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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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"La Imagen Del Amor" - Joe y tu Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "La Imagen Del Amor" - Joe y tu Terminada
Amo tu Nove
Esta muy buena
Pliss sube mas capis
Siguelaa!!!
Esta muy buena
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Siguelaa!!!
CoteDreamer
Re: "La Imagen Del Amor" - Joe y tu Terminada
Capitulo 18
—Me parece que mis pies no tocan el suelo desde hace semanas —afirmó Lisa—. Supongo que te pone enferma verme flotar de este modo.
-No seas tonta. Me alegra muchísimo verte tan contenta.
Las dos mujeres pidieron su almuerzo y comenzaron a charlar con su habitual camaradería.
—Creo que debería encontrarme una amiga con verrugas y nariz ganchuda —comentó Lisa de repente.
— ¿Cómo dices?
—Acaba de entrar el hombre más fascinante que he visto en mucho tiempo. Por la atención que me ha prestado a mí, se podría deducir que soy invisible. Está demasiado ocupado observándote a ti.
-Probablemente sólo está buscando a alguien que conoce.
—Ya tiene a alguien que conoce colgada de su brazo como si fuera un apéndice —afirmó Lisa, sin dejar de mirar a la pareja—. Sin embargo, la atención de él está prendada en ti. No, no te vuelvas —le ordenó, cuando _________ hizo ademán de girar la cabeza—. Dios Santo...Viene hacia aquí... Rápido —susurró—. Muéstrate natural.
—Tú eres la que está medio histérica, Lisa —dijo _________, muy tranquila y divertida por la actitud de su amiga.
—Vaya, _________, parece que no podemos estar mucho tiempo separados el uno del otro, ¿verdad?
Al escuchar aquella voz, _________ contempló el rostro atónito de Lisa antes de volverse para encontrarse con la seductora sonrisa de Joe.
—Hola —respondió—. Hola, señorita Masón. Me alegro de volver a verla.
Charlene simplemente asintió. Por la expresión gélida que se reflejaba en sus ojos, resultaba evidente que estaba en completo desacuerdo con la cortesía de _________. Se produjo una pequeña pausa. Joe levantó una ceja.
—Lisa MacDonald, Charlene Masón y Joe Jonas-dijo _________, presentándolos a todos al captar la indirecta de Joe.
— ¡Oh! ¡Usted es el dueño de la revista Mode! —exclamó Lisa, muy emocionada.
-Más o menos.
—Yo soy una ávida lectora de su revista, señor Jonas —prosiguió Lisa—. Casi no puedo esperar a que salga publicado el reportaje de _________. Debe de ser muy emocionante.
—Hasta ahora, ha sido una verdadera experiencia —comentó él mientras se volvía a mirar a _________ con una enojosa sonrisa en los labios—. ¿No estás de acuerdo conmigo, _________?
—Sí, una verdadera experiencia —replicó ella, sin mucho entusiasmo.
—Joe —les interrumpió Charlene—. Creo que es mejor que vayamos a nuestra mesa y dejemos que estas chicas prosigan con su almuerzo.
Miró tanto a _________ como a Lisa como si las dos no merecieran la pena.
—Me alegro de haberte conocido, Lisa. Ya nos veremos, _________.
Joe esbozó su habitual sonrisa, lo que hizo que el corazón de _________ comenzara a latir de un modo que ya resultaba familiar. Sin embargo, la joven consiguió murmurar unas palabras de despedida. Entonces, medio atenazada por los nervios, extendió la mano para tomar su taza de té esperando que Lisa no hablara de aquel encuentro.
Lisa permaneció mirando a Joe durante unos instantes.
— ¡Vaya! —susurró mirando con intensidad a _________—. ¡No me habías dicho que era tan guapo! Cuando me sonrió, me licué literalmente.
— ¡Qué vergüenza, Lisa! —exclamó ella fingiendo censurar la actitud de su amiga—. Se supone que tu corazón pertenece ya a otro hombre.
—Así es —afirmó Lisa—, pero sigo siendo una mujer. No me irás a decir que a ti te deja indiferente, ¿no? Nos conocemos las dos demasiado bien.
—Por supuesto que no soy inmune al devastador encanto del señor Jonas, pero tendré que desarrollar un antídoto para los próximos meses.
— ¿No te parece que el interés podría ser mutuo? No se puede decir que a ti te falte el encanto.
— ¿Acaso no te has percatado de la pelirroja que se aferraba a él como la hiedra a un muro de piedra?
—Por supuesto que sí —comentó Lisa, con desprecio—. Me dio la sensación de que esperaba que yo me levantara y le hiciera una reverencia. ¿Quién se cree que es? ¿La reina de corazones?
—Es la pareja perfecta para el emperador —murmuró _________.
— ¿Cómo dices?
—Nada. ¿Has terminado? Vayámonos de aquí.
_________ se levantó sin esperar una respuesta, recogió su bolso y las dos mujeres se marcharon del restaurante.
El lunes siguiente _________ fue caminando al trabajo. Al sentir los primeros copos de nieve de la temporada, levantó el rostro. Éstos parecían besar suavemente el rostro de la joven, por lo que ella sintió una fuerte emoción. La nieve le recordaba a su hogar, los paseos en trineo y las batallas de bolas de nieve. Tal fue la emoción que le produjo aquel fenómeno meteorológico que llegó al estudio de Larry tan contenta como una niña.
—Hola, viejo. ¿Cómo te ha ido el puente?
_________ iba envuelta en un largo abrigo, con un sombrero de piel a juego bien calado sobre el rostro. Las mejillas y los ojos le brillaban por la combinación del frío y de la emoción, por lo que estaba bellísima.
Larry dejó de ajustar la luz durante un instante para saludarla con una sonrisa.
—Mira lo que acaba de hacer entrar las primeras nieves. Eres un anuncio para las vacaciones invernales.
—Eres incorregible —comentó ella mientras se quitaba el abrigo y el sombrero—. Te imaginas todo enmarcado por un objetivo.
—Deformación profesional. June dice que el ojo que tengo para la fotografía es maravilloso.
- ¿June? -preguntó _________, muy intrigada.
—Bueno, sí... He estado dándole unas clases de fotografía.
—Entiendo —repuso ella con una cierta ironía.
—Está... Está muy interesada en las cámaras.
—Sí, sí claro, ya me lo imagino...
—Venga ya, _________ —musitó Larry. Entonces, comenzó de nuevo a tocar los ajustes de la cámara.
—Tonto, dame un beso —dijo _________ mientras le abrazaba con fuerza—.Ya sabía yo que tú también podrías hacerlo.
—Venga ya, _________... —repitió él. Se desembarazó de ella y miró el reloj—. ¿Qué haces aquí tan temprano? Aún te queda media hora.
—Resulta sorprendente que te hayas dado cuenta del tiempo —comentó ella—. Pensé que podría echarle un vistazo a las fotografías que ya están reveladas.
—Están ahí —le indicó él señalándole un desordenado escritorio—. Ahora, ve a verlas y déjame terminar.
—Sí, señor.
_________ se acercó a la mesa y buscó el archivador que contenía todas las fotografías de las que disponían hasta esos instantes. Después de estudiarlas durante unos minutos, sacó una de las instantáneas que se habían tomado en la pista de tenis.
—Quiero una copia de ésta —dijo—. Parezco muy competitiva...
Al no recibir respuesta alguna, miró a Larry y lo vio una vez más totalmente inmerso en su trabajo y ajeno a su presencia.
-Por supuesto que sí, _________ -se respondió ella misma—. Lo que quieras. Mira que pose... -añadió sin dejar de imitar a su compañero—. Una forma perfecta y una concentración propia de una campeona. Prepárate, Wimbledon. Los harás pedazos, _________... Gracias, Larry. Tanto talento y tanta belleza... Por favor, Larry, me estás avergonzando...
—Encierran a la gente en los manicomios por hablar consigo mismos —le susurró al oído una profunda voz. _________ se sobresaltó y la fotografía se le cayó de las manos sobre el escritorio-. Y también estás muy nerviosa... Eso es mala señal.
Ella se dio la vuelta y se encontró cara a cara con Joe... De hecho, estaba tan cerca que, instintivamente, dio un paso atrás. Aquel gesto no pasó desapercibido para él porque frunció los labios con una de sus atractivas sonrisas.
Disculpen la tardansa chicas aqi el cap
—Me parece que mis pies no tocan el suelo desde hace semanas —afirmó Lisa—. Supongo que te pone enferma verme flotar de este modo.
-No seas tonta. Me alegra muchísimo verte tan contenta.
Las dos mujeres pidieron su almuerzo y comenzaron a charlar con su habitual camaradería.
—Creo que debería encontrarme una amiga con verrugas y nariz ganchuda —comentó Lisa de repente.
— ¿Cómo dices?
—Acaba de entrar el hombre más fascinante que he visto en mucho tiempo. Por la atención que me ha prestado a mí, se podría deducir que soy invisible. Está demasiado ocupado observándote a ti.
-Probablemente sólo está buscando a alguien que conoce.
—Ya tiene a alguien que conoce colgada de su brazo como si fuera un apéndice —afirmó Lisa, sin dejar de mirar a la pareja—. Sin embargo, la atención de él está prendada en ti. No, no te vuelvas —le ordenó, cuando _________ hizo ademán de girar la cabeza—. Dios Santo...Viene hacia aquí... Rápido —susurró—. Muéstrate natural.
—Tú eres la que está medio histérica, Lisa —dijo _________, muy tranquila y divertida por la actitud de su amiga.
—Vaya, _________, parece que no podemos estar mucho tiempo separados el uno del otro, ¿verdad?
Al escuchar aquella voz, _________ contempló el rostro atónito de Lisa antes de volverse para encontrarse con la seductora sonrisa de Joe.
—Hola —respondió—. Hola, señorita Masón. Me alegro de volver a verla.
Charlene simplemente asintió. Por la expresión gélida que se reflejaba en sus ojos, resultaba evidente que estaba en completo desacuerdo con la cortesía de _________. Se produjo una pequeña pausa. Joe levantó una ceja.
—Lisa MacDonald, Charlene Masón y Joe Jonas-dijo _________, presentándolos a todos al captar la indirecta de Joe.
— ¡Oh! ¡Usted es el dueño de la revista Mode! —exclamó Lisa, muy emocionada.
-Más o menos.
—Yo soy una ávida lectora de su revista, señor Jonas —prosiguió Lisa—. Casi no puedo esperar a que salga publicado el reportaje de _________. Debe de ser muy emocionante.
—Hasta ahora, ha sido una verdadera experiencia —comentó él mientras se volvía a mirar a _________ con una enojosa sonrisa en los labios—. ¿No estás de acuerdo conmigo, _________?
—Sí, una verdadera experiencia —replicó ella, sin mucho entusiasmo.
—Joe —les interrumpió Charlene—. Creo que es mejor que vayamos a nuestra mesa y dejemos que estas chicas prosigan con su almuerzo.
Miró tanto a _________ como a Lisa como si las dos no merecieran la pena.
—Me alegro de haberte conocido, Lisa. Ya nos veremos, _________.
Joe esbozó su habitual sonrisa, lo que hizo que el corazón de _________ comenzara a latir de un modo que ya resultaba familiar. Sin embargo, la joven consiguió murmurar unas palabras de despedida. Entonces, medio atenazada por los nervios, extendió la mano para tomar su taza de té esperando que Lisa no hablara de aquel encuentro.
Lisa permaneció mirando a Joe durante unos instantes.
— ¡Vaya! —susurró mirando con intensidad a _________—. ¡No me habías dicho que era tan guapo! Cuando me sonrió, me licué literalmente.
— ¡Qué vergüenza, Lisa! —exclamó ella fingiendo censurar la actitud de su amiga—. Se supone que tu corazón pertenece ya a otro hombre.
—Así es —afirmó Lisa—, pero sigo siendo una mujer. No me irás a decir que a ti te deja indiferente, ¿no? Nos conocemos las dos demasiado bien.
—Por supuesto que no soy inmune al devastador encanto del señor Jonas, pero tendré que desarrollar un antídoto para los próximos meses.
— ¿No te parece que el interés podría ser mutuo? No se puede decir que a ti te falte el encanto.
— ¿Acaso no te has percatado de la pelirroja que se aferraba a él como la hiedra a un muro de piedra?
—Por supuesto que sí —comentó Lisa, con desprecio—. Me dio la sensación de que esperaba que yo me levantara y le hiciera una reverencia. ¿Quién se cree que es? ¿La reina de corazones?
—Es la pareja perfecta para el emperador —murmuró _________.
— ¿Cómo dices?
—Nada. ¿Has terminado? Vayámonos de aquí.
_________ se levantó sin esperar una respuesta, recogió su bolso y las dos mujeres se marcharon del restaurante.
El lunes siguiente _________ fue caminando al trabajo. Al sentir los primeros copos de nieve de la temporada, levantó el rostro. Éstos parecían besar suavemente el rostro de la joven, por lo que ella sintió una fuerte emoción. La nieve le recordaba a su hogar, los paseos en trineo y las batallas de bolas de nieve. Tal fue la emoción que le produjo aquel fenómeno meteorológico que llegó al estudio de Larry tan contenta como una niña.
—Hola, viejo. ¿Cómo te ha ido el puente?
_________ iba envuelta en un largo abrigo, con un sombrero de piel a juego bien calado sobre el rostro. Las mejillas y los ojos le brillaban por la combinación del frío y de la emoción, por lo que estaba bellísima.
Larry dejó de ajustar la luz durante un instante para saludarla con una sonrisa.
—Mira lo que acaba de hacer entrar las primeras nieves. Eres un anuncio para las vacaciones invernales.
—Eres incorregible —comentó ella mientras se quitaba el abrigo y el sombrero—. Te imaginas todo enmarcado por un objetivo.
—Deformación profesional. June dice que el ojo que tengo para la fotografía es maravilloso.
- ¿June? -preguntó _________, muy intrigada.
—Bueno, sí... He estado dándole unas clases de fotografía.
—Entiendo —repuso ella con una cierta ironía.
—Está... Está muy interesada en las cámaras.
—Sí, sí claro, ya me lo imagino...
—Venga ya, _________ —musitó Larry. Entonces, comenzó de nuevo a tocar los ajustes de la cámara.
—Tonto, dame un beso —dijo _________ mientras le abrazaba con fuerza—.Ya sabía yo que tú también podrías hacerlo.
—Venga ya, _________... —repitió él. Se desembarazó de ella y miró el reloj—. ¿Qué haces aquí tan temprano? Aún te queda media hora.
—Resulta sorprendente que te hayas dado cuenta del tiempo —comentó ella—. Pensé que podría echarle un vistazo a las fotografías que ya están reveladas.
—Están ahí —le indicó él señalándole un desordenado escritorio—. Ahora, ve a verlas y déjame terminar.
—Sí, señor.
_________ se acercó a la mesa y buscó el archivador que contenía todas las fotografías de las que disponían hasta esos instantes. Después de estudiarlas durante unos minutos, sacó una de las instantáneas que se habían tomado en la pista de tenis.
—Quiero una copia de ésta —dijo—. Parezco muy competitiva...
Al no recibir respuesta alguna, miró a Larry y lo vio una vez más totalmente inmerso en su trabajo y ajeno a su presencia.
-Por supuesto que sí, _________ -se respondió ella misma—. Lo que quieras. Mira que pose... -añadió sin dejar de imitar a su compañero—. Una forma perfecta y una concentración propia de una campeona. Prepárate, Wimbledon. Los harás pedazos, _________... Gracias, Larry. Tanto talento y tanta belleza... Por favor, Larry, me estás avergonzando...
—Encierran a la gente en los manicomios por hablar consigo mismos —le susurró al oído una profunda voz. _________ se sobresaltó y la fotografía se le cayó de las manos sobre el escritorio-. Y también estás muy nerviosa... Eso es mala señal.
Ella se dio la vuelta y se encontró cara a cara con Joe... De hecho, estaba tan cerca que, instintivamente, dio un paso atrás. Aquel gesto no pasó desapercibido para él porque frunció los labios con una de sus atractivas sonrisas.
Disculpen la tardansa chicas aqi el cap
Nani Jonas
Re: "La Imagen Del Amor" - Joe y tu Terminada
CoteDreamer escribió:Amo tu Nove
Esta muy buena
Pliss sube mas capis
Siguelaa!!!
bienvenida gracias por pasarte :D
Nani Jonas
Re: "La Imagen Del Amor" - Joe y tu Terminada
Jajajaja
La pobre va terminar con un paro cardíaco
siguelaaa
La pobre va terminar con un paro cardíaco
siguelaaa
JB&1D2
Re: "La Imagen Del Amor" - Joe y tu Terminada
Me encanto...
el capitulo fue la raja (:
ame cuando la rayis habla sola sjdhsjdhskdjs
siguelaaaaaa!
el capitulo fue la raja (:
ame cuando la rayis habla sola sjdhsjdhskdjs
siguelaaaaaa!
vale_ana
Re: "La Imagen Del Amor" - Joe y tu Terminada
Capitulo 19
—No te acerques a mí de ese modo.
—Lo siento, pero estabas tan absorta por tu diálogo...
De mala gana, _________ sonrió también.
—Algunas veces Larry se pierde un poco en la conversación, por lo que me veo obligada a ayudarlo —comentó—. Míralo. Ni siquiera sabe que estás aquí.
—Mmm, tal vez debería aprovecharme de su distracción —susurró Joe.
Extendió la mano y agarró un mechón del cabello de _________ y se lo metió detrás de la oreja. Ella notó enseguida la calidez de sus dedos, lo que provocó que el pulso comenzara a latirle a una alarmante velocidad.
—Oh, hola, Joe. ¿Cuándo has llegado?
Tras escuchar las palabras de Larry, _________ lanzó un suspiro, sin saber si era por alivio o frustración.
Diciembre fue pasando poco a poco. El progreso que iban haciendo en el proyecto era mucho más avanzado de lo que habían esperado, por lo que parecía que todo estaría terminado definitivamente para antes de Navidad. El contrato que _________ tenía con Joe llegaba hasta el mes de marzo, por lo que ella no dejaba de especular lo que haría cuando terminara el proyecto y él ya no la necesitara. Existía la posibilidad de que Joe la liberara de sus obligaciones, aunque estaba segura de que no era muy probable. Con toda seguridad no querría que trabajara para ningún otro competidor antes de que su propio proyecto estuviera publicado.
«Tal vez me encontrará alguna otra cosa que hacer durante esos meses», pensó. O tal vez podría estar sin trabajar durante un tiempo. Esto último le apetecía bastante, lo que la sorprendió. Le gustaba mucho su trabajo. Era duro, pero casi nunca resultaba aburrido. Por supuesto que disfrutaba con su trabajo. Era suficiente para ella y tenía la intención de mantenerlo en su vida durante los próximos años. Después de eso, podría retirarse o se tomaría unas largas vacaciones, viajaría... lo que fuera. Entonces, cuando todo estuviera en su lugar, tendría tiempo para encontrar el amor en serio. Hallaría a un hombre agradable, de fiar, con el que pudiera casarse y sentar la cabeza. Aquél era su plan, perfecto y sensato. Sólo que en aquellos momentos, cuando lo pensaba bien, le parecía demasiado frío y aburrido.
Durante la segunda semana de diciembre, el estudio de Larry estuvo mucho más concurrido de lo habitual. Aquella mañana en particular, las voces y los cuerpos se mezclaban en la sala en medio de un encantador caos. En aquella sesión, _________ iba a compartir protagonismo con un niño de ocho meses, dado que tenía que representar la imagen de una joven madre.
Una pequeña parte de la sala estaba decorada como un salón. Cuando _________ terminó con la peluquera, vio que Larry estaba muy ocupado comprobando su equipo. Joe estaba trabajando con él, compartiendo ideas sobre la sesión. Al ver que no pudo evitar contemplar su fuerte y esbelto cuerpo, se regañó en silencio.
Decidió dejar a los hombres con sus quehaceres y se dirigió a conocer a la joven madre y al niño que sería su hijo durante unos pocos minutos frente a las cámaras. El parecido que el pequeño tenía con ella la sorprendió y la divirtió al mismo tiempo. Andy, tal y como su madre lo presentó, tenía una mata de pelo tan brillante y tan oscura como el cabello de _________. Los ojos del niño, aunque no de un azul tan profundo como el de ella, se asemejaban mucho. Cualquier desconocido daría por sentado que aquel pequeño era su hijo.
-¿Sabes lo difícil que ha sido encontrar a un niño que se parezca a ti? —le preguntó Joe, que acababa de acercarse a ellos. _________ tenía a Andy sobre el regazo y lo hacía saltar sobre sus rodillas. Al presentir su llegada tanto ella como el pequeño levantaron sus profundos ojos azules para mirarlo-. Cualquiera se quedaría atónito por tanta brillantez. Tal vez deberíais bajar un poco el voltaje.
— ¿No te parece precioso? —preguntó _________ mientras acariciaba suavemente las mejillas del pequeño.
—Es espectacular. Podría ser tuyo.
—Sí, el parecido es sorprendente —admitió ella, con los ojos bajos por el repentino anhelo que le causaron las palabras de Joe—. ¿Estamos listos?
-Sí.
—Muy bien, socio —le dijo al niño mientras se ponía de pie y se lo colocaba sobre la cadera-. Vamos a trabajar.
—Sólo tienes que jugar con él —le instruyó Larry—. Haz lo que te apetezca. Lo que estamos buscando es espontaneidad. Creo que me comprende —añadió, al ver que el pequeño lo miraba muy fijamente.
-Por supuesto -afirmó _________-. Es un niño muy inteligente.
—Esperemos que responda bien. Sólo podemos trabajar con niños durante sesiones de pocos minutos.
Se pusieron manos a la obra. Las dos cabezas oscuras se inclinaron la una muy cerca de la otra sobre la zona alfombrada. Mientras _________ jugaba con los bloques de colores, Andy, lleno de alegría, destruía sus esfuerzos. Muy pronto los dos estuvieron inmersos en el juego y prestaron muy poca atención a los movimientos de Larry o al suave clic de la cámara. _________ estaba tumbada boca abajo, con los pies en el aire, construyendo torre tras torre para que el niño pudiera demolerla. De repente, el pequeño extendió la mano. Parecía haberlo distraído un mechón del sedoso cabello de _________. Lo agarró con sus regordetes dedos y trató de llevárselo a la boca.
_________ se dio la vuelta y se colocó de espaldas. A continuación, levantó al niño por encima de su cabeza. El pequeño comenzó a reír de alegría ante el nuevo juego. Ella se lo colocó sobre el vientre y, muy pronto, Andy sintió una profunda atracción por los botones de perlas que ella llevaba en la blusa verde claro. La joven observó atentamente la concentración del bebé y comenzó a trazar sus rasgos con la yema de un dedo. Una vez más, sintió una fuerte sensación de anhelo. Levantó al niño una vez más sobre su cuerpo y comenzó a hacer el sonido de un avión mientras lo movía por encima de ella. Andy gritó de felicidad. _________ se colocó al pequeño de pie sobre el vientre y dejó que el niño saltara al ritmo de su propia música.
Después, se puso de pie con él y lo abrazó con fuerza. De repente, se dio cuenta de que aquello era lo que más deseaba. «Un hijo propio, unos bracitos tan pequeños como estos alrededor del cuello. Un hijo con el hombre que amo», pensó. Cerró los ojos y se frotó la mejilla contra la de Andy. Cuando volvió a abrirlos, se encontró frente a la intensa mirada de Joe.
Lo observó fijamente durante un instante y, de repente, comprendió que aquél era el hombre que quería, el hombre cuyo hijo deseaba tener entre sus brazos. Llevaba algún tiempo sabiendo la verdad, pero se había negado a reconocerla. En aquellos momentos, no encontró modo alguno de negarla.
El fuerte tirón de pelo que Andy le dio rompió el hechizo. _________ se dio la vuelta, aturdida por lo que acababa de admitir. Aquello no era lo que había planeado. ¿Cómo podría haber ocurrido? Necesitaba tiempo para pensar, tiempo para solucionar sus cosas. En aquellos momentos, se sentía demasiado confusa.
Cuando Larry marcó por fin la conclusión de la sesión, se sintió profundamente aliviada. Con un gran esfuerzo, _________ mantuvo su sonrisa a pesar de que, en su interior, temblaba por lo que acababa de descubrir.
—Maravilloso —declaró Larry—. Los dos trabajáis como si fuerais viejos amigos.
En silencio, _________ corrigió las palabras de su compañero. No era trabajo sino una fantasía. Había estado representando una fantasía, tal vez llevaba la vida entera haciéndolo. Una risa histérica se apoderó de ella, aunque la reprimió con fuerza. No podía permitirse hacer el ridículo en aquellos instantes ni pensar en los sentimientos que la recorrían por dentro.
—Vamos a tardar un rato en estar listos para el siguiente decorado, _________ —le dijo Larry tras consultar el reloj—.Ve a comer algo antes de cambiarte. Date una hora.
_________ asintió aliviada ante la perspectiva de poder pasar algo de tiempo sola.
—Yo te acompañaré.
—No te acerques a mí de ese modo.
—Lo siento, pero estabas tan absorta por tu diálogo...
De mala gana, _________ sonrió también.
—Algunas veces Larry se pierde un poco en la conversación, por lo que me veo obligada a ayudarlo —comentó—. Míralo. Ni siquiera sabe que estás aquí.
—Mmm, tal vez debería aprovecharme de su distracción —susurró Joe.
Extendió la mano y agarró un mechón del cabello de _________ y se lo metió detrás de la oreja. Ella notó enseguida la calidez de sus dedos, lo que provocó que el pulso comenzara a latirle a una alarmante velocidad.
—Oh, hola, Joe. ¿Cuándo has llegado?
Tras escuchar las palabras de Larry, _________ lanzó un suspiro, sin saber si era por alivio o frustración.
Diciembre fue pasando poco a poco. El progreso que iban haciendo en el proyecto era mucho más avanzado de lo que habían esperado, por lo que parecía que todo estaría terminado definitivamente para antes de Navidad. El contrato que _________ tenía con Joe llegaba hasta el mes de marzo, por lo que ella no dejaba de especular lo que haría cuando terminara el proyecto y él ya no la necesitara. Existía la posibilidad de que Joe la liberara de sus obligaciones, aunque estaba segura de que no era muy probable. Con toda seguridad no querría que trabajara para ningún otro competidor antes de que su propio proyecto estuviera publicado.
«Tal vez me encontrará alguna otra cosa que hacer durante esos meses», pensó. O tal vez podría estar sin trabajar durante un tiempo. Esto último le apetecía bastante, lo que la sorprendió. Le gustaba mucho su trabajo. Era duro, pero casi nunca resultaba aburrido. Por supuesto que disfrutaba con su trabajo. Era suficiente para ella y tenía la intención de mantenerlo en su vida durante los próximos años. Después de eso, podría retirarse o se tomaría unas largas vacaciones, viajaría... lo que fuera. Entonces, cuando todo estuviera en su lugar, tendría tiempo para encontrar el amor en serio. Hallaría a un hombre agradable, de fiar, con el que pudiera casarse y sentar la cabeza. Aquél era su plan, perfecto y sensato. Sólo que en aquellos momentos, cuando lo pensaba bien, le parecía demasiado frío y aburrido.
Durante la segunda semana de diciembre, el estudio de Larry estuvo mucho más concurrido de lo habitual. Aquella mañana en particular, las voces y los cuerpos se mezclaban en la sala en medio de un encantador caos. En aquella sesión, _________ iba a compartir protagonismo con un niño de ocho meses, dado que tenía que representar la imagen de una joven madre.
Una pequeña parte de la sala estaba decorada como un salón. Cuando _________ terminó con la peluquera, vio que Larry estaba muy ocupado comprobando su equipo. Joe estaba trabajando con él, compartiendo ideas sobre la sesión. Al ver que no pudo evitar contemplar su fuerte y esbelto cuerpo, se regañó en silencio.
Decidió dejar a los hombres con sus quehaceres y se dirigió a conocer a la joven madre y al niño que sería su hijo durante unos pocos minutos frente a las cámaras. El parecido que el pequeño tenía con ella la sorprendió y la divirtió al mismo tiempo. Andy, tal y como su madre lo presentó, tenía una mata de pelo tan brillante y tan oscura como el cabello de _________. Los ojos del niño, aunque no de un azul tan profundo como el de ella, se asemejaban mucho. Cualquier desconocido daría por sentado que aquel pequeño era su hijo.
-¿Sabes lo difícil que ha sido encontrar a un niño que se parezca a ti? —le preguntó Joe, que acababa de acercarse a ellos. _________ tenía a Andy sobre el regazo y lo hacía saltar sobre sus rodillas. Al presentir su llegada tanto ella como el pequeño levantaron sus profundos ojos azules para mirarlo-. Cualquiera se quedaría atónito por tanta brillantez. Tal vez deberíais bajar un poco el voltaje.
— ¿No te parece precioso? —preguntó _________ mientras acariciaba suavemente las mejillas del pequeño.
—Es espectacular. Podría ser tuyo.
—Sí, el parecido es sorprendente —admitió ella, con los ojos bajos por el repentino anhelo que le causaron las palabras de Joe—. ¿Estamos listos?
-Sí.
—Muy bien, socio —le dijo al niño mientras se ponía de pie y se lo colocaba sobre la cadera-. Vamos a trabajar.
—Sólo tienes que jugar con él —le instruyó Larry—. Haz lo que te apetezca. Lo que estamos buscando es espontaneidad. Creo que me comprende —añadió, al ver que el pequeño lo miraba muy fijamente.
-Por supuesto -afirmó _________-. Es un niño muy inteligente.
—Esperemos que responda bien. Sólo podemos trabajar con niños durante sesiones de pocos minutos.
Se pusieron manos a la obra. Las dos cabezas oscuras se inclinaron la una muy cerca de la otra sobre la zona alfombrada. Mientras _________ jugaba con los bloques de colores, Andy, lleno de alegría, destruía sus esfuerzos. Muy pronto los dos estuvieron inmersos en el juego y prestaron muy poca atención a los movimientos de Larry o al suave clic de la cámara. _________ estaba tumbada boca abajo, con los pies en el aire, construyendo torre tras torre para que el niño pudiera demolerla. De repente, el pequeño extendió la mano. Parecía haberlo distraído un mechón del sedoso cabello de _________. Lo agarró con sus regordetes dedos y trató de llevárselo a la boca.
_________ se dio la vuelta y se colocó de espaldas. A continuación, levantó al niño por encima de su cabeza. El pequeño comenzó a reír de alegría ante el nuevo juego. Ella se lo colocó sobre el vientre y, muy pronto, Andy sintió una profunda atracción por los botones de perlas que ella llevaba en la blusa verde claro. La joven observó atentamente la concentración del bebé y comenzó a trazar sus rasgos con la yema de un dedo. Una vez más, sintió una fuerte sensación de anhelo. Levantó al niño una vez más sobre su cuerpo y comenzó a hacer el sonido de un avión mientras lo movía por encima de ella. Andy gritó de felicidad. _________ se colocó al pequeño de pie sobre el vientre y dejó que el niño saltara al ritmo de su propia música.
Después, se puso de pie con él y lo abrazó con fuerza. De repente, se dio cuenta de que aquello era lo que más deseaba. «Un hijo propio, unos bracitos tan pequeños como estos alrededor del cuello. Un hijo con el hombre que amo», pensó. Cerró los ojos y se frotó la mejilla contra la de Andy. Cuando volvió a abrirlos, se encontró frente a la intensa mirada de Joe.
Lo observó fijamente durante un instante y, de repente, comprendió que aquél era el hombre que quería, el hombre cuyo hijo deseaba tener entre sus brazos. Llevaba algún tiempo sabiendo la verdad, pero se había negado a reconocerla. En aquellos momentos, no encontró modo alguno de negarla.
El fuerte tirón de pelo que Andy le dio rompió el hechizo. _________ se dio la vuelta, aturdida por lo que acababa de admitir. Aquello no era lo que había planeado. ¿Cómo podría haber ocurrido? Necesitaba tiempo para pensar, tiempo para solucionar sus cosas. En aquellos momentos, se sentía demasiado confusa.
Cuando Larry marcó por fin la conclusión de la sesión, se sintió profundamente aliviada. Con un gran esfuerzo, _________ mantuvo su sonrisa a pesar de que, en su interior, temblaba por lo que acababa de descubrir.
—Maravilloso —declaró Larry—. Los dos trabajáis como si fuerais viejos amigos.
En silencio, _________ corrigió las palabras de su compañero. No era trabajo sino una fantasía. Había estado representando una fantasía, tal vez llevaba la vida entera haciéndolo. Una risa histérica se apoderó de ella, aunque la reprimió con fuerza. No podía permitirse hacer el ridículo en aquellos instantes ni pensar en los sentimientos que la recorrían por dentro.
—Vamos a tardar un rato en estar listos para el siguiente decorado, _________ —le dijo Larry tras consultar el reloj—.Ve a comer algo antes de cambiarte. Date una hora.
_________ asintió aliviada ante la perspectiva de poder pasar algo de tiempo sola.
—Yo te acompañaré.
Nani Jonas
Re: "La Imagen Del Amor" - Joe y tu Terminada
Me encanto el capitulo...
las rayis al fin admitio que esta enamorada de joe <3
Que ternura la sesión de fotos!
SIGUELA PRONTO!
las rayis al fin admitio que esta enamorada de joe <3
Que ternura la sesión de fotos!
SIGUELA PRONTO!
vale_ana
Re: "La Imagen Del Amor" - Joe y tu Terminada
waaa me encanta
porfin lo acepta o se da cuenta de que esta enamorada de el
bien ahora es el turno de joe ;)
me encanta siguela
porfin lo acepta o se da cuenta de que esta enamorada de el
bien ahora es el turno de joe ;)
me encanta siguela
next to you
Re: "La Imagen Del Amor" - Joe y tu Terminada
Capitulo 20
—Oh, no —protestó ella. Rápidamente recogió su abrigo y se dispuso a marcharse con toda rapidez. Joe levantó una ceja—. Quería decir que no te molestes. Seguro que tienes trabajo que hacer. Estoy convencida de que hay algo que te reclama en tu despacho o algo así.
—Sí, mi trabajo nunca cesa —admitió él-, pero, de vez en cuando, tengo que comer.
Joe le quitó el abrigo para ayudarla a ponérselo. Cuando le colocó las manos sobre los hombros, la calidez que emanó de ellas atravesó la gruesa tela y le quemó la piel. Como respuesta, _________ se tensó. Se sentía muy a la defensiva. Joe pareció notar su reacción, porque puso los dedos muy rígidos y la obligó a darse la vuelta.
—Mi intención no era tomarte a ti para almorzar, _________. ¿Es que nunca vas a dejar de sospechar de mí?
Cuando salieron al exterior, las calles estaban limpias de nieve, pero una ligera capa blanca cubría las aceras y los coches que había aparcados. _________ se sintió atrapada en el coche de Joe, a su lado, mientras él conducía el Mercedes por las calles de Nueva York. Cuando llegaron a Central Park, ella trató de aliviar la tensión y el incesante tamborileo de su corazón.
—Mira, es precioso, ¿verdad? —comentó mientras indicaba las ramas desnudas de los árboles cubiertas de nieve, que relucían como si fueran diamantes—. Me encanta la nieve. Todo parece tan limpio y tan fresco. Hace que todo se parezca...
— ¿A tu hogar?
—Sí —admitió ella.
De repente, pensó que, al lado de Joe, su hogar podría estar en cualquier parte. Sin embargo, comprendió que no debía revelar su debilidad. Él nunca debía conocer el amor que la embargaba por dentro y le batía el corazón como los vientos de los tornados que atraviesan Kansas a finales de la primavera.
Siguió hablando sin parar de todos los temas que le vinieron a la cabeza. Así, esperaba que él pudiera vislumbrar el secreto que guardaba con tanto celo.
— ¿Te encuentras bien, _________? -le preguntó Joe de repente, cuando ella se tomó un respiro-. Últimamente has estado muy nerviosa...
La miró atentamente y, durante un aterrador instante, _________ temió que aquellos ojos le penetraran en el pensamiento y leyeran el secreto que albergaba.
-Claro que sí -dijo ella, con voz tranquila-. Sólo estoy muy emocionada por el proyecto. Vamos a terminar muy pronto y la edición de la revista estará en los puestos de periódicos. Estoy deseando ver cómo lo reciben los lectores.
-Si es eso lo único que te preocupa, creo que puedo decirte que la reacción será tremenda. Serás una sensación, _________ —le aseguró él mientras la miraba durante un instante—. Recibirás ofertas de todas partes. Revistas, televisión, empresas de publicidad...Te aseguro que podrás elegir tus trabajos.
-Oh...
— ¿Acaso no te emociona esa posibilidad? —preguntó él, al ver lo cálida que había sido su reacción—. ¿No es eso lo que siempre habías querido?
-Por supuesto que sí -afirmó ella, con más entusiasmo del que sentía—. Tendría que estar loca para no alegrarme y te agradezco mucho la oportunidad que me has dado.
—Ahórrate tu gratitud —replicó Joe, con una cierta brusquedad—. Este proyecto será el resultado del trabajo en equipo. Lo que saques del proyecto te lo habrás ganado tú sola. Ahora, si no te importa, dime dónde te dejo antes de que yo regrese a mi despacho.
_________ asintió. Le resultaba imposible comprender lo que ella había dicho para despertar su ira de aquella manera.
La fase final del proyecto estaba en camino. _________ se cambió en una pequeña habitación del estudio de Larry. Al verse en el espejo, contuvo el aliento. El camisón le había parecido precioso, pero poco inspirado, cuando lo sacó de la caja. En aquellos momentos, se sintió abrumada por su belleza. Era blanco y transparente y parecía flotar alrededor de las esbeltas curvas del cuerpo de _________ antes de caerle en suaves pliegues hasta los tobillos. Tenía un buen escote, aunque no excesivo, por lo que el abultamiento de sus senos simplemente se adivinaba bajo la tela. Sí. Mientras daba vueltas sobre si misma, _________ decidió que era maravilloso.
Poco antes aquel mismo día, había posado con un precioso abrigo de marta. Recordó el suave tacto de la piel contra la barbilla y suspiró. Larry había capturado su primera expresión de delicia y deseo cuando hundió el rostro contra el cuello del abrigo. Sin embargo, _________ sabía que preferiría tener aquel camisón más que diez abrigos de marta. Tenía algo especial, como si se hubiera creado especialmente para ella.
Salió del improvisado probador y observó cómo Larry había completado el decorado. Aquella vez se había superado. La luz era cálida y suave, como si se tratara de un dormitorio iluminado por velas. Además, había colocado una luz trasera que se parecía a los rayos de la luz de la luna. El efecto final era romántico y sutil.
—Ah, estupendo. Veo que ya estás lista -dijo Larry. Entonces, se tomó un minuto para observarla—. ¡Vaya! Estás preciosa. Todos los hombres que vean tu foto caerán rendidos de amor por ti. Las mujeres, por su parte, soñarán con estar en tu lugar. Algunas veces, sigues sorprendiéndome.
_________ se echó a reír y se acercó a él justo en el momento en el que se abría la puerta del estudio. Se dio la vuelta y vio que era Joe, con Charlene del brazo. Sus miradas se cruzaron durante un instante antes de que la mirada de él la recorriera lentamente con la intensidad de una caricia física.
Joe se tomó su tiempo en volver a mirarla a la cara.
—Estás extraordinaria, _________.
—Gracias —susurró ella. Entonces, se encontró con la gélida mirada de Charlene. El contraste fue como el de una ducha helada, por lo que _________ deseó de todo corazón que Joe no la hubiera llevado.
—Estamos a punto de empezar —comentó Larry.
—En ese caso, no dejes que os entretengamos —afirmó Joe—. Charlene quería ver el proyecto que me ha mantenido tan ocupado.
Aquellas palabras parecían tener la implicación de que Charlene formaba parte de la vida de Joe, por lo que _________ sintió que se le caía el alma a los pies. A pesar de todo, decidió sacudirse la depresión que sentía y se recordó que los sentimientos que tenía hacia Joe no eran correspondidos.
-Ponte ahí, _________ -le indicó Larry. Rápidamente, ella se dirigió al lugar indicado.
La suave luz le dio un delicado brillo a su piel, tan suave como la caricia de un amante. Los focos traseros brillaban a través de la fina tela, resaltando así la silueta de su cuerpo.
—Muy bien —afirmó Larry—. Perfecto —añadió mientras encendía la máquina de viento.
La suave brisa de la máquina le alzó el cabello y provocó que el camisón se le pegara al cuerpo. Larry agarró su cámara y comenzó a hacer fotografías.
disfruten el cap gracias por sus comentarios :D
—Oh, no —protestó ella. Rápidamente recogió su abrigo y se dispuso a marcharse con toda rapidez. Joe levantó una ceja—. Quería decir que no te molestes. Seguro que tienes trabajo que hacer. Estoy convencida de que hay algo que te reclama en tu despacho o algo así.
—Sí, mi trabajo nunca cesa —admitió él-, pero, de vez en cuando, tengo que comer.
Joe le quitó el abrigo para ayudarla a ponérselo. Cuando le colocó las manos sobre los hombros, la calidez que emanó de ellas atravesó la gruesa tela y le quemó la piel. Como respuesta, _________ se tensó. Se sentía muy a la defensiva. Joe pareció notar su reacción, porque puso los dedos muy rígidos y la obligó a darse la vuelta.
—Mi intención no era tomarte a ti para almorzar, _________. ¿Es que nunca vas a dejar de sospechar de mí?
Cuando salieron al exterior, las calles estaban limpias de nieve, pero una ligera capa blanca cubría las aceras y los coches que había aparcados. _________ se sintió atrapada en el coche de Joe, a su lado, mientras él conducía el Mercedes por las calles de Nueva York. Cuando llegaron a Central Park, ella trató de aliviar la tensión y el incesante tamborileo de su corazón.
—Mira, es precioso, ¿verdad? —comentó mientras indicaba las ramas desnudas de los árboles cubiertas de nieve, que relucían como si fueran diamantes—. Me encanta la nieve. Todo parece tan limpio y tan fresco. Hace que todo se parezca...
— ¿A tu hogar?
—Sí —admitió ella.
De repente, pensó que, al lado de Joe, su hogar podría estar en cualquier parte. Sin embargo, comprendió que no debía revelar su debilidad. Él nunca debía conocer el amor que la embargaba por dentro y le batía el corazón como los vientos de los tornados que atraviesan Kansas a finales de la primavera.
Siguió hablando sin parar de todos los temas que le vinieron a la cabeza. Así, esperaba que él pudiera vislumbrar el secreto que guardaba con tanto celo.
— ¿Te encuentras bien, _________? -le preguntó Joe de repente, cuando ella se tomó un respiro-. Últimamente has estado muy nerviosa...
La miró atentamente y, durante un aterrador instante, _________ temió que aquellos ojos le penetraran en el pensamiento y leyeran el secreto que albergaba.
-Claro que sí -dijo ella, con voz tranquila-. Sólo estoy muy emocionada por el proyecto. Vamos a terminar muy pronto y la edición de la revista estará en los puestos de periódicos. Estoy deseando ver cómo lo reciben los lectores.
-Si es eso lo único que te preocupa, creo que puedo decirte que la reacción será tremenda. Serás una sensación, _________ —le aseguró él mientras la miraba durante un instante—. Recibirás ofertas de todas partes. Revistas, televisión, empresas de publicidad...Te aseguro que podrás elegir tus trabajos.
-Oh...
— ¿Acaso no te emociona esa posibilidad? —preguntó él, al ver lo cálida que había sido su reacción—. ¿No es eso lo que siempre habías querido?
-Por supuesto que sí -afirmó ella, con más entusiasmo del que sentía—. Tendría que estar loca para no alegrarme y te agradezco mucho la oportunidad que me has dado.
—Ahórrate tu gratitud —replicó Joe, con una cierta brusquedad—. Este proyecto será el resultado del trabajo en equipo. Lo que saques del proyecto te lo habrás ganado tú sola. Ahora, si no te importa, dime dónde te dejo antes de que yo regrese a mi despacho.
_________ asintió. Le resultaba imposible comprender lo que ella había dicho para despertar su ira de aquella manera.
La fase final del proyecto estaba en camino. _________ se cambió en una pequeña habitación del estudio de Larry. Al verse en el espejo, contuvo el aliento. El camisón le había parecido precioso, pero poco inspirado, cuando lo sacó de la caja. En aquellos momentos, se sintió abrumada por su belleza. Era blanco y transparente y parecía flotar alrededor de las esbeltas curvas del cuerpo de _________ antes de caerle en suaves pliegues hasta los tobillos. Tenía un buen escote, aunque no excesivo, por lo que el abultamiento de sus senos simplemente se adivinaba bajo la tela. Sí. Mientras daba vueltas sobre si misma, _________ decidió que era maravilloso.
Poco antes aquel mismo día, había posado con un precioso abrigo de marta. Recordó el suave tacto de la piel contra la barbilla y suspiró. Larry había capturado su primera expresión de delicia y deseo cuando hundió el rostro contra el cuello del abrigo. Sin embargo, _________ sabía que preferiría tener aquel camisón más que diez abrigos de marta. Tenía algo especial, como si se hubiera creado especialmente para ella.
Salió del improvisado probador y observó cómo Larry había completado el decorado. Aquella vez se había superado. La luz era cálida y suave, como si se tratara de un dormitorio iluminado por velas. Además, había colocado una luz trasera que se parecía a los rayos de la luz de la luna. El efecto final era romántico y sutil.
—Ah, estupendo. Veo que ya estás lista -dijo Larry. Entonces, se tomó un minuto para observarla—. ¡Vaya! Estás preciosa. Todos los hombres que vean tu foto caerán rendidos de amor por ti. Las mujeres, por su parte, soñarán con estar en tu lugar. Algunas veces, sigues sorprendiéndome.
_________ se echó a reír y se acercó a él justo en el momento en el que se abría la puerta del estudio. Se dio la vuelta y vio que era Joe, con Charlene del brazo. Sus miradas se cruzaron durante un instante antes de que la mirada de él la recorriera lentamente con la intensidad de una caricia física.
Joe se tomó su tiempo en volver a mirarla a la cara.
—Estás extraordinaria, _________.
—Gracias —susurró ella. Entonces, se encontró con la gélida mirada de Charlene. El contraste fue como el de una ducha helada, por lo que _________ deseó de todo corazón que Joe no la hubiera llevado.
—Estamos a punto de empezar —comentó Larry.
—En ese caso, no dejes que os entretengamos —afirmó Joe—. Charlene quería ver el proyecto que me ha mantenido tan ocupado.
Aquellas palabras parecían tener la implicación de que Charlene formaba parte de la vida de Joe, por lo que _________ sintió que se le caía el alma a los pies. A pesar de todo, decidió sacudirse la depresión que sentía y se recordó que los sentimientos que tenía hacia Joe no eran correspondidos.
-Ponte ahí, _________ -le indicó Larry. Rápidamente, ella se dirigió al lugar indicado.
La suave luz le dio un delicado brillo a su piel, tan suave como la caricia de un amante. Los focos traseros brillaban a través de la fina tela, resaltando así la silueta de su cuerpo.
—Muy bien —afirmó Larry—. Perfecto —añadió mientras encendía la máquina de viento.
La suave brisa de la máquina le alzó el cabello y provocó que el camisón se le pegara al cuerpo. Larry agarró su cámara y comenzó a hacer fotografías.
disfruten el cap gracias por sus comentarios :D
Nani Jonas
Re: "La Imagen Del Amor" - Joe y tu Terminada
Me encanto el capitulo
esta cada vez mejor tu nove...!!!
siempre me dejas intrigada..
deberias hacer una maratón!!
siguela ... (:
esta cada vez mejor tu nove...!!!
siempre me dejas intrigada..
deberias hacer una maratón!!
siguela ... (:
vale_ana
Re: "La Imagen Del Amor" - Joe y tu Terminada
Capitulo 21
—Muy bien —comentó—. Ahora, levántate el cabello. Bien, bien... Los vas a volver locos... Ahora mira directamente a la cámara... Imagínate que es el hombre que amas. Se dirige hacia ti para tomarte entre sus brazos.
Sin que pudiera evitarlo, _________ miró hacia el lugar del estudio en el que Joe estaba del brazo de Charlene. Su mirada se cruzó con la de él y un profundo temblor le sacudió el cuerpo.
-Vamos, _________. Quiero pasión, no pánico -le recriminó Larry-. Vamos, cielo, mira a la cámara.
_________ tragó saliva y obedeció. Lentamente, permitió que los sueños se adueñaran de ella, permitió que la cámara se convirtiera en Joe. En un Joe que no sólo la mirara con deseo, sino también con amor y necesidad. La estaba abrazando tal y como recordaba. La estaba acariciando suavemente, mientras reclamaba los labios de ella con los suyos y le susurraba las palabras que ella deseaba escuchar.
—Eso es _________.
Perdida en su propio mundo, ella parpadeó y miró a Larry sin comprender.
—Eso ha sido genial. Yo mismo me he enamorado de ti.
_________ suspiró profundamente y cerró los ojos durante un momento para lograr superar su propia imaginación.
—Supongo que podríamos casarnos y tener camaritas -murmuró ella mientras se dirigía al probador. Sin embargo, las palabras de Charlene impidieron que _________ siguiera avanzando.
—Joe, ese camisón es simplemente maravilloso, cariño. Me lo puedes conseguir, ¿verdad? -susurraba, con voz seductora.
— ¿Mmm? Claro —afirmó él sin dejar de mirar a _________—. Si es eso lo que quieres, Charlene...
_________ se quedó boquiabierta. El regalo que él estaba dispuesto a hacerle a la mujer que había a su lado le hizo más daño del que pudo imaginar. Lo miró fijamente durante unos momentos antes de desaparecer en el probador.
En la intimidad de aquellas cuatro paredes, se apoyó contra la pared para poder enfrentarse al dolor. ¿Cómo podía Joe hacer eso? Aquel camisón era especial, le pertenecía a ella, estaba hecho para cubrir su cuerpo. Cerró los ojos y ahogó un sollozo. Hasta se había imaginado cómo Joe la abrazaba con él puesto, cómo la amaba y... se lo iba a dar a Charlene. La miraría con los ojos llenos de deseo y le acariciaría el cuerpo a través de aquella vaporosa suavidad. En aquel momento, una terrible ira comenzó a reemplazar al dolor. Si aquello era lo que Joe quería, era muy bienvenido de hacerlo. Se despojó de la suave blancura del camisón y se vistió.
Cuando salió del probador, Joe estaba solo en el estudio, sentado tras el escritorio de Larry. _________ hizo acopio de todo su orgullo y se dirigió hacia él. Entonces, depositó la caja con el camisón sobre el escritorio.
-Para tu amiga. Supongo que primero querrás llevarlo a la tintorería.
A continuación, se dio la vuelta para marcharse con tanta dignidad como le fuera posible. Sin embargo, Joe le agarró por la muñeca y se lo impidió.
-¿Qué es lo que te pasa, _________? -le preguntó tras ponerse de pie.
— ¿Que qué me pasa? —repitió ella—. ¿A qué te refieres?
—Venga ya, _________. Estás disgustada y quiero saber por qué.
-¿Disgustada? -replicó ella. Entonces, tiró de la mano y trató de soltarse, pero le fue imposible—. Si estoy disgustada es asunto mío. En mi contrato no consta que tenga que explicarte a ti mis sentimientos.
—Dime qué te pasa —insistió Joe. Le soltó la mano, pero simplemente para agarrarla con fuerza por los hombros.
— ¿Quieres que te diga lo que me pasa? Pues te lo diré —le espetó—. Te presentas aquí con tu amiga pelirroja y le entregas este camisón porque ella se ha encaprichado de él. Esa mujer agita las pestañas y dice la palabra exacta y tú le das todo lo que quiere.
— ¿Y a eso viene todo esto? ¡Dios Santo, mujer! —exclamó él, exasperado—. Si quieres ese maldito camisón te conseguiré uno.
—No me trates como si fuera una niña —rugió ella—. No puedes comprar mi buen humor con tus baratijas. Guárdate tu generosidad para alguien que te la agradezca y suéltame.
—No te vas a marchar a ninguna parte hasta que te calmes y lleguemos a la raíz del problema.
De repente, los ojos de _________ se llenaron de unas lágrimas incontrolables.
—No lo comprendes —susurró ella mientras las lágrimas le rodaban por las mejillas—. No comprendes nada...
— ¡Basta ya! —exclamó Joe. Entonces, comenzó a secarle las lágrimas con la mano—. No puedo soportar las lágrimas... Basta ya, _________. No llores así.
—Sólo sé llorar de este modo...
—No sé a qué se debe todo esto. ¡No creo que un camisón merezca esta escenita! Toma, llévatelo... Evidentemente, es muy importante para ti —dijo. Tomó la caja y se la extendió para que ella la agarrara—. Charlene tiene muchos camisones...
Aquellas palabras, en vez de alegrar a _________, tuvieron precisamente el efecto opuesto.
—No lo quiero. Ni siquiera quiero volver a verlo —gritó, con la voz ronca por las lágrimas—. Espero que tu amante y tú lo disfrutes mucho.
Con eso, se dio la vuelta, agarró el abrigo y salió corriendo del estudio con sorprendente velocidad.
En el exterior, se quedó inmóvil en la acera, pataleando sobre ella. « ¡Estúpida!», se dijo. Efectivamente, sentía que era una estupidez mostrar tanto apego por un trozo de tela, pero mucho menos que hacerlo con un hombre arrogante y sin sentimientos cuyos intereses estaban en otra parte. Cuando vio un taxi dio un paso al frente para detenerlo, pero, de repente, notó que alguien la obligaba a darse la vuelta.
—Ya me he hartado de tus rabietas, _________. No pienso consentir que me dejes con la palabra en la boca —le espetó, en voz baja y muy peligrosa. Sin embargo, _________ levantó la cabeza y lo miró directamente a los ojos.
—No tenemos nada más que decirnos.
—Tenemos muchas más cosas que decirnos.
—No espero que lo comprendas —replicó ella con exagerada paciencia, como si estuviera hablando a un niño—. Sólo eres un hombre.
Joe contuvo el aliento y dio un paso más para acercarse a ella.
-En una cosa tienes razón. Soy un hombre...
Entonces, la tomó entre sus brazos y le atacó la boca con un fiero beso que la obligó a abrir los labios para satisfacer lo que Joe demandaba. El mundo dejó de existir más allá de las caricias que él le proporcionaba. Los dos permanecieron juntos, sin prestar atención alguna a la gente que pasaba por la acera.
1/6
—Muy bien —comentó—. Ahora, levántate el cabello. Bien, bien... Los vas a volver locos... Ahora mira directamente a la cámara... Imagínate que es el hombre que amas. Se dirige hacia ti para tomarte entre sus brazos.
Sin que pudiera evitarlo, _________ miró hacia el lugar del estudio en el que Joe estaba del brazo de Charlene. Su mirada se cruzó con la de él y un profundo temblor le sacudió el cuerpo.
-Vamos, _________. Quiero pasión, no pánico -le recriminó Larry-. Vamos, cielo, mira a la cámara.
_________ tragó saliva y obedeció. Lentamente, permitió que los sueños se adueñaran de ella, permitió que la cámara se convirtiera en Joe. En un Joe que no sólo la mirara con deseo, sino también con amor y necesidad. La estaba abrazando tal y como recordaba. La estaba acariciando suavemente, mientras reclamaba los labios de ella con los suyos y le susurraba las palabras que ella deseaba escuchar.
