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"Un Dulce Mes Contigo" - Joe y tu
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: "Un Dulce Mes Contigo" - Joe y tu
me encanta la pareja que hacen estos dos
Ame el capitulo, siguela pronto
Ame el capitulo, siguela pronto
aranzhitha
Re: "Un Dulce Mes Contigo" - Joe y tu
AWWWWWWWWWWWWWW!
YO DE VERDAD LOS AMO !
ME ENCANTAN!
SÍGUELA!
YO DE VERDAD LOS AMO !
ME ENCANTAN!
SÍGUELA!
fernanda
Re: "Un Dulce Mes Contigo" - Joe y tu
Capítulo 32
_______ sonrió al ver la reverencia de Joe, y dejó que la arrastrase por las calles empedradas que plagaban la zona alrededor de la catedral. Joe hizo fotos a casas y colmados, pequeñas tiendas que parecían haberse quedado en otro tiempo, y todavía pesaban la mercancía con viejas balanzas de latón. Pasaron frente a la puerta de varios restaurantes, pero Joe con la mano de _______ firmemente aferrada los ignoró. Ella tras una última mirada ansiosa al último de los restaurantes, comentó:
_En español, “restaurante” significa lugar para comer … ¿No sé si te das cuenta? – Dijo sarcásticamente, cuando la puerta del último se perdía de su vista.
Joe se rió:_ ¿Te has fijado en los clientes?
________ frunció el ceño:_ ¿Gente con hambre?
Joe no respondió sino que se acercó a un pequeño local que hacía esquina, que aunque con cierto encanto no tenía nada que ver con los modernos restaurantes que acababan de dejar de lado. El lugar ostentaba el pintoresco nombre de Botanas Luisa.
_________ miró poco convencida el local lleno de gente. Pero éstos no eran turistas, por su aspecto, se podía saber que eran gente del barrio, o personas que trabajaban por los alrededores, todos ellos mexicanísimos. Recordó algo que le había comentado Joe, algo sobre que los restaurantes para turistas siempre tenían la peor comida.
Joe levantó la mano triunfante:- Aquí vamos a comer.
Y dio un empujoncito a ________ par que entrase. Y lo cierto es que no se arrepintió, porque el mole poblano que les sirvieron fue el mejor que había probado, el ceviche estaba rico y los mangos del postre deliciosos; y lo pasaron genial.
Satisfecha se reclinó en la silla y cerró los ojos. Joe se rió y sacó una foto.
_Tienes la misma cara que Verne cuando está en el sofá.
Ella abriendo un ojo perezosa le sonrió:_ Soy totalmente feliz. Así que nada de lo que digas puede enfadarme.
Joe se volvió a reír, y tomó unas cuantas notas en su cuaderno. Se levantó y dándole un beso a ________ en la mejilla, se dirigió a hablar con la dueña para pedirle permiso y hacer unas fotos en el interior del lugar.
_________ sonriendo se relajó tranquila en la silla. Había dicho la pura verdad. Era feliz. Totalmente. Se sentía estupendamente y la sensación cálida que tenía en el pecho era totalmente nueva para ella. Era tranquilidad y bienestar.
Un móvil vibró en la mesa y ella abrió un ojo pensando que era el suyo. Pero no, era el de Joe, el que se movía zumbando al lado de los cubiertos.
No pensaba responder pero tal vez fuera del trabajo y tampoco quería distraerlo del reportaje, así que lo cogió y pulsando una tecla dijo:
_¿Bueno?
_¿Joe?- Dijo la voz de una chica joven.
_No… Ahora no puede ponerse. ¿Quieres dejar algún mensaje? – Dijo ________ alcanzando el cuaderno y la pluma que Joe había dejado al lado de su plato.
LA chica se rió con una risa suave y brillante:_ Está bien…. Deja que piense…. Vale. Dígale que Soy Lucía, y que cuando se pase por casa, más vale que el regalo que me traiga sea caro.
________ se quedó muda, y los dedos se crisparon alrededor de la pluma. Con toda su voluntad, garabateó el mensaje.
_¿Algo más?_ preguntó intentando ser amable, pero la voz le salió forzada. Algo totalmente normal teniendo en cuenta que su mandíbula estaba tensa y contraída.
_No, eso es todo. Muchísimas gracias.- Respondió Lucía amablemente.
Cuando Joe salió de la cocina acompañado de la mismísima señora Luisa, la mesa estaba vacía. Consiguió despedirse de la simpática dueña, y se acercó al sitio donde habían estado comiendo. Tanto el bolso y chaqueta de ________ no estaban, al igual que la misma __________ que había desaparecido. Una opresión le dificultó respirar y la preocupación pareció ahogarle.
¿Dónde estaba? ¿Estaba bien?
Miró sus cosas que estaban intactas, y vio la nota escrita con la letra angulosa de _________. La leyó rápidamente y murmuró un joder bastante audible. Recogió sus cuadernos y la bolsa de la cámara y salió corriendo del establecimiento. Pero _________ no estaba, ni en la calle ni en los alrededores. Corriendo y con el corazón latiéndole en el pecho, su tamborileo acelerado en las sienes alcanzó la plaza de la Constitución, pero allí entre tanta gente sería imposible alcanzarla. Giró sobre sus talones y trato de localizarla entre la multitud. Pero no estaba.
……………….
22.15h de la noche.
Restaurante “El águila y el sol”
D.F.
Miguel se apoyó en un codo e intentó ahogar un bostezo antes de que sus compañeros de mesa se dieran cuenta. Estaba en una de las reuniones que su padre, sin consultar, le había organizado; de modo que las semanas que se suponía que eran de vacaciones estaban casi tan ocupadas como las de trabajo.
Miró discretamente la hora en su reloj, y reprimió un gemido al comprobar que sólo habían pasado 15 minutos desde la última vez que lo hizo. Sintió que otro bostezo peleaba por surgir de su garganta y lo disimuló limpiándose la boca con una de las servilletas de carísimo hilo, del igualmente carísimo restaurante.
Había pasado la tarde con Alejandra y Ariadna, como hacía todas las tardes desde que discutió con Any en aquel armario, y sólo tres horas con ellas lo habían dejado muerto, eran agotadoras, y cuando pensó que iba a descansar en paz, en la habitación de dinosaurios de Miguel(ito); su padre le llamó para decirle que acudiese a la cena con los inversores portugueses de Oporto, los señores Durao y Barreiro. Miguel no hablaba bien portugués, pero afortunadamente los secretarios de su padre sí, de modo que la cena marchaba a buen paso, y él podía abstraerse de vez en cuando.
Estaba en una de esas ocasiones, cuando se fijó en una de las mesas que había más allá de una fila de palmeras enanas. Era una pareja que seguramente estaba en una cita; Miguel sonrió ligeramente al ver que la chica, una rubia bastante mona, le daba parte del postre a su acompañante, un joven moreno que estaba de espaldas a Miguel.
Algo en la forma de mover la cabeza del chico le resultó familiar, pero, pensó que se debía a lo cansado que estaba. Barrerio, un hombre simpático, estaba hablando de las inversiones de su compañía en Puerto Vallarta y de las oportunidades hoteleras de la zona, cuando el joven se dio la vuelta para hablar con un camarero, y Miguel sintió que la cena se le atragantaba.
Era Iñaki, sin ninguna duda. Miguel reconocería ese perfil estirado y huesudo, y no dudó cuando Iñaki se inclinó para estamparle un beso a la chica, un acto totalmente fuera de lugar en aquel restaurante.
A partir de entonces, no cenó, y eso que no había comido nada en todo el día, y se pasó gran parte de la cena, pensando en qué iba a hacer. No sabía si debía decírselo a _________, no quería molestarla, sobre todo ahora que no estaba con el medicucho de cuarta.
Esperó pacientemente a que la cena de negocios terminase, pero en realidad no sabía a qué acuerdos habían llegado. Cuando Durao y Barrerio visiblemente contentos abandonaron la mesa para dirigirse a sus hoteles, seguidos de los secretarios de su padre, Miguel se quedó sólo en la mesa.
Iñaki, hacía largo que se había ido, y Miguel estaba seguro de que no lo había visto. Tamborileó con sus dedos largos en la mesa examinando la situación.
¿Se lo decía a _______? ¿No se lo decía? ________ estaba ahora con Joe, feliz, y le parecía tonto contarle chismes pasados y molestarla.
Jugueteó con una miga de pan y con un golpe de los dedos la catapultó lejos de la mesa.
Por otra parte, ________ merecí saber con que tipo de bicho había salido. Otra miguita salió volando. Además si quería decírselo necesitaba pruebas, y esa noche, una reunión con inversores extranjeros no era la mejor ocasión para sacar su móvil nuevo y empezar a hacer fotos.
Pensó en la única persona que podía ayudarle y tomó una decisión. La haría una visita, el único problema es que no sabía donde vivía.
Lola, había estado toda la noche vigilando al cliente de la mesa 6, un chico alto y moreno, guapísimo y elegantísimo, pero él no la había mirado. Ahora sin embargo, lo vió levantar la mano y poco faltó para que saliera corriendo a atenderlo. Para su decepción, simplemente le pidió una guía de teléfonos y un vodka con hielo. Lola resignada, se lo trajo, esperando una segunda llamada, pero el joven, tras buscar durante 20 minutos en la guía maldiciendo unos “puentes”, pagó la cuenta y se marchó.
_______ sonrió al ver la reverencia de Joe, y dejó que la arrastrase por las calles empedradas que plagaban la zona alrededor de la catedral. Joe hizo fotos a casas y colmados, pequeñas tiendas que parecían haberse quedado en otro tiempo, y todavía pesaban la mercancía con viejas balanzas de latón. Pasaron frente a la puerta de varios restaurantes, pero Joe con la mano de _______ firmemente aferrada los ignoró. Ella tras una última mirada ansiosa al último de los restaurantes, comentó:
_En español, “restaurante” significa lugar para comer … ¿No sé si te das cuenta? – Dijo sarcásticamente, cuando la puerta del último se perdía de su vista.
Joe se rió:_ ¿Te has fijado en los clientes?
________ frunció el ceño:_ ¿Gente con hambre?
Joe no respondió sino que se acercó a un pequeño local que hacía esquina, que aunque con cierto encanto no tenía nada que ver con los modernos restaurantes que acababan de dejar de lado. El lugar ostentaba el pintoresco nombre de Botanas Luisa.
_________ miró poco convencida el local lleno de gente. Pero éstos no eran turistas, por su aspecto, se podía saber que eran gente del barrio, o personas que trabajaban por los alrededores, todos ellos mexicanísimos. Recordó algo que le había comentado Joe, algo sobre que los restaurantes para turistas siempre tenían la peor comida.
Joe levantó la mano triunfante:- Aquí vamos a comer.
Y dio un empujoncito a ________ par que entrase. Y lo cierto es que no se arrepintió, porque el mole poblano que les sirvieron fue el mejor que había probado, el ceviche estaba rico y los mangos del postre deliciosos; y lo pasaron genial.
Satisfecha se reclinó en la silla y cerró los ojos. Joe se rió y sacó una foto.
_Tienes la misma cara que Verne cuando está en el sofá.
Ella abriendo un ojo perezosa le sonrió:_ Soy totalmente feliz. Así que nada de lo que digas puede enfadarme.
Joe se volvió a reír, y tomó unas cuantas notas en su cuaderno. Se levantó y dándole un beso a ________ en la mejilla, se dirigió a hablar con la dueña para pedirle permiso y hacer unas fotos en el interior del lugar.
_________ sonriendo se relajó tranquila en la silla. Había dicho la pura verdad. Era feliz. Totalmente. Se sentía estupendamente y la sensación cálida que tenía en el pecho era totalmente nueva para ella. Era tranquilidad y bienestar.
Un móvil vibró en la mesa y ella abrió un ojo pensando que era el suyo. Pero no, era el de Joe, el que se movía zumbando al lado de los cubiertos.
No pensaba responder pero tal vez fuera del trabajo y tampoco quería distraerlo del reportaje, así que lo cogió y pulsando una tecla dijo:
_¿Bueno?
_¿Joe?- Dijo la voz de una chica joven.
_No… Ahora no puede ponerse. ¿Quieres dejar algún mensaje? – Dijo ________ alcanzando el cuaderno y la pluma que Joe había dejado al lado de su plato.
LA chica se rió con una risa suave y brillante:_ Está bien…. Deja que piense…. Vale. Dígale que Soy Lucía, y que cuando se pase por casa, más vale que el regalo que me traiga sea caro.
________ se quedó muda, y los dedos se crisparon alrededor de la pluma. Con toda su voluntad, garabateó el mensaje.
_¿Algo más?_ preguntó intentando ser amable, pero la voz le salió forzada. Algo totalmente normal teniendo en cuenta que su mandíbula estaba tensa y contraída.
_No, eso es todo. Muchísimas gracias.- Respondió Lucía amablemente.
Cuando Joe salió de la cocina acompañado de la mismísima señora Luisa, la mesa estaba vacía. Consiguió despedirse de la simpática dueña, y se acercó al sitio donde habían estado comiendo. Tanto el bolso y chaqueta de ________ no estaban, al igual que la misma __________ que había desaparecido. Una opresión le dificultó respirar y la preocupación pareció ahogarle.
¿Dónde estaba? ¿Estaba bien?
Miró sus cosas que estaban intactas, y vio la nota escrita con la letra angulosa de _________. La leyó rápidamente y murmuró un joder bastante audible. Recogió sus cuadernos y la bolsa de la cámara y salió corriendo del establecimiento. Pero _________ no estaba, ni en la calle ni en los alrededores. Corriendo y con el corazón latiéndole en el pecho, su tamborileo acelerado en las sienes alcanzó la plaza de la Constitución, pero allí entre tanta gente sería imposible alcanzarla. Giró sobre sus talones y trato de localizarla entre la multitud. Pero no estaba.
……………….
22.15h de la noche.
Restaurante “El águila y el sol”
D.F.
Miguel se apoyó en un codo e intentó ahogar un bostezo antes de que sus compañeros de mesa se dieran cuenta. Estaba en una de las reuniones que su padre, sin consultar, le había organizado; de modo que las semanas que se suponía que eran de vacaciones estaban casi tan ocupadas como las de trabajo.
Miró discretamente la hora en su reloj, y reprimió un gemido al comprobar que sólo habían pasado 15 minutos desde la última vez que lo hizo. Sintió que otro bostezo peleaba por surgir de su garganta y lo disimuló limpiándose la boca con una de las servilletas de carísimo hilo, del igualmente carísimo restaurante.
Había pasado la tarde con Alejandra y Ariadna, como hacía todas las tardes desde que discutió con Any en aquel armario, y sólo tres horas con ellas lo habían dejado muerto, eran agotadoras, y cuando pensó que iba a descansar en paz, en la habitación de dinosaurios de Miguel(ito); su padre le llamó para decirle que acudiese a la cena con los inversores portugueses de Oporto, los señores Durao y Barreiro. Miguel no hablaba bien portugués, pero afortunadamente los secretarios de su padre sí, de modo que la cena marchaba a buen paso, y él podía abstraerse de vez en cuando.
Estaba en una de esas ocasiones, cuando se fijó en una de las mesas que había más allá de una fila de palmeras enanas. Era una pareja que seguramente estaba en una cita; Miguel sonrió ligeramente al ver que la chica, una rubia bastante mona, le daba parte del postre a su acompañante, un joven moreno que estaba de espaldas a Miguel.
Algo en la forma de mover la cabeza del chico le resultó familiar, pero, pensó que se debía a lo cansado que estaba. Barrerio, un hombre simpático, estaba hablando de las inversiones de su compañía en Puerto Vallarta y de las oportunidades hoteleras de la zona, cuando el joven se dio la vuelta para hablar con un camarero, y Miguel sintió que la cena se le atragantaba.
Era Iñaki, sin ninguna duda. Miguel reconocería ese perfil estirado y huesudo, y no dudó cuando Iñaki se inclinó para estamparle un beso a la chica, un acto totalmente fuera de lugar en aquel restaurante.
A partir de entonces, no cenó, y eso que no había comido nada en todo el día, y se pasó gran parte de la cena, pensando en qué iba a hacer. No sabía si debía decírselo a _________, no quería molestarla, sobre todo ahora que no estaba con el medicucho de cuarta.
Esperó pacientemente a que la cena de negocios terminase, pero en realidad no sabía a qué acuerdos habían llegado. Cuando Durao y Barrerio visiblemente contentos abandonaron la mesa para dirigirse a sus hoteles, seguidos de los secretarios de su padre, Miguel se quedó sólo en la mesa.
Iñaki, hacía largo que se había ido, y Miguel estaba seguro de que no lo había visto. Tamborileó con sus dedos largos en la mesa examinando la situación.
¿Se lo decía a _______? ¿No se lo decía? ________ estaba ahora con Joe, feliz, y le parecía tonto contarle chismes pasados y molestarla.
Jugueteó con una miga de pan y con un golpe de los dedos la catapultó lejos de la mesa.
Por otra parte, ________ merecí saber con que tipo de bicho había salido. Otra miguita salió volando. Además si quería decírselo necesitaba pruebas, y esa noche, una reunión con inversores extranjeros no era la mejor ocasión para sacar su móvil nuevo y empezar a hacer fotos.
Pensó en la única persona que podía ayudarle y tomó una decisión. La haría una visita, el único problema es que no sabía donde vivía.
Lola, había estado toda la noche vigilando al cliente de la mesa 6, un chico alto y moreno, guapísimo y elegantísimo, pero él no la había mirado. Ahora sin embargo, lo vió levantar la mano y poco faltó para que saliera corriendo a atenderlo. Para su decepción, simplemente le pidió una guía de teléfonos y un vodka con hielo. Lola resignada, se lo trajo, esperando una segunda llamada, pero el joven, tras buscar durante 20 minutos en la guía maldiciendo unos “puentes”, pagó la cuenta y se marchó.
Nani Jonas
Re: "Un Dulce Mes Contigo" - Joe y tu
ayy nooo!!!
lo sabia que lucia iba a causar problemas
pero ella quien es??
es la hermana d ejoe??
o quien??
nanni quier maraton :)
lo sabia que lucia iba a causar problemas
pero ella quien es??
es la hermana d ejoe??
o quien??
nanni quier maraton :)
andreita
Re: "Un Dulce Mes Contigo" - Joe y tu
Pero quien es esa Lucia? :suspect:
si , Miguel debería contarle , ese tonto y feo de Iñaki :x
SÍGUELA!
si , Miguel debería contarle , ese tonto y feo de Iñaki :x
SÍGUELA!
fernanda
Re: "Un Dulce Mes Contigo" - Joe y tu
aww que paso todo estaba tan bien y ahora ahh no quiero que se peleen
Siguela plisss!!!
Siguela plisss!!!
aranzhitha
Re: "Un Dulce Mes Contigo" - Joe y tu
Siguelaaaa ya quiero saber quien ess Lucia!
Hizo que la rayis se enojara con Joe pliss sube cap pronto!
Y si puedes mataton! :)
Hizo que la rayis se enojara con Joe pliss sube cap pronto!
Y si puedes mataton! :)
☎ Jimena Horan ♥
Re: "Un Dulce Mes Contigo" - Joe y tu
Capítulo 33
23.45h Alguna parte del D.F.
_¡Joder!
Anahí se quemó la mano con una gota de aceite y con una exclamación ahogada se llevó la mano a la boca y chupó el dorso donde una mancha roja marcaba el lugar donde la gotita había aterrizado.
Era tarde para cenar, pero había estado trabajando en otro de los encarguitos horribles de su jefe y para cuando se quiso dar cuenta era casi medianoche.
En ese momento el timbre de la puerta sonó, Any rápidamente se puso alerta y miró el reloj de la cocina. Eran las 23.47. Nadie venía verla a esas horas, nadie decente al menos.
Se acordó de sus padres y de que siempre decían que cómo se le ocurría vivir sola en aquella ciudad infernal. Con cuidado y sin hacer ruido sacó una sartén de un cajón, y se acercó a la puerta. Justo cuando la había alcanzado el timbre volvió a sonar por segunda vez y una voz masculina dijo:
_¿Any? ¿Estás ahí?
Any con un respingo preguntó:_ ¿Quién es?
_El hombre de tus sueños.- Contestó la voz, que con sorpresa identificó como la de Miguel.
_Que yo sepa, Brad Pitt está con su mujer.- Contestó un poco molesta.
Tenía una mano en la cerradura y estaba luchando con dos sensaciones diferentes. Por un lado no se podía creer que Miguel estuviera al otro lado y que sólo los separasen unos centímetros de madera; y por otro lado, sabía que no era una buena idea abrir.
Miguel se rió, y su risa sonó casi como si estuviera en la habitación.
_Esta bien. –Concedió.-El hombre mexicano de tus sueños.
Ella abrió la puerta, al fin y al cabo nunca había hecho mucho caso a las buenas ideas; para encontrarlo indolentemente apoyado en la pared. LE dijo:
_Alejandro Fernández también está con su mujer.
Y se apartó para dejarlo pasar. Miguel sonrió, un relámpago de dientes blancos y la sonrisa se amplió al ver la sartén:_ ¿Pensabas atacarme? – dijo socarrón.
Any recordó lo que llevaba en la mano y se puso colorada, sin contestarle, se dio media vuelta para guardarla y lo dejó parado en el medio del pasillo. Miguel a pesar de lo cansado que estaba no podía parar de sonreír, y más al verla, vestida para estar por casa con una camiseta demasiado grande para ella y unos shorts viejos, e iba descalza. Vió alejarse aquellos tobillos delgados y perfectos y las piernas bronceadas y tuvo que aguantarse las ganas de lanzarse a sus pies.
Al fin y al cabo se suponía que era un hombre de negocios y tenía cosas importantes que discutir. Olfateó el aire y su estómago rugió sin que lo pudiera controlar. El disgusto de Iñaki, le había privado de una cena soberbia y su última comida habían sido unas tostadas del desayuno… bueno… y el vodka del restaurante.
Dudó entre si sentarse en el sillón que lo llamaba tentador o si en seguir a las también muy tentadoras piernas. Obviamente, y a pesar del sueño, siguió las piernas hasta la cocina, donde Any apagaba el fuego a algo que parecía pollo con verduras. Aunque quiso evitarlo, su estómago volvió a rugir, casi como el motor de un coche, y Any lo miró divertida.
_¿Supongo que no querrás cenar, verdad? - Dijo con una sonrisilla que fascinó a Miguel.
Sin esperar respuesta sirvió gran parte de la comida en el plato de Miguel y se lo pasó. _¿te importaría que cenásemos en el salón? Es que estaba trabajando allí…
_No, claro.- Dijo Miguel, dejándola pasar delante. Lo cierto es que hubiese comido en la terraza si ella se lo pedía. Pero después de la bronca que la había echado en aquel armario, dudaba de que a ella le fuesen a gustar sus ideas. Había dejado bien clarito de que a ella, Miguel no le interesaba lo más mínimo.
Any miró asombrada como Miguel se comía, o mejor zampaba el plato entero en un tiempo récord. Con elegancia y buenos modales, pero sin tregua había acabado con todo, antes incluso de que ella se comiera un cuarto de la comida. De todos modos no tenía hambre, pensó apartando el plato y dejándolo sobre la mesita.
No, desde que lo había visto en la puerta, tan guapo y sonriendo, vestido impecable y con el pelo revuelto. Estaba debatiéndose entre si pedirle perdón, o no hacer. Sabía que le debía una disculpa, por no haber confiado en él y por llamarlo en su cara poco menos que insensible. Pero lo cierto era que no le apetecía hacerlo, porque mientras Miguel pensara que a ella no le importaba, todo sería más fácil.
_Este… Hmmm… Por muy encantadora que sea tu compañía Miguel, me puedes explicar porqué has venido.
Miguel había cerrado los ojos un momento, entre el vodka a palo seco del restaurante y ahora la comida, el sueño y una modorra lo estaban atrapando.
Any estaba sentada a su lado y lo miraba con seriedad, sus grandes ojos abiertos.
_Es Iñaki. Lo he visto hoy con otra…
Esperaba ver alguna reacción de sorpresa, pero Any asintió gravemente y se reclinó en el sofá.
_¿Ya lo sabías?- preguntó Miguel curioso.
_Hacía tiempo que lo sospechaba, pero no estaba segura… Y hoy lo vi al mediodía, pero pensé que estaba en un error. Fue un encuentro… - movió una mano en el aire.- fugaz.
Se quedaron los dos en silencio, sentados el uno al lado del otro, probablemente, pensando en lo mismo. Fue Miguel el que rompió el hielo:
_¿Se lo decimos?- dijo girando la cabeza para mirarla. -¿Vale la pena?
Any se encogió de hombros, incómoda bajo su mirada:_ Yo creo que se merece saber la verdad. Iñaki nunca me cayó bien, y el debía de odiarme, pero nunca pensé que fuera así.
Miguel añadió una razón más para odiar a Iñaki a su lista mental, cualquiera que tratase mal a Any se lo merecía; y le dijo asintiendo:_ Yo pensaba lo mismo, pero lo cierto es que no quiero hacerle daño ni que sufra. Creo que le retorcería el cuello a Iñaki ahora mismo si lo encontrase.
Any sonrió y le dio unas palmaditas en el brazo. Era un gesto trivial, pero Miguel sintió una oleada de calor que le subía por el brazo. Estaba tan cerca que podría besarla si quisiera, pero lo último que quería era asustarla y menos en su propia casa; así que cambió de tema.
_Creo que debemos seguirlo. No me da buena onda… Véte a saber lo que se le ocurre.
Any lo miró preocupada: _¿Estás seguro?
Miguel reclinó la cabeza en el respaldo del sofá y asintió:_ Necesito pruebas. Si le voy a hacer daño a Roberta, más vale que sea con una buena razón.
Any la miró sorprendida, aprovechando que Miguel parecía mirar al techo con la cabeza echada hacia atrás. Se fijó en su perfil, la línea de la nariz, los labios, y sonrió al ver la firmeza con la que defendía a sus amigas.
Ella imitó su postura, y con la cabeza apoyada en el borde del sofá dirigió su mirada al techo. _Además así evitaremos que lo niegue.
Se quedó absorta en el plan que comenzaba a tomar forma en su cabeza, durante unos minutos, permaneció en silencio, puliendo detalles al plan, y estaba punto de comunicárselo a Miguel cuando notó que él no se movía.
Giró la cabeza, y se quedó con la boca abierta. Miguel tenía los ojos cerrados y respiraba de forma regular y profunda, con las manos caídas al costado completamente relajadas. Se había dormido. Estiró la mano para despertarlo, pero en el último momento se lo pensó mejor.
Se sentó un poco más cerca, y con cuidado lo miró atentamente. Vió las pecas diminutas que tenía en el puente de la nariz, lo espesas y negras que tenía las pestañas, el remolino del pelo sobre la frente, y con un dedo, acarició la línea de la mandíbula y terminó en el hoyuelo de las mejillas.
Retiró la mano como si se hubiese quemado, y se levantó procurando no despertarlo. Era una tontería sentir estas cosas. Y ella era, por lo visto, una niña tonta.
Lo tomó por los hombros y lo movió para recostarlo, porque si dormía sentado y con la cabeza hacia atrás, mañana no podrá moverse. Antes de irse a dormir, lo miró por última vez, y sintió ternura por él. Casi parecía un niño.
Miguel mientras tanto, dormía por primera vez en varios días sin las patadas de Miguelito. Y dormía en paz.
Chicas disculpen la tardanza, el martes les subo maraton es una promesa las qiero
23.45h Alguna parte del D.F.
_¡Joder!
Anahí se quemó la mano con una gota de aceite y con una exclamación ahogada se llevó la mano a la boca y chupó el dorso donde una mancha roja marcaba el lugar donde la gotita había aterrizado.
Era tarde para cenar, pero había estado trabajando en otro de los encarguitos horribles de su jefe y para cuando se quiso dar cuenta era casi medianoche.
En ese momento el timbre de la puerta sonó, Any rápidamente se puso alerta y miró el reloj de la cocina. Eran las 23.47. Nadie venía verla a esas horas, nadie decente al menos.
Se acordó de sus padres y de que siempre decían que cómo se le ocurría vivir sola en aquella ciudad infernal. Con cuidado y sin hacer ruido sacó una sartén de un cajón, y se acercó a la puerta. Justo cuando la había alcanzado el timbre volvió a sonar por segunda vez y una voz masculina dijo:
_¿Any? ¿Estás ahí?
Any con un respingo preguntó:_ ¿Quién es?
_El hombre de tus sueños.- Contestó la voz, que con sorpresa identificó como la de Miguel.
_Que yo sepa, Brad Pitt está con su mujer.- Contestó un poco molesta.
Tenía una mano en la cerradura y estaba luchando con dos sensaciones diferentes. Por un lado no se podía creer que Miguel estuviera al otro lado y que sólo los separasen unos centímetros de madera; y por otro lado, sabía que no era una buena idea abrir.
Miguel se rió, y su risa sonó casi como si estuviera en la habitación.
_Esta bien. –Concedió.-El hombre mexicano de tus sueños.
Ella abrió la puerta, al fin y al cabo nunca había hecho mucho caso a las buenas ideas; para encontrarlo indolentemente apoyado en la pared. LE dijo:
_Alejandro Fernández también está con su mujer.
Y se apartó para dejarlo pasar. Miguel sonrió, un relámpago de dientes blancos y la sonrisa se amplió al ver la sartén:_ ¿Pensabas atacarme? – dijo socarrón.
Any recordó lo que llevaba en la mano y se puso colorada, sin contestarle, se dio media vuelta para guardarla y lo dejó parado en el medio del pasillo. Miguel a pesar de lo cansado que estaba no podía parar de sonreír, y más al verla, vestida para estar por casa con una camiseta demasiado grande para ella y unos shorts viejos, e iba descalza. Vió alejarse aquellos tobillos delgados y perfectos y las piernas bronceadas y tuvo que aguantarse las ganas de lanzarse a sus pies.
Al fin y al cabo se suponía que era un hombre de negocios y tenía cosas importantes que discutir. Olfateó el aire y su estómago rugió sin que lo pudiera controlar. El disgusto de Iñaki, le había privado de una cena soberbia y su última comida habían sido unas tostadas del desayuno… bueno… y el vodka del restaurante.
Dudó entre si sentarse en el sillón que lo llamaba tentador o si en seguir a las también muy tentadoras piernas. Obviamente, y a pesar del sueño, siguió las piernas hasta la cocina, donde Any apagaba el fuego a algo que parecía pollo con verduras. Aunque quiso evitarlo, su estómago volvió a rugir, casi como el motor de un coche, y Any lo miró divertida.
_¿Supongo que no querrás cenar, verdad? - Dijo con una sonrisilla que fascinó a Miguel.
Sin esperar respuesta sirvió gran parte de la comida en el plato de Miguel y se lo pasó. _¿te importaría que cenásemos en el salón? Es que estaba trabajando allí…
_No, claro.- Dijo Miguel, dejándola pasar delante. Lo cierto es que hubiese comido en la terraza si ella se lo pedía. Pero después de la bronca que la había echado en aquel armario, dudaba de que a ella le fuesen a gustar sus ideas. Había dejado bien clarito de que a ella, Miguel no le interesaba lo más mínimo.
Any miró asombrada como Miguel se comía, o mejor zampaba el plato entero en un tiempo récord. Con elegancia y buenos modales, pero sin tregua había acabado con todo, antes incluso de que ella se comiera un cuarto de la comida. De todos modos no tenía hambre, pensó apartando el plato y dejándolo sobre la mesita.
No, desde que lo había visto en la puerta, tan guapo y sonriendo, vestido impecable y con el pelo revuelto. Estaba debatiéndose entre si pedirle perdón, o no hacer. Sabía que le debía una disculpa, por no haber confiado en él y por llamarlo en su cara poco menos que insensible. Pero lo cierto era que no le apetecía hacerlo, porque mientras Miguel pensara que a ella no le importaba, todo sería más fácil.
_Este… Hmmm… Por muy encantadora que sea tu compañía Miguel, me puedes explicar porqué has venido.
Miguel había cerrado los ojos un momento, entre el vodka a palo seco del restaurante y ahora la comida, el sueño y una modorra lo estaban atrapando.
Any estaba sentada a su lado y lo miraba con seriedad, sus grandes ojos abiertos.
_Es Iñaki. Lo he visto hoy con otra…
Esperaba ver alguna reacción de sorpresa, pero Any asintió gravemente y se reclinó en el sofá.
_¿Ya lo sabías?- preguntó Miguel curioso.
_Hacía tiempo que lo sospechaba, pero no estaba segura… Y hoy lo vi al mediodía, pero pensé que estaba en un error. Fue un encuentro… - movió una mano en el aire.- fugaz.
Se quedaron los dos en silencio, sentados el uno al lado del otro, probablemente, pensando en lo mismo. Fue Miguel el que rompió el hielo:
_¿Se lo decimos?- dijo girando la cabeza para mirarla. -¿Vale la pena?
Any se encogió de hombros, incómoda bajo su mirada:_ Yo creo que se merece saber la verdad. Iñaki nunca me cayó bien, y el debía de odiarme, pero nunca pensé que fuera así.
Miguel añadió una razón más para odiar a Iñaki a su lista mental, cualquiera que tratase mal a Any se lo merecía; y le dijo asintiendo:_ Yo pensaba lo mismo, pero lo cierto es que no quiero hacerle daño ni que sufra. Creo que le retorcería el cuello a Iñaki ahora mismo si lo encontrase.
Any sonrió y le dio unas palmaditas en el brazo. Era un gesto trivial, pero Miguel sintió una oleada de calor que le subía por el brazo. Estaba tan cerca que podría besarla si quisiera, pero lo último que quería era asustarla y menos en su propia casa; así que cambió de tema.
_Creo que debemos seguirlo. No me da buena onda… Véte a saber lo que se le ocurre.
Any lo miró preocupada: _¿Estás seguro?
Miguel reclinó la cabeza en el respaldo del sofá y asintió:_ Necesito pruebas. Si le voy a hacer daño a Roberta, más vale que sea con una buena razón.
Any la miró sorprendida, aprovechando que Miguel parecía mirar al techo con la cabeza echada hacia atrás. Se fijó en su perfil, la línea de la nariz, los labios, y sonrió al ver la firmeza con la que defendía a sus amigas.
Ella imitó su postura, y con la cabeza apoyada en el borde del sofá dirigió su mirada al techo. _Además así evitaremos que lo niegue.
Se quedó absorta en el plan que comenzaba a tomar forma en su cabeza, durante unos minutos, permaneció en silencio, puliendo detalles al plan, y estaba punto de comunicárselo a Miguel cuando notó que él no se movía.
Giró la cabeza, y se quedó con la boca abierta. Miguel tenía los ojos cerrados y respiraba de forma regular y profunda, con las manos caídas al costado completamente relajadas. Se había dormido. Estiró la mano para despertarlo, pero en el último momento se lo pensó mejor.
Se sentó un poco más cerca, y con cuidado lo miró atentamente. Vió las pecas diminutas que tenía en el puente de la nariz, lo espesas y negras que tenía las pestañas, el remolino del pelo sobre la frente, y con un dedo, acarició la línea de la mandíbula y terminó en el hoyuelo de las mejillas.
Retiró la mano como si se hubiese quemado, y se levantó procurando no despertarlo. Era una tontería sentir estas cosas. Y ella era, por lo visto, una niña tonta.
Lo tomó por los hombros y lo movió para recostarlo, porque si dormía sentado y con la cabeza hacia atrás, mañana no podrá moverse. Antes de irse a dormir, lo miró por última vez, y sintió ternura por él. Casi parecía un niño.
Miguel mientras tanto, dormía por primera vez en varios días sin las patadas de Miguelito. Y dormía en paz.
Chicas disculpen la tardanza, el martes les subo maraton es una promesa las qiero
Nani Jonas
Re: "Un Dulce Mes Contigo" - Joe y tu
:) tranquilas lo estare esperando
peor que pasa con joe y la aryis?
peor que pasa con joe y la aryis?
andreita
Re: "Un Dulce Mes Contigo" - Joe y tu
aww me encanto son tan lindos los dos hacen una gran pareja
Siguela pronto
Siguela pronto
aranzhitha
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