Primordials.

CABECERA.{HIDE.

PRÓLOGO.

La oscuridad y el silencio se escapaban de la mano y se escurrían con éxito por todo el espacio desconocido, solo unas leves pisadas a lo lejos interrumpían el manto que se extendía sobre ella. 

Era una situación irreal, inimaginable. Ella yacía como un objeto sin vida, amarrada a uno de los caños de la construcción, imposibilitada de todas sus habilidades y con un paño oscuro sobre su boca. Había intentado todo lo que alguna vez había aprendido a manejar y controlar, pero nada había funcionado porque seguía allí sin más esperando un final seguro. 

La puerta en una de las esquinas del cuarto, que parecía pertenecer a una fábrica, se abrió y de esta una gran sombra surgió semejante a la de un hombre. Poco a poco luego de haberse acostumbrado a la tenue luz, que aún así había dañado sus ojos, lo vio frente a ella. Uniformado y con el cabello como el de los militares y en su pecho las innumerables medallas que lo hacían alguien reconocido. 

- Uno de mis hombres juró haber visto una figuro salir de entre las sombras – Caminó frente a ella de un lado a otro recibiendo de su parte una mirada gélida – Recibió un disparo segundos después de haber declarado aquello, juré saber que ese hombre estaba demente – La miró por unos segundos hasta quitar la venda que cubría parcialmente su rostro bajo la atenta mirada de la joven – Pero ¿A qué no sabes que sucedió luego? 

Sin respuesta de la muchacha él río con sorna mientras elevaba sus cejas ante la reacia reacción de la susodicha. 

- Otro soldado más confesó haberte visto a ti en la misma situación, ¿Coincidencia? No lo creo – Inspiró con fuerza al no obtener respuesta, su paciencia no era la más razonable de todas – Mira, se quién eres y qué te ocurrió, no hay vuelta atrás niña o cooperas o los tuyos mueren. 

- ¿Qué quieres de mí? – Se dignó a hablar ante la amenaza, “los suyos” no tenían la culpa de nada allí.
 
- Sabía que contestarías – Alzó la barbilla imponiéndose ante ella - ¿Cuántos más como tu hay? 

- No tengo idea – Nunca lo miró a los ojos, despreciaba a esa persona con su alma. 

- ¡CONTÉSTAME! – Su palma conectó con fuerza contra el rostro de la joven. 

- Alrededor de unos cuarenta, si es que la mitad aún siguen vivos. 

- Maldito Heller… - Murmuró sin pizca de diversión o sarcasmo en su tono - ¡Thomas! – Llamó a uno de los guardias. 

El sujeto pareció meditar lo que a continuación saldría de su garganta como palabras detonantes de un futuro sin remedio. 

- Elimina a la chica y a los de su especie – Continuó en un tono neutro mirando a Calíope a los ojos sin rencor, sin dolor o culpa. 

- Ninguno de nosotros tiene la culpa de haber sido creados y ser de esta manera – Detrás de sus ojos color chocolate la furia avasallaba en su interior. Estaba rogando por la vida.

- Esto es simple señorita – murmuró con un ápice de burla – Usted y los de su raza, son una amenaza para el mundo y mucho más que un simple miedo humano, ¿Sabe lo que harían las personas si se enteran de los tuyos? Escandalizar, y no queremos escándalos. 

- ¿No hay otra opción para los… míos? – Estaba dando a torcer el brazo, pero no quería que su descuido fuese el responsable de miles de muertes.

- El encierro. 

- Pues, si es lo único que nos queda estoy preparada para cooperar. 

Nunca se imaginó que tan lejos iría todo y que tan larga se tornaría la historia.