Apple Valley Academy

 

 

 

Después de las largas vacaciones que se debían dictaminar por obligación cada instituto educacional, el nuevo año escolar era un dilema para los estudiantes, por un lado se encontraban algunos que ansiaban ver a sus compañeros, quienes consideraban más cercanos que muchos familiares, puesto a que pasaban más de ocho horas juntos al día, y otros que deseaban la pena de muerte antes de volver a pisar ese lugar. Pese a que recién eran las 7 am de un Lunes, ya por los pasillos se suscitaban los murmullos de los curiosos ante la última noticia que hubo antes de iniciar el verano.

Para muchos este lugar se había convertido en nada menos que un vil chiquero con la llegada de los becados o como muchos cruelmente les llamaban; ratas.

Hasta el alma más bondadosa sabía perfectamente que con ante su llegada las reglas cambiarían tanto para bien como para mal, sabían que no entraría cualquier estudiante por lo que los estándares académicos subirán como la espuma perjudicando a todos aquellos que sobrevivían no solo por la gracia de dios sino por el poder adquisitivo.

El último año les respiraba en la nuca a unos cuantos, la incertidumbre de que la preparatoria terminaba les recordaba que eran los momentos finales para poder respirar un poco antes de “la vida adulta” y tener que escoger a lo que se dedicarían por el resto de su vida en caso de que no tuvieran pensado gastar los millones de papá o mamá.

Por el pasillo principal las miradas se desplazan ante la llegada de una distinguida figura, ella aparentemente hacía caso omiso a las miradas mientras a paso elegante se abría camino ante los ojos curiosos y las risas nerviosas.

Victoria había pasado los últimos 3 años en esa escuela, había reinado cada rincón de ese lugar y no dejaría que un estúpido desliz de su padre le arruinara todo lo que había construído casi desde que llegó. Eso le llenaba el alma, el saber que los demás la respetan por el simple hecho de que la le temen o porque la odian aunque esto último ella lo traducía como que en el fondo querían ser como ella y lo mejor era eso; el simple hecho de que siempre estaría en boca de todos por ser la maldita perra que no tenía reparo en ser y que al final del día la idolatran en secreto.

Vestía a la moda, presumía de autos, perfumes, viajes con los que algunos solo podían soñar. Era una chiquilla mimada que si algo costaba menos de 1000 dls ella no lo vestía, calzaba y mucho menos comía; había nacido en cuna de oro por lo tanto ella solo se preocupaba por acudir al manicurista y que su delineado siempre estuviera perfecto.

Le resultaban insignificantes las personas que se prometían amor eterno en esta etapa de la vida, miraba alrededor y todos los adultos que conocía estaban rotos por amores de preparatoria, le parecía absurdo enfrascarse con una persona cuando en realidad lo que ella quería era divertirse, probar de todo aunque no se quedaría con nada en realidad. Ha planeado una parte de su vida y en ello no se encuentra agregado el esposo ideal que la haría feliz dándole bebés acompañados del beso de buenos días. De una cosa estaba segura, no quería atarse a alguien.

El aroma de su finísimo perfume era percibido como si solo ella portara fragancia alguna, miraba con desdén a las demás chicas, como si todas ellas le fueran menos que nada por el simple hecho de existir junto a ella. Caminaba a la par del movimiento de su corta falda, a pesar de que solo era tela gris y blanco ella lucía como si se tratara de un modelito que solo personas de su categoría podría permitirse comprar, siempre acompañado de accesorios de perlas auténticas.

Cada vez que puede exponer su desagrado por los becados lo hace, ella fue la primera en oponerse y levantar una queja ante la directora el año pasado que se dió la noticia, amenazando con un sin fin de cosas que el dinero de su padre podría hacer pero fue en vano, ellos llegaron, se instalaron y ella no tuvo más remedio que echarles en cara que eran una basura y que ni siquiera la basura de ese lugar era tan inmunda como ellos.

Impaciente buscaba su salón en espera de que estuviera vacío aún y poder calmarse a solas, el recorrido por ese pasillo le pareció un eterno viacrucis en el que le pedía al cielo que hubiera un sismo o algo para poder irse

Era la primera vez que caminaba desde casa hasta la escuela, aunque su papá le sugirió usar el autobús o algo así ella desistió alegando que alguien podía verla confirmando los rumores.

Miraba con desagrado a cada persona que no era como ella, no sentía incomodidad en hacer sentir menos a alguien y prefería las cosas así para que nadie se metiera en sus asuntos.

Por primera vez en su vida se sentía ansiosa de caminar por un lugar, aunque no lo demostraba y su caminar no la delatara, su estómago daba vueltas ante las noticias más recientes sobre su persona, las miradas se le clavaban y por más que ella quisiera gritarle a todo el mundo no se podía permitir perder la postura, su vida pendía de un hilo.

Mientras la pelinegra estaba en una guerra campal contra sus propios pensamientos e ideales, en el estacionamiento se aparcaba uno de los tantos autos de lujo y de él se desprendieron dos chicos animados a saludar a sus amigos en la entrada, las sonrisas de oreja a oreja estaban presentes y no faltaron los calurosos abrazos de añoranza tras casi dos meses de no verse. 

El chico de ojos verdes se ajustaba la corbata, que en realidad no importaba que se pusiera o como lo usara, siempre conseguía verse atractivo y de ello se encargaban en confirmar todas las chicas que andaban tras de él y las que ya habían tenido la oportunidad de estarlo. Es como si la vida misma hubiera sido diseñada para que él viviera aquí e hiciera con el mundo lo que quisiera; aunque ese no era su estilo.

Uno de sus mejores atributos y el que en realidad hacía caer a las chicas como las moscas, era el hecho de que era un chico sencillo y genuino al que no le importaba mucho de qué familia viniera, su vida se resumía en pasarla bien. Del mismo modo le gustaban los planes sencillos, ir al parque y tomar fotos, salir de fiesta con amigos y tener una buena conversación.

Su único “tropiezo”  como a él le gustaba llamarle, eran las mujeres, una vez que una chica le llamaba la atención tenía que hacer de todo para estar con ella, como si ello fuera un ritual del cual no pudiera escapar, que alimentara su alma; tener a la chica y después olvidarse de ella.

Andrew saludaba a una chica con la que había tenido algo que ver en una fiesta antes del verano mientras hacía señas a sus colegas para que lo sacaran lo más pronto posible de esa incómoda situación. Él consideraba que eso era un problema con las chicas, un beso o algo más y ya planeaban una vida juntos mientras que para él pues solo era una noche más con, una chica más. Nada especial.

Logrando escapar de los saludos y abrazos de chicas anteriores, comenzaba su rutina diaria, algo que amaba y que secretamente alimentaba el ego que tenía escondido; caminar por la academia. Caminaba por el pasillo y era como si el mismo Elvis Presley arribara a aquel lugar, una sonrisa coqueta que hacía sentir mariposas a cualquier chica a su paso, tenía corazón de condominio y su ego reposaba en el penthouse.

Se acercó a la oficina y una de las secretarias le entregó su nuevo horario, entre sus amigos marcaban las clases que tenían juntos, mientras miraba una carga horaria que él no recordaba que estuviera en las listas “Reg. Matemáticas”  regresó con la secretaria de manera inmediata y ligeramente petulante, debía existir un error, un horrible error.

—El profesor Thomas solicitó ante el magisterio que se le uniera a ese grupo yo no puedo hacer nada —la secretaria ojeaba unos papeles con rapidez en búsqueda de algo, reafirmando lo que su horario decía, no existía tal error. — necesito que me deje su firma de enterado por cierto, por favor sea puntual. —Agregó de manera cortante.

Resignado tomó una pluma y al pasar sus ojos por aquella lista pudo ver que había un nombre conocido

«Que suerte, un año completo con esta maldita bruja» pensó mientras sin esperanzas le agradeció a la secretaria y corrió para alcanzar a sus amigos.

¡Hola bellas! Nueva lectora aquí Debo decirles que me ha encantado todo: la idea, la presentación de los personajes, el primer capítulo. Tengo mucha intriga por saber por qué la imagen de Victoria en la escuela puede verse afectada. ¿Qué hizo su padre? He de admitir que la personalidad de Victoria no me resulta muy agradable, por lo que quiero ver cómo la van a ir desarrollando a medida que transcurren los capítulos. Ya quiero leer más, espero que puedan seguirla pronto.
PD: ¿Aún se puede participar de las inscripciones? De ser así me encantaría enviar mis fichas
Besos [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]  

¡Holaaa! Muchas gracias por aceptar mis fichas Me emocioné mucho al ver a mis personajes junto con el resto, es que amo cómo están presentados Me encanta también que estén dispuestas a recibir comentarios en cuanto al desarrollo de nuestros personajes, aunque sé que van a hacer un trabajo estupendo con respecto a eso. Con respecto al personaje que más me llamó la atención, aparte de Victoria, creo que es Emma.
Well, estoy muy emocionada por continuar leyendo así que espero puedan actualizar pronto
Besos
PD: También me gustó el gif de la medusita c:

Los pasillos de la gran academia se encontraban casi vacíos, solo unos pocos estudiantes seguían rondando por ahí, a pesar de haber pasado casi toda su vida en aquella escuela había caras que eran totalmente desconocidas para él, en especial los de primer año.
Matt caminaba con un semblante bastante confundido mientras seguía el conocido pasillo hasta el gran salón 141, salón en el cual había empezado sus estudios junto a un grupo de compañeros. Su semblante cambió repentinamente cuando vio una cara conocida a las afueras del salón, como siempre e igual que él, llegando tarde.
—¡Martell! —gritó llamando la atención de la castaña que le estaba dando la espalda, quien una vez escuchó su apellido se dio la vuelta y sacó sus audífonos, intentando reconocer la voz de quien le hablaba y una vez lo hizo esbozó una gran y amplia sonrisa. —Empezando el año tarde, ¿eh? —se rió aceptando el abrazo de la castaña.
—No empieces, tú llegaste incluso más tarde que yo. —Desde que ambos se conocieron, solían pasar tiempo en la oficina del inspector, por alguna razón cuando uno de ellos la cagaba, el otro solía ser arrastrado también, era una amistad caótica, pero pura, decidieron que serían mejores amigos cuando ambos perdieron su primer diente de leche por culpa de un cabezazo.
—¿Sabes por qué hay tantos nuevos? —preguntó recostándose en la puerta del salón, esperando a que el tutor a cargo del curso entero los dejase pasar.
La academia asignaba un mismo salón para cierta cantidad de estudiantes, de esa manera lograban tener una mejor comunicación entre ellos y no solamente se basaban en ir y venir entre distintos salones de distintas materias como en otros colegios. A cada curso les entregaban un tutor, quien sería responsable de la relación de los estudiantes y su progreso académico, quizá, para muchos era tedioso, pero para aquellos que no tenían con quien contar, les servía de sobremanera.
—¿no sabes? —preguntó la castaña recostándose en la pared, cerca de él. —Por dios Matt, Victoria se quejó todo el verano de, ha volcado cada célula propia en hacerles saber que no los quiere aquí. —al ver la confusión del castaño suspiró, para luego continuar. —La academia abrió sus puertas a estudiantes becados, excelencia académica, deportes y esas cosas que no te hacen ser un idiota como tú
—¿Entonces ya no seremos todos ricos? Estoy harto —Se burló recibiendo un golpe en sus costillas y rápidamente se disculpó con una sonrisa burlona.
Finalmente, el tutor abrió la puerta del reconocido salón 141, lugar donde peleas, fiestas y los peores dramas habían sucedido, la gran mayoría de los estudiantes conocían al grupo, todos eran completamente diferentes y cada uno con una personalidad más caótica. Russo, el tutor, les dio una charla de al menos unos cinco minutos, igual de insignificante para la mayoría como cada año, indignado por su llegada tarde el primer día a clases y lo poco responsables que serían si entraban con esa actitud a la universidad si es que lograban entrar.
—Entren. —ambos castaños le agradecieron al cielo cuando el tutor terminó y entre pequeñas risas compartidas entraron, encontrándose con aquellos compañeros que habían dejado de ver hacía dos meses aproximadamente, cada uno saludó a sus más cercanas amistades y se sentaron en sus asientos usuales.
A unos cinco a diez minutos de charla entre los miembros del salón, nuevamente el tutor entró, obteniendo la atención del salón completo, aclaró su garganta y comenzó un discurso de equidad, discriminación y del por qué todos debían ser caritativos, para finalmente darle la bienvenida a quienes debían ser sus nuevos compañeros.
—Esto es estúpido. —Se escuchó desde los asientos de adelante, la voz provenía de Victoria y todos los presentes que la conocían comenzaron a mirarse entre sí, esperando sus peores comentarios, sin importarle que los nuevos estuvieran frente a ella. —Estamos en el último año, es ridículo echar a perder el curso de esta manera.
