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TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 Empty Re: TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA

Mensaje por isabellita102 Miér 20 Nov 2013, 6:56 pm

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—Oh, Dios —jadeó Amelia, el color abandonó su cara. Los tres se quedaron en silencio con horror compartido.
No había ninguna otra fiebre que ardiera tan violenta o se extendiera tan rápidamente. Provocaba un brillante sarpullido rojo en la piel, impartiendo una fina y arenosa textura como de papel de lija utilizado para alisar las piezas de madera. Y ardía y devastaba abriéndose paso a través del cuerpo hasta que los órganos fallaban. La enfermedad se demoraba en el aire expirado, en mechones de cabello, o en la misma piel. La única forma de proteger a los demás era aislar al paciente.
—¿Está seguro? —preguntó Liam con voz controlada.
—Sí, dijo que las señales eran inconfundibles. Y dijo... —Win se interrumpió cuando Liam se acercó a ella—. ¡No, Payne! —Y sostuvo una delgada mano blanca con tal desesperada autoridad que le detuvo en el acto—. Nadie debe acercarse a mí. Louis está en casa de Laura. No la abandonará. Ellos dicen que está bien que se quede, y... tú debes reunir a Poppy y Beatrix, y Amelia también, y llevarlas con nuestros primos en Hedgerley. No les gustará, pero las acogerán y...
—Yo no voy a ninguna parte —dijo Amelia, sus modales calmados, incluso, aunque estaba temblando ligeramente—. Si tienes la fiebre, necesitaras que me ocupe de ti.
—Pero si la cogieras...
—Tuve una variante muy débil de niña. Eso significa que probablemente esté a salvo de ella ahora.
—¿Y qué hay de Louis?
—Me temo que él no la tuvo. Lo cual lo pone en peligro —Amelia miró a Liam —. Payne, ¿alguna vez...?
—No sé.
—Entonces deberías quedarte con las niñas hasta que esto acabe. ¿Las recogerás? Fueron a jugar al arroyo. Yo empaquetaré sus cosas.
Liam encontraba casi imposible abandonar a Win cuando ella podía estar enferma. Pero no había elección. Alguien tenía que llevar a las hermanas a un lugar seguro.
Antes de que hubiera pasado una hora, Liam había encontrado a Beatrix y Poppy, cargado a las desconcertadas chicas en el carruaje de la familia, y las había llevado a Hedgerley, a medio día de viaje. Para cuando las hubo dejado con sus primos y vuelto a la casa de campo, había pasado hacía rato la medianoche.
Amelia estaba en la sala, llevando su camisón y una bata, el cabello cayéndole por la espalda en una larga trenza. Sentada ante el fuego, sus hombros se encorvaban hacia dentro.
Levantó la mirada con sorpresa cuando Liam entró en la casa.
—No deberías estar aquí. El peligro...
—¿Cómo está ella? —interrumpió Liam —. ¿Algún signo de fiebre?
—Escalofríos. Dolores. Nada de subida de temperatura, por lo que pueda decir. Tal vez eso sea una buena señal. Tal vez signifique que sólo la tiene ligeramente.
—¿Alguna noticia de los Dillards? ¿De Louis?
Amelia sacudió la cabeza.
—Win dice que Louis tenía intención de dormir en la sala, y acudir con ella siempre que se lo permitieran. No es del todo apropiado, pero si Laura... bueno, si no sobrevive a esto... —La voz de Amelia se espesó, e hizo una pausa para tragar las lágrimas—. Supongo que si se llegara a eso, no querrían privar a Laura de sus últimos momentos con el hombre al que ama.
Liam se sentó cerca y resopló silenciosamente por las banalidades que oía a los gadjos decirse unos a otros. Cosas sobre aguantar, y aceptar la voluntad del Todopoderoso, y sobre mundos mucho mejores que este. No podía obligarse a repetir ninguna de ellas a Amelia. La pena de ella era demasiado honesta, su amor por su familia demasiado real.
—Es demasiado —oyó susurrar a Amelia después de un rato—. No puedo soportar perder a nadie más. Tengo tanto miedo por Win. Temo por Louis. —Se frotó la frente—. Sueno como una rancia cobarde, ¿no?
Liam sacudió la cabeza.
—Serías una tonta si no tuvieras miedo.
Eso provocó una pequeña y seca risa ahogada.
—Definitivamente no soy una tonta entonces.
 
 
Para cuando llegó la mañana Win estaba ruborizada y febril, sus piernas se movían inquietamente bajo las mantas. Liam fue a la ventana y abrió la cortina, admitiendo la débil luz del amanecer.
Ella despertó cuando se acercó a la cama, sus ojos azules se abrieron en una cara bruñida de rojo.
—No —graznó, intentando apartarse de él—. Se supone que no deberías estar aquí. No te acerques a mí; la cogerás. Por favor, vete...
—Calla —dijo Liam, sentándose al borde del colchón. Atrapó a Win cuando esta intentaba apartarse rodando, y posó la mano sobre su frente. Sintió el pulso ardiente bajo la frágil piel, las venas iluminadas por la rabiosa fiebre.
Mientras Win luchaba por empujarle, Liam estaba alarmado por lo débil que estaba ella. Ya.
—No —sollozó Win, retorciéndose. Lágrimas débiles se deslizaron de sus ojos—. Por favor, no me toques. No te quiero aquí. No quiero que enfermes. Oh, por favor, vete...
Liam la empujó contra él, su cuerpo era una llama viva bajo la fina capa del camisón, la pálida seda de su cabello fluía sobre ambos. Y le acunó la cabeza en una mano, la poderosa mano maltratada de un luchador a puño desnudo.
—Estás loca —dijo en voz baja—, si piensas que te dejaría ahora. Te veré a salvo y bien sin importar lo que haga falta.
—No sobreviviré a esto —susurró ella.
Liam estaba sorprendido por sus palabras, y más aún por su propia reacción a ellas.
—Voy a morir —dijo Win—, y no te llevaré conmigo.
Liam la aferró más estrechamente, dejando que su respiración le golpeara la cara. Sin importar cuánto se retorció ella, no la soltó. Respiró el aire de ella, tomándolo profundamente en sus propios pulmones.
Basta —lloró ella, intentando desesperadamente retorcerse para apartarse de él. El esfuerzo hizo que su rubor se oscureciera—. Esto es una locura... ¡Oh, miserable terco, suéltame!
—Nunca — Liam alisó su despeinado y fino cabello, los mechones oscurecidos donde las lágrimas habían caído—. Tranquila —murmuró—. No te canses. Descansa.
La lucha de Win se ralentizó cuando reconoció lo fútil de resistirse a él.
—Eres tan fuerte —dijo débilmente, las palabras nacidas no de la alabanza, sino de la condena—. Eres tan fuerte…
—Sí —dijo Liam, utilizando gentilmente una esquina de las ropas de cama para secarle la cara—. Soy un bruto, y siempre lo has sabido, ¿no?
—Sí —susurró ella.
—Y vas a hacer lo que digo. —La acunó contra el pecho y le dio algo de agua.
Ella tomó unos pocos sorbos dolorosos.
—No puedo —se las arregló para decir, apartando la cara.
—Más —insistió él, volviendo a llevarle la taza a los labios.
—Déjame dormir, por favor...
—Después de que bebas más.
Liam no se rindió hasta que ella obedeció con un gemido. Recostándola hacia atrás en las almohadas, la dejó adormecerse durante unos minutos, después volvió con algunas tostadas suavizadas con caldo. La instó a tomar algunas cucharadas.
Para entonces Amelia se había despertado, y fue a la habitación de Win. Un rápido parpadeo fue la única reacción de Amelia ante la visión de Win apoyada contra los brazos de Liam mientras este la alimentaba.
—Líbrame de él —dijo Win a su hermana roncamente, con la cabeza descansando en el hombro de Liam —. Me está torturando.
—Bueno, siempre hemos sabido que era un demonio —dijo Amelia con un tono razonable, fue a detenerse junto a la cama—. ¿Cómo te atreves, Payne...? Entrar en la habitación de una chica desprevenida y alimentarla con tostadas.
—El sarpullido ha empezado —dijo Liam, notando la aspereza que se estaba alzando en la garganta y las mejillas de Win. Su piel sedosa se había vuelto arenosa y roja. Sintió la mano de Amelia tocarle la espalda, aferrándose a un pliegue suelto de su camisa como si necesitara sujetarse a él para mantener el equilibrio.
Pero la voz de Amelia fue ligera y firme.
—Mezclaré una solución de agua y soda. Eso debería aliviar la inflamación, querida.
Liam sintió una oleada de admiración por Amelia. Sin importar que desastre se interpusiera en su camino, ella estaba dispuesta a enfrentar todos los desafíos. De todos los Hathaways, había sido la que demostrara ser más dura hasta ahora. Y Win tendría que ser más dura y más obstinada incluso, si iba a sobrevivir a los días venideros.
—Mientras tú la bañas —le dijo a Amelia—, yo traeré al doctor.
No es que tuviera ninguna fe en un doctor gadjo, pero podía proporcionar a las hermanas paz mental. Liam también quería ver como les iba a Louis y Laura.
Después de haber cedido a Win al cuidado de Amelia, Liam fue a casa de los Dillard. Pero la criada que respondió a la puerta le dijo que Louis no estaba disponible.
—Está allí con la señorita Laura —dijo la criada con voz rota, enjuagándose la cara con un trapo—. Ella no reconoce a nadie; está casi insensible. Está cayendo rápidamente.
Liam sintió la tracción de sus abruptamente cortadas uñas contra la dura piel de sus palmas. Win era menos robusta que Laura Dillard, menos fuerte en forma y constitución. Si Laura se estaba hundiendo tan rápidamente, apenas parecía posible que Win fuera capaz de resistir a la misma fiebre.
Su siguiente pensamiento fue para Louis, que no era un hermano de sangre pero ciertamente era un hombre de su tribu. Louis amaba a Laura Dillard con una intensidad que no le permitiría aceptar su muerte racionalmente, ni siquiera de algún otro modo. Liam estaba más que un poco preocupado por él.
—¿En qué condiciones está el señor Hathaway? —preguntó Liam —. ¿Muestra algún signo de enfermedad?
—No, señor. No lo creo. No sé.
Pero por la forma en que la mirada acuosa se apartó de la de él, Liam entendió que Louis no estaba bien. Quería apartar a Louis de la guadaña de la muerte, ahora, y ponerle en cama para preservar sus fuerzas para los días que vendrían. Pero sería cruel negar a Louis las últimas horas con la mujer a la que amaba.
—Cuando ella se vaya —dijo Liam secamente—, envíenle a casa. Pero no lo dejen ir solo. Que alguien le acompañe todo el camino hasta el umbral de la casa Hathaway. ¿Entiende?
—Sí, señor.
Dos días después, Louis llegó a casa.
—Laura está muerta —dijo, y se derrumbó en un delirio de fiebre y pesar.
 
 
 
 
 
 
Capítulo 4
 
 
La escarlatina que había barrido el pueblo era una cepa particularmente virulenta, los peores efectos recayeron sobre los muy jóvenes y los ancianos. No había bastantes médicos para atender a los enfermos, y nadie de fuera de Primrose Place se atrevía a venir. Después de visitar la casita de campo para examinar a los dos pacientes, el exhausto doctor había prescrito cataplasmas calientes de vinagre para la garganta. También había dejado un tónico que contenía tintura de acónito. Este parecía no tener ningún efecto en Win o Louis.
—No estamos haciendo lo suficiente —dijo Amelia al cuarto día. Ni ella ni Liam habían dormido lo bastante, ambos hacían turnos cuidando de su hermano y hermana enfermos. Amelia entró en la cocina, donde Liam estaba hirviendo agua para el té—. Lo único que hemos logrado hasta ahora es hacer su condición más confortable. Debe haber algo que pueda detener la fiebre. No dejaré que esto ocurra. —Se mantenía en pie, rígida y temblorosa, acumulando palabra sobre palabra como si tratara de mantener erguidas sus defensas.
Y parecía tan vulnerable que Liam se compadeció. No se sentía cómodo tocando a otras personas, o siendo tocado, pero un sentimiento fraternal le llevó a dar un paso hacia ella.
—No —dijo Amelia rápidamente, cuando se dio cuenta que él había estado a punto de establecer contacto con ella. Dando un paso atrás, dio una sacudida fuerte de cabeza—. Yo... no soy la clase de mujer que puede apoyarse en alguien. Me haría pedazos.
Liam entendía. Para la gente como ella, y como él mismo, la proximidad significaba demasiado.
—¿Qué hacer? —susurró Amelia, envolviéndose a sí misma con los brazos.
Liam se frotó los ojos cansados.
—¿Has oído hablar de una planta llamada belladona?
—No. —Amelia sólo estaba familiarizada con las hierbas utilizadas en la cocina.
—Sólo florece de noche. Cuando sale el sol, las flores mueren. Había un drabengro, un hombre de pociones, en mi tribu. A veces me enviaba a conseguir las plantas que eran difíciles de encontrar. Me dijo que la belladona era la hierba más poderosa que él conocía. Podía matar a un hombre, pero también podía traer de vuelta a alguien al borde de la muerte.
—¿La viste en acción alguna vez?
Liam asintió con la cabeza, echándole un vistazo de soslayo mientras se frotaba los músculos tensos de la nuca.
—Vi como curaba la fiebre —masculló. Y esperó.
—Consigue algunas —dijo Amelia finalmente, con voz inestable—. Puede resultar fatal. Pero sin duda los dos morirán sin ella.
 
