pleasures

Últimamente estuve tan despistada que ni siquiera sabía que había cap, u.u, que horror pueden matarme su gustan. Lo leí y debo admitir que con cada párrafo me enamoraba más de Blue, ella es tan mona, y Peter, quién a pesar de su arrogancia me parece encantador, awww amo a esos dos simplemente. Me encantó el capítulo, bellísimo, y quiero el siguiente    ¿Quién sigue? ;-;

capítulo tres

contrastes creados por el rojo y el blanco y negro.

El cielo era cálido y rojizo, el color era intenso y tenía a acabar en un tono rosado. El sol no se veía, a penas los rayos traspasaban las nubes. Rebeca estaba sentada en el alcatifar de la ventana, respiraba hondo mientras anotaba en su cuaderno aun que el sol estaba cayendo y no veía con demasiada claridad ya que su habitación se encontraba a oscuras.
Sam se acercó a la puerta abriéndola  y cruzando el dormitorio hasta llegar a donde se encontraba su hermana.  Ella dejó sus cosas a un lado y bajó hasta ponerse de rodillas a la altura de su hermano, tenía los ojos hinchados y aguados de llorar. Oh Sammy, pensó.

En cierta forma le parecía mentira el comportamiento de sus padres. ¿Cómo dos adultos así podían destruirse y no ver como no solo se autodestruyen si no que destrozan a su familia a su paso? No darse cuenta que su propio hijo a penas tiene ilusiones y cada vez va peor en el instituto. ¿Por qué no pueden divorciarse y acabar con esto?

Le cogió de la mano y lo llevó hasta su cama donde se acurrucó con él. Le acarició el pelo hasta que el pequeño se durmió sobre sus brazos, parecía tan apaciguado. Levantó la vista, tras su espejo se escondía un rostro tapado por las sombras, de una joven que le miraba fijamente con su sonrisa risueña de siempre.

—Al inhalar acepto mi existencia, al exhalar olvido la suya. Al inhalar comprendo que no es real, al exhalar le expulso de mi imaginación.

Dejó a su hermano en su cama descansando. Cogió su bolsa y metió algunas cosas; lápices, bolígrafos, la cartera, su cuaderno…
Acudió a la cocina con el incentivo de beber agua, allí se encontraba su padre con la camisa desabrochada parcialmente y  deshaciéndose de la corbata. Ella cogió la pastilla de color rosa y la introdujo en su boca, después dejó pasar  el agua por su garganta para tragar.

— ¿Hey estás bien?
— ¿Eh? Si claro cariño, solo es que —empezó a decir pero paró y suspiró para luego cambiar de tema— ¿te vas?
— Claro, tengo que ir a ver a mi loquero —le dijo con cierta ironía— ¿recuerdas?
— Rebeca…

No le dejó acabar la frase, antes de ello dejó la casa.

El cielo apenas había cambiado, solo un poco más oscuro pero ese color sangre seguía allí. Solía pintarse las uñas y los labios de ese color, atrevido y sensual, completamente letal así lo describía ella. Solía creerse toda una femme fatale.

Rebeca hacía dos o tres veces por semana ese mismo camino a la consulta, estaba más al centro por lo que siempre tenía que coger un bus. El mismo bus que hasta i siete no llegaba. Le gustaba caminar aun que siempre fueran las mismas calles, los colores siempre podían cambiar. Solía llegar pronto pero no le desagradaba en absoluto, le gustaba esperar y sentir la brisa.

Kevin respiraba el aire fresco mientras miraba a su alrededor andando al compás de I'm Not in Love. Le gustaba partir hacia su trabajo hacia esa hora de la tarde, él pensaba que ese cielo era difícilmente inigualable.

La joven poseía un aspecto no demasiado fácil de descifrar, vestía un vestido grisaceo más ajustado de la cintura y luego caía en un vuelo suelto y unas botas militares del mismo color gótico. Su pelo era de color moreno que le llegaba por los hombros y sin forma que se contraponía contra su rostro sin dejarlo ver bien, solo cuando aspiraba la sustancia proveniente de su cigarro, con lo que pudo ver sus labios carnosos y rosados. Le imitó y prendió su cigarro siguiendo observándola, si no se daba prisa iba a tener que irse del lugar, llegar tarde y sin el numero de la joven que le atraía. Dejó pasar la nicotina a través de sus pulmones, la chica buscó algo en su bolso y descubrió que lo que estaba haciendo era un dibujo. Los trazos mostraban a una mujer desnuda, de cuerpo grande y enormes senos que tenía a enredarse en lo que parecía ser una sábana. Aun que no se podía apreciar demasiado podría decirse que hasta sus ojos parecían implicar que se retorcía de placer en un instante húmedo.

— Bonito dibujo —se atrevió a decir el castaño.
— Si tu lo dices.

Sobre el dibujo perfilado comienza a formar unas sombras que ofrecen profundidad y mezclar el trazo del perfilador, después deposita manchas con su marcador rojo, la escena ahora es distinta. Antes mostraba serenidad, sensualidad y tranquilidad de una bella mujer sumida en el auto placer otorgado, ahora había cambiado por completo mostrando una escena de paz y muerte.

— Curioso, ¿por qué la representas así? —pregunta él frente al cambio.
— ¿Por qué Poe reflejaba su visión a través de sus historias macabras y siniestras?
— Buen argumento —responde agachando la cabeza. La joven recoge sus cosas y se acerca hasta el joven, pone un objeto blanco sobre sus labios y le hace seña de que le deje el mechero, después simplemente marcha— ¿Ya te vas? ¿Sin numero ni nada? Pensé que habíamos conectado.

Ella deja salir una sonrisa. El bus llega un instante después y ella sube un pie en el escalón para después girar su cabeza hacia el joven.

— Qué gracia tendría entonces —pregunta ella de forma retorica tirando su cigarro antes de entrar por completo en el bus.

El cigarro al caer queda sobre el suelo todavía encendido, poco a poco el color rojo fuego se va apagando hasta quedar solo cenizas, humo y restos del cigarro. Kevin se había quedado de pie en el mismo lugar desconcertado, viendo como se iba el bus. Después rió y siguió su camino.

Rebeca se sentía extraña cada vez que llamaba al timbre de su psiquiatra, era como si un escalofrío le recorriera la espalda al hacerlo. Estaba situado en el centro, en un lugar lo suficientemente lujoso para saber dos cosas: 1)pertenecía a una familia adinerada y 2)tenía que ganar mucho dinero para pagar la contribución y el alquiler por donde estaba situado. Sin embargo seguía fascinándole el interior, nada más entrar en el techo había gravado un dibujo color dorado, las escaleras de barandilla de madera que conducían a los varios pisos, el despacho donde se encontraba el portero de ridículo uniforme y los apartados ascensores en otra sala que tenía colgada una lámpara de araña enorme. Tomó el primer ascensor hasta la quinta planta, después llamó al timbre de la puerta número 16.

Él como siempre le abrió con una amplia sonrisa e invitó a que pasara. Ella como siempre acababa admirando su colección de arte y viendo cada detalle por ver si había algún cambio.

— Este es nuevo —dijo ella con una sonrisa.
— Muy observadora —respondió acercándose a ella. Su manera de acercarse era lenta, como la de un león hacia su presa— Fui a una subasta este fin de semana y no pude resistirme, es un artista increíble que juega con esta maravilla de contraste. Así que lo compré, mejor aquí que en la casa de cualquier ignorante que no sepa ni quien es el artista.
— Paco Pomet, siempre juega con el mismo característico contraste entre la realidad y el surrealismo.
— Muy bien señorita Oswald, y aun que por mi parte estaría encantado de estar la sesión entera hablando de arte debemos concentrarnos en su terapia. Así que por favor, tome asiento.

Suspiró y accedió sentándose en el diván cómodamente dispuesta a responder a sus cotidianas preguntas. Mientras miraba el techo y contaba las rayas de la lámpara.

— La terapia de relajación funciona, digo las palabras como si fueran mágicas y se va. Y bueno las pastillas también me ayudan a evitarlo.
— ¿La situación familiar?

Una nueva pregunta, un silencio.

— Pensé que nos remitíamos a lo mismo, más centrado en mis alucinaciones.
— Y así es señorita Oswald, sin embargo no solo remitirnos a eso. Las situaciones familiares y afectivas también pueden afectarle, lo que trato de hacer es que usted se sienta bien y acepte, cuando haga eso no serán necesarias las pastillas. Usted simplemente lo afrontará y será capaz de seguir adelante. —explicó poniéndose en pie para luego sentarse al lado de sus pies— Esto siempre se queda entre nosotros.
— Mis padres van a divorciarse, sin embargo para mi no es ese el problema, no me importa que lo hagan. Mi padre sigue luchando pero no se si la desquiciada de mi madre verdaderamente lo desea, así que se limitan a discutir a voz abierta. Por eso me pregunto por que no lo hacen de una vez. Aun que bueno usted ya sabía eso.
— Si habías empezado y indicado alguna vez la situación de tus padres, ¿como te hace sentir?
— En realidad, no siento nada. Sin embargo, hacia mi hermano siento tristeza —aclaró su garganta— Siento pena por que está sufriendo por ver como sus padres se gritan y discuten, le esta destrozando, cambiando y madurando demasiado pronto. Es solo un niño doctor Davis.

Solo después de él recalcar con un par de inteligentes palabras, ejemplos filosofico y  hacerle reflexionar, después continuaron el tema del pintor de lo absurdo. Y cuando fue la hora de partir le encomendó una nueva tarea hasta su próxima sesión:

— Debería usted conocer a gente nueva señorita Oswald, no se cierre a las nuevas amistades.
— En cierto modo no lo hago doctor, sin embargo muchos de los jovenes de mi edad tienen a ser superficiales y no saber apreciar el mundo tal y como yo lo veo. Pero creo que tal vez no todo sea tan negro, creo en el gris —dijo con un sentimiento de secretismo en su voz y una media sonrisa— Y por favor, después de tanto tiempo debería empezar a llamarme Rebeca.

Spoiler:

yay leo muchas gracias por tu comentario! me dio la vida(?
y respecto a lo del terapeuta me surgió escribiendo el cap por que pensé en mi clase de arte y me salió pensar en hannibal y ay no se lo puse jeje yo también quiero volver a escribir por que me van saliendo cosas jeje
so sigue angie -le avisaré por wsp-

Mil perdones por no haber comentado antes tu capitulo zoe, ya no volverá a pasar, u.u
No se porque pero juro que en más de una parte del capítulo me sentí identificada plenamente con Rebeca, de por si me pareció una chica muy interesante y me resultó curioso el hecho de que en una parte era como la historia de lo que vivo yo en estos momentos, pero bueno eso es ya otra cosa. El capítulo me gusto tal cual quedo, me resultó de lo más intrigante que no quería que terminase, Kevin es intrigante y ya quiero leer el siguiente ._. Espero el cap de Angie entonces ñ.ñ

capítulo cuatro

His eyes were confused.

Cuando las cosas se ponían difíciles, por más mínimas que fuesen, el muchacho pensaba que con el simple hecho de dar una caminata lejos del departamento podía arreglar las cosas en un dos por tres. Había veces en las que la mentalidad excepcional de Kurt se bloqueaba por el simple hecho de juntarse mucho con personas de poca inteligencia o simplemente porque así él lo deseaba. Era la disputa que tenían en su cabeza las personas que solían conocerle a fondo.

Cuando vio por primera vez, años atrás, el agradable vecindario que rodeaba el edificio le había parecido buena idea el pasar los restos de su extraña vida ahí pero conforme los meses pasaron y Taylor se comprometía cada vez más en retarle por cualquier cosa que hiciese mal se volvió en algo que podía llegar a causarle migraña día con día.
En un principio no deseaba vivir con el mayor de sus primos en la ciudad, Londres era grande pero lamentablemente prestaba muchas más atenciones a personas con un buen fajo de billetes en el bolsillo que en un insignificante Irlandés huérfano de veintidós años sin título alguno, pero lo que no sabía era la astucia con la que Taylor Raymond Dickson sabía envolver a las personas con un pequeño discurso de no más de un minuto para conseguir lo que quería. Y así fue como él terminó viviendo bajo el mismo techo que otro chico cinco años mayor al cual apenas conocía desde ocho años atrás.

El suéter que Kurt llevaba puesto era su favorito, no sólo significaba su estado emocional detrás de la sonrisa falsas que mostraba a los demás, debido a que en cierta forma le resultaba reconfortante no usar algo despampanante para hacerse notar por las calles viejas de la ciudad. El gris, blanco y negro solía combinarlos con todo cada que le era posible; pues más de la mitad de su armario estaba compuesto por ropa de esos tonos aunque variaban de vez en cuando.
Su cabello entre rubio y castaño ondeaba conforme caminaba por la acera en la dirección contraria con el tránsito de los automóviles en Whitehall, las manos en los bolsillos delanteros de sus jeans negros para poder cubrirse un poco del aire gélido que recorría desde la Plaza del Parlamento hasta la de Trafalgar. Más allá se podía presenciar una gran multitud de turistas con los flashes de todos sus teléfonos móviles capturando fotografías de los edificios que él iba pasando, como si fuesen las grandes maravillas del mundo, pensaba que era algo tonto en verdad debido a que no hacia falta capturar la imagen de algo si lo podías presenciar de mejor manera prestándole toda la atención teniéndolo frente a tus narices. Lo cierto era que la gran paciencia de Kurt se agotaba y su rabia incrementaba al ver situaciones como aquellas en las que se daba cuenta de lo complicado que era entender a los demás.
Prefería encerrarse en una burbuja en donde ningún parásito bueno para nada podía tocar con sus estupideces de la vida cotidiana. Y por ello su círculo social no era de lo más extraordinario como para presumirlo.

