Re: Witches of Providence Fall's.

por **pixie.** Lun 12 Oct 2015, 11:50 am

creo que el gobierno está conspirando y nos apaga los ordenadores ¬¬

por **indigo.** Lun 12 Oct 2015, 3:51 pm

Capítulo

por **dipper.** Lun 12 Oct 2015, 7:48 pm

siento decir esto pero mi computador fallo, así que chicas pido unos días más.

por **peralta.** Lun 12 Oct 2015, 10:49 pm

Si me da tiempo escribir en esta semana, subiré el fin de semana (ya sea viernes, sábado o domingo)

por **indigo.** Mar 13 Oct 2015, 1:54 pm

Claro Ana

Witches of Providence Fall's. - Página 5 1477071114

Entonces después de Ana sube Steph, y después de ella Milu y Nana por último, para no perder el orden.

por **indigo.** Miér 14 Oct 2015, 5:30 pm

Cambio de planes. La pobre Ana ha perdido la batalla con su ordenador y me ha pedido que le cambie el turno. Entonces queda la última para subir. Ahora sí, sube Steph Witches of Providence Fall's. - Página 5 1857533193

Witches of Providence Fall's. - Página 5 1857533193

por **indigo.** Dom 08 Nov 2015, 10:41 am

Bueno como todas a las que les toca escribir están ausentes, voy a subir yo para que no nos estanqueros de nuevo. Si alguna de a las que le toca tiene el capítulo antes de que yo lo publique puede publicarlo Witches of Providence Fall's. - Página 5 1477071114

por **dipper.** Dom 08 Nov 2015, 11:38 am

claro, kate. bueno yo estoy ausente tanto por motivos personales y escolares, estoy en las ultimas semanas de clases y los trabajos y pruebas son muchos, ah. Witches of Providence Fall's. - Página 5 1054092304

Witches of Providence Fall's. - Página 5 1054092304

por Invitado Lun 23 Nov 2015, 10:48 am

Zoe:

Chicas, sigan esto, plz):

por **BellamyGirl** Lun 23 Nov 2015, 12:03 pm

¡Hola! Soy una lectora fantasma que apenas recién se decidió a comentar ¿? JAJAJA

Deberías seguirla... Me gustó, y mucho, si que si. <3
Por cierto, aprovecho de decir que si gustas, pasa por mis novelas ¿? Necesito críticas, a decir verdad... Para saber si seguir escribiendo o no ):

Pero bueno... Estaré esperando a que vuelvas a subir, ya que quedé con la intriga. JAJAJA

por **indigo.** Vie 27 Nov 2015, 2:59 pm

BellamyGirl escribió:¡Hola! Soy una lectora fantasma que apenas recién se decidió a comentar ¿? JAJAJA

Deberías seguirla... Me gustó, y mucho, si que si. <3
Por cierto, aprovecho de decir que si gustas, pasa por mis novelas ¿? Necesito críticas, a decir verdad... Para saber si seguir escribiendo o no ):

Pero bueno... Estaré esperando a que vuelvas a subir, ya que quedé con la intriga. JAJAJA

Bienvenida en el nombre de todas Witches of Providence Fall's. - Página 5 1477071114

Esperamos que sigas disfrutando de la historia, gracias por leer.

por **indigo.** Vie 27 Nov 2015, 3:00 pm

Chicas al final sube Milu, porque a mí al final no me da tiempo. Siento tanto mareo Witches of Providence Fall's. - Página 5 3619577255

por **pixie.** Dom 10 Ene 2016, 10:50 am

por Invitado Dom 10 Ene 2016, 11:38 am

por **katara.** Sáb 23 Ene 2016, 11:43 pm

Screaming everywhere:

Capítulo 04

PENNY LANE. ☪ ZOE EMILY SHAY.

Una estrella de siete puntas gobierna el cielo nocturno, muta continuamente a la vez que gotas rojizas caen de la misma. En el centro de esta, una luna menguante se posa refulgente. Sobre la luna el fuego chispea entre los astros del cielo, para cada llama, sendas brujas se ciernen similares a siluetas oscuras esperando la muerte. Hay gritos, aullidos, dolor y calor. El silencio se desvanece para otorgarle protagonismo al bullicio, palabras en un extraño idioma confunden mi mente. La estrella comienza a opacarse y mientras la luz de la luna cede a la oscuridad, la noche se hace fría.

Los gritos callan, el fuego se apaga.

Aun dentro del sueño, la escena cambia. Despierto a un lado de Shirley, quien duerme profundamente ajena a lo que me está sucediendo. Grito y no se escucha, siento pero no toco, veo pero no me ven. El terror se expande por mi cuerpo y comienzo a temblar hasta por los codos. Sacudo las piernas pero todo permanece estático. Lo único que al parecer siento, son las lágrimas caer, al menos puedo llorar.

En mi sueño la habitación se sume bajo el fulgor azulado de una luna llena. De las sombras una figura emerge repentinamente, la mujer se impone ante mí y sus dos zafiros me observan con suspicacia mientras sus labios se curvan en una sonrisa. La mitad de su rostro, le pertenece a la luz, la otra mitad permanece en las sombras.

- No me temas Zoe - su voz hace estragos en mi mente. Me centro totalmente en recordar dónde la he escuchado antes.

Intento hablar nuevamente, pero las palabras no salen de mi boca. De pronto todo se vuelve borroso. La habitación gira vertiginosamente ante mí y la mujer se desvanece solo para aparecer nuevamente aún más cerca.

- No hay más tiempo para derrochar - me siento cada vez más lejana a su voz -. ¡Concéntrate! Todo está a punto de cambiar – confesó con voz trémula - tiempos difíciles se acercan para nosotras, tienes que estar preparada.

Finalmente, entre el torbellino de mis sueños, ella desaparece. Inconscientemente caigo otra vez sobre las tibias sábanas. Shirley murmura a mi lado. Entrecierro los ojos contra mi voluntad.

Entre mis párpados, una tenue luz rojiza se vislumbra. Sobre la ventana y la luna, una estrella de siete puntas triunfa.

- Zoe... Zoe - la voz de una Shirley apesadumbrada se escurre entre mis sueños - ¡Despierta!

Sus movimientos bruscos me quitaron la somnolencia. El rostro enfadado de Shirley me observaba atentamente con desconfianza, su nerviosismo me hacía sospechar que esperaba algo.

- Ya estoy despierta, solo déjame unos segundos más... - murmuré antes de sentir la mitad de mi cara en contacto con el suelo. Un chillido agudo se escapó de mis cuerdas vocales por el dolor en mi cuerpo, y todo volvió a mi mente rápidamente como un balde de agua fría. Los sueños y la travesía de la noche anterior cobraron vida, sobre todo la estrella de siete puntas.

- ¡Deja de gritar Zoe! Has estado toda la maldita noche gritando y siento que mi cabeza estallará por tu culpa.

Definitivamente, eso era lo que ella estaba esperando. Me incorporé de un salto al sentir el terror calar mis huesos, las imágenes del sueño no dejaban de repetirse y las lágrimas se agolpaban en mis ojos impacientes por salir. Acomodé mi ropa con torpeza mientras inhalaba y exhalaba abruptamente ¿Por qué siempre era yo la asustada? ¿Por qué no podía ser más valiente y afrontar la realidad? ¿Por qué había sido yo la única espantada la noche anterior? Shirley no había gritado en toda la noche, ni llorado, ni mucho menos despertado; entonces ¿por qué yo sí?

Shirley desapareció por la puerta tan rápido como la lluvia comenzó a caer. Me abracé intentando contener los sollozos y los temblores esporádicos. ¿Y si el libro aparecía volando por la ventana? ¿Y si la mujer de mis sueños cobraba vida y me apuñalaba por no creerle? Pero en realidad, ocurrió algo que nunca pensé. Atraída repentinamente por las gotas que resbalaban sobre el vidrio de la ventana, caminé hasta la misma gritando en mi interior ¡No lo hagas Zoe! ¡Huye! Pensando en mi final de película tan sangriento como un episodio de Doctor House, y así mismo igual de dramático que una tragedia griega. Sin embargo, las gotas decidieron tomar un pigmento rojizo, igual a la sangre. Contuve el aliento preparando las cuerdas vocales. En cuanto una estrella de siete puntas apareció, grité.

- ¡Que la he visto en tu ventana! - Chillé con fuerza para hacerme escuchar sobre sus risas.

Recordar mis mayores temores me llevaban al borde del hilo de la tranquilidad que raramente poseía. Luego de ver la estrella fantasma, me asusté tanto que corrí hasta el baño de la habitación y me escondí detrás de la cortina de la ducha deseando tener algo a lo que abrazar, o mejor, algo para quitarle la cabeza. Y en esos momentos, tenía una leve idea de ciertas personas con las que me gustaría llevar a cabo esa práctica.

- Si, si, claro, yo he visto a mi poni volar, ¿O era mi oso de peluche? - Repuso con sarcasmo.

Podía sentir mi rostro arder y mis manos temblar de la furia, por eso mismo me costó notar que debajo de su fachada de tranquilidad e ironía, Shirley se encontraba inquieta, mordiendo su labio reiteradamente.

Finalmente, luego de comprender que Shirley nunca me daría la razón, nos dejamos caer sobre las sillas del comedor como sacos de papas. Ambas conservábamos por la mañana un aspecto demacrado, que reflejaba las horas de sueño perdidas. Teníamos el estómago cerrado, unas ojeras que se veían a metros y dos cafés fríos.

Aún podía sentir los escalofríos que inundaron mi cuerpo la noche anterior fuera de la iglesia, podía visualizar perfectamente la construcción en ruinas, protagonista de mis pesadillas, inclusive recordaba los incansables minutos llorando en el bosque sola y perdida.

De repente, presa de un torbellino de emociones percibí un movimiento brusco y rápido que provocó que la mitad del café se derramara.

- Shirley... – susurré casi inaudible con los ojos abiertos como los de una lechuza.

- ¿Qué? – Bramó bastante agresiva, probablemente cansada de mis quejas, sin embargo esa vez todo era mucho más real.

- El café, o sea, mi café – tartamudeé con el corazón desbocado mientras inspeccionaba el líquido que se desplazaba por la mesa, esperando que un alien salga de él o algo así.

- ¿Está malo? - preguntó la rubia – No sé por qué no anda la maldita cafetera y las hornallas no prenden, debe saber fatal, ¿No?

- No me refiero a eso – el aire me comenzaba a faltar y mi cerebro no podía procesarlo, estaba tratando con todas mis fuerzas de no gritar, y también de creer lo que acababa de ocurrir.

Jesús, aquello parecía un cuento de hadas. Uno muy malo.

- ¿Entonces? – suspiró con desgana, rindiéndose ante mi ausencia.

- ¡La he movido! – Ahogué un grito y la miré con asombro. Cuando volví mis ojos hacia la taza, Shirley la quitó de mis manos.

- Enhorabuena Zu – agarró la taza por el asa y la movió de un lado a otro -. Yo también puedo mover una taza de café.

- Me refiero a que lo he hecho sin tocarla – contesté borde ante su conducta.

De algún modo, había temido pronunciar aquellas palabras que parecían tan absurdas, sin embargo estaba cansada del hecho de que todas mis amigas creían verídico nada de lo que decía. Mis ojos se llenaron de lágrimas nuevamente y el rostro de Shirley se suavizó.

Mi cuerpo se relajó y me volví a desplomar sobre la silla, sin saber que en algún momento me había parado y colocado las manos sobre la mesa. Estaba sulfurada. Ya no quería ser más la sentimental, la lunática, la frágil, la que huye todo el tiempo. Necesitaba un cambio y estaba dispuesta a hacerlo.

Minutos después del desayuno habíamos partido hacia el instituto. Por mi parte, en busca de un poco de normalidad, o bueno, por lo menos un ápice de ella.

Las clases se desarrollaron con tranquilidad, me senté en el fondo en todas tratando de concentrarme en las gotas que resbalaban por la ventana o en los intentos de los estudiantes de escabullirse del instituto.

Ya al llegar la última hora toda la normalidad posible se esfumó. Estaba segura que la clase de Física no se me daba mal, aunque prefería otras materias. Pero cuando la profesora me observó tan distraída y su voz grave me sacó de mis pensamientos, al parecer había digerido algo más que un café frío aquella mañana. Algo como todos los libros de Física del universo, o los cómics de X-Men.

- Señorita Shay – sus ojos grises me inspeccionaron sobre sus gafas - ¿Podría terminar y explicar la siguiente oración? – no se detuvo para esperar mi respuesta y continuó – a mayor temperatura...

- ¿Mayor el movimiento?

« ¡Espera Zoe! ¿Desde cuándo sabes eso?» me pregunté tan sorprendida de mí como la profesora.

- Muy incompleto señorita... – comenzó la profesora.

- Es decir, generalmente la temperatura indica el movimiento de las partículas que componen un material. Cuanto más chocan las partículas unas con otras, es decir, cuanto más aumenta el movimiento, aumenta la temperatura.

La profesora solo gruñó ante mi respuesta.

- Muy inteligente señorita, la próxima vez piénselo y no lo busque en Internet cuando no esté mirando – repuso con los ojos entrecerrados mientras los demás estudiantes reían levemente.

« ¡Maldita vieja! Eso lo he pensado yo... O eso creo.» dialogué internamente.

Aún no podía creer de dónde había sacado aquellas palabras cuando al finalizar la clase estaba recogiendo mis útiles y vi lo que produjo uno de los tantos gritos en el día.

Un pequeño recorte de papel color azulado de mi libreta de dibujo descendía por fuera de la ventana que se encontraba a mi lado. Se encontraba casi intacto, excepto por unos pequeños detalles. Por ejemplo, los bordes chamuscados ya que el papel estaba completamente en llamas. Ardía sin problemas bajo la lluvia.

Luego de aquella escena tan escalofriante, corrí alocadamente por los pasillos de la escuela sin importar quién me miraba ni cómo lo hacían. Seguramente comentaban lo rara que era, pero no me importaba.

El trayecto a casa fue más bien, como en un estado de shock. No hubo más que caídas en la acera, disculpas hacia los peatones que prácticamente atropellaba mientras corría y lágrimas, muchas lágrimas. Ya dentro de la casa suspiré con cansancio. Toqué mi rostro con suavidad donde mis mejillas húmedas me delataban. Por primera vez estaba conforme con la ausencia de mis padres, ya que no tendría excusas para todos los arañazos, la humedad de mi ropa y el desastre que debía ser enteramente.

Estaba asustada. Seguía tan o más temerosa que cuando había salido de la escuela. Por esta razón, corrí escaleras arriba como alma que huye del diablo, o de los vendedores ambulantes. Los pasos que daba resonaban como en una cavidad hueca entre tanto silencio. Mi mente no podía procesar nada de lo que había ocurrido, ni la noche anterior en el bosque, ni en la mañana en la escuela. Subí las escaleras dobles con rapidez sin tomarme el tiempo para prender todas las luces del salón, por ende, tropecé y caí en el último escalón torciendo mi tobillo. Chillé y grité tantos improperios que la garganta me pedía, con aún más dolor, que dejara de hacerlo. Lo único que faltaba en el día era torcerme el tobillo y saber que si aparecía la mujer de mis pesadillas iba a ser incapaz de correr.

Los libros se habían esparcido en el rellano de la escalera. Uno en principal llamó mi atención. Mi cuadernillo de dibujo parecía haberse quedado abierto a propósito, intentando hacerme recordar todo lo anormal que sucedía desde que había pisado la Iglesia maldita. En la oscuridad, mi miedo comenzó a crecer rápidamente. ¿Y si había una secta religiosa practicando rituales en mi habitación? La estrella de siete puntas estaba relacionada, o bueno, eso creía de todas las películas que me había obligado a ver Venice los viernes por la noche.

Aunque no tenía que preocuparme por la secta, ya que no se encontraba en mi habitación, la última página de mi cuadernillo debió haberme advertido que estaba en peligro. Ante todo pronóstico, corrí hasta la habitación luego de haber recogido los libros y cerrado el cuaderno para no ver la estrella que había dibujado en un momento de debilidad.