 
Liam hirvió las plantas que había encontrado en la esquina del cementerio del pueblo, hasta reducirlas a un fino jarabe negro. Amelia estaba de pie a su lado cuando filtró el caldo mortal y lo vertió en una pequeña taza.
— Louis primero —dijo Amelia con resolución, aunque su expresión estaba cargada de duda—. Está peor que Win.
Acudieron a la cama de Louis. Era asombroso lo rápidamente que un hombre podía deteriorarse por la escarlatina, lo consumido que su fornido hermano había quedado. La cara anteriormente bien parecida de Louis era irreconocible, turgente, henchida y descolorida. Sus últimas palabras coherentes habían sido el día anterior, cuándo le había rogado a Liam que le dejara morir. Su deseo pronto sería concedido. Según todos los indicios el coma sólo estaba a horas, sino a minutos, de distancia.
Amelia fue directamente a una ventana y la abrió, dejando al aire frío barrer la corrupción del vinagre.
Louis gimió y se revolvió débilmente, incapaz de resistirse cuando Liam le forzó a abrir la boca, alzó una cuchara, y vertió cuatro o cinco gotas de la tintura en su lengua seca y resquebrajada.
Amelia fue a sentarse junto a hermano, alisando su pálido cabello, besando su frente.
—Si fuera a... tener efectos adversos —dijo ella, cuando Liam sabía que quería decir «si esto fuera a matarle»—, ¿cuánto se demoraría?
—De cinco minutos a una hora — Liam vio el modo en que la mano de Amelia temblaba mientras continuaba alisando el cabello de Louis.
Pareció la hora más larga en la vida de Liam, los dos sentados y mirando a Louis, mientras éste se movía y mascullaba como si estuviera en medio de una pesadilla.
—Pobrecito —murmuró Amelia, pasando un trapo fresco sobre su cara.
Cuando estuvieron seguros que no volverían las convulsiones, Liam recuperó la taza y se puso de pie.
—¿Ahora se lo darás a Win? —preguntó Amelia, todavía bajando la mirada hacia su hermano.
—Sí.
—¿Necesitas ayuda?
Liam negó con la cabeza.
—Quédate con Louis.
Liam fue al cuarto de Win. Ella estaba inmóvil y silenciosa en la cama. Ya no lo reconocía, su mente y cuerpo estaban consumidos en el rojo calor de la fiebre. Cuando la alzó y le dejó caer la cabeza hacia atrás sobre su brazo, ella se contorsionó en señal de protesta.
—Win —dijo suavemente—. Amor, quédate quieta. —Los ojos de ella se abrieron ligeramente ante el sonido de su voz—. Estoy aquí. —Susurró. Cogió una cuchara y la sumergió en la taza—. Abre la boca, pequeña gadji. Hazlo por mí. —Pero ella se negó. Giró la cara, y sus labios se movieron en un susurro silencioso.
—¿Qué es esto? —murmuró él, echándole la cabeza hacia atrás—. Win. Debes tomar esta medicina.
Ella susurró nuevamente.
Comprendiendo las ásperas palabras, Liam la contempló con incredulidad.
—¿La tomarás si te digo mi nombre?
Win se esforzó por producir bastante saliva para hablar.
—Sí.
Su garganta se apretó más y más, y las comisuras de sus ojos ardieron.
—Es Liam —se las arregló para decir—. Mi nombre es Liam.
Entonces le dejó poner la cuchara entre sus labios, y el veneno entintado goteó por su garganta.
Su cuerpo se relajó contra él. Mientras seguía sosteniéndola, el frágil cuerpo se sentía tan ligero y caliente como una llama entre sus brazos.
Te seguiré, pensó, independiente de cuál sea tu destino.
Win era lo único en la tierra que había deseado alguna vez. No se marcharía sin él.
Se inclinó sobre ella, y tocó los labios secos y calientes con los suyos.
Un beso que ella no podía sentir y nunca recordaría.
Saboreó el veneno cuando permitió a su boca demorarse en la de ella. Levantando la cabeza, echó un vistazo a la mesita de noche donde había puesto el resto de la belladona. Había sobrado lo bastante como para matar a un hombre sano.
Parecía como si la única cosa que impedía al espíritu de Win abandonar su cuerpo era el confinamiento de los brazos de           Liam. Así que la sostuvo y la meció. Pensó brevemente en rezar. Pero no reconocería a ningún ser, sobrenatural o mortal, que amenazaba con quitársela.
El mundo se había reducido a este cuarto tranquilo y sombreado, el delgado cuerpo entre sus brazos, el aliento que se filtraba suavemente dentro y fuera de los pulmones de ella. Siguió aquel ritmo con su propio aliento, su propio latido del corazón. Apoyándose contra la cama, cayó en un trance oscuro mientras esperaba su destino compartido.
Inconsciente de cuánto tiempo pasaba, descansó con ella hasta que un movimiento en la puerta y un brillo de luz lo despertaron.
—Payne. —La voz ronca de Amelia. Sostenía una vela en el umbral.
Liam tanteó ciegamente en busca de la mejilla de Win, posó su mano a lo largo del lado de la cara, y sintió un estremecimiento de pánico cuando sus dedos encontraron la fría piel. Sintió el pulso en la garganta.
—La fiebre de Louis ha desaparecido —dijo Amelia. Liam podría oírla apenas por encima del torrente de sangre en sus oídos—. Va a recuperarse.
Un latido débil pero constante yacía bajo las yemas de los dedos perspicaces de Liam. El latido del corazón de Win… el pulso que sostenía su universo.
 
 
 

 


Última edición por isabellita102 el Vie 22 Nov 2013, 11:13 am, editado 1 vez
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Mensaje por isabellita102 Miér 20 Nov 2013, 7:00 pm


AHI LES DEJO OTRO CAP ESPERO QUE LES GUSTE 
COMENTEN MUCHO

 
:bye:
isabellita102
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Mensaje por Isabela85 Jue 21 Nov 2013, 3:34 pm

oooooooooooooooooooooohhhhh!!!!!!!!!! que hermoso!!!!! TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 

ya se conocia toda la historia de la enfermedad de Win y Louis pero leerla a fondo es hermosa!!!!

pobre Liam y Amelia, ellos se llevaron la peor parte al no saber que pasaria con Louis y Win...

continua pliiiissss!!!!

:bye: :bye: :bye: 


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Isabela85
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Mensaje por isabellita102 Sáb 23 Nov 2013, 2:36 pm

Isabela85 escribió:oooooooooooooooooooooohhhhh!!!!!!!!!! que hermoso!!!!! TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 3373640616 

ya se conocia toda la historia de la enfermedad de Win y Louis pero leerla a fondo es hermosa!!!!

pobre Liam y Amelia, ellos se llevaron la peor parte al no saber que pasaria con Louis y Win...

continua pliiiissss!!!!

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hola 
si es hermosa la historia de ellos de tan askdakldklajdskadjakjsjkdlajdjdkaskdañkdjsñakdjakñsd
hermosa jejejejejeeejejejee
si pobre Amelia y Liam
pero ademas pobre Louis perdio el amor de su vida con Laura, pr eso fue que se volvio asi jejejjej
ahora la sigo 
gracias por leer
:bye: 


isabellita102
isabellita102


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Mensaje por isabellita102 Sáb 23 Nov 2013, 2:37 pm

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Capítulo 5
 
Londres, 1849
 
La adición de Zayn Malik a la familia Hathaway preparó la mesa para un nuevo compañero. Era enigmático cómo una persona podía cambiarlo todo. Por no decir irritante.
Pero bueno, todo era irritante para Liam ahora. Win se había marchado a Francia, y no había razón para que fuera agradable o incluso civilizado. Su ausencia lo había puesto en la acechante furia de una criatura salvaje desprovista de su compañera. Era siempre consciente de su necesidad de ella, y del insoportable conocimiento de que ella estaba en algún lugar lejano y él no podía alcanzarla.
Liam había olvidado cómo era esto, su negro odio por el mundo y por todos sus habitantes. Era un recuerdo indeseado de su infancia, cuando no conocía otra cosa que no fuera la violencia y la miseria. Y aún así todos los Hathaways parecían esperar que se comportara normalmente, que tomara parte en la rutina familiar, que simulara que la Tierra seguía girando.
La única cosa que lo mantenía cuerdo era el conocimiento de lo que ella habría querido que hiciera. Ella querría que cuidara de sus hermanas. Y se abstuviera de matar a su nuevo cuñado.
Liam apenas podía soportar al bastardo.
El resto lo adoraban. Zayn Malik había venido y había barrido a Amelia, una decidida soltera, completamente fuera de sus pies. Seduciéndola, de hecho, algo que Liam todavía no le había perdonado. Pero Amelia era completamente feliz con su marido, incluso aunque era medio romaní.
Ninguno de ellos había conocido nunca a nadie como Malik, cuyos orígenes eran tan misteriosos como los del propio Liam. La mayor parte de su vida, Malik había trabajado en un club de juego de caballeros, el Jenner's, eventualmente convirtiéndose en un factótum y luego poseyendo un pequeño interés en este negocio altamente lucrativo. Agobiado con su creciente fortuna, la había invertido tan mal como le fue posible para ahorrarse la gran vergüenza de ser un gitano con dinero. No había funcionado. El dinero había seguido llegando, incluso la más alocada inversión devolvía milagrosos dividendos. Malik tímidamente lo llamaba su maldición de la buena suerte.
Pero después de todo, la maldición de Malik era útil, ya que hacerse cargo de los Hathaways era una tarea cara. Su hacienda familiar en Hampshire, la cual Louis había heredado el año pasado junto con su título, se había consumido en llamas recientemente y estaba siendo reconstruida. Y Poppy necesitaba ropa para su temporada londinense, y Beatrix quería terminar sus estudios. Además de eso, estaban las facturas médicas de Win. Como Malik había señalado a Liam, él estaba en posición de hacer mucho por los Hathaways y esa debería ser suficiente razón para que Liam lo tolerase.
De modo que Liam lo toleraba.
A duras penas.
 
 
—Buenos días —dijo Malik alegremente, entrando en el área del comedor de la suite de la familia en el Hotel Styles. Ellos ya estaban a medio acabar el desayuno. Al contrario que el resto, Malik no era un madrugador, habiendo pasado la mayor parte de su vida en un club de juegos de azar en el que había actividad a todas horas de la noche. Un gitano de ciudad, pensó Liam con desprecio.
Recién aseado y vestido con ropa gadjo, Malik era exóticamente atractivo, solía llevar el cabello oscuro demasiado largo y un pendiente de diamante centelleando en una oreja. Era esbelto y ágil, con una forma de moverse fácil. Antes de ocupar la silla junto a Amelia, se inclinó para besarla en la cabeza, un despliegue manifiesto de afecto que provocó que ella se ruborizara. Había habido un tiempo no demasiado lejano en el que Amelia habría desaprobado tales demostraciones. Ahora simplemente se sonrojó y pareció aturdida.
Liam bajó la mirada con el ceño fruncido hacia su plato a medio acabar.
—¿Estás todavía somnoliento? —Escuchó a Amelia preguntarle a Malik.
—A este paso, no estaré totalmente despierto hasta el mediodía.
—Deberías probar con algo de café.
—No, gracias. No puedo soportar esa porquería.
Beatrix habló entonces.
—Payne bebe un montón de café. Él lo adora.
—Por supuesto que lo hace —dijo Malik —. Es oscuro y amargo. —Sonrió cuando Liam le dirigió una mirada de advertencia—. ¿Cómo estás llevando la mañana, phral?
—No me llames así. —Aunque Liam no alzó la voz, había una nota salvaje en ella que hizo que todo el mundo hiciera una pausa.
Tras un momento, Amelia le dijo a Malik en un tono deliberadamente ligero.
—Vamos a ir a la costurera hoy, Poppy, Beatrix y yo. Probablemente estaremos fuera hasta la cena. —Mientras Amelia procedía a describir los trajes de noche, los sombreros y fruslerías que necesitaban, Liam sintió la pequeña mano de Beatrix posarse sobre la suya.
—Está bien —susurró Beatrix—. Yo también los echo de menos.
A los dieciséis, la pequeña de los Hathaway estaba en esa edad vulnerable entre la infancia y la edad adulta. Una pequeña diablilla de naturaleza dulce, era tan curiosa como una de las muchas mascotas que había acumulado. Desde el matrimonio de Amelia con Malik, Beatrix había estado implorando terminar la escuela. Liam sospechaba que había leído demasiadas novelas cuyas heroínas adquirían aires e ínfulas en «las academias para señoritas». Dudaba que la academia para señoritas apagara del todo el espíritu libre de Beatrix.
Soltando su mano, Beatrix devolvió su atención a la conversación, la cual había evolucionado al tema de la última inversión de Malik.
Se había convertido en una especie de juego para Malik encontrar una inversión que no tuviera éxito. La última vez que lo había intentado, había comprado una factoría de caucho en Londres que estaba fracasando de mala manera. Tan pronto como Zayn la compró, sin embargo, la compañía adquirió los derechos de patente para la vulcanización y había inventado algo llamado «goma elástica». Y ahora la gente compraba millones de esas cosas.
—... está seguro que será un desastre —estaba diciendo Zayn —. Hay un par de hermanos, ambos herreros, que se traen entre manos un diseño de un vehículo accionado por el hombre. Lo llaman ciclovolo. Dos ruedas colocadas en una estructura tubular, propulsada por pedales que accionas con tus propios pies.
—¿Sólo dos ruedas? —preguntó Poppy, perpleja—. ¿Cómo puede uno montarse en ello sin caerse?
—El conductor tendría que equilibrar su centro de gravedad sobre las ruedas.
—¿Cómo giraría uno el vehículo?
—Más importante aún —dijo Amelia en tono seco—, ¿cómo lo detendría uno?
—¿Por la aplicación del cuerpo de uno al suelo? —propuso Poppy.
Zayn se rió.
—Probablemente. Lo pondremos en producción, por supuesto. Westcliff dice que nunca ha visto una inversión más desastrosa. El ciclovolo parece tan incómodo como el demonio, y requiere un equilibrio que supera con mucho las habilidades de un hombre medio. No será costeable, o práctico. Después de todo, ningún hombre cuerdo elegiría pedalear por la calle en un aparato de dos ruedas en lugar de montar a caballo.
—Suena divertido, sin embargo —dijo Beatrix melancólicamente.
—No es un invento que una chica pueda probar —apuntó Poppy.
—¿Por qué no?
—Nuestras faldas se meterían en medio.
—¿Por qué debemos llevar faldas? —dijo Beatrix—. Creo que los pantalones siempre serán mucho más cómodos.
Amelia pareció consternada y divertida.
—Esas son observaciones que es mejor mantener en familia, querida. —Cogiendo un vaso de agua lo levantó en dirección a Malik—. Bien, entonces. Por tu primer fracaso. —Levantó una ceja—. Espero que no estés arriesgando toda la fortuna familiar antes de que nos pongamos en contacto con la costurera.
Él le sonrió.
—No toda la fortuna. Compra con confianza, monisha.
Cuando el desayuno hubo concluido, las mujeres abandonaron la mesa, mientras Malik y Liam se levantaban atentamente.
Bajando de vuelta a la silla, Malik observó como Liam comenzaba a salir.
—¿Dónde vas? —preguntó Malik perezosamente—. ¿A encontrarte con tu sastre? ¿Yendo a discutir los últimos acontecimientos políticos en la cafetería local?
—Si tu objetivo es molestarme —le informó Liam —, no hay necesidad de esforzarse. Me molestas simplemente respirando.
—Perdóname. Intentaría contener el hábito, pero le he tomado bastante afición. — Malik gesticuló hacia una silla—. Únete a mí, Payne. Tenemos que discutir algunas cosas.
Liam accedió con una mirada furiosa.
—Eres un hombre de pocas palabras, ¿no es cierto? —comentó Malik.
—Mejor que llenar el aire de parloteo hueco.
—Estoy de acuerdo. Iré directamente al grano, entonces. Mientras Louis... lord Ramsay... está en Europa, su hacienda entera, sus asuntos financieros, y tres de sus hermanas han sido dejadas al cuidado de un par de gitanos. No es lo que yo llamaría una situación ideal. Si hubiera alguna condición en la que Louis hubiera podido quedarse, le habría conservado aquí y habría enviado a Poppy a Francia con Win.
 
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Mensaje por isabellita102 Sáb 23 Nov 2013, 2:38 pm


hola ahi les dejo otro cap espero que les guste 
comenten 
besos 
:bye: :bye: 
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Mensaje por ᴍᴀʀ. Dom 24 Nov 2013, 3:54 pm

Liam no se banca a Zayn ni un poquito! :/
Ojalá pudieran  tener una buena relación. :)
Adoré los caps! :D
Seguila! ;)
:bye:
ᴍᴀʀ.
ᴍᴀʀ.


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Mensaje por Isabela85 Sáb 30 Nov 2013, 10:54 pm

esos dos no se soportan jajajajjaaj!!!!! pero terminaran amandose como buenos hermanos!!!!!

continua plllllliiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiissssssssssssssss!!!!!!!!!!!


:bye: :bye: :bye: 


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Mensaje por isabellita102 Lun 02 Dic 2013, 9:14 am

Mar_love1D escribió:Liam no se banca a Zayn ni un poquito! :/
Ojalá pudieran  tener una buena relación. :)
Adoré los caps! :D
Seguila! ;)
:bye:
jajajajjajjja si o lo quiere nada 
toa esperar para ver que pasa 
que ueno ue e hayan gsado los capitulos 
hora la sigo grias por leer
:bye: 
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Mensaje por isabellita102 Lun 02 Dic 2013, 9:15 am

Isabela85 escribió:esos dos no se soportan jajajajjaaj!!!!! pero terminaran amandose como buenos hermanos!!!!!

continua plllllliiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiissssssssssssssss!!!!!!!!!!!


