vuelto a Londres por primera vez desde esa noche, pero se obligó a sí mismo a sonreír en respuesta a algo que Elena había dicho. Y, afortunadamente, ella siguió hablando.
La noche que conoció a ____, si ése era su nombre verdadero, estuvo a punto de decirle quién era, pero ella había puesto una mano sobre su boca.
–No quiero saber quién eres.
Joe la había mirado, escéptico. Seguramente sabía quién era, ya que había salido en los periódicos durante toda la semana... pero era tan joven, tan guapa, tan encantadora, tan pura. Y por primera vez en su vida, apartó a un lado su cinismo y sus sospechas, sus constantes compañeras, y contestó:
–Muy bien, seductora... ¿qué tal si decimos nuestros nombres de pila?
Antes de que ella pudiese decir nada, y aún creyendo de manera arrogante que sabía quién era, le ofreció su mano:
–Joe... a tu servicio.
Ella estrechó su mano, pero vaciló un segundo antes de decir:
–Me llamo ____.
Un nombre inventado, por supuesto. Tenía que serlo. Joe rió e incluso en aquel momento, dos años después, recordaba lo extraña que le había parecido esa risa, esa sensación.
–Como tú quieras, pero ahora mismo estoy interesado en algo más que tu nombre...
Alguien soltó una carcajada en la mesa de al lado, devolviendo a Joe al presente. Pero aun así, sintió una punzada de deseo al recordar el roce de su piel, sus corazones latiendo al unísono, el abrazo íntimo, tan ardiente que tuvo que hacer un esfuerzo para mantener el
control. Y luego ella había dejado escapar un gemido, cerrándose a su alrededor, su cuerpo sacudido por los espasmos, y él perdió la cabeza como nunca la había perdido antes.
–Joe, cariño... –Elena estaba haciendo pucheros con esos labios demasiado rojos–. Estás a kilómetros de aquí. Por favor, dime que no estás pensando en tu aburrido trabajo.
Joe intentó sonreír. Era su aburrido trabajo, y los millones que ganaba en el proceso, lo que hacía que las mujeres como Elena lo persiguieran. A pesar de ello, se movió incómodo en el asiento, pensando que estaba excitado no por la mujer que lo acompañaba sino por el recuerdo de otra, un fantasma del pasado. Porque ese fantasma era la única mujer que no había caído a sus pies.
Al contrario, ____ había intentado alejarse de él. Y luego, a la mañana siguiente, se había alejado definitivamente. Claro que él la había dejado sola en la suite. Sentía remordimientos por haberlo hecho y Joe Jonas no tenía remordimientos.
De nuevo, intentó sonreír mientras apretaba la mano de Elena. Y ella prácticamente ronroneó.
Joe iba a pedirle más vino a la camarera cuando su cuerpo reaccionó de manera inexplicable, como si sintiera algo que su cerebro aún no había registrado.
Era la camarera en la que se había fijado antes, la que había despertado un torrente de recuerdos.
¿Se estaría volviendo loco? A su alrededor notaba un aroma evocador... algo que había quedado en el aire, tras ella.
–¿Qué perfume llevas, Elena?
–Poison, de Dior –respondió ella, inclinándose seductoramente–. ¿Te gusta?
No, no era su perfume. Rico levantó la mirada de nuevo para buscar a la camarera, que estaba tomando nota en una mesa cercana. Ese evocador aroma le recordaba a...
Abruptamente, Elena se levantó de la silla.
–Voy al lavabo. Y, con un poco de suerte, cuando vuelva no estarás tan distraído.
A pesar del tono de reproche, Joe no se molestó en levantar la mirada. Se había quedado transfigurado por la camarera que estaba a unos metros. Tenía una figura muy bonita de nalgas firmes y definidas bajo el uniforme, que escondía unas piernas bien torneadas y unos tobillos delgados.
Joe miró la camisa blanca, el pelo de color castaño oscuro, pero que seguramente parecería más claro a la luz del sol. Era muy rizado y lo llevaba sujeto en un moño, pero podía imaginarlo cuando estuviera suelto. Casi igual que el pelo de...
Entonces sacudió la cabeza. ¿Por qué el recuerdo de ____ era tan vívido esa noche?
