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Mensaje por Nick_is_infatuation Dom 20 Mayo 2012, 10:50 am

OMJ!!!

Que linda se ha puesto Jemima!
Me alegra tanto que Geraldine este feliz con Kevin!

Cuando ira Jemima a ver a Joe? Nick alcanzara a ver a Jemima antes de que se vaya a L.A?
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Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe) - Página 10 Empty Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)

Mensaje por Invitado Mar 22 Mayo 2012, 5:26 pm

Hola chicas (:
ya les subo capii
las tengo abandonadas...
las quiero ♥
y gracias por leer (:
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Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe) - Página 10 Empty Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)

Mensaje por Invitado Mar 22 Mayo 2012, 5:41 pm

Capítulo 42

Hola, cariño:

¡No puedo creer que vayas a venir, que vayas a venir de verdad! Mis amigos están aún más emocionados que yo si cabe. Pero ahora en serio, iré a recogerte al aeropuerto porque está algo alejado, y de allí iremos directamente a mi casa. No te preocupes por nada..., ya te he preparado la habitación de invitados y creo que estarás bien en ella, tendrás tu propio televisor, vídeo y cuarto de baño, ¡y he llenado la casa de flores para ti!

Si no estás demasiado cansada sería un placer llevarte a cenar, pero ya veremos cómo te encuentras. Estoy impaciente por conocerte, y sé que debería estar preocupado, pero no lo estoy. La verdad es que tengo un buen presentimiento, aunque probablemente no debería decirlo aún.

Buen viaje, cariño, y hasta dentro de dos semanas (¡Dios mío, dos semanas!).

Besos y abrazos,

JOE


—Bueno, ya está —digo, volviéndome hacia Geraldine, que está leyendo el mensaje por encima de mi hombro. —Me guste o no voy a ir.
—¿Qué quieres decir con que te guste o no? Suenas tan infeliz... Se me ocurre una cosa. Iré yo.

Sonrío porque estoy emocionada, aunque si queréis saber la verdad, a la única persona que quiero desesperadamente ver con mi nueva imagen es a Nick, pero Nick, como ya sabéis, parece haber desaparecido hace mucho, y supongo que Joe es el mejor sustituto.
—Lo digo en serio —añade Geraldine. —La mayoría de las mujeres darían su brazo derecho por ir a conocer a un tío bueno como Joe.
—Y quiero hacerlo. —Y es verdad que quiero, y sé que no tengo que preocuparme más por mi aspecto, pero estoy muy nerviosa, nunca he hecho nada tan..., bueno, tan atrevido. —Pero ¿y si sale mal?
—Mírate, Jemima —dice Geraldine en tono enérgico. —¿Sigue preocupándote no gustarle?

Me encojo de hombros porque, aunque veo que he cambiado, que parezco otra, por dentro me siento la misma, me siento gorda.
—Es imposible —continúa Geraldine. —Estás guapísima ¿Quieres acostumbrarte a ello de una vez y seguir con tu vida?
—Está bien, está bien —digo sonriendo. Cualquier cosa con tal de hacerle cambiar de tema, porque por ridículo que parezca, me estoy hartando un poco de que la gente me diga lo guapa que soy; no puedo tomármelo muy en serio, y no me siento guapa. Aún no. Bueno, quizá de vez en cuando, pero parece durar unos minutos como mucho. En todo caso me siento una especie de impostora. —Supongo que será mejor que vaya a ver al director y le pida vacaciones.
—¿Quieres decir que has comprado el billete sin asegurarte antes de que no había problemas? —Geraldine está horrorizada.
—Sí. —No ha sido mi principal preocupación, teniendo que perder un billón de kilos en tres meses. —Y ahora que está comprado tengo que encontrar el tiempo.
—Eso es dejarse guiar por el instinto —dice Geraldine, y se va hablando entre dientes para sí.

—Pasa, pasa —dice el director, levantándose de su butaca y acercándose para abrirme la puerta, lo que es increíble, porque nunca lo ha hecho en el pasado. —Me alegro de que hayas venido a verme —dice, solo que no me mira a los ojos mientras lo hace; el viejo verde me está recorriendo el cuerpo de arriba abajo. —Hay un par de cosas que quería comentarte.

Apuesto a que sí.

Me siento en la silla que me ofrece y trato de cruzar las piernas despacio como he visto tantas veces hacerlo a Sophie y a Lisa, con el tobillo derecho escondido sensualmente detrás de la pantorrilla izquierda y las dos piernas formando un ángulo, y contengo la risa al pensar en que yo, Jemima Jones, pueda utilizar por fin mi aspecto físico para promocionarme. El director, por lo visto, lo aprueba. De hecho, está tan ocupado aprobando mis piernas que parece haber olvidado lo que quería comentarme. Toso.
—Sí, sí. ¿Qué estaba diciendo? —Levanta de mala gana la mirada hacia mi cara. —Cielo santo, Jemima —dice después de otra pausa. —Lo siento, querida, es que no puedo creer que seas tú.

Sonrío benigna, acostumbrada ya a recibir cumplidos de hombres que me conocen desde hace años y nunca han parecido fijarse en mí.

Esta misma mañana ha vuelto a sonar el teléfono interno. Otro reportero preguntándose si podía escribir un artículo para él, y si podíamos quedar a la hora de comer para hablar sobre ello. Al principio me pregunté qué diablos pasaba, pero según Geraldine ahora soy la tía buena de la oficina, y sé que debería sentirme halagada, encantada, pero en realidad me molesta un poco que nadie se haya preocupado por mí antes. Sin embargo, no está tan mal. Al menos el trabajo ha mejorado.

