Badlands | Novela Colectiva.

Hola, bueno aquí dejo mi comentario. Perdón si es muy corto y un poco porquería, pero como es costumbre en mí debo bastantes y debo economizar en tiempo xd. Espero con ansias el capítulo de Zoe

Roman:

roman:

esta tarde noche os dejo el capítulo  

CAPITULO 05

day 397/398, what a shitt. just give me a drink.

El sol irradiaba furioso contra la radiación del ambiente, de ese que en el pasado o te ponías crema solar o caías en el peligro de convertirte en una gamba andante. Sin embargo ahora era como estar en el desierto, si tenías la piel mucho rato contra el sol corrías el riesgo de que te salieran sarpullidos o quemaduras.

Thalia se puso sus improvisadas gafas de aviador que tenía en la guantera sobre la cabeza, algo le decía que un día tan caluroso traería consigo otras consecuencias. Acomodó la tela que le cubría la cabeza sobre los hombros y hizo un débil nudo para seguir cubierta durante el tiempo que estuviera conduciendo. Un golpe en la parte de detrás le  anunció que era hora de irse de la colonia y ir a trabajar, los gemelos estaban en la parte descubierta posterior haciendo como vigías. Menuda suerte la suya tener que soportar a cada elemento insoportable, pero siendo hermanos y gemelos era superar el promedio de idiotez y superioridad hombril soportable. Respiró hondo y puso la marcha hacia adelante.


Los gemelos tenían una capa sobre el cuerpo de una mezcla propia destinada a los guerreros de la colonia, sal, arena y harina. Deseaba que no se hubieran cubierto bien el cuerpo y el sol, divino de la naturaleza, les proporcionarán los sarpullidos que se merecían. O que viniera una de esas lluvias con cierta acidez y les quitara su piel protectora.
Cualquiera que viera los pensamientos de Thalia pensaría que estaba exagerando, pero después de más de un año conviviendo con el estúpido ejército y sus soldados estaba harta de sus tonterías y su adrenalina pura de machirulos. Pero qué podía hacerle, era de lo único que se alimentaban y en cierta parte ella también, aun que no había llegado al extremo de colocarse con el resto del olor de la gasolina que quedaba en los depósitos antes de llenarlos, una práctica muy común entre sus "compañeros". Le parecía que era lo suficientemente estúpido como para no rebajarse a ese nivel, además era su comandante y tenía algo con lo que amenazarlos o juzgarlos. A esto se suma su historia con los gemelos, si los ves con una apariencia muy punky pero que al final habían acabado pareciendo skins. Rapados, delgados, tatuados con cortes que ellos mismos se habían proporcionado llenándolos de tinta y tan demacrados que no tenían nada que perder y como no, el padre de todos era su dios. Al fin y al cabo ellos eran parte de su séquito y cuidaba muy bien a los suyos, los hartaba de leche y putas —mujeres y niñas— que violaban sin cesar. What a wonderful world.

Cuando Thalia fue puesta como comandante estos trataron de hacer que no llegará nunca, le trucaban los carros, la insultaban y la anulaban como ser humano, también la agredieron y trataron de matarla. ¿Por qué? Por que una jodida mujer que estaba enferma en fase 2 había llegado al mando antes que ellos, pero ella simplemente seguía su instinto y cada posibilidad la aprovechaba como la última. Así que tras el intento de su asesinato en una de las misiones un día acudió a sus dormitorios y les proporcionó un regalo que recordarán el resto de sus vidas, al estar tan colocados ni se inmutaron.

Sonrió al recordar su regalo, aunque más tarde se apenó por sí misma y volvió a sentir la agonía cogida en el pecho. Apartó el retrovisor intentando acoplarlo para ver la carretera y obviar su rostro o cualquier otro, en este momento mirarse al espejo era lo último que quería hacer. Pero eso no hacía más que transformar sus emociones, y una rabia enorme l empezó a sobrecoger hasta hacerle chirriar los dientes. Vio lo que se avecinaba más allá de la carretera y apretó los labios, era hora de dejar de pensar. Se colocó las gafas y apretó el acelerador a todo gas en dirección recta hasta el final de la carretera, donde una tormenta de arena empezaba a tomar forma.
El resto del escuadrón se unieron a ella, aumentaron la velocidad y empezaron a quemar gasolina. Ella sabía lo que quería y era rapidesa, quería sentir la velocidad en sus entrañas, lograr ver unas líneas horizontales por paisaje y sumirse cuanto antes en la tormenta que les deparaba para traspasarla cuanto antes. Velocidad y los ojos bien abiertos, eso es lo que se necesita.
Una vez entrados en el medio de aquél caos empezó a reducir un poco el velocímetro, sabía que dentro más valía ser paciente que demasiado veloz. Sus compadres le propinaron un par de insultos llamándola gallina por haber reaccionado así, unos Racewasps decidieron tomar el mando y adelantarse, ella los dejó. Tan solo unos kilómetros más allá un remolino de viento los lanzó fuera de la carretera, paletos. Después de veinte minutos llegaron al final y con este de nuevo el cielo amarillo huevo radiante.

Pasaron al menos un par de horas o más en la carretera, tenían que buscar un lugar grande no se trataba de algo rutinario. Dejó caer un poco la velocidad para visualizar el mapa que tenía guardado, en breves pararían en busca de un polígono probablemente inexistente.


A la izquierda de un desvió que entraba en una zona más frondosa compuesta por árboles y restos de civilización. Advirtió varios almacenes algunos a medio construir y otros desvalijados, decidió pararse en un almacén de una empresa de transporte de mercancías.

La nave estaba bastante conservada por fuera, a excepción de la pintura casi inexistente por el sol que solía asomarse en dirección a la pared de la entrada, habían habido un par de artistas callejeros que se habían atrevido a perpetuar aquel lugar por su débil interpretación probablemente unos niños que se habían encontrado unos botes de pintura, estaba rodeada por restos de cajas y esqueletos de camiones, los cristales habían sido perforados, la puerta principal sin embargo se veía vieja pero aún así permanecía cerrada con un candado. Contempló pensativa el edificio y se preguntó si sería capaz de encontrar algo, pudo ver como a la derecha había una de las entradas de camiones con una abertura medio abierta, decidió coger ese agujero como vía de entrada.


Entonces lo vio, uno de los signos que esperaba no volver a ver en su vida, una flecha esculpida a mano con una punta afilada de metal que podía haber sido hecha fácilmente alrededor de dos o tres semanas para corregir la dirección y que de verdad pudiera ser útil. Ty, pensó negando con la cabeza mientras la alcanzaba y hacía un pequeño esfuerzo por sacarla de la pared, de detrás cayó una golondrina con el ojo perforado. Permaneció un rato admirando la flecha, seguramente era la última que le quedaba y se habría obligado a usarla. Admiró el tallo de la madera y el débil trabajo de soldadura y sujeción de la punta, en la colonia podría mejorarse fácilmente. Un fuerte golpe se escuchó más allá haciendo eco por toda la planta, junto al estruendo se escuchaban un par de risas juguetonas; rompió la flecha en dos.

Cogió la bolsa que se había permitido dejar en el suelo mugriento y salió disparada en busca de la fuente del ruido. Al llegar no vio nada, solo unas cajas que habían sido derribadas en el suelo, eran latas de conserva y algunas de ellas estaban perforadas. En los pilares los gemelos trataban de trepar hasta arriba, imbéciles. Hizo un esfuerzo por no sobresaltarse pese a que sentía como la sangre empezaba a hervirle como una cazuela en el fuego intentando llegar a su mente.

Un par de piedras golpearon a cada uno en la nuca con perfecta precisión, me giré extrañada y me topé con una rubia que seguía sujetando un par de piedras en la mano de manera amenazadora y miraba al par de idiotas: — ¿Es que acaso nadie os ha enseñado a cerrar el pico en una misión? Se os oye desde fuera.

Después reparó su mirada en la morena y movió la cabeza antes de marcharse; gracias.
Cuando Phil y Lil* bajaron se toparon con su comandante con el ceño fruncido y mirándolos fijamente. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca les abofeteó de manera que les dio a ambos de una sola vez, después cogió ambas cabezas y las chocó.

— ¿Cuales son las únicas reglas en este tipo de situaciones? —preguntó y ninguno respondió, a lo que ella reaccionó dándole una patada en las partes bajas a uno y un puñetazo al otro— ¿Es que creéis que esto es un juego? — Ambos negaron con la cabeza posando con su cara de arrepentimiento- Repetid conmigo: mi trabajo es proteger a mis compañeros, preservar la colonia, dar mi vida por el padre de todos. —Lo repitieron lentamente— En las misiones no tengo que ser un estúpido que se pone a jugar con todo lo que se topa, no tengo que generar ningún tipo de rastro detectable y sobretodo no debo hacer ruido. Mi vida y la de mis compañeros dependen de ello.

Repitieron al unísono con las cabezas cabizbajas, cuando acabaron ella respiró hondo y cuando notó su calma clavó las dos partes que le habían quedado de la flecha en la pierna que tenían disponible. Ambos gritaron de dolor tratando de quitársela, ella se acercó a ellos y les hizo el favor de sacarla tan lenta como dolorosamente pudo. Cuando acabó se la metió en un bolsillo trasero y añadió: — ¡Andando! Y recoged todo lo que habéis tirado y las cajas.

No supo porqué, ni qué fue lo que la hizo hacer aquel gesto tan estúpido pero volvió al lugar donde se había encontrado la flecha cogió el animal que yacía en el suelo y lo colocó en un rincón de la pared, después simplemente añadió sorry con la sangre que seguía en su mano. Ahí yacía en el suelo un animal muerto de hacía al menos un día y su palabra en la pared, casi parecía un altar de un muerto. El corazón le dió un vuelco, se sentía estúpida por tener esa pizca de esperanza. Recogió varias cosas que podían servir a su alrededor y se preparó para salir de nuevo.

Al llegar donde se habían parado todos los carros y habían formado un débil e improvisado campamento que estaban recogiendo, observó a la chica de la melena rubia a lo lejos y hizo un esfuerzo mental para caminar hacia allí. Creía saber su nombre, Vela, aun que no había entablado una gran conversación con la chica se sentía alagada por que al menos hubieran algunas dentro del equipo lleno de testosterona.

— Hey, solo quería darte las gracias por lo de antes. Esos dos no son nada fáciles de manejar... —se sintió como si fuera el primer día de clase y tuviera diez años, y se enrabietó consigo misma por su estúpido comportamiento. Señaló su piel y añadió: —Y oye si alguna vez te apetece marcarte algo puedes pasarte cuando quieras y te haré uno, corre por parte de la casa.
— No fue nada, a mi también me estaban molestando los ruidos que procedían. Y gracias, supongo…

Thalia se esforzó por esbozar una sonrisa pero ante la imposibilidad del acto movió la cabeza hacia arriba con un gesto amigable y salió corriendo hasta su cubículo en el asiento de piloto de Elvis.
Al llegar se dejó caer un rato sobre el volante sintiéndose de lo más ridícula, agarró el volante con fuerza y hizo que las lágrimas que amenazaban por salir volvieran atrás. Después contó hasta diez, respiró profundamente y dejó salir sus males cuando expulsó el aire de sus pulmones. La flecha no era de Ty, no importaba su comportamiento si no le importaban las personas con las que trataba y además, era hora de llegar a casa y descansar.

Arrancó el motor del coche y escuchó el unísono de los restantes, era hora de volver a la carretera. De fantasear con girar el volante y cambiar el destino, de respirar el cálido ambiente deseando caer enferma para solo sentir aquel dolor. Irónicamente se encontraba mejor que cuando estaba sola o cuando estuvo con los Desert Wolves, los temblores no eran tan constantes y no solía tener demasiados sarpullidos que le dieran por culo.

El viaje a casa se le hizo constante pero bastante liviano, tal vez fuera por que no permitió bajar bajo ningún concepto, por que no habían tormentas ni ningún elemento de la naturaleza que dificultará su llegada solo el sol que amenazaba con empezar a bajar del cielo y esconderse.
Al llegar al igual que siempre les recibieron con vitoreos de victoria llenos de esperanza, alabando a sus héroes de guerra, sus salvadores del infierno. Santas mentiras ¿que haría esta gente sin ellas?

Al aparcar en el garaje dió unas cuantas instrucciones a los mecánicos y se marchó de allí. Fue paseándose por los pasillos rumbo a su habitación cuando pasó por el comedor de los guerreros y decidió entrar. Uno de ellos estaba contando una historia de terror, tal vez de algún libro o película que recordaba mientras los demás comían y bebían. Cogió un plato de migas de pan con un poco de carne proteica o cecina, se paró de pie mirando a sus compañeros algo apenada, después recordó que la mayoría decidió esa vida. Cogió una botella de vino que había en una mesa sin nadie que requiriera de su presencia y se fue a su habitación. Disfrutó bien de su querido manjar, no sabía cuánto hacía que no comía así o cuánto hacía que no le daba asco aquella comida, el caso es que aunque quiso devorarla lentamente lo hizo enseguida. Se puso a beber en solitario, sentía que hoy se lo merecía aun que no había hecho nada especial solo cosas rutinarias, pero de alguna forma la persona que se había levantado fuerte y furiosa se había ido debilitando a lo largo del día. Dejó la botella al lado de la cama y se levantó para asearse vagamente y cambiarse de ropa, después se lavó la ropa y la colgó en una cuerda que había improvisado de lado a lado de la habitación.

Iba a irse a descansar cuando sintió la necesidad de volver a su coche, le faltaba alguna cosa. Al llegar el garaje estaba prácticamente vacía por la excepción de dos trabajadores que hacían como si trabajaran pero les había visto beber tranquilamente. Al llegar a su coche buscó por todas partes pero no recordaba qué es lo que buscaba, se paró sentada un rato tratando de concentrarse, buscó debajo del asiento del copiloto y se encontró de nuevo la flecha. La guardó en su espalda y se dispuso a salir, en eso escuchó un ruido que provenía de una zona más oscura, donde se encontraba el gran camión. Al principio no pudo ver nada, pero luego sus ojos le advirtieron de una sombra oscura que se movía.

— Pon arriba las manos y acércate para que pueda verte.

Pensó que probablemente tendría que ir tras aquella persona, probablemente un ladrón en busca de algo que cambiar por alimento y acabaría siendo sentenciado. Sin embargo y para su sorpresa después de sobrepensar una figura femenina salió de entre la oscuridad. Era una chica joven, desde luego más joven que Thalia y tenía un voluminoso pelo oscuro y largo. No parecía estar asustada pero tampoco parecía dejar de tener miedo, se extrañó un poco ante su presencia y aún así decidió preguntar: — ¿Qué haces aquí?

— Solo me he perdido —respondió ella con una voz con algo de pena, Thalia arqueó una ceja.
— Uno no se pierde debajo de un camión. Hazme un favor, no me tomes por estúpida y responde honestamente.

La chica dudó y l final cedió: — Buscaba un escondite.

— Un escondite —apuntó.— ¿Debo creerme que tratas de esconderte de alguien aquí? —le preguntó con los brazos cruzados y la figura frente a ella asintió— Yo creo que tratabas de buscar una forma de introducirte en el camión sin que nadie pueda verte, has venido hoy a inspeccionar como eso sería posible porque eres menuda y sigilosa. Lo que quieres es escapar, y estoy empezando a plantearme que no eres la única que tiene esa idea, solo eres un comodín.

La chica se paró un rato dubitativa y al final cedió a decirle la verdad desesperada en busca de ayuda: — No soy un comodín, pero es cierto. Tengo que irme de aquí, si quieres podría pagarte todo lo que quisieras pero permíteme que yo y mis compañeros nos vayamos. Somos pocos, nos bajaremos en el primer lugar que pareis y no tendrás que hacer nada por nosotros solo hacer la vista gorda.

— ¿Crees que a mi puedes pagarme como a cualquiera? —preguntó desafiante Thalia, después sintió la desesperación de la joven y le ablandó— Quiero cien, además quiero más de diez objetos que puedan ser útiles de cualquier forma y también quiero otra cosa. Me pasaré un día por la armería y quiero un saco de flechas, ocúpate de que eso sea posible.

— Entonces ¿hay trato? —preguntó la joven pero la otra respondió dándole la espalda.
No podía creer lo que acababa de hacer, había desobedecido algo que se considera prohibido, algo que si la pillaban podía conseguir que la ahorcaran. Y sin embargo se sentía viva.

Solo hizo un par de cosas más antes de acostarse en su cama:
Lo primero fue acabarse aquella botella de vino hasta que no quedó gota.
Lo segundo fue coger su tela donde apuntaba los días, marcó otro pero esta vez más fuerte. Cuando se tumbó sobre el suelo miró hacia arriba hacia la pila, debajo un tarro de vidrio realizado con tela para que no se viera lo que había dentro. Ahí guardaba sus ahorros, ahí guardaba su salida y su libertad. Solo quedaban cien.