La joven se giró un poco para hablar con un cliente y sólo entonces Joe pudo ver su perfil. Una nariz pequeña, recta, una barbilla decidida y una boca de labios gruesos...
Tenía que ser ella. No estaba volviéndose loco.
Todo pareció ocurrir a cámara lenta cuando por fin la joven se volvió en su dirección. Estaba mirando su cuaderno, anotando algo mientras pasaba a su lado y, sin pensar, ____ se levantó para tomarla del brazo.
____ se volvió al notar esa mano en su brazo y, de repente, se encontró con unos ojos
grises. Unos ojos grises que ella conocía bien.
Y sus pulmones dejaron de funcionar.
No podía ser él. Tenía que estar soñando... o era una pesadilla. Estaba tan cansada que no le extrañaría nada haberse quedado dormida mientras trabajaba.
Pero estaba mirando unos ojos del mismo color que los de... era él. El hombre que había aparecido en sus sueños durante casi dos años. Joe Jonas, medio griego, medio argentino, empresario multimillonario, una leyenda.
–Eres tú –dijo él, con voz ronca.
____ tragó saliva. Una vocecita le decía que se fuera, que saliera corriendo, que escapase de allí.
Pero sentía como si estuviera bajo el agua. Lo único que podía ver eran esos ojos, del color del cielo durante una tormenta, clavándose en su alma. El pelo negro, la nariz ligeramente torcida, las cejas oscuras, la mandíbula marcada... todo era tan familiar. Salvo que sus sueños no le habían hecho justicia.
Era tan alto, sus hombros tan anchos que no podía ver lo que había detrás de él.
Absurdamente, recordó la pena que había sentido por la mañana, al ver que se había ido dejando una nota que decía: la habitación está pagada. Joe.
Alguien carraspeó a su lado, pero Joe no se movió y ____ no podía apartar la mirada. Su mundo estaba haciéndose pedazos a su alrededor.
–¿Joe? ¿Ocurre algo?
Era una voz de mujer; una voz que confirmaba lo que ____ no había querido saber. Y debía ser la impresionante pelirroja que había visto unos minutos antes. No podía creer que hubiera pasado al lado de Joe sin verlo...
Pero él no dejaba de mirarla.
–Eres tú.
____ sacudió la cabeza, intentando decir algo que tuviera sentido, algo que la sacara de aquel extraño estupor. Después de todo, sólo había sido una noche, unas horas. ¿Cómo podía recordarla un hombre como él? ¿Por qué querría recordarla? ¿Y cómo podía ella sentir ese fiero deseo?
–Lo siento, debe confundirme con otra persona.
____ soltó su brazo y se dirigió a la sala de empleados, temiendo ponerse a vomitar allí mismo. Respirando profundamente sobre el lavabo, lo único que deseaba era salir corriendo.
Desde que descubrió que estaba embarazada había sabido que algún día tendría que decirle a joe jonas que tenía una hija. Una hija de quince meses con los ojos del mismo color que los de su padre.
____ volvió a sentir náuseas, pero intentó controlarlas.
Recordaba el terror que había sentido ante la idea de convertirse en madre y, al mismo tiempo, la inmediata y profunda conexión con el bebé que crecía en su interior.
Había visto cómo trataba Joe Jonas a las mujeres que se atrevían a presentar una demanda de paternidad y no tenía el menor deseo de exponerse a esa humillación pública. Aunque estuviera absolutamente segura de que podría demostrar que él era el padre. ***
Ed Sheeran
Re: Pasado Imborrable [Joe&Tu]
nueva lectora, se ve muy interesante, siguelaaaaaaaaaaaa
PD: una pregunta, vas a seguir esta nove
https://onlywn.activoforo.com/t8018-un-secuestro-sexo-y-amor-nuevo-capitulo
PD: una pregunta, vas a seguir esta nove
https://onlywn.activoforo.com/t8018-un-secuestro-sexo-y-amor-nuevo-capitulo
victoriaruland
Re: Pasado Imborrable [Joe&Tu]
PERDON PERDON PERDON PERDON Y MAS PERDONES POR TARDAR, ENSERIO NO ERA MI INTENCION PERO EL COLEGIO ME ABSORBE MUCHO TIEMPO, ADEMAS QUE AHORA HASTA CAMARA SE VAN A PONER EN LAS AULAS PARA CONTROLARNOS MAS, PUEDEN CREER? CAMARAS!! ASH! ODIO A LA DIRECTORA. EN FIIIIIIN, YA NO LAS DISTRAIGO MAS Y ESPERO QUE DISFRUTEN DE LA CONTINUECION. Una Pregunta... ¿Quieren maratón? =)
Capitulo I (Continuación)
Embarazada, y sintiéndose extremadamente vulnerable ante la posible reacción de Joe Jonas, ____ había tomado la difícil decisión de tener a Lola sin decirle nada. Quería estar en buena posición cuando se pusiera en contacto con él. Trabajar como camarera, aunque fuese en un restaurante de lujo, no era la situación ideal para lidiar con alguien tan poderoso como él.
Y si no se marchaba de allí inmediatamente, Joe Jonas recordaría a la mujer que había sucumbido a la tentación de acostarse con él.
Tomando una decisión, aunque sabía que lo hacía empujada por el pánico, ____ se lavó la cara y fue a buscar a su jefe.
–Tom, por favor –le suplicó. Ella odiaba mentir, especialmente usando a su hija para ello, pero no tenía alternativa–. Tengo que irme a casa. Lola se ha puesto enferma y...
Su jefe se pasó una mano por el pelo.
–Tú sabes que hoy andamos cortos de personal. ¿No puedes esperar una hora?
____ negó con la cabeza.
–No, lo siento, Tom. De verdad, si pudiera quedarme...
–Yo también lo siento. No quiero hacerlo, pero has llegado tarde todos los días durante las últimas dos semanas.
____ iba a protestar, a decir algo sobre las inflexibles horas de la persona que cuidaba de Lola, pero su jefe la interrumpió:
–Eres una buena camarera, pero si te vas ahora, me temo que no tendrás un puesto de trabajo al que volver. Es así de sencillo.
____ recordó entonces lo que había sentido al descubrir que el hombre con el que había pasado la noche era uno de los hombres más poderosos del mundo y volvió a sentir una ola de náuseas.
La idea de volver al salón e intentar trabajar con normalidad era inconcebible, de modo que Tom la despediría de todas formas porque acabaría tirando la sopa sobre algún cliente o derramando el vino...
____ negó con la cabeza, anticipando el horror de tener que buscar otro trabajo y dando las gracias en silencio por tener algunos ahorros en el banco. Al menos podría subsistir durante unas semanas...
–Lo siento mucho, pero tengo que irme.
Su jefe se encogió de hombros.
–Yo también lo siento porque no me dejas otra opción.
Con un nudo en la garganta, ____ tomó su bolso y salió al callejón oscuro y húmedo en la parte trasera del lujoso restaurante.
Más tarde, Joe estaba en el salón de su ático con las manos en los bolsillos del pantalón. Su pulso seguía acelerado y no tenía nada que ver con la hermosa mujer de la que se había despedido después de la cena y sí con la bonita camarera que había desaparecido de repente.
La primera vez también había desaparecido, pero entonces había sido culpa suya.
Seguía sorprendiéndolo haber bajado la guardia de esa manera con ella y se recordaba a sí mismo mirándola dormir, atónito por la profundidad de su deseo y por la apasionada
respuesta de ella.
Eso, y el abrumador deseo de protegerla, había hecho que saliera de la habitación como si lo persiguieran los sabuesos del infierno. Él nunca se sentía protector o posesivo con las mujeres. Pero esa noche, en cuanto la reconoció, el deseo había nacido de nuevo, como si no hubiera pasado el tiempo. Y ella había salido corriendo otra vez.
Joe sacó un papel del bolsillo del pantalón. El gerente del restaurante le había dado su nombre y su gente ya la había localizado. Ahora tenía la dirección de ____ Butler... porque aparentemente era su nombre verdadero.
Y pronto descubriría qué era lo que encontraba tan atractivo en la mujer con la que se había acostado una noche, dos años antes y por qué demonios ____ sentía la necesidad de escapar de él.
A la mañana siguiente, mientras ____ volvía a casa del supermercado empujando el cochecito de Lola, seguía angustiada por lo que había ocurrido la noche anterior.
Había visto a Joe Jonas y había perdido su trabajo.
Las dos cosas que más miedo le daban habían ocurrido al mismo tiempo. Pero no había tenido más remedio que marcharse porque no estaba en condiciones de lidiar con Joe Jonas. Le temblaron las piernas al recordar su rostro y el efecto instantáneo que había ejercido en ella.
Seguía siendo tan devastadoramente guapo como el día que lo conoció en la discoteca, dos años antes.
La noche que conoció a Joe había sido una noche especial, totalmente nueva para ella. La había pillado al principio de una nueva vida, cuando intentaba olvidar años de dolor. Estaba en un momento muy vulnerable y había sido presa fácil para un seductor como Joe Jonas, aunque entonces no sabía quién era: un magnate y playboy conocido en el mundo entero.
Si hubiera ido vestido como los demás, con una camisa planchada y un pantalón sastre, habría sido fácil no fijarse en él. Pero no iba vestido así; llevaba una camiseta y unos vaqueros gastados que abrazaban sus piernas de un modo que era casi indecente. Alto y moreno, tenía un aire de peligrosa sexualidad que hacía que todos los demás hombres pareciesen anémicos por comparación.
Eso sólo lo convertía en un hombre espectacular, pero había sido algo más. Había sido la intensidad de su mirada... clavada en ella.
Aquella noche estaba celebrando algo importante en su vida: que por fin se había librado de su padre y de su corrupto legado. Cuando murió seis meses antes había sentido más vacío que pena por el hombre que jamás le había mostrado afecto.
Pero cuando el guapísimo extraño se acercó a ella en la discoteca, los malos recuerdos y las penas habían volado.
Era demasiado guapo, demasiado oscuro, demasiado sexy... demasiado todo para alguien como ella. Y su forma de mirarla mientras se acercaba le había dado pánico.
Pero, como si estuviera clavada al suelo por un hechizo, no había sido capaz de moverse.
Era casi como si hubiera algo elemental entre ellos, algo primitivo. Como si aquel hombre estuviera reclamándola como suya. Y era totalmente ridículo sentir algo así un viernes cualquiera en una discoteca en el centro de Londres.
–¿Por qué has dejado de bailar? –le había preguntado él.
Tenía un ligero acento, de modo que era extranjero...
____ había sentido un cosquilleo de excitación al ver sus ojos grises en contraste con su piel morena. Era algo tan extraño para ella que quiso apartarse... pero entonces alguien la empujó sin querer y él la sujetó.
De inmediato, había sentido un escalofrío en la espina dorsal. ____ levantó la mirada, perpleja, y al mirarlo a los ojos había sentido auténtico miedo... no miedo por su seguridad sino un miedo irracional a lo desconocido.
–En realidad, ya me iba...
–Pero si acabas de llegar.
Había estado mirándola desde que entró en la discoteca y ____ tragó saliva al pensar cómo había estado bailando, como si nadie pudiese verla.
–Si insistes en marcharte, me iré contigo.
–Pero no puedes... ni siquiera me conoces.
–Entonces baila conmigo.
Que no estuviera borracho, que no estuviera ligando con ella como hacían otros hombres, había hecho que la petición fuera irresistible.
____ volvió a la realidad cuando tuvo que detenerse en un semáforo. No necesitaba recordar su patético intento de resistencia antes de aceptar, básicamente para que la soltase.
Pero había tenido el efecto contrario. Después de bailar con él, tan cerca que su cuerpo se cubrió de sudor, el extraño se inclinó para decirle al oído:
–¿Sigues queriendo mancharte?
Ella negó con la cabeza, sin dejar de mirarlo a los ojos, fascinada. Lo deseaba con una fuerza totalmente desconocida para ella.
Había dejado que tomase su mano para salir de la discoteca, viéndolo como un símbolo de los eventos de aquel día. El día en el que, por fin, se había librado de todo lo que la había unido a su padre.
Se había dejado seducir por él... y a la mañana siguiente se había encontrado sola en la habitación del hotel, como una basura. Recordaba la nota que había dejado sobre la mesilla y lo mal que se había sentido... como si lo único que faltase fuera un montón de billetes sobre la cama.
Soltando un bufido de rabia por haber dejado que un hombre como él, un hombre poderoso como su padre, la sedujera, ____ cruzó la calle cuando el semáforo se puso en verde. Con un poco de suerte, Joe Jonas se habría distraído con la pelirroja con la que estaba cenando y se habría olvidado de ella.
«Pero se acordaba de ti después de dos años».
Cualquier otra mujer se habría sentido halagada de que un hombre como él no la hubiese olvidado, pero ____ sólo sentía miedo. ¿Por qué un hombre como Joe Jonas
recordaba a una mujer como ella?
Poco después llegó a su casa, un bloque de pisos baratos con un grupo de chicos malencarados sentado en los escalones. Aunque había disfrutado de su libertad tras la muerte de su padre, y aunque no le habría importado nada si sólo tuviera que preocuparse de sí misma, le molestaba que su casa estuviera en la peor zona de Londres. Incluso el parque cercano estaba destrozado por los vándalos.
____ suspiró. De no haber sido por su decisión de rechazar el dinero de su padre, en aquel momento estaría viviendo en un sitio mucho mejor.
Pero ella no podría haber vivido del dinero de John Bastion y jamás se le había ocurrido pensar que se quedaría embarazada después de pasar una sola noche con un...
Su corazón se detuvo durante una décima de segundo y no por culpa de los chicos que estaban sentados en los escalones del portal sino por el deportivo aparcado en la puerta.
El lujoso coche negro con ventanillas tintadas podría ser de algún gángster del barrio, pero ____ supo inmediatamente que no era así. Los gángsteres de la zona sólo podían soñar con un coche como aquél.
Y el corazón pareció a punto de salirse de su pecho al ver a un hombre alto, moreno y atlético salir del coche.
Joe Jonas. ***
Embarazada, y sintiéndose extremadamente vulnerable ante la posible reacción de Joe Jonas, ____ había tomado la difícil decisión de tener a Lola sin decirle nada. Quería estar en buena posición cuando se pusiera en contacto con él. Trabajar como camarera, aunque fuese en un restaurante de lujo, no era la situación ideal para lidiar con alguien tan poderoso como él.
Y si no se marchaba de allí inmediatamente, Joe Jonas recordaría a la mujer que había sucumbido a la tentación de acostarse con él.
Tomando una decisión, aunque sabía que lo hacía empujada por el pánico, ____ se lavó la cara y fue a buscar a su jefe.
–Tom, por favor –le suplicó. Ella odiaba mentir, especialmente usando a su hija para ello, pero no tenía alternativa–. Tengo que irme a casa. Lola se ha puesto enferma y...
Su jefe se pasó una mano por el pelo.
–Tú sabes que hoy andamos cortos de personal. ¿No puedes esperar una hora?
____ negó con la cabeza.
–No, lo siento, Tom. De verdad, si pudiera quedarme...
–Yo también lo siento. No quiero hacerlo, pero has llegado tarde todos los días durante las últimas dos semanas.
____ iba a protestar, a decir algo sobre las inflexibles horas de la persona que cuidaba de Lola, pero su jefe la interrumpió:
–Eres una buena camarera, pero si te vas ahora, me temo que no tendrás un puesto de trabajo al que volver. Es así de sencillo.
____ recordó entonces lo que había sentido al descubrir que el hombre con el que había pasado la noche era uno de los hombres más poderosos del mundo y volvió a sentir una ola de náuseas.
La idea de volver al salón e intentar trabajar con normalidad era inconcebible, de modo que Tom la despediría de todas formas porque acabaría tirando la sopa sobre algún cliente o derramando el vino...
____ negó con la cabeza, anticipando el horror de tener que buscar otro trabajo y dando las gracias en silencio por tener algunos ahorros en el banco. Al menos podría subsistir durante unas semanas...
–Lo siento mucho, pero tengo que irme.
Su jefe se encogió de hombros.
–Yo también lo siento porque no me dejas otra opción.