—Eso es _________.
Perdida en su propio mundo, ella parpadeó y miró a Larry sin comprender.
—Eso ha sido genial. Yo mismo me he enamorado de ti.
_________ suspiró profundamente y cerró los ojos durante un momento para lograr superar su propia imaginación.
—Supongo que podríamos casarnos y tener camaritas -murmuró ella mientras se dirigía al probador. Sin embargo, las palabras de Charlene impidieron que _________ siguiera avanzando.
—Joe, ese camisón es simplemente maravilloso, cariño. Me lo puedes conseguir, ¿verdad? -susurraba, con voz seductora.
— ¿Mmm? Claro —afirmó él sin dejar de mirar a _________—. Si es eso lo que quieres, Charlene...
_________ se quedó boquiabierta. El regalo que él estaba dispuesto a hacerle a la mujer que había a su lado le hizo más daño del que pudo imaginar. Lo miró fijamente durante unos momentos antes de desaparecer en el probador.
En la intimidad de aquellas cuatro paredes, se apoyó contra la pared para poder enfrentarse al dolor. ¿Cómo podía Joe hacer eso? Aquel camisón era especial, le pertenecía a ella, estaba hecho para cubrir su cuerpo. Cerró los ojos y ahogó un sollozo. Hasta se había imaginado cómo Joe la abrazaba con él puesto, cómo la amaba y... se lo iba a dar a Charlene. La miraría con los ojos llenos de deseo y le acariciaría el cuerpo a través de aquella vaporosa suavidad. En aquel momento, una terrible ira comenzó a reemplazar al dolor. Si aquello era lo que Joe quería, era muy bienvenido de hacerlo. Se despojó de la suave blancura del camisón y se vistió.
Cuando salió del probador, Joe estaba solo en el estudio, sentado tras el escritorio de Larry. _________ hizo acopio de todo su orgullo y se dirigió hacia él. Entonces, depositó la caja con el camisón sobre el escritorio.
-Para tu amiga. Supongo que primero querrás llevarlo a la tintorería.
A continuación, se dio la vuelta para marcharse con tanta dignidad como le fuera posible. Sin embargo, Joe le agarró por la muñeca y se lo impidió.
-¿Qué es lo que te pasa, _________? -le preguntó tras ponerse de pie.
— ¿Que qué me pasa? —repitió ella—. ¿A qué te refieres?
—Venga ya, _________. Estás disgustada y quiero saber por qué.
-¿Disgustada? -replicó ella. Entonces, tiró de la mano y trató de soltarse, pero le fue imposible—. Si estoy disgustada es asunto mío. En mi contrato no consta que tenga que explicarte a ti mis sentimientos.
—Dime qué te pasa —insistió Joe. Le soltó la mano, pero simplemente para agarrarla con fuerza por los hombros.
— ¿Quieres que te diga lo que me pasa? Pues te lo diré —le espetó—. Te presentas aquí con tu amiga pelirroja y le entregas este camisón porque ella se ha encaprichado de él. Esa mujer agita las pestañas y dice la palabra exacta y tú le das todo lo que quiere.
— ¿Y a eso viene todo esto? ¡Dios Santo, mujer! —exclamó él, exasperado—. Si quieres ese maldito camisón te conseguiré uno.
—No me trates como si fuera una niña —rugió ella—. No puedes comprar mi buen humor con tus baratijas. Guárdate tu generosidad para alguien que te la agradezca y suéltame.
—No te vas a marchar a ninguna parte hasta que te calmes y lleguemos a la raíz del problema.
De repente, los ojos de _________ se llenaron de unas lágrimas incontrolables.
—No lo comprendes —susurró ella mientras las lágrimas le rodaban por las mejillas—. No comprendes nada...
— ¡Basta ya! —exclamó Joe. Entonces, comenzó a secarle las lágrimas con la mano—. No puedo soportar las lágrimas... Basta ya, _________. No llores así.
—Sólo sé llorar de este modo...
—No sé a qué se debe todo esto. ¡No creo que un camisón merezca esta escenita! Toma, llévatelo... Evidentemente, es muy importante para ti —dijo. Tomó la caja y se la extendió para que ella la agarrara—. Charlene tiene muchos camisones...
Aquellas palabras, en vez de alegrar a _________, tuvieron precisamente el efecto opuesto.
—No lo quiero. Ni siquiera quiero volver a verlo —gritó, con la voz ronca por las lágrimas—. Espero que tu amante y tú lo disfrutes mucho.
Con eso, se dio la vuelta, agarró el abrigo y salió corriendo del estudio con sorprendente velocidad.
En el exterior, se quedó inmóvil en la acera, pataleando sobre ella. « ¡Estúpida!», se dijo. Efectivamente, sentía que era una estupidez mostrar tanto apego por un trozo de tela, pero mucho menos que hacerlo con un hombre arrogante y sin sentimientos cuyos intereses estaban en otra parte. Cuando vio un taxi dio un paso al frente para detenerlo, pero, de repente, notó que alguien la obligaba a darse la vuelta.
—Ya me he hartado de tus rabietas, _________. No pienso consentir que me dejes con la palabra en la boca —le espetó, en voz baja y muy peligrosa. Sin embargo, _________ levantó la cabeza y lo miró directamente a los ojos.
—No tenemos nada más que decirnos.
—Tenemos muchas más cosas que decirnos.
—No espero que lo comprendas —replicó ella con exagerada paciencia, como si estuviera hablando a un niño—. Sólo eres un hombre.
Joe contuvo el aliento y dio un paso más para acercarse a ella.
-En una cosa tienes razón. Soy un hombre...
Entonces, la tomó entre sus brazos y le atacó la boca con un fiero beso que la obligó a abrir los labios para satisfacer lo que Joe demandaba. El mundo dejó de existir más allá de las caricias que él le proporcionaba. Los dos permanecieron juntos, sin prestar atención alguna a la gente que pasaba por la acera.
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Nani Jonas
Re: "La Imagen Del Amor" - Joe y tu Terminada
Capitulo 22
Cuando Joe la soltó por fin, _________ dio un paso atrás. Tenía la respiración entrecortada.
—Ahora que ya me has demostrado tu masculinidad, tengo que marcharme.
-Vuelve al estudio. Terminaremos nuestra conversación.
—Nuestra conversación ha terminado ya.
-No del todo...
Joe comenzó a llevarla de nuevo hacia el estudio. _________ comprendió que no podía estar a solas con él en aquellos instantes. Se sentía demasiado vulnerable. Él podría ver demasiado muy fácilmente.
—Mira, Joe —dijo, orgullosa de la tranquilidad de su voz-. No quiero montar una escena, pero si sigues jugando al hombre de las cavernas me veré obligada a gritar. Y te aseguro que soy capaz de gritar muy alto.
—No, no vas a gritar.
-Sí -replicó ella-. Claro que voy a gritar.
—_________, tenemos cosas que aclarar.
—Joe, todo esto se nos ha ido de las manos —observó ella, tratando de no prestar atención alguna a la debilidad que sentía en las piernas—. Los dos hemos tenido nuestra salida de tono... Dejémoslo así. Además, todo ha sido una tontería...
—A ti no te lo pareció en el estudio.
—Por favor, Joe, déjalo estar —insistió ella, sabiendo que estaba utilizando su última oportunidad—.Todos mostramos nuestro temperamento en ocasiones.
—Muy bien —accedió él, tras una pequeña pausa—. Lo dejaremos estar por el momento.
_________ suspiró. Sentía que, si se quedaba al lado de Joe más tiempo, corría el riesgo de aceptar todo lo que él le dijera. De soslayo, vio que se acercaba un taxi y rápidamente se llevó los dedos a la boca para detenerlo con un silbido.
Joe sonrió.
—Nunca dejas de sorprenderme.
La respuesta de _________ quedó oculta por el ruido que ella hizo al cerrar de golpe la puerta del taxi.
..................
La Navidad se acercaba y la ciudad lucía sus mejores galas. _________ observaba desde la ventana de su apartamento cómo los automóviles y las personas bullían por las calles brillantemente iluminadas. La nieve caía con suavidad, lo que acrecentaba un poco más el espíritu navideño que ella sentía. Los enormes copos caían sobre la tierra como las blancas plumas de una almohada gigante.
Habían completado el proyecto, por lo que había visto muy poco a Joe en los últimos días. Comprendió que cada vez lo vería menos, por lo que una cierta tristeza oscureció su buen humor. Como su parte dentro del proyecto había finalizado, ya no habría contacto diario ni encuentros inesperados. Suspiró y sacudió la cabeza. «Me marcho a casa mañana», se recordó. «A casa por Navidad».
Aquello era precisamente lo que necesitaba. Un completo cambio de ambiente. Aquellos diez días la ayudarían a sanar las heridas de su corazón y le darían tiempo para volver a pensar en sus planes para el futuro, que en aquellos momentos parecía aburrido e insatisfactorio.
El timbre de la puerta la sacó de sus pensamientos.
— ¿Quién es? —preguntó mientras colocaba la mano sobre el pomo.
—Santa Claus.
— ¿Joe? —tartamudeó, incrédula—. ¿Eres tú?
—Veo que no te puedo engañar, ¿verdad? Bueno —añadió, tras una pequeña pausa—, ¿me vas a dejar de entrar o tenemos que hablar a través de la puerta?
