Lista de Reproducción|Michael Clifford|

Uno.

— Podríamos empezar con un ritmo suave— comenté caminando por la cabina de grabación — Un compás simple, un solo ritmo y después variar el tempo... Algo así. — hablé sentándome en frente de la batería y sacando el par de baquetas con el sostenía mi larga melena negra y empezando a tocar un ritmo suave y llevándolo periódicamente a algo más rápido y pesado.

— Suena bien y quedará de maravillas si hacemos la armonía en do-si-do como había propuesto Zafian. — dijo un chico rubio de ojos cafés que llevaba un bajo, Daniel, sonreí.

—  Seeeh...— murmuré, levantándome de la batería y volviendo a recoger mi cabello con las baquetas, me acerqué al micrófono frente a esta. —Probémoslo todo junto. — dije mirando a mis compañeros de banda. Estos asintieron y tomaron sus puestos, Daniel acomodó su bajo, un castaño de cabello ondulado y ojos hazel se sentó en la batería, ese era Jason. Zafian, un castaño de ojos azules con los brazos tatuados tomó su guitarra del pedestal en el que estaba y se ubicó al lado de la única chica que había aparte de mí, una preciosa pelirroja, de tez clara y ojos marrones, Alejandra, la otra guitarrista.

— 1,2...1,2,3,4 — conté y la melodía de todos los instrumentos juntos en perfecta armonía logró sacarme una sonrisa, se escuchaba bien. — I always be a diffe... — me interrumpí en el momento en el que mi mirada fue al frente, hacia la ventada que dejaba ver hacía los controles encontrándome  con un chico de cabellos rojos teñidos con el ceño fruncido. Y algo dentro de mí se removió, esto no podía ser bueno — Michael. — murmuré frunciendo mi ceño al ver a Christopher, un hombre de cabellos oscuros, vestido de traje, que era nada más y nada menos que mi manager,  entrar a la sala y reprenderlo. ¡Mierda!, en definitiva esto no iba bien.

— ¡Oh, vamos Cat! —  bufó Ale. —  Tenemos que ensayar. —  se quejó, la miré por una milésima de segundo, tratando de despejar mi cabeza de la discusión que parecía estarse desarrollando en la sala de control, y concentrarme en la canción que estábamos tratando de montar.

—  Sí, solo... otra vez. —  dije y esperé a que la melodía volviese a hacerse presente, sacudí todos los malos pensamientos de mi cabeza y puse mi cerebro en funcionamiento para poder recordar la letra de la canción, mi entrada se acercaba y cuando me acerqué al micrófono para cantar nuevamente, cometí el error de volver a mirar al frente, ahora todo era peor. Ya no eran sólo Michael y Christopher los que estaban discutiendo, no. Ahora estaban con ellos Harry y la puta de su publicista, Katherine. Me quedé en blanco y estoy segura de que estaba pálida pues Zafian me dijo:

— Algo me dice que estás en problemas. — murmuró, fruncí mis labios, mordiendo el lado interno de mi mejilla, ahogando las enormes ganas de querer gritar y me limité a asentir con la cabeza.

— Espérenme aquí, iré a ver qué pasa. — murmuré y sin siquiera esperar su respuesta de afirmación, me encontraba saliendo de la cabina insonora y adentrándome en la boca del lobo.

— ¡¿Cuándo ocurrió todo esto Michael?! Tú eras muy consciente del contrato, ¿cómo es que fueron tan inmaduros y descuidados? — escuché gritar a Chris, notoriamente furioso. Michael parecía fastidiado, es más estaba segura que esto lo estaba hartando, su ceño fruncido y sus puños apretados lo denotaban. Sentí los nervios crecer en mi.

— ¿Qué sucede? — pregunté lo suficientemente alto para hacerme notar por encima de los gritos de todos.

— Hola Catia. — sonrió el rizado de ojos verdes que estaba recostado a la pared esperando a que todo se solucionara. Algunas veces admiraba y envidiaba la serenidad de Harry, le di una media sonrisa.

