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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu
Bueno, les regalo otro cpaitulo mas! :D
¡Que lo disfruten! :lol!:
— Bien, Harry —dijo Hagrid—. ¡Creo que el hipogrifo dejaría que lo montaras!
Aquello era más de lo que Harry había esperado. Estaba acostumbrado a la escoba; pero no estaba seguro de que un hipogrifo se le pareciera.
— Súbete ahí, detrás del nacimiento del ala —dijo Hagrid—. Y procura no arrancarle ninguna pluma, porque no le gustaría...
Harry puso el pie sobre el ala de Buckbeak y se subió en el lomo. Buckbeak se levantó. Harry no sabía dónde debía agarrarse: delante de él todo estaba cubierto de plumas.
— ¡Vamos! —gritó Hagrid, dándole una palmada al hipogrifo en los cuartos traseros.
A cada lado de Harry, sin previo aviso, se abrieron unas alas de más de tres metros de longitud. Apenas le dio tiempo a agarrarse del cuello del hipogrifo antes de remontar el vuelo. No tenía ningún parecido con una escoba y Harry tuvo muy claro cuál prefería.
Muy incómodamente para él, las alas del hipogrifo batían debajo de sus piernas. Sus dedos resbalaban en las brillantes plumas y no se atrevía a asirse con más fuerza. En vez del movimiento suave de su Nimbus 2.000, sentía el zarandeo hacia atrás y hacia delante, porque los cuartos traseros del hipogrifo se movían con las alas.
Buckbeak sobrevoló el prado y descendió. Era lo que Harry había temido. Se echó hacia atrás conforme el hipogrifo se inclinaba hacia abajo. Le dio la impresión de que iba a resbalar por el pico. Luego sintió un fuerte golpe al aterrizar el animal con sus cuatro patas revueltas, y se las arregló para sujetarse y volver a incorporarse.
— ¡Muy bien, Harry! —gritó Hagrid, mientras lo vitoreaban todos menos Malfoy, Crabbe y Goyle—. ¡Bueno!, ¿quién más quiere probar?
Envalentonados por el éxito de Harry, los demás saltaron al prado con cautela.
Hagrid desató uno por uno los hipogrifos y, al cabo de poco rato, los alumnos hacían timoratas reverencias por todo el prado. Neville retrocedió corriendo en varias ocasiones porque su hipogrifo no parecía querer doblar las rodillas. Ron y Hermione practicaban con el de color castaño, mientras Harry observaba.
— Ha sido fantástico Harry –le sonrió Nina.
— ¿Por qué no estas intentando con el resto? –quiso saber.
— Bueno, eh volado en un hipogrifo una vez –sonrió.- Mama amaba los animales así que tuve la posibilidad de conocer muchas criaturas como estas –suspiro.- Tengo su misma pasión por ellos, ¡Hagrid te felicito por la clase!
— ¡Oh gracias! –chillo este emocionado.
— Me encantara estudiar esta materia por mucho tiempo más. –Harry creyó que ella no sabía lo que decía pero entendió, que ella podría ser en parte como Hagrid, amar a las criaturas más incomprendidas de todas.
— Vaya entonces le agradaras mucho a Hagrid ¿sabes? –sonrió.
— ¡Genial! –volteo a ver al semi-gigante con admiración.- ¡Oh no, mira Malfoy eligió a Buckbeak!
Malfoy, Crabbe y Goyle habían escogido a Buckbeak. Había inclinado la cabeza ante Malfoy, que le daba palmaditas en el pico con expresión desdeñosa.
— Esto es muy fácil —dijo Malfoy, arrastrando las sílabas y con voz lo bastante alta para que Harry lo oyera—. Tenía que ser fácil, si Potter fue capaz... ¿A que no eres peligroso? —le dijo al hipogrifo—. ¿Lo eres, bestia asquerosa?
Sucedió en un destello de garras de acero. Malfoy emitió un grito agudísimo y un instante después Hagrid se esforzaba por volver a ponerle el collar a Buckbeak, que quería alcanzar a un Malfoy que yacía encogido en la hierba y con sangre en la ropa.
— ¡Me muero! —gritó Malfoy, mientras cundía el pánico—. ¡Me muero, miren! ¡Me ha matado!
— No te estás muriendo —le dijo Hagrid, que se había puesto muy pálido—. Que alguien me ayude, tengo que sacarlo de aquí...
Hermione se apresuró a abrir la puerta de la cerca mientras Hagrid levantaba con facilidad a Malfoy. Mientras desfilaban, Harry vio que en el brazo de Malfoy había una herida larga y profunda; la sangre salpicaba la hierba y Hagrid corría con él por la pendiente, hacia el castillo.
Los demás alumnos los seguían temblorosos y más despacio. Todos los de
Slytherin echaban la culpa a Hagrid.
— ¡Deberían despedirlo inmediatamente! —exclamó Pansy Parkinson, con lágrimas en los ojos.
— ¡La culpa fue de Malfoy! —lo defendió Dean Thomas.
Crabbe y Goyle flexionaron los músculos amenazadoramente.
Subieron los escalones de piedra hasta el desierto vestíbulo.
— ¡Voy a ver si se encuentra bien! —dijo Pansy.
— Llorona. –bufo Nina al verla irse.
Los de Slytherin se alejaron hacia su sala común subterránea, sin dejar de murmurar contra Hagrid; Harry, Ron, Nina y Hermione continuaron subiendo escaleras hasta la torre de Gryffindor.
— ¿Creen que se pondrá bien? —dijo Hermione asustada.
— Por supuesto que sí. La señora Pomfrey puede curar heridas en menos de un segundo –dijo Harry, que había sufrido heridas mucho peores y la enfermera se las había curado con magia.
— Pobre Hagrid no se merecía esto. –Negó, Nina con tristeza.
— Si es lamentable que esto haya pasado en la primera clase de Hagrid. —comentó Ron preocupado—. Es muy típico de Malfoy eso de complicar las cosas...
Fueron de los primeros en llegar al Gran Comedor para la cena. Esperaban encontrar allí a Hagrid, pero no estaba.
— No lo habrán despedido, ¿verdad? —preguntó Hermione con preocupación, sin probar su pastel de filete y riñones.
— Más vale que no —le respondió Ron, que tampoco probaba bocado.
— Ese Malfoy –bufo.- me gustaría haber sido yo la que lo lastimara.
— ¡Te ayudaría con gusto! –respondió Ron a Nina.- Mira a los Slytherin inventándose cosas para creerse mejores.
— ¡Imbéciles!
Mientras Nina y Ron estaban sumidos en sus mil insultos hacia los Slytherin, Harry observaba justamente su mesa. Un grupo prieto y numeroso, en el que figuraban Crabbe y Goyle, estaba sumido en una conversación secreta. Harry estaba seguro de que preparaban su propia versión del percance sufrido por Malfoy.
— Bueno, no puedes decir que el primer día de clase no haya sido interesante —dijo Ron con tristeza.
Tras la cena subieron a la sala común de Gryffindor, que estaba llena de gente, y trataron de hacer los deberes que les había mandado la profesora McGonagall, pero se interrumpían cada tanto para mirar por la ventana de la torre.
— Hay luz en la ventana de Hagrid —dijo Harry de repente.
Ron miró el reloj.
— Si nos diéramos prisa, podríamos bajar a verlo. Todavía es temprano...
— No sé —respondió Hermione despacio, y Harry vio que lo miraba a él.
— Tengo permiso para pasear por los terrenos del colegio —aclaró—. Sirius Black no habrá podido burlar a los dementores, ¿verdad?
— ¿Sirius Black? –pregunto Nina quien se había acercado.
— ¿No estabas con Ginny?
— Se fue a dormir temprano hoy, -se encogió de hombros.- Harry ¿Por qué mencionaste a Black?
— Eh… bueno…
— ¡Vamos a la cabaña de Hagrid, Nina! –interrumpió Hermione.- ¿Quieres venir?
Nina parecía molesta porque noto claramente que le habían cambiado de conversación, pero su rostro se relajó y en su cara se dibujó una sonrisa.
— ¿Yo? P-pero no soy amiga de Hagrid. –respondió con timidez en la voz.
— Lo sabemos, pero a Hagrid le has caído muy bien, seguro aceptara que estés ahí. –prosiguió la castaña.
— Yo… emm… bueno vamos.
Recogieron sus cosas y salieron por el agujero del cuadro, contentos de no encontrar a nadie en el camino hacia la puerta principal, porque no estaban muy seguros de que pudieran salir.
La hierba estaba todavía húmeda y parecía casi negra en aquellos momentos en que el sol se ponía. Al llegar a la cabaña de Hagrid llamaron a la puerta y una voz les contestó:
— Adelante, entren.
