Unfaithful

¡Siento tanto no haber visto esto antes! Yo estaba preguntándome porque Anto no subía capitulo, y ya lo había subido. u.u
What a shame... Pude haberlo leído antes si hubiera sabido también... En fin. Antonella, tu sabes que me encanta como escribes, y es imposible que no me fuera a gustar este primer capitulo! ¡Fue genial! ah! Que emoción... kjdfnkeef.... Pobre Kian, me imagino como se sintió. Mi novio una vez me dijo que estaba embarazado, yo le pregunte que de quien y el dijo que del espíritu santo. Es un poco tonto el pobre...
Pero sin duda, ame la conversación de Mack y Lexie, tan normal y poco llamativa, de esas que tienes todos los días a todas horas.
¡Matheo! Los torneos en la playstation son muy importantes, y como se siente el pobre. u.u
Y el pobre, ama a Mack pero parece que a ella no le llega su amor... Pobre...

—Despierta…

La voz de Lyla se escuchaba difusa en su mente. No quería oírla, solo quería seguir durmiendo. Pero allí estaba nuevamente…

—¡Despierta, Nolan! —Esta vez más fuerte que antes. El rubio soltó un leve gruñido antes de intentar girarse para evadir a la joven, pero por alguna razón no podía moverse. Refregó ambos ojos con la punta de sus dedos, obligándose a prestar atención a la realidad. —Amor… —La razón por la que no podía moverse era nada más que su novia, sentada sobre él.

—¿Por qué no me dejas dormir? —Preguntó a penas dejando ver sus ojos celestes, que se estaban acostumbrando a la luz del cuarto. Hablando de eso, ¿por qué había tanta luz? —Lyla… —La chica lo cayó con un beso. Delicado y discreto, como los que fue depositando lentamente a lo largo de su cuello y torso desnudo.

Nolan, aun somnoliento, notó que las percianas estaban levantadas hasta arriba, y las cortinas abiertas de par en par. Su cabeza cayó en la almohada y soltó un suspiro, la modorra parecía consumirlo y el colchón definitivamente amenazaba con tragarlo. Después de la noche anterior, no tenía fuerzas ni para decir “Buenos días”. Muy lejos de esto se encontraba Lyla, quien parecía no tener ni un rastro de cansancio, mientras continuaba su línea de besos cosquillosos hasta el borde de su bóxer. Nolan no pudo evitar reír.

—Detente, mujer. —Intentó jalar de sus muñecas para que volvieran a estar cara a cara, pero la chica solo le dedicó una sonrisa traviesa antes de seguir con lo suyo. —Ahora no, amor. —La voz ronca de Nolan solo lograba animarla más, ella sabía que en el fondo lo estaba disfrutando. Si algo había que a Lyla le gustaba, era hacerle la contra a su novio. En especial en situaciones como esta. —Lyla, basta. —dijo el chico, seriamente. Nolan jaló de ella con más fuerza, trayéndola hacia arriba de nuevo, pero ella no perdió oportunidad para sostener sus muñecas y mirarle de forma divertida.

—¿Qué pasa, cielo?, ¿anoche te dejé sin energía? —El chico solo dejó ver una vaga sonrisa, mientras inevitablemente sus pensamientos se transportaban a la noche anterior.

No era que no le gustara el sexo con su novia, simplemente que aquello era demasiado… intenso para él. No podía negar que la rubia era la chica más sexy que nunca había conocido, que más de una vez le había hecho tocar el cielo… —Lyla ¿quieres parar con eso? — Pero a veces era cansador. Esta vez, al hablar, elevó el volumen. Como si eso funcionara con ella. Lo miro con una expresión seria, directo a los ojos, claramente desafiante, Nolan no quería empezar mal el día, y soltó un suspiro. —Algún día vas a terminar por matarme, ¿lo sabes? —Acabó rindiéndose, mientras la rodeaba con sus brazos. Lyla sonreía victoriosa, pues sabía que no había discusión que ella no ganara, probablemente eso era lo que más le gustaba de su relación con Nolan.

Cuando lo conoció, nunca imaginó que llegarían a ser lo que son actualmente. Llevando ya dos años de noviazgo, todo comenzó con un par de bromas, de hecho a Lyla le gustaba molestar al joven desde antes de que comenzara a atraerle. No fue sino hasta que vio como el chico se derretía con tan solo verla, que decidió darle una oportunidad. Hasta el momento, se podía decir que era ella quien llevaba las riendas de la relación. Él no estaba seguro de eso, pero nunca había ofrecido resistencia a los deseos de Lyla. Y por deseos se refería a mantenerlo preso en su cama noche tras noche.

Nolan sabía que quejarse de eso era la cosa más estúpida que podría hacer, cualquiera de sus amigos probablemente mataría (incluso a él) por pasar una noche con su novia. Hace un tiempo, él también hubiera matado por ello. Pero establecer una relación con Lyla era más que saciar placeres para él, una relación implicaba comunicación, complicidad… y otras cosas que ellos no compartían. Pero viéndola en aquel momento, sentada sobre él, con el cabello rubio acariciándole las mejillas y sintiendo el aliento que soltaba en cada jadeo, muchos de sus principios le eran cuestionados.

—¿Sabes qué día es hoy? —Preguntó desde el baño, unos minutos después de lo acontecido, mientras se aseaba.

—¿Jueves? —Respondió, inseguro de estar olvidando algo importante. Lyla rodó los ojos y enjuagó la pasta dental de su boca.

—Hoy llega mi hermana, la que se fue a dar vueltas por Europa, ¿recuerdas? —Lyla aun no entendía por qué la hija de su padre tenía el privilegio de pasear por una decena de países de Europa, solo por haber nacido en Inglaterra. Sabía que ese había sido el deseo de su hermana durante mucho tiempo, que finalmente pudo hacer realidad como regalo adelantado de sus dieciocho años. Pero, vamos, ¿costaba demasiado llevarla a ella también? En cambio se había quedado allí, en América, con una fiesta de cumpleaños concurrida, se podría decir, pero no bien aceptada por su anfitriona, quien deseaba estar en otro lado. Pero mirándolo en retrospectiva, de haberse ido no hubiera conocido a Nolan.


—Honestamente, lo había olvidado. —Respondió él, desde la cama del cuarto, intentando peinar su cabello. Lyla no hablaba demasiado de su hermana (o más bien, media hermana).  No sabía si era porque existía algún tipo de pasado que le causara mostrarse apática con ella, o simplemente porque ella era así: siempre menospreciando a quienes más quería. Perdido en sus pensamientos, Nolan negó ligeramente con la cabeza. —¿Cómo era su nombre?


—Su verdadero nombre es Nikolina, lo eligió su madre, pero todos aquí le decimos Nina. Nunca le cuentes que pronuncié su nombre completo, es capaz de matarme con sus propias manos. —Nolan soltó una risa audible, le gustaría verla intentando. Lyla era sin dudas alguien difícil de domar, pero no le daba demasiada importancia. ¿Qué si alguna vez lo molestaron por mostrarse tan dependiente? Por supuesto, pero intentaba que la opinión de terceros no le afectara demasiado.

—Prometo jamás mencionarlo. —dijo, con una mano en el corazón y la otra levantada, en señal de un juramento solemne. Lyla rió y se sentó en el borde de la cama.

—Bueno, ya que no la recuerdas, probablemente tampoco recuerdes que le haremos una fiesta de bienvenida esta noche. Entonces vas a poder conocerla y congeniar un poco. —Comentó levantándose, con vistas de ir a desayunar. —De todas formas, ella no es tu tipo.
—¿Ah, no? ¿Y cómo es ella? —Preguntó Nolan, mientras comenzaba a vestirse. Aun debía asearse antes de bajar a desayunar, pero  le daba curiosidad el tema.

—Ella es… Ya sabes… Diferente a mí. —Lyla rió antes de por fin dejar solo al rubio. Levantó una ceja pensando en qué chica sería exactamente su tipo. Mientras se lavaba los dientes, se imaginó a Lyla de una forma diferente. ¿Más madura, quizás? Probablemente no era la palabra que buscaba. Menos mandona, y definitivamente menos terca. Menos orgullosa… y más interesada en hacer otras cosas, además de tener sexo, cosas como… viajar a Europa. Sí, Europa sería un lindo destino. Es decir, hay tantos lugares en el mundo, pero él había conocido poco y nada. Simplemente había viajado una vez a España, para visitar a su tía abuela, cuando  tenía dieciocho.  

Era lo que se podía describir como alguien reservado. Tenía sus amigos, sí. Pero no se parecía a ellos, menos en lo de correr riesgos y “disfrutar mientras se es joven”. Para él, no había disfrute en beber hasta vomitar, drogarse hasta que tu vida dependiera de una pequeña pastilla, o acostarse con chicas diferentes cada noche, como si no fuera una persona con sentimientos. Para él, el disfrute estaba en otras cosas, otros pequeños detalles de la vida que sabía que se encontraban allí, en alguna parte, esperando a ser descubiertos por él.

Nunca pensó que entablaría una relación con una chica como Lyla. Alguien tan diferente a él, con gustos y pensamientos diferentes, tan liberal y deseada por todos. Pero desde el primer momento que la había visto, había quedado encandilado por su belleza. A menudo le gustaba verla dormir, era cuando más tranquila estaba. Contemplaba apaciblemente las pecas que ella detestaba, que bañaban su rostro como salpicaduras de pintura, en una obra de arte. Su cabello rubio del color del oro, el cual siempre se preocupaba por mantener arreglado, cuando para Nolan despeinado era más hermoso. Y su cuerpo… Sí, no tenía nada de qué quejarse.

Una vez aseado, pero aun con el pijama puesto, bajó descalzo hasta la cocina donde se podía oír el sonido de las tazas golpeteando, mientras Lyla preparaba el desayuno. Nolan no era fanático de despertarse con tanta luz de día, pero lo primero que hacía su novia al despertar era abrir las ventanas y sus cortinas. Casi como si deseara que cada vecino en los edificios alrededor pudieran ver su intimidad. El departamento que compartían en realidad pertenecía a ella, y Nolan no quería meterse con ella y su derecho a hacer lo que se le plazca con su propiedad. Su padre, preocupado por asegurar el bienestar de sus hijas, pagó un departamento para ambas en la zona más residencial de Nueva York, a pocas cuadras una de la otra. El edificio contaba con más de veinte pisos, pero el de ellos poseía una planta alta para los dos dormitorios y el baño. De esta forma, su hija mayor podría dedicarse a sus estudios, sin necesidad de preocuparse por el pago del alquiler, ni mucho menos. Aunque cabía mencionar que Lyla había decidido tomarse “un descanso” de su primer año en la Universidad de Nueva York, donde solía estudiar Marketing.

—¿Y dónde será la aclamada bienvenida? —Le preguntó él, volviendo al tema de su hermana.

—Ah, entonces planeas ir. —Lyla, esperando que las tostadas saltaran al estar listas, miró por sobre su hombro, con una ceja levantada y una expresión de sorpresa fingida. Nolan se replanteó sus razones.

—¿Por qué no asistiría? —Se debatió él mismo.

—No lo sé, creí que no te parecería interesante conocerla, es todo. —Levantó su hombro derecho, como restándole importancia al tema.

—No seas tonta, es tu hermana.

—Media —recalcó— hermana. No venimos del mismo vientre, Nolan. —Comentó mientras dejaba los ingredientes para su desayuno, justo frente a él. La mesa los separaba, y ambos miraban a los ojos del otro, como queriendo descifrar algo que no se atrevían a preguntar, pero que era demasiado tonto como para decirlo en voz alta. Pronto corrieron la vista y continuaron con lo suyo.

—Será en su departamento, supongo. —Ya no parecía tan entusiasmada como antes. —Te sorprenderá saber que es más grande que este. —Rió con desgano, pero el rubio rodó los ojos.

—No empieces, ¿sí? —Dijo en tanto untaba mantequilla en la tostada. Su novia hizo una mueca de inocencia pura.

—Solo digo… —Pero antes de terminar, la mirada de Nolan la cayó. Bien, no quería empezar el día discutiendo, así que cerraría la boca, solo por esta vez. —Le pediré a papá la llave, para preparar todo antes de que llegue. —Dijo antes de proponerse a buscar el teléfono de su padre. Al pasar junto al joven, se arrimó a su oído suavemente. —Aunque te cueste creerlo, soy buena hermana. —Soltó una pequeña risa, mientras él negaba gracioso, sin creer su actitud. Se retiró no sin antes depositar un beso en su mejilla, dejándolo nuevamente solo con sus pensamientos.

Tan solo una hora más tarde, Lyla ya tenía el plan completo en su mente, sobre lo que debía hacer antes de la llegada de Nina. Se encontraba sentada en el sillón de la sala de estar, con el telefóno en una mano y el bolígrafo en la otra. Nolan avisó que almorzaría con su amigo Ayden, y que volvería a tiempo para ayudarla. Lyla no prestó mucha atención y sacudió la mano en un gesto de despedida desganada. Nolan bien sabía que a la rubia no le caía bien su amigo, así que sin darle importancia tomó las llaves del auto y salió del departamento.

Lyla invitó a sus amigos, amigos de Nina, y amigos terceros al departamento de ella para darle la bienvenida. La “pequeña” recepción sería a las ocho de la noche, más o menos un poco antes de que Nina aterrizara. Allí estarían todos esperando. Sonrió con satisfacción al imaginar la cara de su hermana, sin duda quedaría debiéndole no uno, sino mil favores después de aquella sorpresa.


A veces le costaba comprender qué era lo que sentía con respecto a Nina. La verdad era que se la pasaban discutiendo más de lo que se la pasaban riendo. Pero había momentos y momentos. Siempre habían sido muy diferentes. Nina no era exactamente la hija buena, pero sin duda las rebeldías adolescentes de Lyla aplacaban a las de ella. Para Lyla no había sido fácil aceptar que su padre, en su momento, había tenido otra vida, lejos de ella. Otra familia, otra mujer. Otra hija. Ella era muy pequeña para entenderlo en su momento, pero a medida que el tiempo fue pasando, las cosas se veían más claras para ella. Comenzó a mirar a su “hermana” de una forma diferente. Comenzó a comprender muchas cosas que antes no tenían sentido. Y principalmente comenzó a plantearse muchas preguntas, duras de responder, que al parecer nunca iban a ser respondidas. El tema era algo del pasado, algo prohibido en la familia, algo muy doloroso para todos. La madre de Nina había fallecido hace ya mucho tiempo, allá en Inglaterra, donde ella nació. Jack,  el padre de ambas, inmediatamente se había hecho cargo de su hija ilegítima, hasta decidió traerla a su casa, con su esposa y Lyla.


A la rubia no le gustaba imaginar que su padre había dejado de amar a su madre. Que en algún momento dejó de amarla a ella, o que la reemplazó. Cada vez que ese tipo de pensamientos venía su cabeza, intentaba distraerse lo más posible, pensar en otra cosa. De nada le servía ser rencorosa, y menos por hechos que conocía por palabras de otros, y no por sus propios recuerdos. Era demasiado pequeña cuando todo aconteció, como para recordar. Incluso Nina, sabiendo a medias la historia del romance de sus padres, le costaba recordar a su mamá y su vida en Inglaterra. Probablemente por eso Jack había accedido a que Nina volviera a Europa durante un tiempo, para sentirse más cerca de su madre. Hoy en día, Lyla más allá de las broncas, tenía un gran cariño con su hermana, aunque no lo demostrara seguido. Pero aquella fiesta sorpresa debía ser una muestra de afecto, sin duda.