El salón se quedó en silencio, esperando el primer debate del año entre el señor Russo y D’Angelo, pero de manera estratégica se quedó callado y solamente dijo.
—Victoria, no es necesario tu comentario. —Espetó con un semblante serio y una mirada llena decepción, para luego girar su cuerpo y hablarle a los nuevos estudiantes, quienes entre miradas de enojo y asombro tenían su mirada en Victoria.
De forma calmada, el tutor comenzó a nombrar a los nuevos estudiantes, de forma alfabética, comenzando con Crossley Kaia, Gwan Jayden, Jensen Mason, Stone Emma y Wadsworth Mattheo. No dijo nada con respecto a las becas, no dijo quién era o no becado, no sería capaz de hacer aquello teniendo en cuenta que existían en aquel lugar personas con ideales bastante cuestionables.
—No es necesario omitir quienes son los becados, eso se nota. Se puede salir de la mugre un momento  pero ella jamás saldrá. —Murmuró la pelinegra desde su lugar, lo suficiente alto para hacerlos sentir mal. El silencio abrumó al salón y nadie sabía donde mirar. Dirigir la mirada hacia los nuevos se sentía desafiante y mirar hacia otro lugar se sentía inadecuado.
El tutor invitó a los nuevos a tomar  asiento en los lugares disponibles y llamó a Victoria para conversar con ella a las afueras del salón. El silenció nuevamente se apoderó del lugar mientras que los nuevos integrantes del grupo tomaban asiento, todos querían evitar sentarse con aquellos que ya se encontraban en aquella academia desde antes, algunos de allí ni siquiera querían entrar, pero sus tutores legales les obligaron a aceptar tal oferta, que no podemos negar que es lo mejor que les pudiera pasar en sus circunstancias pero si era demasiado que afrontar.
Intentaron sentarse juntos, unos más adelante que otros, pero con el fin de estar cerca, después de todo serían solo ellos contra los prejuicios y, saber que eran más en aquella situación les ayudaba a sobrellevar todo.
Andrew fue el primero que se levantó para acercarse a hablar con los nuevos, queriendo saber más información sobre ellos y darles una cálida bienvenida. Sus pasos fueron seguidos por Jacob quien con una dulce sonrisa saludó a los nuevos.
—No se sientan mal por Victoria, siempre reacciona así ante los nuevos. —Una voz dulce y calmada salió desde los labios de Kaylee, algo similar había ocurrido con ella el año anterior, Victoria no dudó en lanzar el veneno que tenía y hacer sentir mal a la dulce chica. —Por lo demás, todos son buenos chicos. —sonrió, ella solo es una manzana podrida.
—Espero que alguno de ustedes se una al equipo de baloncesto, necesitamos ganar este año, es nuestro último. —Jacob dejó escapar una pequeña risa mientras hablaba, de cierta manera le emocionaba conocer a más personas.
—Ignorenlo, es pésimo como capitán. —Ivory soltó logrando que todos en el salón rieran, mostrando el compañerismo que existía en aquel lugar.
Mason no sabía si contestar aquello, no sabía si decir que había obtenido la beca de deportes gracias a su excelente desempeño en aquel juego, ¿sería muy presuntuoso de su parte presentarse como el mejor en los deportes? ¿o sería su pase directo a tener más amigos?. Aquella incomodidad la notó Matheo, era bastante observador y tan solo pisar aquellas instalaciones sus sentidos se pusieron en alerta.
—Ya veremos. —respondió con un semblante serio y de forma inconsciente, haciéndoles notar a los demás que no serían su pequeño experimento. 
Los demás simplemente observaban, para ser el primer período los ánimos ya se calentaban sobre todo con Matheo y Catherina, quienes creían que con su mala suerte, también los llevarían a hablar junto con Victoria, quien se encontraba de brazos cruzados e ignorando cada palabra que salía del tutor.
—D’angelo, se que estás pasando por un proceso difícil en estos momentos, pero debes entender que no es excusa para tratar así a los demás, si necesitas ayuda sabes que puedes contar con las instalaciones de la academia y conmigo para… —y antes de que siguiera hablando, Victoria lo cortó en seco, con su cuerpo emanando ira e indignación. 
—No sabe absolutamente nada de mí o mi familia y antes que vuelva siquiera a mencionar ese estúpido rumor nuevamente, lo arreglaremos en dirección. —Su mirada era completamente seria y fría, sin emoción alguna además de la indignación. — Deseo que sea la última vez que hablamos de esto o espero que esté familiarizado con pasar lo que resta de su aburrida vida en la cárcel por acosar a una chica de preparatoria—Esto último lo dijo apretando su perfecta uña acrílica contra el pecho del tutor quien se limitaba a mirarla— Gracias. 
No dejó que el tutor terminara su discurso y entró furiosa al salón, sentándose en su lugar usual y con la mirada al frente mientras que ignoraba todos los ojos que murmuraban sobre la situación en tanto ella solo cruzaba brazos y piernas, quizá su lenguaje corporal no la delataba pero por dentro la rabia y la desesperación la consumían.
El primer período transcurrió rápido, los viejos amigos se reunían para tomar el desayuno mientras que los nuevos intentaban pescar los asientos que quedaban disponibles y si corrían con la suerte de que les concedieran el asiento. Un grupo de chicas caminaba ganándose algunas miradas curiosas ante su acalorada e “importante” conversación sobre si una vez que salieran de la escuela su objetivo serían el nuevo par de zapatos de Jimmy Choo o un lindo traje de baño para aprovechar el buen clima antes de que llegara el otoño, después de eso algún antojo donde se abriría otra discusión por lo que comerían.
—¿Segura que no quisieras ir con nosotras? — Kay le suplicaba emocionada a Emma quien solo se apretaba los labios pensando su respuesta— Te prometo que si nos acompañas yo misma paso a recogerte 2 semanas a tu casa — la chica se puso la mano en el pecho como si estuviera proclamando algo ante el gran jurado en una corte mientras las demás solo se reían.
—No lo sé, es que quedé con mis padres que en cuanto saliera de la escuela me iría directo a casa —La morena buscaba en su mente una excusa para disminuir la atención en ella —además me queda algo lejos para regresar— musito cuando acomodaba un mechón de cabello detrás de su oreja como si ello ayudara a calmar un poco sus nervios.
—Por favor Emma —Las chicas le miraban suplicantes y la castaña solo asintió provocando el grito de las demás quienes saltaban emocionadas —nosotras te llevamos a casa, te lo prometemos
Por otro lado, al final del pasillo se abría lentamente la puerta y de ella se asomaba una chica en espera de que el corredor se encontrara completamente vacío, acomodó un poco su uniforme y salió caminando rápidamente seguida de una figura masculina que se limitó a poner la corbata y caminar en dirección contraria. 
Merendando debajo de un árbol se encontraban Cath e Ivory quienes conversaban sobre si lo mejor para la segunda sería seguir entrenando con la primera por las tardes. 
—¿crees que después de ayudar por 2 horas a unos babosos a pasar química 1 durante 2 horas voy a tener cabeza para ir al gym contigo a que me partas la cabeza?. —Ivory solo abría más los ojos mientras se indignaba al ver como Cath reía — Pensándolo bien, sí, párteme la cabeza  
—No pensé que fueras una llorona —acompañó a su amiga quien se había recostado en el césped —Además solo serán 2 horas también, no fuera tu sabes quién porque ya me hubieras querido arrancar la cabeza tú a mi
—Quien te apuesto que si quisiera arrancar su propia cabeza es  Vicky —aseguró divertida la otra
—Su amiga se irá de nuevo a detención —llegó Kaia poniendo su libro en el piso—ya debería comprarse un departamento aquí —soltó una carcajada mientras le daba una mordida a una manzana.
—Si no es que un condominio —rio Cath recordando lo que había pasado horas atrás —No sé qué haremos con ella, su actitud es cada vez más agresiva y yo me siento muy incómoda de verdad ¿no crees?
—Gracias al cielo no es mi amiga en absoluto —comenzó Ivory —¿tu crees que ella haría algo para salvarte? A ella no le importa nada lo que se ve —miró a ambas con una ceja levantada mientras las otras dos solo se miraron entre sí.
—No me explico cómo es que no la han expulsado —frunció el ceño Kaia— es decir, haberle pegado con una bandeja a otra chica y hacerse la víctima con el estúpido argumento de que según ella la había intentado robar, de verdad es bruta.
Las 3 amigas se quitaron las hojas del uniforme y regresaron a sus respectivas aulas. Durante el cambio de período había un mar de estudiantes que regresaban con prisa a sus salones. Victoria caminaba sin apartar la vista de su teléfono mientras la cara se le descuadraba cada vez más mientras leía el mensaje.


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