Spoiler:

Hola a quien quiera que lea esto; Primero que nada, muchas gracias por sus comentarios tan lindos, de verdad me llena de emoción y felicidad que el capítulo no me quedara tan kk jajaja, me esforcé en sacarlo en un día bc todo dejé al último momento    
En fin, de verdad les agradezco chicas, son geniales :D 
Ps; En el próximo capítulo habrá más interacción entre Odin y Charles; Además, se revelarán cosas sobre el pasado del mayor.

Ahora si, vamos con el comentario del capítulo nuevo;

Zoe :

CAPITULO 06

when there is no loyalty, nothing remains.

Oía mi nombre por todos los lados mientras andaba rápidamente hacia la salida sin voltear ni mirar a nadie. Me daba igual quién cojones estuviera llamándome, tenía que ir a la llamada que nos había llegado hacía escasos minutos; habían encontrado escondidos a unos mutantes casi en la fase 4, rondando alrededor de nuestra población y por lo tanto, de nuestra supervivencia.

Empecé a correr hasta llegar al primer transporte que estuviera en el camino y así partir hacia donde, supuestante, se encontraban esas abobinaciones. Íbamos todos los God's Army por cualquier incidente que pudiera ocurrir, siempre era mejor prevenir que curar, y llegado a estas situaciones y en dónde se encontraba el mundo, era mejor ser precavido.

No fue muy duro el trayecto, lo peor eran las vistas. Nada a kilómetros, solo arena y piedras. Las cuales siempre daba la casualidad que estaban en los caminos y pillábamos alguna, y como consecuencia, rebotaba en mi asiento y golpeaba la cabeza con el techo del transporte.

Thalia, la comandante de God's Army frenó en seco. Había que admitir que era una muy buena conductora, aunque su sola apariencia daba asco. Una mutante entre nosotros, y encima ladrando órdenes, ¿en qué estaba pensado El Padre de todos al dejarla que andara a sus anchas por todo nuestro campamento como si fuera alguien de nosotros? Podría ocultar sus cicatrices y sus sentimientos pero nunca llegaría a ocultar sus manos tan manchadas de sangre como las tenía.

Ella bajó, y como no, detrás de ella se encontraba su mano derecha, la cruel Hera. Eran tal para cual, cada una con sus peculiaridades pero, en circunstancias normales, podrían haber llegado a pasar por hermanas por sus carácteres tan parecidos. Cada día que pasaba, entendía menos al Padre de todos.

Bajé del transporte, mis ojos observando por todos los alrededores. Recorriendo y quedándome con la información que procesaban. Asegurándome de no dejarme ningún pequeño detalle.

— Kyros —gruñó Hera. De un portazo terminé de cerrar la puerta del transporte, y me aproximé a las guerreras con ojos manchados de sangre.

Abrí la boca para exclamar a Hera hasta que lo vi. Una cabeza escondida a metros tras una roca. Nada fácil de ver a primera vista pero no algo imposible.

Miré a Thalia. Ella ya estaba andando hasta allí con rapidez. Unos ojos azules me miraron, y lo supe. No quedaría ninguno con vida. Ninguno que pudiera dar el paradero de nuestro campamento. Ninguno que supiera que habían dos fieras escondidas en cuerpos de mujeres que protegían este territorio con sus vidas. Y una de ellas era como ellos.

Junté las cejas y me aproximé hasta la cacería de los mutantes que ocurriría en unos minutos, sacando mis dos dagas favoritas de mi espalda. Preparándolas, acariciándolas para comprobar que estuvieran bien afiladas. A mis espaldas, el ruido de la espada de la rubia siendo despertada de su lujoso sueño y poniéndola al corriente de lo que ocurría y lo que pasaría a continuación.

No hubo tiempo de palabras ni de preguntarles cómo habían llegado hasta ahí, ni qué hacían tan lejos de los territorios que solían estar. Ni si habían más de ellos en los alrededores. Zahera fue la primera en dar el golpe. Clavando su espada en el corazón de uno de ellos, quedando cuatro. Un sonido gutural profanó la garganta del mutante medio en el suelo. Solo bastó ese sonido para que Thalia reaccionara de sus pensamientos y fuera a por su izquierda, el más cercano a ella.