Dentro, lancé los libros contra la pared sin piedad, de tal manera que Hermione Granger me propinaría uno de los maleficios imperdonables sin remordimientos. Me desplomé contra la puerta, abrumada por las emociones que palpitaban en mi interior.

- ¡Mierda! Esas cosas duelen – murmuró una voz grave a mi lado.

Si en ese momento algún productor de películas circulaba fuera de mi casa, me hubiese contratado como la chica que grita desesperada mientras yace en el suelo y el asesino se aproxima. Unos ojos azules me miraron por tan solo segundos, antes de que unas manos fuertes y ásperas dejen montón de polvo gris, del aspecto de la ceniza. Lo último que vi fueron sus brazos tomarme para no caer.

Si despertarse en un instituto para jóvenes adinerados sin saber por qué no era escenario de una película de terror, agregarle las mordazas y el resto de las ataduras que mantenían mi cuerpo adherido a una silla de madera sí lo convertía en uno. Orientada hacia el ventanal del aula como si fuese la pantalla del cine, me removía como un gusano para deshacer las cuerdas que eran de todo menos flojas. Ahí, tan vulnerable y asustada no me imaginaba nada de lo que en segundos ocurriría.

Luego de que se aparezca un lunático (que ya era mucho que yo lo diga) hablando de brujas, magia y protectores, la mujer de mi pesadilla entró al aula con total naturalidad. Ella estaba parada frente a mí, con su semblante serio y sus ojos eléctricos, a un lado de quien me había dicho ser Dylan, mi protector.

«Oye, por lo menos es guapo» Declaré. Pero sinceramente fue una de las últimas cosas que me dije ese día. En un principio lloré a mares, necesitaba a mis amigas, a todas ellas. A pesar de haberme arrastrado de una Iglesia en mitad de la noche, eran por quienes yo continuaba en Providence Falls y quienes me apoyaban y por sobre todo, soportaban mis mayores temores.

Volver a recibir la noticia que me había dado Dylan fue un golpe de agua fría combinado con una marcada tensión en el ambiente. Baltasar Patronus no solo tenía el nombre del encantamiento protector de la saga de Harry Potter, sino que afirmaba ser la máxima autoridad de un grupo de protectores que velaban por nuestra integridad. Con su traje de etiqueta y su aspecto pulcro nos había convencido a todas de que todo lo dicho era verdad.

A un lado de mis amigas, ya no tenía miedo. Si, había perdido los estribos al principio. Si, había sollozado y gritado por lo máximo cuatro veces, vale, seis. Y sí, había maquinado mi muerte en mi mente unas cien veces antes de estar segura de que todo era verdad, ahí pensé la muerte ciento uno: morir quemada por ser una bruja.

Al tratarse de nosotras, nada salió tranquilo. Mientras yo gritaba por auxilio, Shirley amenazaba con llamar a su padre y Venice estaba fuera de sí al igual que Brisa, Angélique parecía estar en otro planeta a la vez que Abby estaba de tan buen humor que incluso bromeaba hasta que cuando se dio cuenta que nada era broma secundó a Britt en su deseo por largarse de allí. Todo se calmó luego de unas cuantas palabras, sin embargo yo no estaba satisfecha con tan poca información, pero como siempre, estaba temerosa de descubrir más sobre este nuevo mundo.

Nadie pareció percatarse de que lloraba en silencio detrás de Angélique, hasta que ella se fue seguida por un muchacho castaño, su protector. El mío, sin embargo observaba todo como si estuviese feliz por nuestra desdicha, se regocijaba de nuestra confusión y parecía estar listo y con una sonrisa en el rostro para patear traseros. Mientras tanto, yo quería patear su trasero.

Me largué del aula ni bien Faye, la mujer que se nos apareció a todo el grupo, aceptó que nos vayamos. Conseguí llegar hasta Abby cuando esta alcanzó a Angélique fuera del instituto, y aún con el estómago revuelto de ansias, nos dirigimos a casa.

«Todo está a punto de cambiar» Había confesado Faye. ¿Sería este cambio bueno?

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