Primordials.

Aquí uno, mañana intento dejar el tuyo boli

Zoe, tengo que encontrar una forma bonita de
decirte:

Y aquí está el que faltaba. Y me emociono porque vuelvo a estar al día en esta nc  

Amapolo mata margaritos:

Capítulo 015

Miré la ropa delante de mí como si fuesen prendas bordadas con oro y diamantes incrustados, cuando solo eran unos suéteres, un pantalón y un par de medias. Para mí, era la gloria. Ropa nueva después de tanto tiempo, ¿cómo no iba a estar emocionada? Había perdido la manga de mi viejo abrigo favorito, así que se sentía bien tener otro solo para mí: era negro y con la palabra “YOLO” en letras blancas y en mayúscula. No tenía idea de qué significaba, pero no me importaba. Había lavado mi gorro de lana, que traía puesto arriba de la maraña enredada que era mi cabello. Tendría que lavármelo pronto, pero por ahora estaba demasiado exhausta, con todo lo que vivimos hace rato.

Por eso no me había ofrecido a ir a buscar los medicamentos con los muchachos. Salí del baño para andar por la casa, hasta sentarme en uno de los sillones de la sala, junto a Jareth. No quería volver a entrar a la habitación en donde se encontraba Liam a menos que fuese necesario. Haberlo visto así de débil y adolorido no fue para nada agradable —prefería cuando andaba jodiendo la paciencia o preguntando por su preciado Bouborn (que para mí sabía a mierda picante).

Además, había tenido que soportar todos los gritos porque Jareth tuvo la increíble idea de que fuera parte de sus asistentes. De acuerdo, me gustaba ayudar. Pero los gritos y el dolor de otros era algo con lo que no podía lidiar —¿quién podría soportar eso siempre? — y, era algo que nunca se te olvidaba. Me vi obligada a llorar en silencio mientras Liam me apretujaba la mano tanto que se me puso morada. No sabía si lloraba porque me dolía la mano o porque sus gritos sonaban como si le estuvieran desgarrando una parte del alma —lo que probablemente así era.

Pareció pasar una eternidad hasta que Liam quedó inconsciente, lo que fue un alivio. Era todo mejor si él estaba dormido. Jareth trabajaba lo más profesional posible que se podía con cuchillo, pinzas y fuego. Katrina, sin duda, era mejor que yo pasándole las cosas filosas porque mi fobia no ayudaba en nada. Me limité a sujetar a Liam y después, pasarle la vela. Y tuve que voltear la cara cuando Kayden entró para la transfusión de sangre.

Estaba sentada junto a Jareth, en silencio, pero volteé a mirarlo “casualmente”. Sabía que sentía el peso de mis ojos, pero no me miró hasta momentos después, como siempre: con una mezcla de irritación y exasperación. Pidiéndome en silencio que lo dejara en paz y que me largara. Él debería saber que aquello ya no iba a funcionar conmigo.

—¿Qué? —bramó bruscamente, después de ver que yo no decía nada.
—¿Pusiste Bourbon en la lista?

Jareth me miró como si hubiera dicho la idiotez más grande de la galaxia. Dejé pasar unos segundos.

—Es que a Liam le gusta. Y el alcohol ayuda mucho para aliviar…o eso es lo que he visto. No soy muy buena con el alcohol —suspiré.

Jareth solo parpadeó.

—Realmente tienes que trabajar en tus habilidades sociales, ¿sabes? —dije lentamente, tratando de reducir el sarcasmo en mi voz a lo más mínimo— Digo, ya tenemos más de un centenar de vida y tú todavía eres…
—No me interesa, Marysa —me cortó.
—Oh, pero yo creo que sí —continué hablando— Al final, lo ayudaste, ¿no? —lo miré directo a los ojos— Al final, sigues aquí. Al final…eres un cerdo hipócrita.

Esperé pacientemente a que dijera algo, pero solo se limitó a lanzarme miradas llenas de irritación. Al rato se largó a la habitación de Liam, sin decir nada, pero yo estaba segura de que había tocado alguna fibra sensible (de la más vieja y gastada, pero existente) que quedaba en su corazón.

Poco tiempo después, Dael se sentó a mi lado y puso dos tazas de café en la mesa. Debajo de su brazo, cargaba una parte de todos esos archivos que él y Cali trajeron de su cabaña en el bosque. No tenía idea de cómo había podido conseguir todo aquello —o de todas las mierdas que había pasado para hacerlo. Sin embargo, sí sabía algo, era mucho más fuerte de lo que dejaba ver con esa apariencia de sabio-mediador-de-todas-las-cosas.