Algo que seguía haciendo ruido en su mente era imaginar la reacción de Nolan a conocerla. ¿Se llevarían demasiado mal? ¿Algún día él entendería su dolor y enojo contra el pasado de Nina? Solo sabía que no quería averiguarlo, por el momento.

Nolan estacionó frente al Autoservicio, aprovechó para cargar gasolina y luego se pasó a ver a Ayden. El chico formaba parte del escaso número de amistades verdaderas que había podido desarrollar con el paso del tiempo. Se habían conocido en la secundaria. Eran tan diferentes como el blanco y el negro, pero encajaban a la perfección.


—¿Qué pasa, Nol? —Lo saludo él, al estrechar sus manos y compartir un abraso.

—No mucho. ¿Ajetreado el día en el trabajo? —Preguntó. Ayden solo hizo una mueca de desgano, quitándole importancia.

—¿Cómo va la convivencia con ese engendro al que dices novia? —Preguntó sin escrúpulos. Nolan soltó una carcajada silenciosa. Una mujer que estaba lista para pagar por sus productos, observó a Ayden de una forma muy extraña, frunciendo el entrecejo. Esto dio más gracia al ojiazul.

—No le digas así, por favor. —Pidió Nolan. Ayden rodó los ojos y terminó de atender a la mujer con amabilidad. Cuando se despidió, continuaron. —Vine a invitarte a almorzar, ya estás en tu horario ¿no?

—De hecho, llegaste justo a tiempo. Siempre tan puntual, niño bonito.

Ayden se quitó parte de su uniforme. Un par de minutos después estaban sobre el auto, camino al McDonalds más cercano, que estaba a solo tres cuadras del autoservicio donde Ayden trabajaba.

—Ahora hablando en serio, ¿cómo está Lyla? —preguntó el castaño. Nolan suspiró con pesadez, y su amigo inmediatamente reconoció los pensamientos que corrían por su mente. Desde el asiento del copiloto le dirigió una mirada de “te lo advertí”. Pero Nolan se hizo el desentendido.

—¿Porqué me miras así?

—Sé que es lo que sucede. —Se anticipó a decir su amigo. Esta vez fue Nolan quien rodó ambos ojos. ¿Era posible que él lo conociera así de bien? El rubio supuso que durante mucho tiempo, Ayden había sospechado, o al menos esperado, que algo fallara entre Lyla y él. Así como la rubia no lo apreciaba mucho, él tampoco lo hacía. Según Ayden tenía sus buenas razones para no aprobar la relación, pero aquellas razones resultaban ofensivas para la dignidad de su novia. Así que luego de varias discusiones, ambos habían optado por superar el tema. Pero claro que Ayden nunca cerraría el pico para esconder su mala opinión de Lyla, y con el tiempo Nolan aprendió a vivir con eso. Aunque Lyla… no tanto.

—Cuéntame. Descárgate con tu hermano, vamos. —Pero Nolan permaneció en silencio un poco más. Bastante sumido en sus propios pensamientos. Solo hasta que retiraron sus pedidos del local y volvieron camino al Autoservicio, disfrutando algunas papas fritas, volvió a hablar.

—Es complicado. —Soltó él. Ayden, que miraba atento el paisaje que corría fuera de la ventana del auto, sonrió vagamente. Para él, no era tan complicado. Lo complicado era decir la verdad de lo que sucedía, pero no iba a presionar a su amigo, y dejaría que este hable cuando viera la oportunidad. En el estacionamiento, luego de esperar pacientemente un par de minutos silenciosos, Nolan decidió expresar algunos de sus más recientes sentimientos.

—Las cosas con Lyla se ponen cada vez más extrañas. A veces siento que ella no tiene sentimientos por mí ¿sabes? Que lo nuestro es solo… carnal. —Nolan miraba hacia abajo cuando hablaba, se sentía tonto por usar la palabra carnal para describir su noviazgo, tampoco intentaba ser cursi, pero no había mejor manera de decirlo. —Nuestros días se redujeron a contar hasta diez, para que el enojo pase y no se genere otra discusión entre nosotros. Pero tarde o temprano la discusión llega, y siento ganas de mandar todo al diablo. Y por favor, no digas “te lo dije”.

Ayden sonrió infelizmente, sabía que su amigo recordaba bien las charlas que habían tenido sobre Lyla y un futuro con ella. Pero en aquel tiempo, era imposible hablar con Nolan. Sus ojos estaban tan enamorados de ella, que lo que sea que dijera entraba por un oído y salía por el otro.

—No quiero hablar más del tema. —Decidió él. Antes de que Ayden pudiera soltar palabra.

—Solo dejame darte un consejo. No desperdicies tu felicidad, Nol. Toma la decisión que tengas que tomar, por tu bien. —Nolan miró fijamente a su amigo. Supo cuál era la decisión que tenía que tomar, al mismo tiempo que supo que no sería capaz de llevarla a cabo. Él seguiría intentando hacer feliz a su novia, cuanto pueda.

Antes de despedirse, Nolan lo detuvo. —Olvidé decirte que esta noche habrá una fiesta en el departamento de Nina, la hermana de Lyla. Ya sé que ella no te agrada pero capaz te gustaría ir, al menos para hacerme compañía.

—Prometo considerarlo, luego te aviso. —Ayden sonrió. —Nos vemos.

—Así que… eres modelo. —Nina levantó ambas cejas, en señal de una sorpresa casi sarcástica, pero aún así rió. El castaño le caía bien, de hecho que de no ser por él, su viaje de regreso hubiera sido tremendamente aburrido, sentada al lado de algún señor mayor, interesado en contarle la historia de cómo se enteró que tenía artritis. Ezra era muy simpático, le resultó fácil tomar confianza con él. Hablaron de muchas cosas durante las horas de viaje y a Nina le agradaba la forma en la que la hacía reír. Sin mencionar lo guapo que era, claro.

—Así es, querida. Creo que te ganaste la lotería al sentarte junto a mí. ¿No te parece? —Nina puso cara de “No hablas en serio”. Ambos soltaron una risa, mientras la castaña negaba con la cabeza al recordar cómo un señor había confundido su asiento con el de aquel chico. Pudieron solucionarlo casi al instante y allí estaba él, sentado a su lado.

—En estas horas de viaje, creo que lo más me gustó de conocerte fue tu gran humildad ¿sabes? —Bromeó la joven. No mentía si decía que no había dejado de reír y sonreír durante todo el trayecto, escuchándolo contar todas sus experiencias vividas. Posiblemente el único momento que pasaron en silencio fue cuando Nina se quedó dormida a mitad de la película, sobre su hombro.

—Disculpa, olvidé que estaba hablando nada más y nada menos que con la Madre Teresa. —Comentó él, ya que era innegable que Nina no era demasiado modesta cuando hablaba de sí misma.

—Fingiré no haber oído eso. —Dijo mientras volteaba a ver por la ventana. Aquello no era más que un reflejo, pues de ver el paisaje no reconocería el lugar donde se hallaban. Todo estaba a miles y miles de metros más abajo. Después de varias horas viendo el océano pasar bajo la sombra del avión, finalmente pudo divisar las luces de la gran ciudad. Se acomodó mejor en su asiento. Sintió que el tiempo había pasado volando, y aun así le parecía que se había ausentado más que solo dos años. No estaba segura de si las cosas habrían cambiado en casa, pero no había duda de que ella lo había hecho durante su viaje.

Durante mucho tiempo, probablemente medio año o más, extrañó a su padre muchísimo. Cuando este había decidido cumplir con su sueño de conocer Europa, el continente donde ella había nacido, su corazón se hinchó de alegría. Estuvo ansiosa durante semanas, incluso al momento de despedirse de él, de Lyla y de Susan, su madrastra. Derramaron lágrimas, compartieron abrazos y nunca terminaron de despedirse realmente. Pero cuando estuvo sola en el asiento del avión, volando, comenzó a pensar en que cada minuto que pasaba, se alejaba otros cientos de kilómetros de su familia. Cada hora que pasaba, estaba más sola, y más sumergida en la independencia. Aunque no del todo, puesto que faltaba otro año más para que cumpliera los dieciocho. La idea que tanto le gustaba comenzó a asustarla. Por un momento muy corto pensó ¿y si no soy capaz de mantenerme a mí misma sana y salva?

Gracias al cielo no había vivido inconvenientes durante su recorrido por tierras desconocidas. Pero había aprendido lo mucho que en su momento necesitó de la ayuda de su padre, y también tuvo que aprender a despojarse de eso, y comenzar a caminar por su cuenta. Hablar con desconocidos si era necesario, pedir ayuda en cuanto la necesitara, hacerse respetar si alguien quería pasarla por alto, y principalmente no entrar en pánico si surgía algún inconveniente. Sí, definitivamente había cambiado. Ahora se sentía más segura de poder contra lo que se le viniera encima allá en Nueva York, pues había aprendido cómo hacerlo.

Se preguntó otra vez, como cada día durante aquellos dos años, como estaban su padre y Susan, cómo estaba Lyla y cómo le estaba yendo en la facultad, ¿Se habría enamorado? ¿Con qué sorpresas se encontraría? Lo único que deseaba al terminar de pensar en todo esto era que el trato para con ella nunca cambiara a causa del tiempo en el que no estuvo.

Pasó el resto del tiempo pensando en lo que había vivido, y también recordando cómo eran las cosas antes de haberse ido. Cuando el momento se acercaba y Nina continuaba pensativa, Ezra la golpeó levemente con el hombro. Al girarse se encontró con una gran sonrisa, encantadora y brillante.

—Señorita, su vuelo está por arribar. —La mirada chispeante del chico solo lograba ponerla más nerviosa. Afuera el cielo pasaba de ser anaranjado a un azul oscuro, lleno de estrellas. ¿O eran las luces de su querida Nueva York? No lo sabía, pero le alegraba estar en casa.

Un buen tiempo después, pudo salvar sus valijas de la marea de gente desesperada por llegar a Dios sabe dónde. Lo único que pensaba en aquel momento era encontrarse con todos sus seres queridos al cruzar la puerta al final del pasillo. Antes de despedirse, intercambió números con Ezra, para no perder el contacto. Seguramente en un futuro cercano volverían a encontrarse. Lo perdió de vista casi al instante después de pasar por los controles de seguridad, pero estaba muy nerviosa para seguir pensando en eso. En cada paso que daba, las valijas le pesaban un poco más. El cansancio del viaje se estaba haciendo sentir. La puerta estaba tan cerca, cada vez faltaba menos para el reencuentro. No podía esperar a ver la cara de…

Nadie. ¿Nadie? Girando su cabeza lado a lado, su mirada viajaba por toda la plataforma, mientras decenas de personas corrían a encontrarse con sus familias, chocando con Nina, que al parecer no era más que un solitario estorbo en medio de tal carrera a la alegría. La verdad era que no entendía nada. ¿De verdad, nadie? Su celular ya estaba habilitado para llamar, y lo revisó unas veinticinco veces en diez minutos. Pronto, su mirada se encontró de casualidad con un cartel que llevaba escrito Kozlov-Ackermann. Su corazón dio un vuelco, se paró de donde se hallaba sentada de un brinco, y corrió lo más rápido que pudo, esquivando a la multitud de personas que se le cruzaban. Aun no veía el rostro de su padre, o hermana, pero sabía que allí debían estar.

Sin embargo, cuando se topó con el cartel, quien lo sostenía era un completo desconocido. Nina analizó el rostro del joven, buscando en su memoria. Quizás sí lo conocía y lo había olvidado, ¡Qué vergüenza! Pero no podía ser, con seguridad sabía que de haberlo conocido lo recordaría.

—Disculpa, ¿te conozco? —Intentó suavizar la pregunta lo más que pudo, pero era imposible que no sonara mal. El rubio abrió los ojos grandemente al darse cuenta de que estaba parado justo en frente de él (varios centímetros más abajo, claro.) Una sonrisa de sorpresa y timidez genuina se formó en sus facciones. Nina también sonrió al saber que al menos alguien estaba feliz de verla.

—¿Nina? —Le preguntó él, aunque la pregunta fuera medio obvia, Nina asintió como si la hubieran nombrado en la premiación de los Oscars. —Disculpa, no sabía si podría reconocerte. Eres muy diferente a tu hermana… —En el rostro de la joven se leyó la confusión. —Disculpa, no nos conocemos. Me llamo Nolan, soy el novio de Lyla. Ellos tenían algunos… asuntos por resolver, y me mandaron a buscarte. Espero que no sea molestia. Supongo que más tarde podrán verse.

Nina no supo cómo responder a todo eso. Simplemente se quedó allí, estática. ¿Qué era más difícil de procesar? ¿Qué su familia no haya tenido tiempo de recibirla luego de sus dos años de ausencia, o que aquel chico tan apuesto era el novio de su hermana? Nolan se sintió auténticamente mal, al ver el rostro de gran decepción de Nina. Ni se imaginaba lo mal que debería sentirse al pensar que todos se habían olvidado de su llegada. ¿A quién se le había ocurrido darle aquella tortuosa misión de mentirle en la cara? Ah sí, a Lyla.

—Hey. —Llamó el ojiazul luego de un par de segundos de silencio. Intentó que su mirada transmitiera su compasión y consuelo. —Te llevaré a tu departamento. ¿Vamos? —Nina fingió su sonrisa lo mejor que pudo y aceptó seguirlo.

El viaje en auto, al principio, fue bastante incómodo. Nolan no tenía ni idea de cómo afrontar la tristeza que la chica estaba sintiendo en aquel momento. Y Nina no tenía forma de lamentarse tranquila con Nolan volteando a verla a cada rato.

—Entonces… —Dijo la castaña, para terminar con tanto silencio. —¿Hace cuánto están juntos con Lyla?

—Hace como… dos años. —Respondió, con el tono medio apagado. Mientras miraba el camino por el que iba conduciendo, Nina observó fijamente su perfil hasta que el chico se puso colorado. Solo entonces desvió la mirada sonriendo. —Y tú… ¿Tienes novio?

—Ojalá fuera tan afortunada de encontrar a alguien que sepa lidiar con las relaciones a larga distancia. Porque yo no puedo. —Rió, pero Nolan no se imaginó que ningún chico estuviera interesado en Nina. ¡Por favor! La castaña sentada a su lado no era más que la perfecta imitación de un ángel. —¿Nolan?

—¿Ah? Sí.

—Te quedaste tildado. —Comentó risueña.

—Disculpa. —Nuevamente, su rostro se tornaba rojo y acalorado. ¿Esto sería usual de ahora en más? Nina estaba encantada con aquellos rubores, encontraba divertido causar aquel tipo de efecto nervioso.

—Te preguntaba cómo está mi hermana. —Repitió ella.

—Oh, bueno. Ella está, ya sabes… igual que siempre. Es… —Nolan la miró con nerviosismo. —Ya la conoces. Algo…

—¿Loca? ¿Rebelde? ¿Desastrosa? Puedes decirlo, no le contaré. —Nolan rió casi aliviado, y Nina también. —¿Cómo fue que mi hermana consiguió un novio como tú, Nolan? —Preguntó, sin vergüenza alguna. —No me malinterpretes, pero no siento que seas del tipo de mi hermana. Pareces muy… bueno. —Nina rió ante el tercer sonrojo. Nolan solo se encogió de hombros, no era la primera vez que escuchaba una pregunta como esa.

—Supongo que los opuestos se atraen. —Dijo Nolan, en una sonrisa, admitiendo que Lyla era, al menos la mayor parte del tiempo, tal y como su hermana la describía… Y peor. Pero aún así la quería. Aunque no sabía cuándo exactamente aquel amor se había convertido en simple cariño. O más bien, atracción física.

—No los opuestos de mi hermana. —Murmuró Nina para sí misma. No era que Nolan no le agradase. Es más, porque le agradaba mucho no veía la hora de bajarse de aquel auto. Sabía que con lo posesiva que era Lyla, le convenía mantenerse alejada de la relación de ambos. Ni siquiera podía entender cómo se le había ocurrido mandar a su novio a buscarla. Ni menos cómo Nolan había aceptado tomar el viaje para encontrarse con una completa desconocida.

—Gracias por ir a buscarme Nolan. Quizás no sea la gran cosa para ti, pero en estas circunstancias eres al único que tengo. —Tengo. ¿Sólo a ella le había sonado mal la palabra? Nolan le dedicó una media sonrisa, intentaba demostrar que le pesaba su decepción. En realidad le estaba pesando demasiado. El auto ya estaba estacionado en el edificio donde estaba su departamento. Para Nina solo quedaba llegar, desempacar y sumirse en la depresión hasta que a su familia se le ocurra ir a visitarla. Eso sí, nadie escaparía de su bronca.

—No te preocupes. Ha sido un placer. —Y lo decía en serio. La joven no había sido lo que él esperaba, aunque no sabía lo que esperaba realmente. —Cuando necesites un taxi, puedes llamarme. —Bromeó el chico. Nina sonrió, sin evitar se le quedó mirando, aunque él continuara evitando su mirada. Al final, ella solo se perdió en el pensamiento de repetir un viaje como el que habían compartido hace unos minutos.  —Te ayudo con las valijas. —Se apresuró a decir el rubio, encarando el baúl del auto. Nina salió a su encuentro.

—Oh, no es necesario. De verdad. —Intentó quitar la valija de sus manos, pero era demasiado pesada para que ella pudiera alzarla con una sola mano.

—Insisto. —Respondió Nolan, procurando no cruzar mirada con ella en la cercanía. Se había sentido torpe, en el poco tiempo que habían tenido para conversar, porque aunque deseaba que la chica no hubiera notado sus sonrojos, se reprochaba a sí mismo las sensaciones que la castaña le provocaba. Cuando Nolan se encontró admirando en silencio (por pura curiosidad) la forma en la que Nina se perdía observando el paisaje noyorquino, una voz en su interior le recordó que "la curiosidad mató al gato" y advirtió que debía prestar más atención a lo que estaba haciendo, para no meter la pata. Aun queriendo mantener una distancia y trato precavidos, con el jaleo la valija casi cayó al suelo estrepitosamente, y en el intento por salvarla, ambos chicos se encontraron haciendo uso de su fuerza con sus narices chocando.

—Disculpa. —Nolan  se alejó rápidamente, contrariado por el sentir de su respiración a centímetros de sus labios, y al mismo tiempo dejando caer la pesada valija en manos de Nina. Ella carraspeó, ya que algo de aquellas extrañas reacciones estaban haciendo efecto en su propio actuar. Sin embargo, no oyó la voz de la razón al aceptar la ayuda del chico, quien la acompañó y llevó ambas valijas hasta el ascensor del edificio. Sentía algún tipo de satisfacción interna con tales tratos.

—Puedes subir, si quieres. —Dijo Nina, cuando vio a Nolan encarando la salida de una forma indecisa. Esta vez, no recibió una de esas miradas nerviosas, sino una de sorpresa. Nolan estaba preguntando en silencio, solo con las palabras que se transmitían en su mirada fija, si hablaba en serio. —No te preocupes, podemos esperar a Lyla allá arriba. Por su propio bien, y el de mi familia, más les vale no tardar en venir. —Ambos rieron con aquel comentario. Extrañamente, Nolan se encontró a penas regresando al recuerdo de su novia, que por cierto lo esperaba unos cuantos pisos más arriba. Se preguntó si ella estaría tan solo minimamente preocupada por el encuentro de él con la recién llegada. ¿Era confianza lo que Lyla tenía? ¿O acaso los estaba subestimando a ambos?