Con un nudo en la garganta, ____ tomó su bolso y salió al callejón oscuro y húmedo en la parte trasera del lujoso restaurante.
Más tarde, Joe estaba en el salón de su ático con las manos en los bolsillos del pantalón. Su pulso seguía acelerado y no tenía nada que ver con la hermosa mujer de la que se había despedido después de la cena y sí con la bonita camarera que había desaparecido de repente.
La primera vez también había desaparecido, pero entonces había sido culpa suya.
Seguía sorprendiéndolo haber bajado la guardia de esa manera con ella y se recordaba a sí mismo mirándola dormir, atónito por la profundidad de su deseo y por la apasionada
respuesta de ella.
Eso, y el abrumador deseo de protegerla, había hecho que saliera de la habitación como si lo persiguieran los sabuesos del infierno. Él nunca se sentía protector o posesivo con las mujeres. Pero esa noche, en cuanto la reconoció, el deseo había nacido de nuevo, como si no hubiera pasado el tiempo. Y ella había salido corriendo otra vez.
Joe sacó un papel del bolsillo del pantalón. El gerente del restaurante le había dado su nombre y su gente ya la había localizado. Ahora tenía la dirección de ____ Butler... porque aparentemente era su nombre verdadero.
Y pronto descubriría qué era lo que encontraba tan atractivo en la mujer con la que se había acostado una noche, dos años antes y por qué demonios ____ sentía la necesidad de escapar de él.
A la mañana siguiente, mientras ____ volvía a casa del supermercado empujando el cochecito de Lola, seguía angustiada por lo que había ocurrido la noche anterior.
Había visto a Joe Jonas y había perdido su trabajo.
Las dos cosas que más miedo le daban habían ocurrido al mismo tiempo. Pero no había tenido más remedio que marcharse porque no estaba en condiciones de lidiar con Joe Jonas. Le temblaron las piernas al recordar su rostro y el efecto instantáneo que había ejercido en ella.
Seguía siendo tan devastadoramente guapo como el día que lo conoció en la discoteca, dos años antes.
La noche que conoció a Joe había sido una noche especial, totalmente nueva para ella. La había pillado al principio de una nueva vida, cuando intentaba olvidar años de dolor. Estaba en un momento muy vulnerable y había sido presa fácil para un seductor como Joe Jonas, aunque entonces no sabía quién era: un magnate y playboy conocido en el mundo entero.
Si hubiera ido vestido como los demás, con una camisa planchada y un pantalón sastre, habría sido fácil no fijarse en él. Pero no iba vestido así; llevaba una camiseta y unos vaqueros gastados que abrazaban sus piernas de un modo que era casi indecente. Alto y moreno, tenía un aire de peligrosa sexualidad que hacía que todos los demás hombres pareciesen anémicos por comparación.
Eso sólo lo convertía en un hombre espectacular, pero había sido algo más. Había sido la intensidad de su mirada... clavada en ella.
Aquella noche estaba celebrando algo importante en su vida: que por fin se había librado de su padre y de su corrupto legado. Cuando murió seis meses antes había sentido más vacío que pena por el hombre que jamás le había mostrado afecto.
Pero cuando el guapísimo extraño se acercó a ella en la discoteca, los malos recuerdos y las penas habían volado.
Era demasiado guapo, demasiado oscuro, demasiado sexy... demasiado todo para alguien como ella. Y su forma de mirarla mientras se acercaba le había dado pánico.
Pero, como si estuviera clavada al suelo por un hechizo, no había sido capaz de moverse.
Era casi como si hubiera algo elemental entre ellos, algo primitivo. Como si aquel hombre estuviera reclamándola como suya. Y era totalmente ridículo sentir algo así un viernes cualquiera en una discoteca en el centro de Londres.
–¿Por qué has dejado de bailar? –le había preguntado él.
Tenía un ligero acento, de modo que era extranjero...
____ había sentido un cosquilleo de excitación al ver sus ojos grises en contraste con su piel morena. Era algo tan extraño para ella que quiso apartarse... pero entonces alguien la empujó sin querer y él la sujetó.
