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Mensaje por .Sweet Angel. Jue 17 Jul 2014, 7:08 pm

no t preocupes!!!!! tu ve y descansa que después te enfermas :3
el cap....PUES LO AME Y ME ENCANTO IGUAL QUE LOS DEMÁS!!
amo la actitud tierna y dulce de jess y la rayis 
*-----------------------------*
celeste?? pues lo admito es una chica que solo le importa su beneficio propio -.- no me agrada
SIGUELAAAAAAAAAAAAAA
estaremos igual esperándote :******
.Sweet Angel.
.Sweet Angel.


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Mensaje por ayluu_garciaa;) Jue 17 Jul 2014, 8:39 pm

Me encantooo el cap.estoy muyyy hemosionada de qe la allas seguido...bueno seguila prontosisisisisimo chau besotes
ayluu_garciaa;)
ayluu_garciaa;)


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Mensaje por Invitado Vie 18 Jul 2014, 1:47 am

Jessica. escribió:Oh God ame demasiado el capítulo
No es nada pero celeste me cae mal
Síguela cuando puedas linda
Besos Jess xx
Me alegro que te haya gustado :D
Ami tambien me cae mal xdd pero bueno, siempre tiene que haber un mala no? xdd
Besiitos
Att: Sasa xx:)
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Mensaje por Invitado Vie 18 Jul 2014, 1:48 am

emilu escribió:yaaay!!! jajaja esta bien (: síguela cuando puedas!
No es por nada pero no me cae muy bien Celeste, es tan... ajj
Bueno síguela cuando puedas linda
A nadie le cae bien Celeste, es mala Xd
Ahora la sigo
Besiitos
Att: Sasa xx:)
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Mensaje por Invitado Vie 18 Jul 2014, 1:59 am

.Sweet Angel. escribió:no t preocupes!!!!! tu ve y descansa que después te enfermas :3
el cap....PUES LO AME Y ME ENCANTO IGUAL QUE LOS DEMÁS!!
amo la actitud tierna y dulce de jess y la rayis 
*-----------------------------*
celeste?? pues lo admito es una chica que solo le importa su beneficio propio -.- no me agrada
SIGUELAAAAAAAAAAAAAA
estaremos igual esperándote :******
Hayy que linda x3
Me alegro de que te haya gustado!! :)
A nadie le cae bien Celeste xdd pobrecitaa
Ya la sigoo
Besitoos
Att: Sasa xx:)
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♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 Empty Re: ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕

Mensaje por Invitado Vie 18 Jul 2014, 4:01 am

Capitulo 10
✈️

Me pasé la cena con la cabeza gacha. En la Sala de las Mujeres había podido mostrarme valiente porque tenía a Jessica al lado, y a ella le caía bien. Pero allí, rodeada de personas cuyo odio podía sentir casi físicamente, me acobardé. Solo levanté la vista del plato una vez; entonces me encontré con Kriss Ambers, que le daba vueltas al tenedor con gesto amenazador. Y Ashley, siempre tan elegante, no dejó de hacer morritos, sin dirigirme la palabra. De lo único que tenía ganas era de huir a mi habitación.
No entendía por qué era todo tan importante. Vale, parecía ser que le gustaba a la gente. ¿Y qué? Allí dentro aquello no tenía ninguna importancia; sus gestos de cariño no valían para nada.
Después de todo, no sabía si sentirme honrada o molesta.
Centré mis energías en la comida. La última vez que había comido filete había sido unas Navidades, años atrás. Sabía que mamá se había esmerado todo lo posible, pero no tenía nada que ver con aquel, tan jugoso, tan tierno, tan sabroso. Me daban ganas de preguntarle a alguien si no era el mejor filete que había probado nunca. Si Jessica hubiera estado allí cerca, lo habría hecho. La busqué con la mirada. Estaba charlando tranquilamente con las chicas que tenía alrededor.
¿Cómo lo conseguía? ¿Acaso no había salido en la misma grabación que decía que era una de las favoritas? ¿Cómo lo hacía para que la gente le hablara?
El postre fue un surtido de frutas con helado de vainilla. Era como si estuviera descubriendo el placer de comer. Si aquello era comida, ¿qué era lo que me había estado metiendo en la boca hasta entonces? Pensé en May y en lo golosa que era. Aquello le habría encantado. Estaba segura de que ella habría triunfado.
No podíamos abandonar la mesa hasta que todas hubieran acabado, y luego teníamos órdenes estrictas de irnos directamente a la cama.
—Al fin y al cabo, por la mañana conoceréis al príncipe Harry, y todas querréis dar vuestra mejor imagen —recordó Silvia—. De hecho, es el futuro marido de una de vosotras.
Unas cuantas chicas suspiraron ante la idea.
El repiqueteo de los zapatos al subir las escaleras esta vez fue menos sonoro. No veía el momento de quitarme los míos. Y aquel vestido. Tenía una muda mía de verdad en la mochila y no sabía si ponérmela, aunque solo fuera por sentirme yo misma por un momento.
Tras subir las escaleras, mientras las chicas se dirigían a sus habitaciones, Jessica me cogió del brazo.
—¿Estás bien?
—Sí. Es solo que algunas de las chicas me miraban mal durante la cena —dije, intentando no parecer una llorica.
—Solo están un poco nerviosas porque le has gustado mucho a la gente —respondió, quitándole hierro al asunto.
—Pero tú también le has gustado a la gente. He visto los carteles. ¿Por qué no te hacen lo mismo a ti?
—No has pasado mucho tiempo con grupos de chicas, ¿verdad? —me preguntó, con una sonrisa pícara, como si yo supiera lo que estaba pasando.
—No. Sobre todo con mis hermanas —confesé.
—¿Te educaron en casa?
—Sí.
—Bueno, yo estudié con un grupito de otras Cuatros en casa, todas chicas, y cada una tiene su método para influir en las demás. Fíjate: todo consiste en conocer a la persona, en pensar qué es lo que le molestará más. Muchas de las chicas me hacen cumplidos ambiguos, o pequeñas observaciones, cosas así. Sé que me ven como una persona superficial y extrovertida pero que, en realidad, es tímida, y creen que pueden ir mellando mi autoestima con palabras.
Fruncí el ceño. ¿Lo hacían aposta?
—Para ti, como te ven reservada y misteriosa…
—Yo no soy misteriosa —la interrumpí.
—Un poquito sí. Y a veces la gente no sabe si interpretar el silencio como confianza en ti misma o como miedo. Te miran todo el rato como si fueras un bicho raro, a ver si al final consiguen que te sientas como tal.
—¡Vaya! —Eso tenía cierto sentido. Me pregunté qué era lo que estaba haciendo, si de algún modo estaba recordándoles a las otras sus propias inseguridades—. ¿Y tú qué haces? Cuando quieres que te traten bien, quiero decir.
—No hago ni caso —respondió, sonriendo—. Tengo una conocida que se pone tan furiosa cuando no consigue fastidiarte que acaba hundiéndose. Así que no te preocupes —dijo—. Lo único que tienes que hacer es dejarles claro que no te afecta lo que hagan.
—Y no me afecta.
—Te creo…, pero no del todo. —Soltó una risita, un sonido cálido que se evaporó en el silencio del pasillo—. ¿Te puedes creer que vayamos a conocerle por la mañana? —preguntó, pasando a temas, a su modo de ver, más importantes.
—No, en realidad no.
Harry parecía una suerte de fantasma que deambulara por el palacio, siempre presente pero intangible.
—En fin, buena suerte mañana —dijo, y estaba claro que era sincera.
—Mejor suerte aún para ti, Jess. Estoy segura de que el príncipe Harry estará más que contento de conocerte. —Le apreté la mano una vez más.
Ella me sonrió denotando excitación y timidez a la vez, y se fue a su cuarto.
Cuando llegué al mío, la puerta de Bariel seguía abierta, y le oí dar órdenes a su doncella, refunfuñando. Me vio y me cerró la puerta en las narices. Mejor.
Mis doncellas estaban allí, por supuesto, esperándome para ayudarme a lavarme y desvestirme. Mi camisón, una prenda verde, ligera y vaporosa, estaba tendido sobre la cama. Ninguna de las tres había tocado mi bolsa.
Eran eficientes pero resueltas. Evidentemente se sabían bien la rutina de la noche, pero obraron con calma. Supuse que pretendían que su actuación tuviera un efecto relajante, pero yo no veía el momento de que se fueran. No podía meterles prisa mientras me lavaban las manos, me desabrochaban el vestido y prendían el broche con mi nombre en mi bata de seda. Y mientras hacían todas aquellas cosas que me ponían tan incómoda, iban haciendo preguntas. Intenté responderlas sin ser maleducada.
Sí, por fin había visto a las otras chicas. No, no hablaban mucho. Sí, la cena había sido estupenda. No, no conocería al príncipe hasta el día siguiente. Sí, estaba muy cansada.
—Y de verdad me ayudaría mucho a relajarme poder pasar un rato sola —añadí, tras aquella última respuesta, esperando que pillaran la indirecta.
Parecían decepcionadas. Intenté arreglarlo.
—Las tres me ayudáis muchísimo, pero es que estoy acostumbrada a pasar tiempo sola. Y hoy he estado rodeada de muchísima gente todo el día.
—Pero, Lady Singer, se supone que tenemos que ayudarla. Es nuestro trabajo —dijo la que mandaba.
Me imaginé que sería Andy. Andy parecía estar al tanto de todo, Emily era de muy buen trato, y Lucy… supongo que era tímida.
—Os lo agradezco mucho, de verdad, y desde luego necesitaré que me ayudéis mañana para ponerme en marcha. Pero esta noche necesito desconectar. Si queréis serme útiles, me iría muy bien disponer de un tiempo para mí. Y si todas descansáis bien, seguro que por la mañana las cosas saldrán mejor, ¿no os parece?
Se miraron entre sí.
—Bueno, supongo que sí —accedió Andy.
—Se supone que una de nosotras tiene que quedarse aquí mientras usted duerme. Por si necesita algo —dijo Lucy, nerviosa, como si tuviera miedo de mis decisiones. Daba la impresión de que temblaba de vez en cuando, lo cual atribuí a su timidez.
—Si necesito algo, tocaré el timbre. Estaré bien. Además, no podría descansar si sé que hay alguien observándome.
Volvieron a mirarse entre sí, aún algo escépticas. Sabía que había un modo de acabar con aquello, pero odiaba tener que usarlo.
—Se supone que tenéis que obedecer todas mis órdenes, ¿verdad?
Asintieron, esperanzadas.
—Entonces os ordeno a las tres que os vayáis a la cama. Y que vengáis a ayudarme por la mañana. Por favor.
Andy sonrió. Estaba claro que empezaba a entenderme.
—Sí, Lady Singer. Hasta mañana.
Hicieron una reverencia y abandonaron la habitación. Anndy me echó una última mirada. Supongo que no era exactamente lo que se esperaban, pero no parecían muy molestas.
Una vez sola, me quité las elegantes zapatillas y estiré los dedos de los pies. Ir descalza me daba una sensación agradable, natural. Me dispuse a sacar mis cosas de la bolsa, lo cual no llevó mucho tiempo. Al mismo tiempo eché un vistazo a los vestidos. Solo había unos cuantos, pero bastarían para vestirme durante una semana más o menos. Supuse que las demás tendrían la misma cantidad. ¿Por qué habrían confeccionado una docena de vestidos para una chica que quizá se marchara al día siguiente?
Saqué las pocas fotografías que tenía de mi familia y las prendí del borde de mi espejo, que era altísimo y enorme. Así podría ver las fotos sin tener que apartar la vista de mí misma. Tenía una cajita de abalorios personales —pendientes, cintas y diademas que me encantaban—. Es probable que en aquel entorno quedaran increíblemente sencillos, pero eran tan personales que no había podido evitar traérmelos. Los pocos libros que había traído encontraron su espacio en el práctico estante que había junto a las puertas que daban a mi balcón privado.
Asomé la nariz al balcón y vi el jardín. Había un laberinto de senderos con fuentes y bancos. Por todas partes se veían flores, y cada seto estaba podado a la perfección. Tras aquel recinto cuidado hasta el mínimo detalle se abría un pequeño campo abierto y, más allá, un bosque enorme que se extendía hasta tan lejos que no podía saber siquiera si quedaba completamente rodeado por los muros del palacio. Por un momento me pregunté los motivos de su existencia, pero luego fijé la atención en el último recuerdo de casa, que aún llevaba en la mano.
Mi frasquito con el céntimo. Lo hice rodar por la mano unas cuantas veces, escuchando cómo la moneda se deslizaba por los bordes del cristal. ¿Por qué me habría llevado aquello? ¿Para recordarme algo que no podría tener nunca?
Aquel pensamiento fugaz —el de que aquel amor que había ido construyendo durante años en un lugar tranquilo y secreto estaba ahora fuera de mi alcance— me llenó los ojos de lágrimas. Aquello, sumado a toda la tensión y la excitación del día, era demasiado. No sabía dónde guardar aquel frasco, así que de momento lo dejé sobre la mesilla de noche.
Atenué las luces, me eché sobre las lujosas sábanas y me quedé mirando mi frasquito. Me permití estar triste. Me permití pensar en «él».
¿Cómo podía haber perdido tanto en tan poco tiempo? Tener que abandonar a la familia, trasladarse a un lugar extraño, separarse de la persona a la que amas… Todo aquello debía de sucederte poco a poco, a lo largo de años, no en un solo día.
Me pregunté qué sería exactamente lo que quería decirme antes de irme. Lo único que pude deducir era que sería algo que no le resultaba cómodo decir en voz alta. ¿Sería sobre «ella»?
Fijé la vista en el frasco.
¿Estaría intentando decirme que lo sentía? Le había soltado una enorme reprimenda la noche anterior. Así que a lo mejor era aquello.
¿Que había pasado página? Bueno, eso ya lo había visto claro, gracias por la información.
¿Que «no» había pasado página? ¿Que aún me quería?
Intenté pensar en otra cosa. No podía permitir que aquella esperanza arraigara. Ahora mismo necesitaba odiarle. Aquella rabia me ayudaría a seguir adelante. El principal motivo por el que estaba allí era para alejarme de él todo lo que pudiera y el máximo tiempo posible. Pero la esperanza resultaba dolorosa. Y con la esperanza llegó la nostalgia, y el deseo de que May se colara en mi cama, como a veces hacía. Y luego el miedo de que las otras chicas quisieran echarme, que pudieran seguir intentando empequeñecerme. Y luego los nervios al presentarme ante todo el país por televisión durante mi estancia en aquel lugar. Y el pánico de que alguien intentara matarme simplemente para reivindicar una posición política. Todo aquello me había caído encima demasiado de golpe como para que mi ya aturdido cerebro lo pudiera procesar tras un día tan largo.
La visión se me nubló. Ni siquiera me di cuenta de que había empezado a llorar. No podía respirar. Estaba temblando. Me puse en pie de un salto y salí al balcón a la carrera. Estaba tan nerviosa que tardé un momento en abrir el seguro, pero por fin lo conseguí. Pensé que el aire fresco me haría sentir mejor, pero no fue así. Aún respiraba entrecortadamente y tenía frío.
Aquello no tenía nada de libertad. Los barrotes de mi balcón me hacían sentir enjaulada. Y aún veía los muros que rodeaban el palacio, con vigilantes en los puestos de guardia. Necesitaba salir del palacio, y nadie iba a ayudarme a conseguirlo. La desesperación me hizo sentir aún más débil. Miré hacia el bosque. Estaba segura de que desde allí solo se vería vegetación.
Me giré y eché a correr. Me sentía un poco insegura, con los ojos llenos de lágrimas, pero conseguí abrir la puerta. Corrí por el pasillo que conocía, sin fijarme en los elaborados tapices ni en los ribetes dorados. Apenas vi a los guardias. No sabía orientarme por el castillo, pero sabía que, si bajaba las escaleras y tomaba la dirección correcta, encontraría las enormes puertas de vidrio que daban al jardín. Necesitaba abrir aquellas puertas.
Bajé corriendo la majestuosa escalera, apenas haciendo ruido al pisar el mármol con mis pies descalzos. Había más guardias por el camino, pero nadie me detuvo…, hasta que encontré lo que buscaba.
Al igual que antes, había dos hombres montando guardia a los lados de las puertas, y, cuando intenté correr hacia ellos, uno se interpuso en mi camino, bloqueándome el paso hacia la salida con su vara a modo de lanza.
—Perdone, señorita, pero tiene que volver a su habitación —dijo, con autoridad. Aunque no hablaba alto, daba la impresión de que su voz retumbaba en el silencio del elegante vestíbulo.
—No…, no. Necesito… salir. —Se me trababa la lengua; me costaba respirar.
—Señorita, debe volver a su habitación ahora mismo.
Se acercó el segundo guardia, con paso decidido.
—Por favor —pedí, jadeando. Tenía la sensación de que me iba a desmayar.
—Lo siento… Lady _____, ¿verdad? —respondió, observando mi broche—. Tiene que volver a su habitación.
—Yo… no puedo respirar —balbucí, cayendo entre los brazos del guardia, que se me echaba encima para apartarme. Su bastón cayó el suelo. Me agarré a él casi sin fuerzas, mareada del esfuerzo.
—¡Soltadla!
Aquella era una voz nueva, joven pero autoritaria. Me giré, o más bien se me cayó la cabeza hacia un lado, y lo vi. Ahí estaba el príncipe Harry. Tenía un aspecto algo raro, visto desde aquel ángulo en que me colgaba la cabeza, pero reconocí su pelo y la rigidez de su postura.
—Se ha desplomado, alteza. Quería salir —se excusó el primer guardia, azorado. Se metería en graves problemas si me hacía algún daño. Ahora yo era propiedad de Illéa.
—Abrid las puertas.
—Pero…, alteza…
—Abrid las puertas y dejadla salir. ¡Ya!
—Enseguida, alteza. —El primer guardia se puso manos a la obra, sacando una llave.
Con la cabeza aún en aquella extraña postura, oí el ruido de las llaves entrechocando y luego una que se introducía en la cerradura. El príncipe me observó con preocupación mientras intentaba mantenerme en pie. Y luego me llegó el dulce olor del aire fresco, que me dio toda la energía que necesitaba. Me liberé de los brazos del guardia y corrí al jardín como si estuviera ebria.
Me tambaleaba un poco, pero no me importaba si mi aspecto no era de lo más elegante.
Necesitaba respirar el aire libre. Noté su calidez sobre la piel, la hierba bajo los pies. De algún modo, incluso las cosas de la naturaleza parecían más lujosas en aquel lugar. Quería llegar hasta los árboles, pero las piernas no me llevaron tan lejos. Me vine abajo frente a un banquito de piedra y me quedé allí sentada, con mi bonita bata verde tirada por el suelo y la cabeza apoyada sobre los brazos, en el asiento.
No tenía fuerzas ni para llorar, así que las lágrimas que brotaron lo hicieron en silencio. Aun así, me hicieron reaccionar. ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Cómo había permitido que sucediera aquello? ¿Qué sería de mí en aquel lugar? ¿Podría volver algún día a la vida que tenía antes? No lo sabía. Y nada de aquello dependía de mí ni en lo más mínimo.
Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me di cuenta de que no me encontraba sola hasta que el príncipe Harry habló.
—¿Estás bien, querida?
—Yo no soy «tu querida» —dije, mirándole fijamente. Mi mirada de asco no dejaba lugar a dudas.
—¿Qué he hecho para ofenderte? ¿No te he dado todo lo que has pedido? —preguntó, realmente confundido por mi respuesta. Supongo que esperaba que todas le adoráramos y diéramos gracias por su existencia.
Le miré sin ningún miedo, aunque estoy segura de que el efecto quedó algo matizado por mis mejillas surcadas de lágrimas.
—Deja de llorar, querida. ¿Quieres? —preguntó, aparentemente preocupado.
—¡No me llames eso! No me quieres más de lo que puedes querer a las otras treinta y cuatro extrañas que tienes aquí, encerradas en tu jaula.
Se acercó más. No parecía en absoluto ofendido por mi verborrea descontrolada. Al parecer solo estaba… meditando. Tenía una expresión interesante en la cara.
Caminaba con gran elegancia para ser un chico, y se le veía sorprendentemente cómodo mientras me rodeaba. Mi demostración de coraje se vino un poco abajo ante lo extraño de la situación. Él iba vestido con un elegante traje, perfecto, y yo estaba encogida y medio desnuda. Y si su rango no era suficiente amenaza, su actitud sí lo era. Debía de tener una gran experiencia en el trato con gente infeliz; su respuesta fue excepcionalmente serena.
—Ese planteamiento es injusto. Todas sois importantes para mí. Solo se trata de dirimir a cuál podré llegar a querer más.
—¿De verdad has dicho «dirimir»?
Chasqueó la lengua.
—Me temo que sí. Perdóname. Es producto de mi educación.
—Educación —murmuré, levantando los ojos al cielo—. Ridículo.
—¿Disculpa?
—¡Es ridículo! —grité, recuperando de nuevo el valor.
—¿Qué es lo que es ridículo?
—¡Este concurso! ¡Todo este asunto! ¿Es que nunca has querido a nadie? ¿Así es como quieres escoger esposa? ¿De verdad eres tan superficial? —solté, girándome un poco hacia él.
Para hacer las cosas más fáciles, se sentó en el banco, de modo que yo no tuviera que torcer el cuello. Estaba demasiado contrariada como para agradecérselo.
—Entiendo que quizá pueda parecerlo, que todo esto pueda parecer poco más que un entretenimiento barato. Pero en el mundo en el que vivo estoy muy limitado. No tengo ocasión de conocer a muchas mujeres. Las que conozco son hijas de diplomáticos, y generalmente tenemos muy poco de lo que hablar. Y eso si es que hablamos el mismo idioma.
A Harry aquello le pareció divertido y soltó una risita. A mí no me hizo gracia. Se aclaró la garganta.
—En esas circunstancias, no he tenido ocasión de enamorarme. ¿Tú sí?
—Sí —respondí con naturalidad. Y en cuanto la palabra salió de mis labios deseé haberme mordido la lengua. Aquello era algo privado; no era asunto suyo.
—Entonces has tenido bastante suerte —dijo, con una punta de envidia.
Aquello sí que tenía gracia. Lo único que tenía yo que pudiera envidiar el príncipe de Illéa era precisamente lo que quería olvidar.
—Mi madre y mi padre se casaron así y son bastante felices. Yo también espero hallar la felicidad. Encontrar a una mujer que toda Illéa pueda querer, alguien que pueda ser mi compañera y que me acompañe cuando reciba a los líderes de otros países. Alguien que se haga amiga de mis amigos y que se convierta en mi confidente. Estoy listo para encontrar a mi futura esposa.
Algo en su voz me sorprendió. No había ni rastro de sarcasmo. Lo que a mis ojos parecía poco más que un concurso de la tele era para él su única ocasión de encontrar la felicidad. No podría intentarlo con una segunda ronda de chicas. Bueno, quizá sí pudiera, pero sería muy embarazoso. Estaba desesperado, y a la vez esperanzado. Sentí que la rabia que me despertaba disminuía. Solo un poco.
—¿De verdad te parece que esto es una jaula? —En sus ojos se reflejaba la preocupación.
—Sí —dije, ya más serena. Y enseguida añadí—: Alteza.
Él se rio.
—La verdad es que yo me he sentido enjaulado más de una vez. Pero tienes que admitir que es una jaula muy bonita.
—Para ti. Llena tu bonita jaula con otros treinta y cuatro hombres, todos luchando por lo mismo y verás lo bonita que es entonces.
Él levantó las cejas.
—¿De verdad ha habido peleas por mí? ¿No sabéis todas que soy yo el que escoge? —dijo, riéndose.
—En realidad no es eso. Se disputan dos cosas. Unas luchan por ti; otras luchan por la corona. Y todas creen saber qué decir y qué hacer para desequilibrar la balanza.
—Ah, sí. El hombre o la corona. Me temo que hay gente que no distingue una cosa de la otra.
—Buena suerte con eso —repuse, mordaz.
Tras mi comentario socarrón me quedé un momento en silencio. Lo miré por el rabillo del ojo, esperando que dijera algo. Él fijó la mirada en un punto indefinido del césped, con expresión preocupada. Daba la impresión de que aquello le inquietaba desde siempre. Respiró hondo y volvió a mirarme.
—¿Y tú por qué luchas?
—En realidad, yo estoy aquí por error.
—¿Por error?
—Sí. Algo así. Bueno, es una larga historia. Y ahora… estoy aquí. Y no voy a luchar. Mi plan es disfrutar de la comida hasta que me des la patada.
Al oír aquello soltó una carcajada. De hecho se dobló en dos de la risa y se dio una palmada en la rodilla. Era una extraña mezcla de rigidez y calma.
—¿Tú qué eres? —preguntó.
—¿Perdón?
—¿Una Dos? ¿Una Tres?
¿Es que no se enteraba?
—Una Cinco.
—Ah, ya. Bueno, en ese caso la comida quizá pudiera ser una buena motivación para quedarse. —Volvió a reírse—. Lo siento, no veo bien tu broche con la oscuridad.
—Me llamo _____.
—Bueno, me parece perfecto. —Harry plantó la vista en la profundidad de la noche y sonrió. Parecía que todo aquello le divertía—. _____, querida, espero que encuentres algo en esta jaula por lo que valga la pena pelear. Después de esto, no me imagino cómo será verte luchar por algo que quieras de verdad.
Bajó del banco y se agachó, poniéndose a mi lado. Estaba demasiado cerca. Yo no podía pensar con claridad. Quizá fuera que me impresionaba la situación, o que aún estaba algo temblorosa tras mi crisis de llanto. En cualquier caso, me pilló tan por sorpresa que me cogiera la mano que no fui capaz de protestar.
—Si esto te hace feliz, puedo decirle al servicio que te gusta el jardín. Así podrás salir por las noches sin tener que ir de la mano del guardia. Aunque preferiría que tuvieras uno cerca.
Eso me interesaba. Cualquier tipo de libertad me sonaba de maravilla, pero quería dejarle perfectamente claros mis sentimientos.
—Yo no… No quiero nada de ti —dije, apartando los dedos de su mano.
Aquello le pilló desprevenido, y pareció algo dolido.
—Como desees.
Me sentía arrepentida. Solo porque no me gustara aquel tipo no tenía por qué hacerle daño.
—¿Volverás a entrar pronto?
—Sí —respondí, soltando aire y mirando al suelo.
—Pues te dejo, que querrás estar sola. Habrá un guardia junto a la puerta, esperándote.
—Gracias…, esto…, alteza. —Sacudí la cabeza. ¿Cuántas veces me había dirigido a él erróneamente en aquella conversación?
—_____, querida… ¿Me harás un favor? —dijo, cogiéndome la mano de nuevo. Aquel tipo no se rendía.
Me lo quedé mirando, sin saber muy bien qué decir.
—Quizá.
Volvió a sonreír.
—No menciones esto a las otras. En teoría se supone que no tengo que conoceros hasta mañana, y no quiero que nadie se moleste. Aunque no creo que la bronca que me has soltado se pueda considerar una cita romántica, ¿no?
Esta vez fui yo quien sonrió.
—¡Desde luego! —Respiré hondo—. No lo diré.
—Gracias —dijo. Me levantó la mano y se la llevó a los labios. Tras besarla, la posó suavemente sobre mi regazo—. Buenas noches.
Me quedé mirando el punto de mi mano donde me había besado, atónita por un momento. Luego me giré y vi que Harry se alejaba, para dejarme la intimidad que tanto había deseado.
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La rasha es cruel!!! ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 343344823  ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 343344823  ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 343344823  ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 343344823 


Última edición por Sasa. el Vie 18 Jul 2014, 10:58 am, editado 1 vez
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♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 Empty Re: ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕

Mensaje por emilu Vie 18 Jul 2014, 9:16 am

que bello capítulo! Quiero un Harry, aunque todas queremos un Harry! Pero no se es tan perfecto!
síguela linda!
emilu
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Mensaje por 1DHARRYSTYLESMYLIFE Vie 18 Jul 2014, 9:31 am

NEW READER!
 Empece a leer tu nove hace unos dias,me encanta!
Besos!
 
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Mensaje por Invitado Vie 18 Jul 2014, 11:02 am

Capitulo 11
✈️

Por la mañana no me desperté con el ruido de las doncellas al entrar —aunque ya habían entrado— ni con la preparación del baño —aunque ya estaba preparado—. Me desperté con la luz que se coló por mi ventana cuando Andy retiró suavemente las pesadas y elaboradas cortinas, tarareando con dulzura alguna canción, encantada con su trabajo.
Yo aún no estaba lista para ponerme en marcha. Había tardado mucho en relajarme después de tanta tensión, y aún más tiempo en dormirme al darme cuenta de lo que significaría exactamente aquella conversación en el jardín. Si tenía ocasión, le pediría disculpas a Harry. Sería un milagro si me daba incluso ocasión de hacerlo.
—¿Señorita? ¿Está despierta?
—Noooo —gimoteé, con la cara contra la almohada.
Pero Andy, Emily y Lucy se rieron ante mis lamentos, y eso bastó para hacerme sonreír y para que me decidiera a ponerme en marcha.
Es probable que con aquellas chicas fuera con las que más fácilmente podía llevarme bien de todo el palacio. Me pregunté si podrían llegar a convertirse en confidentes de algún tipo, o si la disciplina y el protocolo las habrían hecho completamente incapaces de compartir incluso una taza de té conmigo. Aunque fuera una Cinco de nacimiento, ahora mismo tenía todos los atributos de una Tres. Y si eran criadas, tenían que ser Seises. Pero a mí aquello no me importaba. Me encontraba bien en compañía de Seises.
Entré muy despacio en el monstruoso baño; cada paso que daba resonaba en aquel enorme espacio de azulejo y cristal. A través de los grandes espejos vi que Lucy se fijaba en las manchas de tierra de mi bata. Luego los ojos atentos de Andy cayeron en ellas. Y después los de Emily. Por suerte, ninguna de las dos hizo comentarios. Uno de mis temores era que me acribillaran a preguntas, pero estaba equivocada. Evidentemente les preocupaba muchísimo que me sintiera cómoda. Si me preguntaban qué había estado haciendo fuera de mi habitación —o, peor aún, fuera del palacio—, resultaría muy embarazoso.
Se limitaron a quitarme la bata con cuidado y a llevarme al baño. No estaba acostumbrada a desnudarme en presencia de otras personas —ni siquiera de mamá o de May—, pero no parecía que hubiera otra opción. Aquellas tres mujeres me ayudarían a cambiarme de ropa durante todo el tiempo que pasara allí, así que tendría que aguantarlo hasta el día de mi partida. Me preguntaba qué sería de ellas cuando yo me fuera. ¿Las asignarían a otras chicas que necesitaran más cuidados a medida que avanzara la competición? ¿O ya tenían otros trabajos en el palacio de los que habían sido excusadas temporalmente? Me pareció maleducado preguntarles qué era lo que hacían antes o insinuar que no estaría mucho tiempo allí, así que no lo hice.
Tras el baño, Andy me secó el cabello, levantándome la mitad de la melena con cintas que me había traído de casa. Eran azules, así que casualmente resaltaban las flores de uno de los vestidos de día que mis doncellas habían hecho para mí, y ese fue el que escogí. Emily me maquilló con tonos tan suaves como el día anterior, y Lucy me extendió una loción por los brazos y las piernas.
Había una gran variedad de joyas entre las que escoger, pero yo les pedí mi cajita. Allí dentro tenía un minúsculo collarcito con un ruiseñor que me había regalado mi padre, y era plateado, así que hacía juego con el broche con mi nombre. Sí me puse un par de pendientes de la colección de palacio, pero probablemente fueran los más pequeños que había.
Andy, Emily y Lucy me supervisaron con la mirada y sonrieron, satisfechas. Me tomé aquello como un indicador de que mi aspecto era correcto para el desayuno. Me despidieron con sonrisas, reverencias y buenos deseos, y me puse en marcha. A Lucy le temblaban las manos de nuevo.
Subí al vestíbulo de arriba, donde nos habíamos encontrado todas el día anterior. Era la primera, así que me senté a descansar en un pequeño sofá. Poco a poco empezaron a llegar las otras. Enseguida observé una constante: todas las chicas tenían un aspecto fenomenal. Lucían el cabello recogido en elaboradas trenzas o tirabuzones, dejando la cara despejada. Llevaban un maquillaje cuidado a la perfección y unos vestidos planchados inmejorablemente.
Yo había escogido el vestido más sencillo que tenía para el primer día; los vestidos de todas las demás tenían algún detalle brillante. Hubo dos chicas que, al llegar al vestíbulo, cayeron en la cuenta de que llevaban unos vestidos casi idénticos. Ambas dieron media vuelta y fueron a cambiarse. Todas querían destacar, y cada una lo hacía a su manera. Incluso yo.
Todas querían parecer Unos. Por mi parte, tenía el aspecto de una Cinco con un bonito vestido.
Pensé que había tardado mucho en prepararme, pero las otras chicas se retrasaron mucho más. Incluso después de que llegara Silvia para acompañarnos abajo, aún tuvimos que esperar a Celeste y a Tiny, que había necesitado que le encogieran el vestido.
Cuando estuvimos todas, nos dirigimos hacia las escaleras. Había un espejo dorado en la pared, y todas nos giramos para echar un último vistazo mientras bajábamos. En una imagen fugaz, me vi junto a Jessica y Tiny. Desde luego se me veía sencilla.
Pero al menos era yo misma, y aquello suponía todo un consuelo.
Bajamos, esperando que nos llevaran al comedor, donde nos habían dicho que comeríamos. Sin embargo, nos condujeron al Gran Salón, donde habían puesto mesas y sillas individuales en filas, todas con sus platos, sus copas y su cubertería de plata. No obstante, de la comida no había ni rastro. Ni siquiera un olor que prometiera. Más allá, en una esquina, observé un grupito de sofás. Unos cuantos cámaras, apostados en diferentes puntos, grababan nuestra llegada.
Fuimos entrando y nos sentamos donde quisimos, ya que allí no había cartelitos con nuestros nombres. Jessica estaba en la fila de delante de la mía, y Ashley se sentó a mi derecha. No me molesté en mirar dónde estaban las demás. Daba la impresión de que muchas habían hecho al menos una amiga, igual que yo tenía mi aliada en Jess. Ashley había elegido sitio a mi lado, así que supuse que desearía mi compañía. Aun así, no decía nada. A lo mejor estaba contrariada por el informe de la noche anterior. Por otra parte, el día anterior también había estado muy callada. Quizá fuera su carácter. Pensé que lo peor que podía pasarme es que no me respondiera, así que decidí al menos saludarla.
—Ashley, estás preciosa.
—Oh, gracias —dijo, en voz baja. Ambas comprobamos que las cámaras estaban lejos. No es que la conversación fuera privada, pero no nos hacían ninguna falta—. ¿No es divertido llevar todas estas joyas? ¿Y las tuyas?
—Humm, a mí me pesaban demasiado. He preferido ir más ligera.
—¡Sí que pesan! Me da la impresión de que llevo diez kilos en la cabeza. Pero no podía dejar pasar la ocasión. ¿Quién sabe cuánto tiempo nos quedaremos?
Aquello tenía gracia. Ashley parecía bastante segura de sí misma desde el principio. Con aquel aspecto y aquella compostura, era ideal como princesa. Me parecía raro que dudara de sí misma.
