"Once upon a time" (Louis Tomlinson y Lila Tyler)

Entrecerré los ojos tratando de ver en medio de la oscuridad, alcancé a divisar algunos rasgos del rostro de Louis gracias a la débil luz que se filtraba del pasillo y que entraba gracias al pequeño espacio que quedó entre la puerta y la pared. A pesar de que arreglaron la puerta, aún quedaban algunas fallas por acomodar. Suponía que todas las noches serían así.
Nos habían dejado dos camas en mi cuarto, pero Louis las juntó. La verdad, no me importó que lo hiciera, pasamos mucho tiempo durmiendo en la misma cama que volver a acostarme sola después de todo, sería raro. Además, por todo lo que sucedió en el tren, creo que éramos novios de verdad a partir de ese momento.
Aunque seguía sintiéndose extraño el saber que “le pertenecía” a otra persona y que esa persona me pertenecía a mí. Era una gran responsabilidad, pero con un sabor dulce. En especial si miraba el plácido rostro de Louis contra la almohada con una bella sonrisa dibujada en sus labios.
Me senté en la cama unos minutos, no podía dormir. Siempre me sucedía eso las noches antes del primer día de clases, pensar que tal vez me equivocaba de día y que a la mañana siguiente nadie llegaría mientras que yo era la única con uniforme.
Froté mis manos una contra la otra para calentarlas, hacia bastante frío esa noche y agradecía tener a Louis allí como cobija adicional.
Me acosté a su lado y escondí mi rostro contra su cuello, parecí molestarlo y al cabo de unos segundos se despertó.
—¿Qué pasa, Lila? —podía notar cierto fastidio en su voz, dormía tan bien que yo sólo llegué a arruinarle el sueño.
—Nada, sigue durmiendo —le susurré. Pero era tarde, se sentó en la cama y se frotó los ojos mientras bostezaba, apartó un mechón de cabello que caía sobre mi rostro y trató de mirarme en la oscuridad, como lo hice yo hace un momento.
—¿Segura? Entonces, ¿qué haces despierta a esta hora? Deberías estar durmiendo.
—Es que estoy algo nerviosa, nada de que preocuparse, es normal —eso lo tranquilizó y se volvió a meter entre las sábanas, pero esta vez me invitó a acostarme con él.
—Louis, ¿qué somos en realidad? —le pregunté finalmente.
—Novios, no se me ocurre otra palabra para describir nuestra relación.
—Que tal “par de fenómenos con niñeras”.
—Esa también sirve, pero creo que las personas nos entenderán más con la palabra “novios” —reí bajo para no romper con el cómodo silencio que había a pesar de nuestros susurros.
—Me gusta más así —de pronto, escuché la débil respiración de Louis. Se había dormido al final.
Sabía que él estaba mucho más nervioso que yo, era su primera vez como un alumno normal –en una escuela nada normal-, así que mañana sería un gran día… para ambos.

(…)