De inmediato, había sentido un escalofrío en la espina dorsal. ____ levantó la mirada, perpleja, y al mirarlo a los ojos había sentido auténtico miedo... no miedo por su seguridad sino un miedo irracional a lo desconocido.
–En realidad, ya me iba...
–Pero si acabas de llegar.
Había estado mirándola desde que entró en la discoteca y ____ tragó saliva al pensar cómo había estado bailando, como si nadie pudiese verla.
–Si insistes en marcharte, me iré contigo.
–Pero no puedes... ni siquiera me conoces.
–Entonces baila conmigo.
Que no estuviera borracho, que no estuviera ligando con ella como hacían otros hombres, había hecho que la petición fuera irresistible.
____ volvió a la realidad cuando tuvo que detenerse en un semáforo. No necesitaba recordar su patético intento de resistencia antes de aceptar, básicamente para que la soltase.
Pero había tenido el efecto contrario. Después de bailar con él, tan cerca que su cuerpo se cubrió de sudor, el extraño se inclinó para decirle al oído:
–¿Sigues queriendo mancharte?
Ella negó con la cabeza, sin dejar de mirarlo a los ojos, fascinada. Lo deseaba con una fuerza totalmente desconocida para ella.
Había dejado que tomase su mano para salir de la discoteca, viéndolo como un símbolo de los eventos de aquel día. El día en el que, por fin, se había librado de todo lo que la había unido a su padre.
Se había dejado seducir por él... y a la mañana siguiente se había encontrado sola en la habitación del hotel, como una basura. Recordaba la nota que había dejado sobre la mesilla y lo mal que se había sentido... como si lo único que faltase fuera un montón de billetes sobre la cama.
Soltando un bufido de rabia por haber dejado que un hombre como él, un hombre poderoso como su padre, la sedujera, ____ cruzó la calle cuando el semáforo se puso en verde. Con un poco de suerte, Joe Jonas se habría distraído con la pelirroja con la que estaba cenando y se habría olvidado de ella.
«Pero se acordaba de ti después de dos años».
Cualquier otra mujer se habría sentido halagada de que un hombre como él no la hubiese olvidado, pero ____ sólo sentía miedo. ¿Por qué un hombre como Joe Jonas
recordaba a una mujer como ella?
Poco después llegó a su casa, un bloque de pisos baratos con un grupo de chicos malencarados sentado en los escalones. Aunque había disfrutado de su libertad tras la muerte de su padre, y aunque no le habría importado nada si sólo tuviera que preocuparse de sí misma, le molestaba que su casa estuviera en la peor zona de Londres. Incluso el parque cercano estaba destrozado por los vándalos.
____ suspiró. De no haber sido por su decisión de rechazar el dinero de su padre, en aquel momento estaría viviendo en un sitio mucho mejor.
Pero ella no podría haber vivido del dinero de John Bastion y jamás se le había ocurrido pensar que se quedaría embarazada después de pasar una sola noche con un...
Su corazón se detuvo durante una décima de segundo y no por culpa de los chicos que estaban sentados en los escalones del portal sino por el deportivo aparcado en la puerta.
El lujoso coche negro con ventanillas tintadas podría ser de algún gángster del barrio, pero ____ supo inmediatamente que no era así. Los gángsteres de la zona sólo podían soñar con un coche como aquél.
Y el corazón pareció a punto de salirse de su pecho al ver a un hombre alto, moreno y atlético salir del coche.
Joe Jonas. ***
Ed Sheeran
Re: Pasado Imborrable [Joe&Tu]
OMJ al fin subiste cap
Mejor tarde que nunca
Y lo ame, en serio me encanto
Siguela cuando puedas
Mejor tarde que nunca
Y lo ame, en serio me encanto
Siguela cuando puedas
MaleeJonas
Re: Pasado Imborrable [Joe&Tu]
awwww me encanto tienes que seguirla porfa, yo quiero maraton!!!!!!
aranzhitha
Re: Pasado Imborrable [Joe&Tu]
olaaaaaaaaaa nueva lectora!!!
ahhh me enknta!!!!
siguela!!!
siguela!!!!!!!
ahhh me enknta!!!!
siguela!!!
siguela!!!!!!!
jamileth
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