obsesión

Lya nunca ha sido una chica corriente, o al menos nunca se ha considerado como tal. Su familia acabó separándose y ella al cumplir la mayoría de edad decidió mudarse. Ahora vive en un pequeño piso en el centro de la ciudad, donde también convive con sus amigos y sus extraños vecinos.
Sin embargo un día algo extraño pasa. El piso nueve ha sido alquilado, desde ese instante algo le da un picor de nariz, hasta tal punto de convertirse en su obsesión.

hola:

ya la sigo chicas, gracias por pasarse. me alegra tanto que les guste al parecer
pd.omgg batman cambiaste tu nombre(?)

El día 13 de octubre de mil novecientos noventa y cuatro, mientras Greg miraba las estrellas con sus prismáticos en su campamento de "investigación alienigena" y justo unos enormes faros se iluminaron haciendo parecer que eran platillos volantes, haciendo que él corriera colina abajo gritando que tenía razón frente a su existencia, en el oceano del norte de canadá miles de sepias quedarian sobre la arena sin razón aparente, Steven Spielberg y otros dos socios anunciaban la creación de un estudio de cine que competiría con los clásicos de hollywood y españa declaraba que quería de vuelta a Gibraltar. Ese día a las 21.00 Pamela rompía aguas en el salón de su casa, rápidamente su marido Frank se apresuró a poner en marcha el coche y ayudarla a entrar para luego poner rumbo hacia el hospital. Más tarde, a las 23.12 daba a luz a un pequeño bebé que pesó a penas dos kilogramos.
Roger, el padre de Lya nunca ha tenido un trabajo oficialmente, ha ido vagando de empleo en empleo pero el más recurrente ha sido como mecánico. Roger le enseñó bastantes cosas a su hija de vehículos, cuando era pequeña le gustaba ponerse a su lado bajo en el coche con su monopatín rojo. A Roger lo que le gusta es la música, le gusta todo tipo de música pero la que suele componer y tocar es indie. También tiene un grupo. Le gusta el color beis, tiene dos camisetas y tres camisas abiertas de ese color. Roger detesta que le digan que debe hacer o también conocido como normas, si lo hacen tiene a no volver hablar a esa persona o dejar la habitación donde esté. Pero sobretodo odia a las personas impertinentes.

Pamela, la madre de Lya, trabaja en la escuela infantil como profesora y también ayuda en una galería de arte donde expone sus cuadros. Siempre solía hacer que su hija la acompañara desde que pudo andar para que conociera bien el mundo del arte. A Pamela le gusta pintar, no le importa si se mancha las manos, le gusta ver como se mezcla en su piel y luego juega a quitársela. También le gusta bailar, siempre suele poner en marcha el tocadiscos mientras limpia, riega, pinta o simplemente descansa. Y la naturaleza, el verde es su color favorito. A Pamela le disgusta que le griten, cuando alguien le regaña por hacer algo mal. También a las personas sabelotodos y habladoras, según ella siempre se pregunta ¿es que no pueden callar nunca?.

Lya se ha criado con el cariño de ambos padres, considera que ha tenido una feliz infancia y a sus padres unos artistas -a su manera- pero también en ocasiones se evadía del mundo corriente e iba al imaginario, donde todo era posible. No habían cebollas ni coles de bruselas asquerosas, el agua sabía a limón y el río a batido de fresa. Su mejor amigo de allí era un gato morado con sobrero y orejas de conejo, y siempre vestía su vestido azul favorito. Su primera cámara se la regaló su padre a los seis años, era de segunda mano pero seguía funcionando perfectamente, el primer día gastó los tres carretes que le regaló.
Cuando Lya cumplió los siete años su padre dejó a su madre con una carta, nunca pudo leer lo que ponía en ella pero le vio escondida detrás de la puerta mientras susurraba lo que ponía y empezaban a brotar lágrimas de sus ojos. Así que ella fue, le abrazó y le dijo "todo saldrá bien mamá". Sin embargo su madre medianamente se encerró, solía dedicarle las sonrisas a su hija pero no al resto del mundo por lo que dejó bastante de comunicarse con el resto. perdió los amigos y solo se dedicó al trabajo, pintaba por comisiones y le prohibió tocar el tocadiscos. Frente al cambio que su madre había originado y que ella no lograba comprender, Lya empezó a ahorrar en su tarro de mermelada extra dinero. Pasaron los días, los meses y finalmente los años hasta que pudo cumplir la mayoría de edad. Y así dejó su casa saliendo con su maleta, su bolso y un carro con cuatro botes de dinero ahorrado.

Y así Lya dijo adiós a su casa, y hola a la ciudad y sus aventuras.

hep: