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Memoria del olvido - Nick & tú -
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Memoria del olvido - Nick & tú -
Capitulo 10
En medio de la noche Nick se levantó se sofá y, en una gran hoja de papel, se puso a tomar notas y a dibujar algo parecido a un árbol familiar. Si no podía conciliar el sueño, al menos así haría algo útil.
Inmediatamente después de que Tn__________ realizara aquel descubrimiento en el álbum de fotos, fue a hacer una rápida consulta en la base de datos y se enteró de que Brandy había tenido algunos encontronazos con la ley, como tendencia de pequeñas cantidades de droga o robos menores. También había estado en una clínica de rehabilitación. Armado con esos datos, había llamado a Rick para contarle lo de Brandy y su vínculo con la desaparición de Marie.
-Me interesa más su relación con Wilde –le había dicho Rick-. Entrevistarla será lo primero que haga mañana. Seguimos sin saber qué estaba haciendo ese tipo rondando por allí.
Tn___________ se había quedado demasiado inquieta para poder conciliar el sueño. Para tranquilizarla, Nick le había puesto un CD con acompañamiento musical de karaoke, convenciéndola de que cantara con él. El plan funcionó. No tardaron en entonar sus viejos temas favoritos, riendo cuando se equivocaban y e inventándose las letras que no se sabían. Le emocionaba verla cuando se relajaba de esa manera, olvidada toda inhibición. Eso no había cambiado & probablemente nunca cambiaría.
Una vez que ella se fue a la cama, se quedó adormilado en el sofá y se despertó horas después. Como el sueño parecía rehuirlo, decidió realizar aquel bosquejo de árbol familiar. Treinta años atrás, Alice y Jean estudiaban tercer curso en el instituto, Marie y Todd segundo y Brandy primero. Alice no conoció al que sería su marido hasta que ingresó a la universidad, así que trazó su rama correspondiente más alejada del tronco. Su propio padre había crecido a unos cuarenta kilómetros de allí y Edgar Norris se había trasladado a la población ya de adulto, así que sus respectivas ramas se juntaban en una posición aún más alta.
A continuación venían los hijos. Tn_________, Gene, Tina y el propio Nick. Omitió a los hijos de Jean, dado que no parecían encajar para nada en el puzzle. En la parte superior dibujó las ramas de Chet y de Lance y, en un impulso, también las de Rick. Chet y Lance procedían de Los Ángeles, y Rick de San Diego. Así lo anotó. Si se miraba el árbol resultante de una determinada manera, todos estaban ligados de alguna forma, lo que significaba que se podía idear una teoría con cualquiera de ellos. El problema era que cualquiera de esas teorías podía ser rebatida. Le faltaba una pieza. ¿Cuál era?
Aunque la desaparición de Marie no tuviera nada que ver, seguía inquietándolo. Aquella mujer se había marchado voluntariamente, según su compañera de apartamento. ¿Qué le habría pasado? Tampoco se sentía cómodo con la idea de que Chet hubiera adquirido tanto dinero para financiarse la campaña electoral. Un salario de seis dígitos y un talento para la inversión en bolsa resultaba una explicación factible, pero aun así…
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Quizá Todd Wilde había sido lo suficientemente estúpido, o había estado lo suficientemente desesperado, como para chantajear a un antiguo socio del atraco de la joyería. Pero esa era, por supuesto, una teoría más. Y no explicaba el aparente interés de Todd por los Bolding. De repente se dio cuenta de que aún quedaba por entrevistar a una persona que podía proyectar alguna luz sobre el asunto, al menos en lo que se refería al caso de su padre. Manuel Lima, el comisario que había contratado a Nick, el jefe de la policía cuando Paul Jonas fue condenado. Aunque se había jubilado tres años atrás, seguía viviendo en la población.
Si lograba ponerse en contacto con él, ignoraba si aceptaría mantener una conversación confidencial a espaldas de Norris. Pero necesitaba proteger a Tn__________, a un riesgo de poner en peligro su puesto de trabajo. Fue cual fuera el precio a pagar, seguiría hasta la última pista y hablaría con el último testigo.