La semana pasada me enviaron por primera vez a hacer una entrevista, y no una entrevista aburrida, sino una a la nueva estrella de una telenovela, que vive convenientemente al lado del Kilburn Herald, pues aún no ha ganado suficiente dinero para trasladarse a un barrio mejor.

Le entrevista marchó sobre ruedas. Tal vez un poco demasiado sobre ruedas, ya que terminé haciendo maniobras para alejarme de ese hombre reconocidamente guapo a quien de pronto parecían haberle salido mil manos, todas ellas tratando de posarse sobre mí.

La vida, ahora me doy cuenta, sin duda es muy distinta cuando eres delgada. Hasta el gimnasio se ha convertido en un lugar emocionante, porque, oh, maravilla, parece que he sido bien acogida en el grupo de la gente guapa, y hasta con maillot —sí, hace tiempo que cambié los enormes pantalones de chándal por un ceñido maillot negro y unos pantalones de ciclista (aún estando delgada todavía no me siento lo suficiente segura de mí misma para ponerme los tops de licra de colores vivos y con la barriga al aire, o los tangas con los que soñaba), la cara lavada y el pelo recogido en una coleta, siempre hay algún tío que decide intentar ligar conmigo. Asombroso.
—¿Trabajando duro? —suelen empezar, y asiento con una sonrisa mientras trato de seguir con mis ejercicios. Pero ellos se quedan allí plantados, intentando entablar conversación, y si Paul, mi entrenador, da la casualidad que anda cerca, suele acercarse y llevarlos a otra máquina. Menos mal que tengo a Paul.

Menos mal, realmente, porque Paul es la única persona que está preocupada por Jemima. No puede evitar sonreír cuando ve a esos musculosos aspirantes tratar de ligar con ella. Si la hubieran visto antes, piensa, pero, por supuesto, lo han hecho, solo que nunca se han fijado en ella. Paul ha estado tratando de controlar el ejercicio de Jemima, porque aunque es cierto que está asombrosa, le preocupa lo deprisa que ha adelgazado, y está convencido de que debajo de su piel dorada —ha estado utilizando crema autobronceadora Clarins, siguiendo la recomendación de Geraldine, —Jemima Jones no está tan sana como parece.

Ha tratado de mencionar el tema, pero ella enseguida le quita importancia.
—¡Por supuesto que como lo suficiente, Paul! —no para de decir. —¿ Anoréxica? No me hagas reír.

A propósito, Jemima no está anoréxica, solo obsesionada, lo que en definitiva es igual de poco sano y posiblemente casi igual de peligroso. Ya veremos.

Y ahora, sentada en la oficina del director después de mi sesión de gimnasia de la hora del almuerzo, le veo descolgar el teléfono y llamar a su secretaria.
—Laura —ladra con su brusco acento norteño, —tráenos dos cafés y un plato de galletas. —Cuelga y me dice, o mejor dicho, me mira con lascivia y dice: —Supongo que no has estado comiendo galletas. Debe de ser difícil mantener esa figura.
Y yo, boba de mí, me pongo colorada.
—Me las arreglo —digo con firmeza.
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Mensaje por Nick_is_infatuation Mar 22 Mayo 2012, 5:54 pm

ya quiero que conozca a Joe!!
y quiero saber de Nick!!
y estoy preocupada por lo de la anorexia, no tengo un buen presentimiento sobre eso !!

gracias por seguirla (:
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Mensaje por Dayi_JonasLove!* Miér 23 Mayo 2012, 9:22 pm

Me emociona mucho que Jemima porfin vaya a California :D
Aunque me preocupa su salud y que aún no esté conforme consigo misma :(
¡Me encanta esta novela! :love: SIGUELAAAAAAAA
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Mensaje por Invitado Vie 25 Mayo 2012, 10:01 pm

Sorry por mi abandonoo
les coloco un capi laaargo (:
disfrutenlo!!


Capítulo 43

—Bueno, Jemima. La razón por la que quería hablar contigo es porque creo que has nacido para cosas más importantes; siempre te he dicho que te llegaría el momento, y con esta entrevista creo que has demostrado lo que vales y que estás preparada para pasar a reportajes.

Curioso. Curioso que ahora que soy delgada y rubia de pronto quiera ascenderme. Sé que debería sentirme agradecida, que probablemente espera que me deshaga en agradecimientos, pero en lo único que puedo pensar mientras sigo sentada aquí mirando su cara expectante, sus mejillas regordetas y sus pequeños ojos de cerdo que no paran de recorrerme las piernas, ese cabrón. Maldito cabrón. Nunca me habrías dado esta oportunidad si no tuviera este aspecto. Si no hubiera adelgazado habría seguido haciendo la página de «Los Mejores Consejos» el resto de mi maldita vida.
—¿Y bien? —dice el director, sin duda esperando que dé saltos de alegría.
—Bueno —digo, totalmente dividida, porque, por muy cabrón que sea, esta es la oportunidad que llevo años esperando; pero también es sexista. La verdad es que me he quedado muda y parte de mí quiere decirle que se meta la oferta donde le quepa, mientras la otra quiere abalanzarse sobre ella. —¿Por qué ahora? —pregunto por fin, observando que el director ha empezado a sudar.
—Es el momento oportuno —responde. —Siempre hemos sabido que eras un buen fichaje para el periódico, y ahora que Nick se ha ido, necesitamos otra joven brillante que haga todas las grandes entrevistas, y, seamos realistas, Jemima, el hecho de que te hayas convertido en una joven despampanante no te perjudica precisamente.

Ya está. Lo ha dicho. Ha admitido que es un cabrón sexista. Y sentada, recorro la oficina con la mirada. Miro primero la alfombra gris deshilachada, con manchas de café y alguna que otra quemadura de cigarrillo. Miro las portadas enmarcadas de la pared, los grandes artículos de fondo que han pasado a los periódicos nacionales, y miro al director sentado detrás de la mesa de formica barata, con su barata camisa de nailon, sus dedos regordetes y la sonrisa que deja ver una dentadura manchada de nicotina, y siento el impulso de largarme corriendo de aquí. Quiero irme lejos, muy lejos del Kilburn Herald. Y al oír mencionar el nombre de mi querido Nick siento como si me clavaran un cuchillo en el corazón, porque sigue sin llamar, y lo mejor que puedo hacer es alejarme de este periódico, de él, de todos los recuerdos.

Pero no lo digo, no puedo hacerlo. Aún no.
—Me encantaría el trabajo —digo por fin, con una sonrisa forzada. —Pero con una condición.
—¿Una condición? —El director del periódico no esperaba condiciones.
—Necesito tomarme unas vacaciones. Me gustaría tomarme quince días dentro de dos semanas.

Suspira aliviado, y sé exactamente en qué ha pensado durante la pausa. Por un instante ha creído que iba a decirle que solo aceptaría el trabajo si me aumentaba considerablemente el sueldo.
—No hay ningún problema, querida —dice. —Geraldine puede hacer tu página en tu ausencia, y mientras estés fuera cogeremos a alguien nuevo que se ocupe de tu sección. ¿Qué te parece?
—Bien. —Pero, mierda, Geraldine se va a poner furiosa. —Oh, hay algo más —añado, levantándome para irme. —Supongo que habrá un aumento de sueldo acorde con el nuevo puesto, ¿verdad?

El director se ha quedado casi sin habla, probablemente asombrado de la seguridad que da el adelgazar, porque la Jemima Jones de antes jamás se habría atrevido a decir nada parecido, y tengo que admitir que tiene algo de razón.
—Naturalmente —barbota. —Hablaré con el departamento de finanzas y lo arreglaremos. No te preocupes, querida, déjamelo a mí. ¿Adónde vas a ir?
—A Los Ángeles —respondo sonriendo, al tiempo que cierro la puerta detrás de mí y disfruto de su expresión, porque lo que el director entiende por unas vacaciones es Brighton, o, como mucho, una semana en Mallorca. Y mientras recorro el pasillo empiezo a sentir, por primera vez, un pequeño nudo de excitación en la boca del estómago. —Oh, Dios mío. ¡Me voy a Los Ángeles!


—¡No puedes ir así! —Geraldine está tumbada en mi cama y se lleva las manos a los ojos en un gesto dramático. —Jemima, por el amor de Dios, ¿no has oído hablar de la imagen chic para volar?
—¿De la qué? —Estoy siendo práctica, y espero con mi chándal, un par de cómodas zapatillas de deporte y una camiseta el momento de coger el avión. Pero quiero tener buen aspecto para Joe, de modo que en mi maleta de mano he metido una minifalda, una camisa de lino y unas botas hasta la rodilla que tengo previsto ponerme en cuanto aterricemos. Por si os lo estáis preguntando, las dos últimas semanas han pasado literalmente volando y hoy es el día de mi partida. Geraldine (¿y qué haría ahora sin ella?) va a acompañarme en coche al aeropuerto, tan emocionada como yo con mi aventura.
—De la imagen chic para volar —repite. —Ya sabes, el aspecto glamouroso que tienen todas las celebridades y famosos cuando vuelan a alguna parte.
—Pero Geraldine —digo sonriendo. —Creo que te olvidas de que..., bueno, no soy famosa ni modelo. Soy una periodista del maldito Kilburn Herald. Y, de todos modos... —Abro la bolsa y le enseño lo que hay dentro. —Llevo ropa para cambiarme. No quiero estar incómoda durante el vuelo.
—En primer lugar, Joe no sabe que trabajas en el maldito Kilburn Herald —me recuerda. —Cree que eres una atractiva y elegante presentadora de televisión, y aunque no sugiero que lleves un traje o botas de tacón alto en el avión, al menos podrías emplear un poco de glamour. —Aprieta los dientes. —Esta ropa... —Señala con la mano. —No es la adecuada para volar. Aunque te vayas a cambiar al final del vuelo.

Me encojo de hombros mientras Geraldine abre mi maleta y empieza a hurgar en ella.
—Toma —murmura sacando una camiseta blanca. —Toma —dice, sosteniendo unos pantalones elásticos negros y asintiendo con aprobación. —Y toma —añade, sacando un suéter negro fachoso— para que te lo eches con naturalidad sobre los hombros. Puedes seguir llevando las zapatillas de deporte, pero es Los Ángeles; ahora todo lo que necesitas son los accesorios para completar tu conjunto chic para volar.
—¿Accesorios?
—¡Lo sabía! —exclama. —Después de todas mis lecciones aún no has aprendido lo importante que son los accesorios. Querida Jemima, los accesorios lo son todo. Pero tía Geraldine ha venido preparada, así que no tienes por qué preocuparte. Enseguida vuelvo.

Me pongo la ropa que Geraldine ha escogido mientras ella va corriendo al coche. Un minuto después vuelve con un neceser de Louis Vuitton que hasta yo, Jemima Jones, sé que cuesta una fortuna.
—Jemima —dice, mirándome muy seria, —este neceser me lo regaló Dimitri, y aunque Dimitri y yo ya no estamos juntos, es mi orgullo y mi alegría. Te lo presto, pero protégelo con tu vida.
—Geraldine, estoy estupefacta; pero ¿para qué quiero...?
—Para tener el aspecto adecuado para el papel. Todo el mundo lleva un neceser Louis Vuitton cuando viaja. Y ahora —añade, —la pièce, o pièces, de résistance. —Abre el neceser y saca unas gafas de sol Cutler & Gross grandes de montura de concha. —Se utilizaron en un pase de moda hace un par de semanas y las perdí. Me sentí fatal, llamé a relaciones públicas y acaba de perdonarme. No sé dónde pude dejarlas. —Sonríe con picardía mientras me las da. —No hace falta que las lleves en el avión. Llévalas en el aeropuerto, y cuando no las uses, póntelas en la cabeza.

Me enseña cómo recogerme el pelo con las gafas que, hay que reconocer, añaden al instante un toque de glamour.
—Hummm —dice, revolviendo dentro del neceser. —¿Qué más tenemos aquí? —Saca un par de botellas de agua Evian, un spray que parece laca, y una selección de botes de aspecto exótico. —El agua está claro que es para que bebas en el avión. Hagas lo que hagas, evita las bebidas alcohólicas, te harán retener aún más líquido del que ya retengas. El spray es agua Evian que tienes que utilizar así. —Se aparta el pelo y, con un ademán, se rocía la cara y exhala un suspiro de alivio cuando termina. —Ya está. Es lo que hacen todas las modelos para que no se les seque la piel. —Esto —agrega señalando los botes— también son muestras gratis. He telefoneado a la compañía y les he dicho que estaba escribiendo un artículo sobre sus productos y que me enviaran todo el lote. Son unos estupendos productos hidratantes y te sugiero que los utilices cada dos horas. Querida, no tienes ni idea de lo que se reseca la piel en un avión. Y por último —dice, sacando una pequeña botella de plástico blanco, —gotas para los ojos que te los dejarán blancos y centelleantes, aun después de un vuelo de once horas. Dios, alguien debería pagarme por esto —añade casi para sí.
—Geraldine —digo sacudiendo la cabeza, pero incapaz de dejar de sonreír, —eres un regalo del cielo. ¿Qué haría sin ti?
—Parecerías otra aspirante a estrella que vuela a Los Ángeles. Ahora, en cambio, eres una que sí.
—¿Una que sí qué?
—Una que sí lo ha conseguido, o como quieras llamarlo. —Mira el reloj. —Cielos, será mejor que nos vayamos si queremos que lo consigas. ¿Estás preparada?
—Casi. Solo tengo que escribir una nota a Sophie y Lisa. —Al ver que Geraldine pone los ojos en blanco, agrego: —Tengo que hacerlo, Geraldine. Por si se produce una emergencia.
—Apuesto a que te alegras de perderlas de vista.
—Me da igual. No me molestan tanto; son bastante divertidas, aunque de una manera algo triste.
—Sí, como una hermana fea.
—Exacto —digo riendo.
—¿Y cómo te sientes? —me pregunta Geraldine mientras llevamos mis maletas a la puerta principal.
—¿Nerviosísima?
—No lo estés. Ya me gustaría estar en tu lugar. Vas a arrasar.
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Mensaje por Dayi_JonasLove!* Sáb 26 Mayo 2012, 4:53 pm

Nooooo D: ¿cómo la dejas ahí?
¡POR FAVOR TIENES QUE SEGUIRLA YA! :love:
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Mensaje por Invitado Mar 29 Mayo 2012, 2:47 pm

Ya la sigoo :D


Capítulo 44

Jemima Jones atrae bastante atención en el aeropuerto, aunque en realidad no se ha dado cuenta, pues está demasiado absorta en la emoción que le produce el viaje para advertir las miradas de admiración. Tal vez sea el hecho de que parece una estrella de verdad, sobre todo cuando se pone las gafas de sol para disimular su euforia, o quizá sea, sencillamente, que con la ayuda de su hada madrina Geraldine parece haber perfeccionado la imagen de increíblemente moderna, además de guapa. Comoquiera que sea, la gente de los viajes organizados se da codazos y susurra: «¿Quién crees que es?; Estoy segura de que es famosa; ¿No es la chica de esa película?».

—Voy a echarte de menos —dice Geraldine, dándome un fuerte abrazo. —¿Quién va a hacer mis días soportables las próximas dos semanas?
—Querrás decir quién va a reescribir tu artículo. —Sonrío devolviéndole el abrazo y olvidándome por completo de que a Geraldine le espera el placer de escribir la columna de «Los Mejores Consejos».
—Eso también —admite. —Pero en serio, voy a echarte mucho de menos. Pásalo en grande. ¿Me llamarás?
—Por supuesto.
—¿En cuanto llegues allí? Me muero por saber cómo Dios, podría ser bajo, gordo y calvo.
—¡Para! —le advierto, porque ya estoy bastante nerviosa para oír eso. —Sería horrible... —Entonces recuerdo que aunque nunca he sido baja y calva, he sido gorda, y en una fracción de segundo recuerdo también cómo me juzgaba la gente, o mejor dicho, lo mal que me juzgaba. —Pero lo importante es que sea buena persona —añado, aunque toco madera y rezo para que tenga una buena mata de pelo. —De todos modos, hemos visto su foto y estoy segura de que era él.
—Si tú lo estás, yo también —dice Geraldine, —pero no importa cómo sea, tienes un billete para Los Ángeles. ¿Estás totalmente segura de que no quepo en tu maleta? Las dos miramos mis abultadas maletas.
—Totalmente segura —respondo riendo, —aunque no sé lo que daría para que vinieras conmigo.

—Cuídate —dice Geraldine abrazándola de nuevo, y cuando se va Jemima se da cuenta de que Geraldine va a echarla realmente de menos, que se ha convertido en alguien muy importante en la vida de su amiga, que la ha ayudado a descubrir las alegrías de la amistad entre mujeres porque, hasta hace poco, Geraldine siempre se ha considerado amiga de hombres, una mujer que no tenía tiempo para las amistades femeninas. Es curioso cómo cambian las cosas...

Ya está. Estoy sola. Me acerco al mostrador de Virgin con una botella de agua mineral en una mano, el neceser Louis Vuitton en la otra, y un montón de revistas ilustradas bajo el brazo que Geraldine me ha dado, «para que no te aburras». Entrego mi billete de clase económica en el mostrador y alguien, en alguna parte, debe de estar sonriéndome, o tal vez la estrategia de Geraldine está funcionando, pero, sea lo que sea, la chica del mostrador parece creer también que soy de las que lo ha conseguido, y aunque me dice que la compañía no tiene por norma cambiar a primera a los que solo visten para parecer que viajan en ella, la clase económica está llena y a Virgin le gustaría cambiarme a primera. ¡Menudos resultados!

—Cielos. ¿En serio? ¡Eso es fantástico! —exclamo, olvidándome de actuar como una estrella de cine famosa, como alguien acostumbrado a que le pasen a primera clase. —¡Nunca he volado antes y voy a volar en primera! Gracias, muchas gracias.

Ni que decir tiene que la chica del mostrador se queda horrorizada al darse cuenta de su error, pero, por suerte, es demasiado tarde, y no me importa si lo he estropeado todo, ¡es a mí a quien van a cambiar a primera! ¡Voy a viajar en primera!

Luego tengo que matar dos horas en el aeropuerto, y compro libros en la librería del aeropuerto, me rocío de perfume en el Duty Free y miro con codicia las joyerías, escogiendo lo que compraría si tuviera dinero.

También paso demasiado tiempo mirando con anhelo los Silk Cut, pero no, ya no fumo. Ni siquiera cuando estoy tan nerviosa que creo que voy a enfermar. No, estoy sana y en forma. No necesito fumar. De modo que cuando oigo anunciar por el altavoz que mi vuelo está embarcando, me dirijo dando brincos a la puerta indicada, tratando de contener las ansias de gritar de emoción y alegría.

Once horas es un montón de tiempo para pasar en un avión, pero pueden pasar increíblemente deprisa cuando eres Jemima Jones y nunca has volado. Once horas pueden pasar increíblemente deprisa cuando estás rodeada de lujo, cuando te dan de comer y de beber con cualquier pretexto, y si tienes tu pantalla de vídeo particular y puedes escoger la película que prefieras. Jemima Jones se siente demasiado emocionada para dormir, y cuando la azafata baja las persianas de las ventanillas del avión y los demás pasajeros de primera clase se ponen las máscaras y dormitan, ella ve películas, lee sus revistas y pasa un tiempo desmesurado pensando en su vida, con la cabeza recostada.

Piensa en cómo ha cambiado su vida. Piensa en Joe, se pregunta cómo será, qué pensará de ella, qué hará ella en Los Ángeles. Y piensa en Nick, pero trata de no pensar mucho en él, porque cada vez que lo hace no puede evitar sentir una punzada en el corazón. Por mucho que intenta seguir con su vida, lo cierto es que lo echa de menos, que se dice que nunca volverá a sentir lo mismo por nadie, y eso es algo que no cree que supere en mucho tiempo.

De modo que, sentada en primera clase, se rocía la cara de Evian, bebe agua mineral y se aplica religiosamente crema hidratante en su piel deshidratada. Una hora antes de llegar va al lavabo para maquillarse, y mientras se pone colorete, se mira en el espejo, muy nerviosa de pronto, y dice con incredulidad:
—Jemima Jones, ¿qué diablos estás haciendo?
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Mensaje por Nick_is_infatuation Mar 29 Mayo 2012, 3:51 pm

Wow! que emocion!!! estoy con los nervios de punta!!!

haha, espero que no se arrepienta ahora que esta tan cerca

gracias por seguirla <3
Nick_is_infatuation
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Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe) - Página 10 Empty Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)

Mensaje por Dayi_JonasLove!* Mar 29 Mayo 2012, 9:06 pm

No puede ser posible, me está matando las ansias por el encuentro con Joe D:
Ya va, ¿de qué se está arrepintiendo Jemima? ¿De viajar a Los Angeles o de estar siendo tan superficial? Espero sea lo segundo, jajajajaja.
S I G U E L A A A A A A A A A A A :love:
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Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe) - Página 10 Empty Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)

Mensaje por Invitado Miér 30 Mayo 2012, 8:50 pm

Niñas, gracias por sus coments :)
y les advierto que los próximos capis, la mayoría de ellos son de infarto!
Ahora es que se pone buenaa...
pero no tienen idea de cómo se las ingenió la escritora para sorprendernos, no tienen ideeaa!
Pero disfruten al máximo estos capis que vienen a partir de este que subo.


Capítulo 45

Siempre dicen que uno se siente cansado después de un vuelo largo. Yo no me siento cansada, sino emocionada, contenta y nerviosa. Es casi como si hasta ahora hubiera sido un juego. Allí estaba yo, jugueteando con internet, teniendo ese idilio ficticio con alguien a quien nunca conocería, y era divertido, me daba algo que esperar con ilusión, y ahora, ahora que estoy aquí, me siento asustadísima.

No porque él podría ser... cualquier cosa, un asesino, un pederasta, un violador, aunque se me ha pasado por la cabeza, sino más bien porque he venido hasta aquí y ¿qué pasaría si no le gustase? Sé lo que diría Geraldine: ¿y si es a mí a quien no le gusta él? Pero eso no hace al caso, quiero decir que nunca he estado en situación de poder escoger. Sé que ahora las cosas han cambiado, sé que parezco otra, pero todavía me parece ridículo que no me guste alguien a quien yo le gusto.

¿Y si no soy lo que él esperaba? ¿Y si su mirada traspasa la ilusión y ve a la chica gorda e infeliz que se esconde detrás? Al fin y al cabo, no hace tanto tiempo que yo era el hazmerreír de todos. Me duele hasta decirlo, pero sé que es verdad. Sé que aparte de unas pocas personas que vieron más allá de mi físico, que fueron amables conmigo de todos modos, personas como Geraldine y Nick, la mayoría de la gente que conocía se limitaba a compadecerme.

Me miro en el espejo y no me reconozco, y de una forma extraña eso también parece un juego. Es como si no pudiese estar sucediendo en realidad, como si estuviera jugando a ser delgada y en cualquier momento pudiera volver a ser gorda. Sé que soy delgada porque me compro ropa de la talla 38 (hasta esa talla me va un poco grande), pero sigo sintiéndome igual, y me asusta que Joe se dé cuenta. Por cierto, ¿dónde demonios está?


He recogido mis maletas y cruzado la aduana, y no veo a Joe, ni a nadie que se parezca remotamente a él, por ninguna parte. Supongo que imaginé que estaría delante de todo. Si soy sincera, había fantaseado con un hombre guapísimo corriendo hacia mí y levantándome en brazos, pero aunque hay muchísima gente aquí, ninguno se parece a Joe.

¿Y si no aparece? ¿Y si no ha venido? ¿Adónde iré? ¿Qué haré? Mientras el pánico empieza a apoderarse de mí, me doy cuenta de que me muero por un cigarrillo, pero mientras me asalta ese pensamiento me fijo en todos los letreros de prohibido fumar que dan a entender que todo el que sea sorprendido fumando será ahorcado, destripado y descuartizado, de modo que suelto un profundo suspiro y trato de parecer una mujer que sabe lo que se hace.
—Perdona.
—Me vuelvo y me quedo sin respiración al ver ante mí a un hombre bajo, gordo y calvo.
—¿Joe? —Lo siento, lo siento, lo siento, pero no tengo ni la más remota posibilidad de disimular mi decepción. Oh, Dios mío, estoy pensando. Me has mentido, me mentiste con la foto. He olvidado convenientemente que también yo le mentí con la mía porque eso no hace al caso ahora. Mierda, pienso a continuación, tengo que pasar dos semanas completas con este hombre horrible, y luego pienso que no, que no voy a juzgarlo, que podría ser realmente agradable, pero mientras lo pienso lo estoy mirando y deseando no haber venido. Deseando haber dejado que todo siguiera siendo un juego.
—No. —Menea la cabeza mientras exhalo un profundo suspiro de alivio. —Soy Paul Springer. Productor de cine.
—Ah —digo sin interés, preguntándome qué diablos querrá.
—Espero que no te importe que te lo pregunte, pero eres muy guapa y he supuesto que eras actriz.
—Gracias —digo, esta vez con una sonrisa sincera, porque cuando los cumplidos siempre han sido algo que reciben otras personas, te sientes ridículamente emocionada cuando eres tú quien empieza a recibirlos. —Pero no lo soy —añado, y empiezo a volverme, porque al principio he pensado que podía ser el chófer de Joe o alguien que ha enviado a recogerme, pero es evidente que no lo conoce, ni a él ni a mí.
—¿Modelo entonces? —Me coge del brazo.
—No, me temo que no. —Trato de liberar mi brazo.
—Bueno, pues deberías serlo. ¿No has estado antes en la ciudad?
—No —respondo mientras me pregunto cómo librarme de ese hombre sin parecer maleducada, pero no estoy muy segura de qué hacer, porque su mano parece haberse pegado a mi brazo.
—Sería un placer enseñarte los puntos de interés.
—Gracias, pero voy a quedarme con un amigo.
—Aquí tienes mi tarjeta. —Se queda allí sosteniendo una tarjeta en su mano regordeta, y mientras la cojo de mala gana, él sale con lo que salta a la vista que es su rollo para ligar: —Ya sé que no eres actriz, pero hay un papel en mi próxima película que creo que podría ser perfecto para ti.

Me asombra que Geraldine haya tenido tanta razón, estoy tan perpleja que lo miro boquiabierta, porque es evidente que está tratando de ligar, pero lo más curioso es que su rollo debe de funcionar, aunque conmigo no, obviamente.
—Gracias —digo en tono vacilante. —Me pondré en contacto.

Él se pasa la lengua por los labios y dice:
—Perfecta, sencillamente perfecta.

Me olvido de mi educación y reserva británicas, cojo mis maletas y me voy al extremo opuesto de la sala.

Estoy mirando el reloj cuando una voz me dice al oído:
—¿JJ?
Esta vez el corazón empieza a palpitarme muy fuerte mientras me vuelvo y miro a los ojos del hombre más guapo que jamás he visto.

Oh, Dios mío, oh, Dios mío, oh, Dios mío. La foto no le hacía justicia, nada podría hacer justicia a este hombre. ¿Puede ser hermoso un hombre? ¿Puede ser alguien tan perfecto como el hombre que tengo delante, mirándome esperanzado y dudoso, porque todavía no he dicho nada?
—¿Joe? —pregunto cuando por fin recupero el aliento, y él no dice nada, se limita a asentir antes de levantarme del suelo y envolverme en un fuerte abrazo, y, en esos pocos segundos que estoy en sus brazos, tengo la sensación de que este es el momento que llevo esperando toda mi vida.
—¡No puedo creer que estés aquí! —exclama por fin cuando me suelta, y nos quedamos allí tratando de abarcarnos con la mirada, recordando nuestras fotos e intentando decidir si somos respectivamente las personas que creíamos ser. Lo miro y pienso que podría no gustarle, que podría no querer estar conmigo, que es demasiado guapo para querer estar conmigo, pero él no ha retrocedido como pensé que podía hacer, en su rostro no hay nada que refleje decepción, y soy la primera en admitir que no es como me esperaba.
—Tu foto no te hace justicia —digo nerviosa, aterrorizada de que me cale y vea a la chica gorda que he tratado con todas mis fuerzas de ocultar.

Él sonríe dejando ver una dentadura blanca que miro asombrada, porque nunca he visto unos dientes más perfectos, ni unos labios mejor perfilados, ni unos ojos tan, tan… ¡Oh por Dios! Son perfectos y hermosos.
—La tuya tampoco —dice, y siento en la cara un calor que me resulta familiar, el sonrojo que Jemima Jones tanto odiaba, el sonrojo que JJ se supone que ha erradicado para siempre. Me quedo allí parada, ruborizándome por momentos, y durante todo ese rato no puedo apartar la mirada de su cara y no puedo creer que tenga tanta suerte.

Joe se ríe apartándose de los ojos el pelo, ese pelo castaño que le cae de forma estupenda, y sacude la cabeza.
—Eres mucho mejor de lo que esperaba. Eres guapísima, JJ, de verdad. —Me rodea con un brazo bronceado por el sol y siento en el estómago un nudo que me resulta familiar, una sensación que, poco a poco me doy cuenta de ello, debe de ser deseo, puro y simple, y él se yergue todo lo alto que es, más alto que yo, y dice: —Vamos, larguémonos de aquí.

Mientras salimos del aeropuerto y nos encaminamos hacia su coche, me permito exhalar un suspiro de alivio, porque no lo he decepcionado, y cuando me dejo caer en el asiento de cuero de su Porsche descapotable negro brillante, no puedo dejar de sonreír y me pellizco con disimulo, solo para asegurarme de que todo no es un sueño.

Pone el coche en marcha y me mira sonriente, y yo sigo sin poder dejar de sonreír, y sigo sin poder creer que esto esté sucediendo en realidad. Gracias, Dios, rezo en silencio cerrando los ojos por unos segundos. Gracias por haberme permitido adelgazar. Gracias por enviarme a este hombre perfecto.

Qué buena pareja hacen Joe y JJ. Incluso antes de llegar a autopista todo el mundo los está mirando, empapándose de su belleza, la imagen del sueño californiano. Dos jóvenes guapos, un coche bonito, un día precioso. Van hasta la autopista de Santa Mónica, con el pelo agitándose al viento y las gafas de sol puestas para protegerse los ojos, y Jemima Jones recuesta la cabeza en el asiento y contempla el cielo, las puntas de las palmeras que pasan a toda velocidad por su lado, y piensa que por primera vez comprende lo que es ser feliz. No deja de mirar de reojo la visión sentada a su lado, todavía incapaz de creer que va a pasar las próximas semanas con él. No hablan, el ruido del motor y los coches que pasan les impiden oírse, de modo que suben el volumen de la música y de vez en cuando se miran y sonríen. Cuando es tan prometedor, ¿cómo puede salir mal?
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Mensaje por Nick_is_infatuation Miér 30 Mayo 2012, 9:22 pm

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]gracias!!!

estoy tan emocionada!!!!!!!!!! no tengo palabras para expresarlo

me pregunto si en algun momento Joe y Nick se conoceran??
seria demasiado para Jemima! :P
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Mensaje por Dayi_JonasLove!* Jue 31 Mayo 2012, 1:16 pm

Oh Dios, ¡al fin! Por fin se encuentran.
ME FASCINA ESTAAA NOVEEEE SIGUELA
Estoy a ansiosa por que se viene :D
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Mensaje por Invitado Vie 01 Jun 2012, 7:31 pm

Capítulo 46

—Esto es el Santa Mónica Boulevard —dice Joe, saliendo de la autopista. Nos detenemos en un semáforo y un coche deportivo que no reconozco se para a nuestro lado. Me vuelvo para mirar al conductor y es un joven atractivo que, para mi asombro, me mira con admiración antes de gritar a Joe:
—Bonito coche, tío, y bonita chica.

Joe sonríe y pisa el acelerador mientras recorremos la enorme y ancha calle bordeada de enormes tiendas que son mucho más llamativas que cualquiera de las de mi país. Al fondo se ven palmeras y más allá un azul brumoso, y justo cuando estoy a punto de preguntarle adonde lleva esta carretera, él se vuelve hacia mí y dice:
—Esta carretera lleva al mar. Iremos hasta allí y tomaremos el Ocean Boulevard hasta mi casa. Creo que te va a gustar, tiene vistas al mar.

¿Que si me va a gustar? Ya estoy enamorada del aire, del sol, de la gente guapa, aunque si soy totalmente sincera, aún no he visto tanta, pero, después de todo, esta es la meca de los ricos y famosos, y ya estoy tratando de ver a gente famosa mientras recorremos esta carretera en la que no parece haber peatones.
—¿Cómo te encuentras? —Joe se vuelve hacia mí, enarcando sus perfectas cejas.
—Genial, esto es fantástico.
—¿Estás cansada?
—La verdad es que no, aunque supongo que lo estaré.
—¿Qué tal si paramos a tomar un café?
—Estupendo.

Torcemos a la derecha pasando por delante de más tiendas, pero esta vez hay miles de personas pululando, luego a la izquierda, adentrándonos en una calle de ensueño, con palmeras a los lados y por el centro. Me maravillo de lo limpio que está todo, de lo amplias que son las calles, de lo perfectas que son las pequeñas tiendas, de lo diferente que es de Santa Mónica Boulevard, porque salta a la vista que es aquí donde vive la gente elegante. Joe detiene el coche frente a una cafetería que se llama Starbucks, y mientras aparca vuelvo a mirarlo de reojo, y sigo sin creer lo increíblemente guapo y perfecto que es.

Él baja de un salto y rodea el coche corriendo para abrirme la puerta.
—Aunque no lo creas —dice, señalando la cafetería, —esto es uno de los lugares de moda. Ahora hay Starbucks por todo Los Ángeles, es el único lugar donde puedes tomar un café decente, y toda la gente del mundillo del cine se reúne aquí los fines de semana.

Como es entre semana, está tranquilo; casi todas las mesas y sillas de hierro verde, desperdigadas por la acera, están vacías; a excepción de una a la que hay sentado un hombre rubio, con una gorra de béisbol y gafas de sol, bebiendo lo que parece café y leyendo un número de Variety. Su perro está tumbado debajo de su silla, con el morro sobre las patas, los ojos cerrados, soñando sin duda con anuncios de comida para perros.

Entramos y nos acercamos a la barra.
—Hola —dice el camarero, —¿qué os sirvo?
—¿Jemima? —Joe se vuelve hacia mí.
—Hummm. —¿Qué puedo pedir que suene sofisticado? Miro el tablero que hay más allá de la barra y me quedo perpleja. Hay mochas, frappuchinos, lattes y un millón de cosas que jamás he oído nombrar. —Tomaré un cappuccino.

Tanto Joe como el hombre que hay detrás de la barra me miran con extrañeza.
—¿Descafeinado o normal?
—Hummm, normal, por favor.
—¿Cuántos chorros?
—¿Perdona?
—¿Cuántos chorros? —El hombre mira con expresión de súplica a Joe, que evidentemente decide tomar cartas en el asunto.
—No te preocupes —le dice, —acaba de llegar de Inglaterra. Tomaremos dos lattes largos sin grasa con un chorrito de almendra.
—¿Tomaremos? —Miro a Joe enarcando una ceja. —¿Sin grasa?
—Tranquila —dice entre risas. —Significa descremados y con un chorrito de jarabe de almendra. Te gustará.

Nuestros cafés llegan en tazas de papel que nos llevamos fuera. Nos sentamos a una de las mesas y Joe me sonríe.
—Estás realmente aquí—dice mientras pienso que sí, realmente estoy aquí, y sí, ya lo has dicho. Varias veces. Pero ese pensamiento no dura mucho, pues casi al instante es desplazado por el pensamiento de que Joe es decididamente el hombre más guapo con el que jamás he tenido el placer de estar. —Es tan extraño —añade. —Conocer a una mujer como tú por internet, y conocerla en persona, y sobre todo ver que estás totalmente a la altura de mis expectativas. Más que a la altura. Por un momento me preocupó que hubieras recortado la foto de una revista y resultaras ser muy gorda o algo así.

Río cortésmente, agradeciendo a Dios haber perdido tantos kilos y no haber tenido que pasar por la humillación de aparecer como la Jemima de antes. Pero en parte me gustaría que no hubiera dicho eso, que no hubiera sonado tan superficial, como alguien a quien habría odiado si lo hubiera conocido seis meses atrás. Pero logro apartar de mi mente esos sentimientos, y me limito a sonreír y a decir:
—Lo sé. Yo pensé lo mismo de ti, y cuando un tipo empezó a hablar conmigo en el aeropuerto, pensé que eras tú.

Le cuento a Joe la historia y la escucha con atención antes de decir:
—Así es todo el mundo en Los Ángeles. Créeme, te acostumbrarás.
—¿Quieres decir que todo el mundo reparte tarjetas a perfectos desconocidos?
—Bueno, sí, eso también, pero me refiero más bien a que los hombres no tienen inconveniente en abordar a las mujeres que encuentran guapas.
—¡Pero si era horroroso!
—Eso no importa. Algunas de las mujeres más guapas de Los Ángeles van con algunos de los hombres más feos.
—Pero ¿por qué?
—Tienes que comprender que nadie es realmente de Los Ángeles. Todo el mundo viene esperando hacer realidad un sueño. Todos los hombres quieren ser productores de cine, y todas las mujeres quieren casarse con productores de cine. No es como Nueva York, donde las mujeres se hacen famosas por derecho propio. Aquí las mujeres quieren casarse con el éxito y, para los hombres, el máximo símbolo de estatus es tener cogida del brazo a una mujer guapa y escultural.
—Pero ¿no les repugna la idea a esas mujeres?
—Eres ingenua, ¿verdad? —Joe parece asombrado de sonreír para sí. —Eso es refrescante. No, a esas mujeres no les repugna porque el poder es un gran afrodisíaco.
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Mensaje por Nick_is_infatuation Vie 01 Jun 2012, 8:09 pm

gracias por seguirla!!

a mi tambien me molesto el comentario de Joe, si el la quisiera como se supone que la quiere, no le importaria el aspecto de la chica que conocio por internet :(
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