— ¿Qué "qué sucede"? — bufó el hombre de unos cuarenta y tanto años. — ¡¿Qué "que sucede"?! — gritó completamente ofuscado, fruncí mi ceño, yo era una persona pacífica, y si había algo que detestara con todo mi corazón era que me gritaran, me sacaba de quicio. — ¡Esto sucede! – dijo él haciendo señas a nuestro alrededor -  ¿Me puedes explicar cómo mierda y en qué puto momento sucedió todo esto? — exclamó tirando hacia mí la que parecía ser una edición reciente de alguna revista de farándula. Le di un vistazo.

"Catalina Uzcátegui, vocalista de la banda del momento MOW fue pillada en una potencial situación romántica con, nada más y nada menos, que un chico que no es su novio, (el afamado cantante y miembro de la boy-band preferida, Harry Styles). Sino con uno de los miembros de una banda que está causando estragos en el mundo de la música y que no conforme con eso es íntimo amigo del Direction, éste es el guitarrista de 5 Seconds of Summer, Michael Clifford."

Algo parecido a una mueca se formó mi rostro, y tratando de mantener la calma y la compostura, me encogí de hombros y levanté mi mirada hacía ellos.

— ¿Qué tiene esto de nuevo?— bufé — No será la primera vez que me ponen de perra. Ni mucho menos será la primera vez que me involucran con Michael— rodé los ojos. — Un chisme más, un chisme menos… ¿acaso ya no puedes hacer tu trabajo? — repliqué un poco más grosera de lo que pretendía, haciendo una seña con la cabeza hacía la publicista que tan inútilmente me fulminaba con la mirada.

— No es tan fácil niña, tú tienes un contrato y esto lo viola olímpicamente. — Christopher podría sufrir un paro cardiaco en cualquier momento si seguía así. — ¿Qué tienes que decir respecto a eso? — me retó, a estas alturas él debería saber que nada bueno puede salir cuando me retan.

— No mucho a decir verdad. No es una gran novedad, y a ciencia cierta no tengo por qué darle explicaciones a nadie por mis acciones, no soy nada de Harry, y él no es nada mío…. Bueno amigos, pero más nada. — respondí perspicaz, de la manera más desinteresada que pude. Y aunque parecía tranquila por fuera, en mi interior los nervios me carcomían por cómo iba a resultar todo.

— Serás insolente y majadera, niñita ingrata. Esto n— lo corté antes de que pudiera seguir, cegada por la cólera de su reprimenda.

— ¡Vete a la mierda, Chris! — chillé. — No tienes derecho a llamarme ingrata, en ningún momento y tampoco tengas la doble moral de venir a reprenderme. — le reproché. — Tú me engañaste, yo no sabía nada de este puto contrato, de esta clausula, cuando firmé contigo.  Y cuando me enteré jamás, escúchame bien, yo JAMÁS estuve de acuerdo con toda esta porquería, así que ahora que todo esto ha explotado, pues ¡de las mil maravillas!, invéntense algo que no haga quedar bien a mí y a Harry, una ruptura en buenos términos, y así todo el mundo es feliz. Él se queda tranquilo e la vida con Allie y yo con Michael sin tantos problemas. — podía sentir mi cara hervir y sabía que estaba roja como un tomate de la arrechera que sentía en ese momento. 
 
— Ojalá fuera tan fácil. — suspiró Harry pasando un brazo por encima de mis hombros de manera penosa. — La cosa es, mi querida Catia, que nos guste o no a ambos nos hicieron firmar un contrato y ese contrato nos obliga a entablar una "relación" por un año y ese año no termina sino hasta dentro de unos cuatro meses. — resopló mientras fulminaba con la mirada a su publicista, rodé los ojos. — Y aunque eres una chica maravillosa...— lo interrumpí, odiaba cuando me trataba así.

— Y me estás tratando como estúpida. — gruñí empujándolo lejos de mí, y acercándome instintivamente hacía Michael. — Al grano Styles. — rezongué de mala gana, y él me miró serio, encogiéndose de hombros completamente.

