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Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New!

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Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New! - Página 5 Empty Re: Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New!

Mensaje por 31SecondsAlone Sáb 12 Abr 2014, 7:52 am

Ah.... Semana Santa, ¿Verdad? Que triste que sólo sean dos semanas.
Pero algo es algo, no hay escuela, aha.
Bueno, la buscaré en wattpad, al fin tengo cuenta ahí.
Como autor, ¿Tienes el mismo nombre en wattpad que en OWN? Yo sí.
31SecondsAlone
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http://www.wattpad.com/user/31SecondsAlone

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Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New! - Página 5 Empty Re: Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New!

Mensaje por 31SecondsAlone Sáb 12 Abr 2014, 7:52 am

Aha, pasé de página, aha.
31SecondsAlone
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Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New! - Página 5 Empty Re: Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New!

Mensaje por Ángel J.D Miér 16 Abr 2014, 12:11 am

31SecondsAlone escribió:Ah.... Semana Santa, ¿Verdad? Que triste que sólo sean dos semanas.
Pero algo es algo, no hay escuela, aha.
Bueno, la buscaré en wattpad, al fin tengo cuenta ahí.
Como autor, ¿Tienes el mismo nombre en wattpad que en OWN? Yo sí.
Si... Si, lo sé, debería ser un mes (?)
¿Sería mucho pedir un año?
Ya la buscaste :D
Ángel J.D
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Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New! - Página 5 Empty Re: Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New!

Mensaje por Ángel J.D Miér 16 Abr 2014, 12:13 am

31SecondsAlone escribió:Aha, pasé de página, aha.
 Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New! - Página 5 158352849 (?)
Ángel J.D
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Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New! - Página 5 Empty Re: Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New!

Mensaje por Ángel J.D Miér 16 Abr 2014, 12:23 am

Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New! - Página 5 2ednmlf
¿Qué era lo que mantenía a su madre con aquel médico? Media hora atrás estaban conversando animadamente sobre lo que pasaba en el trabajo de Anne —nada importante solo comentarios divertidos que habían mencionado sus compañeros de trabajo—, pero llegó el doctor y pidió hablar con ella en privado. La situación le ponía nervioso ¿y si algo estaba mal? No quería pasar otro día más en aquel frío hospital. Le carcomía los nervios, el ambiente era enfermizo. No podría soportarlo un día más.

Buscó con la mirada a Louis, lo encontró en una silla de plástico al lado izquierdo de su camilla. Suspiró y se estiró para alcanzarlo. Fue algo atareado, ya que Harry no tenía ánimos de levantarse y no quiso dejar lo más cercano a comodidad que le proporcionaba esa camilla. Una vez tuvo el libro rojo en sus manos, acarició la portada y luego lo estampó contra su pecho. Tuvo suerte de que el doctor no lo haya visto, aún no había pedido el permiso de tenerlo con él y dudaba que se lo dieran. ¿Qué tenía de malo? Harry no podía ver el daño que pudiera hacer Louis a los enfermos hospitalizados, no era como si fuera algo lleno de enfermedades incurables, pero no tenía esperanzas de que el hospital cambiara de opinión. Apretó más a Louis a su pecho. Ahora era su amigo, un confidente leal, no quería abandonarlo y el personal médico no sería el primero que los pudiera separar.

Harry abrió el libro y leyó lo último que había escrito. La duda fue inminente una vez terminó de leer: ¿qué había pasado con Ben? Su madre le había dicho que había ido con él en la ambulancia pero después de que el doctor los presentara se había marchado sin una razón aparente. Harry analizó un momento las posibilidades del por qué de su desaparición.

«Pudo haber tenido algún asunto importante y tenía que irse»

Aunque fuera una excusa creíble y razonable, Harry sabía que aquello no era lo que había pasado. No tenía idea de la causa de su conducta pero sabía que esa no era la respuesta. Pero entonces ¿qué era?

Cerró el libro y lo dejó a un lado. Cerró los ojos y escuchó atentamente los sonidos de su entorno: los repentinos pasos de los médicos al pasar frente a su habitación, los contantes gemidos de los enfermos de urgencias y el sonido agudo de las máquinas del hospital. Todo era tan lúgubre que decidió no escuchar más.

A pesar de los constantes sermones de los médicos advirtiéndole que no saliera de su habitación, él decidió hacer caso omiso a ello y salir a buscar un poco de agua. Gruñó exasperado cuando la camilla rechinaba en un sonido agudo e irritante, pero aún así sus ánimos de levantarse no cesaron. Se puso un par de pantuflas que había traído una enfermera para cuando quisiera ir al baño y salió de la habitación arrastrando los pies en cada paso.

Estuvo un par de minutos vagando por los pasillos del hospital, no sabía dónde estaba, ni dónde podía encontrar agua para volver a su habitación, ni siquiera sabía cómo volver a ella. El hospital era grande y confuso, los pasillos blancos parecían ser exactamente los mismos. Juraría estar caminando en círculos si no fuera porque en cada pasillo había distintas personas. Sin embargo eso no era lo suficiente para poder ubicarse, ya que las personas estaban en constante movimiento, cada uno impregnado en sus asuntos.

Harry quería volver lo más rápido posible. No había ningún solo pasillo en el que no se encontrara una persona llorando con una inmensa pena. No le gustaba ese panorama. La tristeza era como la gripe para él: si se encontraba cerca de alguien infectado, corría el riesgo de contagiarse.

Había logrado ignorarlo hasta que se encontró con aquel chico.

Se encontraba sentado en la sala de espera de Urgencias, lloraba descontroladamente y se insultaba en voz baja. Su cabello largo castaño le tapaba la cara, pero eso no impidió a Harry saber que caminos húmedos se formaban por sus mejillas, que sus ojos estaban rojos, reflejando una tristeza inmensa, mientras sus labios soltaban sonidos aciagos cada vez que ahogaba un gemido.

El corazón de Harry estaba roto. No sabía por qué aquel chico sollozaba pero eso no hacía menor su gran deseo de ir hacia él y reconfortarlo, llorar junto a él, tal vez, y compartir su dolor con el suyo. Un deseo tonto. Él ni siquiera lo conocía, no sabía su situación y eso provocaría lo opuesto, lo haría alejarse de temor a un desconocido o, lo más probable, que no le tome importancia y lo haga a un lado.

Sacudió la cabeza y suspiró profundo. Sus pensamientos eran extraños y para nada apropiados. Ese chico podría asustarse con su repentina presencia pero una voz en su interior le gritaba qué se acercara. Lo habría hecho si no fuera porque una enfermera se le acercó.

—Joven Tomlinson —Mencionó y el chico levantó la mirada con un brillo de esperanza en sus ojos— Ya puede pasar a ver a la señorita Calder.

El mencionado asintió —Gracias.

La enfermera sonrió y se retiró, pasando a un lado de Harry, dirigiéndole una mirada extraña al verlo. Harry se sonrojó. Aquella enfermera era la misma qué lo atendía.

— ¿Qué haces aquí? —Preguntó un tanto divertida— Deberías estar en tu habitación.

Harry asintió avergonzado.

—Lo sé... yo... me perdí.

Ella sonrió.

—Por aquí —Señaló y Harry se dispuso a seguirla.

Mientras se alejaba, Harry no pudo evitar observar de reojo hacia donde estaba el chico. Ahora estaba vacío, al igual que el pasillo. Suspiró y se concentró en seguir a su enfermera.

Harry no podía evitar sentirse decepcionado, no había podido siquiera ver el rostro del chico al que su enfermera había llamado Tomlinson y eso le daba una sensación de insatisfacción estrepitosa. Había sentido un fuerte impulso de abrazarlo y recargar su cabeza en su hombro, sentirse reconfortado a la vez que él lo reconfortaba. Era una locura, una extrema y aterradora. Pensó que era por el cansancio y estrés que el hospital le ocasionaba.

Llegaron a su habitación y la enfermera lo ayudó a recostarse. Harry le había dicho ya incontables veces que no era necesario, podía hacerlo él sólo. Ella suspiró y se encogió de hombros y rodeó la camilla para revisar la función de los aparatos médicos, aunque en realidad no eran necesarios ya que Harry no estaba conectado a ninguno de ellos.

—Hay otro paciente en espera. Tomará está habitación una vez te den de alta —Respondió la duda mental de Harry como si la hubiera formulado en voz alta.

¿Acaso era tan predecible?

Harry asintió y la dejó hacer su trabajo.

Aún no sabía cómo pero fue repentino su cambio de debate mental, ahora había vuelto a Ben, preguntándose qué estaría haciendo en estos momentos. Sonrió estúpidamente al recordar lo que había dicho cuando lo subían a la ambulancia. Porque sí, recordaba absolutamente todo. Tal vez había sido un riego, uno que probablemente pudiera hacerse enorme si alguien más lo haya escuchado. No desconfiaba del paramédico, él estaba casi seguro de que había sonreído, a pesar de que no pudo visualizar nada. Aún así era maravillosa la sensación que le abrazaba, era fascinante e indescriptible. Su sonrisa no se borró cuando la enfermera lo miró extrañada, no lo hizo cuando ella se retiró, y mucho menos lo hizo cuando su madre llegó y le pidió que se vistiera. Lo habían dado de alta.

Posó sus manos en su rostro, tratando de ocultar a su madre su sonrojo reciente gracias al pensamiento del “que diré” cuando se encuentre con Ben. Ella estaba extrañada por sus reacciones, sin embargo decidió pasarlo por alto.

—Apresúrate, Harry, tu hermana está esperando en recepción —Musitó su madre saliendo de la habitación.

Harry se vistió con la ropa que había llevado Anne lo más rápido que pudo. Se arregló un poco su deshecho cabello, guardó a Louis en una bolsa y salió de la habitación para encontrarse con su madre.

Caminaron al compás del otro por los pasillos blanquecinos del hospital. Harry estaba más que nervioso ¿qué pasaría si le revisan la bolsa? Suspiró al darse cuenta de que ya no podrían hacer nada. Ya no permanecía atado de ninguna manera a ese tétrico hospital. Ahora era libre. Libre de poder observar los arboles bailar con el viento, de oír el alegre canturreo de las aves mañaneras y, sobre todo, de poder admirar aquellos ojos tormentosos con los que soñó esa noche.

Su hermana descansaba en una banca verde en recepción. Jugaba con un mechón de su cabello, envolviendo con él su dedo índice. Se veía agotada, Harry supuso que no pudo conciliar el sueño por la preocupación. No hacia él, sino, más bien, hacia su madre. Él había fingido no haber escuchado los sollozos de su madre a media noche sólo para no preocuparla. Ella era muy sensible, cómo el cristal, un golpe y podría romperse e incluso ser irreparable. No quería que eso sucediera. Nunca.

Gemma sonrió al verlos acercarse a ella, bostezó mientras estiraba sus brazos y se puso de pie. Los dirigió hacia donde el taxi los esperaba afuera. El conductor jugaba con la decoración de su retrovisor pero en cuanto los vio se acomodó en su asiento y puso en marcha al automóvil. Los tres subieron en los asientos de atrás y el automóvil comenzó a andar.

¿Qué era lo que pensaba en ese momento? No había nada fijo. Sus pensamientos pasaban de la preocupación hacia su madre a los recuerdos del accidente, siempre dirigiéndose después a aquél chico del hospital. Su cabeza era un lío y no sabía cómo arreglar nada. Se sentía frustrado por ello pero no podía evitar sentir un poco de emoción por volver a su hogar.

¿Era tonto? Él no lo creía, al menos no del todo. Él pensaba que era positivo, incluso demasiado para algunos, pero su pasado le obligaba a ver el mundo con ojos compasivos, de buscar sin límite el lado bueno de cualquier situación negativa. Había pasado por tanto, había visto cosas que no hubiera deseado, pero por una simple promesa se negaba a dejarse vencer.