—Claro, te acompaño. —Respondió Nolan, volviendo su mente a la fiesta que habían preparado y la felicidad que ésta le causaría a la chica de sonrisa triste que lo esperaba dentro del ascensor. Entró con ella, rozando sus brazos por la cercanía, hasta que se alejaron un paso uno del otro. Tuvieron que esperar algunos segundos hasta llegar al final del edificio. Por alguna extraña razón la tensión se sentía en el aire. Nina no paraba de preguntarse si era muy malo haberlo invitado a pasar a su departamento. Después de todo ¿qué harían allí, en la soledad? ¿Charlar, conocerse? ¿Intimar? Ahora era ella la que se sentía nerviosa en su presencia, y no sabía por qué. Después de todo no era más que el novio de su hermana.

Si Nolan se veía tranquilo, era porque intentaba disimularlo muy bien. Desde que se habían conocido, el calor que nacía en su nuca y se esparcía por sus orejas hasta enrojecer sus mejillas, no había cesado cada vez que Nina le dedicaba una mirada. Nolan había esperado reconocer algo en esa mirada. Algo que quizás había en los ojos de Lyla. Sin embargo no fue así. Los ojos verdes de Nina eran diferentes, eran solo de ella, al igual que su brillo.

Nolan negó con la cabeza al intentar alejar esos pensamientos de su mente. ¿Cómo diablos se le ocurría pensar en el brillo de sus ojos? Para su suerte, el ascensor anunció con un pitido que habían llegado al piso de Nina, y se alivió de que pronto estarían con los demás, sanos y salvos y más importante, separados uno del otro. Aunque, ¿de verdad era eso lo que quería?

El rubio cargó con las valijas hasta la puerta del elegante pent-house. Nina buscó las llaves en su gran bolso lo que pareció una eternidad. Nolan movía la rodilla de la ansiedad que sentía. Nina por una u otra cosa, también se sentía nerviosa. Finalmente las encontró y abrió la puerta del departamento. Cuando encendió la luz, se sorprendió con la quietud del lugar. Vacío, ordenado, solitario…

CHAN CHAN CHAN:

que taal, vaia captiulo 2  
Primero que nada lyla es fabulosa bai me la re imagino tipo siendo de esas minas que tienen alta confianza y nada la amo bue. Con todo lo que dijo Nolan, quedó como la minita en la relación dejando a lyla como el pibe    cjau. Idk me parece cute.
Nikolina, ay amo ese nombre bc nina dobrev  bueeno, a parte que ya me gano con que sea representada por la bella de taylor hill, no es taaan diferente a lyla onda deberían llevarse bien ahre.
Oie que onda con el final, como que esta todo tan tranquilo!!?? yo esperaba el grito de sorpresa y la gente super happy, cjau traicionada por lyla ah
Deby, tu capitulo me encanto. No sabría más que decir pq es la primera vez que leo algo tuyo (en general de todas sería, quitando a may bue) así que nada escribes piola. Besos  

Debs! Realmente me gusto el capitulo, la forma en la que lo escribiste y esos detalles lo hicieron perfect... La verdad es desde que Lyla comenzó a planear la fiesta sorpresa me imagine un giro argumental asi, ah... ¡Pero s¡me sigue causando mucha intriga el saber si fue intencional o no! ahre. Nolan y Nina, ya comenzó su química, ah... Me gusto muchísimo.

Antes que nada, disculpen por no ser tan activa  cosas y así, el tiempo y así, i'm really sorry. Soy una tardona, bai. Ya dejo los coments respectivos  


Cap 1, anto aka cute: omg, omg, omg, pobre Kian bebé ah. Bueno no se, "la idea de cortarse las bolas no dejaba de molestarlo"  sus bolas estarían tranquilas si hubiera usado condón wey, o dfjdfhj algo contra la formación de bebés, bai. Y no, cjau, esa emoción por un bebé, Peyton. Un bebé, que miedo, ahre. Btw, Archie re bonito ahí y todos en plan de "¿quién te conoce?"   No pues, si tu mejor amiga te llama perra en público sabes que son bff goals, dont ever let me go my baddest bitch :posoc: . Pax x Cruz arroba satán danos más información please. AY NO NO NO   PERO ESTA PEYTON, KHE ZE KREE  ES UNA TREMENDA MENTIROSA, AHRE. (yup, escribo esto cada vez que leo bc idk, orden de mis reacciones ¿?) QUE KIAN LA LANCE A UN POZO, AHORA MISMO :nolike:. Matheo y Mack me deprimen (aguante micka) por qué Matheo es tan bello   y que relación más complicada, eso no le quita que Matheo siga siendo bello, JAJAJA. Y nada, anto, escribes bello y puntual  look alike perfect. 


Cap 2, debs aka darcy: no pues, me encanta el trama de las medias hermanas y que en un futuro se van a llevar mal por el pibe, y aquello va a ocasionar full drama y yo estoy tipo  just waiting for the drama. Ay bai, por qué te empeñas en hacer a Nolan bae tan cute  voy a tratar de no enamorarme de este pj tuyo bc la decepción de la realidad, ay ya. "El engendro a que llamas novia" JAJAJAJAJA BASTA, ME TENTÉ  Ayden tremendo, ah. Hay algo en Lyla que no me cuadra, idk. Oc, le hizo la fiesta de bienvenida y lo otro, bt idk, algo no me convence . Es lo más largo que he leído en la historias de cap por nc, oc toma un grammy o qcyo. Muy bello, bais  

¿Quién es la que sigue?