Hagrid estaba sentado en mangas de camisa, ante la mesa de madera limpia; Fang, su perro jabalinero, tenía la cabeza en el regazo de Hagrid. Les bastó echar un vistazo para darse cuenta de que Hagrid había estado bebiendo. Delante de él tenía una jarra de peltre casi tan grande como un caldero y parecía que le costaba trabajo enfocar bien las cosas.
— Supongo que es un récord —dijo apesadumbrado al reconocerlos—. Me imagino que soy el primer profesor que ha durado sólo un día.
— ¡No te habrán despedido, Hagrid! —exclamó Hermione.
— Todavía no —respondió Hagrid con tristeza, tomando un trago largo del contenido de la jarra—. Pero es sólo cuestión de tiempo, ¿verdad? Después de lo de Malfoy...
— ¿Cómo se encuentra Malfoy? —preguntó Ron cuando se sentaron—. No habrá sido nada serio, supongo.
— La señora Pomfrey lo ha curado lo mejor que ha podido —dijo Hagrid con abatimiento—, pero él sigue diciendo que le hace un daño terrible. Está cubierto de vendas... Gime...
— Todo es cuento —dijo Harry—. La señora Pomfrey es capaz de curar cualquier cosa. El año pasado hizo que me volviera a crecer la mitad del esqueleto. Es propio de Malfoy sacar todo el provecho posible.
— Hagrid tiene que haber una solución ¿verdad? –pregunto Nina.
— No lo sé ya que el Consejo Escolar está informado, por supuesto —dijo Hagrid—. Piensan que empecé muy fuerte. Debería haber dejado los hipogrifos para más tarde... Tenía que haber empezado con los gusarajos o con los summat... Creía que sería un buen comienzo... Ha sido culpa mía...
— ¡Toda la culpa es de Malfoy, Hagrid! —dijo Hermione con seriedad.
— Somos testigos —dijo Harry—. Dijiste que los hipogrifos atacan al que los ofende.
— Es verdad Hagrid –se metió Nina con enojo.- Si Malfoy no prestó atención, el problema es suyo. Le diremos a Dumbledore lo que de verdad sucedió.
— Sí, Hagrid, no te preocupes te apoyaremos —confirmó Ron.
— Eres fantástico como profesor Hagrid, sino fuera por culpa de Malfoy y sus idioteces la clase hubiese sido perfecta créeme. –intento animarle Nina.
De los arrugados rabillos de los ojos de Hagrid, negros como cucarachas, se escaparon unas lágrimas. Atrajo a Ron y a Nina hacia sí y los estrechó en un abrazo tan fuerte que pudo haberles roto algún hueso.
— Creo que ya has bebido bastante, Hagrid —dijo Hermione con firmeza. Cogió la jarra de la mesa y salió a vaciarla.
— Sí, puede que tengas razón —dijo Hagrid, soltando a Nina y a Ron, que se separaron de él frotándose las costillas. Hagrid se levantó de la silla y siguió a Hermione al exterior; con paso inseguro. Oyeron una ruidosa salpicadura.
— ¿Qué ha hecho? —dijo Harry, asustado, cuando Hermione volvió a entrar con la jarra vacía.
— Meter la cabeza en el barril de agua —dijo Hermione, guardando la jarra.
Hagrid regresó con la barba y los largos pelos chorreando, y secándose los ojos.
— Mejor así —dijo, sacudiendo la cabeza como un perro y salpicándolos a todos—. Han sido muy amables por venir a verme. Yo, la verdad...
Hagrid se paró en seco mirando a Harry; como si acabara de darse cuenta de que estaba allí:
— ¿QUÉ CREES QUE HACES AQUÍ? —bramó, y tan de repente que dieron un salto en el aire—. ¡NO PUEDES SALIR DESPUÉS DE ANOCHECIDO, HARRY! ¡Y USTEDES TRES LO DEJAN!
Hagrid se acercó a Harry con paso firme, lo cogió del brazo y lo llevó hasta la puerta.
— ¡Vamos! —dijo Hagrid enfadado—. Los voy a acompañar a los cuatro al colegio. ¡Y que no los vuelva a encontrar viniendo a verme a estas horas! ¡No valgo la pena!
Fin del Capitulo. :study:
¡Que lo disfruten! :lol!:
9
Las primeras clases. 3/3
Las primeras clases. 3/3
— Bien, Harry —dijo Hagrid—. ¡Creo que el hipogrifo dejaría que lo montaras!
Aquello era más de lo que Harry había esperado. Estaba acostumbrado a la escoba; pero no estaba seguro de que un hipogrifo se le pareciera.
— Súbete ahí, detrás del nacimiento del ala —dijo Hagrid—. Y procura no arrancarle ninguna pluma, porque no le gustaría...
Harry puso el pie sobre el ala de Buckbeak y se subió en el lomo. Buckbeak se levantó. Harry no sabía dónde debía agarrarse: delante de él todo estaba cubierto de plumas.
— ¡Vamos! —gritó Hagrid, dándole una palmada al hipogrifo en los cuartos traseros.
A cada lado de Harry, sin previo aviso, se abrieron unas alas de más de tres metros de longitud. Apenas le dio tiempo a agarrarse del cuello del hipogrifo antes de remontar el vuelo. No tenía ningún parecido con una escoba y Harry tuvo muy claro cuál prefería.
Muy incómodamente para él, las alas del hipogrifo batían debajo de sus piernas. Sus dedos resbalaban en las brillantes plumas y no se atrevía a asirse con más fuerza. En vez del movimiento suave de su Nimbus 2.000, sentía el zarandeo hacia atrás y hacia delante, porque los cuartos traseros del hipogrifo se movían con las alas.
Buckbeak sobrevoló el prado y descendió. Era lo que Harry había temido. Se echó hacia atrás conforme el hipogrifo se inclinaba hacia abajo. Le dio la impresión de que iba a resbalar por el pico. Luego sintió un fuerte golpe al aterrizar el animal con sus cuatro patas revueltas, y se las arregló para sujetarse y volver a incorporarse.
— ¡Muy bien, Harry! —gritó Hagrid, mientras lo vitoreaban todos menos Malfoy, Crabbe y Goyle—. ¡Bueno!, ¿quién más quiere probar?
Envalentonados por el éxito de Harry, los demás saltaron al prado con cautela.
Hagrid desató uno por uno los hipogrifos y, al cabo de poco rato, los alumnos hacían timoratas reverencias por todo el prado. Neville retrocedió corriendo en varias ocasiones porque su hipogrifo no parecía querer doblar las rodillas. Ron y Hermione practicaban con el de color castaño, mientras Harry observaba.
— Ha sido fantástico Harry –le sonrió Nina.
— ¿Por qué no estas intentando con el resto? –quiso saber.
— Bueno, eh volado en un hipogrifo una vez –sonrió.- Mama amaba los animales así que tuve la posibilidad de conocer muchas criaturas como estas –suspiro.- Tengo su misma pasión por ellos, ¡Hagrid te felicito por la clase!
— ¡Oh gracias! –chillo este emocionado.
— Me encantara estudiar esta materia por mucho tiempo más. –Harry creyó que ella no sabía lo que decía pero entendió, que ella podría ser en parte como Hagrid, amar a las criaturas más incomprendidas de todas.
— Vaya entonces le agradaras mucho a Hagrid ¿sabes? –sonrió.
— ¡Genial! –volteo a ver al semi-gigante con admiración.- ¡Oh no, mira Malfoy eligió a Buckbeak!
Malfoy, Crabbe y Goyle habían escogido a Buckbeak. Había inclinado la cabeza ante Malfoy, que le daba palmaditas en el pico con expresión desdeñosa.
— Esto es muy fácil —dijo Malfoy, arrastrando las sílabas y con voz lo bastante alta para que Harry lo oyera—. Tenía que ser fácil, si Potter fue capaz... ¿A que no eres peligroso? —le dijo al hipogrifo—. ¿Lo eres, bestia asquerosa?
Sucedió en un destello de garras de acero. Malfoy emitió un grito agudísimo y un instante después Hagrid se esforzaba por volver a ponerle el collar a Buckbeak, que quería alcanzar a un Malfoy que yacía encogido en la hierba y con sangre en la ropa.
— ¡Me muero! —gritó Malfoy, mientras cundía el pánico—. ¡Me muero, miren! ¡Me ha matado!
— No te estás muriendo —le dijo Hagrid, que se había puesto muy pálido—. Que alguien me ayude, tengo que sacarlo de aquí...
Hermione se apresuró a abrir la puerta de la cerca mientras Hagrid levantaba con facilidad a Malfoy. Mientras desfilaban, Harry vio que en el brazo de Malfoy había una herida larga y profunda; la sangre salpicaba la hierba y Hagrid corría con él por la pendiente, hacia el castillo.
Los demás alumnos los seguían temblorosos y más despacio. Todos los de
Slytherin echaban la culpa a Hagrid.
— ¡Deberían despedirlo inmediatamente! —exclamó Pansy Parkinson, con lágrimas en los ojos.
— ¡La culpa fue de Malfoy! —lo defendió Dean Thomas.
Crabbe y Goyle flexionaron los músculos amenazadoramente.
Subieron los escalones de piedra hasta el desierto vestíbulo.
— ¡Voy a ver si se encuentra bien! —dijo Pansy.
— Llorona. –bufo Nina al verla irse.
Los de Slytherin se alejaron hacia su sala común subterránea, sin dejar de murmurar contra Hagrid; Harry, Ron, Nina y Hermione continuaron subiendo escaleras hasta la torre de Gryffindor.
— ¿Creen que se pondrá bien? —dijo Hermione asustada.
— Por supuesto que sí. La señora Pomfrey puede curar heridas en menos de un segundo –dijo Harry, que había sufrido heridas mucho peores y la enfermera se las había curado con magia.
— Pobre Hagrid no se merecía esto. –Negó, Nina con tristeza.
— Si es lamentable que esto haya pasado en la primera clase de Hagrid. —comentó Ron preocupado—. Es muy típico de Malfoy eso de complicar las cosas...
Fueron de los primeros en llegar al Gran Comedor para la cena. Esperaban encontrar allí a Hagrid, pero no estaba.
— No lo habrán despedido, ¿verdad? —preguntó Hermione con preocupación, sin probar su pastel de filete y riñones.
— Más vale que no —le respondió Ron, que tampoco probaba bocado.
— Ese Malfoy –bufo.- me gustaría haber sido yo la que lo lastimara.
— ¡Te ayudaría con gusto! –respondió Ron a Nina.- Mira a los Slytherin inventándose cosas para creerse mejores.
— ¡Imbéciles!
Mientras Nina y Ron estaban sumidos en sus mil insultos hacia los Slytherin, Harry observaba justamente su mesa. Un grupo prieto y numeroso, en el que figuraban Crabbe y Goyle, estaba sumido en una conversación secreta. Harry estaba seguro de que preparaban su propia versión del percance sufrido por Malfoy.
— Bueno, no puedes decir que el primer día de clase no haya sido interesante —dijo Ron con tristeza.
Tras la cena subieron a la sala común de Gryffindor, que estaba llena de gente, y trataron de hacer los deberes que les había mandado la profesora McGonagall, pero se interrumpían cada tanto para mirar por la ventana de la torre.
— Hay luz en la ventana de Hagrid —dijo Harry de repente.
Ron miró el reloj.
— Si nos diéramos prisa, podríamos bajar a verlo. Todavía es temprano...
— No sé —respondió Hermione despacio, y Harry vio que lo miraba a él.
— Tengo permiso para pasear por los terrenos del colegio —aclaró—. Sirius Black no habrá podido burlar a los dementores, ¿verdad?
— ¿Sirius Black? –pregunto Nina quien se había acercado.
— ¿No estabas con Ginny?
— Se fue a dormir temprano hoy, -se encogió de hombros.- Harry ¿Por qué mencionaste a Black?
— Eh… bueno…
— ¡Vamos a la cabaña de Hagrid, Nina! –interrumpió Hermione.- ¿Quieres venir?
Nina parecía molesta porque noto claramente que le habían cambiado de conversación, pero su rostro se relajó y en su cara se dibujó una sonrisa.
— ¿Yo? P-pero no soy amiga de Hagrid. –respondió con timidez en la voz.
— Lo sabemos, pero a Hagrid le has caído muy bien, seguro aceptara que estés ahí. –prosiguió la castaña.
— Yo… emm… bueno vamos.
Recogieron sus cosas y salieron por el agujero del cuadro, contentos de no encontrar a nadie en el camino hacia la puerta principal, porque no estaban muy seguros de que pudieran salir.
La hierba estaba todavía húmeda y parecía casi negra en aquellos momentos en que el sol se ponía. Al llegar a la cabaña de Hagrid llamaron a la puerta y una voz les contestó:
— Adelante, entren.
Hagrid estaba sentado en mangas de camisa, ante la mesa de madera limpia; Fang, su perro jabalinero, tenía la cabeza en el regazo de Hagrid. Les bastó echar un vistazo para darse cuenta de que Hagrid había estado bebiendo. Delante de él tenía una jarra de peltre casi tan grande como un caldero y parecía que le costaba trabajo enfocar bien las cosas.
— Supongo que es un récord —dijo apesadumbrado al reconocerlos—. Me imagino que soy el primer profesor que ha durado sólo un día.
— ¡No te habrán despedido, Hagrid! —exclamó Hermione.
— Todavía no —respondió Hagrid con tristeza, tomando un trago largo del contenido de la jarra—. Pero es sólo cuestión de tiempo, ¿verdad? Después de lo de Malfoy...
— ¿Cómo se encuentra Malfoy? —preguntó Ron cuando se sentaron—. No habrá sido nada serio, supongo.
— La señora Pomfrey lo ha curado lo mejor que ha podido —dijo Hagrid con abatimiento—, pero él sigue diciendo que le hace un daño terrible. Está cubierto de vendas... Gime...
— Todo es cuento —dijo Harry—. La señora Pomfrey es capaz de curar cualquier cosa. El año pasado hizo que me volviera a crecer la mitad del esqueleto. Es propio de Malfoy sacar todo el provecho posible.
— Hagrid tiene que haber una solución ¿verdad? –pregunto Nina.
— No lo sé ya que el Consejo Escolar está informado, por supuesto —dijo Hagrid—. Piensan que empecé muy fuerte. Debería haber dejado los hipogrifos para más tarde... Tenía que haber empezado con los gusarajos o con los summat... Creía que sería un buen comienzo... Ha sido culpa mía...
— ¡Toda la culpa es de Malfoy, Hagrid! —dijo Hermione con seriedad.
— Somos testigos —dijo Harry—. Dijiste que los hipogrifos atacan al que los ofende.
— Es verdad Hagrid –se metió Nina con enojo.- Si Malfoy no prestó atención, el problema es suyo. Le diremos a Dumbledore lo que de verdad sucedió.
— Sí, Hagrid, no te preocupes te apoyaremos —confirmó Ron.
— Eres fantástico como profesor Hagrid, sino fuera por culpa de Malfoy y sus idioteces la clase hubiese sido perfecta créeme. –intento animarle Nina.
De los arrugados rabillos de los ojos de Hagrid, negros como cucarachas, se escaparon unas lágrimas. Atrajo a Ron y a Nina hacia sí y los estrechó en un abrazo tan fuerte que pudo haberles roto algún hueso.
— Creo que ya has bebido bastante, Hagrid —dijo Hermione con firmeza. Cogió la jarra de la mesa y salió a vaciarla.
— Sí, puede que tengas razón —dijo Hagrid, soltando a Nina y a Ron, que se separaron de él frotándose las costillas. Hagrid se levantó de la silla y siguió a Hermione al exterior; con paso inseguro. Oyeron una ruidosa salpicadura.
— ¿Qué ha hecho? —dijo Harry, asustado, cuando Hermione volvió a entrar con la jarra vacía.
— Meter la cabeza en el barril de agua —dijo Hermione, guardando la jarra.
Hagrid regresó con la barba y los largos pelos chorreando, y secándose los ojos.
— Mejor así —dijo, sacudiendo la cabeza como un perro y salpicándolos a todos—. Han sido muy amables por venir a verme. Yo, la verdad...
Hagrid se paró en seco mirando a Harry; como si acabara de darse cuenta de que estaba allí:
— ¿QUÉ CREES QUE HACES AQUÍ? —bramó, y tan de repente que dieron un salto en el aire—. ¡NO PUEDES SALIR DESPUÉS DE ANOCHECIDO, HARRY! ¡Y USTEDES TRES LO DEJAN!
Hagrid se acercó a Harry con paso firme, lo cogió del brazo y lo llevó hasta la puerta.
— ¡Vamos! —dijo Hagrid enfadado—. Los voy a acompañar a los cuatro al colegio. ¡Y que no los vuelva a encontrar viniendo a verme a estas horas! ¡No valgo la pena!
Fin del Capitulo. :study:
TheGirlImpossible
Re: Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu
Malfoy :¬¬:
Es mi imaginacion o Hagrid es bipolar :|
me encantoo
siguelaa
Gaby :love:
Es mi imaginacion o Hagrid es bipolar :|
me encantoo
siguelaa
Gaby :love:
Gaby Grint&Malfoy
Re: Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu
jajajaj que bueno los capítulos jaj me encantaron, buenísimos.
siguela pronto! :).
siguela pronto! :).
fefi weasley
Re: Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu
hola!!!!
hagrid es bipolar ? no lo sabia.. yo tambien lo soy
me encantaron los caps!!
porfa siguela pronto!
besitos!!
hagrid es bipolar ? no lo sabia.. yo tambien lo soy
me encantaron los caps!!
porfa siguela pronto!
besitos!!
~Susie ∞Wallflower∞
Re: Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu
Hola :)
Nueva y fiel lectora :D
Me llamo Sandra pero dime Sandy ;)
Me ENCANTA tu web novela !! :love:
Es muy muena, siguela cuando puedas
Bueno, ya me voy
ATTE: Sandy :face:
Nueva y fiel lectora :D
Me llamo Sandra pero dime Sandy ;)
Me ENCANTA tu web novela !! :love:
Es muy muena, siguela cuando puedas
Bueno, ya me voy
ATTE: Sandy :face:
Sandy 99
Re: Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu
Hagrid se paró en seco mirando a Harry; como si acabara de darse cuenta de que estaba allí:
— ¿QUÉ CREES QUE HACES AQUÍ? —bramó, y tan de repente que dieron un salto en el aire—. ¡NO PUEDES SALIR DESPUÉS DE ANOCHECIDO, HARRY! ¡Y USTEDES TRES LO DEJAN!
HAHAHAHAA somos malas influenciassss! ME ENCANTO EL CAP SIGUELAAAAA ~YOURS EVER V.H
— ¿QUÉ CREES QUE HACES AQUÍ? —bramó, y tan de repente que dieron un salto en el aire—. ¡NO PUEDES SALIR DESPUÉS DE ANOCHECIDO, HARRY! ¡Y USTEDES TRES LO DEJAN!
HAHAHAHAA somos malas influenciassss! ME ENCANTO EL CAP SIGUELAAAAA ~YOURS EVER V.H
Hakuna Matata Bitch
Re: Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu
Gaby Grint&Malfoy escribió:Malfoy :¬¬:
Es mi imaginacion o Hagrid es bipolar :|
me encantoo
siguelaa
Gaby :love:
Jaja sii verdad xD me dio risa lo de Hagrid :P
awww pero asi lo amamos, es tan sencible:')
Gracias x comentar Gaby!! :D
TheGirlImpossible
Re: Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu
fefi weasley escribió:jajajaj que bueno los capítulos jaj me encantaron, buenísimos.
siguela pronto! :).
Awww que bien te q gustaron Fefi!! :'D
Gracias x comentar!!
TheGirlImpossible
Re: Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu
♪susie kamiya potter♫ escribió:hola!!!!
hagrid es bipolar ? no lo sabia.. yo tambien lo soy
me encantaron los caps!!
porfa siguela pronto!
besitos!!
Hola!! :D
Jaja verdad q si es bipolar xD sino fuera xq Hermione lo envio a lavarse la cara D:
uff en siin gracias x comentar!! :'D
TheGirlImpossible
Re: Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu
Sandy 99 escribió:Hola :)
Nueva y fiel lectora :D
Me llamo Sandra pero dime Sandy ;)
Me ENCANTA tu web novela !! :love:
Es muy muena, siguela cuando puedas
Bueno, ya me voy
ATTE: Sandy :face:
¡Oh my Rowling! Sandy bienvenidaa!! :D
Yo soy conocida como May :D jaja que bien, awww me emociona tanto tener una nueva lectora:')
Gracias x comentar y leer la nove!!
TheGirlImpossible
Re: Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu
ValTheGirlWhoWasOnFire escribió:Hagrid se paró en seco mirando a Harry; como si acabara de darse cuenta de que estaba allí:
— ¿QUÉ CREES QUE HACES AQUÍ? —bramó, y tan de repente que dieron un salto en el aire—. ¡NO PUEDES SALIR DESPUÉS DE ANOCHECIDO, HARRY! ¡Y USTEDES TRES LO DEJAN!
HAHAHAHAA somos malas influenciassss! ME ENCANTO EL CAP SIGUELAAAAA ~YOURS EVER V.H
aww Val!! Que alegria tenerte x aca!! :'D
A mi me dio risa cuandi dice q Hagrid miro a Harry, como si recien se diera cuenta de q estaba ahi xD
jajaja awww pero asi lo queremos xD Sisii muy malas influencias para Harry! :¬w¬:
Ufff, en fin gracias x comentar!! :D
TheGirlImpossible
Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu
Bueno hoy estoy mega feliz (ojala me dura xq como estan las cosas en casa... S:)
Pero cmo decia :P estoy muy feliz gracias a ustedes!! :D
Me hace muy feliz saber q les gusta mi adaptacion ñ___ñ espero les guste este capitulo!!
Bess!!
Malfoy no volvió a las aulas hasta última hora de la mañana del jueves, cuando los de Slytherin y los de Gryffindor estaban en mitad de la clase de Pociones, que duraba dos horas. Entró con aire arrogante en la mazmorra, con el brazo derecho en cabestrillo y cubierto de vendajes, comportándose, según le pareció a Harry, como si fuera el heroico superviviente de una horrible batalla.
— ¿Qué tal, Draco? —dijo Pansy Parkinson, sonriendo como una tonta—. ¿Te duele mucho?
— Sí —dijo Malfoy, con gesto de hombre valiente. Pero Harry vio que guiñaba un ojo a Crabbe y Goyle en el instante en que Pansy apartaba la vista.
— Siéntate —le dijo el profesor Snape amablemente.
Harry y Ron se miraron frunciendo el entrecejo. Si hubieran sido ellos los que hubieran llegado tarde, Snape no los habría mandado sentarse, los habría castigado a quedarse después de clase. Pero Malfoy siempre se había librado de los castigos en las clases de Snape.
Aquel día elaboraban una nueva pócima: una solución para encoger. Malfoy colocó su caldero al lado de Harry, Nina y Ron, para preparar los ingredientes en la misma mesa.
— Profesor —dijo Malfoy—, necesitaré ayuda para cortar las raíces de margarita, porque con el brazo así no puedo.
— Weasley, córtaselas tú —ordenó Snape sin levantar la vista.
Ron se puso rojo como un tomate.
— No le pasa nada a tu brazo —le dijo a Malfoy entre dientes.
Malfoy le dirigió una sonrisita desde el otro lado de la mesa.
— Ya has oído al profesor Snape, Weasley. Córtame las raíces.
— Que irritante. –le susurro Nina a Harry mientras este asentía.
— Si sigue provocando así a Ron se va armar una grande. –le susurro el mientras los observaban.
Ron cogió el cuchillo, acercó las raíces de Malfoy y empezó a cortarlas mal, dejándolas todas de distintos tamaños.
— Profesor —dijo Malfoy, arrastrando las silabas—, Weasley está estropeando mis raíces, señor.
Snape fue hacia la mesa, aproximó la nariz ganchuda a las raíces y dirigió a Ron una sonrisa desagradable, por debajo de su largo y grasiento pelo negro.
— Dele a Malfoy sus raíces y quédese usted con las de él, Weasley.
— Pero señor...
Ron había pasado el último cuarto de hora cortando raíces en trozos exactamente iguales.
— Ahora mismo —ordenó Snape, con su voz más peligrosa.
Ron cedió a Malfoy sus propias raíces y volvió a empuñar el cuchillo.
— Profesor; necesitaré que me pelen este higo seco —dijo Malfoy, con voz impregnada de risa maliciosa.
— Potter, pela el higo seco de Malfoy —dijo Snape, echándole a Harry la mirada de odio que reservaba sólo para él.
Harry cogió el higo seco de Malfoy mientras Ron trataba de arreglar las raíces que ahora tenía que utilizar él. Harry peló el higo seco tan rápido como pudo, y se lo lanzó a Malfoy sin dirigirle una palabra. La sonrisa de Malfoy era más amplia que nunca.
— ¿Han visto últimamente a su amigo Hagrid? —les preguntó Malfoy en voz baja.
— A ti no te importa —dijo Ron entrecortadamente, sin levantar la vista.
— Me temo que no durará mucho como profesor —comentó Malfoy, haciendo como que le daba pena—. A mi padre no le ha hecho mucha gracia mi herida...
— Continúa hablando, Malfoy, y te haré una herida de verdad —le gruñó Ron.
— ... Se ha quejado al Consejo Escolar y al ministro de Magia. Mi padre tiene mucha influencia, no sé si lo saben. Y una herida duradera como ésta... —Exhaló un suspiro prolongado pero fingido.
— ¡Eres un hipócrita! –gruño la chica.
— ¿Quién sabe si mi brazo volverá algún día a estar como antes? –prosiguió ignorándola.
— ¿Así que por eso haces teatro? —dijo Harry, cortándole sin querer la cabeza a un ciempiés muerto, ya que la mano le temblaba de furia—. ¿Para ver si consigues que echen a Hagrid?
— Bueno —dijo Malfoy, bajando la voz hasta convertirla en un suspiro—, en parte sí, Potter. Pero hay otras ventajas. Lupin ¿cierto?, córtame los ciempiés.
— Te cortare más que eso… -ladro.
— ¡Lupin! –silencio Snape.- ¿Quieres proseguir Lupin?
— Con mucho gusto Profesor. –sonrió ella.
— Diez puntos menos para Gryffindor, y has lo que Malfoy te digo ¡AHORA!
— Tranquila si quieres te ayudo. –le susurro Harry haciendo como que leía su libro.
— Creo que me odia. –exclamo ella en un suspiro.
— ¡No eres la única créeme! –le sonrió.
— ¿Qué tanto susurran ustedes dos? ¿Y mis ciempiés? –bramo Malfoy.- ¿Acaso quieren que llame al Profesor Snape?
— Lo odio. –frunció el entrecejo.
— ¡Algo más que tenemos en común! –sonrió Ron.- ¡Igual nosotros!
Unos calderos más allá, Neville afrontaba varios problemas. Solía perder el control en las clases de Pociones. Era la asignatura que peor se le daba y el miedo que le tenía al profesor Snape empeoraba las cosas. Su poción, que tenía que ser de un verde amarillo brillante, se había convertido en...
— ¡Naranja, Longbottom! —exclamó Snape, levantando un poco con el cazo y vertiéndolo en el caldero, para que lo viera todo el mundo—. ¡Naranja! Dime, muchacho, ¿hay algo que pueda penetrar esa gruesa calavera que tienes ahí? ¿No me has oído decir muy claro que se necesitaba sólo un bazo de rata? ¿No he dejado muy claro que no había que echar más que unas gotas de jugo de sanguijuela? ¿Qué tengo que hacer para que comprendas, Longbottom?
Neville estaba colorado y temblaba. Parecía que se iba a echar a llorar.
— Por favor; profesor —dijo Hermione—, puedo ayudar a Neville a arreglarlo...
— No recuerdo haberle pedido que presuma, señorita Granger —dijo Snape fríamente, y Hermione se puso tan colorada como Neville—. Longbottom, al final de esta clase le daremos unas gotas de esta opción a tu sapo y veremos lo que ocurre. Quizá eso te anime a hacer las cosas correctamente.
Snape se alejó, dejando a Neville sin respiración, a causa del miedo.
— ¡Ayúdame! —rogó a Hermione.
— ¡Eh, Harry! —dijo Seamus Finnigan, inclinándose para cogerle prestada a Harry la balanza de bronce—. ¿Has oído? El Profeta de esta mañana asegura que han visto a Sirius Black.
— ¿Dónde? —preguntaron con rapidez Harry y Ron. Al otro lado de la mesa, Malfoy levantó la vista para escuchar con atención al igual que Nina.
— No muy lejos de aquí —dijo Seamus, que parecía emocionado—. Lo ha visto una muggle. Por supuesto, ella no entendía realmente. Los muggles piensan que es sólo un criminal común y corriente, ¿verdad? El caso es que telefoneó a la línea directa. Pero cuando llegaron los del Ministerio de Magia, ya se había ido.
— No muy lejos de aquí... —repitió Ron, mirando a Harry de forma elocuente. Dio media vuelta y sorprendió a Malfoy mirando.- ¿Qué, Malfoy? ¿Necesitas que te pele algo más?
Pero a Malfoy le brillaban los ojos de forma malvada y estaban fijos en Harry. Se inclinó sobre la mesa.
— ¿Pensando en atrapar a Black tú solo, Potter?
— Exactamente —dijo Harry.
Los finos labios de Malfoy se curvaron en una sonrisa mezquina. Nina que quería informarse más sobre Sirius Black los miraba atentamente.
— Desde luego, yo ya habría hecho algo. No estaría en el cole como un chico bueno. Saldría a buscarlo.
— ¿De qué hablas, Malfoy? —dijo Ron con brusquedad.
— ¿No sabes, Potter...? —musitó Malfoy, casi cerrando sus ojos claros.
— ¿Qué he de saber?
Malfoy soltó una risa despectiva, apenas audible.
— Tal vez prefieres no arriesgar el cuello —dijo—. Se lo quieres dejar a los dementores, ¿verdad? Pero en tu caso, yo buscaría venganza. Lo cazaría yo mismo.
— ¿De qué hablas? —le preguntó Harry de mal humor.
— ¡Harry no le hagas caso solo está mintiendo! –se apresuró a decir la chica.
— ¿Pero…?
En aquel momento, Snape dijo en voz alta:
— Deberían haber terminado de añadir los ingredientes. Esta poción tiene que cocerse antes de que pueda ser ingerida. No se acerquen mientras está hirviendo. Y luego probaremos la de Longbottom...
Crabbe y Goyle rieron abiertamente al ver a Neville azorado y agitando su poción sin parar. Hermione le murmuraba instrucciones por la comisura de la boca, para que Snape no lo viera. Harry y Ron recogieron los ingredientes no usados, y fueron a lavarse las manos y a lavar los casos en la pila de piedra que había en el rincón.
— ¿Qué ha querido decir Malfoy? —susurró Harry a Ron, colocando las manos bajo el chorro de agua helada que salía de una gárgola—. ¿Por qué tendría que vengarme de Black? Todavía no me ha hecho nada.
— Cosas que inventa yo creo que Nina tiene razón, —dijo Ron—. Le gustaría que hicieras una locura...
Cuando faltaba poco para que terminara la clase, Snape se dirigió con paso firme a Neville, que se encogió de miedo al lado de su caldero.
— Vengan todos y pónganse en círculo —dijo Snape. Los ojos negros le brillaban—. Y vean lo que le sucede al sapo de Longbottom. Si ha conseguido fabricar una solución para encoger, el sapo se quedará como un renacuajo. Si lo ha hecho mal (de lo que no tengo ninguna duda), el sapo probablemente morirá envenenado.
Los de Gryffindor observaban con aprensión y los de Slytherin con entusiasmo. Snape se puso el sapo Trevor en la palma de la mano izquierda e introdujo una cucharilla en la poción de Neville, que había recuperado el color verde. Echó unas gotas en la garganta de Trevor.
Se hizo un silencio total, mientras Trevor tragaba. Luego se oyó un ligero «¡plop!» y el renacuajo Trevor serpenteó en la palma de la mano de Snape. Los de Gryffindor prorrumpieron en aplausos. Snape, irritado, sacó una pequeña botella del bolsillo de su toga, echó unas gotas sobre Trevor y éste recobró su tamaño normal.
— Cinco puntos menos para Gryffindor —dijo Snape, borrando la sonrisa de todas las caras—. Le dije que no lo ayudara, señorita Granger. Pueden retirarse.
Harry, Ron, Nina y Hermione subieron las escaleras hasta el vestíbulo. Harry todavía meditaba lo que le había dicho Malfoy, en tanto que Ron y Nina estaban furiosos por lo de Snape.
— ¡Cinco puntos menos para Gryffindor porque la poción estaba bien hecha!
— ¡Es que este tipo es mejor perderlo que encontrarlo! –gruño Nina.
— Eso es verdad pero, ¿Por qué no mentiste, Hermione? ¡Deberías haber dicho que lo hizo Neville solo!
Ella no contestó. Ron miró a su alrededor.
— ¿Dónde está Hermione?
— ¿Qué?
Harry y Nina también se volvieron. Estaban en la parte superior de las escaleras, viendo pasar al resto de la clase que se dirigía al Gran Comedor para almorzar.
— Venía detrás de nosotros —dijo Ron, frunciendo el entrecejo.
— Quizás se le olvido algo. –sugirió la chica encogiéndose de hombros.
Malfoy los adelantó, flanqueado por Crabbe y Goyle. Dirigió a Harry una sonrisa de suficiencia y desapareció.
— Ahí está —dijo Harry.
Hermione jadeaba un poco al subir las escaleras a toda velocidad. Con una mano sujetaba la mochila; con la otra sujetaba algo que llevaba metido en la túnica.
— ¿Cómo lo hiciste? —le preguntó Ron.
— ¿El qué? —preguntó a su vez Hermione, reuniéndose con ellos.
— Hace un minuto venías detrás de nosotros y un instante después estabas al pie de las escaleras.
— ¿Qué? —Hermione parecía un poco confusa—. ¡Ah, tuve que regresar para coger unas cosas! ¡Oh, no...!
En la mochila de Hermione se había abierto una costura. A Harry no le sorprendía; contenía al menos una docena de libros grandes y pesados.
— ¿Por qué llevas encima todos esos libros? —le preguntó Ron.
— Ya sabes cuántas asignaturas estudio —dijo Hermione casi sin aliento—. ¿No me podrías sujetar éstos?