— Bien, el contrato no vence sino hasta dentro de cuatro meses. — repitió — Y hasta que esa fecha no llegue lamento informarte que estamos encadenados el uno al otro y lo que tú hagas afecta mi imagen que ya está lo suficientemente manchada, así como lo que yo haga afecta la tuya. — finalizó y no pude evitar sentir esa opresión en mi pecho y ese nudo que se empezaba a formar en mi garganta, me sentía amenazada y al mismo tiempo demasiado vulnerable, le di una mirada de reojo a Michael, él estaba demasiado callado para mi gusto, y pude notar como su mirada no se separaba del piso.

— ¿Es una amenaza? — inquirí desafiante mientras le sostenía la mirada, me acerqué un par de pasos a él, pero fui retenida por una mano que se cerró sobre la mía, halándome hacia atrás, sabía de quien se trataba, su tacto aún después de tanto seguía causándome el mismo escalofrió.

— Es una advertencia niña — la representante de Modets! se pronunció por primera vez en todo el rato que habían estado ahí. — Harry y tú tienen un contrato y tienen que cumplirlo y como al parecer ambos han violado las normas establecidas en este, tenemos todo el derecho de demandarlos si se nos antoja. — aseguró, apreté los dientes, tensándome por completo, pero no me permití demostrar cuanto miedo aquello me causaba.
— ¡Bien pues demándenme! — exclamé ofuscada por el embrollo en el que estaba metida, mi cerebro no procesaba muy bien las cosas y el simple hecho de que la idea de tener que dejar a Michael está rondando mi cabeza me hace querer salir de ahí y esconderme en algún lugar donde nunca nadie pueda encontrarme.

— Kitty... — Michael me llamó en un susurro, halándome del brazo para poder abrazarme por atrás, podía sentir su respiración relajada golpear mi cabello, él era mucho más alto que yo. Él estaba tratando de contenerme y que no sacara toda mi mierda en estos momentos.

— Fuiste descuidada e inmadura y esto podría costarte la carrera, niñita. — escupió Chris, me enfurecía por sobre manera el apelativo de “niñita”, era tan despectivo que me hacía hervir la sangre en menos de un nanosegundo. Michael me apretó un poco más contra él, tratando de tranquilizarme. Creo que él sabía que estaba a nada de estallar. — Lo que haremos será lo siguiente. — puntualizó mi manager. — A partir de hoy te queda completamente prohibido el contacto de cualquier tipo con Michael y… — ¿Me estaba jodiendo?, ¡Tenía que estarme jodiendo como para pedir semejante estupidez!

— No. — eso ni siquiera era una opción, no iba a dejar de hablar con Michael, no iba a alejarme de él solo porque a ellos se les diera a regaladicima gana de que lo hiciera… simplemente no.

— ¿No? — preguntó sorprendido y fastidiado. Asentí casi tratándolo de estúpido, su cara de incredulidad era épica y en cualquier otro momento me hubiese burlado, pero ahorita… Yo no iba ceder.

— Sí. No, no pienso hacer eso ni aunque mi carrera dependa de ello. — gruñí y podía sentir mi cara arder, mi mirada era impasible y por más de que Michael estaba tratando de tranquilizarme, las cosas se estaban saliendo de control. — ¡No es justo, jamás estuve de acuerdo con esto y Harry tampoco! — mis palabras se atropellaron, y podía sentir las lágrimas se acumulaban en mis ojos, pero me rehusaba a llorar en frente de ellos. — Yo no soy feliz con esto, Michael no es feliz con esto, Harry no es feliz tampoco, entonces aprovechemos esto y ¡qué se vaya todo a la mierda! — grité completamente exasperada, separándome del agarre de Michael, ya era muy tarde para intentar retenerme. — No pienso mentir otra vez, ni seguir con su estúpido juego y si por eso van a demandarme, pues ¡perfecto!, ¡demándenme si les da la reputísima gana! — exclamé mandándolos a todos a freír espárragos, podría sentir el nudo en mi garganta crecer y las lágrimas eran más que obvias en mis ojos, y sabía que no iba a poder contenerme así que salí corriendo de ahí.


—Esa niña... — Chris se encaminó a la puerta para ir en busca de Catalina, lo detuve, lo tomé del brazo y lo hice girarse hacía mí, su mirada fue de todo menos algo bueno, me importó exactamente lo mismo.

— Déjenme ir. — pedí, tratando de sonar sereno. — Hablaré con ella, trataré de que regrese. — dije, no porque realmente estuviese de acuerdo con toda esta mierda, sino porque sabía que ella no iba a querer escuchar a nadie más. Christopher me miró, midiéndome, me mantuve neutro.

— Michael tiene razón. — concordó Harry, mirándome mientras asentía con la cabeza. — No te conviene el hecho de que ella desaparezca, él puede tranquilizarla y hacerla entrar en razón. — me apoyó, Chris lo vio son los ojos como dos rendijas, con la mandíbula tensa, obviamente no estaba seguro de nada de esto.

— No quiero más escándalos — me señaló, se zafó de mi agarré y me hizo un ademán con la cabeza para que fuese en busca de mi pequeña morena. Y yo sabía exactamente donde ella iba a estar.




  Corrí por los largos y solitarios pasillos de estudio hasta que logré salir del edificio y tan pronto como puse un pie fuera de este una nube de luces blancas me cegó por completo. Los paparazis habían formado un gran círculo a mi alrededor y no dejaban de hacer preguntas con dobles intenciones, ellos siempre buscaban información que pudiesen tergiversar a su beneficio. Fruncí mi ceño y con cabeza gacha empecé hacerme espacio entre ellos, buscando casi de manera desesperada llegar a la calle y tomar uno de los taxis que ahí esperaban, antes de cometiera la estupidez de golpear a alguien.

 Aquel café al que entré, escondido al final de un callejón era, probablemente, mi lugar favorito en toda la ciudad, pues era un lugar tranquilo y pequeño, bastante acogedor y con un estilo mitad gótico mitad bohemio que me inspiraba seguridad, muy pocas personas venían quizá porque era un lugar muy pequeño o quizá porque estaba escondido en un horrible callejón el cual la gente evitaba, como quiera que sea yo adoraba este lugar y una vez ahí me senté en mi habitual mesa, esa que quedaba al lado de un ventanal que daba hacia la parte de atrás del local donde había un precioso jardín a medio morir a medio vivir. Afinqué mis codos sobre el cristal de la mesa y dejé caer mi cabeza entre mis manos, sintiendo de pronto como si todo me diese vueltas, se me dificultaba la respiración y cada vez eran más fuertes las ganas de querer romper a llorar. La simple idea de dejar a Michael era tan devastadora que no podía siquiera imaginármelo sin querer ahogarme en llanto. No sé exactamente cuánto tiempo estuve divagando sin pensar en nada en concreto, el dolor de cabeza se hacía únicamente más y más fuerte, pero en un momento determinado la silla delante de mí fue halada hacia atrás, y yo sabía quién era la única persona que podía llegar a encontrarme ahí.

— Tenemos que hablar. — susurró, y eso no podía traer nada bueno. Podía sentir la tención en el ambiente.

— Usualmente es la chica la que suele decir eso. — quise aligerar el aire con un chiste malo, muy característicos de mi, los oí reír entre dientes y pude percibir como se encogió de hombros. Suspiré, yo sabía de que quería hablar…—, No hay nada de qué hablar Michael. No pienso hacer lo que ellos me dicen. — la convicción en mis palabras eran un indicio de que no pensaba cambiar de opinión sin importar lo que él dijese. Él suspiró.

— Kitty, entiende que ellos... — empezó él, tratando de razonar conmigo, pero lo interrumpí, tozuda e impulsiva como yo era, él debería saber que no es fácil hacerme cambiar de opinión.

— No me interesa Michael, he dicho que no. Y no me vas a hacer cambiar de opinión. — gruñí, él bufó, obviamente fastidiado por mi terquedad, soltó mis manos y frunció su ceño, bastante molesto.

— Bien pues entonces soy yo quien no puede seguir con esto. — bufó él, y le dediqué una mirada de reproche. El realmente no estaba haciendo esto… ¿o sí?

— ¿Qué me estás queriendo decir? — siseé sintiendo un amargo sabor en mi boca, tenía un mal presentimiento. Michael me miró y trato de mantener su expresión seria a pesar de que en sus ojos podía ver rastros de arrepentimiento y tristeza, como si lo que fuese a decir le costase la vida.

— Qué yo no quiero seguir con todo esto. —gruñó y se cruzó de brazos sobre el pecho, apartando sus ojos de los verdes de los míos hazel. — Sinceramente estoy cansado de toda esta porquería. Quiero una novia real, una con la que pueda salir a cualquier lado, besar en cualquier momento y tomarla de la mano por la calle sin tener que preocuparme porque nos descubran. — rezongó tratando de sonar lo más convincente posible, su palabras me lastimaban. Dolían, dolían demasiado como para ser ciertas, él no estaba diciendo eso, no estaba. Él no podía, simplemente… no podía.

— Michael si esto es por... — apenas y pude escucharme a mí misma, ya no me quedaba voz  estaba a  punto de quebrarme ahí en frente de él, en un lugar público, podía ver mis propias  lágrimas entorpecer la vista de su rostro, de sus facciones seria, y ojos fríos, tuve que hacer un esfuerzo sobre humano para no soltar todo ahí en ese momento. Él prosiguió, interrumpiéndome predeterminadamente.

— Es por todo, y no sabía como decírtelo pero ya que se dio la oportunidad no pudo ser más perfecto, tú sigues con el contrato como si nada nunca hubiese pasado y yo con mi vida. Todos ganan. — su voz fue tan... fría, tan déspota. Y de pronto sentí toda la rabía del mundo consumirme, y por más que una parte de mí me decía que él no lo estaba diciendo en serio, que lo único que quería era lo mejor para mí, la parte sentimental de mi yo interno gano, y el impulso de querer golpear algo y soltar toda la mierda que me estaba consumiendo fue más grande que yo y ya no me importó nada. La palma de la mano me pico y ardió después de haber impactado contra su mejilla, y podía sentir mis lagrimas quemar en mis mejillas, mientras lo miraba a él como si fuese la peor escoria, porquería, basura… que pudiese existir en este planeta tierra.

— ¡Hubieses empezado por ahí y yo no hubiese hecho tanto drama, maldito cabrón! — grité, pude sentir mi garganta quemar por lo fuerte que había hablado, y me importó un comino que la poca gente que hubiese en el lugar se hubiese volteado a mirarnos, me daba exactamente lo mismo. Estaba herida, enfurecida, entristecida pero sobre todo decepcionada, él se rindió. No luchó, no luchó por mí, ni por esto, sólo se quedó ahí, y aceptó lo que nos demandaron y ¡dios! Eso dolía, dolía demasiado como para poder soportarlo.  Tomé mis cosas y me fui, de pronto quería estar sola, y llorar y llorar y llorar hasta morir deshidratada.

Tomé un taxi hasta el hotel en el que me hospedaba y en el trayecto recibí una llamada de Chris, muy a mi pesar contesté, sabía que no me dejaría en paz hasta que lo hiciera.

— ¿Y bien? — preguntó Chris tan pronto como contesté el teléfono, traté de que mi voz no me delatara, traté de sonar lo más calmada posible.

— ¿Qué tengo que hacer? — pregunté sin muchas ganas. Casi pude oírlo sonreír.

— Así está mejor. — comentó. — Me agrada cuando quieres cooperar. — bufé mientras rodaba los ojos, realmente no estaba de humor.

— Mejor ya dime lo que tengo que hacer. — lo corté de mala gana, y lo escuché gruñir.

— Te pasaré a la representante de Modest!, ella te explicara con puntos y comas lo que te toca hacer. — informó, espere impacientemente a que la bruja con tacones tomara el teléfono.