—Pero ¿no crees que ganarás? —pregunté.
—Por supuesto —susurró—. ¡Pero es de mala educación admitirlo! —contestó, y me guiñó un ojo, lo que me hizo soltar una risita.
Otro error por mi parte. Aquella risita llamó la atención de Silvia, que estaba entrando en aquel momento.
—Chis, chis. Una dama nunca levanta la voz más allá de un leve murmullo.
Se hizo el silencio. Me pregunté si las cámaras habían registrado mi error, y me noté las mejillas calientes.
—Buenos días, señoritas. Espero que todas descansarais bien en vuestra primera noche en palacio, porque ahora empieza el trabajo. Hoy empezaremos las clases de conducta y protocolo, proceso que continuará durante toda vuestra estancia. Sabed que informaré de cualquier falta de comportamiento por vuestra parte a la familia real.
»Sé que puede sonar duro, pero esto no es un juego que podáis tomaros a la ligera. Una de las presentes en esta sala será la próxima princesa de Illéa, lo cual no es poco. Debéis esmeraros en mejorar, cualquiera que fuera vuestro origen. Os convertiréis en damas de la cabeza a los pies. Esta misma mañana recibiréis vuestra primera clase.
»Las buenas maneras en la mesa son muy importantes, y antes de que podáis comer frente a la familia real debéis tener en cuenta unas mínimas normas de etiqueta. Cuanto antes acabemos con esta clase, antes iréis a desayunar, así que mirad todas aquí, por favor.
Empezó a explicar que se nos serviría por la derecha, qué copa era para qué bebida y que nunca jamás debíamos coger una pastita con las manos. Había que usar siempre las pinzas. Las manos debíamos tenerlas sobre el regazo siempre que no las estuviéramos usando, con la servilleta debajo. No debíamos hablar, a menos que se nos preguntara. Por supuesto, podíamos hablar en voz baja con nuestros vecinos de mesa, pero siempre a un nivel adecuado para el palacio. Cuando dijo aquella última frase se me quedó mirando.
Silvia siguió, con su tono elegante. Noté que mi estómago empezaba a perder la paciencia. Aunque no fueran copiosas, estaba acostumbrada a mis tres comidas diarias. Necesitaba comer. Ya estaba empezando a ponerme de mal humor cuando oímos que llamaban a la puerta. Dos guardias se hicieron a un lado y entró el príncipe Harry.
—Buenos días, señoritas —saludó.
La reacción en la sala fue tangible. Unas enderezaron la espalda, otras se echaron atrás el cabello, y alguna que otra se colocó bien el vestido. Yo no miré a Harry , sino a Ashley, que respiraba agitadamente. Se lo quedó mirando de un modo que me hizo sentir incómoda solo de verlo.
—Alteza —saludó Silvia, con una reverencia.
—Hola, Silvia. Si no te importa, me gustaría presentarme ante estas jóvenes.
—Por supuesto —dijo ella, con una nueva reverencia.
El príncipe Harry paseó la mirada por la sala y me localizó. Nuestros ojos se cruzaron un momento y sonrió. Aquello no me lo esperaba. Pensaba que habría cambiado de opinión sobre el trato que iba a dispensarme tras la noche pasada y que me llamaría al orden delante de todas. Pero quizá no estuviera enfadado. Tal vez le hubiera parecido divertido. Debía de aburrirse tremendamente en aquel lugar. Cualquiera que fuera el motivo, aquella breve sonrisa me hizo pensar que a fin de cuentas tal vez aquello no resultara ser una experiencia tan terrible. Tomé la decisión que no pude tomar la noche anterior y confié en que el príncipe Harry quisiera aceptar mis disculpas.
—Señoritas, si no les importa, las iré llamando una por una para hablar con ustedes. Estoy seguro de que todas están deseosas de desayunar, como yo, así que no les quitaré demasiado tiempo. Les ruego que me disculpen si me cuesta aprender los nombres; son ustedes bastantes.
Se oyeron unas risitas apagadas. Rápidamente se dirigió a la chica del extremo derecho de la primera fila y se la llevó a los sofás. Hablaron unos minutos y luego ambos se levantaron. Él le hizo una reverencia, y ella hizo lo propio. Se dirigió a la mesa, habló con su compañera y se repitió el proceso. Las conversaciones solo duraron unos minutos y se desarrollaron en voz baja. Intentaba hacerse una idea de cómo era cada chica en solo cinco minutos.
—Me pregunto qué querrá saber —dijo Jess, girándose.
—A lo mejor quiere saber qué actores te parecen más guapos. Ten la lista preparada en la mente —le susurré.
Jessica y Ashley contuvieron una risita.
No éramos las únicas que hablábamos. Por toda la sala se elevó un suave murmullo mientras esperábamos nuestro turno. Por otra parte, los cámaras iban moviéndose por todas partes, preguntándoles a las chicas por su primer día en palacio, si les gustaban sus doncellas, y cosas así. Cuando se pararon donde estábamos Ashley y yo, dejé que fuera ella la que hablara.
Seguí mirando hacia el sofá mientras entrevistaban a cada una de las seleccionadas. Algunas se mostraban tranquilas y elegantes; otras se agitaban de los nervios. Jessica se ruborizó cuando se acercó al príncipe Harry, y el rostro se le iluminó cuando volvió. Ashley se alisó el vestido varias veces, como si tuviera un tic nervioso en las manos.
Yo estaba casi sudando cuando volvió. Era mi turno. Respiré hondo y procuré calmarme. Estaba a punto de pedirle un favor monumental.
Él se puso en pie y leyó mi broche cuando me acerqué.
—______, ¿verdad? —dijo, con una sonrisa en los labios.
—Sí. Y sé que he oído su nombre en algún sitio, pero… ¿me lo puede recordar? —Me pregunté si arrancar con una broma sería una buena idea, pero Harry se rio y me indicó que me sentara.
—¿Has dormido bien, querida? —preguntó, inclinándose hacia mí.
No sé qué diría la expresión de mi cara al oír aquel calificativo, pero los ojos de Harry brillaron, divertidos.
—Sigo sin ser su querida —respondí, pero esta vez con una sonrisa—. Pero sí. Una vez que conseguí calmarme, he dormido muy bien. Mis doncellas han tenido que sacarme de la cama. Estaba muy a gusto.
—Me alegro de que estuvieras a gusto, querida…, ______ —se corrigió.
—Gracias —repuse. Jugueteé un momento con el vestido, intentando pensar en cómo decir lo que quería decir—. Siento mucho haberme portado así. Cuando me acosté me di cuenta de que, aunque sea una situación extraña para mí, no debería culparle a usted. No es usted el motivo de que yo me vea envuelta en esto, y todo el montaje de la Selección ni siquiera es idea suya. Además, estaba hundida y usted fue de lo más amable conmigo, aunque yo estuve…, bueno, odiosa. Podía haberme echado anoche, y no lo hizo. Gracias.
Los ojos de Harry reflejaban ternura. Apuesto a que todas las chicas que habían pasado por allí antes de mí se habían fundido al verlos. También a mí podía haberme afectado que me mirara así, pero estaba claro que era parte de su naturaleza. Apartó la vista un momento. Cuando volvió a mirarme, se echó adelante, apoyando los codos sobre las rodillas como si quisiera que entendiera la importancia de lo que iba a decir.
—_____, me has hablado muy claro desde el principio. Eso es una cualidad que admiro profundamente, y voy a pedirte que tengas la amabilidad de responderme una pregunta.
Asentí, algo asustada pensando en qué querría saber. Se acercó aún más y me susurró:
—Dices que estás aquí por error, así que supongo que no quieres estar aquí. ¿Hay alguna posibilidad de que llegues a… sentir algo por mí?
No pude evitar agitarme un poco. No quería herirle en sus sentimientos, pero aquello era algo en lo que no podía engañarle.
—Es usted muy amable, alteza, y atractivo…, y detallista —respondí.
Él sonrió.
—Pero hay motivos de peso por los que no creo que podría —añadí.
—¿Quieres explicármelo?