El lunes, el Sundown Sentinel estuvo a punto de dar en el blanco. Aparte de una antiguo foto de Todd, recogía una imagen de Tn________ vestida de novia, con su gargantilla y su diadema de brillantes. En la imagen, sujetaba su ramo de flores como si fuera un escudo. A pesar de su sonrisa, una expresión de vulnerabilidad e incluso de temor asomaba a sus ojos. Había bajado la guardia, permitiéndole al fotógrafo vislumbrar su agitación interior. Y al parecer el profesional no había tenido escrúpulo alguno en venderla.
Aunque la noticia principal era el hallazgo del cadáver de Todd, una columna de sociedad especulaba sobre Tn________. ¿Por qué la novia, supuestamente tan incapacitada como para retrasar su boda, había salido a dar un paseo en lancha por el lago con un policía suspendido de empleo… que además había sido novio suyo en el instituto? Era el tipo de chisme que haría las delicias de los lectores durante semanas. Recordando los temores de Gene sobre los efectos perjudiciales en la campaña de Chet, Tn________ sospechaba que eso era precisamente lo que le había preocupado.
-No hay nada que podamos hacer al respecto –dijo Nick al ver que se quedaba mirando fijamente la fotografía. Estaban desayunado tarde, ya que Tn_______ había dormido hasta el medio día-. Además, sales preciosa en la foto, lo cual no es difícil…
-Creo que más bien salgo dolida, débil, triste…
-¿Sigues pensando en hablar con ese asesor financiero tuyo sobre tu fondo personal? Podría acompañarte, si quieres.
-Gracias, pero será mejor que vaya sola –no temía que fueran a atacarla en el cuartel general Marshall Company-. Cuanto menos nos vean juntos mejor. Ya sabes que eso también podría perjudicarte a ti.
-El comisario ya me tiene enfilado, así que… ¿para qué preocuparse?
No parecía molesto por la atención de la prensa. Tn_______ se recordó que había de haberlo pasado mucho peor durante el juicio de su padre.
-Si no me necesitas te dejaré allí y luego iré a hablar con el comisario Lima.
-Bien. Nos encontraremos después en el centro comercial –y nombró su heladería preferida.
Después de mes y medio de covalencia, la perspectiva de dirigirse a la compañía de su padre para pedir un adelanto sobre su pensión trimestral no la atraía demasiado. Pero tenía que conseguir ese dinero. Y, con Alice bajo la influencia de Lance, debía de vigilar de cerca todo concerniente al patrimonio de su padre. Estuviera preparada para ello o no, tenía que hacer acto de presencia y dejar claro a todo el mundo que no pensaba desaparecer del mapa.
No tenía otra elección. A esas alturas, las noticias sobre ella habrían llegado a Orange County, de modo que difícilmente podría volver al trabajo como ayudante anónima de Bea. Esa fase de su vida terminó definitivamente cuando aquella furgoneta la atropelló en el aparcamiento. Ya no podía seguir fingiendo que no era la hija de Andrew Marshall. Resultaba irónico que, decidido a deshacerse de ella, alguien le hubiera catapultado precisamente a la responsabilidad que tanto había querido evitar.
Menos de una hora después entraba en el vestíbulo del edificio Marshall, agarrando con fuerza su bolso y obligándose a respirar profundamente. No reconoció a ninguna de las personas con las que se cruzó. Ocho meses atrás, la última vez que fue allí apara asistir a un consejo de administración, apenas pronunció una palabra. Pero aquella chica ingenua y tímida había dejado de existir. Alisándose su vestido azul, de cuello alto, reunió todo el coraje de que fue capaz.
De repente se abrieron las puertas de ascensor y apareció Stanley Rogers, con el pelo algo más gris de lo que recordaba pero tan sonriente como siempre. Cuando la llamó una hora atrás, aceptó inmediatamente entrevistarse con ella.
-¡Tn_______! –la saludo el director de departamento de finanzas, que había trabajado desde hacía décadas para su padre-. Tienes bue aspecto. Estaba preocupado por ti.
La sensación de incertidumbre que la había asaltado se evaporó. La actitud cariñosa y paternal de Stanley le recordaba que no era ninguna desconocida en ese lugar.
-Todavía no me he recuperado del todo –admitió mientras se dejaba acompañar al ascensor-. A veces me dan dolores en la cabeza.
-Lo siento –pulsó el botón del quinto piso, el de los despachos de la dirección-. ¿Qué tal la memoria?
-Los médicos que tal vez no la recupere nunca.
-Lo importante es que disfrutes de buena salud en todos los demás aspectos.
Stanley se conservaba de buena forma para los sesenta años que tenía. Tn_______ recordó que su padre y él solían hacer excursiones de caza por las montañas. Salieron a otro vestíbulo. En el mostrador de recepción, una se secretaria alzó la vista de su pantalla de ordenador.
-Te presento a Elena Gabriel, la nueva secretaria de consejo de administración.
-Bienvenida a bordo –la saludó Tn________ forzando un tono firme, seguro.
-Es un placer conocerla, señorita Marshall.
-¿Qué le paso a Betsy Ridell? –le preguntó a Stanley.
-La ascendimos a directora ayudante del centro comercial. Se quedo encantada.
Cuando entraron en el ante despacho de Stanley, Tn_______ descubrió que tampoco reconocía a su secretaria. Pensó que la rotación de empleados en Marshall Compan debía ser muy alta. Bea se había quejado del mismo problema en su empresa. El despacho forrado en maderas nobles contenía una mesa de reuniones, estanterías, un enorme escritorio y sofisticado equipo informático. Un inmenso ventanal daba al centro comercial rodeado de Jardines.
-Bonita vista –comentó ella.
-Gracias- le señaló un sillón antes de sentarse ante su escritorio-. Por teléfono me hablaste de un adelanto sobre tu pensión trimestral, ¿no?
-Sí, la última la doné a mi fundación –explicó Tn___________-. Sé que hasta enero tengo que recibir la siguiente, pero las circunstancias han cambiado.
-No hace falta que me expliques nada. ¿Cuánto necesitas?
-No sé… Unos cuantos miles, supongo.
-¿Solamente? Tn_______, perdona, pero no entiendo la necesidad de utilizar cantidades tan pequeñas.
-Yo no quiero reducir mi capital. Mi fundación vive de esos ingresos.
-¿Eres consiente de que tu fondo asciende a más de treinta millones de dólares?
-¿Qué? –parpadeó asombrada-. Yo creía que eran diez millones.
-Como propietaria de la mitad de Marshall Company, tienes derecho a recibir también la mitad de los beneficios anuales. Tú misma me pediste hace dos años que añadiera esas rentas a tu fondo.
-Me había olvidado –esperaba que no pareciera tan ignorante de esos asuntos como se sentía-. Después de la muerte de papá me quedé como sonámbula. No me acuerdo de eso.
-Me diste las instrucciones personalmente. También me dijiste que refinanciará la mayor parte de los beneficios de la inversión porque temías que los pagos abrumaran la fundación. Yo me ofrecí a enviarte un informe completo trimestral, pero tú me dijiste que no hacía falta, ya que de todas formas no lo entenderías.
¿Realmente le había dicho una estupidez semejante? Al parecer, sí.
-¿Me estás diciendo que si quiera ahora mismo podría recoger un cheque por millones de dólares?
-No es tan sencillo –admitió-. En dinero está en acciones y bonos del estado, y perderías una parte si intentaras liquidarlo con demasiada rapidez. Sin embargo, estoy seguro de que podría conseguirte lo que necesitas
Tn___________ sintió una punzada de vergüenza al darse cuenta de que en aquel momento podía pedirle tranquilamente a aquel hombre un millón de dólares y recibirlo sin mayor demora. Era ridículo. Tantísimo dinero y ella no había hecho nada para ganarlo. Desvió la mirada hacia el ventanal para contemplar el centro que su padre había levantado. Era millonaria, poseía treinta millones de dólares, si no más, y… ¿qué había hecho con ello? Donar pequeñas cantidades aquí y allá. Con ese dinero, no sólo podría sufragar todos y cada uno de los proyectos del centro escolar, sino también comprar el viejo muelle del lago y financiar una reserva natural protegida, por ejemplo. Y tenía que haber muchos más proyectos que redundaran en beneficio público, de toda la comunidad.
Había llegado la hora de dejar de ser modesta. De momento, debería de pedirle a Stanley dinero suficiente para contratar guardaespaldas si acaso Nick volvía a su trabajo, o si ella misma necesitaba buscarse otro lugar donde vivir. No podía seguir abusando de su hospitalidad.
-Cien mil dólares entonces –intentó no ponerse nerviosa al pronunciar la cantidad.
-No hay problema. Los transferiremos directamente a tu cuenta de ahorro, si quieres.
-Sí, eso estaría bien…
Por intercomunicador, Stanley pidió a su secretaria que se encargara del asunto.
-Si necesitas más, no dudes en pedírmelo. Ahora mismo no sé dónde estás residiendo, pero si necesitas una vivienda, en eso también puedo ayudarte. Ya sabes que la compañía posee un montón de propiedades.
-De momento estoy en la casa de un amigo.
-¿El inspector Jonas?
Tn______ se dijo que debía de haberlo leído en los periódicos. O quizá se lo había mencionado Chet.
-Tu padre lo apreciaba bastante.
-Lo sé –repuso, agradecida por aquel comentario.
-¿Hay algo más que pueda hacer por ti?
-Estaba apunto de responder negativamente cuando recordó su decisión de empezar a asumir sus responsabilidades en la empresa.
-Me temo que he descuidado mis obligaciones como copropietaria de la compañía. Me gustaría remediar eso.
-No has hecho nada malo –le aseguró Stanley.
-Alguna gente calificaría mi comportamiento de inmaduro, y tendría razón. Me quedé tan traumatizada cuando murió papá que no quise tener nada que ver con todo ese dinero. Pero eso tiene que cambiar.
Stanley se aclaró la garganta.
-Bueno, pues yo estoy a tu disposición. ¿Qué tipo de información te gustaría conocer?
-Todo –dijo en un impulso-. Un informe completo de dónde tengo actualmente invertido el dinero, la tasa de retorno, y todo lo que ha sucedido durante los dos últimos años –al ver su expresión de sorpresa, añadió-. No me refiero ahora mismo. Obviamente, supongo que te llevará tiempo cerca de una semana.
-¿Te refieres a tu participación en la campaña?
No la extrañaba que lo hubiera tomado desprevenido.
-No, solamente a mi fondo. Estoy segura de que lo tendrás todo actualizado, ¿no?
-Desde luego. Te conseguiré ese informe. ¿Hay alguna razón detrás de esa petición o es simplemente curiosidad?
-Pienso quedarme en Sundown Valley. Chet se marchará si gana las elecciones, y dado que mi madre no se encuentra mu bien, tendré que tomar un papel más activo en la compañía –sabía que estaba obligado a ello-. Si no te importa, te utilizaré como mentor. Vas a tener que educarme en estos temas.
-Será un placer –repuso Stanley, tamborileando con los dedos sobre la mesa-. Espero que reflexionarás sobre… verás, si Chet nos deja, e estado pensado en aspirar su puesto. Soy consiente de que querrás entrevistar a otros candidatos, pero espero que mi experiencia en la empresa contará a mi favor…
-Desde luego –se aseguró Tn______-. Y mi padre siempre confió en ti. Eso no se olvida.
Aliviado. Stanley se levantó para acompañarla hasta la puerta.
-Estaremos en contacto –le estrechó la mano-. Tendrás a tu disposición la información que has pedido.
-Gracias.
Mientras pasaba por delante del mostrador de la secretaria, Tn________ se dijo que, al fin y al cabo, la gestión no la había llevado demasiado tiempo. La entrevista de Nick con el antiguo comisario probablemente se alargaría más
Pulsó el botón del ascensor. Un instante después apareció frente a ella un hombre alto y rubio, mirándola con expresión sorprendida.
-Chet. Yo…
-Tn__________ -tomándola del brazo, la guio hacia su despacho-. Precisamente quería hablar contigo.
Intentó pensar en un pretexto cortés para negarse. Pero antes de que pudiera encontrar uno, Chet la hizo entrar en su despacho y cerró la puerta.
MichelleWilliams♥JB
Re: Memoria del olvido - Nick & tú -
Chicas perdón la tardanza pero he estado en examenes & no me daba tiempo de escribir nada, pero ya estoy aquí ya les prometo subir más seguido disfruten el capitulo :)
MichelleWilliams♥JB
Re: Memoria del olvido - Nick & tú -
oohh ke va sa haaacerr o decirr??
kierroo mass
porfiisss
mariely_jonas
Re: Memoria del olvido - Nick & tú -
Esperando un capis!
siguela por fa! :)
Que le dira Chet a la rayis! :z:
siguela por fa! :)
Que le dira Chet a la rayis! :z:
HeyItsLupitaNJ
Re: Memoria del olvido - Nick & tú -
Continuación
La casa dónde vivía Manuel Lima con su mujer ocupaba el final de una calle en Rainbow Acres, una urbanización levantada diez años atrás, por la constructora de Marshall Company. Por teléfono, Lima se había mostrado más que dispuesto a hablar con él. No le había mencionado las noticias de los diarios de la mañana, ni Nick tampoco. Aparcó delante de la puerta.
Le abrió Lourdes Lima, una mujer corpulenta, de pelo veteado de gris. Para su sorpresa, lo recibió con un cariñoso abrazo. Profesora jubilada de español en el instituto, durante cuatro años lo había tenido como alumno.
-No sé muy bien lo que está pasando –le espetó-. Pero si sé una cosa: que tú estás del lado bueno. ¿Te apetece un café con churros?
-¡Desde luego! –no había vuelto a probarlos desde que la señora Lima los llevaba a su clase de español, para la delicia de los chicos.
-Mi marido está en el jardín. Pasa, por favor.
Nick encontró allí a su antiguo jefe, haciendo un puzzle bajo una sombrilla de playa.
-Hola, Jonas –se levantó pesadamente para estrecharle la mano. Aunque rondaba los setenta años conservaba su espeso pelo negro, con un mechón blanco que le caía sobre la frente-. Tienes buen aspecto.
-Y usted también, jefe.
-Has estado muy ocupado. Estropeas una boda importante y tropiezas con un cadáver, todo el mismo fin de semana.
-Por lo visto, no dejo crecer la hierba bajo mis pies –repuso Nick, irónico.
-Dijiste que querías hablarme del asesinato de Nguyen –como siempre, Lima fue directamente al grano-. ¿Ves alguna conexión con el accidente de Tn________ Marshall?
-Como sospechoso del crimen, Todd Wilde fue interrogado por su paradero aquella noche. Ayer, poco después de que alguien lo viera rondando la casa de Alice Bolding, apareció muerto, con su cuerpo flotando no muy lejos de donde ella estuvo a punto de ahogarse. Son demasiadas coincidencias.
-La noche del asesinato de Nguyen, Wilde presentó un testigo con una coartada irrefutable. Supongo que leerías el informe.
-Pensé que si lo sacaba de los archivos levantaría sospechas. Así que utilicé el archivo informático del periódico del pueblo.
-Muy hábil.
Lourdes llegó en aquel momento con la bandeja del café y los churros. El aroma y el aspecto eran irresistibles.
-Mi mujer suele hacerlos una o dos veces al mes –le dijo Lima-. Tu visita no ha podido ser más oportuna.
-Adelante. Y procurad no mancharos la ropa de azúcar.
-Sí, mamacita –se burló Manuel.
Nick probó el primero y lo saboreó con delectación.
-Esto es lo más cerca del cielo que se puede llegar sin morirse.
-Bueno, ya no me acuerdo de por dónde íbamos –el antiguo comisario retomó la conversación-. ¿Qué es lo que quieres saber?
-Para empezar, ¿quién le proporcionó la coartada a Todd Wilde?
-¿Te suena el nombre de Marie Flanders?
Nick se sobresaltó tanto que a punto estuvo de derramar el café.
-No sabía que estuviera envuelta en el caso.
-Ella juró que Wilde había pasado la noche con él en un local de Los Ángeles. ¿Por qué pareces tan sorprendido?
-Está desaparecida –y pasó a revelarle los detalles.
-Teniendo en cuenta lo que pasó a Wilde, la situación de esa mujer me preocupa –le confesó Lima-. Siempre me pareció una joven muy problemática, pero hace años que no sé nada de ella. Esperaba que hubiera enderezado un poco su vida.
-¿Cree en su testimonio?
-No me corresponde a mí decidir eso, sino al fiscal. Ya lo sabes.
-Pero supongo que tendría una opinión propia al respecto…
-Tal vez fuese verdad –se encogió de hombros-. Por otro lado, me pareció al tipo de mujer capaz de mentirle a cualquiera si se lo pedía su novio.
-¿Qué hay de Alfonso Lorenz?
-Su madre juró que aquella noche salió temprano del trabajo. Según su versión, tu padre le dijo que se marchara a casa.
-¿La creyó usted?
-¿Quién sabe? Era su madre, ¿no? –después de tomar otro sorbo de café, añadió-. No encontramos las joyas en el registro que hicimos en su casa, pero eso no quiere decir que no estuvieran escondidas en alguna parte. Más tarde, cuando abandonó el país, el fiscal no lo consideró evidencia suficiente para reabrir el caso.
-¿Qué me dice del comisario Norris?
-¿Qué quieres saber de él?
-¿Alguna idea de dónde estuvo aquella noche?
La pregunta quedó flotando en el aire.
-Parece una insinuación. ¿Tienes algún motivo para sospechar?
-¿Y usted?
-Yo no presté declaración como testigo –le recordó el antiguo comisario.
-Lo siento –Nick suspiró profundamente antes de preguntarse con tono formal, retórico-. ¿Tengo yo alguna evidencia que puede relacionarlo de alguna manera con el asesinato de Nguyen? No –se respondió así mismo-. Sólo la incómoda sensación de que es posible que no sea del todo inocente.
-Eso también me lo he preguntado yo.
-¿De veras?
-Yo tampoco tengo prueba alguna, pero pese a sus antecedentes con el alcohol, me pareció del todo absurdo que una persona como tu padre pudiera cometer un crimen semejante. Y también me pareció la explicación de que estaba tan borracho que se cayó de espaldas y se golpeó en la cabeza. Sobre todo cuando nunca llegó a saberse contra qué se golpeó exactamente.
-¿Qué me dice del abogado defensor? ¿Tan incompetente fue?
-Hizo un trabajo decente, pero nada brillante. Tu familia no podía permitirse un gran abogado, de esos que se ocupan de todos los detalles.
-Volvamos al comisario Norris. ¿Quedó usted satisfecho con su investigación?
-Si no hubiera sido así, habría puesto a otro al frente del caso –respondió Lima.
-Pero usted dijo que tenía sus dudas sobre él.
-Las dudas vinieron después. Por ejemplo, se opuso firmemente a que te contratase. Y no entiendo por qué Edgar pretendió echarte en cara a ti lo que pasó con tu padre a no ser que tuviera la conciencia culpable.
-Gracias –dijo Nick-. ¿Algo más?
-Cuando me entere de qué había sido elegido miembro de la dirección del club de campo, pensé por primera vez que tal vez a Edgar le importaba mucho más el dinero de lo que le importó a tu padre. Lo que significa que pudo tener un motivo mayor para andar detrás de esas joyas. Pero estoy seguro de que no estuvo involucrado directamente en lo que sucedió aquella noche.
-¿Por qué?
-Tenía una coartada perfecta.
-Ninguna coartada lo es –replicó Nick-. Quien testificó por él pudo haber tenido sus razones para hacerlo. ¿Con quién estuvo Norris aquella noche?
-Conmigo –respondió el antiguo comisario.
Fin del capitulo 10
MichelleWilliams♥JB
Re: Memoria del olvido - Nick & tú -
uffffffffffffffffff
cada vez se pone mas intrigante
ahhhhh
que susto
xoxo
cada vez se pone mas intrigante
ahhhhh
que susto
xoxo
Belencita
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