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Mensaje por Andrea P. Jonas:) Miér 04 Abr 2012, 6:17 pm

Maraton..!
2-5
Capitulo 20 (1/2)

Al día siguiente, ___ volvía a sentirse mejor, a pesar de que aún estaba un poco cansada. Como siempre, comió con sus hermanas y luego su padre sugirió que dieran un paseo en coche ellos dos solos, para disfrutar de aquel día tan bonito.
Sorprendida, ___ aceptó encantada. Pero cuando su padre le dijo que condujera, ella se quedó petrificada.
—¿Por qué? —preguntó suspicaz— ¿Pasa algo malo? ¿Estás enfermo?
Su padre se rió al ver sus aspavientos.
—No. Creía que te gustaría enseñarme lo que has aprendido con Nick.
—¿Lo sabes? —___ palideció.
En las facciones de Thomas Ryland se dibujó una gran sonrisa.
—Soy tu padre. Éste es mi automóvil. Claro que lo sabía. Además, Nick me pidió permiso antes de empezar a darte lecciones. Lo criaron como es debido, ¿sabes? Ese chico no es de los que hacen las cosas a escondidas.
___ puso los ojos en blanco.
—Primero, él no es ningún chico. Es mayor que tú, que yo y que todos nosotros juntos. Segundo, no lo conviertas en un santo sólo porque te pidió permiso para conducir tu precioso Daimler.
Su padre dejó de sonreír.
—Todos le debemos la vida... y a ti te ha salvado ya dos veces de una muerte segura. En lo que a mí respecta, Nick puede hacer todo lo que quiera; lo que le salga de las narices.
___ levantó las cejas ante el lenguaje tan descarado de su padre, pero lo que la sorprendió más fue el significado de sus palabras. ¿Nick podía hacer todo lo que quisiera?
Lo cogió del brazo.
—¿No te importa que no sea humano, papá?
Despacio, se alejaron de la casa.
—Por raro que te parezca, no, no me importa —contestó el hombre—. Tal vez aún no lo he asumido del todo, aunque he visto con mis propios ojos de lo que es capaz, pero no. Nick ha hecho tanto por nosotros que no me preocupa lo más mínimo lo que sea o deje de ser. Y ha hecho muchísimo por ti.
—¿Por mí? —___ se volvió de golpe.
Su padre sonrió de nuevo. Parecía tan joven y guapo cuando sonreía; le recordaba al retrato de Devlin Ryland que colgaba en el gran salón.
—Te ha salvado.
—Dos veces. Ya lo has dicho antes. —No quería parecer desagradecida, pero no entendía lo que su padre quería decir con eso.
—No me refiero a físicamente. Te ha salvado emocionalmente, creo.
Quería desviar la mirada, pero una parte de ella sabía que tenía razón.
—¿Ahora eres un filósofo, papá?
—Antes de que él llegara, sólo pensabas en encontrar el Grial.
—Sí, bueno, todos sabemos que eso no sirvió para nada. —A ___ aún le gustaría encontrarlo. Era un sueño sin esperanza, pero un sueño al fin y al cabo.
—Ahora pasas mucho más tiempo con tu familia. Tus hermanas están entusiasmadas con los almuerzos que compartís.
¿En serio? Ellas no le habían dicho nada. Claro que no hacía falta que lo hicieran.
—A mí también me gusta mucho.
No había acabado con su lista.
—Sonríes más a menudo. Pareces más tranquila.
—Tal vez he aceptado mi destino y, sencillamente, quiero disfrutar del tiempo que me queda. —Era la confesión más honesta que había hecho jamás. No le gustaba su destino, pero sí, lo había aceptado. Esas palabras hirieron a su padre y ___ deseó poder retirarlas.
—Puede. O quizá estás enamorada —dijo él.
Que su padre pudiese ver en su interior con tanta claridad la dejó petrificada. A ___ también le sorprendió ser tan transparente. Si su padre podía verlo, ¿quién más podía? A esas alturas, seguro que sus hermanas también lo sabían. ¿Lo sabría Nick?
«Oh, Dios, por favor, no. No dejes que él lo sepa.» Lo último que necesitaba era que Nick se enterase de lo que sentía por él. Lo conocía lo bastante como para saber que se sentiría culpable. Y lo último que ___ quería era que él se pasara los próximos seiscientos años sintiéndose culpable por ella; al igual que había hecho con Miley.
No quería que ninguna mujer de Nick se refiriera a ella en el futuro como «la imbécil», como ella hacía con Miley.
No quería que Nick tuviera ninguna mujer en el futuro. Punto final.
—¿Él te ama? —le preguntó su padre cuando el silencio empezó a alargarse.
—Dímelo tú. Al parecer conoces mis sentimientos mucho mejor que yo; tal vez también conozcas los de Nick. —Era un pésimo intento de sarcasmo. Ni siquiera consiguió parecer enfadada.
—Creo que él siente lo mismo que tú, pero claro, yo no soy objetivo. No puedo imaginar que alguien no te ame, incluso siendo tan complicada como eres.
___ se acercó a él y lo abrazó para luego apoyar la cabeza en su hombro. En esos momentos le iría muy bien llorar.
—Te he mentido, papá. Te he dicho que había aceptado mi destino, pero no es así; no lo he hecho. No estoy preparada para morir.
—Mi queridísima niña, y yo no estoy preparado para perderte. Si Dios me lo permitiera, me cambiaría por ti en este mismo instante. Eso le partió el corazón.
—El no lo permitiría. Y yo tampoco.
El Daimler los estaba esperando. Su padre se detuvo a poca distancia del automóvil, donde un lacayo aguardaba para ayudarlos, y se volvió hacia ella.
—Yo no sé nada de estas cosas, pero Demetria... tu hermana cree que Nick podría curarte. ¿Es eso cierto?
Qué lleno de esperanza sonaba. Qué lleno de ilusión. Las lágrimas inundaron los ojos de ___ nublándole la visión.
—Podría, pero me convertiría en vampiro, papá. No podría ser humana otra vez. Sería como Nick.
Eso a él no parecía importarle.
—Ya lo sé. Pero creo que las ventajas superan a los inconvenientes.
___ suspiró. Detestaba tener que explicar esa situación a su familia. Odiaba decepcionarlos.
—Nick cree que es un monstruo. Prefiere morir antes que convertirme a mí también en uno.
—¿Un monstruo? —Su padre estaba enfadadísimo—. Pero ¡si es un héroe!
Sólo había un modo de hacérselo entender.
—A sus ojos no lo es.
—Tonterías. —El hombre frunció el cejo.
___ se encogió de hombros e intentó mantener alejado el dolor. Una pequeña parte de su corazón deseaba llegar a significar tanto para Nick que él dejara a un lado todas sus creencias y la convirtiera para poder estar juntos; porque no se viera capaz de vivir sin ella.
Era obvio que esa pequeña parte de su corazón era idiota. Para él, ella no significaba lo bastante como para hacerle abandonar sus creencias, ni siquiera para plantearse que eran unas creencias estúpidas. Era un hombre tozudo, que estaba dispuesto a renunciar a un futuro juntos sólo porque se tenía en menos que un humano.
—Voy a tener que hablar con ese muchacho —anunció su padre con la mandíbula apretada.
—Papá, no. —A ella no le importaba sonar como una niña pequeña; si supiera que iba a funcionar incluso empezaría a patalear—. No puedes hacer que cambie de opinión.
—Puedo intentarlo —respondió él decidido.
Antes de que ___ pudiese contestarle, su padre la acompañó hasta el asiento del conductor del Daimler, donde el lacayo le abrió la puerta. No podía seguir hablando de eso delante del criado así que tuvo que permanecer callada hasta que se pusieron en marcha.
Incluso entonces, su padre se negó a seguir discutiendo y le dijo que se concentrara en conducir. Y eso hizo ___, o al menos lo intentó. A decir verdad, toda la conversación no tardó demasiado en quedar relegada a un rincón de su mente. Conducir la hacía sentir libre, y ¡su padre le estaba diciendo que lo hacía muy bien! ¿Por qué querría pensar en otras cosas?
Una hora más tarde, cuando regresaron a la casa, la conversación que habían mantenido volvió a ocupar su mente. Pero por desgracia su padre esperaba unas visitas, y éstos llegaron justo tras ellos. ___ tendría que esperar para hablar con él y hacerle prometer que dejaría a Nick tranquilo. Tendría que confiar en que su padre se mantendría callado hasta entonces.
Como último recurso, podía advertir a Nick de que su padre iba a atacarlo con ese tema. A él quizá no le gustara demasiado que Thomas Ryland se inmiscuyera en sus asuntos; unos asuntos que no entendía. Pero ___ tampoco, y sin embargo estaba enamorada de él. Le era imposible concebir que aquel hombre tan maravilloso, tan valiente y tan sensible no se considerara un ser humano.
De hecho, eso mismo era un claro ejemplo de lo humano que era. Él nunca había dejado de serlo, sencillamente era mucho más. ¿Por qué se tenía por un demonio? ¿Se lo habían inculcado de pequeño con sus creencias? En esa época se creían esas cosas. La Iglesia, aun en la actualidad, ocupaba gran parte de su vida, y la Iglesia le había dicho que era un monstruo.
Tal vez en el mundo hubiese monstruos, pero ella nunca consideraría a Nick uno de ellos.
___ se cogió la falda del vestido para no caerse y corrió hacia la escalera. Tenía que ver a Nick, tenía que ver su rostro, sentir sus caricias. Antes de morir, tenía que encontrar el modo de convencerlo de que era mucho más de lo que él creía. De repente, pensar que ella moriría y que él seguiría creyendo que era un demonio fue mucho más de lo que podía soportar.
El pasillo estaba vacío y a oscuras. Ahora Nick era la única persona que ocupaba esa ala, de modo que durante el día la mantenían a oscuras a propósito; por si acaso. Si los criados lo encontraban extraño, no hicieron ningún comentario. Seguramente, al igual que su padre, estaban dispuestos a perdonárselo todo; pues Nick también los había salvado a ellos de una muerte segura.
Despacio, abrió la puerta de la habitación de él, que chirrió un poquito. Pediría a uno de los lacayos que la engrasara. No podía ser que aquella puerta crujiera cada noche, cuando se encontraban a escondidas.
La habitación estaba oscura, muy oscura. ___ entró rápido para evitar que nadie la viera. Cuando distinguió la figura tumbada en la cama, pensó que sus precauciones habían sido totalmente innecesarias. Nick estaba cubierto por las sábanas, su cuerpo entero envuelto en ellas, de espaldas a la ventana, de cara hacia la puerta.
Como un conejo en su madriguera, se le ocurrió a ella, y sonrió ante la absurda comparación. Un enorme, precioso y valiente conejo.
Caminó de puntillas por la alfombra. No sabía por qué iba con tanto cuidado si precisamente había ido a despertarlo.
Estaba alargando la mano para acariciarlo cuando él saltó de la cama de un modo salvaje.
—¡Nick! —___ retrocedió con el corazón acelerado por el susto. Cayó al suelo con un ruido sordo. Debería haberlo sabido. Debería haber recordado que no debía despertarlo. Cuando el padre Molyneux se fue, el propio Nick les advirtió de que no debían despertarlo jamás.
¿Por qué había ___ creído que ella era una excepción?
Pero Nick no la había matado. De hecho, ahora parecía mucho más tranquilo. Estaba sentado en la cama, despeinado, maravillosamente desnudo y mirándola como si estuviera loca; y era obvio que lo estaba.
Se pasó la mano por el pelo alborotado.
—___, ¿estás bien?
¿Lo estaba? Sentía como si el corazón le fuera a estallar en el pecho, pero aparte de eso, sí, estaba bien.
—Sí.
Tendría que haberle dicho que no. Tal vez entonces no la miraría con el cejo fruncido. Al menos eso le parecía a ella que estaba haciendo. No podía verle muy bien.
—¿En qué demonios estabas pensando?
Tan pronto como sus temblorosas extremidades se lo permitieron, ___ se levantó y se alisó la falda.
—Es obvio que no pensé.
—¡Podría haberte matado!
—Pero no lo has hecho. Esa verdad no lo tranquilizó.
—No. Me he dado cuenta de que eras tú. No sé cómo, pero gracias a Dios lo he hecho.
Las lágrimas volvieron a amenazarla. Dios, ¡se estaba convirtiendo en una llorona!
—Sólo quería estar contigo.
Nick abrió los brazos, sus desnudos y musculosos brazos.
—Ven aquí.
___ se acercó en seguida, ansiosa. Nick apartó las sábanas para que se acostara a su lado, y ella lo hizo sin dudarlo; completamente vestida, se acurrucó contra él, que estaba desnudo.
Nick le acarició la espalda con las manos.
—¿Ha pasado algo?
—No —contestó ___ contra su mullido pecho. Sentía su calor y su vello acariciándole la mejilla. Podría quedarse allí para siempre sintiendo su confortable calidez.
—¿De verdad te has arriesgado a que te haga daño sólo para estar conmigo?
Ella lo abrazó con más fuerza. Parecía tan sorprendido, tan asombrado de que fuera así... ¿Por qué le extrañaba tanto?
—Sí. —Ya le advertiría sobre su padre más tarde. En esos momentos lo único que quería era sentirle junto a ella. Necesitaba estar con él; con él se sentía viva, atrevida pero a la vez segura y asalvo.
—¿Nick?
Él la besó en la frente.
—¿Sí, ma petite? —Sonaba muy dormido. Se estaba adormeciendo de nuevo, ___ podía sentirlo.
—Nada. Duérmete.
No iba a decirle que lo amaba.
Al menos, no entonces.
Andrea P. Jonas:)
Andrea P. Jonas:)


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"Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada - Página 18 Empty Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada

Mensaje por Andrea P. Jonas:) Miér 04 Abr 2012, 6:19 pm

Maraton..!
3-5
Capitulo 20 (2/2)

—Hoy _______ me ha llevado a dar un paseo en coche.
Nick enfocó su sorprendida mirada hacia Thomas Ryland.
—¿En serio?
Ryland sonrió.
—Pareces tan sorprendido como lo estaba yo, pero tengo quedecir que fue idea mía. —Frunció el cejo—. ___ llevaba meses insistiendo, y yo odio negarle nada.
La sorpresa fue sustituida por una sonrisa de complicidad.
—Sé exactamente cómo se siente.
—¿Lo sabes? —Ryland lo miró serio, pensativo.
Nick observó la habitación. Nadie parecía prestarles atención. Incluso ___, que solía ser muy curiosa, estaba absorta en la historia que el marido de Demetria estaba contando a los invitados.
—¿Le preocupa algo, señor? —Nick era muchísimos años mayor que Thomas Ryland, pero aun así le parecía que debía dirigirse a él con el respeto que la edad del hombre merecía.
Ryland le cogió del brazo.
—¿Podemos hablar claro, Nick? ¿En privado?
—Por supuesto.
El padre de ___ le soltó y lo acompañó hasta las puertas de la terraza. Fuera, la noche era fresca e invitaba a salir, el aroma de las flores y del mar impregnaban la brisa. Se quedaron de pie junto a la puerta, así nadie podría sorprenderlos. La luz del salón llegaba al exterior, lo que permitió que la mirada de Thomas Ryland encontrara con facilidad la de Nick.
Esa mirada inquietó a este último.
—Iré directo al grano —empezó Ryland sin apartar la vista de él—, me han dicho que podrías curar a ___ de su... baja forma.
—Con el debido respeto, señor, el cáncer es algo mucho más serio que estar en «baja forma».
Ryland sacudió impaciente la cabeza descartando sus palabras.
—¿Puedes curarla?
Nick se cruzó de brazos. El movimiento hizo que su chaqueta se tensara por la espalda.
—Podría, pero no voy a hacerlo.
—¿Por qué no?
¿Acaso no era obvio?
—Porque convertiría a su hija en un vampiro.
—Sí, eso lo entiendo. —La manera en que dijo esas simples palabras, le indicó que a Ryland no le gustaba nada su tono.
—Ella dejaría de ser humana. —Nick insistió, convencido de que eso era algo que debería importarle a su padre.
—Pero lo parecería.
«¿Qué demonios?»
—Sí, pero...
—Viviría. —Hablaba como un hombre que sólo tiene un objetivo y no ve más allá.
—Para siempre seguramente, pero para hacerlo tendría que beber la sangre de otros.
Ryland levantó la barbilla de un modo desafiante. Era una postura que había visto también en ___ muchas veces.
—Le ofrecería la mía gustoso.
—¿Y cuando usted ya no estuviera? —Quería que Thomas Ryland comprendiera la situación, no sólo la parte que él quería ver—.¿Le parecería bien que ___ bebiera la sangre de gente inocente?
—___ no es ninguna irresponsable. —Ryland parecía ofendido de que Nick creyera lo contrario—. Ella no mataría a nadie.
—No, no creo que lo hiciera. —No a propósito, pero la sed de sangre podía ser muy poderosa para un recién convertido. Era muy difícil de resistir. Claro que ___ lo tendría a él para ayudarla si ella así lo quisiera... No, no podía plantearse eso. No la convertiría sólo para asegurarse de que ella se quedaba a su lado.
—No quiero enterrar a mi hija, Nick.
Oh, Dios. ¿Eran lágrimas lo que había en los ojos de Ryland?
—No debería tener que hacerlo, señor. Pero tampoco debería tener que ver cómo se convierte en algo que en otras circunstancias lo aterrorizaría.
—No sé qué crees que somos, Nick, pero no somos unos ignorantes. Yo no perseguiría a una persona con una estaca sólo porque se salga de lo normal. De hecho, creo que eres tú el que se está comportando como un ignorante.
—¿Disculpe? —Nick cada vez estaba más enfadado con Ryland y con aquella conversación. ¿Acaso no había nadie en aquella maldita familia que entendiera que convertir a ___ en un vampiro iba más allá de ganarle la batalla al cáncer? ¿No se daban cuenta de todo lo que implicaba?
—Tienes el poder de salvar una vida y te niegas a hacerlo porque crees que tú sabes mejor que nadie lo que está bien y lo que no. Crees que ___ se convertirá en una especie de monstruo, pero mi hija nunca podría convertirse en un monstruo; ella no es así.
—Yo tampoco creía serlo, pero lo fui. —Durante el primer siglo de su nueva vida, en ciertas ocasiones había sido un asesino indiscriminado. Cogía lo que quería, cuando lo quería... y de más modos de los que era capaz de reconocer. Oh, él nunca tuvo que forzar a nadie. Nunca le hizo falta.
—Sí, ya veo la clase de monstruo que eres; te arriesgaste para salvar a una familia a la que apenas conocías, a una chica a la que apenas conocías. No me importaría que mi hija se convirtiera en un monstruo de esa clase.
—Señor... —Todo aquello no llevaba a ninguna parte.
Ryland levantó la mano para detenerle.
—Me decepcionas, Nick. Creía que eras un gran hombre, un héroe. Pero estaba equivocado. Sólo te arriesgas cuando no tienes nada que perder. No quieres ayudar a mi hija porque tienes miedo.
Lo estaba desafiando.
—No tengo miedo.
—Claro que sí. Mi hija te importa, ¿no es así?
—Sí, mucho. —Mantuvo las manos apretadas entre sus brazos y el cuerpo bajo control para evitar golpear al padre de ___ y hacerle así entrar en razón. A ella no le gustaría que lo hiciera—. Por eso mismo no puedo convertirla en algo que más tarde ella no querrá ser.
—Si de verdad te importa tanto, ¿por qué no haces todo lo posible para que se quede contigo?
No había nada más que decir. A Nick se le ocurrieron muchas razones, pero en lo más profundo de su ser él no dejaba de preguntarse lo mismo. ¿Por qué no hacía todo lo posible para que ___ se quedara con él? ¿Porque Miley no le había querido? Miley llevaba muerta seiscientos años.
Thomas Ryland dejó caer los hombros y se dirigió hacia la puerta. La mirada que le vio Nick fue la de un hombre triste y derrotado, alguien que se daba cuenta de que iba a perder a una hija y no podía hacer nada para evitarlo.
—Que estés aquí hace muy feliz a ___. A pesar de lo que te he dicho, espero que te quedes un poco más. Por ella.
Nick asintió.
—Lo haré.
—Gracias. —Ryland entró en la casa y Nick se quedó donde estaba.
Él hacía feliz a ___. Esa frase le produjo tal vértigo que tuvo que sujetarse. ¿Cuándo había hecho él feliz a alguien? Hacía mucho tiempo, demasiado. Pero lo que era incluso más sorprendente era que ella lo hacía feliz a él. Desde el suicidio de Dreux, la única felicidad que había experimentado Nick había durado unos pocos segundos.
Y en cambio, desde que había conocido a ___, había sentido esa emoción muchísimas veces. La experimentaba siempre que estaba con ella, siempre que pensaba en los momentos que habían compartido. Sólo de pensar en que ___ lo dejaría, esa felicidad desaparecía. Pensar en un mundo sin ella lo llenaba de un vacío tal que incluso lo hacía plantearse salir a ver amanecer, como Dreux había hecho.
¿Estaba equivocado? Todos creían que así era. Tal vez lo estaba, pero él no podía verlo. Los únicos motivos por los que convertiría a___ en un vampiro eran egoístas. Todas las razones que justificaban no hacerlo, la tenían en cuenta a ella. ¿Cómo podía entonces estar equivocado?
Como una respuesta a su pregunta, las puertas de la terraza se abrieron y, en lugar de Thomas Ryland, fue ___ quien salió.
—¿Estás bien? —preguntó ella.
De haber sido capaz, habría reído. Dulce ___, él era inmortal y ella se preocupaba por él.
—Sí, estoy bien.
—¿De qué estabais hablando papá y tú?
No iba a mentirle.
—De ti.
—Oh.
No le daría detalles. Lo último que ella necesitaba era saber que él y su padre estaban enfadados. No quería tener que explicarle porqué se negaba a «salvarla», tal como su padre le había pedido que hiciera.
En vez de ello, Nick le tendió la mano.
—¿Quieres pasear conmigo?
Ella rodeó los dedos de él con los suyos y le sonrió al hacerlo. Su mano desnuda descansaba en la de él. ¿Se había quitado los guantes sólo para poder tocarlo? Eso le parecía esperar demasiado, pero sabía que era verdad. Lo veía en su cara.
Lo único que tenía que hacer era mirarla... Su ___ era para él como un libro abierto.
Su ___.
Dejaron la claridad y la amplitud de la terraza y caminaron hacia el jardín, siguiendo el sendero iluminado por antorchas hasta llegar a un lugar en sombras. Nick guiaba; él veía los posibles peligros que había entre la hierba. Evitó por ejemplo que ___tropezara con una raíz que podría haberle rasgado el vestido.
Finalmente se detuvo. Había un círculo de bancos de piedra alrededor de una fuente. Dos lámparas ardían en el lado opuesto del círculo, y el agua que caía de la fuente parecía un ballet de cristales de colores traslúcidos.
Nick apartó el cristal que cubría las lámparas y apagó primero una y luego la otra, para que la única luz que les llegase fuera la de la luna creciente y la de las lámparas que había a lo lejos.
—¿Qué estás haciendo? —La voz de ___ rebosaba curiosidad. Élpodría romperle el cuello como si fuera una rama, pero ella no le temía en absoluto.
A Miley la había visto aterrorizada.
Miley, como ___ decía tan sabiamente, era una imbécil.
—Nos estoy dando cierta intimidad —contestó él.
Una sonrisa seductora se dibujó en los labios de ella.
—¿Necesitamos intimidad?
—Te deseo. —La acercó a él.
Al oír la intensidad que había en su voz, ___ dejó de sonreír.
—Te ha pasado algo. ¿Qué ha sido?
Nick la silenció con un beso. Sus labios la devoraron hasta que sintió que se relajaba. Ella se derritió en sus brazos; su cuerpo suave y maleable.
—Te necesito —susurró él entre los labios de ella—. Ahora. Aquí.
___ entreabrió los párpados. Unos ojos grandes y oscuros lo miraron tras unas espesas pestañas.
—De acuerdo.
Nick se tumbó en la hierba, arrastrando a ___ con él. Ella encima, para así no estropearle el vestido. Liberó sus pechos y los saboreó hasta que ella apretó las caderas contra las suyas. Llevaba demasiadas capas de ropa, y éstas le impedían tocarla como deseaba hacerlo. Le levantó la falda hasta la cintura y rodeó la suave curva de sus nalgas por encima de la ropa interior.
___ se incorporó un poco y lo ayudó a extender el vestido alrededor de ellos. A continuación, se sentó a horcajadas sobre él y empezó a moverse de un modo seductor que iba a acabar volviéndolo loco.
Bajo la protección de la falda de ella, Nick se desabrochó el pantalón y liberó de su prisión a su exigente y excitado miembro.
—Soy tuyo —dijo, con voz ronca—. Tómame.
Miró a ___, tenía los ojos fijos en su preciosa cara cuando ella introdujo las manos bajo el vestido y sus dedos se cerraron alrededor del sexo de él como un guante de seda. Despacio, lo guió hasta la apertura de su ropa interior, adonde ella era más cálida, húmeda y apetecible. ___ se levantó un poco para que él pudiera entrar en su cuerpo, y luego volvió a descender, rodeándolo con toda su suavidad.
Nick suspiró. Levantó las manos hasta sus pechos, se los acarició y moldeó mientras ella lo cabalgaba, pero no intentó controlar sus movimientos. Quería que ella lo hiciera. Quería que ___tomara lo que necesitara de él, que lo llevara al orgasmo, y verla mientras lo hacía.
___ le deshizo el nudo de la corbata y le abrió el cuello de la camisa a la vez que seguía subiendo y bajando encima de él. Entonces, cuando sus movimientos empezaron a acelerarse y ambos estaban al borde del clímax, ella se agachó y apoyó la cabeza en su pecho.
Le mordió justo debajo de la clavícula, donde el músculo de su torso era firme y compacto. Sus dientes eran puntiagudos, la presión insistente. No lo bastante como para hacerle daño, pero sí paradejarle una marca que, por supuesto, por la mañana habría desaparecido. Él no podría ni siquiera disfrutar que ella lo hubiera marcado como suyo demasiado tiempo.
Nick sabía lo que ___ estaba haciendo y eso lo estaba matando. El dolor y el placer que sintió con su mordisco hizo que los ojos se le llenaran de lágrimas; no porque le estuviera haciendo daño, sino porque ella intentaba unirse a él del mismo modo en que él lo había hecho, pero no podía.
Porque Nick no se lo permitía.
Andrea P. Jonas:)
Andrea P. Jonas:)


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"Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada - Página 18 Empty Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada

Mensaje por Andrea P. Jonas:) Miér 04 Abr 2012, 6:21 pm

Maraton..!
4-5
Capitulo 21 (1/2)

–¿Cuánto tiempo?
El doctor Higgins cerró su maletín de cuero y se detuvo un momento, como si estuviera haciendo acopio de fuerzas; luego miró a ___.
Ella estaba sentada en el borde de la cama, con la bata atada a la cintura. Al doctor Higgins no le gustaba examinarla sin que Thomas lo supiera, pero ___ no quería que su padre se enterara de esa visita. Aún no.
—Sólo puedo darle una estimación, señorita Ryland. El cáncer está avanzando muy de prisa.
—Me conoce de toda la vida, señor. Seguro que puede decirme algo más concreto.
El doctor suspiró.
—_______...
—No soy ninguna niña, ni tampoco una mujer indefensa que se pondrá histérica al oír su diagnóstico. —Apretó la mandíbula para controlar la frustración—. ¿Cuánto tiempo?
La expresión de Higgins se suavizó.
—Tal vez un mes.
«Tal vez.»
—O menos, eso es lo que quiere decir. —Era raro, pero no sintió nada al decir esas palabras.
El hombre asintió sin dejar de mirarla.
—O menos, sí.
Bueno, había llegado el momento. Al parecer, como mucho le quedaban treinta días antes de morir.
Ésa era una de esas ocasiones en las que de verdad le hubiera gustado saber qué había después de la muerte. Deseaba con todas sus fuerzas que el cielo existiera, pero no quería ver desde allí a su familia, al menos no hasta después del período de duelo.
Dios, qué vanidosa era. ¡Aún no estaba muerta y ya estaba pensando en lo mucho que tardaría la gente en recuperarse de su pérdida!
—Lo siento de verdad, _______.
Seguro que así era; incluso la estaba llamando por su nombre.
—Gracias, doctor Higgins.
Se lo veía tan mayor, tan triste.
—Yo te traje al mundo. Me duele mucho tener que ver cómo te vas de él.
Se le llenaron los ojos de lágrimas.
—Gracias.
Le dio una botella.
—Para el dolor; por si lo necesitas.
___ la aceptó. Era láudano o algo parecido. Sólo lo tomaría si era absolutamente necesario. No quería pasarse los últimos días de su vida sumida en un estupor.
Quería pasarlos con Nick. Ni con su familia, ni con sus amigos, si es que le quedaba alguno, pues hacía mucho tiempo que no los veía, sino con Nick.
Hizo que su doncella acompañara al doctor Higgins a la salida. No se molestó en esperar a que la muchacha volviera y salió de su habitación. Eran más de las doce del mediodía y estaba fuera de lugar que deambulara por allí con su camisón y su bata, pero no había nadie excepto los criados; su familia había ido a la ciudad. La idea de ponerse un corsé la ponía enferma, la presión en su abdomen sería demasiado insoportable.
Lo único que quería era que el tiempo se detuviera. Su futuro era demasiado corto y demasiado terrorífico. Muerte: la gran desconocida. El hecho de morirse no le daba miedo, era lo que venía después lo que la asustaba. Ella siempre se había considerado una buena cristiana, pero ahora no estaba tan segura. ¿Y si el cielo no existía? ¿Y si no era allí a donde iba? ¿Y si no había nada?
¿Y qué tenía de bueno ir al cielo y dejar en la Tierra a Nick? El cielo era lo que sentía cuando estaba entre sus brazos, cuando estaba junto a él.
Fue a la habitación de él y entró sin llamar. Se acurrucó a su lado sin apenas despertarlo. Ahora estaba acostumbrado a que ella hiciera eso, así que no se asustaba cuando ___ se acostaba con él. Era tan peligroso y salvaje como un gatito. Incluso dormido, en la más profunda oscuridad, reconocería la esencia y los sonidos de ___.
Una lágrima se le deslizó por la comisura del ojo y se abrazó a él con más fuerza. Necesitaba su reconfortante calor. Su calor eterno. Cuando ella se hubiera ido, él seguiría irradiando calor. Ella estaría fría y muerta y él seguiría cálido y vivo.
Quería enfadarse con él... enfadarse porque no la amaba lo suficiente como para querer pasar la eternidad a su lado... pero no lo lograba. ___ sabía que la decisión de Nick no tenía nada que ver con lo que sentía por ella. No es que él hubiera dicho nada, pero ___ sospechaba que quizá se estuviera enamorando de ella. Sufriría cuando se muriera. No la convertía en vampiro porque ella no le importara. Todo lo contrario. ___ le importaba demasiado como para transformarla en lo que él creía que era una abominación.
Darse cuenta de eso la reconfortó, a pesar de que seguía creyendo que Nick era un tonto por pensar así. Pero hacía tanto tiempo que se consideraba a sí mismo un monstruo que ella tenía pocas posibilidades de hacerle cambiar de opinión. Y, sobre todo, no disponía de suficiente tiempo.
Nick había hecho tanto por ella que ___ deseaba poder devolverle el favor. Si pudiera hacerle ver lo maravilloso que era. Si por una vez él se viera con sus ojos.
—¿Pasa algo malo? —Su voz sonó soñolienta y suave junto a su oreja. Ese sonido bastó para alejar el frío de sus venas.
Sí, todo. Ella no debería morirse tan joven. No debería haberse enamorado de aquel hombre que la había ayudado a vivir, que le había enseñado lo que era la pasión. O, en caso de que se enamorara, deberían vivir felices para siempre. Las cosas no deberían acabar así.
—Prométeme que cuando yo muera no volverás a esconderte.—Otra lágrima le resbaló por la mejilla y se abrazó a él con fuerza—.Prométeme que vas a vivir... que vas a vivir por los dos.
Nick se apoyó en el codo, completamente despierto. Tenía el pelo alborotado y los párpados pesados, pero no había ninguna duda de la tensión que recorría su cuerpo.
—___, ¿qué pasa? —En su voz se palpaba el miedo.
—Prométemelo. —En esos momentos eso era lo más importante. Si él podía vivir, disfrutar por ella de todo lo que el mundo podía ofrecer, entonces ___ podría morirse en paz.
Nick le acarició la mejilla con los nudillos. Seguro que notó que estaban mojadas.
—Lo prometo.
—Gracias. —La presión que sentía en sus músculos se relajó un poco. Recostó la cabeza en el hombro de él y cerró los ojos. El dolor que palpitaba en su estómago se aflojó. Tal vez ahora pudiera dormir.
—Cuéntame lo que ha pasado.
Ah, pero ahora Nick estaba despierto, y se preguntaba qué demonios sucedía.
Podía mentirle, decirle que todo iba bien, que sólo había sentido un poco de melancolía, pero ¿para qué? Él merecía saber que se les estaba acabando el tiempo.
—El doctor Higgins ha venido hoy a visitarme.
—¿Tu padre lo ha mandado llamar?
—No, lo he hecho yo.
Nick se quedó petrificado. ___ no pudo sentir ni un latido, ni una respiración. De no ser porque desprendía calor, se habría asustado.
—Ya sabes que estos últimos días no me he sentido muy bien.—Por supuesto que lo sabía. Hacía días que no quería salir, y las dos últimas noches no habían podido hacer el amor. A ___ le dolía cuando él estaba dentro de ella.
Cuando empezó a sangrar, cuando llegaron los otros síntomas y se negaron a desaparecer, supo que había llegado la hora de llamar al doctor.
—¿Así que has esperado a que yo me acostara y a que tu familia hubiera salido para pedirle al doctor que viniera? —Lo planteó como una pregunta, pero por su tono de voz ___ supo que lo entendía, que sabía por qué lo había hecho.
No quería que nadie lo supiera. Quería ser ella quien se lo dijera a su familia, si es que se lo decía.
—Sí. —Ahora había muchas más lágrimas—. Mandé llamar al doctor Higgins. Acaba de irse.
Unas manos suaves le acariciaron la espalda.
—¿Qué te ha dicho?
—El cáncer... ha empeorado.
Las manos de Nick se detuvieron un segundo, fue la única reacción que tuvo ante esa noticia.
—¿Qué más te ha dicho?
___ cerró los ojos.
—Que no me queda mucho tiempo.
Bajo su mejilla, ___ sintió cómo el corazón de él le golpeaba las costillas. Se le hizo un nudo en la garganta.
—¿Te ha... te ha dicho cuánto?
—Como mucho un mes.
Nick no dijo nada. Se limitó a abrazarla con más fuerza, a acercarla más a él, pero sin llegar a hacerle daño.
___ levantó la mano y le acarició la mejilla. Necesitaba sentir su calor, su piel contra la suya.
—Quiero que te vayas.
—¿Qué? —Él estaba tan sorprendido de sus palabras como ella.
___ le acarició la mejilla y sintió la barba incipiente bajo sus dedos.
—Deberías irte de Rosecourt.
—¿Y dejarte? No. —Parecía ofendido y enfadado de que ella se hubiera atrevido a sugerir tal cosa.
—La orden no va a volver, de eso puedes estar seguro. Ya tienen lo que querían.
—A la mierda la orden.
___ se sorprendió de su lenguaje.
—No me importa lo más mínimo. No voy a dejarte.
—No quiero que estés aquí cuando yo... me vaya. —Ella había visto morir de cáncer a su tía, años atrás. Se acordaba de lo que la enfermedad le había hecho—. No quiero que veas lo que va a pasarme.
—Ya lo he visto.
—Quizá sea peor.
—No me importa. —Maldita fuera por ser tan tozudo—. No voy a dejarte, ___.
Las lágrimas empezaron a resbalar por las mejillas de ella.
—Pero yo no quiero que sea así como me recuerdes.
Una de las manos de él se apartó de su espalda y le acarició la mejilla.
—Yo siempre te recordaré como mi preciosa, ávida de saber y maravillosa ___. Siempre.
Entonces ella empezó a llorar. Sus palabras, el modo tan tierno que tenía de acariciarla, abrieron la presa de las lágrimas que tanto se había esforzado por retener. Sollozó con fuerza, de un modo desgarrador que, ahora que había empezado, no podía controlar. Nick no intentó calmarla; se limitó a dejarla llorar, dejó que ella lo empapara con su tristeza.
Una gota más cálida cayó cerca de la oreja de ___ y, por un instante, la distrajo de su pena. La siguió otra, y otra. Nick no emitió ningún sonido, pero sin mirar, ___ supo que también él estaba llorando.
Andrea P. Jonas:)
Andrea P. Jonas:)


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"Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada - Página 18 Empty Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada

Mensaje por Andrea P. Jonas:) Miér 04 Abr 2012, 6:22 pm

Maraton..!
5-5
Capitulo 21 (2/2)

Selena — ropa.
Demetria — todos los libros excepto los de las leyendas del rey Arturo.
Danielle - joyas y figuritas.
Nick — ___ se detuvo y levantó la pluma del papel. ¿Por qué esa frase era mucho más difícil que las otras? Ella ya sabía lo que quería darle. Tal vez porque estaba segura de que sus hermanas cuidarían con cariño de todo aquello que les dejaba, pero con Nick sentía que ya no podía darle nada más; que se lo había dado todo. Así que optó por algo que sabía que le gustaría.
Tampoco podía dejarle su corazón, al menos no literalmente.
Nick — los libros del rey Arturo. Arturo fue uno de los primeros temas de los que hablaron cuando él llegó a Rosecourt. La primera vez que lo pensó, creyó que dejarle esos libros era una buena idea, ahora ya no estaba tan segura. ¿Bastaría eso para que supiera lo mucho que significaba para ella? ¿Cuando los mirara, los leyera, sabría que ella le había amado?
Durante los últimos días, Nick había estado a su lado cada segundo. Habían pasado ya tres semanas desde la visita del doctor Higgins. Algunas noches habían sido mejores que otras, e incluso pudo salir un poco. Nunca iban demasiado lejos, como mucho a una distancia que Nick pudiese atravesar volando en veinte minutos. Se pasaban la mayor parte del tiempo hablando. El le contó muchas historias sobre los sitios que había visitado y sobre la vida que llevaba de joven.
Ella también le contó historias, los momentos felices y los no tan felices de su vida; como su primer beso o el día en que murió su madre. Nick la escuchó atento, de un modo que a ___ le rompía el corazón, como si tratara de memorizarlo todo.
Nick le leyó las cartas que había recibido de Molyneux. ___ estaba convencida de que el sacerdote y Kevin iban a dar con la Palma de Plata. Se preguntaba si llegaría a verlos a ambos de nuevo antes de morir. Al parecer, el bueno de Kevin seguía buscando el Santo Grial. Que Dios lo ayudara.
___ pasaba los días, o mejor dicho las tardes, con su familia. Unos pocos amigos de la zona fueron a verla cuando les llegó la noticia de que se estaba «apagando». ___ no sabía cómo se habían enterado. Tal vez por los criados, o por una de sus hermanas. A ella no le importaba que la gente supiera que se estaba muriendo, lo que no podía soportar era que la miraran con lástima.
Cada vez se le hacía más difícil estar con sus hermanas. Todas parecían tan abatidas que lograban deprimirla a ella también. Sólo Nick conseguía mirarla sin tanta tristeza. Parecía querer aprovechar el tiempo que les quedaba juntos.
___ disfrutaba de los ratos que pasaban juntos. Significaban tanto para ella... Una extraña calma la había inundado justo el día anterior. Como si la idea de morirse no fuera tan horrible. Abandonar a todas las personas que amaba era muy triste, pero ya no estaba asustada.
Aún no estaba preparada, pero al menos ya no tenía miedo.
Bajó la vista y se miró la mano con que sujetaba la pluma. Estaba pálida y se veían los huesos a través de la piel. De hecho, toda ella estaba demacrada. Había perdido mucho peso. Lo único que le apetecía tomar era té y tostadas. Su estómago era la única parte de su cuerpo que parecía pertenecer a otra persona, y ella sabía que eso era por culpa del cáncer.
Estaba cansada. Muy cansada. Quería dormir interminablemente, lo que pasaría ya muy pronto. Ahora tenía que poner sus asuntos en orden. Por suerte, no tenía demasiados «asuntos».
Estaba oscureciendo. Pronto aparecería una doncella con la cena. Su familia le hacía compañía mientras comía. Si Nick se había levantado, también acudía. A menudo en cuanto se despertaba, salía a comer. Ella no le preguntaba a donde iba, la verdad era que no quería saberlo. Él se negaba a beber su sangre, decía que tenía miedo de debilitarla aún más. No parecía entender que, para ___, que se alimentara de otra persona era casi como una infidelidad. Ella sabía que era una tontería, pero no podía evitarlo.
Se sentía tan inútil... Ni siquiera podía dar a su amante el sustento que necesitaba para vivir.
Un golpe en la puerta interrumpió sus pensamientos. Era Nick. Estaba muy atractivo, recién duchado y en mangas de camisa. Llevaba la corbata en la mano y colgando del brazo la chaqueta de vestir.
—¿Qué significa esto? —preguntó ella señalando su atuendo.
Nick sonrió y cerró la puerta tras él.
—Hemos pensado que esta noche te gustaría cenar abajo.
___ se incorporó un poco sobre las almohadas.
—¿Hemos?
—Tu familia y yo.
—Bueno, entonces supongo que «hemos» es el término adecuado. —Se pasó la mano por la enredada melena—. Me encantaría, pero estoy hecha un asco.
La sonrisa de Nick se ensanchó.
—Por eso estoy aquí. Voy a bañarte.
___ levantó las cejas.
—¿Lo sabe mi padre?
—Por supuesto que no. —Nick pareció horrorizado ante la sugerencia, como si Thomas Ryland significara alguna amenaza para él—. Él cree que voy a venir a buscarte más tarde. Voy a preparar la bañera.
—Nick... —Se detuvo, una oleada de vergüenza la invadió por completo.
El buen humor de él desapareció.
—¿Qué pasa?
—Yo no... no creo que sea buena idea que tú me ayudes abañarme.
—¿Por qué no? Para que te enteres, se me da muy bien bañar a la gente... Yo lo hago a diario.
Estaba haciendo el tonto para alegrarla; ___ lo sabía porque no se le daba demasiado bien.
—No quiero que me veas desnuda.
Una exagerada confusión apareció en el rostro de Nick.
—Pero si yo te he visto desnuda... un montón de veces.
—No así.
Nick suspiró y tiró la corbata y la americana encima de un asilla. Se arremangó la camisa y se dio la vuelta hacia ella.
—No te hagas la vergonzosa conmigo, ___.
—No me estoy haciendo la vergonzosa. —Ahora no era la vergüenza sino la rabia lo que la empujaba a hablar—. No quiero que veas lo fea que estoy.
—¿Fea? —Acabó de subirse las mangas de la camisa y cruzó la alfombra hasta sentarse a su lado en la cama—. Mi querida ___, para mí, tú siempre estás preciosa.
—Pero...
—Ya hemos discutido esto. —Con su tono le indicó que daba por terminada la discusión. Se puso de pie, apartó las sábanas y la cogió en brazos ignorando sus protestas.
La llevó hasta el baño, un lujo moderno que su padre había insistido en instalarle. Nick la depositó en una silla mientras acababa de llenar la bañera. Destapó diversas botellas, las olió todas hasta encontrar la esencia perfecta para ella y la echó en el agua. Pronto el aire olió a jazmín.
Cuando la bañera estuvo casi llena, la puso de pie y la despojó de la bata y del camisón. Muerta de vergüenza, ___ vio que su camisón estaba manchado de sangre. Nick no se dio cuenta o fingió no hacerlo. Fuera lo que fuese, ___ lo amaba aún más por ello.
También por el modo en que la miraba, como si fuera lo más bello que hubiera visto jamás. Eso bastaba para que sus ojos se llenaran de lágrimas. ¿Cómo podía mirarla así con el mal aspecto que tenía?
Nick se quitó la camisa y ___ pudo disfrutar de la belleza masculina de su torso. Hacía días que no hacían el amor, pero verlo seguía haciéndole temblar las piernas.
—Puedo entrar sola en la bañera —dijo ella cuando él volvió acogerla en brazos.
—¿Y por qué quieres hacerlo si yo puedo hacerlo por ti? —Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios cuando la depositó en las perfumadas aguas.
___ suspiró al sentir cómo el agua la cubría. Se sentía tan bien que incluso se estremeció. Dentro de la bañera estiró los músculos, apoyó la cabeza en el pulido mármol y cerró los ojos.
Nick, decidió que aún no había acabado con su tarea. Apenas había pasado un minuto cuando ___ sintió una suave esponja acariciándole el pecho. Abrió los ojos.
Estaba arrodillado junto a la bañera, sin camisa, y con un brillo dorado en sus ojos.
—¿También vas a enjabonarme? No estoy inválida, ¿sabes? —No pretendía sonar tan antipática.
Él, aparte de un ligero temblor en la ceja izquierda, no reaccionó.
—Ya sé que no estás inválida. Estoy haciendo esto por mí, no por ti.
—¿Qué quieres decir?
—Soy una criatura egoísta por naturaleza. Te quiero para mí solo durante un rato. Ahora estás completamente a mi merced.
Una sonrisa cansada se dibujó en los labios de ___.
—Tú y tus maléficos planes.
Nick se pasó la media hora siguiente enjabonándole todo el cuerpo. Si lo que veía le disgustaba, no lo dejó entrever. A continuación le enjabonó el pelo, y logró que su melena volviera aquedar suelta y suave.
Después del baño, la secó con la toalla y la ayudó a vestirse con un cómodo vestido de noche de sólo medio corsé. Aunque quisiera, no podría haberse vestido con un vestido de noche normal. Estaba demasiado delgada y tenía el estómago demasiado hinchado.
Además, a su familia no iba a importarle lo que llevara puesto.
Nick la sorprendió aún más cuando la ayudó a peinarse y logró hacerle un sencillo recogido en la nuca.
—Creo que voy a despedir a mi doncella y te contrataré a ti en su lugar —dijo ella admirando su trabajo.
Él le dio un pequeño y ardiente beso en el cuello mientras se ponía la chaqueta.
—Acepto.
___ aún sonreía cuando él la llevó en brazos hasta abajo, donde los otros la estaban esperando.
Todos estaban tan contentos de verla que a nadie pareció importarle el aspecto que tenía, o que Nick la llevara en brazos. En ese momento, ___ se sintió mucho mejor que en todos los últimos días, y sintió que la vida era algo bueno.
La cena fue deliciosa. Comió todo lo que pudo, lo que no era mucho. En vez de comida, se llenó de conversaciones y de risas. Quizá alguna de las conversaciones era demasiado tonta, la alegría demasiado forzada, pero allí estaba fuera como fuese. Todos estaban haciendo un esfuerzo, y ___ les estaba agradecida y los quería por ello. Incluso sus cuñados se esforzaron, contando anécdotas y chistes, a menudo a expensas de ___.
Nick se unió a ellos, aunque entre él y Thomas Ryland las relaciones estaban un poco tirantes, ambos trataron de relajarse. Nick tampoco se salvó de que le tomaran el pelo. Fue bonito ver cómo su familia lo aceptaba. Tal vez pudiera echarles un vistazo de vez en cuando. Quizá, si ___ se lo pedía, pudiese vigilar también al bebé de Demetria, asegurarse de que estaba bien.
Qué idea tan absurda y tan romántica; que él cuidara de su familia durante las próximas generaciones porque su corazón no podía olvidarla. Si no fuera porque se le había ocurrido a ella, se reiría.
En vez de eso, se rió de algo que Joseph, su cuñado, había dicho sobre la corta estatura de Danielle. Se rió como no lo había hecho en mucho tiempo.
Aún le duraba la risa cuando un dolor, agudo e intenso, la atravesó. Le robó las carcajadas y la respiración, y la partió en dos. Fue tan fuerte que la hizo caer al suelo. Ni siquiera tuvo tiempo de poner la mano para parar el golpe, sencillamente se derrumbó.
Nick fue el primero en llegar a su lado, aunque era el que estaba más lejos. Seguro que había saltado al darse cuenta de lo que pasaba. ¿Se habría dado cuenta su familia, o estaban demasiado preocupados viendo cómo ella se convulsionaba de dolor sobre la alfombra del comedor?
Nick la cogió en brazos. A pesar de que fue tierno y delicado, ella gimió.
—¿___?
¡Dios, cómo odiaba oír esa vulnerabilidad en su voz! El era su guerrero, su vampiro. Se suponía que era mucho más fuerte que todo eso. Mucho más fuerte que ella. Lo miró a los ojos.
—Llévame a mi habitación.


listo chicas espero q les aya gustado! nos leemos pronto!
Andrea P. Jonas:)
Andrea P. Jonas:)


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Mensaje por chelis Miér 04 Abr 2012, 6:29 pm

AAAAAAAAAAAAAAAAAIIIIII..
YA CONVIERTELAAAAAA... Y DEJA DE SUFRIRRRRRR NICK!!!!
chelis
chelis


http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por Dorin Jue 05 Abr 2012, 1:16 pm

AAAAAAAAAAA PERO COMO LA DEJAS HAY !!!!

SIGUELAAAA!!!!
Dorin
Dorin


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Mensaje por chelis Jue 05 Abr 2012, 6:12 pm

otroo capis
chelis
chelis


http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por ElitzJb Jue 05 Abr 2012, 6:43 pm

no puede se4r la rayis morira.....?

siguela lo mas pronto posible

espero q subas otra novela

no quiero q termine la novela
ElitzJb
ElitzJb


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Mensaje por chelis Jue 05 Abr 2012, 7:06 pm

otroo capis
chelis
chelis


http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por Andrea P. Jonas:) Jue 05 Abr 2012, 7:27 pm

holaaa chicas :D
mis niñas vengo con el penultimo capitulo de la novela! les aviso que tengan pañuelos preparados porq este cap... mejor no les digo nada y les subo el cap :P las quiero nos leemos mañana con la primera parte del capitulo final!


Capitulo 22

Tres días.
Llevaba tres días esperando, viendo cómo ___ perdía y recuperaba el conocimiento. Se estaba desvaneciendo y él no sabía si volvería a oír su voz, si podría despedirse de ella.
Debería abofetearse por pensar en lo que él quería. Enfadado, se recordó que lo único que importaba era que ___ no sufría. Mientras ella no sufriera, lo demás no tenía importancia.
Claro que su familia sí estaba sufriendo. Nick no podía soportar mirarlos. Todos intentaban darle ánimos, pero él sabía que lo que de verdad querían era gritarle. No podía ser que fueran tan buenos como aparentaban. ¿Lo odiaban por no haber convertido a ___en un vampiro? ¿Por no haberla «salvado»?
¿Lo odiaban tanto como él se odiaba a sí mismo?
Llegó un telegrama de Molyneux diciéndole lo mucho que sentía lo de ___. Tanto él como Kevin les mandaban todo su cariño y sus plegarias. Regresarían a Inglaterra lo antes posible, y no, aún no habían encontrado a Bishop. Como si a Nick le importara Bishop, Saint, Reign o ni siquiera Temple. No le importaba ninguno de ellos, al menos no en esos momentos. ¿Cómo podía importarle nadie si la mujer que amaba se estaba muriendo?
La mujer que amaba.
Estaba sentado en el suelo, delante de la habitación de ___, esperando su turno para estar con ella. Su familia compartía los días, pero las noches eran para él, sólo para él. Se despertaba tan pronto como podía y siempre encontraba una botella de sangre preparada. No preguntaba de quién era, ni nadie se lo explicó. Al contrario de lo que se decía en la novela del señor Stoker, los vampiros no necesitaban hartarse para sobrevivir. Mientras metiesen un poco de sangre humana en su cuerpo todo iba bien. Medio litro podía durarles un par de días si el vampiro no consumía mucha energía. Y estar sentado junto a la cama de ___ no consumía demasiada.
Nick sospechaba que la sangre era de Demetria, ya que era la más comprensiva con él, pero odiaba la idea de que se debilitara, a ella y al bebé, para alimentarlo. Sin embargo, ella no parecía más débil. Sólo triste.
La puerta de la habitación de ___ se abrió y Nick se puso de pie en un segundo. Selena se quedó mirándolo con los ojos como platos.
—Por favor, no hagas eso —le dijo, con la mano sobre el corazón.
—Lo siento.
Ella asintió. Nick pudo oír cómo sus latidos recuperaban el ritmo normal.
—No pasa nada. ___ pregunta por ti.
La alegría estalló dentro de él.
—¿Está despierta?
Volvió a asentir.
—Está cansada, pero dice que no volverá a dormirse hasta que te haya visto. —Los ojos se le llenaron de lágrimas—. Creo que... No la canses, por favor.
Se apartó de él, pero no antes de que él pudiera ver cómo se enjugaba los ojos. El miedo que sentía Selena resonó en lo más profundo del alma de Nick. ¿Había llegado el final? ¿Había llegado la hora de ___?
Despacio, abrió la puerta y entró. La habitación estaba a oscuras, excepto por la lámpara que había en el tocador, lo bastante cerca para que ___ pudiera ver, pero lo suficientemente lejos como para que le permitiera dormir.
—¿Nick? —Su voz sonaba débil y suave—. ¿Eres tú?
—Sí. —La suya fue sólo un susurro—. Soy yo.
La sombra de un brazo se alzó en la cama.
—Ven, siéntate conmigo.
Se la veía tan pequeña y frágil en aquella enorme cama. Su preciosa melena caía a su alrededor y se esparcía por la almohada. Estaba muy pálida, tenía ojeras, y las mejillas marcadas por la delgadez. ¿Adonde había ido su ___?
Ella le había dicho que no quería que él viera lo que iba a pasarle. Nick le había dicho que no le importaba, que no se iría. Lo había dicho en serio, pero por Dios, ojala pudiera evitarlo; si no por él, por ella y por su familia.
Le cogió la mano. Tenía los dedos helados y esqueléticos, pero se aferraron a los suyos. Nick le puso la otra mano encima para calentársela.
—Deberías descansar, mon coeur
.___ esbozó una sonrisa.
—¿Me acabas de llamar «mi corazón»?
Él asintió.
—Sí, eso he hecho.
—Me gusta.
El buscó sus ojos color avellana y allí sí vio a su ___. Seguía allí, en el cascarón que quedaba de ella.
—Mi corazón siempre será tuyo, ___.
Ella le apretó con los dedos.
—No siempre. Algún día encontrarás a alguien a quien puedas dárselo.
No había reproche en sus palabras, pero él reaccionó como si lo hubiera.
—No. Eso no pasará jamás.
Ella lo miró como una madre mira a un niño díscolo.
—No puedes morir, Nick. Es estúpido decir que nunca más volverás a entregar tu corazón.
Él se acercó, apartó una mano de las de ella y le acarició la mejilla.
—No importa cuánto tiempo viva, ___. Te amaré hasta el día en que Dios me lleve por fin a casa.
—A casa. Es una bonita manera de decirlo. Yo me voy a casa, Nick.
A él se le hizo un nudo en la garganta, los ojos le empezaron a arder.
—Lo sé, mi amor.
___ derramó una lágrima.
—ojala tuviera más tiempo. Me hubiera gustado ser «tu corazón» un poco más.
Él asintió. No podía hablar.
___ se humedeció los labios. Hablar la estaba agotando.
—Quiero que sepas lo mucho que han significado para mí estas semanas que hemos pasado juntos.
—No hables. —Nick no quería perderla antes de hora.
—Necesito decirte estas cosas —insistió ella enfadada—. Quiero que sepas lo mucho que tú significas para mí. Quiero que sepas lo feliz que me has hecho.
—Tú también me has hecho feliz —confesó él—. Jamás lo había sido tanto.
___ volvió a sonreír.
—Te mereces ser feliz, Nick. Te mereces mucho más de lo que crees. Dios te ha elegido para una misión muy especial.
Un escalofrío le recorrió la espalda.
—¿Qué quieres decir?
Con la mano que tenía libre, ___ atrapó la que él tenía en su mejilla y se la mantuvo ahí, con los dedos helados.
—Eres un guerrero, Nick. Un guerrero de las fuerzas del bien y de la luz, no lo olvides.
—___... —Podría discutírselo, pero ¿de qué serviría? Mejor dejar que lo creyera. Él quería creerlo.
Quería creerlo.
—Te mandaron a mí por un motivo —prosiguió ella—. No sé qué habré hecho para merecerte, pero me alegro de haberte conocido.
—¿Para merecerme tú? —Su incredulidad era evidente—. ___, soy yo el que ha sido bendecido contigo, no al revés.
Un brillo apareció en los ojos de ella y Nick supo que había caído en una trampa.
—Vaya, y si Dios lo único que quiere es castigarte, ¿por qué iba a bendecirte con nada?
Sus palabras le atravesaron como una espada y se clavaron, en lo más profundo de su alma.
—No lo sé —susurró él; y era verdad. ¿Por qué iba Dios a mandarle a ___? Él se negaba a creer que ella fuera otra cosa que un regalo. ¿Qué había hecho para merecer tal premio?
—Yo creo que Dios sabía que nos necesitábamos el uno al otro.—Su voz era tan tenue que él apenas podía oírla—. Creo que quería que supieras lo que es el amor, y Él sabía que yo te amaría. Te amo, Nick. Con todo mi corazón.
A él empezaron a resbalarle las lágrimas.
—Yo también te amo, mi preciosa ___.
Ella le apretó la mano, y ésa fue la única prueba de que le había oído: luego exhaló de un modo entrecortado.
¡No! Enloquecido, Nick se agarró a sus dedos y acercó la oreja a sus labios. Lo estaba dejando. Su último aliento estaba abandonando su cuerpo. Se estaba muriendo.
—¿___?
No respondió. No. Así no. Ella era suya, maldita fuera. Ella lo amaba. Ninguna mujer le había dado lo que ___. Ninguna mujer lo había aceptado como era. Y no le pedía nada a cambio, nada salvo que viviera. ¿Iba a dejar escapar todo eso sólo porque creía que era una especie de monstruo?
—¿Y qué si lo soy? —preguntó en voz alta. ¿Y qué si era un monstruo? Tenía libre albedrío, escogía su propio camino. Durante siglos había sido desgraciado, castigándose por un estúpido error que había pagado con creces. Por primera vez sentía que por fin podía perdonarse a sí mismo, aceptar su destino. Sabiendo que ___ lo amaba, podía aceptar cualquier cosa, enfrentarse a todo. Ella lo amaba.
¿Y si Molyneux y ___ tenían razón? ¿Y si él lo miraba desde el punto de vista equivocado? ¿Y si lo que tenía era un regalo?
Maldición o no, no iba a permitir que ___ muriese. Había pasado quinientos años sirviendo a la Iglesia, haciendo todo lo que habían querido, dejándose convencer de que era peor que un demonio.
Pero él no era un demonio. Era un descendiente de la primera mujer de Adán y de un ángel caído. Era un ser poderoso, que podía escoger qué camino seguir. Luchaba por las fuerzas del bien. No era un demonio, él forjaba su propio destino.
Inclinó la cabeza hacia el pecho de ___. Su corazón todavía latía, pero lo sentía débil e inestable. Aún había esperanza.«Basta de pensar.» Simplemente, actuó. Sus colmillos salieron de sus encías con la misma fuerza que sus sentimientos. Con ternura, apartó el cuello del camisón de ___ y la desnudó hasta los pechos. Bajo aquella pálida y frágil piel se intuía el azul de las venas.
Acercó la boca a su cuello, atravesándoselo con los colmillos.
Su calidez y su dulzura le inundaron, lo llenaron de paz, y sintió que se unían para siempre. Ella era suya, él era suyo. Se pertenecían. Tenían que estar juntos, tan cierto como que la luna tenía que estar con las estrellas. ___ se derramó en sus labios, conquistó todos sus sentidos, y aun así, él no se detuvo. Bebió su sangre hasta que el corazón de ella se detuvo. Sólo entonces levantó la cabeza.
Lamió la herida con cuidado para que se cerrara y luego se mordió la muñeca. Ni siquiera parpadeó, aquel dolor era lo que menos le preocupaba. Acercó la muñeca a los labios de ___ y rezó para que bebiera. Sintió una pequeña presión cuando ella empezó a intentarlo. Tragar le costaba demasiado.
Y luego nada. Los labios de ___ seguían acariciando su piel, pero era demasiado tarde.
Había actuado demasiado tarde.
Andrea P. Jonas:)
Andrea P. Jonas:)


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Mensaje por chelis Jue 05 Abr 2012, 7:55 pm

se muriooo????? :( :crybaby: :crybaby:
aaaaaaaaaiiiii
po otroo porfaaaaa
aaandaaaaa
porfiiiss
chelis
chelis


http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por chelis Jue 05 Abr 2012, 8:04 pm

se muriooo????? :( :crybaby: :crybaby:
aaaaaaaaaiiiii
po otroo porfaaaaa
aaandaaaaa
porfiiiss
chelis
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Mensaje por Dorin Jue 05 Abr 2012, 9:03 pm

aaaaaaaaaaaa tu nos quieres matar de suspenso verdad !!

siguelaaaaaaaaaaaaa
Dorin
Dorin


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Mensaje por chelis Jue 05 Abr 2012, 9:11 pm

PORFAAAAA
chelis
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Mensaje por Mire Jue 05 Abr 2012, 9:23 pm

Oh llore! estuvo tan triste el capi
Por favor que la rayis no se muera!
ahh muero por saber que pasa
no puedo creer que ya sea el final!
Mire
Mire


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