Primordials.

hasta cuando tengo para subir?

Explicar lo DEMASIADO que amé tu capitulo, Kate, es como tratar de pronunciar el 'asfjakfhakdja' de una fangirl(?

Todo tiene un fallo. Nada funciona del todo bien en el mundo; ni los objetos, ni las personas. Se me daba bien descubrir fallos. Sólo se trataba de prestar atención. Porque es lo que más reluce de una persona, en especial en las que trataban de ocultarlo con capas de cualidades que ni siquiera poseían.

Adoré la forma en que comenzaste. Al principio pensé que estaba hablando únicamente sobre los fallos de las misiones y fallos en personas de la base y etc etc etc, porque siendo sincera, nunca se me ocurrió que podrían salir de la manera en que estaba ideando Alaska y ajdhakdjakd fue tan genial todo

¿Qué hacía yo allí, entonces? Buscaba el fallo en el campo de fuerza. La grieta magnética que nos permitiera escapar. Si de algo habían servido nuestros estrepitosos fracasos, era para comprender que una fuga silenciosa era nuestra única opción.

Alguien que le de el premio a Alaska de Primordial más ingeniosa en toda la eternidad .dogefeels: Cuando leí eso fue como que BAM se encendió el bombillo y las ideas y la esperanza y

De un tirón me solté de su prisión. Sus dedos perduraron en mi muñeca como una marca rosada y un hormigueo molesto.

―¿Qué haces aquí? ―pregunté.

―Dímelo tú, ¿qué puede hacer alguien al lado de un campo de fuerza? ―Era un desafío claro, que ignoré.

Me encogí de hombros.

―Cocinar malvaviscos, por ejemplo.

¿hormigueo molesto? pero por favor, señorita Fears, ¿no me diga que no reconoce esas cosas cuando están justo en su nariz?
oh dios, amo esta nc y a tus personajes

Si Liam me sacaba de quicio, un rayo hacía amagos de electrocutarlo.

El odio entre esos dos me da tanta risa

¿Se lo contaba? ¿No se lo contaba? ¿Le daba una patada en las pelotas y salía corriendo? Era como estar atada a una ruleta rusa: ¿Lanzaba el
cuchillo? ¿No lo lanzaba?

Un día de estos, Alaska va a terminar dejando a Liam calvo usando sus poderes y el chico va a lamentar joderla tanto

Creo que han pasado meses. Lo noto en la flacidez de mi piel, en los músculos que se han evaporado de mi cuerpo. Estoy empezando a tomar consciencia de lo que supone la eternidad. Es una agonía imposible de aplacar. Y ahora sé, que si no estuviese aquí encerrada la sensación sería la misma.

Te pasaste con la narración de Alaska cuando estaba en el calabozo después de la guerra. Es decir, te pasaste con todo el cap pero esto fue tan no se, TAN DEMASIADO, como todo lo que escribes y lo amé mucho, ¿sabes? la forma en que Alaska iba muriendo lentamente, pero no dejaba de existir y eso de la eternidad me dan ganas de ir a golpear a todos los que la pusieron ahí
'ya no les sirvo', perros sucios    

Quiero escapar, gracias a Dael he recordado que aunque la eternidad se una agonía hay personas con las que  merece la pena vivirla. Sólo que yo no sé usar mi poder.

―Desde luego, tú podrás, yo no lo tengo claro ―respondo.

Dael no replica, en lugar de ello, sonríe. Paciente, como siempre.

―Tienes el poder de ver el mundo tal y como es, sólo tienes que aprender a mirar ―respondió.

―¿Y eso de qué me sirve?

―Cuando aprendas a mirar, podrá manipular las moléculas de tu cuerpo. Llevar tu energía al mínimo.

―¿Y después? ―Otra de las cosas que me gustaban de Dael es que nunca me mandaba al carajo con mis respuestas.

―Después, se trata de mantener la ilusión el tiempo suficiente.

Y la parte con Dael, simplemente purfect amo la relación de estos dos, en serio ya quiero que sea la otra ronda para escribir mi otro cap y hablar mas sobre ellos dos(? Pero en fin, me encantó como lo usaste y como se lleva con Alaska y lo de 'mantener la ilusión el tiempo suficiente'
Y cuando ambos salieron y fueron libres al fin y luego se separaron y fue como que 'NOOOO, HAY QUE PERMANECER UNIDOS, LA UNIÓN HACE LA FUERZA'      

―¿Por qué estás aquí escondido? ―dije al llegar a su lado.

Liam tiró de mí para que me escondiera detrás del árbol, quedando él a mi espalda y peligrosamente cerca de ella. Podía notar su respiración en mi cuello.

―Mira ―susurró en mi oído.

Seguí la trayectoria de su dedo. Tardé un rato en procesar lo que veía. Era Jareth, de pie sobre un manto de hojarasca. No estaba solo, al otro lado había dos personas; un chico y una chica.

―Está…

―Sí, y no nos ha dicho nada ―terminó Liam por mí.

La casual-no-me-doy-cuenta tensión sexual y emocional que existe entre Alaska y Liam va en aumento, señoras y señores    
Y CUANDO LEÍ LO DEL CHICO Y LA CHICA
FUE COMO QUE ¿¿¿DE QUÉ HABLAN, NIÑOS??? ¿¿DE QUÉ??        

Seguro que nuestro querido amigo Scott había tenido algo que ver con los asesinatos.

»Por último, leímos que la MEA se había disuelto en los años cincuenta, poco después de la muerte de Scott Longaster…
―… pero es obvio que siguen operando ―interrumpió el chico ―. Y que vosotros no sois leyendas de la guerra. Porque de ser así, ¿quién se tomaría tantas molestias en mantener ocultos a un puñado de adolescentes?

Katrina y Emmet me agradan, me caen muy muy bien son buenos chicos curiosos con un alma de Dios que les va a enfiar fortuna por ser tan buenos como para ayudar a nuestros bebés

―Porque os sacaron de vuestros hogares cuando no eráis mucho más pequeños que nosotros. ―Katrina tenía estilo, porque acababa de dejar a Liam Wollatt sin palabras, por segunda vez―. Y no contentos con ellos, os tienen aquí encerrados.

Siendo honesta, eso me llegó al corazón  

―Nos encierran porque nos ven como una amenaza. Creen que suponemos un peligro, ¿estáis seguros de que os conviene ayudarnos? ―dijo, como si les estuviera echando un desafío.

«Jareth, te daría un puñetazo…», recé en silencio.

―Ven una amenaza que alguien los delate. Y de ser peligrosos, haría rato que estaríamos muertos ―respondió Emmet, muy elocuente.

Liam, que parecía más relajado y menos tenso, se interpuso entre Jareth y Emmet, como si un campo de fuerza no fuese suficiente impedimento.

―En el hipotético caso de que aceptemos vuestras ayuda, ¿cómo podríais ayudarnos dos humanos simplones como vosotros?

«Y a ti no te daría un puñetazo, te arrancaría la lengua de cuajo», recé de nuevo en silencio.

―Yo no llamaría simplones a las personas que pueden ofrecerte refugio cuando escapes.

Alaska tratando de armar el plan de escape de la vida y estos dos tratando de cagarla, sus pensamientos me dieron tanta risa               Jareth y Liam son demasiado irritantes

―Desde luego, no fiarme de ellos.

―Tienes un serio problema con la confianza, tío.

―No soy tu tío ―rebatió.

―Era una expresión, colega.

AJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ OH DIOS Jareth que idiota, que idiota

―Somos un equipo hasta que logremos salir de aquí.

No sabía cómo tomarme sus palabras, pero el sol cada vez estaba más bajo y no teníamos tiempo para hablar de equipos.

―Tengo una jaqueca terrible, la luz la acentúa ―me informó, para explicar la presencia de las gafas.

Por qué Jules estaba tan rara, no era importante, no en ese momento al menos. Teníamos que centrarnos en el plan.

Jules no seas idiota y di lo que te pasa, mija

Se separa de la chica, pero mantiene sus manos bien afirmadas. Ella es preciosa, lleva el pelo pelirrojo agarrado en una ensaimada sobre la cabeza. Viste un vestido de flores de media manga, que se ensancha en su vientre… está embarazada. Veo lágrimas que vuelven vidriosos sus ojos marrones. «Tienes que volver, Liam. Tienes que volver de la guerra», solloza. «Volveré, te lo prometo» responde y le acaricia el vientre, para después besarla a ella con todo el amor que puede contener una persona.

Cuando empezó la narración no me di cuenta de que era porque no recordaba que Alaska tenía retrospección o como sea que se diga y cuando leí que era sobre el pasado de Liam fue como que
Y CUANDO LEÍ EL PASADO DE LIAM FUE COMO QUE
O SEA YO SABÍA QUE HABÍA UNA RAZÓN POR LA CUAL ERA ASÍ PERO PERO YO NO SABÍA ESO Y
me dieron ganas de abrazarlo y prepararle chocolate caliente y cantarle una canción

―Quiero que os quede una cosa bien clara a todos. ―Jareth se adelantó a mí y se posicionó frente a todos. No podía creer que hubiese tomado las riendas de la situación―. No os necesitamos a ninguno de vosotros para escapar. Hemos encontrado la salida, podríamos habernos ido hace unas horas y ninguno de vosotros se habría enterado. Os estamos haciendo un favor al incluiros. Así que antes de replicar, yo escucharía lo que Alaska tiene que deciros.

Jareth poniendo la cosa en puesto, como tiene que ser

―Yo estoy con vosotros ―anunció Marysa, levantándose y caminando a nuestro lado. Me dio un codazo en las costillas y después dijo entre dientes―: No puedo creerme que me hayas dejado fuera de esto.

―No te pongas celosa, tú sigues siendo mi Elizabeth Bennet.

―Más le vale, señor Darcy. ―Los motes nos los había puesto ella, porque era su libro preferido.

NO SABES CUANTO ADORÉ ESO KATE
PORQUE ORGULLO Y PREJUICIO Y DARCY Y LIZZIE Y MARY Y ALASKA Y TU ERES UN AMOR DE PERSONA SABES

Ya sabía que esa era la única objeción que hallarían al plan. No nos habíamos separado desde hacía años, era algo que nos ponía nerviosas a todas. Sin embargo, sabía también que tenía que terminar esto con Liam y con Jareth, aunque fuesen las dos últimas personas con las que quería estar. Además, mi intención era encargarme de Jareth para que Cali se concentrara únicamente en escapar.

Toda la tensión de todos los momentos de antes de poner el plan en acción me tenían con ansiedad :buho: y era como que sé que algo malo va a pasar, algo malo va a pasar :buho:

―¿A lo Rambo, Fears? ―susurró Liam en mi oído cuando los tres llegamos al quinto escalón.

―A lo Rambo, Wollatt ―lo secundé.

estoy comenzando a shippearlos en serio, Kate

La ropa pesaba y los pies se me pegaban constantemente en el barro. Sólo cuando los rayos iluminaban el cielo podía guiarme un poco. El resto del tiempo era Liam el que lo hacía, no me había soltado desde que salimos de la mansión y seguía a Jareth tan de cerca como le era posible. Si nos separábamos, podía resultar fatal.

Todo fue tan intenso, tan tenso, tan hermosamente genial porque POR FIN ESTABAN ESCAPANDO Y ERA COMO
QUE NO PASE NADA MALO QUE NO PASE NADA MALO QUE NO PASE NADA MALO QUE NO PASE NADA MALO QUE NO PASE NADA MALO
una y otra y otra y otra vez en mi cabeza es frustrante y hace mal en mi salud

―No os mováis u os vuelo los sesos.

Me quedé asi:


Porque estaban muertos del cansancio y bueno el maldito soldado tenia una pistola y me dio miedo y fue como que ALASKA REACCIONA HAZ QUE UN RAYO LO CALCINE

El rostro del soldado se descompuso en una mueca de terror. El rifle se resbaló entre sus manos. El brazo izquierdo se le había quedado rígido, como si estuviese sufriendo un ataque al corazón. Sin perder el tiempo corrí hacia él para hacerme con el rifle. Fue cuestión de segundos, lo que tardé en parpadear: El soldado se había quedado petrificado, como si Medusa le hubiese echado un vistazo rápido. Me acerqué a él con cautela y una capa de escarcha que lo cubría por todas partes brillaba como polvo a la luz de la luna.

―Qué demonios… ―mencionó Liam llegando a mi lado.

―¿Se ha congelado? ―preguntó Jareth, pasando el dedo por su mejilla preso de la curiosidad.

No sabes lo eMOCIONADA QUE ME PUSE CUANDO LEÍ ESO Y ENTENDÍ QUIÉN ERA

―¿Quién narices eres? ―no sé cuál de los dos chicos a mi espalda lo preguntó.

Le puse el seguro al rifle y lo tiré a mi lado.

―Hola, Alaska ―me saludó, con una sonrisa de afecto. Bajando las manos.

―¡Dael!

PORQUE FUE TAN BESHO ESE MOMENTO DE REENCUENTRO ENTRE LOS DOS, KATE, MUY HERMOSO
amé tu capitulo demasiado, no sé si te haya quedado claro, pero por si las moscas de verdad lo ame mucho muchote
DIOS LO AME TANTO

Marysa Bekker & Dael Van Houter || Torstein.

Sentía muchas cosas en esos momentos:
1) Rabia porque Alaska nos había dejado a Cali y a mí fuera del plan. ¿Y la confianza, donde estaba?
2) Más rabia porque Jareth era un cerdo hipócrita.
3) Tal vez…un poco de celos. Solo tal vez.
4) Frustración por las mismas razones.
5) Ansiedad. Mucha. (Tuve que tomar café tres veces).

Sin embargo, la emoción que más resaltaba entre todas y la cual me hacía olvidarme de la rabia momentáneamente, era la esperanza. Aquella chispa que me había mantenido a flote, pero controlada, ahora parecía llenarme por completo y amenazaba con explotar. El plan resultaba demasiado genial, perfecto. Si algo fallaba, lo haría después de que estuviéramos fuera de la barrera de la Base. Lo cual no era muy probable.

Si no estuviera enojada, probablemente iría a abrazar a Liam y a Jareth.

Otra cosa que realmente no me gustó fue el hecho de que Alaska saldría con ellos de la Base —nuestra querida prisión. No quise decirlo pero toda la noche estuve pensando en casos hipotéticos en el que algo pasaba con ellos y no llegaban a tiempo y cosas así. No me gustaba la separación para nada. No obstante, la decisión estaba tomada. A decir verdad, no creo que todas hayamos dormido mucho. No sabíamos si sería nuestra última vez juntas.

Pero a la mierda con todo. Ya habíamos sobrevivido experimentos humanos, guerras y demás infiernos que la vida nos ha dado. Podríamos escapar.


Decir que el día siguiente fue la tortura más grande de mi vida no sería exagerar. La ansiedad me desequilibraba. Tenía que pelear con el deseo de tomar café para calmarme y con las ganas de pasear de un lado a otro en una misma habitación. Después de la cena —porque tenía que comer, ¿quién sabe cuándo volvería a hacerlo? — subí a mi habitación y preparé todo. Eso consistió en vestirme con unas mallas deportivas, botas, camiseta de una banda de rock clásica y mi abrigo preferido. En el bolsillo del abrigo coloqué las bolas de felpa. Mi cabello estaba debajo de un gorro de lana azul marino. Y la única pertenencia que conservaba de mi época con las monjas era un brazalete con un crucifijo de plata. Lo saqué del gabinete y lo coloqué en mi mano izquierda.

