Re: "Los riesgos de amar" (Nicholas y Tú) - Adaptación

por **Christine Rose** Jue 05 Abr 2012, 8:04 pm

Capitulo 2 :star:

La selva también se despertaba. El frufrú de las hojas anunciaba los avances de reptiles y roedores. Los pájaros trinaban en los árboles, los monos chillaban mientras saltaban de rama en rama, en busca del desayuno. Pero todo aquel estruendo quedaba en segundo plano ante los bufidos del interior del camión. (tu nombre) estaba arrinconada contra la puerta del conductor, mirando cómo se despertaba el mercenario, con tan buen humor como los ogros de los cuentos de hadas. De hecho, le recordaba a una ilustración de un libro de su infancia, con el cabello revuelto y aquel ceño feroz. Se incorporó entre gruñidos, apoyó los codos sobre las rodillas y se sostuvo la cabeza con las manos. Al cabo de unos cuantos segundos, movió la cabeza, lo que pareció producirle un dolor agónico, y miró a (tu nombre) con ojos asesinos.

Sin decir palabra, tanteó la puerta en busca de la manija, la abrió y salió rodando del camión. Cuando sus pies tocaron el suelo, alfombrado de vegetación, soltó una ristra de tacos, fruto de una fértil imaginación. Lo cual disparó a la fauna de la selva de nuevo. Se agarró la cabeza y (tu nombre) no supo si estaba intentando sujetársela o arrancársela. Abrió la puerta del conductor. Después de comprobar que no había ninguna serpiente, plantó las sandalias en la maleza y salió del camión. Pensó recoger una de las armas, la pistola o el machete, pero decidió que el mercenario no estaba en condiciones de hacerle el menor daño ni al más indefenso animalillo. Arriesgando su integridad, rodeó la capota del camión y se acercó con cautela al mercenario, apoyado sobre el vehículo. Tenía los pies fijos en el suelo, como si no se atreviera a moverlos por miedo a caerse, y seguía sujetándose la cabeza con las manos. Cuando la oyó pisar sobre la suave maleza, lo que a sus hipersensibles oídos debió de sonar como un desfile militar, se giró hacia (tu nombre), la cual frenó en seco.

-¿Dónde estoy?.-preguntó con una voz castigada por el exceso de tabaco y alcohol.

-En Monterico.-contestó temerosa.

-¿Qué día es?

-Martes.

-¿Y mi avión?.-Parecía que le costaba mantenerla enfocada. El sol ya había escalado las copas de los árboles, era más brillante. El mercenario cerró los ojos casi por completo.

-¿Qué avión?

-El avión. Mi avión.

Como (tu nombre) se limitaba a mirarlo con recelo, empezó a buscar por los bolsillos de la camisa, sin mucha coordinación, hasta que, por fin, sacó un billete de avión y un permiso oficial de salida. El caprichoso gobierno de Monterico no concedía apenas visados de salida y podía decirse que valían su precio en oro.

-Se supone que anoche tenía que tomar un avión a las diez.-dijo él, tendiéndole ambos documentos. (tu nombre) tragó saliva. Iba a enfadarse mucho. Tendría que enfrentarse a un arrebato de cólera.

-Lo siento. Lo has perdido.-contestó con valentía. El mercenario se giró despacio, recostándose contra el camión sobre un hombro. La miró con suma animadversión y le preguntó en un susurro amenazante:

-¿Me has hecho perder el avión?.

-Viniste conmigo voluntariamente.-respondió ella después de retroceder un paso.

-No te queda mucho tiempo de vida.-el mercenario dio un paso al frente.-Pero antes de que te mate, sólo por curiosidad, me gustaría saber por qué me emborrachaste.

-¡Ya estabas borracho!.-replicó (tu nombre) en tono acusador.-¿Cómo querías que supiese que ibas a tomar un avión?.

-¿No te lo dije?.

-No.

-Seguro que lo hice.-insistió él.

-Te digo que no.

-No sólo eres una puta.-la insultó.-Eres una puta mentirosa.

-Ni lo uno ni lo otro.-se defendió (tu nombre), ruborizada. El mercenario la miró de la cabeza a los pies, desde el cabello enmarañado a las puntas de los dedos. Pero, en vez de deslizarse con ojos apreciativos, como en la cantina, fue una mirada de desprecio, como si le estuviera reprochando el mero hecho de estar viva.

-¿Tan mal está el negocio que has tenido que venir aquí a arrastrarte de cliente en cliente?

Si no hubiera estado tan asustada por la hostilidad del mercenario, (tu nombre) se habría acercado y le habría dado una bofetada. Dadas las circunstancias, se quedó quieta y se contentó con cerrar los puños.

-No soy una puta.-espetó.-Sólo me he disfrazado como si lo fuera para poder entrar en el bar y llevarte conmigo.

-Típico de una puta.

-¡Deja de decir eso!.-gritó enojada.-Necesito tus servicios.

-Creo que ya has disfrutado de ellos.-respondió el mercenario después de mirarse los pantalones, aún desabrochados. Se puso roja. Fue como si hasta la última gota de sangre de su cuerpo se le subiera a la cara. No podía seguir, soportando el brillo maligno de los ojos del mercenario, de modo que desvió la mirada.-El caso es que yo no recuerdo nada.-prosiguió él.-¿Qué tal estuviste tú?.

-Eres despreciable.-bufó (tu nombre).

-Parece que fui un poco rudo, ¿eh?.-el mercenario se rascó la barbilla.-Ojalá me acordara.

-Es que no hicimos nada, imbécil.

-¿No?.

-Por supuesto que no.

-¿Sólo querías mirar, pero no tocar?.

-¡No!.

-¿Entonces qué hago con la cremallera bajada?

-Tuve que desabrocharte los pantalones para quitarte la pistola.-replicó encendida.-No quería que me matases.

-Eso tiene sentido.-contestó él.-Aunque podría matarte con mis propias manos. Aun así, insisto en que me gustaría saber por qué me has impedido que tome ese avión. ¿Trabajas para el gobierno de Monterico?.

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por Dayi_JonasLove!* Dom 08 Abr 2012, 10:33 pm

¡Nooo! No es justo, el capítulo fue muy corto :(
Quiero capítulos más largos, porfavooooor ¿si?
SIGUELA PRONTO :D

por **Christine Rose** Mar 10 Abr 2012, 8:58 pm

-¿Tú estás loco?.-(tu nombre) lo miró perpleja.

-Seguro que es eso.-el mercenario soltó una risotada sardónica.-El presidente es tan cobarde que no me extrañaría nada que hubiera contratado a una mujerzuela para seguirme los pasos.

-Estoy de acuerdo en que es un cobarde. Pero no trabajo para él.

-Para los rebeldes, entonces. ¿A qué te dedicas?, ¿a robar visados para ellos?

-No. Nunca he trabajado para nadie de Monterico.

-¿Para quién entonces? La CÍA debe de estar en las últimas si tú eres su mejor baza.

-Trabajo por mi cuenta. Y, tranquilo, puedo pagar tu precio.

-¿A qué te refieres con eso de mi precio?.

-Quiero contratarte. ¿Cuánto quieres?

-IBM no tiene dinero suficiente para pagarme, señorita.

-Pagaré lo que sea.

-No me estás escuchando. No pienso trabajar más en Monterico. Estoy harto de este infierno.-el mercenario se acercó a ella con aire letal.-La has fastidiado del todo, señorita. El gobierno ha cerrado las fronteras. El de anoche era el último avión que podía salir de aquí. ¿Sabes lo que he tenido que hacer para conseguir ese visado?.-(tu nombre) estaba segura de que no quería saberlo.

-Te compensaré por el retraso. Te lo juro. Y si accedes a ayudarme, te garantizo que podrás escapar.

-¿Cómo?, ¿cuándo?.

-Este viernes. Sólo necesito tres días de tu tiempo. Volverás a casa con los bolsillos llenos de dinero.-Había logrado captar su atención.

-¿Por qué yo? Aparte de porque estaba borracho y era fácilmente manejable.

-Necesito a alguien de tu experiencia.

-Hay muchos más alrededor. Incluso en el apestoso bar de anoche.

-Pero tú parecías más… adecuado para el trabajo.

-¿De qué trabajo hablas?.-(tu nombre) pasó por alto la pregunta. Antes tenía que convencerlo de que permaneciera en el país unos pocos días más.

-Es un trabajo difícil. Necesito a alguien que pueda disponer de sus propias armas.-contestó ella.-Y, por supuesto, alguien con la experiencia y el valor suficientes para usarlas cuando sea necesario.-añadió, apelando a su vanidad.

-¿Armas?.-repitió él, confundido.-Un momento. ¿Me has tomado por un mercenario?

No hizo falta que respondiera. Su expresión indicó a las claras que el hombre había supuesto bien. Él esbozó el asomo de una sonrisa. Empezó a reír, primero ronca, profunda, entrecortadamente, a pleno pulmón luego. Después maldijo, aunque con menos agresividad que al despertar.

-¿Qué pasa?.-preguntó ella, aunque se temía que ya sabía la respuesta.