Y yo usé mis dagas para defenderme. Acabando con uno de ellos que estaba huyendo del lugar. Estirando mi brazo derecho hacia atrás y apuntando, conseguí darle en el centro de la cabeza. Cayó de un golpe al suelo.

Y sin saber cómo, yo también estaba en el suelo. Todo era un borrón. Todo ocurría muy rápido. Solo conseguía distinguir fuentes de sangre salpicando con alegría al suelo y a las ropas de las guerreras. Un dolor persistente en la pierna derecha y mi espalda apoyada en el suelo, contemplé el cielo grisáceo mientras oía los golpes del hierro contra los cuerpos de los mutantes. Gritos y lamentos.

Intenté incorporarme y mis ojos se agrandaron al ver mi pierna. O bueno, lo que quedaba de ella. Solo era sangre, sangre y hueso. No había carne. Alguno me había atacado por detrás sin haberme dado cuenta, seguramente con alguna barra de hierro, por la pinta que tenía. Y todo se volvió oscuro. Y lo último que escuche fue un: Ni de coña sube en mi coche.


Dolor era todo lo que notaba. Un tormentoso dolor que subía por mi pierna derecha y se esparcía por el resto del cuerpo, llegando incluso a las uñas.

Intenté removerme y sin poder evitarlo de mi garganta salió un gruñido de dolor. Abrí los ojos y esperé unos segundos a que se acostumbraran a la poca luz que había y a que se enfocaran en los objetos que me rodeaban. Unos ojos marrones al lado de la salida me miraban sin nada de emoción en ellos. Y entonces lo vi, vi lo que estaba a punto de ocurrir.

— Se acabó para ti. Estás fuera de God's Armys.

Y el golpe retumbó en mis oídos. En mi lealtad y en mis entrañas.

—¿Qué? —Exclamé enfadado. No me esperaba un "¿cómo te encuentras?" pero tampoco me esperaba unas palabras tan dolorosas para mi orgullo y honor.
—No me sirves con una pierna sin carne. No me sirves si no puedes correr o defenderte bien por una pierna en mal estado.
—Después de todo lo que he hecho, ¿así me lo pagas? Tú no eres nadie para decidir si estoy fuera o no. Solo eres una maldita cambiante que se cree con derecho ha hacer lo que quiera

Y ahí estaba la bomba que llevaba tanto tiempo queriendo soltarle. Palabras afiladas y enfadadas.

La comandante avanzó unos pasos y dijo:

—Soy la comandante, y con mi equipo hago lo que me de la gana. No necesito a un inválido, solo serías un estorbo.

Zas. Giré la cabeza sintiendo la bofetada en mi cara. Mis ojos envueltos en llamas de furia. Maldita perra, pensé llevando mis pupilas hacia las suyas, alzando la cabeza declarando la guerra.

—Debe de ser difícil matar a los de tu especie. Mirar a tu alrededor y ver que no estás en su sitio querido. Que solo eres una mutante más. Y... —hice una pausa, saboreando la rabia en sus ojos— ser una vergüenza para los de tu especie. Una traidora.

La comandante dio otro paso hacia mí, estando casi cara a cara. Y cuando iba a pronunciar algo, alguien entro en las llamas de furia de la habitación. La segunda al mano miró entre los dos, divisando que algo estaba pasando y posó sus ojos en mí. Unos ojos llenos de astucia y sabiduría, sabiendo que no debía preguntar qué estaba pasando.

—Comandante, tenemos un problema.

Y tras esas palabras. Las dos se fueron, no sin antes Thalia mandarme una mirada de amenaza de muerte pero me daba igual. Me habían traicionado. Me habían humillado sacándome de God's Army, y ahora. Ahora iban a pagarlo porque yo no era un inválido. Era un soldado que dio su pierna derecha para que el resto de la gente estuviera a salvo, y luego me arrojaron a la basura, como si fuera simple escoria.

Esto solo acaba de empezar, pensé furiosamente planeando detalladamente en mi cabeza cuál sería mi próximo movimiento.

Hola a todos, primero que nada... ¡Bienvenida de nuevo Helena y me alegra mucho que pudieras subir tu capítulo! No te preocupes por la cantidad de palabras :D

Vamos ya al comentario de tu capítulo :)

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