En lo adelante, me concentré en no dejarme abrumar por los pensamientos de qué puede pasar y me quedé quieta, esperando la hora de actuar. Cuando faltaban pocos minutos para que la tormenta comenzara con lo suyo —o más bien, Alaska— decidí bajar a la cocina. Contemplé el hecho de tomar una última taza de café pero obligué a mi mente a concentrarse. En la taza preferida de Rita, coloqué una pequeña nota. La misma decía un simple ‘Gracias’, por parte de todos, a forma de despedida. Realmente esperaba que ella pudiese salir de aquí e irse a vivir su vida tranquilamente en Suiza o alguno de esos lugares rupestres y alejados de la cuidad.


Me encontraba corriendo junto con Cali en la dirección en que habíamos salido, para distraer a los soldados. La atmósfera era demasiado silenciosa, a pesar de que la tormenta apagaba todo silencio. Mi corazón palpitaba a tal volumen y con tanta velocidad que creía que me estaba volviendo loca. Pero eso solo era la adrenalina, resurgiendo después de tanto tiempo.

Solo espero que todo salga bien…

Correr bajo la lluvia era sumamente irritante, pegajoso, difícil y no podía pensar en más cualidades negativas porque tenía que concentrarme en respirar bien y en coordinar donde pisaba para no caerme en el lodo. Cali y yo pensábamos ir de manera curva, hacia la izquierda, hasta traspasar el campo de fuerza. Al hacerlo, la lluvia descendió un poco, lo cual fue totalmente aliviador. De todos modos, teníamos que seguir aguantando las ramas de los árboles con las cuales chocábamos constantemente.

Muy pronto, o eso pareció, comenzamos a escuchar un grupo de soldados correr en nuestra dirección. Tal vez éramos muy lentas o ellos notaron todo demasiado rápido o estaban haciendo guardia por el perímetro que nos tocó a Cali y a mí. Fuese lo que fuese, no paramos de correr.

La adrenalina corría por mis venas o tal vez era el terror. O ambas cosas, peligrosa e intensamente mezcladas. Tenía tantas ganas de morderme los labios, pero no me atrevía por los cortes cuyas cicatrices aún estaban algo recientes. Lo único que tenía claro era que no dejaría que me apresaran de nuevo. Sin importar lo que tuviese que pasar —preferiría morir antes de dejar que la tomaran como prisionera y rata de laboratorio de nuevo. Así que por eso mismo, hice lo que hice a continuación.

—Muy bien, escúchame —me detuve detrás de un árbol bien grande— Tenemos que detenerlos o van a atraparnos. Porque siendo honesta, están más físicamente preparados para esta clase de cosas que nosotras.
—¿Y qué propones?
—¿Cómo que qué? Pues usar nuestros poderes —rodé los ojos— ¿La lluvia te está afectando?
—No me gusta cuando te pones de respondona —se cruzó de brazos.
—Yo nací respondona —medio sonreí, todavía era incómodo manejarme con las cicatrices.

Con una mirada que significó un pacto silencioso, nos separamos y nos colocamos cada una detrás de un árbol, a unos metros de distancia. Saqué las bolas de felpa de mis bolsillos y ubicando con la mirada las rocas más grandes que podía encontrar, comencé a cargarlas de energía, transformándolas en misiles y bombas diminutas. Gracias a las orejas de lince, podía escuchar cómo se acercaban a paso rápido por el frente y más despacio por los lados.

—A tu derecha, Cali, vienen como 4; igual que a mi izquierda; y delante hay un grupo de 5 más, que van a llegar primero —susurré esperando que me escuchara.

De reojo vi como asintió en silencio. Así que me concentré en mis misiles. La verdad es que no quería matar a nadie —bueno, tal vez a Longaster y a los soldados que veía a diario—, pero a nadie más. Lo hacía porque si no peleábamos, de seguro íbamos a morir. Y no pensaba dejarme matar tan fácil. Por lo que, cuando estuvieron a unos cuatro metros de distancia de nosotras, canalicé toda la ira acumulada por décadas y décadas y la masacre comenzó.

Mis rocas explotaron al mismo tiempo que Cali lanzó fuego de sus manos tan ferozmente que me recordó a la erupción de un volcán. El silencio del bosque fue interrumpido por los gritos y gemidos de los hombres mientras trataban de evitar lo inevitable. Tal vez si podíamos con ellos.

Pero claro, algo siempre tiene que pasar. Los disparos de los grupos que venían a nuestros lados resonaron por encima de los gritos y juré que alguno me pasó junto a la cara. Esperaba que Cali no resultara con alguna herida de bala, no sabía si ella podía ver igual de bien que yo en la noche. De reojo vi más fuego. Nop, ella está totalmente bien.

Yo, en cambio, estaba buscando más rocas a las cuáles convertir en explosivos. Mientras perdía el tiempo haciendo eso, una bala me dio en el brazo. El dolor casi me dejó ciega y me trastabillé, logrando sostenerme gracias a que me apoyé en un árbol. Tan rápido como pude, me concentré en volverme intangible para que la bala siguiera de largo y terminara chocando contra el tronco de árbol detrás de mí. Aunque había evitado toda la herida del disparo, la que sí tenía me estaba dejando el brazo derecho dormido. Las lágrimas bajaron de mis ojos sin siquiera darme cuenta.

—¿¡Mary!?
—¡Estoy viva! —mi voz sonó rota y no sé si fue por el disparo, pero gritar tan alto también me lastimó los labios. Esto es horrible.

Sin tener de otra, tomé una de mis bolas de felpa y la hice estallar contra la cara del idiota que me disparó. Ahora tenía la mitad de mi concentración en eso y la otra en quedarme intangible. Las bolas de felpa no estallaban junto con la explosión, sino que se quedaban igual. No sabía por qué ocurría eso. La única explicación que tenía era que, probablemente, los científicos encargados de mi antigua base también experimentaban con cosas inanimadas.

Ataqué al último hombre y sin mirar cómo caía o a los demás, me recosté del árbol y traté de no concentrarme demasiado en el dolor. Tomando una bocanada de aire, caminé hacia dónde se encontraba Cali, apagando el fuego que ya había calcinado a todos.

—Recuérdame nunca hacerte enojar —le dije con una mueca.

Soltó una risita.

—Nunca te atacaría con —entonces, se fijó en que sujetaba mi brazo— ¡¿Estás herida?!
—Un poco, pero estaré bien y-
—No me mientas, Marysa Bekker —me interrumpió— ¿Eso fue un disparo?
—Casi, pero logré hacer que la bala no penetrara por completo.
—¿Cuánto por ciento es eso? —cuestionó
—¿Cuánto por ciento es qué? —solté aire, tratando de no chillar por el dolor de mi brazo.
—¿Cuánto te hirió? —insistió, enojada. Recordé que nunca querría hacerla enojar.
—Bueno —suspiré— 70%...o más.
—¡Tengo que coserte eso!
—¡Tenemos que seguir corriendo!
—Pero, tú brazo…
—Mira, hazme un vendaje con la manga del abrigo —me lo quité como pude— Y te prometo que desde que encontramos a Emmet y Katrina, entonces me coces.
—¡Pero!
—No tengo la bala dentro, ¿ok? No voy a morir —dije lo más seria que pude, aunque todavía estaba llorando.


Después de que Cali cortara la manga de mi hermoso abrigo para vendar arriba de la herida, para parar el sangrado, continuamos corriendo. Ahora no hablábamos si no era para detenernos y ver si yo escuchaba a alguien siguiéndonos. Nos concentrábamos en seguir avanzando y en tratar de recuperar energía por si éramos atacadas de nuevo. Por mi parte, no quería seguir lidiando con soldados. Estaba irritada, con sueño y me dolía el brazo demasiado. Por otro lado, estaba comenzando a creer que éramos totalmente libres, porque lo peor había pasado y eso fue salir de la Base Primordial.




Había estado releyendo información de una de las Bases de la cual me encontraba relativamente cerca, aunque de todos modos tomaría varias horas llegar. Sin duda, había una especie de campo de fuerza alrededor del lugar —o estaba seguro de que todos los Primordials que había allí, habrían escapado hace mucho. Y me encontraba casi yéndome a la cama cuando logré percibir una anomalía en el ambiente. En el bosque y en diferentes direcciones, había personas —Primordials, corriendo a toda velocidad. No me tomó mucho tiempo darme cuenta de que era el escape. Y al parecer, lo estaban logrando.

Y fue entonces cuando sentí la presencia de aquella Primordial que había estado conmigo por un tiempo en 1945. Con la cual había escapado. Y no dudé en acudir hasta donde estaba.


Gracias a Dios o quien sea que nos estuviera mirando desde el cielo, llegué justo a tiempo hacia donde se encontraba Alaska. En verdad era ella. Me escondí detrás de los árboles hasta que pude detener al soldado que estuvo a punto de atacarlos. Y cuando la vi, con el conocimiento de que habían pasado años pero había cambiado tan poco, no pude evitar sonreír con alegría. No todos los días uno se encontraba con alguien que conocía todos los tormentos por los que has pasado.

—Entonces, ¿se conocen? —cuestionó un chico castaño cuando nos separamos.
—Creo que eso quedó más que obvio, tío —dijo otro de manera sarcástica. Tenía el cabello rizado y mojado.
—¿Por qué están mojados? —Pregunté, confundido— Ah, fuiste tú, ¿no?
—Sip. Chicos, éste es Dael, un amigo —nos presentó— Liam y Jareth.
—¿Fuiste tú quien congeló al hombre? —preguntó Liam.

Asentí.

—Y presiento que él no es el único que va a aparecer, así que, ¿por qué no mejor vamos a mi cabaña? —Ofrecí— Además de que tienen que secarse y explicarme por qué rayos hay como 10 de ustedes corriendo por todo el bosque.
—¿Y tú como sabes eso? —preguntó Liam. Al parecer desconfiaba de mí.

Después de estar encerrados bajo las circunstancias en que lo habíamos estado nosotros, no se volvía a ser el mismo.

—Parte de por qué soy un Primordial —respondí con vaguedad.
—Vámonos ya, ¿quieren? No quiero encontrar más soldados —intervino Alaska.
—Espero que los demás no se topen con ellos —musitó Jareth, mientras avanzaba detrás de mí.

Realmente estaba curioso. Tenía tantas preguntas en mi cabeza acerca de aquella base. ¿Cómo habían conseguido a cada uno de ellos? ¿Desde cuándo? ¿Hacia dónde pensaban ir? Y sobre Alaska, estaba muriendo por saber cómo había sido capturada nuevamente. Luego de haber escapado de aquella manera y de separarnos, cada vez que la recordaba lo hacía con la esperanza de que ella siguiera libre —aunque oculta, pero libre al fin. Y ahora me encontraba con esto.

Así que cuando llegamos y les di toallas para secarse y ropa para cambiarse, preparé un chocolate caliente y me senté a esperar que Alaska explicara todo. Habían pasado décadas sin saber nada de ella.




—¡La voy a matar! —Chillé, sin importar que pudiera escucharnos algún enemigo— ¡Cuando los vea a los tres, los voy a matar! —también estaba segura de que por el dolor del brazo, las cicatrices de mi boca no me molestaban tanto.
—Tienes que calmarte y enfocarte en correr, Mary —trató de tranquilizarme Cali.
—Creo que me conoces lo suficiente —pausa— Para saber que no estaré calmada hasta que lo encuentre a todos y estemos bien lejos de aquí.
—¿Por qué mejor no te concentras en mantener tu fuerza?
—¿Esto? —moví un poco mi brazo— Neh, estoy bien, se sanará.

Sí, estoy delirando.




Me quedé mirando a mi vieja amiga y a los otros dos chicos sin decir nada en un principio. Porque había presenciado momentos demasiado difíciles en celdas construidas para Primordials, en laboratorios donde examinaban nuestras reacciones y demás, pero pensaba que aquellas formas de torturas del ayer no eran implementadas más. Estaba en lo cierto —no eran implementadas. Pero sí implementaban maneras mucho peores. Cuando relató aquel tiempo en el que casi muere congelada, tuve que controlar los impulsos de ir hacia la Base y congelar las entrañas de todos los responsables por torturar de esa forma.
Cuando la atmósfera en la cabaña comenzó a bajar repentinamente y con velocidad, me di cuenta de que estaba dejando salir mi poder de manera involuntaria.

—Oye, Dael, cálmate —trató de tranquilizarme Alaska— Ya pasó —puso una mano en mi antebrazo.

Suspiré y traté de volver a estar en total control, o terminaría congelándoles sin quererlo. Los ojos del chico de rulos, Liam, se dispararon a donde Alaska me tenía agarrado. Los entrecerró y una emoción cruzó por ellos, pero desapareció tan rápido como un parpadeo.

—Entonces, ¿en total son…7? ¿8? ¿Y se van a reunir antes del amanecer? —pregunté luego de que la temperatura regresó a la normalidad.
—Sí. Si no llegamos a tiempo, nos dejan atrás —explicó Jareth con una mueca.
—Solo espero que todos puedan llegar…—murmuró Alaska, con preocupación.

Un silencio se hizo en la habitación hasta que aplaudí una vez, llamando la atención de todos.

—Pues bien, ¿nos vamos? —cuestioné— Si tienen que estar ahí antes de que el sol salga, es mejor avanzar ahora, ¿no?

Avancé hacia la puerta, la abrí e indiqué hacia afuera con un movimiento de mi brazo izquierdo. Jareth salió primero, el cual se había mantenido bastante callado y con la mirada perdida. Suponía que alguien en otro grupo lo estaba preocupando. Luego Alaska, a la cual sonreí. De verdad me alegraba verla de nuevo. Ella me sonrió de vuelta; sin embargo, me di cuenta de la preocupación que inundaba su mente. Y por último Liam, el cual me dedicó una mirada cargada de suspicacia.

—No confío en ti.
—Me sorprendería que lo hicieras —respondí con calma— Pero si no mal recuerdo, los salvé allá afuera, así que puedes concluir en que no soy una amenaza —enarqué una ceja, retándolo a decir lo contrario.

No me respondió y terminó de salir del lugar. Cerré y coloqué todos los seguros, para después comenzar a andar detrás de Jareth y Liam, los cuales se adelantaron en el camino.




Cuando llegamos al punto de las Coordenadas, en un principio no vimos a nadie. Así que me asusté y estaba a punto de chillar que nos habíamos perdido y que estábamos muertas. Pero luego, mis orejas captaron unos sonidos y de inmediato olfateé a dos personas a unos metros de nosotras.

—¿Katrina y Emmet? —pregunté en dirección hacia donde estaban.

Hubo una pausa brusca en sus movimientos. ¿Por qué rayos no salían? ¿Qué no era obvio que éramos fugitivas?

—No los vamos a morder, ¿saben? —ironicé irritada. Culpé al dolor que estaba volviéndome loca— Ugh, lo siento. Es que ha sido una noche difícil. Salgan o le diré a Cali que arme una fogata.
—No armaré una fogata, ¿estás demente? —Me reprochó la pelinegra— Los soldados pueden darse cuenta de donde estamos.

Continuó con su sermón mientras yo revisaba el perímetro. El lugar estaba desierto de humanos a excepción de nosotros. Aquello me decepcionó un poco, pero no me puse a pensar en lo malo y me concentré en que aún era temprano. Entonces Cali y yo no éramos tan lentas como pensé. O tal vez, los otros se habían topado con soldados como nosotros y estaban en lo mismo que Cali y yo no se hace cuanto tiempo. ¿Horas, quizá?

Sí, tenía que tranquilizarme. Cosa que no sucedería hasta que confirmara que estábamos en el lugar correcto.

Y cuando estuve a punto de gritar de nuevo —en serio el dolor estaba causando cosas raras conmigo—, dos figuras aparecieron. Traían una linterna encendida que apuntaron hacia nosotras.

—¡Oigan! Me van a dejar ciega, ¿están locos?
—¿Quiénes son? —preguntó un chico, suponía que Emmet.
—Calíope y ella es Marysa. Por poco creía que estábamos en el lugar equivocado —suspiró la chica.
—¿Y cómo saben que no somos enemigos? —preguntó una chica, la que tenía la linterna, que suponía que era Katrina.
—No huelen como ellos —solté, sin importarme si entendían o no. Quería tirarme en el suelo y no correr más por mucho, mucho tiempo— Además, ya nos habrían atacado. ¿Podrías dejar esa linterna, por favor? Estás matándome.
—Ups —se disculpó y apuntó hacia el suelo, iluminando las piernas de los cuatro— ¿No saben de los demás?
—No, salimos en grupos de dos o tres —explicó Cali— En serio les agradecemos por esto, chicos. Aunque puede que...

El cansancio estaba golpeándome cada vez más. Mi vista estaba tornándose borrosa y no entendía de qué rayos hablaban Cali y los otros dos. También estaba presintiendo que el brazo no era lo único que tenía lastimado. De pronto, dos personas aparecieron en nuestro campo de visión, corriendo como maníacos. Kayden y Colette se detuvieron cuando vieron que éramos nosotros. ¿Cómo no los había escuchado llegar? Estaba más mal de lo que pensé. ¿Y dónde estaba Jules?

De repente, un mareo fuerte me azotó y sentí el suelo tambalearse. ¿O la que se tambaleó fui yo? Alguien detuvo mi caída y me sentó en el suelo.

—¿Qué sucedió? —escuché a Kayden preguntar.
—Dime que tienen un botiquín de primeros auxilios, por favor —pidió Cali con voz entrecortada.

Sabía que estaba quedando inconsciente pero eso no detuvo el terror de apoderarse de mis emociones. Estaba al tanto de que Cali iba a cocerme cuando llegáramos hasta donde Emmet y Katrina. Pero la fobia a las ajugas seguía en mi organismo.

—Cali…no, no me toques con eso —murmuré mientras la veía sacar una aguja de esas raras y curvas que son para cocer piel.
—Tengo que cocerte la herida, Mary, o se te va a infectar.

Muchas veces he pensado que es como la mamá de todos. Era irritante y reconfortante.

—No, no, por favor —comencé a rogarle. Los recuerdos comenzaron a aparecer en mi cabeza— Odio las agujas. Odio las agujas.
—Creo que necesitaré su ayuda, chicos —le dijo a no sé quién, mirando por encima de mí.

Se acercó a mí para remover el vendaje provisional pero no la dejé. Sabía que tenía que cocerme pero simplemente el miedo no me dejaba pensar racionalmente. Quería levantarme y moverme lejos de allí pero estaba demasiado cansada y mareada como para intentarlo siquiera. Así que me quedaba forcejear desde donde me encontraba sentada. Sin embargo, cuando comencé a removerme y a llorar, sentí algo duro golpearme en la nuca y después todo fue negro.




—¿Y qué tal si se fueron? ¿Qué haremos entonces? —preguntó Jareth, el cual parecía estar colmando la paciencia de Alaska y Liam.
—Creo que conoces a Marysa tan bien como yo, y esa loca no se va a mover de ahí hasta que Alaska no llegue —Liam rodó los ojos.

Alaska lo fulminó con la mirada y él le sonrió con diversión.

—Cali tampoco nos dejaría. Lo sabes —agregó la chica.
—Sí, pero…
—Shh —solté de repente— ¿Escuchan eso?

Habíamos corrido, trotado y finalmente caminado hasta llegar al lugar correcto. El cielo ya estaba comenzando a clarecer, dando los primeros indicios del amanecer. La buena suerte era que no parecía haber soldados en el perímetro —estábamos bastante alejados de la Base. La verdad es que no sabía cómo estábamos aguantando tanto tiempo sin dormir. Más ellos que yo, que se encontraban en un estado más agotado, mental y físicamente.

—Son personas hablando. ¿Son los demás? —preguntó Alaska, mirándome.

Asentí y sin decir una palabra, nos acercamos al punto correspondiente. Ahora quien guiaba era yo, ya que podía avanzar hasta el lugar exacto en donde se encontraba el grupo. Al llegar, lo primero que vimos fue a una chica discutiendo a todo dar con un chico moreno.

—¡¿Cómo pudiste noquearme?! —chilló— ¿Estás demente, la lluvia de anoche te inundó el cerebro? —Movía el brazo izquierdo de un lado a otro— ¿Y si hubiese pasado algo? ¿Si los militares hubiesen venido?
—Pero no pasó —contestó el chico, rodando los ojos.

Al parecer ninguno se daba cuenta de nuestra presencia. Alaska iba a decir algo, pero Liam la interrumpió, mirando con diversión la escena.

—¿Podrían dejar de discutir? —los interrumpió un muchacho, suponía que Emmet— Ya está amaneciendo, debemos irnos.
—Estás demente si te crees que me voy a mover de aquí sin los demás —el tono y la expresión facial de la chica dieron un giro de 360 grados, llenándose de frialdad y peligro. Fruncí el ceño al notar marcas en las comisuras de sus labios, por encima y debajo de los mismos. Eran… ¿cicatrices?
—Pero lo que se acordó fue-
—En serio, no me hagan hablarles mal, chicos.
—Mary —interrumpió otra chica, de cabello negro. Estaba mirando hacia nuestra dirección con un alivio notable ante los tres a mi derecha y con confusión y recelo hacia mí.
—¿Qué pasa, Cali? Porque de verdad no estoy de humor. Que te disparen y que luego te noqueen para cocerte no es algo que-
—¡¿Te dispararon?! —Alaska chilló y corrió hacia la muchacha.

Noté el vendaje en su brazo derecho. La pelimarrón se giró y sus ojos se abrieron al tope cuando vio a Alaska corriendo hacia ella. Sin embargo, sus ojos me encontraron de inmediato, alerta.

—¿Quién rayos eres tú? —en lo que preguntaba aquello, atrajo una bola de felpa a su mano izquierda, poniéndose en posición de ataque.

¿Me iba a atacar con una bola de felpa? ¿Qué diablos? Subí ambos brazos al aire, para demostrar que no era alguien enemigo ni mucho menos.

—Es aliado —Alaska se detuvo— Y un viejo amigo. Se llama Dael.

Parpadeó.

—Oh. Okay —colocó la bola en el bolsillo de su abrigo roto.
—Okey, ahora que eso está aclarado…—miró a Alaska fulminante— ¡¿Cómo rayos pudiste dejarnos a mí y a Cali, e irte con aquellos dos?! —todos nos sorprendimos con su exclamación— No dije nada porque, okey, no había tiempo para reprocharte e insultarte en 10 idiomas porque ya teníamos que ponernos en acción pero, ¿¡en serio!? ¿Desde cuándo Liam y tú son tan buen equipo? ¿Se volvieron amigos del alma y no lo noté? Porque no creas que no me di cuenta de cómo te guiñó el ojo y… ¿Dónde está Jareth? —Lo buscó con la mirada— Tengo que insultarlo también. ¿Cómo viene ese hijo de puta a decirme que…? —comenzó a murmurar un montón de cosas en contra del castaño.
—¿Cómo que te dispararon? ¿Estás bien?
—Sí, gracias por ignorar todo lo que acabo de decirte —rodó los ojos— Estoy bien, me cocieron en contra de mi voluntad.
—¿Y ustedes? —preguntó la otra chica, la que llamaron Cali.
—Bien, estamos bien. ¿Dónde está Jules? —preguntó Liam, tensándose de repente.

Marysa y Calíope miraron a los otros dos Primordials, cuyos nombres todavía no me sabía.

—Eh… —dudó el moreno— Nos dijo que nos adelantáramos y que… ¿nos alcanzaría?
—¿Se quedó atrás? —bramó el chico.
—Sí, oye, ella nos dijo que podía cuidarse sola —replicó la otra chica, frunciéndole el ceño a un muy enojado Liam.
—Si serán idiotas —siseó él— Iré a buscarla.
—¡No! Espera, tenemos que llevarlos a la cabaña —interrumpió quien supuse que era Katrina— ¿Cómo vas a llegar si…?
—Iré con él —la interrumpió un muchacho y a juzgar por su parentesco, era su hermano— Debido al cambio de planes, yo me voy con Liam para guiarlos a él y a Jules a la cabaña. Tú adelántate y ve con el resto.

La chica parecía que iba a discutir con su hermano; sin embargo, éste la silencio con una mirada. Le besó la frente y se fue detrás de un muy impaciente Liam. Y bastante enojado. Mientras se alejaban corriendo, un silbido de parte de Marysa interrumpió el silencio.

—Vaya, quien iba a pensarlo —comentó— Liam tiene corazón.
—Bueno, ¿nos vamos ya? —preguntó la chica que había discutido con Liam sobre ‘Jules’.
—La paciencia es una virtud, querida Colette —Marysa le palmeó un hombro, ganándose una mirada asesina de Colette— Te vas a quedar así de por vida de tanto que frunces el ceño, ¿sabes?

Cali y Alaska soltaron un par de risas y sacudieron la cabeza. Katrina aplaudió para llamar su atención, o bien, la de todos.

—Nos vamos. Ya llevamos demasiado tiempo aquí —ordenó mientras se movía hacia los árboles— Y me han hecho quedarme despierta toda la noche.

Comenzamos a caminar detrás de la chica. Al principio en silencio, pues el cansancio de la noche anterior comenzaba a golpear a todos. Se notaba en las miradas perdidas de Calíope y Jareth; en cómo Alaska luchaba por no tirarse a dormir en el suelo y en los bostezos que soltaba Marysa de vez en cuando. Luego de más de quince minutos (o eso creía), sin hacer ningún ruido, la mencionada se acercó a Alaska, que se encontraba a mi izquierda y comenzó a hablarle.

—¿Todavía te quedan más sermones por darme? —preguntó ella.
—¡Pues claro! —exclamó— No he terminado contigo, Alaska, ¿sabes lo preocupada que estaba? —le reprochó y noté como su voz se cortó al final. Aquella chica me parecía demasiado…ingenua para ser una de nosotros— Si vuelves a proponer algo así, me voy a amarrar a ti y vas a tener que matarme para que me despegue después de que me pudra —y con una imaginación demasiado rara.

TU COMENTARIO KATE GRACIAS lo leí y lo volví a leer y DIOS QUE BELLA, GRACIAS, EN SERIO

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ya quiero que llegue la próxima ronda