Lo disimuló muy bien, pero en su voz noté cierta decepción. Supongo que no estaría acostumbrado a algo así.
No era algo que deseara compartir con él, pero me pareció que no había otro modo de hacerle entender qué sucedía. Con una voz aún más baja que antes, le confesé la verdad.
—Me… temo que mi corazón está en otro lugar. —Sentí que los ojos se me empañaban.
—¡Oh, por favor, no llores! —dijo Harry, con un susurro que denotaba una preocupación real—. ¡Nunca sé qué hacer cuando las mujeres lloran!
Aquello me hizo reír, y la amenaza del llanto desapareció momentáneamente. La expresión de alivio en su rostro era innegable.
—¿Querrías que te dejara irte con tu amado hoy mismo? —preguntó. Era evidente que mi preferencia por otra persona le molestaba, pero, en lugar de enfadarse, había decidido mostrar compasión. Aquel gesto me hizo confiar en él.
—Ese es el problema… No quiero ir a casa.
—¿De verdad? —Se pasó los dedos por el pelo, y no pude evitar reírme de nuevo al verlo tan perdido.
—¿Puedo ser absolutamente honesta con usted?
Asintió.
—Necesito estar aquí. Mi familia necesita que esté aquí. Aunque solo me dejara quedarme una semana, para ellos sería una bendición.
—¿Quieres decir que necesitáis el dinero?
—Sí —admití, a mi pesar. Debía de parecer que lo estaba utilizan do. Y quizá fuera así. Pero había más—. Y además hay alguien… —añadí, levantando la mirada— a quien no soportaría ver ahora mismo.
Harry asintió en señal de que comprendía, pero no dijo nada.
Me quedé sin saber qué hacer. Supuse que lo peor que me podía pasar sería que me enviara a casa, así que seguí:
—Si tiene la bondad de dejar que me quede, aunque sea un poco, podría ofrecerle algo a cambio —dije.
Las cejas se le dispararon hacia arriba.
—¿A cambio?
Me mordí el labio.
—Si deja que me quede… —Aquello iba a sonar muy tonto—. Bueno, a ver, hay que ser realistas: usted es el príncipe. Está ocupado todo el día, gobernando el país y todo eso. ¿Y se supone que va a encontrar tiempo suficiente para reducir la búsqueda entre treinta y cinco…, bueno, entre treinta y cuatro chicas, a una sola? Eso es mucho pedir, ¿no le parece?
Él asintió. Por su expresión estaba claro que le parecía una labor agotadora.
—¿No sería mucho mejor para usted si tuviera a alguien dentro? ¿A alguien que le ayudara? Como… ¿una amiga?
—¿Una amiga?
—Sí. Déjeme quedarme y le ayudaré. Seré su amiga —dije, y aquello le hizo sonreír—. No tiene que preocuparse por mí. Ya sabe que no estoy enamorada de usted. Pero puede hablar conmigo en cualquier momento, e intentaré ayudarle. Anoche dijo que le gustaría tener una confidente. Bueno, hasta que encuentre una definitiva, yo podría ser esa persona. Si quiere.
Su expresión era afectuosa pero comedida.
—He hablado con casi todas las chicas de esta sala y no se me ocurre ninguna que pudiera ser mejor como amiga. Estaré encantado de que te quedes.
El alivio que sentí era indescriptible.
—¿Tú crees —preguntó Harry— que podría seguir llamándote «querida»?
—Ni hablar —le susurré.
—Seguiré intentándolo. No tengo costumbre de rendirme —respondió, y le creí. No me apetecía nada que siguiera por ahí, pero no había nada que hacer.
—¿Las ha llamado así a todas? —pregunté, indicando con un gesto de la cabeza a las otras.
—Sí, y parece que les gusta.
—Ese es precisamente el motivo por el que no me gusta a mí —dije, y me puse en pie.
Harry también se levantó, con gesto divertido. Yo podría haber reaccionado frunciendo el ceño, pero en realidad era gracioso. Hizo una reverencia, yo también, y volví a mi sitio.
Tenía tanta hambre que me pareció una eternidad el tiempo que tardó en llegar hasta la última fila. Pero por fin regresó a su sitio la última chica. A mí ya se me hacía la boca agua pensando en mi primer desayuno en palacio.
Harry se dirigió hacia el centro de la sala.
—A las que os he pedido que os quedéis, por favor, permaneced en vuestros sitios. Las demás, por favor, pasad con Silvia al comedor. Enseguida me reuniré con vosotras.
¿Que se quedaran? ¿Eso era buena señal?
Me puse en pie, con la mayoría de las chicas, y nos pusimos en marcha. Sería que deseaba pasar un rato más con las otras. Vi que Ashley era una de ellas. Sin duda era una chica especial, tenía todo el aspecto de una princesa. El resto eran chicas a las que no había llegado a conocer. Tampoco es que ellas tuvieran ningunas ganas de conocerme a mí. Las cámaras se quedaron atrás para capturar cualquier momento especial que pudiera producirse, y las demás salimos de allí.
Entramos en el salón de banquetes y allí, con un aspecto más majestuoso del que me habría podido llegar a imaginar, estaban el rey Dess y la reina Anne. También había otros equipos de televisión pululando por la sala para captar nuestro primer encuentro. Dudé, preguntándome si deberíamos volver a la puerta y esperar a que nos hicieran pasar. Pero casi todas las demás, aunque vacilantes, siguieron adelante. Me dirigí rápidamente a mi silla, intentando no llamar mucho la atención.
Silvia entró apenas dos segundos más tarde y tomó las riendas de la situación.
—Señoritas, me temo que esto aún no se lo hemos enseñado —dijo—. Cada vez que entren en una estancia en la que estén el rey o la reina, o si ellos entran en el lugar donde están ustedes, lo correcto es hacer una reverencia. Luego, cuando se dirijan a ustedes, pueden volver a levantarse y tomar su asiento. Todas juntas, ¿de acuerdo? —Y todas hicimos una reverencia en dirección a la cabecera de la mesa.
—Bienvenidas, chicas —saludó la reina—. Por favor, tomad asiento, y bienvenidas a palacio. Estamos muy contentos de que estéis aquí. —Había algo agradable en su voz. Era tranquila, al igual que su expresión, pero al mismo tiempo tenía personalidad.
Tal como había dicho Silvia, los criados acudieron a servirnos el zumo de naranja por la derecha. Nuestros platos llegaron cubiertos en grandes bandejas, y los criados los destaparon justo cuando los teníamos delante. Una deliciosa ráfaga de olor procedente de mis tortitas me impactó en la cara. Afortunadamente, los murmullos de admiración de toda la sala taparon los ruidos de mi estómago.
El rey Dess bendijo la mesa y empezamos a comer. Unos minutos más tarde entró el príncipe Harry, pero antes de que tuviéramos tiempo de levantarnos se dirigió a nosotras:
—Por favor, no se levanten, señoritas. Disfruten de su desayuno.
Se dirigió a la cabeza de la mesa, le dio un beso a su madre en la mejilla, una palmadita a su padre en el hombro y se sentó, a la izquierda del rey. Hizo unos comentarios al mayordomo que tenía más cerca, que soltó una risita silenciosa, y se puso a comer.
Ashley no apareció. Ni ninguna de las otras chicas. Miré a mi alrededor, confusa, contando cuántas faltaban. Ocho. Ocho de las chicas no estaban allí.
Fue Kriss, que estaba sentada delante de mí, quien respondió la pregunta que había en mis ojos.
—Se han ido.
¿Ido? Oh. Se habían ido…
No conseguía imaginar qué podrían haber hecho en apenas cinco minutos que desagradara tanto a Maxon, pero de pronto me alegré de haber decidido ser sincera.
Así, de repente, solo quedábamos veintisiete.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Ashley se fue D:  ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 3619577255  ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 3619577255  ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 3619577255 
Ha alguien mas le gustaba Ashley??? muack 
Ya no subiré mas capis por hoy, con dos esta bien no?? xdd
Besiitoos
Att: Sasa xx:)
PD: Mueran con el gif, sexy Harold  baba 
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Mensaje por Invitado Vie 18 Jul 2014, 11:04 am

emilu escribió:que bello capítulo! Quiero un Harry, aunque todas queremos un Harry! Pero no se es tan perfecto!
síguela linda!
Verdad que si?? Ah Harry, un día de estos lo secuestraremos  ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 1606340316: Siii alguien que me comprende es tan asdfgklkjhfdsdfgh x3
Ya la seguí :) Capi hay arriba jajajaj
Besoos
Att: Sasa xx:)
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Mensaje por Invitado Vie 18 Jul 2014, 11:06 am

1DHARRYSTYLESMYLIFE escribió:
NEW READER!
 Empece a leer tu nove hace unos dias,me encanta!
Besos!
 
Bienvenida!!! Amo las nuevas lectorass yay!!! Me alegro muchisisisimo que te encante!
Bessitoss
Att: Sasa xx:)
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Mensaje por Jessica. Vie 18 Jul 2014, 12:09 pm

Oh god oh god
dios mio ame los capitulos con todo mi alma
ASHLEY NAHH!! Yo amaba a ashley por que te fuiste
El harreh tan lindo me enamore pero ami tambien me estresaria que me dijeran querida ..
siguela pronto
Besos Jess xx
Jessica.
Jessica.


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Mensaje por .Sweet Angel. Vie 18 Jul 2014, 7:59 pm

pues que te digo..
morí con os gifs del sexy rulitos *pppppppppppppppp*
oww papi  :jejeje: 
sii!! a mi también me gustaba ashley!! :ccc
los caps me gustaron mucho y muy largos eh!! *------------------------*
awww pero que suertuda la rayis aparte de ser la primera en hablar con el rulos va ser la primera en tener una relación de amistad 
*oooooooo*
que mono :3
SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
cada vez ser pone mas interesante , harry es tan... agradable  ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 837735280  ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 837735280 
eh amado los caps!!
estuve leyendo el cap 10 en la mañana hora de ecuador y pensé que lo iba a terminar a tiempo para comentar , pero a mi expreso se le ocurrió venir a recogerme mas temprano -.-
y pues acá estoy yo comentando recién :3
sube cuando puedas linda!!
por cierto wiii estamos ayudando a la rayis a vestirse,a  maquillarse y todoooooo*oooooooooooooooooooooo*
:3 yo también me sentiría incomoda si estuviera desnuda con 3 chicas mas .-. jajajaaja espero la rayis se acostumbre :3
besos honey!!
:****
.Sweet Angel.
.Sweet Angel.


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Mensaje por Invitado Sáb 19 Jul 2014, 2:01 am

Jessica. escribió:Oh god oh god
dios mio ame los capitulos con todo mi alma
ASHLEY NAHH!! Yo amaba a ashley por que te fuiste
El harreh tan lindo me enamore pero ami tambien me estresaria que me dijeran querida ..
siguela pronto
Besos Jess xx
Me alegro muchisisisisisimo de que los hayas amado :)
Lloraremos la perdida de Ashley  ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 4242539333  ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 3373640616 
Te parece Hazza lindo ahora? Ya veras despues  ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 285151902 No mas spam ah
Ya la sigo besitoos
Att: Sasa xx:)
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Mensaje por Invitado Sáb 19 Jul 2014, 2:10 am

.Sweet Angel. escribió:pues que te digo..
morí con os gifs del sexy rulitos *pppppppppppppppp*
oww papi  :jejeje: 
sii!! a mi también me gustaba ashley!! :ccc
los caps me gustaron mucho y muy largos eh!! *------------------------*
awww pero que suertuda la rayis aparte de ser la primera en hablar con el rulos va ser la primera en tener una relación de amistad 
*oooooooo*
que mono :3
SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
cada vez ser pone mas interesante , harry es tan... agradable  ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 837735280  ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 837735280 
eh amado los caps!!
estuve leyendo el cap 10 en la mañana hora de ecuador y pensé que lo iba a terminar a tiempo para comentar , pero a mi expreso se le ocurrió venir a recogerme mas temprano -.-
y pues acá estoy yo comentando recién :3
sube cuando puedas linda!!
por cierto wiii estamos ayudando a la rayis a vestirse,a  maquillarse y todoooooo*oooooooooooooooooooooo*
:3 yo también me sentiría incomoda si estuviera desnuda con 3 chicas mas .-. jajajaaja espero la rayis se acostumbre :3
besos honey!!
:****
Verdad? Oh mi dios es que es tan... tan....  ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 918334782 jajajaja xdd
Ashley :'( Love u <3
Me alegro que te hayan gustado :) Son largos para vosotras :) Tan largos como tu comentario porque, hay dios! menudo comentario xdd me encanta <3
La raya es VIP xdd suertuda :/
Yaa la sigooo :)
Harreeh es  ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕ - Página 5 2018004571 
Maldito expreso e.e
La rayis se acostumbrará, paciencia :)
Besiitos linda
Att: Sasa xx:)
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