—Él…no es muy simpático —soltó, mirando por donde Jareth había salido.
—Oh, créeme, ha tenido peores momentos —chasqueé la lengua— Supongo que todos lidiamos con esto de una forma diferente —me encogí de hombros.
—Buen punto. ¿Tú cómo lidias con esto? —preguntó curioso.

Antes de responder, alargué los brazos para sujetar la taza de café que había traído y se la mostré.

—Ahogando mis penas en cafeína.

Noté cómo se dio cuenta de que no era la respuesta más sincera, pero por suerte solo soltó una risita y no preguntó nada. Se recostó del sillón y dejó los papeles a su lado. Yo comencé a dar sorbos al café, tratando de no pensar en lo que estaban haciendo los demás ahora (y fallando miserablemente). Esperaba que encontraran los medicamentos y volvieran rápido.


Para la madrugada, casi me había terminado todo el café de Katrina y Emmet. Me habían dejado de suprimir cuando les dije que Alaska les multiplicaría el dinero o lo que fuera que ella podía hacer, porque no podía evitar tomar cafeína. Aunque al final me pusiera más nerviosa de lo que ya estaba.

Cuando el todoterreno se detuvo precipitadamente frente a la cabaña, el corazón me dio un vuelco. Casi esperé a que salieran los militares de entre la espesura del bosque, pero no fue eso por lo que los nervios incrementaron. Kayden salió cargando a una inconsciente Calíope en sus brazos. Tenía que haberlo previsto. ¿Cuándo algo salía exactamente como lo planeábamos?

—¿Qué pasó? —preguntaron Dael y Katrina al mismo tiempo.
—Les contamos después, mejor entremos.

Yo ya me había dado la vuelta y subido las escaleras del porche para ir corriendo hasta Jareth, que salía de la habitación de Liam con el rostro tan impávido como siempre.

—¡Cali está inconsciente!

No sé qué reacción me esperé, pero no me agradó la que obtuve.

—Oh mira, ¿trajeron los medicamentos?
—¡Jareth Winter! Irás en este instante a suministrarle los medicamentos a Liam y luego irás con Cali — Lo miré con inmensa rabia y por poco me le tiro encima— ¿Me entendiste?
—¡Alguien que me traiga los malditos medicamentos! —gruñó.

Al parecer, no me entendió. Y si lo hizo, pretendía no demostrármelo. En esos momentos me daban unas tremendas ganas de poder meterme en la cabeza de la gente para ver qué diablos pensaban. Pero antes de poder seguir discutiendo con Jareth, Alaska le pasó los medicamentos y ambos se metieron en la habitación.

Decidí no ir detrás de él; en cambio, caminé hasta el sillón, donde habían recostado a Cali. Estaba más pálida de lo normal y parecía deshidratada, por lo que Katrina le había colocado un paño húmedo en la frente y estaban tratando de darle a tomar agua. Sin embargo, no se podía hacer mucho con ella inconsciente. A medida que me acercaba, un olor a incinerado provocó que arrugara la nariz. Miré hacia varios puntos de la sala, buscando el origen del mismo, pero fruncí el ceño cuando no encontré nada.

—¿Por qué huele a quemado? ¿Y qué fue lo que le pasó a Cali?
—Ella es la que huele así —me respondió Jules, la miré sorprendida— Un grupo de la base nos emboscó en el pueblo y por poco nos atrapan…si no hubiera sido por ella. Se prendió en fuego, literal, y salimos de allí tan rápido como pudimos. Se desmayó al instante.

Pasé la vista desde Jules hasta Cali varias veces (estaba segura de que no fui la única), tratando de imaginarme a la chica que tenía enfrente, prendida en fuego. Se veía tan tranquila, como durmiendo, con el rostro ovalado sereno y el cabello negro hacia un lado. Era una idea tan remota…pero que, de algún modo, era posible. Al final, muchas cosas eran posible para nosotros. Después de todo, éramos el resultado de experimentos ilegales con patas.

—Probablemente se desmayó por eso, utilizó mucho su poder —comentó Dael, repasándola por la mirada.
—¿Va a estar bien? —preguntó Katrina.
—Sí, solo necesita descansar…esperemos —musité.

También necesitaba hidratarse, eso lo tenía claro, pero yo no tenía la más mínima idea de cómo hacer un suero casero. Si lo intentaba, probablemente terminaría metiéndole el agua por dónde no era y Cali acabaría persiguiéndome como un fantasma por el resto de la eternidad. Así que esperé pacientemente (ergo, moviéndome de un lado a otro) a que Jareth saliera de la habitación para volverle a gritar que atendiera a Cali.

Tal vez no debería gritarle, pero Jareth era tan cabezota que no gritarle era imposible. Me rasqué la cabeza por encima del gorro. Se supone que habíamos escapado de la base, pero ni de juego estábamos seguros todavía. ¿Acaso tendríamos que vivir bajo tierra o algo por el estilo?

—Marysa, deja de moverte, me pones nerviosa —reprochó Colette, desde donde estaba sentada.
—¡Yo estoy nerviosa! —grité— Si te molesta, mira para otro lado.

La rubia entrecerró los ojos y torció los labios en una mueca; sin embargo, no estaba para seguirle el jueguito de discusiones. Estaba comenzando a pensar que no debí haber tomado tanto café…

La puerta de la habitación de Liam se abrió y Jareth salió con el rostro de piedra, tan tenso que estaba segura de que algo malo había pasado. ¿Liam era alérgico a los medicamentos? Solo faltaba eso para llegar al colmo de los colmos y que quisiera hacer explotar algo. Sin embargo, Kayden y Alaska salieron con él y Kayden nos dedicó una pequeña sonrisa. Suspiré aliviada.

—Según Jareth, esperemos que se despierte pronto —explicó el moreno mientras cerraba la puerta.
—Gracias —solté.

En realidad, quise decir algo como “sabía que no eras tan macho duro, ¡nos quieres!” pero algo me decía que eso derramaría la gota del vaso —ya lo había fastidiado suficiente por un día. El pelimarrón asintió y se acercó hasta la Cali inconsciente. Observé como la chequeaba, con el rostro serio y los ojos sin alguna emoción que yo pudiera comprender. Asumí que no tendría que volver a gritarle para que la atendiera, porque la cargó y la llevó hacia la otra habitación de la cabaña, sin decir mucho más que pedirle a alguien que le llevara…no sé qué.

Me quedé muda, mirando como el Jareth que ni miraba a Cali a los ojos, se la llevaba cargada con delicadeza. Tuve que morderme la lengua para no silbar, porque en serio era una escena que nunca me esperé. Parecía no ser la única, porque cuando giré la cabeza hacia los demás, Kayden y Jules tenían la misma expresión que yo.


Poco después, cada quién fue buscando las mantas que usábamos para dormir y poco después más, cada uno estaba durmiendo en dónde sea que encontrara un pedazo de suelo libre. Fue un acuerdo mutuo y silencioso, pues desde que habíamos salido, dudaba que muchos hayan tenido un descanso propio. Me recosté cerca de la mesa de la sala, con un cojín encima del estómago y crucé el brazo por encima de mi cara.

Si íbamos a seguir perseguidos por el sucesor de Longaster, entonces no nos podíamos quedar en esta cabaña. La pequeña pero falsa nube en la que había estado por unos cuantos días se disipó. Antes de haber sido capturada, me la pasaba de país en país, tratando de no llamar la atención de nadie ni establecer lazos. Eso no iba a cambiar hasta que muriéramos.

Lo que me tenía despierta y con los nervios de punta, tanto que no dejaba de morderme los labios, era si nos íbamos a largar en grupo o cada quien por su lado. Estaba segura de que antes de ser llevados a la base, todos habíamos estado solos, de alguna forma u otra. Tal vez la mayoría quiera seguir solo. Yo no podía asegurar que me encontraba en esa misma posición.

Aunque haya sido de una forma cruel y represora, cuando me atraparon, me alegré de que no estaba sola. Siempre había estado sola, desde mi infancia hasta que fui capturada; y luego de las experimentaciones, tenía demasiado miedo de acercarme a la gente porque se darían cuenta de que no era normal. Sin embargo, en la base-mansión, a pesar de estar encerrada, estaba con más personas como yo. Podría sonar absurdo o patético, pero no estar sola era lo que me había ayudado a no quedar demente.


—No estoy de acuerdo —exclamó Colette.

Su fuerte tono de voz me despertó bruscamente. Abrí los ojos y me topé con las patas de la mesa, además de los pies que veía a lo lejos, por debajo del sillón. A juzgar por la luz que chocaba contra las cortinas de la ventana, era cerca del mediodía. Rodé sobre mi espalda y tomé el cojín para ponerlo encima de mi cabeza —quería dormir un poco más…

Pero al voltearme, casi choqué de frente con un par de botas negras. Subí la mirada para encontrar a un Kayden con un brazo en la cadera y otro sujetando un plato con cereal. Me miró con una ceja enarcada.

—¿Piensas seguir durmiendo?

Tardé un momento en responderle. No sabía a qué hora me había dormido, pero estaba segura de que había sido demasiado tarde. Sí, iba a seguir durmiendo… Bajé la cabeza hasta mi querida manta y terminé por colocar el cojín delante de mi cara, donde ningún horroroso rayo del sol me fuera a molestar. Creí escuchar un suspiro por parte de Kayden y luego sus botas alejándose.

Me encontraba al borde de la inconsciencia cuando otra vez, la irritante voz de Colette me sacó del sueño de forma brusca. Una oleada de irritación me invadió al instante y apreté los dedos contra el cojín. Esa vez, abrí los ojos más rápido y ya era un hecho que no volvería a dormirme. No sabía de qué diablos hablaban para que ella estuviera chillando como loca, pero no podría dormir con eso. Solté varias maldiciones mientras me levantaba del suelo y recogía todo mi desastre.

Le pasé por el frente a Kayden, que me sonrió con burla y caminé de largo hasta el baño. Lo que me quedaba del sueño se esfumó cuando el agua me cayó de lleno en la cara. Me vestí con los mismos pantalones que antes y una camiseta de Katrina, además del abrigo, por su puesto.

La conmoción se encontraba en la mesa de madera, donde estaban sentados Dael, Colette y Alaska. Jareth estaba de pie junto a la puerta de la cocina y los demás estaban de pie alrededor de la mesa, incluyendo a Kayden, que había dejado de comer —y excluyendo los inconscientes Liam y Calíope. Me acerqué sin decir nada, en parte porque estaba irritada y en parte porque estaban concentrados en una discusión medio intensa. Principalmente, Colette y Alaska, que emanaban irritación por los ojos.

Encima de la mesa había un montón de documentos desparramados, con aspecto de formularios y expedientes antiguos. Algunas hojas estaban amarrillas y arrugadas, probablemente tendrían décadas almacenadas. Uno de los paquetes de hojas tenía escrito en letras negras y mayúsculas “BASE G5”, que me hizo detenerme de súbito.

—Eh, ¿qué es todo esto? —pregunté con el ceño fruncido.
—La información de las bases que recopilé durante años —respondió Dael, mostrándome unos folletos— Aquí hay información de unas cuantas que pueden ayudarnos.

Miré las letras en cajón y con patines que solían salir de las máquinas de escribir y, sin duda, era información acerca de las bases. Datos de la ubicación, cuantos “experimentos” se alojaban allí y la habilidad de cada uno. Pasé hoja tras hoja, con las cejas juntas y mis ojos moviéndose rápido de un párrafo a otro.

—¿Ayudarnos a qué? —pregunté.
—No podemos quedarnos aquí —Alaska fue directo al grano— Y estábamos viendo a dónde podemos ir. Vamos a usar esta información para descartar lugares.

La miré sin decir nada, temiendo lo peor.

—Y yo no estoy de acuerdo con eso —siseó Colette.
—Nadie te está preguntando tu opinión en particular —replicó Alaska— Estamos viendo qué va mejor para el grupo.

Al escuchar eso, dejé salir el aire que se me había quedado atascado en los pulmones. Eso quería decir que no estaban pretendiendo que nos separemos. Al menos, eso entendí.

—Estoy con Alaska —dijo Jules, de pie junto a la susodicha.
—¿Y a dónde diablos vamos a parar? —preguntó Colette, mirándolas como si fueran dos estúpidas.
—Por eso estamos revisando estos documentos, ¿no crees? —replicó Jules, sonriendo de lado y señalando al montón de papeles en la mesa.
—Solo están-
—Bueno, bueno, creo que ya entendimos el punto de cada una —interrumpí y dejé los papeles encima del resto— Esperemos a que Cali y Liam se despierten para hablarlo todos juntos.
—Sí, hagámosle caso —se apresuró a decir Emmet, que por la cara que traía, al parecer también lo habían levantado con el ruido— Vendría bien un poco de silencio, ¿saben?

Katrina lo miró con reproche, pero no dijo nada. Ya me daba igual volver a dormir, porque no me daría sueño hasta mucho tiempo después. Colette se puso de pie y salió de la habitación, probablemente de la casa y a maldecirnos mientras pisoteaba el patio trasero. Me senté en la silla que dejó libre y volví a leer unos cuantos documentos. Si podíamos descartar los lugares del mapa, estaríamos más certeros acerca de hacia dónde podríamos dirigirnos con menos riesgos de ser atacados. Aunque aún me tenía ansiosa el hecho de que Kane Acker parecía querer vengar a su predecesor. No importaba que Longaster estuviera muerto —se lo merecía. Espeeraba que Kane también estuviera en el infierno.

—¿Desde cuándo te volviste tan sensata? —preguntó Alaska, mirándome divertida.

La miré indignada y medité qué decir en mi defensa, pero la verdad…

—Después de que casi exploto por tomar tanto café —dije solemnemente.

Ella sonrió y me tranquilizó un poco ver que sonreía de nuevo. Después de lo de Liam, se había puesto tan mal como nunca la había visto. Sacudí la cabeza —no pretendía preguntarle nada de eso por el momento, aunque me muriera de ganas por hacerlo. En cambio, moví los papeles en mi mano.

—Entonces, ¿qué lugares descartaron hasta ahora?




Si algo he aprendido con esta existencia eterna, es que, de alguna forma u otra, la vida siempre termina sorprendiéndote. Sin importar cuántas experiencias hayas vivido, ella encuentra una forma de ponerte en una situación que nunca habías atravesado.

Así me sentía yo, después de haber encontrado a Alaska y unirme al grupo. Es decir, siempre albergué la esperanza de volver a verla. La esperanza, después de todo, solía ser la única cosa tan interminable como nuestras vidas. Sin embargo, nunca podría haber pensado que en el proceso encontraría más Primordials sobrevivientes.

Por la forma en que se relacionaban, estaba claro que todos llevaban un buen tiempo viviendo juntos. A veces me hacía sentir como un forastero, porque llevaba viviendo solo por más tiempo del que me gustaría admitir. Se me había olvidado lo reconfortante que era tener un grupo de gente que, a pesar de no ser los mejores amigos, entendíamos los sufrimientos del otro.

Después de cansarnos de revisar documentos tras documentos más el mapamundi, decidimos tomar un pequeño descanso. Jareth, que no había opinado mucho más que para discutir con Marysa, se encaminó hasta la habitación donde habían acostado a Calíope. Según su veredicto, ella solo necesitaba descansar, después de haber utilizado tanto sus poderes y de golpe. Liam ya solo necesitaba seguir durmiendo para recuperarse.

—¿Creen que le falte mucho para despertar? —preguntó Kayden, tamborileando los dedos en la mesa.
—Jareth dijo que no…él es el único que sabe de esto, así que vamos a creerlo —musitó Jules.

A mi lado, Alaska se tensó levemente. Realmente, no me habría dado cuenta si no hubiese estado mirando a un papel justo al lado de su mano, que se volvió un puño repentinamente. Disparé mis ojos a su rostro y, en definitiva, había algo que la estaba molestando. Sin darle mucha mente, lo relacioné con la mención de Liam. Recordaba cómo se había puesto cuando lo trajeron —a decir verdad, estaba seguro de que todo el que la vio no lo olvidaría. Ella no me miró, en cambio, bajó los puños a su regazo y fingió ponerle atención a lo que decían los demás.

—¿Pasa algo? —susurré.

Alaska se mordió el labio inferior y pasó la vista por toda la mesa antes de girarse hacia mí. En sus ojos había emociones turbulentas, entre tantas, preocupación y ansiedad. Fruncí el ceño, no entendía qué era tan preocupante, si estábamos todos bien y en la cabaña. Pero esperé pacientemente a que ella decidiera decirme o no. Me miró por lo que se sintió como varios minutos hasta que soltó un suspiro y se aclaró la garganta para hablar. No obstante, antes de que pudiera decirlo, un estruendo nos interrumpió.

Ambos giramos la cabeza para observar a Marysa, quién había golpeado la mesa con una mano y ahora estaba levantándose a toda velocidad. Tenía una sonrisa en el rostro y se le veía emocionada por algo que solo ella entendía.

—¿Acaso te volviste loca? —preguntó Emmet, mirándola desde la cocina con una ceja alzada.
—¡Liam despertó! —chilló y salió disparada a la habitación.

No entendí cómo lo supo, pero confirmé que era verdad cuando Jules y Kayden salieron tras de ella y abrieron la puerta. Me levanté junto con Alaska y caminamos hasta el marco de la puerta, aunque ella se quedó detrás de mí. La habitación no era gigante, así que me quedé allí viendo como el muchacho se sentaba con ayuda de Kayden en la orilla de la cama. A juzgar por la expresión adolorida de su rostro, todavía no estaba sanado por completo. Pero ya no era un cuerpo inerte encima de la cama, así que todo bien.

—Jareth dijo que cuando te levantes, te bebas esto —Katrina entró a la habitación con una batida que olía a vegetales que nunca deberían ser mezclados.

Se la ofreció a un pálido Liam, que se la llevó a la boca después de susurrar gracias. Al darle un trago, por poco la vomita y deja caer el vaso, pero Kayden lo ayuda a tomársela toda. Mientras lo hacía, comenzó a observar a todos en la habitación, como viendo quién se encontraba allí o buscando a alguien.

—Asqueroso, ¿verdad? —preguntó Marysa— Les dije que te compraran Bourbon, pero las cosas se complicaron un poco…
—Deja los chistes, Mary —le reprochó Jules.
—¡No bromeo! —alzó los brazos— Se lo dije a Jareth. Creo que deberíamos ir a avisarle…

En ese momento, me giré para dejar pasar a Alaska e ir a buscar al susodicho. Sin embargo, con lo que me encontré fue el cuerpo de Alaska cruzando la puerta de enfrente y a Jareth caminando hacia acá. Lo miré con las cejas juntas, pero él solo se encogió de hombros.

—A mí no me mires, no hice nada.

Sacudí la cabeza y caminé fuera de la casa, confundido aún más que antes por el comportamiento de Alaska. No había sido chiste que estuvo preocupadísima por Liam estos días y ahora, salía corriendo de la cabaña cuando él despertaba. No tuve que buscar mucho porque cuando salí, ella estaba sentada encima del último escalón del porche. Tenía los codos encima de las rodillas, y las manos unidas encima de su boca, mientras miraba hacia el bosque con los mismos ojos que antes. Probablemente había notado que era yo, así que me senté junto a ella en silencio y crucé los brazos por encima de mis piernas.

—Entonces, ¿me dirás que sucede?

Ella asintió, pero no dijo más nada por unos momentos. Igual que antes, cuando iba a hablar, alguien nos interrumpió. Marysa salió apresurada de la cabaña, mirando para todos lados, hasta dar con nosotros en la base de los escalones. Miró de Alaska hacia mí sin decir nada y bajó hasta quedar frente a nosotros y de espalda al bosque. Se cruzó de brazos y se puso justo al frente de Alaska. Parecía estar preparada para discutir con ella, con la espalda erguida y los labios formando una línea uniforme.

—Liam me preguntó por ti —fue lo único que dijo.

Alaska volvió a tensarse y desvió la mirada de la oscura de Marysa por unos segundos. No entendía por qué la ponía incómoda aquello y al parecer, Marysa también se había dado cuenta de algo. No despegó los ojos de la reacción de Alaska por un nanosegundo. Esta última dejó salir aire de golpe y asintió.

—¿Qué le dijiste? —preguntó con indiferencia.

Esa respuesta pareció haberla irritado más, porque su ceño se frunció más y entrecerró los ojos.

—Oh, ya sabes, que estás de camino a Narnia con Aslan… ¿qué crees que le dije?

Un tenso silencio nos envolvió, en el que Marysa la miró con la misma expresión y moviendo el pie repetidamente. Yo, en cambio, me dejé caer hacia detrás y miré hacia el bosque. Estaba seguro de que la pelimarrón iba a golpearle la cabeza cuando Alaska comienza a hablar.

—Conocía a Liam desde antes.
—Alaska, todos lo conocíamos desde antes, estábamos en la misma base —Marysa chasqueó la lengua.
—No, no hablo de eso —Alaska sacudió la cabeza— Y no me interrumpas. Quiero decir, que nos conocíamos desde antes de llegar a la base. En realidad, nos conocimos después de la Primera Guerra Mundial.

Ya no estaba mirando al bosque, sino que estaba mirando a Alaska entre confundido y sorprendido. Marysa abrió la boca para soltar otro comentario de los suyos, pero Alaska la silenció con una mirada.

—Y eso no es todo. Nosotros, bueno… —ambos la miramos sorprendidos porque parecía cohibida al decir lo siguiente— …estuvimos juntos.

Mis cejas se alzaron hasta el final de mi frente y Marysa torció los labios.

—¿Juntos en qué sentido? —preguntó.
—Juntos —hizo un énfasis en la palabra que entendimos al instante, además de que se le coloraron las mejillas— Pero luego las MEA nos atrapó y nos borraron las memorias. De alguna forma, las recuperé cuando Liam estaba inconsciente, antes de irnos a buscar los medicamentos.

Otro silencio nos arropó, pero a diferencia de tensión, había más shock que otra cosa. Al menos, por mi parte. Porque un minuto después, Marysa soltó un lento silbido.

—Pues mira que sí es verdad eso de la delgada línea entre el amor y el odio —dijo mirando hacia el cielo distraída— Quien lo iba a pensar…

Alaska la miró consternada.

—¡Mary!
—¡Ya, es la verdad! —alzó y bajó los hombros— Vaya, vaya, el Liam que prefería estar sentado en un puf que-
—¡Deja de burlarte! —Alaska estaba volviendo a ponerse roja.
—No me estoy burlando —replicó ella, aunque se le notaba una diminuta sonrisa y los ojos le brillaban con diversión.

Que hubiesen estado juntos no me tenía tan preocupado como el hecho de que jugaron con sus memorias. No sabía que la MEA había hecho eso con alguno de nosotros; ni siquiera sabía que tenían la tecnología para hacerlo. Por lo visto, era incompleta, porque Alaska pudo recuperar los recuerdos.

—Lo que no entiendo es cuál fue la necesidad de hacerlos olvidar —le dije a Alaska, con el ceño fruncido.
—¿Quieren saber mi teoría? —sonrió Marysa.

Alaska la miró seria, como advirtiéndole que si seguía jugando le iba a ir mal, pero Marysa solo suspiró y sacudió la cabeza.

—He estado dándole vueltas al asunto y no logro entender nada —me respondió— Pero por eso no he ido a verlo.
—Entiendo —musité y asentí con la cabeza— Debe ser complicado no saber qué hacer con esas memorias, se complicó todo de repente.

Ella me miró agradecida por entender su punto de vista. Era de esperarse que tuviera conflictos internos al descubrir eso, porque era básicamente un periodo clave en su vida que había sido eliminado de su consciente sin su permiso.

—Entonces…—alargó Marysa— ¿No piensas ir a verlo?
—¿Cómo lo voy a mirar a la cara sin explotar y decirle todo eso? —replicó Alaska.

Marysa la miró con una seriedad que solo le había visto una vez: cuando nos encontramos en el bosque y amenazó a Emmet con que estaba loco si pensaba que iba a dejar atrás a los demás.

—Así como lo miraste cuando se estaba desangrando o cuando estaba inconsciente en la cama. Es más, si quieres, míralo como lo hacías cuando vivíamos en la base —dijo con dureza— Pero no te vas a quedar aquí sentada, evitándolo a toda costa, porque uno: —hizo una pausa e inspiró— Eres Alaska, la chica que puede partirte de un rayo si está en un mal día, no eres una cobarde. Y dos, Liam no se lo merece, porque te salvó la vida, por muy irritante que sea.

Ante eso último, los dos nos apresuramos a mirarla. Entrecerré los ojos, porque no entendía de qué estaba hablando. Observé a Alaska de reojo y estaba sorprendida, sus ojos más abiertos de lo normal y balbuceó unas cuántas veces.

—¿Tú…cómo…?
—A veces escucho cosas —Marysa nos dedicó una mirada que ninguno supo interpretar y dio un par de toques en su oreja— Y no cambies de tema. También fuiste a buscarle los medicamentos. Así que vas a ir a ver cómo estás o te obligaré.
—Ella tiene un punto —torcí el gesto.