— Bien niña, la cosa será sencilla. — la irritante voz nasal de la mujer se hizo presente y tuve que hacer un gran esfuerzo para no teletransportarme  vía teléfono y arrancarle la cabeza, y cabe destacar que no era una persona agresiva. — Primero que nada tú y Harry tendrán una cita está noche, a las ocho; el sitio al que irán será una sorpresa de Harry, él insistió. — bufó la mujer, y rodé los ojos con frustración muy a pesar de que ella no podía verme. — Pero tienen que mantenernos informados para poder darles seguimiento con la prensa. — ordenó, me limité a dar un monosilábico en afirmación y la mujer continuó. — Además tendrás una entrevista en la cual aclararás todo, y no sé cómo vas a explicar la foto del casi beso pero tendrás que ingeniártelas para dejar a Harry en lo alto, no destruir al muchachito este y limpiar tu imagen. — puntualizó.

— Okay... ¿Eso es todo? — pregunté fastidiada, mientras me bajaba del taxi y entraba al lovi del hotel, saludé al recepcionista y caminé hacia el ascensor.

— Básicamente, sí... — comentó la mujer sin interés alguno. — Debido a esto creo que es más que obvio que Harry y tú tienen que parecer súper enamorados esta noche, cómo si no les afectara en lo absoluto el chisme que salió respecto a ti. — ordenó, asentí y entré a  mi habitación dejando caer mis cosas al lado de la puerta y quitándome los zapatos camino a la cama.

— ¿Qué más? — interrogué, mientras me dejaba caer de espaldas sobre el colchón.

— El contacto con Michael está estrictamente prohibido. — aclaró y sentí una punzada de dolor atravesarme por completo al escuchar su nombre, y las lágrimas se hicieron presentes.

— Bien, pues si eso es todo, me voy. — corté a llamada sin siquiera esperar por su respuesta, estaba al borde. Yo simplemente ya no podía soportar más de toda esta porquería, no podía. Apenas me estiré sobre la mesita al lado de la enorme cama, tome mi iPod y comencé a escuchar música, por alguna razón las canciones más lentas y deprimentes que tenía en él eran las que se empezaron a reproducir, y yo, masoquista innata, las dejé que sonaran a la par en las que mis lagrimas eran liberadas. Sentí mi teléfono vibrar y sin ganas de saber de nada o nadie lo arrojé hacia la otra punta de la cama, me hice ovillo y me concentré en la música que estaba escuchando.


La vi irse hecha una furia, mientras limpiaba las lágrimas que caían por sus mejillas, jamás la había visto tan alterada en todo el tiempo que habíamos llevado juntos. Fui una mierda, lo sé, pero era lo mejor, aunque probablemente ella piensa que la he traicionado. Trate de procesar todo lo que acaba de suceder, y entonces asumí que, probablemente, había perdido a mi mejor amiga, confidente, mayor y más grande fan, pero por sobre todo, comprendí que había perdido, quizá para siempre, a la chica que amaba y me hacía ser alguien completamente diferente y mejor persona en el mundo. Y ¡demonios!, eso sí que dolía.


   Los minutos se convirtieron en horas y las lágrimas en llantos y estruendosos sollozos, sabía que se me hacía tarde para mi cita, pero la verdad no me interesaba en lo absoluto,  por mi podían todos morirse en este mismo instante. Mi teléfono estaba reventar, había estado vibrando más veces de las que podía llegar a contar y un tanto desesperada lo contesté, en el segundo en el que volvió a sonar, creyendo que sería Harry, reprendiéndome por estar atrasada para nuestra salida.

— ¿Bueno? — murmuré, mi voz ronca por el excesivo llanto.

— Sé que probablemente estás odiándome ahorita y que lo más lógico es que no quieras saber nada de mí, pero antes de que me cortes sólo quiero decir que lo que dije en el café... fue mentira. No se me ocurrió ninguna otra manera de que te alejaras y aceptaras seguir con el contrato, sé que te lastimé y espero que entiendas que jamás podría dejar que mandaras todo a la mierda por mi culpa. Te amo con todo mi corazón Catalina Uzcategui y espero que algún día puedas perdonarme. — la llamada se cortó y todo lo que se escuchó después de eso fueron las voces de los chicos cantando los últimos versos de Spaces.

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