—¿La corbata está bien? ¿Y la chaqueta? —Louis no dejaba en paz a esa pobre corbata, terminaría estrangulándose si no dejaba de apretarla cada segundo que se ponía más tenso.
—Te ves bien, tu uniforme está perfecto —le dije, mientras me hacia una cola de caballo. Él no sonrió, sino que siguió con su expresión seria. Eso me recordó que dentro de la escuela, Louis no sería el niño que era, sino un chico maduro preparándose para gobernarnos.
—Creo que deberías alargar tu falda, hace frío y ya sabes… los demás te ven —murmuró de pronto. No pude evitar reír. Que Louis se preocupara por mi falda era muy tierno, pero a la vez sospechoso, ya que eso podría ser celos en desarrollo.
Miré mi falda, me llegaba hasta la rodilla e iba con medias negras, no sabía de qué se preocupaba tanto.
—No te comportes como un anciano, Louis —le golpeé el hombro en broma, pero él no se lo tomó tan divertido. Me dedicó una mirada dura, como regañándome por bromear.
Al final suspiró y continuó torturando a su corbata.
Al salir del cuarto, decenas de miradas curiosos y otra de envidia nos rodeaban. Todas las chicas se habían agrupado frente a mi puerta para ver por qué había dos enormes guardias fuera de mi habitación. Soltaron una exclamación de asombro al vernos cruzar la puerta, la mayoría apuntaba a Louis y se tapaban la boca sin creerlo, otras se arreglaban lo más que podían el cabello y las que estaban con pijama corrieron a vestirse.
Sonreí de medio lado, no me agradaba estar en el centro de atención. Pero lo bueno es que sólo estaba en él, no lo era.
—Louis, les darás un paro cardiaco cada mañana si sales así de guapo —le dije bien bajo para que sólo él pudiera escucharme. Louis bajó la mirada y por un momento vi un atisbo del chico divertido, se agachó hasta mi altura y me besó la mejilla. Todas las chicas se reprimieron para no gritar mientras yo trataba de ocultar mi risa sin éxito.
Nos pusimos en marcha, si el resto de la escuela iba a estar así, sería mejor prepararse.
Los hombres de negro nos siguieron, pero a cierta distancia. Louis me dio la mano y cada vez que nos acercábamos a la salida del pasillo, la estrechaba más. Al final terminé siendo yo quien nos guio hasta el corredor principal.
Louis no tenía el mismo horario que yo, pero si la primera hora conmigo. Eso le ayudaría a orientarse.
Llegamos al salón de música, la primera clase. Era más un estudio de grabación con un mini escenario, donde se suponía que debía ir el público estaba lleno de instrumentos musicales y un pequeño grupo de chicos ya estaba allí.
—Lila, no desayunamos —me dijo Louis de pronto. Había olvidado que Louis desayunaba como un rey, en cambio yo esperaba al primer receso para tomarme una taza de té en la cafetería.
—Lo haremos después, no te preocupes. Pasaremos a la cafetería y allí te podrás servir todo lo que quieras.
Asintió en silencio, sin hacer más comentarios.
Ninguno de los dos quiso acercarse al resto de los estudiantes, yo porque me ignoraban y Louis porque estaba demasiado nervioso. Y todo parecía normal hasta que ellos se dieron cuenta de con quién compartían la clase.
—No es ese…
—No, no puede ser él…
—Pero escuché que este semestre…
—De todas formas, ¿por qué estaría al lado de la becada?
—¿No sabes? Dicen que son novios
—¿Novios? ¿No haz visto su horrendo cabello?
—¡Silencio! —todos los chicos que estuvieron conversando se callaron de golpe al escuchar a Louis, algunos abrieron los ojos asombrados. Hasta yo me sorprendí, nunca le había oído ese tono de voz tan autoritario a Louis.
Caminó hacia ellos y se paró frente a sus narices, erguido y con la cabeza en alto, como todo un gobernador.
—Vuelven a hablar así del cabello de mi novia, y hago que los expulsen —dijo. Uno de los chicos comenzó a reír, lo identifiqué enseguida, era el hijo del dueño del colegio. No tenía ningún parentesco familiar con la directora Green, pero era el legítimo heredero de este internado.
—¿A mí?¿Al próximo dueño de esta escuela? —dijo con petulancia— ¿Quién me expulsará? ¿Tú?
—Yo, tu futuro rey.
Y con esas cuatro simples palabras todos guardaron silencio hasta que el timbre sonó y el resto de la clase llegó.
Las chicas no acorralaron a Louis porque me tenía tomada de la mano, pero si no hubiese sido por eso seguro ya lo estarían acosando.
El maestro se vio encantado de la presencia de Louis y le obligó a tocar todos los instrumentos que había en el salón, diciendo que ante tal talento y destreza para dominar la música, tendríamos un gobierno armonioso con Louis como rey.
Louis se limitó a poner los ojos en blanco y cuando lo dejó tranquilo, se sentó a mi lado y me dijo:
—Tal vez quiera ser maestro de orquesta en mi coronación —reí de su comentario y me tapé la boca para que no se notara que nos reíamos del maestro. Pero no funcionó, la mayoría de la clase no vio, pero parecieron no querer decir nada.
Nadie quería delatar a Louis.
Cuando terminamos música, a mi me tocaba Historia y a Louis Latín.
—Música no estuvo tan mal —dijo cuando caminábamos entre miradas por el pasillo medieval.
—Eso es porque el maestro quiso quedar bien contigo.
—Pues no irá muy bien si me hace volver a tocar todos los instrumentos.
Fuimos a la cafetería y nos sentamos al lado de las ventanas, afuera ya no nevaba, pero estaba todo blanco y le daba un aspecto mágico al ambiente.
Louis comió un pastel de manzana, café, trufas de chocolate, tostadas con mermelada y jugo de naranja. En mi casa no comió tanto, en parte porque mamá no lo dejaba. Pero aquí no parecía tener límites.
—¿Desayunabas así todos los días?
—No, antes me lo servía un chef —traté de no escupir el té y me concentré en esquivar las miradas de odio de tres chicas al otro extremo de la cafetería. Entre ellas se encontraba Teressa, decidí sonreírle y saludarla con la mano. Tenía planeado pasar a agradecerle después, si no fuera por su estúpido complejo de superioridad nunca habría conocido a Louis.
Acabamos tres minutos antes de que suene el timbre, así que nos dimos prisa y arreglamos todo para nuestras próximas clases.
Louis me fue a dejar a mi salón, allí estaba Teressa sentada en el primer puesto modelando su abrigo nuevo. Al vernos, me dirigió la misma mirada que en la cafetería.
Para su mala suerte, Louis lo notó y desde esta mañana estaba muy sobreprotector, debía ser porque se dio cuenta de lo desagradables que podía ser el resto conmigo y con los otros chicos becados.
Me tomó de la cintura y me acercó a él, me besó con delicadeza frente a toda la clase de Historia y nos dejamos llevar un poco. Recordé la fotografía de la enfermera con el soldado besándose y reí en medio del beso, seguro parecíamos una versión más cómica de esa foto.
Al separarnos, Louis me susurró al oído:
—Espero que con eso no te molesten en un buen rato.
Y se fue. Y no podía tener más razón.