Alaska suspiró y bajó la cabeza, cubriéndose con los largos cabellos rubios. Por un momento, pensé que Marysa sí iba a obligarla. Sin embargo, cuando Kayden salió de la cabaña, fue como si hubieran presionado un botón en su espalda. Se irguió y caminó hacia dentro, no sin antes mirarnos significativamente, y luego jaló al moreno con ella.

Mi mente seguía dándole vueltas al asunto de las memorias borradas. No sonaba lógico en ningún sentido el hecho de que jugaran así con sus recuerdos cuando los atraparon. Intentaba encontrar algún pensamiento que pudo llevarlos a actuar así, pero no era fácil pensar como uno de aquellos científicos. Me era más fácil pensar como un militar, porque ya lo era. Y estaba completamente seguro de que los subordinados de Kane Acker seguirían enfrascados en capturarnos a todos.

Me percaté de que Marysa aún seguía allí, de pie en frente de mí y perdida en sus pensamientos. Miraba un punto por encima de mi cabeza mientras pasaba uno de sus dedos por las cicatrices de su boca. Sin querer, mis ojos se quedaron varados en ellas. La curiosidad me atacó de nuevo.

—¿Puedo preguntarte algo? —inquirí, dudoso, porque no sabía si la ofendería aquello o no.

Ella me miró en silencio por unos segundos, parecía estar buscando algo en mis ojos, y dejó caer su mano.

—¿Qué le pasó a mi cara? —adivinó.
—¿Cómo…? —no terminé la pregunta, estaba algo sorprendido.
—Siendo sincera, me sorprende que hayas esperado tanto para preguntar —se encogió de hombros— Con lo curioso que te ves y cómo me mirabas.
—Pero ¿cómo...?  —estoy seguro de que había sido lo suficientemente disimulado; al parecer no.
—Observación —me guiñó un ojo— Para responder a tu pregunta: vamos a resumirlo en que hice a enojar a Longaster, el jefe marica encargado de la base. Y este fue su castigo —con un ademán de manos, señaló los cortes en su boca y su voz se cortó—…bueno, uno de tantos.
—¿Ese hijo de puta llegó tan bajo? —siseé sin poder contenerme, sin creer que haya sido capaz de algo tan inhumano. Mis ganas de ir a congelarle las entrañas aumentaban cada vez más— Primero Alaska, ahora tú… ¿qué clase de psicópata…?
—Wow, wow, wow, calma tus pelotas, amigo —Marysa se acercó y puso sus manos en mis brazos— Estás enfriando el ambiente tan rápido como un huracán acaba con todo.

Parpadeé y me di cuenta de que tenía razón, la temperatura había bajado rápidamente. Solté un suspiro y traté de calmarme —lo último que querría era congelar la mitad del bosque por un arranque de rabia. Tomé aire por silencio en varios segundos, hasta que sentí la temperatura volver a la que era.

—Gracias —Marysa suspiró aliviada y soltó mis brazos.
—Lo siento, a veces no lo controlo.
—Me doy cuenta —rodó los ojos y medio sonrió— ¿Desde cuándo escapaste?
—¿No te ha dicho Alaska? —cuestioné confundido.

Ella me miró como si hubiese dicho la cosa más estúpida del universo.

—Creo que conoces a la misma Alaska que yo, ¿no? Nunca habla de su pasado detalladamente. O sin detalles. O del todo.

No pude evitar sonreír. Recordé a Alaska, el tiempo cuando la conocí por primera vez, cuando apenas confiaba en que yo no la iba a matar porque los militares también me querían muerto —justo como a ella. Volví a observar la expresión paciente y curiosa de Marysa, y decidí contarle todo.

Sigue: bowieonmars (Zoe)

después de mil años esto dio a la luz, siento la cutrez de comentarios

kate ¿por que siempre digo que debo encontrarte un apodo y nunca lo consigo?:

lex luthor aka milu:

btw he leído lo que dijo ems y tengo planeado subir por fin mañana el capítulo, solo me queda escribir un trozo y luego organizarlo mejor. y ems me queda tu comentario, voy a tratar de acabarlo ahora pero si no te lo daría mañana también con el capítulo ;)
las amo, byeee

iba a editar el comentario pero comentaste hago doble post y te dejo el comentario de tu cap

chica deep 9.9:

pd. graciaaaaas por lo de la firmaes bastante sencilla a decir verdad pero tiene muchos feels

Capítulo 012

JULES LAUREN & EMMET JOHNSON. || bowieonmars.