— Yo te ayudo Hermione. –sonrió su amiga levantando libros.
— Pero... —Ron daba vueltas a los libros que Hermione le había pasado a Nina y miraba las tapas—. Hoy no tienes estas asignaturas. Esta tarde sólo hay Defensa Contra las Artes Oscuras.
— Ya —dijo Hermione, pero volvió a meter todos los libros en la mochila, como si no la hubieran comprendido—. Espero que haya algo bueno para comer. Me muero de hambre —añadió, y continuó hacia el Gran Comedor.
— ¿No tienes la sensación de que Hermione nos oculta algo? —preguntó Ron a Harry.
— Solo camina. –le sonrió la chica. –Estoy emocionada, ya casi tenemos clases con papa.
El profesor Lupin no estaba en el aula cuando llegaron a su primera clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. Todos se sentaron, sacaron los libros, las plumas y los pergaminos, y estaban hablando cuando por fin llegó el profesor. Lupin sonrió vagamente y puso su desvencijado maletín en la mesa. Estaba tan desaliñado como siempre, pero parecía más sano que en el tren, como si hubiera tomado unas cuantas comidas abundantes. Sonrió a su hija y se dirigió al resto.
— Buenas tardes —dijo—. ¿Podrían, por favor; meter los libros en la mochila? La lección de hoy será práctica. Sólo necesitaran las varitas mágicas.
La clase cambió miradas de curiosidad mientras recogía los libros. Nunca habían tenido una clase práctica de Defensa Contra las Artes Oscuras, a menos que se contara la memorable clase del año anterior, en que el antiguo profesor había llevado una jaula con duendecillos y los había soltado en clase.
— Bien —dijo el profesor Lupin cuando todo el mundo estuvo listo—. Si tienen la amabilidad de seguirme...
Desconcertados pero con interés, los alumnos se pusieron en pie y salieron del aula con el profesor Lupin. Este los condujo a lo largo del desierto corredor. Doblaron una esquina. Al primero que vieron fue a Peeves el poltergeist, que flotaba boca abajo en medio del aire y tapaba con chicle el ojo de una cerradura. Peeves no levantó la mirada hasta que el profesor Lupin estuvo a medio metro. Entonces sacudió los pies de dedos retorcidos y se puso a cantar una monótona canción:
— Locatis lunático Lupin, locatis lunático Lupin, locatis lunático Lupin...
Aunque casi siempre era desobediente y maleducado, Peeves solía tener algún respeto por los profesores. Todos miraron de inmediato al profesor Lupin para ver cómo se lo tomaría. Ante su sorpresa, el mencionado seguía sonriendo. A comparación de Nina, que tenía el entrecejo fruncido y miraba a Peeves con recelo.
— Yo en tu lugar quitaría ese chicle de la cerradura, Peeves —dijo amablemente—. El señor Filch no podrá entrar por sus escobas.
Pero Peeves no prestó atención al profesor Lupin, salvo para soltarle una sonora pedorreta. El profesor Lupin suspiró y sacó la varita mágica.
— Es un hechizo útil y sencillo —dijo a la clase, volviendo la cabeza—. Por favor; estén atentos.
Alzó la varita a la altura del hombro, dijo: ¡Waddiwasi! y apuntó a Peeves.
Con la fuerza de una bala, el chicle salió disparado del agujero de la cerradura y fue a taponar la fosa nasal izquierda de Peeves; éste ascendió dando vueltas como en un remolino y se alejó como un bólido, zumbando y echando maldiciones.
— ¡Fantástico, profesor! —dijo Dean Thomas, asombrado.
— Gracias, Dean —respondió el profesor Lupin, guardando la varita—. ¿Continuamos?
Se pusieron otra vez en marcha, mirando al desaliñado profesor Lupin con creciente respeto. Los condujo por otro corredor y se detuvo en la puerta de la sala de profesores.
— Entren, por favor —dijo el profesor Lupin abriendo la puerta y cediendo el paso.
En la sala de profesores, una estancia larga, con paneles de madera en las paredes y llena de sillas viejas y dispares, no había nadie salvo un profesor. Snape estaba sentado en un sillón bajo y observó a la clase mientras ésta penetraba en la sala. Los ojos le brillaban y en la boca tenía una sonrisa desagradable. Cuando el profesor Lupin entró y cerró la puerta tras él, dijo Snape:
— Déjela abierta, Lupin. Prefiero no ser testigo de esto. —Se puso de pie y pasó entre los alumnos. Su toga negra ondeaba a su espalda. Ya en la puerta, giró sobre sus talones y dijo—: Posiblemente no le haya avisado nadie, Lupin, pero Neville Longbottom está aquí. Yo le aconsejaría no confiarle nada difícil. A menos que la señorita Granger le esté susurrando las instrucciones al oído.
Neville se puso colorado. Harry echó a Snape una mirada fulminante; ya era desagradable que se metiera con Neville en clase, y no digamos delante de otros profesores. Harry observo a su alrededor, Nina parecía haberse enojado también por ese comentario ya que preparaba la boca lista para lanzar algún insulto u oposición. El profesor Lupin más calmado, había alzado las cejas.
— Tenía la intención de que Neville me ayudara en la primera fase de la operación, y estoy seguro de que lo hará muy bien.
El rostro de Neville se puso aún más colorado. Snape torció el gesto, pero salió de la sala dando un portazo.
— Ahora —dijo el profesor Lupin llamando la atención del fondo de la clase, donde no había más que un viejo armario en el que los profesores guardaban las togas y túnicas de repuesto. Cuando el profesor Lupin se acercó, el armario tembló de repente, golpeando la pared.— No hay por qué preocuparse —dijo con tranquilidad el profesor Lupin cuando algunos de los alumnos se echaron hacia atrás, alarmados—. Hay un boggart ahí dentro.
Casi todos pensaban que un boggart era algo preocupante. Neville dirigió al profesor Lupin una mirada de terror y Seamus Finnigan vio con aprensión moverse el pomo de la puerta.
Continuara... :study:
Pero cmo decia :P estoy muy feliz gracias a ustedes!! :D
Me hace muy feliz saber q les gusta mi adaptacion ñ___ñ espero les guste este capitulo!!
Bess!!
10
El boggart. 1/2
El boggart. 1/2
Malfoy no volvió a las aulas hasta última hora de la mañana del jueves, cuando los de Slytherin y los de Gryffindor estaban en mitad de la clase de Pociones, que duraba dos horas. Entró con aire arrogante en la mazmorra, con el brazo derecho en cabestrillo y cubierto de vendajes, comportándose, según le pareció a Harry, como si fuera el heroico superviviente de una horrible batalla.
— ¿Qué tal, Draco? —dijo Pansy Parkinson, sonriendo como una tonta—. ¿Te duele mucho?
— Sí —dijo Malfoy, con gesto de hombre valiente. Pero Harry vio que guiñaba un ojo a Crabbe y Goyle en el instante en que Pansy apartaba la vista.
— Siéntate —le dijo el profesor Snape amablemente.
Harry y Ron se miraron frunciendo el entrecejo. Si hubieran sido ellos los que hubieran llegado tarde, Snape no los habría mandado sentarse, los habría castigado a quedarse después de clase. Pero Malfoy siempre se había librado de los castigos en las clases de Snape.
Aquel día elaboraban una nueva pócima: una solución para encoger. Malfoy colocó su caldero al lado de Harry, Nina y Ron, para preparar los ingredientes en la misma mesa.
— Profesor —dijo Malfoy—, necesitaré ayuda para cortar las raíces de margarita, porque con el brazo así no puedo.
— Weasley, córtaselas tú —ordenó Snape sin levantar la vista.
Ron se puso rojo como un tomate.
— No le pasa nada a tu brazo —le dijo a Malfoy entre dientes.
Malfoy le dirigió una sonrisita desde el otro lado de la mesa.
— Ya has oído al profesor Snape, Weasley. Córtame las raíces.
— Que irritante. –le susurro Nina a Harry mientras este asentía.
— Si sigue provocando así a Ron se va armar una grande. –le susurro el mientras los observaban.
Ron cogió el cuchillo, acercó las raíces de Malfoy y empezó a cortarlas mal, dejándolas todas de distintos tamaños.
— Profesor —dijo Malfoy, arrastrando las silabas—, Weasley está estropeando mis raíces, señor.
Snape fue hacia la mesa, aproximó la nariz ganchuda a las raíces y dirigió a Ron una sonrisa desagradable, por debajo de su largo y grasiento pelo negro.
— Dele a Malfoy sus raíces y quédese usted con las de él, Weasley.
— Pero señor...
Ron había pasado el último cuarto de hora cortando raíces en trozos exactamente iguales.
— Ahora mismo —ordenó Snape, con su voz más peligrosa.
Ron cedió a Malfoy sus propias raíces y volvió a empuñar el cuchillo.
— Profesor; necesitaré que me pelen este higo seco —dijo Malfoy, con voz impregnada de risa maliciosa.
— Potter, pela el higo seco de Malfoy —dijo Snape, echándole a Harry la mirada de odio que reservaba sólo para él.
Harry cogió el higo seco de Malfoy mientras Ron trataba de arreglar las raíces que ahora tenía que utilizar él. Harry peló el higo seco tan rápido como pudo, y se lo lanzó a Malfoy sin dirigirle una palabra. La sonrisa de Malfoy era más amplia que nunca.
— ¿Han visto últimamente a su amigo Hagrid? —les preguntó Malfoy en voz baja.
— A ti no te importa —dijo Ron entrecortadamente, sin levantar la vista.
— Me temo que no durará mucho como profesor —comentó Malfoy, haciendo como que le daba pena—. A mi padre no le ha hecho mucha gracia mi herida...
— Continúa hablando, Malfoy, y te haré una herida de verdad —le gruñó Ron.
— ... Se ha quejado al Consejo Escolar y al ministro de Magia. Mi padre tiene mucha influencia, no sé si lo saben. Y una herida duradera como ésta... —Exhaló un suspiro prolongado pero fingido.
— ¡Eres un hipócrita! –gruño la chica.
— ¿Quién sabe si mi brazo volverá algún día a estar como antes? –prosiguió ignorándola.
— ¿Así que por eso haces teatro? —dijo Harry, cortándole sin querer la cabeza a un ciempiés muerto, ya que la mano le temblaba de furia—. ¿Para ver si consigues que echen a Hagrid?
— Bueno —dijo Malfoy, bajando la voz hasta convertirla en un suspiro—, en parte sí, Potter. Pero hay otras ventajas. Lupin ¿cierto?, córtame los ciempiés.
— Te cortare más que eso… -ladro.
— ¡Lupin! –silencio Snape.- ¿Quieres proseguir Lupin?
— Con mucho gusto Profesor. –sonrió ella.
— Diez puntos menos para Gryffindor, y has lo que Malfoy te digo ¡AHORA!
— Tranquila si quieres te ayudo. –le susurro Harry haciendo como que leía su libro.
— Creo que me odia. –exclamo ella en un suspiro.
— ¡No eres la única créeme! –le sonrió.
— ¿Qué tanto susurran ustedes dos? ¿Y mis ciempiés? –bramo Malfoy.- ¿Acaso quieren que llame al Profesor Snape?
— Lo odio. –frunció el entrecejo.
— ¡Algo más que tenemos en común! –sonrió Ron.- ¡Igual nosotros!
Unos calderos más allá, Neville afrontaba varios problemas. Solía perder el control en las clases de Pociones. Era la asignatura que peor se le daba y el miedo que le tenía al profesor Snape empeoraba las cosas. Su poción, que tenía que ser de un verde amarillo brillante, se había convertido en...
— ¡Naranja, Longbottom! —exclamó Snape, levantando un poco con el cazo y vertiéndolo en el caldero, para que lo viera todo el mundo—. ¡Naranja! Dime, muchacho, ¿hay algo que pueda penetrar esa gruesa calavera que tienes ahí? ¿No me has oído decir muy claro que se necesitaba sólo un bazo de rata? ¿No he dejado muy claro que no había que echar más que unas gotas de jugo de sanguijuela? ¿Qué tengo que hacer para que comprendas, Longbottom?
Neville estaba colorado y temblaba. Parecía que se iba a echar a llorar.
— Por favor; profesor —dijo Hermione—, puedo ayudar a Neville a arreglarlo...
— No recuerdo haberle pedido que presuma, señorita Granger —dijo Snape fríamente, y Hermione se puso tan colorada como Neville—. Longbottom, al final de esta clase le daremos unas gotas de esta opción a tu sapo y veremos lo que ocurre. Quizá eso te anime a hacer las cosas correctamente.
Snape se alejó, dejando a Neville sin respiración, a causa del miedo.
— ¡Ayúdame! —rogó a Hermione.
— ¡Eh, Harry! —dijo Seamus Finnigan, inclinándose para cogerle prestada a Harry la balanza de bronce—. ¿Has oído? El Profeta de esta mañana asegura que han visto a Sirius Black.
— ¿Dónde? —preguntaron con rapidez Harry y Ron. Al otro lado de la mesa, Malfoy levantó la vista para escuchar con atención al igual que Nina.
— No muy lejos de aquí —dijo Seamus, que parecía emocionado—. Lo ha visto una muggle. Por supuesto, ella no entendía realmente. Los muggles piensan que es sólo un criminal común y corriente, ¿verdad? El caso es que telefoneó a la línea directa. Pero cuando llegaron los del Ministerio de Magia, ya se había ido.
— No muy lejos de aquí... —repitió Ron, mirando a Harry de forma elocuente. Dio media vuelta y sorprendió a Malfoy mirando.- ¿Qué, Malfoy? ¿Necesitas que te pele algo más?
Pero a Malfoy le brillaban los ojos de forma malvada y estaban fijos en Harry. Se inclinó sobre la mesa.
— ¿Pensando en atrapar a Black tú solo, Potter?
— Exactamente —dijo Harry.
Los finos labios de Malfoy se curvaron en una sonrisa mezquina. Nina que quería informarse más sobre Sirius Black los miraba atentamente.
— Desde luego, yo ya habría hecho algo. No estaría en el cole como un chico bueno. Saldría a buscarlo.
— ¿De qué hablas, Malfoy? —dijo Ron con brusquedad.
— ¿No sabes, Potter...? —musitó Malfoy, casi cerrando sus ojos claros.
— ¿Qué he de saber?
Malfoy soltó una risa despectiva, apenas audible.
— Tal vez prefieres no arriesgar el cuello —dijo—. Se lo quieres dejar a los dementores, ¿verdad? Pero en tu caso, yo buscaría venganza. Lo cazaría yo mismo.
— ¿De qué hablas? —le preguntó Harry de mal humor.
— ¡Harry no le hagas caso solo está mintiendo! –se apresuró a decir la chica.
— ¿Pero…?
En aquel momento, Snape dijo en voz alta:
— Deberían haber terminado de añadir los ingredientes. Esta poción tiene que cocerse antes de que pueda ser ingerida. No se acerquen mientras está hirviendo. Y luego probaremos la de Longbottom...
Crabbe y Goyle rieron abiertamente al ver a Neville azorado y agitando su poción sin parar. Hermione le murmuraba instrucciones por la comisura de la boca, para que Snape no lo viera. Harry y Ron recogieron los ingredientes no usados, y fueron a lavarse las manos y a lavar los casos en la pila de piedra que había en el rincón.
— ¿Qué ha querido decir Malfoy? —susurró Harry a Ron, colocando las manos bajo el chorro de agua helada que salía de una gárgola—. ¿Por qué tendría que vengarme de Black? Todavía no me ha hecho nada.
— Cosas que inventa yo creo que Nina tiene razón, —dijo Ron—. Le gustaría que hicieras una locura...
Cuando faltaba poco para que terminara la clase, Snape se dirigió con paso firme a Neville, que se encogió de miedo al lado de su caldero.
— Vengan todos y pónganse en círculo —dijo Snape. Los ojos negros le brillaban—. Y vean lo que le sucede al sapo de Longbottom. Si ha conseguido fabricar una solución para encoger, el sapo se quedará como un renacuajo. Si lo ha hecho mal (de lo que no tengo ninguna duda), el sapo probablemente morirá envenenado.
Los de Gryffindor observaban con aprensión y los de Slytherin con entusiasmo. Snape se puso el sapo Trevor en la palma de la mano izquierda e introdujo una cucharilla en la poción de Neville, que había recuperado el color verde. Echó unas gotas en la garganta de Trevor.
Se hizo un silencio total, mientras Trevor tragaba. Luego se oyó un ligero «¡plop!» y el renacuajo Trevor serpenteó en la palma de la mano de Snape. Los de Gryffindor prorrumpieron en aplausos. Snape, irritado, sacó una pequeña botella del bolsillo de su toga, echó unas gotas sobre Trevor y éste recobró su tamaño normal.
— Cinco puntos menos para Gryffindor —dijo Snape, borrando la sonrisa de todas las caras—. Le dije que no lo ayudara, señorita Granger. Pueden retirarse.
Harry, Ron, Nina y Hermione subieron las escaleras hasta el vestíbulo. Harry todavía meditaba lo que le había dicho Malfoy, en tanto que Ron y Nina estaban furiosos por lo de Snape.
— ¡Cinco puntos menos para Gryffindor porque la poción estaba bien hecha!
— ¡Es que este tipo es mejor perderlo que encontrarlo! –gruño Nina.
— Eso es verdad pero, ¿Por qué no mentiste, Hermione? ¡Deberías haber dicho que lo hizo Neville solo!
Ella no contestó. Ron miró a su alrededor.
— ¿Dónde está Hermione?
— ¿Qué?
Harry y Nina también se volvieron. Estaban en la parte superior de las escaleras, viendo pasar al resto de la clase que se dirigía al Gran Comedor para almorzar.
— Venía detrás de nosotros —dijo Ron, frunciendo el entrecejo.
— Quizás se le olvido algo. –sugirió la chica encogiéndose de hombros.
Malfoy los adelantó, flanqueado por Crabbe y Goyle. Dirigió a Harry una sonrisa de suficiencia y desapareció.
— Ahí está —dijo Harry.
Hermione jadeaba un poco al subir las escaleras a toda velocidad. Con una mano sujetaba la mochila; con la otra sujetaba algo que llevaba metido en la túnica.
— ¿Cómo lo hiciste? —le preguntó Ron.
— ¿El qué? —preguntó a su vez Hermione, reuniéndose con ellos.
— Hace un minuto venías detrás de nosotros y un instante después estabas al pie de las escaleras.
— ¿Qué? —Hermione parecía un poco confusa—. ¡Ah, tuve que regresar para coger unas cosas! ¡Oh, no...!
En la mochila de Hermione se había abierto una costura. A Harry no le sorprendía; contenía al menos una docena de libros grandes y pesados.
— ¿Por qué llevas encima todos esos libros? —le preguntó Ron.
— Ya sabes cuántas asignaturas estudio —dijo Hermione casi sin aliento—. ¿No me podrías sujetar éstos?
— Yo te ayudo Hermione. –sonrió su amiga levantando libros.
— Pero... —Ron daba vueltas a los libros que Hermione le había pasado a Nina y miraba las tapas—. Hoy no tienes estas asignaturas. Esta tarde sólo hay Defensa Contra las Artes Oscuras.
— Ya —dijo Hermione, pero volvió a meter todos los libros en la mochila, como si no la hubieran comprendido—. Espero que haya algo bueno para comer. Me muero de hambre —añadió, y continuó hacia el Gran Comedor.
— ¿No tienes la sensación de que Hermione nos oculta algo? —preguntó Ron a Harry.
— Solo camina. –le sonrió la chica. –Estoy emocionada, ya casi tenemos clases con papa.
El profesor Lupin no estaba en el aula cuando llegaron a su primera clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. Todos se sentaron, sacaron los libros, las plumas y los pergaminos, y estaban hablando cuando por fin llegó el profesor. Lupin sonrió vagamente y puso su desvencijado maletín en la mesa. Estaba tan desaliñado como siempre, pero parecía más sano que en el tren, como si hubiera tomado unas cuantas comidas abundantes. Sonrió a su hija y se dirigió al resto.
— Buenas tardes —dijo—. ¿Podrían, por favor; meter los libros en la mochila? La lección de hoy será práctica. Sólo necesitaran las varitas mágicas.
La clase cambió miradas de curiosidad mientras recogía los libros. Nunca habían tenido una clase práctica de Defensa Contra las Artes Oscuras, a menos que se contara la memorable clase del año anterior, en que el antiguo profesor había llevado una jaula con duendecillos y los había soltado en clase.
— Bien —dijo el profesor Lupin cuando todo el mundo estuvo listo—. Si tienen la amabilidad de seguirme...
Desconcertados pero con interés, los alumnos se pusieron en pie y salieron del aula con el profesor Lupin. Este los condujo a lo largo del desierto corredor. Doblaron una esquina. Al primero que vieron fue a Peeves el poltergeist, que flotaba boca abajo en medio del aire y tapaba con chicle el ojo de una cerradura. Peeves no levantó la mirada hasta que el profesor Lupin estuvo a medio metro. Entonces sacudió los pies de dedos retorcidos y se puso a cantar una monótona canción:
— Locatis lunático Lupin, locatis lunático Lupin, locatis lunático Lupin...
Aunque casi siempre era desobediente y maleducado, Peeves solía tener algún respeto por los profesores. Todos miraron de inmediato al profesor Lupin para ver cómo se lo tomaría. Ante su sorpresa, el mencionado seguía sonriendo. A comparación de Nina, que tenía el entrecejo fruncido y miraba a Peeves con recelo.
— Yo en tu lugar quitaría ese chicle de la cerradura, Peeves —dijo amablemente—. El señor Filch no podrá entrar por sus escobas.
Pero Peeves no prestó atención al profesor Lupin, salvo para soltarle una sonora pedorreta. El profesor Lupin suspiró y sacó la varita mágica.
— Es un hechizo útil y sencillo —dijo a la clase, volviendo la cabeza—. Por favor; estén atentos.
Alzó la varita a la altura del hombro, dijo: ¡Waddiwasi! y apuntó a Peeves.
Con la fuerza de una bala, el chicle salió disparado del agujero de la cerradura y fue a taponar la fosa nasal izquierda de Peeves; éste ascendió dando vueltas como en un remolino y se alejó como un bólido, zumbando y echando maldiciones.
— ¡Fantástico, profesor! —dijo Dean Thomas, asombrado.
— Gracias, Dean —respondió el profesor Lupin, guardando la varita—. ¿Continuamos?
Se pusieron otra vez en marcha, mirando al desaliñado profesor Lupin con creciente respeto. Los condujo por otro corredor y se detuvo en la puerta de la sala de profesores.
— Entren, por favor —dijo el profesor Lupin abriendo la puerta y cediendo el paso.
En la sala de profesores, una estancia larga, con paneles de madera en las paredes y llena de sillas viejas y dispares, no había nadie salvo un profesor. Snape estaba sentado en un sillón bajo y observó a la clase mientras ésta penetraba en la sala. Los ojos le brillaban y en la boca tenía una sonrisa desagradable. Cuando el profesor Lupin entró y cerró la puerta tras él, dijo Snape:
— Déjela abierta, Lupin. Prefiero no ser testigo de esto. —Se puso de pie y pasó entre los alumnos. Su toga negra ondeaba a su espalda. Ya en la puerta, giró sobre sus talones y dijo—: Posiblemente no le haya avisado nadie, Lupin, pero Neville Longbottom está aquí. Yo le aconsejaría no confiarle nada difícil. A menos que la señorita Granger le esté susurrando las instrucciones al oído.
Neville se puso colorado. Harry echó a Snape una mirada fulminante; ya era desagradable que se metiera con Neville en clase, y no digamos delante de otros profesores. Harry observo a su alrededor, Nina parecía haberse enojado también por ese comentario ya que preparaba la boca lista para lanzar algún insulto u oposición. El profesor Lupin más calmado, había alzado las cejas.
— Tenía la intención de que Neville me ayudara en la primera fase de la operación, y estoy seguro de que lo hará muy bien.
El rostro de Neville se puso aún más colorado. Snape torció el gesto, pero salió de la sala dando un portazo.
— Ahora —dijo el profesor Lupin llamando la atención del fondo de la clase, donde no había más que un viejo armario en el que los profesores guardaban las togas y túnicas de repuesto. Cuando el profesor Lupin se acercó, el armario tembló de repente, golpeando la pared.— No hay por qué preocuparse —dijo con tranquilidad el profesor Lupin cuando algunos de los alumnos se echaron hacia atrás, alarmados—. Hay un boggart ahí dentro.
Casi todos pensaban que un boggart era algo preocupante. Neville dirigió al profesor Lupin una mirada de terror y Seamus Finnigan vio con aprensión moverse el pomo de la puerta.
Continuara... :study:
TheGirlImpossible
Re: Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu
hola!!!
estuvo jenial el cap!
me ah encantado!!
el profesor snape es una molestia aunque tambien le quiero
porfavor siguela pronto!
besitos!!
estuvo jenial el cap!
me ah encantado!!
el profesor snape es una molestia aunque tambien le quiero
porfavor siguela pronto!
besitos!!
~Susie ∞Wallflower∞
Re: Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu
Me encanto el cap :)
Estubo muy bueno :D
Siguela pronto
Ya me tengo que ir pero luego te coemtare
SIGUELA ! :)
ATTE: Sandy :face:
Estubo muy bueno :D
Siguela pronto
Ya me tengo que ir pero luego te coemtare
SIGUELA ! :)
ATTE: Sandy :face:
Sandy 99
Re: Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu
snape es tan......es tan.... snape en fin siguelaaa may! ME ENCANTTA
PD: nunca respondiste mi mensaje , yo quiero saber por donde vasss :d
PD: nunca respondiste mi mensaje , yo quiero saber por donde vasss :d
Hakuna Matata Bitch
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