:bye: :bye: :bye: 


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jjajajaaajaja si 
ahora la sigo gracias por leer
:bye: 
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Mensaje por isabellita102 Lun 02 Dic 2013, 9:16 am


Pero Louis no estaba en buenas condiciones, y ambos lo sabían. Había sido un hombre arruinado, un derrochador, y más aún desde la muerte de Laura Dillard. Y aunque finalmente había aceptado su pena, el camino hacia la curación, en cuerpo y espíritu, no era corto.
—¿Realmente crees —preguntó Liam, con la voz plagada de desprecio—, que Louis se internará a sí mismo como paciente en una clínica?
—No. Pero estará cerca para mantener un ojo en Win. Y es un escenario remoto donde las oportunidades para buscarse problemas son limitadas. Lo ha hecho bien en Francia antes, cuando estudiaba arquitectura. Quizás vivir allí de nuevo lo ayude a encontrarse a sí mismo.
—O —dijo Liam oscuramente—, desaparecerá en París y se ahogará a sí mismo en bebida y prostitutas.
Malik se encogió de hombros.
—El futuro de Louis está en sus propias manos. Estoy más preocupado por lo que enfrentamos aquí. Amelia está decidida a que Poppy tenga una temporada en Londres, y que Beatrix vaya a terminar sus estudios. Al mismo tiempo, la reconstrucción de la mansión en Hampshire tiene que continuar. Las ruinas tienen que ser despejadas y los cimientos...
—Sé lo que tiene que hacerse.
—¿Entonces dirigirás el proyecto? ¿Trabajarás con el arquitecto, los constructores, los albañiles y los carpinteros, y así sucesivamente?
Liam le miró con crudo antagonismo.
—No te librarás de mí. Y maldita sea si trabajo para ti o te rindo cuentas.
—Espera. —Las manos de Malik se alzaron en un gesto de interrupción, un despliegue de anillos de oro brillando ricamente en sus dedos oscuros—. Un momento. Por el amor de Dios, no estoy intentando deshacerme de ti. Propongo una asociación. Francamente, no estoy más emocionado por la perspectiva que tú. Pero hay mucho que hacer. Y tenemos más que ganar trabajando hombro con hombro que siendo contrincantes.
Recogiendo como por descuido un cuchillo de mesa, Liam recorrió con los dedos el largo el borde desafilado y el intrincado mango dorado.
—¿Quieres que vaya a Hampshire y supervise a las cuadrillas de trabajo mientras tú te quedas en Londres con las damas?
—Ve y vuelve como te plazca. Yo viajaré de ida y vuelta a Hampshire de vez en cuando para controlar las cosas. —Malik le dirigió una mirada astuta—. ¿No hay nada que te retenga en Londres, ¿verdad?
Liam negó con la cabeza.
—Entonces ¿está decidido? —presionó Malik.
Aunque Liam odiaba admitirlo, el plan no carecía de atractivo. Odiaba Londres, la mugre, el clamor y los atestados edificios, el humo, la niebla y el ruido. Deseaba regresar al campo. Y pensar en reconstruir la mansión, agotarse con trabajo duro... le haría algún bien. Además, él sabía lo que la hacienda Ramsay necesitaba mejor que ningún otro. Malik podía conocer cada calle, cada esquina y cada colonia de gadjos de Londres, pero no estaba en absoluto familiarizado con la vida rural. Sólo eso hacía que tuviera sentido que Liam se hiciera cargo de la hacienda Ramsay.
—También querré hacer mejoras en la tierra —dijo Liam, bajando el cuchillo—. Hay portillas y cercas que necesitan repararse. Las zanjas y los canales de drenaje tienen que ser cavados. Y los colonos todavía usan mayales y hoces porque no hay máquinas cosechadoras. La hacienda debería tener su propia panadería para evitar a los arrendatarios tener que ir al pueblo por pan. También...
—Lo que tú decidas —dijo Malik rápidamente, mostrando la típica absoluta falta de interés del londinense por la agricultura—. Atraer más arrendatarios será beneficioso para la hacienda, por supuesto.
—Sé que ya has puesto a cargo a un arquitecto y un constructor. Pero de ahora en adelante, yo seré el único al que vendrán con preguntas. Necesitaré acceso a las cuentas Ramsay. Y voy a escoger a las cuadrillas y manejarlas sin interferencia.
Las cejas de Malik se alzaron ante las formas autoritarias de Liam.
—Bueno. Ésta es una cara tuya que no había visto antes, chal.
—¿Aceptas mis términos?
—Sí. —Malik extendió la mano—. ¿Las estrechamos?
Liam se levantó, ignorando el intento de acercamiento.
—No es necesario.
Los blancos dientes de Malik brillaron en una sonrisa.
—Payne ¿sería tan terrible intentar una amistad conmigo?
—Nunca seremos amigos. En el mejor de los casos, somos enemigos con un propósito en común.
Malik continuó sonriendo.
—Supongo que el resultado final es el mismo. —Esperó hasta que Liam alcanzó la puerta antes de decir casualmente—. Por cierto, voy a seguir con el tema de los tatuajes. Si hay una conexión entre los dos, quiero encontrarla.
—Lo harás sin mi cooperación —dijo Liam glacialmente.
—¿Por qué no? ¿No sientes curiosidad?
—En lo más mínimo.
Los ojos castaños de Malik se llenaron de especulación.
—No tienes vínculos con el pasado ni con los Romanís, y ningún conocimiento de por qué un diseño único fue tatuado en tu brazo en tu temprana infancia. ¿Qué es lo que temes descubrir?
—Tú has llevado el mismo tatuaje durante el mismo tiempo —le espetó Liam —. No tienes más idea de lo que es que yo. ¿Por qué te tomas tanto interés ahora en esto?
—Yo... —Malik se frotó distraídamente el brazo sobre la manga de la camisa, dónde estaba ubicado el tatuaje—. Siempre asumí que se hizo por algún capricho de mi abuela. Ella nunca me explicó por qué tenía la marca, o lo que significaba
—¿Lo sabía ella?
—Así lo creo. —La boca de Malik se torció en una mueca—. Parecía saberlo todo. Era una poderosa herborista, y una creyente en el Biti Foki.
—¿Hadas? —preguntó Liam con una sonrisa desdeñosa en los labios.
Malik sonrió.
—Oh, sí. Me aseguraba que tenía trato personal con muchos de ellos. —El rastro de diversión cayó—. Cuando tenía diez años, mi abuela me despachó de la tribu. Dijo que corría peligro. Mi primo Noah me trajo a Londres y me ayudó a encontrar trabajo en el club de juego como corredor de apuestas. Nunca más he visto a nadie de mi tribu. —Malik hizo una pausa, su rostro se ensombreció—. Fui desterrado de los Romaní sin saber nunca por qué. Y no tenía razones para creer que el tatuaje tuvo algo que ver con eso. Hasta que te encontré. Tenemos en común dos cosas, phral: Somos parias, y soportamos la marca de un caballo irlandés de pesadilla. Y creo que lo que descubramos puede ayudarnos a los dos.
 
 
En los meses siguientes Liam preparó la hacienda Ramsay para su reconstrucción. Un invierno suave y poco entusiasta había caído sobre el pueblo de Stony Cross y sus alrededores, donde la hacienda Ramsay estaba ubicada. Los pastos beiges estaban quebradizos por la escarcha, y las piedras descansaban congeladas en los márgenes de los ríos Avon e Itchen. Las candelillas emergían en los sauces, suaves y tiernos como colas de cordero, mientras el cornejo lanzaba rojos tallos de invierno para astillar el paisaje gris pálido.
Las cuadrillas empleadas por John Dashiell, el contratista que reconstruiría la mansión Ramsay, eran trabajadoras y eficientes. Los primeros dos meses los pasaron limpiando los restos de la casa, llevándose a rastras maderas chamuscadas, rocas quebradas y escombros. Una pequeña casa del guarda en la carretera de acceso se reparó y remozó para la conveniencia de los Hathaways.
Una vez la tierra comenzó a suavizarse en marzo, la reconstrucción de la mansión comenzó en serio. Liam estaba seguro de que las cuadrillas habían sido advertidas por adelantado de que el proyecto estaba siendo supervisado por un Romaní, pues no ofrecían objeción a su presencia o su autoridad. A Dashiell, siendo un hombre hecho a sí mismo y pragmático, no parecía importarle si sus clientes eran ingleses, gitanos, o de cualquier otra nacionalidad, siempre que el programa de pagos fuera el acordado.
Cerca de finales de febrero, Liam hizo el viaje de doce horas de Stony Cross a Londres. Había recibido noticias de Amelia de que Beatrix había abandonado la academia para señoritas. Si bien Amelia había añadido que todo iba bien, Liam quería asegurarse por sí mismo. La separación de dos meses era el tiempo más largo que alguna vez hubiera pasado lejos de las hermanas Hathaway, y estaba sorprendido por lo intensamente que las había extrañado.
Parecía que el sentimiento era mutuo. Tan pronto como Liam llegó a su suite en el StylesHotel, Amelia, Poppy, y Beatrix se abalanzaron sobre él con un entusiasmo impropio. Toleró sus chillidos y sus besos con brusca indulgencia, contento en secreto por la cálida bienvenida.
Siguiéndolas al salón familiar, Liam se sentó con Amelia en un sofá mullido, mientras Zayn Malik y Poppy ocupaban las sillas cercanas. Beatrix estaba sentada sobre un banquillo a los pies de Liam. Las mujeres tenían buen aspecto, pensó Liam... Las tres iban vestidas a la moda y estaban arregladas, el cabello oscuro organizado en rizos fijados en lo alto con horquillas, excepto Beatrix, que llevaba trenzas.
Amelia en particular parecía feliz, se reía con facilidad, irradiando una satisfacción que sólo podía provenir de un buen matrimonio. Poppy estaba emergiendo como una belleza, con sus finos rasgos y su rico cabello de tono castaño rojizo... Una versión más cálida, más accesible de la delicada perfección rubia de Win. Beatrix, sin embargo, era callada y delgada. Para alguien que no la conociera, Beatrix parecía ser una chica normal, alegre. Pero Liam veía los sutiles signos de tensión y cansancio en su cara.
—¿Qué ha ocurrido en la escuela? —preguntó Liam con su brusquedad habitual.
Beatrix se desahogó ansiosamente.
—Oh. Payne, fue todo culpa mía. La escuela es horrible. La aborrezco. Hice una amiga o dos, y sentí mucho dejarlas. Pero no congenié con mis maestros. Siempre decía cosas desatinadas en clase, haciendo las preguntas equivocadas.
—Parece ser —dijo Amelia secamente—, que el método Hathaway de aprendizaje y debate no eran bienvenidos en la escuela.
—Y me metí en algunas peleas —siguió Beatrix—, porque algunas chicas dijeron que sus padres les habían dicho que no tuvieran trato conmigo porque tenemos gitanos en la familia, y por lo que ellos sabían yo podría ser en parte gitana, también. Y yo dije que no lo era, pero que aun si lo fuera eso no era motivo para avergonzarse, y les llamé esnobs, y luego hubo un montón de arañazos y tirones de pelos.
Liam maldijo por lo bajo. Intercambió miradas con Malik, que parecía sombrío. La presencia de ambos en la familia era una carga para las hermanas Hathaway... y no había remedio para eso.
—Y después —dijo Beatrix—, mi problema volvió de nuevo.
Todo el mundo guardó silencio. Liam extendió el brazo y posó la mano sobre la cabeza de ella, curvando los dedos sobre la forma de su cráneo.
Chavi —murmuró, una expresión gitana cariñosa para una jovencita. Dado que él raramente usaba el viejo idioma, Beatrix le lanzó una mirada con los ojos desorbitados por la sorpresa.
El problema de Beatrix había aparecido por primera vez después de la muerte del señor Hathaway. Volvía a aparecer de vez en cuando en tiempos de ansiedad o aflicción. Sentía la compulsión de robar cosas, usualmente cosas pequeñas como las colillas de los lápices o los marcadores de lectura, o una extraña pieza de una vajilla. Algunas veces ni siquiera recordaba haber tomado un objeto. Después sufría intensos remordimientos, y recorría extraordinarias distancias para devolver las cosas que había hurtado.
Liam le quitó la mano de la cabeza y bajó la vista hacia ella.
—¿Qué tomaste, pequeña huronera? —preguntó amablemente.
Parecía abochornada.
—Cintas del pelo, peines, libros... cositas. Y luego intenté reponerlo todo, pero no podía recordar de dónde las había tomado. Entonces hubo un gran alboroto, y me adelanté para confesar, y se me pidió que abandonara la escuela. Y ahora nunca seré una dama.
—Sí, lo serás —dijo Amelia de inmediato—. Vamos a contratar a una institutriz, que es lo que deberíamos haber hecho desde el principio.
Beatrix la observó dubitativamente.
—No creo que quisiera a ninguna institutriz que estuviera dispuesta a trabajar para nuestra familia.
—Oh, no somos tan malos después de todo... —comenzó Amelia.
—Sí, lo somos —le informó Poppy—. Somos raras, Amelia. Siempre te lo he dicho. Éramos raras incluso antes de que trajeras al señor Malik en la familia. —Echando una rápida mirada a Zayn, dijo—: Sin intención de ofender, señor Malik.
Los ojos de él brillaron con diversión.
—No he oído nada.
Poppy recurrió a Liam.
—No importa lo difícil que sea encontrar a una institutriz correcta, debemos tener una. Necesito ayuda. Mi temporada no ha sido otra cosa que un desastre, Payne.
—Sólo han sido dos meses —dijo Liam —. ¿Cómo puede ser un desastre?
—Soy un florero.
—No puedes serlo.
—Soy menos que un florero —le dijo ella—. Nadie quiere tener nada que ver conmigo.
Liam miró a Malik y Amelia con incredulidad. Una chica bella e inteligente como Poppy debería haber estado plagada de pretendientes.
—¿Qué es lo que pasa con estos gadjos? —preguntó Liam con asombro.
—Son todos idiotas —dijo Malik—. Nunca desaprovechan la oportunidad de probarlo.
Volviendo la mirada hacia Poppy, Liam cortó la persecución.
—¿Es porque hay gitanos en la familia? ¿Es por eso por lo que no estás solicitada?
—Bueno, eso no ayuda exactamente —admitió Poppy—. Pero el mayor problema es que no tengo gracias sociales. Constantemente doy pasos en falso. Y soy un espanto con la conversación. Se supone que una pasa ligeramente de tema en tema como una mariposa. No es fácil de hacer, y no hay que ponerlo de relieve. Y los jóvenes que se resignan a acercarse a mí encuentran una excusa para escapar después de cinco minutos. Porque coquetean y dicen las cosas más tontas y yo no tengo idea de cómo responder.
—No querría a ninguno de ellos para ella de todos modos —dijo Amelia súbitamente—. Deberías verlos, Payne. Un grupo más inútil de pavos reales juntos no ha sido encontrado.
—Creo que sería mejor llamarlos bandada de pavos reales —dijo Poppy—. No un grupo.
—En lugar de eso llámales nudo de sapos —dijo Beatrix.
—Colonia de pingüinos. —Se unió Amelia.
—Camorra de mandriles —dijo Poppy riéndose.
Liam sonrió ligeramente, pero estaba todavía preocupado. Poppy siempre había soñado con una temporada londinense. Que las cosas se hubieran torcido así debía ser una decepción aplastante.
—¿Has sido invitada a los acontecimientos apropiados? —preguntó—. Los bailes. Las cenas...
—Bailes y veladas —ofreció Poppy—. Sí, gracias al patrocinio de Lord Westcliff y Lord St. Vincent, hemos recibido invitaciones. Salvo que simplemente traspasar la puerta no la hace a una deseable, Payne. Sólo te da la oportunidad de apuntalar la pared mientras todos los demás bailan.
Liam miró a Amelia y Malik frunciendo el ceño.
—¿Qué vais a hacer al respecto?
—Vamos a retirar a Poppy de la temporada —dijo Amelia—, y a decir a todo el mundo que pensándolo bien, es todavía demasiado joven para frecuentar la sociedad.
—Nadie se lo creerá —dijo Beatrix—. Después de todo, Poppy tiene casi diecinueve.
—No hay necesidad de hacerme parecer una vieja arpía verrugosa, Bea —dijo Poppy con indignación.
–… y mientras tanto —continuó Amelia con gran paciencia—, encontraremos a una institutriz que enseñará a Poppy y Beatrix cómo comportarse.
—Deberá ser buena —dijo Beatrix, sacando una gruñona cobaya blanquinegra de su bolsillo y acurrucándola bajo la barbilla—. Tenemos muchísimo que superar. ¿No es verdad, señor Nibbles?
 
 
Más tarde, Amelia llevó aparte a Liam. Metió la mano en el bolsillo de su traje de noche y extrajo un cuadrado pequeño, blanco. Se lo dio, con la fija mirada escudriñándole el rostro.
—Win escribió otras cartas para la familia, y por supuesto que también leerás esas. Pero ésta estaba dirigida solamente a ti.
Incapaz de hablar, Liam cerró los dedos alrededor del pedacito de pergamino sellado con lacre.
Se fue a su cuarto del hotel, el cual estaba separado del resto de la familia a petición suya. Sentándose a una pequeña mesa, rompió el sello con escrupulosa cautela.
Allí estaba la familiar escritura de Win, con pequeños y precisos golpes de pluma.
 
 
Querido Liam,
Espero que ésta carta te encuentre con vigor y salud completos. No te puedo imaginar de ninguna otra forma, en realidad. Cada mañana me despierto en este lugar, que parece enteramente otro mundo, y me sorprendo de nuevo al encontrarme tan lejos de mi familia. Y de ti.
El viaje a través del canal fue arduo, la ruta terrestre hasta la clínica aun más. Como sabes, no soy buena viajera, pero Louis me trajo a salvo hasta aquí. Ahora está residiendo a poca distancia como inquilino en un pequeño castillo, y hasta ahora ha venido a hacerme una visita cada dos días...
 
 
La carta de Win seguía describiendo la clínica, la cual era tranquila y austera. Los pacientes padecían una variada colección de dolencias, pero más especialmente de los pulmones y del sistema pulmonar.
En lugar de medicarlos con estupefacientes y mantenerlos dentro, como prescribía la mayoría de los doctores, el doctor Harrow los metía a todos en un programa de ejercicio, baños fríos, tónicos de salud, y un régimen frugal simple. Compeler a los pacientes a hacer ejercicio era un tratamiento controvertido, pero según el doctor Harrow, el movimiento era el instinto predominante de toda vida animal.
Los pacientes empezaban cada día con un paseo matutino fuera, con buen o mal tiempo, seguido por una hora en el gimnasio para actividades como trepar por una escalera de mano o levantando mancuernas. Hasta ahora Win apenas podía llevar a cabo algún ejercicio sin quedarse severamente sin aliento, pero pensaba que podía notar una pequeña mejoría en sus capacidades. Todo el mundo en la clínica estaba obligado a practicar la respiración en un dispositivo nuevo llamado espirómetro, un aparato para medir el volumen de aire inspirado y expirado por los pulmones.
Había más sobre la clínica y los pacientes que Liam desechó rápidamente. Y entonces llegó a los últimos párrafos.
 
 
Desde mi enfermedad he tenido fuerzas para hacer muy poco como no sea para amar había escrito Win, lo he hecho, y todavía lo hago, cumpliendo totalmente. Lamento la forma en que te sorprendí la mañana en que me fui, pero no lamento los sentimientos que expresé.
Corro tras de ti, y vivo en una búsqueda desesperada. Mi sueño es que algún día te des la vuelta y me dejes atraparte. Ese sueño me lleva a través de cada noche. Deseo decirte tantas cosas, pero aún no soy libre.
Espero estar bastante bien algún día para sorprenderte otra vez, con resultados mucho más placenteros.
He incluido cientos de besos en ésta carta. Debes contarlos cuidadosamente y no perder ninguno.
Tuya, Winnifred.
 
 
Aplanando la hojita de papel sobre el tapete, Liam lo alisó y recorrió con las puntas de los dedos las delicadas líneas de letras. La leyó dos veces más.
Dejó que la mano se cerrara sobre el pergamino, arrugándolo firmemente, y lo arrojó a la chimenea, donde un pequeño fuego ardía.
Y observó el pergamino iluminarse y arder a fuego lento, hasta que la blancura se oscureció en cenizas y hasta la última palabra de Win hubo desaparecido.

 
 
 
 
Capítulo 6
 
Londres, 1851
Primavera
 
Al fin, Win había vuelto a casa.
El clíper de Calais estaba atracando, la bodega abarrotada con artículos de lujo, y sacas de cartas y paquetes para ser entregados por el Correo Real. Era un barco mediano con siete espaciosos camarotes para los pasajeros, cada uno forrado con paneles arqueados en estilo gótico, y pintados con una capa brillante de blanco de Florencia.
Win estaba de pie en la cubierta y observaba a la tripulación trabajando con los aparejos para atracar el barco. Sólo entonces los pasajeros tendrían permiso de desembarcar.
Tiempo atrás, la excitación que la asaltaba le habría imposibilitado respirar. Pero la Win que regresaba a Londres era una mujer diferente. Se preguntó cómo reaccionaría su familia a los cambios operados en ella. Y por supuesto ellos también habrían cambiado: Amelia y Zayn llevaban casados dos años, Poppy y Beatrix habían hecho su presentación en sociedad.
Y Payne... pero la mente de Win desechó los pensamientos sobre él, los cuales eran demasiado conmovedores para reavivarlos, a no ser en privado.
Miró a su alrededor, el bosque de mástiles del barco, los acres interminables del atracadero y del embarcadero, los almacenes inmensos para tabaco, lana, vino y otros artículos de comercio. Había movimiento en todas partes, marineros, pasajeros, agentes de suministros, obreros, vehículos, y ganado. Una profusión de olores cargaba el aire: cabras y caballos, condimentos, la sal del océano, el alquitrán, putrefacción seca. Y sobre todo el hedor del humo y el vapor de carbón que salía de la chimenea, oscureciendo la ciudad como si se acercara la noche.
Win deseó estar en Hampshire, donde los prados primaverales serían verdes y espesos con prímulas y flores silvestres y los setos estaban en flor. Según Amelia, la restauración de la hacienda Ramsay aún no estaba terminada, pero ahora la heredad era habitable. Parecía que los trabajos habían transcurrido con una velocidad milagrosa bajo la dirección de Payne.
La pasarela fue bajada del buque y asegurada. Mientras Win observaba a los pocos pasajeros que descendieron al muelle los primeros, vio a su alto hermano, de constitución casi larguirucha yendo a la cabeza.
Francia había sido buena para los dos. Mientras que Win había ganado algún peso muy necesitado, Louis había perdido su disipada hinchazón. Él había pasado tanto tiempo al aire libre, andando, pintando, nadando, que su cabello marrón oscuro se había aclarado un poco y su piel había absorbido el sol. Sus ojos de un deslumbrante tono azul pálido, resultaban sorprendentes en su cara bronceada.
Win sabía que su hermano nunca sería otra vez el muchacho galante e inocente que había sido antes de la muerte de Laura Dillard. Pero ya no era una ruina suicida, lo cual sin duda sería un gran alivio para el resto de la familia.
En un relativamente pequeño espacio de tiempo, Louis volvió al barco subiendo la pasarela. Llegó hasta Win con una sonrisa socarrona, sujetando el sombrero de copa más firmemente sobre su cabeza.
—¿Hay alguien esperándonos? —preguntó Win ansiosamente.
—No.
La preocupación arrugó su frente.
—Entonces no recibieron mi carta. —Ella y Louis habían avisado de que llegarían algunos días antes de lo esperado, a causa de un cambio en el horario de la línea del clíper.
—Nuestra carta probablemente estará en el fondo de un saco del Correo Real en alguna parte —dijo Louis—. No te preocupes, Win. Iremos al Stylesen un carruaje de alquiler. No está lejos.
—Pero será un impacto para la familia el que lleguemos antes de lo esperado.
—A nuestra familia le gusta impresionarse —dijo él—. O al menos, están acostumbrados.
—También estarán sorprendidos que el doctor Harrow haya regresado con nosotros.
—Estoy seguro que no repararán para nada en su presencia —contestó Louis. Una comisura de su boca se elevó con cierta diversión privada—. Bueno… la mayor parte de ellos no lo harán.
 
 
La tarde había caído cuando llegaron al Hotel Rutledge. Louis pidió habitaciones y se ocupó del equipaje, mientras Win y el doctor Harrow esperaban en una esquina del espacioso vestíbulo.
—Dejaré que se reúnan con su familia en privado —dijo Harrow—. Mi criado y yo iremos a nuestras habitaciones y desharemos las maletas.
—Usted es bienvenido a venir con nosotros —dijo Win, pero en secreto se sintió aliviada cuando él negó con la cabeza.
—No me entrometeré. Su reunión debería ser privada.
—¿Pero, le veremos por la mañana? —preguntó Win.
—Sí. —Estaba de pie bajando la mirada hacia ella, con una leve sonrisa en los labios.
El doctor Julian Harrow era un hombre elegante, celestialmente sereno, fascinante sin hacer esfuerzo alguno. Tenía el cabello oscuro y ojos grises y poseía una atractiva mandíbula cuadrada que había provocado que casi todas sus pacientes femeninas cayeran un tanto enamoradas de él. Una de las mujeres de la clínica había comentado secamente que el magnetismo personal de Harrow no sólo afectaba a los hombres, las mujeres, y los niños sino que también se extendía hasta los armarios, el surtido de sillas, y el pez dorado que había en la pecera cercana.
Como Louis había apuntado:
—Harrow no tiene aspecto de médico. Se parece a la fantasía que una mujer tiene de un médico. Sospecho que la mitad del tiempo de su práctica de la medicina lo dedica a las mujeres perdidamente enamoradas que prolongan sus enfermedades meramente para continuar siendo tratadas por él.
—Te lo aseguro —dijo Win, riéndose—. Ni estoy perdidamente enamorada, ni me siento inclinada en lo más mínimo a prolongar mi enfermedad.
Pero tenía que admitir que era difícil no sentir algo por un hombre que era atractivo, atento, y también la había curado de una enfermedad que la consumía. Y Win pensó que era posible que Julian tuviera sentimientos hacia ella. Durante el último año especialmente, cuando la salud de Win había vuelto con total vitalidad, Julian había comenzado a tratarla como a algo más que una simple paciente. Habían dado largas caminatas a través del escenario imposiblemente romántico de La Provenza, y él había coqueteado con ella, y la había hecho reír. Sus atenciones habían apaciguado su espíritu herido después de que Payne la hubiera ignorado tan insensiblemente.
Finalmente, Win había aceptado que los sentimientos que tenía hacia Payne no eran correspondidos. Incluso había llorado sobre el hombro de Louis. Su hermano había señalado que ella había visto muy poco mundo y no sabía casi nada acerca de los hombres.
—¿No crees posible que tu atracción hacia Payne estuviera causada por la proximidad, tanto como por cualquier otra cosa? —Le había preguntado Louis amablemente—. Consideremos la situación honestamente, Win. No tienes nada en común con él. Tú eres una mujer preciosa, sensible, culta, y él es... Payne. A él le gusta cortar leña por entretenimiento. Y aparentemente me compete señalar la realidad poco delicada de que algunas parejas de casados encajan en el dormitorio, pero no en ningún otro lugar.
Win se había escandalizado por su crudeza.
—Louis Hathaway, estas sugiriendo…
—Lord Ramsay ahora, gracias —había bromeado él.
—Lord Ramsay, ¿estás sugiriendo que mis sentimientos hacia Payne son de naturaleza carnal?
—Ciertamente no son intelectuales —había dicho Louis, sonriendo abiertamente mientras ella le daba puñetazos en el hombro.
Sin embargo, después de mucha reflexión, Win había tenido que admitir que Louis tenía un punto de razón. Por supuesto, Payne era mucho más inteligente y educado de lo que su hermano le reconocía. Hasta donde ella recordaba, Payne había desafiado a Louis en un buen número de debates filosóficos y había aprendido de memoria más griego y latín que ningún otro miembro de la familia excepto su padre. Pero Payne sólo había aprendido esas cosas para encajar con los Hathaway, no porque tuviera ningún interés real en obtener una educación.
Payne era un hombre de la naturaleza; él anhelaba sentir la tierra y el cielo. Nunca estaría más que medio domesticado. Y él y Win eran tan diferentes como los peces de las aves.
Julian le cogió la mano en la suya larga y elegante. Sus dedos eran suaves y bien cuidados con las puntas estrechas.
—Winnifred —dijo con suavidad—, ahora que estamos lejos de la clínica, la vida no estará en absoluto igual de regulada. Usted debe cuidar su salud. Asegúrese de descansar esta noche, no importa cuán tentador sea permanecer levantada.
—Sí, doctor —dijo Win, sonriéndole. Sintió una oleada de afecto hacia él, recordando la primera vez que había logrado subir la escalera de ejercicios en la clínica. Julian la había apoyado en cada escalón, animándola con suaves susurros, su firme pecho contra su espalda. Winnifred un poco más alto. No la dejaré caer. No había hecho el trabajo por ella. Solamente la mantenía a salvo mientras ella subía.
 
 
—Estoy un poco nerviosa —admitió Win cuando Louis la escoltó a la suite de los Hathaway en el segundo piso del hotel.
—¿Por qué?
—No estoy segura. Quizá porque todos hemos cambiado.
—Las cosas esenciales no han cambiado. —Louis agarró su codo firmemente—. Todavía eres la chica encantadora de siempre. Y yo todavía soy un malnacido con inclinación por los espíritus y las faldas ligeras.
—Louis —dijo ella, con el ceño fruncido—. ¿No estarás pensando en volver a tus viejos hábitos, verdad?
—Evitaré la tentación —le contestó—, a menos que aparezca directamente en mi camino. —La detuvo en la mitad del rellano—. ¿Quieres detenerte un momento?
—De ningún modo. —Win continuó subiendo con entusiasmo—. Adoro subir la escalera. Adoro hacer cualquier cosa que no pudiera hacer antes. Y de ahora en adelante voy a vivir de acuerdo con el lema «la vida debe ser vivida a tope».
Louis sonrió abiertamente.
—Deberías saber que dije eso mismo muchas veces en el pasado, y siempre consiguió meterme en problemas.
Win echó un vistazo a su alrededor con placer. Después de vivir en el entorno de austeridad de la clínica de Harrow durante tanto tiempo, disfrutaría con gusto del lujo.
Elegante, moderno y sumamente confortable, el Stylesera propiedad del misterioso Harry Rutledge, acerca de quién había tantos rumores que nadie podría decir si definitivamente era británico o americano. Todo lo que se sabía con absoluta certeza era que había vivido durante un tiempo en América y había venido a Inglaterra para crear un hotel combinando la opulencia de Europa con las mejores innovaciones americanas.
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Mensaje por isabellita102 Lun 02 Dic 2013, 9:17 am


ahi les dejo otro cap espero que les guste jejejjeje 
:bye: 
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Mensaje por Isabela85 Lun 02 Dic 2013, 5:46 pm

primera parte del capi:

no puedo creer que lo que tienen que seguir sufriendo las chicas por culpa de los estereotipos, aaahhh!!! para darles unas buenas cachetadas...

y por qué hecho la carta la fuego???? si fue tan linda!!!! ya Liam deja a Win que te ame!!!

capítulo 6:

Win volvio!!!!!!!! siiii!!!!

pero con el doctorsito ese... vez Liam lo que provocas al no decirle tus verdaderos sentimientos a Win!!!!

y Louis ya esta mejor que bien!!!!!

continua pliiiissss!!!!!!!!!

:bye: :bye: :bye: 



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Mensaje por ᴍᴀʀ. Lun 02 Dic 2013, 7:15 pm

Me encantaron los caps!
Que horrible que discriminen a Beatrix y Poppy por que en su familia hay gitanos. :evil: :evil: 

SII! Ya volvió Win! Quiero saber como va a reaccionar Payne! TIENTAME AL AMANECER (LIAM PAYNE)HOT NUEVA - Página 5 1857533193
Seguilaaa! :D
:bye:
ᴍᴀʀ.
ᴍᴀʀ.


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Mensaje por LilyStyles Lun 09 Dic 2013, 8:39 am

ME ENCANTA LA NOVE SIGUELA 
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