— ¿Estás bien, Harry? Te ves pálido —Mencionó Gemma preocupada.

Harry asintió.

—Estuve mucho tiempo en reposo… No me gusta —Explicó.

Gemma asintió, a pesar de que dudara que eso haya sido la razón. Estuvo sólo un día en ese hospital ¿cuánto estrés pudo haberle dado?

Harry suspiró mientras observaba cómo se acercaban a su hogar, solo faltaban unos cuantos metros y podría respirar el aire acogedor de su hogar y olvidarse de todos sus problemas. Eso era lo que más quería.

El taxi aparcó frente a la entrada, Anne pagó al conductor y salieron del coche sin decir más. Harry fue el primero que entró a la casa, aspirando el aire hogareño con alegría. Había pasado solo un día fuera de casa y ya la había extrañado. Parecía un idiota.

Se dirigió a la cocina y se sirvió un poco de agua en un vaso mientras veía a su madre acercarse a él. Ella revolvió su cabello como si fuera un niño y le dio un corto beso en la mejilla para empezar a cocinar la cena. Harry la observó con una sonrisa, dejó el vaso de vidrio —ahora vacío— en la mesa y se dirigió a la sala dónde su hermana se encontraba observando un programa de noticias en la televisión.

— ¿Pasaron el accidente? —Preguntó con curiosidad.

—Todos los noticieros locales —Respondió—. Suerte que nos hayan llamado del hospital antes de verlo en alguno. Eso no hubiera sido agradable.

Harry no pudo evitar observar de reojo a su madre. Suspiró.

—Sí… creo que tienes razón.

El sonido de la puerta llamó la atención de ambos. Tenían visitas, alguien tocaba a la puerta con un poco de desespero. Eso era algo inusual en el hogar de los Styles, el único que los visitaba era el señor Milstein pero era seguro que no era él, el señor Milstein hacía una pequeña melodía al tocar la puerta.

Harry frunció el ceño y se dirigió a la entrada, la abrió sin detenerse a observar quién era y cuando pudo visualizar a su visita una ráfaga de sorpresa le invadió. Ben Rosen se encontraba en la puerta de su hogar, jugando nerviosamente con sus manos mientras lo observaba. Ben bajó la mirada y empezó a balbucear.

—Hola… Harry… yo… yo solo —Decía mientras su rostro adquiría rubor.

Harry no sabía cómo reaccionar tenía muchas preguntas atormentando su cabeza y el panorama de aquél chico ruborizado era tan malditamente adorable que no le ayudaba a pensar con claridad. Aún así una duda logró salir de sus labios inconscientemente.

— ¿Cómo encontraste mi casa?

Esta vez fue Harry quién bajó la mirada. Su pregunta había salido en un tono un tanto grotesco y eso no era lo que él quería. Levantó un poco la vista, esperando encontrarse con la mirada ofendida del chico de de ojos tormentosos pero, en cambio, recibió una sonrisa majestuosa de su parte.

—No preguntes ¿sí? —Se ruborizó aún más— ¿Puedo pasar?

Harry se golpeó mentalmente. Estaba siendo demasiado descortés con Ben ¡no lo había invitado a pasar! Él debía pensar que era un idiota.

—Oh, claro, lo lamento. Pasa —Dijo haciéndose a un lado.

Ben sonrió.

—Gracias.

Una corriente eléctrica recorrió el cuerpo de Harry cuando Ben pasó por un lado de él. Fue solo un roce, un roce de sus manos que inconscientemente se acercaron por más contacto. Sin embargo no lo consiguieron gracias a la inesperada interrupción de Gemma. Fue una lástima para Harry, incluso le nació la necesidad de gritar por frustración.

—Oh, hola… —Decía Gemma dejando las palabras al aire con un gesto divertido.

—Ben. Ben Rosen —A completó.

Gemma le lanzó una mirada de intriga a su hermano pero este no supo cómo responder, él estaba con la misma duda: ¿qué hacía él ahí?

No es que no le agradara su presencia, su corazón latía intranquilo de sólo verlo, pero era tan extraño verlo en su hogar. Él no le había dicho dónde vivía y, la verdad, no creía habérselo dicho pronto. Su casa era muy pequeña y para nada pintoresca, podría decirse que era un ejemplo claro de la pobreza en Londres y él no quería mostrársela así, al menos no con solo dos días de conocerlo.

Nunca le había importado las críticas de las personas, siempre había pensado que quién se atreviera a criticarlo por su situación económica no merecía su atención. Pero con Ben era diferente… y daba miedo.

— ¿Quién nos visita, Gemma? —Preguntó Anne saliendo de la cocina con un delantal estampado con la frase “Best Mom”

—Es el chico del hospital —Respondió a su madre con el ceño fruncido aún con la mirada puesta en Harry—… Ben.

Anne arqueó una ceja y observó al chico pelinegro detenidamente. Lo miraba como si quisiera saber sus intenciones de estar ahí. Harry se preguntó mentalmente si su madre desconfiaba de él.

—Hola… señora Styles —Habló Ben con nerviosismo— ¿Podría hablar con Harry… en privado?

Eso fue un gran golpe, no solo para Harry, sino también para las dos mujeres presentes quienes lanzaron una mirada extraña al menor. Harry se encogió de hombros ante la pregunta silenciosa de su madre y hermana y trató de ocultar el creciente rubor de su rostro. Anne asintió no muy convencida.

—Gracias —Musitó Ben.

Harry lo tomó del brazo, sintiendo nuevamente una descarga eléctrica recorriendo su cuerpo. ¡Demonios! Debía dejar de hacer eso.

Harry agradeció mentalmente que su hogar fuera pequeño, así pudo escapar más velozmente de aquella incómoda escena. Ahogó un suspiró cuando llegaron a su habitación y cerrara la puerta tras de él. Ben miraba intranquilo su habitación, observaba cada cosa con nerviosismo y vagaba su mirada en distintos puntos de ella. Era... extraño.