—Oh, lo siento.
_________ retiró el pestillo de la cerradura y abrió la puerta. Entonces, vio que el esbelto cuerpo de Joe estaba apoyado de modo casual contra el marco de la puerta.
—Veo que ahora cierras con llave -afirmó. Observó atentamente la bata de color perla que ella llevaba puesta antes de volver a mirarle el rostro—. ¿Vas a invitarme a entrar?
—Oh, claro —dijo ella. Se hizo a un lado tratando desesperadamente de buscar la compostura perdida—.Yo... Creía que Santa bajaba por la chimenea.
—Éste no —comentó él mientras se quitaba el abrigo—. Me vendría muy bien una copa de tu famoso whisky. Hace mucho frío ahí fuera.
—Ahora sí que estoy completamente desilusionada. Yo creía que Santa se alimentaba de galletas y leche.
—Si es la mitad de hombre de lo que yo creo, estoy seguro de que tiene una petaca escondida en ese traje rojo que lleva.
-Cínico -le acusó ella. Entonces, se retiró a la cocina, donde encontró mucho más fácilmente el whisky. A continuación, le sirvió un poco en un vaso.
—Muy profesional —comentó Joe, que la observaba desde la puerta-. ¿No me vas a acompañar para que brindemos juntos por estas fiestas?
-Oh, no. Esto sabe como el jabón con el que me lavaron la boca una vez.
—No pienso preguntarte por qué tuvieron que lavarte la boca -afirmó él, tras tomar el vaso que ella le ofrecía.
-Tampoco te lo iba a contar —replicó ella con una sonrisa.
—Bueno, toma otra cosa. No me gusta beber solo.
_________ abrió el frigorífico y sacó una jarra de zumo de naranja.
-Veo que vives muy peligrosamente -observó él. _________ levantó el vaso de zumo que se acababa de servir a modo de brindis. Entonces, los dos regresaron al salón.
—Me han dicho que te marchas a Kansas por la mañana —dijo él mientras se sentaba en el sofá. _________, por su parte, se sentó enfrente de él, en una butaca.
—Así es. Estaré en casa hasta el día después de Año Nuevo.
—En ese caso, te deseo una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo por anticipado. Pensaré en ti cuando el reloj dé las doce campanadas.
—Estoy segura de que estarás demasiado ocupado para pensar en mí —replicó ella.
—Bueno, creo que podré encontrar un minuto libre —repuso él, con una sonrisa—. Ahora, tengo algo para ti, _________...
Se levantó y fue por su abrigo. Entonces, sacó un pequeño paquete del bolsillo. _________ lo observó sin saber qué decir y luego levantó los ojos para mirar a Joe.
—Oh, pero... No creía que... Es decir... Yo no tengo nada para ti.
— ¿No? —preguntó él haciendo que el rubor tiñera las mejillas de _________.
—Joe, no puedo aceptarlo. No me parece bien...
—Considéralo regalo del emperador a uno de sus súbditos —insistió Joe. Le quitó el vaso de zumo de la mano y se lo sustituyó por el paquete.
2/6
Cuando Joe la soltó por fin, _________ dio un paso atrás. Tenía la respiración entrecortada.
—Ahora que ya me has demostrado tu masculinidad, tengo que marcharme.
-Vuelve al estudio. Terminaremos nuestra conversación.
—Nuestra conversación ha terminado ya.
-No del todo...
Joe comenzó a llevarla de nuevo hacia el estudio. _________ comprendió que no podía estar a solas con él en aquellos instantes. Se sentía demasiado vulnerable. Él podría ver demasiado muy fácilmente.
—Mira, Joe —dijo, orgullosa de la tranquilidad de su voz-. No quiero montar una escena, pero si sigues jugando al hombre de las cavernas me veré obligada a gritar. Y te aseguro que soy capaz de gritar muy alto.
—No, no vas a gritar.
-Sí -replicó ella-. Claro que voy a gritar.
—_________, tenemos cosas que aclarar.
—Joe, todo esto se nos ha ido de las manos —observó ella, tratando de no prestar atención alguna a la debilidad que sentía en las piernas—. Los dos hemos tenido nuestra salida de tono... Dejémoslo así. Además, todo ha sido una tontería...
—A ti no te lo pareció en el estudio.
—Por favor, Joe, déjalo estar —insistió ella, sabiendo que estaba utilizando su última oportunidad—.Todos mostramos nuestro temperamento en ocasiones.
—Muy bien —accedió él, tras una pequeña pausa—. Lo dejaremos estar por el momento.
_________ suspiró. Sentía que, si se quedaba al lado de Joe más tiempo, corría el riesgo de aceptar todo lo que él le dijera. De soslayo, vio que se acercaba un taxi y rápidamente se llevó los dedos a la boca para detenerlo con un silbido.
Joe sonrió.
—Nunca dejas de sorprenderme.
La respuesta de _________ quedó oculta por el ruido que ella hizo al cerrar de golpe la puerta del taxi.
..................
La Navidad se acercaba y la ciudad lucía sus mejores galas. _________ observaba desde la ventana de su apartamento cómo los automóviles y las personas bullían por las calles brillantemente iluminadas. La nieve caía con suavidad, lo que acrecentaba un poco más el espíritu navideño que ella sentía. Los enormes copos caían sobre la tierra como las blancas plumas de una almohada gigante.
Habían completado el proyecto, por lo que había visto muy poco a Joe en los últimos días. Comprendió que cada vez lo vería menos, por lo que una cierta tristeza oscureció su buen humor. Como su parte dentro del proyecto había finalizado, ya no habría contacto diario ni encuentros inesperados. Suspiró y sacudió la cabeza. «Me marcho a casa mañana», se recordó. «A casa por Navidad».
Aquello era precisamente lo que necesitaba. Un completo cambio de ambiente. Aquellos diez días la ayudarían a sanar las heridas de su corazón y le darían tiempo para volver a pensar en sus planes para el futuro, que en aquellos momentos parecía aburrido e insatisfactorio.
El timbre de la puerta la sacó de sus pensamientos.
— ¿Quién es? —preguntó mientras colocaba la mano sobre el pomo.
—Santa Claus.
— ¿Joe? —tartamudeó, incrédula—. ¿Eres tú?
—Veo que no te puedo engañar, ¿verdad? Bueno —añadió, tras una pequeña pausa—, ¿me vas a dejar de entrar o tenemos que hablar a través de la puerta?
—Oh, lo siento.
_________ retiró el pestillo de la cerradura y abrió la puerta. Entonces, vio que el esbelto cuerpo de Joe estaba apoyado de modo casual contra el marco de la puerta.
—Veo que ahora cierras con llave -afirmó. Observó atentamente la bata de color perla que ella llevaba puesta antes de volver a mirarle el rostro—. ¿Vas a invitarme a entrar?
—Oh, claro —dijo ella. Se hizo a un lado tratando desesperadamente de buscar la compostura perdida—.Yo... Creía que Santa bajaba por la chimenea.
—Éste no —comentó él mientras se quitaba el abrigo—. Me vendría muy bien una copa de tu famoso whisky. Hace mucho frío ahí fuera.
—Ahora sí que estoy completamente desilusionada. Yo creía que Santa se alimentaba de galletas y leche.
—Si es la mitad de hombre de lo que yo creo, estoy seguro de que tiene una petaca escondida en ese traje rojo que lleva.
-Cínico -le acusó ella. Entonces, se retiró a la cocina, donde encontró mucho más fácilmente el whisky. A continuación, le sirvió un poco en un vaso.
—Muy profesional —comentó Joe, que la observaba desde la puerta-. ¿No me vas a acompañar para que brindemos juntos por estas fiestas?
-Oh, no. Esto sabe como el jabón con el que me lavaron la boca una vez.
—No pienso preguntarte por qué tuvieron que lavarte la boca -afirmó él, tras tomar el vaso que ella le ofrecía.
-Tampoco te lo iba a contar —replicó ella con una sonrisa.
—Bueno, toma otra cosa. No me gusta beber solo.
_________ abrió el frigorífico y sacó una jarra de zumo de naranja.
-Veo que vives muy peligrosamente -observó él. _________ levantó el vaso de zumo que se acababa de servir a modo de brindis. Entonces, los dos regresaron al salón.
—Me han dicho que te marchas a Kansas por la mañana —dijo él mientras se sentaba en el sofá. _________, por su parte, se sentó enfrente de él, en una butaca.
—Así es. Estaré en casa hasta el día después de Año Nuevo.
—En ese caso, te deseo una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo por anticipado. Pensaré en ti cuando el reloj dé las doce campanadas.
—Estoy segura de que estarás demasiado ocupado para pensar en mí —replicó ella.
—Bueno, creo que podré encontrar un minuto libre —repuso él, con una sonrisa—. Ahora, tengo algo para ti, _________...
Se levantó y fue por su abrigo. Entonces, sacó un pequeño paquete del bolsillo. _________ lo observó sin saber qué decir y luego levantó los ojos para mirar a Joe.
—Oh, pero... No creía que... Es decir... Yo no tengo nada para ti.
— ¿No? —preguntó él haciendo que el rubor tiñera las mejillas de _________.
—Joe, no puedo aceptarlo. No me parece bien...
—Considéralo regalo del emperador a uno de sus súbditos —insistió Joe. Le quitó el vaso de zumo de la mano y se lo sustituyó por el paquete.
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Nani Jonas
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