-Te has equivocado de hombre, señorita. Yo no soy mercenario.

-¡Tienes que serlo!.-exclamó (tu nombre).-¿Y tú dices que el presidente es un cobarde? Te estoy ofreciendo un trabajo de lo más suculento y tú sólo intentas escaparte.

-Claro que intento escaparme.-contestó él.-No pretendo ser ningún héroe. Pero te digo que no soy un mercenario y no es mentira.

-Y la pistola, el machete…

-Para defenderme. ¿Qué clase de idiota se va a adentrar en una selva sin nada con que protegerse de los animales? De los de cuatro patas y de los de dos también.-el hombre dio otro paso hacia ella.-Estamos en zona de guerra, señorita, por si no te has dado cuenta. No sé a qué estarás jugando, pero yo me vuelvo ahora mismo a la ciudad y me lanzo a los pies del presidente. Puede que aún me deje irme… Le gustan las historias picantes. Le diré que una de las encantadoras damas de su país me sedujo hasta hacerme perder el sentido. Eso le gustará.-añadió después de mirar de nuevo el vestido de puta y el cabello enmarañado de (tu nombre). Luego la sorteó y se encaminó hacia el volante. (tu nombre) lo agarró por una manga, desesperada.

-Esto no es ningún juego. No puedes irte.

-¿Quieres que apostemos?.-el hombre se soltó dando un tirón.

-¿Y qué me dices de todas esas armas?.-(tu nombre) apuntó hacia los talegos de lona. El hombre se agachó junto a la puerta del conductor, recogió el machete y volvió a envainarlo.

-¿Quieres ver mis armas? De acuerdo.-dijo. Se acercó a la parte trasera del camión y levantó uno de los pesados sacos.-Atrás. No quisiera que te estallara en la cara.-añadió con sarcasmo. Luego bajó la cremallera de un tirón. (tu nombre), que esperaba un arsenal de explosivos, se quedó estupefacta mirando el contenido del talego.

-Eso es una cámara de fotos.

-Bingo.-contestó él en tono burlón mientras subía la cremallera de nuevo y volvía a poner el talego en el camión.-En concreto, una Nikon F3.

-¿Quieres decir que sólo tienes cámaras en esos sacos?.

-Y objetivos y carretes. Soy reportero gráfico. Te ofrecería mi tarjeta, pero un grupo de guerrilleros y yo las usamos para encender una hoguera hace una semana o así y no me quedan.

(tu nombre) pasó por alto sus burlas y siguió con la vista clavada en los sacos. Se había equivocado. Había cometido un error monumental y no le quedaba más remedio que replantearse la situación.

-¿Adonde vas?.-le preguntó al hombre, al ver que se internaba en la selva.

-A aliviarme.

-Ah. Bueno, reconozco que me he equivocado. Aun así, me gustaría ofrecerte un trato.

-Olvídalo. Ya haré yo un trato por mi cuenta con el presidente.-el hombre se golpeó los muslos.-¡Maldita sea! ¿Cómo he podido perder ese avión? ¿Me narcotizaste para sacarme de la cantina?

-Ya estabas borracho cuando te encontré.-contestó (tu nombre) con firmeza.-¿Por qué estabas tan bebido si estabas tan decidido a irte en ese avión?

-Estaba celebrándolo.-contestó él, enseñándole los dientes. Por lo visto, estaba tan enfadado con (tu nombre) como consigo mismo.-Estaba deseando salir de este maldito país. Me he arrastrado para conseguir ese billete de avión. ¿Te digo lo que he tenido que hacer a cambio del visado?.

-No.

-Tuve que fotografiar al presidente con su amante.

-¿Haciendo qué?.

-Era un retrato.-contestó él, ofendido.-Un retrato que le venderé a la revista Time, si es que logro volver a Estados Unidos. Lo que parece dudoso, ¡gracias a ti!.

-Si me haces caso un momento, podría explicarte por qué necesitaba un mercenario tan desesperadamente.

-Pero yo no soy un mercenario.-repitió él.

-Ya lo sé.-contestó impaciente (tu nombre).-Pero lo pareces.

-Esa suerte que tengo. Y ahora, si me disculpas…

-Usas una cámara en vez de una pistola, pero estás hecho de la misma pasta que esos soldados.-insistió (tu nombre). Todavía podía utilizarlo. Si ella lo había tomado por un mercenario, puede que los demás también lo hicieran.-Vendes tus servicios al mejor postor. No te arrepentirás…De pronto, se quedó sin palabras y reconoció la identidad del hombre al que había secuestrado. Se trataba del mismísimo Nicholas Jonas, uno de los reporteros gráficos más famosos y prolíficos del mundo. Dos Premios Pulitzer lo acreditaban. Sus fotografías eran impresionantemente buenas, demasiado realistas y duras a menudo para sensibilidades delicadas.-Me llamo (tu nombre) Bishop.-se presentó entonces.

