Unfaithful

that letters can't be more beautiful?  bc me enamore, ah, fall in love ahre. y nada me gusto porque me dejó ahí pensante, lo que yo creo que es bueno, ah. fun fact es que no entendía el gif, soy tan inocente (ya quisiera xd) yyyyyy todo bello anto, espero un cap muy pronto  

Kian Longster se encontraba donde nunca jamás pensó. Totalmente desesperado, arrodillado, rezando a un Dios en el cual no creía. Lo que en realidad pasaba por su mente era por qué carajos había seguido el consejo de su primo Michael, quien sólo bromeaba cuando mencionó la idea de ir a la Iglesia, sin embargo, Kian se lo tomó muy a pecho. Dos días antes, Peyton - su novia - le había avisado que tenía dos semanas de atraso. Eso pareció enloquecer al chico y, no es que no quisiera un hijo, anhelaba uno y amaba a Peyton, pero tenía 21 años y eso no entraba en sus planes. Apenas había conseguido un poco de estabilidad en su vida. La Universidad iba bien, un trabajo notable dentro de la empresa de su padre y un apartamento que compartía con su primo, además de una hermosa novia y un coche al que por fin podía pagarle la gasolina. La idea de un pequeño en su vida no encaja en ese plano, el castaño no pensaba vivir toda su vida trabajando dentro de la empresa de Ethan Longster. Ansiaba terminar sus estudios y conseguir un trabajo lo más lejos posible de su padre.  

Suspiró rendido, ¿en qué estaba pensando? Rezar no lograría que la pelinegra llame y le diga que todo fue un simple susto. Se levantó del lugar y observó cómo dos ancianas lo miraban con ternura, probablemente pensando que Kian era un chico de bien, sonrió a las señoras y salió del lugar. Si tan sólo supieran lo que estaba pidiendo, se dijo a sí mismo. Caminó hacia su auto y se adentró en él.

— Mierda, mierda, mierda — repitió seguidamente mientras chocaba su cabeza contra el volante. Tenía que asumirlo, iba a ser padre. Y de esto no iba a escapar.
Su celular comenzó a vibrar llamando su atención. Peyton. Joder. Llevó el teléfono a su oreja esperando escuchar lo peor.
— ¿Amor? — habló la chica del otro lado — ¿Estás ahí?
— Si, Pey, lo siento. Dime — contestó con voz acelerada. No recordaba la última vez que había estado tan nervioso en su vida. — Vamos, amor…
— Ojalá sea un niño tan hermoso como tú — soltó luego de rato, Kian sintió su corazón acelerarse y quiso morir en ese preciso momento. Su padre lo reviviría para matarlo y su madre estaría decepcionada (aunque estaba seguro de que luego de unos días la idea de ser abuela la llenaría de felicidad). Él iba a ser padre y no podía manejar su vida. Apenas lograba administrar sus cuentas. Apenas empezaba a crecer realmente. Tragó y pensó en su novia.
— O una niña tan hermosa como tú — trató de sonar convincente porque lo único que quería hacer era llorar. Oh, Michael, creo que hoy probaré toda esa mierda tuya.
— Supongo que puedes venir más tarde, ¿no?  — preguntó Peyton entusiasmada. ¿En serio estaba feliz? Se sentía pésimo porque desde que se enteró sintió que algo en su interior se apagó y en su mente la idea de cortarse las bolas no dejaba de molestarlo. “¿Qué casó tiene? Es tarde para eso, primo” había dicho Michael cuando le mencionó la idea. Pasó una mano por su cabello antes de contestar, tratando de sonar tan entusiasmado como ella.
— Claro, amor, ahí estaré. — la chica soltó una pequeña risa y se despidió. — También te amo, nos vemos.


Iba por la quinta cerveza y nada en su organismo parecía cambiar. Se sentía igual de miserable, justo como lo había estado siendo desde que se enteró de la noticia. La culpa también lo acechaba y, es que, se sentía un maldito al no sentir una pizca de felicidad. Se maldijo a sí mismo una y otra vez, después de todo, era su culpa.

Había revisado cada rincón del apartamento – especialmente la habitación de su primo – tratando de encontrar algo que lo ayude a olvidar, más falló en el intento. Rendido decidió que el alcohol sería su salvación de momento, pero no estaba funcionando su plan.

— ¿Kian? Tienes visitas — escuchó la voz de su primo en el hall y se alarmó, ¿Peyton? Habían quedado para más tarde, no solían recibir muchas visitas, por lo menos, dirigidas a Kian — Oh, mierda.
— ¿Qué ha pasado? — su cuerpo se relajó al ver a Archie detrás de Michael. El ojiazul y él habían sido amigos desde que empezaron la secundaria y con el paso del tiempo se volvieron inseparables, lamentablemente, cada uno había seguido su camino luego de finalizarla, pero eso no les impidió seguir viéndose. — Te ves pésimo, amigo.
— Gracias, “amigo” — contestó con algo de dificultad, arrastrando las palabras. Al parecer las cervezas si habían hecho algo de efecto en Kian. Se restregó las manos por la cara para luego mirar a su primo y a su amigo, quienes esperaban expectante que Kian largue una palabra.
— Oh no…  — dijo Michael entendiendo la mirada miserable del castaño — ¡Joder, Kian! ¿Qué se supone que debo hacer o decir? Tú eres el que debería estar en mi lugar. Oh por Dios, eres un maldito imbécil. — soltó aceleradamente. Archie miró a ambos chicos con el ceño fruncido, no comprendía la situación. Kian lo miró y sonrió apenas.
— Peyton está embarazada.
— Mierda… — pensó un instante antes de seguir hablando —, a juzgar por tu mirada felicitarte no es algo bueno — Kian negó y Archie se acercó sentándose a su lado —. Como tu amigo debo decirte que esto será algo nuevo y jodidamente difícil, pero te conozco, podrás afrontarlo y salir adelante. Además, nos tienes a nosotros, ¿o no, Michael? — el recién nombrado rascó su cabeza mirando hacia otro lado — ¿O no, Michael? — repitió Archie entre dientes.
— Pff, claro.
— Peyton está tan feliz y yo sólo quiero morir. — confesó cabizbajo, realmente le afectaba sentirte así, suponiendo que la noticia de un bebé debería traer alegría.
— ¿Qué piensas hacer?
— Realmente no lo sé, pensaba en tirarme de un puente, pero sería muy doloroso y no podría hacerlo. Tú podrías conseguirme pastillas, ¿verdad? — Michael rodó los ojos y se acercó a su primo para luego tomarlo del brazo.
— Deberías empezar por una ducha, imbécil.


— Cliché — dijo Lexie mirando a su amiga, quien acababa de contarle la última pelea con su novio.
— ¿De qué hablas? — preguntó notablemente confundida la rubia. Tenía el ceño fruncido, lo cual mostraba que también estaba algo molesta. Había hablado casi una hora y la respuesta de su mejor amiga fue una simple palabra.
— Por Dios, Mackenzie, tu relación es tan típica que podría confundirse con un libro de Cathy Hopkins o algún fanfiction de Wattpad.
— Oye, Cathy Hopkins no es cliché, sus libros salvaron mi pre-adolescencia.
— ¿Y estás admitiendo que tu relación si lo es, amiga? — Lexie sonrió triunfante. No era nada nuevo, todos sabían la historia de Mackenzie y Matheo, tan típica que probablemente era digna de algún remake de telenovela, libro o película para adolescentes.
— No lo es, idiota.
— Oh vamos, Matheo Sullivan el chico retraído y solitario. Mackenzie Annester la chica linda y entrometida. Se miran y se aman desde el primer instante. Él te aleja, ella sigue insistiendo. Se besan. Se alejan. La busca. Y aquí estamos, un año de relación y mil ochocientas peleas. — Mackenzie rodeó los ojos. Debía admitir que Alexandra había resumido su relación sin ningún error, pero vamos, no era una relación estereotipada.
— Llevamos una semana sin hablar — se limitó a decir dándole una mordida a su hamburguesa.
— ¿Qué quieres apostar? Porque doy todo a que en menos de una hora te llega un mensaje.
— El helado — contestó la rubia dándole la mano a su amiga para cerrar el trato —. Ve sacando el dinero porque estoy a punto de hablarle.
— ¡No es lo que habíamos arreglado, Mackenzie Annester! — gritó llamando la atención de las personas dentro del local. Mackenzie rio encogiéndose de hombros.
— Deberías prestar más atención — sacó su celular y buscó en nombre de Matheo entre sus contactos, presionó el nombre y comenzó a escribir el mensaje. Ni siquiera tuvo tiempo de terminar una oración ya que Matheo le había escrito. Lexie se acercó a su amiga y sus ojos se llenaron de felicidad. No porque Matheo le estaba pidiendo perdón a su amiga. Si no porque obtendría helado gratis.
— ¡En tu cara, perra! — volvió a gritar la morena, esta vez consiguiendo miradas molestas por parte de los comensales, incluyendo a su amiga, volvió a dirigir su vista hacia el teléfono releyendo una y otra vez aquel mensaje. — Hey, ¿qué es esa cara? ¿Te dejó?
— No. Simplemente te odio. Y a él también. Imbéciles. — Lexie se limitó a reír, mirando divertida a su amiga. — Ni menciones el helado — suspiró con pesadez mirando su móvil —. Quiere que vaya a la casa. ¿Debería ir?
— De todos modos, irás, Mackenzie. Hablarán, se van a reconciliar y tendrán sexo. Como siempre.  — predijo rodando los ojos, aburrida.
— Que te den, Alexandra.
— Pues por algo tengo Tinder, dah. — ambas chicas se miraron y no pudieron evitar reír ante el comentario de la morena. Lexie era de esas chicas, las que hacen todo tras internet. Tiene todas y cada una de las aplicaciones para conseguir pareja, pero ninguna le duró más de dos citas. Digamos que no se le da bien con los hombres.
— Cuando te dé una enfermedad, dejarás esas estupideces.
— Tu eres la inteligente que tiene un buen futuro, linda y una relación inestablemente estable. Yo pues, soy lo que ves.
— Una idiota — contestó Mackenzie.
— Sí, yo también te quiero, amiga.

Mackenzie jamás había visto, ni siquiera pensado sobre su relación de la forma en la que su amiga lo hacía. ¿Realmente era todo tan llano y predecible? ¿Todos pensarían de esa manera acerca de su relación? No le importaba, a decir verdad, lo que los demás pensaran de su relación, más las palabras de Lexie no salían de su cabeza. Las cosas con Matheo jamás fueron fáciles, ¿por qué se empeñaba la morena en demostrarle lo contrario?  

Lo último que quería pensar es que su mejor amiga estuviese celosa de su relación. Ella no era así, se conocían desde que tenían sentido de la razón. Lexie había tenido miles de novios y ella jamás se había sentido dejada de lado, por lo que se esforzaba en no hacérsela sentir de la misma manera, ni a ella ni a ninguno de sus amigos, y claro, viceversa con respecto a Matheo. Sacó su celular y llamó a Pax, a pesar de no ser amigos desde siempre, extrañamente Mackenzie jamás había sentido tanta confianza con alguien, él era una persona maravillosa y, por suerte, su mejor amigo.

— Hey — hablaron del otro lado del teléfono, Mack frunció el ceño confundida.
— Uhm, ¿quién habla? — preguntó.
— ¿Eso no debería preguntar yo? — la voz del desconocido habló divertida. La rubia miró el aparato en su mano, quizás se había equivocado de número, pero el nombre de Pax – y una foto de él – aparecerían en la pantalla. Pensó por unos instantes hasta que ató cabos, quizás podría ser el novio de su amigo. Se llevó la mano libre a la frente, golpeándose. — De todas formas, sé que eres Mackenzie.
— Oh, lo siento, ¿Cruz? — el chico murmuró algo inaudible para ella y pronto Pax estuvo al habla.
— ¿Qué hay, Zie?
— Pax, lo siento, ¿estaban ocupados? — preguntó arrepintiéndose de haber llamado.
— No, está bien. ¿Pasó algo? — la voz de su amigo sonaba preocupada y Mackenzie no pudo evitar que una pequeña sonrisa apareciera en su cara.
— Bueno… — caminaba distraídamente por las atareadas calles de New York, grave error de su parte. Su pequeño cuerpo impacto contra otro, mucho más grande, consiguiendo que Mackenzie termine en el piso. El chico de ojos verdes rodeó los ojos y tendió su mano para que la rubia se levantase.

— Deberías tener más cuidado — advirtió con voz seca, Mackenzie alzó una ceja.
— Si tu hubieses tenido cuidado no estaríamos teniendo esta charla.
— ¿Tanto te cuesta decir “lo siento” y seguir tu camino?
— Lo siento y seguir tu camino — contestó en tono burlón tratando de que el castaño ría, en cambio, el chico simplemente volvió a rodar los ojos – como Mackenzie lo había visto hacerlo unas cinco veces – y siguió su camino a paso lento. Mackenzie lo observó extrañada.
— Bueno, ¿qué fue eso? — se sobresaltó al escuchar a Pax, había olvidado completamente que estaba hablando por teléfono — ¿Acaso intentaste coquetear con él?
— ¿Qué? ¡No! — se quejó — Ese idiota me hizo caer, lo miré y parecía que iba a entrar en pánico en cualquier momento. Simplemente quería ser agradable, pero ese hombre es un ogro.
— ¿Estaba bueno? — cuestionó el rubio en tono bajo, Mackenzie supuso que fue para que Cruz no lo escuche y rio. Pensó un momento antes de contestar.
— Si, estaba bueno.

Hablaron las seis cuadras que faltaban para llegar a casa de Matheo, de estupideces sin importancia. La rubia parecía haberse olvidado por completo el punto de la llamada. Si él también creía que su relación era cliché – probablemente lo haría porque su relación es la cosa más extraña del mundo -.


¿Qué pretendía aquella chica con ese comentario tan estúpido? Se preguntaba Kian mientras caminaba a casa de su novia. Había tomado tres cafés en su departamento junto a su primo y Archie, y ahora, iba por el cuarto. El alcohol pareció haberse esfumado de su cuerpo en el momento en el que Michael lo metió bajo el agua helada, pero no quería cometer equivocaciones. No otra, pensó para sí mismo mientras llevaba el café a su boca. La zona en la que vivía Peyton era una de las más transitadas de New York por lo que tuvo que dejar su auto a unas tres cuadras – cuando por fin encontró un lugar para estacionar -. Nunca en su vida había caminado tan lento. Como si eso fuese a evitar que llegara a destino porque realmente quería salir corriendo.

Una vez en el edificio, Kian tocó timbre y espero a que Peyton abriera. La puerta hizo un ruido que en ese momento sonaba extraño para él, como todo últimamente. Entró al lugar y esperó a que el ascensor bajara. Todo iba en cámara lenta dramáticamente en su cabeza. Se alentaba a sí mismo como si estuviera a punto de rendir el examen más importante de su vida, sin embargo, iba a escuchar la noticia más importante de su vida. Otra vez.

— Hola amor — Peyton saltó a los brazos de Kian, abrazándolo y llenando su mejilla de besos — Te he extrañado tanto.
— Yo también, Pey — sonrió – o por lo menos eso trató – correspondiéndole el abrazo. Una vez que se separaron, el castaño no pudo evitar llevar sus ojos al vientre de la chica, la cual sonrió llevándose una mano para acariciarlo.
— Ven — tomó la mano de Kian y se dirigieron a su habitación. La pelinegra desapareció en el baño unos momentos y él se sentía desfallecer, tomó asiento en la cama e inhaló y exhaló tratando de relajarse.
— ¿Peyton? ¿Todo en orden? — su voz tembló cuando habló, como si estuviera a punto de llorar – y lo estaba -.
— Si — la chica apareció en la habitación con un conjunto de encaje negro, mordiéndose el labio — ¿Te gusta?
— ¿Qué? — fue lo único que salió de los labios de Kian en ese momento. ¿Qué rayos estaba pasando? ¿No deberían estar llorando ya? Peyton sonrió inocentemente.
— ¿Realmente creíste que estaba embarazada, amor? — su voz estaba cargada de diversión y la expresión de Kian cambió completamente. Era como si un balde de agua helada hubiese caído sobre él.
— Me estás diciendo que era una jodida broma, ¿eh? ¿A dónde mierda querías llegar con esto?
— Hey, tranquilo. Creí que te ibas a dar cuenta al instante, pensé que me estabas siguiendo el juego — dijo acercándose a él, rápidamente se paró de la cama tomando su chaqueta y la miró furioso, no le importaba que este prácticamente desnuda al frente suyo. Sólo quería irse —. Amor, no te vayas, no quería esto.
— Pues lo hubieras pensado antes, Peyton — dijo finalizando aquella conversación.

Claro que estaba aliviado, completamente, sin embargo, se sentía traicionado. Kian sabía que había cosas con las que uno podría jugar y otras que no. Peyton se metió en algo sumamente serio, lo hizo sentir miserable los últimos tres días. No importaba cuando la amase, no quería saber nada de ella por algunos días. Necesitaba relajarse. Era un tipo con un temperamento difícil, ella lo sabía.


Matheo estaba a punto de ganar el partido más importante de su vida. En la PlayStation 4. Su victoria fue interrumpida por la voz de su madre, avisándole que Mackenzie había llegado. Suspiró apagando el aparato y levantándose de su lugar. Se miró al espejo y odió lo que vio. Como últimamente le estaba pasando.

¿Por qué, aun así, Mackenzie seguía a su lado? Él era un completo desastre. La había cuestionado en repetidas ocasiones, ella simplemente respondía que lo amaba. Y eso, tan simple, llenaba su corazón. Era un tipo con suerte. Y no entendía por qué ella, con todos sus defectos, lograba amarlo mientras él no podía quererse ni siquiera un poco. Matheo, según él, era todo lo malo de este mundo. Mackenzie se empeñaba en demostrar que él era lo mejor, lo mejor para ella. El sólo actuaba como si no la escuchara, por eso las repetidas peleas. Ambos tenían una autoestima pésima a su manera.

— Hey, amor— la rubia apareció delante de su novio, tratando de sacarlo de aquel trance en el que se encontraba—, ¿estás bien?
— Mack, lo siento, si— se apresuró a decir— ¿Hace cuánto entraste?
— Unos cinco minutos, estaba mirándote, ¿en qué pensabas?

¿Iba a decirle que estaba pensando en cuán afortunado era de tenerla? Al Matheo de 17 años le hubiera causado gracia pensar en decirle aquello a una chica, jamás se lo hubiese imaginado. Ahora estaba ahí, sentado en una cama con 19 años frente a la chica más hermosa que había visto alguna vez. Y claro que se lo diría.

— Sólo pensaba en la suerte que tengo de tenerte— soltó sonriendo. Mackenzie se sonrojó completamente, aun no se acostumbraba a escuchar cosas así de la boca de su novio, pero le encantaba cuando lo hacía—. Estás roja, amor.
— Cállate— dijo tapando su cara con una almohada—, es tan lindo, pero tan raro escucharte así. Yo tengo mucha suerte de tenerte, Theo.

Él sonrió, tomando a su novia por la cara y besándola. Entonces fue cuando Mackenzie se dio cuenta, había estado divagando. No sabría expresar con exactitud desde cuándo o por qué, pero aquel beso parecía erróneo, aquellas palabras también. Largó un largo suspiro mirando a su novio, quien se encontraba moviéndose para buscar algún videojuego. Le quería, estaba segura, la pregunta era ¿había dejado de amarlo? Se sintió mal por el pensamiento y en su garganta se formó un nudo. ¿Nunca obtienes suficiente, Mackenzie? Se auto-reclamó.

Se puso de pie y tocó el hombro de Theo, quién se dio vuelta extrañado, la rubia solo sonrió y volvió a besar a su novio, buscando en el beso todo el amor que le faltaba en su cuerpo. Y buscó. Y no lo encontró, sin embargo, terminaron teniendo sexo en la habitación de Matheo a las cinco y media de la tarde. Y para Mackenzie fue suficiente. No había dejado de sentirse bien recostada en el pecho de su novio. Sabía que se le pasaría, sólo tenía su mente en las palabras de su amiga. Ellos no eran una pareja común, jamás lo serían. Y la costumbre nunca iba a acabar con el amor.

— Te amo, Theo — soltó dejando un beso en el pecho de su novio.
— Yo te amo más, Mack — respondió con una sonrisa enorme el castaño mientras acariciaba el cabello de su chica. Sabía que a ella le encantaba eso, la relajaba. Pronto se dio cuenta de la rubia se encontraba dormida sobre él —. Muchísimo más.

Spoiler:

que linda sorpresa entrar al foro y ver que ya hay capítulo    el primer capítulo, ay  
¡anto, no paraba de reír, entrar en suspenso, tolérame las cosas serias y volver a reír! o sea, disfrute cada parte del capítulo que no quería dejar de leer aunque tuve que hacerlo porque me fui a bañar y lo hice como flash para volver a terminarlo xd hahahaha

anto bella escribió:— Ojalá sea un niño tan hermoso como tú — soltó luego de rato, Kian sintió su corazón acelerarse y quiso morir en ese preciso momento.

yo creía que estaba de joda la morra y nomás asuraba al kian, ¡rayos!, que fuerteeeee     ya no sabía si creer o no creer ;-; bue
mucho no duró mi seriedad porque llegó archie y junto con michael comenzaron con la mirada a kian y... ayyyy...     me aguantaba las ganas de carcajearme cada dos por tres      con un primo y un amigo así ya no necesita enemigos el muchacho, pobre  
pero mack con lexi tampoco se quedan atrás     pls, esas amistades xd
el encuentro con kian      mi corazón se hizo añicos, we, y eso que nomás fue el encuentro ya no quiero ver que me pasa después ahr
HAGAN DE CUENTA QUE NO ESCRIBÍ ESO DE ARRIBA SOBRE QUE ME LA CREÍA WE PERO LUEGO NO Y SI ME LA TERMINÉ CREYENDO ah  

anto bella escribió:— ¿Realmente creíste que estaba embarazada, amor? — su voz estaba cargada de diversión y la expresión de Kian cambió completamente. Era como si un balde de agua helada hubiese caído sobre él.

¡o sea, no! yo que kian me muero, resucito para joder nomás y la arrastro conmigo    ahr, es que es verdad, ¿cómo jugó ésta mujer así? no, wey, así no se juega   :roll:
bien merecido tiene que la deje con todo y lencería    ggg

anto bella escribió:Matheo estaba a punto de ganar el partido más importante de su vida. En la PlayStation 4.

y me la volví a creer, we xd yo tipo: "ah, mira, el matheo es re serio pero bueno para el deporte" y resultó ser la consola  
es un amor, ¿por qué se cree tan poca cosa?,     mack linda al subirle el ánimo, ay. y viceversa
me duele este par, me duele mucho, ay    te quedó bello el cap, anto, no se nota en verdad que no habías vuelto a escribir, ¿sabes?

Hella. 
Aah el chapter number one, ahre -la gringa ahora era-. Sabes cuando lo vi por el celular me quise morir, bc estaba larguísimo como un pergamino ah   pero desde el ordenador se ve mejor yk.
Volviendo al capitulo, me gusto mucho, estuvo entretenido. La ultima parte de la conver por telefono que tuvieron Mack y Pax es lo más, todos sabemos que kian esta buenisimo ah  
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] osea why? no se juega con esas cosas, cadena de oración para que Kian deje a peyton ah
Theo me parece muy tierno, no sé las personas que se creen poca cosa... ay no cosita cjau   me deprimí.