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Mensaje por taejin Vie 05 Ene 2018, 10:30 am



vic.

Capítulo 9: Parte 3.


Kim Ha Ri
 
Luego de meditarlo un buen rato está marcando el número del pelinegro, HaRi no se destacaba por ser impulsivo, lo había pensado demasiado, pero de repente, su mente parece quedar en blanco al escuchar la voz del menor al otro lado de la línea.
 
— ¿Aló? —Eunyoo duda unos segundos al escuchar el silencio al otro lado de la línea, separa su teléfono de su oreja asegurándose de haber contestado la llamada y cuando nota que esta va corriendo regresa el aparato a donde estaba— ¿Hari-ssi? —El mayor asiente aun sabiendo que no puede verlo.
—Sí, soy yo —inhala profundo y suelta el aire a un lado del teléfono— ¿Estás ocupado? Yo... No sé porque te estoy llamando realmente —se ríe de sí mismo dejándose caer sobre su cama.
Eunyoo mira a su alrededor, el camerino en el que está pasando sus descanso y niega—. Estoy de descanso justo ahora —responde con una media sonrisa inconscientemente—. Me sorprendió que llamara, si soy honesto. Apuesto a que solo extrañaba a quién molestar —bromea.
—No es eso realmente —no puede evitar sonreír—, ni siquiera soy de las personas que suelen llamar por teléfono, pero como mencionaste la otra noche que no respondes mensajes decidí hacerlo —hace una breve pausa observando el techo de su habitación— ¿Mucho trabajo hoy?
—No presto mucha atención a mi teléfono así que casi nunca contesto los mensajes pues no me doy cuenta cuando llegan —reafirma un tango apenado—. Tampoco es como si fuese más atento con las llamadas... De hecho, puede considerarse con suerte de que le haya atendido... Tenía el teléfono cerca —suelta una suave risita mirando su reflejo en el espejo—. He tenido días más pesados... Hoy solo cubría turno aquí en el bar, todavía me queda dos presentaciones antes de terminar mi turno —comenta y recuerda algo—. Recuerde que mañana por la noche es mi presentación especial —su voz se nota más emocionada—. La otra noche le invité y aceptó, ya no puede decir que no vendrá.
—Soy un hombre de palabra —asegura—. Al menos esta vez iré preparado y sabiendo lo que voy a ver —cierra sus ojos e imágenes del pelinegro bailando sobre el escenario llegan a su mente y traga duro abriéndolos de inmediato y sentándose de golpe—. Te notas entusiasmado por ello —dice levantándose y yendo hacia el mini bar a servirse un poco de agua.
Eunyoo suelta una dulce risita y asiente repetidas veces con la cabeza pese a que su interlocutor no puede verlo
 
—Lo estoy. No siempre me dejan cantar —explica—. De hecho, casi nunca lo hacen. Estoy feliz de haber podido convencer a mi superior de que me dejara hacer esta presentación —una emoción apabullante se hace muy notoria en su voz y ríe con entusiasmo—. Igual estoy muy nervioso, espero que salga bien. He ensayado bastante tanto la coreografía como la pieza que voy a cantar. Espero que los nervios no me traicionen, si llego a hacerlo mal juro que me lanzo por la borda del barco.
—En el poco tiempo que llevo conociéndote estoy seguro que no eres el tipo de persona que haría algo mal, te esfuerzas para que las cosas salgan bien, pones todo de ti y te apasiona lo que haces, saldrá bien —bebe un poco del contenido del vaso y empieza a caminar por la habitación—. Será una gran presentación y me gustaría, si no tienes planes, invitarte a cenar, o un trago, o una caminata luego —dice sintiendo su corazón latir un poco más rápido. Aquello no debería causarle nervios pero lo hacía.
El pelinegro puede sentir sus mejillas sonrojadas y prefirió evitar ver su reflejo en el espejo para no notar su propio rubor por las palabras del chico. Se sentía extraño, era una emoción que no podía explicar.
 
—Pone demasiada fe en mí Sr. Kim —musita vergonzoso y sonríe para sí mismo—. Gracias por el apoyo, en verdad. No creo que imagine lo mucho que lo aprecio —comenta en tono bajo y quedo—. No tengo planes a ciencia cierta, pero probablemente los chicos quieran celebrar después... Si gusta de unírsenos.
—Lo imaginé, y por supuesto, si ellos están de acuerdo por mí no habrá problema, ambos me agradan mucho y la pasé muy bien la otra noche. Me gustaría ser yo quien los invite a ustedes mañana, en forma de agradecimiento —propone aunque aquella no era la respuesta que esperaba, de alguna forma esa posibilidad había cruzado por su cabeza.
—Realmente no creo que les moleste, le ha agradado a Rae y a Sik —asegura Eunyoo suavemente— ¿Qué tiene que agradecer? No voy a dejar que nos invite, no se tome esa molestia Hari-ssi, es suficiente con que venga a la presentación y pase el rato con nosotros —dice tranquilo— ¿Sabe? Es un poco extraño... Jamás había querido mostrarle algo de lo que hago a alguien más que no sean mis amigos pero de pronto, estos últimos días... En verdad me gustaría que me viera hacer algo en lo que creo que soy buena y saber su opinión.
—Eso es algo bastante halagador... Pero me pasa algo similar, no siempre me es fácil entablar diálogo para mi fuera de lo deportivo, en tu compañía ha sido diferente, tu no entiendes nada de lo que hago, y yo no entiendo nada de lo que haces, y aun así, sin tener intereses en común me veo realmente entusiasmado por verte mañana —confiesa.
—Dicen que los opuestos se atraen —se burla con una pequeña carcajada atorándose en su garganta—. Entiendo, supongo que es así. Pese a que no tenemos mucho en común ha sido grata su compañía y a veces nos hace falta a nuestro alrededor puntos de vista opuestos a los nuestros para poder abrir nuestros horizontes... ¿No cree? Además, siendo tan diferentes todo es más divertido.
Las palabras del menor suenan extrañas ante los oídos de HaRi, aun así sabe que no lo ha dicho en el sentido en el que le gustaría escuchar.
 
—Estoy de acuerdo con lo que dices, creo que cada persona que llega a la vida de uno de manera inesperada deja algo bueno. No sé qué tan frecuentemente pueda mantener contacto cuando mis vacaciones terminen, pero por mientras me gusta pasar tiempo contigo, las charlas siempre se tornan interesantes.
— Es verdad —asiente automáticamente—. Aunque yo no me preocuparía por lo que pueda pasar después de que el viaje termine. Para su mala suerte, ya no va a librarse tan fácilmente de mí Sr. Kim —medio bromea medio habla en serio con una linda sonrisa que el mayor no puede ver—. Voy a molestarlo aún después de que se baje de este crucero, y me robaré parte de su tiempo para sacarlo de su mundo de cristal y brillos. Ya es hora de que viva un poco —ríe.
Sonríe sintiéndose emocionado por las palabras del menor, no cabía duda que quería seguir viéndole, pero que él también quisiera y que lo haya dicho de aquella forma se sentía muy bien.
 
—Veré si puedo hacerte un espacio en mi ocupada agenda —bromea—. Ya estaba necesitando de alguien que me saque de mi aburrido circulo social, has caído como un ángel del cielo —ríe aunque pensando en su sonrisa no hay mucha diferencia entre el pelinegro y uno.
Eunyoo suelta una sonora carcajada y niega parcialmente avergonzado.
 
—Dudo mucho que pueda ser considerado un ángel Hari-ssi —habla luego de que ha cesado su risa—. Y esa frase es muy cliché, si así le coquetea a los chicos déjeme decirle que debe mejorar sus tácticas y actualizar su repertorio —bromea con una suave risita—. Bah... Más le vale hacerme espacio en su ocupada agenda. Sé de una niña muy linda y dulce que va a querer que le enseñe a jugar una vez le comente que lo conocí.
— ¿Coqueteando? —agradece no estar frente al pelinegro pues siente sus mejillas arder de nueva cuenta— No lo dije con esa intención, pero realmente no soy bueno con esas cosas, no se me da fácilmente, me avergüenza mucho pasar por ese tipo de situaciones, estoy muy avergonzado en este momento y ni siquiera lo dije de forma intencional —se ríe de sí mismo—. Mi agenda tendrá un lugar para ti, dalo por hecho. Y más aun si me dices que tendré el placer de conocer a tu pequeña hermana.
— ¿Por qué tanta vergüenza? —pregunta genuinamente curioso— Es un hombre apuesto, de seguro le han coqueteado más de una vez y usted ha intentando coquetear con alguien, ¿Acaso nunca ha tenido pareja?... Una real —cuestiona con la más pura inocencia, no busca incomodarlo ni hacerlo sentir mal o incomodarlo pero se siente intrigado—. Subin será feliz de conocerlo, es una niña bastante enérgica.
Sonríe sin gracia negando aun sabiendo que el menor no podía verle.
 
—No realmente —muerde su labio sintiéndose nostálgico—. Hace ya varios años hubo alguien... Pero no fue un final feliz, ni siquiera creo que pueda decir que fue una pareja realmente, ninguno de los dos estaba dispuesto a asumir el riesgo en ese momento, todo fue bastante impulsivo e inmaduro. Tiempo después Taewon-nim me presentó a su hija... —suelta un suspiro desganado— Creo que hablar de tu hermanita es más agradable, un poco de esa energía que transmiten los niños es justo lo que necesito —una mueca similar a una sonrisa se dibuja en su rostro— ¿Y tú? ¿Si has tenido parejas? ¿Te has enamorado? —pregunta repentinamente curioso.
Eunyoo suelta una risita suave y armónica.
 
—Pero tenía curiosidad, hyungnim —se excusa vagamente—. No siempre podemos hablar de Subin, aunque yo adore hablar de ella —añade con sutileza y una media sonrisa— ¿Parejas? ¿Varias? No... Creo que el otro día fui bastante sincero respecto a mi falta de tiempo y a lo que las personas piensan de ello —musita—. No lo sé... siempre que he intentado algo no me tienen paciencia o yo no la tengo para con ellas. Creo que mi última "relación", si es que se le puede decir a algo que no pasó de un mes, fue hace unos cuantos años —explica—. No creo haberme enamorado, no lo he hecho realmente... Supongo que ya me tocará y cuando eso pase espero llegar a ser correspondido porque eso de los amores unilaterales no es lindo —dice con un deje caprichoso en su voz.
—No, no lo es... Puedo decirlo con propiedad —medio se burla de sí mismo con una risilla—. Seguro esa persona llegará, las cosas suceden cuando uno menos las espera, a veces se anhela recibir el cariño de otro pero hay que saber ser paciente y enfocarse en otras cosas —dice con intenciones de seguir hablando pero un fuerte estruendo lo interrumpe haciéndole levantar rápidamente de la cama— ¿Has oído eso o fue solo aquí?
El pelinegro se levanta de su asiento sobresaltado y puede escuchar las voces lejanas de sus demás compañeros por el pasillo.
 
—Lo he escuchado —musita apenas asomándose hacia el pasillo— ¿Qué ha sido eso? —le pregunta a uno de sus compañeros que camina apresurado hacia la parte pública del bar.
—Realmente no lo sé, pero no sonó bien —masculla el otro y antes de que pueda decirle algo de nueva cuenta a cualquiera de los dos, otro estruendo resuena por todo el lugar y el barco se sacude.
— ¿HaRi? —su voz suena bastante insegura cuando vuelve hablarle al hombre a través del teléfono. El caos comienza a expandirse a su alrededor lo suficiente como para que olvide usar los honoríficos— ¿Por qué todo el mundo ha empezado a correr? —la pregunta es casi ridícula pero el pelinegro se encuentra aturdido y quizás, solo quizás, está muy asustado por lo que pueda estar pasando.
HaRi sigue escuchando la voz del menor al otro lado del teléfono mientras calza sus zapatillas y se aproxima a la salida.
 
— ¿Correr? ¿Quién está corriendo? —cuestiona abriendo la puerta de la habitación y encontrándose con la misma escena que Eunyoo parecía estar viendo. Queda desconcertado unos segundos hasta que reacciona— Eunyoo-ssi, algo ha pasado y no parece ser bueno —sale de allí sin siquiera pensar en buscar nada mientras varias personas corren hacia la salida más cercana, otro estruendo resuena en sus oídos.
—Yo... yo... —él apenas puede forma palabra, mira a su alrededor y por inercia sigue a las pocas personas que quedan por ahí hasta la parte delantera del bar. Están evacuando a las personas, y él siente su corazón latir desordenadamente conforme pasan los minutos— Hari-ssi —musita apenas audible cuando el barco da otra sacudida y se aferra a una de las mesas del lugar—. Hari-ssi —repite esta vez con la voz un poco quebrada—. Tengo miedo... —es un susurro tan confidencial, tan bajito. Eunyoo mira todo a su alrededor, sintiendo el pánico consumirlo de apoco, aturdido y completamente desorientado.
—No... No debes tenerlo, dime... Dime dónde estás e iré por ti —su paso se apresura yendo hacia el área de empleados sin estar seguro exactamente donde. Él también estaba asustado por aquel revuelo, a cada paso que se alejaba e iba llegando a los pasillos principales, todo parecía descontrolarse aun más. El pelinegro tarda un poco en responder, pues su mente se encuentra nublada y no logra recordar en qué área específicamente del barco está.
—Yo —balbucea un tanto perdido—… Yo acabo de salir del club —musita luego de unos segundos—. Tenía una presentación —recuerda vagamente y mira la entrada del lugar donde se presenta—. Estoy justo en la entrada —su voz suena tan distante e ida.
—No hagas nada, estaré allí en breve, lo prometo —acelera su paso pues el menor suena extraño ante sus oídos y eso le preocupa. Todo parece volverse un caos en cuestión de segundos—. Debo colgar, pero quédate allí, ¿Si? No tardaré —cuelga la llamada.
 
Han Hyun Ra
 
Las palabras "tranquilidad" y "calma" no existían en esos momentos; al menos no para Namwook.
Sentía que el aire le faltaba y, aunque estaba un tanto quieto, porque el pánico lo estaba atacando, sabía que eso no duraría demasiado cuando entrara en cuenta de lo que estaba sucediendo afuera de la habitación.
Mira a su alrededor y con los labios temblorosos y sus ojos llenándose de lágrimas, finalmente suelta un leve gritito cuando sus orbes se enfocan en Myungdae y Hyunra.
 
— ¿Q-qué está pasando? Vamos... ¡¿Vamos a morir?! Estamos muriendo —exagera, recogiendo un par de cosas de su habitación, preparándose para salir de la misma—. Tenemos que salir de aquí... ¿Y si la puerta se traba? ¡No podemos morir aquí! —su respiración se agita, su rostro se sonroja y su vista de pronto está nublada a causa de las lágrimas.
Myungdae por su parte ya había pasado del shock inicial y ahora se encontraba destrozando la habitación en busca de su teléfono.
 
—No me moveré de aquí hasta no hablar con mi hyung —dice en tono serio y en voz alta para que lo escucharan por encima de Namwook. Hyunra se había mantenido quieto y en silencio tratando de asimilar lo que ocurría a su alrededor y aturdido por los gritos de sus amigos que no lo dejaban pensar.
—Tu hermano... El área vip está al otro lado del crucero, ni siquiera sabemos si allí está, deberíamos salir de aquí y ver qué demonios está pasando allá afuera. El mayor de los tres asiente, concordando con la idea de Hyunra.
— ¿Vip? Myungdae, si esperamos que él venga, de verdad vamos a morir —chilla, terminando de guardar unas cosas en su maletín y engancha su brazo en el de Hyunra—. Vámonos de aquí, por favor —alarga las vocales cual niño pequeño y un par de lágrimas más escapan de sus ojos, sintiéndose aún más asustado cuando un par de gritos se escuchan desde afuera.
—Si quieren irse tendrán que hacerlo sin mí. Yo no me iré sin mi hermano —sentencia. En ese momento el tono del celular de Myungdae resuena en la habitación— ¡Mi teléfono! —exclama el chico, buscando con más esmero, haciendo volar almohadas y cobijas en el proceso.
Hyunra bufa ante lo caprichoso que Myungdae podía llegar a ser, ya ha perdido la poca paciencia que tenía y sus ganas de huir de ahí eran cada vez mayores, comienza a rebuscar por toda la habitación en búsqueda del celular de Myungdae esperando que fuese su hermano y que pudieran salir de ahí o terminaría por llevarse a Namwook si el menor no entraba en razón.
 
— ¿Dónde has metido tu maldito celular? —Protesta algo alterado tratando de guiarse por el ruido, pero todos los que provenían de afuera no lo dejaban actuar con todos sus sentidos— Myungdae llamaras a tu hermano y nos iremos de aquí —deja la búsqueda para ir hacia la puerta de la habitación y abrirla, observando como muchas personas pasaban por allí tan asustadas y alteradas como ellos—. Todos están yendo hacia la salida, quedarse aquí no es una buena idea, encontremos a tu hermano afuera —habla aunque Myungdae estuviese totalmente compenetrado en buscar su móvil. Su mirada cruza con la de Namwook quien parece cada vez más alterado y asustado. Realmente no piensa dejar a Myungdae solo allí, pero ver a su amigo en ese estado solo empeoraba la situación para él. Una vez más se asoma a la puerta dejándola abierta ahora y notando como la cantidad de gente por allí disminuía—. Debemos de ser los únicos aquí —habla hacia Myungdae tratando de hacerlo entrar en razón, si todos se iban de allí, ser la excepción no parecía una buena idea.
 
Hwang Rae Hee
 
El castaño regresa a su habitación luego de haber dejado a la señora Park en la cena, ella misma le había dicho que podía irse, que se encargaría de llamarle cuando esta acabase y que por mientras, podría tomarse el rato libre. Es entonces que decide escribirle a Sooyoo, para preguntarle si aun estaba libre, y si podrían verser, sonríe a la pantalla y está a punto de enviar el mensaje cuando siente un fuerte estruendo y un temblor. En el momento se sienta de inmediato en su cama y pasados unos segundos todo parece descontrolarse fuera de la habitación, se acerca a la puerta para abrirla y lo que ve es gente corriendo por lo cual reacciona a salir corriendo a la habitación de Misuk, y es cuando la ve salir también.
 
—Señorita Park —la toma del brazo y la imagen de su hermano viene a su mente, por lo cual ni siquiera le da chance a decir nada cuando la está casi arrastrado con él por el pasillo hacia el área turística rápidamente, pues quedaba lejos de la vip donde se encontraban.
— ¡Raehee-Ssi! ¿Ha sentido eso? —Cuestiona Misuk, realmente se notaba que estaba asustada— ¡Tenemos que buscar a mi mamá! —exige, tratando de halarlo dirección contraria sin mucho éxito, ya que él tenía mucha más fuerza que ella.
Él la escucha, realmente lo hace pero no puede pensar en otra cosa que no sea llegar hasta donde está su hermano y asegurarse de que está bien.
Todo era un completo descontrol cuando salieron a los pasillos principales, lejos de las habitaciones, gente corriendo de aquí para allá y tripulantes tratando de ayudar a mantener la calma.
Mientras más recorrían parecía más imposible poder encontrar a alguien por lo cual raehee intenta buscar su teléfono dándose cuenta que lo había dejado sobre la cama cuando hablaba con Sooyoo.
 
— ¡Maldición! —Pasa la mano por su cabeza totalmente frustrado y mira en todas las direcciones cuando otra explosión se siente provenir desde abajo aparentemente y aprieta a la chica entre sus brazos tratando de calmarse y mantener la calma. Él debía mantener la cordura, pero ¿Cómo hacerlo si no tenía idea de donde su hermanito menor se encontraba? — Un teléfono, ¿Tienes tu móvil aquí? —Pregunta aun sosteniendo a la muchacha entre sus brazos.
—Raehee-Ssi por favor —suplica Misuk, al borde de las lágrimas, su voz se quebraba, ella temblaba y el miedo se percibía a simple vista—. Mi madre. Le daré mi teléfono si vamos por mi madre —ella odiaba chantajearlo así, pero necesitaba que él le diera caso. Sabía que también podía ordenárselo y el tendría que obedecer, pero eso le gustaba aún menos.
—Su madre está con otras personas, por favor señorita Park —casi suplica—. Mi hermano está aquí, yo... Necesito saber que está a salvo, déjame llamarlo para encontrarlo y yo mismo iré por su madre —pide apretando su agarre sin darse cuenta.
Misuk permaneció en silencio mientras pensaba. Ella no tenía hermanos, y nunca los tendría, pero suponía que de tenerlos también estaría preocupada por ellos en una situación como esa. Otra explosión sonó y eso la devolvió a la realidad.
 
—E-está bien —ella accede, y saca del bolsillo de su sudadera su teléfono para pasárselo al mayor—. Raehee-Ssi, deberás j-jurarme que luego de que te a-asegures de que el está bien iremos por m-mi mamá —exige antes de dárselo, de repente muy seria.
El asiente sin siquiera estar seguro de poder cumplir aquello pero agradece que la pelinegra le crea, y en el momento en que le da el móvil marca rápidamente el número del menor.
Todo era alboroto y gritos alrededor de ambos, Raehee sigue caminando hacia la salida con ella pues era lo que se debía hacer en esos casos.
 
—Atiende Myungdae-ah —murmura frustrado cuando luego de tres tonos no contestaba, aun así no detiene su marcha. Misuk se deja arrastrar por Raehee mientras piensa en su madre. Piensa en lo asustada que debía estar ahora y ahí es cuando rompe en llanto, primero eran pocas lágrimas cayendo pero luego estas se transforman en cascadas y sollozos—. Maldito niño no responder —ni siquiera puede pensar en medir sus palabras y de un momento a otro corta la llamada guardando el móvil y cambiando de rumbo una vez más hacia las habitaciones. Yendo en dirección contraria a  donde todos iban.
—Estamos evacuando, los botes salvavidas quedan en la otra dirección —habla un muchacho del servicio quien repartía salvavidas pidiendo a  todos que salieran y mantuvieran la calma. Raehee le ignora por completo y lo único que hace es arrebatarle un salvavidas por lo cual apenas se detiene dos segundos para pasarlos a través del cuello de Misuk y ajustarlo a su cintura y la mira fijo a los ojos lamentándose por no poder cumplir sus ordenes en ese momento, los ojos del castaño se cristalizan y toma una bocanada de aire.
—Encontraremos a mi hermano, los dejaré a salvo en un bote salvavidas e iré por tu madre ¿Si? Lo prometo —dice apretando levemente la mano de la pelinegra. Ella asiente y siguen en movimiento, cada vez que suena un explosión, Los gritos de la gente se hacen peores.
—Raehee-Ssi —musita Misuk—. T-tengo miedo —la chica llora cada vez más fuerte, estaba aterrada— ¿N-nos tendremos que q-quedar en la mitad del o-océano?
El corazón de Raehee se estruja dentro de su pecho al oír el llanto y las palabras de la menor, mientras sentía su mano temblorosa aferrada a la de él.
 
—Estarás a salvo, aun si mi vida dependiera de ello tu estarás a salvo —la abraza contra su cuerpo. Él debía cumplir esa promesa y ser fuerte para ella. En el tiempo que llevaban de conocerse no había duda del enorme cariño que le había tomado, incluso amor, ella era su protegida, su vida se basaba en cuidarla y mantenerla a salvo en toda ocasión, y es lo que haría.
Entran al pasillo del área turística donde recordaba se alojaba su hermano y comienza a gritar su nombre mientras trata de recordar el numero de puerta y abrir todas las que están a su paso.
 
— ¡Myungdae-ah! —Ruega porque esté ahí, ruega por encontrarlo sano y salvo para cumplir la promesa de Misuk.
Misuk permaneció en silencio mientras Raehee gritaba a los cuatro vientos, no quería interrumpir y además estaba segura de que su llanto ya no le permitiría hablar con coherencia.
De repente una puerta se abre violentamente.
 
— ¡Hyung! —Solo logra ver una ráfaga con cabello negro que sale disparada de allí y en segundos está envolviendo a Raehee.
—Estás bien hyung —susurra el chico contra el pecho de su hermano mayor, su voz delataba que él también lloraba. El corazón del mayor latía con fuerza pero aun así sintió un gran alivio al tener  su hermano entre sus brazos y lo toma con el que tiene libre pero sin hacer muy largo ese momento, pues era consciente que debían evacuar como todos lo estaban haciendo.
—Myungdae-ah escucha —lo aparta tomando el rostro de su hermano—. Debemos salir de aquí de inmediato, las explosiones deben estar haciendo mucho daño, debo llevarlos a un bote y asegurarme de que estén a salvo, vamos.
Hyunra queda paralizado al salir de la habitación y ver a la chica de cabellos negros y rostro de muñeca aferrada al brazo de quien ahora sabía, era hermano de Myungdae. Nada cobraba sentido en su cabeza, no podía pensar claramente cuando seguían explotando cosas a la distancia y todo era un completo caos.
 
— ¿Ya podemos irnos de aquí? —Es Namwook quien cincha su brazo acercándose a los hermanos Hwang y a Misuk, Park Misuk, recordaba haberlo visto en su identificación.
—Sí, debemos irnos ya mismo —Es Raehee quien habla—. Iremos por donde vinimos, necesitan chalecos salvavidas.
—Lo que sea, pero no me voy a separar de ti, hyung —dice Myungdae, aferrándose a su hermano como si este fuera a desaparecer.
— ¿Y-y mi mamá? —pregunta Misuk, quien aún lloraba desconsoladamente. Con esto Myungdae parece darse cuenta de la presencia de la chica en el grupo. Por ahora se limita a darle una mala mirada, pero él sabía que no podría contenerse si seguía hablando.
Raehee no contesta a ninguno de los dos de inmediato, con uno a cada lado los guía hacia la salida más cercana. No sabía cómo decirle a su hermano que sí, que debían separarse, que él debía cumplir su palabra e ir en busca de la señora Park, aunque aquello le costara la vida.
 
—No se preocupe señorita Park, cumpliré mi palabra una vez ustedes estén a salvo —aprieta el agarre de la pelinegra tratando de darle calma.
—Gracias Raehee-Ssi —musita la chica, dejándose llevar por su guardaespaldas.
— ¿Qué? ¿Qué promesa?—cuestiona Myungdae, frunciendo el ceño ante las palabras de su hermano. Un instante después parece darse cuenta de su significado— No voy a permitir que te alejes de mí, hyung. Iré contigo —sentencia como si fuera su decisión final y nadie le pudiera hacer cambiar de parecer.
—No es algo que pueda discutir contigo Myungdae, necesito que estés a salvo, yo... Volveré cuando localice a la señora Park y estaré con ustedes, no debes preocuparte —se detiene solo un instante al ver a uno de los tripulantes que entregaba chalecos salvavidas, toma tres, dos para lanzarle a los amigos de su hermano que venían tras ellos y otro para su propio hermano. Es en el primer momento que suelta a Misuk y centra su atención solo en él—. Debes confiar en mi Myungdae, si vas conmigo no podré pensar con claridad, necesito saber que estás a salvo, volveré con ustedes —pasa el salvavidas por el cuello de su hermano para luego ajustarlo en su torso—. Lo prometo.
—Hyung —se queja en respuesta y las primeras lágrimas salen de sus ojos—… Hyung, quédate conmigo —solloza, agarrándose con firmeza de la camisa de su hermano—. No me dejes de nuevo.
Misuk observa la escena en silencio, sabiendo que es mejor que intervenir. Sentía pena por el hermano menor de Raehee, pero ella también quería a su madre a salvo.
 
—Volveré, no voy a dejarte, estaremos a salvo, juntos ¿Está bien? —sus ojos se llenan de lagrimas y quiere volver a prometerle que todo estará bien, que podrán irse juntos a su casa, que nada malo puede pasar pero lo que sucede a su alrededor lo aterra, por más fuerte que quiera mantenerse. Inhala profundo tomando las manos del menor para alejarlas— Debemos seguir ya, debo ponerlos a salvo —trata de mantener su mente fría para poder actuar como debe mientras se abre paso entre la gente hacia los botes sin soltar a su hermano, ni a Misuk.
— ¡Yo también quiero que tú estés a salvo hyung! —reclama Myungdae, enfadándose de repente. Aun llora, igual que Misuk, pero en su expresión se ve que está enojándose bastante— No puedo creer que sea más importante para ti ir a buscar a esa mujer que estar con tu hermano —las palabras salen de su boca antes de que pueda detenerlas, sin importarle que Misuk estuviera ahí a su lado. No lo dice en serio, es la voz del enfado la que habla, pero Myungdae está demasiado enfurecido como para notarlo.
—Myungdae mide tus palabras —exige tratando de mantenerse firme, realmente se encontraba en una situación demasiado difícil para él, pero no podía, ni quería irse sin encontrar a la señora Park, no solo porque era su deber, sino porque además de que se lo había prometido a Misuk, él tenía mucho cariño por aquella familia, había compartido muchos años de su vida con aquellas mujeres, y aunque se sintiera culpable por tener que dejar a Myungdae y Misuk, peor se sentiría si se fuera con ellos, sin siquiera intentar buscar a Hyegeun—. Sé que es difícil para ti, también los es para mí, pero no está bajo discusión, subirán a un bote y si este debe irse se irán, yo los buscaré, porque estaré a salvo para cuidarlos pase lo que pase —atraviesan la última fila de gente antes de llegar a los botes. Raehee mira hacia atrás asegurándose de que los amigos de su hermano también estén allí y los llama para que se acerquen, quería que se mantuvieran juntos, que contuvieran a Myungdae, por si el realmente no podía volver...
Los miembros de la tripulación empiezan su trabajo enseguida, haciéndolos subir al bote uno por uno, empezando por Misuk. Una vez la chica está sentada, voltea hacia Raehee.
 
—Raehee-Ssi, encuentre a mi mamá. Por favor —suplica, mirando a su guardaespaldas con los ojos llorosos. Myungdae en cambio suelta la mano de su hermano, cruzándose de brazos, como plantándose en su lugar y niega con la cabeza.
—No subiré ahí hasta que lo hagas tú, hyung —sentencia, con determinación en su voz.
Raehee asiente hacia la pelinegra para luego ceder el paso a Namwook y Hyunra para poder convencer luego a su hermano.
 
—Myungdae subirás a ese bote o tendré que subirte y no quiero hacerlo. Cuanto antes lo hagas antes podré irme y volver —quiere contenerse, pero las lagrimas salen de sus ojos por si solas—. Por favor, no hagas esto más difícil para mí, debo hacerlo, debo cumplir con mi deber —habla con pena y casi suplicando que comprenda.
—Déjame i-ir contigo —insiste sin moverse de su lugar, su voz quebrándose a la mitad de la frase gracias a un sollozo—. O si no esperaré hasta que vuelvas.
El mayor niega mirándole a los ojos con sus mejillas empapadas y acerca a su hermano contra su pecho para envolver sus brazos en él.
 
—Te amo Myungdae, no permitiré que te pongas en riesgo —sorbe por la nariz estrujándolo fuerte entre sus brazos—. No insistas, no cambiaré de opinión, juro que volveré, volveré lo más rápido posible y estaremos a salvo, solo déjame ir ya, no quiero tener que obligarte a subir.
—No quiero —responde como un niño pequeño haciendo una pataleta—. Yo tampoco cambiaré de opinión, hyung.
Se separa y deja un beso en la frente de su hermano.
 
—Lo siento —es lo último que dice antes de levantarlo en su hombro y subir con él al bote para dejarlo en el asiento más alejado del lado del crucero—. Por favor que no baje, habla hacia Namwook y Hyunra y luego de apretar la mano de Misuk y dedicarle una mirada apenada huye, tan rápido se desvanece entre la gente que es cuestión de segundos para que lo pierdan de vista.
 
Kim Ha Ri
 
Ha Ri insistía en el número de Chaeyoung, varias veces la contestadora fue quien atendió hasta que la vox de la menor se hizo predente al otro lado de la línea.
 
—Oppa, ¿Dónde estás? ¿Estás bien? Estaba en el restaurante y de repente todo se volvió un desastre, alguien dijo que hubo una falla en el motor, hablan de un incendio, no sé qué está pasando Ha Ri —habla con su voz casi quebrada.
—Tampoco lo sé Chae, solo dirígete a la salida más cercana, ve hacia afuera, y volveré a comunicarme contigo, ¿Está bien?
—Por favor mantente a salvo Oppa, estaré esperando por ti —es lo último que dice antes de terminar con la llamada y dirigirse entre la gente a la salida más cercana.
 
Ha Ri se queda solo un poco más calmado al saber que ella estaba bien entonces piensa en discar el numero de Kai hasta que ve al pelinegro con la mirada perdida y desorbitado mientras la gente pasa por enfrente a él corriendo y gritando en algunos casos.
 
—Eunyoo-ssi —llega frente a él y ni siquiera se detiene a pensar cuando lo está apretando entre sus brazos.
Eunyoo tarda unos cuantos segundos en procesar lo que sucede y de que su cerebro identifique que quién lo está abrazando en esos momentos es el Sr. Kim, corresponde con cierta torpeza y termina por esconder su rostro en el hueco entre el cuello y el hombro del hombre. No es consciente de que ha roto en llanto sino hasta varios minutos después en los que se siente asfixiado por sus propios sollozos pero tampoco quiere separarse del mayor pues siente que si lo hace va a desmoronarse por completo debido al miedo y la incertidumbre.
 
—Tranquilízate, no voy a dejar que nada malo te pase, me quedaré a tu lado hasta asegurarme que estés a salvo —siente una repentina angustia en su pecho al sentir los sollozos del menor sobre su hombro. Eunyoo se siente un tanto avergonzado por su momento de debilidad pero no logra controlar sus emociones ni recobrar la compostura como le gustaría, a fin de cuentas el chico no tenía nervios de acero y estaba en todo su derecho de estar asustado, ¿no?
Intenta calmarse tomando una respiración profunda antes de separarse ligeramente del mayor, siente sus mejillas rojas y clava su mirada en el piso incapaz de hacer contacto visual con HaRi. Pasa sus manos por sus mejillas y seca sus lágrimas con movimientos torpes antes de armarse de valor y darle la cara a su acompañante.
 
—Lo siento —musita con la voz ronca debido al llanto—. También debes de estar alterado y el que yo actúe de esta forma seguramente no está ayudando —susurra en tono suave y triste bajando su mirada y fijándola en el piso. El mayor niega y le dedica una mirada comprensiva.
—No debes disculparte por esto, uno jamás controla lo que siente y menos en situaciones inesperadas, estoy tan confundido y asustado como tú, pero hay que mantener la calma, alterarse no servirá de nada —trata de pensar con la mente en frío—. Dime... ¿Sabes donde están tus amigos? Deberíamos ir hacia afuera cuanto antes —el alboroto se vuelve cada vez mayor a su alrededor.
El chico niega lentamente con la cabeza hecha un lío como para poder recordar en dónde les tocaba cubrir turno a sus compañeros esa noche pero sabe que tiene que despejarse porque tenía que buscarlos. Hyungsik y Hyorae, los dos debían estar preocupados, tan asustados o alterados como él, o bueno quizás no tanto pero igualmente.
 
—Justo ahora no recuerdo dónde están —susurra bajo y asiente apenas con un leve gesto—. Aunque creo que Rae ya salió de turno —divaga pintando una mueca en sus labios—. Tiene razón, deberíamos salir a la cubierta, seguramente ahí está yendo todo el mundo...
Asiente e inconscientemente toma la mano del muchacho para llevárselo de allí.
 
—Los encontraremos allá afuera, buscaremos la forma de hacerlo —dice lo último un poco más bajo y apura el paso haciendo que el menor haga lo mismo. Su mano libre la mete al bolsillo de su pantalón buscando su móvil pero este parece no estar allí, maldice internamente y se promete a si mismo ir por su mejor amigo cuando se asegure de que Eunyoo se encuentre a salvo.
Eunyoo se aferra con su mano libre al brazo del mayor, mira a su alrededor como buscando a sus amigos, quizás podría encontrarlos también tratando de huir o quién sabe.
 
—Gracias Hari-ssi —musita luego de una pausa en la que solo se movían entre empujones y los gritos de las demás personas—. No deberías estar aquí, seguramente deberías estar buscando a tu prometida o al sr. Woo —balbucea apenas audible y en contra de lo que sus palabras puedan significar sujeta mas fuerte su brazo, quizás temiendo que al haber dicho aquello el hombre le deje solo en medio de tanto desastre—… En verdad le agradezco.
—Debería hacerlo, pero no podría dejarte, solo... Quiero estar a tu lado ahora y no me quedaré tranquilo hasta que estés a salvo con tus amigos —trata de sonreírle lo más sincero posible y pone su mano sobre la suya volviendo a abrirse paso entre la gente.
Eunyoo no responde, demasiado aturdido por la sinceridad de las palabras del mayor, de pronto una pregunta se instaura en su cabeza, algo distorsionada y torpe. Una idea loca en la que al parecer, él era de importancia para aquel sujeto.
 
—Harri-ssi —dice luego de unos tantos segundos en silencio, el aire de la fría noche, mezclado con el olor a quemado y a desesperación le golpea la cara cuando salen a la cubierta exterior—. Una vez nos separemos tiene que prometer que se va a cuidar, ¿sí? —pide en tono bajo, inclinándose sobre el hombro del mayor, demasiado cerca del cuerpo del otro— Tiene que mantenerse bien en este desastre... Así podremos vernos luego de que nos rescaten y regresemos a la ciudad.
El mayor queda estático por unos instantes sintiendo un nudo en su garganta. El caos atraviesa sus pupilas mientras palmea el hombro del menor tratando de mostrarse fuerte, aunque el temor estuviese helando su sangre, repentinamente la idea de no volver a verle se instaló en sus pensamientos, y se sintió como un balde de agua helada, solo asintió, no hubo palabras que pudiesen salir de su boca, y ya ni siquiera tenía idea de que hacer o decir, de pronto se sintió devastado, ¿Que haría cuando encontrase a los amigos de Eunyoo y tuviese que separarse? Pensaba en Ryo Kai, en Chaeyoung, y en qué pasaría si no los encontraba a tiempo. Todo aquello en segundos que parecieron ser una eternidad mientras retomaba la marcha apretando la mano del menor.
A unos cuantos metros de ellos un moreno se movía rápidamente entre las personas, buscaba entre todos aquellos rostros, con cierto desespero, los de sus amigos. Entonces logró vislumbrar al pelinegro, de hecho, sólo había visto a HaRi, luego había notado al chico pegado a él. Hyungsik sintió en su pecho florecer cierto alivio y molestia al mismo tiempo, pero esta última quedaba completamente en un segundo plano porque era más la dicha de encontrar a Eunyoo sano y salvo.
 
— ¡Yoo! ¡Yoo! —Gritó por encima de todo el bullicio corriendo entre las personas para llegar hasta su amigo— ¡Yah, Rae Eun Yoo! —grita aun más fuerte dando alcance a ambos hombres y deteniendo al menor de ellos solo para tirársele encima y apretarlo fuertemente entre sus brazos.
— ¡Sik! —El mayor jadea ligeramente correspondiendo aquel abrazo, llorando en silencio— ¡Sik, estás bien! —lloriquea el muchacho.
—Estoy bien, estás bien. Estamos bien... Ya… Tranquilo —susurra suavemente acariciando los cabellos de su mejor amigo y dedica una mirada al mayor— ¿Está bien, hyung? —pregunta, Eunyoo no se suelta de él y él tampoco está dispuesto a soltarlo—. Gracias por cuidar de él, hyung.
HaRi se alegra de ver al hiperactivo muchacho en buen estado, aun más de que Eunyoo encuentre a su amigo, aun así, había algo que lo hacía sentir sumamente mal, el hecho de que ya no debía ser él quien protegiera a Eunyoo. El pelinegro al fin se encontraba con su amigo, con quien debía estar, y él ya no tenía más que hacer allí.
 
—Estoy bien, no hay nada que debas agradecer —dice echándole una mirada al pelinegro de tez pálida—. Encuentren a la chica y diríjanse a los botes salvavidas cuanto antes —ahoga un suspiro sabiendo que ha llegado el momento en que debe ir en busca de los suyos, que ya no debe estar allí—. Cuídense mucho —las palabras son para ambos pero su mirada se fija en Eunyoo, posa la mano en su hombro y trata de dedicarle una sonrisa mientras su mano viaja a la mejilla del menor—. Cuídate —susurra tragándose el resto de sus palabras y dando algunos pasos hacia atrás alejándose del menor.
Eunyoo reacciona casi por inercia, se separa de su amigo y detiene al mayor antes de que termine de alejarse por completo de ellos. Lo abraza.
 
—Gracias —susurra débil cerca del oído ajeno—. En verdad muchas gracias, Hari-ssi —se separa apenas un poco y le da lo que es una dulce sonrisa cargada de tristeza—. Por favor cuídese —pausa—.  Ya sabe... Yo tengo que poder ir a verlo jugar cuando regresemos —es casi como una promesa lo que dice—. Nos veremos en un futuro próximo Hari-ssi —afirma tratando de darle ánimos, se acerca y de forma fugaz deja un beso en su mejilla antes de tomar su distancia y regresar a paso lento con Hyungsik, agita su mano una última vez en dirección del mayor, despidiéndose por quién sabe cuánto tiempo y termina por perderse entre la multitud de la mano del moreno.
 
Lee Dong Mun
 
La cena transcurre tranquila, ambos comparten un par de comentarios que hacen reír a la menor y después tomar seria la conversación, para comer un poco más y conectar sus miradas un par de veces más, sonrojándose inevitablemente al hacerlo.
Ambos pretenden levantarse de sus lugares, con toda la intención de seguir su noche juntos, pero son interrumpidos por un lejano sonido seco, que les hace brincar del susto, a pesar de no haber presenciado lo sucedido.
Los empleados se ven con espanto entre ellos y manteniendo la calma, empiezan a pedir a los clientes que abandonaran el lugar, siempre con amabilidad. Ninguno rechista, mucho menos los jóvenes.
Akame se aferra al brazo del mayor cuando se ponen de pie y un escalofrío recorre su espina dorsal.
 
—Y-yah... ¿Qué crees que haya sido? —balbucea. Al cabo de unos segundos, cuando llegan al pasillo que conecta hacia las demás salas, ve gente corriendo y un balanceo, que creyó puro producto de su imaginación, le hace tropezar levemente— O-oppa tengo miedo.
Dongmun se detiene al ver correr gente hacia la salida del restaurante y aprieta el agarre de la menor guiándola a paso apurado junto con él hacia afuera.
 
—Algo anda mal —piensa en voz alta sintiéndose ligeramente mareado y teniendo que detenerse. Ese no era un buen momento para sentirse mal, pero no podía evitarlo, tal vez no hubiese sido un movimiento tan grande pero sintió de repente que todo dio vueltas—. Solo... No me sueltes ¿Si? —pide mientras vuelven a caminar, su mano libre se apoya en la pared del pasillo mientras respira profundo maldiciendo por su pánico. Algo no andaba bien, era obvio, la gente corriendo y es escándalo repentino lo decían todo. Un estruendo más heló la piel del menor quien palideció y apretó con fuerza la mano de Akame apresurando su paso lo más que pudo.
Ella sentía cómo su corazón comenzaba a acelerarse cada vez más, con fuerza. Sus nervios aumentaban y de un momento a otro, las ganas de llorar amenazaban con ganar.
—Mi hermano —es lo primero que viene a su mente. Sus rodillas tiemblan y como Dongmun le dijo, no le suelta. El pelinegro camina a su lado, con la vista nublada, un nudo en su garganta y las rodillas le fallan. La gente sigue corriendo alrededor, gente… Ve demasiada gente gritando y luchando en contra de la histeria—. Dongmun, tenemos que encontrar a tu hermana —dice ella, su voz quebrándose y con los ojos rojos. Toma el rostro ajeno entre sus manos y logra que hagan contacto visual por al menos unos segundos.
Él asiente pero se encuentra pálido y cierra sus ojos unos momentos para respirar profundo.
 
—Llámalo —dice apenas audible, se separa para ver hacia afuera y su pánico aumenta, todos parecen estar perdiendo el control, pasan a su lado casi pechándoles y trata de recomponerse para poder seguir pero sus piernas parecen no querer colaborar, sabe que el pánico está apoderándose de él—. Akame,  llámalo ahora —de repente se recuesta contra la pared queriendo regular su respiración mientras aprieta sus ojos con fuerza—. No te separes de mí, no lo hagas hasta que él no venga por ti —solo estira su mano tratando de sostenerla de alguna manera, pues no quiere perderla pero está perdiendo el control sobre sí mismo.
La pelinegra con manos temblorosas, encuentra su teléfono y marca el número rápido al móvil de su hermano. A causa de la desesperación, habla en chino al mayor y cuelga al cabo de unos segundos. Las lágrimas recorren sus mejillas, entrelaza sus dedos con los del pelinegro y le ayuda a separarse de la pared.
—Dongmun, no t-te voy a dejar sólo —balbucea con voz gangosa a causa de las lágrimas—. Vamos a buscar a Shao, p-por favor, a Eunsun —chilla en desesperación, señalando el pasillo de salida— Dongmun...
Niega, el aire parece no llegar a sus pulmones mientras su pulso no tarda en acelerarse de sobre manera. La suelta casi contra su voluntad por no poder controlar correctamente sus acciones.
 
—L-lo, lo —su respiración se entrecorta y los sollozos parecen ahogarlo—… Lo siento —no puede contra su ataque de ansiedad volviendo a apoyarse bruscamente contra la pared sin siquiera sentir dolor por aquello.
Ella mira a su alrededor, buscando si su hermano aparecía por algún lado. Él no tarda mucho en llegar, si acaso, un par de minutos.
—Akame, yah... Muévanse de aquí, hay que ir a los botes salvavidas —habla con fluidez. Ve la situación del más joven y lo toma de uno de sus brazos, pasándolo por sus propios hombros, aunque no le despega del todo de la pared.
—Chico, la pared no te va a salvar, venga —habla calmado, haciéndole una señal a su hermana para que se moviera más ágilmente y le ayudara a trasladar al chico hasta donde se encontraban rescatando a la gente — Dime, ¿viniste sólo? ¿Hay alguien por quién debas preocuparte ahora mismo? —cuestiona, caminando sin pánico.
Él mira Akame pero ni siquiera puede hablar y suelta un quejido llevando ambas manos a su pecho, el sudor se hace presente y solo quiere tirarse en el piso a llorar porque aunque Eunsun esté presente en sus pensamientos no tiene el control sobre su mente, está aterrado y comienza a temblar hiperventilando por demasía.
Tapa su rostro con desesperación, quiere calmarse, realmente lo quiere pero el pánico le juega una mala pasada.
El mayor de los tres, deja que se hinque en el piso, dejándolo hacer lo que tuviera qué hacer.
—Ve hasta donde está yendo la gente, Akame... Encuentra a Jaeho o a Hyungsik y únete a ellos. Puedes sola, anda —la menor niega con su cabeza, pero al cabo de unos segundos, acepta ir.
No se aleja sin haberse hincado a la altura de Dongmun. Toma el rostro del mismo entre sus manos y le mira a los ojos. Ella sigue llorando y sigue sin saber mucho qué hacer o cómo actuar, pero deja un beso en sus labios; uno fugaz, sin importarle la presencia de su hermano.
 
—Dongmun, por favor —susurra, soltando el rostro de entre sus manos y frunciendo sus labios en una mueca de tristeza—. Vamos a vernos, tranquilo —intenta ayudarle a calmarse y se levanta del suelo, con toda la intención de retirarse.
Quiere pedirle que no se vaya, quiere pedirle disculpas por su estúpido miedo, quiere abrazarla y decirle que todo va a estar bien pero no puede soltar palabra alguna, siente su pecho cerrándose y un fuerte dolor en este, solo le limita a mirarla con pena, totalmente avergonzado por no poder controlar aquellos ataques, porque le pasara justo en ese momento después de tanto tiempo, haciendo que se sintiera aun más aterrador. Su cabeza duele, y todo le da vueltas, se siente desesperado pero no puede hacer nada más que tratar de respirar, tirándose al piso y apretando las rodillas contra su pecho queriendo que el dolor pase, que el pánico desaparezca.
Shaoran palmea la espalda del chico un par de veces, mientras mira a su alrededor, un tanto asustado.
Tanta gente en el crucero y realmente esperaba que un doctor estuviese pasando por la misma catástrofe.
 
—Tranquilo, chico, llamaré a alguien —mira a su hermana a lo lejos pero no puede dejar al muchacho ahí solo— ¡Un médico por aquí! ¿Alguien puede ayudarme? —Pide incorporándose.
 
Shin Yoong Soo
 
En el interior del barco el desastre comenzaba a formarse, empleados iban y venía y prontamente uno de ellos se acercó hasta la pareja para entregarles un par de salvavidas.
 
— Por favor, úsenlos. Por su seguridad diríjanse a la cubierta exterior lo más rápido posible y mantengan la calma —dice con premura y no les da ni chance de responder o reaccionar pues ya se ha ido por otro lado con urgencia. Aimiu siente su corazón acelerarse y ya no son por las emociones que el moreno le provoca, el miedo comienza a inundar su sistema y mira con cierto pánico el chaleco entre sus manos.
—Yongsoo-ssi... ¿qué...? —pero ella realmente no puede terminar de formular una palabra pues siente como su garganta se cierra y sus ojos arden. Mira a su alrededor como buscando un poco de calma pero el que todo el mundo sólo vaya alterándose más y más no la ayuda para mantener la compostura
Yoongsoo apretaba la mano de Aimiu pues no quería perderle, pero su vista se paseaba por todo el crucero tratando de ver a la pelinegra, él necesitaba cuidar de ella, era su amiga, su hermana, él necesitaba saber que estaba a salvo.
 
—Estaremos bien, solo... No debemos separarnos —dice aun viendo entre la gente, pero era demasiado difícil encontrar a alguien entre tanto alboroto.
Aimiu está un tanto ida en ese momento, todo había empeorado muy rápido y ella no había tenido tiempo de procesar todo como era debido, se limita a asentir aunque no ha oído realmente lo que le ha dicho el moreno y de pronto su mente hace clic cuando un destello, producto de una explosión, le recordó a al flash de una cámara y tanto la imagen de Minji como la de Xian Lu vino a su cabeza. Entonces se detuvo, sus pies parecieron anclarse a la madera de la cubierta y la mano con la que sostenía la ajena perdió su fuerza y terminó rompiendo la unión.
—Minji... Lu... —balbucea cuando el moreno se gira a verla preocupado porque lo ha soltado. — ¡Yoongsoo! ¡Mis amigos! —chilla de pronto, reaccionando y volviendo a sus sentidos. La desesperación la inunda y se gira hacia todos lados tratando de ubicarlos entre todos los rostros desconocidos— No puedo dejarlos... Tengo que encontrar a Minji unnie, y a  Lu... ¡Oh dios! Ellos deben de estar desesperados... Yo... —Aimiu comienza a asfixiarse por su propia agitación, la desesperación y pánico la están consumiendo, ha perdido gran parte de la compostura y las lágrimas no tardan en hacerse presentes— Yo... yo... tengo que buscarlos... Minji... Lulu...
—Aimiu-ah, no vuelva a separarse de mí —indica en un tono tal vez más fuerte del que debió usar volviendo a tomar a la chica ahora por la muñeca—. También estoy preocupado por alguien, pero no puedes irte sola, esto es una locura, es peligroso, no voy a dejarte —dice afianzando su agarre.
—Pero... pero ellos —la platinada balbucea sin poder formular algo realmente—… Tenemos que encontrarlos —susurra—, ellos... Ellos van a necesitarme y yo... Yo los necesito, son mi familia.
—Los buscaremos, pero juntos, ¿Está bien? No vuelvas a soltarme —pide mirándole serio, él también estaba desconcertado por toda la situación, pero mantenía la calma—. Lo mejor es quedarnos aquí afuera, todos saldrán tarde o temprano —razona y quita su mirada de la chica para volver a buscar entre la gente, tanto a su amiga, como a Xian Lu. Ella asiente dejándose guiar por el mayor, tratando de contagiarse un poco de su calma y lograr tranquilizarse un poco.
—Gracias Yongsoo-ssi —musita en tono bajo, vuelve a abrazarse al brazo del moreno mientras busca con su mirada a sus amigos entre toda la multitud.
 
Choi Je Sun
 
Jesun estaba desesperado, había sentido explosiones pero desde donde estaba pese a sus gritos nadie parecía escucharlo, el guardia lo había encerrado con aquellas malditas esposas y se había ido hacía ya casi media hora antes de que todo comenzara.
El joven comenzaba a desesperarse, pero todo empeoró cuando las luces prendían y apagaban solas, y como si eso fuera poco, agua comenzaba a entrar por debajo de la puerta.
 
—Maldita sea —exclama con sus ojos bien abiertos.
 
Los minutos pasan y es como si nadie recordara que él aun estaba allí, aquella agua que entraba estaba pasando sus tobillos ya y el no dejaba de gritar por ayuda.
Analiza la pieza completa, hasta que su mirada se detiene al ver que el agua estaba por alcanzar la televisión, la cual hacía ya vario rato solo se veía en líneas grises acompañada por un molesto ruido.
 
— ¡Ayuda por favor! —Vuelve a gritar totalmente desesperado— ¡¿Alguien puede oírme?! ¡Estoy aquí abajo! —su voz era fuerte, pero no parecía que nadie fuese a escucharle, y poco a poco, perdía las esperanzas.
 
Han Soo Yoo
 
Con la primera explosión, Minji dejó su computadora en su cama y salió de la habitación en busca de sus amigos, pero principalmente de Aimiu.
Estaba en medio de una video llamada con Makki, su mayordomo en casa sostenía una computadora en frente de la gata mientras Minji le hablaba como si de un bebé se tratara.
Detestaba dejar a Makki, pero sabía que ella estaba a salvo en casa, mientras que su mejor amiga tal vez no lo estaría.
Los corredores estaban llenos de gente, todo el mundo andando -corriendo- en direcciones diferentes pero Minji logró llegar a la habitación de la menor entre empujones.
 
— ¡Aimiu-ah tenemos que... —detuvo su frase, la habitación estaba sola.
Salió de allí rápidamente y se dispuso a correr por los pasillos, sin fijarse por donde andaba ya que buscaba a la chica con la mirada.
Gracias a eso, logro tropezarse -como era de esperarse- con una mesa y caer al piso. Una estatua de mármol estaba sobre ella y ante el impacto cayó sobre una de las piernas de Minji. La estatua se quebró en mil pedazos, varios de ellos cortando la piel de Minji en diversos puntos.
— ¡Ouch! —exclama Minji pero a pesar de eso nadie para a ayudarle.
 



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Mensaje por taejin Vie 05 Ene 2018, 10:37 am


vic.

Capítulo 9: Parte 4.

 
Sooyoo llamaba a su mejor amigo por los pasillos pero entre el alboroto nadie escuchaba nada, todo era un completo caos, y aunque estaba asustado y su único propósito era encontrar a Younggi, estaba manteniendo la calma, no corría como un loco, evitaba que la gente lo pechara, parecía ser el único allí que no había perdido la cabeza.
Quería llegar cuanto antes al bar, deseando que Younggi lo esperase allí y fue entonces que vio a una chica tirada en el suelo, mientras el resto de las personas pasaban corriendo a su lado como si nadie le hubiese visto. Se apresuró para llegar hacia ella estirando su mano para que pudiese levantarse.
 
— ¿Se encuentra bien? —Cuestiona y al ver que no podía levantarse por cuenta propia se agacha a su lado pasando el brazo de la chica por sus propios hombros— Permítame ayudarle —habla mientras se levanta y a su vez hace que ella también.
—Gracias... Eres el único que ha venido a ayudarme, ¿qué le pasa a esta gente? —Masculla, sosteniéndose del chico— Esto dejará cicatrices bastante feas —musita para sí misma, mirando su pierna con una mueca—. Soy Minji —dice, ahora mirando a su salvador.
—Oh, la gente está muy alterada por lo que está pasando, ni siquiera sé lo que pasa pero no parece ser nada bueno —comenta comenzando a caminar con la chica—. Mi nombre es Sooyoo, y aunque no sea de la mejor manera es un placer conocerle Minji-ssi —apenas si agacha su cabeza como una pequeña reverencia—. Y no quiero ser descortés pero deberíamos tratar de salir de aquí, ¿Hacia dónde se dirige? —Pregunta.
—Busco a mi mejor amiga —explica—. También es un gusto conocerte Sooyoo-Ssi —corresponde la reverencia— ¿Donde ibas tú?
—También busco a mi mejor amigo, él... Trabaja en uno de los bares del crucero, necesito ver si sigue ahí, ¿Usted cree que pueda seguir caminando sola? Podemos ir allí y si él se ha ido ir hacia alguna de las salidas, supongo que tanto como para mi amigo como para su amiga sería la opción más lógica a donde ir.
—Sí, sí, estoy bien —le asegura Minji—.Espero y ya estén afuera. Ambos —dice esperanzada —Mi amiga... Ni sé donde podría estar.
— ¿Puede apoyar sola? —se detiene un momento pues no la dejaría si la chica realmente no estaba bien, es entonces que una nueva explosión suena exaltándolo un poco cuando el suelo parece moverse a causa del estruendo que hace que el crucero se mueva a pesar de su inmensidad, y al observar hacia atrás pega a la chica a la pared y se para frente a ella al ver que uno de los carros de servicio venía rápidamente sin control hacia ellos sin control—. Debemos ir a la salida ahora —dice cambiando de planes pues aquello sonó demasiado mal, algo le decía que no era un simple fallo y debía prepararse para lo peor, pero antes, encontrar a su amigo.
—Estoy de acuerdo —responde Minji, mirando mientras el carrito chocaba al final del pasillo—. Creo que sí puedo caminar, aunque mi tobillo duele —dice con una mueca.
—Será mejor entonces que se quede a mi lado, la gente está perdiendo la cabeza, podrían volver a hacerle daño —caminan hacia la salida más próxima y es entonces que se topan con una enorme cantidad de gente, realmente encontrar a alguien allí sería casi como encontrar una aguja en un pajar.
—Sooyoo-Ssi, estoy empezando a creer que esto será más difícil de lo que pensábamos —medita Minji, estirando su cuello para tratar de mirar por sobre la gente, buscando a Aimiu con la mirada— ¡Aimiu-ah! —grita, pero el volumen del resto de personas era mayor.
—No creo que deba gritar, no funcionará con todo este alboroto, mejor guarde sus energías para buscar a su amiga y caminar un poco entre esta gente, con cuidado —pide sin alejarse de ella por completo, no quería que le hicieran más daño. Él tenía a favor su altura, podía ver un poco más que el resto, aun así, no podía divisar aquella cabellera rubia que deseaba ver con tanto anhelo.
—Si... Si la vez, ella tiene el cabello color plata —le indica al chico, dándose cuenta de su altura. Aun así Minji no paraba de mirar en todas direcciones.
Mientras caminaban, de vez en cuando alguien rozaba las heridas en su pierna lo cual disparaba una corriente de dolor a lo largo de esta, por lo que tenía que detenerse y Sooyoo lo hacía a su lado.
 
—Le avisaré si la veo —se acerca a la chica al notar su incomodidad y vuelve a pasar el brazo de esta sobre sus hombros para que su pierna herida quede contra la de él y no la roce nada ajeno—. Minji-ssi, debemos pensar en la posibilidad de no encontrarles sino hasta que esto se desmorone, y tendremos que prepararnos para esto porque no sé usted, pero yo no subiré a ningún bote si no es con mi hyung —dice con seguridad.
—Bien, sí, tienes razón —concuerda la chica—. Necesitaremos algo en lo que subirnos, por si ya no hay balsas cuando los encontremos —dice—. Algo de madera, será más sencillo que flote.
—Estoy de acuerdo, y algo que nos sirva para remar hacia algo cercano, no podemos dejar a la suerte nuestro destino y nuestros brazos no serán suficiente, venga conmigo —pide volviendo a adentrarse a la ya vacía sala más cercana donde la suelta sabiendo que no correrán riesgo—. Iré hasta la otra sala, creí haber visto algo —dice antes de salir corriendo hacia allí.
—Tal vez... Podríamos quitarle las patas a una mesa, usar la mesa como balsa y las patas como remos... —exclama, para ser escuchada por el chico y busca con la mirada una mesa lo suficientemente grande para cuatro personas.
— ¡Ayúdeme con esto! —Llama desde la otra sala arrastrando una gran mesa que para su suerte no era tan pesada— Debemos dejarla aquí cerca e ir por chalecos salvavidas, crees que... ¿Pueda esperar aquí por mí? No voy a dejarla, volveré con dos chalecos y echaré un vistazo allá afuera.
Minji se mueve lo más rápidamente posible para ayudarle a Sooyoo.
 
—E-está bien —acepta, su voz tiembla con el ligero miedo de quedarse completamente sola, pero sabe que en su estado lo único que haría sería retrasarlos—. Yo mientras tanto trataré de desarmar esto, anda —propone, refiriéndose a la mesa.
—Tenga cuidado, no quiero que vuelva a lastimarse, no tardaré más de la cuenta —es lo último que dice antes de hacer una pequeña reverencia hacia la chica y volver hacia afuera, hacia el total caos, donde la gente va de un lado para otro y parte de la tripulación trata de calmarles. Es entonces que ve a un hombre de seguridad repartiendo salvavidas y se apresura en ir hacia él para pedirle dos a lo cual se niega—. Mi amiga está lastimada, ella... No puede venir ahora mismo por el suyo, por favor, necesito uno más para ella —pide tratando de ser amable pero el hombre vuelve a negarse— Yah~ —protesta pero finalmente opta por tomar uno solo y no perder más el tiempo para volver cuanto antes con la chica.
En el trayecto de vuelta, y entre todo el bullicio, escucha claramente como dos hombres hablan de alguien que se encuentra en la cárcel del crucero, y como ninguno de los dos está dispuesto a ir a por él.
 
—Denme las llaves, yo iré —dice metiéndose en la conversación a lo que los guardias le miran para luego mirarse entre ellos como si acabasen de escuchar la cosa más ridícula del mundo.
—Niño, dirígete a los botes, déjanos hacer nuestro trabajo —responde uno de ellos y quiere darle la espalda pero Sooyoo se para casi en medio de ambos.
—No harán su trabajo dejando a alguien allá abajo, sé cómo llegar, soy empleado del crucero, me capacité una semana antes de partir y conozco todo el lugar, no podría estar tranquilo sabiendo que pude ayudar a alguien y no hice nada, por favor.
—Es muy peligroso —se observan de nueva cuenta entre ellos y uno voltea con indiferencia no sin antes entregarle las llaves al otro—. Tenemos una familia que nos espera y no... No pondré mi vida en riesgo por un revoltoso —toma la mano de Sooyoo y deposita la llave en esta cerrándola luego. Sooyoo la aprieta con fuerza y hace una pequeña reverencia pretendiendo partir pero el oficial le detiene para quitarse el chaleco que llevaba puesto y entregárselo—. Suerte muchacho —es lo último que dice pues el menor corre de regreso a la sala donde Minji le esperaba.
 
Han Hyun Ra
 
— ¡Hyung! —grita Myungdae, con toda la fuerza que su voz le permite, también comienza a llorar con más intensidad. Intenta bajar del bote pero Hyunra y Namwook le detienen— ¡Suéltenme! —exige, pero obviamente ellos no le hacen caso. Llama un par de veces más por su hyung, pero este ya no está cerca para escucharle. Lucha un rato mas con sus amigos pero al darse cuenta que es en vano vuelve a sentarse donde lo ha dejado su hermano. El silencio los consume, pero no por mucho tiempo— Usted es realmente egoísta, ¿Se lo habían dicho antes? —Se dirige ahora a Misuk con veneno en su voz— Me ha quitado a mi hermano, no una sino dos veces. Todo por mantener su perfecta familia. Solo piensa en usted.
Myungdae no tenía ningún respeto por la chica, la detestaba con todo su ser. Misuk lo mira perpleja, sin saber que responderle.
 
—Yo...
—Myungdae basta —pide Hyunra con seriedad quien no había hecho más que mantener al menor dentro del bote—. Estás actuando como un niño caprichoso, ¿Acaso no te das cuenta que no eres el único que sufre aquí? Si tu hermano dice que volverá confía en él, no descargues tu ira con ella, tampoco tiene la culpa.
— ¡Sí la tiene! —Contrapone, elevando cada vez más el tono de su voz— ¡Tú no tienes hermanos, no entiendes nada de esto, Hyunra hyung! —exclama — ¡Y ella tampoco los tiene! Por eso no le importa lo que pase con el mío, nunca le ha importado mi familia.
—Eso no es cierto... —musita la chica, las lágrimas aun bajaban por sus mejillas.
— ¡Oh! ¿No es esto fabuloso? —El sarcasmo cubre la voz de Myungdae— Ahora decide hacerse la víctima, ¡Perfecto! —el chico se sienta muy cerca de ella, probablemente mucho más de lo que debería y la mira a los ojos— Señorita Park —comienza, su tono expresa todo el desdén que siente por Misuk—, no porque sea la hija de la presidenta significa que sea la única que importe, ni que el mundo gira a su alrededor.
—Myungdae es suficiente —Hyunra se interpone en medio de ambos y su mirada se vuelve fría—. Deja de actuar de esa forma, ya has hecho tu descargo, deja a la chica en paz, no estás pensando bien en lo que dices mejor... Solo trata de calmarte, él volverá.
 
Shin Yoong Soo
 
Habían recorrido literalmente toda la parte exterior del crucero en donde se encontraban los botes, los cuales comenzaban a llenarse y descender. Aimiu no encontraba a sus amigos, y él, no había podido divisar a Misuk ni a la señora Park y aquello realmente estaba preocupándole demasiado. Es entonces que ve a alguien pasar corriendo que de inmediato llama su atención, mientras todos se dirigían a las salidas, Raehee corría solo en dirección contraria, para adentrarse al crucero.
 
— ¡Raehee-ssi! —Grita lo más alto que su voz se lo permite y sin previo aviso arrastra a Aimiu con él quien se apresura para alcanzar al mayor quien se ha detenido y observa hacia todas partes— Raehee-ssi —repite una vez están cerca de él. El castaño le mira y de igual forma a la chica antes de volver la mirada al moreno—. Misuk, Hyegeun-nim, ¿Dónde están ellas?
—Misuk está a salvo Yoongsoo-nim, ella... Está en un bote, y estará bien, debo buscar a Hyegeun-nim, y debo hacerlo rápido, suba a los botes, manténgase a salvo yo... Debo cumplir con mi deber —es lo útlimo que dice para luego de hacer una reverencia hacia el moreno correr hacia el interior del crucero.
Yoongsoo siente un tanto de alivio al saber que Misuk está a salvo, le preocupa Hyegeun, pero sabe que Raehee hará todo por encontrarla, como él ahora debía encontrar a los amigos de Aimiu, y así poder subir a los botes.
 
Hwang Rae Hee
 
Raehee gritaba el nombre de Hyegeun con desesperación, necesitaba encontrarla y regresar con su hermano y Misuk, saber que estaban bien. Mientras toda la gente iba desesperada hacia la salida, el se adentraba mas y mas al crucero, directo al área de los restaurantes, donde sabía estaría reunida.
 
—Hyegeun-nim ¿Me escucha?
— ¿Raehee-Ssi? —se escucha la voz de la presidenta de repente. Provenía de detrás de una de las puertas de las cocinas.
—Hyegeun-nim, ¿Se encuentra bien? ¿Está herida? —Torpemente gira la manija de la puerta la cual obviamente estaba cerrada— Hyegeun-nim abriré la puerta, apártese —pide mirando a su alrededor tratando de encontrar algo para romperla.
—No, Raehee-Ssi, es peligroso. Hay —se detiene para toser un par de veces—… Hay mucho fuego y escombros —explica— ¿Dónde está Misuk, está a salvo? —pregunta en cambio.
—Ella está a salvo, está en uno de los botes, apártese de la puerta por favor, trataré de abrirla —se aleja y toma carrera antes de correr hacia ella para golpearla con todo el peso de su cuerpo sobre su brazo, en vano, esta apenas si se mueve—. Le prometí que volvería con usted Hyegeun-nim, debo cumplir mi promesa —vuelve a alejarse de la puerta y una vez más toma carrera para golpearse contra esta. Se quita el saco del traje y afloja su camisa, una vez más golpea la puerta, cada vez con más desesperación.
—Raehee... Raehee detente, no funcionará. La bloquean muchas cosas, que también están sobre mí —habla bastante calmada para la situación. Al escuchar aquellas palabras Raehee puede imaginarse la situación y quiere decir algo pero es interrumpido—. Dile... Dile a Misuk que la amo, que sea fuerte, pero más que todo que sea feliz. Prométele que su padre y yo estaremos cuidando siempre de ella, sea donde sea que vaya y lo que haga. Siempre estaremos apoyándola —habla con evidente tristeza, claramente, despidiéndose, algo que Raehee no puede terminar de procesar—. Hazle saber que no quiero que se enfade contigo. Hiciste todo lo que pudiste, como siempre lo has hecho y tu padre antes de ti. Nunca terminaré de estar agradecida por todo lo que ha hecho tu familia por la nuestra, es como si todos fuéramos una gran familia. De verdad te aprecio y te pido que tú también cuides de Misuk, tan excelentemente como lo has hecho hasta ahora —continúa después de toser otra vez.
Un nudo se forma en la garganta del joven y ya no se contiene más, al fin puede permitirse llorar y lo hace sin consuelo.
 
—Hyegeun-nim no puedo —golpea la puerta con toda sus fuerzas y con ambas manos—. No quiero dejarla aquí —vuelve a mirar a su alrededor y se aleja al pasillo mas próximo donde ve un matafuegos. Ni siquiera lo piensa, su mano se hace un puño y rompe el cristal sin importarle el daño que pueda hacerse—. Resista por favor —pide entre el llanto—, la sacaré de allí —arranca el matafuegos de donde estaba y corre nuevamente hacia la puerta ignorando la sangre que salía de su mano para empezar a golpearla con este.

—Raehee, detente de verdad —exige ella, esta vez en un tono más serio—. Esto va a explotar en cualquier momento, necesito que vayas con Misuk, y con tu hermano. No puedes dejarles, Raehee. Si te quedas por más tiempo aquí tal vez no salgas con vida.
Arroja el matafuegos a un lado y se arrodilla frente a la puerta.
 
—Hyegeun-nim —habla con su voz quebrada y siente una explosión tras aquella puerta por la cual se aleja de esta por inercia—. Hyegeun-nim ¡Hyegeun-nim responda! —comienza a golpear la puerta con desesperación hasta que siente sus manos quemarse por el calor que sale a través de la abollada puerta de metal. Y sabe que lo peor ha ocurrido. Queda totalmente mareado sin saber bien cuanto tiempo ha pasado mientras el humo sale por debajo de la puerta por lo cual comienza a caminar hacia atrás aun en shock asimilando lo que acaba de pasar hasta que se topa con la pared para luego comenzar a correr, huir lo más rápido que sus piernas se lo permiten y lo hace justo a tiempo, mientras va avanzando en total soledad, todo lo que deja atrás comienza a arder en llamas, explosiones una tras otra, estruendos mayores y menores, pero todo era un completo desastre. No podía detenerse a mirar hacia atrás.
 
Lee Dong Mun
 
Dongwoo se movía con agilidad por los pasillos entre las personas que corrían desesperadas y se detenía a ayudar a todo el que podía y se dejaba. Había salido de su habitación tan pronto como habían dado la alarma y su primer instinto fue correr hacia la enfermería del crucero y ofrecerse para ayudar a todo el que pudiese, así que lo habían dotado con un botiquín de primeros auxilios al igual que al resto del personal y los habían despachado con presura.
Está terminando de vendar la mano de un chico de unos quince años cuando echa un vistazo a su alrededor y se percata de un chico que parecía estar sufriendo un ataque de pánico, había un hombre parado a su lado solicitando ayuda por lo cual se levanta casi de inmediato de donde está incado, luego de darle las instrucciones al joven para que llegue a las balsas salvavidas, y se acerca al chico.
 
— ¿Puede hacerse cargo? Yo... Realmente debo ir con mi hermana —habla Shaoran lamentándose por dejar al joven ahí.
—Descuide, me aseguraré de que esté a salvo —Shaoran hace una reverencia hacia el hombre y ve por última vez a Dongmun antes de irse por el mismo pasillo que poco antes se había ido Akame.
El Dr Sung pone toda su atención en el joven y en tratar de ayudarle.
 
—Muchacho — dice colocando una mano en el hombro para llamar su atención, en un tono que ofrece cierta calma y seguridad. Busca su mirada—. Mírame chico. Soy el médico Sung Dongwoo —pide al notar al chico demasiado encerrado en su crisis, busca hacer contacto visual— ¡Chico! —Exclama un poco más fuerte— ¿Cómo te llamas?
Dongmun levanta la mirada pero aunque quiere hablar pasan algunos minutos para que pueda hacerlo, se siente empapado a causa del sudor y lleva las manos a su cuello queriendo aflojar su corbata pero su torpeza solo le hace cincharla sin lograrlo.
 
—D-dong —traga duro y sigue respirando con dificultad. De cierta forma se siente un tanto protegido ante la presencia del hombre al saber que este sabe cómo ayudarle—... Dongmun —habla mirándole con un gesto de dolor pues aun siente su pecho cerrado.
— Muy bien Dongmun-ssi, es un gusto conocerte —le sonríe tan amable como puede y se acerca un poco más al chico, colocando ambas manos sobre sus hombros y obligándole a enderezarse— ¿Hagamos algo, sí? Trata de imitarme —le pide quitando sus manos del chico y tomando una distancia prudente—. Quiero que me estés mirando solo a mí, no pasa más nada a nuestro alrededor, ¿está bien? Vas a hacer todo lo que yo haga —indica en tono serio. El chico asiente aun tembloroso manteniendo la vista fija en el mayor abrazando con fuerza sus rodillas.
—T-tengo... Tengo mucho miedo —dice cual niño asustado sollozando y volviendo a poner la cabeza entre sus piernas hasta notar que lo hace y vuelve a levantar la cabeza para observar al mayor aun aterrado.
—Está bien, está bien... Es comprensible. Pero esto no te ayudará a salir de aquí —habla lento, tranquilo, manteniendo su rostro calmo y serio con una pequeña sonrisa amable. Está tratando de inspirarle confianza al chico, tenía que hacer que lograra vencer ese miedo que le dominaba—. Respira conmigo —indica—, vamos a hacerlo juntos —los señala a ambos—… Inhala —toma una respiración profunda—. Cierra los ojos, y haz lo que te digo —agrega—. Inhala... Exhala, trata de de relajar un poco el cuerpo —nota lo rígido que está el chico y comienza a dar pequeños saltitos sacudiendo todos sus brazos—. Anda, hazlo conmigo.
Dongmun le observa comenzando a hacer lo que este le indica para luego cerrar sus ojos. Su respiración sigue acelerada a causa de su estado pero a medida que va haciendo lo que el mayor le indica comienza a normalizarse de a poco. Deja caer los brazos a los lados de su cuerpo sin poder dejar de temblar por completo. Siente frío a causa de la fría sudoración que sale por sus poros.
 
—Mi hermana —dice aun con ojos cerrados apretándolos con fuerza sin cesar sus sollozos pero menos tenso y con su respiración más calma.
— ¿Estás con tu hermana? —el rubio lo mira con detenimiento, todavía haciendo movimientos de brazos y piernas, indicándole que mantenga respiraciones profundas— Ella seguramente estará bien, tal vez hasta ya esté en una de las balsas o por subirse a alguna —anima suavemente—… Necesitas estás en todos tus sentidos para encontrarla.
—Eunsun —dice abriendo los ojos para observar al mayor de una manera que podría romper el corazón de cualquiera—. Ayúdeme —pide tratando de seguir con la respiración profunda aunque solo pensar en su hermanita hace que la angustia vuelva a oprimir su pecho haciéndole doler. Siente desesperación y su rostro trasmite ese dolor cuando su seño se frunce apretando con fuerza los puños a los lados de su cuerpo, estaba luchando contra sí mismo por no volver a perder el control de sus actos.
—Haré todo lo que pueda para ayudarte a encontrarla —asegura con una media sonrisa—… Solo... no dejes que el miedo te domine. Tienes que estar bien para poder hallarla, tienes que reponerte o solo vas a alterarla si te ve así —se detiene y alza sus brazos por encima de la cabeza—. Toma una respiración profunda y contenla unos segundos, cuando la sueltes ve bajando los brazos a la par y trata que con ella exhales parte de ese temor. Repítelo varias veces.
El pelinegro sabe que las palabras de aquel hombre son ciertas, quiere entrar en razón, necesita hacerlo, necesita tomar el control de su mente y cuerpo. Recuerda aquellas sesiones de terapia cuando era pequeño, por un momento su mente lo trasladó a aquel entonces, cuando no podía jugar con otros niños, cuando decidía estar solo en el salón de clases porque sentía que el resto del mundo le sofocaba. El solo podía soportar la presencia de sus padres, todo lo que fuera ajeno le daba terror. Sube sus brazos de a poco mientras la respiración parece al fin comenzar a normalizarse. Su mente está totalmente en otro sitio, en aquellos recuerdos; a su mente llega aquel momento en la secundaria, el cual había sido el último ataque de pánico que había sufrido hasta entonces, ese que le había costado incluso cambiarse de instituto y volver a empezar… El bullicio a su alrededor parece hacerse lejano, incluso la voz del doctor Sung suena a la distancia. Está pasando, si pudo superarlo antes, puede volver a hacerlo, el dolor deja su pecho, sus brazos comienzan a descender despacio a medida que el aire sale de sus pulmones de forma casi normal, una, dos, tres veces, sin siquiera tener noción del tiempo que pasa mientras lo hace.
 
Han Hyun Ra
 
Cerca de la borda el desastre incrementaba al igual que los gritos de desesperación y toda la locura. El moreno no había ni terminado de poner un pie ahí cerca cuando ya había sido empujado para que se subiera a alguna de las pequeñas naves. ¡Pero vaya panorama el que encontraba ahí!
La tensión era completamente palpable, había llanto y parecía que en cualquier momento podría llegar a haber una pelea o alguien iba a ser lanzado al mar.
Dongwoo mira a los dos chicos sobre los cuales se centra la atención de los demás presentes en la balsa y suspira con cierta pesadez, viendo a los dos muchachos. Se acerca al chico pelinegro de cachetes grandes, notando que está ligeramente herido, y lo toma como excusa para intervenir.
 
—Chico, estás herido —dice apuntando el brazo del muchacho y abordando a la par que pide a alguien más por el botiquín de primeros auxilios—. Si no la limpias y vendas se puede infectar y complicar —añade, se toma la libertad de empujar ligeramente al chico para hacerse espacio, y agradece a la mujer que le pasa el botiquín—. Soy doctor, permíteme.
— ¿Qué? —pregunta Myungdae, completamente desorientado, se sentía como si le hubiesen echado un balde de agua encima. Estaba a punto de gritarle a Hyunra hasta por donde salía el sol, pero todo se quedó en la punta de su lengua con la interrupción del recién llegado.
Observa su brazo, y allí estaba, efectivamente había un pequeño corte del cual ni siquiera se había dado cuenta, no era nada grave.
 
—Eh... Adelante —musita, extendiendo su brazo hacia el doctor.
Hyunra quita la mirada del menor agradeciendo de alguna manera a que el desconocido haya intervenido, desde hacía rato Myungdae solo actuaba como un tonto, y entendía su desesperación, pero no por ello tenía el derecho de insultar a todo el que fuese capaz de decirle algo.
 
— ¿Se encuentra bien? —habla hacia Misuk a quien ahora tenía a su lado.
—No —lloriquea Misuk, tal vez siendo demasiado sincera, pero no le importaba—. No estoy nada bien, quiero a mi mamá —dice, sonando como una niña pequeña—. Y ese chico me detesta... Ni siquiera lo conozco y me odia.
—Él no odia, es un gran chico, está dolido y enojado, tiene miedo de perder a su hermano —trata de consolarla posando una mano sobre la suya—. Pero él volverá, su madre vendrá con él, no llore, está a salvo aquí.
—Por sus palabras creo que mostro claramente que de verdad no le agrado —comenta Misuk—. No estamos a salvo, una vez Raehee-Ssi vuelva nos echarán a nuestra suerte en el océano —chilla.
—Estaremos bien, nos rescatarán, de alguna u otra forma van a enterarse lo que sucedió con el crucero y vendrán a por todos nosotros, no está sola señorita Park, puede contar conmigo mientras estemos aquí —levanta la mirada al ver que Namwook no está a su lado y al ver que está junto a Myungdae simplemente la baja.
—Gracias. Yo... Lo siento por hacer que su amigo se enojara con usted —se disculpa, mirando hacia el hermano de Raehee.
—No debe disculparse por nada, está enojado con el mundo, no me parece correcto que haya descargado su ira con usted por ello, todos aquí estamos asustados y alterados por lo que pasa, echándonos en cara cosas los unos a los otros no solucionaremos nada.
—Idiota... —gruñe Myungdae y la mirada de Hyunra se fija en él pero cuando piensa descargar su molestia, sintió movimiento bajo sus pies y un instante después se dio cuenta de que la tripulación estaba comenzando a bajar su barca hacia el agua— No, no, no. —repite una y otra vez, caminado hacia el borde del bote y sosteniéndose del barco—. Aun mi hermano no vuelve, tienen que esperar un poco más —dice, olvidando todas las formalidades ante el pánico de tener que dejar a su hermano atrás.
—También vuelve con mi madre —al hablar Misuk, Myungdae se percata de que está a su lado y le dedica una vez más una mala mirada pero esta vez no le dice nada.
—Por favor, ¿Podrían esperar un poco... —Hyunra no termina de formular la pregunta cuando una explosión suena y hace que todo se sacuda, el bote comienza a bajar más rápido y saca el brazo de Myungdae del crucero por miedo a que este se lastime.
—Suéltame —gruñe el contrario, soltándose de su agarre con brusquedad— ¡Deténganse! —exclama suplicante, tomando las cadenas que sujetaban la barca, tratando de hacerlas parar. Es evidente que no piensa en lo que hace ya que esa acción hace que sus manos se quemen con el metal gracias al movimiento, pero a Myungdae no parece importarle.
Las lágrimas vuelven a llenar sus ojos, y también los de Misuk, con la diferencia de que ella comienza a llorar inmediatamente, llamando a su mamá una y otra vez.
 
—Myungdae-ah no puedes detener esto —trata de hacerlo entrar en razón, vuelve a agarrarlo para apartarlo y que no termine aun más lastimado.
—Te vas a hacer daño —lo regaña en un tono suave Dongwoo,  poniéndose frente a él para mirarlo a la cara—. Tu hermano llegará a tiempo, ¿sí? Sólo trata de calmarte —su tono es sereno y su mirada es seria—. Respira conmigo, dejarse dominar por el pánico no va  ayudarte.
— ¡No quiero calmarme! —les grita una vez más a los dos y se suelta de Hyunra— ¡Y no quiero que me toques! —Las lágrimas bajan libres por sus mejillas a ese punto y tampoco puede evitar que unos cuantos sollozos se escapen— ¡Paren ya! —exclama otra vez, volviendo a agarrarse de la cadena sin importarle lo que de decía el doctor. La balsa se acercaba cada vez más al agua y el pánico de Myungdae aumentaba.
Misuk en cambio no paraba de llorar y gritar por su madre, con ambas manos en su rostro, totalmente desesperada por la situación.
 
—Por favor hagan que se suelte —pide Hyunra hacia el doctor y Namwook y vuelve al lado de Misuk tomando su mano y sin saber qué hacer para contenerla. Estaba quebrado por dentro al ver a su amigo y a la pelinegra en esas condiciones aunque no lo demostrara. También quería abrazar a Namwook y decirle que todo estaría bien pero no quería mentirle, no a él, no tenía idea de que podría suceder.
—Myungdae-ah por favor escúchale —Namwook estaba aterrado por toda la situación, no puede contener sus lagrimas y cuando siente los brazos de Hyunra a su alrededor su llanto no cesa.
—Estaremos bien, estaremos bien —habla el menor haciendo que se siente a su lado—. Estamos juntos, estaremos bien —repite tratando de convencerse a sí mismo, observando a la pelinegra a su lado que no cesaba de llorar.
Misuk aprieta la mano del pelinegro con más fuerza, escondiendo su rostro en su hombro para seguir llorando allí.
 
—Yo... Yo —balbucea Myungdae, su llanto se hace más intenso y no para de mirar hacia arriba, donde el borde del crucero se aleja cada vez más—… No quiero que Raehee hyung muera. Quiero estar con él. Quiero que él vuelva conmigo —continúa, ya sin poner mucha resistencia, el llanto no se lo permitía.
 
Hwang Rae Hee
 
—Myungdae-ah —Raehee llega gritando a la zona donde había dejado a su hermano y  Misuk encontrándose con que este no estaba. Es entonces cuando mira hacia abajo dándose cuenta de que el bote está a punto de tocar el agua y arrojarse de allí sería un suicidio, o terminar aun peor de lo que ya estaba.
— ¡Tu hermano! —grita Namwook señalando hacia arriba justo cuando el mayor desaparece de su campo visual. Debía ir más abajo. Aunque aquello fuese peligroso, peor sería arrojarse desde allí.
— ¡Hyung! —Grita Myungdae al ver a Raehee, aunque fuera nada mas un segundo— El está bien —musita hacia Dongwoo, con algo que parece una sonrisa en su rostro, pero está distorsionada por el llanto—. Pero... ¿Cómo llegará aquí? —se pregunta, una vez cae en cuenta de lo lejos que están del borde.
— ¡Raehee-Ssi! ¿Mi madre está con usted? —pregunta Misuk, ya que no la ve, ni la oye entonces comienza a preocuparse de que no esté allí.
Hyunra traga duro y aprieta el agarre en la mano de Misuk, presintiendo que algo andaba mal ya que Raehee estaba solo.
 
—Él... Él debe bajar más...
Y es lo que el mayor hace, se aleja lo menos posible de afuera pero la gente que aun estaba allí se interpone en su paso, impidiéndole que pase tan rápido como quiere.
— ¿Ha visto a mi mamá? —le pregunta Misuk al chico a su lado, estaba casi segura de que la respuesta era negativa, pero no podía no preguntar.
— ¡Hyung corre! —le alienta Myungdae, aunque sabe que su hermano tal vez no le escucharía gracias al ruido dentro del barco.
Hyunra no quiere responder al observar la mirada tan triste y desesperanzada de la chica pero mientras niega termina por hacerlo.
 
—Lo siento no... No pude verla pero tal vez... Tal vez allí esté —dice aunque no crea que eso sea posible.
Raehee desciende al segundo piso, y piensa en volver a acercarse al borde para gritarle una vez más a su hermano pero hay una nueva explosión, el crucero desciende bruscamente y sabe que está hundiéndose, y que cada segundo puede ser el último, aun tiene un piso para descender, sabe que adentrarse puede costarle la vida, pero lo mismo puede suceder si se arroja desde la altura en la que está por lo cual con toda la adrenalina que recorre su cuerpo corre, corre hacia adentro y baja aquellas escaleras lo más rápido que su cansado cuerpo se lo permite.
Misuk vuelve a comenzar a llorar con fuerza, ya que presiente que las palabras del chico no tienen mucha sinceridad en ellas. Tanto él como ella saben que las posibilidades de que ella esté con Raehee son remotas.
 
—Vamos, hyung, tu puedes... —musita Myungdae para sí mismo, sin dejar de mirar hacia arriba.
El último piso que desciende se hace casi eterno, realmente por momentos piensa que no podrá, que sus piernas lo traicionarán y no recibirán sus ordenes de correr pero recuerda a Hyegeun, recuerda sus últimas palabras, recuerda la promesa que le ha hecho, y recuerda que debe cuidar de su hermano, que no puede fallarle a nadie más y saca fuerzas de donde ya no creía tener. Apenas sale hacia afuera algo explota tras él, gritos, fuego, todo lo aturde, la distancia al agua aun es amplia, pero ya no puede más, no es el único que piensa de igual forma, observa cómo la gente se arroja y sale a la superficie y no lo piensa, se arroja al agua.
Myungdae había perdido de vista a Raehee cuando se adentró más en el barco. Pero sí pudo ver claramente cuando se tiró al agua desde un piso más bajo. Un escalofrío recorre su espalda.
 
— ¡Raehee hyung! —exclama una vez más y corre hasta el borde de la barca, con intensión de tirarse también para ir por su hermano.
Raehee siente su cuerpo congelarse en el contacto con el agua y sale a la superficie inhalando profundo mientras mira hacia todas partes tratando de divisar el bote donde se encontraban Misuk y su hermano.
 
— ¡Estás loco!, ¡Estás herido! —exclama Dongwoo reaccionando rápidamente y deteniendo al muchacho— ¡Quédate dentro! — Antes de darse cuenta se ha lanzado al agua, y nada hasta donde ha visto caer al otro muchacho.
—Raehee-ssi —el moreno llega hasta el otro, sujetándolo con fuerza, para que deje de luchar tanto—. Está bien, está bien... Vamos...
Parece que todo el dolor y el cansancio caen en ese instante sobre él pues apenas puede dominar su cuerpo y ayudar al hombre quien tira de él para acercarlo al bote.
 
—Gracias —musita con las pocas fuerzas que le quedan.
—Está bien, todo estará bien —musita Dongwoo, realmente jamás fue muy buen nadador pero en ese momento sus habilidades parecían estar aflorando—. Ya nos falta poco para llegar al bote... un poco más —lo ánima, al notar el mal estado en que se encuentra el mayor—. Un poco más y podré revisarte y atender tus heridas, Anda... —nada un poco más rápido, lucha contra el entumecimiento de sus músculos sabiendo que si pasan mucho tiempo dentro del agua helada podrían sufrir de hipotermia.
Raehee le ayuda en todo lo que puede pero realmente se siente demasiado dolorido y suelta algún que otro quejido cuando intenta mover su brazo derecho, duele como los mil demonios, algo que gracias a toda la adrenalina que había tenido hacía apenas minutos atrás no había notado.
Una vez están junto al barco ni siquiera puede hablar o decir algo, un enorme sentimiento de dolor y culpa lo inundan apenas cruza mirada con Misuk, sus ojos se llenan de lagrimas y mientras Myungdae cincha de su brazo izquierdo para ayudarle a subir solo puede murmurar un "lo siento" hacia la chica.
Misuk rompe en llanto una vez más, sabe lo que esas palabras significan. Y Raehee está solo, lo cual lo confirma del todo. Su madre no lo ha logrado.
 
— ¡No, mi mamá! —Grita ella— ¡Raehee-Ssi, lo ha prometido, lo ha jurado! —reclama, y esta vez es ella la que se suelta del agarre de Hyunra para correr hacia el agua. Hyunra reacciona rápido y suelta el agarre de Namwook para abalanzarse sobre la chica y rodearla con sus brazos por detrás antes de que pueda arrojarse al agua.
El moreno ayuda a que suban al mayor a la balsa para luego aceptar la ayuda y subir el también y una vez se encuentran todos a salvo, se acerca nuevamente al castaño para revisarlo. Impide que Myungdae se le tire encima y en lugar de eso le pide que busque un par de mantas térmicas para su hermano y para él mismo, debían secarse y también a temperar su cuerpo o estarían en graves problemas.
—Raehee-ssi, ¿le duele algo? —pregunta, mientras evalúa las heridas en las manos reventadas del mayor— ¿Alguna herida no visible que deba tener en cuenta? —insiste y es cuando va a mover su brazo derecho que produce un quejido agudo en el otro y lo mira, esperando a que le diga qué parte le duele realmente pero el mayor no puede contestar, está completamente aturdido.
— ¡Hyung! Estás vivo —exclama Myungdae, sentándose junto a su hermano, pero la sonrisa que traía se borra en un instante cuando recuerda todo lo que había pasado hasta el momento— ¡Pero no puedo creer que hayas hecho esto hyung! —Exclama enfadado, sus emociones no tenían control por el momento— ¿Dejarme aquí abandonado? En serio, ¿Cómo pudiste? —Le reclama— ¡Te fuiste sabiendo perfectamente que podrías no volver! ¿Así de poco te importo?
Raehee por su parte estaba totalmente aturdido y agotado, el llanto de Misuk y los reclamos de su hermano sumado con el dolor que sentía y el frío que calaba profundo en su cuerpo lo hicieron sentir mareado por lo cual cerró sus ojos unos instantes.
 
—Lo siento —repitió y observó al hombre que anteriormente le había ayudado—. Mi hombro... Duele mucho —mira con pena hacia Misuk sin poder hacer nada por ella, y agradece que el pelinegro esté allí para ayudarla, pues él en ese momento no sabía si sería capaz de hacerlo—. Lo intenté, lo juro —dice tratando de acercarse a ella—. Lo lamento tanto.
— ¡No te acerques a mí! —Exige la chica— ¡No quiero que me toques, ni saber nada de ti! —era el enojo el que hablaba, como antes había pasado con Myungdae, pero las palabras estaban en el aire y era muy tarde para retenerlas— ¡Has incumplido tu promesa y no me interesa nada de lo que tengas que decir! —Ella da su espalda al mayor, escondiendo su rostro en el pecho del chico que aun la sostenía por la cintura para continuar llorando desconsoladamente.
— ¿Disculpa? —Myungdae dice, mostrando que está ofendido— ¡Tienes la audacia de ignorarme, hyung! De verdad eres increíble. En serio estaba preocupado por ti, mira lo que me he hecho tratando de hacer que no bajaran la barca —le enseña sus manos, aun sangrientas— ¡Y tú llegas a ignorarme, para disculparse con ella de entre todas las personas!
Hyunra mantiene a la pelinegra entre sus brazos sin decir una palabra, totalmente abrumado por todo lo que pasa a su alrededor, no quería imaginar el dolor de la chica.
Raehee observa las manos de su hermano ya abre su boca para decir algo pero nada sale pues es interrumpido.
 
— ¡Basta! ¡Es suficiente! —por segunda vez en muy poco tiempo Dongwoo vuelve a usar ese tono imponente y autoritario  que tan poco le gusta y mira a las personas a su alrededor— ¡No están ayudando a nadie y no me puede concentrar en mi trabajo si están gritando todos al mismo tiempo! —exclama en una semi mentira. Mira a Hyunra con la chica, su ceño fruncido y una mirada seria— Apártala de aquí, llévala a aquel lado de la balsa y trata de que se calme por favor —le pide aun con tono serio pero menos alterado que antes, luego gira hacia Myungdae y su ceño vuelve a fruncirse parcialmente—. Y tú... ¡Tú hermano acaba de saltar de un crucero y tu solo puedes reclamar el hecho de que te ignora! ¡Agradece que lo tengas con vida! —lo regaña y resopla, pasa sus ojos hasta Raehee— No te muevas —le ordena—. Vas a empeorar tus heridas —regresa su atención al menor de los hermano Hwang y lo apunta—. Ahora, ¿vas a ayudarme a curar a tu hermano? Porque si no es así, te quiero, callado y sentado por allá. Ya después podrás reclamarle todo lo que quieras pero por ahora, sé útil o no empeores las cosas —y quizás el moreno estaba siendo un poco duro, y él se consideraba una persona paciente, pero la situación llegaba a ser hasta ridícula para él y eso hacía que su paciencia valiera muy poco. Sin embargo, aún mantenía su tono calmo y su actitud amigable y apacible.
Hyunra asiente al pedido del hombre pero observa a Namwook a su lado y no quiere ni puede dejarlo. Soba la espalda de la chica tratando de que esta se calme aunque sabe que tal vez falte tiempo para ello, acaba de enterarse que no volverá a ver a su madre y no quiere imaginar cuan terrible ha de ser aquello.
 
—Gracias —dice una vez más hacia el hombre—.  Usted... ¿Usted sabe lo que hace? Creo que mi hombro está fuera de lugar y me duele mucho —a simple vista es notorio que no miente, su expresión lo dice todo.
Myungdae resopla y se cruza de brazos, meditando las opciones que le ha dado Dongwoo. No podría quedarse callado si le ayudaba al doctor, así que sin una palabra se levantó y caminó un poco más lejos, no mucho para aun poder ver lo que haría Dongwoo con su hermano, pero lo suficiente para no tener la urgencia de intervenir.
Se sentó de nuevo, aun con los brazos cruzados y haciendo pucheros.
 
—No tienes que agradecerme. Para esto me juramenté —responde en tono afable y una media sonrisa agradable pintándose en sus labios—. Aunque no lo parezca soy médico —informa, revisa con cuidado el brazo herido del guardaespaldas, tanteando con sus manos la superficie y asiente murmurando algo más para sí mismo que para alguien más—. No te muevas, tu hombro no está como debería estarlo pero no estoy seguro de si es una fractura o si te lo has dislocado —indica—. Necesito retirar la tela de tu brazo y revisar bien a ver qué puedo hacer —dice y se gira hacia el botiquín de primeros auxilios que tiene no muy lejos de él, toma las tijeras con las que anterior mente había cortado la gasa para curar a Myungdae y las utiliza para cortar la tela de la camisa del mayor moviéndolo lo menos posible — Vamos a arreglar tu brazo primero y ya luego me encargaré de suturar y desinfectar las heridas de tus manos, ¿está bien? —Lo ayuda diestramente y echa un último vistazo al hombro del chico antes de asentir, tendría que reubicarlo— Va a doler. Contaré hasta tres, ¿ok? —Anuncia, posiciona sus manos de forma correcta tomando el brazo derecho de Raehee— Respira profundo. 1... 2... —no ha dicho el tres cuando ya ha hecho su movimiento y regresa el hombro del chico a su lugar a la par que el grito del herido lo ensordece por unos segundos— ¡Myungdae, ven acá y se de ayuda, por favor! —le indica al menor mientras toma un paquete de vendas para inmovilizar el brazo del mayor.
Ahora no solo lo sentimental hacia que Raehee no pudiera contener sus lagrimas, aquello realmente había dolido. Con su mano izquierda tapa sus ojos mientras respira profundo tratando de que el dolor pase.
 
—Él... Él no va a ayudar —dice sabiendo que así será pero en cambio quien se acerca es Namwook para ponerse a disposición del médico.
—Has tenido un tiempo difícil, Raehee-ssi, vas a mejorar —intenta animar el más pálido, curveando sus labios mientras toma un par de cosas que cree que pueden ser señaladas por el médico a su lado, para evitar que se movieran de más.
Namwook mira a Myungdae, desvía su vista a Hyunra y suelta un suspiro. Sus labios tiemblan ligeramente y ahoga un sollozo.
—Vamos a estar bien... ¿verdad? — susurra a Hyunra, quién parecía estar más cercano a él, volviendo su mirada al doctor y Raehee— ¿Verdad?
—Lo estaremos hyung —afirma el pelinegro y aunque la chica aun está entre sus brazos eso no impide que estire su puño cerrado hacia Namwook esperando que este le choque—. Estamos a salvo ahora y será cuestión de tiempo para que vengan por nosotros —asegura como si realmente tuviera algún tipo de certeza—. Debemos mantener la calma y estar unidos, no estés mal hyung.
 
Shin Yoong Soo
 
El tiempo parecía burlarse de ellos, a medida que los minutos pasaban todo emporaba, los botes se acababan, la desesperación aumentaba y Aimiu aún no encontraba ni a Minji ni a Xian Lu.
— ¿Dónde demonios se metieron esos dos? —refunfuña para sí misma con cierta desesperación. Sigue sujetándose a la mano del moreno pero ha recobrado su lucidez y lo único que puede hacer ahora es pensar en encontrar a sus amigos. Ella es quien guía, empuja personas y golpea a otra pocas para poder abrirse campo, grita los nombres de sus amigos y no sabe ya cuántas veces ha hecho lo mismo pero en ningún momento recibe una respuesta.
El en verdad deseaba encontrar a los amigos de la peli plata, pero el tiempo pasaba y no había señales de estos... Las balsas se llenaban, el crucero comenzaba a hundirse, y las llamas se apoderaban de todo su interior, no había más tiempo.
 
—Aimiu, debemos subir a los botes —dice cuando una gran explosión hace que los vidrios revienten y todo sea aun más caótico—. No podemos seguir esperando, ellos... Ellos ya deben haberse puesto a salvo, hay muchas balsas en el agua y quedan pocas por llenarse aquí, vamos —tira de la mano de ella llevándola a la más cercana para poder subir pero Aimiu no le hace caso, siendo como era ella tenía que encontrar primero a sus amigos.
—Sube tú —responde automáticamente—. Yo seguiré buscándolos. No los he visto, no sé donde están y no puedo irme sin encontrarlos o saber que están bien —intenta zafarse del agarre del moreno pero este no la deja.
—No te dejaré sola aquí —dice casi ignorando sus palabras, no porque no le importara, sino porque no podían permanecer más tiempo allí, sus vidas estaban en riesgo, el crucero podía explotar en cualquier momento, incluso antes de hundirse. Ella casi logra soltarse pero él la toma por la muñeca afianzando su agarre—. Vamos a subir a una de esas balsas Aimiu, no me importa lo que digas, vas a subir porque no voy a dejarte aquí.
—Y yo te dije que no voy a subir así que ya suéltame —se queja ella comenzando a forcejear en su contra— ¡Yoongsoo no voy a irme sin mis amigos! ¿Quieres irte? ¡Bien! Sube tú a una balsa, yo seguiré buscando — dice comenzando a fastidiarse. Aimiu no era chica que se dejara ordenar ni que era fácil de persuadir, era obstinada y sabía que el moreno también. Los dos estaban acostumbrados a hacer lo que se le diera la gana y a imponerse sobre los demás así que ninguno iba a dar su brazo a torcer— ¡Que no voy a hacerte caso! —Espetó ella— ¡Yo tengo que buscarlos! Tú no tienes ni idea de qué quisiesen ellos, ¿qué tal si necesitan mi ayuda? ¡Vete por tu lado! —Mueve sus manos con fuerzas, el agarre del moreno comienza a lastimarle— ¡No hay nada que nos una! Sólo vete, ¡no necesito que cuiden de mí! — grita.
—No me importa lo que digas, vas a subir conmigo a esa balsa —no quiere lastimarla, no quiero cinchar de ella pero no podrá hacerla entrar en razón y por otro lado, comprende su dolor, él... Estaría de igual forma si no fuera por haber visto a Raehee y saber que Misuk se encontraba a salvo. La distancia hacia las balsas no es mucha, es por eso que la carga a su hombro y se abre paso entre la gente para poder abordar.
— ¡Suéltame! —ella puede escuchar su propia voz resonar con fuerza por encima del bullicio. — No quiero hacerte daño para soltarme de ti, no me hagas golpearte. ¡Maldita sea, no soy una niña! ¡Puedo cuidarme por mi cuenta y si digo que no me voy a subir a una estúpida balsa no lo voy hacer! —Exclama— ¡Yo  tengo qué encontrarlos!
Le escucha con claridad pero no dice nada, podría soportar algunos golpes, pero no soportaría irse sin ella, sin asegurarse de que estuviese a salvo por lo cual, sube a la balsa y no la baja sino hasta sentarla en esta aun sujetándola para que no pueda bajarse.
 
—Quédate quieta, vas a lastimar a alguien —protesta tratando de que entre en razón.
Aimiu lo golpea, no puede creer que él se haya atrevido a llevarla a rastras hasta una balsa, o bueno, sí lo cree pero eso la frustra en demasía.
— ¡Yah! ¡Eres un imbécil! ¿Qué te crees? — la platinada se gira a verlo y golpea su pecho, un golpe tras otro y eso basta para hacer que ella desate toda la furia y la frustración que siente porque realmente no puede hacer nada por la personas que le importa. Tan impotente— Te dije que iba a quedarme, te dije que tenía que encontrarlos ¿es que nunca escuchas a nadie más que no seas tú mismo, pedazo de imbécil? —farfulla sus golpes cada vez haciéndose más débiles siendo remplazados por la tristeza— Yo tenía que encontrarlos —murmura y es casi apenas audible, su voz se quiebra y ella también, Intenta empujarlo, todavía molesta cuando el chico solo la aprieta más contra su pecho pero no surge gran efecto y al sentirse reguardada entre aquellos brazos, la culpa en su pecho aumenta y sólo puede sentir como se asfixia con su propio llanto.
 
Han Soo Yoo
 
Mientras tanto, Minji había encontrado una caja con cubiertos en la sala. Allí había un cuchillo bastante apropiado para cortar la mesa ya que parecía una sierra, ahora lo usaba, tratando de no cortarse.
Pero cuando Sooyoo regresa a la sala, logra sobresaltarse tanto que se hace una gran cortada en el dorso de su mano.
 
—Ah... —una vez más una mueca de dolor se forma en su rostro, y no puede quitar la mirada de su, ahora sangrienta, mano.
— ¡Minji-ssi! —Exclama corriendo hacia ella y arrodillándose a su lado— Oh se ha hecho mucho daño —toma la mano y observa a su alrededor tratando de encontrar algo para envolverle, divisa servilletas de tela sobre las mesas y de inmediato la suelta para correr hacia allí y volver con una de estas, la cual abre para envolver la mano de la castaña—. No se mueva, lo apretaré para que no siga sangrando, lamento si le causo dolor —se disculpa envolviéndole con el mayor cuidado posible pero apretando lo necesario.
—No... No te preocupes —le tranquiliza ella—. Esa también será una fea cicatriz —comenta, riendo ligeramente para alivianar el ambiente— ¿Encontraste los salvavidas?
—Por favor procure tener más cuidado —dice dedicándole una sonrisa sin perder su amabilidad—. Me costó un poco pero finalmente he conseguido para ambos —dice luego de terminar por hacer un nudo con la servilleta sobre la mano de la chica y agarrando el salvavidas para pasarlo por el cuello de esta—. Permítame ayudarle —pide ayudándola a levantarse y posándose tras ella para asegurar bien el nudo del salvavidas al igual que había hecho con el suyo—. Minji-ssi hay algo importante que debo decirle... Hay alguien en el calabozo, y nadie va a ir por él, no... No puedo irme con la conciencia tranquila sabiendo que pude ayudar a esa persona y no lo hice por lo cual... Voy a bajar a liberarle, usted puede esperar aquí por mí o... Si decide seguir sola en busca de su amiga puedo comprenderlo —una nueva explosión se siente exaltándolos a ambos—. Debo hacerlo ya —dice mirándole a los ojos—. No le diré que vaya conmigo, ni tampoco le pediré que me espere, no quiero dejarle sola pero tampoco puedo no hacer nada por quien sea que esté allí...
—Que buen corazón tiene, Sooyoo-Ssi —comenta ella, con una suave sonrisa en su rostro—. Se nota que eres un gran chico —añade—. Yo esperaré aquí, lo más posible. Trataré de terminar con eso sin hacerme más daño —antes de que Sooyoo llegara, Minji ya había logrado soltar dos de las patas de la mesa, aún faltaban otras dos.
 
—Ha hecho un gran trabajo con esto Minji-ssi, solo procure tener cuidado, e intentaré regresar cuanto antes, manténgase a salvo por favor —aprieta con delicadeza la mano sana de Minji dedicándole una sonrisa—. Ha sido un placer conocerle, si ve a su amiga, no dude en ponerse a salvo en alguno de los botes salvavidas por favor, cuídese mucho —un escalofrío recorre su espina dorsal, aquello era un mal presentimiento por lo cual la suelta y se aleja un poco—. Suerte —hace una pequeña reverencia antes de voltear y ahora sí, salir corriendo adentrándose al crucero, sin estar seguro de volver a salir, y solo puede pensar en Younggi, en que debe mantenerse bien por él, porque debe estar demasiado preocupado, pero también piensa en Minji, a quien acaba de conocer, pero estaba sola, débil y herida, aquella persona del calabozo, la cual sabía moriría allí abajo si él no iba... Corría lo más rápido posible, sintiendo estruendos a su alrededor, y si, finalmente podía permitirse sentir miedo, pero no se detendría.
 
Choi Je Sun
 
Jesun realmente no recordaba la última vez que había llorado, pero estaba haciéndolo desconsoladamente. Tal vez su vida no era la mejor, tal vez se había equivocado muchas veces, había sido el dolor de cabeza de sus padres y hermano, había tomado malas decisiones, pero... ¿Realmente merecía morir así?
 
Tantas cosas pasaban por su cabeza... Tantas cosas por vivir quedaban aun. Pensaba en si su madre le extrañaría, si su padre lloraría por él, si su hermano iría a visitarlo al cementerio, como algunas veces le había dicho, recordaba esas palabras claramente; "Con esa vida que llevas, terminaré yendo a visitarte al cementerio". Seguramente nadie imaginaría que moriría así, ahogado, en un calabozo. El agua ya casi pasaba sus hombros, y el frío de la misma calaba sus huesos, el reloj había dejado de funcionar al cubrirse con el agua, pero calculaba que había pasado una hora desde que aquella tortura había comenzado.
De tanto golpear los barrotes y cincharlos como si estos realmente fueran a salirse, había conseguido herir sus muñecas ya que el maldito oficial lo había metido a la celda con ellas, ardía sí, pero eso ni siquiera importaba, el dolor de morir ahogado, encerrado, y solo, era lo peor. El saber que había prometido cuidar de Youngji y que no podría cumplirlo partía su alma en dos.
No quería rendirse, pero no había nada que pudiera hacer, y eso era aun más desesperante. Estar esperando el momento en que el agua le cubriera por completo, que llenara sus pulmones y dejar de respirar.
 
— ¡¿Hay alguien ahí?! —Un grito se escuchó a la distancia, una voz algo ronca y distorsionada, pero lo había escuchado con claridad.
— ¡Sí! ¡Ayuda por favor! —Responde y es entonces que dificultosamente y luchando contra la fuerza del agua, un joven se adentra a la sala, con sus labios morados y empapado de pies a cabeza, como seguramente se vería él — ¡Oh por dios! Creí que moriría aquí —pasa las manos por su rostro con intención de secar sus lágrimas aunque solamente se mojara más.
—Vine lo mas rápido que pude, el agua está casi cubriendo este sector, yo... Creí que no llegaría —el joven comienza torpemente a probar las llaves que se encontraban en el mismo llavero, una por una con sus temblorosas manos, lo cual no era tarea fácil pues el agua distorsionaba todo. Finalmente, optó por tomar una bocanada de aire y meterse bajo el agua, tratando así de hacerlo mejor.
Cada segundo parecía una eternidad, Jesun debía sostenerse de los barrotes y sus pies ya no tocaban el piso, el agua estaba casi cubriendo hasta el techo. El joven había salido a respirar unas tres veces y a la última vez que se metió bajo el agua, ambos sintieron el ruido de la cerradura abriéndose.
El castaño de mechas verdes flotó hacia arriba tomando todo el aire que había contenido bajo agua mientras Jesun abría la celda para salir
 
—Vamos, rápido, conozco el camino de salida —indica a lo que Jesun no duda en seguirle.
Todo flotaba en aquellos pasillos, las luces tintineaban, y era preocupante saber que en cualquier momento harían corto circuito y todo podría estallar. Sus brazos y piernas los impulsaban lo más rápido que podían, hasta que al fin llegaron a unas escaleras las cuales comenzaron a subir a toda prisa, dejando así el agua atrás, o eso creía.
 
Corren por diferentes sectores, pasando por las áreas de servicio que Sooyoo tanto había sabido recorrer, pero todo era un desastre en aquel momento, todo se encontraba tirado y nuevamente el agua se hacía presente, cada vez más a prisa.
 
—Gracias, yo... No lo había dicho —habla Jesun sin detenerse. Era impresionante ver como el agua subía, en tan poco tiempo de cubrir sus pies pasó a cubrir hasta sus rodillas dificultándoles más la huída, pero otra escalera estaba frente a ellos, y aunque el cansancio era evidente, la subieron lo más rápido posible.
—No debe agradecer, no hubiera podido estar tranquilo sabiendo que había alguien allá abajo a quien podía ayudar —habla con sinceridad y al fin, escuchan gente y bullicio, estaban cerca, cada vez más de por fin estar afuera, a salvo, aunque fuera por un rato...
 


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Mensaje por taejin Vie 05 Ene 2018, 10:45 am



vic.

Capítulo 9: Parte 5.


Han Soo Yoo
 
Minji logra terminar de desarmar completamente la mesa sin hacerse más daño, pero Sooyoo no volvía aún. De verdad quería esperarle, dejarlo a su suerte no era algo que ella deseara.
La sala tenía una gran ventana, así que decide pararse en frente de ella por si veía a su amiga pasar. En cambio, ve a Sooyoo llegar, y al –para ella- desconocido detrás de él. Ambos están mojados de pies a cabeza y el otro chico tiene unas esposas en sus muñecas, eso le sorprende un poco a Minji, pero no deja que le afecte mucho.
 
—Minji-ssi, aun está aquí —por algún motivo aquello le aliviaba, la mesa estaba sin sus cuatro patas y por suerte la chica no tenía ninguna otra herida—, necesito eso, con lo que has cortado las patas de la mesa.
—No va a funcionar —habla el castaño quien tenía sus muñecas lastimadas a causa de las esposas que había intentado sacar de todas formas posibles sin medir las consencuencias—. Hay un hacha, en el pasillo que atravesamos, es la única forma —reitera a lo que Sooyoo niega, no se animaba a hacerlo, él temía lastimar al muchacho y no podría con ello.
—Te dije que esperaría —le recuerda con una pequeña sonrisa, acercándose al par—. Y creo que él tiene razón pero... Aquí tienes —dice, pasándole el cuchillo a Sooyoo.
—Solo apoye sus manos aquí —dice tomando las manos del muchacho y poniéndolas separadas sobre una pequeña mesa para tomar el cuchillo que Minji le había dado y empezar a serruchar.
—Sooyoo esto no va a funcionar —levanta la mirada hacia la chica y le observa—. Tú, ¿Tu serías capaz de hacerlo? Con el hacha... Es la única manera.
—No, ella está herida, y es muy peligroso.
—Es la única opción, si no puedo nadar y caigo al agua moriré ahogado —dice levantándose y yendo el mismo directo al pasillo en busca del hacha. Agarra una silla al pasar como puede y la levanta para romper el vidrio del hacha deshaciéndolo antes de volver con ella ante la atenta mirada de Sooyoo y Minji—. Solo hágalo, alguno de los dos, pone el hacha frente a ellos esperando que alguno la agarre.
Minji observa a Sooyoo durante unos instantes, en su expresión se nota que no está seguro de hacerlo. Pero el chico tenía razón, no lograría sobrevivir con las esposas en sus muñecas.
 
—Yo lo haré —decidida, toma el hacha con su mano sana y la mira como si de repente fuera a cobrar vida y atacarla a ella, nunca había hecho nada parecido a eso—. Yo... No sé... ¿Cómo...? —balbucea, mirando al desconocido en busca de una instrucción.
Jesun comenzaba a sudar, de repente se encuentra inhalando y exhalando con fuerza a causa de los nervios.
 
—Debes tomarla con ambas manos, golpea eso, trata de dar en el centro —dice señalando una de las mesas—. Solo concéntrate y apunta al medio, ¿Nunca has disparado un arma? —Luego de decir eso se da cuenta lo estúpido que ha sido preguntarlo al ver la cara de los dos chicos—. Olvídalo, solo... Solo fijas el objetivo, cuentas hasta tres y golpeas, hazlo, anda —la anima a que pueda romper la mesa y esperando que su puntería sea buena o estaría en problemas.
—Yo... Haré el intento —suspira y agarra el hacha como él le ha indicado. Duele un poco, gracias a la herida en su mano, pero es soportable.
Se acerca a la mesa, cuenta hasta tres en su cabeza y golpea. No da exactamente en el centro, pero si cerca y la mesa está completamente rota.
 
—Esto habría sido bastante útil hace rato...
— ¡Eres buena! Ahora solo piensa que si no tienes buena puntería yo perderé mi mano ¿Está bien? —pone sus manos lo mas separadas que las esposas se lo permiten nuevamente sobre la mesa de mármol— Estoy aterrado, solo cuenta hasta tres y golpea —vuelve a soltar el aire con fuerza y cierra sus ojos de igual forma. Sooyoo se voltea y tapa los suyos con ambas manos—. Terminemos con esto de una vez.
—E-está bien... —dice, acercándose lentamente al chico. Se posiciona y agarra bien el hacha, dando el golpe un momento después. Sin darse cuenta ha cerrado los ojos al momento del golpe, pero nadie grita como desesperado así que los abre y se da cuenta de que la cadena está rota. El chico era libre. O bueno, casi. Aun las esposas colgaban de sus manos, pero por lo menos podía moverlas libremente.
Jesun respira aliviado y se abalanza sobre la chica tirando el hacha a un lado y abrazándola haciendo que los pies de esta se despeguen del suelo. Sooyoo voltea lentamente mirando entre sus dedos aun con temor pero quita sus manos al ver que el chico está a salvo y una sonrisa se forma en sus labios, aunque fuese demasiado raro, no parecía ser alguien malo en verdad.
 
—Muchas gracias —le da una vueltita antes de de volver a dejarla en el suelo—. A los dos, gracias de verdad —se acerca a Sooyoo a quien también abraza de la misma forma lo cual lo hace reír un poco.
—No ha sido nada Jesun-ssi.
—Lo que él dijo —concuerda, riéndose gracias a la reacción del chico—. Bueno... ¿Ahora qué? Aún nos falta encontrar a Aimiu, y a tu amigo, Sooyoo-Ssi.
—Yo también tengo alguien importante a quien buscar, y aunque no haya sido de la mejor forma, fue un placer conocerles, manténganse a salvo, son dos personas geniales, ojalá pueda volver a verlos —les dedica una sonrisa—. Ahora debo irme —levanta su mano en forma de saludo dando algunos pasos hacia atrás hasta que decide voltear y salir finalmente hacia el caos.
 
Choi Je Sun
 
Jesun se abría paso entre la gente rumbo a las barcas salvavidas, con la esperanza de ver a Youngji a salvo en una de ellas sabiendo que las mujeres y los niños debían abordar primero aunque podía divisar que aquella regla ya no contaba. Lo importante era poner a salvo a la mayor parte posible de los pasajeros, siendo que algunos -como él y el chico que lo había liberado de su celda- aun buscaban a sus acompañantes en aquel viaje de ensueño que se había convertido de un momento a otro, en pesadilla.
El humo comenzaba a volverse más denso, lo que hacía la visión un tanto más complicada para encontrar una cara conocida.
A su paso escuchaba nombres a gritos, llantos, todo era aturdidor, pero él la encontraría, llegaría a Youngji y se aseguraría de que estuviese a salvo aunque fuera lo último que hiciera, lo había prometido, y él sería un patán, pero jamás dejaría de cumplir una promesa.
De pronto, en uno de los botes a donde subían gente, divisó una cabellera larga de tono anaranjado que lo hizo detener su paso y sin pensarlo se encontraba yendo hacia ella gritando su nombre.
 
— ¡Hyo Rae! —Sintió un poco de calma al verla bien, a salvo.
— ¡Jesun-ssi! —La pelirroja se separa de sus amigos, casi matándolos de un susto cuando la ven salirse de la barca para abrazar al castaño— ¡¿Dónde estabas?! Te esperé y de pronto todo se volvió un desastre... ¡No llegaste! —Termina por acusarlo dándole un pequeño empujón, pero al verlo empapado y con algunas heridas se le vuelve a lanzar encima y lo abraza, no estaba enojada realmente— ¡Estaba preocupada! ¡Tonto!
El solo puede sonreír mientras La abraza con fuerza inundándose en su aroma y realmente no quiere soltarla, quisiera poder detener ese momento para llevársela con él y mantenerla a salvo, a su lado, aunque sepa que aquello no es posible.
 
—Lo siento tanto, créeme, tuve un pequeño percance con la gente del casino cuando fui a buscarte, juro que voy a remediarlo —se separa tomando su rostro entre sus manos y mirarla fijo—. Sube a ese bote y mantente a salvo, te buscaré por todo Seúl si es necesario cuando vuelvas a Corea, lo prometo.
Ella nota las intenciones del chico de marcharse por lo que se aferra a su brazo, clavando su mirar en los ojos marrones del castaño.
—Sube conmigo —le pide— ¿Qué vas a hacer? —cuestiona mirando a su alrededor— Es un desastre todo, ven con nosotros. Por favor —pide y a medida que va hablando su voz empieza a quebrarse, su mirar se vuelve borroso debido a las lágrimas y siente una opresión en su pecho que le quita un poco el aire— Oppa... —su voz sale en un susurro casi suplicante.
Él niega y se lamenta profundamente sintiendo su corazón estrujarse al ver la actitud de la chica.
 
—Mi amiga está aquí, no sé donde, debo encontrarla, soy el responsable de que haya venido y debo mantenerla a salvo, realmente... No puedo subir a ningún bote si no es con ella —acaricia el rostro de la menor y le da un breve abrazo de nueva cuenta—. Tus amigos cuidarán de ti, yo debo cuidar de ella —se separa tomando ambas manos de la chica—. Te buscaré, por cielo y tierra si es necesario, pero volveré a verte y cumpliré con nuestra cita.
Hyorae no quiero dejarlo ir, quiere ser egoísta con él y hacer que se quede a su lado pero comprende perfectamente por lo que él está pasando porque ella no se imagina a sí misma subiendo a un bote si no hubiese encontrado a sus amigos. Así que, inspira profundamente asintiendo quedamente con la cabeza, suelta sus manos de agarre del chico y termina por enredar sus brazos alrededor del delgado torso del mismo. Ocultando su rostro en el pecho de este, abrazándolo con fuerza.
— Más te vale ser un hombre de palabra, Jesun-ssi —susurra—. Me estás haciendo una promesa y yo... Voy a esperarte, así que por tu bien que cumplas.
Disfruta de ese momento, de ese abrazo, apoyando su mejilla en el cabello naranja de la menor.
 
—Lo haré, siempre cumplo mis promesas —no quiere hacerlo pero debe separarla, el bote debe descender y él debe ir en busca de Youngji—. Cuídate mucho, ¿Si? Pensaré en ti, mantenente a salvo, por favor.
Una vez más ella detuvo las intenciones del chico de alejarse de ella. Lo sostuvo por el brazo y tiró de él más cerca. Luego en un abrir y cerrar de ojos, con sus orbes mieles cargados de lágrimas, se impulsa más cerca de él y pega sus labios en una de las mejillas del chico, muy, muy cerca de sus labios.
 
—Cuídate tu también, Jesun-ssi —susurra sin tomar gran distancia del chico, abre sus ojos y los clava en los del castaño. Una mirada intensa y significativa—. Estaré esperando a que me encuentres...
Su mirada no quería apartarse de la de ella, pero solo lo hizo para en un impulso, juntar sus labios con los de la chica. Ni siquiera lo pensó, se dejó llevar, actuó antes de procesar sus acciones, como solía hacerlo, pero estaba seguro que de eso no se arrepentiría.
Hyorae abrió hasta el tope sus ojos, un tanto aturdida por aquel acto pero terminó por corresponderle de todas formas. No fue un beso pasional, fue un roce, una presión suave, una caricia dulce que se sintió tan amarga en su pecho. Las lágrimas que no había dejado escapar antes, ahora brillaban en sus mejillas y un sollozo se quedó atorado en su garganta cuando se separó del chico para verlo a los ojos.
 
— ¿Y ahora cómo pretendes que te deje ir así como así? — se queja con el corazón saltándose más de un latido.
Él le sonríe secando las lágrimas que descendían por las tiernas mejillas de la peli naranja.
 
—Soy un hombre de palabra, solo debes confiar en mí —pasa sus manos con delicadeza hasta el cuello de la chica y deposita un beso en su frente—. Debo irme ya —se separa con pesar haciendo una mueca apenada por más que quisiese mostrarse entero. Toma la mano de la chica dejando otro beso en esta hasta apartarse por completo del bote que ya debía descender—. Volveremos a vernos, lo prometo —repite ya dentro del crucero deseando que de una vez ese bote se aleje antes de que otro impulso le haga volver con ella.
 
Han Soo Yoo
 
Sooyoo suelta un suspiro y vuelve su mirada a la chica.
 
—El crucero está hundiéndose, y hay algún tipo de falla que ha hecho que algo explote, ahora el agua está adentrándose en todos los sectores causando corto circuitos, esto es como una bomba de tiempo Minji-ssi —toma dos de las patas de la mesa—. No podemos llevar todo solos los dos —sus labios están algo morados pues el agua que los había alcanzado estaba totalmente helada—. Busquemos a Aimiu-ssi y Younggi hyung afuera.
—De acuerdo —asiente con su cabeza y comienza a caminar hacia afuera de la sala.
Aun había mucha gente, pero cada vez era menos ya que todos subían a los barcos salvavidas. Eso la hacía pensar que Aimiu tal vez ya había sido puesta a salvo, porque le gustaba pensar que no se iría sin ella a menos que no tuviera otra opción.
 
—Sooyoo-ssi, ¿Los vez?
El peli verde niega soltando un suspiro.
 
—Younggi hyung no subiría a un bote sin mí, estoy seguro —dice empezando a preocuparse aunque trataba de mantenerse positivo—. Recorramos un poco más, ven —dice manteniéndose a su lado sin soltar los palos—. ¿Estás segura que no quieres subir a un bote? Están abordando muchos y... —iba a continuar cuando una fuerte explosión se siente tras ellos por lo cual se arroja al piso junto con ella tratando de protegerle de cualquier cosa que pudiese volar. El calor se hace presente, las llamas llegan hasta afuera  y empieza a toser a causa del humo. Se para con dificultad para ayudarle a hacer lo mismo.
—No, yo tampoco me iré sin Aimiu —dice con dificultad gracias al humo. Acepta la ayuda del chico para ponerse de pie. Con las llamas tan cerca el miedo es más, y las esperanzas de encontrar a su mejor amiga se vuelven menos.
Se acercan al borde y observan los botes descender desbordados de gente, mientras otros empujan para subir a los mismos, la seguridad trata de calmar a la gente pero todo se ha vuelto caos por donde se mire.
 
 —Sígame —se mantienen en el borde solo para ver hacia los botes, incluso hacia el agua, por si sus amigos se encontraban por allí, pero tuvieron que alejarse por seguridad, por si alguien les empujaba entre tanta locura y les hacía caer. Sooyoo aun llevaba uno de los palos que planeaban usar como remos con precaución para no dañar a nadie a su paso—. Es demasiado frustrante, no puedo verle —comienza a sentirse más asustado— ¡Younggi hyung! —grita tratando de ver en todas las direcciones posibles.
—Yo tampoco veo a Aimiu —dice la chica quien siente que sus ojos arden, en parte por el humo y en parte porque tenía ganas de llorar por la situación— ¡Aimiu-ah!
El barco está cada vez más cerca del agua, no hay mas botes, no hay muchas opciones, Younggi debía estar cerca, su hyung no se subiría a un bote sin él, ponía las manos en el fuego a que no lo haría.
 
—Minji-ssi —le mira y observa cómo la gente a ya menos distancia del agua comienza a lanzarse a la misma al ver que los botes ya están repletos—. ¿Usted sabe nadar? ¿Cree poder hacerlo con su mano en esas condiciones? —Pregunta mientras mira a su alrededor, habían perdido la mesa en la que planeaban mantenerse a salvo, pero al menos contaban con dos de los improvisados remos—. Porque cuando esto se hunda, debemos alejarnos lo más posible si no queremos hundirnos con el crucero, cuando estemos un poco más cerca, debemos lanzarnos al agua.
—Yo... Me va a doler... Pero creo que puedo hacerlo —dice Minji, no muy convencida, pero quiere darle algo de seguridad a su compañero, pues se ve que está tan desesperado por encontrar a su amigo como ella lo está por Aimiu—. Pero... ¿En qué nos subiremos ahora?
—No tengo idea pero... Al menos tenemos las patas de la mesa, si no las perdemos y encontramos algo cuando estemos en el agua podremos ayudarnos con esto. Debemos tratar de conseguir algo rápido para subir, el océano está realmente helado —su temor aumentaba mientras el crucero descendía cada vez a mayor velocidad—. Es momento —habla cuando están a pocos metros de que el crucero desaparezca, aun debían saltar lo más lejos posible y alejarse de allí—. Tomaré su mano, apriéteme con fuerza, si nos separamos tal vez sea más difícil salir a la superficie —dice mirándole a los ojos y subiendo a la barandilla con cuidado ayudándole a hacer lo mismo—. Impúlsese lo más lejos que pueda ¿Está bien? —traga duro y es notable lo asustado que está entonces.
Minji asiente, incapaz de formar palabra alguna. En su garganta se había formado un nudo que se lo impedía. Entonces, agarra la mano del chico con toda su fuerza y mira hacia el agua. Aun están altos, pero no tanto y eso es más que la señal de que deben saltar y salir de allí lo antes posible.
Sooyoo arroja ambos palos antes a un lado y luego de divisar donde han quedado afirma su agarre a la mano de Minji, cuenta hasta tres y al llegar al último número ambos se impulsan saltando del crucero. Es cuestión de segundos para que estén bajo el helada agua y para su suerte, habían podido mantener sus manos unidas.
Ambos tratan de impulsarse hacia la superficie lo antes posible pero es Sooyoo el encargado de hacerlo ya que la mano libre de Minji se encontraba herida. Unos segundos más y al fin puede tomar una gran bocanada de aire mientras afianza el agarre de la chica.
 
—Minji-ssi ¿S-se encuentra b-bien? —Pregunta tartamudeando a causa del frío agarrándola ahora del brazo mientras mira a su alrededor tratando de divisar los palos y algo a donde puedan subir.
—S-sí pero arde. Mucho —contesta, luego de respirar un poco—. El agua está muy f-fría —comienza a moverse para tratar de entrar en calor. Sabe que no está siendo de mucha ayuda para Sooyoo, pero no puede creer que haya tenido que dejar a Aimiu atrás, sin saber donde estaba o si siquiera se encontraba con vida.
—Calma, si se altera solo será peor —divisa una de las patas de la mesa y se dirige hacia allí velozmente, sabe que si se queda quieto terminaría por congelarse. La distancia es corta por lo cual en cuestión de segundos está de nueva cuenta junto a Minji—. Debemos nadar y alejarnos, encontraremos algo para subir, ¿Si puede nadar? Sino... Solo aférrese a mi ¿Está bien?
—Trataré... —promete, pero no sabe si podrá lograrlo, además de su mano, las heridas de su pierna también arden y el dolor en su tobillo es realmente fuerte.
Comienzan a nadar y Minji se queda cerca de Sooyoo, por si necesita algo de apoyo.
 
—Mire, allá —divisa una superficie plana hacia la cual se dirige esperando que ella le siga, solo espera que sea lo suficientemente fuerte como para que quepan los dos. Se acercan y Sooyoo termina por ayudarle pues la ve realmente cansada y adolorida. Una vez están ambos arriba se quedan en silencio, tiritando, observando lo poco de crucero que quedaba aun en pie—. Alejémonos Minji-ssi, aun estamos demasiado cerca —le cede uno de los improvisados remos y manteniendo el equilibrio entre el peso de ambos uno a cada lado de la madera comienzan a remar en dirección opuesta al crucero.
—Sooyoo-Ssi yo... No sé si pueda seguir... —musita la chica después de un rato de remar, todo su cuerpo duele, su cabeza también y más que todo se siente terrible por haber dejado a Aimiu. Estaba completamente agotada, física y mentalmente.
Sooyoo se había compenetrado tanto en remar y solo remar que no se había detenido a pensar en nada. No sabía dónde estaban, menos hacia donde iban, el crucero terminó por desaparecer bajo el agua, el oleaje llegó pero con menos fuerza hacia ellos, no sabía por cuanto, pero estaban a salvo.
La luna era lo único que iluminaba, y los restos de fuego que se extinguirían prontamente en el océano.
Deja el remo a su lado y le observa, también cayendo en cuenta de cuan cansado estaba.
 
—Lo lamento —se disculpa—. Acerquémonos despacio, para no perder el equilibrio, caer al agua no sería bueno ahora mismo —dice comenzando a moverse al mismo tiempo que ella hacia el centro de la tabla—. Sería bueno tratar de entrar en calor, no creo que podamos hacer mucho mientras no veamos lo que hay a nuestro alrededor.
Minji asiente con su cabeza y se mueve con cuidado hacia el chico.
 
—Quiero dormir... —los párpados de Minji se sienten cada vez más pesados, está tan cansada y tiene tanto frío que lo único que desea es que el mundo y la situación en que se encuentran desaparezcan por un rato.
Le rodea con sus brazos acurrucándola contra su pecho mientras frota su espalda tratando de darle calor por medio de la fricción de sus manos y la tela, así también para mantenerse despierto el mismo. Temía que si se dormía no despertara, y aun debía encontrar a Younggi, sabía que él debía estar como él, que se las habría ingeniado para sobrevivir, y que estaría tan desesperado por verle como lo estaba Sooyoo.
 
—Descanse un poco Minji-ssi, esperemos que el amanecer nos deje ver hacia donde podemos ir…
 
Lee Dong Mun
 
En lo único que podía pensar Younggi en medio de todo el caos era, obviamente, en Sooyoo.
No había pasado tanto desde que el menor había dejado el bar después de hacerle visita cuando sonó la primera explosión. Younggi no tuvo que pensarlo mucho; rápidamente se quitó el uniforme y salió en busca de su mejor amigo.
Y por supuesto que no estaba en su habitación compartida, probablemente Sooyoo también le estaría buscando. Pero Younggi no se rendiría, no se pondría a salvo hasta que Sooyoo no lo estuviera también.
Gradualmente el barco, o lo que quedaba de él, iba vaciándose, cada vez más gente subía a los salvavidas y Younggi estaba desesperándose. Mientras más tiempo pasaba corriendo por los pasillos, evitando escombros y empujando a quien se metiera en su camino, tratando de encontrar a Sooyoo sin lograrlo, el nudo en su garganta más crecía.
— ¡Sooyoo! —grita con todas sus fuerzas, esperando que por algún milagro el chico viniera corriendo hasta él.
 
El humo aumentaba, así que Younggi decidió continuar su búsqueda en la cubierta. Allí el caos era tal vez mayor que dentro del barco. La gente corría de un lado para otro y la tripulación hacía entrar a las personas en los botes como si de muñecos de trapo se trataran. Un hombre particularmente enorme trató de hacerlo con Younggi, pero con toda la adrenalina logró escabullirse. Sin embargo, un paso en falso logró que cayera por la borda directo al helado océano.
En ese momento Younggi estaba seguro de que ese sería el fin. Pero el pensamiento de que Sooyoo estaba en alguna parte, probablemente solo, le ayudó a luchar por salir a la superficie.
La oscuridad de la noche no le permitía ver mucho, pero no muy lejos de donde estaba pudo divisar un pedazo de metal lo suficientemente grande como para poderse subir a el. Así que nadó hasta allí e hizo eso precisamente y luego de darse unos segundos para recuperar el aliento comenzó a gritar el nombre de Sooyoo como si su vida dependiera de eso.
Nadie respondía a su llamado y el pedazo de metal flotaba cada vez más lejos del barco en llamas. Younggi comenzaba a perder toda esperanza.
 
Dongmun había superado su pánico gracias a aquel doctor que había acudido a ayudarle, él mismo lo había llevado hacia un bote donde estaba a salvo, aun así, había decidido abandonarlo, por más que hubiesen intentado mantenerlo dentro de este, él mismo se había arrojado al agua, sin siquiera pensar en que la misma estaba helada. No se encontraba en sus cinco sentidos, pero lo único que pensaba era que si su hermana no estaba a salvo con él, él tampoco merecía estar a salvo. Gritó su nombre hasta perder la voz. Hasta que los botes salvavidas se alejaron y su mente comenzó a perder el control sobre su cuerpo. El frío calaba profundo, y sus pocas fuerzas se desvanecieron. Mil cosas llegaron a su mente, explosiones sonaban a lo lejos, el crucero en el que había estado se hacía pedazos a metros de él y simplemente se dio por vencido, dejándose llevar por la corriente, perdiendo el conocimiento poco tiempo después.
 
El tiempo pasó, seguramente solo habían sido unos minutos pero para Younggi se sentía una eternidad. Sentía una gran presión en su pecho, en parte por la cantidad de humo que había respirado y en otra parte porque estaba reprimiendo las ganas de llorar. No podía permitirse eso, tenía que ser fuerte. Por Sooyoo, donde estuviera.
Estaba sentado con las rodillas contra su pecho, tratando de no moverse mucho para no volver a caer al agua. Su ropa estaba empapada y tal vez pronto tendría hipotermia gracias a eso.
Ahora permanecía en silencio y con sus ojos fijos en el agua, ya que estaba seguro de que nadie lo escucharía por más que gritara, ya todos estaban demasiado lejos. Pensamientos terribles inundaban su mente; moriría solo y sin saber si Sooyoo había logrado salvarse. Que buen mejor amigo.
 
La cantidad de escombros era increíble, notó Younggi dando un vistazo a su alrededor. Su mirada se centró en un objeto que no parecía un resto del barco. Se veía como una persona.
Al darse cuenta de eso, salió del trance en el que se encontraba y se empujó como pudo hasta allí. Si no pudo asegurarse de salvar a Sooyoo, por lo menos lo haría con quien fuera este chico que estaba completamente inconsciente, esperaba que no muerto.
Younggi lo subió con un tanto de esfuerzo a su pedazo de metal, logrando milagrosamente no terminar en el agua de nuevo.
Él no sabía nada de primeros auxilios, pero había visto películas. Así que comenzó a presionar el pecho del chico con fuerza, esperando que despertara escupiendo agua como lo hacían en las caricaturas o algo así.
 
Como si de un sueño se tratara, Dongmun sintió que alguien cinchaba su cuerpo a través del agua, como lo posaban sobre una superficie plana, como ya no estaba flotando, y como alguien presionaba su pecho. Aquel dolor fue el que lo hizo moverse de un lado a otro tratando de despertar de aquella pesadilla, pero todo lo que volvió a sentir fue el agua helada lo cual lo hizo despertar repentinamente. No estaba solo, había alguien frente a él a quien jamás había visto en su vida, un chico rubio, probablemente mayor que él, y en las mismas condiciones. Comenzó a tiritar y solo se limitó a tomar la mano del chico quien lo ayudo a subir a algo que no supo reconocer que era en medio del silencio del mar y la oscuridad de la noche, apenas si podía ver a quien tenía en frente, pues las llamas del barco aun no terminaban de extinguirse. Dongmun se abrazó a sus propias piernas y metió la cabeza entre estas tratando de darse un poco de calor. Se sentía casi congelado y tan débil que siquiera intentó decir algo, probablemente las palabras no saldrían.
 
Younggi por su parte se sentía aliviado, el chico estaba con vida, aunque se veía bastante traumatizado. Rápidamente lo envolvió con sus brazos, para que ambos pudieran conservar el poco calor que les quedaba.
Tal vez fue porque la adrenalina comenzaba a disiparse de su cuerpo o porque las emociones eran demasiadas en muy poco tiempo, fuera cual fuera la razón, las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas y los sollozos a salir sin permiso de su garganta. Estaba llorando abrazado a un desconocido pero no lograba detenerse.
 
El pelinegro ladeó sus ojos solo por el hecho de sentir a alguien abrazándole pero no hizo nada por evitarlo, incluso cuando el chico comenzó a llorar siguió inmóvil volviendo a meter la cabeza entre sus rodillas. Aun estaba demasiado perturbado y en shock como para hacer algo, su pecho dolía, el aire llegaba helado a sus pulmones casi lastimándole, pero no le preocupaba su propio estado, tal vez ni siquiera sobreviviría mucho tiempo más, estaba demasiado cansado como para seguir, era imposible que sobreviviera a la inmensidad del mar, al frío, totalmente alejado de todo y de todos, salvo por él, el chico que aun le abrazaba y sollozaba sobre su hombro.
Había pasado un tiempo, no supo cuanto, pero se movió con sumo cuidado para no volver a caer al agua helada y por unos momentos su mirada perdida topó con la del rubio quien aun no paraba de llorar y entonces las lágrimas comenzaron a salir solas de sus propios ojos, como si de a poco cayera en la realidad.
 
— ¿Vamos a morir? —La pregunta salió débil de entre sus morados y temblorosos labios. Pasó el dorso de su mano por sus ojos y un nudo se acunó en su garganta. Sus ojos se cerraron y solo rogó que su hermana estuviese a salvo, que ella si haya podido quedarse en un bote, porque se odiaba en ese momento por no haber podido encontrarla.
Younggi se separa un poco del chico para poder mirarlo. Estuvo tentado de responderle que sí, que no tenían nada de comida y ambos estaban perdiendo calor, que el hambre o el frío los mataría primero. Pero la imagen de Sooyoo no salía de su mente, con su sonrisa cuadrada, reclamándole el por qué siempre era tan negativo.
 
—No. No vamos a morir —dice con seguridad—. Si no morimos allá —señala hacia los restos del crucero—, es porque no tenemos que morir aún. Vamos a sobrevivir, de alguna manera.
El pelinegro se limita a asentir aun conteniendo sus ganas de llorar, volviendo a mirar hacia lo que quedaba del crucero.
 
—Tengo miedo —suelta sin más con sus ojos desbordados de lágrimas y sus labios formando algunos pucheros tapa su rostro con ambas manos permitiéndose llorar de forma silenciosa.
—Yo también —admite Younggi, secando sus mejillas con sus manos, ya había sido suficiente de llorar, ahora no sólo tenía que ser fuerte por Sooyoo si no también por este chico—. Estoy aterrado. Pero nos tenemos el uno al otro. Vamos a salir de esto.
—Mi hermana... —no puede continuar pues se ha quebrado por completo. Jamás se perdonaría el no haber sido capaz de buscarle, el haber tenido aquel ataque cuando toda aquella pesadilla había comenzado— Debía cuidarla y no supe hacerlo —se reprocha entre sollozos— Si ella no está a salvo no quiero estarlo tampoco, no merezco estar vivo aun si ella no lo está —se abraza con fuerza a sus piernas— No quiero salir de esto si no es con ella —habla casi con capricho, lleno de rabia y más que nada dolor, secando con rudeza sus lagrimas.
—Escúchame niño, —habla serio de repente, mirándolo con el ceño fruncido—. Tu hermana seguro está bien en un bote salvavidas, ella está tan a salvo como lo está mi mejor amigo, ¿De acuerdo? —dice, tanto para convencerlo a él como para convencerse a sí mismo— Te salvé la vida, no quiero escuchar nada de eso de no querer estar vivo.
El menor asiente bajando la mirada cual niño al que están retando sin decir una palabra más. Su llanto cesa solo de a poco, su cabeza duele y su cuerpo se encuentra entumecido. Está cansado, mucho, observa al rubio y se acerca despacio hacia él apoyando su cabeza en el hombro de este y cerrando sus ojos.
 
—Debemos darnos calor —dice y pasa sus brazos alrededor de este esperando que haga lo mismo.
Younggi se sobresalta, pero permite que el chico se recueste en él y rodea su cintura con su brazo, para acercarse más a él. Ambos se quedan en silencio…
 
Hwang Rae Hee
 
—Raehee-ssi, voy a empezar a curar sus manos —informa el médico y mira al pálido chico a su lado—. Necesito que tengas a las manos las pinzas, gasas, el agua oxigenada, hilo, aguja y una linterna, vas a tener que alumbrar mientras limpio sus heridas y suturo —indica en tono calmo, toma la pinzas que le ofrece el chico y empieza a retirar los pequeños trocitos de cristal que se han clavado en la mano del mayor quien hace muecas de dolor—. Raehee-ssi, ¿qué edad tiene? —pregunta en un intento de entablar una conversación con el mayor y que se distraiga un poco pues si le había dolido que le acomodara el brazo el que lo suturara sin anestesia sería una tortura.
Raehee baja la mirada hacia sus manos las cuales aun no había visto, aun no supera el dolor de su hombro y una gran jaqueca está apoderándose de él.
 
—Veinticuatro —dice observando cada movimiento que el hombre hace para ayudarle—. Disculpe, no me ha dicho su nombre —levanta la mirada para ver a Misuk y Myungdae aunque ninguno estuviese mirándole. Sorbe por la nariz y aclara su garganta, una vez más sus ojos están inundados en lagrimas mientras los recuerdos de hace apenas unos minutos atrás azotan su mente.
— ¡Ah, es cierto! —Dongwoo sonríe sintiéndose apenado, toma un poco de gasa humedeciéndola en el agua oxigenada para comenzar a limpiar la sangre— Con todo lo que ha sucedido no he tenido oportunidad de presentarme —su tono es tan natural y tranquilo, es como si no estuviesen en una balsa a la deriva en el mar, como si el barco no hubiese hecho explosión. El moreno parecía tener la calma de una montaña aún cuando era azotada por el mar embravecido a su base—. Me llamo Dongwoo, Sung Dongwoo. Soy médico, y tengo veintitrés años. Es un gusto —deja las pinzas y las gasas a un lado, tomando la aguja y el hilo para suturar y fija sus ojos un instante en el muchacho—. Raehee-ssi, tengo que suturar los cortes en su mano... Quizás duela un poco, así que sólo... Siga hablándome. Le ayudará a soportarlo —anuncia,  aparta sus ojos de él mientras toma su mano con delicadeza para empezar.
— ¿Cree que es realmente necesario doctor-nim? No quiero alarmarlo pero creo que voy a desmayarme si siento más dolor, estoy demasiado agotado física y psicológicamente ahora mismo y necesito... Necesito asegurarme de que la señorita Park y mi hermano se encuentren a salvo —habla en tono bajo, solo para que él le escuche.
—Es necesario, sí —afirma deteniéndose antes de siquiera haber empezado y lo mira—. Tiene cortes profundos que podrían infectarse de no ser cerrados y eso sería una complicación —explica—. Así que como yo lo veo, le puedo asegurar que es propicio tratarlo a usted primero. Estamos en una balsa Raehee-ssi, tanto su hermano como la señorita están aquí a su lado y se encuentran en muy buenas condiciones físicas por lo que pude observar anteriormente. Usted, por el contrario, necesita tratar estas heridas. Así que si me permite...
Asiente e inhala profundo mirando hacia el cielo mientras las lágrimas no cesaban.
 
—Adelante —trata de mantener su cabeza en otra cosa, pero nada bueno llegaba a esta en aquel momento—. Por favor, díganme cuando vaya a comenzar —trata de mantener su respiración profunda y su mente en blanco. El cielo estaba casi negro, la luna estaba llena, Raehee no recordaba haberla visto tan brillante jamás, incluso las estrellas se veían como pequeños faroles perdidos entre tanta inmensidad. No todo era tan malo después de todo, el Dr Sung tenía razón, su hermano estaba a salvo, Misuk también, y no estaban heridos de gravedad, él podía soportar aquello, el debía ser fuerte por ellos y cumplir su promesa con Hyegeun...
—Voy a empezar—avisa comenzando con su tarea. Poco a poco el moreno cose la piel rota del mayor quien aprieta sus ojos con fuerza soportando el dolor.  Una vez ha terminado, venda su mano para proteger los puntos que ha agarrado—. Bueno... Ya está, Raehee-ssi —dice, su otra mano no necesitaba tanta atención, estaba mallugada sí pero no necesitaba de tanto cuidado más allá de ser limpiada y vendada tal y como lo había hecho. Le regala una media sonrisa sincera al guardaespaldas—. Ha hecho un buena trabajo Raehee-ssi... Usted en serio ha hecho un buen trabajo hoy —dice y no está limitándose solo a su resistencia al dolor, sino también a todo lo demás.
El castaño observa al médico y luego a Misuk, aun entre los brazos de Hyunra, sus ojos están empañados hace rato, y ya ni siquiera lucha contra ello.
 
—Debí hacerlo mejor —vuelve a mirarlo a él soltando un suspiro—. Las manos de mi hermano... ¿Él está bien? ¿Qué fue lo que sucedió? —pregunta dejando las suyas propias inmóviles sobre sus piernas.
—Sobre su hermano, Myungdae-ssi es un chico obstinado que estaba muy preocupado por usted —comenta—. Cuando tememos perder a alguien a quien queremos no solemos tomar las mejores decisiones ni las más prudentes —indica—. Estará bien, sólo hay que limpiarlas y vendarlas, no es la gran cosa. Lo ayudaré en este instante —mira al menor de los hermanos y asiente—. Le recomiendo que descanse Raehee-ssi, ha sido una noche ajetreada para usted pero por suerte no ha resultado tan mal. Está vivo, algo golpeado y con una culpa que no debería cargar encima, pero respira y no se ha hecho gran daño; su hermano está vivo y en buen estado también; y ella —dice y señala discretamente a la chica con la cabeza—… Estará bien... eventualmente —forma una mueca con sus labios y le sonríe—. Hizo lo que pudo, y lo que pudo fue suficiente, lo intentó y eso es mucho más de lo que otros harían. Concéntrese en lo bueno, en lo que logró y no en los "y si…" o los "pude haber…" porque no había forma de poder hacer más —finaliza su discurso con una sonrisa afable y se aleja del mayor lo necesario para ir con Myungdae y ocuparse de sus manos.
Raehee agradece profundamente que aquel hombre estuviese allí en ese momento y mira a su lado donde el compañero de su hermano se encontraba, tal vez tan asustado como él, pero aun así le había sido de mucha ayuda.
 
—Gracias —le dice de la manera más amable posible—. Por haber ayudado al doctor y además, por haber mantenido a Myungdae aquí dentro cuando debí irme, él es realmente afortunado por tener amigos como ustedes —le dedica una leve sonrisa—. Estaremos bien, lo peor ha pasado —dice tratando de calmarle—. Cuidaré de ustedes…
 
Kim Ha Ri
 
Tras la última explosión, y al perder esa poca esperanza que le quedaba de poder encontrar a su mejor amigo, a su hermano, Ha Ri decide que no puede seguir allí y toma la decisión de arrojarse al agua.
Su cuerpo siente el contacto helado de aquel líquido que cala hasta lo más profundo mientras sus brazos se mueven para nadar hacia la superficie. Toma una gran bocanada de aire al salir pasados unos segundos, mirando hacia todas partes, tratando de encontrar algún bote cerca, algo para mantenerse a salvo.
 
— ¡Ayuda! —Grita con desesperación y al divisar una balsa medianamente cerca comienza a nadar velozmente hacia allí, lo cual no le cuesta demasiado gracias a su buen estado físico.
Llevaban apenas unos minutos en el océano, y Joowoo aun no comprendía lo rápido que había pasado todo. En un momento estaba en el crucero y al siguiente estaba siendo llevado hasta los botes salvavidas.
Las personas que estaban con él en el bote no parecían estar demasiado alteradas, pero tal vez todo era por el shock del momento. Lo bueno era que, gracias a eso, había logrado escuchar el grito de auxilio que se escuchó de repente.
 
— ¡Hay alguien en el agua! —exclama, señalando hacia la persona que nadaba hacia ellos, quien llegó rápidamente al bote gracias a la velocidad con que se movía.
Joowoo no dudó en ponerse en acción, inmediatamente tomando al hombre por los brazos para ayudarle a subir. Ha Ri acepta la ayuda del muchacho para subir al bote, y una vez esta dentro  de este sentado a su lado se encargan de hacerle llegar una manta al notar su estado a causa del agua helada.
 
—G-gracias —tartamudea a causa del frío haciendo una pequeña reverencia hacia el muchacho y envolviéndose en la tela. Analiza los rostros a su alrededor pero no hay ninguno conocido, Ryo Kai no está ahí. Se mantiene quieto, en silencio, totalmente incómodo por esta solo allí, pensando en si había tomado la decisión correcta al decidir salvarse.
—No es nada —responde Joowoo, imitando la reverencia— ¿Se encuentra bien? —pregunta, mientras lo observa, buscando alguna señal de una herida. El mayor asiente tratando de mostrar la sombra de una sonrisa ante la amabilidad del muchacho.
—No me hecho ningún daño físico, gracias por su preocupación, ¿Tiene frío? —Pregunta dispuesto a cederle parte de su abrigo si fuera necesario.
—No... Yo... Estoy bien por ahora —asegura, correspondiendo la sonrisa—. Usted lo necesita más que yo, no sería bueno que le sacáramos del agua solo para que sufriera de hipotermia.
—No dude en pedirme abrigo si lo necesita —ofrece con amabilidad a lo que el joven asiente.
 
Choi Je Sun
 
Le había costado demasiado alejarse de Hyo Rae, pero al menos estaba seguro de que ella estaría a salvo, sus amigos cuidarían de ella, como él debía cuidar de Youngji, a quien buscaba desesperadamente entre el alboroto.
 
— ¡Young Ji! —eleva su voz mientras busca entre las personas tratando de divisarla, tenía su altura a favor, aun así no podía verle. Deseaba que ella hubiese subido a algún bote y es por eso que se acerca a la barandilla a mirar a estos que ya estaban en el agua y otros tantos bajando— ¡Young Ji! —Vuelve a gritar con la esperanza de escuchar la voz de la menor.
Por su parte Youngji junto a Hana y Dongwoo, llevaban un buen rato dando vueltas por toda la cubierta. El hombre estaba preocupado, Youngji se había rehusado a subir a alguna de las balsas antes de encontrar a su amigo y Hana de igual manera parecía renuente de hacerlo pues todavía no habían encontrado a ninguna de sus amigas, ni siquiera las habían visto.
 
— ¡Oppa! —la morena chilla en un momento tirando del brazo del mayor para detenerlo. Ella juraría haber escuchado la voz de su mejor amigo, ¿sería demencia?— Dongwoo-ssi, ¿lo ha escuchado? —cuestiona, ya ni siquiera confiaba en sus sentidos, pero siente su corazón agitarse cuando el moreno asiente quedamente— ¡Jesun-oppa! —grita con todo lo que su voz le permite, su cabeza se mueve para todos lados y sus ojos escudriñan cada rincón y rostro— ¡Jesun-ah!
Sus sentidos se agudizan y voltea de inmediato al escuchar su nombre, no duda en pararse un poco más alto en la barandilla con cuidado para tener una mejor vista.
 
— ¡Young ji! —Es entonces que a unos cuantos metros divisa a Dongwoo, recordándolo al instante, y un poco más abajo, puede reconocer de inmediato a su mejor amiga— ¡Young Ji-ah! —Grita y mueve sus brazos al aire tratando de ser visto por ella o por el hombre.
El moreno es el primero en notarlo y hace que Youngji se gire, señalando hacía donde él se encontraba y no se sorprende cuando al verlo, ella se suelta completamente de su agarre y del de la pelinegra para ir corriendo hasta donde estaba.
— ¡Oppa! —chilla y no tarda ni dos segundos en abrirse paso a empujones entre las personas y lanzarse encima a su mejor amigo— Oppa... ¡¿por qué eres así?! ¡Estaba tan preocupada! —lo abraza con fuerza y el llanto le dificulta un poco el habla, golpea el pecho del mayor repetidas veces y gruñe— Eres tan desconsiderado. ¡¿Dónde estabas?! Creí que no volvería a verte... ¡eres malo! ¡Malo Oppa!
Jesun respira con alivio y no le importan los reclamos ni los golpes cuando al fin siente a la chica entre sus brazos.
 
—No importa, nada importa —toma el rostro de la menor y la mira dejando un beso en su frente para volver a abrazarla—. Estaba tan preocupado, nunca había sentido tanto miedo, temía que algo malo pudiera pasarte y no poder estar para ti —no quiere soltarla pero finalmente lo hace para verla de pies a cabeza— ¿Estás bien? ¿Te han hecho algo? ¿Estás herida?
Youngji ha llegado a un punto en el que no puede contener su llanto pese a que la presión en su pecho ha disminuido. No puede hablar, su cerebro no forma ninguna palabra ni frase lógica por lo que simplemente niega.
 
— Ella está bien —Dongwoo habla a las espaldas de la chica, llegando lado acompañado de la pelinegra y le regala una suave sonrisa al muchacho—. No puedo decir lo mismo de ti, Jesun-ssi —dice echándole una mirada completa, reparando en las esposas en sus manos y las marcas ensangrentadas que han dejado—. Tendrás que cuidar de eso —señala—. Aunque no se ve tan grave —y esa frase basta para Youngji tome sus manos y mire donde están las esposas.
— ¿¡Qué te ha pasado?! ¿Por qué tienes esposas? ¡Estás empapado! ¡Te vas a enfermar! —La morena no para de chillar y parlotear— ¡Jesun-ah! ¿Qué has hecho?
—No es nada, al menos las tengo —dice refiriéndose a sus manos recordando el percance con el hacha—. Realmente no es importante ahora, debemos subir a un bote ya mismo y luego sabrás la historia completa —dice hacia Youngji—. Gracias por cuidar de ella Dongwoo-ssi, venga con nosotros —propone y es entonces que ve a la chica quien parece demasiado asustada a un lado de él.
— ¿Al menos las tienes? ¿Se supone que eso debería tranquilizarme? ¡¿Es que se te metió agua al cerebro?! —Youngji chilla completamente alterada regalándole a su amigo una mirada cargada de reproche. Dongwoo se acerca un poco más a ella y poniendo una mano sobre su hombro dice:
—Youngji-ssi, por favor tranquilízate. Jesun-ssi está bien y tiene razón —le sonríe al mayor y guía a la pelinegra para que se esté con ellos—. Deben subir a una balsa y ponerse a salvo. Yo tengo que ver si puedo ayudar a alguien más, habrá heridos y gente que necesite atención médica.
—Pero Dongwoo-ssi —balbucea ella de pronto quedándose sin habla otra vez—… Usted... Venga con nosotros —le pide pero el moreno niega. Ella mira a su amiga y luego a su mejor amigo.
—No puedo, es mi deber ayudar a toda persona que necesite de mi atención... Hice mi juramento y debo cumplirlo pero no te preocupes, voy a cuidarme —promete, se acerca con cierta timidez y deja un beso mimoso en la mejilla de la morena—. No llore, Youngji-ssi... Nos veremos después —asegura.
— Cuídese mucho, Dongwoo-ssi, ¿sí? — pide con las mejillas cargadas de lágrimas— Por favor, cuídese...
—Lo haré —afirma, mira al muchacho a su lado—. Sé que no tengo que decirlo realmente, pero por favor cuida bien de ellas —dice y señala a ambas chicas—. Y cuídese usted también Jesun-ssi —el castaño asiente haciendo una reverencia en forma de saludo y respeto hacia el doctor. Luego este mira a la chica pelinegra a un lado, sintiendo cierta compasión por su situación—. Hana-ssi, tus amigas estarán bien y por ahora, estás en buenas manos ¿sí? No estás sola, ahora los tienes a ellos y eso está bien —luego de despedirse nuevamente Dongwoo se aleja de ellos y Youngji solo puede ver cómo su silueta se pierde entre las personas. Inspira profundo para tratar de calmarse y mira a su amiga, sintiéndose ligeramente culpable por haberla mandado a segundo plano por los dos chicos que estaban con ella.
—Hana-ssi, ¿estás bien? —pregunta y luego mira a Jesun— Hana-yah, él es Jesun, es mi mejor amigo... Estaremos bien con él, no tienes que preocuparte —trata de animarla y hacer que reaccione—. Jesun-ah, ella es una amiga de la universidad, me la encontré en el crucero... Sé bueno con ella, así como conmigo.
—Lo seré, y lamento no ser cortés y haberme presentado, pero deberíamos apurarnos —hace que las chicas pasen delante de él empujándolas sin prisa por la cintura para que se acerquen a la fila que dirigía a los botes.
—Pero —trata Hana de protestar, una vez se da cuenta de a donde las dirige Jesun. Todo ese tiempo mientras discutían ella había estado buscando a sus amigas con la mirada, pero no había logrado ver a ninguna. De verdad estaba preocupada por ellas—… No... No puedo irme —musita, no tenía la fuerza para hablar más alto.
—Puedes, y es lo que estás haciendo —habla el mayor y al notar que las chicas no pueden pasar hacia adelante, toma la delantera, las sostiene por las muñecas para no perderlas y comienza a abrirse paso entre la gente y es entonces que una mano lo detiene tocando su pecho cuando está al lado de la balsa para abordar.
—Señor usted no puede pasar, estamos abordando mujeres y niños —lo analiza de arriba a abajo y se da cuenta que no es nada más y nada menos que quien anteriormente lo había apresado.
—No puede ser —murmura y luego de unos segundos de silencio reacciona rápidamente haciendo que las chicas pasaran delante de él.
—Deben subir sin mi —habla hacia Youngji.
—Pero —Youngji mira al hombre delante de ellos y niega—… Señor, por favor... Nosotras no podemos subir sin él —pide con su mejor cara de cachorro—… Oppa, yo no puedo subir sin ti —se niega ella un tanto desesperada—. Señor... por favor, por favor —le pide al sujeto.
—Si no van a subir cedan el paso —y es entonces que el hombre pasa su brazo delante de Youngji para apartarla pero Jesun lo quita y le mira con su peor cara agarrando a la menor para apartarla él mismo.
—Youngji debes subir ahí, por favor, ¿Acaso crees que voy a dejarte sola? Subiré, voy a hacerlo, solo que no aquí —asegura.
La morena niega fervientemente con la cabeza y nota que siguen abordando personas, entre ellas, hombres.
 
— ¡No! —Casi grita y las lágrimas vuelven a bañar su rostro— ¡No, no! —Niega nuevamente y gira a ver el sujeto que les impide el paso— Por favor, por favor —vuelve a pedir—. Usted no entiende, yo no puedo subir sin él —afirma con tanto sentimiento y empuja a Hana hacia adelante mirándola fijamente—. Hana-ssi, sube tú. Anda —dice y vuelve a ver a Jesun—. No voy a subir sin ti, no puedo... Yo no voy a dejarte, de ninguna manera, no puedo.
—Youngji, ¿Cuando te he fallado? ¿Alguna vez te he dejado sola? Nunca lo he hecho, esta no será la excepción, por favor, suban —la abraza apretándola contra su cuerpo para hablar a su oído— Este tipo me metió en la prisión, no hay forma de que me deje subir —dice mientras en su cabeza pasan alternativas como arrojar al sujeto al agua y subir pero aquello no estaba en su naturaleza, él no sería capaz de algo así. La mira y toma su rostro suspirando— Esperaré que el bote baje y subiré en el piso de abajo, ¿Está bien? Sube, anda —trata de separarla para que lo haga.
— ¡¿Estás loco?! —chilla ella aterrada— ¡Te vas a matar! No voy a dejarte —y él sabía que ella era obstinada y cuando decía que no, era no. Youngji se gira nuevamente hacia el hombre que les impide el paso e inspira profundo, trata de calmarse y piensa en alguna forma de hacer que Jesun suba con ellas a la balsa, de pronto sus ojos brillan y el llanto vuelve sólo que esta vez lo hace con toda la intención y se vuelve a acercar al hombre.
—Ya les dije que él no puede subir, ahora apártense al menos que vayan a subir usted y su amiga —gruñe tan pronto como la ve en frente de él otra vez y ella niega con la cabeza.
—Es que usted no lo entiende —lloriquea—. Yo... Yo no puedo dejarlo, ¿comprende? No puedo, él es todo lo que me queda —ella habla con tanta desesperación y sufrimiento— ¡Nosotros nos casamos hace poco y mis padres me echaron porque no lo querían! —Su llanto se intensifica— Esta se suponía que sería nuestra luna de miel e iba a ser mágica pero ahora nos estamos hundiendo y él... ¡Oh dios! —Ella ríe tan triste y lastimeramente— Yo sé que no tiene la mejor pinta del mundo pero él me ama y yo lo amo y es todo lo que me queda... Y yo —ella dudo por un instante si añadir lo último o si sería mucho, ve a Jesun por el rabillo del ojo y algo en su cabeza le dice que tiene que hacer que suba sí o sí con ella—… Yo estoy embarazada —es apenas audible y las lágrimas pasan a ser lagrimones gigantes, toma el brazo del hombre con desesperación fingida y lo mira con suplica—. Voy a tener a su hijo... No puede dejar a un niño sin su padre... ¿Quién me dice que se salvará si subo yo sola? ¿Quién va a ayudarme? Por favor, por favor... Se lo estoy suplicando... No puede hacerme tan doblemente miserable, ¿verdad? ¿Usted no tiene un corazón tan frío, verdad? —Cuestiona ella con dramatismo— No va a dejarme viuda y a mi hijo sin su padre... ¿Usted podría vivir con ello?
Los ojos de Jesun se abren como platos, eso realmente le había tomado por sorpresa y puede tranquilizarse cuando se da cuenta que realmente no es verdad porque... No hay ningún tipo de posibilidad de que lo sea.
 — ¡No puedo creerlo! —Exclama dispuesto a seguir el juego de la chica a quien abraza haciendo que sus pies dejen de tocar el piso— ¡Cariño estas embarazada! —La baja con cautela y toma el rostro de la chica entre sus manos plantando un beso sobre sus labios, si, tal vez se había excedido y se separa cuando cae en cuenta de ello. Youngji se traga su sorpresa por el inesperado beso y mantiene la calma para seguir en su papel de esposa/madre desosegada.

—Debe dejarlo subir —es un hombre que ya estaba dentro del bote quien habla, y varias personas están de acuerdo con él.
—No puede destruir una familia de esa forma —añade otro y Jesun aprieta la mano de Youngji con una sonrisa en sus labios aun incrédulo de lo que está sucediendo.
—Por favor —vuelve a pedir la morena mirando al hombre quien siente la presión de los demás pasajeros y personas presentes. Mira a Jesun con el ceño fruncido y cierto enojo, pero luego la mira a ella y parece ablandarse.
—Suban rápido —es lo que dice y Youngji sonríe anchamente, lanzándose a los brazos de su mejor amigo y plantando un sonoro beso en su mejilla.
—Vamos amor —tira de Jesun hacia la balsa y toma a Hana con su otra mano, subiéndose los tres al pequeño bote, ella vuelve a mirar al hombre—. Gracias señor, muchas gracias. Sabía que usted no podía ser una mala persona —sonríe dulcemente, tan tierna, tan inocente—. Nuestra familia siempre estará en deuda con usted.
El cerebro de Hana hacía cortocircuito, muchas emociones e información a la vez. Eso hace que cuando la mayor la arrastre al bote, ella lo permita sin resistencia.
 
—Unnie —comienza, aún hablando en voz muy baja— ¿Estás embarazada de verdad? —mira con sorpresa a Youngji y a Jesun, aun un poco aturdida por la escena que acaba de presenciar. La morena se gira ante su amiga recordando que hasta ese momento ninguna de las dos sabía de la presencia de la otra en el barco y sus mejillas se tiñen de un fuerte rojo.
—Para todos los presentes aquí en el barco, es así Hana-yah — le responde en el mismo tono bajo, sólo para que ella la escuche y le guiña un ojo con cierto deje de culpabilidad y complicidad.
 
Jesun aun no puede creer que está sobre el bote, aun menos la escena que su mejor amiga ha plantado, y su impulso de haberla besado, no suelta la mano de Youngji en ningún momento, él no iba a dejarla.
 
—Lo siento —se lamenta en voz baja y aunque la vergüenza no era algo común en él se siente un poco avergonzado por lo que ha hecho. Youngji prefiere ignorarlo y niega con la cabeza.
—Déjalo así —niega con las mejillas sonrojadas—. Quedó bien... Estás aquí. Eso es lo importante —le sonríe sin verlo realmente y recuesta su cabeza en el hombro del muchacho.
—Te quiero —murmura y deja un beso en los cabellos de la menor entrelazando sus dedos con los de ella mientras el bote ya repleto, comienza a descender.
 


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Mensaje por taejin Vie 05 Ene 2018, 10:48 am



vic.

Capítulo 9: Parte 6.


Kim Ha Ri
 
Los minutos pasaron. Nadie hablaba allí, algunos lloraban, otros se abrazaban, Ha Ri por el contrario solo miraba los restos de lo que había sido un gran crucero, y sentía un enorme dolor por la familia Woo, la cual sentía propia, que tanto esfuerzo había puesto en ello, pero aun más, por no saber del paradero de estos.
Sus ojos se cristalizaron y se mantuvo abrazado a la tela de la manta, aun estaba empapado y el frio no se iba, pero estaba bien, estaba vivo.
 
El barco ardía, ya para ese punto no debía ver lugar del barco que no estuviese siendo abrazado por las llamas. El humo era denso, tanto que Ryô Kai ya no podía respirar en absoluto; a paso torpe y con la poca energía que le quedaba el joven empresario se dejó deslizar por aquella pequeña superficie que aún no ardía por el fuego. Era irónico para él como agua y fuego se fundían en ese escenario, más de tres cuartas partes del barco estaban bajo el agua ahora, y el cuarto que estaba fuera de este se consumía por el fuego y él sólo estaba esperando su momento para arder con ella o que el agua inundara sus pulmones.
Comenzaba a cuestionarse que lo mataría primero. Quizás sería la pérdida de sangre, otra opción podía ser morir asfixiado por el humo, ¿no? Era fatídico pero se sentía en cierta paz, su consciencia estaba un poco sosegada. Había ayudado a tantas personas como había podido. Se había herido en el proceso sí y ahora iba a morir, pero al menos todas las balsas habían sido lanzadas al agua a tiempo con tantos pasajeros como era posible y las coordenadas de rescate había sido enviadas a distintos barcos que se habían considerado cercanos a su ubicación.
"Sobrevivirán", se dijo a sí mismo. Lo único que quizás lo mortificaba en ese momento era el hecho de que no había visto ni a su padre ni a su mejor amigo en ninguna de las balsas que ayudó a descender o en la que dejó gente. Ellos, simplemente parecían haberse perdido entre todo el desastre y él estaba rezando sólo porque hayan logrado llegar a alguna balsa y salvado su vida.
Su vista se torna borrosa, más borrosa de lo que ya estaba, los oídos comienzan a pitarle y cada vez es más difícil para él meter aire a sus pulmones. La mano con la que aprieta su lateral para tratar de detener el sangrado se afloja y cuando la imagen de su madre se pinta frente a sus parpados llorando por él y por su padre, un último halo de fuerza a traviesa su cuerpo y se dice a sí mismo que no puede morir como él quiere porque si su padre no se había salvado, ¿quién daría sosiego a su madre? ¿Él podía ser tan egoísta? ¿Morir y tener paz sabiendo el sufrimiento que eso implicaría para la mujer a la que más amaba?
Con lo último de su fuerza se arrastró por donde estaba, sufriendo algunas quemaduras en el proceso, todo ardía, no veía bien y ya no tenía energías. Él literalmente se lanzó por un costado del barco, al parecer justo a tiempo para la última explosión. La que había convertido al Nanami, en restos y escombros.
No supo si el estruendo que lo ensordeció fue el de la explosión o el de su cuerpo impactando contra el agua helada del océano o si fueron ambos. Tampoco supo cómo emergió a la superficie, ni mucho menos cómo se mantuvo a flote, no tenía fuerzas para nadar, ni mucho menos para gritar, él sólo esperaba porque un milagro ocurriese, o que la sangre llamase la atención de algún tiburón y lo devorase vivo.
 
Al contrario de como se esperaría, Eunsun aún no había derramado ni una sola lágrima. No sentía emoción alguna, solo un profundo vacío en su interior.
Estaba pensando en todas las personas que había llegado a conocer durante la corta estadía en el barco. Desde Hana y Akame, hasta Myungdae, el amigo de Dongmun. Estaba tratando de no pensar mucho en su hermano, por el contrario. No sabía si estaba bien o no, si por lo menos estaba con vida, la incertidumbre no le gustaba para nada.
Miraba el Nanami con cierta nostalgia, las que serían las vacaciones de su vida pronto habían acabado en pesadilla.
Ya había pasado algún tiempo y probablemente toda la gente con vida había sido evacuada del barco. Todo lo que quedaba allí eran escombros que, si no estaban ardiendo, se estaban hundiendo en la profundidad del océano.
Por estar mirando hacia el crucero y gracias a su buena vista logró divisar a alguien. Una sola persona. Y pudo ver claramente como esta se tiraba al agua.
 
—Hay... ¡Hay alguien más! —Exclama, sus primeras palabras desde que todo había comenzado— ¡Alguien acaba de saltar del barco! —continua gritando y comienza a moverse, toma unos remos y comienza a dirigirlos allí, muchas personas protestan, pero a Eunsun no le importó.
Joowoo se alertó ante la exclamación de la chica levantándose de su sitio para ir a ayudarle, seguro entre los dos podrían remar a mayor velocidad, si aquella persona recién había saltado, probablemente había soportado mucho dentro del crucero, podría estar herido y Joowoo estaba dispuesto a ayudarle.
Mientras tanto Ha Ri se mantenía con su cabeza gacha, no quería cruzar mirada con nadie, sentía que su fortaleza se había desvanecido, pero al darse cuenta que el recorrido del bote cambiaba por instinto llevo su vista hacia quienes remaban dándose cuenta de que iban nuevamente hacia el crucero, o más bien lo poco que quedaba de él. Se levanta con cuidado aun envuelto en aquella gruesa manta y al ver al chico que anteriormente le había ayudado.
 
— ¿Que sucede? ¿Por qué regresamos? —Pregunta aproximándose a ellos.
—Ella ha visto a alguien saltar —informa Joowoo sin detenerse, él y la chica remaban a la mayor velocidad posible, por lo que no tardan en llegar a donde ella les había indicado.
— ¡Allá! —señala Eunsun, en efecto, en el lugar estaba un hombre tratando de no hundirse.
Ha Ri observa en dirección a donde la chica ha señalado, ambos reman a gran velocidad y el mayor de los tres quiere ofrecerse a ser de ayuda pero en el momento que divisa a la persona en el agua sus ojos se abren más grandes de lo que usualmente son al darse cuenta que se trata de su mejor amigo.
 
— ¡Hyung! —grita y deshace de la manta que lo cubría sin dudarlo siquiera un solo segundo para lanzarse al agua y nadar rápidamente hacia donde se encontraba su amigo— ¡Hyung estás vivo! —Al llegar a su lado, nota lo débil que su amigo se encuentra, hace que pase su brazo por los hombros de él para nadar de vuelta a la balsa que se encontraba ya cerca gracias al esfuerzo de los chicos— Estarás a salvo hyung, estarás bien —dice y una vez estan al borde de la balsa con la ayuda de la rubia y el castaño desde abajo, hace la fuerza para que su amigo pueda subir.
Ryô Kai apenas si es consciente de lo que ocurre a su alrededor pero una media sonrisa se pinta a sus labios porque su cerebro le dice que ha escuchado la voz de su amigo. Quizás estaba alucinando, pero el agua ya no se sentían tan fría y había rostros en frente suyo que no reconocía. Cierra sus ojos con fuerza y balbucea sin poder formar una frase concreta.
— Ha.. yah... — musita débilmente — Har... ih... ah...
 
Luego de que terminan de subir al mayor Ha Ri sube nuevamente esta vez con la ayuda de un chico moreno que tiende su mano hacia él. Una vez arriba puede detenerse a ver el estado de su amigo, el no estaba bien, incluso peor de lo que podría haber imaginado.
 
—Hyung, si soy yo, Ha Ri —aparta el cabello del rostro de su mayor y un par de lágrimas salen de sus ojos—. Estarás bien, no te esfuerces, estás a salvo.
—Tome —le habla el mismo joven que le ha ayudado a subir y en su rostro algo le resulta familiar pero eso no es realmente importante. Vuelve la vista a su mejor amigo y pasa la manta que le dan por los hombros de este.
Yoongsoo se da la vuelta luego de reconocer a Ryo Kai, algo similar a la culpa le invade, removiendo su historia del pasado.
Joowoo no demora en acercarse al recién rescatado, era tiempo de usar lo poco que sabía de primeros auxilios.
— ¿Hay un botiquín? —pregunta a nadie en particular, alguien responde afirmativamente y se lo pasan con rapidez. Joowoo puede ver que una gran cantidad de sangre empapa la camisa del hombre, así que lo primero que hace es cortarla.
 
Tiene una gran herida en las costillas, inmediatamente se pone a trabajar en ella, limpiándola con cuidad para luego poder taparla al menos.
 
Lee Dong Mun
 
El tiempo pasa, ambos muchachos siguen abrazados tratando de no morir de frío aunque sus cuerpos se encuentren cada vez más entumecidos, Dongmun no paraba de temblar y apenas si podían moverse en aquella pequeña superficie en la que estaban. Younggi no era de las personas que comenzaban una conversación, pero necesitaba saber que el chico al menos podía hablar, no quería que este muriera de frío en sus brazos.
 
— ¿Cómo te llamas? —pregunta.
—Dongmun... Lee Dongmun —los ojos del menor se mantienen cerrados acurrucándose junto al cuerpo del contrario sin soltarle, tratando de entrar en calor, algo que realmente necesitaba, por momentos parecía no sentir partes de su cuerpo y los temblores se volvían constantes— ¿Usted?
—Moon Younggi —responde, mirando a la distancia. Una vez más el silencio los envuelve, Younggi nunca había sido bueno manteniendo conversaciones, ese era el trabajo de Sooyoo— ¿Estabas de vacaciones? Digo, en el crucero... Antes de todo esto... —intenta, solo para distraer un poco sus mentes.
—Mi hermana, Eunsun cumplió dieciocho años y este fue su regalo de cumpleaños —suelta una risa sin gracia—. Yo ni siquiera quería venir, no me gustan los barcos, el agua me da miedo, pero debía cuidarla, para eso vine —sorbe por la nariz volviendo a invadirse de culpa.
—Yo tampoco estaba ahí porque quisiera, mi mejor amigo nos encontró trabajo a bordo y bueno... Lo necesitábamos —explica Younggi—. No era lo mejor pero hemos estado en peores trabajos, este era decente —suspira—. Pero ahora eso no importa.
—Es extraño, ¿No cree? Ninguno de los dos quería realmente estar aquí —comenta dejando un largo suspenso hasta que le mira e inclina ligeramente su cabeza en forma de reverencia—. Gracias por salvar mi vida, yo... No hubiera sobrevivido mucho más si no fuera por usted —sus ojos vuelven a humedecerse a causa de las lagrimas, realmente el no pensaba luchar, simplemente se dejaría morir y no fue hasta ese momento que cayó en cuenta de ello.
—Era lo menos que podía hacer, no me lo perdonaría si te hubiera dejado morir a la deriva —contesta sin mirarle—. Espero amanezca pronto, una vez salga el sol salga tendremos menos probabilidad de morir de frío —comenta para evitar que el silencio vuelva.

—Tal vez... Hay muchos otros motivos por los que podemos morir de todos modos, solo espero que Eunsun si haya subido a un bote y esté a salvo —un intenso escalofrío lo recorre de pies a cabeza haciendo que apriete entre sus brazos al mayor—. Tal vez... Los botes vuelvan por nosotros, o algún otro barco pueda encontrarnos —observa a su alrededor donde solo hay escombros... Las llamas que había dejado el barco estaban casi extintas mezclándose con el agua, era realmente extraño ver aquella fusión.
—Esperemos que así sea —concuerda el mayor, acercándose un poco más a Dongmun cuando una corriente de viento particularmente frío los pasa—. Detesto el frío —comenta, frunciendo el ceño.
—Me encanta el frío —suelta un suspiro—… Cuando estoy en el calor de mi hogar, o metido en mi cama —hay un silencio entre ellos—. El sol... Deben faltar unas siete horas para el amanecer, y estoy demasiado cansado para mantenerme despierto tanto tiempo. Tal vez... Debamos turnarnos si es que necesita descansar un poco Younggi-ssi —propone observando la luz de la luna, lo único que daba luz en ese momento.
—Yo no quiero dormir por ahora, puedes hacerlo tú si quieres Dongmun-ah —sugiere—.Puedes... Puedes recostarte, solo trata de no tirarnos al agua.
—No quiero recostarme, tengo mucho frío —dice aun tembloroso entre los brazos del mayor cerrando sus ojos—. Puedo... ¿Puedo quedarme así? —Pregunta casi infantilmente.
—Bueno pues...
Younggi nunca había permitido que alguien le abrazara mientras dormía, a excepción de Sooyoo claro. Se sentía extraño, pero, a diferencia de muchas personas, este chico había logrado no ganarse su odio instantáneo. Hasta podía decirse que no le disgustaba su presencia.
 
—Si así lo quieres... Pero terminarás con dolor en el cuello, probablemente —termina su frase, en su mismo tono serio de siempre. Younggi supone que, donde quiera que esté, Sooyoo estaría orgulloso de él, por el simple hecho de que estaba siendo amable con el muchacho.
—No me importa —susurra sin soltarle, el frío no era tan grande como al principio pero aun lo sentía, si se alejaba de Younggi probablemente ambos terminarían congelados, y no era que se sintiera del todo cómodo pero ya estaba allí, no se dejaría vencer ahora, él esperaba que su hermana estuviera bien en alguna balsa, y quería volver a verla, saber que estaba a salvo, abrazarla, y decirle que pese a todas sus diferencias, él la amaba. Para eso debía mantenerse bien, y esperar... Esperar que en algún momento, alguien los encontrase.
—Bien... Ponte cómodo entonces... —le dice Younggi, estrechando su agarre por la cintura del chico.
Agradece aquel gesto aunque no lo hace con palabras, sus ojos se mantienen cerrados y su respiración en calma. Dongmun está agotado y se deja vencer por ese cansancio, sintiéndose seguro y protegido gracias al mayor, sabiendo que si no fuera por él, no estaría siquiera vivo.
 
Han Soo Yoo
 
Cuando Minji abre los ojos de nuevo, el sol brilla sobre sus cabezas y el mar está tan calmado que parece que toda la noche anterior hubiera sido un sueño. Pero desafortunadamente no lo era, si lo fuera no estaría recostada en un pedazo de madera sino en su cama.
Minji se sienta delicadamente y mira hacia los lados. De repente la sorpresa la invade por lo que ve.
 
— ¡Sooyoo-Ssi! —Comienza a sacudir a su compañero con fuerza para lograr despertarle— ¡Tierra, veo tierra! —exclama emocionada.
El peli verde abre sus ojos totalmente desorientado y se incorpora hasta quedar sentado sobre el trozo de madera. No recordaba siquiera haberse quedado dormido, pero seguramente el agotamiento le había vencido.
—Donde... ¿Dónde estamos? —Balbuceó y miró a la chica pasando las manos por sus ojos— Parece una isla —dice observando el lugar con sus ojos entrecerrados a causa del resplandor del sol—. ¿Te encuentras bien? —Observa a los lados y para su suerte los palos seguían allí así que toma uno poniéndose delante de la chica y comenzando a remar primero de un lado y luego de otro. Para que ella no tuviera que esforzarse más.
—Sí... Bueno, tan bien como se puede estar —contesta Minji, sin despegar sus ojos de la playa que tenían a unos cuantos metros de ellos—. Tenemos que llegar ahí rápido Sooyoo-ssi, pásame el otro remo —pide con la intensión de ser de ayuda.
—No quiero que siga esforzándose, puedo llegar, estamos cerca, luego de toda una noche varados en el océano es lo más cerca que hemos estado de encontrarnos a salvo —prefiere esforzarse el solo un poco más ya que al menos no estaba herido físicamente como ella—. ¿Cree que... Los botes hayan ido en otra dirección? —Pregunta mientras se acercan ya que no se ve nada en lo absoluto más que algunos escombros del barco, incluyendo valijas— ¡Mire! Tal vez haya cosas útiles allí —dice y baja la mirada hacia el agua transparente viendo el fondo con claridad, dándose cuenta que ya casi da pie—. Manténgase en el centro Minji-ssi, voy a bajarme.
—No Sooyoo-Ssi esto no es —comienza a hablar, pero cuando el menor se baja toda la tabla pierde el balance y Minji termina en el agua también—. Estable… —termina la frase mientras aparta el cabello de su rostro y se pone de pie. Sus heridas aun duelen al contacto con la sal del océano pero no tanto como anteriormente.
Sooyoo tapa su boca pues no puede evitar que aquella caída le cause gracia.
 
—Lo siento —se disculpa avergonzado haciendo una reverencia hacia la chica para luego agarrar la madera que los había llevado hasta allí y comenzar a caminar hacia la orilla apurando su paso y cuando el agua está cada vez más baja cincha la madera con más fuerza hasta dejarla en la arena—. Minji-ssi vayamos a buscar eso —dice señalando las valijas a unos pocos metros.
Minji le sigue hasta que el agua le llega hasta las rodillas, es más fácil caminar cuando esta está más baja. Las valijas que habían llegado hasta allí no eran muchas, pero su contenido podría ser vital para su supervivencia. Logra rescatar dos, toma una en cada mano y las lleva hasta la orilla, donde inmediatamente las abre para mirar dentro. Mientras tanto el peli verde rescata la otra valija y se acerca a la chica para ambos alejarse de la orilla. Se sienta y abre esta encontrando nada más que ropa en su interior, empapada claro, pero el sol era tan fuerte que probablemente se secaría en poco tiempo.
 
—Deberíamos buscar sombra o nos insolaremos, y no quiero sumar más dolores a su lista Minji-ssi —dice volviendo a cerrar la valija y levantándose— ¿Seremos los únicos aquí? —se pregunta más para sí mismo pero habla en voz alta.
En las valijas Minji encuentra más que todo ropa, pero también hay en una de ellas una pequeña bolsita con cosméticos y herramientas para arreglar uñas. Minji agradece a todos los dioses por eso.
 
—Probablemente, Sooyoo-ssi. No parece estar habitado, o si lo está será lejos. Aunque tenías razón antes, parece una isla —responde, caminando hacia una palmera particularmente grande que daba mucha sombra y se recuesta contra el tronco—. Has estado tan pendiente de mí… Y yo ni siquiera te he preguntado si estás bien... Así que... ¿Lo estás? ¿Algo te duele? —pregunta, algo apenada.
Él le sonríe mientras acerca las pocas cosas que tenían hacia donde ella estaba para dejarlas a su alcance y luego recostarse en la arena a poca distancia.
 
—Estoy cansado, pero nada me duele, me preocupa Younggi hyung, pero él está bien, yo... Estoy tranquilo, y eso me hace saber que está bien, a salvo, así que debo mantenerme a salvo también para cuando vuelva a verle —suspira y cierra sus ojos, posando sus brazos tras su cuello usándolos de almohada—. Ahora... No tengo la menor idea de que hacer, ¿Sabe? Deberíamos pensar en buscar algo de comer o... No lo sé —dice algo cansado, había dormido sí, pero aun su cuerpo se sentía agotado.
—A mí también me preocupa Aimiu, de verdad espero que ella esté bien —suspira—. Tal vez... Luego podamos usar la ropa de las valijas para hacer algo como una red, para pescar. ¿Sabes hacer fuego?
—No quiero desilusionarle pero... Apenas puedo prender un encendedor sin que ocurra una catástrofe —suspira—. No tengo idea de cómo podría hacer fuego —se incorpora volviendo a sentarse y tan solo escuchando el sonido de las olas rompiendo en la orilla, todo era paz y tranquilidad a sus alrededores—. Pero debemos intentarlo, ¿No cree? Debemos ver en la noche y además mantenernos calientes —se estira lo necesario para alcanzar dos pequeñas piedras y comenzar a frotarlas, como en tantas películas había visto a lo largo de su vida.
—No te preocupes, yo tampoco sé hacer mucho —confiesa ella, para hacer sentir mejor al chico—. Pero creo... Creo que antes de intentar hacer fuego deberíamos armar una hoguera, ¿No? —Medita, levantándose de nuevo a pesar del cansancio y del dolor en su tobillo, el cual tenía un gigantesco moretón—. Iré a buscar algunas ramas o algo así, tú... Sigue intentando.
—Está bien, buscaré en las valijas alguna prenda que tal vez pueda ayudarnos a que el fuego se mantenga... No se aleje demasiado Minji-ssi, tenga cuidado —dice volviendo su vista a las pequeñas rocas con las que hacía fricción.
—Lo haré.
Y con eso, Minji se adentra un poco más entre los árboles, buscando en el suelo ramas y hojas que estuvieran secas. También decidió llevar algunas piedras, para darle estabilidad a la hoguera.
Un ruido se escuchó, cercano a donde Minji estaba parada. Por un momento pensó que se trataría de un animal, tal vez un pájaro. Pero luego se repitió y definitivamente no sonaba como un animal.
 
— ¿Sooyoo-ssi...?
 
Whu Jian Qiu
 
Jian Qiu no daba crédito a lo que veía. Varias veces en tantos años de soledad, había creído oír voces, pero solo era producto de su imaginación, de la necesidad que tenía como hombre, de sociabilizar, pero esta vez no era su imaginación, no solo había oído voces, aunque se mantenía oculto tras unos arbustos, veía con claridad a la chica que estaba a metros de él.
Divisó el vendaje en su mano, y una herida en su pierna... El quería ayudarla, él sabía cómo hacerlo, temía asustarle si se acercaba, pero debía intentarlo por lo cual de a poco, fue abriéndose paso entre aquellas hojas con sus curtidas manos hasta dejarse ver ante la chica.
 
—No... No le haré daño —habla en su lengua materna, aunque por lo que había podido escuchar de quienes estaban allí, no hablaban el mismo idioma.
El grito de Minji probablemente se escuchó por toda la isla. Lo que menos esperaba era que encontrarían a alguien más allí.
El hombre realmente parecía un salvaje, su pelo era un desastre y lo único que lo cubría era un roto pantalón corto. Y para terminar de aterrorizar a Minji, no le entendía nada de lo que había dicho. Caminó rápidamente hacia atrás, alejándose de él, hasta que su espalda chocó con un árbol.
 
—No le haré daño —repite, pero solo sabe hablar chino por lo cual siguen sin entenderse y es entonces que su vista se va de la chica hacia el chico que viene corriendo, seguramente por el grito que esta había dado—. Jian Qiu levanta las manos tratando de darles tranquilidad, de decirles de alguna manera que no es una amenaza. Sooyoo llega al lado de Minji y la corre un poco del árbol para ponerse tras ella mirando a aquel desconocido con sus ojos bien abiertos.
—Sooyoo-ssi, ¿Qué hacemos? —pregunta la chica en voz baja, solo para que Sooyoo la escuche. Su vista estaba fija en aquel hombre, para poder reaccionar en caso de que tratara de acercarse más.
—No lo sé —responde tras el cuerpo de la chica hasta que se da cuenta que lo está haciendo y se separa para pararse adelante, no demasiado— ¿Where are you from? —ni siquiera estaba muy seguro si estaba preguntando su nombre, de donde venía, o tal vez dándole los buenos días, pero debía encontrar alguna manera de saber quién era y que quería esa persona.
—China —responde y da un paso atrás—. Mi nombre es Jian Qiu, Whu Jian Qiu —se presenta señalándose a sí mismo, dándose cuenta que evidentemente esas dos personas no hablaban chino.
—Creo que nos dijo su nombre —susurra Sooyoo hacia la chica—. No speaking chino —habla en una mezcla de coreano e inglés aunque ni siquiera está seguro de porque lo hace.
En otra situación, Minji tal vez hubiera reído con el intento de conversación de Sooyoo, pero estaba demasiado aterrada para hacerlo.
Hacía tiempo su mánager le había hecho tomar unas clases de mandarín, supuestamente eso le "abriría más puertas", pero Minji no había logrado aprender mucho. Rebuscó en su cabeza, algo que les fuera útil, pero nada.
 
— ¿Ni hao...? —dice, estaba casi segura de que eso significaba hola. Pero más que eso no sabría decir, Jian Qiu sonríe y hace una reverencia hacia la chica.
—Ni hao —responde en forma de saludo. Sooyoo observa de reojo a la chica y luego al desconocido y da un paso adelante.
—Mucho gusto Ni hao mi... Nombre es... Soo... Yoo —se señala a si mismo golpeando apenas su pecho— Yo... Sooyoo —hace una reverencia hacia el chico y luego voltea señalando a su nueva amiga—. Ella... Min... Ji —habla lento como si el chico tuviera problemas de entendimiento, y si no se entendían, y Jian Qiu seguía sin comprender más que los nombres—. Nosotros —se señala a él y a Minji consecutivamente—, crucero, ¡Boom! —hace ademanes con sus manos simulando una fuerte explosión, o eso cree él.
El seño de Jian Qiu se frunce ligeramente a causa de la confusión y cree comprender algo de lo que ha sucedido, y porque ellos se encuentran allí.
Minji mira de Sooyoo a Jian Qiu un par de veces. Ya no se sentía tan asustada, pero aun no se atrevía a salir de detrás del chico.
 
— ¿Crees que ha entendido? —le pregunta a Sooyoo.
—No tengo idea —suelta un suspiro y mantiene su vista en el chico—. No parece querer hacernos daño o ya lo hubiera hecho —razona—. Jian Qiu-ssi, Ni hao-ssi como sea —dice agitando su cabeza ya confundido y le hace seña de que los siga hacia donde habían dejado las valijas—. El puede conocer la isla, y ayudarnos, tal vez hasta sepa hacer fuego —piensa y voltea de repente hacia el chico—. Fire —frota sus manos tratando de indicarle algo similar a calor o al menos eso pasa por su mente que el contrario puede entender—, bultaoreune, fuego, ¿Puede hacer fuego?
—No... No entiendo —responde él a lo que Sooyoo tampoco entiende por lo cual se encoge de hombros y sigue caminando.
Minji los sigue a ambos, aun sin quitarle la vista a Jian Quiu, sentía que debía vigilarlo.
 
—Sooyoo-ssi, tal vez... Tal vez nos entienda si comenzamos a armar la hoguera. Tal vez vea lo que tratamos de hacer... —sugiere una vez vuelven a la playa.
— ¡Es una gran idea! —Exclama y apura su paso casi tropezándose con una roca que no vio pero estabilizándose rápidamente hasta que siente una risa y voltea a ver dándose cuenta que es el chico quien ríe—. Bueno, soy torpe internacionalmente —dice burlándose de sí mismo y como había sugerido Minji, comienza a armar con ayuda de la mencionada la fogata.
Jian Qiu observa lo que hacen y con cautela, no queriendo asustarlos o algo así se acerca a ellos asintiendo, entendiendo lo que querían hacer por lo cual se aleja solo un poco para colaborar en traer ramas.
 
— ¡Creo que nos entendió Sooyoo-ssi! —exclama Minji, con una sonrisa en su rostro cuando ve lo que está haciendo Jian Qiu.
—Lo logramos —dice tal vez entusiasmado por demás y alza la mano hacia la chica dedicándole una sonrisa y esperando que esta le choque, lo cual hace. Sooyoo observa que sus ojos casi desaparecen cuando sonríe, y desea verla sonreír más seguido.
—Rocas —pide sin saber si pueden entenderle, entonces señala y la vista de Sooyoo llega hasta donde ha indicado, se levanta de un brinquito luego de asentir e ir por las rocas.
Minji también se levanta para ayudarle a Jian Qiu con las ramas y llevarlas hasta donde Sooyoo y ella han comenzado su intento de hoguera.
 
—Yo... Eh... —quiere preguntarle cómo puede ayudar, pero no sabe de qué manera expresarlo para que él la entienda.
Sooyoo se ha alejado y vuelto varias veces con las rocas y ramas mientras Jian Qiu trataba de encender el fuego con una pequeña rama la cual frotaba entre medio de dos piedras. Quería pedirles algo pero no sabía cómo comunicarse para hacerse entender. Levanta su mirada notando que la de la chica estaba sobre él, quería preguntarle algo, cualquier cosa, simplemente poder entablar una conversación como hacía años no lo hacía. Pero simplemente suelta un suspiro sabiendo que no le entendería por más que se esforzase, y es entonces que vuelve a ver su mano vendada y con cautela se acerca a ella, no quiere volver a espantarla. Estira su propia mano hacia la chica esperando que ceda la suya. Minji mira unos instantes la mano extendida de Jian Qiu, no entendiendo del todo qué quería.
 
— ¿Necesita algo? —pregunta, mas por impulso puesto que sabe que no le va a entender nada de lo que le diga.
—Estás herida —dice aunque seguramente ella no comprenda y se toma el atrevimiento de tomarla con cautela y de la misma manera desatar el nudo que había en ella.
—Oh... —dice la chica mientras Jian Qiu mira su mano. La trataba con suma delicadeza, como si tuviera miedo de romperla. De repente Minji se sentía algo mal por haber reaccionado como lo había hecho antes.
Sooyoo mira la situación pero sigue trayendo cosas como si fueran a armar unas veinte fogatas pues no puede quedarse quieto y no sabe que mas hacer.
 
—Ya regreso —él se levanta y una vez más se aleja, debía limpiar aquella herida o podría infestarse, después de tanto tiempo en la isla, sabía de algunas plantas que le ayudarían con eso, el mismo había limpiado sus propias heridas, recordando algunas recetas chinas que había sabido escuchar de sus mayores años atrás.
Sooyoo mientras tanto, cuando cree que hay suficientes ramas y rocas se sienta en la arena mirando el mar.
 
—Creo que sabe lo que hace  —comenta.
Poco después el chico regresa con un par de hojas de diferentes tipos. Se sienta de nueva cuenta junto a Minji, apoya lo que trae sobre sus piernas cruzadas y vuelve a tomar la mano de la chica observándola. Una de las hojas era de aloe, algo que sabía serviría para cicatrizar aquella herida. El líquido que sale de esta no es muy agradable pero lo pasa con suma delicadeza tratando de que no duela.
 
—Yo también lo creo —concuerda Minji, observando como Jian Qiu trabaja en su mano. Le dedica una pequeña sonrisa, tratando de mostrarse agradecida—… Hemos corrido con mucha suerte.
El menor asiente observando lo que el otro hacía, realmente eran afortunados, esperaba que Younggi corriera con la misma suerte. 

taejin
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Mensaje por chenyeol. Vie 05 Ene 2018, 11:04 pm

wa comentar capítulos desde la era del caldo, ahr... así que agárrense, porque este mensaje es como un capítulo más, ahre.

di 생존자 |N.C| - Página 5 1477071114 :
chenyeol.
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Mensaje por chenyeol. Sáb 06 Ene 2018, 12:30 am

km 생존자 |N.C| - Página 5 1477071114
chenyeol.
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Mensaje por chenyeol. Sáb 06 Ene 2018, 12:32 am

sigo editando aquí pq mi compu era una kk...
chenyeol.
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Mensaje por chenyeol. Vie 16 Feb 2018, 11:52 pm


.
fer.

Capítulo 10 ; parte uno.


Li Akame.



Shaoran hace que tome asiento junto a él, quedando de frente a su abogado.

A ella no le incomodaba cómo Jaeho se quedaba viendo el rostro de Shaoran, o cómo su hermano mayor fingía no ver aquello y sonreía de costado a propósito; en cambio, le gustaba la manera en la que esos dos se enamoraban el uno del otro y le causaba gracia lo torpes que eran al momento de coquetearse, aunque también le frustraba que Shaoran se preocupara demasiado por el empleo del castaño y su reputación.

Demasiado infantil, pensaba constantemente y aquella usual sonrisa rendida se dibujaba en su rostro a la vez que el abogado carraspeaba su garganta y sacaba un par de papeles de un pequeño maletín que se había encargado de llevar a bordo… Sólo para lucir más profesional aún de vacaciones.

— Bueno, será breve, sólo quiero dar informes de lo que he conseguido. – la pelinegra puede ver la tensión naciendo en el rostro de Jaeho, trasladándose a sus hombros y manteniéndose en su cuerpo entero.

Él está nervioso y eso sólo indica que hay malas noticias… O quizá, no las esperadas.

Ella se levanta de su asiento, haciendo una pausa y dejando extrañados y confundidos a los dos hombres de la habitación. Shaoran intenta hacerla sentar, para que Jaeho pueda proseguir, pero Akame se niega, zafándose de su agarre y carraspeando su garganta, preparándose para hablar.

— Antes de que diga algo, Jaeho-nim… – usa honoríficos, acostumbrada a cada situación de orden legal a la que había asistido con su abuela, olvidándose de que son casi familia y manteniendo el respeto ante cualquier situación. — He cumplido dieciocho años recientemente y… ¡No siento que los tenga realmente! – se queja, alzando sus brazos con cierto toque de desesperación, dejando a su hermano y abogado aún más confundidos.

Suelta un bufido exasperado, volviendo a sentarse con tranquilidad. Su espalda recta y su rostro tan serio, que incluso Shaoran temió un poco.

»— Lo que quiero decir es que… Sé que ustedes piensan que no puedo hacer muchas cosas porque aún soy joven. Sé que soy torpe, tartamudeo demasiado cuando estoy nerviosa y en el momento de tomar decisiones, siempre soy interrumpida por alguno de ustedes dos, dejando que hagan las cosas por mí, pero no… Quiero… Quiero ser independiente, quiero hacer cosas sin tener que pedir autorización de ustedes, quiero hacerme cargo de la empresa que me fue heredada, el tiempo que sea y demostrarles que puedo hacerlo por mí misma.

Shaoran mira la escena de su hermana con horror. Con miedo.

Siempre imaginó a Akame con inocencia, nunca creyó que ella fuese a sentirse mayor, teniendo tanta protección a su alrededor y definitivamente estaba shockeado con aquella declaración de su hermanita; hasta hace poco, aún podía verla como a un pequeño ciervo que aprende a caminar y ahí estaba su Bambi bebé… Creciendo.
Definitivamente no estaba preparado, pero Akame sentía que ella sí lo estaba.

Después de haber tenido aquella plática con Hyungsik, Li se sentía con más confianza; más segura de sí misma. Quería crecer y sabía que no podría si no lo comentaba a su hermano sobreprotector o al abogado que le seguía la corriente.

»— Quiero involucrarme y crecer, Shao… Por favor, Min-nim. – hace una venia educada, manteniéndose sentada y soltando un suspiro mientras sostiene la mano de su hermano entre las suyas. — Quiero hacer cosas que conlleven responsabilidad y si llego a necesitar ayuda… Te necesito a mi lado, gege, por favor.

El mencionado tranquiliza su expresión, soba sus sienes y suelta un suspiro exasperado.

Jaeho se pone más nervioso de repente, pues no está seguro de si lo que dirá pondrá contento al mayor de los hermanos y carraspea con su garganta, acomodando los papeles frente a la mesa en la que estaban, de un restaurante del crucero.

— Bueno, son… espero que sean buenas noticias. – la voz de Min sale un poco rasposa, debido al silencio que había hecho y lo mal que había salido el que carraspeara su garganta. — Iniciamos con casi tres años, sin compañía, insistimos, obtuvimos un año y hasta ahora, sólo he podido reducirlo a un par de meses… Lo siento.

Shaoran bufa con fuerza. Su rostro no muestra expresión alguna y su entrecejo está fruncido con intensidad.

Akame teme que su enfermedad se presente debido al enojo que demuestra y que empiece a sangrar sin control, pero cuando Jaeho baja la mirada, su hermano mayor no puede mantener más aquella expresión en su rostro y se relaja.

— No puedo decir nada ahora… – su voz sigue sin tener destellos de tristeza, decepción o cualquier otra emoción.

Está más que serio y eso asusta al abogado.

Akame suelta un suspiro y cuando Shaoran se levanta de su asiento y sale de la habitación, el castaño cubre su rostro para dejar escapar un par de quejidos llenos de tristeza, odiándose a sí mismo por no poder dejar satisfecho a aquel hombre que tanto amaba.

— Hey, oppa… Él estará bien, lo sabes, ¿no? – intenta tranquilizar a su mayor, sobando su espalda con tranquilidad al momento de acercarse a él.

Jaeho no tiene intenciones de causar algún mal en Shaoran, de lo contrario, sólo quiere hacerle bien y Akame está al tanto de aquello, pero su hermano no es una persona fácil de querer; su hermano tuvo que volverse responsable de muchas cosas muy pronto, tuvo que cuidar de una niña de diecisiete años, hacerse cargo de un par de empresas desde que Bubbah enfermó y viajar constantemente a China, lidiando solo con su problema genético.

Akame sabía que la hemofilia sólo complicaba más a su hermano. Era como… Hulk (es gracioso, porque los hermanos Li adoraban hacer comparaciones con el mundo ficticio). Shaoran siempre ha estado preocupado por ella, siempre ha estado estresado, sin embargo, ha sabido controlar sus niveles de enojo, así como cualquier emoción fuerte que pudiera causarle un derrame, pero con esta situación de “rebeldía” viniendo de Akame y su “torpe” idea de querer convertirse en mujer, se la estaban poniendo difícil.

Sumándole que Jaeho se paseaba semi-desnudo por su habitación y no pretendía acercarse al más pálido para si quiera calmarlo con un beso.

Estaba claro que Akame no comprendía mucho esas situaciones en la vida de su hermano, pero ¿cómo lo haría si Shaoran seguía viéndola como a una niña de siete años?

No se quejaba de la relación fraternal que mantenían, porque sabía que eran más cercanos que la mayoría de las familias que pasaban por cosas similares a la separación de padres, o la muerte de ambas figuras, pero quería más. Quería que su hermano confiara en ella, que Shaoran no le viera como a una pequeña que no puede hacerse responsable de algo.

¡Por favor! Tenía dieciocho años… Sólo quería que la trataran como tal. Como a una adulta, pero ni eso podía obtener. Menos, de la persona de la que más quería aquel reconocimiento.



Li Shaoran.



Después de haber salido del asfixiante lugar en el que estaba, no sabe a dónde dirigirse. Se siente perdido, atormentado con aquellos comentarios provenientes de su hermana menor.

¿Por qué tan de repente quería convertirse en “mujer”? ¿Qué no la mayoría de edad eran los veintiuno?

Se detiene a ver los lugares a su alrededor. El bar, un casino y una sala que no había explorado aún. No le apetece del todo ver lo que pasa ahí adentro, niega con su cabeza y cuando decide volver a emprender su camino, un cuerpo alto y húmedo le hace retroceder al haber chocado con él, accidentalmente.

— Yah, disculpa, de verdad… No sé qué me pasa hoy, estoy demasiado torpe, perdóname, en serio. – toma su toalla, intentando secar lugares que había mojado en el cuerpo ajeno.

Shaoran aleja un tanto brusco la mano del más alto y gruñe bajito, desesperándose al ver que el torpe poste no para de querer ayudar.

— ¡Basta, basta! Estoy bien… Eish, deja de tocarme. – una de las manos contrarias se había colocado en el trasero del más pálido, aunque claro, accidentalmente, porque todo lo que Seokmin hacía, parecía serlo.

Las mejillas de Shaoran se sonrojan ante aquel toquecito y finalmente el castaño retrocede un par de pasos, haciendo venias educadas y bastante torpes, porque sí, también todo lo que Seokmin hacía… Bueno, era torpe. Y Shaoran no puede evitar preguntarse por qué la gente torpe y rara lo perseguía… Cómo el chico que insinuaba incesto en su familia.

Taeil, si mal no recuerda.

— Perdóneme de verdad… Soy un completo tonto, justo acabo de hacer que una chica cayera a la piscina conmigo, ¡no sé qué estoy haciendo mal! Soy una buena persona y… – Li alza su mano, callándolo de inmediato, aunque mirándolo con un poco de extrañeza en su rostro.

Su entrecejo se frunce y niega con su cabeza.

— Descuida, chico, estoy bien… Los accidentes suceden, puedes irte, ten un lindo día. – se despide, pasando de largo al torpe muchacho y haciendo changuitos con sus dedos, deseando no encontrarse con más gente similar.
Aunque antes no hubiera querido, se encuentra sentándose en una de las barras del bar, pidiendo un whiskey con mucho hielo, bebiéndolo de un solo trago y retomando su camino a su habitación, encontrándose con Jaeho sentado en su cama, sonriéndole cuando lo ve entrar.

— Hey… – saluda el mayor, provocando una inmediata sonrisa en los labios del más pálido.

No estaba sintiéndose del todo bien. Su día no pintaba a ser del todo bueno. Jaeho no podía hacer que su hermana dejara aquella responsabilidad, pero ni él mismo podía hacer que Akame dejara de lado sus nuevos pensamientos de querer crecer como persona y hacerse responsable.

»— ¿Sigues pensando en Akame? – el más joven, aunque por unos meses, asiente con su cabeza, caminando a paso lento hasta llegar a su lado y tomar asiento junto a él. — ¿Qué te molesta? No va a ser una niña por siempre, sabes.

Aquel comentario parece enterrarse como una daga en el pecho de Shaoran, porque la verdad dolía… Y sabía que su Akame no iba a ser siempre una pequeña.

¿Por qué se siente tan aferrado a ese pensamiento? Bueno, haberse separado de sus padres a tan temprana edad, quedar a cargo de su abuela, encontrarse con su hermano y descubrir que sus padres habían fallecido, para después recibir la noticia de que Bubbah estaba enferma y que ella tendría que hacerse cargo de un par de empresas en China, no debe parecer como una vida excelente.

Akame había perdido al menos la mitad de su vida moviéndose de un lado a otro, lejos de sus padres, lejos de su hermano… ¿Qué clase de infancia es esa?

Lo único que Shaoran quería para ella, era darle un poco de su niñez; cuidarla, protegerla… Hacerle ver que el mundo está lleno de peligros, pero que ella siempre estaría a salvo a su lado. Quería que ella se tardara en crecer, que disfrutara lo que hay a su alrededor con moderación, que tuviera muchos amigos, que no sufriera por mal de amores y más que nada, Shaoran quería que su hermana fuese su niña por un largo tiempo, pero desde que abordaron este crucero, Akame parecía haber crecido en un par de días… Y dolía.

— Sólo… Quiero protegerla, Jae. – dice casi en un susurro, sintiendo su voz quebrándose.

— Lo sé, pero… Mira todo lo que ha logrado sola. Creció antes de que tu quisieras que no lo hiciera, simplemente está avanzando. – una de las manos del castaño, se posiciona en uno de los muslos ajenos, dando leves palmaditas en éste.

Shaoran sonríe como puede y un par de lágrimas se resbalan por sus mejillas, convirtiéndose en un pronto sollozo.

— No quiero que lo haga… – sus miradas se encuentran y el abogado no puede evitar atraparlo entre sus brazos. Intenta susurrarle que todo va a estar bien para su hermana, que le deje equivocarse, lastimarse y que con eso aprenderá, pero Shaoran no quiere… No quiere separarse de aquel abrazo.

Siente en él la protección que le quiere brindar a su hermana y se calma de repente.

Jaeho, por otra parte, no puede calmar su corazón, por más que respira con tranquilidad y cierra sus ojos.
Se siente como en los tiempos de universidad, en los que Shaoran le miraba sin temor y podían compartir sus pensamientos más profundos el uno con el otro. Jaeho sentía que Shaoran volvía a abrirse a él y unas inmensas ganas de llorar comenzaban a juntarse en su pecho y garganta, presentándose como un nudo.

El silencio se forma en la habitación. No más sollozos de parte de Shao y las ganas de llorar de Jaeho se habían esfumado.

Estaban en su propia burbuja, separándose del abrazo que habían mantenido por largos minutos, logrando mirarse a los ojos, diciéndose de todo, pero nada a la vez.

Una tímida sonrisa aparece en sus labios, poniéndolos nerviosos al instante y provocando serios problemas en el pecho de Shaoran.

— Debo… – Li se ve interrumpido por un ligero golpe en el piso por parte del castaño. Detiene lo que fuese a decir y lo toma del brazo, evitando que se fuera de su lugar junto a él.

— Siempre intentando huir, Shaoran Li… Sabes que debemos hablar. – toma valentía y es que estaba desesperado.
Era mentira decir que no se sentía atraído por el empresario, así como también era una grandísima mentira decir que Shaoran alguna vez le había confesado cómo se sentía.

Las muestras de cariño a solas se habían vuelto frecuentes un par de meses atrás, pero desde que las juntas legales y todo el asunto de Akame había sido mostrado en la mesa, Shaoran se había enfocado tanto en aquello, que confundía a Min, a tal grado de no saber lo que Shaoran sentía ahora por él.

— ¿Ha-hablar? – balbucea justo como su hermana, haciéndose un poco hacia atrás en la cama, carraspeando con su garganta y tragando saliva con fuerza. Evidentemente nervioso.

Jaeho sonríe de lado y retrocede en la cama de igual manera, dándole su espacio al empresario. Lo que menos quiere, es incomodar al menor; solo quiere aclarar sus sentimientos y saber lo que significa para él, pues teme… Teme estar haciéndose ilusiones con algo que quizá nunca vaya a pasar.

No dice nada, simplemente espera hasta que Shaoran entienda su referencia y asiente con su cabeza, cruzándose de brazos y esperando al más pálido para que hablase.

»— Jaeho… Sabes que es una situación complicada, yo no puedo… Nosotros no… – muerde su labio inferior, sintiéndose completamente mal al decirle aquellas palabras al que pensaba que era el amor de su vida.

Porque sí, Shaoran había estado enamorado desde que le conoció con más detalle. Había caído por los encantos del abogado y temió no poder darle las cosas que seguro él quería, porque estaba ocupado asistiendo a cumplir proyectos empresariales, intentando cuidar a su hermana y luchando con más deberes de los que debía.

— ¿No puedes, o no quieres?

— No, Jaeho… Escucha… – se acomoda en la cama frente al castaño, alcanza sus manos con cierto temor y las toma entre las suyas, apretándolas con fuerza y mirándolo con cariño. — Sabes lo que siento, lo que he sentido desde hace tiempo y no tengo intenciones de cambiar eso, sabes… Son cosas que no cambian del día a la noche, así que… – asegura, mirándolo a los ojos, para hacerlo sentir más confiado. — No quiero que pierdas tu empleo, ni que afecte en algo de tu vida… Las cosas en Corea son bastante diferentes si te declaras homosexual, con una pareja y en un futuro, si quieres una familia. No quiero destrozar tus sueños, porque lo que quiero, es hacerte feliz, pero tengo miedo… No por mí, sino, por ti.

Un tanto incrédulo, el castaño asiente con su cabeza.

No se siente mal, se siente mejor ahora que Shaoran ha confesado lo que siente y un rayo de esperanza alumbra en su pecho en el momento en el que su “amado” mencionó la familia, pero aquél brillo en sus ojos desaparece. Hay una sonrisa en su rostro, pero aquella no hace que el corazón de Shaoran brinque de felicidad.

Es una sonrisa amarga; un golpe a la realidad.

— Eso fue… ¿Un rechazo? ¿Debería entonces conseguir una mujer para casa…? – el empresario no le deja terminar.

Cubre los labios ajenos con una de sus manos, negando con su cabeza y sosteniendo su pecho con su mano libre, fingiendo una mueca llena de dolor, mientras busca la mirada más clara y la sostiene brevemente.

— Min Jaeho, no digas esas tonterías cuando estoy enamorado de ti.

La piel del aludido se eriza y una sonrisa se forma en sus labios.

Sabe que no resistirá más el estar tan lejos de Shaoran, por lo que retrocede un poco, sostiene su rostro entre sus manos y le besa como alguna vez en el pasado lo había hecho.

Sí, ya había probado aquellos labios; se había vuelto adicto, pero las juntas y el caso de Akame habían sido su rehabilitación, la cuál es una tonta comparación a la vida real.

El corazón del empresario latió tan fuerte, que se asustó de que pudiese estar saliendo de su pecho, aunque sabía que eso no pasaría literalmente. Se siente enamorado de su mejor amigo, de su abogado y compañero de habitación. Está completamente perdido cuando aquellos labios se presionan sobre los suyos como alguna vez lo habían hecho en el pasado.

Se detiene a morder un poco el labio inferior ajeno, sonriendo entre el beso, disfrutando de los abultados labios del abogado y cuando se separan para tomar un poco de aire, las mejillas de Jaeho están más rojas que nunca en su vida, sus ojos brillan aún más fuerte que antes y aquella sonrisa, vuelve a llenar de felicidad el pecho del más joven.

El de procedencia China, acaricia con ternura una de las sonrojadas mejillas del más bajo y sonríe, volviendo a besarlo fugazmente, para soltar un pesado suspiro cuando vuelve a su lugar.

— Sólo… Espera un poco más, ¿sí? – susurra. — Espera a que podamos resolver lo de Akame y… Haremos lo que sea, por favor. Sólo espera.


Boo Seungjae.



Son las ocho de la mañana cuando abre sus ojos.

No se siente cansado, de lo contrario, siente que ese día quiere gastar sus energías, por lo que, lo primero que hace al levantarse de su cama, es caminar hasta la cama de Seokmin y despertarlo, porque tenía cosas pendientes esa mañana con la empresa.

El castaño no tardó mucho en despertar, provocó una risita en Seungjae y, entró a la ducha, dejando al menor un tanto molesto, porque él había preparado sus cosas dentro del cuarto de baño y ahora su hyung las usaría.

Bufa bajito, tomando su ropa deportiva, colocándosela después y sale de la habitación directo al gimnasio.

Sabía que había uno cerca, pues había estado dándose un auto-tour por el barco recién habían llegado, y, después de bastante tiempo, se había decidido por asistir al menos una vez. Sube a la caminadora, poniendo un par de canciones en la lista de reproducción mp3 en su teléfono y comienza con su rutina, pensando en bastantes cosas que las canciones le recordaban.

Aumenta la velocidad para poder trotar y piensa en la noche que pasó con Xianlu. Instantáneamente, una sonrisa apareció en su rostro, seguida de una pequeña carcajada.

Realmente había llamado su atención desde la primera vez que lo vio. Le gustaba mucho las facciones de su rostro, así como la pequeña sonrisa que se formaba en sus labios al mostrar satisfacción, y estaba seguro de que no había sentido aquello antes, pero no tenía miedo.

Se sentía bien.

Seungjae solía sentirse cómodo con su trabajo. Nunca había tenido tiempo para estas cosas que estuviesen relacionadas con el amor, las parejas y… No tenía interés, simplemente, a pesar de las constantes preguntas de su padre sobre su novia, o las esperanzas de su madre en que su pequeño hijito encontrase una mujer para casarse con él.

Boo ni siquiera había pensado en las posibilidades de encontrar a una mujer que de verdad le quisiera por lo que es. Ya saben, un chico torpe, sin mucha lógica para formular palabras u oraciones; aquél torpe muchacho de veintidós años que estaba encantado con los bichón frisé. En especial con aquél que llamaba Bee.

Hasta que encontró a Xianlu.

No sabía si el rubio estaba enamorado de él, o si alguna vez lo estaría, pero aquella plática nocturna que tuvieron, definitivamente lo había puesto a pensar mucho.

¿Sería bueno intentar algo más con aquél rubio? Sus padres querían a alguien que le hiciera feliz, ¿no? Y, hablando de sus padres, no les importaría mucho que su pareja resultara un chico, ¿no?

En cuanto a él, a Lu. Sabía que estaba cargando demasiadas cosas encima, y su único objetivo (antes de intentar conquistarlo y esa basura romántica en la cual era nuevo), era hacerle olvidar sus problemas. Quitarle el peso de los hombros y hacerlo sonreír por… Por el tiempo que pudiera.

Definitivamente, esperaba hacerlo, porque si una sonrisa, valía la pena… ¿Cuánto no valdría una vida con él?

"Buen día, hyung... ¿ya ha almorzado?"

Manda una vez se ha bajado de la caminadora, jadeando del cansancio y corriendo a tomar una botella de agua para refrescarse.

"Algo así... Estoy saliendo de desayunar"

El rubio había revisado su teléfono solo por mera casualidad, estaba recién saliendo del bufet al que había entrado a comer cuando su teléfono había vibrado. Tenía la intención de pasar el día paseando por el crucero, quizás tomándole fotos a algunos pasajeros o situaciones que encontrase interesante, quizás buscando un nuevo tinte porque de pronto esa mañana al despertar solo en su cama se dijo a sí mismo que ya no quería ser rubio.

"¿Si pudieras teñirme el cabello de algún color cuál preferirías?... Ya me aburrí del rubio, acepto sugerencias"

El pelinegro sonríe ampliamente, haciendo que la imagen del rostro del rubio apareciera en su mente, mientras cerraba sus ojos.

"Azul eléctrico, hyung:p"
"Mentira... Me gusta el rubio, aunque no se vería mal el castaño, o... No sé".

Su objetivo principal había sido invitarlo a comer o cenar, y es lo que no estaba haciendo, por lo que sacude su cabeza, sujeta su teléfono de nuevo y tipea con rapidez, antes de obtener una respuesta.

"Oh... ¿tienes planes para más tarde? hay un lugar que ví y quisiera que fuéramos... ¿puedes?"

Lu hace una mueca, se detiene frente a los cristales de las ventanas de un pasillo donde puede ver su reflejo, mirando su cabello rubio y resopla.

"Ya he tenido el cabello azul..."
"Soy castaño de naturaleza. Esa idea no me emociona xd..."
"¿Qué planeas mocoso? ¿A dónde me quieres llevar?"
"La última vez que estuvimos juntos me desperté y ya no estabas... No es que te esté reclamando, pero sí. Lo estoy haciendo... Eso no se hace Seungjae-ah"


Recuerda con una sonrisa, por segunda vez, aquella noche. Ríe bajito al notar la pequeña distorsión del recuerdo de su mayor y niega con su cabeza, haciendo ejercicio con uno de sus brazos al tomar una pesa de unos… Tres o cuatro kilos.

"No lo sé, ¿negro? ¿rojo? ¿rosa? ¿qué colores ha usado, hyung?"
" Vas a tener que salir conmigo para saberlo, hyung".
"Mentira, estaba ahí, fui a bañarme y llegó Namwook hyung... ¿qué? ¿tan joven y ya con Alzheimer? hyung, yo lo voy a cuidar:p"


Responde, jadeando ante el repentino cansancio de hacer ejercicio con un solo brazo.

Se rinde brevemente, dejándose caer en el piso del gimnasio, estirándose un poco mientras espera la respuesta del rubio, sonriendo ya inevitablemente.

"Lo he tenido de muchos colores. Ya lo tuve rosa, morado, azul... El rubio ha sido el color con el que más tiempo he durado... Ya me aburrí, pero al mismo tiempo me gusta... Me queda bien, ¿no? Yo sé que sí... Rubio te conquisté jajajaja"

Xianlu suelta una pequeña risita burlesca ante ese mensaje y ahoga un suspiro al leer los demás.

"¿Me estás invitando a una cita, mocoso?"
"¿Lo harás realmente? Me anotaré eso. Lo voy a sacar a relucir cada vez que tenga la oportunidad. Más te vale ser chico de palabra, niño..."
"Con Namwook después me arreglo, pero gracias por recordármelo... Le voy a pasar factura en tanto tenga la oportunidad, me arruinó el momento xd"


Se desorienta levemente por los mensajes del mayor, sin embargo, se las arregla para responder difícilmente al estar boca arriba.

"Qué sabio, qué sabio... ¿Te digo un secreto? Cuando era más joven, Seokmin hyung me retó a pintarme el cabello de colores... También lo he probado todo;)"

Se carcajea ante el recuerdo.

"¿Y qué si te estoy invitando a una cita? Quizá quiera conquistarte ahora yo a ti, hyung;)"
"El último mensaje... ¿significa que si tienes Alzheimer, o...?>.<"


Lu responde:

"¡No tengo Alzheimer! Sólo memoria selectiva... Recuerdo lo que me es importante, lo demás queda ahí... Sin ninguna relevancia".

Bufa medio divertido medio fastidiado y no se ha dado cuenta en que momento ha reanudado su marcha, pero su cámara a quedado en el olvido sobre su pecho y sus dedos tipean con soltura sobre su teclado.

"Y yo EXIJO ver una foto tuya con el cabello pintado de todos los colores, la QUIERO... Quién sabe, tal vez algún día te convenza de dejarme pintarte el cabello de rubio... Creo que un tono cenizo te quedaría bien".
"¿Qué vas a hacer? No me fío de ti 'intentando conquistarme', eres peligrosamente cursi. Dime, ¿dónde me vas a llevar? Si no me dices, cómo pretendes que sepa arreglarme apropiadamente -.-"


Un leve sonrojo se instala en las mejillas del más joven al leer el último mensaje.

En realidad, sí había visto un lugar a donde quería llevar al rubio. Había pensado en adornarlo con lindas luces blancas o amarillas y… Quizá pondría un par de flores secas para adornar y un par de pistas agradables para escuchar mientras miran las estrellas y tienen un pequeño picnic a la luz de la luna.

No sabía, pero… Alguna cosa cursi se le ocurriría.

"nO ESTOY ACOSTUMBRADO A LIDIAR CON EL 'ROMANTICISMO A LA ANTIGUA'... Perdón, me calmo".

Lu se detiene, despega su mirada de su celular y mira a su alrededor para ubicar en qué parte del barco se encuentra para poder tomar el camino de regreso hacia las habitaciones.

"¿Me vas regalar flores y una comida a la luz de las velas?"

Envía mientras forma una sonrisita burlesca. Él se estaba burlando abiertamente y sólo tal vez, se sentía un poquito culpable por ello.

"¿Qué tipo de restaurante, eh?... No me gustan las sorpresas, no soy una persona paciente"

La sonrisa en el rostro de Seungjae desaparece y una extraña mueca de disgusto la sustituye.

Su plan estaba arruinado y debió haberlo sospechado antes, porque Lu era bastante diferente a cualquier persona que alguna vez había conocido. Lucía como aquellos que no te dejaban entrar fácilmente a sus vidas y se lo había puesto en claro aquella noche que estuvieron juntos, pero… ¿Qué podía hacer?

Ya estaba bastante afectado por la personalidad del chino, que incluso le daba miedo hacer algo demasiado bueno para él, o demasiado malo, porque entonces, Lu no dudaría en sacarlo de su vida. Sería tarea fácil, porque recién comenzaba a intentar algo para enamorarlo; pero para Seungjae, sería casi imposible, pues su “enamoramiento”, o lo que sea, llevaba tiempo de haberse formado y cuánto dolería si Xiao decidía no querer verlo nunca más.

"JAJAJAJAJA, tranquilo, no seré romántico de ninguna época. Estaré respetando tu espacio, así que no te preocupes".

Miente, tragando saliva con fuerza y riendo nervioso, pues piensa que sus respuestas habían comenzado a tornarse un poco torpes. Casi estúpidas.

"Te voy a regalar un bonito escenario, así que... Te dejo llevar tu cámara esta vez".
"Y no iremos a un restaurante... Así que jeans, una camiseta cualquiera, tenis. Yo usaré ropa deportiva, así que no debes preocuparte por ello".


Intenta bromear, relajándose un poco, intentando cortar la conversación, para poder arreglarse decentemente y planear una cena nada romántica… Cancelaría las flores que quizá planeó en algún lugar de su subconsciente, así como también borraría las pistas románticas y dejaría solamente un par de canciones relajadas.

Sería una cena… Tranquila, normal. Como para dos amigos que intentaban conocerse mejor, aunque claro, el coqueteo y la insinuación romántica de parte del pelinegro, siempre estarían presentes. Quisiera, o no.

"Eh, hyung... debo tomar una ducha. Sigo sudando y eso que ha pasado casi media hora de que salí del gimnasio>:("
"Nos veremos a las 8, yo paso por ti:)"


Y Lu responde:
"Ew... Anda a asearte".
"Me rehúso a que mi primera cita oficial, en un buen tiempo, sea en ropa deportiva xd"
"No sé qué planeas, pero más te vale lucir bien... En especial si me estás pidiendo abiertamente que lleve a mí bebé".


Los nervios de Seungjae vuelven a aumentar y, cuando finalmente se decide a salir del gimnasio, se da cuenta de que no sabe qué hacer y que probablemente, su única ayuda (Seokmin), es demasiado romántico, apresurado y asquerosamente cursi, por lo que no sería demasiado… Servible para lo que intentaría llamar una “anti-cita”.

De verdad… Debía buscar amigos más neutros en aquello del amor.


Joon Namwook.



Hyunra, desde que había despertado, se mantuvo en su cama, no hizo más que levantarse al baño y volver a meterse en esta, pero ya era cerca del mediodía, y su estómago comenzaba a rugir, por lo cual apartó las cobijas para bajar sus pies de la cama y levantarse.

Estaba solo en la habitación, por lo cual no se preocupó mientras se cambiaba, hasta que sintió la puerta abrirse, pero al notar que era Namwook, siguió haciéndolo sin problemas.

— Buenos días hyung. – saluda aun con voz ronca, eran las primeras palabras que decía en el día.

El más delgado, alegre, camina hasta su armario, buscando un par de cosas que parecían serle útiles y sonríe ante las palabras de su mejor amigo.

Recién había despertado, a las siete de la mañana, se preparó para salir a almorzar y tomarse un tiempo consigo mismo; momento que fue interrumpido por un alto muchacho, castaño, de voz gruesa, orejas grandes y bastante, bastante torpe.

Le había invitado un vaso de jugo de manzana y a una comida más tarde, obviamente.

Su momento a solas triunfó cuando casi corre a Seokmin de su lado. “Pretendía pasar un tiempo solo…”, le dijo y Lee se levantó de golpe, sonrojado, haciendo una venia y balbuceando miles de: “Perdóname, ya me iba”, hasta que finalmente se fue, dejando una sonrisa amplia en el rostro del pelinegro, provocando un suspiro del cuál se extrañó tanto, que dejó de beber el jugo que el artista le había invitado.

— Buen día, Hyunra... ¿Amaneciste bien? — le mira después de haber tomado una camiseta negra y ponerla sobre su cama, olvidándose de los pequeños recuerdos que tenía de su agradable mañana.

Sólo a Namwook se le ocurría cambiarse al menos tres veces por día, pero su atuendo, o al menos su camiseta, no era la adecuada para una comida con Yoda.

— Eres la primera persona que mis ojos ven esta mañana, imagina lo bien que comienza mi día. – sonríe el menor y termina por pasar la remera por su cuello y brazos. — Pero ya me ha dado hambre, ¿Vamos a almorzar? Creo que es demasiado tarde para desayuno. — propone calzándose las ojotas y tomando su celular para guardarlo en el bolsillo de su bermuda.

Namwook suelta una risita divertida ante su comentario y después carraspea su garganta un tanto nervioso, deshaciéndose de su camisa para colocarse la nueva prenda sin mucho apuro.

— ¿Almorzar? Eish, quisiera, pero quedé con... Alguien. — dice en voz baja, apenándose al instante y escondiendo su rostro con la camiseta que iba a usar.

Hyunra le mira y analiza cada uno de sus movimientos, poniéndolo un tanto nervioso, evidenciando su torpeza y lo malo que es escondiendo lo extraño que se ponía cuando le insinuaban el nombre del poste Lee, o su presencia estaba cerca.

— Y ese alguien... ¿Tiene nombre?

Asiente con su cabeza, sentándose en su cama para asegurarse, con un pequeño espejo en mano, que no ha perdido el brillo de su maquillaje de ojos.

No estaba usando mucho, solo una sombra que hacía que sus ojos se vieran más grandes, pero era una manera de distraer su torpe nerviosismo.

— Eh... Sí, se llama Seokmin. – finge desinterés al decir aquello, tomando un frasco de polvo y colocando un poco en su frente.

— Ajá. – aclara su garganta. — ¿Es guapo? Quiero decir... ¿Te gusta? ¿Te agrada? Que... ¿Qué tipo de interés te une a él?

Esconde el rubor de sus mejillas, palmeándolas un poco con sus dedos, para tener una excusa por lo sonrojado de las mismas. Su corazón se acelera ante las preguntas que recibe y, con una buena risita para esconderse a sí mismo y su “verdadero yo”, disimula sus emociones.

— Yah... — rueda sus ojos ligeramente y dibuja una mueca dudosa en su rostro. — ¿Es guapo? Quizá, aunque tiene orejas y ojos enormes... ¿Me gusta? No en realidad, demasiado adorable para mi gusto; ¿me agrada? Sí, parece un buen chico... Y no creo que me una a él más que un interés amistoso, aunque creo que es diferente para él. — ríe bajito, palmeando la espalda de su mejor amigo sin mucha fuerza, recordando la confesión del más alto hace unos días atrás. — Tranquilo, puchurrunguito, eres el único en mi corazón. — bromea, pellizcando una de las mejillas ajenas con una enorme sonrisa en sus labios.

— Yah. – arruga su nariz y se aleja empujándolo sin fuerza para que deje sus mejillas—... Bueno si no tienes interés amoroso o algo así supongo no debo preocuparme, y no me malinterpretes, no es que quiera espantar a todo chico que se acerque a ti, es que... No quiero volver a verte con el corazón roto.

El ritmo cardíaco del más pálido se acelera ante aquellas palabras y siente una calidez llenar su pecho por completo.

Junto a Hyunra, su mejor amigo, se siente completo, protegido y verdaderamente agradecido de que sus cuidados hasta ahora lo hayan mantenido fuerte, feliz.

Se siente lleno de alegría, sentimental, un tanto melancólico, pero no quiere mostrar debilidad en ese momento, por lo que suelta una ligera carcajada, fingiendo un tono burlesco, aunque tomando seriedad al final.

— Descuida, Ra... No creo que éste chico vaya a romperme el corazón, sé cuidarlo desde aquello, ¿sí? No te preocupes. – asegura, acercando su mano a una de las ajenas y dejando un par de palmaditas en la misma, sonriéndole con amplitud.

— Entonces... No le hagas ilusiones pobre chico, seguro lo has dejado loco con tanta belleza. – le sonríe de igual forma haciendo que sus ojos se vuelvan apenas una línea para luego levantarse. — Aunque no sea en tu compañía... Realmente debo ir a almorzar, tengo mucha hambre. – asegura y se dirige a la puerta. — ¿Ya sales? ¿O aun debes retocar tu maquillaje? – bromea.

— Pff, ¿y por qué crees que iré? Sólo aclararé que no me interesa y regresaré a... No sé, ¿nos encontramos para ir a nadar un rato? — sugiere, pasando de largo la broma, con una sonrisa fingida sobre su mueca de molestia, también fingida.

— Claro. – acepta gustoso. — Creo que me saldrán escamas de tanto estar en el agua, pero es lo mejor de este viaje, tanto como la comida y el dormir hasta que se me dé la gana. – confiesa. — Ah... Eres cruel hyung, no me gustaría estar en el lugar de ese chico. – se encoje de hombros — Llegarán mejores, y sino aquí me tienes. – le guiña para luego reír. — Te veré luego entonces, llevo mi móvil por si quieres contactarme. – dice mostrándole el aparato.

— Seguro yo soy el amor de tu vida y ahí estás, jugándole a la heterosexualidad. – bromea, caminando tras de él para salir de su habitación e ir a encontrar a Seokmin. — No soy cruel, anda, buen provecho, sireno... Nos vemos más tarde. – se despide, tomando una dirección contraria a la de su amigo.

Le es inevitable pensar en Seokmin una vez más. ¿De verdad sólo iba a rechazarlo? ¿Y qué si no quería?

La última noche que salieron, el más alto le había hecho algo cercano a una declaración de amor… ¿Cómo podía siquiera volver a presentarse frente a él en un terreno peligroso? ¡Iban a almorzar juntos, por favor! Y Namwook tenía miedo.

Porque sabía que encontrar tierno al más alto, o reírse de sus tonterías, o… Sentir esas inevitables ganas de querer ayudarlo siempre para que no tropezara, eran nuevas y una clara señal de que algo estaba naciendo en su interior. Algo cálido y similar a lo que sentía cuando Hyunra le decía que lo quería; algo similar al cariño de más, o un repentino sentimiento cercano al amor. Al querer.

¿Y qué? ¿Qué de malo había si la lengua de Namwook picaba, porque tenía un “te quiero” estancado en ésta?


Lee Seokmin.



Cuando salió de ducharse, terminó de vestirse y se arregló por completo para salir a almorzar. Se encontró con Namwook y, a pesar de haberse avergonzado bastante al inicio, decidió que sería una buena idea invitarle a almorzar; aprovecharía para disculparse por la última noche que pasaron juntos y quizá aclararían aquél malentendido, así Seokmin podría ser más cercano al pelinegro y tener un trato amistoso.

O eso era lo que esperaba que pasara.

No conocía a Namwook. No sabía si el temperamento del más bajo era malo, no estaba consciente de lo sensible que el pelinegro era y tampoco sabía si el mismo era una persona completamente diferente bajo todo el maquillaje, tinte de cabello y ropa estilizada.

No lo conocía del todo, pero pretendía hacerlo esa tarde, porque Namwook había aceptado salir con él a almorzar y estaba ahí, esperándolo.

Nervioso, con una sonrisa boba en el rostro y practicando mentalmente frases para saludarlo, como: “Hola, Namwook-ah, ¿qué tal te va?”, aunque sonaba bastante torpe, pues hacía menos de media hora que lo había visto y definitivamente no preguntaría qué tal le iba.

Es que Seokmin era un tonto en todo el tema y ambiente romántico.

Siempre se expresaba de más y terminaba asustando a todos a su alrededor. No era su culpa, era culpa de su torpeza.

— ¡Namwook-ah! – habla demasiado fuerte, llamando la atención de un par de personas a su alrededor y hace reír al aludido que recién entraba al restaurante que acordaron más temprano.

No pretendía gritar, sino, hablar lo suficientemente alto para que el pelinegro le escuchara y hacerlo sonreír tiernamente, pero gritó, unas quince mesas escucharon el nombre del más pálido y Namwook estaba riendo a carcajadas por la mueca de horror que había hecho Yoda.

— Hey, Seokmin-ah, parece que te da gusto verme. – el sonrojo era evidente en el rostro del de ojos grandes, aunque provocaba una mueca llena de ternura en el más bajito.

El de cabello castaño toma valor, fuerza de voluntad y con un respiro, toma más seguridad en sí mismo y asiente con su cabeza, invitando al mayor a sentarse frente a él.

— En realidad sí… Siempre es una grata sorpresa verte, Namwook. – asegura, sonriendo más tranquilo y felicitándose a sí mismo por haber sonado bastante normal.

Seungjae le daría palmaditas de orgullo en la espalda, estaba seguro.

»— A pesar de habernos visto hace unos cuarenta minutos, claro. – añade, alzando una de sus manos para llamar la atención de algún mesero.

— Sé que es una grata sorpresa verme… – bromea. — Aunque también es agradable verte, Seokmin-ie. – añade, haciendo un leve gesto con su cabeza, mientras una de las meseras se acerca y saluda con emoción al pelinegro.

— ¡Oppa! ¿Cómo es que…? Ay, ¿puedo obtener su autógrafo? Usted en China es tan conocido y tan querido… Por favor. – Seokmin asiente un tanto sorprendido, recibiendo la pequeña libreta de la chica y firmándola rápidamente. 

Namwook ríe bajito y toma la mano de la más joven.

— Akame, el hombre de allá te mira feo, anda, niña… Trabaja, o le diré a tu hermano. – la chica niega con su cabeza, retomando su postura seria, sonrojándose levemente y toma la orden de los dos chicos, retirándose con una venia educada y una gran sonrisa en el rostro.

»— Akame, se llama… Es una chiquilla de la Universidad, la conozco hace rato y es lo más adorable de este planeta. – explica, bebiendo de un vaso de jugo de manzana que le traen prontamente.

Seokmin parece entender mejor lo que dice al ver a la chiquilla que le había dejado sorprendido y sonríe al mayor, imitando su acción con su jugo.

— ¿Qué estudias, Namwook-ah? – cuestiona, apoyando sus hombros en la mesa, olvidándose por completo sobre su principal objetivo; disculparse.

— Pediatría, voy en mi penúltimo semestre y bueno, tengo altas expectativas al terminar… Soy un buen estudiante y mis promedios son buenos, así que espero graduarme con honores. Es demasiado importante para mí. – habla, dando por puro instinto una respuesta demasiado amplia.

La sonrisa en su rostro y el brillo en sus ojos deja encantado al más alto y es que de verdad no puede superar la belleza de Namwook.

Tiene la piel más tersa, los labios más lindos, la sonrisa más adorable y sus ojos eran tan bonitos, que Seokmin sonreía casi involuntariamente. Y ya era demasiado tarde como para no caer por los encantos del pelinegro. Quizá pediría un par de consejos a Seungjae para tratar con gente difícil y así, intentaría conquistar a Namwook.

Si su amigo pudo con Xianlu, ¿por qué él no podría con el beisbolista?

»— Seokmin-ah… – el artista sale de su trance, sacude su cabeza y recién se da cuenta de que les han servido el almuerzo. Pone atención a las palabras del mayor y sonríe de lado. — ¿Por qué dijiste que me querías la otra noche, uh? – pregunta como si estuviera desinteresado, comiendo un trozo de carne de su plato y sin mirar a los ojos del castaño.

El aludido tose un poco, casi ahogándose con su saliva e imita sus acciones al instante, haciendo una mueca despreocupada, aunque su corazón quisiera salir de su pecho y pudiese ponerse a llorar por el sentimiento de culpabilidad.

— Ah, por eso… Te pido una disculpa, yo…

— No, Seokmin… ¿Por qué lo hiciste?

— ¿Estás molesto?

Namwook resopla.

— No. ¿Sabías que solo los idiotas responden a una pregunta con otra pregunta?

Seokmin frunce el entrecejo y deja sus cubiertos en la mesa.

— ¿De verdad? – aunque intentó mantenerse serio al inicio, Namwook no pudo evitar soltar una carcajada que llamó la atención de un par de personas alrededor y Seokmin sonrió.

El ambiente de repente se sintió más ligero y el castaño ya no sentía tantas ganas de llorar, por lo que, más relajado, toma una bocanada de aire y habla:

— Mira, Namwook… No te voy a mentir. – comienza, acomodándose en su propio asiento. — Yo sé que estás consciente de que eres un chico muy atractivo y… A mí me fue inevitable no notarlo. Quise conocerte más, por eso te he estado insistiendo en que salgamos un par de veces y me siento feliz de que no me hayas negado nada de eso, pero de verdad, tu cara bonita sólo es un plus de lo que me has dejado conocer de ti. – Namwook iba a hablar, pero Yoda coloca una de sus manos al frente, deteniéndolo.


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Mensaje por chenyeol. Sáb 17 Feb 2018, 12:13 am


.
fer.


Capítulo 10 ; parte dos.


Lee Seokmin.


El antes pelirrojo se sorprende, pero calla.
»— No es fácil para mí salir con alguien y estoy disfrutando al máximo el tiempo contigo, así que… Sí, fue demasiado precipitado decirte que te quiero, pero así es como soy; torpe, despistado, romántico en exceso, me ilusiono rápido y acelero mucho el ritmo de las relaciones que puedo llegar a tener, porque mi lista de parejas se reduce a una sola persona y créeme, las experiencias no me han enseñado suficiente. ¡No estoy diciendo que quiero que seas mi pareja! – añade un tanto nervioso. — Pero si te estoy diciendo que me disculpes si aquello te molestó y… Que no aceptes más mis invitaciones a salir, si lo que pretendes es ilusionarme después de esto que acabo de confesar. Namwook no dice nada por breves segundos y sólo bebe de su jugo de manzana, aclarando su garganta, para sonreírle de costado.

— Escucha… No me molestó, de hecho, fue un poco extraño para mí, pues no he tenido un lindo final con mi última pareja y creía que lo tendría. Es demasiado pronto para mí el aceptar a una nueva persona que apenas conozco, pero me agradas, Seokmin-ah y no negaré que, aunque al inicio no eras del todo de mi agrado – ríe bajito, contagiando al más alto. —, te he tomado cariño, así que… Quizá te de una oportunidad de salir conmigo. – bromea, hablando como si fuese verdaderamente engreído, provocando una risita más en el más alto.


Li Akame.


A eso de las dos de la tarde, Akame había terminado de trabajar, aunque no salió sin antes haber arreglado sus cosas en el espacio al que correspondían y antes de salir, para en seco al escuchar su nombre salir de los labios de su jefe.
Inmediatamente, se pone nerviosa, siente su corazón acelerándose ante la percepción de peligro y traga saliva con fuerza, dándose la media vuelta para encarar al mayor con una sonrisa en los labios.

— Siwoo sabonim, ¿en qué puedo ayudar? ¿Ha quedado una mesa sucia, o…? – hace ademán de volver por su delantal y el hombre mayor niega con su cabeza, devolviéndole una sonrisa como la que anteriormente recibió.

— Nada de eso, Akame-ah… Venía a solicitar yo tu ayuda, de hecho. – la pelinegra abre sus ojos un tanto grandes y asiente con su cabeza, esperando escuchar la petición de su jefe. — Un chico, de esos famosos que cantan, ya sabes… Acaba de rentar el restaurante completo para él y un chico que traerá a cenar…

La única persona que pudo venir a la mente de la pelinegra fue Seokmin y el pequeño encuentro que tuvo con él más temprano; y se emocionó al saber que el chico al que invitaría, seguro sería Namwook. Literalmente, chilló por dentro al pensar en que tendría un amigo con un novio famoso, además de muy guapo.

Aunque nada le hacía competencia a su Dongmun oppa.

»— ¿Puedo contar contigo para servir la cena y eso?

— ¡Claro! ¿A qué hora debo estar aquí, sabonim?

— Ven a las ocho, Li… Presentable, por favor. – una risita escapa de los labios de la chica y asiente, haciendo un tímido saludo militar, seguido de una venia educada y sale casi corriendo del restaurante, en una búsqueda inmediata de Dongmun.

Hyungsik había estado insistiendo mucho en que quería conocer al pelinegro y, después de haberse armado de valor, había planeado las cosas.

Esperó a que sus tiempos coincidieran al encontrarse con Dongmun al salir de trabajar y deseó internamente que Hyungsik tuviese algún espacio libre en su agenda para encontrarse con ella y Dongmun después.

Le mandaría un mensaje o algo, solo para evitarse sonrojos y comentarios que le hicieran querer cambiar de opinión sobre algo (sugerencia de Jaeho, solo para no molestar a Shaoran).

Tendría que sugerir, antes de "soltar la bomba", a Dongmun que hicieran algo, solo como excusa para verle más tiempo, pues el tiempo que pasaba con él, siempre le hacía bastante bien después de haber hecho disgustar a su hermano.

Encuentra a Dongmun al cabo de unos minutos de búsqueda y corre a su encuentro, dando pequeños brinquitos y alzando sus brazos para abrazarle repentinamente.

— Hola, tú. – saluda sonriente.

El pelinegro le muestra una bonita sonrisa dejando ver su blanca dentadura y se acerca a ella para saludarle.

— Hola, que bueno es verte, ¿Que tal ha terminado tu jornada laboral? – pregunta y posa su mano libre (pues en la otra llevaba una bolsa con un bote de palomitas) en el brazo de la menor dejando un pequeño beso en sus labios.

Ríe torpemente ante el gesto y finalmente se separa del pequeño abrazo que había mantenido, para poder mirarle mejor al rostro.

— Ha estado bien, aunque debo volver más noche... Rentaron el lugar para una cena... Alguien importante. – añade, haciendo una mueca un poco extraña con sus cejas, mientras asiente con su cabeza. — ¿Qué tal ha estado tu día, oppa?

— Ah... Bien yo... Solo pasé el rato con Eunsun-ah, pero se ha ido así que pensaba ver alguna película para pasar el rato... Pero puedo cambiar de planes si tienes el rato libre ahora mismo. – propone con una linda sonrisa dibujada en su rostro.

Akame se siente derretir ante aquél gesto en sus labios y sacude su cabeza después, para deshacerse del trance al que había entrado, para sugerir una repentina idea en su cabeza, para así, poder comentarle sobre su plan con Hyungsik.

— ¡Películas! Estoy segura de que Jaeho-oppa ha dejado un par en mi habitación por la mañana... ¿Quieres ir? – suena bastante emocionada, sus ojos se abren grandes y brillan ligeramente, a la vez que sus mejillas se tiñen del típico color rosado que parecía ya normal en su piel.

Los ojos del mayor se abren con un poco de sorpresa y balbucea algo cuando abre su boca para hablar, pero puede hacerlo luego de aclarar su garganta.

— Tú... ¿Tú habitación? Quiero decir... Eh... – tartamudea un poco sintiéndose torpe por ello mordiendo su labio. — Tú crees... ¿Crees que sea correcto? –cuestiona avergonzado.

Ella frunce su entrecejo y después de pensárselo un poco, asiente con su cabeza, pues realmente no había o veía problema con ello.

— Veremos si tengo una película buena y... Me dan de estas gratis, oppa. – señala las palomitas que llevaba el mayor y sonríe. — No es como si fuéramos a hacer algo malo, duh. – ríe bajito, sujetando la mano libre del más alto y entrelazando sus dedos. — ¿Sí?

— No claro, yo... No quise decir que fuéramos a hacer nada malo solo... – ríe apenas negando. — Está bien para mi si para ti también lo está. – levanta sus manos entrelazadas para dejar un beso sobre la de ella. — Entonces... Andando.

Akame asiente con su cabeza, comenzando a caminar y dirigirlo a su habitación.

— Descuida, además, Shaoran está demasiado ocupado, no nos visitará hoy, podremos ver películas cómodamente. – asegura, apresurando el paso, guiándolo por el pasillo a las habitaciones del personal e instalándose en la suya, enciende las luces del interior y cierra la puerta tras de Dongmun. — Ponte cómodo, oppa... Buscaré las películas.

El pelinegro analiza la habitación de la chica, era la tercera vez que se encontraba dentro de esta, pero la primera en la que realmente iba a quedarse un rato. Da unos pasos tamborileando sus manos contra sus piernas mordiendo su mejilla internamente sin saber muy bien que hacer.

Akame regresa con dos cajas de películas y las pone sobre su cama, dejándose caer en ésta, tomando la mano del más alto y haciendo que se tumbara a su lado.

Alza las películas para verlas y suelta un suspiro pesado.

— Bueno, Jaeho oppa cree que soy una niña pequeña, así que... ¿Quieres ver "Los Increíbles" o "Nemo"? – suelta una leve carcajada.

— Las películas animadas son muy buenas, es fantástico ver como crean un mundo a partir de algunos personajes, quien te dice no veas una de mis animaciones a futuro, ¿ah? – toma la caja que contenía la de Nemo.

— Lo sé, sé que son muy buenas y de verdad, espero también ver algo que hayas hecho tú en un futuro... ¿Alguna vez me mostrarás lo que haces, o...? – toma la película que el mayor le indica y se dirige al DVD para ponerla, encender el televisor y ponerle play.

— Mmm. – frunce sus labios fingiendo pensar y luego chasquea su lengua. — Supongo que podré mostrarte algo de lo que llevo de lo último proyecto, el cual debo presentar apenas regrese a Corea... Aun no se lo he mostrado a nadie, aún. – dice con cierto orgullo, pero a la vez sus mejillas se tornan un tanto rosas. — Es solo un corto, pero le he dedicado mucho tiempo y estoy conforme con lo que llevo.

Ella asiente orgullosa.

— Debe ser muy bueno entonces, oppa, seguro que sí.

No tenía intenciones de ver la película, sino, de mencionarle al mayor sobre su mejor amigo e intentar hacerle ceder a conocer al moreno.

»— Hm, tengo... Una pequeña inquietud. – se sienta en la cama, junto a Dongmun, mientras buscando entrelazar una de sus manos con la ajena.

Dongmun estaba un poco tenso, pero intentaba relajarse, asiente ante las palabras de Akame y entrelaza sus dedos con los de ella.

— Claro, puedes... Puedes decirme lo que sea.

Ella hace ligeras caricias con su dedo pulgar en las manos del pelinegro. Se sentía con más confianza al estar con él; como si no le diera pena o se avergonzara de cada acción que hiciera, o de cada palabra que dijera.

— Mi mejor amigo, Hyungsik-oppa... Ha estado preguntándose un rato qué es lo que me está haciendo tan feliz en este crucero y... Esas cosas. – sus mejillas se sonrojan ligeramente. Su mirada no se encuentra con la del más alto, sino que recuesta su cabeza en el pecho ajeno. — Me preguntaba si... Me acompañarías mañana a conocerle, o... Tomar un batido o algo.

Él aprieta sus labios conteniendo una gran sonrisa mientras la abraza contra su pecho.

— Tú... Sabes que no soy del tipo sociable, lo he mencionado, pero... Supongo que puedo hacerlo por ti, realmente... Estoy dispuesto a hacerlo si es lo que quieres. – asegura dejando un beso sobre la cabellera oscura de la menor.

Akame sonríe satisfecha, abrazándose al torso ajeno y acurrucándose en aquél cómodo lugar.

— De verdad... Gracias, Hyungsik es de las personas más importantes en mi vida y... Significa mucho para mí, gracias, gracias, gracias. – habla con prisa, hundiendo su rostro en su pecho, dejando la película de lado.

— No tienes que agradecer, hasta he querido aprender a nadar para poder meterme a la piscina a tu lado, no creo que sea capaz de decirte que no a algo. – ríe sobando la espalda de la menor. — Ah... Ya me siento como en esas películas de amor, mira lo que has hecho Li Akame. – dramatiza.

Akame siente un escalofrío recorrer su cuerpo, sintiéndose completamente feliz. Alza su rostro solamente para encontrarse con la mirada ajena y acerca una de sus manos, para acariciar levemente su mejilla.

— ¿Sabes qué es lo mejor de sentirte como en esas películas de amor? – cuestiona, pasando su dedo índice por una pequeña cicatriz en uno de los pómulos del mayor, sin desaparecer la sonrisa de sus labios.

Dongmun se eriza ante el tacto y la cercanía de Akame sintiendo un fuerte cosquilleo en su estómago y una oleada de sensaciones por todo su cuerpo, se limita a negar con sus labios entreabiertos manteniendo su mirada sobre la de ella.

— Que esto es real, oppa... – dice, como si fuese bastante obvio. Sonríe de lado, acercándose lo suficiente como para dejar un casto beso en una de las mejillas del pelinegro, mientras susurra en uno de sus oídos: — Y que de verdad te quiero muchísimo, Lee Dongmun. – su corazón late demasiado rápido y se siente completamente nerviosa y en cierto modo, avergonzada, incapaz de volver a encararlo, por lo que esconde su rostro en el hueco del cuello ajeno, ocultando su intenso sonrojo.

Suelta una pesada respiración sobando la espalda de la chica y para luego apartarse un poco sin ser brusco.

— Me gusta... Me gusta vivirlo de esta manera, y que seas tú, la chica más hermosa que jamás haya visto. – acuna el rostro de la menor entre sus manos, dejando un beso sobre su nariz y uniendo sus frentes para inhalar profundo. — También te quiero.

Akame sonríe cuando se unen sus frentes, acaricia las mejillas del mayor y se abraza a su cuerpo, lo suficiente como para mantener espacio y poder hablar con comodidad.

— Basta, me siento demasiado feliz contigo... Gracias por todo. – susurra, respirando quedito, manteniendo las caricias en el rostro del mayor, para después, robar un besito casto de los labios ajenos.

— Esto es... Raro y... Lindo. – contiene una risilla apretando sus labios mordiendo el inferior luego. — Ah yo... Estoy feliz, y un poco asustado por todo lo que me haces sentir, soy como... Demasiadas sensaciones en cuestión de segundos, es extraño sentirse así, pero me agrada.

Y, a decir verdad, a Akame también le agradaba, desde la compañía del mayor, hasta los besos que compartían, lo que era diferente para ella.

Definitivamente, sentía un gran cambio en su vida, y no desde aquél momento en el que los besos con Dongmun hacían que su corazón latiera fuerte y la punta de sus orejas se sonrojara intensamente; sino, desde aquella vez que Hyungsik llegó a su vida, diciéndole cada día lo independiente que debía ser, o cuando veía a Hyorae vivir su vida como ella gustaba, o cuando Eunyoo salía adelante por sí mismo; cuando a Namwook no le importaba lo que la gente dijera de él, cuando Hana convivía con el equipo de animadoras libremente y cuando Hyunra se volvió importante para ella; cuando aquél pelinegro le enseñó lo que el cariño de una pareja era y todas aquellas personas importantes en su vida, ahora le estaban dando un impulso para ya no ser la Akame que todos querían proteger (al menos no del todo).

Quería ser independiente, más fuerte. Más ella.



Min Jaeho.


Se había recostado en la cama del empresario, invitándolo con la mirada a que le acompañara en el espacio libre de su colchón. Obviamente, Shaoran aceptó y se abrazó al abogado.

Jaeho de espaldas a él y el pecho del más pálido contra su espalda, mientras sus manos estaban entrelazadas en el abdomen del más bajo y sus respiraciones se sincronizaban tranquilamente, como si estuviesen durmiendo.

El silencio era cómodo para ambos, Shaoran sabía que el abogado no estaba dormido, porque hacía caricias en el dorso de su mano y Jaeho sabía que el empresario seguía despierto, porque hacía pequeños sonidos con su boca, que normalmente hacía cuando estaba despierto.

Así de bien se conocían.

— Shao… – susurra el castaño, provocando que un escalofrío recorriera el cuerpo del aludido, mientras una leve sonrisa se instalaba en su rostro y un “hm” se hacía presente en la habitación. — Te quiero.

Los corazones de ambos están latiendo con fuerza y los nervios se apoderan del menor. Shao se remueve en la cama, soltándose del abrazo y bajándose de su cama, para rascar su nuca y balbucear un par de veces.

Jaeho ve la imagen de Akame en ese momento. El empresario está nervioso, indefenso ante sus palabras y sabía que Shaoran nunca había tenido una respuesta para aquellas dos palabras, porque las había dicho antes, pero nunca había obtenido respuesta.

Al inicio, aquello le parecía adorable, pero ahora no estaba seguro de si eso dolía, o seguía siendo igual de adorable que a los dieciocho años.

— Jae, yo… – el mayor se levanta de su lugar, sonríe de costado y niega con su cabeza, dándole a entender que lo olvidara.

Suelta un fuerte suspiro, saliendo de la habitación después de haberle dado un par de palmadas en la espalda al más alto y camina sin dirección.


Joon Namwook.


Después de su agradable almuerzo con Seokmin (en el que, afortunadamente, pudieron arreglar los malentendidos entre ellos y aprovecharon para conocerse más), Namwook decide regresar a su habitación con tranquilidad, se viste con ropa que pueda usar para nadar y toma asiento en su cama, esperando a que Hyunra llegase en cualquier momento, pues le había prometido una tarde juntos y él era un hombre de palabra.


Mientras retira su maquillaje con un pequeño algodón y manda un mensaje a su amigo, avisándole que está listo y exagerando sus palabras, porque según él, llevaba una hora esperándolo, cuando no habían pasado más de veinticinco minutos, se detiene a pensar en Seokmin y en lo mucho que le agrada aquel poste con patas.


No está enamorado, definitivamente no. Namwook no se enamora rápido; le toma un buen tiempo y este chico, que hasta hace unos días, no le caía del todo bien, no le provocaba lo mismo que Dokyeom le había provocado alguna vez cuando eran novios. Pero sin duda alguna, le gusta.


Siente una inmensa tranquilidad estando a su lado. Ya lo había dicho antes.

Una tranquilidad que hasta ese momento, Hyunra solo le había provocado, aunque no se veía de amigo del más alto a futuro.


Él quería probar esos labios abultados y rosados. Estaba tentado y quería enredar sus dedos delgados en el castaño cabello rizado del menor.


Seokmin lo tentaba demasiado y quizá, sólo quizá, eso era peligroso para el pelinegro.


Unos cinco minutos más y la puerta se abre para que sea el menor quien entre por ella. Namwook se asusta un poco, pero no deja de desmaquillar uno de sus ojos


— Solo me cambio y... Estaré listo. – dice Hyunra apresurándose a buscar su ropa para la piscina antes de que el mayor le dijera algo. — Y... ¿Qué tal tu almuerzo? – pregunta dirigiéndose al baño con la ropa y dejándola entre abierta para poder hablar sin necesidad de elevar la voz por demás.


— Mñeh... – dice solamente, acomodando su cabello ante un espejo, olvidándose de sus pensamientos con Yoda y sonriendo de lado al recordarle una vez más. — Le doy un 6, he tenido mejores almuerzos... – se levanta con rapidez, para tomar su bloqueador y un par de toallas, mintiendo, sin borrar la tonta sonrisa de sus labios, hasta que Hyunra sale del baño. — ¿Qué tal el tuyo?


— Nada mal, me instalé en uno de los bares donde pasaban un partido de béisbol, creo que este es mi día de suerte. – sale ya cambiado con unas bermudas rojas sobre las rodillas y una remera lisa blanca. — Creo que volveré con más peso, no he comido nada saludable desde que subimos a este crucero. – se lamenta. — El entrenador va a retarme por ello. – se encoge de hombros.


— No van a decirte nada... No creo que alguno del equipo haya comido algo saludable, ni siquiera yo. – asegura, riendo. — ¿Recuerdas quienes jugaban? Quisiera ir a un partido de los Gigants de Busán. – hace un puchero, palmeando la espalda de su amigo para que salieran de camino a las piscinas.


— No, no realmente, estaba más concentrado en el almuerzo que en la tv, pero eran buenos, aunque no de Corea – comienzan a atravesar los pasillos —. Iremos a verlos cuando comiencen las ligas, dalo por hecho, te llevaré; papá solía llevarme, pero hace años no lo hacemos, él está demasiado ocupado y pues... Tampoco tengo demasiado tiempo, pero puedo hacérmelo para ti. 


— ¿Iremos a verlos? Júralo, Hyunra... Me romperás el corazón si no. – señala con su dedo índice, mostrándole una sonrisa amplia. — Aunque bueno, no es como si fuese un hecho, tenemos cosas qué hacer en la Universidad y eso... — se encoge de hombros, siguiendo su camino mientras mira sus pasos. — Odio la universidad... Lo único bueno, son las prácticas de béisbol... Eish. — se queja, pues no era mentira que prefería el deporte, al estudio.


— Debemos hacernos un tiempo hyung, no podemos vivir solo para estudiar y estudiar... Cumplo con todo lo que me piden mis padres, creo que... Merezco darme un gusto de vez en cuando, ya extraño pisar una cancha como espectador, y viendo a los grandes, ¿Qué mejor que juntos? Será genial, una tarde para nosotros, sin preocuparnos por nada más que pasarla bien, como ahora. – palmea el hombro del mayor. — Debemos hacerlo.


— Bueno, bueno, es verdad... Aunque no soy multifacético, si de por sí, el béisbol mata algunas de mis neuronas mientras estudio... Eish, tendré que arriesgarme, todo por ir a un juego de los grandes de Busán contigo. – hace una extraña mueca llena de orgullo mientras se abre paso entre la gente para buscar un par de sillas en dónde dejar sus cosas para instalarse frente a las piscinas. — Nuestra agenda estará disponible para el otro, si esto no es amor, Hyunra, estás haciendo algo mal. – niega con su cabeza, dejando su toalla en el respaldo de una silla y dejándose caer en la misma, colocándose sus lentes de sol y untándose bloqueador solar.


El aludido no puede evitar reír ante el comentario del mayor.


— Estudiar juntos, vacacionar juntos, dormir juntos... ¿Qué sigue? ¿La boda? Ah... Tendremos que ir a Las Vegas o algo así. – bromea y quita sus ojotas para sentarse en la reposera.


— No me gustan las bodas de Las Vegas, sentiré tu amor como una falsedad. – se queja, fingiendo llorar cuando se recuesta en el camastro. — Podemos adoptar a Myungdae, ya lo siento como mi hijo... – suelta una leve carcajada ante su comentario y niega con su cabeza, deshaciéndose de su playera para broncearse uniformemente.


— Apenas estamos planeando la boda y ya estás hablándome de adoptar, vamos despacio, hyung, aun somos jóvenes para eso. – ríe ante la aparentemente seria charla que mantenían. — Myungdae ya está grandecito, prefiero criar uno desde pequeño… Aunque, en unos años, luego de la universidad… Ah, se ha vuelto una charla profunda, hyung. – se recuesta en su reposera y cierra sus ojos, pese a las gafas de sol, éste estaba fuerte y molestaba a su vista.


— ¿Qué no te gustan este tipo de charlas? A mí me encantan... Te pones todo serio y lleno de sentimientos, escúchate. Sabes lo que quieres. – reconoce, admirando la actitud del más joven. — Estas pláticas me hacen pensar mejor sobre lo que quiero... Por ejemplo, ahora no puedo dejar de pensar que quiero adoptar un bebé. – ríe bajito, colocando sus manos bajo su cabeza para apoyarse.


— También quisiera hijos... Pero a futuro, no me siento preparado para ello, apenas puedo lidiar conmigo mismo. – bufa con diversión. — Ya basta, disfrutas de mi yo sentimental, pero no estés tan seguro de que sé lo que quiero, estoy demasiado centrado en el futuro cercano, no pudo planificar mucho más allá... Me da un poco de temor pensar en ello, no quiero imponerme metas y fracasar en el camino para luego sentirme que lo hice mal, no me gusta equivocarme, soy demasiado autoexigente como para hacerlo.


— Disfruto de todas tus facetas, torpe... No por nada eres mi mejor amigo. – se encoge de hombros, bajando sus lentes de sol para mirarle de reojo. — No importa tener miedo, mientras no te fuerces demasiado en lograr algo que está gastándote, bueno... — le dice, cerrando sus ojos. — Pero eres bastante complicado, Han Hyunra, me agradas. — ríe bajito una vez más. — Eres como mi complemento, yo no puedo hacer cosas por completo, pero te veo y me dan ganas de seguir adelante para no decepcionar a nadie... – sonríe ampliamente, mostrando uno de sus pulgares al aire.


— Qué cosas dices hyung. – no oculta su sonrisa. — No soy complicado, creo que por el contrario soy demasiado simple, no tengo nada de extraordinario. – aclara su garganta. — Ah hyung... Tu jamás me decepcionarías, sé el tipo de persona que eres, y por eso hemos seguido juntos después de tantos años, aun siendo diferentes en muchas cosas, somos un buen equipo, y en todo caso, nos complementamos.


— Eso sí, hacemos un equipo excelente y nos complementamos mejor que nadie... No puedo pedir mejor amigo que tú. – sincera, alcanzando una de las manos contrarias para palmearla levemente y sonreírle. — Y cierra la boca, que eres genial, un tipazo, te tendría en mi lista de chicos con los que debo salir antes de morir, pero bah.
Niega risueño incorporándose en su asiento.


— Ah... Eres caso perdido hyung, tal vez, si mi persona ideal y tu persona ideal no llegan, debemos probar si funciona, no estamos tan lejos después de todo. –dice quitándose los lentes para dejarlos sobre la reposera y hace lo mismo con su remera—. Yah, creo que he hablado suficiente, el calor está afectándome y necesito un chapuzón con urgencia.


— Definitivamente el calor está afectándote, creí que esa carta ya estaba puesta sobre la mesa hace tiempo, Ra... Pero me parece, ¿qué dices? ¿De la amistad al amor hay un solo paso, o qué? Sería raro verte conmigo como pareja, pero sé que serías mi mejor opción si para los... ¿Treinta? No encontramos a esa persona. – guiña uno de sus ojos, haciéndole una seña para invitarlo a que entrara a una de las piscinas.


— Supongo... Son sólo algunos esquemas que romper, no hay tanta diferencia entre la amistad y el amor, ¿No? Bueno... Ha sido suficiente. – ríe y opta por finalmente, arrojarse al agua sin premeditarlo, el sol quemaba, y no era de los que le gustaba estar echado buscando broncearse. Sale a la superficie y hace su corto y oscuro cabello hacia atrás acercándose al borde del lado que su amigo se encontraba aun sentado. — ¿Vas a quedarte ahí todo el rato?


Una carcajada escapa de sus labios al ver las expresiones del más joven y finalmente, decide entrar a la piscina con calma.


— Definitivamente piensas demasiado con el calor en la cabeza, Hyunra, dejémoslo así, estoy seguro de que hay mejores opciones que yo y no te va la onda de estar con un chico... Aunque seguro soy la excepción. – guiña un ojo, nadando un poco más lejos del aludido y permaneciendo bajo el agua unos segundos antes de salir y volver a acomodar su cabello.


El tema es un tanto incómodo para el menor, aunque sabe que su amigo no lo dice más que como un chiste, lo sigue con la mirada y antes de que salga una sonrisa maliciosa se forma en sus labios por lo cual se mete bajo el agua yendo rápidamente nadando por debajo hasta envolver las piernas del menor con sus brazos y cincharlas hacia abajo para hundirlo.


Namwook patalea e intenta zafarse del agarre contrario, tomando las manos que envolvían sus piernas y saliendo a la superficie para poder respirar.


La sombra de su sonrisa desaparece casi al instante y toma una gran bocanada de aire para comenzar a llorar con fuerza, acercándose a la orilla, tosiendo falsamente y derramando lágrimas dramáticamente, sin que lo pareciera.
Hyunra sale a la superficie rápidamente y nada hacia su amigo posicionándose tras él.


— Yah hyung, no fue para tanto. – dice tomando lugar a su lado tratando de mirarle y asegurarse que estuviese bien.


Namwook sigue derramando un par de lágrimas falsas, vuelve a toser un par de veces más y acomoda su cabello, saliendo de la piscina.


— Casi muero ahí adentro... – señala, tomando una toalla y secándose el torso y prosiguiendo con su cabello. — Te he cuidado y alimentado, y así me pagas. – dramatiza, dejando el juego de lado y secando su rostro.


— Si algún día te pasa algo enserio no voy a creerte, eres un farsante – de un impulso sale de la piscina y lo abraza volviendo a mojarle a propósito—. Casi pienso que de verdad te había hecho daño. – lo empuja ligeramente.


Deja salir una carcajada de sus labios, chillando bajito cuando su torso se humedece por culpa del abrazo. Toma la toalla nuevamente y seca su cuerpo por segunda vez, sin dejar de reír.


— De verdad sí tragué un poco de agua y si moría, ¿qué habría sido de ti sin mí? ¿qué le habrías dicho a mi madre si moría ahogado? – coloca su mano derecha en su pecho, haciendo una mueca de dolor.


— Eres muy dramático, ¿Te lo han dicho? No ibas a ahogarte, solo quería divertirme un poco, a veces resulta entretenido oírte chillar, pero ya acabaste con mi diversión. – hace un pequeño puchero golpeando la mano que mantenía sobre su pecho. — Debiste dedicarte a la actuación. – vuelve a la reposera.


— ¿Soy tu payaso? ¿Para eso sales conmigo? ¿Para divertirte? – finge ofensa, acercándose a golpear levemente uno de los brazos contrarios con su puño. — No quieres pelear conmigo, tengo un buen brazo, que mis manos no te engañen. – advierte, mirando sus delgados dedos y sonriendo un tanto triunfante. — Seré actor de mi propia historia... Mandaré una copia a la televisora, deben aceptar drama en su programación. – bromea, imitando su acción para volver a tomar el sol.


— Realmente si salgo contigo para divertirme, eso hacen los amigos, ¿No? –arrima su reposera a la de él hasta pegarla—. Iré por algo de beber, ¿Quieres? Yo invito, para que veas que no soy tan malo como me quieres hacer ver. –bromea.


— ¿Beber y tú invitándome? Bueno, quiero una piña colada, por favor. — baja sus lentes para verle, alzando sus cejas. — Ya empiezas a verte bueno otra vez, anda, alma inocente.


El menor ríe negando por las ocurrencias de su amigo para luego marchar hacia la barra de las piscinas.


No tarda demasiado, cuando vuelve con el vaso de su amigo en una mano y una botella de agua en la otra.


— Aquí tienes – le hace entrega de su bebida sentándose a su lado a beber un poco—. No había notado cuanto necesitaba de esto. – se recuesta soltando un suspiro lleno de satisfacción.


Namwook frunce su entrecejo, riendo.


— ¿Agua? ¿De verdad? Eish, está bien, después de lo de la otra noche, sería demasiado que bebieras algo de la barra con alcohol. – bebe un poco de su piña, imitando el gesto refrescante al tragar. — Quisiera que siempre fueran vacaciones. Qué buena suerte que estemos juntos en el equipo, no podría estar sin mi mejor amigo un sólo día...


— No mentí cuando dije que no volvería a tomar hyung, actué como un completo idiota y me sentí mal durante todo el día, el agua está bien para mí – dice aun avergonzado al recordar aquello—. Prefiero disfrutar sobrio de todo esto – pasa su brazo por los hombros del mayor y cierra los ojos con una sonrisa —. Ahora mismo no necesito más que esto, agua, sol, vacaciones, y tú.


— No actuaste como un idiota, solo... Es lo que hace el alcohol, te comportaste mejor de lo que creí... – ríe, acomodándose en el brazo ajeno, y soltando un suspiro mientras bebe un sorbo más de su vaso. — Yo, principalmente... Ah, por nuestras vacaciones, la compañía del otro y los pequeños placeres de la vida. – alza su vasito al aire, esperando que el menor choque su botella de agua con él y ríe una vez más.


El menor choca su botella mirando a los ojos de su amigo dedicándole una tierna sonrisa.


—Por nuestra amistad hyung, por más vacaciones como estas, y por volver a ganar el campeonato. – finaliza bebiendo un corto trago de su botella.


Kim Taeil.


Llevaba un rato paseándose cerca del casino en el que había conocido a su "musa", intentando acercarse a ella, aunque fallando constantemente, pues se acobardaba al verla sonreír y corría a esconderse tras su pequeña libreta, pretendiendo escribir cosas para su libro.


De verdad se sentía diferente. Nuevo.


Nunca había tenido una novia, ni mucho menos un novio, aunque se sentía atraído con anterioridad por un par de personas, sin importarle mucho el género de éstos, así como también había tenido un par de noches agradables con alguna que otra chica europea.


A sus veintitrés años, Taeil era una persona sin gustos fijos. Lleno de inseguridades cuando de amor se trataba y bastante dispuesto a explorar el mundo de las parejas. Y esperaba que Soomin se convirtiera en aquella chica que le ayudara a enamorarse, si es que estaba dispuesta a soportar a un chico ruidoso, con mil fobias diferentes, pero lleno de sentimientos puros y claro, palabras lindas.


Al cabo de unos minutos, finalmente toma valor y se acerca a ella, sonriéndole con timidez y saludándole con un signo de "amor y paz" en sus dedos, golpeándose internamente al bajar su mano y recargarse levemente en la barra de dónde era el área de trabajo adverso.


— Hey, ¿te quito tiempo?


Soomin imita la sonrisa del chico, definitivamente lo recordaba.


— Hey... Tú eres el que me dejó su computadora la otra vez, ¿Verdad? –pregunta, para asegurarse. — Mientras no venga nadie a cambiar sus fichas puedes estar ahí, si quieres.


Su corazón late fuerte al saber que ella le recordaba y sonríe ampliamente, colocando su libreta en la barrita y tomando su lápiz entre sus manos, dibujando garabatos.


— Sí, ese mismo soy yo... – mira a su alrededor, un tanto nervioso y suspira. — Gracias por aquello, debí haberte agradecido como se debe, de verdad, esa computadora es mi vida y... Bueno, te debo una. – ríe bajito, mirándola atentamente, esperando deslumbrarse con la sonrisa ajena.


Tenía que sacar una excusa para invitarla a salir y el haber dejado su computador, sin agradecerle propiamente al recogerlo, era una de las mejores ideas que se le ocurrían.


—Ya pensaré en cómo cobrártela entonces. – responde en tono divertido, sonriéndole de lado. — En realidad no fue nada. – añade después — ¿Jugarás hoy también? – pregunta, mirando hacia el interior del casino.


Taeil niega con su cabeza, carraspeando su garganta y señalándola con su dedo índice.


— De verdad fue demasiado, debo pagártelo uno de estos días... — se queda callado unos segundos, esperando a escuchar su nombre. — Y no, no... Me di cuenta de que apesto en estos juegos, así que... No jugaré hoy, de hecho, pensaba en solicitar tu ayuda para algo.


— Soomin, me llamo Soomin. – se presenta, sonriendo una vez más. — ¿Oh, ayuda para qué? – ladea su cabeza, curiosa.


— Soomin... – asiente con su cabeza, bajando la mirada a su libreta y cambiando de página. — S-soy escritor y... Me pareces bastante interesante, quiero decir... – aclara su garganta. — Sí, llevo un tiempo escribiendo y hasta el día que te vi... Que vine a verte... ¡Qué jugué! Hasta el día en que vine aquí, a jugar y... – sus mejillas tomaban un matiz de rojo diferente cada vez que se corregía a sí mismo y ríe con bastante nerviosismo. — Hasta ese día, pude escribir con más fluidez y llamaste mi atención en el sentido de... Interesante y quise escribir sobre ti. – confiesa un tanto avergonzado. — Bueno... Un personaje que fuese... Como tú, ¿me explico?


Mientras Taeil se siente torpe, pues lo que escribía, era más una historia de su vida y de lo que estaba viviendo en el crucero. En la que, obviamente, el personaje principal era él, Soomin parece quedarse sin palabras, como nunca le pasaba, puesto que las palabras del chico la han dejado totalmente sorprendida.


Para ella, el que la miraran mal por su forma de ser, era lo normal, por favor, hasta sus padres lo hacían. Así que el que este chico viniera diciéndole que quería basar un personaje de su historia en ella, era shockeante.


— Vaya... – logra decir cuando encuentra su voz — Eso... Wow... Me siento halagada. – confiesa.


— Oh... Lo dije muy vago. — ríe, escribiendo algo en sus notas. — Sólo quisiera saber un par de cosas sobre ti y entonces... Escribir algo. Todo será anónimo, claro y... Bueno, no tienes nada qué agradecer, soy sincero y tengo esperanzas en... Ti. — asegura, escribiendo el nombre de la chica en su libreta, mirándole al cabo de unos segundos para sonreír ampliamente. — ¿Te parece?


El corazón de Soomin logra acelerarse por eso, estaba segura de que nadie le había dicho que tenía esperanzas en ella.


— Me agrada la idea. – dice, sonriendo ampliamente — Pero antes, deberás decirme tu nombre también, es justo, ¿No?


Abre sus ojos un tanto sorprendido y asiente con rapidez, moviendo su cabeza de arriba hacia abajo.


— Es verdad, ¿cómo pude olvidarlo? Taeil... Kim Taeil. — estrecha su mano hacia la pelinegra, sonriéndole. — Es un gusto conocerte, Soomin.


Soomin estrecha la mano del chico y hace una reverencia con su cabeza.


— Lo mismo digo, Taeil-Ssi. – sonríe de nuevo — Bueno... Supongo que puedo dejarte entrar aquí, mientras los jefes no lo sepan nadie saldrá herido. – dice, refiriéndose a la pequeña cabina en la que Soomin desempeñaba su trabajo —Creo que será más cómodo.


Suelta sus manos al cabo de un rato, aunque no quería, pues había sido el trato más cercano que había tenido con alguien que finalmente le gustaba.


— Estás ocupada, Soomin-ssi, encárgate del trabajo, seguro debe haber un espacio para que podamos encontrarnos y hablar sobre esto... Sólo quería saber si aceptabas mi propuesta. – aclara, mirándola con una mueca bastante calmada en su rostro.


— Oh bueno, si así lo prefieres por mí bien. – responde Soomin. —Trabajo aquí en las noches así que... Durante el día puedes encontrarme, aunque no muy temprano. No soy de las que madruga. —ríe levemente.


El asiente con su cabeza.


— Descuida, madrugar tampoco está en mi día a día. – miente, acomodando su ropa en su lugar y carraspeando su garganta por última vez, antes de irse. — Bueno, Soomin-ssi, ¿podré encontrarte aquí a eso del mediodía?
— Sí, supongo que podemos encontrarnos aquí. – concuerda Soomin, asintiendo — Te veré luego entonces, Taeil-Ssi.


— Hasta luego entonces, Soomin-ssi... – hace una venia educada y se retira, después de brindarle una última sonrisa.


Su corazón parece querer salir de su pecho una vez ha salido del casino y se felicita a sí mismo al darse cuenta de que ha logrado una conversación larga sin tartamudear del todo.


Si bien, no era un tipo feo, tampoco había sido muy bueno con los ligues, así que esta era una de sus más grandes hazañas, después de haber sido best-seller a los veinte años.


Éxito, Taeil.


Boo Seungjae.


Está un tanto nervioso con lo que tiene qué hacer para que su noche con Xianlu sea exitosa, pero tiene miedo de echar todo a perder con algún comentario o detalle de más.


Ya había salido de bañarse e incluso Seokmin le acompañaba en la habitación, después de su almuerzo con Namwook.


Ambos estaban en silencio, hasta que Seungjae deja escapar un suspiro frustrado.


— Extraño a Bee. – bufa, tirándose de espaldas en su cama y pataleando con sus piernas al aire. — Su silencio da mejores consejos que tu loco romanticismo, hyung. – el castaño le mira confundido, pues no estaba al tanto de lo que le pasaba a su joven amigo.


Cuando entró a la habitación, Seungjae estaba sentado en el mismo lugar; el borde de su cama, secando su cabello y bufando pesadamente de vez en cuando. Obviamente, Seokmin no había notado que su amigo tenía una situación preocupante en mente, por lo que se dedicó a hablar alrededor de una hora y media sobre Namwook y lo lindo que era.


»— No sé qué voy a hacer, hyung me dijo que no estaba acostumbrado al romance a la antigua y tenía planeadas mil cosas, pero ahora… Ayúdame. – suplica al mayor con un poco de desesperación en su tono de voz. — Necesito ayuda y recurrir a ti ya es demasiado. – alarga la última “o”, casi llorando al no poder imaginarse algo.
Seokmin dedujo algo como una cita entre Jae y Lu, así que simplemente se quedó callado, para hacer un comentario.


— Bueno, yo renté un restaurante para Namwook y para mí. – se encoge de hombros, haciendo una mueca desinteresada con su rostro y el menor no puede evitar querer lanzarle una almohada.


No se queda con las ganas y lo hace, cayendo de vuelta de espaldas en su cama, para cubrirse con su almohada restante y gritar con más desesperación.

No obstante, al cabo de unos segundos, ríe a carcajadas, desconcertando a su mayor.


— Si eres tonto de amor, ¿verdad? ¿Cómo puedes decir que estás enamorado? – Seokmin ríe a la par del pelinegro y toma una gran bocanada de aire para hablar.


— En realidad no estoy enamorado, solo… Él me gusta mucho y a veces creo que debo esforzarme demasiado para conseguir su aprecio porque… Creo que es él… – el menor niega con su cabeza, haciendo una mueca nostálgica al fruncir su nariz un poco y palmea uno de los brazos de su mejor amigo. No se siente mal por su amigo, sino, ha perdido un poco la esperanza en que él pueda ayudarle a organizar algo “no romántico”. — Namwook es completamente diferente a todos; es todo lo que estaba buscando, es lo más cercano a la paz en una persona, a pesar de su personalidad extravagante, claro… Creo que sí, me gusta muchísimo más de lo que debería. – sus mejillas se sonrojan y Seungjae chilla emocionado.


— Eish, hasta se me erizó la piel… Creo que descubriré por mí mismo qué hacer, entonces. – se pone de pie, decidido a vestir una camiseta de manga corta y antes de salir de la habitación, Seokmin grita algo como que los jugos en cajita son lo menos romántico que pueda comprar.


Así que lo hace.


Camina entre pasillos de la tienda del crucero, buscando un color de tela que le agradara, así que la compra, pues seguro podría usarla después. Busca cajas de jugo que le prometió a Seokmin que compraría y sale, gastando poco dinero y tiempo en aquel lugar, para buscar el apropiado para su noche con Xianlu.


Pide permiso para subir a la superestructura del barco y sonríe ampliamente cuando le acceden el permiso. Ve a su alrededor y sonríe orgulloso, esperando que no sea demasiado para el rubio.


— ¿Cree que pueda adornar con luces aquí arriba? – uno de los encargados sonríe y asiente con su cabeza.


— Hoy alumbraremos los barandales aquí arriba, hay actividades nocturnas y le dan un buen aspecto al crucero… Estás de suerte. – Seungjae sonríe con amplitud y hace una venia educada, saliendo del lugar al instante, para poder ir a prepararse para su noche con el mayor.


Li Shaoran.


Decide que visitar a su hermana para disculparse, es la mejor opción para hacerle saber que estará de acuerdo con sus decisiones, pero la imagen de Jaeho, decepcionado por su respuesta, causa incomodidad en su caminar, pensar y demás.


— Eh, Akame. – toca la puerta un par de veces. — ¿Quieres abrir?


La pelinegra corre a abrir la puerta, sonriéndole a su hermano mayor y le deja pasar.


El más pálido se asombra al ver a su hermana arreglada como si fuera a trabajar, sin embargo, no pregunta nada. Esperaba que ella le comentara.


— ¿Qué pasa, gege? Saldré en unas horas a trabajar, pero… Quería estar preparada antes, saldré con Sik y Dongmun oppa. – comenta emocionada. — Nos juntaremos a tomar algo y ya sabes, Sik conocerá a Dongmun.
El mayor ríe bajito, tomando asiento en la cama de su hermana y negando con su cabeza, un tanto divertido por la información dada, pues era la que esperaba.


— ¿Sik conocerá a tu novio antes que yo? – Akame se sonroja intensamente y corre a con su hermano, dándole un leve golpecillo en uno de sus brazos. — ¡Yah! Soy mayor, ¿por qué no me respetas?


— ¡Shao! Dongmun-ie no es mi novio. – habla entre dientes, sentándose a su lado y hundiendo su rostro en uno de los brazos de su hermano.


Ambos adoraban este tipo de momentos en lo que su relación fraternal parecía mejor que la de otros hermanos y Akame atesoraba demasiado aquello.


Shao amaba demasiado a su hermana menor y viceversa.


— ¿Y cuándo me lo presentarás adecuadamente, huh? – ella se encoge de hombros, sin saber qué responder exactamente, mientras saca una tinta de labios para maquillarse un poco.


— En realidad no sé… No creí que quisieras, además de que oppa es un poco tímido para conocer gente nueva y eso.


— Justo como tú.


El brillo aparece en los pequeños ojos de la pelinegra, haciendo que Shaoran ría bajito.

»— Él de verdad te gusta, eh.


Hay un silencio en la habitación por parte de ambos hermanos. Se quedan mirándose uno al otro y sonríen levemente. Él, disculpándose con la mirada y ella, perdonándolo cuando lo abraza con fuerza.


— Mucho.


— Cómo quisiera que no tuvieras que cumplir con lo que Bubbah pide… Ni irte a China, ni nada de eso. ¡Mírate! Eres una chiquita. – dice nostálgico, acercándose a abrazarla por los hombros y acercándola a sí mismo.


Akame tenía ganas de llorar, y no porque su hermano aún no comprendiera que ella quería crecer, quería ser grande y que Shaoran la viera como tal; sino, porque él tenía razón.


Siempre sería su chiquita y ahora ella debía cumplir con tantas cosas que sabía que ponían mal a su hermano y, aunque no entendiera del todo el cómo se sentía Shaoran, quería ponerse en sus zapatos, pues habían pasado por tanto y al final, eran hermanos. Eran la única familia que tenían.


— Ni yo quisiera, pero… Hay que cumplir con eso, la abuela quería lo mejor para nosotros, sabes. – dice, sonando lo bastante mayor para Shaoran, lo que le provoca un extraño sentimiento nostálgico cada que su hermana dice una oración llena de madurez.


Ella no se siente mal consigo misma, quiere crecer, sin embargo… Bueno, para un hermano mayor, siempre es difícil ver a los menores crecer.


— ¿Y qué hay con Dongmun?


— No lo sé… – dice casi en un susurro. — Él me gusta mucho, él es lo que me ha estado poniendo feliz desde que subimos a este barco y créeme que lo que quiero que hagamos juntos, es bastante nuevo, pero quiero hacerlo, sabes. Quiero estar para él si está pasando un mal momento y que él esté a mi lado si me siento triste… Como una pareja. – sus mejillas se sonrojan y Shaoran se siente aún más conmovido porque ella no ha balbuceado mientras hablaba.


Dongmun le hacía sentirse segura y el mayor no podía sentirse más agradecido con el pelinegro, pues si era aquello que Akame tomaría como bueno y dejaría sus inseguridades y temores de lado, entonces Li empresario, lo aceptaría en la vida de su hermana.


— Puedo… Si él va enserio contigo, quizá decida conseguirle un par de boletos y estadía en China para que te visite alguna vez en el tiempo que estás allá.


Akame sonríe ampliamente y se abalanza al cuerpo de su hermano para abrazarlo con fuerza, mientras balbuceaba cosas como que le quería con todo su corazón, poniendo aún más feliz de lo que ya estaba al mayor.


Jin Dokyeom.


No era demasiado social, no tenía amigos en el barco (a excepción de Taeil, Namwook, Joowoo –a quién sólo había visto una vez, por cierto– y Seungjae) y eso le ponía un poco deprimido.


Aunque no se quejaba mucho… Había escrito unas doscientas páginas en su computador sobre una historia que tenía planeada y se sentía satisfecho con lo que tenía.


Dokyeom es un hombre solitario. Disfruta del tiempo a solas, las largas horas de reflexión a solas y las citas consigo mismo en el café, tomando, irónicamente, un té helado.


Se pone a pensar en lo pesada que ha sido su vida desde que entró a la universidad.

El descanso que tiene es poco, los días en su escuela eran pesados y las tareas pesaban más de veinte kilos, aunque quizá estaba exagerando un poco.


¿Cuándo tendría verdadero tiempo para sí mismo? ¿Cuándo se divertiría de verdad? ¿Cuándo dejaría de escribir como loco compulsivo y se daría un tiempo para sí mismo?


Enreda sus dedos entre su cabello, halándolo un poco y se cuestiona si debe cortarlo un poco. Unos centímetros, quizá y niega después con su cabeza.


— Te ves lindo todo frustrado. – Namwook aparece frente a él, tomando asiento con confianza frente a él.


Jin está aliviado de que él haya llegado a interrumpir sus pensamientos que no lo llevarían a resultados sanos y ríe bajito, sonrojándose un poco ante su comentario.


— Gracias, supongo. – el pelinegro siente su piel erizarse ante la repentina voz grave del más bajo y ríe ante aquel pensamiento, confundiendo un poco al de cabello castaño. — Siempre ríes y nunca entiendo por qué.


Namwook rueda sus ojos, divertido.


— Oye, tengo secretos, déjame en paz. – hace que el menor calle y ambos ríen divertidos sin razón.


— Hyung… – el aludido niega con su cabeza y detiene la oración ajena.


— Puedes llamarme como usualmente lo hacías, Dokyeom. – asegura, haciendo que el más bajo asienta con su cabeza, para después tomar una gran bocanada de aire.


— Wook… Es un gusto volverte a ver. – dice casi en un susurro, apenas sonriéndole.


Namwook pensaba que todo estaba superado. Creía que si volvía a acercarse a su ex–novio, todo el pasado habría sido superado, pero ahí estaba, sintiéndose nuevamente atraído por aquella sonrisa, con labios en forma de corazón y con ganas de probar, por una última vez, los mismos.


— Lo mismo digo…


Hay un silencio en el lugar que hace que ambos se incomoden un poco. Namwook cree estar aún enamorado de su ex en esos momentos y Dokyeom sabe que algo también anda mal con él cuando ve lo lindo que se ve con el cabello negro y cae en cuenta de que aquella sonrisa rectangular, aún le pone los nervios de punta.


— ¿Ibas a algún lado? – pregunta, “rompiendo el hielo”, haciendo que el mayor salga de su pequeño trance y asienta con su cabeza.


— Hm… Iba a encontrarme con alguien en unos veinte minutos, pero… Quería matar el tiempo y te vi y bueno. – explica, tomando el vaso de té del escritor y bebiendo un poco del mismo.


Dokyeom ríe al ver que no ha perdido ni una costumbre del pasado y niega con su cabeza.


— Suerte, entonces…


— Sí… Hasta luego, Dokyeom.
chenyeol.
chenyeol.


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Mensaje por chenyeol. Sáb 17 Feb 2018, 12:33 am


.
fer.


Capítulo 10 ; parte tres.



Min Jaeho.


Tiene rato en su habitación. No tenía ganas de salir, o de socializar con alguien.
Su tiempo estaba cien por ciento distribuido a Li Shaoran y no sabía si eso era saludable o no.
Eran alrededor de las seis de la tarde y ya vestía su pijama, mientras estaba sentado en su cama, haciendo una junta por mensaje y tratando (una vez más) de reducir el tiempo de estadía en China de Akame.
Todo por Shaoran.
— Ah, la gente no entiende. – susurra para sí mismo, sacando su dedo medio a uno de los abogados que se negaba a la petición del castaño y cierra la computadora enfadado, dejándola después en el piso, importándole poco que Shaoran la pise cuando camine por el pequeño espacio entre sus camas.
Un suspiro frustrado escapa de su garganta y se pone de pie, yendo en busca de alguna fruta para cenar. Toma su teléfono con su mano libre, pone un poco de música movida y empieza a bailar torpemente, aprovechándose de que está solo en la habitación, mientras muerde una manzana y corea la canción reproduciéndose.
Jaeho es un hombre lleno de alegría y felicidad. Tiene demasiada energía y es imposible calmarlo, a menos que Shaoran se lo proponga.
El castaño era bastante fiestero cuando joven, pero apenas conoció al retraído Li, dejó de interesarse en los demás, para tomar un nuevo pasatiempo. El empresario.
La canción cambia a una balada. Ríe bajito y, aunque Shao le provocaba una baja frustración con sus respuestas cortas o sus simples “no respuestas”, finge que está frente a él, mientras hace una reverencia.
— Jaeho, ¿bailarías conmigo? – imita la voz del menor, haciendo una sonrisita boba, como el más pálido solía hacerla.
Ríe ante su propia imitación y cambia de lugar.
— ¡Shao! Claro que sí. – cubre su rostro con una de sus manos, dando un mordisco más a su manzana.
Imita con su cuerpo, cómo sería si bailara con el chico que imaginaba en esos momentos.

Una de sus manos iría en el hombro del más alto y la otra sería tomada por Li, así, ambos se moverían alrededor de la habitación, mientras bailaban algo parecido a un vals.
El abogado ríe fuertemente, a carcajadas y se detiene en seco apenas escucha una carcajada a la par de la suya.
Palidece cuando ve a Shaoran por el espejo de cuerpo completo en una de las puertas y se tira al piso, cubriéndose con sus brazos.
— Lindo baile. – habla el de mayor estatura, acercándose al piso con el abogado.
Jaeho está sonrojado esta vez, a más no poder, pues le han encontrado en su locura; y no es cualquier locura, era una de esas en las que se imaginaba con Shaoran.
Aunque, no era la primera vez que le pasaba.
— ¿P-podrías al menos… ¡Avisar!? – habla exaltado, sentándose en el piso, haciendo que Shaoran le ayudara a levantarse después.
— Podría, pero es lindo encontrarte así… Podría acostumbrarme. – se encoge de hombros, haciendo que el mayor se sonroje un poco, aunque después, se enoja.
Podría haber estado echando humo por los oídos.
— ¿¡Por qué eres así!? No sé si llegaré a entenderte alguna vez… ¿Por qué no respetas mis emociones? Eres tan… ¡Ugh! No sé.
— Pero Jae… – lo toma de ambas manos, abrazándose a él enseguida y dejando un corto besito en su mejilla. — También te quiero.


Li Akame.


Había sido solicitada un rato en el restaurante para acomodar las cosas para el hombre que había rentado el lugar y sonrió de lado al terminar.

Esperaba que quién fuera la cita de aquel tipo, tuviese la velada más romántica de su vida, pues le parecía muy loca la idea de rentar un lugar así para alguien más. Aunque no negaría que le gustaba la idea de tal grado de preocupación y de querer asombrar.

Está un tanto nerviosa para cuando sale del lugar y se dirige a la cafetería en la que había quedado con Sik para que Dongmun les encontrara, le había comentado más temprano, pero no esperaba que fuese tan rápido el encuentro con su amigo, quién, casualmente, tenía un rato libre para conocer al susodicho.

Tamborilea sus dedos sobre la mesa y mira a Hyungsik con una sonrisa en su rostro.

— Le dije a Dongmun que viniera en un rato... ¿Estás contento de que por fin vaya a presentártelo? – bromea, dejando vagar su mirada al menú entre sus manos, debatiendo en su mente si un yogurt de sabores era mejor que un caramel macchiato.

El moreno se cruza de brazos sobre el pecho, una mueca seria se pinta en su rostro y enarca una ceja con cierta ironía.

— Me siento ligeramente ofendido de conocerlo sólo hasta ahora. – se queja rodando sus ojos, cambia su postura y se inclina sobre la mesa para quitarle el menú de las manos a la pelinegra, forma un puchero con sus labios y pone sus mejores ojos de cachorro — Él me quita tu atención, me dejas en el olvido por su culpa. No me agrada.

Una sonrisa más tranquila aparece en los labios de la pelinegra y niega con su cabeza.

— No, no, Dongmun oppa es agradable, de verdad... Debe caerte bien, oppa. — imita el puchero en los labios ajenos, acercándose al mayor y recostando ligeramente su cabeza en uno de sus hombros. — No te dejo en el olvido, no podría... Eres imposible de ignorar. — bromea, intentando deshacer el agarre de los brazos del moreno.

— ¡Ah, mocosa! No se vale cuando usas tu adorabilidad para manipularme. – bufa picando una de las mejillas de la más pequeña. — No sé, no creo que el niño me agrade... Él me está quitando a mí bebita. – niega repetidas veces con la cabeza — No es justo, yo te vi primero. – habla casi de forma infantil con una pequeña risa atorada en su garganta. Abraza a la pelinegra y suspira. — Mi niña está creciendo... Ya hasta se consiguió novio. ¡Ah, qué dolor! – dramatiza dejando suaves caricias en su melena — Pronto ya no vas a necesitarme.

Ella se sonroja con intensidad, como usualmente lo hacía y ríe bajito.

— Oppa, no es mi novio... – susurra entre dientes, quejándose, para después hundir su rostro en el hueco del cuello ajeno. — Eres un exagerado, te vas a olvidar de mí cuando consigas un novio, eish... – Akame mira a su alrededor, enfocándose en las personas, por si Dongmun estaba cerca de aparecer. — Ah, siempre te necesito, Sik oppa... Aunque ya, si estoy creciendo. – alza su rostro con una mueca de orgullo en el mismo, encogiéndose al instante en su lugar cuando ve a Dongmun en la entrada. — ¡Sh! Sik, actúa normal, ¿quieres?

El moreno nota el cambio de actitud en su amiga y no tarda mucho en ubicar al niño que lo provoca, se traga su risa y se agacha hasta dejar sus labios cerca del oído de la menor para burlarse un poco.

— ¿Mi versión de "normal" o la tuya?... Porque si es por mí empiezo a llenarte la cara de besos. – susurra con falsa coquetería y le pica un costado, separándose de ella. — Aigoo... Y luego dices que no es tu novio, sólo mira cómo te pones. – habla más alto y se acomoda en su silla, apretando sus mejillas.

Dongmun nunca había sido bueno conociendo personas, él realmente no era una persona sociable, a quien le resultara fácil mantener conversaciones, era por eso por lo que cuanto más cerca estaba de llegar al lugar de encuentro con Akame y su mejor amigo, se sentía más nervioso, sus manos estaban un tanto sudorosas y solo deseaba que aquello no se notara.

Toma una bocanada de aire, y finalmente se adentra al lugar, buscando a la pelinegra con la mirada, localizándola justo al lado de un chico moreno, quien supo era Hyungsik.

El menor muestra una sonrisa nerviosa y camina hacia la mesa.

Akame se siente feliz porque él está ahí, pero a la vez, nerviosa, porque sabía que Hyungsik podía ponerse serio si él quería y temía que espantara al pelinegro.

De verdad le gustaba mucho y no quería que su amigo fuese un impedimento para él el que se acercara… Aunque está consciente de que si a Dongmun no le parecía linda o agradable la forma de ser de su mejor amigo…

Quizá no era el indicado.

Pero ¿por qué pensaba eso? Dongmun estaba haciendo todo esto por ella y estaba cuestionándose si era el indicado. Pff, estaba más que claro que lo era, pero aún no lo descubría del todo.

— Hola. – él hace una reverencia y levanta su mano en forma de saludo antes de pasarla por sus jeans para quitar la sudoración de esta. — Es un placer conocerle Hyungsik-ssi. – aclara su garganta, se acerca a Akame dejando un beso en su mejilla y se averguenza al instante por ello y corriendo la silla para sentarse frente a ellos.

Las mejillas de la pelinegra, para ese entonces, estaban ya bastante sonrojadas.

Las ocurrencias de Hyungsik siempre lograban ponerla nerviosa y ahí estaba Dongmun, aumentando aquel sentimiento.

— H-hey... – balbucea sonriente, sintiendo su mejilla quemar, justo en dónde Dongmun había dejado un beso. — Sik, Lee Dongmun; Dongmun, Boo Hyungsik. – presenta señalando a cada chico y sonriéndoles apenada, encogiéndose en su propio lugar. — Sik es mi mejor amigo desde que me mudé a Corea y... Bueno. – añade con dirección al pelinegro, para después mirar nuevamente al aludido y hacerle una señal para que recibiera bien al que recién llegaba.

El moreno toma una actitud un poco más sería y no puede evitar hacer una mueca de desagrado cuando el "Hyunsik-ssi" sale de los labios del menor hacia su persona.

— Niño, ¿me ves cara de abuelo? No me trates de "usted"... – se queja rodando sus ojos. — Puedes hablarme cómodamente, no como gente y Akame me ha hablado un poco sobre ti. – comenta.

— Yo, ah... Lo siento. – se disculpa realmente apenado. — Como... ¿Cómo preferiría que le llame? No quiero ser irrespetuoso. – inclina su cabeza ligeramente en forma de disculpa.

Sik reprime su risa y mira a Akame con diversión.

— ¿De dónde lo sacaste? ¡Es adorable! Casi como tú... –  se burla.

— Yah, oppa... – se queja la más joven, dando un leve golpecito en uno de sus brazos.

El moreno ríe, mirando al chico después, con una sonrisa afable.

— Pues casi todos me llaman Sik, puedes hacerlo, Sik hyung si así te sientes más cómodo. Realmente, es como prefieras, soy de fácil trato Dongmun-ah.

Ella esconde su rostro entre sus manos y luego mira a Dongmun un tanto sonrojada.

— De-deja de coquetearle, eish, me siento desplazada. – susurra más para el moreno que para Dongmun, volviendo a dejar un golpe en una de sus piernas, esta vez. — Es mío, yo lo vi primero.

Los ojos de Dongmun se abren con sorpresa.

— Co... ¿Coquetear? – pregunta aun incrédulo, toce pues torpemente se ha atragantado con su propia saliva y golpea su pecho. — No yo... No... – sus mejillas están encendidas, el realmente era muy malo en eso de conocer gente.

El mayor entre los tres suelta una carcajada y niega divertido.

— ¡Akame-yah! No avergüences de esa manera a tu novio. – finge reprenderla pellizcándole un brazo suavemente. Luego mira al chico y una sonrisita maliciosa se pinta en sus labios por unos segundos — Ah, es un niño lindo. Te diría que casi te envidio... – mira a su amiga. — ¡Es tan bonito! — alarga la "a" del "tan" para enfatizar y usa un tono meloso. — Los adoptaría a los dos.

— Yah, creí que ibas a comportarte bien, oppa... – alarga la última "a", acercándose a Dongmun mientras toma una de sus manos y niega con su cabeza, un tanto divertida con la situación, pero avergonzada ligeramente a la vez. — Déjalo en paz, no nos puedes adoptar, eish... ¿qué voy a hacer contigo? Ibas a conocerle, no a ponerlo nervioso mientras le haces ojitos y lo llamas adorable. – hace un leve puchero, dejando caer su frente en uno de los hombros del pelinegro y finge chillar un poco ante la actitud de su amigo.

— Descuida yo... Supongo que no supe captar la broma, soy algo torpe, lo siento. – aprieta un poco el agarre en la mano de Akame.

— ¡Me estoy comportando de maravilla! – se defiende rápidamente, con aires ofendido. — Estoy siendo amigable con él ¿O preferirías que tomase mi papel como mejor amigo brabucón y empiece a interrogarlo e intimidarlo; así todo en plan de "Si la haces llorar, yo te haré llorar a ti" y eso? – mira a su amiga con un gesto sugerente y una sonrisa burlona. — Porque si es así puedo empezar desde ahora... Dongmun-ah… – lo llama transformando su mueca alegre por una seria y fría. Sus ojos, más afilados clavándose en los oscuros del menor, escrutando hasta lo más profundo de su ser. — ¿Qué pretendes con Akame, ¿eh?

Akame mira a Dongmun, volviendo a negar con su cabeza, palmeando su pecho para llamar su atención.

— No, oppa... No debes responder. — ríe bajito, un tanto más divertida, aunque guardando compostura casi al instante.

— Oh, sí debe. – Hyungsik suaviza su mirada y su gesto. — Aunque lo haya hecho para enfatizar mi comentario anterior, en verdad me interesa saber su respuesta. – le sonríe más amable al chico y luego vuelve los ojos a su pelinegra. — Al fin y al cabo, tú eres de las cosas más preciadas que tengo en mi vida... Quiero saber si te dejo en buenas manos o no.

El menor siente su garganta secarse por lo cual traga duro de forma dificultosa.

— Yo... ah... – una vez más, golpea su pecho y carraspea ligeramente, cosa que Akame ve completamente adorable, aunque no sabe muy bien la razón. — No pretendo nada malo Hyungsik-ss... – une sus labios en una fina línea. — Hyungsik hyung. – se corrige. — Akame es una grandiosa chica, me siento muy afortunado en tener su atención y yo... Solo pretendo ser bueno y cuidar de ella siempre que lo necesite.

La pelinegra sonríe aún más enternecida, sintiendo su corazón latir fuerte y sus mejillas sonrojarse.

— Oppa, no te preocupes por Dongmun, ¿sí? – dice casi en un susurro, afianzando el agarre de sus manos, mientras baja un poco la mirada y juega con su mano libre sobre la mesa, quedándose atenta a la conversación de los chicos al cabo de unos segundos después de haber dicho aquello en voz baja.

— Eish... Le quitas la diversión a las cosas, pequeña. – se queja mirando a su amiga con una dulce sonrisa y luego al chico, le otorga una sonrisa sin dientes y asiente tranquilamente con la cabeza. — Me ha gustado esa respuesta, tienes mi aprobación. Aunque igual no la necesitas si a ella ya le gustas, pero, al menos, no vas a tenerme molestándote... No demasiado, pero igual voy a mantener un ojo en ti. – lo apunta. — Más te vale cumplir con tu palabra Dongmun-ah o estarás en problemas. – es ligeramente amenazador y serio, pero no dura mucho. Sonríe, le sonríe cálido y amigable. — Pero bueno... dime, quiero conocer un poco más sobre ti, ¿estás estudiando? ¿qué te gusta?

El muchacho sonríe tímidamente y asiente.

Ante aquella plática, se siente más cómoda, más relajada de que el chico a su lado esté tomando más confianza y el moreno haya dejado de lado aquella actitud que le preocupaba.

Ella era feliz. Su mejor amigo y su “algo” estaban intentando congeniar y sabía que no tendrían dificultades para que Shaoran lo aceptara una vez ella hablara con él de una manera más seria, pues si algo le preocupaba, era su hermano mayor y el cómo tomaría las cosas a futuro.

¿Y si Dongmun no solo se convertía en su amor de verano, sino, en su novio? ¿Y qué si después de eso comenzaban a hacer los preparativos de su boda? ¿Y qué si ella quería tener hijos?

¿Su mente estaba vagando demasiado?

Para cuando despierta de su pequeño trance, que realmente ha durado un par de milisegundos, se encarga de escuchar la plática de ambos chicos, sonriente.

— Estoy en la universidad, si, estudio animación. – muerde su mejilla internamente. — Me gusta bastante lo relacionado a la tecnología, pero también la parte artística como el dibujo... Eso me da las dos opciones ya que en cada proyecto se empieza por algo a mano y luego se lleva al ordenador... Tanto escenas como personajes... Y... Bueno, profesionalmente, eso es lo que me gusta.

— ¿Y personalmente? – curiosea. — Suena interesante tu carrera. Recuerdo que de niño me gustaba pintar... lo hacía terrible, pero me gustaba. — ríe haciendo un gesto con su mano para restarle importancia, provocando una ligera carcajada de la pelinegra a causa de su dato bastante random. — ¿Qué haces en el crucero? ¿Vacaciones? ¿Estás sólo?

— Personalmente... Varias cosas en realidad, pero... Me he concentrado bastante en mi carrera y... No soy muy bueno entre la gente así que las dejé algo de lado. – hace una breve pausa. — Me gusta el canto y el baile... Pero no son más que pasatiempos... Estuve en el equipo de beisbol de la universidad un tiempo, y los deportes en general, aunque me siento más cómodo solo frente al ordenador. – confiesa un tanto avergonzado mientras su pulgar acaricia la mano de la pelinegra, haciéndola sentir en las nubes con una sola pequeña caricia.

Definitivamente, la felicidad que estaba creciendo en su pecho, pronto no tendría lugar y tendría que gritar lo bien que se sentía.

Aunque seguro moriría de vergüenza antes de realizar aquello… Quizá se quedaría callada. Era una mejor opción.

»— Estoy aquí por mi hermana... Este viaje es su regalo de dieciocho años... Vamos a Tailandia, mi familia materna es de allí y vamos a casa de nuestra abuela. – dice con una media sonrisa. — Yo... No me gustan los barcos, pero... Mis padres no podían venir por el trabajo y no querían que Eunsun, mi hermana viajase sola así que... Aquí estoy.

— Tienes gustos variados... Me agrada, aunque yo prefiero el fútbol al béisbol. – responde vagamente. — Yo soy bailarín, vivo para bailar y bailo para vivir, yo sólo no me imagino mi vida sin el baile. Pero no soy una persona solitaria. – forma una mueca con sus labios y toma un poco del café que han ordenado hace un buen rato, cosa que Akame no había notado antes… Quizá estaba bastante entretenida viendo la unión de su mano con la de Dongmun, o pensando en lo lindo que él era y la linda familia que podrían formar…

¿Por qué su mente apresuraba tanto las cosas?

»— Soy bastante sociable, me gusta estar con mis amigos y conocer gente nueva... Me causa ansiedad estar solo... ¿Es tu hermana menor? Yo creo que es genial que hayas venido con ella. Velo desde esta perspectiva, por más de que no te gusten los barcos, y esto no haya sido tu idea, estás pasando un buen rato en un lindo crucero con la chica más dulce, tierna y hermosa que vas a llegar a conocer en toda tu vida... Eres afortunado Dongmun-ah

Las mejillas de la pelinegra se sonrojan intensamente.

— Yah, tampoco es como si fuera... Lo más genial, pero... Serán buenas vacaciones, Dongmun-oppa, o al menos, si formo parte de ellas, intentaré que sean de lo mejor. ¿No es así? – sonríe, como si estuviese bastante orgullosa de lo que acababa de decir. Quizá era porque, después de un buen rato, era la primera vez que hablaba.

— Si no fuera por ti y por estar en medio de la nada rodeados de agua ya me hubiera ido de aquí.

Ese par de palabras en una sola oración, bastaron para que ella se sintiera diferente. Convencida de que sí, él le gustaba demasiado.

Era tan extraño.

Dongmun podía hacerle hablar demasiado o simplemente hacerla callar, porque estaba llena de vergüenza y felicidad, que responder se le hacía difícil. Le complicaba los sentidos, hacía que su mente no funcionara bien, que su área de Broca se truncara y de pronto, su lenguaje no fuese el apropiado para formular una sola palabra.

Estaba enamorada, o al menos eso creía.

Así se sentía.


Boo Seungjae.


Tenía todo listo. Lo único le faltaba, era arreglarse por completo y entonces iría en busca de Xianlu.

Esperaba que todo estuviera en orden cuando llegaran, así como que tampoco fuera mucho para su mayor, pues se había esmerado en hacer que su velada pareciera de todo, menos una cita. A petición del mismo fotógrafo.

Camina nervioso hasta la habitación ajena cuando se da cuenta de que faltan unos minutos para su… reunión, y toca la puerta, con manos sudorosas y temblorosas.

— ¡Ah! – escucha desde dentro. Está seguro de que es la voz de una chica y termina de confirmarlo cuando ella abre la puerta, examinándolo de pies a cabeza, descaradamente, haciéndole sentir un poco tímido. — ¡Hul! ¡Lu, él es guapo! — ella no tenía vergüenza alguna.

— ¡Aimiu! — chilla casi escandalizado el chino.

Seungjae sólo ríe torpemente, nervioso.

Se sentía un tanto intimidado por la repentina mirada que Namwook, quién también se encontraba en la habitación, le dio; de pies a cabeza, mirando su atuendo.

No estaba mal, el pelinegro más alto lucía bien con cualquier par de jeans y una camiseta cualquiera, pero aquella cita parecía en serio. Quizá demasiado, como para hacer que Seungjae luciera digno de ser modelo con aquel pantalón de vestir ajustado en color gris y una camisa holgada en color blanco de manga tres cuartos. ¡Y su cabello! Con un estilo de coma que le recordó a Seokmin.

Namwook estaba considerando seriamente en volver a interesarse más por el modelo que por el cantante.

— ¿Guapo? Si es guapísimo... Seungjae-ah, ¿qué tienes planeado para hoy? – cuestiona con ilusión en sus ojos, luciendo como si estuviese coqueteando.

Algo dentro del antiguo rubio se removió al escuchar el tono de voz que había empleado su amigo y toma rápidamente su teléfono y termina por dirigirse hasta la puerta, haciendo a un lado a sus dos amigos.

— Basta los dos. — los regaña — Es mi niño guapo, ustedes tienen los suyos. — se queja dándoles una mala mirada a ambos que después se convierte en una pequeña sonrisa para el menor. — Hola. — es vago y tímido al momento de saludarlo, pero se siente demasiado nervioso.

En el rostro del más alto, se forma una sonrisa divertida al escuchar la voz de su hyung, convirtiéndose enseguida en una mueca llena de asombro. Su boca se abre ligeramente y, sin exagerar, siente cómo el aire se escapa de sus pulmones cuando su mirada recorre el cuerpo del rubio ya-no-tan-rubio.

Namwook sonríe satisfecho al ver aquella miradita que el pelinegro le da a su amigo y le da un par de palmaditas a Aimiu, para que vea a Seungjae.

— Wow. – dice simplemente, sonriendo de repente, volviendo a su expresión asombrada y retrocediendo un par de pasos, para apreciar más al muñeco de porcelana que tenía frente a él. — Hyung... Tú... Hyung... Wow. – balbucea, pasando sus manos por su rostro, un tanto incrédulo, soltando un suspiro pesado al final y acercándose un tanto más seguro a Lu, sonriendo con confianza y un brillo especial en sus ojos. — Wow. – concluye con sus monosílabos.

— Boca abierta. — se burla Aimiu bajito, chocando sus cinco con Namwook y Lu les regala una última mirada de advertencia. Sus mejillas están rojas y siente sus emociones a flor de piel, le regala una pequeña sonrisa al menor.

— Gracias... Tú también te ves muy bien, — es su respuesta, está avergonzado. Escucha risitas detrás suyo y rueda sus ojos — Deberíamos irnos, mocoso... — dice y le da un pequeño empujoncito en el pecho para poder salir de la habitación. — ¿Vamos?

Namwook deja escapar un audible (como... demasiado audible) "buu", cierra la puerta y se queda dentro de la habitación de Lu.

Seungjae sólo se limita a reír, haciendo una seña con su cabeza para que se movieran en la dirección que le indicaba.

— De verdad, hyung, decir: "mi niño" y luego: "mocoso", es de mala educación. Ilusionas a los presentes. – ríe bajito, aun sin poder dejar de ver al mayor con asombro.

— ¿Yo dije "mi niño"? — cuestiona haciéndose el desentendido, — Nah, tú siempre serás "mocoso"... Quizá cambie a "mi mocoso" pero, "mocoso" al fin y al cabo. — comenta restándole importancia, con una media sonrisa juguetona y mira de reojo a su cita. — ¿A dónde me llevas?

El pelinegro se hunde de hombros, sonriendo de costado.

— Ah, es un lugar lindo que vi la otra vez mientras vagaba por ahí. – señala, luciendo desinteresado. — Va a gustarte, tiene la mejor vista. – asegura, acercándose un poco más al de menor estatura y codeándole un poco. — Gracias por aceptar en venir conmigo, hyung... Estaba un tanto preocupado por... Todo. – deja salir una risita nerviosa, rasca su nuca un poco y suspira con pesadez.

Él no responde a lo que ha dicho el pelinegro, en su lugar Lu lo mira detenidamente, tomándose su tiempo para apreciar la belleza del agente/seudo-modelo; su piel pálida, sus ojos oscuros, esos labios finos, de un rosa pálido, la línea de su mandíbula, su vestimenta. Él no podía negar que el chico era apuesto, robaba más de un suspiro sólo el verlo pasar, pero luego estaban esos detalles que Lu se estaba tomando la molestia de enumerar.

Sus actos torpes, su nerviosismo, el hecho de que por momentos parecía tener toda la confianza del mundo en él y luego se avergonzaba completamente y se ponía tímido. Como siempre se tomaba su tiempo para preguntar antes de hacer algo tonto con él, y que respetaba completamente lo que le decía. Si le pedía espacio, se lo daba, si le decía que fuese cuidadoso lo hacía... También hacía promesas y era demasiado bueno con él siendo que él se portaba tan arisco. Entonces... él comenzó a enumerar sus defectos y constantemente la misma pregunta que se había estado haciendo todo el día y que sus amigos habían logrado responder, seguía repitiéndose en su cabeza porque para él, todavía no había una razón lógica, para responder: ¿Por qué le gustaba a Seungjae?

El mayor se dio cuenta de que se habían sumido en un silencio extraño, producto de su ensimismamiento, ellos caminaban uno al lado del otro y había una distancia "prudente" entre ambos, eso le molestó. Por lo que toma de la mano al menor, pegándose más a él, llevando su mano libre a su brazo, colgándose de este y le sonríe cuando el pelinegro lo ve.

— Gracias por invitarme a una cita... Después de todo.

El menor deja escapar el aire de sus pulmones, más aliviado.

Se había sentido tan nervioso toda la tarde, demasiado lleno de dudas, casi al igual que el mayor; pues Xianlu no era alguien que accediera fácilmente a una petición hecha por él. Lu era reservado y eso lo había aprendido con el tiempo de conocerlo, aunque siempre venía a su mente la noche que pasaron juntos. Aquella en la que los pensamientos del rubio le habían calentado el corazón y le habían dicho que era simplemente un hombre roto y Seungjae quería ser quien uniera sus piezas de nuevo; o al menos quería intentarlo y sabría que valdría la pena.

El más alto deshace el candado de sus brazos, para buscar la mano ajena y unirla con la suya. Más seguro de sus acciones.

— Tenía miedo de que no la vieras como una, sabes.

—  Y yo de que te arrepintieras a mitad de tarde... —  admite apartando su mirada, como si aquello no fuese la gran cosa —  Así que por qué no nos dejamos de medios tontos por un rato. —  lo mira y le guiña un ojo, apartando su mirada poco después con las mejillas ligeramente sonrojadas.

Asiente con seguridad, volviendo a codear ligeramente al mayor, mientras le sonríe.

Caminan en un breve silencio, tomados de la mano.

Seungjae toma un atajo que daba hasta el puente de mando, la parte más alta del barco en el que viajaban. Suben las escaleras y el pelinegro hace que su hyung espere antes de que vea lo que preparó para él.

— Eh... debes quedarte aquí, debo encender todo y... Eso. – pide, nervioso y con las mejillas ligeramente sonrojadas. — Por favor. – roba un besito en las mejillas del más bajo, sintiéndose torpe al instante; cierra una puerta frente al mayor, para poder encender las luces estilo navideñas (aunque en color amarillo cálido), asegurarse de que el barandal estuviese bien adornado con la tela blanca que había conseguido de un restaurante y tiende un mantel en el techo de la supraestructura, acomoda un par de cojines en el mismo y enciende la grabadora.

Se golpea a sí mismo en la frente, pues sigue bastante nervioso ante la reacción del mayor y agradece que la noche hace que el cielo luzca mejor y le dé una mejor apariencia al lugar que él mismo ha adornado torpemente.

Camina un tanto inseguro a la puerta, para abrirla y que el rubio pudiese ver finalmente el lugar. Traga saliva con fuerza y evidente nerviosismo, sin embargo, sonríe.

— Tadá... ¿Qué te parece?

Xian Lu mira a su alrededor, parado en medio de todo aquel adorno, aprecia las luces de navidad que dan un ambiente romántico, lo cursi de la manta y los cojines y algo en su pecho se retuerce. Se siente cálido, sus mejillas arden y sus labios están ligeramente entre abiertos por la sorpresa.

— ¿Tú...? ¿Tú hiciste todo esto para... para mí? — una linda sonrisa se pinta en los labios del más delgado y mira dulcemente al menor — ¿En serio? —  suelta una risita y niega — ¡Te dije nada cursi, mocoso! ¿Por qué nunca me haces caso? —  se queja, poniendo ambas manos en sus caderas y mirándole con fingido reproche. — ¡Ash...! Este niño. —  masculla, deja caer sus brazos a cada lado de su cuerpo y suspira. Se acerca con lentitud hasta el pelinegro y en un movimiento rápido pasa sus brazos alrededor de la cintura del más alto, abrazándolo tiernamente, alza su cabeza para mirarlo directamente a los ojos y le regala su sonrisa más linda, una sonrisa única para el manager. —  Me gusta.

El pelinegro sonríe apenado, correspondiendo al abrazo del más joven y mirándolo a los ojos cuando sus miradas se encuentran.

— Me alegra que te agrade, porque... Verás, hyung, esto es lo menos romántico que pude hacer. Tuve demasiadas ideas para no hacerlo ver como una cita, porque creí que no querrías una y y y... – habla rápidamente, tomando aire para seguir hablando. — De verdad no sabía qué hacer, tuve que deshacerme de la idea de poner flores, porque Seokmin hyung lo sugirió y... Hubo tantas cosas... – agacha su cuerpo, para poder darle un mejor abrazo, sin pensar en lo hostigoso que pudiera llegar a ser. Hunde su rostro en el hueco del cuello ajeno y aspira su aroma, sintiéndose volver loco ante el mismo.

Cómo le gustaba ese chico.

»— De verdad, me rodean las personas más románticas, así que... Este es mi menor esfuerzo en ser así, aunque el mayor en hacer algo lindo para ti, así que... Disfruta de la vista. – se separa del cálido contacto de sus cuerpos, señalando a su alrededor.

El mayor ríe bajito y asiente.

— Tengo una linda vista, sí. — dice, pero no está viendo a su alrededor, sino que deja su mirar fijo en el pelinegro, le sonríe con coquetería y termina por guiñarle un ojo, ligeramente divertido. — Estás muy guapo hoy, mocoso. — alaga y aparta su mirada de él, se adelanta al menor y toma asiento sobre la manta, acomodando algunos cojines para estar más cómodo — ¿Eras así de guapo la primera vez que nos vimos? — cuestiona con cierto toque burlesco y luego mira al cielo, la noche despejada y el cielo lleno de estrellas, sonríe para sí mismo — Nadie nunca se ha tomado tantas molestias conmigo... ¿Qué pretendes, eh? ¿Quieres enamorarme? ¡Eso es muy cruel de tu parte! — bromea de buen ánimo, hace una seña al menor para que se siente junto a él, durando unos cuantos segundos en silencio, sólo viéndolo — Gracias... Jae

— ¿Enamorarte? Disculpa si no lo habías notado hasta ahora. – bromea, sentándose junto al de cabellera colorida, mirándolo de igual manera y sonriendo ante la manera en la que lo llama. — No tienes nada qué agradecer, hyung... Sólo quisiera que te sintieras cómodo conmigo y confiado y que este tipo de lugares no se vuelvan vergonzosos cuando queramos salir o... Eso. – cubre su rostro con brevedad, escondiendo el sonrojo que se formaba ante la torpeza que sentía que demostraba, para después tomar aire y mirarle nuevamente, sin decir nada, simplemente analizando las facciones de su rostro y sonriéndole de lado. — Ah, te ves lindo hoy, disculpa, me has impactado.

— Te dejé sin palabras, ¿eh? — alza sus cejas repetidas veces con diversión — Entonces supongo que valió la pena el esfuerzo. — Lu se recuesta más cómodamente en su lugar, sin dejar de mirar al menor — Que sepas que no fuiste el único que se esforzó hoy. Como no me dijiste nada sobre a dónde me llevarías ni que haríamos yo no sabía qué usar o cómo debía de arreglarme. — niega fingiendo estar completamente indignado — Siéntete especial, he puesto más atención a mi apariencia hoy de lo que alguna vez lo había hecho en mi vida antes. — lo apunta — Estoy especialmente bonito esta noche para ti, Seungjae... Sólo para ti.

El aludido sonríe orgulloso, como si su más preciada joya fuese el rubio frente a él, aprovechando para dar un vistazo más a su estilo de esa noche y suelta un suspiro, llenándose de felicidad.

Muy en lo profundo de su mente, imagina un par de noches más en las que Xianlu esté "especialmente bonito" para él en el futuro y suelta una leve risita, contento.

Recarga su cabeza en una de sus manos y se queda viendo su perfil, alumbrado por las luces amarillas y se atreve a acariciar ligeramente una de sus mejillas, para recostarse casi de inmediato de la misma manera que el mayor, cerrando sus ojos.

— Quiero decirte que sí, me has dejado sin palabras, porque Wow... No entiendo. – niega con su cabeza, pasando sus manos debajo de su cabeza y recostándose sobre las mismas, manteniendo sus ojos cerrados, mientras respira tranquilamente. — Hyung, gracias por ponerte bonito para mí hoy... Aunque siempre te veo así, sabes.

Lu siente sus mejillas arder ante el tacto del menor y la sonrisa tonta se rehúsa a irse de su rostro. Siente su corazón acelerado y cosas removiéndose en su estómago.

— Eish... Tan mentiroso — bufa, aunque no puede ocultar su buen ánimo o lo avergonzado que se siente por ser siempre halagado por el pelinegro. Se sienta nuevamente en su lugar para sacarse la chaqueta de cuero, la noche está fresca pero no hace la suficiente temperatura como para seguir usándola. La deja a un lado y vuelve a tumbarse sobre la tela, esta vez de lado para poder apreciar la silueta del menor. — ¿Sabes? Se me ha quedado mi cámara y es muy triste porque justo en este momento se me antoja tomarte una foto así — dice apuntándole vagamente con un gesto de cabeza. Entonces se acerca hasta el más alto, dejándose caer justo a su lado sin ningún centímetro que separe sus cuerpos y en el proceso ha sacado su celular. — No me gustan las cámaras de estas cosas, pero... Tomémonos una foto, ¿quieres? — pide con una media sonrisa tímida, apoyando su mentón en el hombro del menor para mirarlo directamente a la cara, sus rostros demasiado cerca, la mano con su teléfono reposando sobre el abdomen del otro muchacho.

— Yo no miento. — susurra divertido, sintiendo el peso ajeno en su pecho y abriendo apenas un ojo para verlo cuando menciona lo de su cámara y pregunta sobre tomarse una foto con él, asintiendo ante su petición y aprovechándose de la cercanía de sus rostros para robarle un besito en la punta de su nariz.

— Claro, tomemos una foto... Yo pedí que trajeras tu cámara, incluso podría haber sido tu modelo. — bromea.

— Lo sé, pero salí rápido... Ya sabes, estaba demasiado ocupado tratando de impedir que Miu y Nam te molestasen más de la cuenta y me pusiesen en vergüenza... Ellos están mandados a hacer para eso — forma una mueca con sus labios y arruga la nariz en señal de desagrado, se acomoda mejor junto al menor y le tiende el teléfono — Tómala tú, tienes brazos más largos.

Toma el teléfono entre sus manos y alza el brazo para encontrar un buen ángulo.

— Ellos no me molestan, descuida... Aunque si me ponen un poco nervioso, son demasiado extra a veces, ¿no? – ríe, acercando al mayor a su cuerpo un poco más, para poder estar lo más cerca posible y tener como excusa el que no cabían ambos en el marco de foto, esperando que Lu no le regañara a pesar de ser fotógrafo y aceptara estar tan cerca del pelinegro como éste quería. — Tu forma petite está bien... Sonríe, hyung. – canturrea, haciendo apenas un signo de "v" con dos de sus dedos, cerrando un poco sus ojos y tomando un par de fotos, sin esperar las muecas o poses del mayor.

— Casi todo el tiempo... — responde respecto a sus amigos, pero le resta importancia antes de sonreír para la foto y le indica al menor que tome otras pocas más. Por alguna razón se siente de humor para estar delante de la cámara esta vez. Imita el gesto del menor en la foto anterior, en otra hace un puchero adorable y en l última simplemente acerca más su cara a la del pelinegro, llegando a frotar su nariz con la suave y blanquecina piel de a mejilla del menor, casi ocultando la mitad de su rostro y por dejar un beso en esta justo en el momento en el que Seungjae toma la foto. — Esa me gusta. — susurra antes de tomar un poco de distancia y mostrarle la última foto donde el pelinegro salía claramente sorprendido por el gesto. Sonríe — Es linda... quizás la use después, ¿qué te parece? ¿Te gustaría que te la pase más tarde?

Aún un tanto impresionado por la repentina pose del mayor, asiente con su cabeza, mirando mejor la foto y sonriendo, calmando los músculos de su cara.

— Es linda... Déjame usarla también, cuando la pases, creo que la pondré en todos lados de mi teléfono. – bromea, tomando el teléfono y viendo las otras fotos que tomó. — Eres lindo, de verdad... La cámara te adora.

Lu ríe, sus mejillas ligeramente teñidas de rojo.

— Y yo la adoro a ella, pero para manejarla y estar siempre detrás. — le guiña un ojo con una sonrisa y vuelve recostarse a un lado del menor sin perder la cercanía anterior, pero tumbándose de lado para poder apreciarlo. — Tu sigues siendo feo... Lo suficientemente feo como para que W Corea te quiera como su modelo — bromea.

— ¡Lo sé! – expresa una combinación de victoria y satisfacción, imitando la posición ajena y girándose para verlo a los ojos. — W Corea sólo contrata modelos feos... Deberías ir a tomar algunas fotos, no lo sé. Incluso puedo invitarte a cenar si eso pasa y... Así. – sugiere, buscando torpemente una de las manos del más bajo, para dejar un par de caricias en su antebrazo, mientras conecta su mirada con la ajena.

— Lo siento, pero trato diligentemente de no mezclar mi vida personal con el trabajo... No sería justo para los demás modelos feos. — responde casual y le sonríe — Tal vez vaya a verte algún día, pero sin duda alguna no iré a fotografiarte... Arruinarías mis lentes, pero, suena tentadora la invitación a cenar. Voy a apuntarla en mi agenda y tal vez te haga tiempo entre mis proyectos.

Rueda sus ojos un tanto divertido y ríe bajito.

— Solo no mires a los modelos feos, hay algunos peores que yo. – suelta una leve carcajada. — Entonces, ¿me harás tiempo en tu agenda? ¿Qué tan especial debo sentirme? ¿Especial como "solo me pongo lindo para ti", o...? – toma una de las manos ajenas, pidiendo permiso con la mirada para entrelazar sus dedos.

El ya-no-tan-rubio completa la acción del menor, quedándose unos segundos viendo sus manos juntas.

— ¿En verdad crees que podría mirar a alguno de esos modelos súper feos que ni siquiera sabría si les llamo la atención o no y que, en su mayoría, tienen el ego por las nubes y se creen dioses griegos? — bufa como si aquello fuese lo más gracioso y ridículo sobre la tierra. — ¿Por qué lo haría si ya tengo a uno lo suficientemente feo y con su atención completa en mí? Eso sería muy tonto, Seungjae... No soy un chico tonto — sonríe coquetamente, porque sí. Había decido seguir el consejo de sus amigos y dejarse llevar un poco con el mocoso. — Deberías sentirte muy especial, estoy diciendo que tal vez llegue a dejar mis gatos un rato abandonados en casa y retrase o posponga un poco algún proyecto, sólo para ir a Corea, cenar contigo y pasar quizás un rato más en tu compañía... Aunque quizás me traiga a mis gatos conmigo, ¿eso te molestaría, Jae?. — la idea no le suena tan mal y sonríe porque una pequeña parte de él, la que considera estúpidamente imprudente, se ha ilusionado y hace que su corazón se acelere más de lo que quiere.

Finge estar pensando un par de cosas, mientras centra su mirada en sus manos unidas. Sonríe ligeramente y suelta un suspiro pesado.

— ¿Que si me molestaría que lleves a tus gatos contigo? Veamos... Un par de meses gustando de ti, un par de salidas recientes, una cita, planes a futuro... Tus gatos no me harían cambiar de opinión, ni me molestaría. Así como tampoco me molestaría el que dejaras de lado un poco tu trabajo, para que puedas visitarme y yo podría dejar un rato de lado mi trabajo para verte un rato, llevarte a cenar, a ver una película, estar echados en mi departamento... ¿Algo de eso te molestaría a ti, hyung? Además de mi perro, claro. – bromea, imitando la pequeña sonrisa coqueta que el mayor le había dedicado con anterioridad.

— Depende... ¿A tú perro le agradan los gatos? Porque no voy a someter a mis niños a un estrés innecesario. — comenta como si aquello fuese la mayor preocupación del momento. Suspira — ¿Ves lo que logras mocoso? Me estás haciendo hacer planes a futuro... Eish... — niega como si aquello de verdad le molestase, le asusta sí, pero es un miedo vigorizante tal vez. — ¿Sabes? Últimamente me han hecho muchas ofertas de trabajo en Corea... Ofertas importantes y muy beneficiosas — lo mira — Las he dejado pasar porque no tengo una razón por la cual irme realmente de mi país, estoy cómodo por allá... Pero quién sabe, quizás en un futuro sí haya una y ya no sea tan descabellado el querer establecerme ahí... — le sonríe dulcemente con las mejillas ligeramente sonrojadas y lleva su mano libre hasta el rostro del menor, lo acuna y deja una suave caricia en su mejilla.

Una carcajada ligera escapa de su garganta, mientras deja acunar su rostro y cierra sus ojos, tranquilo.

— A Bee le agradan todos, menos Seokmin hyung. – asegura con voz baja, tranquilizándose ante el tacto ajeno. — Hyung, no pienses en esto como algo imposible o... Loco, ¿sí? – acaricia la mano que estaba posicionada en su rostro. — Yo quisiera asegurarte que no lo es, que lo que siento es incluso más real de lo que te imaginas, solo... Dame la oportunidad de tratarte bien. Mejor de lo que lo han hecho antes. – dice casi en un susurro, manteniendo sus ojos cerrados, con el repentino miedo de ser rechazado esta vez.

Su corazón no había latido tan rápido desde la noche en la que estuvieron juntos, pues de verdad estaba más que enganchado con el mayor. Estaba loco, enamorado y lo único que temía, era que, si lo confesaba, que Xianlu le dejara ahí mismo, a plena luz de la noche, con todo lo que había ordenado para él.

— No puedo darte esa oportunidad, Seungjae... — dice en tono serio, sus ojos fijos en los del menor y su tono es bajo, — No puedo dártela simplemente porque nunca nadie me ha tratado como tú. — admite en tono bajito y aparta su mirada del menor sumamente avergonzado — Nadie jamás se ha tomado tantas molestias, ni se ha preocupado tanto por mí. Normalmente no me preguntan cosas personales y cuando lo hacen yo prefiero no responder y dejar la charla en un segundo plano... — hace un gesto con su mano, alejándola del rostro del menor. Xian Lu se separa de él, suelta su mano y se toma unos segundos para alejarse del menor. Se sienta a su lado, flexionando sus piernas y pegándolas a su pecho, las abraza y apoya su mentón en ellas. — Yo no sé lo que es que alguien te trate "bien" y es sumamente aterrador porque es un camino en el que estoy a ciegas, no sé nada y me cuesta confiar en los demás. Y sinceramente, no entiendo por qué tú te empeñas en ser diferente — suspira pesadamente, gira su rostro, recostando su mejilla sobre sus propias piernas y apenas lo mira su ceño se frunce un poco — ¿Por qué te gusto Seungjae-ah? ¿Me lo podrías explicar? Porque yo sinceramente no lo entiendo... Digo, eres un buen chico, en todos los sentidos. Eres atento, educado, detallista, callas cuando debes y hablas cuando se requiere, sabes expresarte y eres bastante maduro para tu corta edad. Tienes un buen trabajo, eres... como un muy buen prospecto para cualquier persona. Entonces... ¿por qué yo? ¿Por qué te has fijado en mí? ¿Por qué insistes en querer llegar a meterte bajo mi piel?

Debe admitir que se siente un poco asombrado por la respuesta ajena. Se siente pequeño y de repente sin aire, pues le ha dado un "no" como respuesta.

Rechazo, eso era a lo que le temía.

No piensa mucho, sólo se toma el tiempo necesario para responder mientras se sienta propiamente, con las piernas cruzadas en forma de indio y suelta un suspiro, negando con su cabeza.

— No quiero sonar demasiado viejo, o aburrido, o... Algo, pero hay proverbio que dice que, si te gusta alguien por su apariencia, no es que te guste, es que lo deseas; si te gusta alguien por su inteligencia, no te gusta, lo admiras, pero si no sabes por qué te gusta, entonces... Es el sentimiento correcto. – su voz suena bajita, casi como en un susurro. — Te diría que me gustas porque eres lindo, pero eso es sólo un extra. No me gustas por ser inteligente, aunque lo eres. En realidad... – hace una pausa breve, fingiendo pensar. — No sé por qué me gustas. Tampoco puedo entender el por qué lo haces, pero sé que quiero descubrirlo. Me fijé en ti, porque desde el momento en el que llegaste a la empresa, supe que quería estar cerca de ti, cuidarte, hacerte bien. Quiero decirte que todo va a estar bien y hacerte sentir seguro, porque después del tiempo que hemos estado juntos... Hyung, ya no quiero dejarte ir. – no había sido tan serio antes. Nunca había tomado una pregunta tan enserio como aquella y esperaba hacerse un cálido espacio en el corazón ajeno.

De verdad quería lograr entrar bajo su piel, así como él estaba haciéndolo en la suya.

Lu siente como su corazón se salta más de un latido y sus ojos arden porque sabe que se ha puesto demasiado sentimental y sensible para su propio bien. Su respiración se entre corta y un pequeño jadeo se queda atorado en su garganta al igual que la mayoría de sus palabras.

Las palabras del pelinegro hacen eco en su cabeza y en su corazón desbocado, siente también como una emoción que no es capaz de reconocer crece en su interior y lo impulsa a llegar hasta donde está el pelinegro sentado como indio e invadir su espacio personal, atrapándole en un abrazo que lo obliga a hacerse un hueco sobre el regazo del menor porque siente una indescriptible necesidad por tenerlo cerca y saber que él es real. Que ese chico dulce existe y no es producto de su imaginación.

Cierra sus brazos alrededor del cuello del menor, apoya su rostro contra su hombro y cierra los ojos, aspirando profundamente varias veces. Deja que el perfume del pelinegro lo maree y calme un poco esas inmensas ganas de llorar que tiene.

— ¿Por qué siempre que salgo contigo termino llorando? — replica vagamente, sintiendo la humedad en sus mejillas. Esconde su rostro contra la piel de su cuello blanquecino y suspira — Me traes tan mal Seungjae-yah que dé a ratos me gustaría echar el tiempo atrás y nunca haber aceptado ese trabajo con Seokmin-ssi en primer lugar. — roza su nariz en una especie de caricia contra su cuello y vuelve a encogerse como un niño pequeño que busca refugio — Te estoy odiando en este preciso momento porque no sé cómo actuar contigo y no sé si debo dejarme hacer o si debo salir corriendo y alejarme lo más posible de ti.

Seungjae suelta una leve risita aliviada cuando lo tiene entre sus brazos y lo aprieta entre los mismos, hundiendo su rostro en uno de los hombros del mayor.

— No es mi intención hacerte llorar, lo sabes... — explica, dejando leves caricias en su espalda. — No quiero que me odies, ni que te arrepientas. Ojalá pueda cambiar eso y que te sientas como yo después... No te haré daño, hyung, es lo que menos quiero hacer, así que... Quédate, por favor. No te pediré que aceptes ahora ir más rápido, o que digas que me quieres en tu vida, como quiero estar, pero si te pido que al menos te quedes disfrutando conmigo el momento y... Eso. — comenta, sin despegarse del abrazo.

Lu alza su cabeza y se separa lo suficiente sólo para mirarlo a los ojos. Muerde sus labios con fuerza y niega efusivamente con la cabeza.

— Si tú t-te atreves a h-hacerme daño siquiera con... son la más mínima de las, de las estupideces yo... Yo en serio, en serio voy a matarte — habla con cierta dificultad, toma un par de respiraciones para tratar de sosegar un poco sus sentimientos y sube sus manos al rostro del menor, acariciándolo con delicadeza, como si aquello fuese lo más frágil del mundo, como si temiese que aquello fuese sólo un espejismo, algo maquinado por su mente, un producto de su creativa imaginación. — Tenme paciencia, ¿sí? — pide en suave susurro acercando su rostro un poco más al contrario — No quiero hacer promesas que no pueda cumplir — musita y su vista baja hasta los finos labios del menor — Y yo... realmente no tengo mucho más que un corazón roto para ofrecer, ¿en serio será eso suficiente para ti? – cuestiona, pero realmente no le da chance de responder y lo besa.

Sigue el beso, con un poco de sorpresa al inicio, con una respuesta en la punta de su lengua, que pronto se desvaneció al sentir los labios contrarios sobre los suyos.

Se siente especial para el mayor, agradece que él esté pidiéndole paciencia, que esté ofreciéndole su corazón roto y claramente se aseguraría de reparar éste.

De hacer feliz a Xianlu.

Sus manos rodean la cadera del más bajo, pegándolo un poco más a sí mismo, mientras con sus pulgares, deja caricias sobre la ropa ajena. Despegando sus labios un poco, para dejar un par de castos besitos más en los labiales del mayor.

— Voy a cuidarte y... A reparar tu corazón, confía en mí al menos un poco, por favor.

Con la respiración agitada y el corazón a un billón por hora el chino pega su frente con la del menor y asiente efusivamente. Su nariz roza con la contraria y está tentado a seguir besándolo porque es mucho más fácil eso que hablar de sus sentimientos.

Lo hace. Deja una serie de besos cortos en los labios ajenos, besos castos y furtivos, besos que son muy cortos para ser enserio pero que al mismo tiempo pesan mucho. Se separa por la falta de aire.

— Está bien... — susurra con la voz en un hilo, abre sus ojos sólo para fijarlos en los de Seungjae — Yo... Tú... Sólo... — vuelve a cerrar sus ojos, sintiéndose incapaz de terminar alguna frase, se toma unos segundos para respirar, dejando caricias en el cuello y la nuca del menor, donde están sus manos — Por favor no me lastimes... Yo no... yo no podría soportar una herida más — admite en lo que es una súplica muy rota y vuelve a abrir sus ojos para enfrentarse a todo — Por favor, por favor no lo vayas a hacer...

Un par de besos y suspiros después sonríe bobamente ante la respuesta del de cabello colorido.

Las caricias en su cuello y rostro se sienten tan cálidas. No le dan ganas de que se detenga y quiere pasar la noche recibiendo ese tipo de cariño del mayor. Se siente en paz, tranquilo.

— Hyung, herirte es lo que menos quiero... – alza una de sus manos para acariciar una de las mejillas del rubio. — De verdad, espero poder permanecer a tu lado un buen tiempo. – le sonríe, robando un casto beso de los labios contrarios. Fugaz.

Xian Lu sonríe que aquella forma tan entrañable y dulce que sólo ha mostrado cuando está con él. Frunce sus labios, se relame y se acerca tímidamente, por muy irónico que sea, y deja un suave y prolongado beso en la mejilla ajena. Sintiéndose realmente cómodo y seguro, así como estaba, entre los brazos del menor, con sus caricias y sus besos.

— ¿Y vas a mimarme? — ríe bajito, avergonzado, pero lo mira con la cabeza ladeada y una sonrisa infantil — ¿Qué más has preparado para esta velada?

Acomoda su cabello un tanto divertido, pasando su mano por cada mechón colorido y acomodándolo en su lugar, mientras desliza su mano por una de sus mejillas, hasta poder acunarla entre la misma, asintiendo con su cabeza.

— Voy a mimarte, como si tú fueras menor que yo, el más joven, el bebé. – ríe, haciendo leves cariños en su cabeza. — En realidad... No preparé mucho, estaba demasiado preocupado de que no quisieras que fuera una cita, que me he encargado de no hacerlo taaan romántico, cursi y sólo traje la música y un par de botellas de jugo. Recomendación de Seokmin hyung. – ríe una vez más, señalando una caja con los jugos que ha traído, tras de ellos.
chenyeol.
chenyeol.


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Mensaje por chenyeol. Sáb 17 Feb 2018, 1:50 am


.
fer.


Capítulo 10 ; parte cuatro.


Boo Seungjae.


— No sé por qué, pero creo que me gusta esa idea... Igual yo me veo menor que tú. — le saca la lengua infantilmente para luego inclinarse fugaz sobre los labios ajenos y volver a besarlo. Mira la caja con los jugos que le ha señalado con anterioridad y ríe sintiéndose ligeramente conmovido — Igualmente es mucho más de lo que me esperaba, es lindo Seungjae... Todo es esto ha sido realmente muy lindo, así que... ¿de qué sabor son los jugos?
 
— Hyung, me gusta besarte. – finge molestia, aunque después ríe bajito, acercándose a alcanzar la caja con los jugos y sacando un par de cajillas diferentes colores. — Naranja, fresa, manzana y uva... Éstos van con tu cabello. – señala el rosa de fresa y el morado de uva, dejando los otros dos en la caja más grande de dónde los sacó. — ¿Cuál quieres?
 
Lu siente sus mejillas arder ante la confesión del mocoso, muerde sus labios y se acomoda mejor sobre el regazo del chico porque se rehúsa completamente a separarse de él.
 
— Quiero el de uva — toma la caja morada y sonríe — A mí también me gusta besarte — admite en un bajo susurro, con las mejillas rojas llevando inmediatamente después la pajilla hacia sus labios para beber un poco del líquido saborizado — Y que me abraces... — agrega pues el pelinegro ha dejado de hacerlo cuando ha buscado los jugos, formando un puchero con sus labios.
 
El más alto suelta una risita cuando coloca la pajilla en la caja de jugo de fresa y antes de beber de ésta, coloca uno de sus brazos alrededor de la cintura contraria, acercándose a depositar un pequeño beso en la quijada ajena, cerca de su barbilla.
 
— Sí, definitivamente voy a mimarte demasiado, hyung. – confiesa, haciendo su cuerpo ligeramente hacia atrás, para poder ver mejor al chico sentado en su regazo, sonriéndole con admiración.
 
— Yo gustoso. — sonríe acurrucándose contra el amplio pecho del pelinegro y bebiendo de su cajita de jugo como si de un niño pequeño se tratase — ¿Qué tal está tu jugo de fresa?
 
Deja leves caricias en la espalda contraria, bebiendo un poco más de su jugo y agachando su cabeza para encontrar su mirada con la del mayor.
 
— Está rico... ¿Quieres probar? – no lo deja responder. Bebe un poco más de su jugo, lame sus labios intencionalmente, aunque no con exageración, y alza la barbilla ajena, con la mano que antes estaba en la cintura de este, encontrando sus labios con los más delgados, dibujando una sonrisa victoriosa en su boca durante el beso.
 
Xian Lu ahoga un suspiro contra los labios que lo apresan y se deja hacer con ese beso dulce y de sabor a fresa. Es lento, intenso y profundo, pero sin segundas intenciones; es simplemente maravilloso y lo deja sin aliento cuando el menor se separa.
 
— Está rico... — asiente — No me molestaría seguir probando — muerde sus labios y mira con detención los ojos oscuros de su dongsaeng antes de volver a cerrarlos y volver a fundirse en otro beso con él.
 
— Sigo sin encontrar el sabor de uva en tus labios... – se excusa, dejando su cajita de jugo de lado y abrazándose al más delgado, cerrando sus brazos alrededor de su espalda y pegándolo más a su cuerpo.
 
Su corazón late rápido y no le importa el poco aire que queda en sus pulmones; se las arregla para respirar entre el beso y seguir con el mismo, hasta cierto punto en el que su pecho duele y debe separarse un poco, uniendo su frente con la del de cabello colorido.
 
»— ¿No quieres beber un poco más de eso? Creo que el jugo me gusta más de tus labios que de la cajita. – bromea, alcanzando su bebida y sorbiendo por la pajilla una vez más.
Con una suave risita que se convierte en un intento de gruñido y las mejillas rojas, Xian Lu golpea la frente del menor con dos de sus dedos.
— Eish... — rueda sus ojos, deja caer sus manos hacia la espalda del menor y ladea su cabeza, echándose un poco hacia atrás sólo para permitirse el gusto de verlo a detalle. Sube una de sus manos de nueva cuenta hasta el rostro del pelinegro tomándolo por la barbilla, delinea con su pulgar el labio inferior del menor mientras relame los suyos propios. — Tentador... Pero creo que me ha gustado más el sabor del jugo de fresa así qué... — deja la frase inconclusa y en lugar de terminarla con palabras lo hace volviendo a besarlo.
Divertido, aunque bastante tentado al seguir el beso, abraza el cuerpo contrario con ambos brazos, apretándolo a sí mismo y una vez ha separado su rostro un poco del del mayor, deja un beso fugaz en sus labios, separándose al instante.
— ¿Sabes que igual terminaremos besándonos, no? – ríe, interrumpiendo su momento con un comentario tonto, aunque le interrumpe antes de que pueda hablar para besarle una vez más, sin muchas ganas de mantener una plática, pues ha encontrado una mejor en los labios del fotógrafo.
Después de un rato en el que su tema principal, eran los besos, Seungjae se detiene, haciendo caricias en sus mejillas y admirando lo lindo que se veía, sin poder superarle.
— Hyung, ¿quieres hacer algo en especial? Podemos... Regresar a la habitación, si quieres, quiero que hagamos algo mañana, también lo tengo preparado. – susurra, como si fuese un secreto.
Xian Lu ríe, enarcando una de sus finas cejas.
— ¿Es nuestra primera cita y ya quieres llevarme a la habitación? — el mayor niega, fingiéndose ofendido y decepcionado — Seungjae, no me esperaba eso de ti... — suspira dramáticamente y después sonríe. — ¿Te quedarías conmigo esta noche? — pregunta, ha dejado de bromear sólo para mirarlo con una sonrisa tímida y las mejillas nuevamente sonrojadas
El menor se sonroja con intensidad, negando con su cabeza y riendo bajito.
— ¡No, hyung! Era a tu habitación... Perdona. – sigue riendo nervioso, haciendo al mayor de lado para poder levantarse y ayudarlo después. — Me quedaré contigo, claro, ¿quieres que vayamos ya?
— Independientemente de cómo lo digas, sigue sonando mal Jae — lo mira divertido y acepta su ayuda para levantarse — ¿Pedimos algo de comer para que no los lleven a la habitación? Tengo hambre — musita con una mueca antes de colgarse del brazo del pelinegro.
Las mejillas del menor se sonrojan intensamente y niega con su cabeza, tomando al mayor de la mano y sacudiendo su ropa, por si acaso se había ensuciado un poco.
— Yah, hyung... No lo había pensado así, eish. – se queja, entrelazando sus dedos con los contrarios. — No suena mal, comida en la habitación. Está bien.
— Eres tan dulce. — ríe — Cuando te avergüenzas y tus mejillas se ponen rojas por estas cosas es como que... Me dan muchas ganas de corromperte. — vuelve a reír inocentemente y juega con sus manos unidas, balanceándolas con un poco más de fuerza de la necesaria — Ah, tan lindo...


Lee Seokmin.

Él había sido el loco que rentó el restaurante, pues, a diferencia de Seungjae, no le importaba mucho si era demasiado. Sabía que a Namwook le gustaría, pues su personalidad y las cosas que tenía planeadas, encajaban bastante bien.
— Disculpa la molestia de tener que hacerte trabajar fuera de turno… – se disculpa con la pelinegra, haciendo una venia educada, en forma de disculpa.
Ella niega, sonriente, imitando su acción.
— Es un gusto para mí, Seokmin-ssi. – asegura, causando una sonrisita en el aludido.
Camina lejos de Akame, tomando asiento en una de las sillas de la mesa que usarían y verifica que todo esté en orden.
Su camiseta está lisa, su frente no está sudorosa y definitivamente, su sonrisa es estable. Sus labios no tiemblan y se siente feliz por ello.
»— Se ve bien, no hay de qué preocuparse. – interrumpe la chica, alzando uno de sus pulgares antes de servir un poco de agua en la copa del más alto. — Beba un poco, se le secará la garganta. Namwook oppa es demasiado agradable cuando la impresión del lugar se haya esfumado. – ríe bajito, señalando el restaurante a su alrededor.
Seokmin agradece con una tímida sonrisa y suelta un suspiro, bebiendo de su vaso de agua.
Akame se retira, corriendo por el pelinegro, haciendo una mueca de sorpresa ante su atuendo.
Seokmin entiende aquella expresión, pues era verdad que el más bajo se veía bien con cualquier cosa que usara y una camisa blanca, con las mangas abotonadas a tres cuartos de su brazo, pantalón negro casual y un par de zapatos le favorecía de más.
Estaba tan guapo, que Seokmin podría llegar a necesitar un balde para dejar que su saliva se derramara.
— No entiendo cómo no babeas de verdad. – bromea, sentándose en la silla frente al más alto, con su ayuda, claro. — Sé que soy guapo, pero por favor, Seokmin… Mantén discreción.
El ya reconocido como “Yoda”, ríe bajito, volviendo a sentarse en su respectivo lugar y acomoda su camisa una vez más.
— Bueno, me controlo, no puedo dejar que mi enamoramiento sea evidenciado. – Namwook ríe, a pesar de que sabe que no es una broma y Lee se siente más aliviado de que no se comente nada más de aquella oración mal formulada.
De verdad, iba de mal en peor con su torpeza y… No le daba tanta vergüenza con el más bajo. ¿Era una buena señal?


Li Shaoran.

Esta vez, su abrazo se sentía más fuerte y la cama menos incómoda.
Estaban recostados en la cama del abogado, abrazados como si no quisieran separarse por un largo tiempo, mientras ambos se susurraban miles de “te quiero”, con más confianza.
Jaeho teme que mañana ese encanto se termine, pero al menos se queda un poco seguro de que esa noche, le tendrá a su lado.
— Shao… – escucha, hace un “hm” como respuesta, mientras besa uno de los hombros del abogado, provocándole una leve risita. — Akame tiene dos meses.
El más pálido se levanta de golpe en la cama y sonríe ampliamente, alzando sus brazos, pues, aunque no es mucho tiempo, es lo necesario para que su hermana no pase tanto tiempo separada de casa y con demasiado peso sobre sus hombros.
— ¡Jaeho! – chilla, dando pequeños saltos en la cama, como niño pequeño.
Se acerca repentinamente al mayor y llena su rostro de pequeños besos; sus mejillas, su frente, sus labios.
»— ¡Eres el mejor! Te amo. – susurra, antes de besar nuevamente sus labios de manera fugaz y echarse a reír nerviosamente cuando cae en cuenta de lo que ha dicho. — Te quiero. Te quiero mucho.


Boo Seungjae.

Mientras caminan a la habitación del más bajo, el de mayor estatura intenta calmarse para bajar el sonrojo de sus mejillas, pero las palabras ajenas sólo logran ponerlo un poco más sonrojado, pues le pesaba que mencionaran o notaran aquella cualidad en él.
— Basta, hyung... Seré menor, pero no un bebé. No soy lindo, si acaso, atractivo. – se deshace de la "timidez" y pone una cara un tanto más engreída; presumida.
Xian Lu rueda sus ojos y lo mira divertido.
— Eish... ¡Eres un niño muy lindo! — se burla, deteniéndose por un par de segundos y luego volviendo a caminar — Verás, mi querido y adorable Seungjae, no es que yo te vea como un bebé realmente... Si lo hiciese, entonces no te besaría como lo he hecho antes, ni de ninguna forma... Tampoco estaría aquí... — hace un gesto para restarle importancia y con su mano libre aparta un par de mechones de su cabello colorido que le molestan en el rostro — Pero me gusta cuando tus mejillas se pintan de rojo y te avergüenzas porque de pronto le he encontrado doble sentido a lo que dices cuando no algo como eso no ha pasado por tu cabeza... Es... demasiado tentador. — se muerde el labio inocentemente, aunque su forma de barrerlo con la mirada no sea nada pura e inocente.
Ésta vez, es el pelinegro el que ríe un poco bajito.
— Creí que las cosas irían lentas y ya estás deseándome, hyung. – alza su barbilla con un poco de superioridad. — ¿Cómo ayudarte? Sé lo que provoco en ti. – bromea, deteniéndose y deteniéndole un breve instante, para reírse frente a él y dándole un pequeño y rápido beso en su frente, para volver a tomar su marcha.
— ¡Ah, arruinas el encanto con sólo abrir tu bocota! — suspira dramáticamente, ríe al igual que él — Pero te dejaré estar, no voy a machacar tu ego en este momento — se encoge de hombros restándole importancia. — Además, el que nos tomemos las cosas con calma realmente no me impide tener ciertas anhelaciones... — tararea dulcemente, alzando su mirada color miel hasta él. — Hasta te resulta beneficioso...
— ¿Resultará beneficioso el que tengas anhelaciones? No entiendo, ¿cómo me beneficiaría si no las conozco, eh? – molesta un poco, dándole un leve empujoncito con su codo, para después soltar su mano y abrazarlo por los hombros. — No, sabes, olvídalo... No dije eso. – bromea, sonrojándose un poco. — De todas maneras, gracias por no bajarme de mi nube de amor a mí mismo.
— De nada. — le regala una sonrisa entrañable, cerrando sus brazos alrededor del torso del menor, luego su sonrisa se tiñe de malicia — Yo podría contarte mis anhelaciones justo ahora, pero, preferiría esperar un poco y llegar a tener la confianza como para que en vez de narrarlas, me dejes llevarlas a cabo. — le guiña un ojo con picardía, subiendo una mano hasta su pecho, dejando vagar sus dedos sobre él, trazando figuras inconclusas.
Rueda sus ojos, riendo bajito y hace un ademán con su cabeza para que continúen su marcha.
— Basta, hyung... Que la confianza será lo que menos me importe después. – bromea, acomodando el cuerpo del mayor, para volver a su caminata a la habitación de este. — Mejor hablemos de otras cosas, de verdad, o preferiré no quedarme en tu habitación. – hace un par de muecas indescriptibles con su rostro y termina riendo una vez más.
Xian Lu se le une y niega divertido.
— ¡Bu! — se queja alargando la "u" — ¡Qué aburrido eres! Ya ni me dejas fastidiarte — hace un puchero y vuelve su mirada al frente prestando atención a lo demás a su alrededor. — ¿De qué quieres hablar? — pregunta — Aprovecha que estoy más receptivo que nunca... — bromea
Lo abraza más a sí mismo, sincronizando sus pasos y suelta un suspiro pesado, rascando su barbilla.
— No tengo tema alguno, solo me gusta platicar contigo... Hm, ¿hay algo que te guste hacer, además de tomar fotografías y demás? – pregunta, insaciable de conocer más del mayor.
Lu parece pensárselo bien, en lo que se acurruca más cómodamente contra el más alto y siguen caminando.
— Hmm... — duda — Me gusta cantar... — cnnfiesa — Aunque probablemente lo haga terrible porque hace mucho que dejé de hacerlo.., De adolescente era una de las cosas que más me gustaban, incluso llegué a sopesar la posibilidad de ser idol, luego recordé que soy gay, que mi padre quería que estudiara leyes o economía, y que personalmente me gusta disfrutar de mi espacio y soledad y ser famoso viene indisolublemente ligado al acoso de los seguidores y se me pasó... Pero sí, iba a clases y todo y bailaba... — Xian Lu suspira con cierta melancolía...
— ¿Bailabas? – acaricia el hombro más cercano a su mano. — No te ves como el tipo que baila, eh, de hecho, luces muy tieso, como que no te pega esa onda. – bromea, agitando un poco el cuerpo ajeno y ríe, deteniéndose de repente frente a la puerta de la habitación del mayor. — Sin embargo, tienes una linda voz, como que si te queda el canto. – añade, mirando la puerta con un poco de timidez y ríe bajito. — ¿Crees que tus amigos sigan allá adentro? – dice casi en un susurro, como si temiera que con cualquier ruido estruendoso o fuera del rango normal de voz, Aimiu o Namwook salieran de la habitación del antes rubio.
— ¡Yah! — se queja golpeándole el hombro. — ¡No soy tieso! Aunque te parezca increíble sí bailaba, y lo hacía muy bien... Lo sigo haciendo. — se cruza de brazos sobre su pecho, alzando su mentón con orgullo. Luego mira hacia la puerta y niega — Nah, esos dos ya se fueron. De estar ahí adentro, ya se hubiesen asomado. — comenta.
Soba su hombro un poco, en el lugar que el más abajo había golpeado y ríe nuevamente.
— Yah, tendrás que demostrármelo alguna vez, yo también bailo. – presume, haciendo un ademán con su cabeza, para que Lu abriese la puerta de su cuarto. — Adelante, entonces... Es tu habitación.
— No quiero. — gruñe, toma su tarjeta y la pasa por la cerradura de la puerta — ¿Por qué debería mostrarte? Sólo te estás burlando de mí. — pucherea infantilmente adentrándose en su cuarto y dejando la puerta abierta para que el pelinegro pase. Agradece mentalmente a sus amigos porque al prender las luces la habitación está ordenada y no es el desastre de ropa y productos de cuidado personal que era antes de salir de ahí.
— No me estoy burlando de ti... ¿Has escuchado el "ver para creer"? Bueno, aplicaremos uno de los refranes de la vida. – bromea, acariciando suavemente una de las mejillas del más pálido, rozando su puchero con uno de sus pulgares. — Así te doy a cambio una de mis fotos arcoíris y el privilegio de pintar mi cabello del color que quieras... Tentador, ¿no? – alza sus cejas y las baja constantemente, a ritmo rápido.
— ¿Del color que yo quiera? — el chico de cabellos coloridos enarca una de sus cejas, dejándose hacer con la caricia del pelinegro — Hmm... Tal vez me lo piense. — sonríe apenas — Lo consultaré más tarde con la almohada. — le guiña un ojo y termina por tomar cierta distancia del pelinegro. — ¿Qué quieres ordenar? — pregunta acercándose la mesita de noche donde descansa el teléfono de la habitación. — ¿Te quieres cambiar por algo más cómodo? — cuestiona descolgando el aparato. — Te dejo husmear en mi armario si gustas cambiarte... Si consigues algo que te quede, y de paso me buscas algo a mí — le sonríe
— Del color que tu quieras. – asegura, caminando hasta el lugar señalado por el mayor y busca algo lo suficientemente grande para él y cualquier prenda cómoda para el más bajo.
Agradece que haya un par de prendas holgadas en uno de los cajones del de cabellera colorida y los usa, vistiéndose ágilmente en el baño, sirviéndole de mucho haber vestido una camiseta cómoda.
— Aqui tienes, algo cómodo para ti. – le tiende las prendas que ha conseguido, hablándole en voz baja, pues seguía con el teléfono entre sus manos. — Quiero fideos de frijoles negros. – habla un poco más alto, dejándose caer en la cama ajena.
El chino toma las prendas sin prestarle mucha atención y pide su comida. Cuelga poco después, se mete al baño para cambiarse, cuando sale observa al pelinegro en su cama y se muerde los labios, sintiendo un cosquilleo absurdo en todo su cuerpo.
Camina hasta llegar a su lado y se acomoda sobre el colchón despreocupadamente.
— Está bien... — dice — Pero quiero la foto arco iris como pago adelantado.
Seungjae rueda sus ojos, ríe bajito y a la vez, saca su móvil de los bolsillos del pantalón que usaba, desbloqueándolo y buscando entre su galería de fotos.
— Bien, pero si te burlas, será la última vez que nos veamos. — bromea, señalándolo con uno de sus dedos índices, volviendo a su búsqueda. —Tenía entre diecisiete o dieciocho años, así que no me juzgues. — aclara cuando recién encuentra la foto y después de soltar una risita, se la muestra al mayor, cubriéndose los ojos y el rostro con ambas manos, dejando el celular de lado y cubriéndose más con una de las almohadas de su hyung.
Lu toma el teléfono entre sus manos y mira la pantalla con cierta ilusión.
— ¡Ay! ¡¿Por qué te miras tan adorable?! — ríe y mira al pelinegro por un instante — Te voy a robar la foto... ¡Eras una ternurita! — su voz suena genuinamente divertida y aniñada pero cumple con lo que está diciendo y antes de que el pelinegro pueda quitarle el teléfono o decirle que no, ya se ha mandado la foto a su celular. Deja el teléfono el pelinegro sobre el colchón y toma el suyo de la mesita de noche a un lado de la cama, abre la foto y se la muestra — Creo que me acaban de flechar. — bromea — Te veías tan dulce...
— Yah, hyung... — ríe, mirando apenas la foto en el teléfono ajeno y vuelve a cubrirse con la almohada. — Es de las fotos más vergonzosas que tengo, no la divulgues. — se recompone, sentándose en la cama y acomodando su cabello negro, peinándolo de costado. — Menos mal crecí mejor de lo que estaba haciéndolo. — ríe bajito una vez más, dejándose caer nuevamente sobre las almohadas.
Xian Lu lo mira aún divertido y con una sonrisa y niega. Gatea por el colchón hasta el cuerpo del pelinegro y termina por montarse a horcajadas sobre él. Se inclina sobre su pecho, apoyando sus brazos flexionados sobre este hasta dejar su rostro muy cerca del contrario, lo mira detalladamente y luego la foto en su teléfono.
— Sinceramente, me gusta el niño de cabellos arco iris. — dice, suelta el aparato y se acerca un poco más al rostro del menor — Aunque... el niño de ahora, tampoco está mal. — ríe coquetamente antes de pegar sus labios en la mejilla del pelinegro y dejar un beso ahí.
Hace que sus rostros vuelvan a quedar frente a frente, sonriéndole apenas y acariciando una de sus mejillas, acunando su rostro entre su mano y subiéndola para poder acomodar un par de mechones de cabello púrpura en su lugar.
Acaricia delicadamente cada facción del rostro ajeno, descubre cada lunar bajo la capa de maquillaje en su rostro y sonríe, cuando mira lo lindo que se ha puesto para él esa noche. Se siente orgulloso y feliz de tenerlo a su lado esa noche y suelta un suspiro pesado.
— Hyung... — dice casi en un susurro, volviendo a acunar su rostro. — Hm, gracias. — deja un casto besito en la frente ajena, pasando su otra mano por los costados de su cuerpo, deteniéndose en uno de los muslos contrarios.
Lu ladea su cabeza casi como un cachorro confundido. Sonríe.
— ¿Por qué me estás agradeciendo? — pregunta, sus manos acariciando la pálida piel de su cuello de arriba hasta abajo, donde sus dedos definen las clavículas contrarias y vuelven hasta la parte superior. Suspira —  No hay nada que debas agradecer —  susurra en tono quedo acercando su rostro hasta la piel contraria, remplaza las caricias de sus manos por las de sus labios, baja estas hasta el pecho del pelinegro para poder mantenerse mientras reparte pequeños besitos por todo el mentón, cuello y clavículas del pelinegro.
Cierra sus ojos ante cada beso y caricia que el mayor le brinda y sonríe entre cada uno de éstos, tomándolo por las caderas y buscando encontrar su mirada con la contraria.
— Agradezco porque bueno... Eres genial, hyung y... Me siento feliz solamente, si quieres no digo más nada de eso. – bromea, casi susurrándolo, pues aquellos besos en sus clavículas y cuello le gustaban; le agradaban como para soltar uno que otro suspiro entre cada palabra que decía, intentando no verlos como algo peligroso para su organismo.
Xian Lu ríe y se permite sentirse encantado por poder escuchar los suspiros del pelinegro.
— Ya sé que soy genial — se incorpora apenas unos instantes para mirarlo, le sonríe dulce y vuelve a su tarea de repartir besos solo que eta vez inicia por el rostro del menor. Besa sus mejillas, besa sus labios, besa su nariz, su frente, su cien, su mandíbula hasta regresar a su cuello y clavículas. — Eres tan lindo, Jae... — susurra contra su piel y muerde suavemente — Me agradeces cuando soy yo quien debería hacerlo... Dices cosas como que te sientes feliz estando conmigo aun cuando yo soy tan ambiguo e incongruente contigo. Me gusta eso de ti...— habla en tono bajo y quedo, entre besos y suaves caricias. Se aleja muerde sus labios y alza su rostro sólo lo suficiente para mirarlo directamente a los ojos, toma una respiración profunda como para armarse de valor. Puede sentir su corazón palpitar en sus oídos y sube sus manos hasta las mejillas del menor, acunando su rostro entre ellas. — Me gustas. — admite y es completamente consciente de que sus mejillas se han puesto más rojas de lo que alguna vez en su vida las ha tenido. También sabe que es algo que podría ser obvio por cómo ha estado besándolo y saliendo con él pero una cosa era darlo por sobre entendido y otra muy distinta era manifestarlo en persona, en voz alta y delante del mocoso pelinegro. — Tú... Tú realmente me... me gustas... — balbucea y baja su mirada — Yo sólo... sólo quería que... que te quedara claro. — susurra
Siente una inmensa felicidad en aquel momento. Su corazón late más rápido de lo normal y también se sonroja intensamente, pues había estado callando un par de salidas lo mucho que el rubio le gustaba; le prometió que no lo diría, que tomaría las cosas con calma y, que el de cabello púrpura y rosado estuviese diciéndole que le gustaba, le hacía sentir tan bien. Como nunca se había sentido.
Estaba casi completo.
— Hyung. – acuna el rostro del mayor entre sus manos y se acerca con lentitud hasta sus labios, para besarlos cortamente y sonreír entre la unión de ambos. — También me gustas y mucho. – un escalofrío recorre su cuerpo ante la mención de aquellas palabras, pues decirlo, se sentía aún mejor que sólo pensar que aquél pálido chico le gustaba. Y no solo eso; le encantaba.
Lu sonríe ampliamente dispuesto a volver a besarlo cuando llaman a la puerta y muy a su pesar tiene que despegar su cuerpo del pelinegro.
— La comida... llegó. — resopla levantándose de la cama, va a hasta la puerta y abre, deja que el encargado meta el carrito con la comida a la habitación y lo despide de inmediato. Se gira para ver al manager, forma un puchero. — ¡Ah! Nos han cortado el momento. — se queja con cierto humor regresando a la cama pero sentándose a un lado de él — Yo que iba a besarte... Supongo que será después de la cena
— Bueno, a mí no me molesta que nuestra sesión siga después. – guiña uno de sus ojos, acercándose al mayor y pellizcando suavemente una de sus mejillas, buscando el platillo que había pedido, junto con un par de palillos para comenzar con su cena. — Mañana me las arreglaré para que Seokmin hyung salga de nuestra habitación y quizá te invite un rato conmigo... ¿Qué dices?
Xian Lu sonríe, las mejillas rojas otra vez, está avergonzado más se escuda con la comida y con las mejillas llenas e infladas asiente con la cabeza.
— Sí quiero — musita con la boca semi-llena.

Li Akame.

Por la mañana, su turno en el trabajo fue tranquilo y no tan pesado, pues le dieron salida antes por haber ayudado la noche anterior con la cena de Seokmin y Namwook. La que esperaba que hubiera salido bien.
Dongmun le había invitado a salir unos minutos antes de que terminara de limpiar unas mesas y estaba casi en pánico, pues había mencionado algo sobre un restaurante elegante y… Estaba segura de que había empacado de todo, menos vestidos.
Ahora que lo pensaba… No recordaba la última vez que había usado uno.
Estaba nerviosa, no sabía qué usaría. Estaba cien por ciento segura de que no había vestidos elegantes en su closet; mucho menos, en lo que había traído a bordo, aunque su única alternativa y su mejor ayuda; su casi amuleto de la buena suerte, era Hana y esperaba encontrarla pronto. Aprovecharía el tiempo con su mejor amiga y saldría beneficiada para su cita con Dongmun.
Toma asiento en una de las mesas que había recién terminado de limpiar y deja caer su cabeza, descansando un poco, esperando que de milagro Hana decidiera aparecerse a tomar el almuerzo, o comida.
Hana deambulaba por el crucero, como siempre buscando algo interesante para hacer. Es así como termina pasando por el lugar de trabajo de su mejor amiga, a quien ve recostada en una mesa así que decide acercarse.
—Akame... —le llama antes para no sorprenderla demasiado —¿Está todo bien? —le pregunta con cierto aire de preocupación, poniendo una mano en su espalda.
La aludida alza su cabeza, asintiendo con la misma y soltando un suspiro pesado.
— Eres mi ángel salvador, unnie, de verdad. – finge lloriquear, haciendo que la castaña tome lugar junto a ella en la mesa del restaurante. — Saldré... A cenar con Dongmun oppa más tarde y... Estoy en crisis. ¡No uso vestidos! Ni siquiera... Sé si me siento cómoda con uno. – dramatiza, volviendo a dejarse caer sobre uno de sus brazos en la mesa.
—¿A cenar con un vestido? —pregunta Hana mirando a Akame con el ceño fruncido —¡Es a uno de esos restaurantes elegantes! ¿Verdad? —su rostro cambia a uno de emoción absoluta —¡Ah, Akame, él es tan lindo contigo! —suspira y toma a su amiga por los hombros para enderezarla —No te preocupes, yo te ayudaré a buscar uno y será la mejor noche de tu vida, yo lo sé. —promete.
Ella asiente aún recostada en la mesa, pero al cabo de unos segundos, se levanta, para ver mejor a su amiga a los ojos.
— Ah, es tan lindo, de verdad... Por eso debo verme bien cuando esté con él, ya sabes, lucir linda y eres mi mejor ayuda, ah, estoy tan nerviosa que creo que voy a llorar. – ríe, cubriendo su rostro con sus manos, mientras se sonroja ligeramente ante el simple recuerdo del pelinegro. — ¿Tienes vestidos para rentarle a esta pobre alma en pena? – ríe bajito, recargando su mejilla en uno de sus puños.
—No llores, Akame, todo saldrá bien. —sonríe, intentando animarla —Hmmm puede que tenga uno pero, en realidad estaba pensando que fuéramos a ver si había algo en las tiendas de crucero, un rato de compras las dos, ¿Qué te parece?
— ¡Sí! Ah, apenas hemos pasado tiempo juntas, esto es excelente, qué oportuno. – se levanta rápido de su asiento, se deshace de su delantal y corre a dejarlo bien doblado sobre la barra. — Salgamos juntas... Aprovechamos que me cuentas sobre lo que has estado haciendo en el tiempo que no nos hemos visto. – sugiere, haciendo una seña con su cabeza, para que la más alta le siguiera fuera del restaurante.
—He pasado rato con las demás chicas del equipo, son muy dulces conmigo. —comienza a contarle —¡Ah! Y no te había dicho, cuando paramos en Nagasaki estuve con Eunsun, la hermana de tu Dongmun oppa, ¿La recuerdas? Ella está muy segura de que a él de verdad le gustas mucho, me ha dicho que nunca le había visto actuar así por nadie.
La pelinegra ríe nerviosa, enlaza su brazo con uno de los de su mejor amiga y caminan a la par.
—"Tu Dongmun oppa", basta. — se burla. — Yah... Creo que... A mí también me gusta mucho él, sabes. Creo que... Es la primera vez que no siento que debo forzar algo, o... No me veo obligada a salir con alguien. No siento temor de Shaoran y... Me siento diferente, más libre. Todo era más... tímido y en cierto punto, incómodo con Hyunra oppa. — comenta con una mueca extraña en el rostro.
—Ah... Akame, me hace feliz que tú lo seas. —responde la mayor, sonriéndole a su amiga —Es lindo lo que tienes con Dongmun oppa, te envidio, solo un poco. —suelta una risita.
— La envidia es mala, Hana... – ríe la más joven. — Además, hay chicos lindos en este lugar, ¿te ayudo a buscar uno? – sugiere, decidida a mirar a su alrededor en busca de un chico lindo para su amiga.
—¡Akame! —le reprende la mayor, riéndose un poco —Ahora no es el tiempo, debemos concentrarnos en lo que tenemos que hacer, que es encontrarte un vestido precioso para esta noche. —trata de cambiar el tema para ocultar lo rojas que se han puesto sus mejillas.
La pelinegra abre sus ojos un tanto asombrada y niega con su cabeza.
— Puedo concentrarme en dos cosas, mientras vemos vestidos, buscamos un chico lindo... Hana, eres una unnie linda, simpática y tienes todo para encontrar a un chico que te merezca, sh. – la shushea, dirigiéndose a la tienda departamental en busca de un atuendo para su cita con Dongmun. — Me gusta el rosa, ¿es adecuado para una cita?
Las mejillas de Hana enrojecen a tal punto que cubre su rostro por un par de segundos.
—Akame... Me haces sonrojar. —se queja la mayor, aunque su tono de voz muestra su diversión —El rosa es lindo, te quedaría bien seguro. —responde a la pregunta y una vez descubre su cara, empieza a buscar entre los vestidos para encontrar el adecuado.
La menor suelta una leve carcajada, pasando las prendas una por una, en busca de un vestido del color que había mencionado.
— Eh, unnie... Pero no hace daño querer buscar a alguien, creo. ¿O sí? – se detiene, haciendo una mueca de duda y sacudiendo su cabeza para deshacerse de sus pensamientos bobos. — No importa, el punto es que... ¿Alguna vez saldrás con Dongmun oppa y conmigo? Ya sabes, con un chico, eh. – le codea ligeramente, pretendiendo molestarla un poco más y sonrojarla.
—¿Tal vez? —responde Hana, no sonando muy segura —Tendría que encontrar un chico que me quiera primero. —ríe tímidamente ya que Akame había logrado su objetivo en sonrojarla más.
— Es un hecho, tendremos una cita. – ríe después de haber dicho aquella oración y niega con su cabeza, sonrojándose. — ¡Mi oppa, el chico que encontremos para ti, tu y yo, claro! – calla, buscando prendas que puedan gustarle en un repentino silencio avergonzado, por parte de ella.
—Ya, ya, Akame, concéntrate. —le pide Hana, ya que, si seguía hablando así, sus mejillas explotarían —¿Qué te parece este? —le pregunta, enseñándole un vestido de seda color rosa.
Akame mira el vestido y sonríe ampliamente, caminando hasta Hana para tomar el vestido entre sus manos y medirlo por encima de su ropa, sin descolgarlo del gancho.
— Unnie... Lo quiero, aunque... ¿Y qué si es mejor en color negro? – frunce sus labios, mirándose en un espejo cercano y sonriendo ante lo lindo que era el vestido.
—Bueno... Podemos buscar uno negro y te pruebas los dos. —sonríe Akame devuelta, comenzando la búsqueda.
— Oh, oh, me gusta... Así vemos cuál me queda mejor, sí. – asiente ante la idea de su mejor amiga, comenzando la búsqueda de un vestido negro similar al rosa que tenía entre sus manos.
—¡Aquí hay uno! —anuncia Hana, levantando el vestido que acababa de encontrar en el aire —Anda, vamos a que te los pruebes. —anima, tomando a Akame de la mano y arrastrándola hasta los probadores en la parte trasera de la tienda.
— ¿Y quieres que salga para que me veas con esto puesto? – balbucea, tomando ambos vestidos, sin oportunidad de responder del todo y metiéndose a un probador.
Mira ambas prendas y usa el vestido rosa, tomándose su tiempo para apreciarse en el espejo y salir con timidez, para que su amiga apreciara cómo se veía. — ¿Y...?
—¡Me gusta, se ve muy bien! —exclama Hana una vez ve a su mejor amiga —Te vez linda, Akame-ah. —halaga con una sonrisa —Aun así quiero verte con el otro, anda, pruébatelo.
La menor se sonroja un poco y obedece al instante, entrando al vestidor para cambiarse a la prenda negra, sintiéndose ligeramente más cómoda con la misma y su piel pálida resaltaba, al igual que sus mejillas sonrojadas al salir a encontrarse con su mejor amiga.
— ¡Hana! Este, por favor, di que sí. – suplica, sintiéndose linda cuando se mira al espejo, sus ojos brillan ligeramente.
Hana asiente, mirando con una amplia sonrisa a su mejor amiga, su felicidad era contagiosa.
—Ese es definitivamente tu vestido, Akame, debes usarlo en tu cita con Dongmun oppa. —dicta, como si fuera una orden, obviamente en broma —De seguro a él le va a gustar mucho.
La más joven asiente, mirándose de vuelta al espejo, concordando con la idea de su amiga.
— Me gusta, ah, ojalá a él también le guste. – dice casi en un susurro, volviendo al vestidor y cambiándose con su ropa usual, para salir con ambos vestidos en sus manos y dejar el rosado en su lugar. — Gracias por acompañarme, eres mi héroe. – bromea, sacando un par de billetes de sus jeans para pagar el vestido. — Y le pediré ayuda a Dongmun oppa para conseguirte un chico lindo. – vuelve a molestar.
— Oh nada de eso, Akame-ah, yo lo pagaré. —anuncia Hana, tomando la mano de su amiga y llevándola de nuevo al bolsillo de sus jeans —Debo ser una buena unnie, debo comprarte el vestido que usarás en tu primera cita elegante con tu próximo novio, debo tener ese honor. —dice en tono divertido, pero aun así saca su billetera de su bolsillo —Y gracias por la intención, Akame-ah, sería lindo. —añade, poniéndose roja una vez más.
— Seguro, entonces también serás la madrina de vestido de novia... – bromea, sonrojándose con intensidad una vez cae en cuenta de lo que ha dicho. — Q-quiero decir... – se mantiene callada, colocando el dinero dentro de sus jeans de nueva cuenta y respira lento para calmar su nerviosismo. — S-sería lindo... S-sí. – balbucea nuevamente.
—¡Ay! —chilla la mayor, con emoción descrita en todo su rostro —¡Qué tierna, ya estás pensando en la boda! Por supuesto que seré tu madrina. —dice para molestarla, pero luego se pone seria —¿De verdad le quieres verdad?
La pelinegra niega con su cabeza, cubre su rostro con ambas manos y chilla bajito.
— ¡N-no estaba pensando en nada! Salió de la nada. – aclara, viendo cómo envolvían su vestido después. — Me gusta mucho, sí y lo quiero de verdad, sí... Él es diferente y me encanta. – confiesa, tomando la bolsa en la que se encuentra su vestido y hace una venia educada, acomodando su compra entre sus brazos para después hacerle una venia a su mejor amiga, sonriéndole después. — Eres una buena unnie... Gracias.
—En serio me alegra que hayas podido encontrar a alguien que te haga así de feliz, Akame. —dice Hana, sonriéndole a la menor —Y no tienes que agradecer por nada, ahora vamos a mi habitación, debemos hacerte un bonito maquillaje, para que te veas más linda de lo normal.


Joon Namwook.


No está muy seguro de si lo que había pasado la noche anterior había sido real, o solo un buen sueño que se convirtió en uno de sus favoritos.
Su cita con Seokmin había ido excelente, mejor de lo que se esperaba.
Estaba feliz, lleno de energía y con ganas de volver a salir con el más alto, pero tendría que esperar. Dos citas seguidas eran demasiado, ¿no?
Habían cenado elegantemente, tranquilos, platicando, conociéndose y no le resultó nada extraño, de hecho, las bromas de insinuación de Seokmin sobre que lo amaba, le habían puesto de mejor humor, pues sabía que había algo de verdad en aquellas palabras.
Habían caminado por los pasillos del interior, se tomaron las manos y entonces, es cuando Namwook se da la media vuelta en su cama y chilla, sonrojándose con intensidad.
Su corazón late al mil por hora cuando recuerda lo que dijo, y es que aquellas dos palabras que Seokmin le había dicho en algún momento y después lo dejó así, como si nada… Habían sido devueltas.
Sólo esperaba no despertar a Hyunra o a Myungdae con sus pataleos al aire, chillidos y gruñidos.


Boo Seungjae.


Despierta en la habitación del mayor, abrazado a él, agradeciendo que Xianlu ha decidido quedarse de espaldas al más alto y suelta un suspiro aliviado cuando puede salirse de la cama sin problema.
Busca con qué dejar una nota y se excusa con que tiene algo importante qué resolver, que no es del todo una mentira, pues Seokmin ha mandado alrededor de veinte mensajes con asunto de “junta, modelo, ya”.
En un dos por tres, se encuentra en su habitación, bostezando y estirando sus músculos, para encontrar a su mejor amigo en la cama, dormido, roncando.
Lo abriga bien y acomoda sus almohadas, para después meterse a bañar rápido, para no malgastar su día y salir a pasear. Su día ayer había sido agotador, aunque no se quejaba.
Necesitaba un poco de tiempo para sí mismo.
Aunque parecía que Namwook no quería que aquello fuera así.
— ¿Y…? ¿Cómo les fue? ¿Hubo besitos?
Seungjae ríe bajito, negando con su cabeza, esperando a que el mayor caminara a la par de él.
— Hm… Depende, si tú y Min hyung se besaron, entonces sí, hubo besitos. – Namwook chilla un tanto molesto y empuja al más alto.
— No nos besamos. Tu amigo ahora quiere tomar las cosas lento y yo… Bueno, me gusta su labio hinchado. Ya sabes, el de abajo. – comenta, haciendo que el pelinegro más joven frunza su rostro en una mueca de desagrado.
— Namwook hyung, estudiante de medicina, dice “el labio de abajo” y me provoca náuseas… – bromea sin dejar de caminar con dirección al restaurante, para tomar el desayuno.
— Calla, mocoso, digo lo que quiero. – se queja, buscando un plato para servirse del buffet.
— Bueno, nos fue bien… Hyung es bastante lindo y sólo espero conseguir que me quiera como yo lo quiero a él. – se encoge de hombros, tomando un par de tostadas, unos cubos de mermelada y mantequilla; y miel, yéndose a sentar después, junto al intruso que comería fruta.
— Sabes que debes tener cuidado con Lu… Lo dañas y te corto la cabeza, niño. Me importa poco que seas modelo y… Muy guapo. – amenaza, señalándolo con su dedo índice, a lo que Jae asiente.
— Dañarlo, claro… No puedo hacerlo, quiero cuidarlo hasta que sienta que está compuesto de nuevo, para entonces… No sé, seguir construyendo cosas lindas a su lado.
— Cállate, niño, me va a dar indigestión con tanta cursilería.


Li Shaoran.


Jaeho no se siente bien. Está enfermo, mareado y no sabe por qué.
Shaoran está preocupado, pero no sabe qué hacer para que el abogado se sienta mejor.
Está constantemente checando si tiene fiebre, dándole pequeños besos en sus labios para intentar animarlo y el castaño sigue en cama, con ganas de vomitar lo que no ha almorzado o comido.
— Iré a conseguirte algo, ¿sí? Llevas mucho tiempo sin comer, ni nada… – Jaeho asiente, palideciendo un poco al pensar en alimentos.
Son alrededor de las cuatro de la tarde y lo único que el castaño ha ingerido, es un vaso de jugo de manzana, pues es lo único que le gusta.
Shaoran sospecha que ha sido culpa de la manzana que comía ayer mientras bailaba, aunque Jaeho está seguro de que fue el pescado del sushi que comió por la tarde, mientras tenía su mini junta escrita. Aquella en la que le hicieron enojar.
— No tardes, por favor. – pide, tapando su boca, para evitar que vomite y ríe después, divertido ante su situación.
Shaoran deja el lugar con un mal sabor de boca.
Ver a Jaeho enfermo le lastima y ese día, no era la excepción.
Sólo quería lo mejor para él.


Li Akame.


Habían pasado la tarde juntas, comprando cosas y viendo vestidos, pero finalmente era la hora de arreglarse para su próximo evento.
Eran apenas las cinco o seis de la tarde, pero… Era mejor estar listas horas antes de que llegara el momento de salir.
Hana comienza a salir de la tienda, llevando a Akame por la muñeca.
Ella avanza a la par de su amiga, sin haberle respondido antes, pues se encontraba ansiosa de que Hana le maquillara y ayudara a arreglarse para su cita con Dongmun.
Estaba feliz, emocionada y un tanto nerviosa, pues quería estar linda para él y esperaba que después de tanto esfuerzo, Dongmun quedara satisfecho.
— Sólo poco, unnie... No demasiado. – aclara, caminando más despacio cuando está a la par de ella y camina sonriente, sin dejar de ver su vestido.
—Tranquila, no hay nada por lo que preocuparse. —le asegura a Akame —Haré un look natural, solo para resaltar todo lo bello de tu rostro. —dice, porque sabía que su amiga se sonrojaría
Dicho y hecho, la pelinegra se sonroja nuevamente, buscando la habitación de su amiga y siguiéndola dentro de la misma.
Todo fue bastante rápido, pues apenas se sentó para que Hana le maquillara, la plática fluyó con bastante normalidad y al cabo de tres temas de conversación, sobre cómo se conocieron y lo feliz que era Akame de haberla conocido, Hana ya había concluido con todo.
Se mira al espejo, sonriente, feliz. Ha quedado satisfecha con lo natural que es su maquillaje y con el repentino talento de su mejor amiga al hacerla ver como tal.
— Ah, ahora estoy más nerviosa... ¿Crees que a él le guste?
—¡Eso no se pregunta! —exclama la mayor —¡Se volverá loco cuando te vea, Akame-ah! —bromea, soltando una risita —No, de verdad, te vez preciosa y a él seguro le gustará muchísimo. —le asegura.
— Espero que sí. – suelta un fuerte suspiro, tomando sus cosas de la cama de su amiga y sonríe una vez más. — Gracias, unnie... Te contaré después como salió todo, ¿sí? – se despide, caminando hasta la puerta para salir y yéndose en dirección a su habitación, para terminar de arreglarse y estar lista para su cita con Dongmun.
 
 
///
 
Cuando el desastre empieza, todos están dispersos.
Akame no pudo disfrutar completamente de su cita, Seokmin no logró llegar a encontrar a Namwook, pues lo había estado buscando antes; Seungjae no volvió con tiempo a ver a Xianlu, Taeil perdió sus archivos del computador, Dokyeom cayó al suelo, por ser el más cercano al estruendo, Shaoran luchaba contra la gente para poder ir en busca de Jaeho, quién había salido apenas se enteró de lo que pasaba y Namwook se levantó con rapidez de su cama, para buscar consuelo en Hyunra.
Estaban todos en pánico y, ¿cómo no? Si estaban viviendo la peor situación de sus vidas.


Jin Dokyeom.


El agua comenzaba a empapar sus pies mientras caminaba a paso lento para llegar a un lugar seco y salvarse.
Estaba aturdido, lo que había explotado estaba muy cercano a él. Estaba herido, cayó de frente a un par de mesas y raspó sus rodillas, había golpeado su cabeza en el piso y estaba seguro de que, con el filo de la mesa, había partido su labio y ceja.
No sentía dolor; no aún. Estaba en shock, no sabía lo que sucedía y caminaba casi moribundo para estar a salvo, pero la gente le empujaba de un lado a otro.
Cuando finalmente cayó en cuenta de lo que pasaba, gritó. Un ruido desgarrador.
Todo le dolía, casi todo le sangraba, sus oídos ardían y sentía calor, pues el fuego comenzaba a extenderse en ciertas partes en las que el agua no llegaba.
Siente su corazón latir con fuerza y cuando está a un par de metros de las balsas salvavidas, se detiene.
Vuelve a entrar en pánico en uno de los momentos menos indicados y se queda estático por culpa del mismo miedo. Las lágrimas empiezan a cristalizar sus ojos y no tarda mucho en empezar a llorar. Todo pasa a cámara lenta frente a sus ojos y tiene miedo, más del que podría haberse imaginado.
Ni su mejor amigo estaba cerca, ni su ex-novio, ni nadie a quien hubiera conocido en los últimos días. Estaba solo y lleno de miedo, como en los días anteriores.
Hyungsik avanzaba entre las personas mirando a todos lados, buscando con la mirada a Akame entre todas las personas pues hacía solo unos pocos segundos que se había encontrado a Eunyoo y él había ido a buscar a Hyorae para luego encontrarse cerca de las balsas salvavidas.
Mientras esquivaba a las personas ayudaba a quienes podía sin tardar mucho en ello pues su prioridad era encontrar a la pequeña pelinegra pues no tenía ni la más remota idea de si esta estaría sola o con Shaoran, él suplicaba internamente porque estuviese con su hermano mayor y no sola.
Hyungsik vuelve a echar otra mirada a su alrededor luego de haberse detenido a ayudar a un par de chicos que estaban parcialmente heridos y nota a un chico a unos pocos metros de donde se encontraba. De pie entre el mar de personas que iban y venían, ni siquiera lograba inmutarse cuando alguien chocaba con él sin querer. Casi parecía una estatua ahí y el moreno temió porque el chico no estuviese en sus mejores condiciones psicológicas, pero siendo sinceros, ¿quién lo está en una situación como la que están viviendo?
— Hey... — lo llama vagamente poniendo una mano sobre su hombro izquierdo. — Chico... ¿estás bien? Las balsas están aquí mismo, deberías apurarte y subir a una no quedarte ahí parado. — dice
El de labios gruesos ni siquiera puede mirar al moreno junto a él. Traga saliva con fuerza y suelta un suspiro, sin mucha pesadez, apenas dándose cuenta de que sí, estaba respirando.
Un par de lágrimas se escapan de sus grandes ojos y apenas retrocede un paso, tornándose pálido y cayendo en cuenta de lo que estaba pasando.
— H-hyung... — susurra con voz quebrada, mirando al chico a su lado con desesperación.
Sik forma una mueca con sus labios un tanto incómodo y extrañado por la forma en que el más bajito le había llamado, ni siquiera estaba completamente seguro de ser mayor que él. El chico de grandes ojos bien podría ser de su edad o incluso mayor que él, pero eso no era lo importante. Estaba divagando y el pobre chico parecía estar al borde de una crisis.
chenyeol.
chenyeol.


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Mensaje por chenyeol. Sáb 17 Feb 2018, 2:23 am


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fer.


Capítulo 10 ; parte cinco.


Jin Dokyeom.


— Por favor no llores. — le pide con suavidad plantándose como es debido frente al más bajito, — Dime, ¿estabas con alguien? — pregunta suavemente, — Mi nombre es Hyungsik. — termina por presentarse con una pequeña sonrisa que trata de transmitir calma
Dokyeom niega con su cabeza, limpia su rostro con una de sus manos y mira a su alrededor, un tanto alerta.
— Hyung, Taeil hyung... L-lo perdí de vista. — balbucea con un tono un tanto desesperado. Mira al chico a los ojos. — S-soy Dokyeom, tengo que encontrar a mi hyung. — habla un tanto más firme, aunque su voz sigue quebrándose con cada palabra.
— Así no puedes ir a ningún lado. — opone el moreno con una pequeña mueca en sus labios — Estás alterado y el barco es un gran desastre. — señala lo obvio y se toma unos segundos para pensar un poco la situación — Deberías subir a alguna de las balsas... O puedo ayudarte a encontrarlo o al menos intentar, pero si no lo consigues pronto deberás subir a una de las balsas.
Ignora sus palabras y planea empezar a caminar en dirección contraria a las balsas.
— D-debo encontrar a mi hyung, por favor. — suplica, aferrándose a la camiseta ajena. — E-es lo único que tengo.
— Está bien, está bien. — trata de tranquilizarlo y se toma el atrevimiento de llevar sus manos hasta las mejillas del más bajito para limpiar sus lágrimas y obligarle a mirarle — Pero, por favor, cálmate un poco, ¿sí? Alterarte tanto no es de ayuda. — habla con delicadeza y seriedad. — Anda, ¿dónde lo viste la última vez? Dime e iremos a buscarlo.
El más bajito se calma, por la repentina acción del más alto. Sus ojos arden ahora, su labio duele cuando habla y siente su rostro tibio… Aunque no sabe si es el repentino e inevitable sonrojo, o la sangre que se derrama de sus heridas.
Carraspea su garganta y baja la mirada, intentando retroceder un poco. Carraspea una vez más y se encoge de hombros.
— No lo vi... Taeil hyung sólo dijo que saldría, y... — las comisuras de sus labios se arquean hacia abajo nuevamente, pero se mantiene firme. — Algo iba a hacer, pero no... No puse atención. — cubre su rostro con ambas manos, ocultando su pánico.
Hyungsik lo mira un tanto apenado y asiente con comprensión. Lleva sus manos sobre las del menor y lo obliga a destapar su rostro.
— Está bien, está bien. — susurra apenas — Vamos a buscarlo entonces, no tenemos tiempo para perder, Dokyeom-ssi. — apunta y comienza a caminar en dirección contraria a las balsas, tirando suavemente de la mano que no está dispuesto a soltar del más pequeño. — ¿Cómo es tu hyung?
El de labios gruesos toma una bocanada de aire mientras camina.
— Alto, castaño... Delgado. — busca más características de Taeil, mientras mira a su alrededor. — Ésta mañana usaba ropa verde y un short blanco... Lentes de sol. É-él es muy miedoso, probablemente esté tirado en el piso de algún lugar, llorando. — habla con miedo, apretando la mano ajena cuando aquella imagen de su hyung aparece. Gruñe en desesperación señalando un pasillo e indicándole a Hyungsik que quería ir en aquella dirección.
— Seguro tu hyung está bien, probablemente él te esté buscando.
Dokyeom traga saliva con fuerza mientras se abre paso entre los pasillos cercanos a su habitación y, afortunadamente, Taeil se encuentra ahí.
Suelta la mano del moreno y corre hasta el castaño, abrazándolo con fuerza.
— Hyungsik-ssi, gracias, gracias... – lloriquea el más bajito, acercándose a quién le había guiado hasta su hyung. — Le acompañamos de vuelta.
— No tienes que agradecer Dokyeom-ssi — responde con una media sonrisa — Me alegra haber sido de ayuda. — musita y hace un gesto de cabeza hacia el desconocido a forma de saludo. — Vamos, hay que llegar a las balsas.
Por instinto, el mismo toma de nuevo la mano de Hyungsik y, aunque sigue un tanto asustado por la situación, va ligeramente más alegre de haber encontrado a su hyung.
— ¿H-has encontrado a todos los que debías, Hyungsik-ssi? – cuestiona, deteniéndose repentinamente y dejando que su hyung caminara con seguridad hasta las balsas. — Yo podría ayudarte, me has ayudado también y... – traga saliva, nervioso.
El más alto le sonríe con un deje de ternura y asiente.
— No exactamente — se contradice — Pero Shaoran hyung está buscado a Akame y quedé en encontrarme aquí con mis amigos. — informa mirando a su alrededor — Esperaré un rato a ver si aparecen, sino iré a buscarlos de nueva cuenta. No te preocupes — deja una suave caricia en el cabello del más bajo como si de un niño se tratase — Deberías subir a una de las balsas ya... Esto cada vez se pone peor
— Pero... ¿y tú? – decide tutearle. El chico no se veía mayor que él... Quizá hasta de la misma edad, pero no se detendría a preguntarle. — ¿Estarás a salvo? Debes subir también a una balsa. – su mirada se enfoca en él. Está claramente preocupado.
— Estaré bien — sonríe con amabilidad — Me subiré a una tan pronto como tenga a mis amigos conmigo... Son mi familia. — explica — Ahora apúrate. Estaré más tranquilo si sé que te he dejado sano y salvo en una balsa. Anda. — lo anima y mira hacia donde están abordando — Embárcate pronto Dokyeom-ssi
— Yah... Por favor, llega a salvo, Hyungsik-ssi. – pide, buscando agitar su mano con la del moreno y le sonríe levemente, apenas uniendo sus labios en una fina línea ladeada hacia la derecha. — E-espero que hagan un buen trabajo en guiarnos a un buen lugar y pueda verte después.
El moreno le regala una última sonrisa dulce y asiente.
— Anda ya. — lo apura. — Ponte a salvo. — lo despide y lo sigue con la mirada mientras se aleja, no despega sus ojos de él sino hasta que lo ve sentado en aquella balsa con un salvavidas ya puesto, solo entonces gira sobre su eje y se pone a buscar de nueva cuenta a sus amigos.


Kim Taeil.


— Dodo, ve a ponerte a salvo, debo… encontrar a alguien. – dice, empujando al más bajito a las balsas, quién niega desesperadamente.
— ¡Nada de eso! Vienes conmigo… – se queja.
— ¡Volveré! No tardo, es aquí cerca, en el casino. – explica, acercándose a un chico castaño de mejillas regordetas. — ¡Ayúdalo, por favor! Debo ir por mi hermana. – suplica, casi hincándose, aunque no le importa mucho la respuesta ajena, pues el chico pálido ya está tomando al más bajo entre sus brazos y lloriqueando.
Soomin ya se estaba dando por vencida, estaba atrapada y ya no quedaba nadie que pudiese ayudarle.
Todo había sido un caos desde la primera explosión, que al parecer había sido muy cerca de donde estaba el casino. Las máquinas, dinero y personas habían salido volando en todas direcciones, así es como Soomin había terminado debajo de una gran maquina tragamonedas que había volado hasta su cabina, quebrando los vidrios, los cuales habían hecho varias cortadas en su cuerpo, y dejándola atrapada.
Por suerte, Taeil recién llegaba y cuando le vio atascada, sin poder hacer mucho más, corrió en su encuentro, mirándola breves segundos para asegurarse de que era ella.
— ¡Hey! Déjame ayudarte... Eish, ¿cómo llegaste aquí? – habla apresurado, mirando a su alrededor para buscar algo con qué quitar la máquina de sobre el cuerpo de la pelinegra, llamando a un par de personas para que le ayudaran a mover las cosas más pesadas.
Retira con cuidado un par de vidrios a su alrededor, provocando un par de rasguños en las palmas de sus manos.
— Soomin-ssi, ¿te ha lastimado las piernas o algo, puedes moverlas bien?
—¡Taeil-Ssi! —exclama, aliviada de escucharle —No... No estoy segura, mi pierna derecha duele mucho. —informa —No sé si está rota, es una posibilidad. —explica, respirando agitadamente.
Gruñe por lo bajo, traga saliva con fuerza y cuando hay gente que le ayude, se encargan de retirar con rapidez la máquina de sobre su cuerpo, para poder dejarla en libertad.
— Te vamos a sacar de aquí, venga, intenta moverte un poco, ¿si? – dice una vez ha despejado de vidrios a su alrededor, para que pudiese moverse con más facilidad.
Soomin se apoya en la pared e intenta levantarse, pero un agudo dolor en su pierna se lo impide. Una mueca se forma en su rostro debido a eso.
—Yo... Me duele mucho, Taeil-Ssi. —a pesar de lo que dice, sigue intentando ponerse de pie puesto que ella no es una chica que se rinde fácilmente.
Ve el esfuerzo que ella está poniendo y le toma por los brazos, ayudándole a hacer un poco de más esfuerzo para salir y una vez fuera, quienes le ayudaban, dejaron caer la máquina nuevamente y corren hacia cualquier otro lado para ponerse a salvo.
Taeil suspira aliviado cuando ve a Soomin fuera y frunce su entrecejo al notar su herida.
— Veremos cómo curar ésto cuando nuestras vidas estén seguras, ¿entendido? – mira a su alrededor una vez más, centra su atención de nuevo en la pelinegra, pasa uno de sus brazos por su espalda y el otro bajo sus rodillas, alzándola entre brazos. — Salgamos de aquí... No hay momento de pensar en los demás. ¿Estás bien?
Soomin asiente, aferrándose al cuello del chico. Aunque no le guste mucho ser cargada sabe que es mejor que lo deje pasar. Sería más conveniente para ambos.
—¿Tú estás bien? —pregunta —Gracias por... Por salvarme. —sabe que suena como una línea sacada de una película, pero era verdad, si Taeil no hubiese llegado, ¿Qué sería de Soomin?
Se abre paso entre la gente, llevando a la chica a un lugar seguro.
Trastabilla un par de veces, aunque mantiene el equilibrio, camina hasta la borda y puede divisar grandes filas en busca de una balsa para salvarse.
— Yo estoy bien, sólo un par de rasguños por los vidrios, pero... Estoy bien. – se acerca rápido a que alguien le vea con Soomin herida entre sus brazos y le mira por breves segundos. — Si ves que alguien se abre espacio en la fila, señálalo, ¿sí? Así podemos subir rápido a una balsa y estar seguros...


Li Shaoran.


Shaoran corre un tanto desesperado, encontrándose con Hyungsik a mitad de camino y abrazándolo por la espalda, con fuerza, murmurando cosas, lleno de alivio y prosiguiendo a tomar su rostro entre sus manos una vez lo encara.
— ¡Gracias al cielo estás bien! Estaba tan preocupado, ¿no estás herido? ¿te sientes bien? ¿a dónde ibas? — pregunta con un par de palabras mal pronunciadas, con la respiración agitada y colocando un poco de papel de baño en su nariz, evitando accidentes.
El moreno sonríe para tranquilizar al mayor y no duda en abrazarlo nuevamente pues él también se alegraba de verlo y notar que no estaba herido.
— Estoy bien oppa. — asegura. — Estoy, bien no tienes de qué preocuparte. He estado buscándolos a todos, a ti, a Akame, a Eunyoo y a Hyorae... Me alegro de haberte encontrado.
— ¡Akame! — mira a su alrededor, volviendo a tocar el rostro del moreno una vez más, rebuscando heridas en su rostro y suspirando aliviado al ver que estaba sano. — Sik, debes ponerte a salvo, por favor... Busca un lugar seguro y enviaré a Akame contigo si la encuentro... — habla tomando más tranquilidad. — ¿Estás seguro de que estás bien? ¿H-has visto a Jaeho?
— Estoy bien, oppa, pero no. No he visto a Hyung, él seguramente está buscándolos a ustedes. — musita. — Yo me quedaré en la cubierta, iré hacía donde están las balsas, mándala hasta allá y yo me encargaré de cuidarla cuando esté conmigo. — afirma y luego lo vuelve a abrazar. — Oppa... cuídate mucho y regresa a salvo a la balsa con nosotros, ¿está bien? Consigue a Jaeho-hyung y vuelvan seguros. Buscaré y esperaré por Akame, ¿está bien?
El pelinegro asiente con su cabeza, volviendo a mirar a su alrededor y palmea uno de los brazos ajenos, acercándole por el cuello y abrazándolo con fuerza y cierta rapidez.
— Ten cuidado, Hyungsik-ah... La mandaré contigo si la encuentro. Busca también por Jaeho, ¿sí? Asegúrate de que esté bien. – pide una última vez, volviendo a correr lejos del moreno en busca de su hermana menor y el abogado.
Corre por los pasillos, cayendo un par de veces, lastimándose, chocando con la gente e incluso, cortándose en las palmas de sus manos y raspándose la cara; encontró a Akame y la mandó con Hyungsik, quedándose esta vez en busca de Jaeho, pero no estaba por ningún lado.
Regresó a las habitaciones en busca de él, se arriesgó muchísimo y en cambio, lo único que encontró, fue nada.
Estaba esperando encontrarlo en las balsas, pero no fue así. Jaeho no estaba por ningún lado.

Li Akame.


La pelinegra alza sus brazos, pretendiendo que alguno de los dos chicos frente a ella (aunque un tanto lejos), le mirara.
— ¡Sik oppa! ¡Yoo oppa! – grita, haciéndose paso entre la gente y llegando hasta ellos sin haber batallado demasiado en encontrarlos con las indicaciones que su hermano le había dado.
El moreno no tarda ni dos segundos en darse cuenta de la presencia de la chica y rápidamente la atrapa en un fuerte abrazo.
— ¡Akame! — exclama con tanto alivio en el pecho que no puede evitar sentir sus ojos escocer. — ¡Estaba tan preocupado! ¿Estás bien? ¿no te has hecho daño? ¿Viste a tu hermano? — la acribilla de preguntas no más se separan y le sonríe con dulzura, acunando su rostro entre sus manos, reparte besos por todo el rostro de la chica con cariño.
— Sik, déjala que respire. Ya está bien. Ella está bien. — interviene su amigo y el moreno se detiene. Eunyoo, quien no es realmente muy afectuoso con nadie que no sean sus amigos, le sonríe a la pequeña pelinegra y le da un rápido abrazo. — Me alegro mucho de que estés bien, pequeña. Es un alivio, verte sana y salvo.
Se deja hacer por las muestras de afecto de sus mayores y un par de lágrimas caen por sus mejillas ante la mención de su hermano.
Hay un par de rasguños en sus rodillas, a causa de un par de lugares en los que tropezó, sin embargo, no mostró demasiado interés en aquello; prefirió envolver sus brazos en Hyungsik, y sollozar mientras alcanza una de las manos de Eunyoo.
— Se ha quedado con Dongmun oppa... Él me ha enviado contigo, no quiero estar aquí. ¿Ustedes están bien? ¿No están heridos? ¿Jaeho oppa? – hace una serie de preguntas, deshaciéndose del abrazo con su mejor amigo y limpiando sus lágrimas, reemplazándolas por unas nuevas.
— No llores, por favor. No llores, no soporto verte llorar, preciosa. — pide el moreno con premura secando delicadamente las lágrimas de la chica.
— Tu hermano estará bien, él sabe cuidarse. Estará con nosotros antes de lo que esperas. — trata de calmarla Eunyoo apretando suavemente su mano. Hyungsik asiente de acuerdo.
— Estará bien, Akame. Estaremos bien. Encontraremos a Jaeho-hyung y a Hyorae, tu hermano va a alcanzarnos y todos estaremos a salvo, ¿sí?
Akame asiente con su cabeza, haciendo caso a Hyungsik, dejando de llorar.
Mira a su alrededor, poniéndose alerta de lo que estaba pasando y mira a sus amigos, un tanto asustada.
— ¿En dónde está ella? ¿Unnie? Hay que movernos, no quiero estar aquí... Hay que ir a las balsas, Shaoran me dijo que fuéramos allá y... A salvo. – su labio inferior tiembla y cuando intenta caminar, se tambalea ligeramente al sentir sus rodillas temblar.
— No lo sabemos, ella debería estar por aquí. — comenta Eunyoo y mira a la pelinegra seriamente — ¿Segura que estás bien?
— No lo está, es una pequeña mentirosa. — la acusa Hyungsik dándole una mirada de reproche. — solo mira sus rodillas, se ha caído. ¡Mi niña está lastimada! — chilla con cierta molestia y le hace una seña a su mejor amiga. — Anda, sube. — dice apuntando su propia espalda. — Será mejor así. Yo te llevo.
— Yo me adelantaré a buscar a Hyorae. Ustedes pueden tratar de encontrar a Jaeho-hyung — indica el mayor, ellos realmente no iban a separarse, pero era más fácil si cada uno tenía un objetivo específico en su búsqueda
Sin dudarlo mucho, sube a la espalda del moreno, sosteniéndose con fuerza, pues verdaderamente le dolían sus rodillas y no quería que, al caminar, volviesen a fallar y chocara con el suelo una vez más.
— Lamento estorbar de esta manera, Jaeho oppa debería estar por acá... ¡Estaba con Shao! No sé cómo lo perdió. – regaña. — ¿Te irás? No, unnie puede venir acá y y y... No.
— No voy a irme, tranquila. — se apresura a calmarla Eunyoo — Pero estaré pendiente de esa melena pelirroja más que todo.
— No dejaría que se aparte de mi lado Akame, no te preocupes y no eres una molestia, niña. — responde Hyungsik con una media sonrisa — Estoy para cuidarte, además, no pesas nada.
— ¿Es cómo Hyorae? — cuestiona Eunyoo, pese a que la situación es un caos, él ya había tenido su pequeño colapso emocional al igual que su mejor amigo, así que ambos chicos tenían como prioridad cuidar y mantenerse estables para sus dos amigas.
— Pesa menos que ella. Cargar a Akame es como cargar a una pluma. — comenta el moreno mirando con atención a su alrededor. por si encontraban al abogado o a la pelirroja.
Shaoran llega al poco tiempo después, mirando a su hermana sobre la espalda de Hyungsik y saluda a Eunyoo con un cálido abrazo, sintiéndose completamente aliviado de que todos estuviesen bien.
Li no era tan cercano a Eunyoo o a Hyorae, pero se sentía aliviado de que la gente importante para su hermana y Hyungsik, quién era como un segundo hermano para él, estuviesen bien.
 
— Vi a Jaeho hace rato, subió a una balsa antes y ya la han soltado... – avisa, dejando un beso en la frente de su hermana y palmeando uno de los brazos del moreno.
Su respiración está agitada y un par de manchas de sangre ensucian su barbilla, punta de la nariz, cuello y un poco de sus orejas.
— Shao, ¿estás bien? – el mayor asiente ante las preguntas de su hermana y agita su mano, restándole importancia al tema.
— ¿A quién buscamos?
— Me alegro de que esté bien hyung. — dice Eunyoo sin dejar de mirar su alrededor.
— Me alegro de que Jaeho-hyung también esté bien. — concuerda Hyungsik. — Buscamos a Hyorae, así que, si nota una cabellera pelirroja por ahí, avísenos. Es la única que falta.
— ¡Allá! — grita Eunyoo repentinamente, todos gira hacia el lugar que han indicado y ven a la chica abrirse paso entre las personas como buscando a alguien. Eunyoo se gira hacia ellos.
— Iré por ella, espérenme aquí. — anuncia y se aleja lo poco de ellos para llegar con su mejor amiga. Hyungsik vuelve a darle una mirada al mayor, acomodando a la pelinegra sobre su espalda y suspira.
— ¿Seguro que estás bien? — cuestiona — Tienes demasiada sangre encima...
El más pálido suelta un suspiro aliviado al ver a la pelirroja que buscaban, dirige su mirada a Hyungsik y después a Akame, asintiendo ante su pregunta.
— Sí, estoy bien... Mareado, pero sólo necesito sentarme y... Estaré bien. – asegura, haciendo señas a Eunyoo para que se apresuraran en llegar.



Kim Taeil.


Mientras Seokmin seguía intentando calmar a Xianlu, Taeil caminaba de prisa en busca de una balsa, para subir a Soomin en una de éstas y poder ver bien las heridas que tenía.
Si de algo iban a servir los dos años de cursos de primeros auxilios que recibió en Europa, serían ahora mismo, pues aquella chica le necesitaba y, ¿cómo negarse cuando de vez en cuando le robaba el aliento?
Seokmin hace ademán de bajar de la balsa en la que estaba y regresa a encarar a Xianlu, mirándolo a los ojos.
— Iré a ver si Seungjae está cerca, ¿está bien? – cuestiona, esperando una afirmación.
Xian Lu parece dudar realmente en si dejarlo ir o no pero su preocupación por el mocoso es menor y asiente:
— Dos minutos y regresas Seokmin. — lo apunta y habla seriamente — O juro que me bajo y voy por los dos. — amenaza con el nudo en su garganta todavía impidiéndole hablar con regularidad y pasa ambas manos por sus mejillas para limpiar sus lágrimas.
— Descuida, no tardo... – antes de bajar de la balsa, Taeil logra alcanzar al más alto, pidiéndole ayuda con la mirada, para que pueda sostener a Soomin entre sus brazos y la suba en donde el de cabello colorido.
El castaño carga a la chica y le mira con un poco de duda.
— ¿Estás bien? ¿No te sientes mareada? ¿Te cayó algún metal en las heridas, o...? – camina de vuelta a la balsa, preguntando tranquilamente, mientras deja al pelinaranja atrás y le da un poco de privacidad para deshacerse del dolor en su espalda. — Lu-ah, ayúdame con el botiquín, Seungjae ya volverá.
Soomin asiente, aun algo anonadada por la situación. No comprendía muy bien todo lo que pasaba, todo iba demasiado rápido.
—Estoy bien, gracias. Sólo... Me duelen algo las piernas. —comenta, mirando hacia las mencionadas para poder ver más de cerca las heridas que la máquina del casino le había causado.
Lu mira tanto a la chica como al chico nuevo, luego mira a Seokmin y tarda un par de segundos en reaccionar antes de tomar el botiquín de primeros auxilios y acercarlo a la chica.
— Eso no se ve bien. — musita en tono bajo — Hay vidrio en tus cortes... Hay que quitarlos — señala hacia las piernas ensangrentadas y frunce sus labios en una fina mueca.
—He tenido cosas peores... —explica la chica, dedicándole una leve sonrisa al ver sus mejillas con rastros de lágrimas.
Taeil sube finalmente a la balsa, con las mejillas rojas y un leve dolor en sus manos.
Seokmin está buscando un par de cosas para deshacerse de las fibras de vidrio en las piernas de la chica, mientras el pelinaranja limpia sus manos con alcohol para sacar un rollo de cinta del botiquín y pasarlo por los lugares más visibles de las piernas de Soomin.
— N-ni siquiera pregunté si no estás herido, Lu. – las mejillas de Seokmin se sonrojan levemente y se mueve (torpemente) cerca de él, buscando puntos que pudiesen estar heridos en el rubio.
Taeil ríe bajito, a pesar de la situación y mira a Soomin a los ojos.
— ¿Estarás bien si pongo cinta en tu piel? ¿No te dolerá?
— Le va a doler. — responde Xian Lu por ella y se pasa repetidas veces las manos por el rostro para despejarse un poco, luego mira a Seokmin — Estoy bien, sólo un poco cansado. — musita suave y vuelve su atención a la chica y luego al chico que quiere ayudarla. — No puedes ponerle cinta, le va a irritar más la piel, además hay sangre y las zonas adyacentes ya están muy lastimadas — indica acercándose a él y viendo en el interior del botiquín en busca de unas pinzas, cuando las consigue se las tiende — Creo que lo mejor es que saquemos una a una cada trocito y astilla de vidrio, luego limpiar con un poco de gasa y agua oxigenada, y echar algún antiséptico antes de vendarlas... — rebusca en el botiquín todo lo que ha mencionado. Al menos los años que sufrió en los scout y otros tantos cursos y actividades que sus padres le hacían hacer de joven servirían de algo. — ¿Qué te pasó exactamente? — le pregunta a la chica y le tiende al chico todo lo que necesita pues sus manos tiemblan demasiado como para hacer él el trabajo.
Soomin ni siquiera se detiene a pensar que estos chicos son completamente desconocidos, el grado de shock es tanto que las palabras salen solas de su boca como si su cerebro se hubiese desconectado de esta.
 
—Yo estaba en el casino, soy cajera allí. En el momento del primer estruendo varias máquinas volaron y una de ellas dio contra mi cabina. —explica —Estaba... Estaba atrapada, si Taeil-ssi no hubiese llegado, seguiría allí, probablemente.
El pelinaranja, toma las pinzas y una pequeña gasa que había en el botiquín y limpia las pinzas con ésta, enfocándose en no lastimar a Soomin.
Se siente como una especie de héroe al haberla salvado y sólo sonríe levemente, sin evitar preocuparse por su mejor amigo y esperando que se encuentre bien después de haberse subido a una balsa.
— No, no, alguien te habría encontrado, seguro... – saca un pedazo de vidrio considerablemente grande y hace una mueca con su nariz, como si él hubiese sentido el dolor de haberse liberado de aquél objeto.
Seokmin ve como Taeil saca los trozos de vidrio y las fibras del mismo, de la piel de la chica, con un poco de asco y pánico.
— Eh, Lu... Saldré de nuevo a buscar a Seungjae, si me quedo a ver esto, desmayaré o algo. – antes de poner un pie fuera de la balsa, empiezan a bajar ésta, sacudiéndola un poco y provocando que el más alto se balancee un poco, cayendo de sentón sin mucha fuerza.
Su cara palidece y niega, levantándose con rapidez de nuevo y agitando sus manos.
»— ¡Eh, mi amigo! No, no, espere, no baje esto... – grita a uno de los hombres que bajaban la balsa.
Xian Lu tarda un par de minutos en procesar lo que está pasando, siente la balsa tambalearse, ve a Seokmin más pálido de lo normal y de pronto sólo se vuelve a sentir asfixiado, otra vez.
Lleva una mano a su boca para acallar sus sollozos pero le es imposible hacerlo realmente y simplemente pone todo su esfuerzo en no dejar que su ataque de pánico lo domine. Su pecho duele, su corazón se siente tan aplastado, tan maltratado. Mira hacia el barco que está en llamas y que es un desastre y todo lo que puede ocupar su mente en ese momento es el estúpido mocoso pelinegro de linda sonrisa.
— No debí dejarlo irse... — masculla en tono bajo entre sollozos y su llanto — No debí dejar que se bajara... — repite en un gruñido y sin darse cuenta sus manos frotan sus brazos con demasiada fuerza, clavando sus uñas en la piel hasta tal punto de hacerse daño.
— No, hey, no hagas eso. – dice Taeil, un tanto alarmado por las acciones del más pálido, llamando la atención de Seokmin.
 
El más alto también siente pánico, pues su mejor amigo estaba fuera de la balsa y le había prometido que regresaría antes de que bajaran sus balsas.
No entendía qué era lo que debía hacer Seungjae, ¿a quién debía ir a buscar? Sólo sabía de Xianlu y él. Namwook debería de estar a salvo y... No sabía de más gente que pudiera necesitar de su pelinegro amigo.
¿A quién buscaba? ¿Cómo estaba dejando que su joven amigo regresara a correr peligro al barco quemándose?
— B-basta, Lu, no hagas eso. – pide, acercándose al rubio e intentando detener sus manos de lastimarse. — Él está a salvo, en otra balsa, no. – deja que Taeil siga con su trabajo, atendiendo a Soomin, mientras se enfoca en que el de cabello colorido esté más tranquilo.
Soomin quiere ayudar, decir algo, no se sentía bien quedándose en silencio mientras ese chico estaba al borde de un colapso.
Pero el dolor que le producía el que Taeil le sacara todos los pedazos de vidrio de sus heridas no se lo permite, eso y la mano que ha tenido que llevar a su boca para morder el dorso de esta para así apaciguar un poco este dolor. Aún así, unos cuantos quejidos se le escapan.
Taeil concluye con lo que parecen ser todos los pedazos de cristal y limpia las heridas con un poco de gasa, intentando cerrar las más grandes, preocupándose un poco por los quejidos adoloridos que soltaba la pelinegra.
— Lo lamento, Soomin-ah. – se disculpa cada que toca lugares sensibles en ella.
Seokmin, por otra parte, sigue intentando controlar a Xianlu, procurando no entrar en pánico o desesperarse porque su mejor amigo no estaba con ellos.
—No tienes que disculparte cada vez que haces algo Taeil-ssi. —asegura Soomin, aunque su voz suena unos cuantos tonos más aguda de lo normal —Ya lo había dicho, me han pasado cosas peores. —añade, para tratar de tranquilizarlo.
— No importa, siento que estoy dañándote de más... Si de por sí. – sacude un poco el cabello negro de la chica, sin saber mucho qué hacer con sus manos después de haber terminado de limpiar sus heridas, hasta que cae en realización de la situación en la que están.
El más tranquilo, había parecido ser él, pues estaba entretenido con no dañar a Soomin, pero ahora, estaba rodeado de una chica lastimada, un tipo histérico, en un cuadro de crisis y un chico altote lleno de lágrimas en sus ojos, cayendo por sus mejillas, mientras alzaba sus manos y gritaba que su amigo seguía en el barco, mientras su balsa caía al agua y comenzaba a flotar por sí sola.
Taeil no sabía qué hacer, Dokyeom no estaba con él y no sabía si un ataque de pánico llegaría pronto a adueñarse de su calmada personalidad.
Su corazón comenzaba a latir irregularmente y el aire comenzaba a faltar en sus pulmones.
¿Y qué si un mal movimiento hacía que cayera al agua? No sabía nadar muy bien... ¿Y qué si había tiburones? ¿Se los comerían? ¡Él era demasiado joven para morir! Definitivamente, esta era una de las razones por las que no había querido acompañar a Dokyeom... Sabía que algo malo iba a pasar y su torpe y bajo amigo sólo había dicho que Leo DiCaprio era caliente.
¿Qué se suponía que debía hacer?
— S-seokmin-ah. – habla confianzudo, apenas respirando tranquilamente, poniéndose pálido de pies a cabeza, mareándose. — ¿Qué... qué se hace cuando...? – de un momento a otro, Taeil se desvanece en la balsa, después de haberse dado cuenta de que quizá... Su vida estaba muy en riesgo.
—¡Taeil-ssi! —exclama Soomin una vez ve al mayor totalmente inconsciente, intenta acercarse más a él, pero las heridas en sus piernas aún dolían bastante y eso ralentizaba sus movimientos así que estira uno de sus brazos para empezarlo a sacudir vigorosamente —¡Taeil-ssi Despierta! —le llama.
Seokmin también se altera y ayuda a que el pelinaranja no caiga por completo, pues un paso en falso de verdad los movería de la balsa.
Se sienta, recostando al más delgado y abanica su cara.
— ¡No sé qué hacer! – balbucea entre sollozos. — No quiero entrar en pánico, pero eso estoy haciendo. – lloriquea, sin dejar de mover su mano, mientras mira a su alrededor y ve a Xianlu aún llorando por su amigo. — Perdón, pero quiero a Seungjae.
Xian Lu observa a su alrededor, sintiéndose apenado de no poder sobreponerse ante todo. Sabe que no es de ayuda para nadie estando tan alterado pero tampoco puede calmarse a sí mismo, su pecho en verdad duele y su ansiedad podía con él. No obstante, quiso aunque sea dar su apoyo, aunque no estuviese en condiciones de... Se acerca a Seokmin, aun con grandes lagrimones corriendo por sus mejillas, trata de acallar apenas su sollozos y toma la mano del modelo.
La aprieta con fuerza y tira del brazo del chico para semiabrazarlo y asiente en concordancia con él.
— Yo también... — balbucea apenas audible. Inspira profundo y se toma unos momentos para poder elaborar una frase más compleja — Seokmin-ah... él... él v-va-a est-tar b-bien... ¿sí?
El castaño sigue abanicando a Taeil, acomodando su cabello y acercando un algodón con alcohol a sus fosas nasales, porque lo había visto en alguna que otra película, esperando que reaccionara.
— ¿Por qué a nosotros? ¿Hicimos algo mal? – susurra más para sí mismo, aún lloriqueando, importándole poco que la chica frente a ellos les siga mirando sin saber qué hacer. — Que él esté bien, por favor.
—¡Basta! —exclama Soomin de repente, dirigiéndose a ambos muchachos, ya cansada de tanto drama —No los conozco, ni sé de quien hablan, pero haciendo todo ese escándalo no le ayudan a nadie. —añade, en un tono algo firme, aunque no quería hacerlos enfadar —Él, quien quiera que sea, seguro estará bien. Ahora debemos tener calma y tratar de que Taeil-ssi despierte, ¿Bien?
Seokmin se queda callado, pues le asombra el hecho de que aquella chica le hable con
la seriedad a la que no está acostumbrado y asiente, dejando de llorar.
El chico en su regazo comienza a tomar un poco de color y cuando abre sus ojos, el castaño vuelve a echarse a llorar, porque: "ha resucitado en mis manos".
Taeil, toma su cabeza entre sus manos, porque el más alto era demasiado escandaloso y mataba un par de neuronas en su cerebro.
— ¿En dónde estamos? ¿Cuál era nuestra ubicación anterior? – el pelinaranja se sienta en la balsa, aun mareado.
— N-no lo sé. – balbucea Yoda, sintiéndose repentinamente desorientado, mientras mira a su alrededor y ve como, de un momento a otro, se han alejado bastantito de las otras balsas.
Ninguno sabía qué hacer y Taeil solo luchaba por mantener la calma. Sabía que Dokyeom estaba bien y era lo único que le importaba de momento.
Ambos estaban bien.


Boo Seungjae/Han Seung.


Está llorando y eso es todo lo que Seungjae puede escuchar.
El niño está solo, no entiende nada de lo que está pasando, pero está manchado de sangre y el pelinegro supone que es de la mujer que lo lleva en brazos, pues su vestido está manchado en rojo, sus rodillas, manos y tiene heridas en el rostro. El pequeño, sólo tiene heridas en las manos y ciertas cortadas en las mejillas.
No sabe qué hacer, se ha quedado viendo a la mujer desde que apareció por uno de los pasillos y ella le ha estado viendo a él, mientras camina en su dirección.
El mánager sólo retrocede cada paso proporcional al que da la mujer con su bebé y niega con su cabeza cuando le tiende a quién parece ser su hijo.
— Llévatelo… Llévatelo y ponlo a salvo, por favor. – suplica en lo que parece ser mandarín.
El pelinegro niega con su cabeza, pues tiene miedo de cargar con tal responsabilidad; sin embargo, lo toma entre sus brazos, viendo a la mujer caer al suelo, ya bastante débil. Tiene un brazo roto, tal parece.
Ella sabe que no sobrevivirá. Está bastante herida y apenas y puede continuar de pie. Ni un par de suturas le harán sentir mejor.
Ella moriría y por eso le estaba entregando a su hijo.
»— Hanseung. – dice en voz baja, señalando al niño y el modelo comprende, haciendo una venia antes de retirarse.
Quiere mantenerlo entre sus brazos, que deje de llorar, pues le duele ver al pequeño herido, mirando hacia el lugar en el que quedó su madre.
— ¡Niños! Los niños primero… – grita alguien, señalándole una balsa.
Quiere subir también, pero sólo hay espacio para el pequeño y gruñe bajito, hasta que ve a la platinada que le había saludado el día de su cita con Xianlu.
Le mira suplicante y espera que, con aquella mirada, sepa que quiere que el niño esté bien, por lo que le deja subir y entonces, Seungjae se va en busca de la balsa en la que había dejado a Lu con Seokmin, pues estaba listo para ponerse a salvo.
Su sorpresa fue que… No estaba más esa balsa.


Min Jaeho.


El chico bajito dijo llamarse Dokyeom. Hablaban tranquilos, como si nada de lo que estaba pasando fuera real, e incluso se sonreían mutuamente. Quizá, porque estaban tranquilos.
Shaoran le había gritado desde otra de las balsas, se había asegurado de que el empresario estaba bien, al igual que Akame e incluso Hyungsik.
Estaba aliviado de que sus personas especiales estuvieran bien y Dokyeom vio la cabellera naranja de su mejor amigo, por lo que no se molestó más en preocuparse.
Estaban a salvo.
Un tercero se les unió. Seungjae, parecía que conocía a Dokyeom y al menos, el más bajito también tenía a alguien a su lado a salvo.


:
chenyeol.
chenyeol.


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Mensaje por taejin Miér 21 Feb 2018, 5:46 pm

Spoiler:
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Mensaje por bomb. Dom 15 Abr 2018, 11:55 am



Didi.

Capítulo Once: Primera Parte.


Boo Hyungsik

Con el sol en lo alto y un horrible dolor de cabeza es la forma en la que Hyungsik despierta esa mañana. Solo en su cama, sin rastros de que su mejor amigo estuviese por la habitación. Suspira.

Él lo recordaba todo, ojalá pudiese olvidarse de lo que había vivido el día anterior pero no. Él se acordaba, de su mente no se habían borrado los momentos divertidos con el pelinegro, tampoco aquel terrible incidente en el baño ni mucho menos su larga y turbia charla con aquel hombre desconocido del cual no recordaba el nombre. ¿Se lo había dicho siquiera? Hyungsik no recuerda habérselo preguntado pero si recuerda haberle contado muchas cosas, quizás demasiadas. Resopla.

Cansado, con dolor de cabeza y unas enormes ganas de vomitar y llorar, el moreno se arrastra fuera de su cama y hace su camino hasta la ducha. No tiempla el agua, prefiere dejar que el agua helada le golpee directamente en la cabeza a ver si así logra aminorar un poco el dolor y distraer a su cerebro. Pero no lo logra, de hecho sus pensamientos todos corren alrededor de una sola cosa. Uno sólo de los sucesos que vivió el día anterior, uno en donde se topaba de nueva cuenta con su abusador. Aquel sujeto que le había hecho tanto daño…

No se da cuenta de en qué momento sus lágrimas empiezan a caer, tampoco le importa. Numerosos recuerdos le invaden, imágenes que se había esforzado por borrar, por olvidar. Memorias que había encerrado en una caja en los más profundo de su cerebro y que hubiese preferido mil veces no tener nuevamente que rememorar.
Siente miedo, está completamente asustado; para él, es como volver a tener ocho años. Es volver a tener esa horrible sensación de no estar seguro en ningún lado, de no poder ver a nadie a la cara porque si lo hace descubrirían lo asqueroso, sucio y corroído que estaba. Es volver a sentirse pequeño, insignificante, como basura… Él era basura, ¿cómo había podido olvidársele?

Sus sollozos se mezclan con el sonido del agua chocando contra el piso, retumban en sus oídos y está tan sumido en su propia miseria que no se ha percatado del ruido fuera del baño ni de como la puerta del mismo se ha abierto lentamente y Eunyoo ha asomado su cabeza.

El pelinegro forma una mueca de preocupación en sus labios al notar el estado de su mejor amigo, se dice a sí mismo que algo ha de haber pasado para que Hyungsik se encuentre de esa forma y que eso va más allá de su discusión de ayer. Cierra nuevamente la puerta del baño con sumo cuidado de no hacer mayor ruido, y se sienta en su cama a esperar que el moreno salga.

No esperaba encontrarlo despierto, él había despertado temprano, dispuesto a buscarle el desayuno y una aspirina porque sabía que cuando Sik despertase lo haría con una resaca de los mil demonios pero no esperaba que sumado a eso, su amigo llorase de aquella forma tan desconsolada.

A los pocos minutos Hyungsik sale de la ducha, diciéndose a sí mismo que ya ha malgastado suficiente agua y que no puede seguir haciéndolo. Se viste y regresa a su habitación encontrándose con Eunyoo sumido en sus propios pensamientos, está sentado en su cama, con la mirada perdida en algún punto equis del piso. Ni se molesta en saludarlo,  sabe que tan pronto como abra la boca el pelinegro va a darse cuenta de que algo le ha pasado (si es que no lo ha notado ya) y no quiere dar explicaciones.

— ¿Sigues molesto? — Eunyoo pregunta a sabiendas que no es su discusión lo que tiene a su amigo en un estado tan deplorable pero que es el tema menos sensible para abordar.
— ¿Me trajiste desayuno? — Hyungsik responde con otra pregunta con gesto indiferente observando el carrito de comida. Eunyoo rueda sus ojos.
— Sí, lo hice. Creí que tendrías hambre y te dolería la cabeza. — dice, el moreno asiente quedamente con la cabeza, toma la aspirina y el vaso de agua y se los toma, luego comienza a comer sin hacer ningún comentario.

Eunyoo lo observa desde su lugar, cada vez más convencido de que algo grave ha sucedido porque de qué otra forma puede explicar aquella actitud tan extraña de su amigo.

— Sik… — llama pero el moreno sigue sin prestarle atención. — Hyungsik… — vuelve a intentar pero obtiene la misma respuesta. Bufa, se levanta de su lugar y se acerca a donde está su amigo sentado comiendo, tira de su silla hacia atrás y se ubica justo delante de él, se inclina ligeramente hacia adelante, apoyando sus manos en los hombros contrarios, fija su mirada en la de su amigo.

Por un instante su boca se abre, muy dispuesto a regañarle por ignorarlo pero más que por eso, por no estar hablando con él respecto a lo que le preocupa. No obstante, hay algo en la mirada del moreno, algo que lo hace ver tan débil e indefenso, tan cansado y deprimido… Hyungsik tiene esa mirada que hacía años no veía en él y que hubiese preferido mil veces no tener que ver de nuevo. Entonces en lugar de gritarle o llamarle la atención, lo abraza.

En un principio Hyungsik se resiste al gesto, no quiere. No quiere tener que necesitar tanto ese abrazo y se regaña a sí mismo por haberlo estado rogando en silencio desde que vio a Eunyoo sentado en su cama cuando salió del baño. Sus brazos envuelven la delgada cintura del pelinegro y se apega a él como hacía muchos años no lo hacía, siente el nudo en su garganta y las lágrimas inaguantables escocer en sus ojos; es sólo cuestión de segundos para que se ponga a llorar como un niño desamparado y aquello sólo hace que Eunyoo se preocupe diez veces más y lo abrace más fuerte de lo que ya de por sí está haciendo.

— Sik, ¿qué ha pasado? — pregunta en medio de los sollozos de su amigo. Sube una de sus manos a los húmedos cabellos grises y comienza a peinarlos delicadamente en una caricia que suele calmarlo. — ¿Qué pasó ayer? ¿Por qué estás así?

Hyunsik quiere decirle, quiere hablarle y exponer todos sus miedos y preocupaciones respecto a lo que había pasado pero las palabras se atoraban en su garganta y morían en su boca mucho antes de que él pudiese siquiera pronunciarlas y, en vista de que no era capaz de emitir ninguna frase coherente, sólo se sujetó con mayor fuerza contra el cuerpo ajeno.

Eunyoo lo deja, deja que llore, que lo abrace con tanta fuerza que le empiezan a doler las costillas, probablemente le saldrían un par de moretones con el paso de los días pero estaba bien. Eso estaba bien si ayudaba a que Hyungsik se sintiese mejor o al menos un poco más calmado y pudiese contarle todo.

— Está aquí… — empieza, el pelinegro se separa a penas sólo para poder verlo a la cara y Hyungsik apenas si levanta el rostro para corresponder el contacto visual. Sus ojos rojos y tristes, brillantes en preocupación y miedo, mucho miedo. Esa clase de miedo que hacía demasiado no los pintaba y Eunyoo esperó lo peor. — Está aquí… — repite, las lágrimas ruedan por sus mejillas y el moreno aprieta sus ojos con fuerza ante el recuerdo de aquel hombre. — Me ha llamado Jihyun y todo… Me ha descubierto, sabe cómo me llamo ahora, sabe que trabajo aquí y él… él quiso… — habla entre cortado por el llanto y los jadeos, sus sollozos no le permiten ni terminar la frase pero no es necesario, Eunyoo había entendido todo aun cuando había sido casi ininteligible y ahora comprendía a la perfección la situación.

Vuelve a dejar caricias en el cabello del peligris mientras susurra palabras de consuelo en automatico pues su cerebro se concentra en tratar de conseguir una solución para todo aquel desastre.

Para Hyungsik, en su momento, la idea de cambiar de nombre, un poco su apariencia e incluso de ciudad en la que vivía parecía haber sido una buena opción. Habían pasado años antes de que aquel sujeto diera de nueva cuenta con él. Tantos años como llevaban ellos conociéndose, estando juntos y siendo amigos…


Cuando dejó Busán y llegó a Seúl recuerda haber pasado demasiadas necesidades, recuerda ser un adolescente casi un niño, demasiado asustado de todo y de todos, sin comida, sin techo, sin ningún prospecto, demasiado ingenuo y manipulable.  Había sido timado, engañado y hasta abusado en numerosos sentidos y por cuestiones de días se recriminó a sí mismo el haberse ido de su casa.

En algún punto había considerado la posibilidad de regresar, luego recordaba que se encontraba ahí porque fueron sus mismos padres los que intentaron deshacerse de él y mandarlo a una mejor vida. Y se daba cuenta que realmente no había mucho que pudiese hacer.

Era su opción menos miserable, dijo para sí mismo mientras aquel desconocido lo empujaba contra su voluntad contra el paredón de aquel oscuro y mohoso callejón. Tocándole de la misma forma desagradable que su padrastro solía hacerlo, diciendo la mismas palabras soeces, y teniendo el mismo sentido del humor cínico y cruel.

Para ese entonces él ya no tenía las suficientes fuerzas como para resistirse, quejarse o siquiera intentar zafarse, estaba tan resignado, convencido de que todo lo que le pasa realmente era culpa suya y se lo merecía porque eso era lo que su madre cuando más pequeño solía decirle. Porque él había sido un error, una carga, la peor de sus equivocaciones y como había arruinado una vida ahora le tocaba pagar las consecuencias.

— ¡Hey! ¡Suéltalo! — la voz había resonado por todo el callejón, pero su victimario apenas si lo había notado. Hyungsik, cuyo verdadero nombre era Jihyun, Kang Jihyun, apenas si logró distinguir la silueta de la otra persona ahí con ellos. — ¡Oiga! ¡Llamaré a la policía! — amenaza, una vez estuvo más cerca y el moreno descubrió que era un chico, uno de probablemente la misma edad que él, cabello negro y ojos filosos. Se había plantado con los puños cerrados y las piernas ligeramente separadas a unos pocos pasos de ellos y cuando el mayor se dignó a verlo, rió.
— ¿Te perdiste en tu camino de regreso a casa? — suelta burlesco y sin aflojar ni un poco su agarre en la cintura del moreno — Piérdete mocoso antes de que decida divertirme contigo también. — sisea entre dientes y Hyungsik siente su cuerpo temblar, él no quiere eso. No quiere en lo absoluto que alguien más pase por lo mismo que él, no quiere ver como otra persona es victima por su culpa.
— Vete… — dice y su voz es apenas un murmullo, el pelinegro lo mira, casi con indignación.
— Sus amenazas no me dan miedo. — espeta con altanería y con algo que Hyungsik no sabía si llamar valor o estupidez.
— Pero a mí sí, ¡largo! — chilla con desesperación cuando siente que el tipo lo está soltando para ir hacia el otro muchacho. — ¡Vete! — grita — ¡Ahora! ¡No necesito tu ayuda! — el pelinegro parece dudarlo por un momento pero ante la mirada insistente del moreno empieza a retroceder hasta la entrada del callejón y finalmente desaparece. Hyungsik suelta un suspiro de alivio y este se mezcla con la risita burlesca de su abusador.
— Buen chico. — felicita aquel sujeto, vuelve a atacar la piel de su cuello y sus manos se mueven sin pudor alguno sobre su cuerpo.

Hyungsik vuelve a cerrar sus ojos con fuerza y calla su mente, trata de ignorar todo, lo que lo rodea, lo que está pasando y se imagina a sí mismo teniendo una vida no tan mala. Sueña con el momento en el que pueda ser feliz, y se pregunta cuánto más tendría que vivir, cuánto más tendría que soportar antes de poder alcanzar esa tan prometida felicidad.

De pronto todo se tiñe de azul y rojo, un ruido lejano retumba a lo lejos y se encuentra en libertad. Ya no hay brazos que lo apresan, ni besos desagradables grabándose a fuego en su piel. Abre los ojos y puede notar un gran alboroto, reconoce siluetas: dos  policías, el sujeto y el muchacho pelinegro, y es capaz de registrar un par de oraciones en donde le preguntan su nombre, luego todo se vuelve demasiado borroso y ya no es consciente de nada.

Cuando sus ojos vuelven a abrirse la luz lo ciega; no reconoce el lugar donde está pero ya no es ese oscuro callejón, nadie está acosándolo y hay una manta cubriendo su malherido cuerpo.

— Hey… estás despierto. — escucha una voz provenir de algún lugar y perezosamente mueve su cabeza para poder dar con su interlocutor. Se sorprende al ver que es el mismo muchacho pelinegro, su ceño se frunce, las imágenes borrosas de antes de desmayarse regresan a su cabeza y lo mínimo que espera es estar en una comisaría pero no. Aquel lugar parece la sala de una pequeña casa; paredes tapizadas en papeles florales, muebles de madera, piso con alfombra, fotos en las repisas y las paredes; un hogar humilde y cálido.
— ¿Te sientes mejor? — el muchacho pelinegro vuelve a hablar, una diminuta sonrisa pintada en sus gruesos labios — Mi nombre es Eunyoo. — se presenta, en sus labios la sonrisa dulce y amable se expande, un gesto sumamente extraño de presenciar en lo que a él respecta, un gesto que sólo conocía por la televisión. — Estás en mi casa, la policía creyó que lo mejor sería que despertaras en un lugar un poco más acogedor a la comisaría además, necesitabas atención médica y mi mamá es enfermera, se ofreció a cuidarte mientras despertabas… — explica en tono calmo y tiende hacia a él un vaso con agua que no había notado que llevase antes.

El moreno se incorpora con cierto esfuerzo sobre el sofá en el que le habían dejado reposar, acepta el vaso de agua y lo toma con lentitud. Su cerebro procesando todo lo que el pelinegro acababa de decirle.

— ¿Cómo te llamas? — pregunta — La policía buscó entre tus cosas alguna identificación pero no tenías nada… Querían ver si podían contactar con tus padres y…
— ¡No! — chilla casi tan pronto como escucha la palabra “padres” e interrumpe al pelinegro. — No, no… Mis padres no. — pide sintiendo como la calma y el color abandonan su cuerpo, mira al chico, sus ojos se llenan de lágrimas y niega fervientemente con la cabeza — Por favor, por favor… Mis padres no, yo… yo no tengo padres. No los tengo, estoy solo. Me llamo Hyung Sik, Boo Hyung Sik y soy yo sólo. — recita casi como si aquello fuese su nuevo credo, su himno de vida.
— Estás huyendo de ellos… — Eunyoo frunció sus labios en una mueca y el moreno palideció. — Lo que sucedió en el callejón… ¿ya lo habías vivido? ¿Te lastimaban?  — pregunta luego de unos minutos, la cabeza ladeada y una profunda mirada de pena. — ¿Por eso huyes? — Hyungsik se acurruca en el sofá, abraza sus piernas y entierra su cabeza entre sus rodillas. No quiere pensar en eso, no quiere recordarlo, niega. — ¿Cómo te llamas? — escucha al pelinegro preguntar otra vez. — No voy a decirle a nadie si me dices la verdad… No volveré a llamarte por ese nombre si no quieres y les diré a todos que te llamas Hyungsik si me preguntan pero yo quiero saber la verdad…
— ¿Por qué? — pregunta con la voz apenas audible — ¿Por qué quieres saber? ¿Por qué me has ayudado? ¡Te dije que te fueras! ¡No debite volver con la policía! — no se da cuenta de cuando ha empezado a gritar — ¡Ahora ellos harán las misma preguntas que tú me están haciendo! ¡Querrán detalles de cosas sobre las que no puedo hablar! ¡Llamaran a mi padres y yo tendré que regresar a vivir en ese infierno de porcelana! — exclama completamente alterado, con la respiración agitada y las lágrimas empapándole la cara. Lo mira — ¿No podías sólo irte y ya? ¿Fingir que no viste nada? — su voz se quebró. Eunyoo niega con la cabeza.
— ¡Por supuesto que no! — afirma — ¿Estás loco? ¡Ese sujeto estaba abusando de ti! — el mayor niega completamente indignado.
— ¿Y qué diferencia habría? — pregunta con ironía — No me conoces, no sabes lo que he vivido. No tenías que meterte, ni tampoco preguntar por lo que me pasa, cómo me llamo o si estoy huyendo de mis padres…
— ¡Por Dios! Tienes razón, no te conozco pero tú seguramente tienes la misma edad que yo y ¡santo cielo! Sólo escucharte es realmente penoso… — niega con pesadez — ¿Sabías que lloras y hablas mientras duermes? — cuestiona, el rostro de Hyungsik palideció, — Dormiste por dos días y llorabas con tanta frecuencia, pedías perdón hasta por respirar y suplicabas porque no te hicieran daño. — la mirada del pelinegro se suaviza. — Eso, si lo sumo a cómo te vi en el callejón, tan resignado a lo que iba a pasar… Quiero saber quién eres, quiero ayudarte.
— No puedes, pierdes tu tiempo. — musita el moreno apartando su mirada — No vale la pena. No hay nada que puedas hacer.
— ¿En serio? — Eunyoo enarca sus cejas con incredulidad. — Porque no me dejas decidirlo por mi propia cuenta, ¿cómo te llamas? — vuelve a preguntar.
Pasaron largos minutos antes de que el moreno decidiera responder, minutos en los que peleaba consigo mismo sobre qué responder, una larga extensión de segundos en donde no había apartado su mirada de la contraria en una batalla sin palabras.
— ¿Cuál es tu verdadero nombre? — insiste.
— Ji Hyun, mi verdadero nombre es Kang Ji Hyun…


****


Woo Ryô Kai:

Esa mañana Ryô Kai había despertado relativamente temprano considerando la hora a la que se había acostado. Hacía demasiado  tiempo de la última vez que se había desvelado de aquella forma y a pesar de haber descansado bien seguía preocupado.

Con el moreno, era el segundo de sus empleados, (vaya sorpresa que el primero fuese el mejor amigo de este) que sufría acoso estando como empleado en el crucero y eso era algo que él no podía permitir. Tanto sus empleados como sus clientes eran prioritarios pero si los segundos irrespetaban a los primero, él obviamente debía fallar a favor de las personas que ayudaban a que su empresa fuese la mejor.

Con ese pensamiento en la cabeza, y otros tanto más en donde debatía consigo mismo cuál era la mejor forma de abordar el tema, Ryô Kai salió de su habitación rumbo a la de su padre. Él tenía que dejarle saber a su progenitor lo que estaba ocurriendo, sabía perfectamente que tan pronto como su padre se enterase los dos iban a estar de acuerdo en tomar cartas en el asunto, tal y como era debido. Kai está por llamar a la puerta de la habitación de su mayor cuando esta se abre de improviso dejando ver la silueta bien vestida de su padre. Le sonríe.

— ¡Muchacho! — exclama el hombre con una sonrisa afable, — No esperaba verte hasta más tarde. ¿Necesitabas algo? — pregunta, Kai da un par de pasos hacia atrás para permitirle a su padre salir de su cuarto, y este cierra la puerta a sus espaldas.
— Eish… ¿No puedo venir sólo a ver a mi viejo? — cuestiona como si aquello fuese lo más obvio. — Hablas como si la única razón por la que te he visto durante el viaje hayan sido los negocios. — se queja.
— ¿Y no es así? — se burla el mayor — Muchacho, te veo en las reuniones y unos minutos después del resto te desapareces… Quizás porque Hari-yah está aquí y a él también tenías mucho tiempo sin verlo o tal vez porque te aburres de compartir más de lo necesario con este anciano. — agrega dramatismo a lo último de la frase y el muchacho ríe.
— ¡Eso no es cierto, padre! — refuta aun con una sonrisa divertida, y pasa uno de sus brazos por los hombros del mayor, tenían la misma altura, y a su padre no parece molestarle aquel acto, al contrario. — Pero tú estás vestido como para una reunión… ¿qué pasa? — pregunta.
— ¡Ah! Pues verás hijo mío, resulta que en esta oportunidad hospedamos en el barco a más personas importantes de las que somos conocedores. No solo estamos hospedando a la presidente de la nación y a su hija, a una estrella de fútbol y a su esposa super modelo, sino que también hospedamos entre nuestros clientes V.I.P al Ministro de Justicia Kang Ji Eun. — la sonrisa de su padre se agranda y Kai forma una mueca con sus labios.
— A ti no te va la política. Y hasta donde soy conocedor la familia Kang no ha sido nunca, realmente de tu agrado, ¿por qué estás tan feliz? — cuestiona con cierto deje de fastidio. Su padre bufa.
— Es ahí donde todavía te falta experiencia Kai. — dice dejando un par de palmadas en su hombro y separándose de él — Tienes razón, no son realmente de mi agrado pero política e institucionalmente necesitamos establecer buenas relaciones con ellos si queremos llevar a cabo ciertos proyectos de nuestra empresa, además, la política, aunque no nos guste, se ve mezclada en todo. Hay que saber manejarse. — explica con total calma y razocinio. Él lo entiende pero no está del todo de acuerdo.
— Bueno, tienes un punto pero aún así…
— Kai. — su padre no lo deja terminar y el chico suspira, asintiendo. — Tenemos una empresa muy grande y prospera, mucha gente depende de nosotros y cuenta con lo que hacemos para poder seguir viviendo. Hay que saber cuando camuflarse, saber moldearse y además, no es como si le estuviésemos vendiendo nuestra alma al diablo. Sólo vamos a tener un desayuno ameno con el Ministro de Justicia y ver qué nos tiene qué decir, si podemos sacar provecho de ello como en nuestro almuerzo con la presidente, entonces mejor… Todos ganan.
— Ugh…. Odio cuando hablas así. — suspira — Es tan material e impersonal, casi no pareces mi padre. — bromea pero él sabe muy bien que los negocios y la familia son cosas muy diferentes, no obstante siempre había admirado la forma en la que su padre compaginaba muy bien ambos roles y lograba mostrarse con una postura justa y limpia. Aunque muy de vez en vez tenía esos pequeños episodios turbios.
— Con el tiempo aprenderás. — le sonríe. Kai se limita a asentir y seguirlo cuando se interna en aquel restaurante de mantel blanco y muchos ceros por platos, el mismo en el que había almorzado con la presidente Park, sólo que esta vez no le parecía cómoda o agradable la próxima reunión que si bien su padre no le había pedido que lo acompañase, lo había guiado todo el camino hasta ahí.


****


Boo Hyungsik

— Sik… — la voz de Eunyoo lo regresa a la realidad, una realidad de ojos empañados y su mejor amigo tienen de nueva cuanta esa misma mirada cargada de pena y preocupación que el día que lo conocía.
— Sé lo que vas a decir, Yoo. — musita apartando su mirada — Nada es muy diferente a hace diez años.
— ¡Eso no es cierto! ¡Las cosas son muy diferentes ahora! — exclama el pelinegro con un bufido — Ya no somos unos niños, Sik… ¿Qué vas a hacer si no pides ayuda ahora? ¿Volverás a huir? — cuestiona, se separa de su amigo, plantándose a un par de pasos de distancia frente a él. — ¿Volver a cambiar tu nombre, la ciudad donde vives, dejar tu vida? — enarca sus cejas y lo mira detenidamente — ¿Vas a dejarme? ¿A mí? ¿A Rae? ¡Dios míos, Hyungsik! ¿Y Akame? — el pelinegro niega con la cabeza completamente sobrecogido.
— Ya lo he hecho antes…
— ¡No, eso no es cierto! — espeta el mayor — Cuando tenías trece las únicas personas en tu vida eran ese infeliz y tu desgraciada madre. No tenías un hogar, ni personas que se preocupasen realmente por ti, no tenías ni vinculos ni lazos afectivos con nadie, solías odiar a todos y estar solo la mayoría del tiempo.
— Eunyo… — lo interrumpe pero el pelinegro hace oído sordos y sigue hablando.
— ¡Has logrado recuperar tu vida! ¡Has hecho una vida! Te sobrepusiste a todo lo que te hicieron, recogiste lo poco que te quedaba en ese momento, alzaste la cabeza y decidiste seguir adelante. ¡Yo vi todo el proceso! — Eunyoo vuelve a míralo, acorta la distancia entre ellos y se acuclilla frente a él tomando sus manos. — Sik, esta vez no es, ni por mucho, similar a hace diez años. Las cosas sí han cambiado, han cambiado demasiado.
— No es cierto. — susurra zafándose de su agarre y apartando la mirada, la fija en un punto muerto por encima del hombro del pelinegro. — Eunyoo, no es cierto… He estado viviendo en una fantasía… Había sido muy bueno, esa no era mi vida, no realmente.
— Hyungsik, nadie… Por muy malo que haya sido merece jamás y nunca la vida de mierda que tú habías estado llevando hasta ese entonces. Mucho menos un niño. — Eunyoo lo mira tan dulcemente, acuna el rostro contrario con ambas manos y acaricia sus mejillas, limpiando con sus dedos los rastros de lágrimas — Esa es la que no era tu vida. Eso ni siquiera podía considerarse vivir, ¿cuánto miedo, cuánto dolor, cuánto sufrimiento más piensas soportar antes de pedir ayuda? — inquiere.
— ¿Quién va a ayudarme, Yoo? — bufa con burla — Tan pronto como se enteren de quienes se tratan no van a querer ayudarnos. — ríe amargamente — Les tienen miedo, hasta la misma gente rica y con “poder” les teme. No van a meterse con ellos, no van a creer lo que yo diga. — afirma con la voz quebrada. — Ya lo intentamos, ¿recuerdas? No sé como logré librarme de que me llevaran de nuevo con ellos pero la policía no hizo nada.

Eunyoo frunce sus labios con fastidio, sí, él era consciente de ello. No iba a ser fácil pero se rehusaba completamente a ver a su amigo desplomarse y regresar a aquella tan horrible vida que solía llevar.

— Sí, recuerdo. Pero…  estamos aquí hoy, ¿no? — una idea parece iluminar el rostro del pelinegro y el moreno no parece estar en la misma sinfonía porque no entiende porqué de pronto la mirada café de su mejor amigo brilla como quien tiene un gran plan. — Hyungsik… ¿Dónde ocurrió el incidente?
— En el baño de la cubierta exterior pero… ¿eso por qué sería importante? — cuestiona todavía sin entender.
— ¡Hyungsik! Esto es un crucero de lujo, tienen todo un sistema de seguridad muy bueno, cámaras por todas partes, ¿no? Si fue en los lavabos lo más probable es que esté grabado y eso ya es algo. — exclama el pelinegro con cierta emoción. Y el moreno se queda de piedra en su lugar, asimilando de a poco todo. — Sik, tenemos una ventaja. — afirma el pelinegro, y él niega.
— No, no es suficiente… Yoo, no es… Eso no basta. — niega.
— Quizás no pero es algo. — anima — Vamos Sik… ¿Sabes con quien bebiste anoche? — pregunta de pronto y la mueca de confusión del moreno le dejó saber a su amigo que no tenía ni la menor idea de porqué sacaba eso a relucir en ese momento.
— Alguien de traje fino… ¿Importa? — Eunyoo asiente y ríe.
— ¡Claro que importa!


****


Woo Ryô Kai:

Sentado en una mesa en la parte más exclusiva del restaurante los esperaba un hombre, rubio de ojos oscuros y mirada imponente. Vestía un traje de alta costura al igual que ellos y tenía un aura de prepotencia que a Ryô Kai le disgustó.

— Ministro Kang. — saluda su padre con una profunda reverencia que él imita, el sujeto ni se inmuta.
— Sr. Woo. — responde escuetamente — Siéntese. — No hace más que un simple gesto de mano que les indica que pueden sentarse de forma déspota, Kai siente su sangre comenzando a hervir.
— ¿Ha esperado mucho? — la pregunta de su padre es mera cortesía, han llegado justo a tiempo, lo sabe por la forma en que le sonríe. — Me he encontrado a mi hijo en el camino, espero que no le moleste, Ryô Kai. — lo apunta sutilmente y el vuelve a hacer una reverencia.
— Es un placer. — su tono es frío, algo muy extraño y su sonrisa es vacía al igual que la del sujeto, pura cortesía.
— No es molestia, resulta hasta mejor para mí. — dice el hombre dando un sorbo a su copa de vino. — Padre e hijo, manejan una prospera empresa. Bastante influyente en la nación y todo el continente, ¿no? — sonríe pérfido y Kai tiene que hacer un esfuerzo para no rodar sus ojos. La adulación soez del hombre le irrita, es más una burla. Hay tanta superioridad en su actuar que quiere pararse y largarse de ahí en ese preciso instante.
— Si lo dice así… Nosotros sólo hacemos en lo que somos buenos. — nota la tensión en la voz de su padre y como la sonrisa en su rostro se a teñido de cierta molestia y lo sabe, a su padre le está desagradando el sujeto tanto como a él. — Pero no es por eso precisamente que ha insistido en hablar con nosotros, ¿o me equivoco? — su padre enarca una de sus canosas cejas y el hombre deja su mirada fija sobre él; Kai puede notar la maldad brillando en sus ojos y la molestia relucir en su sonrisa sardónica. — ¿En qué podemos servirle?
— Tiene razón Sr. Woo. — asiente, cambia su posición sobre la silla, apoya sus brazs sobre la mesa y se inclina ligeramente hacia adelante. — La razón por la que le pedí a mi secretaria que me contactara con usted es debido a que me estoy quedando en su barco y hace poco menos de veinticuatro horas he tenido un altercado con uno de sus empleados. — suelta sin más y el ceño de Ryô Kai se frunce al igual que el de su padre.
— ¿Disculpe? — Kai habla por segunda vez en lo que va del encuentro, casi indignado y es su interlocutor el que lo mira como si aquello fuese inconcebible.
— Lo que escucha. Uno de sus empleados me ha faltado el respeto anoche. — espeta con altanería —  Lo que es más, se ha atrevido a golpearme cuando le he dicho que se retire antes de que llamase a su superior. — afirma sacando un pañuelo de fina tela del bolsillo interno de su americana, luego lo pasa por su cara, hacia el área de la mejilla derecha donde un cardenal queda al descubierto.

Kai mira a su padre, tiene un sabor amargo en la boca, algo no está bien en toda esa historia y su conversación con el mejor amigo de Eunyoo en el bar no deja de regresar a su cabeza.

— Discúlpeme Ministro Kang, no es mi intención ofenderle pero ¿qué motivos tendría uno de nuestros empleados para agredirle de esa forma? — cuestiona su tono de voz denota cierto enojo. Su padre se ha quedado de piedra, pálido e incrédulo. Lo entendía completamente, aquello era una situación delicada.
— ¿Y yo debería saberlo? ¡A mí también me sorprendió! — ruge el hombre con indignación — ¿Y por qué me está haciendo estas preguntas a mí? ¡Yo soy la víctima aquí! ¡Soy el cliente y he sido agredido por un empleado de segunda! Con sólo saber eso debieron haberse levantado y sólo despedir a ese irreverente muchacho.
— ¿Fue un muchacho? — su padre por fin parece recobrarse de la impresión, Kai lo ve, tiene el ceño fruncido y puede deducir por su mirada que él tampoco está muy convencido de todo aquello.
— ¡Uno sí! ¡Un moreno de cabello grisáceo! — bufa con molestia. La imagen de Hyungsik en el bar la noche anterior relampaguea en la mente de Kai y su desagrado por aquel hombre aumenta considerablemente. —¿Por qué me está interrogando de esta manera? ¡Soy su cliente! Estoy pagando por un buen servicio y un buen trato, cuando un cliente se queja no se le ataca. Se busca al responsable de la queja y se despide. — habla como si fuese lo más racional y obvio, hasta cierto punto tenía razón pero ellos nunca habían sido de ese proceder. — ¡Quiero que lo despidan! — ordena groseramente. — ¿Cómo se ha atrevido ese mocoso? — masculla con desprecio.

Y Kai no lo soporta más. ¡Cuanto descaro en una sola persona!, se levanta de tirón de su silla, dejando su servilleta sobre la mesa con un golpe seco y abre su boca para gritarle que él no es quien para decirle qué tienen que hacer y cómo tienen que hacerlo, que su historia carece de coherencia y cohesión en la sucesión de los hechos y que primero investigarían antes de tomar una decisión le gustase o no pero su padre lo no deja.

Lo toma del brazo con fuerza, el otro hombre se ha puesto de pie también y lo mira con aires de grandeza, retándole con la mirada ha que le hiciera algo. Se pone de pie junto a su hijo, con una calma de la cual Kai ya no es poseedor, estira las arrugas que se han formado en la chaqueta de su traje y lleva su mirada fría y sería al que es ajeno a su linaje.

— En verdad es una pena lo que le ha sucedido, Ministro Kang. Lamentamos mucho el inconveniente y las molestias e incomodidades que esto le pudo haber causado. — inicia tranquilamente, su voz casi igual de amable que de costumbre — Compensaremos su infortunio si así no los exige y al llegar a muelle coreano le retribuiremos el costo de su pasaje. No obstante, usted aquí es, al igual que el resto de los comensales, otro pasajero más; por ende, no tiene ningún derecho ni ha hablarnos de esa forma tan altanera ni ha exigir un actuar determinado de nuestra parte cuando se niega a colaborar con nosotros. Ya que usted no resulta la única parte afectada en esta situación, antes de tomar cualquier decisión, es nuestra obligación hallar al otro individuo y preguntarle su versión de los hechos. ¿No le parece lo más razonable? — aunque es una pregunta su padre no tiene ninguna intención en dejarle responder, hace una leve venia y luego tira de él hasta que quedan fuera del restaurante.

En el camino a la salida Kai no despega sus ojos del otro hombre, puede ver en su rostro todo el enojo, sorpresa y frustración. Sonríe con sólo pensar que las cosas probablemente no habían resultado como quería.

— Papá, tengo algo que hablar contigo. — le dice a su padre una vez lo nota más calmado mientras caminan por los pasillos hacia la sala de juntas.
— La actitud que tomaste en el restaurante no es digna del cargo que ocupas Ryô Kai. — le responde su padre a su vez, Kai suspira, espera a que siga hablando. Que lo regañe o le de un sermón de cómo debía siempre mantener la compostura  pero no llega. Mira al mayor y este lo está mirando. — ¿Qué es lo que sabes? — pregunta y el muchacho abre su boca ligeramente sorprendido.
— ¿Cómo sabes que sé algo? — cuestiona.
— No te alteras solo porque sí, y con ese tipo de personas menos. Estás bastante bien entrenado para sonreír y ser políticamente correcto, así que asumo que has de saber algo, algo que te a ha afectado de una forma u otra. Además, tan pronto como hemos estado lo suficientemente lejos has dicho “tengo algo que hablar contigo” — lo imita vagamente y él no puede evitar sonreír. — Además, Jiahn me comentó de tus visitas e inspecciones a los empleados de los dos últimos días. Hacías preguntas muy específicas…
— Wow… ¿Me estabas vigilando? — se siente casi indignado — ¡Ya no soy un niño! Deberías confiar un poco más en las decisiones que tomo como jefe.
— Y lo hago, voy a escucharte antes de mandar a llamar al Capitan, Director de Hotel, Director de Crucero, Oficial Jefe y Jefe de Seguridad. — anuncia. Kai suspira.

Se adentra con su padre a la sala de juntas y le relata todo lo que cree realmente pertinente sobre la noche anterior. Le habla de Hyungsik, de cómo se lo ha encontrado y lo coaccionado que le tienen, le comenta muchas cosas y se guarda otras tantas porque no son relevantes para el tema.

— Oh, ya veo… — dice su padre luego de un prolongado silencio. — Esto es delicado Kai. — afirma, Kai no puede estar más de acuerdo. — Si las cosas son como dices, es un tema que requiere de mucho cuidado. Los Kang no son cualquier familia, tomar acciones legales contra ellos, por muy legítimas que sean no va a ser una batalla sencilla.
— Lo sé, pero tampoco podemos hacernos los desentendidos. Ha pasado bajo nuestras narices… — excusa con una mueca.
— Ryô Kai, lo entiendo pero es muy arriesgado… — lo interrumpe.
— Padre, ¿qué clase de personas seríamos si nos hiciésemos de la vista gorda? — cuestiona — He conocido al chico, debiste haber hablado con él… Ninguna persona merece que la hagan sentir y vivir de esa forma. Nosotros podemos ayudarlo… o al menos intentarlo.
— Pero dijiste que el chico no quiere ayuda. — se queja su padre, Kai bufa.
— ¡Está asustado! — exclama — ¡Solo dios sabe cuantas atrocidades habrá vivido a manos de ese hombre o de otros tantos como él para sentirse de esa forma! — es tan obvio para él, pero sabe que su padre está pensando en lo que sea mejor para el mayor número de personas posible. Sonríe cuando lo escucha suspirar.
— Más te vale saber en lo que te está metiendo. — lo apunta. — Te brindaré todo mi apoyo si tu víctima colabora, de otra forma. Olvídate de esto.
— Sí, señor.
bomb.
bomb.


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생존자 |N.C| - Página 5 Empty Re: 생존자 |N.C|

Mensaje por bomb. Dom 15 Abr 2018, 12:32 pm



bomb.

Capítulo Once: Segunda Parte.


Rae Eun Yoo:

Eun Yoo tira de Hyungsik por el pasillo mirando a las distintas puertas del pasillo de Primera Clase, no le había costado demasiado conseguir la información de en dónde se hospedaba “el joven, galante y apuesto CEO”.

— Yoo… — el moreno lo llama, deteniéndose en su andar — Yo… no creo que sea buena idea. — susurra, el pelinegro se gira para mirarlo, está dispuesto a regañarlo como no lo ha hecho en lo que lleva del día pero al ver el temor y la inseguridad en los ojos ajenos, su temperamento vuelve a ablandarse. También distingue algo de vergüenza en ellos. — No sólo porque… porque bueno, no creo que valga la pena… Anoche… Anoche yo dije muchas cosas, y hablé de muchas tonterías y…
— El Sr. Woo no está molesto, hablé con él anoche. — trata de calmarlo — Y por lo que me has contado él mismo pidió que le contaras, quería ayudarte… Yo entiendo que no tengas fe en ellos pero es extraño. — retoman su curso mientras Eunyoo sigue hablando. — Toda nuestra vida nos hemos topado como con los peores ejemplos de las personas que tienen dinero y poder. Estamos muy acostumbrados a estar a la defensiva ante ellos y con la guardia en alto pero… No sé, Sik, tanto el Sr. Woo como el Sr. Kim parecen buenas personas y han mostrado interés en cosas que no tendrían porqué importarles.
— Tienes demasiada fe en ellos, ¿desde cuándo eres tan confiado? ¿Y desde cuándo conoces al Sr. Woo como para hablar así de él? — el moreno bufa.
— No lo conozco, no mucho. Lo conocí la otra noche en el club, el Sr. Kim fue con él, fueron amables los dos… El Sr. Woo me preguntó por el altercado de la otra noche. — Eunyoo hace un gesto de mano para restarle importancia — El Sr. Kim habla muy bien de él, yo confío en él.
— ¿Lo haces? — Hyungsik bufa — ¿Desde cuándo? ¿En qué momento se volvieron tan cercanos y él se ganó ese privilegio? Si serán como tres días desde que se conocen, ¿en serio Eun Yoo? — reprocha su mejor amigo y el pelinegro rueda sus ojos, se detiene y lo enfrenta.
— Boo Hyungsik. — dice seriamente — Sí, confío en él. No, no lo conozco de hace años pero a veces no es necesario conocer por demasiado tiempo a una persona para saber que es buena, a veces sólo… lo sientes y ya, es como un sexto sentido. Algo así como lo que te hizo a ti confiar en mí y en mi madre cuando recién nos conocimos. Lo que hizo que me dijeras tu “verdadero” nombre cuando no teníamos nada más que unas horas de habernos conocido, ¿comprendes?
— Ya… no te enojes. — chasquea la lengua con fastidio y bufa por enésima vez. — Es sólo… es extraño. — niega.
— Lo sé, pero de ser alguien malo ya hubiese hecho algo, ¿no lo crees? — cuestiona con cierta obviedad y el moreno hace una mueca no muy convencido. — Lo que sea, lo importante no es eso. Es que vamos a ir con el Sr. Woo. Te vas a presentar correctamente y hablaremos con él como es debido.
— ¿Tú también? — pregunta como un niño pequeño, le sonríe.
— Estaré para apoyarte y reafirmar lo que sé que ha sido así. — asegura.
— Bien…


****


Woo Ryô Kai:

Pasado el mediodía Ryô Kai regresa a su habitación dispuesto a cambiarse por algo más cómodo y luego ir a buscar a los dos chicos de los que ha venido hablando toda la mañana.

Con ayuda del Jefe de Seguridad del barco había logrado dar con los videos de la cámara de seguridad del baño en el que el moreno había sido violentado. Ver aquellas imágenes le había revuelto el estómago y le había hecho enojar en demasía.

— ¿Sr. Woo? — una voz familiar le saca de sus cavilaciones y se siente gratamente sorprendido al encontrarse tanto a Hyungsik como Eunyoo parados a unos pocos pasos de él en el pasillo, frente a la puerta de su habitación.
— Eun Yoo-ssi, Hyung Sik-ssi. — saluda a ambos chicos llegando hasta ellos, los dos hacen una venia en su presencia y puede notar el sonrojo en las mejillas del moreno cuando le pregunta por su estado.
— Estoy bien… — musita tímidamente sin mirarlo y Eunyoo niega.
— Eso no es del todo cierto. — niega — Sr. Woo, ¿podemos quitarle unos pocos minutos de su tiempo? — cuestiona con una media sonrisa tensa, y él asiente tranquilamente.
— Por supuesto. — se hace espacio hasta su puerta y la abre. — Pasen, hablaremos más cómodamente adentro. — los invita una vez que está dentro de su habitación y ambos chicos entran detrás de él. Puede notar los nervios en ambos pero ciertamente es Hyungsik quien está más tenso de los dos. — ¿En qué puedo ayudarles? — cuestiona aunque se puede hacer una idea.

No obstante, no es su intención presionarlos, los invita a tomar asiento en los muebles del pequeño recibidor de su habitación y espera pacientemente a que alguno de los dos empiece a hablar.


****


Xiao Xian Lu:

Hacía solo unos pocos minutos en los que Xian Lu había recibido el último mensaje por parte del pelinegro y lo primero que había hecho luego de eso había sido ir hasta la habitación de su mejor amigo en lo que le escribía a su mejor amiga que lo encontrase ahí pues él estaba a poco y nada de entrar en crisis. ¿Hace cuánto que no tenía una cita?

Con cierto desespero toca repetidas veces la puerta de la habitación del nuevo pelinegro y al ver que se tomaba su tiempo para abrir refunfuña en su lugar.

— ¡Nam! — chilla en voz alta — ¡Abre maldita sea! ¡Abre antes de que me dé un ataque! — dramatiza medianamente divertido medianamente serio.
Namwook enreda una toalla alrededor de su cintura y sale del baño, refunfuñando por lo bajo al escuchar la voz de su rubio amigo.
— Ya, no exageres... Calla, que ya voy. – ríe bajito, abriendo la puerta y recibiendo al menor, haciéndose a un lado para dejarlo entrar, aprovechando que estaba solo. — Hola, Lu... ¿Por qué te va a dar un ataque?
— ¡Tardaste siglos! Ya empezaba a ver mi vida pasar frente a mis ojos. — se queja el rubio con un bufido — Espero que no te molestes pero le pedí a una amiga que está en el crucero que nos encontrara aquí, los necesito a los dos porque siento que en cualquier momento va a comenzar a brotar de mi frente un tercer ojo... ¡Es una locura Nam! ¡Todo es una locura! — lloriquea con cierta exageración.

Bueno, estaba siendo muy exagerado pero ¿quién podía culparlo? Había pasado de estar rechazando a chicos con posibles intenciones románticas a semi-aceptar a uno que, ciertamente, tenía demasiado de cursi y de romántico. Toma asiento en la cama del mayor sin siquiera molestarse en pedir permiso y suspira audiblemente.

El pelinegro cierra la puerta, ríe ante la desesperación del menor y corre a su closet, buscando algo para vestirse de una buena vez.

— Yah, creo que al menos merecía una llamada de que vendrías... O de que vendría una amiga. ¡Estoy casi desnudo! – se señala, poniéndose una camiseta al azar, que después combinaría con algún pantalón que se encontrara.
— No estaba en mis planes venir para acá... Al menos no tan temprano pero... — deja la frase inconclusa inflando sus mejillas un tanto renuente a admitir lo que estaba por contarle a su amigo pues no quería escuchar un "te lo dije" de su parte — Seungjae me escribió hace un rato y... me pidió una cita... Así como... una cita real, ¿me entiendes? — Xian Lu resopla con fuerza y rueda los ojos. La idea le sigue siendo tan ajena y ridícula; — ¿Por qué es así? ¡El otro día me hizo hablar de muchas cosas y él...! ¡Aaaah...! ¡Es tan molesto! — gruñe, enfurruñándose en su lugar con malcriadez y capricho. — No me gusta.
Namwook se limita a sonreír de lado, caminando hasta su cama y sentándose junto a Lu. Se toma su tiempo para acercar su mano a palmear su espalda fraternalmente y sonríe.
— ¿Qué es lo que te altera de tener una cita? Ya sabes, ¿"una cita real"? – imita la voz del más joven, riéndose bajito para después, volverse a levantar en busca de ropa para vestirse por completo, mientras le escuchaba.
— ¡No te rías de mí! — resopla, luego toma un par de respiraciones profundas para calmar sus nervios y se encoge en su lugar — Yo... no sé Nam, hace mucho que no tengo una y él... Ugh, él es un niño bastante peculiar... — forma una mueca con sus labios sin saber cómo explicarse realmente y vuelve a gruñir — No me gusta, no quiero que sea importante para mí... Tengo una visión fatalista de todo y mis alarmas se disparan cada vez que el niño anda por alrededor. Me jode la vida, mis nervios sufren demasiado por su culpa y yo no quiero porque sé lo que eso significa y no estoy de acuerdo.

Joon termina de vestirse, demasiado apurado para correr a ayudar a su amigo y darle de nuevo un par de palmaditas en la espalda para intentar tranquilizarlo.

— ¿Y por qué no te das la oportunidad de salir con él? – opina, intentando buscarle el lado más sencillo a lo que quiere decir. — Sé que puede ser difícil para ti, pero luce como un buen chico, ¿no? Lo peor que puede pasar, es que, como dijiste, él no sea del todo tu tipo. – comenta desinteresado, cruzándose de brazos. — ¿Vendrá tu amiga? Ella debe tener una versión más actualizada de tus romances anteriores... Eso pasa por desconectarnos, Lu.
— Ella no debe tardar en llegar. — musita y como si la hubiese invocado un par de golpes a la puerta resuenan por toda la habitación. Lu se levanta de la cama para abrir y le sonríe a Ai Miu cuando la ve enfrente de él en el pasillo con un paquete de galletas de chocolate.
— Traje dulces... No sé qué ha pasado pero el chocolate siempre ayuda. — le sonríe la platinada y Lu se lanza sobre ella para abrazarla con fuerza.
— Te amo. — susurra bajito haciéndola pasar a la habitación. — Nam ella es Ai Miu, mi mejor amiga, Miu él es Namwook, mejor amigo de toda una vida.
— Hola. — Aimiu saluda escuetamente con simple reverencia y una sonrisa amigable, luego mira a ambos y asiente — Y bien... ¿cuál es la tragedia que te acaece? — cuestiona media burlesca.
Wook imita la acción con una leve venia educada y sonríe, mirando al rubio un tanto enternecido.
— Un chico realmente lindo lo invitó a una cita y... Está un tanto histérico. – explica brevemente, dejándose caer en su cama.

La rubia enarca sus cejas un tanto sorprendida y se voltea a mirar a su amigo.

— ¿Y no lo has rechazado? — ella está sorprendida, es casi ridículo el nivel de incredulidad en su voz — Wow... Te descuido un par de días y tú por fin te consigues un posible novio. — ella silba, una sonrisa maliciosa comenzando a pintarse en sus labios.
— ¡No es así! — responde rápidamente el rubio con las mejillas ligeramente sonrojadas — Yo sólo... él... ugh... — se vuelve a enfurruñar en su lugar ya que no logra conseguir ningún argumento lógico y Aimiu ríe parcialmente enternecida; destapa el paquete de galletas y toma asiento en la cama en frente de ambos chicos, ofreciéndoles de la golosina.
— No hiperventiles Lu. — dice — No es tan malo, ¿acaso es un mal chico? — cuestiona, él niega con la cabeza formando un puchero antes de dar un mordisco a su galleta — Entonces ¿por qué tanto drama? — se encoge de hombros — Yo sé que esto de dejar que las personas entren en tu vida no es lo tuyo... A veces te pasas de ermitaño — ríe —, pero no puedes estar sólo para toda la vida, eso sería triste. Tampoco estoy diciendo que te vayas a casar con este chico pero... ¿por qué no dejar las cosas fluir? No recuerdo cuándo fue la última vez que me dijiste que tenías una cita o que estabas saliendo con alguien, seriamente quiero decir. Estos últimos años tú te has encerrado en tu pequeña burbuja laboral y has mandado a volar a toda persona que ha intentado acercarse a ti en un plano más personal... Me sorprende que el chico haya logrado sacarte una cita... — achica sus ojos mirando al mayor — ¿Desde cuándo lo conoces?
— Ha sido un tiempo, es el manager de uno de los tantos modelos con los que he trabajado. Sólo que... no fue hasta ahora que le he prestado algo de atención. — explica el rubio con un suspiro ahogado.
— Ella tiene razón, Lu... Para empezar, él no es un mal chico y darte la oportunidad de salir con alguien, no va a estar tan mal. — Una buena cita con alguien agradable valdrá la pena si al final del día la pasaste bien. – intenta ser más del tipo animador en aquella situación. — Le aclaraste las cosas, le dijiste que no querías tanto involucrarte en... relaciones y él debe entenderlo, así que... Por mi parte, no veo el problema. – niega con su cabeza, haciendo una mueca despreocupada. — Puedo decirle a Seokmin que haga algo y no salgan, si eso te pone de esta manera, o... Algo.
— ¡No! — chilla casi de inmediato el aludido y se sonroja violentamente por su precipitada reacción, — No, no le hables a Seokmin-ssi...  — Xian Lu toma una respiración profunda, cerrando sus ojos por unos minutos para calmarse y calmar a su desembocado, luego mira a sus dos amigos — Yo sólo... es sólo que creo... Yo creo que... — Lu no encuentra cómo poner en palabras sus sentimientos porque para él era tan difícil admitir que estaba volviendo a sentir cosas por alguien.

Pero entonces, recordaba sus conversaciones con Seungjae, todas sus palabras bonitas, las promesas que le había hecho si él tan sólo accedía a darle una oportunidad, su sonrisa y la forma en que sus ojos parecían mirarle sólo a él; y los muros que con tanto esfuerzo había contruido a lo largo de los años para resguardarse de todos los que pudiesen hacerle daño comenzaban a tambalearse.

Aquel alto mocoso pe pelo negro y rostro atractivo, estaba logrando hacerse su camino hasta su corazón y muy a su pesar, sabía que él chico llevaba más terreno ganado del que estaba dispuesto a admitir, incluso para sí mismo.

— Lu, él ya te gusta. — Aimiu no pregunta, lo afirma. Le dedica una mirada escrutadora a su amigo y luego sonríe con cierta burla — ¡Oh, Dios! Él ya te tiene... ¡Ha derribado tus muros! — chilla con cierta emoción, ríe y luego se tira sobre su amigo para aplastarlo en un abrazo, el rubio se queja no sólo porque le ha lastimado con su tan poca delicadeza y emoción, sino porque él no se siente preparado para escuchar eso en voz alta.

Pero no lo niega, tampoco lo afirma, sólo se queda callado.

— No te haces una idea de hace cuánto él no se pone así por nadie. — dice la rubia mirando a Namwook como si el chino no estuviese presente — ¡Hace años que no lo veía así de indefenso! Te juro que comenzaba a creer que ya no tenía remedio. Que su corazoncito se iba a quedar por siempre congelado pero al parecer sólo hacía falta que apareciese el niño adecuado.

Namwook sonríe con orgullo, dando pequeños brinquitos en su lugar con emoción y aplaude un par de veces con el mismo sentimiento.

— ¡Yo lo sabía! – deja escapar, regañándose a sí mismo al cabo de unos segundos y aclarando su garganta. Xian Lu rueda sus ojos, «había tardado». — Que te guste una persona no está mal y... ¡Te gusta una persona increíble! – chilla, moviendo un poco uno de los hombros de su amigo. — Que me muero... ¿Tú crees que es el adecuado? Aimiu-ssi, ¿y qué si de verdad pasa lo que él no quiere? A ver, momento... – Namwook se levanta de su cama, hace una pausa un poco prolongada, en la que su cabeza empieza a procesar información y simplemente cuestiona: — ¿Qué es lo que te altera, de nuevo?
— Es la primera vez en años que lo veo así... Si no es el indicado, al menos, está muy cerca de serlo. — se burla la japonesa y mira a su mejor amigo con cierto deje curioso.
— Eish... Ustedes dos no me están ayudando — masculla el aludido soltando un resoplido y luego suelta un gran suspiro pensando de nueva cuenta en la pregunta que le ha hecho su amigo. — Yo... no lo sé. ¡Eso es lo que me altera! — forma un puchero inconsciente con sus labios y gruñe.

«Sí, lo sabes. Te gusta».

Acalla la voz en su cabeza y prosigue: — Él es tan... y yo sólo... ¡Es tan frustrante ni siquiera poder poner en palabras lo que me altera! Él sólo llega y hace lo que quiere y es como que... Mi mente sigue diciéndome que es demasiado bueno para ser verdad, que no puede ser real y que yo no puedo gustarle en serio. — su voz se va apagando a medida que habla y siente sus ojos picar ligeramente, un montón de pensamientos oscuros, depresivos, mezclados con desagradables recuerdos van hundiéndolo más y más en un estado de profunda tristeza y disconformidad consigo mismo. — Porque, ¿por qué podría gustarle? No soy exactamente bueno con él, no soy agradable, no tengo paciencia, no soy afectuoso y no sé decir cosas linda... Yo sólo... soy un cúmulo de amargura, humor filoso y palabras hirientes... Muchas palabras hirientes. — Lu siente una lágrima caer por su mejilla pero no se inmuta,

«Yo no lo valgo…» grita internamente.

Clava su vista en sus manos y tira de las mangas de su suéter hacia abajo tan perdido en sus propios pensamientos que no se da cuenta de la mirada que le dirigen sus amigos.

— Lu... — Aimiu trata de decir algo pero él no la deja, él sólo sigue hablando.
— No Miu, es así... Tú lo sabes mejor que nadie, me has visto espantar y lastimar chicos; es muy fácil para mí hacerlo pero no lo es sólo... yo... Yo estoy tan jodido, en tantos sentidos. — niega — ¿En serio puede gustarle un chico que es un desastre? El único aspecto de mí  vida que realmente no apesta, es mi trabajo. Todo lo demás...— el chino infla sus mejillas, tomando una inspiración profunda y luego soltando el aire tan lentamente para tratar de sosegar sus nervios — ¿Por qué le gustaría?

Hay un breve silencio en la habitación. Namwook se siente un poco confundido con aquella pequeña parte de la vida de su amigo que se ha perdido, pero no dice nada más.

Mira al rubio con un poco de ternura, inclinándose a su altura y dando un par de palmaditas en una de sus piernas, soltando un suspiro a la vez e intenta sonreír ladinamente.

— Yah... Xianlu — toma una gran bocanada de aire, mirando a la de cabello plateado por un poco de ayuda en sus palabras, rindiéndose casi al instante y volviendo a su propia burbuja inspiracional. —, ¿y por qué no le gustarías? Me refiero a... Mira todo lo que el chico se ha esforzado para estar contigo un rato. ¿No te ayudó cuando pasó lo de tu tobillo? ¿Qué hizo cuando estaban en las piscinas? ¿No ha intentado consentirte al menos un poco? ¿Y qué si es el indicado? ¿Y qué si no lo es? ¿Qué importa si forman algo? ¿Qué si quedan como amigos? — hace una mueca de tristeza. — Es que... Creo que Seungjae ha hecho lo suficiente para dejarte en claro qué es lo que quiere. Y eso no parece un capricho.

Lu mira a su amigo tan detenidamente, con los ojos expresando una tristeza tan profunda.

— Bien... Estoy un poco perdida ahora pero él tiene razón. — apunta Aimiu al pelinegro. — Si el chico ha mendigado para ganarse aunque sea  unos míseros minutos de tu tiempo, cosa por la que le doy crédito, ¿por qué no? — ella se sienta a su lado, tomándolo por los hombros y abrazándole escuetamente — Lu, no lo pienses tanto ¿quieres? — pide en un medio susurro.
— No es tan fácil Miu... — musita y luego mira a su amigo con un puchero formado en sus labios — Él es un buen chico, ha sido muy lindo conmigo... Yo no quiero hacerle daño.
— Y no lo harás, ¿verdad Nam? — la chica no lo deja ni terminar de hablar y el rubio la mira incrédulo. — Lu, no le vas a hacer daño, — reafirma ella — Eres un gran chico, tú no puedes verlo pero todos los demás que estamos a tu alrededor y te tenemos por amigo podemos darnos cuenta de ello. Quizás no seas el chico más dado o el más afectuoso pero tienes buenos sentimientos y un corazón que, pese a que ha sido maltratado, vale la pena cuidar y si ese chico quiere luchar e intentarlo todo para ganarse un huequito aquí... — señala el pecho del rubio, ahí justo donde queda su corazón y sonríe — ¿Por qué no dejarlo? ¿Verdad Nam?

Asiente un tanto efusivo, concordando con las palabras de la chica y sonriendo de una manera más comprensiva.

— Eres un tipo excelente y estoy tan seguro de que lo único que podría lastimarle a ese chico, es que no logre una de las diez cosas que intente hacer por ti después... — intenta aligerar el ambiente, riendo bajito y palmeando ésta vez la espalda del rubio. — De verdad, creo que vale la pena que te des la oportunidad de que el mocoso haga lo que sea si realmente quiere entrar en el corazón de nuestro Lu. — se señala a sí mismo y después a Aimiu, sonriendo satisfecho.

Lu mira a ambos chicos, aún lleno de dudas y pensamientos fatalistas pero se contagia de la sonrisa que tiene ambos y suspira quizás un poco más tranquilo. Se incorpora en el colchón y tira de ambos amigos hacia la cama donde él está, abrazándolos casi asfixiante.

— Los extrañé demasiado. — musita, apenas separándose para sonreír, deja un beso en la mejilla de cada uno recibiendo una queja por parte de la rubia y una mueca de Nam, ríe. — En verdad, me hacía falta tenerlos a los dos cerca.
— Sí, sí... reserva tus besos para este chico tuyo... — se queja la rubia como si estuviese molesta y él vuelve a reír.
— Ahora... — el rubio vuelve a llamar su atención — Aprovechando que los tengo a los dos aquí... ¿Hacemos algo y luego me pueden ayudar a arreglarme para la cita? Él realmente no me dijo a dónde iba a llevarme, así que no sé qué podría llevar... Además, no esperaba realmente que algo como esto sucediera así que no tengo ropa decente aquí...

El pelinegro suelta un bufido divertido y un tanto incrédulo, agitando una de sus manos y negando con su cabeza.

— Tienes suerte de que somos casi de la misma complexión, puedo prestarte algo decente para una cita que va con todo tipo de escenarios. — habla, imitando a algún estilista de un programa famoso de televisión, dirigiéndose a su armario justo frente a su cama. — ¿Qué tenías planeado hacer? ¿A qué hora saldrán? No sé si el celeste te haga ver más pálido... — habla sin mucho sentido, ocultando la repentina nostalgia que comenzaba a sentir, desviándola con sus problemas de moda, a pesar de todo el tiempo que tenían para estar preparando al rubio.
— Es a las ocho y no sé nada Nam... — se queja el rubio y la chica ríe.
— A Lu no le gusta arreglarse para las citas, le da flojera. — ella parece divertida y Lu asiente parcialmente de acuerdo.
— No me da flojera, no me interesaba arreglarme para los tipos con los que salía... Además, tampoco era como si le prestasen mucha atención Ellos iban pendiente de otras cosas y yo de no dejarlos.
— Ah, es verdad — ríe bajito y le resta importancia con un gesto de mano. — Yo creo que a él el rojo o el negro le queda bonito. ¡Hay que hacer que se vea sexy y tierno al mismo tiempo! — chilla, el chino rueda sus ojos
— Lo que sea... que sea cómodo. — suspira — Y... quería cambiarme el color del cabello. Me aburrí de ser rubio
Joon chilla emocionado, sacando una camisa roja justo al instante, no tan brillante, si acaso bastante sutil.
— Si te haces el cabello negro, esto te va a hacer lucir como un gusto culposo, eh. — concuerda con Aimiu, mostrándole a ella la prenda, para que la viera. — Un poco de delineador aquí y rubor por allá hará el trabajo tierno. — bromea, señalando espacios de la cara del rubio que pretendía maquillar.

Xian Lu hace una mueca pero Aimiu chilla igual de emocionada, completamente de acuerdo con él.

— ¡Sí, sí! — alza ambos pulgares hacia el mayor — ¡Me gusta! Podemos pasar por mi habitación en un rato, tengo todo el maquillaje necesario para esta operación, ¿y quién quita? Quizás hasta consigamos algo útil entre mis accesorios que puedas usar. — ella dice moviendo las cejas de arriba hacia abajo a su amigo, con una sonrisa pícara. Lu se rió, negando.
— Ah... Ustedes en verdad van a comenzar a tratarme como si fuese una especie de muñeca a la que pueden vestir y maquillar a su gusto, ¿no? — él siente un calorcito en su pecho, producto de aquel momento. ¡Tanto que había extraño un momento así! — No me voy a teñir de negro, no voy a estar igual que tú. — apunta a su amigo y forma una mueca... — Quizás pueda solo... oscurecerlo un poco. — duda mirando hacia el flequillo sobre sus ojos
— No te trataremos como a una muñeca, pero sí como a nuestro bebé que tendrá una cita... — ríe bajito, acariciando una de las mejillas del rubio. — Míralo, está creciendo. — exagera, dirigiéndole una mirada llena de fingida tristeza a la platinada.

Se mueve de inmediato, buscando un par de cosas que pudieran resultar útiles, mientras piensa en algún color de cabello para el menor.

— ¿Un rubio más oscuro? ¿Castaño?
— Me siento como una madre orgullosa. — le sigue el juego la chica. Lu bufa.
— Seungjae también pensó en castaño cuando le pregunté. — susurra bajito y forma un puchero con sus labios — Ese es mi color natural... No lo tengo de ese color desde los 13, no quiero parecer otra vez ese feo niño puberto...No son lindos esos recuerdos — se queja

Una sonrisa burlona aparece en los labios del mayor al escuchar el nombre del modelo, pero deja pasar el comentario, deteniéndose a mirar el rostro de su amigo.

— ¿Qué colores te gustan, entonces? ¿Cómo te ves reflejado en el espejo? "Ah... Este es mi color". — imita una voz cualquiera, fingiendo mirarse al espejo mientras entrecierra sus ojos. — ¿Tú qué opinas, Aimiu? ¿Puedo llamarte Miu? Disculpa mi repentina confianza. — baja la voz hasta llegar a la última palabra y reír un tanto apenado.
— Yo te estoy llamando Nam, no te avergüences por eso. Soy más confianzuda al parecer. — ella ríe y mira a su amigo. — Yo ya no sé de qué color puede pintarse el cabello, lo ha tenido de todos los colores creo... El rubio es el que más tiempo ha mantenido.
— ¡Por eso ya estoy aburrido! — se queda un instante en blanco, pensando bien en sus opciones y posibilidades.  — Tal vez una mezcla entre morado y rosa... Sin quitar por completo el rubio, me gusta el rubio.

Después de escuchar las palabras de la chica, seguidas por las de su amigo, se dedica a mirar el rostro pálido y toma mechones del cabello ajeno entre sus dedos.

— Morado y rosa, eh... —. susurra. — ¿Degradado? ¿Qué dices? Dejamos el rubio arriba y que se haga más rosa o morado o lo que sea en las puntas...
— ¡Uy! ¡Eso me gusta! — la chica muestra su apoyo y mira a su amigo — Quizás una mitad de un color y la otra del otro. ¡Se te vería muy lindo!
— Me gusta — Xian Lu sonríe tratando de imaginárselo y siente como poco a poco la emoción le gana — ¡Sí, sí! ¡Lo apruebo! Eso estaría bien.

Namwook aplaude un tanto emocionado, corre por su billetera y da pequeños brinquitos hasta la entrada de su habitación.

— Vamos a buscar esos colores, ¿o qué? — señala, queriendo salir antes que ellos, pero recordando un poco sus modales y esperándolos.

Tanto Aimiu como Xian Lu ríen por la emoción del mayor y asienten.

— Así podemos pasar por mi habitación también. Tengo unos tratamientos faciales y cremas nuevas que quiero probar. — dice mirándolos a ambos.
— A este paso terminarán montando un mini spa en alguno de nuestras habitaciones. — se burla Lu y una vez están en el pasillo comienzan a andar hacia el pequeño centro comercial del crucero — De preferencia que sea en la mía, así no molestamos a tus compañeros — dice mirando a Nam — Y tu macho no nos mira feo a nosotros — se voltea hacia Ai Miu.
— ¡No es mi macho! — chilla, luego bufa — Bueno, sí lo es. Pero no lo digas así... Suena como si fuese un animal, y al menos que estemos teniendo relaciones él es muy atento y educado. — argumenta y Xian Lu suelta una carcajada.
— ¡Eres una desvergonzada! — la finge reprender — ¿Qué va a pensar Nam de ti? — molesta

El aludido niega con su cabeza a la vez que suelta una carcajada.

— Oh, no, ella me agrada... Aunque ya sabes, no está nada mal si se comportan como machos en el sentido de animales, eh. — dice, sin importarle el poco sentido de sus oraciones y alza sus cejas, dejando su habitación por detrás y enfocándose en su siguiente objetivo. — ¿En dónde conseguiste el tinte para mí, por cierto? — pregunta a Xianlu, rascando un poco su barbilla.
— ¡Él lo entiende! — ella sonríe ampliamente y Xian Lu se limita a rodar sus ojos, divertido.
— Ustedes dos no tienen arreglo. — ríe — Lo compré en el centro comercial que está en la planta media. Hay muchas tiendas de cosméticos ahí, de ropa y eso... — señala y vuelve a mirar a su amigo — Pero ya que estamos hablando de machos... ¿Tienes alguna novedad? ¿Algún macho que te ronde por ahí?
— ¡Ah! ¡Él es lindo! Seguro tiene a muchos babeando. — comenta Aimiu con una sonrisa coqueta.

El pelinegro finge pensar un poco, antes de responder a la pregunta del rubio, inclinando su cabeza también ante el comentario de Aimiu.

— Sí, hay un par de machos rondando por allá que llaman mi atención, pero... Nah, nada me convence. – finge desinterés. — Este comentario te va a agradar, Lu, pero... Almorcé esta mañana con Seokmin-ah. – ríe bajito, palpando una de sus mejillas, ocultando el ligerísimo sonrojo de la misma.
— ¿Seokmin? Como ¿Lee Seokmin? — Aimiu se gira a ver al pelinegro con una pequeña "o" formada en sus labios — ¿El idol? Eish... Él es lindo. — la rubia forma un puchero con sus labios y Lu ríe. — Tienes suerte. — se queja.
— ¿La escuchas? — lo molesta el rubio — Tienes suerte Namwookie — burla con tono meloso codeando a su amigo por las costillas con una pequeña risita. — Quien sabe quizás el destino nos tiene algo deparado, y en un futuro no muy lejano hasta  tengamos una cita doble tú y Seokmin y Seungjae y yo. — bromea el chino con una linda sonrisa.
Namwook asiente, confirmando el nombre del más alto.
— Lee Seokmin me invitó a almorzar y... Bueno, quizá la haya pasado muy bien. Soy un poco terco para aceptar las cosas, pero Seokmin es un tanto... Más agradable de lo que pensé. – confiesa, caminando y mirando a su alrededor, en busca de cualquier camino que pudiese acortar la llegada a su destino. — Y bueno, ya después de un par de comentarios similares a ese, no me molestaría una cita doble. – bromea, riendo bajito. — Puedes unirte, Aimiu.

Lu ríe, y la platinada forma una mueca con sus labios.

— Entiendo el sentimiento. Es difícil admitir las cosas. — afirma el rubio con una media sonrisa aún pintada en sus labios, luego mira a su amiga y sus ojos brillan con burla — ¿Tú crees que tú lo-que-sea quiera venir con nosotros? — la molesta
— Hmm... No sé si mi lo-que-sea, esté preparado para una cita triple. — ríe — Mejor llevemos las cosas con calma, no quiero asustarlo. — bromea guiñándole un ojo a ambos chicos.
— Mejor nos apuramos en comprar las cosas, que no nos hacemos jóvenes y el tiempo pasa rápido. – apura el pelinegro, dando palmaditas en la espalda de su amigo. — No queremos hacer a Seungjae esperar, o ponerlo ansioso por qué color de cabello usarás, de verdad, si no lo matas con tu estilo más tarde, no vale la pena, Lu. – bromea una vez más, quedándose callado después.

Entre risas y comentarios absurdos, algunos sarcásticos y otros tantos más graciosos a Xian Lu, Ai Miu y Nam Wook, se les había pasado la tarde muy rápido. Sin darse cuenta ya sólo faltaban unos veinte minutos para que fueran las ocho de la noche y Xian Lu ya tenía el cabello teñido, la ropa que iba a usar estaba perfectamente arreglada sobre la cama de su habitación y Ai Miu se movía de un lado al otro a su alrededor maquillándole diligentemente siguiendo uno que otro consejo de Namwook porque "Ai Miu deberías poner más delineador ahí".

— Yo sólo espero que sepan lo que hacen no quiero parecer un mapache. — musita con un tono ligeramente cansado, comenzaba a darle sueño y en verdad prefería dormirse en ese momento que tener que lidiar con el nudo que comenzaba a formársele en el estómago.
— ¡Lu, no te duermas! — lo reprende la platinada — Nam, dile algo...
— Yah, vas a una cita a divertirte, no a dejar al pobre Seungjae con media oración sin terminar porque te quedaste dormido. – regaña el mayor, sacudiendo un poco los hombros del más joven. — De verdad, Lu, considera un poco al pobre.
— ¡Me da sueño que me toquen tanto la cara! Y además, previo a eso cuando me lavaste el cabello fue muy relajante... ¡No es mi culpa que me de sueño! — se queja el rubio formando un puchero.
— Deberías estar pensando en los posibles lugares a los que te va a llevar... Aunque bueno, están en un barco. No es como si puedan "irse" de aquí pero... El punto es que, no deberías lucir tan aburrido e indiferente ante tu cita. — lo apunta Aimiu terminando su trabajo, sonríe satisfecha — Anda, levántate y antes de que te mires al espejo.... — lo detiene casi de inmediato — Vístete primero. Así vemos el producto final
Namwook le tiende la ropa que habían elegido más temprano, evitando así que se vea al espejo y sonríe orgulloso.
— Mira, ese maquillaje no te hace ver tan mal. – bromea, lanzando un beso al aire y palmeando un poco su espalda, para que se dirija a algún otro lugar de la habitación para darle un poco de privacidad. — Qué buen trabajo, Aimiu, estoy orgulloso.
— Gracias, gracias... De algo tiene que servir ser modelo. — bromea la rubia y Lu se limita a rodar sus ojos mientras se adentra en el baño para cambiarse por lo que había escogido/comprado esa tarde y una vez estuvo vestido salió y se miró al espejo.

Ahoga su propio jadeo de sorpresa y se queda viendo su reflejo detalladamente. Por un lado, el maquillaje que Ai Miu le había hecho era precioso, un suave ahumado en sus ojos en tonos cobres, el delineado negro y un rojo "natural" en sus labios, su piel lucían tan limpia y brillante, él parecía un lindo muñequito de porcelana.

Por el otro, la ropa que había escogido con ayuda de ambos... Un jean negro ajustado, ligeramente roto, una blusa vaporosa de un rojo brillante resaltaba el tono pálido de su piel, en contraste con el oscuro cuero negro de la chaqueta y las tachuelas plateadas que la adornaban, y para rematar esa gargantilla de terciopelo negro con una argolla de plata en su cuello; él lucía realmente bien. Lucía como esa clase de chicos que al pasar por tu lado te roban el aliento, se veía lindo y sensual al mismo tiempo o al menos así se sentía. Él lucía como una dulce tentación para cualquiera que tuviese ojos.

— Wow... — musita aún sin poder creer que ese era su reflejo. Muerde sus labios con nerviosismo y mira a sus amigos a través del reflejo en el espejo — Yo... wow...
Joon chilla emocionado, da pequeños brinquitos en su lugar y sus ojos se cristalizan cuando comienza a reprimir más chillidos emocionados.
— ¿Por qué te ves tan bien? Si yo fuera Seungjae, me olvido de la comida, cena, lo-que-sea y te como ahí mismo. ¡Eres el postre! – bromea, acercándose al menor para poder apreciarlo más de cerca, sonriendo ampliamente y de manera orgullosa. — De verdad, haciendo uso de la seriedad... Te ves mejor que nunca, mi amigo. – asegura. — Y logramos lo: "lindo, pero sexy" Grr.
— ¡Yo estoy completamente de acuerdo con él! — Aimiu chilla igual de emocionada que el pelinegro y choca sus cinco en él — ¡Por dios Lu! ¡Estás de infarto! Vaya premio que se llevó el niñato este con el que vas a salir... ¡Dios! — jadea abanicando su cara completamente "acalorada" — ¡Es que sólo mírate! ¡Eres tan tentador! — suelta una carcajada producto de la alegría, contagiándole al chino el buen humor.
— Yo... Creo que nunca me había arreglado tanto para una cita. — musita en tono bajo con las mejillas sonrojadas y bajando su mirada a sus zapatos, ahora sí, completamente nervioso.
— ¡Ih! — Ai Miu chilla otra vez — ¡Qué lindo eres! Vas a matarlo, es decir, si yo quiero comerte a besos en este preciso momento, él va a enloquecer de solo verte. — le guiña, Lu ríe.
— ¡Cállate! ¡No es así!
— ¡Claro que es así! De verdad... Ese chico se va a morir, resucitará, volverá a morir y regresará una vez más a la vida, sólo para protegerte de cualquiera que quiera acercarse a ti y robarte porque nene, si yo fuera un macho como él, querría eso. – siente que no se ha explicado ni a sí mismo y cuando mira el reloj, son las ocho siete, lo que provoca que un gritito escape de su garganta. — ¿¡En dónde está el mocoso!? – como si lo hubiese invocado, alguien toca la puerta y es que Seungjae había prometido pasar por Xianlu a su habitación, para después llevarlo al lugar en donde tendrían una noche agradable.
Lu abre sus ojos como platos cuando escucha los golpes en la puerta y siente el piso moverse bajo sus pies, se tambalea.
— ¡Ah! — Ai Miu se molesta en gritar y son ella y Namwook los que terminan por abrir la puerta y darle la bienvenida a Seungjae a la habitación.
— ¡Hul! — la plantinada no duda en regalarle una mirada descarada al muchacho, viéndole de pies a cabeza analizándole por completo. — ¡Lu, él es guapo! — ella no tenía vergüenza alguna.
— ¡Ai Miu! — chilla casi escandalizado el chino.

bomb.
bomb.


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