-Me importa un pito cómo te llames. Y ahora, si de verdad no quieres ver lo que hay detrás de mi cremallera, te sugiero que no vuelvas a detenerme. Su grosería, lejos de disuadirla, espoleó su determinación. El hombre le dio la espalda y se internó entre los árboles. A pesar de ir en sandalias, (tu nombre) se abrió camino tras él y volvió a agarrarlo de la manga.

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por **Christine Rose** Mar 10 Abr 2012, 9:01 pm

Dayi_JonasLove!* escribió:¡Nooo! No es justo, el capítulo fue muy corto :(
Quiero capítulos más largos, porfavooooor ¿si?
SIGUELA PRONTO :D

¿fue más largo este? gracias por comentar!

por **zai** Lun 16 Abr 2012, 11:26 am

Hola!! Nueva lectora :)
para que quire un mercenario???
siguela!!!

por **Christine Rose** Sáb 21 Abr 2012, 6:38 pm

zaijonas escribió:Hola!! Nueva lectora :)
para que quire un mercenario???
siguela!!!

holaa ¡BIENVENIDA! muchas gracias por comentar! en este cap encontraras la respuesta a tu pregunta

por **Christine Rose** Sáb 21 Abr 2012, 6:47 pm

-Hay nueve huérfanos esperándome a que los saque del país.-le comunicó sin rodeos.-Me apoya un grupo de beneficencia de Estados Unidos. Tengo tres días para llevarlos hasta la frontera. El viernes aterrizará un avión privado allí y nos recogerá. Si no estamos a tiempo en el punto de encuentro, el avión se marchará sin nosotros. Necesito ayuda para recorrer los setenta y tantos kilómetros de selva.

-Buena suerte.

-¿Es que no me has oído?.-exclamó incrédula.

-Palabra por palabra.

-¿Y no te importa?.

-No es asunto mío.

-¡Claro que lo es!, ¡eres un ser humano! Por poco, de acuerdo, pero aun así sigues siéndolo. Estamos hablando de unos niños inocentes e indefensos.-Sus facciones se endurecieron. No era de extrañar que lo hubiera confundido con un mercenario. Parecía intocable. E insensible.

-He visto cientos de niños reventar en trocitos. Estómagos inflados como globos por la hambruna. Llenos de moscas y pulgas. Gritando aterrados mientras decapitaban a sus padres delante de ellos. Muy trágico, sí. Espantoso, seguro. Los he visto de todos los colores, así que no esperes que me deshaga ahora por nueve.-(tu nombre) lo soltó, como si su inhumanidad fuese una enfermedad contagiosa.

-Eres un hombre horrible.

-Cierto. Por fin estamos de acuerdo en algo. No estoy espiritualmente equipado para cuidar de nueve niños, ni en la mejor de las circunstancias.-(tu nombre) se puso firme. Por odioso que fuese, era su única esperanza. No tenía tiempo para volver a la ciudad y buscar un sustituto.

-Tómatelo como otro trabajo. Te pagaré lo mismo que le pagaría a cualquier soldado profesional.

-Me basta con lo que sacaré con las fotos que ya he hecho.

-Tus fotos valdrán lo mismo el viernes.-replicó ella.

-Pero no pienso jugarme el pellejo hasta entonces. Aprecio mis fotos casi tanto como mi vida y ya las he arriesgado mucho en esta selva apestosa. Tengo un sexto sentido que me dice cuándo debo marcharme.-el hombre la miró a los ojos.-No sé quién eres ni qué haces en un sitio como éste, pero no pienses que vas a implicarme en nada. ¿Entendido? Espero que saques a esos niños, pero no será gracias a mí.

Luego se dio la vuelta y, al cabo de unos pocos pasos, se lo tragó la selva. (tu nombre) dejó caer los hombros flojos, abatida. Regresó despacio hacia el camión. Se estremeció al ver la pistola, todavía tirada en el suelo. Quizá no fuese un mercenario, pero era igual de frío e impasible. Era inhumano y no tenía ni una pizca de compasión. ¡Negarles la ayuda a unos pobres niños! ¿Cómo era capaz? Miró el arma y se preguntó si podría forzarlo a punta de pistola. Pero era una idea tan absurda que la desechó tan rápido como se le había ocurrido. Se imaginó meciendo a la pequeña Lisa con un brazo y sujetando la Magnum 357 con la otra. Seguro que los asesinaría a todos mientras dormían, camino de la frontera, o los abandonaría a la menor ocasión.

Maldijo enrabietada y, por casualidad, sus ojos cayeron sobre los sacos de la parte trasera del camión. Cámaras fotográficas, pensó de malhumor. ¿Cómo podía haber creído que eran armas y munición? Por otra parte, ¿cómo era posible que nadie antepusiera un carrete de fotos a la vida de unos niños sin padres? Había que ser un desalmado. Un egoísta que prefería revelar fotos de otras personas antes que tocarlas. Un hombre para el que un carrete…Un carrete. Un carrete… Se le paró el corazón. De pronto, penetró con la mirada los talegos de lona. Sin darse tiempo a valorar las graves consecuencias de lo que estaba a punto de hacer, echó mano al primero de los sacos y bajó la cremallera.

Se sentía fatal. Cada vez que algún ave ejercía sus facultades cantoras, el ruido le taladraba la cabeza. Tenía el estómago revuelto, se vaciaría sin el menor esfuerzo. También tenía tortícolis. Dios, le dolía hasta el pelo. Como no le parecía lógico, se exploró la cabeza con cuidado y descubrió que no era el pelo lo que estaba martirizándolo, sino un chichón con el que no contaba. Pero el mayor incordio estaba detrás… y se llamaba Bishop. No séqué Bishop. ¿Carol? ¿Carolyn? No se acordaba.

Lo único que sabía era que quería grabar su nombre en una lápida, después de haberla estrangulado con sus propias manos. ¡La muy desgraciada le había hecho perder el avión! Cada vez que lo recordaba, se ponía hecho una furia. Y como no soportaba su parte de culpa, de momento, dirigía toda su rabia contra la mujer. Maldita fuera. Además, ¿se podía saber a qué había ido a Monterico? No era más que una entrometida. Nueve huérfanos. ¿Cómo demonios pensaba que iba a trasladar a nueve niños diez kilómetros, mucho menos setenta y tantos, y luego tomar un avión que en teoría iría a recogerlos…Sonaba a guión de una película mala. Lleno de obstáculos. Inverosímil. Imposible.

Y había apostado por él. Pretendía que se jugara el cuello, por no hablar de la fortuna que esperaba amasar con las fotografías que había hecho, para ayudarla. ¡Era de risa! No se había mantenido con vida para ser don Favores y Amabilidad. Cualquiera a quien preguntara le diría que Nick Jonas era un hombre agradable, respetado. Caía bien y no se escabullía cuando le tocaba invitar a una ronda. Pero que nadie contara con él en una situación de emergencia, porque en tales situaciones lo que lo preocupaba era salvar su propio pellejo, no el del vecino. Prestaba toda su atención a su seguridad y a la de nadie más.

Regresó a donde había dejado a la mujer. Lo alivió ver que se había calmado. Estaba apoyada sobre el camión, haciéndose una coleta. Su larga cabellera, con pelo suficiente para seis personas, descansaba sobre uno de los hombros mientras ella la manipulaba con destreza para formar la coleta. Su cabello. Era una de las razones por las que se había sentido atraído y se había marchado con ella la noche anterior. Era lo último que había necesitado. La había deseado, sin duda.

Llevaba seis semanas en Monterico. Pero se había negado a satisfacer su fogosidad con las prostitutas de la cantina, que se encamaban con soldados de los dos bandos. A tanto no había llegado su calentura. Y la noche anterior, más que ninguna otra, había evitado cualquier compañía. Sólo había pensado en una cosa: subir a aquel avión. Había querido anestesiarse con el alcohol y salir volando para poner toda la distancia posible entre él y Monterico. Pero el alcohol no había podido borrar los recuerdos de las atrocidades que había presenciado en aquel mes y medio.

Así que había seguido pidiendo más copas de aquel espantoso licor. Y aunque no había desvanecido aquellas imágenes, sí había enturbiado su juicio. Cuando la mujer de cabello negro, distinguida aun a través de la nube de humo del bar, se le había acercado, el sentido común había sucumbido a la presión de las ingles. El beso había sido el factor decisivo. Su boca, tan dulce como había imaginado, había terminado doblegándolo. De alguna manera, lo aliviaba ver que no había perdido la cabeza por completo la noche anterior. Era una mujer guapa. Pulcra. Tenía buen cuerpo, algo delgada quizá, demasiado para aquel vestido. Su instinto para las mujeres seguía intacto. Lo que no comprendía era cómo podía haberla tomado por una prostituta.

por **Creadora** Sáb 21 Abr 2012, 8:55 pm

Siguela por favor!
Nueva lectora.

por **Christine Rose** Dom 29 Abr 2012, 9:19 pm

NickJonas escribió:Siguela por favor!
Nueva lectora.

Oh ¡BIENVENIDA! gracias por comentar

...espero que lo sigas haciendo :oops: :oops: :oops:

por **Christine Rose** Dom 29 Abr 2012, 9:29 pm

Él era más parecido a un mercenario que ella a una prostituta. Era morena, razón por la que podía haberla confundido con una de las mujeres de la cantina. Pero, a la luz del sol, allí en la selva, advirtió que sus ojos no eran marrones, como había pensado en un principio, sino azul oscuro. Y tenía una piel demasiado blanca para una mujer de ascendencia latina. Casi era demasiado blanca para una mujer morena. Pero, sobre todo, no tenía aquella mirada dura, cansina y amargada de las mujeres que se habían tirado a la calle para poder comprar algo que comer. Las montenegrinas que se habían visto obligadas a venderse al precio de una barra de pan envejecían muy rápido.

Mientras que esa mujer seguía pareciendo fresca, íntegra y, a la luz del día, era evidente que era estadounidense. Seguro que viviría en una buena casa en algún barrio residencial. Y, sin embargo, estaba en medio de la selva, después de haberse jugado la vida la noche anterior. Muy a su pesar, sentía curiosidad por ella.

-¿Cómo conseguiste el camión?.-(tu nombre) no pareció sorprendida por la repentina pregunta y contestó sin vacilar:

-Lo robé. Estaba aparcado delante de la cantina. Las llaves estaban en el contacto. Te disfracé de oficial con la chaqueta y la gorra que había en el asiento.

-Ingenioso.

-Gracias.

-Así que condujiste hasta el control y fingiste que ibas a pasar la noche conmigo.

-Exacto.-Nick asintió, como reconociendo su astucia.

-Tengo un chichón en la cabeza.

-Sí… lo siento. Estabas… Yo sólo quería…-Pero dejó la frase en el aire. Nick tuvo la sensación de que intentaba ocultarle algo.

-Adelante.

-Te diste un golpe contra el salpicadero.

-Ya.-Nick la miró unos segundos y decidió olvidarse del tema. No tenía sentido insistir cuando su aventura iba a terminar. Estaba seguro de que no la había poseído. Por muy bebido que hubiese estado, no habría olvidado estar entre aquellos muslos de formas tan provocativas. Antes de distraerse en más pensamientos placenteros, se centró en lo que haría una vez llegara a la ciudad. Ojalá que el presidente estuviese de buen humor.

-En fin, me alegro de que tengamos el camión. Así será más fácil volver a la ciudad. ¿Vienes conmigo o nos despedimos aquí?.

-No hace falta.-contestó sonriente (tu nombre).

-¿Qué no hace falta?.

-Volver a la ciudad.

-Mira, ya te he dicho, que no voy a ayudarte.-afirmó impaciente Nick.-Ya está bien de juegos, ¿de acuerdo? Ahora dame las llaves del camión, tengo que irme.

-Creo que no te vas a ninguna parte, Nicholas Jonas.-En un principio lo extrañó que supiera su nombre, pero luego comprendió que no era tan raro. Al fin y al cabo, era un fotógrafo muy conocido.

-Claro que sí. Me voy a la ciudad. Ahora.-contestó por fin, al tiempo que extendía una mano.-Las llaves.

-El carrete.

-¿Cómo?.-(tu nombre) apuntó con la cabeza y Nick siguió la dirección de la barbilla hasta que vio la valiosa película de su carrete, expuesta al sol tropical. Empezó como un sonido estrangulado, pero acabó convirtiéndose en un bramido iracundo. Corrió hacia ella, la agarró, la tumbó boca arriba sobre la capota del camión y le puso el antebrazo sobre el cuello.-Debería matarte.

-Adelante.-gritó con bravura.-Total, ¿qué más da un asesinato más? Ya estabas dispuesto a sacrificar las vidas de nueve niños para preservar tus egoístas intereses.

-¡Mis egoístas intereses! Yo me gano la vida haciendo fotos. Ese carrete valía miles de dólares.

-Te pagaré lo que quieras.

-Olvídalo.

-Di un precio.

-¡No quiero tu maldito trabajo!.

-¿Porque tendrías que pensar en alguien distinto a ti, para variar?.

-¡Exacto!.

-Muy bien, entonces míralo de este otro modo. Pero suéltame. Me estás haciendo daño.-Trató de revolverse, pero se paró de inmediato. Sus caderas rozaron las suyas, lo cual tuvo un efecto instantáneo sobre él. (tu nombre) notó su erección contra la parte más suave y vulnerable de su anatomía. Mientras tomaba consciencia de su condición, Nick la miró con un brillo insultante en los ojos y, en vez de separarse, apretó, situándose en el ángulo entre sus muslos.

-Fuiste tú la que me invitó, ¿recuerdas?.-le dijo con voz sedosa.-Quizá acepte tu invitación.

-No te atreverás.

-Quién sabe.-contestó él, esbozando una sonrisa nada tranquilizadora.

-Ya sabes por qué te saqué de la cantina.

-Lo único que sé seguro es que te besé y que esta mañana tenía la cremallera bajada.

-No ha pasado nada.-le juró ansiosa (tu nombre).

-Todavía.-contestó él. Pero, al cabo de unos segundos, la soltó y la ayudó a incorporarse.-Pero lo primero es lo primero: ¿de qué otro modo querías que mirara esto?.-(tu nombre) se frotó la garganta y le sostuvo su venenosa mirada.

-La historia. Participarías en el rescate de nueve huérfanos.

-Me vería involucrado en un caso de transporte ilegal de inmigrantes.

-Inmigración nos apoya. Los niños están apuntados a un plan de adopción.-(tu nombre) percibió un ligero cambio en su escéptica expresión y aprovechó el momento.-Estarías allí, registrándolo todo con la cámara. Esta historia tendría mucha más repercusión que el material que tienes.

-Que tenía.

-Que tenías.-admitió (tu nombre). Se miraron en silencio varios segundos.

-¿Dónde están esos niños?.-preguntó Nick finalmente.

-A unos cinco kilómetros de aquí. Los dejé escondidos ayer por la tarde.

-¿Qué hacías con ellos?.

-Enseñarles. Llevo diez meses aquí. Todos sus padres están muertos; sus casas, incendiadas. Hemos sobrevivido en refugios temporales mientras nos arreglaban los trámites para salir de Monterico y entrar en Estados Unidos.

-¿Qué trámites?, ¿con quién?.

-La Fundación Hendren, así llamada en honor a Hal Hendren, un misionero al que mataron aquí hace casi dos años. Sus familiares inauguraron la fundación poco después de su muerte.

-¿Y crees que estarán en el punto de encuentro tal como dicen?.

-Estoy segura.

-¿Cómo has recibido la información?.

-Por un mensajero.-Nick rió con cinismo.

-Un mensajero que vendería a su hermana por un paquete de cigarrillos. Que, por cierto, me vendría de maravilla.-murmuró mientras se palpaba los bolsillos del pantalón. Sacó un paquete, pero estaba vacío.-¿Tienes alevino?.

-No.

-Me lo imaginaba.-gruñó Nick.-¿Confías en ese mensajero?.

-Dos de los nueve huérfanos son hermanas suyas. Quiere que las saquen de aquí. A su padre lo mataron por ser espía de los rebeldes. A su madre… bueno, también la mataron.

Nick se apoyó en el camión y se mordió el labio inferior. Miró el carrete fotográfico. Tardaría mucho en perdonarla por lo que había hecho, pero ya no podía hacer nada por salvar las fotos. Sólo le quedaban dos opciones. Podía volver a la ciudad y suplicarle compasión al sedicente presidente. En el mejor de los casos, regresaría a casa con las manos vacías. La otra opción era igual de desagradable. Todavía no estaba dispuesto a convertirse en aliado de aquella descerebrada.

-¿Por qué tenías que secuestrarme?.

espero que alguien comente :( ........................

por **Creadora** Lun 30 Abr 2012, 12:27 pm

es muy buena novela, espero que lleguen más comentario!
SIGUELA

por **zai** Lun 30 Abr 2012, 7:25 pm

Siguela..!!!!
M encanta la nove :)
"Los riesgos de amar" (Nicholas y Tú) - Adaptación - Página 4 681836

por **Christine Rose** Vie 04 Mayo 2012, 7:58 pm

-¿Habrías venido si te lo hubiera pedido por favor?.-contestó ella.-Sospechaba que no. Sospechaba que ningún mercenario querría ocuparse de un grupo de niños.

-Sospechabas bien. Lo más probable es que un mercenario hubiera aceptado el dinero que le hubieses ofrecido por adelantado, te hubiera acompañado a tu escondite, habría degollado a los niños, te habría violado antes de matarte y se habría marchado pensando que había sido un buen día.

-No había pensado en eso.-dijo (tu nombre), pálida de la impresión.

-No habías pensado en muchas cosas. Como en la comida. O el agua.

-Contaba con que tú… con que quien quiera a quien escogiese se ocupara de esos detalles.

-No son detalles.-objetó Nick.-Son cosas de primera necesidad.-A (tu nombre) le desagradó que le hablara como si fuese tonta.

-Soy una mujer aguerrida.-afirmó con aplomo.-Sufriré lo que haga falta con tal de sacar del país a esos niños.

-Es posible que estén todos muertos antes de cruzar esos setenta kilómetros. ¿Estás preparada para eso?.

-Se morirán de todos modos si se quedan.-La estudió unos segundos y decidió que no estaba fanfarroneando. Debía reconocer que había sido muy valiente la noche anterior.

-¿Cuál es el punto de encuentro?.

La cara se le iluminó de alegría, pero no sonrió. (tu nombre) se dio la vuelta y corrió a un tronco hueco, caído al final del descampado en que se hallaban. Después de introducir un palo para expulsar las serpientes que pudiera haber dentro, resguardándose del calor, metió la mano y sacó una mochila. La abrió mientras regresaba al camión y, una vez allí, sacó un mapa y lo extendió sobre la capota.

-Aquí.-dijo señalando un punto.-Y estamos aquí.-Nick había viajado con varias guerrillas durante las semanas anteriores. Conocía los puntos más conflictivos. Miró la expectante cara de la mujer y respondió con dureza:

-Eso está lleno de militares.

-Lo sé.

-Entonces, ¿por qué ahí?.

-Precisamente por eso. Como está tan vigilado, utilizan el sistema de radar menos moderno que tienen. El avión tendrá más posibilidades de pasar sin que lo detecten.

-Es una misión suicida.

-Eso también lo sé.-Nick le dio la espalda, furioso.

¡Maldita fuera! Acababa de mirarlo con esos ojos con los que lo había seducido la noche anterior. Esos ojos que le habían hecho mandar a paseo el sentido común y acompañarla fuera del bar. Quizá no fuese una prostituta, pero sabía cómo conseguir lo que quería. Sabía cómo hacer que un hombre se pusiera duro como el acero y, al mismo tiempo, maleable como la arcilla.

La noche anterior había bebido mucho, pero no tanto como para no recordar que la había besado y tocado, y que le había gustado mucho. Era una mujer con agallas, reconoció a regañadientes. Claro que no eran sus agallas lo que quería sentir debajo de él. Sino su cuerpo. Estaba deseando cubrir aquellos muslos torneados, acariciar su sedoso cabello. Supo, incluso al tomar la decisión, que pagaría muy caro lo que estaba a punto de hacer.

-Cincuenta mil dólares.-Después de encajar el golpe, (tu nombre) respondió:

-¿Es tu precio?.

-Si no puedes pagar, no hay trato.

-Lo hay.-respondió ella, alzando la barbilla.

-No tan rápido. Estás son las reglas. Yo soy el jefe, ¿de acuerdo? Nada de discutir mis decisiones. Si te digo que hagas algo, lo haces sin pedirme explicaciones.

-Llevo casi un año viviendo en la selva.-repuso altanera (tu nombre).

-En una escuela con un puñado de niños. No es lo mismo que andar por la selva con ellos. Será un milagro que no nos ataquen. Sólo me arriesgaré si lo hacemos todo a mi manera.

-Está bien.

-Vale. Entonces, en marcha. Tres días no es mucho tiempo para llegar a la frontera.

-En cuanto me cambie, vamos por los niños y recogemos algunas vituallas.-(tu nombre) sacó de la mochila unos pantalones marrones, una blusa, unas medias y unas botas.

-Veo que has pensado en todo.

-Incluida el agua.-dijo, y le pasó una cantimplora.-Sírvete.

-Gracias.-(tu nombre) permaneció quieta, incómoda, con la muda contra el pecho.

-¿Me disculpas mientras me cambio, por favor?.-Nick bajó la cantimplora. Le brillaban los labios por el agua. Se secó la boca con el dorso de la mano y la miró a los ojos.

-No.

hasta aqui llega el cap 2, si comentan, mañana les subo la primera parte del 3 :)

por **Lola (la anguila)** Mar 08 Mayo 2012, 3:13 pm

HOLA NUEVA LECTORA :D , me gusto mucho tu novela , nick es tan hermoso, aunque un poco bruto, pero sigue siendo sexy ajja

tienes que seguirla porfa :(

por **Creadora** Mar 08 Mayo 2012, 6:23 pm

Me encanta la actitud de nick siguela!

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