FEARLESS -CAPÍTULO 1-8

La pequeña niña camina rápidamente por el pasillo principal del establecimiento, ya que en su mente lo único que se formula es la palabra "salir cuanto antes". No logra aceptar que pasando todo aquello que pasa en su casa, los problemas, las situaciones y todos los males, tenga que asistir a esta cárcel.

Las clases comenzarían nuevamente en cualquier momento pero eso ya no importa. El tiempo pasa y nadie tiene el poder de contarlo ni tan siquiera pararlo. 
Para ella la situación es difícil, y complicada. Sabe que los secretos de ella misma son sus propios fantasmas, o sus demonios.  También se da cuenta de que si tan sólo le contara a su familia una parte de sus problemas, podría cometer el error de hacer la situación más grave de lo que ya es.

Claro que todo eso pasó a ser segundo plano en su vida hace bastante tiempo. Ahora todo lo que tiene en mente es poder salir de una vez de esa situación. Sabe que aunque era pequeña, o menor, tiene las fuerzas para poder salir adelante, aunque eso le cueste tiempo, y sobretodo, madurar.

Siempre fué una niña con calificaciones excelentes pero en un momento estas comenzaron a decaer lentamente, fué en el mismo momento en el que su vida se tornó oscura dejandola inmersa en un vacío de pensamientos, miradas, burlas y soledad. Los profesores, no dejan de preguntarse qué podrá ser aquello que en su vida pasó, que la volvió triste, gris, o incluso... Incluso depresiva.

Ellos no entienden el dolor de aquella niña, no pueden  comprenderla porque no tienen el corazón dispuesto a hacerlo. Pero ella, ella tampoco quiere su ayuda. Si ha bajado las notas es su problema y a nadie más debería interesarles.

En un gesto que antes hubiese sido clasificado como rebelde, arroja sus cosas al suelo del ya desierto pasillo.
Es casi un acto reflejo, un acto liberal, un acto que provoca en ella soltura, casi alivio.

También es cierto que no ha escuchado sonar el timbre que anuncia el ingreso a clases, hace mucho que no escucha algo que le interesa  fuera de su casa, pero continúa pateando su bolso y cuadernos, tratando de liberar la ira y la impotencia que lleva ocultando hace mucho. Todo parece dar vueltas y vueltas, y alguna vez tendrán que parar. Los sentimientos se agolpan en su pecho, haciendo de esta forma, un obstáculo en su respiración.

Jamá habia sido agresiva. Nadie puede decir que alguna vez actuó con maldad hacia nadie. Y, si lo hizo, fue sin querer.

Aunque su padre solía decirle que siempre habia una primera vez para todo, que nunca deberíamos decir "esto no haré, o esto no me pasará" porque siempre acaba sucediendo.

Él no estaría orgulloso de verla haciendo esto. Él estaría regalándole sus tiernos abrazos para calmar sus ansias. Él estaría... Con ella.
Pero ahora, ahora lo que único que necesita es despojarse de todo lo que la atormenta.

Grita, un grito lleno de súplica, lleno de rabia, lleno de dolor, un grito que seguramente dañaría sus cuerdas bucales temporalemente, pero no había importancia alguna para ello en este momento, no habia importancia para nada. Todo tendría que desaparecer tarde o temprano, al menos esa esperanza es lo único que alberga en su interior.

Una niña normal de su edad lloraría para tratar de liberarse, incluso por tonterías. Igual ella lo habría hecho si fuera otra persona.

Pero ella ya no se siente normal, ella ya no es la misma Dary, ya no. Y lo peor de todo es que teme que jamás volverá a ser esa niña llena de alegría, llena de sueños, llena de vitalidad. Simplemente, pensaba que su anterior ella había muerto junto a su padre.

Está a punto de propinarle un nuevo puntapié a los estropeados materiales, pero un par de brazos la rodean impidiéndole dar un paso más, se retuerce, intentando alejarse de su captor, pero obviamente es mucho más fuerte que ella, en realidad todos son mas fuertes que ella, no era mas que una chica menuda y de estatura promedio, pero era aguerrida y continuó luchando por su liberación. Incluso cuando sabe que no podrá ir lejos.

- Suéltame - exige. -Déjame en paz, imbécil.
- Te soltaré si te tranquilizas- puede reconocer esa voz, Chris.
- Que me sueltes, joder- grita y Chris la libera - No te vuelvas a acercar a mí nunca- le grita con rabia
- Lo haré siempre que pueda- Responde el chico mirándola con lástima.
- No necesito tu caridad- dice dándole un empujón, tratando de alejarlo de ella, apenas se mueve pero no dice nada.

La chica continúa empujándole y diciéndole cosas que jamas deberían decírseles a una persona, hasta que no puede más, y el primer sollozo escapa de entre sus labios, da un par de pasos hacia atrás hasta que su espalda choca con la pared, dejándose caer hasta descansar en el suelo, odia que la vean llorar, así que opta por esconder su rostro entre sus manos, siente cómo Chris se deja caer junto a ella y la atrae hacia su cuerpo, no protesta, ya no tiene energía ni para discutir, solloza durante un rato sobre el hombro del chico, hasta que sus lágrimas dejan de derramarse, no es una novedad, se está secando, y pronto sería tan árida como un desierto, una flor marchita.

- L...lo siento- dice por fin, en un susurro casi inaudible.
- No te preocupes, no hay problema- le mira Chris, acariciando su espalda de arriba hacia abajo paulatinamente.
- Lamento haberte golpeado- murmura arrepentida
- No me importaría ser tu saco de boxeo si eso te hace sentir mejor- Dary eleva su cabeza para poder mirarle a los ojos, y esboza una sonrisa

La primera sonrisa sincera en mucho tiempo, la primera sonrisa real que le entregaba a una persona que habia olvidado con el tiempo. Claro que para estos casos, tanto su hermano y su madre son los mejores. Sus abrazos son los únicos que la hacen feliz con sólo sentirlos.

- Te traje esto- dice Chris sacando de su bolsillo la fotografía que había olvidado en el salón de clases, la fotografía que le parecía que había sido tomada en otra vida, en la que se le muestra a ella, su hermano y sus padres como una familia feliz, no como la familia rota e incompleta que son ahora.

- Gracias- le dice sinceramente mientras los bellos recuerdos del pasado inundan nuevamente su mente.