— ¿De... de qué querías hablar? —Preguntó Harry rompiendo el silencio qué habían creado.

Ben bajó la mirada.

—Yo... —suspiró— Harry... creo que tu madre ya te habrá dicho que fui en la ambulancia contigo.

Harry asintió.

—Yo solo quería disculparme por... —Mordió su labio inferior provocando que Harry lo observara embelesado— por no estar ahí cuando despertaras.

¿Estaba alucinando? ¿A caso era posible que él fuera más adorable de lo que ya era? Verlo ahí disculpándose por algo sin importancia como si fuera el peor pecado que alguien pudiera cometer, le  daba una sensación indescriptible en la parte baja de su estómago. Y le gustaba.

—No es necesario —Respondió sonriendo— Al menos hoy pude verte.

Bajó la mirada tratando de ocultar su creciente sonrisa y su ruborizado rostro. No sabía por qué había dicho aquello pero era la verdad, tenerlo en frente de él, con su rostro ruborizado por su culpa, era la mejor vista que había presenciado hasta ese momento.

—Yo… —Ben fue interrumpido por el timbre del teléfono.

Harry bufó y rodó los ojos. Las interrupciones no le agradaban en nada y mucho menos en situaciones como esa. El enojo le nubló el sentimiento de alegría por el tiempo en que su madre tardó en contestar la llamada.

Suspiró profundamente.

— ¿Qué decías? —Preguntó cuando el sonido chillante dejó de molestarlos.

— ¡HARRY! —Gritó Gemma desde la sala de estar— ¡HARRY! ¡MAMÁ SE DESMAYO!

~*~

4 de Febrero de 2052


Louis, ¿has oído hablar de aquellos momentos que cambian tu vida? ¿De aquellos de los que podrías arrepentirte o agradecerlos con toda el alma? Yo he vivido ambos.


Recuerdo perfectamente aquél día en el que mi vida cambió por primera vez. Yo lloraba desconsoladamente en mi habitación mientras oía el violento sonido de las armas de fuego, el sollozo de los niños a los que inhumanamente utilizaban como rehenes y el grito de batalla de los soldados, tanto enemigos como los que estaban de nuestro lado. Mi padre llegó, con una sonrisa triste al verme en ese estado. Recuerdo sus palabras, Louis. Recuerdo el brillo de esperanza en sus ojos, recuerdo su notable necesidad de querer ayudarme sin importar las consecuencias. Y eso es lo que provocó todo.


Debes saber que yo no quería eso, nunca le diría que hiciera aquello por mí. Mucho menos sabiendo el riesgo que podría conllevar que lo hiciera. No me escucho. Obviamente.


Su sonrisa aún me atormenta. Saber que lo hizo por mí… es la peor sensación. ¿Sabes qué es lo peor de todo? Aquella promesa. Una promesa que me prohíbe llorar por ese recuerdo. Que hace que cuando caiga me levante no importa lo mucho que duela. Que me obliga a ver la luz en el túnel más obscuro. Una promesa ciega que no me permito romper por ser el último deseo de mi padre.


Él se unió a la guerra ¿qué podría hacer yo? Él ya había tomado una decisión. Mi padre era persistente y nunca hubiera podido hacer que pensara las cosas con claridad.


Aún me siento culpable. No debería, lo sé. Pero me es inevitable.


El segundo cambio fue hoy. Recibimos una llamada del hospital está tarde, diciendo que debíamos ir a recoger el dinero del seguro del reloj plateado de mi padre. Aún no puedo entender dónde consiguió mi padre ese reloj. Un reloj al parecer asegurado por más de 5 millones de dólares.


¿Me parece extraño? Por supuesto que lo hace. Antes de que mi padre se fuera no teníamos la mejor posición económica del mundo y aunque nos alcanzaba para comprar las cosas básicas me sorprende que mi padre haya decidido mantenernos en la pobreza ¿o es que acaso no sabía el valor de aquél objeto? Me parece algo irreal, Louis, pero conociendo a mi padre creo que esa teoría es la más coherente.


O al menos eso es lo que yo quiero creer.


Louis, ya te he contado el pasado, ahora sigue el presente. Y, quiero creer, esta vez será mejor.


-Harry
____________________________________________________
Aquí termina una etapa de la vida de Harry: la pobreza. Aún hay otros tres capítulos más para su captura (y uno de ellos lo dedicare a Louis (el verdadero)) así que no se preocupen... Por ahora  :roll: 

PD: Tarde, lo sé, lo lamento  :sad: 
Ángel J.D
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Mensaje por Smile♡. Miér 16 Abr 2014, 8:54 am

MADRE MÍA. Me gustó el capitulo. So, entonces Harry ve a Tomlinson antes de... La captura :((. Ben es una cosita tierna sfdghj. Al principio me había confundido con Louis, el diario de Harry; creí que hablaba de Louis el humano(? But me acordé que Haz le había puesto ese nombre.
¡Y YO QUE PENSABA QUE EL RELOJ YA NO AYUDARÍA MÁS! Ahora son una especie de millonarios, wow. Ah. Sigo teniendo ese miedito de que todo eso termine y capturen a Harry, y como ya avisaste... Me voy preparando:)). En fin, seguila pronto por favor! Cuídate.
{Jodidamente me encanta como escribes :).
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Mensaje por 31SecondsAlone Miér 16 Abr 2014, 9:03 am

¡Yo sabía lo de la etapa!
Bueno, ya. Lo sabía porque antes de leer el capítulo leí la nota de autor. Duh. Pero aún así, no fue tan difícil saber lo del seguro está vez. Aunque por un momento pensé que sería seguro de vida para Harry. Luego pensé que mágicamente habían ganado la lotería sin comprar boletos. Ah, y también pensé que Clarkson les había mandado el dinero como una trampa o algo así. No lo sé.
Mi imaginación se desbordó.
Yo pensaba que el hospital iba a estar vacío, en plan película de terror. Que no fuera así lo hizo realista.
No me esperaba a Louis ahí. Pero bueno...
¿Ves? Siguió siendo algo inesperado y poco predecible. Porque cuando nos dijiste lo de la etapa la otra vez, pensé que iba a ser sobre su captura.
Bueno, síguela cuando puedas.
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Mensaje por Mra. De Horan Jue 17 Abr 2014, 12:05 pm

Hubo un mini-encuentro!!!!!!!!!
Esta hermoso es muy dramatico y todo!!!!
Continuala!!!!
Mra. De Horan
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Mensaje por memiabril Dom 20 Abr 2014, 3:25 pm

Perdóooooon por comentar tan tarde, :S. No tuve mucho tiempo, ciertamente, T.T
En fin, al cap: inmensa melancolía. Y OPWFJNERGKBERULFEWJN ¡LOUIS ESTÁ AHÍ, NO ES UN DIARIO, ES UNA PERSONA Y LKFREKSUGLHSIAF! 
Literalmente esas fueron mis dos reacciones ante este cap. Sobre los demás personajes, bueno, todos son muy bien tratados y ejecutados. Como si no sobraran, parte de la historia y que encajan a la perfección. 
Muy buena historia, :D. Ahora va pasar lo malo, ¿no? Se acerca el momento y yo ya no tengo uñas para esto, :B. 
Besotes con amor.
memiabril
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Mensaje por chavezmaria Dom 20 Abr 2014, 5:52 pm

OMGG  Soy nueva lectora, soy gloria y  toda la tarde me pase leyendo tu fic y dejame decirte que me ha encantado completamente ,  Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New! - Página 5 1440745896  es perfecta !, tiene misterio, ese drama todo !!! me encanta la manera que escribes y wow espero que subas pronto capitulo :) 
chavezmaria
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Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New! - Página 5 Empty Re: Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New!

Mensaje por Ángel J.D Miér 23 Abr 2014, 12:50 pm

Smile♡. escribió:MADRE MÍA. Me gustó el capitulo. So, entonces Harry ve a Tomlinson antes de... La captura :((. Ben es una cosita tierna sfdghj. Al principio me había confundido con Louis, el diario de Harry; creí que hablaba de Louis el humano(? But me acordé que Haz le había puesto ese nombre.
¡Y YO QUE PENSABA QUE EL RELOJ YA NO AYUDARÍA MÁS! Ahora son una especie de millonarios, wow. Ah. Sigo teniendo ese miedito de que todo eso termine y capturen a Harry, y como ya avisaste... Me voy preparando:)). En fin, seguila pronto por favor! Cuídate.
{Jodidamente me encanta como escribes :).
Me alegra que te gustara :D
Si, fue un encuentro... corto y eso (?)
Si, era eso o un completo idiota... tierno es mejor.
Es confuso D:
Muy irreal (a mi parecer) :¬¬: 
Será mejor que lo hagas, no quiero que esto sea peor  :roll: 
La seguiré la próxima semana, lo sé dije que subiría ahora que tengo vacaciones pero surgió un inconveniente u.u
Lo lamento.
Jaja Gracias, me alegra que te guste :D
Ángel J.D
Ángel J.D


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Mensaje por Ángel J.D Jue 08 Mayo 2014, 11:17 am

¡Hola! ¿Hay alguien aquí todavía? Lamento la tardanza, en serio, pero desde hace un par de semanas que mi computadora se descompuso y no tenía ninguna otra forma de avisarles. Hoy me la entregaron, por lo que podré subir capítulo a más tardar el sábado, pero procuraré subir mañana. Gracias por su comprensión y paciencia.
Son los mejores.
¡Gracias por leer!
Ángel J.D
Ángel J.D


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Mensaje por LarryLarcel Stylinson Jue 08 Mayo 2014, 1:51 pm

Wooooooooow!! Has vuelto!!! 
Mañana?¿? wiiiii mañana capítulo!!!:DDD
Besos, Dulce:D
LarryLarcel Stylinson
LarryLarcel Stylinson


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Mensaje por Ángel J.D Lun 12 Mayo 2014, 5:26 pm

LarryLarcel Stylinson escribió:Wooooooooow!! Has vuelto!!! 
Mañana?¿? wiiiii mañana capítulo!!!:DDD
Besos, Dulce:D
Siiii, claaaaro. Mañana ._. (*sarcasmo*)
Lo lamento u.u
Ángel J.D
Ángel J.D


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Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New! - Página 5 Empty CAPÍTULO CUATRO PARTE 1/2

Mensaje por Ángel J.D Lun 12 Mayo 2014, 5:35 pm

Hate and Love - Larry Stylinson {Capítulo 4 parte 2}¡New! - Página 5 R9ol6c
2 AÑOS DESPUÉS…

LONDRES.

Tragó saliva.

¿Quién lo había llevado ahí? Él no lo sabía. Los reflectores habían tapado su rostro al principio de su programa, pero una vez llegó su asistente con un cambio de último momento todos sus pensamientos decían a gritos lo mismo:

«Es el fin»

Había pensado que se trataba de un nuevo personal, un apuntador, tal vez, porque esa vez —a diferencia de otras en las que vestía su típico traje militar— se había puesto una vestimenta casual, aunque un tanto formal. Pero, después de todo, él estaba ahí y no se necesitaba ser un genio para darse cuenta de que venía por él. Lo podía notar en su desagradable sonrisa, dirigido ahora hacia él con total repulsión.

Estiró nervioso el cuello de su traje y una vez el director empezó a contar en cuenta regresiva sus nervios crecieron hasta atormentarlo. Quería salir de ahí, correr sin mirar atrás, ir a donde sea que se encontraba su Alex, abrazarlo, besarlo y, sobre todo, estar junto a él, acurrucados el uno en el otro para después romper en llanto, diciéndose que todo estará bien, que podrían rehacer sus vidas lejos de él, de Clarkson. Pero ya era tarde, el director había gritado “regresamos” y ya no había nada que pudiera hacer.

Volteó a la salida. Unos soldados de Clarkson la resguardaban. Era de esperarse.

—Bienvenidos de vuelta a ¡Hola, Londres! —Exclamó, fingiendo la típica emoción que su trabajo le forzaba a usar— ¡Hoy tenemos a un invitado especial! Démosle la bienvenida al general James Clarkson.

Aplausos aturdidos se escucharon en el estudio de parte del público porque, era obvio, todos sabían los planes de Clarckson, sabían lo que sucedería y las consecuencias que tendría si uno de ellos decidiera jugar a ser el héroe. Él lo sabía, el director lo sabía, y no había duda con el público. Clarkson se adentró en el escenario insolentemente, quedando en el centro exacto.

El general, sonriente, saludó al público con una reverencia militar y se sentó en un sofá blanco a un lado del suyo. Se acomodó en el, haciéndolo rechinar irritante al hacer fricción la tela de su pantalón con el fino cuero del sillón. Acomodó sus piernas de una manera que se podría considerar varonil, sin embargo para Correl era lo más afeminado que había visto en su vida. Tapó disimuladamente su rostro, para no soltar una carcajada, que empeoraría las cosas. Después de decidir estar cómodo, Clarkson lo observó sonriente, diciéndole con sus fríos y muertos ojos un “te tengo” que Correl no quería escuchar, pero aún así lo hizo. Por temor, más que nada.

Y es que nunca había sentido temor hacia el general. De hecho, lo había retado públicamente en su programa un año atrás. Algunos pensarían que era una completa idiotez pero cuando lo hizo nunca creyó que Clarkson tomaría tanto poder como lo había hecho hasta ahora. Era obvio que venía a buscar venganza. Y, siendo sinceros, no habría sentido temor hace dos meses, antes de que su vida cambiara completamente. Antes de que el amor le abrazara tan magníficamente placentero que no quisiera otra cosa que estar con esa persona; abrazarla y besarla. Y, ahora, tenía miedo. No por él, le valía una mierda, sino por esa persona que lo había cautivado, que quería proteger. Aún si tuviera que dar su vida por hacerlo.

Y es que lo amaba tanto, y no quería que sufriera esto.

— ¿Cómo estás, Correl? Me alegra que me hayas invitado a tu programa —Mencionó cínicamente el general, observándolo con resentimiento.

Rick Correl rascó su nuca y sonrió falsamente. Quería golpear en la cara a ese tipo, pero eso sólo empeoraría las cosas. Alex, tenía que salvarse.

—Ha sido un placer hacerlo —Mintió— Ahora, ¿por qué no nos cuenta sus planes de gobierno? ¿Qué planea para Londres? —Hizo casó a lo que su apuntador decía.

Clarkson sonrió, tan descaradamente que le hizo tragarse sus palabras, trabándose con su lengua.

—Oh, creo que tú muy bien sabes cuales son mis planes —Lo miró fijamente— ¿No es así?

Su piel se erizó. El general había hecho un ademán a sus soldados y uno de ellos se acercaba firme hacia él. Con una pistola en una mano.

Correl pensó posibilidades: planeó un escape certero; pero todo se frustraba al pensar las consecuencias. Irían tras su amado. Jamás pensó sentir un temor igual y lamentaba la hora que decidió presentar a su pareja en uno de sus programas. A la vez que maldecía a los programas de espectáculos que pasaban una y otra vez fotos de él y Alexander.

No podía hacer nada.

Estaba indefenso, a la merced del general.

La pistola cargada, el soldado con órdenes, una puntería profesional y una precisión implacable: Todo apuntando a su mórbido cuello.

Jaló el gatillo y, en vez de una bala, un dardo salió lanzado del arma.

Certero, se clavó en su cuello.

El dolor punzante se extendió hasta su pecho, provocando que cayera al suelo. Su vista empezó a nublarse y su respiración comenzó a exaltarse. Los latidos de su corazón disminuían, haciéndole débil. No podía moverse, dolía cada vez que lo intentaba. Y por último, rendido, se postro en el suelo esperando su muerte.

Un gritó ahogado se escuchó en el público, seguido de las demandas de los soldados para evacuar el estidio. Clarkson se acercó a él, desvergonzadamente, y con sus últimas fuerzas pudo escuchar:

—No morirás —Mencionó— Es solo un sedante. Pero cuando lleguemos a tu nuevo hogar… desearás haber muerto.

~*~

LOS ÁNGELES.

Harry apagó el televisor. Frotó sus manos en su rostro y suspiró frustrado. Clarkson estaba ganando demasiado poder y eso no era nada bueno. Había visto como aquel cruel y tirano militar capturaba a Rick Correl, la celebridad abiertamente homosexual más influyente del mundo. Y todo, transmitido por televisión abierta y de paga. Él sabía muy bien para qué: Causar temor. Había sido perturbador cuando Rick había caído al suelo, retorciéndose de dolor, para después caer inconsciente. Harry lo conoció hace cinco meses, cuando lo invitó a su programa para conversar sobre su campaña anti-homofobia. En ese entonces, Rick le había dicho no sentir temor hacia Clarkson. Y Harry le creía. Porque aun habiendo sido capturado por él, su temor no había sido dirigido hacia él sino hacia otra persona. Harry podía verlo fácilmente en su mirada.

Desde aquél día, en el que la llamada del hospital había cambiado su vida, se había dedicado a invertir el dinero del seguro del reloj de su padre. El dinero, al ser él el que había sufrido los daños, fue puesto a su nombre . Y, los primeros meses, se ocupó de pagar todas las deudas, hipotecas o pagos que hacía que su familia no pudiera tener un sueño decente y en paz. Cuando pagó todo, y aunque había gastado una minoría del dinero (pero aún así seguía siendo mucho para el criterio del rizado), consiguió un empleo, simplemente para poder ahorrar para cuando el dinero se acabara. Pero, desafortunadamente, abandonó sus estudios, por falta de tiempo. Y con el transcurso de los días, y gracias al sabio consejo del señor Milstein, sacó a su familia de la pobreza comprando acciones de empresas en desarrollo. Un año después, con su dinero habiéndose triplicado —además de haberse comprometido con Ben después de año y medio de noviazgo— levantó una fundación. La fundación Styles, se encargaba de defender los derechos de las personas y ayudar a aquellos que más necesitan de ayuda. Había viajado ya cinco veces a África para la inauguración de un hospital o un centro de acopio. Obviamente, había contribuido en muchas cosas más, sin embargo no había podido asistir a los eventos por su agenda atareada. Styles era mundialmente reconocida como una fundación que podría cambiar al mundo. Con solo un año de su creación, ya había adquirido un inmenso poder. Styles, además, era el enemigo número uno de Clarkson por apoyar la homosexualidad. Incluso les habían echado de Inglaterra, sin embargo todavía hacían movimientos en esas tierras incógnitamente.

Harry no se dejaría vencer por nada en el mundo.

Había viajado ya a innumerables países, condenando el creciente gobierno homofóbico de Clarckson en ruedas de prensa, conferencias o apariciones en programas de televisión. No se había dado cuenta del poder que este había adquirido hasta haber recibido aquella carta. Uno en el que, a pesar de ser formal, le advertía sobre sus acciones. Amenazándole con que si no paraba sus movimientos anti-homofobia ganaría al ejército inglés como enemigo. Eso sólo significaba una cosa para Harry: Él quería matarlo.

Al día siguiente, con la cabeza en alto, en un programa matutino de Los Ángeles, retó indirectamente a Clarkson a que lo hiciera.

Pero, a pesar de su campaña, Harry nunca reveló públicamente su homosexualidad. Sabía que si lo hacía sería un riesgo, uno muy grande, además de que le negarían la entrada a muchos países (que no habían cambiado desde, incluso, el Levantamiento), haciéndole más difícil su trabajo. Con la sociedad se tenía que ir lento, cientos de años de repulsión y odio no se olvidan en un mes o dos. Necesitaba tiempo.

Sin darse cuenta, absorto en sus pensamientos, Ben llegó con un bol lleno de palomitas de maíz y alzó una ceja extrañado al ver la televisión apagada. Al principio no había captado su presencia pero después de alguno que otro gemido de frustración de parte de Ben le hizo darse cuenta. Harry sonrió y se hizo a un lado en el sillón para que Ben se sentara. Él así lo hizo, poniendo el bol en la pequeña mesa de centro. Se apegó a él y recargó su cabeza en su hombro. Harry suspiró y disfrutó de la esencia a menta y almendras de su novio. Y, a decir verdad, amaba ese olor.

—Entonces ¿no habrá película? —Susurró Ben decepcionado. Y es que casi nunca podían tener estos momentos íntimos, en donde simplemente se acurrucaban el uno en el otro disfrutando del calor de sus cuerpos; o mimándose mutuamente o, sobre todo, besarse hasta que sus pulmones no pudieran más. Y es que esos días eran tan escasos que querían disfrutarlos como si fuera el último. Y no es que lo fuera, todavía podían verse en cada evento, en esos en los que Ben tenía que fingir ser el asistente de Harry, y en los que este último tenía que tragarse las ganas de gritar al mundo que amaba a aquel hombre y que era suyo. Sin embargo estos eran los más preciados. Sin palabras hirientes, miradas de horror y de asco; sin criticas, ni repulsión. Solo ellos dos. Enamorados profundamente.

Harry bajó la mirada hacia él, observando con fascinación sus rasgos tan finos pero a la vez masculinos; sus ojos tormentosos, tan hipnotizadores como lo eran hace dos años. Sus labios rosados y carnosos, esos mismos que había memorizado su sabor y aún así nunca se aburría de ellos. Y es que para Harry todo en él era magnífico.

Y no quería preocuparlo.

Besó tiernamente su frente e inhaló su aroma una vez más. Hizo a un lado los cabellos rebeldes que estorbaban en su frente, acariciando después sus mejillas sonrosadas. Observó con ternura como Ben cerraba los ojos ante su tacto y, entonces, no pudo resistirse a besarlo. Movió tiernamente sus labios sobre los de él, disfrutando del característico sabor de aquellos carnosos labios. Tan suaves, dulces y cautivadores, que le hacían sentir un mar de emociones que le llenaban hasta querer desbordarse.

Parecía estar en el paraíso.

—Podemos hacer otra cosa —Dijo Harry sin apartarse— Si tú quieres.

—No. No importa... Sólo quiero estar a tu lado.

Harry sonrió y se separó del beso. Lo observó unos instantes; con su respiración entre cortada, sus parpados aún cerrados y aquella sonrisa que trataba de ocultar pero que aún así se asomaba torpe de sus labios. Sin poder resistirlo, lo abrazó dulcemente y acarició su cabello. Se sentía tan bien junto a él, y es que era tan tierno, tan delicado y bello, que no quería dejarlo ir.

Nunca.

~*~

Caminó apresuradamente hacia el automóvil negro que lo esperaba en las afueras de su hogar. Una conferencia importante estaba a punto de comenzar y no podía darse el lujo de llegar tarde. Se presentaría gente importante y poderosa, personas de la alta sociedad a las cuales no les encantaban las demoras. Estaba retrasado, de nuevo, gracias a sus ahora constantes momentos filosóficos que le provocaban perder la noción del tiempo, momentos de los cuales su prometido se burlaba. «Haces gestos graciosos» Había dicho.

Suspiró con pesadez antes de jalar la manija de la puerta del coche. Y, al entrar, se sorprendió al ver a Gemma en el asiento del copiloto. Y no es que no le agradara su presencia; de hecho, sentía una alegría crecer en su interior—porque no la había visto desde hace mes y medio, cuando lo echaron de Londres. Pero, obviamente, su hermana y su madre se habían quedado ahí, en el nuevo hogar que arduamente habían conseguido—, pero al ver sus facciones tensas, típicas de su hermana cuando algo malo sucedía, la preocupación ganó la batalla en su interior. Él le sonrió y ella le devolvió la sonrisa, tensa.

Ya había escuchado la noticia.

Nadie habló durante el transcurso del viaje, ni siquiera le había dicho lo feliz que se sentía al verla ahí junto a él, pero había una tensión abrumadora en el aire que le hacía querer detener al conductor y vomitar su desayuno. Y no era agradable. Aún así trató, y más para distraerse de la situación que para hacer una excelente conferencia —porque había adquirido una especie de seguridad en cuanto al tema—, de concentrarse en las palabras que diría, los hechos que probarían la naturalidad de la homosexualidad. Palabras cautivadoras, estratégicamente planeadas. Listas para callar a la gran ola de imbéciles intolerantes.

Su emoción creció tanto como su nerviosismo, afectándole. Tenía que ser certero o, de lo contrario, podrían descubrirlo.

Llegaron a un auditorio enorme: Se alzaba majestuosamente con un color blanco que combinaba perfectamente con el color cobrizo tenue de los marcos de los ventanales y el platino de las columnas, que le hacían parecer un palacio hecho de metales preciosos. Dentro, las luces estaban posicionadas estratégicamente para hacer que den lo más cercano a una luz natural, beneficiando así a los reporteros al tomar fotografías o grabar el evento. El suelo de mármol resplandecía, limpio, dándole un panorama magnífico a sus ojos.

Jamás en su vida se imaginó estar en un lugar igual.

De pronto sintió que no encajaba ahí. Como una pieza de puzzle sobrante, que no encajaba en ningún lugar. Pero no sólo se sentía así por la multitud refinada, vestida elegantemente con los trajes más caros del mercado, aquellos hechos por diseñadores vanidosos en busca de la fama, aunque, debía admitir, no todos eran así; pero, sobre todo, no se sentía desencajado por su ropa desaliñada, por sus jeans un poco rasgados, o por su despreocupada chaqueta de cuero negro que, aunque le hacía ver realmente atractivo, no encajaba con el lugar. Mucho menos con aquellas personas. Pero no era la simpleza de su atuendo, ni de su cabello, él simplemente no encajaba entre tanta gente arrogante, mirándolo con admiración pero a la vez depreció.

« ¿Quién los culpa?» pensó. Él, técnicamente, les robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Tal como aquél personaje de ficción de antaño.

No obstante, la majestuosidad del lugar le fascinaba y le hacía olvidar las palabras hirientes que ellos no decían pero pensaban. Pero aún más lo distrajo ver a su prometido arriba del estrado, sonriéndole a distancia.

Su corazón latió desenfrenado.

Todo hubiese mejorado, se decía, hubiese olvidado la incomodidad que le abrumaba si aquél ministro no se hubiese acercado a él para conversar. Y es que este, al parecer, pretendía sobornarlo. Tratar de hacer que cancele la conferencia, parar el movimiento contra la homofobia y dejar en paz al país que le estaba proporcionando ayuda al suyo. Harry no hizo más que observarlo, con lástima y resentimiento, siempre negando con la cabeza a sus súplicas, a su dinero. Hasta que el hombre se dio por vencido y se retiró del lugar, sin querer estar ahí en todo caso.

Harry lo observó salir por la puerta principal, aún con lástima reflejada en su rostro. Y es que no podía evitarlo, el tan sólo darse cuenta de lo persuasivo y manipulador que era Clarkson le enfurecía, pero le daba lástima saber que las personas le creían pensando en que así ayudarían a los suyos. Sin embargo, Harry no tardó en darse cuenta de lo egoísta que aquél ministro estaba siendo, pues si paraba todo -tanto la campaña, como las conferencias y eventos, así como las operaciones de su propia guardia- haría que miles de personas, incluyendo de su propio país, sufrirían una situación más que horrible: Les torturarían hasta morir, lentamente.

Negó con la cabeza, sintiendo un terrible revoltijo de emociones para nada agradables atoradas en su pecho, cercano a la locura. Agachó la mirada un segundo para después erguirse orgulloso hacía el escenario, donde miles de ojos le observaban ahora, expectantes.

Tragó saliva, como un acto de reflejo. Pero no se inmutó, al contrario, sonrió, cínico.

— Es un placer tener a toda esta audiencia tan… importante —Comenzó Harry, observando, burlón, como aquellas personas se erguían inflando el pecho cómo un acto de orgullo, arrogancia, y de un inmenso ego-. Empecemos.

~*~

Bajó sonriente del estrado, observando con disimulo los rostros pensantes de su audiencia. Le alegraba, en cierta forma, haberlos dejado con esa expresión. Hacerlos dudar, además de convencerlos, le daba una sensación placentera y de orgullo, no solo porque significara que cumplía con su trabajo, sino porque también cumplía con su cometido. Y eso era magnífico.

Ben, quien se encontraba a un lado suyo, se rió por lo bajo. Y él también lo hizo, porque aquellas expresiones eran simplemente para eso, para reírse de ellas.

Algunos pensarían que aquel logro era imposible, que no se podía simplemente hacer cambiar a una persona homofóbica con solo una conferencia, un debate, o lo que sea para tratar de callarle la boca porque, aun siendo sus argumentos sólidos y convincentes, el otro buscaría argumentos sin sentido alguno pero que a ella misma le bastan porque, según aquella persona, “son la verdad”. Y no es que no tuvieran razón —en algunas partes—, pero quien sea que piense eso, no conoce a Harry.

«Podrías convencer a un gato de que es un perro» Había dicho Gemma. Y, aunque lo había dicho con propósito de broma, en realidad lo pesaba.

_____________________________________
¡Hola! Lamento la tardanza con el capítulo pero he estado ocupado y... eso.
Perdonen.
¡Gracias a todos por leer!

Pd: Este es solo una parte porque me emocioné escribiendo el capítulo y ahora ya no sé como terminarlo y no los quería hacer esperar. Espero y lo disfruten. (Lamento si tiene algunos errores).
Ángel J.D
Ángel J.D


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