Pasaban de las cuatro cuando finalmente decidió sentarse en las escaleras de la Plaza de Trafalgar con una gran vista hacia la columna de Nelson, la mirada fija en las personas que caminaban por el centro de la plaza sin ni siquiera inmutarse de la presencia de un extraño capaz de contar más que un propio Inglés sobre su historia, los intereses de alguien a quién calificaban como “extraño”, si se mostraba tal cual era, solían abarcar el estar sentado sin hacer nada por lo que el Irlandés estuvo más sorprendido que satisfecho consigo mismo en el momento que se dio cuenta de que a parte de él alguien más se encontraba varado sin hacer nada en los escalones de piedra. 
Giró la cabeza una vez que la pequeña figura visible únicamente por el rabillo del ojo a su derecha se movió para acomodar un mechón de su cabello, el cual se encontraba un tanto revuelto al igual que el de Kurt, y entonces su mirada se volvió hacia abajo para no volverse a elevar como en aquel segundo que el muchacho presenció con zumo interés. Esperó minutos con los ojos clavados en la menuda figura encorvada a menos de dos metros de distancia suyo, tanto era el interés que le había producido al muchacho con un acto tan simple que se fijó en cada detalle que le fue posible observar de la castaña con tan incómoda postura para ello, llevaba un libro en el regazo y parecía bien entretenida en las palabras impresas en su gran volumen que ni cuando el rubio carraspeó sonoramente ella pareció notarlo.

¿Será acaso que no pueda escuchar nada o más bien es parte de su naturaleza el  ignorar su alrededor?, se preguntó él una vez que comenzaba a notar como la muchacha fruncía el ceño y pestañeaba aún sin quitar la mirada de su libro.

Y no era porque a Kurt le gustase acosar muchachas por las calles, por supuesto que no, pero no sabía como interpretar exactamente lo que sintió al darse cuenta de que la castaña que tenía al lado vestía una blusa blanca con rayas negras debajo de un suéter tejido del mismo color oscuro que sus vaqueros y zapatillas converse gastadas. Ciertamente le interesaba la elección de prendas tan sencillas que ella usaba y le quedaban como a un guante.
Se encontraba muy confundió, pero lo dejo pasar, tratando entonces de mirarle fijamente para prestar nuevamente atención a lo que ocurría a la demás gente en la explanada frente a él.

— Yo creo que es de mala educación mirar a alguien por minutos y no hablarle. —murmuró con seriedad la muchacha.

¿Y como era que Kurt sabía que la voz firme era de la castaña? La verdad era que no tenía ni la más mínima idea, por un segundo creyó que se le había imaginado aquello, pero después lo interpretó como que no había sido nada discreto y ella se había dado cuenta de su mirada a pesar de haber aparentado no haberle notado siquiera. Él tomó una gran bocanada de aire, para después dejarlo escapar, y contestar.

— Pues yo pienso que es peor el ignorar a alguien que claramente desea hablarle. —habló con el ceño fruncido y la mirada hacia al frente para tratar de concentrarse en la población de Ingleses que paseaban por la tarde en la una de las plazas más importantes de la ciudad.

Se escuchó como ella suspiró con pesadez a la vez que cerraba fuertemente su libro. Kurt la miró y se topó con sus ojos claros los cuales no supo bien como clasificar con una sola palabra, vio misterio, libertad, seriedad y madurez en ellos, pero aún así no pudo negra el hecho de que eran lindos a pesar de que su ceño se encontraba fruncido.

— Lamento decepcionarte entonces, pero no estoy interesada en hablar con nadie por el momento, y mucho menos con alguien que podría haberse fugado de su país por quién sabe que motivo. —Se levantó con la mirada bien puesta en la de su acompañante y aferrando a su pecho el gran libro que leía minutos atrás—. Tal vez para la próxima, si es que volvemos a encontrarnos, será.

Y sin más se dio media vuelta, dejando al castaño con las palabras en la boca, cerrando así la promesa de hablar con él en caso de encontrarse algún otro día. Kurt no se disgustó ni mucho menos se molesto ante aquel acto, simplemente causo que se encontrase aún más confundido que antes, porque jamás había conocido a alguien que le diese la cara de tal manera y sin echarse para atrás. En cierta forma le recordó un poco a él, no sabía exactamente que había sido aquello.

T.T: