The Surface

Como cualquier día en los Túneles la gente buscaba con que entretenerse. Los adultos trabajaban en los mercados vendiendo lo que podían, los niños se amontonaban para jugar en los bancos de metal del gran comedor y algunos todavía seguían durmiendo. Aquella no era una mañana cualquiera, era la mañana en la que todo iba a cambiar. 

Dimitri D'Orsay caminaba en círculos por su lujoso despacho. Varios días atrás sus sospechas habían empezado a crecer: la gente hacía planes en la clandestinidad, todos callaban y lo miraban con odio cuando pasaba, ¿se lo merecía? Por supuesto que sí. 

Era bien sabido que D'Orsay no era un santo pues mandaba encerrar a gente por placer al cometer un delito menor y mataba sin piedad cuando alguien desacataba sus órdenes. 
No era la primera vez que alguien intentaba derrocarle de su implacable dictadura ni que nadie atentaba contra su vida pero era la primera vez en la que todos parecían unidos, coordinados, motivados por un objetivo común: acabar con aquel escueto modo de vida.

Aquel hombre de mirada fría se paró para ver un cuadro situado en la pared derecha de la habitación, el único cuadro de hecho: La noche estrellada de Van Gogh. Este cuadro le inspiraba y podría decir que era su posesión maás preciada, era una pintura oscura que inspiraba la misma angustia que sentía el pintor, representaba las estrellas, la noche y el mundo exterior.Pensaba en su dura infancia cuando su fiel guardia y respaldo, un hombre alto y musculado con para de pocos amigos de nombre Jax Howler llamó a la puerta. 

-Adelante- clamó D'Orsay con su voz suave y llena de amargura, y malicia. 
-Señor- se presentó el matón al entrar en el impoluto despacho- Ya he hecho lo que me pidió.- D'Orsay dio una última vuelta por la habitación antes de sentarse en su cómodo sillón para escuchar las noticias que Jax le debía comunicar. 
-Tenía razón- concluyó él sentándose enfrente de él- he preguntado entre los Cultivadores y los Carniceros, y las mercancías están a punto de acabarse. He hablado también con los Ingenieros y todos coinciden en que el oxígeno de los Túneles no tardará en agotarse- para entonces, D'Orsay ya había dejado de escuchar sabiendo que sus sospechas eran ciertas: todos los recursos necesarios de los Túneles se estaban agotando. 

En el caso de que los habitantes a los que gobernaba cruelmente se enterasen de tal noticia, no dudarían en arremeter contra su cargo  y contra su persona. Tras varios momentos de espera, el gobernante habló: 
-Jax, es hora de poner en práctica la Operación Dédalo- Jax asintió esperando a que su jefe le diese la orden firmada. Pacientemente, Dimitri D'Orsay escribió una petición de su puño y letra que hacía un llamamiento a todos los familiares de sus presos, mientras el subordinado observaba analizando cada trazo que su superior hacía en el papel. Finalmente, lo firmó y se lo entregó para que lo expusiera en la pared de la Sala Central de los Túneles.

Cuando Jax hubo desaparecido de la estancia, D'Orsay se relamió los labios pensando en que todo estaba saliendo conforme él lo había planeado.

HELLO: